Era habitual entre los amigos de Alberto Moravia

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Alberto Moravia (1907-1990)
Era habitual entre los amigos de Alberto Moravia, apellido de su abuela
paterna, bromear sobre su obsesiva voluntad por recoger cualquier aspecto de
la realidad. Cuenta la leyenda que un periódico publicó la fotografía de un
accidente de tráfico en Roma. Entre los curiosos que observaban el suceso
estaba nuestro protagonista, acostumbrado al arte de observar desde su más
tierna infancia.
Nacido el 28 de noviembre de 1907 en el seno una familia de la burguesía
romana, el autor de Il conformista padeció la infancia como un mal estático en
forma de tuberculosis ósea, enfermedad que le diagnosticaron a los nueve
años, obligándole a transcurrir más de un lustro de su existencia entre la cama
de su habitación y las lúgubres habitaciones de un sanatorio de Cortina
d’Ampezzo. Fue entonces cuando descubrió el placer de la lectura y las
posibilidades que le proporcionaba la escritura, magnífica terapia para desafiar
el tedio de la convalecencia.
Moravia nunca fue una persona normal, podía circular por Roma como
cualquier transeúnte, pero su presencia chocaba, era diferente. Cuando en
octubre de 1922 el Fascismo tomó el poder el futuro escritor se encontraba en
Piazza del Popolo vestido a la inglesa, contrastando sobremanera con lo
ostentoso del ritual de camisas negras y marchas militares. Su primera etapa
literaria se sitúa durante las dos décadas de poder absoluto de Benito
Mussolini, y ello, por su absoluta libertad y sentido crítico, le acarreará
problemas de índole varia. En 1927 empieza a colaborar en la revista ‘900,
donde publicará varios relatos, entre ellos Delitto nel circolo di tennis, donde
diseccionará sin piedad alguna lo frívolo e inhumano de las clases
acomodadas, condenadas a la excentricidad por lo mísero de su abundancia,
idea que marcará parte de su producción literaria. El hombre es un ser aburrido
por naturaleza y necesita gastar su tiempo. Esta idea, a la que añade el
cinismo y la podredumbre moral burguesa, brillará en todo su esplendor en su
primera novela, Gli indifferenti, texto precursor del existencialismo que le
permitió saltar a la fama en 1929. Pagada del bolsillo paterno, su Ópera prima
es un Gatopardo avant la lettre, diferenciándose del celebérrimo libro de
Lampedusa por el contexto histórico y la crueldad mental de Merumeci, quien a
diferencia de Calogero Sedara pacta con la aristocracia sin suavidad, con toda
la contundencia de una nueva clase fascista que no tiene reparos en destruir
para poseer y ostentar. Su victoria, pese a que todo sigue igual, humilla y quita
velos, lo burdo se impone y la alienación irrumpe en escena mediante el
descarnado retrato que el escritor hace de la aristocracia, grupo social fuera de
la realidad de un tiempo gris, mediocre como los personajes de la narración,
una de las primeras novelas contemporáneas escritas en suelo itálico, si
exceptuamos la magnífica e incomprendida, en primera instancia, obra de Italo
Svevo.
La valentía exhibida con Gli indifferenti le pasó factura. Era joven, tenía éxito y
publicaba en periódicos y fundaba revistas, pero el régimen lo tenía en su
punto de mira, como demostró en 1935 cuando prohibió las reseñas sobre Le
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ambizioni sbagliate, segunda novela que pasó desapercibida y significó un
antes y un después en la vida de Moravia. En los años previos al estallido de la
Segunda Guerra Mundial viajó por el mundo- Estados Unidos, China- y se vio
forzado a escribir con seudónimo para escapar a las garras de la censura, que
intentó sortear mediante textos alegóricos, como Elio Vittorini con su
Conversazione in Sicilia, hasta que se cansó de la ocultación y escribió La
mascherata, novela ambientada en una República bananera de Sudamérica
con gran parecido a la Italia negra de Mussolini. La segunda edición fue
secuestrada.
En 1937 conoce a su joya tormentosa, Elsa Morante, con quien se casará en
1941 y convivirá hasta 1962. Con la autora de La storia vivirá días tranquilos en
Capri, donde ultimará la redacción de su Bildungsroman Agostino, y de espera
en Sant’Agata a partir de septiembre de 1943, cuando los nazis invaden Italia y
los fascistas vuelven a cargar contra el escritor, perseguido y amenazado de
muerte. En esos campos campanos ambientará La ciociara, adaptada al cine
por Vittorio De Sica en 1961. Su obra fue fuente de inspiración para el séptimo
arte. Entre las más destacadas versiones fílmicas de sus textos destacamos Gli
indifferenti de Francesco Maselli (1964), Il conformista de Bernardo Bertolucci
(1970), La romana de Luigi Zampa (1954), Racconti romani de Gianni
Franciolini (1955), La noia de Damiano Damián (1963) o Le mèpris de Jean Luc
Godard (1963), quien dijo que bajo la prosa de Moravia había descubierto la
esencia de Marcel Proust. Si bien la afirmación nos parece acertada, no se lo
pareció tanto a nuestro protagonista, quien rechazó la obra del director suizo
por ser diametralmente opuesta a las premisas básicas de su novela.
El triunfo del escritor comprometido-obsesivo: 1944-1990.
Moravia solía definirse como un hombre poco trabajador, que escribía al no
tener nada mejor que hacer, sorprendente afirmación en un hombre que
revisaba una y otra vez sus textos hasta considerarlos perfectos, acabados.
Después de la Guerra entrará en una nueva etapa donde seguirá nadando
contracorriente. Cuando Vittorini y Pavese vivían bajo la égida del compromiso
comunista- respectivamente con la revista Il politecnico y las publicaciones de
la Editorial Einaudi-, el romano desarrollaba una obra de compromiso con su
tiempo en el campo de la novela, el ensayo, el teatro, la crítica cinematográfica
y el periodismo. Su rechazo a la ortodoxia comunista es un alegato a la libertad
del hombre con conciencia en una época abocada al marasmo. Escribe con
frecuencia inusual, funda la ejemplar revista Nuovi Argomenti y cosecha los
frutos de su incesante trabajo con la concesión de premios importantes como el
Strega, ganado en 1952 con su compendio de Racconti, y el Viareggio en 1960
por La noia. Esta novela cierra un círculo que comprende parte de sus obras
narrativas de los años cincuenta, obras donde la interiorización del personaje
alcanza cotas sublimes que hacen de Moravia un lúcido analista de los males
del período, punzante animal literario que descuartiza su sociedad a partir de
burgueses a la deriva con los problemas fundamentales de la existencia,
víctimas de un malestar contemporáneo sin vía de escape. Un contrapunto
agradable y optimista serían sus Racconti romani, pequeños relatos de
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romanidad en que el pueblo es protagonista con sus pequeñas vivencias
cotidianas.
A partir de 1960, cuando se acerca su ruptura con Elsa Morante y la joven
Dacia Maraini surge como la nueva musa de vida, se apasiona por lo arcano y
lo desconocido. Junto a Pier Paolo Pasolini y otros amigos viaja
constantemente por África e India a la búsqueda de un punto de apoyo que le
permita escapar de la decadencia de Occidente. Si Pasolini, más poético,
consideraba al continente negro como única salvación posible, Moravia lo
juzgaba desde una óptica de libertad absoluta, de contraste con Europa y el
mundo industrial. Sí, el mundo fuera del mundo, aplicando el sentido
reduccionista tan típico del pensamiento occidental, era una tabla válida para
amarrarse y flotar. Lo entendía Moravia y lo entendían los estudiantes del ’68,
que leyeron con interés su La rivoluzione culturale in Cina sin entenderlo
plenamente. Son los años en los que la sociedad italiana se instala en una
tensión perpetua simbolizada por el terrorismo, tiempo que el narrador reflejará
en uno de sus mayores esfuerzos literarios, La vita interiore, novela entrevista
publicada en el fatídico 1978 del secuestro y posterior ejecución de Aldo Moro
por parte de las Brigadas Rojas, donde la objetividad del formato no impide que
Desideria dé una lección de perversidad y teledirigida sed de sangre irracional.
La última década de vida de Alberto Moravia será un lento y progresivo,
aunque intenso, diluirse en la espiral del adiós. Escribirá más de diez libros
entre novela, relatos y ensayos, saldrá elegido como diputado europeo por el
PCI en 1984 para tener una tribuna donde argumentar su preocupación por la
energía atómica, malvivirá su absurda y senil historia de amor con Carmen
Llera y morirá en el baño de su casa del Lungotevere della Vittoria el 26 de
septiembre de 1990 a los 82 años de edad. Su obra atraviesa todo el siglo XX
europeo, le da forma y se erige en un vehículo de ideas combinado con
complejas estructuras narrativas que no esconden la verdadera faz moraviana,
filósofo literario que sigue sentando cátedra desde la tumba con novelas
inéditas, I due amici, y un legado de gran utilidad para reflexionar sobre la
naturaleza del hombre moderno.
Jordi Corominas i Julián
Obras
1929- Gli indifferenti
1935- Le ambizioni sbagliate
1935- La bella vita
1937- L’imbroglio
1940- I sogni del pigro
1940- Cosma e i briganti
1941- La mascherata
1943- La cetonia
1943- Agostino
1943-L’amante infelice
1944- La speranza ovvero Cristianesimo e Comunismo
1944- L’epidemia
1944- Due cortigiane e Serata di Don Giovanni
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1947- La romana
1947- La disubbidienza
1947- L’amore coniugale
1951- Il conformista
1952- I racconti
1954- Racconti romani
1954- Il disprezzo
1957- La ciociara
1958- Un mese in URSS
1958- Teatro
1959- Nuovi racconti romani
1960- La noia
1960- L’automa
1962- Un idea dell’India
1963- L’uomo come fine
1965- L’attenzione
1965- Cortigiana stanca
1965- Le luci di Roma
1966- Il mondo è quello che è
1967- Una cosa è una cosa
1968- Il Dio Kurt
1968- La rivoluzione culturale in Cina
1969- La vita è gioco
1970- Il paradiso
1971- Io e lui
1972- A quale tribù appartieni
1973- Un’altra vita
1975- Al cinema
1976- Boh
1978- La vita interiore
1979- Un miliardo di anni fa
1980- Impegno controvoglia
1981- Lettere dal Sahara
1982- 1934
1982- Storie della Prehistoria
1983- La cosa e altri racconti
1985- L’uomo che guarda
1986- L’angelo della informazione e altri testi teatrali
1986- L’inverno nucleare
1987- Passeggiate africane
1988- Il viaggio a Roma
1990- La villa del venerdì e altri racconti
1993- La donna leopardo (inacabado)
2007- I due amici (póstumo)
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