La batalla entre el Euro y el dolar Ohmae Abr08.pdf

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Dia: 19/04/2008 - Hora: 19:01
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ECONOMIA
iECO DOMINGO 20 DE ABRIL DE 2008
PRIMER NIVEL
Kenichi Ohmae
EXPERTO EN ESTRATEGIA
GERENCIAL. AUTOR DE “EL
MUNDO SIN FRONTERAS”
La debilidad que aqueja a la economía de Estados Unidos también arrastra al dólar a mínimos históricos. Esto hace que China, Japón, los Estados del Golfo y
Rusia, entre otros, en forma discreta pero inexorable se alejen del dólar y pongan la mira en la mayor solidez del euro. Lo que surge de esta historia de crisis
financiera y huida de una moneda de reserva es un cambio de poder que reemplaza a EE.UU. como el centro de la economía mundial.
La batalla entre el euro y el dólar
AP
“Medidas como la baja
de tasas, con las que
EE.UU. busca ahora
hacer frente a la crisis
crediticia, no atacan la
cuestión de fondo”.
S
i aprendemos de los errores
que cometió Japón en los
últimos 15 años y rápidamente apagamos la mecha de la
dinamita de la crisis de las hipotecas subprime en EE.UU., podremos contrarrestar el efecto
negativo sobre los mercados de
crédito internacionales.
La huida inexorable, aunque
discreta, del mundo con respecto
al dólar debilitado seguramente
incitará a “la batalla del Atlántico” con el euro más fiable, en
que Estados Unidos perderá su
poder como centro de la economía internacional con la moneda clave de reserva.
Todos estos fenómenos están
entrelazados en un proceso simultáneo que, si la historia sirve
de guía, no se detendrá a mitad
de camino. Las soluciones que
los pilotos de la política estadounidense proponen en estos días
para hacer frente a la crisis de las
subprime y a la consiguiente
contracción del crédito –con la
reducción de la tasa de interés,
un paquete de estímulo y el singular salvataje de Bearns
Stearns– no atacan a la cuestión
de fondo.
Esto me recuerda los errores japoneses después que nuestra
burbuja explotó y llevó a 10 años
de recesión. En lugar de directamente desactivar el riesgo de default de 100 o más bancos en dificultades lo antes posible, lo extendimos y prolongamos el colapso económico a pesar de las
políticas que empujaron a las tasas de interés a cero y se valieron
de un gasto público colosal.
Por un lado, esto no bastó para
marcar la diferencia; por el otro,
no estaba dirigido al problema
central: las entidades financieras
insolventes con propiedades inmuebles que habían perdido
30% desde su precio máximo.
Tampoco aborda el quid de la
cuestión detrás de la contracción
crediticia: la posibilidad de que
cunda el pánico entre los inversores, algo todavía presente en un
sistema financiero internacional
contaminado con valores de calidad dispar y desconocida.
Para eso, como lo sugirió Dominique Strauss-Kahn, titular del
FMI, los bancos centrales de todo
el mundo deben aunar esfuerzos
para garantizar que las numerosas entidades que tienen en su
poder los 3 billones de dólares en
una mezcla de productos securitizados posean, todas ellas, la liquidez necesaria para convencer
a los inversionistas que no habrá
corrida de sus tenencias.
Entonces, como ocurrió con los
bancos japoneses tras muchas
idas y venidas, tenemos que concentrarnos en las entidades en dificultades una por una, en este
caso diferenciando entre los
créditos buenos y los malos, separando la pequeña porción de
créditos de calificación “DDD”
con baja tasa de interés de la mayoría de los activos “AAA”, que
estaban entremezclados, y asignar nuevos paquetes y calificación a estos títulos. La dura lección que aprendimos en Japón es
que, si no se hace esto, no habrá
confianza en que el mercado ha
tocado fondo. Y el derrumbe proseguirá innecesariamente.
Espiral descendente
Dado que los estadounidenses
son más proactivos que los japoneses, muy posiblemente eviten
una depresión encarando de lleno esta crisis. Sin embargo, con
el desplome del valor de sus bienes clave –sus viviendas–, se
convertirán en una tierra de consumidores cautelosos. Esto, a su
vez, desacelerará el crecimiento
de las exportaciones de China, lo
cual afectará a las economías de
Japón y de otros países del Este
asiático, impulsadas, desde hace
varios años, por la sed de China
de todo tipo de productos, desde
componentes de tecnología o
maquinaria hasta chatarra de
acero japonesa o minerales australianos. Así, una desaceleración
de un 1% o menos en la economía de EE.UU. nos afectará a
todos en el corto plazo.
Pero dentro de varios años esta
situación cambiará, cuando
EE.UU. se vuelva menos importante para China y para el crecimiento mundial, en parte por
culpa de su desaceleración. Tras
la Guerra Fría, Estados Unidos
se convirtió en la locomotora de
la economía internacional. Hoy
hay docenas de máquinas, desde
Perú hasta Turquía, desde Nigeria hasta Brasil, todas ellas funcionando a pleno. Europa logró
un buen desacople económico de
Estados Unidos: el 85% de todo
Enemigos íntimos Dólares y euros, actores del cambio en la economía global.
su comercio es entre Estados de
la UE, con Rusia y con los ex Estados soviéticos. Y lo mismo le
ocurrirá un día a Asia.
La debilidad que aqueja a la
economía de Estados Unidos
también arrastra al dólar a mínimos históricos. Esto hace que
China, Japón, los Estados del
Golfo y Rusia, entre otros, en forma discreta pero inexorable se
alejen del dólar y pongan la mira
en la mayor solidez del euro.
A fin de cuentas, la UE tendrá
la base de consumidores y la infraestructura integrada más importantes del mundo. Si Rusia
algún día decide sumarse, aunque no sea de manera estrecha,
la UE también contará con su
propia provisión de energía.
El dólar en la pendiente
Paridad del dólar estadounidense frente a
un promedio de 6 monedas importantes
del mundo.
Indice dólar
82
80
78
76
74
72
70
A M J J A S O N D E F M
2007
2008
FUENTE BLOOMBERG
Y cuando el dólar pierda su papel de liderazgo como moneda
de reserva del mundo por la huida de sus socios comerciales, los
estadounidenses tendrán que pagar los Toyotas en yenes, los juguetes chinos en renminbis y los
productos Louis Vuitton en
euros, como todos nosotros.
Esta trayectoria propicia el escenario para “la batalla del Atlántico” entre el euro y el dólar en
momentos en que EE.UU. va hacia un declive relativo. Cuando
esto ocurra, todos los dólares que
circulen por el mundo –Estados
Unidos emitió el doble de lo que
necesita para su economía local–
volverán a casa y estimularán el
tipo de hiperinflación que alguna
vez asociamos con Brasil. Esto, a
su vez, impulsará a muchos estadounidenses a hacerse de euros y
de otras monedas, además del
dólar, que mantengan su valor.
Lo que surge de esta historia de
crisis financiera y huida de una
moneda de reserva es un cambio
de poder que reemplaza a
EE.UU. como el centro de la economía mundial. En 10 años, la
UE (más Turquía y asociada con
Rusia) emergerá como la principal economía del planeta. Estados Unidos seguirá siendo una
potencia, pero ocupará el segundo lugar. Tercera estará China.
India, cuarta. Japón, quinto. Ese
es el mundo al que la crisis financiera actual de Estados Unidos nos abre una ventana.
Traducción: Susana Manghi
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