©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. NOTAS A MILAGROS Dulce María Granja* Estos trabajos están dedicados a la memoria de Milagros Mier, pues deseo unirme a ustedes en ese sentido y merecido homenaje que habrán de realizar y lamento no poder acompañarlos físicamente en el acto oficial. Me unieron a Milagros no sólo las tareas al servicio de la educación y la filosofía, sino también me fue concedido disfrutar de su amistad y aprecio. Compartí con Milagros ocho años de formación en la Universidad. Estudiamos juntas e igualmente juntas hicimos las tesis doctorales, ambas sobre Kant. Así nació no sólo nuestra amistad, sino también nuestra admiración por el filósofo de Königsberg. Por eso me siento tan * Palabras pronunciadas antes de la conferencia “Kant: Conciencia refléxica y proceso humanizador”, dictada el 26 de abril, 2004, Sala de Conferencias, ITAM. ** Centro de Documentación Kantiana, UAM-I. honrada de estar con ustedes esta tarde, en este Instituto, en el que tanto de sí misma dejara Milagros a sus alumnos y compañeros, trayendo a la memoria su figura, su recuerdo y su esfuerzo, y vinculando el nombre de Milagros Mier con alguien que fuera para ella tan querido y admirado como lo fue Immanuel Kant. En efecto, Milagros solía decir: “Kant es mi maestro” pues Kant no era para ella una máquina de pensar sino un ser humano vivo y operante, ejemplar y profundamente humano. Y ésa fue la imagen de Kant que Milagros transmitió a sus alumnos. Uno de los rasgos más hermosos de la persona de Milagros Mier fue su sencillez, su modestia, su discreción. Milagros supo cultivar esa noble mezcla de sencillez y candor, siempre presente cuando hay grandes talentos. La modestia brota de una tranquila afectuosidad hacia los demás, unida con una justa estima- 151 ©ITAM Derechos Reservados. La reproducción total o parcial de este artículo se podrá hacer si el ITAM otorga la autorización previamente por escrito. NOTAS 152 ción propia y confianza en sí mismo. Esa delicada mezcla que conquista por su encanto y despierta respeto, preserva de la crítica, la burla y la malignidad a todas las otras brillantes cualidades de la noble persona que la posee. La prueba más clara de haber nacido con grandes talentos (decía La Rochefoucauld) es no tener envidia, por ello las personas de carácter modesto tienen también un corazón abierto a la amistad, la cual, cuando es brindada por una persona así, nunca será valorada en demasía por ser tan exquisita como extraordinaria. Así fue Milagros y así fue la amistad que me brindó. Ciertamente quienes estábamos cerca de Milagros sabíamos que había caído enferma. Pero creo nadie se imaginó la celeridad con la que habría de llegar a la meta. Por eso me sorprendió que durante la tarde del 24 de marzo, mientras daba clase, sin proponérmelo mi pensamiento repitiera insistentemente: “¡Señor acompáñala en esta hora, así como la acompañaste en el momento de nacer!” Querida Milagros: estos trabajos quieren ser un modesto homenaje a ti, que me brindaste tu amistad franca, sincera y generosa y que, estoy segura, me seguirás acompañando y, haciendo honor a tu nombre, me seguirás obteniendo los dones, favores y gracias necesarios para colaborar llena de entusiasmo, como lo hiciste tú, fiel al profundo deseo de Kant, en la construcción del “reino de fines sobre la tierra”.