Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Dr. Eduardo Blanco Pereira. Presidente de AGAXEDE D. José María Cabrera Domínguez. Secretario del Real Club Náutico de Gran Canaria 1 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera A modo de introducción Los congresos suelen ser momentos de encuentros, comunicación y, en contadas ocasiones, de discusión. de Si hay algo que nos une como ponentes (aparte de una sólida y duradera amistad) es la capacidad de provocar debates y así, encontrar defensores (unos pocos) y detractores (muchos más). Luego, el tiempo va dando y quitando razón, unos cambian de bando, otros no, y, al final, hasta algunos reconocen que lo que ocurre en el presente, es algo que alguien ya había dicho antes. En esta ocasión, para este IV congreso de AGAXEDE, queremos apartarnos de nuestras habituales disquisiciones jurídicas y concentrarnos en conjeturas sobre el futuro de los clubes deportivos, algo así como una ponencia esotérica como sería la videncia, la adivinación y el futurismo. Por ello, hablaremos de las necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte, pero no en tiempo pretérito o presente, sino que hablaremos del futuro de estas entidades, tal y como lo vemos en nuestra bola de cristal. Eso significa, en sentido científico, realizar deducciones de los datos del presente, para obtener previsiones de resultados del momento futuro. Y, sobre todo, generar debate, que es uno de los objetivos de cualquier Congreso. El tejido asociativo del deporte ¿existe? En una ocasión, oímos a una ponente iniciar una conferencia diciendo: “Es la primera vez que me invitan a hablar de algo que, en realidad, no existe”. No queremos caer en el mismo pecado. Por eso, debemos parafrasear el título de una excelente obra codirigida por nuestra maestra y amiga Nuria Puig y preguntarnos si, realmente, existe tejido asociativo en el deporte. Los datos parecen desmentirnos. Hay en España miles de clubes deportivos (casi cien mil, en los últimos datos que ofrece el Consejo Superior de Deportes) pero, realmente, ¿son asociaciones?, ¿funcionan efectivamente como asociaciones? ¿cuántos de estos 2 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera clubes son meras ficciones que, bajo el nombre de un club, esconden el trabajo de una persona (o dos)?. No se trata de criticar a esas personas. Sin ellas, sin su esfuerzo personal y/o económico, muchos de nosotros no habríamos practicado nunca deporte. Es más, muchas entidades de alta competición en deportes no mayoritarios son exactamente eso: estructuras unipersonales de gestión. Pero, bajo la apariencia jurídica de una asociación, se esconde realmente el trabajo de una persona (o dos). Por ello, en puridad doctrinal, no son asociaciones, pues éstas requieren el acuerdo de tres o más personas para su constitución y funcionamiento. Sin embargo, sí existen asociaciones deportivas, constituidas y funcionando por el acuerdo y esfuerzo común de varias personas. Si eso es una asociación, existe tejido asociativo en el deporte. Menos de lo que querríamos, pero sí existe. Lo cierto es que no a todo lo que se llama club, es realmente una asociación. Es una verdad incómoda, pero es verdad. La sostenibilidad Siguiendo con una verdad incómoda, éste es el título de un famoso documental sobre la sostenibilidad de este planeta. Y nos preguntamos: ¿son sostenibles los clubes?. Es algo así como preguntarse si son sostenibles las empresas (o las administraciones, cuestión muy de moda actualmente). Y la respuesta sería muy “gallega”: Según. Es decir, algunas son sostenibles, otras no lo son y un tercer grupo dependería de varios factores, ajenos o desconocidos. Con los clubes pasa lo mismo: ¿Son sostenibles los clubes?. Pues depende de su estructura. Y no solo de su estructura económica. En cuanto a la estructura de ingresos, debemos autoanalizarnos: ¿Cuáles de nuestros ingresos proceden de subvenciones?. Pues bien, ante la respuesta, como en los chistes, tenemos una mala noticia y una buena. La mala es que el fenómeno de las subvenciones está a punto de desaparecer. Las administraciones están recortando sus gastos y lo 3 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera tienen claro. Entre disminuir personal, dejar de pagar la luz y cercenar las subvenciones, los gestores públicos lo tienen claro. De ese lado, pocos ingresos debemos esperar a partir de ahora. La buena noticia es que, a falta de dinero público, tendremos que reforzar las economías sociales (de los socios de los clubes, queremos decir). El porcentaje de ingresos basados en las cuotas tenderá a subir, a fuerza de disminuir los provenientes de las subvenciones, donaciones o patrocinios. ¿Y cómo lo vamos a hacer? Por un lado, produciendo con menos la “vida loca”, de los que algunos recordamos un congreso autonómico liquidación presupuestaria superior a gasto, evitando los excesos de hemos sido testigos (todavía de gestión deportiva, con una los 150.000 €). Por otro, corresponsabilizando a los socios de la marcha económica de la entidad. Tenemos que entender que nuestro club es y será lo que los socios decidan y asuman con sus cuotas. Ni más, ni menos. Si queremos exclusividad en un club social, este deseo supondrá elevar la cuota económica que nos corresponde. Si queremos evitar niños y jóvenes, alegando la incomodidad que suponen tales dinámicos individuos, tendremos que vigilar que el número neto de socios no disminuye, como en la Iglesia, por “falta de vocaciones”, es decir, de personas que quieran cubrir las bajas de los socios que abandonan el club o fallecen. Si queremos pagar menos o que el club incremente sus servicios sin incremento de cuota, el club debe tener más socios y, consecuentemente, nuestra capacidad de decisión será menor. Finalmente, tendremos que realizar un mayor control de los gastos y, en definitiva, de la gestión de los directivos. Precisamente, para evitar los excesos que son habituales cuando no existe “ojo del amo” y el caballo adelgaza más de la cuenta. Si lo observamos bien, el futuro nos lleva a debamos tener una mayor participación en la vida social: más cuota, más intervención (para que los gastos se dediquen a las actividades que estimamos prioritarias) y más control sobre la gestión social. En definitiva, todo ello son incómodos beneficios para la, hasta ahora, muy aburrida vida social. 4 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Calidad y cantidad Y de esta situación, ¿qué podemos esperar?. Pues ya sabemos, la evolución de las especies proviene de las crisis. Sólo los mejores sobreviven. Sólo los que se adaptan aguantan. La cuestión es ¿nuestro club estará entre los mejores o entre los que se adaptan?. Lo cierto es que “nunca desaproveches una buena crisis” (como recientemente señaló la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en una visita al Parlamento Europeo). Varias claves son necesarias para el análisis. En un momento, en el que las posibilidades de ocio eran contadas y las de comunicación eran aún menores, el deporte de élite (o representativo, como lo citaba la prensa deportiva de antaño) tenía utilidades claras y su valor como bien público era muy poco discutible. Antes, los niños localizaban Vigo por ser la ciudad donde jugaba el Celta y los mayores, Bayona, por su club náutico; en Ferrol había un equipo de baloncesto (y un presidente) muy singular, además de astilleros, y términos como Ensino, Compañía de María o Liceo significaban algo más que centros de enseñanza. No es esa la situación actual. ¿Cuántos equipos “inolvidables” hemos sido capaces ya de olvidar?. En voleibol masculino, el Son Amar, en femenino, el Marichal; en baloncesto masculino, el OAR, en femenino, el Celta; en balonmano, el Atlético de Madrid (ahora resucitado); en hockey sobre patines, el Liceo, etc. Y un largo número de etc. sucesivos, ¿no?. Actualmente, no parece razonable que un club deportivo de élite pueda sobrevivir únicamente con el modelo tradicional. Su nivel de gasto es difícil de modificar a la baja. No es tan solo el mercado de deportistas, sino también la estructura de gastos que se ha generado en este modelo “profesional”, donde el trabajo voluntario ha sido casi exterminado. En el escenario anterior, los ingresos públicos por subvenciones eran cuantiosos y era posible el patrocinio público o semipúblico (tipo cajas de ahorro). Actualmente, no es fácil decir qué modelo es más ruinoso, si el de las cajas de ahorro (¿queda alguna todavía?) o el de las administraciones locales. 5 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Por otra parte, en este sistema tan sencillo de sufragar el presupuesto de gasto, ¿quién iba a preocuparse de tener muchos socios o de obtener patrocinios en el mercado privado? ¿por qué diversificarnos en los ingresos?. Bien, la respuesta es la situación actual, crisis en el modelo económico público y mucha más crisis en el modelo de las cajas de ahorro. Y en el deportivo, por supuesto. Por otra parte, el deporte espectáculo sigue siendo un consumidor insaciable de recursos. Pero, ¿quién puede sostener equipos de baloncesto o voleibol con un presupuesto de un millón de euros? ¿y de fútbol o baloncesto de millones de euros, tres como mínimo?. No importa, el modelo actual caerá, como ha caído el económico, el bancario, parte del comercial, etc… ¿Hay solución? En nuestra opinión, la evolución permitirá la supervivencia. No de todos, por supuesto. No de los más grandes (recordemos la extinción de los dinosaurios). Sí de los mejores, de los excelentes, mejor dicho. Y de los que se adaptan. ¿Hacia dónde debemos mirar?. El modelo de club unipersonal es efímero, como la capacidad de aguante de la persona que lo sostiene. Sobrevivirá, no obstante, más por la multiplicidad de personas capaces de sostenerlos que por ser realmente modélico en su gestión. Otro modelo, el del club de deporte espectáculo caerá, en veloz picado. Casi diríamos que ahora ya está muerto, pero ellos todavía no lo saben. Su muerte está predicha por la deuda que arrastran, con proveedores, con deportistas, con Hacienda, con la Seguridad Social, con las propias administraciones. Realmente, son unos zombis, una especie de muertos vivientes, que se arrastran, devoran los pocos recursos que pueden ya obtener y arrastran como vestimenta los colgajos de una ropa que antes fue gloriosa y vistosa. ¿Qué otros clubes existen? Quedan los grandes y medios clubes sociales, los históricos, casi siempre vinculados a un nacimiento como entidad por ciudadanos relevantes. 6 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera En la actualidad, su longeva vivencia les permite tener una base social más amplia y, sobre todo, más representativa de la sociedad sobre la que se asientan. Y, además, dos bienes de suma relevancia en su capital social. El primero de ellos, muy discutible en principio y, además, absolutamente intangible, es su prestigio. Pertenecer a uno de ellos supone un elemento distintivo, como lo es estudiar en determinado colegio o vivir en un concreto barrio. Puede parecer una idiotez, pero la industria del lujo vive de esa idiotez. Y esa industria vive muy bien, superando las crisis con facilidad. Y si estos clubes han sobrevivido cien, setenta o cincuenta años, debe ser por algo. Ese algo es que custodian un bien tan etéreo como deseado: ese prestigio social (ya hablaremos más tarde de su capacidad de generar adhesión, tan sólida como el mejor de los pegamentos). Por otra parte, cualquier estudio económico nos hablará de la elasticidad de la demanda de actividad deportiva. Y nos dirá que esa elasticidad es elevada, es decir, que un incremento de precios ahuyenta a los demandantes y hace caer en picado tal curva de demanda, por lo que el precio de equilibrio desaparece. Bien lo saben los empresarios del sector deportivo comercial. En comparación con ello, la elasticidad de la demanda del bien “prestigio social” es muy baja. Realmente, quien se da de baja de una entidad de este tipo es porque no puede pagarla, sobre todo, si uno ha sido socio desde niño de este tipo de club. Su entorno social, profesional y personal se desarrolla en este escenario. Por ello resulta muy importante respetar la filosofía social (después la definiremos como “cultura de club”), es decir, la de los socios del club, la que ha permitido su supervivencia a lo largo de décadas. El segundo bien que atesoran estos clubes son sus instalaciones sociales. Casi todos cuentan con instalaciones deportivas. Con lo que muchas veces no cuentan es con gestores capaces de maximizar su utilización o de rentabilizarlo adecuadamente. Esas instalaciones pueden estar correctamente dimensionadas para las necesidades actuales (lo que resultaría un milagro, dada la fecha de su construcción), infrautilizadas (lo que devendría en una carencia concreta: la de un gestor que mejorara este aspecto concreto) o ser insuficientes para cubrir las necesidades, lo que supondría una carencia más complicada: la necesidad de adquirir, 7 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera construir o gestionar más infraestructura. En este caso, atentos al siguiente apartado. La colaboración con el sector público Una posibilidad de expansión es la de establecer puentes sostenibles con el sector público. Pero parece una contradicción. En la primera parte de esta charla, hemos hablado de las penurias de las organizaciones administrativas (y las que les queda). Pero parte del problema es su posible solución. Una de las grandes equivocaciones de las administraciones ha sido decir que sí a cualquier demanda ciudadana. Así, tenemos sector público de cualquier naturaleza, ya sea fabricando yogures, manteniendo líneas aéreas, haciendo de hosteleros turísticos, y hasta sosteniendo equipos deportivos profesionales. En este último caso, no solo bajo la figura de la subvención, sino como partícipes minoritarios, mayoritarios o exclusivos de una sociedad anónima deportiva (en puridad administrativa, sus jugadores debían ser seleccionados “bajo los principios constitucionales de mérito y capacidad” y sus diversos contratos, por ejemplo, de suministro ser publicados en boletines oficiales). Y ¿cuál es la parte del deporte que hemos querido publificar (u ofertar como servicios de la Administración)?. En principio, la oferta pública se limitó a cuestiones relacionadas con la promoción del deporte (escuelas deportivas y actividades puntuales, principalmente). Sin embargo, ya es posible encontrar, en la cartera de servicios municipales, muchas otras actuaciones (sauna, tratamientos acuáticos, medicina deportiva, baile de salón o salsa, etc.) muy poco relacionadas con el deporte, con su promoción o con alguna finalidad pública. Evidentemente, tal y como se reclama ahora continuamente, es precisa una reorientación hacia los bienes públicos más imprescindibles, porque estos excesos son inasumibles para nuestros capacidad tributaria. La cartera pública de servicios no públicos adelgazará y, posiblemente, más de lo que querríamos comos ciudadanos. Además, en muchos casos, la Administración ha asumido directamente la producción del servicio (en otras palabras, la “servucción”), con sus propios medios personales y organizativos. En otras palabras, ha empleado las reglas de la actividad funcionarial 8 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera (de empleo, de contratación, de régimen presupuestario y de gasto), para una actividad que tiene poco que ver con esas reglas, generando situaciones muy antieconómicas. Sin entrar demasiado en esta cuestión, es obvio que el sector público disminuirá próximamente la oferta de servicios, sobre todo de los no esenciales y prioritarios, por causa de la insuficiencia presupuestaria que le sobreviene. Con ello, puede plantearse dos posibilidades: La primera, la más drástica, será una huida desordenada (casi desbocada, diríamos) de las actividades deportivas, al no estimarse una actividad esencial y prioritaria desde los órganos públicos encargados de la asignación de recursos. En ese caso, los actuales usuarios quedarán sin oferta. Es una oportunidad de oro para el sector deportivo privado. Efectivamente, habrá también un ajuste en el gasto de estos demandantes, por cuanto algunos no querrán o no podrán hacer frente a un coste de actividad no subvencionado (frente al subvencionado de la actividad pública). También es cierto que el sector privado, en estas cuestiones, es más eficiente que el público, por lo que la distancia podría ser asumible en la mayoría de casos. La segunda posibilidad es que las Administraciones no se desvinculen totalmente de las actividades, sino que intenten hacer más eficiente su gasto en materia deportiva. Para ello, asumirán parte del coste de producción y controlarán su provisión, pero la misma se realizará por entidades externas. Es lo que se llama “externalización”. Esta externalización puede tener varias configuraciones jurídicas de Derecho Administrativo. Las más utilizadas son el contrato de servicios (donde la Administración cobra la tarifa al usuario y paga un precio al productor del servicio) y el contrato de gestión de servicios públicos (donde el productor del servicio cobra la tarifa al usuario y, en caso de que se haya establecido así, recibe un complemento del precio por parte de la Administración). Dado que la Administración cortará los flujos económicos al exterior (es decir, limitará sus propios gastos), la primera de las figuras tiene escaso recorrido. Es más, el abuso de esta figura ha provocado condenas por cesión ilegal de trabajadores, lo que ha empeorado la situación del organismo público, en este caso, por sobrecarga y colapso del capítulo I (el de gastos de personal propio). 9 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Por ello, lo que crecerá es el sistema de gestión indirecta, transfiriendo al gestor el riesgo económico de la explotación y también los derechos de cobro al usuario, ahora más elevados, como única retribución a favor del gestor. Y no solo de las actualmente incluidas en este sistema, sino también de muchas ahora mismo explotadas directamente. Sobra decir que la transferencia al sector privado no se limitará exclusivamente a los medios materiales sino también a los medios humanos. Y solamente el mentar esta posibilidad, ya está produciendo escalofríos en muchos. Es más, entre los vientos (casi podríamos decir, huracanes) de adelgazamiento administrativo, sopla uno especialmente nocivo para el escenario actual del sector deportivo local: la eliminación de organizaciones descentralizadas públicas, como han sido los organismos autónomos locales (llámense patronatos, fundaciones deportivas, organismos autónomos o institutos municipales). Cierto es que la más importante razón para su existencia, como es su capacidad de generar y controlar recursos propios (bajo la fórmula de patrocinios, mecenazgos o gestión de sus instalaciones), ha sido desaprovechada sistemáticamente. Cierto es también que casi todas se han contagiado de las maldades administrativas y casi ninguna de sus virtudes. Únicamente se han podido disfrutar puntuales episodios de dirección pública profesional y verdadero gerencialismo público. En realidad, escaso rédito para la figura más cercana al fenómeno de las agencias administrativas que pudo pensarse. Pero ¿por qué debemos referirnos tanto al nuevo modelo público cuando en realidad, estamos analizando una tercera parte (la de los clubes) del resto del modelo? Porque el modelo deportivo local es sistémico y un cambio tan profundo en uno de sus componentes principales afecta necesariamente al resto. No hay que olvidar que el golpe económico que ha supuesto la actual crisis económica también ha sido significativo para el sector deportivo comercial, compuesto en su mayor parte, por pequeños empresarios, sin capacidad financiera para resistir largas crisis de tesorería con su propio capital. 10 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera ¿Amenaza u oportunidad? Pues bien, todo esto nos lleva a defender que la crisis económica supone una amenaza pero también una oportunidad para el tejido asociativo deportivo. En primer lugar, por su alta flexibilidad interna, que supone que el trabajo voluntario puede asumir determinadas tareas. En segundo lugar, por la existencia de intangibles no económicos, que pueden motivar una adhesión a la entidad más allá de lo razonable en términos de transferencia económica. En tercer lugar, porque alguien debe cubrir servicios que la Administración no produzca o no provea, o que el sector deportivo comercial ha estimado antieconómicos (a veces por su propia estructura de gastos). Los PPP En este punto, hay que llamar la atención sobre algunas cuestiones: un término que en el futuro nos será muy común es el de los Partenariados Público-Privado (en adelante, PPP), también citados como Colaboración Público-Privada (CCP). Aunque inicialmente, los PPP está implantándose en otras áreas (infraestructuras o servicios sanitarios, educativos o sociales), no existe problema para su aplicación a la actividad deportiva, por cuanto es únicamente una fórmula de coproducción de bienes públicos, entre los que se encuentra el deporte, en una parte del fenómeno, al menos. En cuanto a su definición, nos atendremos a la formulada por la Dra. Tamyko Ysa (profesora de ESADE), que la concreta en la “Cooperación duradera entre actores públicos y privados para el desarrollo conjunto de productos y servicios, compartiendo riesgos, costes y beneficios”. En tal sentido, ella distingue entre partenariados público-privados contractuales e institucionales. Los PPP contractuales están basados en proyectos delimitados, donde existe una transferencia de riesgos al gestor, que realiza la inversión en capital y asume los gastos de explotación. El explotador privado asume el riesgo de construcción y el de disponibilidad (o de demanda), lo que supone para la Administración Pública la no consolidación de esta inversión en la contabilidad como déficit, conforme las reglas del EUROSTAT. 11 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Este sistema está utilizado en Europa principalmente para la construcción de infraestructura y equipamiento, desde viaria (un 60%), ferroviaria (22%) hasta aeroportuaria (2%) y (oh, sorpresa!!!) centros de ocio, turismo y deporte (también un 2%). En España, la Comunidad de Madrid lo ha ejecutado en la construcción y explotación de centros sanitarios, compensada en el pago por disponibilidad y calidad. En estos PPP, la gestión o (o la construcción y explotación) de centros deportivos no nos puede ser desconocida. Y una parte de ese pastel puede ser orientada (u obtenida) por los clubes deportivos. Por su parte, los PPP institucionalizados se caracterizan por la constitución de una organización o una red (con o sin personalidad jurídica), con la finalidad de gestionar en común un proyecto concreto. Evidentemente, esta es una gestión más “blanda” (más “soft”, diriamos) y más genérica, en la que se comparte el logro de los objetivos comunes o concurrentes para los implicados. Debemos entender ambas posibilidades como meras herramientas, que ni son, por sí mismas, mejores, ni peores que todo lo anterior. Pueden tener como ventaja su novedad (lo que siempre atrae), pero ello es también una desventaja (hay miedo al cambio). Aunque contribuyen a no incrementar el déficit público (que ahora va estar muy perseguido), también es cierto que la financiación privada de proyectos tampoco anda en su mejor momento. ¿Será la concurrencia de múltiples pequeños inversores en un fin común la mejor solución?. Puede ser. Y puede sernos conocidas, ya que es la fórmula bajo la cual se han construido las actuales instalaciones de los mayores clubes sociales y deportivos. El valor del esfuerzo social Una de las claves de la pujanza del deporte es la cantidad de trabajo voluntario que tiene interiorizado. Si abonáramos los costes en valor real, no tendríamos entrenadores, ni árbitros o jueces, ni organizadores de competiciones en el deporte base. Bueno, mejor dicho, no habría dinero para pagarlo. De hecho, cuando se ha intentado legislar sobre la actividad deportiva de formación (por ejemplo, los entrenadores), sólo ha podido ser regulada con límites la que es remunerada (o, en sus propios términos, profesional, como señala la Ley catalana, 3/2008, 12 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera de profesiones del deporte, que excluye en su disposición adicional octava, la ejercida como voluntario). Por seguir en esa Comunidad Autónoma, se ha valorado el valor económico del trabajo voluntario en los clubes deportivos y se le ha asignado un importe de 213 millones de euros, siendo el trabajo voluntario de las Juntas Directivas el más importante, con un valor de 179 millones de euros. Esas cifras son exclusivamente las de Cataluña, por lo que extrapoladas al conjunto del Estado, pueden dar un resultado final de multiplicación, al menos, por cuatro. Puede parecernos una exageración, pero no estimamos posible que la cifra sea interesadamente incrementada por cuanto ese valor no lo proporciona la UFEC (Unión de federaciones deportivas catalanas), ni una asociación de clubes, sino un estudio encargado por el propio sector público. Concretamente, la obra es “Els clubs esportius a Catalunya” de la Secretaría del Deporte de la Generalitat (2010) y en cuyo comité asesor de la investigación figura nuestro experto consocio (y sin embargo, amigo) el Dr. Gambau. Los retos de los clubes, según el estudio de Cataluña También el citado estudio “Els clubs esportius a Catalunya” nos guía en cuanto a los retos de los clubes, predicción que, aunque limitada subjetivamente a los clubes catalanes, estimamos transferibles, en una importante proporción, a otros escenarios territoriales. a) El primero que mencionan es el referido a la “cultura del club”. Dicho concepto ha sido explícitamente trabajado por el Dr. Klaus Heinemann, siendo ejemplo de ello su excelente obra “Sociología de las organizaciones voluntarias: el ejemplo del club deportivo” (1999). La cultura de club es aquella caracterizada por conductas y valores, que se concretan en la adhesión de sus miembros al club y en el sentimiento de identidad que mantienen con el mismo. En dicho estudio, más de un 70% de los socios revela que este sentimiento de adhesión es “muy fuerte”, siendo todavía superior el porcentaje de la importancia para ellos de “velar por las tradiciones y valores del club”. 13 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Esta “momificación” de los valores culturales puede ser también un problema, por cuanto ni favorece su renovación y adecuación a los tiempos (el “aggiornamiento”) ni la entrada de más socios. b) El segundo reto es la escasa participación voluntaria en las tareas del club, que da a lugar también a disfunciones democráticas, como la proclamación directa de las juntas directivas o la no ejecución de controles a la actividad directiva por miedo a perder a los actuales gestores. Dado que el ahorro (no gasto) producido por el trabajo voluntario y el funcionamiento democrático interno son las mejores bazas en defensa del sistema asociativo deportivo, esta cuestión puede lastrar su pervivencia. Es más, los propios socios valoran como un activo muy importante la participación voluntaria en las tareas del club (más del 80%). Es ello un indicador muy gráfico de que el capital humano (un intangible) es una gran parte del capital social de un club, aunque la contabilidad tradicional sea incapaz de registrarlo así. En este momento, tampoco está de más revisar lo opinado por nuestro venerado Heinemann (op.cit., 1999) sobre el colapso de trabajo voluntario que puede provocar la irrupción de profesionales de la gestión en una asociación. No para vetarla, pero sí para prevenir y corregir tal defecto. En tal sentido, nos acercamos a otro estudio de la Generalitat de Cataluña, como es el titulado “El pes economic de l´esport a Catalunya” (2010, también) que fija en más del 63% el porcentaje del empleo generado en Cataluña por los clubes deportivos sobre la cifra total (más de 90.000 empleados). Y aunque el modelo catalán de clubes no es transferible automáticamente al resto del Estado (inmediatamente veremos la razón), podemos observar que dicho estudio fija en casi el 50% el porcentaje de ingresos que deviene de cuotas de socios y sólo en un 5% el porcentaje de subvenciones. Ello demuestra cierto diferencial con la mayoría de nuestros clubes, que no tienen tanto contenido social, aunque sería lo deseable y, como tal, es nuestra apuesta de futuro para este sector. 14 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera Conclusiones En conclusión, para el tejido asociativo deportivo, es decir, para los verdaderos clubes, la crisis debe pasar de ser una amenaza a ser una oportunidad. Para ello, los clubes deben recuperar su papel protagonista en el escenario del deporte, que vieron menguado cuando el crecimiento de los otros dos sectores, el del sector público y el del sector comercial, los ha mantenido en obligada hibernación (inertes pero acumulando fuerza para el futuro). Ante la crisis de ambos sectores, el asociativo (el tercer sector) tiene una nueva oportunidad en la construcción y explotación de infraestructuras deportivas, ya sean públicas o en partenariados públicos-privados (PPP) y en la gestión de actividades, asumiendo parte de la oferta que ya no cubrirán los otros operadores. Esta actividad de recuperación de la cuota perdida no puede suponer la pérdida de los rasgos distintivos de los clubes, como son la existencia de trabajo voluntario, el sistema democrático de funcionamiento interno, y, sobre todo, la defensa de valores y conductas comunes, que supone la adhesión a la organización, más allá de un mero intercambio de bienes. Es a ello a los que se llama “cultura de club”. La Coruña-Las Palmas de Gran Canaria, a 10 de marzo de 2012. Dr. Eduardo Blanco Pereira D. José María Cabrera Domínguez 15 Necesidades y carencias del tejido asociativo del deporte Eduardo Blanco - José María Cabrera