Dra. Silvia Jiménez Martín. Universidad San Jorge, Zaragoza, España. Currículum. Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca con la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Es especialista en radio y especialmente en Creatividad Radiofónica, materia objeto de su tesis doctoral. Además, es profesora de Teoría y Técnica de la Radio en la Universidad San Jorge de Zaragoza y es Experta en Protocolo por la Universidad Miguel Hernández y la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid. Domicilio: C/Marqués de Lazán, n. 6 1.izq. 50001 ZARAGOZA (España) Teléfono: 34 639650687 Fax: 34 920030473 Correo electrónico: [email protected] ¿PARA QUÉ NECESITAMOS ACTOS CREATIVOS? Vivimos en una sociedad en la que la competencia y la especialización son cada vez más acuciantes. Las empresas han dejado de ser entidades estáticas que comercializan sus productos por los canales convencionales para transformarse en organismos vivos. En nuestros días, se conciben como entes dinámicos, que necesitan de nuevas ideas, nuevos enfoques, nuevos productos y nuevos canales para su distribución. En medio de una situación como la que se describe, cobran sentido la creatividad, la comunicación y el protocolo, como una forma de comunicación creativa que satisface la necesidad de cualquier empresa de que su público esté continuamente al corriente de las transformaciones que experimenta en todos los órdenes. El protocolo ha demostrado ser una fórmula eficaz de transmisión de información y opinión de la que hacen uso desde las grandes internacionales hasta las pequeñas empresas: todas organizan actos para mejorar su imagen e incrementar sus ventas. Nuestra disciplina se concibe como un valor más dentro de la política de comunicación de la empresa que complementa la labor del marketing, potencia la publicidad, alimenta el gabinete de comunicación y estimula las relaciones públicas. La política de organización de actos desarrolla y equilibra los departamentos de comunicación de la empresa. En este artículo, abordamos el protocolo como una forma de comunicación persuasiva al servicio de empresas e instituciones y observamos a los jefes de protocolo como creadores de actos comunicativos. Para poder comunicar, los profesionales tienen que crear continuamente, como si estuvieran atrapados dentro del mito de Sísifo: cuando finaliza un acto, se disponen a estructurar el siguiente y así una y otra vez. Una de las críticas más duras que se les puede hacer a los individuos que trabajan en el arte de organización de actos se relaciona con la escasez de creatividad; especialmente en este campo, los profesionales son propensos a conceder el rango de norma a la tradición y cuando se aferran a la norma con rigidez, disminuyen las posibilidades expresivas de sus trabajos. En general, los especialistas en el medio demandan mayor flexibilidad en los actos, puesto que, lamentablemente, la mayor parte de los profesionales optan por la comodidad y la rutina y en muchos eventos se observa falta de imaginación, resignación y poca visión de futuro. Empresas e instituciones necesitan contar con individuos creativos, que asocien ideas y organicen actos novedosos, porque cuánta mayor es la originalidad del individuo tanto más se incrementan el número de ideas para comunicar, transmitir, aportar. Definimos los actos creativos en protocolo como aquellos que se presentan con un formato original, diferente del habitual, resultan novedosos porque el profesional los envuelve con una apariencia distinta y, por eso, reclaman la atención del público, lo sorprenden y lo consiguen persuadirlo –seducirlo-, moviéndolo a la acción que impulsó su diseño. Los actos creativos utilizan sistemas de comunicación flexibles y se apartan de los sistemas de pensamiento habitual, estableciendo relaciones bajo ángulos nuevos y detectando, con sensibilidad, aspectos ignorados hasta el momento. Son expresivos porque expresan mucho o de manera eficaz, con viveza y exactitud y se comprenden bien, aún cuando utilizan los códigos de forma poco habitual. Partimos de la necesidad de la imbricación de estos términos: creatividad y protocolo y de que las cualidades de los profesionales creativos se plasmen en los actos. La pregunta que formulamos es ¿para qué necesitamos actos creativos? 1.1. Para crear una imagen positiva De la misma manera que todos provocamos una impresión, -positiva o negativa, aún sin ser conscientes de ello-, la de las organizaciones y empresas se transmite de forma inevitable, de manera que la construcción y proyección de la imagen es una labor comunicativa que los profesionales han de afrontar desde dos vertientes: interna, -mediante la suma del trabajo de los diferentes departamentos que se encargan de la comunicación - y externa, utilizando los medios de comunicación, grandes altavoces de difusión omnipresentes. Observar el protocolo como herramienta para el diseño de un perfil positivo supone compartir logros con quienes trabajan en la construcción la imagen corporativa, que adquirirá las dimensiones deseables en función del tiempo y el esfuerzo que los profesionales, en conjunto, empleen en su confección. Los actos protocolarios son referencias para incidir en las impresiones que los demás se creen de la empresa: la presentación de invitaciones, los informes escritos, la expresión. Cualquier detalle, por mínimo que sea, contribuye a nuestro objetivo. Conviene destacar que, en el ámbito empresarial, la percepción de la entidad mejora siempre que existe un cliente satisfecho. Por este motivo, la principal inversión en imagen se consigue logrando la excelencia en el producto o en los servicios que ofrece la marca, que, en la medida de lo posible, han tener presencia en los actos. Evidentemente no todo vale. El planteamiento creativo nos permite encontrar la solución más adecuada de entre todas las opciones posibles en cada situación concreta. La creatividad permite tomar conciencia de la importancia de la imagen y mejorarla, transformado, si fuera necesario, los paradigmas de la empresa para que arraiguen con el paso del tiempo si no nos satisfacen los actuales. Las organizaciones necesitan diseñar estrategias creativas para mejorar su proyección pública e incidir en las actitudes y en los valores de su público potencial. En este sentido, el protocolo se configura como algo más que el marketing o la publicidad, al convertir al público en protagonista de la acción social y hacerlo participe de los eventos, mejorando sus relaciones y su peso social. A todo, sumar el efecto positivo que proyectan los eventos sobre los empleados de la organización, que aumentan su confianza en el proyecto del que participan. En cualquier caso, la imagen aparece como referente en el universo del protocolo definiendo el diseño de los actos en función del aspecto que más interese destacar en cada momento: los eventos responden siempre a la intencionalidad de la imagen. Pero, de qué factores depende o sobre qué factores tiene que trabajar el profesional para crear una imagen atractiva. La imagen no es un reflejo fiel y automático de lo que hacemos – dando por supuesto, además, que no siempre hacemos lo que pensamos o lo que creemos hacer-. Los mecanismos que forman la imagen van más allá de lo intelectual –racionalizado y consciente- y se substentan en emotividades, en sensaciones de agrado o desagrado, de atractivo o de indiferencia, vinculadas a referencias simbólicas del entorno cultural1. Si la imagen se sustenta en las emociones, la aplicación de la creatividad al mundo del protocolo debe servirnos para rescatarlas y promoverlas en los actos. 1.2. Para despertar emociones El protocolo basa una parte importante de su actividad comunicativa en el lenguaje de los símbolos. Las banderas, los himnos, las formas, las figuras y los colores apelan más a las emociones que cualquier argumento racional, por lo que siempre se seleccionan con esmero, buscando un objetivo, una reacción. Nada de lo pueda sugestionar a nuestro público puede quedar a disposición del azar. La creatividad nos permite elegir los sentimientos y las emociones que queremos comunicar y encontrar el modo más eficaz de despertarlas en el público. 1 GARCÍA, G. y RAMÍREZ, J.M.: Imagen y comunicación en temas sociales. Certeza. Zaragoza, 2001, p. 11. La finalidad de todo acto comunicativo es influir en el receptor y los actos se programan para generar o transformar ideas o sentimientos en el público, para mover a nuestro interlocutor a realizar la acción. Siempre nos resultará más sencillo persuadir si el acto consigue despertar sensaciones positivas que incrementen la receptividad y si logramos una actitud favorable hacia aquello que comunicamos. El objetivo último es atraer el interés para que la sociedad aprecie los valores que promovemos y el público objetivo incremente sus ganas de saber más sobre nosotros y/o sobre nuestros productos o servicios. Conviene dimensionar las emociones en su medida. El interés humano se sustenta en la vía emotiva: a los seres humanos nos interesa todo lo que nos emociona. En este sentido, incorporar la música en los eventos –un elemento que actúa directamente sobre las estructuras psicológicas de los individuos- puede resultarnos de utilidad para proyectar los mensajes al lado más emocional. 1.3. Para diseñar estrategias Toda entidad que se proponga unas metas utilizando la comunicación como herramienta precisa de un planteamiento estratégico que garantice la eficacia en las acciones que se lleven a cabo. La estrategia se identifica con el proceso creativo que permite planificar la política institucional, articulada en torno al principio de coherencia con el resto de niveles, a los que complementa. Todas las actuaciones han de estar orientadas hacia la misma dirección, como explica Bassat: El mejor creativo será aquel tirador que se pueda jactar de que donde pone el ojo pone la bala. Apuntar es su estrategia. Disparar es su táctica. Puede haber muchas tácticas distintas y complementarias. Se puede disparar con un revólver de repetición, con un cañón o con balas de fogueo. Pero sólo puede haber una estrategia, una línea recta que marque nuestro objetivo. El principio básico de toda estrategia es sumar esfuerzos en vez de restarlos (…) Con una estrategia bien definida obtendrás la libertad de ejecutar de tantas maneras como las circunstancias lo requieran2. Que hayamos definido la estrategia como proceso significa que requiere de diversas acciones prolongadas a lo largo del tiempo para que podamos comprobar su eficacia. Con una única acción comunicativa –la organización de un único evento- no se logran los objetivos deseados. La creación de una imagen requiere de múltiples mensajes que confluyan en una única referencia: el objetivo. 1.4. Para aprovechar las ventajas de la tecnología El momento actual exige cambios en los modelos de comunicación porque también se están produciendo en los soportes, que reclaman productos que se adecuen a sus características, otros tratamientos técnicos y expresivos y cambios en las capacidades de selección del material. La tecnología es una línea abierta a la creatividad de los profesionales y por esto insistimos en la necesidad de que los expertos se actualicen y se adecuen a los continuos cambios para llegar mejor al público, utilizando su mismo lenguaje. Aún cuando existan las condiciones mínimas para trabajar en un acto, lo esencial es que exista creatividad, esfuerzo y compromiso, porque la técnica, por si sola, no aporta soluciones. Todo dependerá del uso que el profesional la dé. El planteamiento general de los autores consultados es el de que el protocolo debe aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías para organizar actos más sofisticados, más precisos y más espectaculares porque cada vez contamos con más herramientas para comunicar. A los folletos, anuncios, carteles, regalos protocolarios, ahora se suman tecnologías que facilitan impregnar los eventos con altas dosis de imaginación. Es por esto que, cada vez en mayor medida, las Escuelas de Protocolo comienzan a imbricar en sus planes de estudios los términos protocolo y tecnología por los beneficios que reporta el dominio de la segunda sobre la primera. 2 BASSAT, L.: El libro rojo de la publicidad. Editorial Espasa- Calpe, S. A., Barcelona, 1993 Las nuevas tecnologías suponen un gran impulso para proyectar la mirada hacia adelante e insistir en que, ahora más que nunca, debemos aprovechar las ventajas que nos ofrecen. Más que nunca es necesario un protocolo creativo que aproveche los nuevos soportes para mostrar de un modo más atractivo los contenidos. Y, en este sentido, no importan ni la edad de los profesionales ni sus complejos, puesto que existen cursos de reciclaje que les permitirán situarse en el mismo nivel de conocimiento que poseen los jóvenes que irrumpen en el mercado. La gran credibilidad y profesionalidad que han demostrado día a día quienes han construido esta profesión debe continuar ahora con el empleo de nuevas fórmulas expresivas que atrapen verdaderamente al público. La etapa que vivimos pertenece a los creadores y a la espectacularización de las formas, por lo tanto, ha de ser cuna de auténticos artistas del espectáculo, que aprovechen el arte de la risa, el entretenimiento, el humor, la elegancia y el valor de la comunicación. El desarrollo de las tecnologías y su constante evolución han permitido la introducción de cambios que constituyen un aliciente para la creación de montajes sorprendentes, con una inversión de tiempo relativamente inferior. Esta simplificación del trabajo, nos lleva a plantear a los profesionales que inviertan el tiempo restante en la búsqueda de fórmulas más atractivas para conquistar al público, porque en nada nos favorecen las nuevas tecnologías, si no ejecutamos decisiones, tanto en la producción y como en el montaje de los actos, en las que explotemos sus posibilidades. 1.5. Para adecuarnos al lenguaje de los medios Con la democracia, el desarrollo tecnológico y la difusión mediática, el protocolo se ha convertido en un canalizador de la comunicación social exponiendo ante el ojo público toda la actividad institucional. Y los organizadores de actos han de tener en cuenta esta circunstancia en el proceso de creación de los mismos. Los medios son un cauce adecuado para que las instituciones se comuniquen con la sociedad, que los organizadores de eventos han de considerar y manejar para no desaprovechar las posibilidades que prometen. Hoy el protocolo, que continua manteniendo su carácter primario de organizador de una comunicación social ha cambiado casi radicalmente el objetivo y el destinatario de esa comunicación, que gracias a la acción y colaboración de los medios informativos, se ha convertido en una comunicación de masas, que ofrece al ciudadano la actividad oficial de aquellas autoridades elegidas democráticamente y que ocupan un rango o puesto determinado en función de la representación que ostentan3. La presencia de medios informativos en los actos –los profesionales deben ocuparse de que acudan- obliga a atender a sus necesidades: toma de sonido, juegos de luces, posiciones desde las que resulte fácil la grabación, etc. Lo adecuado es anticiparles las claves del acto para facilitarles el trabajo y, al mismo tiempo, para que comprendan mejor el ceremonial. Sólo si conseguimos llegar a los medios, llegaremos al público al que informan, puesto que la nuestra es una sociedad mediatizada, hasta tal punto, que se ha llegado a afirmar que quien no sale en los medios no existe. Si se quiere mostrar y analizar el mundo actual no queda más remedio que centrarse en los propios medios de comunicación. Se trata de unos medios que se han constituido en algo transversal que cruza todos los poderes y sectores de la sociedad (…) Se trata de un poder que cruza todos los demás y que además los condiciona, los orienta, los retroalimenta y los ataca, sin que apenas haya un poder social que los controle. Se han constituido en empresas controladoras de los Estados y de las personas desde empresas particulares sin que a ellos los controle realmente nada más que el interés económico o el interés político que hay detrás de cada uno. 4 Si los actos van a ser televisados, nos interesa cuidar el escenario: la ubicación de los símbolos y, en general, del ornato que se elija; cada elemento se colocarán en un lugar adecuado, visible y correcto desde un punto de vista estético. 1.6. Para jugar 3 LAFORET, J.J.: Protocolo y medios de comunicación social. Ed. Servicio de Publicaciones del Cabildo Insular de Canarias, 1997, p. 39. 4CEBRIÁN, M.: “Cambios técnicos, comunicativos y pedagógicos” Conferencia inaugural correspondiente al curso 1998/1999. Universidad Complutense de Madrid. En protocolo organizamos espectáculos y, en la medida en la que preparamos actos de carácter lúdico, nuestra mente ha de estar relajada y preparada para el juego. La excesiva obsesión por un tema constituye un obstáculo para que surjan ideas divertidas. Para que los actos resulten amenos, conviene combinar ideas sencillas con otras más complejas, recurriendo a técnicas creativas que nos permitirán encontrar las claves de lo que buscamos. El proceso creativo nos ayuda a no conformarnos con las soluciones que nos vienen dadas y a iniciar un “cocinado de las ideas” que pasa por generar, al azar, múltiples soluciones utilizando las técnicas de contraste, analogía, creación de metáforas, combinación, conexión. De este modo, surgen ideas nuevas. Para crear actos novedosos, lo primero que debemos hacer es observar la realidad de un modo diferente, cambiar el “ángulo de entrada”. Otro de los motivos por los que nos interesa abordar la organización de actos como un juego es por la necesidad de saltarnos las normas básicas, las formas habituales de pensamiento para superar las limitaciones de la lógica. El juego nos permite conectar diferentes campos de actividad, lo que supone un gran enriquecimiento para nuestro acto, elaborar nuevas ideas partiendo incluso de sus contrarias, invertir y reducir al absurdo para ampliar las alternativas. Por todo lo anterior, consideramos que es necesaria y conveniente una aplicación de la creatividad al mundo del protocolo, donde se necesitan con urgencia nuevas ideas. Bibliografía . BASSAT, L.: El libro rojo de la publicidad. Editorial Espasa- Calpe, S. A., Barcelona, 1993. CEBRIÁN, M.: “Cambios técnicos, comunicativos y pedagógicos” Conferencia inaugural correspondiente al curso 1998/1999. Universidad Complutense de Madrid. GARCÍA, G. y RAMÍREZ, J.M.: Imagen y comunicación en temas sociales. Certeza. Zaragoza, 2001 LAFORET, J.J.: Protocolo y medios de comunicación social. Ed. Servicio de Publicaciones del Cabildo Insular de Canarias, 1997.