TEMA 26 DEL MODELO INDIVIDUAL EN EDUCACIÓN ESPECIAL A LA PERSONALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA Cristina Laborda (Universidad Autónoma de Barcelona) Pere Pujolàs (Universidad de Vic) INTRODUCCIÓN Si bien cualquier intervención educativa tiene por finalidad el progreso individual de todos y cada uno de los alumnos presentes en el aula, el proceso para la consecución de dicha finalidad, las estrategias metodológicas utilizadas, los sistemas evaluativos aplicados o los recursos empleados para llevarla a cabo, pueden ser totalmente contrarios, lo cual determinará el modelo educativo explicativo que regirá la acción pedagógica a desarrollar. Aunque los modelos educativos aplicados a lo largo de la historia son casi infinitos, si hacemos un rápido repaso de las constantes de la educación, es muy fácil observar que siempre ha habido una especial preocupación por compaginar aquello que el alumno tiene de “general”, con lo que tiene de “individual”. No fue hasta bien entrado el siglo XX que no se potenció al máximo el principio de “individualización didáctica” (Molina, 1987), definido como la preocupación por respetar las peculiaridades psico-físicas del alumno, tanto en relación con la situación dentro de la escuela, como con la programación didáctica y las estrategias metodológicas. Sin embargo, los términos "atención individual" y "educación individualizada" crearon cierta confusión porque a menudo se han entendido como atender o educar individualmente a los alumnos, uno por uno o en grupos reducidos, al margen del grupo. Por otra parte, las necesidades educativas, y, con ellas, las necesidades educativas especiales, así como los recursos y apoyos educativos o psicopedagógicos, se pueden analizar desde dos perspectivas globales diferentes, cada una de las cuales tiene unas claras repercusiones en la práctica psicopedagógica, tanto a la hora de evaluar aquellas necesidades como en el momento de determinar y utilizar los recursos y apoyos necesarios para dar respuesta a dichas necesidades. En general, estas dos perspectivas de análisis se pueden caracterizar de la siguiente forma: Cuando un alumno o una alumna no aprende aquello que en la escuela quiere enseñársele, hay dos formas básicas de enfrentarse a esa situación. Una preguntándose: "¿Qué le pasa a ese alumno?, ¿qué dificultades, limitaciones o deficiencias personales le impiden aprender?". Otra bien distinta es planteándose: "Lo que he querido enseñarle, ¿se ajusta a sus posibilidades y necesidades? ¿Habría una forma alternativa de organizar y plantear la enseñanza de estos contenidos?". Bien podría decirse de la primera aproximación que está centrada en el alumno (...), mientras que la segunda hace del currículum, en su sentido más amplio, el eje de sus reflexiones y actuaciones. A esta segunda perspectiva se le está prestando cada vez más atención por parte de aquellos que se interesan por una educación de calidad para todos. (Ainscow, Echeita y Sotorrio, 1994, p. 60). Ainscow (1995) denomina estas perspectivas, respectivamente, perspectiva individual y perspectiva curricular: - La perspectiva individual contempla al alumno con problemas de aprendizaje individualmente, al margen de los demás alumnos considerados "normales". Desde esta perspectiva se proponen, igualmente, respuestas educativas individuales, dirigidas exclusivamente a los alumnos con problemas de aprendizaje. Se presupone que la enseñanza individual (alumno por alumno) es la mejor forma de atender a estos alumnos. Esta perspectiva -según Ainscow (1995)- es la que inspira la organización de la mayoría de respuestas educativas que se dan a los alumnos con problemas para aprender, y ha dado lugar a una determinada forma de concebir lo que se puede denominar modelo individual de Educación Especial. - Frente a esta perspectiva -que, por diversas razones, como veremos más adelante, se vuelve en contra de aquellos alumnos a los que presumiblemente pretende beneficiar-, Ainscow propone una perspectiva curricular que contempla a los alumnos con problemas de aprendizaje de forma contextualizada, teniendo en cuenta otros factores -no sólo los individualesque determinan sus problemas de aprendizaje, como pueden ser los familiares y/o escolares. Al mismo tiempo, las respuestas educativas a los alumnos con problemas son más amplias: tienen en cuenta todos los elementos que intervienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje y todos los componentes del currículum1. En este tema, en el apartado 1 vamos a exponer con más detalle cada una de estas perspectivas, para poder centrar mejor el modelo individual que describiremos en el apartado 2. En el apartado 3 nos referiremos a las críticas que se hacen a este modelo y al intento de superación del mismo mediante lo que se denominó la enseñanza individualizada. Finalmente, en el apartado 4 y a modo de conclusión, haremos algunas consideraciones en torno a la personalización de la enseñanza y la necesidad de avanzar hacia un modelo colaborativo en la atención educativa del alumnado con necesidades educativas especiales en el marco escolar. 1. DOS PERSPECTIVAS DE ANÁLISIS EN LA CONSIDERACIÓN DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES: LA PERSPECTIVA INDIVIDUAL Y LA PERSPECTIVA CURRICULAR Tal y como se ha comentado, en el momento de considerar las necesidades educativas especiales de los alumnos se pueden utilizar dos perspectivas de análisis contrapuestas: 1 En esta perspectiva curricular se sitúan, por ejemplo, las conclusiones de la Conferencia de Salamanca, en las cuales, entre otras cosas, se afirma lo siguiente: Todos estos niños (los que tienen necesidades educativas especiales) se ven privados de la posibilidad de aprender y de obtener los conocimientos y las aptitudes a los que tienen derecho. Es evidente que los orígenes de las dificultades con que tropiezan se encuentran no sólo en ellos, sino también en el medio social en el que viven. Una de las tareas del futuro es determinar cómo la escuela, como parte del medio social, puede brindar mayores oportunidades de aprendizaje para todos los niños. (UNESCO, 1995, 15). la perspectiva individual y la perspectiva curricular. La caracterización teórica de estos polos opuestos puede servir de punto de referencia para situar el modelo individual de Educación Especial, objeto principal de este tema. 1.1 La perspectiva individual Desde la perspectiva individual, se considera que el desarrollo de las capacidades está en función del nivel intelectual del alumno. Por lo tanto, se parte del supuesto que es este potencial lo que marca las posibilidades y los límites de su aprendizaje y condiciona, a su vez, la respuesta educativa. Dentro de esta misma perspectiva, el aprendizaje se concibe como la acumulación de unos conocimientos y se considera que su motor fundamental es la acción del profesorado sobre los alumnos. Por lo tanto, el alumno no tiene un papel activo en el aprendizaje, sino que es contemplado como el receptor pasivo de lo que se le enseña. Se espera de él que reproduzca de la forma más exacta posible los contenidos que el profesor le ha transmitido. Lo que define el éxito del proceso enseñanza-aprendizaje es la asimilación de unos contenidos de materia, preestablecidos para cada nivel educativo desde cada una de las disciplinas escolares. Lo fundamental es la adquisición por parte del alumno de unos conceptos que se supone no tiene y que le han sido facilitados por el profesor, experto en la materia. Desde esta perspectiva, es el alumno quien debe adaptarse al currículum, no a la inversa. De esta forma, desde una perspectiva individual, la diversidad del alumnado se identifica casi exclusivamente con los alumnos que tienen problemas para adquirir estos conocimientos. Para atender esta diversidad, se tiende a homogeneizar al grupo-clase a partir de referentes estandarizados para un nivel y se atienden aparte a los alumnos que no se ajustan a esta norma estandarizada, porque se cree que lo mejor es que aprendan y sean enseñados juntos alumnos de una capacidad similar. Como indica Ainscow (1995) al describir esta perspectiva individual, deben utilizarse métodos y profesores especiales para alumnos especiales. Por lo que acabamos de ver, en la organización de la respuesta educativa desde esta perspectiva, se considera que lo ideal sería poder enseñar individualmente a cada alumno. Pero, puesto que esto no es posible, se conforman grupos homogéneos, utilizando como criterio de agrupamiento el rendimiento escolar. De esta forma -se cree- el profesor puede ajustar al máximo su intervención a las características comunes de los alumnos de un mismo grupo. 1.2 La perspectiva curricular como alternativa a la perspectiva individual Desde una perspectiva curricular, los niveles de capacidad del alumno no son el único factor de su desarrollo, sino sólo uno de los elementos que se dan en el proceso interactivo de construcción de conocimientos, sin negar, no obstante, su especial importancia. El desarrollo se concibe como el resultado de la interacción de la persona con el medio y con los demás. De esta forma se interrelacionan el desarrollo y el aprendizaje: el desarrollo condiciona el aprendizaje, y éste, a su vez, posibilita un mayor desarrollo. Por lo tanto, todos los niños -independientemente de cual sea su nivel inicialpueden aprender y pueden ser enseñados. Aprender, desde una perspectiva curricular, es un proceso complejo en el que intervienen de forma interactiva los alumnos, el profesor y los contenidos, en un contexto determinado definido por las actividades de aprendizaje. En la construcción de conocimientos y en la realización de aprendizajes significativos son determinantes las interacciones sociales que se establecen, no sólo entre el profesor y los alumnos, sino también entre los mismos alumnos, y entre éstos y los contenidos objeto de aprendizaje. Por esta razón, desde esta perspectiva, el alumno tiene un papel muy activo a la hora de aprender: construye y reconstruye los nuevos conocimientos, y establece relaciones de significado entre sus conocimientos previos pertinentes y la nueva información. Nadie puede aprender por otro y cada uno aprende de forma diferente. El docente, como mediador, y la escuela y las actividades que se realizan en ella, como contexto de aprendizaje, también participan activamente en este proceso. El papel del docente, en este caso, es ofrecer una ayuda ajustada a los alumnos en la construcción compartida de conocimientos, y favorecer el traspaso del control del aprendizaje desde el profesor hacia el alumno, con la finalidad de que éste aprenda a autorregular su propio proceso de aprendizaje y sea cada vez más autónomo. Estos procesos de autorregulación deben considerarse contenidos de aprendizaje y, por lo tanto, han de ser enseñados a los alumnos. Cuando el aprendizaje se entiende como un proceso interactivo, el qué, el cómo y el cuando enseñar -el currículum- se somete a las necesidades educativas de los alumnos; es decir, el currículum se debe adaptar a los alumnos, no los alumnos al currículum2. De esta forma, el éxito de la enseñanza y el aprendizaje se definen en función del progreso de cada alumno en el desarrollo de sus capacidades, concretadas en los objetivos generales de cada etapa educativa. La diversidad no se explica sólo por las posibles diferencias entre las capacidades de los alumnos, sino que depende, además, de muchos otros factores, como los intereses, las motivaciones, los conocimientos previos, los estilos y ritmos de aprendizaje, etc. Se acepta la diversidad como un hecho natural, y el trabajo en grupo de alumnos "diferentes" no sólo es posible sino incluso recomendable. Los conflictos cognitivos que se pueden propiciar entre alumnos "diferentes" favorecen el aprendizaje de todos, especialmente si trabajan en grupo, de forma cooperativa y no individual o competitiva. Como afirma Ainscow (1995), se trata de mejorar las condiciones de aprendizaje de todos los alumnos, teniendo en cuenta las dificultades experimentadas por algunos de 2 En este sentido, la Conferencia de Salamanca afirma: El desafío consiste ahora en formular las condiciones de una "escuela para todos". Todos los niños y jóvenes del mundo tienen derecho a la educación, no son nuestros sistemas educativos los que tienen derecho a ciertos tipos de niños. Es el ellos. Los que presentan más dificultad para aprender pueden ser considerados, de una manera más positiva, una fuente de información y de nuevas ideas sobre las condiciones que pueden mejorar el aprendizaje de todos. Es razonable pensar que las mejoras introducidas para unos alumnos (los que presentan más dificultades) puedan beneficiar a todos los otros. Una perspectiva más amplia de las dificultades educativas puede servir, de esta manera, para mejorar el clima de aprendizaje del grupo-clase y, a su vez, el ideario psicopedagógico del centro. Por lo tanto, más que definir y aplicar métodos de enseñanza especiales para alumnos especiales, es necesario plantearse y llevar a cabo una enseñanza y un aprendizaje eficientes para todos los alumnos (Ainscow, 1995). Al plantear la diversidad del grupo-clase como algo positivo -tal como se hace desde la perspectiva curricular-, como un valor cultural propio de cualquier situación de grupo, los intentos de homogeneizar esta diversidad se interpretan como una manera de desvirtuar la riqueza implícita en la heterogeneidad propia de las personas. Por este motivo, la organización de la respuesta educativa se articula, de forma ordinaria, a través de grupos de alumnos de composición heterogénea. Desde una perspectiva curricular se entiende que el agrupamiento homogéneo puede condicionar las oportunidades de aprendizaje, en tanto que limita la interacción entre alumnos con intereses, capacidades, motivaciones o estilos de aprendizaje diferentes, dificultando la posibilidad de aprender a través de los otros. sistema escolar de un país el que hay que ajustar para satisfacer las necesidades de todos los niños. (UNESCO, 1995, 28). 2. EL MODELO INDIVIDUAL DE EDUCACIÓN ESPECIAL Tradicionalmente la práctica más habitual de atender a los alumnos con necesidades educativas especiales se ha caracterizado por un alto grado de segregación como herramienta para ofrecer una educación adecuada a sus características. En este sentido, fácilmente se ha confundido "atención individual" con atención separada del grupo de referencia. El resultado ha sido un modelo basado en la individualización entendida como una atención separada del resto del alumnado considerado tradicionalmente como "normal". De este modo, este modelo adquirió un carácter reparador y correctivo, relegando a un segundo plano uno de los principios educativos fundamentales: la importancia de la interacción entre iguales y de la socialización en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los alumnos, en aras a su integración en la sociedad a la cual pertenecen. Un claro exponente de esta forma de concebir la educación especial, no tanto en su formulación teórica como en su aplicación práctica, se encuentra en la denominada "enseñanza correctiva": "Cada niño es, en muchos aspectos, diferente de cualquier otro. Esta peculiaridad se manifiesta, naturalmente, en el aprendizaje escolar, donde podemos afirmar que se dan tantos casos como alumnos. Si consideramos concretamente el campo de las deficiencias discentes, nos encontramos nuevamente con una gama ilimitada de variaciones. En efecto, no existen dos casos de anomalías de aprendizaje iguales entre si o producidas totalmente por las mismas causas. En consecuencia, el tratamiento correctivo habrá de ser también diferente para cada niño y para cada una de las dificultades. Sin embargo, es evidente que todo proceso correctivo se ajusta a unos principios básicos comunes, independientemente de la naturaleza del problema y de la materia de enseñanza a que se aplique. Estos principios constituyen las condiciones generales de aplicabilidad de la enseñanza correctiva." (Brueckner y Bond, 1989, p. 109, obra original de 1955). 2.1 Principios fundamentales de la enseñanza correctiva L. J. Brueckner y Guy L. Bond (1955) señalan como principios fundamentales de la enseñanza correctiva los siguientes: a) El tratamiento debe estar basado en el diagnóstico: Esto supone localizar las anomalías, especificar las necesidades del alumno, formular clara y explícitamente el programa correctivo, revisar y modificar periódicamente este programa, aplicar procedimientos correctivos diversos y asegurar la participación del alumno en el programa. b) El tratamiento debe tomar en consideración el sentimiento del propio valor del alumno: En consecuencia debe evitarse estigmatizar a los deficientes mediante su agrupación con fines correctivos, teniendo en cuenta su estado emocional, tratando de modificar sus actitudes desfavorables hacia la escuela y hacia si mismos, y combinando la enseñanza colectiva y la individual. c) La enseñanza correctiva ha de ser individualizada: Los métodos, objetivos y resultados previstos deben estar en armonía con las limitaciones, capacidad, necesidades y características peculiares de cada niño. d) El programa correctivo debe ser estimulante y bien motivado: Debe estimular el deseo de aprender del niño y facilitarle el conocimiento de su progreso, de todo ello se deduce que: El maestro debe ser optimista. Cualquier éxito del escolar debe ser puesto de relieve y acentuado. Los errores deben señalarse en forma positiva. Deben ponerse de manifiesto al escolar los progresos realizados. Deben evitarse las incompatibilidades entre la corrección y otras actividades agradables al niño. Todo trabajo correctivo debe tener un propósito y no limitarse a mero entrenamiento. Los conocimientos o destrezas adquiridos deben ser aplicados y evaluados. e) Los ejercicios y materiales deben seleccionarse cuidadosamente: El material debe ser de dificultad adecuada al nivel instructivo del alumno y al tipo de anomalía que se desea corregir; de contenido y formato adecuados a los intereses del niño, y abundante y no artificioso. f) El tratamiento debe tener en cuenta todas las circunstancias ambientales en que el niño se desenvuelve: Para la consecución del éxito es necesario adecuar el programa escolar y ponerse en contacto con los padres para conocer el ambiente familiar del alumno. g) El progreso del niño debe ser continuamente evaluado: Es necesario llevar a cabo un registro acumulativo del rendimiento y experiencias del alumno con el fin de modificar o alterar el programa correctivo a medida que el escolar progresa. h) Los métodos de enseñanza utilizados habrán de ser de probada eficacia: Esto supone que sean concebidos de acuerdo con las necesidades específicas del niño, no artificiosos y fundamentalmente idénticos a los mejores procedimientos usados en la enseñanza regular u ordinaria. La diferencia entre un programa correctivo y un programa regular de enseñanza radica más en el grado de individualización que en la peculiaridad del método. Como se ha dicho anteriormente, una aplicación sesgada de este modelo, acentuando la atención de algunos alumnos separados del resto de su grupo, ha dado lugar a una práctica de la educación especial, muy extendida aún, que en realidad ha acabado dificultando, si no impidiendo, la educación adecuada de estos alumnos a los que se pretendía favorecer. En esta dirección, como se verá en el apartado siguiente, se encaminan las críticas que se hacen a este modelo desde un planteamiento integrador y curricular de la educación especial. 2.2 Críticas al modelo individual En contra de lo que pueda parecer, los planteamientos del modelo individual, desarrollado inicialmente para favorecer a los alumnos con especiales dificultades de aprendizaje, operan en contra de éstos, por cinco razones básicas expuestas por Ainscow (1995, 28-30) y que se resumen a continuación: a. El efecto de las etiquetas: Muchos maestros y profesores son conscientes de que el sistema de "etiquetar" a los alumnos en función de la naturaleza de sus dificultades educativas hace disminuir sus expectativas hacia ellos. En algunos países, la ley intenta eliminar los peligros asociados al "etiquetaje" de los alumnos y ha prohibido el uso de las categorías de educación especial como base para la toma de decisiones. No obstante, este procedimiento continua ejerciendo una fuerte influencia, tanto en la teoría como en la práctica. Es posible que el predominio de la perspectiva individual favorezca este procedimiento, porque "anima" a los maestros a definir ciertos alumnos en función de las características que dificultan o impiden su aprendizaje. b. El marco de la respuesta: Centrar la atención en determinados niños de forma individualizada provoca que la población escolar se divida en distintos "tipos" de alumnos -los "normales" y los "diversos"- a los que hay que enseñar de forma diferente e, incluso, con maestros diferentes. El marco de la respuesta educativa, pues, varía en función de las características individuales de los alumnos. El establecimiento de marcos educativos distintos según las características personales de los alumnos comporta, como consecuencia, lo que Ainscow señala como tres nuevas razones en contra de la perspectiva individual: la limitación de las oportunidades de aprendizaje de los alumnos “diferentes”; el uso exclusivo de los recursos para la educación especial por parte de estos alumnos; el mantenimiento de las escuelas tal como están, sin plantearse su posible mejora. c. La limitación de las oportunidades: El hecho de poner el acento en las características individuales comporta muchas veces la atención individualizada, separada, de algunos alumnos, a los que se niega la posibilidad de interactuar con otros. Esto limita evidentemente las oportunidades de aprendizaje de los alumnos “separados” porqué la interacción con alumnos de distinta capacidad, interés, motivación, etc. beneficiaría, sin duda, su aprendizaje, puesto que la mayoría de personas aprenden mejor cuando participan en actividades con otras personas, gracias al estímulo intelectual que esto supone y la confianza que les da la ayuda de los demás3. d. El uso de los recursos: 3 Por esto, como hemos visto anteriormente, la Conferencia de Salamanca afirma lo siguiente: En las escuelas integradoras, los niños con necesidades educativas especiales deben recibir todo el apoyo adicional necesario para garantizar una educación eficaz. La escolarización integradora es el medio más eficaz para fomentar la solidaridad entre los niños con necesidades especiales y sus compañeros. La escolarización de niños en escuelas especiales -o clases especiales en la escuela con carácter permanente- debiera ser una excepción, que sólo sería recomendable aplicar en aquellos casos, muy poco frecuentes, en los que se demuestre que la educación en las clases ordinarias no puede satisfacer las necesidades educativas o sociales del niño, o cuando sea necesario para el bienestar del niño o de los otros niños. (UNESCO, 1995, 61). La definición de las dificultades educativas en función de las características de los alumnos individualmente considerados, y la conceptualización de la respuesta educativa en forma de enseñanza especializada y segregada del sistema ordinario, a menudo comporta que la respuesta a las necesidades especiales dependa "sólo" del suministro de recursos y que estos se destinen exclusivamente a los alumnos con necesidades educativas especiales. Por otra parte, estos recursos provienen muchas veces del presupuesto general de las escuelas, con lo cual se genera un fenómeno absurdo: las "víctimas" de un sistema escolar reciben ayuda a través de una transferencia de fondos que aumenta las probabilidades de que siga habiendo víctimas. e. El mantenimiento del statu quo: La perspectiva individual supone que el problema está en el niño, y no se somete a crítica la organización ni el currículum de las escuelas, sino que se supone que éstas ya son adecuadas para la mayoría de los alumnos. De este modo se pierde una oportunidad única de mejorar la escuela. 3.- LA ENSEÑANZA INDIVIDUALIZADA Un intento de superar el modelo individual de educación especial de carácter correctivo, o, al menos, una aplicación restrictiva de este modelo, se plasmó en la enseñanza individualizada, que se sustenta en dos grandes pilares: en primer lugar, esta forma de concebir la enseñanza basa el aprendizaje en las posibilidades individuales reales de cada sujeto. Cada alumno debe progresar en función de lo que es capaz de hacer, teniendo en consideración el bagaje con el que ya cuenta, sus necesidades y sus inquietudes. Por otro lado, el segundo gran pilar es el respeto al ritmo de trabajo personal de cada uno. Se hace necesario que el proceso de enseñanza-aprendizaje se adapte a las características propias de cada individuo, y que se enmarque en un contexto realista para que, de este modo, se asegure el éxito al ajustarse los objetivos a las potencialidades del alumnado. El resultado es que el alumno determina la mayor o menor profundización en los aprendizajes, dependiendo de sus características, intereses, motivaciones, etc., siempre contando con la intervención directa de los profesionales de la educación implicados. Consecuentemente, no existen programaciones universales que se puedan aplicar en la enseñanza individualizada, porque lo que para ciertos alumnos es idóneo, puede serlo menos, o incluso no serlo en absoluto, para otros. Este principio de no generalización de las bases psicopedagógicas del acto educativo refleja la esencia de la filosofía educativa aplicada en educación especial durante muchas décadas ya que, tradicionalmente, se ha empleado para enseñar aisladamente a los alumnos que tienen mayores dificultades de aprendizaje. Una puntualización importante relacionada con toda esta temática, es la distinción entre los conceptos individual e individualizado. En muchas ocasiones ambos se utilizan indistintamente, llegando incluso a confundirse. Ferrández (1983) considera que el trabajo individual es aquella actividad realizada en solitario; su característica principal es la autonomía del alumno, su aislamiento respecto a los demás miembros del grupo, pero con disponibilidad limitada de tiempo es decir, dependiente de la organización total del trabajo de la clase. Por su parte, la enseñanza individualizada nace como un intento de incardinar la dimensión individual y la dimensión social de la persona. El alumno trabaja un tema en concreto, con un material determinado, a su propio ritmo y según su capacidad, pero sin dejar de tener contacto con los demás miembros del grupo escolar, se respeta su individualidad pero sin olvidar su dimensión social, no en vano la socialización es una de las grandes finalidades de la educación. Entrando en el análisis de los elementos de la programación pedagógica tradicional (objetivos, contenidos, metodología y evaluación) aplicado al esquema del trabajo individualizado, y comenzando por el diseño de objetivos, primeramente hay que destacar que este modelo basa su formulación en criterios de univocidad; cabe resaltar que en este tipo de procesos instructivos se debe tener presente que el alumno trabaja solo y que, en muchas ocasiones, y en función de los objetivos marcados, deberá buscar él mismo el material, a la par que profundizar en las estrategias más adecuadas para la consecución de las metas fijadas. Así pues, el objetivo a alcanzar será el único punto de referencia para docente y discente y deberá ser entendido, consecuentemente, de igual manera por ambas partes (criterio de univocidad), ya que de ello dependerá el éxito del proceso educativo. Por otro lado, a parte de los objetivos generales y los específicos, comunes en cualquier modelo instructivo, se establece una jerarquía de objetivos que respeta las posibilidades y el ritmo de aprendizaje de cada alumno y su estilo de aprendizaje, tal y como ya se ha especificado. De este modo se diseñan objetivos obligatorios, objetivos optativos y objetivos libres. Cada alumno debe alcanzar, consecuentemente, unos objetivos que no tienen porque ser iguales a los de otro miembro del grupo. Respecto a los contenidos, su distribución en una enseñanza individualizada se engloban en una didáctica de corte paidocéntrico: no tienen una estructura general, sino que se encuentran diferenciados por categorías y según distintos grados de profundidad, para que el alumno llegue al nivel que su individualidad le permita. Los contenidos no rigen el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que son los objetivos los rectores de todo el proceso, por estar jerarquizados en orden de dificultad. Otro elemento clave a considerar en la selección y estructuración de los contenidos es que se debe evitar que los contenidos transmitidos generen pasividad e indiferencia ya que de este modo solamente se conseguirá el desinterés por el aprendizaje. Entran aquí de lleno todos aquellos aspectos referentes a la selección y estructuración de las temáticas en función de los propios intereses del alumno y la capacidad del maestro para motivar y despertar el interés. El perfil docente del educador tendrá un papel decisivo en la estimulación y asesoramiento de los alumnos. Como consecuencia directa de lo anteriormente expuesto, el hecho de que el trabajo del alumno se ajuste a sus características individuales, determina que deba existir un alto grado de motivación que lo impulse a la acción educativa, por lo que las actividades diseñadas deberán ser diversas y variadas. Este es uno de los principales motivos por los que la enseñanza individualizada se base en la “diversificación de la acción”, y se mantenga en la línea de acomodación de la actividad a la naturaleza del alumno y a sus intereses. Esta diversificación de las actividades no tendría sentido si no fuera acompañada por un enfoque plurimetodológico para que todo el proceso educativo se adapte lo mejor posible al estilo de aprendizaje propio de cada alumno. De esta manera, el diseño de las actividades a desarrollar, de las metodologías a emplear, y de los recursos a utilizar, tendrán una base diversificada, acorde a los perfiles individuales. Finalmente, otro elemento básico del proceso educativo y determinante de la acción docente dentro del modelo que nos ocupa es la evaluación. Cabe destacar en primer lugar la evaluación de tipo diagnóstico, ya que es una exigencia que nace de la propia individualidad, y será la clave que mostrará al maestro las características del alumno y su perfil, la personalidad del sujeto (tanto a nivel biológico y psicológico como familiar, ambiental y escolar). De esta evaluación inicial saldrán las claves pedagógicas para la actuación docente y para el diseño de toda la intervención educativa. En cuanto a la evaluación del proceso, la enseñanza individualizada aboga por una evaluación progresiva que favorezca el seguimiento pormenorizado de todo el proceso educativo, y que refleje las consecuciones obtenidas así como el grado de idoneidad del diseño en todos sus componentes. Esto permite descubrir posibles deficiencias en el proceso y la posibilidad de realizar continuas correcciones y adaptaciones. Por último, la evaluación final será la valoración global de la evaluación continua, por lo que es más recomendable que se trate de un informe desarrollado que no de una calificación concreta, que no aporta tanta información especifica. Aunque se ha apuntado la importancia del rol del maestro en todo el proceso educativo, es importante reincidir en el papel que desarrolla el docente en este sistema individualizado. Parece lógico suponer que el rol del profesor en un modelo como el que se trata, supere el tradicional de transmisor de conocimientos para estar encaminado hacia uno de corte más orientador y motivacional. En efecto, la misión del maestro es muy clara: dirigir la actividad del alumno en proporción inversa a su grado de madurez, lo cual implica que contra más autónomo se vaya volviendo el alumno, menos deberá intervenir el maestro. “El profesor tiene un matiz exclusivamente individualizado ya que se acomoda a ca se acomoda a cada alumno en particular y considerando su forma personal de ser y actuar ” (Ferrandez, op. cit. p.72). En resumen, debe colaborar en la selección de objetivos adecuados, estimular y ayudar al alumno en su tarea, así como colaborar en el desarrollo y uso de estrategias adecuadas de aprendizaje. Todos estos aspectos exigen al profesor una dedicación y disponibilidad casi permanente, y un esfuerzo personal muy elevado. 3.1. Principales sistemas instruccionales individualizados Durante los últimos años, la proliferación y evolución de modelos individualizados de atención educativa al alumno dentro del marco escolar ha sido importante. Concretamente, en sintonía con los movimientos educativos de integración escolar (muy en boga durante los años 80), se desarrollaron toda una serie de sistemas instruccionales individualizados representativos de la enseñanza programada. Estos sistemas tienden a incardinar la dimensión individual y social de las personas, lo que justifica su contextualización en entornos de integración escolar. Sus orígenes cabe buscarlos en las corrientes del “mainstreaming” anglosajonas por lo que, al menos inicialmente, sus principales exponentes provienen de estos países y, concretamente, de Estados Unidos. Entre ellos cabe destacar cómo más representativos la Educación Guiada Individualmente de Klausmeier, la Enseñanza Prescrita de Peter o el Modelo Instruccional Sistemático de Haring (Monereo, 1988). Otro sector de aplicaciones instruccionales, derivado de la enseñanza programada, son los sistemas de enseñanza asistidos por ordenador, donde el ordenador es una herramienta que sirve como ayuda al profesor en la confección de los programas de enseñanza individualizados que se emplearan en el aula. Estos Sistemas Instruccionales Individualizados de Integración Escolar (SIIIE) forman un grupo heterogéneo de programas didácticos que tienen como común denominador su adaptabilidad a las necesidades instruccionales de un amplio espectro de alumnos. Esta gran variabilidad viene determinada por el marco educativo para los que originariamente fueron creados. Ya se ha comentado que muchos de estos programas fueron diseñados para su aplicación en contextos de integración, pero otros fueron originariamente ideados para su adaptación en la enseñanza regular, o para la enseñanza “especializada”, siendo posteriormente reformulados para su aplicación en un marco más extenso. Dada esta gran diversidad, resulta imprescindible clasificar los SIIIE en categorías; según Monereo (ob. cit.), existen tres formas de categorización: 1) Planes individualizados de dominio versus planes individualizados de transición: para diferenciar los programas que pertenecen a una área curricular concreta, diseñados para el aprendizaje de habilidades específicas, de aquellos planes preparados para minimizar las dificultades de alumno en cualquier circunstancia de cambio (de etapa, de entorno postescolar, etc.). 2) Programas basados en el análisis de tareas versus programas centrados en el adiestramiento de habilidades: para diferenciar los modelos centrados en el contexto y en el análisis de las tareas de aprendizaje, de los basados en el propio alumno. 3) Programas estructurados alrededor de un componente instruccional específico versus programas equilibrados: para distinguir los modelos en función del valor conferido a los distintos componentes instruccionales. Según esta tipología, los SIIIE se dividen en dos grandes grupos: Programas estructurados en torno a un subsistema (evaluación/diagnóstico, contenidos, objetivos, ….). Programas equilibrados en sus componentes. Bajo esta última tipología clasificatoria se engloban pues un conjunto de sistemas que se aglutinan entorno a distintos elementos del acto didáctico. Mayoritariamente, estos programas se incluyen bajo el apartado de evaluación del alumno, por el hecho de que los componentes del programa instruccional se derivan del proceso de evaluación/diagnóstico inicial del alumno. De este modo, la evaluación se convierte en la clave del sistema que facilitará la conexión entre el programa y el alumno. Entre los muchos SIIIE que se engloban bajo este epígrafe (el circuito de enseñanza prescriptiva de Peter, el modelo de programación de la enseñanza o el programa de análisis funcional entre otros), cabe destacar el de instrucción prescrita individualmente, por ser uno de los pioneros (se creó a mediados de los 60), uno de los de mayor éxito y, en definitiva, uno de los de mayor relevancia. Brevemente, este proyecto de individualización de la enseñanza se inició en la Universidad de Pittsburgh, en cooperación con escuelas públicas, y se planificó y elaboró según las necesidades y las características individuales de cada alumno. Las fases de elaboración fueron: ● Especificación de las metas. ● Evaluación/diagnóstico inicial. ● Designación de los objetivos. ● Designación de estrategias y materiales perfilados para la evaluación. ● Control continuo de progreso. En todo caso, la fase de evaluación/diagnóstico es la que determinará cada paso dentro del programa, por lo que se convierten en las piezas clave del sistema. Finalmente, es importante recalcar la necesidad de que haya una adaptación del proceso educativo a las características individuales reales del alumnado, en el sentido de desarrollar cambios definitivos en la organización del aula convencional: 1) El alumno debe avanzar a la velocidad que sus capacidades le permitan. 2) El alumno tiene asignada una tarea para cada área curricular: un plan de “lección individual”, por alumno y por día. 3) Se evalúan continuamente las adquisiciones del alumno. 4) El alumno trabaja durante la mayor parte del tiempo de manera independiente, con responsabilidad y confianza en sus posibilidades. 5) Se utilizan diversas combinaciones de material (incluido el de autocorrección), y de procedimientos (enseñanza en grupo, clases no graduadas, …). 4. A MODO DE CONCLUSIÓN: DE LA ENSEÑANZA INDIVIDUAL A LA PERSONALIZACIÓN DE LA ENSEÑANZ El hecho de basar la acción educativa en criterios de individualidad – tal y como se hacía desde la "enseñanza correctiva", cuyos principios fundamentales se han descrito en este capítulo, y como se hacía también, de alguna forma, en la enseñanza individualizada- implica el riesgo de considerar que lo ideal, tanto en la educación general como en la educación especial, sería poder atender individualmente es decir, uno a uno, a los alumnos. Esta atención individualizada, así concebida, resulta inviable mientras no se aumenten espectacularmente los recursos personales disponibles. De todas formas, aunque fuera posible, esta atención individualizada al margen del grupo, no sería deseable. La respuesta educativa adecuada a algunas necesidades educativas del alumnado -por ejemplo relacionadas con la motivación, las expectativas personales y el autoconceptoes imposible en una situación de atención individualizada, alumno por alumno, aislado de los demás. Si lo que se pretende con la educación es el máximo desarrollo personal y social, ni una cosa ni la otra se pueden alcanzar sin la interacción con un grupo de iguales: unas determinadas capacidades y habilidades sociales solo pueden desarrollarse en el seno de un grupo, en comunidad y en sociedad. Consecuentemente, más que hablar de individualización se considera más adecuado referirse al concepto de personalización, porque no opone individuo y grupo y no condiciona el desarrollo personal al aislamiento respecto a los demás, sino todo lo contrario: sólo hay personalización en el seno del grupo, en el trato diferenciado, en las posibilidades diversas -dentro de un mismo planteamiento de trabajo- de los objetivos, de los contenidos, de las actividades…, adecuándolas a las características personales de cada alumno. En este sentido, pues, se hace necesario avanzar hacia la personalización de la enseñanza para que, de este modo, se pueda dar respuesta a todos y cada uno de los alumnos presentes en las aulas, según sus necesidades y características personales. BIBLIOGRAFÍA AINSCOW, M. (1995): Necesidades especiales en el aula. UNESCO-Narcea, Madrid. AINSCOW, M., ECHEITA, G. y SOTORRIO, B. (1994): "Necesidades especiales en el aula. Un proyecto de la UNESCO", en Cuadernos de Pedagogía, núm. 226, pp. 60-62. BRUECKNER, L. J. y BOND, G. L. (1989): Diagnóstico y tratamiento de las dificultades en el aprendizaje. Ed. Rialp, Madrid. FERRANDEZ, A. (1983): La enseñanza individualizada. Ed. Ceac, Barcelona. MOLINA, S. (1987): Integració a l’aula del nen deficient. El programa de desenvolupament individual. Ed. Graó, Barcelona. MONEREO, C. (1988) Integració Educativa: Sistemes i tècniques. Documents d’Educació Especial, 10. Generalitat de Catalunya, Dept. d’Ensenyament, Barcelona. SÁNCHEZ ASIN, A. (1993): Necesidades educativas e intervención psicopedagógica. Ed. PPU, Barcelona. CRISTINA LABORDA MOLLA Doctora en Pedagogía Aplicada Profesora del Depto. de Pedagogía Aplicada Universidad Autónoma de Barcelona. PERE PUJOLAS Doctor en Profesor de Universidad de Vic