Arte Digital / Arte Contemporáneo

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Arte Digital / Arte Contemporáneo
Lev Manovich
En los ochenta y principios de los noventa, cuando poca gente fuera del
campo de las artes digitales usaba ordenadores, era necesaria la existencia del
campo independiente del “arte digital”. Proporcionaba un contexto y red
auxiliar a los profesionales del campo. En los últimos años, sin embargo, la
situación ha cambiado radicalmente: prácticamente todo el mundo en el
ámbito cultural usa ahora los medios digitales, las redes informáticas y
otros soportes por el estilo. ¿Entonces qué es exactamente lo que vemos hoy
en día en las exposiciones de “arte del software”, “arte digital”, “arte de los
nuevos medios”, “ciberarte”, etc.?
Por ejemplo, ¿se podría considerar el “arte digital” una rama del arte
contemporáneo? Desde finales de los sesenta, el arte moderno se ha
convertido fundamentalmente en una actividad conceptual. Es decir, más allá
del conceptualismo propiamente dicho, el arte no se centra en los soportes o
técnicas sino en los conceptos. La forma en la que estos conceptos se llevan a
cabo es secundaria, o simplemente irrelevante. Cuando un artista pide a los
visitantes de una galería que rellenen un cuestionario y luego recopila las
estadísticas de las exposiciones (Hans Haacke), acepta un trabajo como
camarera en un hotel y documenta las habitaciones del hotel (Sophie Calle),
cocina una comida para los visitantes de una galería (Rirkrit Tiravaniija),
presenta una cinta de vídeo encontrada y rodada por las tropas rusas en
Chechenia (Sergei Bugaev, a.k.a. Africa), las preguntas tradicionales de los
medios, habilidades y técnicas artísticas se vuelven en gran parte poco
importantes. Como ha expuesto el famoso artista ruso Africa: “el papel del
arte moderno no es destapar un secreto sino robarlo.” Expuesto de
diferente forma, cada vez más artistas actúan como una especie de
periodistas, investigando y presentando diferentes evidencias a través de
diferentes medios que incluyen texto, fotogramas, vídeo, etc. Lo que importa
es la idea inicial, una estrategia, un procedimiento, más que los detalles de
cómo se presentan las conclusiones o la documentación.
Desde luego no todos los artistas actúan como periodistas – simplemente
tomo esto como el ejemplo más claro del nuevo papel de un artista, en
contraste con los viejos roles del artista como artesano, como creador de
símbolos, alegorías, y “representaciones,” etc. En resumen, un artista
contemporáneo típico que se educó en las últimas dos décadas ya no pinta
cuadros o hace fotografías, o vídeo – en su lugar, realiza “proyectos.” Este
término recalca debidamente que la práctica artística se ha convertido en
organizar agentes y fuerzas alrededor de un procedimiento, meta o idea
particular. Ya no se trata de una sola persona que hace objetos únicos en
un medio concreto.
(Por supuesto el arte contemporáneo se caracteriza también por una
paradoja fundamental – lo que los coleccionistas coleccionan son
precisamente objetos pasados de moda más que “proyectos.” De hecho, los
artistas que venden sus trabajos a precios más altos en el mercado del arte
contemporáneo normalmente producen estos objetos. Esta paradoja se
resuelve en parte si se considera el hecho de que estos artistas siempre
contratan ayudantes, técnicos, etc. – es decir, como todos los demás ellos
realizan “proyectos” – sólo la naturaleza colectiva de la producción en este
caso se disimila en favor de los “nombres de marca” de artistas individuales.)
Al fin y al cabo, si los artistas de los nuevos medios quieren que sus esfuerzos
tengan un impacto significativo en la evolución cultural, tiene que generar no
sólo imágenes o sonidos verdaderamente brillantes sino, lo que es más
importante, discursos sólidos. Es decir, necesitan situar sus trabajos con
relación a las ideas que no sólo traten de las técnicas para hacer estos trabajos.
La razón por la que continuamos hablando de los trabajos de Duchamp o de
las primeras esculturas televisivas de Paik como si estos trabajos hubiesen
sido creados en la actualidad no tiene nada que ver con las habilidades
artísticas y tecnológicas de estos artistas – tiene que ver con sus conceptos, es
decir, con las afirmaciones discursivas que estos artistas realizaban a través de
sus objetos. En resumen, si el arte moderno y contemporáneo es un discurso
particular (o un juego) donde las afirmaciones (o pasos) se hacen a través de
una clase específica de objetos materiales identificados como “obras de arte,”
los artistas digitales necesitan tratar sus trabajos como tales afirmaciones si
van a entrar en la amplia conversación cultural. Esto quiere decir referirse a
las afirmaciones históricas y que actualmente circulan en los campos del arte
contemporáneo y/o la cultura contemporánea en general.
Si las geniales imágenes por ordenador no se apoyan igualmente en ideas
culturales geniales, su lapso de vida es muy limitado. Tanto si están
destinadas para ser simplemente olvidadas, como sucedió con gran parte del
arte de los medios – simplemente porque el software y el hardware que
requerían para su ejecución ya no existían. Si no – y es difícil decir cual es la
peor suerte – acabarían como botones o plug-ins del software multimedia y
gráfico dominante. Este es el peligro siempre presente de cualquiera que
trabaje en la vanguardia de la tecnología – si los resultados no se vuelven
parte de otras conversaciones culturales, forzosamente permanecen dentro del
campo de la misma tecnología: tanto siendo simplemente borradas por las
nuevas generaciones de software y hardware, o incorporadas como bloques
constituyentes elementales.
Al decir todo esto no quiero insinuar que el arte contemporáneo es de
alguna forma “mejor” que el arte digital. Cada cultura tiene la necesidad de
diferentes discursos, diferentes afirmaciones y diferentes prácticas;
históricamente se distribuyen de modo distinto entre los diferentes campos
culturales. Actualmente, por ejemplo, encontrarás que el desarrollo de nuevos
estilos se hace en su mayoría dentro del diseño; la tradición de retrato (la
representación de un ser humano en particular) se continúa fundamentalmente
en la fotografía comercial; la literatura y el cine han adoptado el papel de
representar la existencia humana a través de narrativas, que en la época clásica
era la función del teatro, y así sucesivamente. Algunos campos dentro de la
informática, el ala orientado hacia la investigación de los diseñadores y el arte
digital juegan su propio papel, único y extremadamente importante: la
concepción de nuevos métodos y técnicas figurativas y comunicativas. En
cuanto al arte contemporáneo, no tiene en realidad un papel bien definido
dentro de esta división cultural del trabajo. Más bien, es un campo donde uno
puede hacer afirmaciones que no son posibles de hacer en ningún otro campo,
ya sea ciencia, medios de comunicación, etc. Estas afirmaciones son únicas en
cuanto a su tema, en la forma en que se llegan a éstas, y la forma en que se
presentan. No todos los artistas contemporáneos se aprovechan totalmente de
esta situación única, pero los mejores lo hacen.
Mientras los campos del arte contemporáneo y del arte digital juegan muy
diferentes papeles y ambos son culturalmente importantes por distintas
razones, ambos también están limitados de un modo complementario. El arte
contemporáneo es demasiado histórico: una afirmación típica en este campo
tanto por parte del artista como por parte del crítico se refiere inevitablemente
a otra afirmación o afirmaciones hechas durante las últimas décadas en este
campo. El arte digital tiene la enfermedad contraria: no tiene memoria de su
propia historia, así se puede beneficiar de recordar su pasado más
sistemáticamente. Si los dos campos pueden aprender el uno del otro, los
resultados pueden ser muy emocionantes.
Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura 2003.
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