¿PRINCIPIO O FIN, O CONTINUAR? Estando en la conferencia de prensa, Paola Espinosa estaba resolviendo las preguntas que le hacían los reporteros. Entonces, un reportero hizo la siguiente pregunta: “¿Cómo es que llegaste hasta aquí, tan alto y tan satisfactorio lugar en las Olimpiadas representando a México?” A lo que ella respondió: “Bueno, pues empecé hace muchos años; es la carrera de toda mi vida, desde los siete años así que la familia es un gran apoyo que me da confianza y por supuesto el trabajo diario; en sí la confianza me la da el verme bien enfrente de toda la gente sobre la plataforma” De nuevo, el reportero realizo una pregunta: ”Y hablando de la plataforma… ¿Qué es lo que sientes antes de subirte a una plataforma?“ ”Pues muchos nervios pero me tengo que controlar aunque toda la gente este vitoreando o abucheando. Pensando siempre lo que el entrenador me diga, como las correcciones en los clavados o cómo va a ser el siguiente ejecución“ Pasó un silencio abrasador y tan tranquilo, en el cual cada reportero y Paola reflexionaban cada quien lo suyo. Todos excepto el reportero que mencionó las últimas preguntas, el cual, miraba fijamente a Paola como si quisiera comérsela a preguntas. Después de la pausa silenciosa el mismo reportero hizo otra pregunta (al parecer fue el único con una buena imaginación) esta vez acerca de algo más actual: “¿Cuál es el orgullo que sientes al ser la abanderada de México?” “Pues estaba un poco nerviosa porque la Bandera pesaba un poquito y con el aire se me iba de repente para atrás, pero pues es un gran honor llevar la Bandera; no te imaginas que haya tanta gente y deportistas mexicanos apoyándote, es un gran recuerdo y espero que en un futuro se lo pueda contar a mis hijos.” Al fin alguien más tuvo una grata idea y una buena pregunta, la cual casi interrumpe la explicación de Paola: 1 “¿Cómo te sientes cada vez que ganas una presea?” “Pues la verdad es, algo inolvidable para mí; es muy, muy padre, compitiendo por la misma medalla muchos deportistas contra ti… Créeme, que pocos tenemos la oportunidad de pararnos en un podio y recibir la medalla que tantos deseamos y es mucho más agradable que estén todos los que conoces; tu familia, tus amigos y tu entrenador y cantar el Himno Nacional, tener tu Bandera enfrente, es muy padre la verdad.” “¿Cuál es tu mayor meta hablando deportivamente “Pao”?” “Pues yo creo que, más que nada, pues seguir siendo clavadista y superarme cada día y seguir así siempre trabajando y estar siempre al frente de todos los problemas que se me presenten y siempre mirar al frente para ver que piedrita se pone en mi camino y, pues patearla ¿no? jajá” Así, con esta respuesta divertida y una risa cómplice, otro silencio no se contuvo y se hizo presente, y estuvo un relativo largo rato, y con relativo me refiero a largo para estar en una conferencia de prensa y más de esta índole. Paola, en este silencio relativamente largo (reitero) se puso a pensar y se ensimismó con la primera pregunta que relaté; le entraron varias dudas, por ejemplo, si entró con miedo a la alberca la primera vez, a qué le tendría miedo entonces, o si su futuro sería igual de brillante que cuando se dio cuenta de que era una gran clavadista, so destino más incierto y lejano… o cercano… No se dio cuenta que alguien más quería hacerle una pregunta, hasta que un escolta la hizo reaccionar y escuchó la pregunta a medias, o la recordó. “¿…cuando empezaste tu carrera y que esperas hacer en un futuro cuando sientas que no puedes ya seguir compitiendo?” En ese momento se hizo un silencio incómodo pero Paola, al no estar “conectada al mundo” no se dio cuenta de ello, así que continuó su relato como si el cielo fuera azul: “Bueno, me sentí muy bien al recibir congratulaciones de parte de todos los que me han acompañado y, pues así me sigo sintiendo, mucho muy bien y espero seguirme sintiendo así. Hum… lo que espero hacer… pues me la dejaron difícil, no pues a ver qué se puede hacer ¿no? a ver qué… y pues mientras a darle y disfrutar ¿no?” 2 Al día siguiente, Paola no se sentía segura, sentía cómo el dragón de la duda la carcomía por dentro. ¡Vaya, unas preguntas que deberían ser cotidianas le destruyeron la vida y la pusieron en la cuerda floja, en la muerte súbita! Como un día cualquiera, fue practicar sus ejecuciones; entró a la alberca y sintió los nervios de la primera vez que hizo su clavado, esos nervios de inexperto, de aficionada. Subió las escaleras para subir a la plataforma y sintió nuevamente el horrible trastorno que los nervios nos provocan. Encima de ésta, sólo sintió cómo su sudor corría, incapaz de detenerlo; el nudo en el estomago que le impedía moverse, y que a todos nos pasa. Empezó con algo sencillo, pero…no le salió nada bien. Golpeó el agua como si fuera el más duro concreto y, naturalmente le dolió; le entro el miedo y una vez más, el dragón la estaba acechando y atormentando. Simplemente no podía ser, debería salirle bien… debe de, ya que al día siguiente tenía que una exhibición ante jueces de México para ser aceptada en las olimpiadas. Sería una pena perderse una oportunidad más de ganar por México y celebrar con sus seres queridos. No podía ser… el mal clavado la abrumó, tal vez ya había llegado su fin como clavadista, tal vez se debería dedicar a enseñar sin siquiera entrar en la alberca, sólo mirar. Intentó una vez más el clavado, pero salió peor que antes, al parecer ya no podría presentare ante los jueces… no quería hacer el ridículo. En ese momento, salió de la fría alberca de cuya temperatura, Paola se acostumbró. Y finalmente pensó en intentar una vez el clavado que mostraría en la exhibición. Poco a poco subió las escaleras, vio el techo, luego cómo se le acercaba la plataforma a medida que ella subía; llegó y le pareció no poder divisar el final de la plataforma. Qué ironía, pues llegó hasta el final de la plataforma para realizar sus ejecuciones. Dio el salto hacia el agua recordó todos y cada uno de los movimientos que debía hacer en el aire e intentó repetirlos. Como yo no soy experto en eso de los clavados, sólo diré que dio varias vueltas en el aire pero cualquier persona (hasta yo sin lentes) que dio un gran golpe en el agua. 3 Dolida y perturbada, salió del agua y se fue a cambiar con una actitud de depresión en su cara; después de eso salió al parque a disfrutar en lo posible del “aire fresco”. Caminó un buen rato en círculos y se aburrió, así que volvió a su casa y ya era noche e instintivamente se fue a dormir. Ya en sueños, ella estaba caminando sobre el agua, que estaba tan clara como el agua de las chinampas de Xochimilco, veía cómo el agua salpicaba como si algo pesado -como un humanocayera sobre el liquido que se estaba convirtiendo en nubes de tormenta (y seguían salpicando), y cada vez que salpicaba no escuchaba un “Splashhh” sino un susurro “No te des por vencida” o un “Confía en ti misma” o también un “No les hagas caso” y cada uno era un susurro femenino o masculino, pero siempre cambiaban. Dejó de estar sobre un algo y empezó a caer en un pasillo transparente e iluminado de un color oro. En su caída vio que había ventanas, igualmente iluminadas de un color oro y cuyos bordes brillaban esplendorosamente de amarillo y observó que detrás de esas ventanas había personas que la miraban muy atentos. Finalmente se divisó a si misma recostada en su cama, se preparó para entrar al agua y… despertó. Sintió un día magnifico por delante. Giró para ver la hora en el reloj, y sobresaltada corrió a cambiarse para la exhibición. Subió las escaleras hasta la plataforma, llegó al fin, salto y empezó a escuchar a su misma voz en su interior, decía lo mismo que los susurros de su sueño (que por cierto era demasiado nítido) pero esta vez era su misma voz. Pasó muy rápido el susurro, únicamente duró lo que se desplegó de la plataforma. Volvió su confianza. Era un nuevo día, una oportunidad más. Sólo que algo no queda claro: porque Paola en sueños escuchó susurros masculinos si después se oiría a sí misma. Autor: Cordova Feria Azhriel Edrei 2°B; Secundaria 107 Xochimilco Año Lectivo: 2011 Fecha: Mayo-2011 4