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DIÁLOGO DE POETAS
María Baranda*
(los niños/el verbo)
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Y todo cuanto he sido
regresa, como una gracia al verbo
y sin embargo
de víboras lodosas colgadas
en los ganchos, alisadas
atmósferas de sal,
residuos en los labios
de tantas las pobrezas,
cinco niños de níquel
tallados en mi cráneo,
veranos espumosos en el habla
y el miedo al cinturón
en el tanteo de qué
lejanas madres presas
que reverberan ofendidas
en la cal más tenebrosa,
cinco espejos ceñidos
en el hielo de la fría
desesperanza y los postigos
en el álamo, cáliz al vértigo
de nuestras lenguas,
sustanciales suicidios
más hermosos que la luz
de una caja vacía,
todo coincide y frasea
en su propia fragilidad,
se desescucha
* Todos los poemas pertenecen al libro Medusa & Co. de próxima publicación.
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DIÁLOGO DE POETAS
se apercibe
como una vida de nada
como si alguien gimiera
en alcohol algo
que no era nuestro
y regresara de pronto
inculminado
y nos pensara
no siendo/ no habiendo
en su propio tránsito
y derrota y sin embargo
como una gracia al verbo,
ahora.
(los bulbos/ la tierra)
Crece el dióxido en mí,
me ocupa tanta
–me sulfura–
toma de sí el aire y se compone de/
en ese momento ah/
números, cúmulos, gránulos
todo en un cuadro vital donde se absorbe
místicamente
en la garganta
–échale, pónele–
jarras y jarras celestes:
Padre/Madre:
háganme salir al vuelo
volado de mi lengua en el inicio y el candor
de un cáliz cálido que calla y
“todo se va, María, ten calma.”
Y luego, niña, elude.
Elude,
que únicamente el verde así
provoca vida parasiempre.
–Ah–
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DIÁLOGO DE POETAS
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y en mí adentro de mí en mi dermis bío-bío
el melodrama:
pequeñísima gárrula garrapatea mis corvas
mis conmigo íntimas y célebres balbuceantes várices
mas –¿eh?– son mis mías arduas ruinas
y tú
asquerosa con tus ocho patas me succionas gárgara
(toda)
y yo quedo de ti en ti
pávida
al cielo un punto débil en burbuja
envenenada: estalla: arácnida
el pie delante si un raspón hace una infancia
y las caricias Padre/Madre que no llegan
“pero niña”.
Toda la noche diciendo, toda la noche cayendo
en el viejo límite que marca el mar al alba
toda la noche ardiendo. Paz
para ellos árboles que aguardan el jardín
que nos aplasta
donde una lenta garra besa
lenta
besa dentro de mí en mi sangre
como un suave relincho en yerba fresca
y yo,
quedo
pues no sé bajo qué polvo
Dios me espera.
(los poemas/ los poetas)
Nos sufre un verde en vísceras
(tan verdadero) altamente filiforme. Nos sufre
haber hablado agujereando ligeros estos años.
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DIÁLOGO DE POETAS
Nos sufre (ilimitadamente) ver los naranjales
prorrumpiendo al sol girando buenamente
excavaciones en límpidas terras nostras
ejemplíficas (atentamente) en circos, en osarios,
y haber lamido los brozales,
parcas yerbas condolidas,
maldiciendo en veras bocas de glotonas
la hermosura del establo y sus plantitas.
Nos sufre declinar exiguos
(sin palabras) en ásperos frescos años potenciales,
un púrpura espumoso y mal agradecido en tinta
al paso enfebrecido de un estanque en la cubeta.
Nos sufre, boca adentro de los árboles,
la reverencia y el emplasto de la pluma y de la sangre,
la nueva oferta del mundo que desborda descarado
entre tú y tú y el miedo a la infección
de la quietud (de suyo modo propio que amortigua)
el quid, el plus del nombre establecido,
negra nube muda en el espacio.
¿Ves cuánto nos sufre
el brillo ilícito
que nos salpica?
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