Sobre las negociaciones del ALCA

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Sobre las negociaciones del ALCA
El ALCA es un acuerdo que se mantiene herméticamente en secreto respecto a su
contenido y alcances. Los mexicanos conocemos de los efectos y perjuicios que
traerá este acuerdo pues los Jefes de Estado en sus diferente cumbres le han dado
objetivos similares al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
A partir de la Cumbre de Québec, México asume (ilegalmente) el acuerdo paralelo
sobre energéticos, mismo que solo se entiende como una presión de los Estados
Unidos para satisfacer sus necesidades a precios bajos, ya que nuestro país como
productor de energéticos y grandes deficiencias de la población para contar con
esos servicios a precios accesibles (gasolina y gas) no tendrá ningún beneficio de
dicho acuerdo.
Los mexicanos que vivimos en el y del campo, hemos resentido los efectos
negativos del Libre Comercio tanto en nuestra economía, la desintegración social,
en nuestra cultura y en los recursos naturales. Muestra de ello, es la creciente
emigración rural hacia Estados Unidos y Canadá y el maltrato a los trabajadores en
el extranjero, el aumento en la feminización de la agricultura, el déficit en la
balanza comercial agropecuaria, el deterioro de nuestros derechos sobre los
recursos naturales y la creciente incursión de empresas transnacionales para
apropiarse de nuestros recursos biológicos y para rematar el aumento desmedido
de importaciones de granos y oleaginosas (mismos que se han casi duplicado en el
sexenio anterior) provocando serios problemas de comercialización del producto
nacional y han eliminado la rentabilidad en el sector agropecuario.
Las llamadas ventajas comparativas de nuestro país en el TLCAN se vieron
esfumadas después de 7 años de competencia desleal en los productos
agropecuarios, pero ahora ese argumento de las ventajas comparativas sirve para
convencer a los 31 países latinoamericanos que pretenden constituir el ALCA.
2- Los acuerdos comerciales que ha firmado México con diferentes países, han
ignorado las desventajas de nuestro sector agropecuario y han hecho acuerdos
entre desiguales formalizando una competencia desleal, cabe señalar que durante 7
años, México no ha cobrado los aranceles a las importaciones realizadas fuera de
los cupos convenidos en el Tratado, con ello el país ha dejado de recibir ingresos
fiscales por más de 3,000 millones de dólares (recursos que bien podrían
compensar el cobro del IVA en alimentos que se pretende realizar) pero el principal
efecto ha sido las pérdidas económicas de los productores rurales.
Los Tratados, principalmente el de Norteamérica, han socavado nuestra soberanía
alimentaría, ahora nuestro país depende en un 97% de las importaciones de soya
para satisfacer las necesidades nacionales, en un 25% de las importaciones de
maíz, en un 48% en sorgo, solo por mencionar los principales alimentos
provenientes de granos.
El ALCA no debe de ser un acuerdo que afecte el campo mexicano, por ello que:
Se dé a conocer a la sociedad, los contenidos y avances de las negociaciones del
ALCA, se garantice la participación de la sociedad civil y las organizaciones
campesinas en esas negociaciones.
Se establezca una mesa de trabajo para la evaluación de los efectos del Tratado de
Libre Comercio en el sector agroalimentario, integrada por las organizaciones
campesinas nacionales y el gobierno federal.
Se suspenden las importaciones de granos y alimentos que afectan la salud de los
mexicanos y que contravienen los Acuerdos Internacionales como el caso del maíz
starlink.
Que el Senado de la República realice una amplia difusión y consulta del acuerdo
paralelo sobre energéticos suscrito en Québec, antes de proceder a su ratificación.
Que se organice un referéndum a nivel continental el día 12 de octubre (día de las
Américas) para que la sociedad manifieste su respaldo o rechazo del Acuerdo de
Libre Comercio de las Asamblea.
Resolutivo sobre la protección a la producción y comercialización del maíz
Durante los dos últimos meses la comercialización de maíz en Sinaloa, estado
productor de maíz durante el ciclo otoño-invierno, enfrentó serios obstáculos que
tienen su origen en una política agrícola y comercial errónea, aplicada desde el
sexenio pasado pero que amenaza con mantenerse durante todo el sexenio que
apenas inicia.
Los antecedentes:
El maíz, por su importancia como cultivo básico para la alimentación, por ser el
cultivo al que se destina la mayor superficie agrícola y por ser al que se dedica el
mayor número de productores --alrededor de 3 millones, en su mayoría campesinos
y con parcelas menores a cinco hectáreas-- fue definido como un cultivo
particularmente “sensible” a las importaciones, en la negociación del TLCAN. En
atención a las asimetrías existentes entre la producción de Estados Unidos, Canadá
y México, que a nivel general no cuenta con niveles de competencia, frente a los
otros dos integrantes, el TLCAN definió una protección extraordinaria a través de
aranceles-cuota.
Se definió una cuota inicial de importación, proveniente de Estados Unidos de 2.5
millones de toneladas, que ingresarían al país sin arancel, y que iría aumentando
un 3% anual. Para las toneladas que ingresaran al país por arriba de la cuota, se
fijó una protección “extraordinaria” a través de aranceles altos que iniciarían en
215% para el primer año y se irían reduciendo paulatinamente hasta quedar
liberado en el año 2008 –quince años—
Esta es la única protección frente a las importaciones con las que cuenta la
producción nacional, una vez que fueron eliminados los permisos previos de
importación, el sistema de comercialización a través de Conasupo, los precios de
garantía y la mayoría de los programas de subsidios.
Sin embargo a raíz de la operación del TLCAN, los cupos de importación se han
rebasado en cinco de los siete años. En 1995, 1996, 1998, 1999 y 2000 los cupos
de importación de maíz sin arancel fueron del orden de más de 5 millones de
toneladas por año, casi al doble de los cupos de importación señalados. El maíz
como producto sensible no ha tenido ninguna protección, sino por el contrario se ha
mantenido en el mercado abierto.
Se ha mencionado que algunos de nuestros productos como el maíz, tienen un alto
subsidio si lo comparamos con el maíz de otros países como los asiáticos, sin
embargo pensando que así fuera, sería necesario hacer también la comparación con
otros productos como el arroz o el trigo que tienen subsidios más altos con relación
a los nuestros. A que se debe esta diferencia.
todo esto al final, se ha traducido en un costo de venta menor a los costos internos
de producción pues los insumos no tienen las mismas regulaciones que el producto
agrícola final. En un retraso considerable en los pagos de las cosechas debido a las
resistencias de los industriales para comprometerse con las cosechas nacionales,
con costos financieros mayores al retrasarse a su vez los pagos de los productores
a las instituciones de crédito, con un pago final menor al establecido, ante las altas
cuotas cobradas por los comercializadores por los servicios de secado y aireación
como una medida de utilidad adicional, en lo que incluso nos cobran las toneladas
que nos descuentan.
Aunque finalmente el problema de la producción de granos se manifiesta ante los
productores como la falta de un precio adecuado y de un pago oportuno de la
cosecha. Tenemos claramente definido que este es un problema estructural,
enclavado en un contexto internacional de control de los mercados productivos por
parte de las grandes firmas, dueñas también de los recursos financieros, en una
falsa liberalización de los mercados y en la falta de una planeación estratégica
adecuada para la producción nacional.
Por lo tanto, la UNORCA propone que como productores, más allá de particularizar
nuestra exigencia de pago justo y oportuno, debemos pugnar en primera instancia
por la revisión de los Tratados Comerciales en materia alimentaría, en donde se
contemple en una primera instancia:
1. Revisión de los aranceles y cupos de importación. Es necesario revisar el
funcionamiento del Comité de Cupos de Importación de Maíz para que cuente con
una representación paritaria de productores y consumidores, con un mecanismo de
toma de decisiones, y que sus criterios de asignación de cupos sean transparentes
y abiertos a la opinión pública. Revisar las fechas de cosecha en nuestro país y las
fechas de liberación de los cupos de importación, así como quiénes son los
beneficiados por esta política.
2. Para los productos sujetos al mecanismo de aranceles-cuota deben respetarse
como mínimo los aranceles definidos para cada año por el TLCAN (127% para el
maíz en el año 2001) y tasar cualquier volumen fuera de la cuota establecida, en
tanto se revisa el capítulo agrícola del TLCAN con miras a excluir estos productos
del Tratado.
3. De la misma forma en que se otorgan créditos blandos para la importación de
productos agrícolas provenientes de Estados Unidos, y no se consideran como
dumping, ni como subsidios a la exportación con compromisos de reducción en el
GATT, se otorguen créditos blandos para la producción en México.
Sin embargo, más allá de las anteriores propuestas, consideramos fundamental
analizar cuales productos debemos someter a la competencia internacional de
acuerdo a su importancia estratégica para la seguridad nacional y la soberanía
alimentaría. Estableciendo los subsidios como política alimentaría estratégica
interna y no como política de equiparamiento de condiciones de mercado y de
ventajas comparativas.
Para nosotros, la seguridad alimentaría que tanto ha defendido el gobierno federal
y la FAO, como la capacidad que tiene un país para obtener de su mercado total las
divisas necesarias para adquirir los alimentos que sus consumidores necesitan, no
puede existir en ese país si antes no se cumple con una premisa básica e
indispensable: la soberanía alimentaría, entendiéndose esta como la capacidad de
un país, de sus consumidores y productores para decidir los primeros de acuerdo a
su cultura que es lo que desean consumir y los segundos con base en lo mismo que
es lo necesario producir y por lo tanto que productos son los estratégicos para que
un pueblo no se encuentre desprotegido ante las “imperfecciones del mercado” y
ante las naturales exigencias de mayor utilidad al menor costo de los mismos.
La UNORCA se pronuncia por que la alimentación sea un derecho fundamental
contemplado explícitamente en nuestra Constitución Política, considera que en las
actuales circunstancias y con las actuales políticas comerciales este derecho se
convierte en un sueño para una gran mayoría de nuestra población que está siendo
excluida. Considera además que los productores tenemos el derecho a decidir por
vocación y no por presiones comerciales inhumanas si seguimos o no vinculados a
nuestra tierra. Por lo tanto, propone a todos los productores y a los consumidores
defender nuestro derecho a la alimentación, a una alimentación sustentada en el
reconocimiento de la agricultura campesina como un valor fundamental y como una
política estratégica para la soberanía alimentaría y por lo tanto para lo que nosotros
entendemos como seguridad alimentaría.
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