EL SIGNIFICADO DE CONTAR CON UNA POLITICA DE DEFENSA NACIONAL COMO CUESTION DE ESTADO. “El arte de la guerra nos enseña que no debemos confiar en la probabilidad que el enemigo no esta acercándose, sino en nuestra propia disposición para recibirlo; no en la probabilidad que no nos ataque, sino en el hecho de que nosotros hayamos convertido nuestra posición en inexpugnable”. Sun Tzu – El arte de la guerra. El hecho de estar en presencia de una gestión política que pretende avanzar en definir una Política de Defensa Nacional con el carácter de Política de Estado resulta, al menos, poco común después de tantos años de desinterés por parte de casi toda la clase política, tanto oficialista como opositora. Esa indiferencia se manifestó claramente mediante la falta de determinación en cuanto a la concreta demanda política sobre las FFAA y la progresiva y aleatoria reducción presupuestaria sobre el sector (1). La ley N° 23.554 de Defensa Nacional, promulgada en 1988, tuvo como fundamento básico establecer la separación de cuestiones de índole externo con las de seguridad interior. Su reglamentación se produjo recién en el año 2006, dieciocho años después de su promulgación. En el año 1998 se aprobó la ley N° 29.948 de “Reestructuración de las Fuerzas Armadas” constituyéndose en una tentativa de avanzar en el camino de la modernización de las FFAA. En ella se establecieron criterios básicos y comunes para la reestructuración, el personal, el equipamiento y el financiamiento, ratificados al año siguiente por la publicación del Libro Blanco de la Defensa Nacional. La citada norma, que nunca fue reglamentada, se frustró casi enseguida sin el menor apoyo político (2). El transcurrir del tiempo sin la debida atención política impuso a que cada una de las FFAA trataran de evolucionar y adecuarse, en casi todos los casos, según la particular visión, exigencias y prioridades autoimpuestas por cada una de ellas, la circunstancial y cada vez menor asignación de recursos presupuestarios y la adopción de medidas de corto alcance que pudieron ser impulsadas desde el Ministerio de Defensa o del Estado Mayor Conjunto. Tal situación fue causando, en el caso de la Fuerza Aérea Argentina, una progresiva declinación en todos los campos de su capacidad operativa y logística fomentando, además, el desaliento y la deserción del personal al no poder distinguir horizontes profesionales ni percibir claramente el futuro de la institución a la cual pertenecían (3). En tal sentido hoy nadie puede extrañarse del grado de deterioro que sufre el instrumento militar ni pensar que la recuperación operativa y logística puede resultar mágicamente alcanzada en un breve lapso. Por otra parte, los cambios pretendidos no pueden agotarse en una mera reducción cuantitativa de recursos y/o estructuras. Si esperar, con el marco de una definida Política de Defensa a largo plazo, lograr la optimización del instrumento militar en orden a la calidad de los medios disponibles y los roles asignados. “La seductora frase mas calidad por menos cantidad devendrá en un encanto tan sutil como peligroso si no esta acompañada por tareas definidas y recursos suficientes”. 1 Resulta oportuno advertir, también, que la modernización de las FFAA no puede estar desligada de la realidad económica del país. Será vital entonces realizar un acertado reparto de de los recursos disponibles entre cada componente de la Defensa de acuerdo con las responsabilidades y prioridades determinadas. Una señal positiva en este sentido resulta ser la distribución presupuestaria a partir del año 2006 la cual, en forma inédita, ha quebrado con la modalidad de “asignaciones históricas” (4). Sin duda que una seria demanda de origen político, sobre el instrumento militar, propiciará una evolución integral y ordenada en lugar de cambios según la singular apreciación que cada una de las FFAA pueda tener respecto al rol de su competencia. Por otra parte, las conducciones de las mismas podrán disponer de lineamientos determinados, al menos al mediano plazo, para la planificación y ejecución en lugar de actuar sujetos a objetivos y factores, en muchos casos circunstanciales, sin el necesario sostén político ni, consecuentemente, el correspondiente apoyo presupuestario. Asimismo, una comprometida gestión de la Política de Defensa por parte del Ministerio de Defensa permitirá, entre otras cuestiones, la articulación de esa política con los procesos de planeamiento del Estado Mayor Conjunto y las FFAA, una adecuada asignación presupuestaria según prioridades y responsabilidades y la intervención y aprobación de los proyectos de desarrollo de cada una de las Fuerzas. Cabe señalar al respecto que no será suficiente el compromiso del Ministerio de Defensa para llevar adelante la política de ese ámbito. Delinear, sostener y contribuir a su ejecución también requerirá la ineludible comprensión, participación y apoyo de los poderes ejecutivo y legislativo. Sin ese soporte toda iniciativa de modernización fracasará rotundamente o se diluirá, lenta pero irremediablemente, tal cual sucedió en los últimos 25 años (5). ¿Que utilidad puede tener para el país mantener una estructura militar sin objetivos claramente definidos, sin capacidad operativa y con cuadros de personal sin incentivos profesionales, sujetos a exiguos salarios y totalmente desmoralizados? No solo ninguna sino que, además, producir un considerable erogación del tesoro nacional sin sentido alguno (6). Justamente decidir en ese orden es una obligación imprescindible de naturaleza política. Cabe indicar, finalmente, que prevalece la coincidencia generalizada de que en la region resulta poco probable la materialización de disputas de carácter tradicional cuya solución no pueda lograrse por la vía negociadora. Sin embargo sería también de suma imprudencia descartarlas definitivamente a riesgo de comprometer el patrimonio de la Nación, incluyendo su capacidad de negociación. Tal es la causa esencial por la cual un estado no debería renunciar, ni deliberada ni negligentemente, al derecho de garantizar los recursos y mecanismos necesarios para dotarse de una razonable capacidad de defensa frente a eventuales circunstancias que puedan afectar “la soberanía e independencia de la Nación, su integridad territorial y capacidad de auto determinación”. Brig. Gen. ® Rubén Montenegro. 2 Notas: (1) “A partir de los años noventa, en el plano regional la desactivación de conflictos estratégicos y diferendos limítrofes entre Brasil, Argentina y Chile como el abarcativo proceso de integración regional supusieron la desactivación de las tradicionales hipótesis de guerra. También, en el plano presupuestario, se produjo una brusca caída de los recursos fiscales asignados la defensa nacional y a las Fuerzas Armadas generando una tendencia de “desarme de hecho” de las mismas. El achicamiento y ajustes de las estructuras militares y la plena subordinación militar al gobierno civil-democrático configuraron tendencias que no fueron correspondidas por este a través de la formulación de parámetros claros de conducción sobre el instrumento militar y, en ese marco, no se emprendió un proceso de reestructuración militar dando lugar, consecuentemente, a una situación de manifiesta incertidumbre institucional en las mismas”. Documento de trabajo”Dilemas y desafíos frente a la militarización de la seguridad interior” – programa de investigaciones sobre FFAA y FFSS – Universidad Nacional de Quilmes. (2) Las citas que a continuación se transcriben señalan claramente la percepción imperante sobre los temas de Defensa en los comienzos del nuevo siglo. “El plan de gobierno para el sector militar en curso, esta subordinado mas al proceso de reconversión económico que a las necesidades reales del país en términos estratégicos- militares. Se puede decir que las FFAA argentinas están sufriendo un proceso de desmantelamiento sin precedentes en la historia del país. No es casualidad que en este país la profesión militar dejó de ser de dedicación exclusiva con muchos oficiales recurriendo a otro empleos” - Control civil y FFAA – Ruth Diamint (editora) Pág. 171- Grupo editor Latinoamericano 1999. “Debería discutirse en esta emergencia económica la conveniencia de unificar las FFAA. Incluso de promover la discusión si queremos seguir teniendo en estos años FFAA” –Secretario de Seguridad de la Nación en ese entonces – Clarín, 13 de agosto del 2001. “Nuestras FFAA existen pero no sabemos para que” – Integrante de primeras línea, en ese momento, del Poder Ejecutivo Nacional – Clarín, 13 de enero del 2002. “Pensemos en como transformar el instrumento militar para que constituya un modelo actualizado y eficiente. La reestructuración de las FFAA es todavía una cuestión pendiente” – Ten. General Juan Carlos Mugnolo – Jefe del Estado Mayor Conjunto- La Nación, 22 de agosto del 2002. (3) En el caso de la Fuerza Aérea, en el periodo 1993 – 2007, se manifestó una deserción, entre bajas y retiros voluntarios, de aproximadamente 400 oficiales en las jerarquías de Alférez a Vicecomodoro correspondiendo un 70% a aviadores militares. Puntualmente en el lapso 1997 – 2000 el éxodo de personal, en las jerarquías señaladas, fue de 200 oficiales de los cuales el 70% eran pilotos. (4) El presupuesto de la Fuerza Aérea previsto para el año 2008, excluyendo haberes, ha tenido un incremento del 48 % respecto al ejecutado en el 2005 (de $ 240 a $ 460 millones) y es, para el citado periodo, el 45% del total asignado a las tres Fuerzas. (5) “En la contingencia del diario vivir, frecuentemente se coloca a la Defensa Nacional ante situaciones complicadas relacionadas con su existencia o reducciones presupuestarias que atentan contra su estabilidad. Podríamos decir que la Defensa Nacional es victima de su propia misión. Al producir disuasión genera prolongados periodos de paz eso hace que las personas tiendan a pensar que ya no hace falta. Como las personas no están dispuestas a revelar sus preferencias por la Defensa Nacional, el mercado, que es un mecanismo social impersonal, no es capaz de determinar cuanto se necesita de ese bien ni tampoco cual es el precio por el que están dispuestas a pagar por ella, es el Estado (Poderes Ejecutivo y Legislativo) el que debe preocuparse por determinar cuanta es la cantidad de defensa que se requiere a fin de asignarle la cantidad de recursos necesarios para que las FFAA puedan producir la defensa que necesita el país”. El gasto militar en América Latina – Editor 3 Francisco Rojas Aravena – 1994 CINDE y FLACSO – Equilibrios Económicos y Asignaciones en Defensa – Brigadier Manuel Concha - Pagina 81. (6) La migración de pilotos durante el año 2007 representó una transferencia directa a la aviación civil de una inversión estatal, en materia de formación y especialización, de aproximadamente $ 260 millones. 4