ESPAÑA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII: LOS AUSTRIAS. Los antecedentes: Los Reyes Católicos (1469-1516) El matrimonio de Isabel de Castilla y de Fernando de Aragón, fue sólo una unión dinástica y no territorial. Esta dio origen a la llamada monarquía hispánica (el término España se refería a la asociación de todos los pueblos de la Península Ibérica pero carecía de un significado político). Los distintos territorios que la integraban sólo tenían en común la monarquía ya que cada reino seguía manteniendo sus instituciones políticas, sus leyes y costumbres. Nunca se estableció una unidad política y administrativa, aunque si se fortaleció el poder de la Corona (monarquía autoritaria). Uno de los ámbitos en los que los Reyes Católicos buscaron la uniformidad de todos sus dominios fue en el religioso. La denominación de católicos deriva de su empeño por difundir el catolicismo y de perseguir a quienes pertenecían a otras creencias, como judíos y musulmanes (en 1492, la conquista de Granada dará inicio a una política tendente a la conversión de la población mudéjar que culminará con el decreto de 1502 que obligaba a éstos a elegir entre exiliarse o bautizarse; el mismo año de 1492 fue también el del Decreto de expulsión de los judíos que afectó a unas 180.000 personas que abandonaron el país (los sefardíes), frente a unas 50.000 que optaron por bautizarse (los judíos conversos o cristianos nuevos. Mudéjares y moriscos. (Concepto evaluable) Mudéjar es un término que significa “doméstico” o “domesticado” y que se utilizó para designar a los musulmanes de la Península Ibérica que permanecieron en territorio conquistado por los cristianos y bajo su control político, durante el proceso de la Reconquista en la Edad Media. A éstos se les permitió seguir practicando su religión, utilizar su lengua y mantener sus costumbres y durante siglos se dio una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes, si bien, estos últimos debían pagar más impuestos. Con el tiempo esta tolerancia fue debilitándose y durante el reinado de los Reyes Católicos y dentro del contexto de uniformidad religiosa al que se aspiraba, fueron obligados a convertirse al cristianismo (1502), pasando a denominarse, a partir de entonces moriscos. De estos mudéjares nos ha quedado su huella en algunos ámbitos, sobre todo en la arquitectura, pudiendo hallarse muestras muy destacables de ésta en Aragón (torres de San Martín y El Salvador en Teruel). Sin embargo, a pesar de la Pragmática de los Reyes Católicos, muchos fueron los moriscos que prefirieron quedarse en la península y siguieron manteniendo, aunque clandestinamente, su culto, su lengua y costumbres, integrándose escasamente en la población. Una gran mayoría vivía en el campo en calidad de vasallos, dedicados a las labores agrícolas, pero sometidos a condiciones más duras que los cristianos, situación que les llevó a protagonizar algunas sublevaciones (en las Alpujarras en 1568). A partir de entonces, los moriscos fueron objeto de toda clase de sospechas. De un lado el odio de los cristianos viejos y el rechazo de la Corona, de otro, un contexto internacional en el que se les acusaba de ser aliados de los turcos que avanzaban por el Mediterráneo. Finalmente y tras varios intentos anteriores, se decretó su expulsión en 1609, durante el reinado de Felipe III. Las consecuencias de ésta fueron especialmente graves para los territorios de la Corona de Aragón (Teruel y Valencia) que perdieron a un 20% de su población, dejando vacíos demográficos que fue muy costoso repoblar. En este contexto de uniformidad religiosa imperante en el reinado de los Reyes Católicos se crea el Tribunal de la Inquisición o del Santo Oficio (concepto evaluable). Se trataba de un tribunal eclesiástico que había sido creado por el Papado en el siglo XIII para acabar con la herejía, pero que había ido perdiendo importancia en la mayor parte de Europa. Pero en España serán los Reyes Católicos los que van a revitalizarlo consiguiendo en 1478 un permiso del Papa para convertirlo en un tribunal ahora financiado y dirigido por la monarquía y que se convertirá en el principal instrumento para conseguir la unidad religiosa. La Inquisición será la única institución que tenga autoridad en todos los territorios de la monarquía hispánica y fue una herramienta de control político y social de la monarquía. A la cabeza de dicha institución estaba el Inquisidor General (cargo nombrado por los monarcas) y el Consejo Supremo. El territorio estaba dividido en distritos en cada uno de los cuales había un tribunal. Sus procedimientos judiciales (anonimato del delator, proceso secreto, torturas...) y sus consecuencias para los acusados (confiscaciones de bienes, penas muy duras que llegaban hasta la muerte en la hoguera...) convirtieron a este tribunal en una institución temible y que generaba el miedo en la población. En un principio se ocupó de los judeoconversos y también de los moriscos, pero su acción se extendió también a los sospechosos de protestantes, blasfemos, sodomitas y a la censura de libros. Tuvo una larga vida ya que pervivió hasta la muerte de Fernando VII, cuando fue abolida definitivamente en 1834. La era de los descubrimientos: A comienzos del siglo XV el mundo que conocían los europeos se limitaba a Europa y los territorios que rodeaban el Mediterráneo y el Mar Negro. Sabían de la existencia de India, China y Japón por los viajes de Marco Polo, aunque los conocían de forma imprecisa. A finales del siglo XV los europeos empezaron a realizar expediciones marítimas que ampliaron su conocimiento del mundo. La Corona de Castilla buscó llegar a Asia por el oeste, cruzando el Atlántico. En 1492 Colón creyó haber llegado a Asia. Pero, en realidad, descubrió un nuevo continente, América. Las consecuencias de los descubrimientos Los descubrimientos pusieron en contacto a pueblos que antes no se conocían. Portugal y Castilla crearon dos grandes imperios ultramarinos. Los descubrimientos supusieron el comienzo de la hegemonía europea sobre el resto del mundo. Las riquezas procedentes de América favorecieron el desarrollo del comercio y los inicios del capitalismo. También fueron un aliciente para el avance de las ciencias. El trabajo de los indígenas americanos tras la conquista: la encomienda.(Concepto evaluable) Pasada la fase inicial de la conquista, se inició la colonización y explotación económica de los recursos americanos, que iban a ser una importante fuente de ingresos para la Corona. Como la mano de obra para la explotación de tierras y minas en las colonias era escasa, la organización económica y social, descansaba sobre la población indígena; una población que no estaba habituada,por lo general, a ritmos de trabajo tan intensos. Sin embargo para la Corona, los aborígenes de los reinos americanos debían ser súbditos libres, no sujetos a ninguna prestación forzada. Según este principio, los indígenas debían incorporarse al proceso económico como asalariados (no esclavos). Además, la Corona deseaba la conversión a la fé cristiana de los aborígenes, por lo que se llegó al establecimiento de la institución de la Encomienda, una institución que tenía origen medieval. La Encomienda fue una institución característica de la colonización española en América y se entendía como el derecho que daba el Rey a un súbdito español, llamado encomendero, para recibir los tributos y los trabajos que un grupo de indios debía realizar para éste. A cambio el colono español debía cuidar de ellos tanto en lo espiritual como en lo terrenal, preocupándose de educarlos en la fe cristiana. El tributo se pagaba en especie -con el producto de sus tierras-, o en servicios personales o trabajo en las tierras o minas de los encomenderos. Esta institución de la Encomienda se convirtió en un instrumento para la explotación de la población indígena, que tuvo como consecuencia el aumento de la mortalidad en muchas zonas. Misioneros como Fray Bartolomé de las Casas criticaron duramente el trato dado a esta población pero habrá que esperar a las Leyes Nuevas de Indias (1542) y a la llegada de mano de obra esclava procedente de África para ver la paulatina desaparición de este sistema de trabajo forzado. El árbol genealógico de Carlos V (1516-1556) El reinado de Carlos V (1516-1556) De sus abuelos heredó un extenso imperio con tierras en Europa (Castilla, Aragón, Países Bajos, Sacro Imperio, territorios en Italia), en el norte de África y en América. Los territorios de su imperio conservaban sus propias leyes e instituciones. El rey tenía un enorme poder, pero algunas decisiones, como el establecimiento de impuestos, tenían que ser aprobadas por los parlamentos de cada reino. En cada territorio había un virrey o gobernador, que gobernaba en nombre del rey. Carlos V deseaba unificar la Cristiandad bajo su mando, pero esta política contó con la oposición de Francia, los turcos otomanos y los príncipes protestantes alemanes. El reinado de Felipe II (1556-1598) En 1556 Carlos V abdicó, y dividió su enorme imperio en dos partes. A su hijo Felipe le cedió los territorios más importantes: los territorios españoles, italianos y flamencos. En 1580 Felipe II heredó la Corona portuguesa y el imperio que Portugal tenía en América, África y Asia. La política de Felipe II tuvo dos objetivos principales: La conservación de todos los territorios que había heredado. La defensa del catolicismo. Felipe II se enfrentó a los siguientes problemas: La guerra con Francia. El enfrentamiento con los turcos. La revuelta de los Países Bajos. El enfrentamiento con Inglaterra. El siglo XVII: La crisis del imperio español. A diferencia del XVI, el siglo XVII representa la decadencia de la monarquía hispánica y la pérdida progresiva de la hegemonía hispánica en Europa. En el siglo XVII la población española sufrió un retroceso debido a: las malas cosechas y las epidemias de peste, la expulsión de los moriscos, las guerras y la emigración a América. La economía retrocedió en todos sus sectores: agricultura, artesanía y comercio. También se sucedieron las bancarrotas (excesivo gasto de la Corona en su política belicista y despilfarro en la Corte). El fin de la hegemonía de la monarquía hispánica: la Paz de Westfalia (1648). (Concepto evaluable) Los reinados de Carlos I y Felipe II habían supuesto el mantenimiento de la hegemonía de España en Europa y el Mediterráneo, sin embargo, los monarcas que reinaron durante el siglo XVII, trajeron el fin de esta hegemonía. El reinado de Felipe III será de relativa calma, pero con Felipe IV la decadencia será un hecho. Este monarca tendrá que enfrentarse en el interior a una serie de rebeliones provocadas por la política tributaria del Conde Duque de Olivares que dará lugar a los levantamientos de Cataluña y Portugal, territorio, este último, que conseguiría su independencia. En el exterior, la monarquía hispánica (junto con el imperio alemán)se involucró en la Guerra de los 30 años (1618-1648), conflicto complejo que asoló Europa y en el que se enfrentó a Holanda, Suecia, Inglaterra y Francia, saliendo finalmente derrotada. La Paz de Westfalia (1648) que puso fin al conflicto, reconoce la independencia definitiva de Holanda, el derecho de los príncipes alemanes a escoger la religión de sus estados y ventajas territoriales para Suecia. Sin embargo la guerra con Francia continuó. Finalmente, la Paz de los Pirineos (1659) pone fin a ésta y España tendrá que ceder a Francia el Rosellón, la Cerdaña y algunos enclaves en los Países Bajos. Estas dos paces suponen el fin de la hegemonía española en Europa que ahora pasa a Francia, mientras que Inglaterra y Holanda se impondrán en el dominio de los mares.