DON GUILLERMO IRIBARREN, EL ESTADISTA

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DON GUILLERMO IRIBARREN, EL ESTADISTA
Por Miguel Bravo Tedin
Don Guillermo Iribarren es para nosotros el mejor gobernador de toda la historia
de La Rioja. Fue sin duda la persona más calificada para hacerse cargo del
gobierno provincial pues desde hacía más de un cuarto de siglo tenía elaborado un
completo plan de desarrollo. No fue un improvisado como tantos otros sino que fue
todo un acierto su designación por un gobierno de facto pero la historia debe
reconocer su obra de gobierno y su íntimo deseo de sacar de la postración y la
pobreza a esta provincia llena de historia y llena de problemas.
El 28 de junio de 1966 caía el gobierno del doctor Arturo Illia. En La Rioja y durante
medio año hizo de las suyas la intervención federal del comodoro Krause quien, sin
entender para nada la idiosincrasia riojana, implantó un absurdo y paródico sistema
fascista, con persecuciones, amenazas y demás que provocó la indignada reacción
popular que lo hizo objeto de mil burlas y humoradas que hicieron insostenible que
continuara en el cargo.
Comenta con acierto Armando Raúl Bazán un aspecto no bien valorado del gobierno de
facto del general Juan Carlos Onganía. Lo hace en su libro “El Noroeste y la Argentina
contemporánea” (1853-1992) al decir:
“¿Cómo se ve la presidencia de Onganía desde la óptica de las provincias mediterráneas
y especialmente desde el Noroeste? Los gobiernos de facto que se habían sucedido
desde el 30 se acordaban de las provincias solo para intervenirlas y cambiar sus elencos
de gobierno con hombres adictos. El centralismo político se agudizó y las medidas que
se adoptaban debían reflejar mimeticamente los criterios definidos desde Buenos Aires.
Los funcionarios que sirvieron en los gobiernos provinciales eran casi siempre extraños
al medio y carecían de compromiso con los problemas locales, incurriendo a veces en
desplantes autoritarios que herían la sensibilidad y la auto estimación de la gente
nativa”.
Y recuerda Bazán a un interventor surgido de la revolución del 4 de junio al que los
riojanos llamaron “El daño” que tan torpe fue que fue a vivir con su familia a la propia
Casa de Gobierno y era de verse su ropa interior en los patios de la por aquel entonces
recién construida sede del Ejecutivo.
Con Onganía, resumiendo, se instalaron en las provincias del NOA buenos gobiernos
surgidos del mismo pueblo, casi todos de excelente currícula, y en el caso particular de
La Rioja el acierto de la designación del industrial viñatero, político y empresario
chileciteño Guillermo Domingo Iribarren, el tiempo y la historia demostraron que fue el
mejor y más importante gobernador que a lo largo de su atribulada vida tuvo La Rioja.
Y completando el análisis que hace Bazán debemos mencionar que “la administración
Onganía formuló una política tendiente a la reestructuración del espacio territorial de la
Nación que privilegiaba a las regiones sobre las provincias”. La Rioja en esta
regionalización fue sacada del NOA y ubicada junto con San Luis y Córdoba en la
denominada región Centro, algo que Iribarren no aceptaría al plantear el absurdo que
significaba ubicar a la provincia más pobre junto a una de las más ricas. Pero es bueno
antes de considerar la labor del gobierno de Iribarren tener en cuenta el marco
referencial dado por esta nueva perspectiva geopolítica en la relación provincias-Nación
en la que se desarrollará este gobierno provincial que iría de enero del 67 a enero del 71.
Si hubo alguien en La Rioja con más y mejores antecedentes para asumir un gobierno,
es sin duda alguna don Guillermo Iribarren.
Nacido y criado en la actividad viñatera, en la parte final de los gobiernos de la
Concordancia ocuparía una diputación nacional en 1942-43. Fruto de ese breve paso por
la política seria un grueso libro “Temas Federales” en el que hablaba de la legalización
de las mercedes y de las tierras indivisas, del minifundio, del agua, de caminos y
explotación racional del bosque, de la minería, de los cultivos tradicionales y de cómo
hacer para sacar a La Rioja de su condición de “Cenicienta sentada sobre una silla de
oro” al decir de César Carrizo.
Lo interesante de destacar en esta curiosa y original publicación de 1944 es que se
adelanta en toda su orgánica concepción como plan integral de desarrollo no solamente
a los planes quinquenales de Perón que en La Rioja fueron más una aspiración de
deseos que concreta realidad, sino a otros intentos peronistas, desarrollistas y demás que
apenas si lograron paliar problemas puntuales, pero nunca generales.
Lo interesante es que con su libro “Temas federales” Iribarren se adelanta en casi un
cuarto de siglo al denominado Plan de Acción Inmediata que en marzo de 1967 elevaría
al gobierno nacional planteando con precisión y hondura lo que proponía como plan de
impacto para despertar de una buena vez el potencial económico de la provincia
empobrecida, postergada y olvidada. Nunca, que sepamos, nadie con tanta antelación
había logrado elaborar algo tan integral y completo como fue este plan. Y es como si
Iribarren supiera desde siempre que iba a ser gobernador e iba a poner en práctica sus
ideas.
Y que el desarrollo de su provincia fue el tema obsesivo de toda su vida lo señala el
hecho de que en febrero de 1956 daba a conocer juntamente con el ingeniero
Gumersindo Carbel el Estudio Económico de La Rioja, en el que ambos autores
sistematizan una serie de informes y aportes de industriales, ganaderos, empresarios y
especialistas en múltiples disciplinas. Es ya este plan de desarrollo un adelanto punto
por punto de lo que una década después será su elogiado Plan de Acción Inmediata.
En él, Iribarren y Carbel ponían el acento en el desarrollo de las actividades agrícolaganaderas por que ello daría lugar a las soluciones económicas y sociales, pues la
producción agraria renovadamente obtenida, sin interrupción por agotamiento de
veneros, llega a todos los estamentos del pueblo, se incorpora directamente a él, le
ofrece una vida de mayor bienestar y de menores sacrificios en sus condiciones de
trabajo; incrementa constantemente sus fuentes, crea nuevas industrias que la
complementan y sirven; es perdurable y se distribuye en un grado mayor de equilibrio
en la región de la que no emigra sino por excepción; es independiente de la influencia
exterior y posee un mayor sentido democrático.
Véanse estos conceptos de indudable sentido humanista. Ni en ese entonces, ni luego,
cuando siendo gobernador Iribarren, aplicará o prohijará la aplicación de estrictas leyes
de mercado.
Todos sus esfuerzos irán encaminados a que la economía, el desarrollo de la provincia,
no sea para el exclusivo beneficio empresario (y él era empresario hasta el “tutano”)
sino para la mayor felicidad de sus habitantes todos, para cortar definitivamente el
circulo vicioso: pobreza; marginación, emigración. Por eso los críticos que tuvo años
después, estimaron con ligereza su plan como de exclusivo contenido económico,
cuando en realidad sus objetivos iban encaminados a cortar de cuajo una secular
dependencia con la miseria.
En Estudios Económico de La Rioja de Iribarren-Carbel se hace una pormenorizada
historia, pero específicamente al analizar lo ocurrido en el siglo XX, expresan:
Al entrar en crisis la minería, arrastra en su caída a la agroproducción subsidiaria,
constituida por la ganadería y la agricultura; al cerrarse la frontera hasta entonces libre
con Chile, se interrumpe nuestro tráfico internacional. El ferrocarril que promueve el
talado de nuestros bosques degradando la tierra, encauza el comercio por nuevas y
diferentes rutas en las que encontramos vendedores pero en las que no había
compradores y consecuencia natural de todo ello fue el aniquilamiento de nuestras
explotaciones agropecuarias e industrias regionales y el empobrecimiento general.
El diagnostico de lo que le ocurría a La Rioja mediado el siglo actual era por demás
desalentador: deficiente régimen de dominio, uso y distribución de la tierra; fuentes de
producción agropecuarias e industrias básicas insuficientemente desarrolladas y con
bajos coeficientes de productividad; minería vacilante, casi siempre improvisada y en
constante y sucesivas crisis.
Comunidades indivisas desde los tiempos coloniales, con derechos y títulos precarios la
mayor parte de los 9.200.000 hectáreas de superficie de la provincia. Una cuarta parte
de tierras estériles, otra cuarta parte ociosas; más de 4 millones bajo explotación
ganadera y 23.000 hectáreas para agricultura bajo riego.
Y que el siglo XX no había sido para La Rioja beneficioso en su crecimiento lo
demuestra una escueta y sencilla estadística que, más allá de sesudas elucubraciones,
habla por si sola: en 1908 había mas de 400.000 vacas; en 1952 136.000. En 1952
menos de la mitad de esa cifra.
Y así quien seria el mejor gobernador riojano de toda su historia irá desgranando las
soluciones que permitirían el despegue de la provincia toda vez que se adoptaran en
conjunto y en tratamiento de shock. El tema de la tierra, la cantidad que permitiera
explotaciones económicas, el problema del agua para lo que haría falta una buena ley al
respecto; obras hidráulicas de todo tipo, embalses, canalizaciones, perforaciones; vías
de comunicaciones por toda la provincia; energía y luego, plantas desecadoras de la
producción frutihortícola, cooperativismo, créditos baratos…
Cuando vemos que sin ser gobierno ya Iribarren, como los ministros en la sombra de los
ingleses, había pensado, meditado y estudiado toda la problemática económica,
educativa, etc. de su provincia y elevado las mismas a consideración del gobierno
nacional de turno que, sin duda alguna, las cajoneó o tiró al basurero, se nos ocurre
pensar que la suya fue una lucha denodada y sin término por imponer sus ideas, sus
planes y expectativas para sacar a su gente del ostracismo, la desesperanza y la
postergación. Como buen descendiente de vasco, aunque varias eran las generaciones de
Iribarren que lo antecedían en La Rioja, don Guillermo aguardaría poco más de una
década para poner en práctica lo que entendía era una vía adecuada para desarrollar su
provincia.
Cuado fracasó entre escarnio, huelgas y bromas la primera intervención de Krause, la
última que le hicieron los riojanos fue dejar suelto en la Plaza 25 de Mayo un par de
cerdos embadurnados de aceite que ostentaban en sus lomos el nombre del gobernador.
Toda vez que la policía los quería agarrar se les escapaban de las manos.
Cuando se barajaron posibles nombres para gobernador de La Rioja, el nombre de don
Guillermo Iribarren se impuso. Parte de esta elección se debería a la influencia que ante
Onganía tenía el por entonces secretario Legal y Técnico de la presidencia y mano
derecha del presidente, doctor Roberto Roth, que, según, testimonio personal, “había
vivido en el oeste riojano e incluso había pasado su luna de miel en La Rioja”. Muchas
veces decisiones trascendentes tienen minúsculas y personales razones.
Don Guillermo asume el 19 de enero de 1967 el gobierno de la provincia y fallece el 11
de enero de 1971, cumpliendo casi con exactitud matemática sus cuatro años de
gobernador, trabajando incansablemente a pesar de que su larga enfermedad la soportó
la mayor parte de estos años. Había nacido con el siglo y a pesar de su salud
quebrantada aceptó la responsabilidad de llevar a la práctica su largamente meditado
plan de desarrollo, lo que logró en jornadas agotadoras, sabiendo que tenía las horas
contadas.
A su gabinete integró gente venida de todo el espectro político sin exclusiones,
pensando en el bien común.
De su discurso-programa extraemos algunas ideas-fuerza que desarrollaría con altibajos
a lo largo de esos cuatro años fundamentales. “Miro hacia la historia” –decía– pensando
que el destino acaso quiera que la Revolución Argentina levante a La Rioja de su
postración para que deje de ser lo que es y sea lo que debe ser”. Y esa invocación y
mirada a la historia en el caso particular de don Guillermo no era mera retórica pues en
su caso sí que la historia fue maestra de la vida.
Y expresaría luego: “digo que esta provincia, por su estado actual, parece llamada a
desaparecer sino se formulan y se aplican medidas adecuadas y prontas que posibiliten
integración al ser nacional”. Y dirá: “su economía de miseria es el resultado de la
concurrencia de factores extraños a ella misma, gestados y generados en el proceso de la
organización institucional del país; se ha prolongado en el tiempo por el olvido, la
indiferencia o el desconocimiento que de ella tuvieron los gobierno nacionales de todas
las épocas y está presente hoy, en forma más acentuada que nunca, por la repercusión
que en este pueblo tienen las diferentes legislaciones de alcance económico, político y
social de aplicación uniforme en el ámbito de una nación en marcha, donde La Rioja
existe con características muy particulares y carece de las mínimas condiciones que son
indispensables para soportar y aprovechar la aplicación de esas leyes. Levantarla de esa
postración económica y social no es tarea fácil.
Lo que decía don Guillermo era fruto de una larga y amarga meditación. Los discursos
inflamados referidos a tiempos de gloriosas montonera, de sangres derramadas en
holocaustos, de pueblos miserables pero indómitos, etc., no formaba parte sino de un
folklore bueno para discursos de barricadas pero inoportunos cuando de hablar de futuro
y progreso se trataba. Y de eso, precisamente, quería hablar don Guillermo. “Con la
ambición –por supuesto– de producir el Milagro Riojano”.
“La planificación de la obra a realizar debe necesariamente ser objeto de un
relevamiento previo del potencial de La Rioja”, dirá.
Refiriéndose luego a la prioridad de la minería, al estado defectuoso de la tenencia de la
tierra, a la provisión adecuada de riego, a la declinación de los stocks ganaderos.
“En nuestra provincia no existe la gran empresa de capital que no se radica en ella,
porque no encuentra alicientes que la atraigan. Las medianas y pequeñas empresas se
desenvuelven en condiciones precarias y carecen de los medios para activar –
violentamente– la riqueza potencial. No existen fuentes de créditos de inversión
extrañas al sistema bancario oficial y, consecuentemente, el crédito paralelo de usura
constituye un servicio de emergencia incorporado al medio por necesidad”.
Don Guillermo no levantaba las banderas de la falsa y pacata moralina. La usura existía,
pero era consecuencia inmediata de un círculo vicioso difícil de romper. Saneando la
economía, las cosas, por cierto, serían distintas. Y hablaría de préstamos a acordarse por
la honradez, de aplicar un régimen de promoción para radicar industrias para no seguir
siendo subsidiada por la Nación.
No veía el rancho con la ingenua visión del romántico, por eso afirmaba “que su
gobierno quiere erradicar de su territorio las villas miserias que el viajero encuentra en
cada lugar donde se detiene y toma contacto con su vida, villas miserias donde se incuba
constantemente un profundo resentimiento social, que, en mi condición de hombre
gestado en la matriz del campo, conozco bien, y en mi fuero interno lo comprendo y lo
explico”.
Y este reconocimiento de las consecuencias agraviantes de la miseria lo haría conocer
en muchas y reiteradas oportunidades.
En esbozo, en este discurso de asunción están los lineamientos de su futuro gobierno.
En una primera fase de su administración don Guillermo visita con todo su gabinete los
distintos pueblos de la provincia. Obra en su ánimo reactualizar lo que sabía y lograr
una visión de conjunto acertada y precisa con objeto de preparar con minuciosidad el
Plan de Acción Inmediata que deseaba elevar lo más rápidamente posible al gobierno
nacional.
Así en poco más de 2 meses preparó el gobierno de La Rioja un profundo,
pormenorizado e integral plan en agotadoras jornadas que mostraban no solamente el
temple del gobernador, sino su deseo de obtener resultados positivos.
Ya en abril del 67 el Plan de Acción Inmediata estaba en manos de la Nación.
Iniciándose largas y prolongadas estadías del Gobernador y su equipo de colaboradores
en la Capital Federal. La cosa comenzó a marchar bien desde un principio. Iribarren
tuvo varias entrevistas con Onganía, con su ministro de Hacienda, Adalbert Krieger
Vasena, y otros funcionarios. Y muchas, casi como una cantinela, fueron las veces que
don Guillermo, desde Buenos Aires o en La Rioja llegó a decir que “si no era aprobado
por la Nación, él renunciaría a su cargo”.
Así de simple y de concreto. Sabía, por otra parte, que no tendría segunda oportunidad.
Por su edad, por su quebrantada salud y porque sabía que tenía poco hilo en el carretel.
Una de las criticas reiteradas que se hicieron a este Plan de Acción Inmediata y a la
misma labor del gobierno provincial fue que el común de la gente, organizaciones como
la Confederación General del Trabajo, representantes políticos (aunque los partidos
políticos no tenían permiso para actuar), etc. es que ni había diálogo ni buena
información de lo que estaba elaborando en un principio y luego propiciando una vez
que el Plan estuvo Buenos Aires.
Visto con suficiente perspectiva histórica podemos afirmar que ello no fue así, porque
son numerosos y bien claros los documentos, publicaciones, conferencias de prensa,
etc., que facilitaron esta tarea esclarecedora.
El 28 de marzo del 67, a pocos más de 2 meses de asumir, don Guillermo exponía al
pueblo riojano el Plan en cuestión. “Acaso pueda calificarse como único en la historia
de La Rioja –dijo– no tanto por el equipo que lo confeccionó y ambiciona llevarlo a la
práctica, cuanto porque significa una posibilidad cierta de promover el desarrollo
económico-social de la provincia".
El plan se dividía en dos partes: una referida al necesario reordenamiento de las
disposiciones legales que permita adecuar la administración publica al proceso de
desarrollo que se va a ejecutar y la otra a las inversiones para la financiación de dicho
plan.
Muchas de las soluciones propuestas constituyen la clásica batería utilizada en casos
similares: disminución del empleo público, exenciones impositivas, blanqueo de
capitales exclusivamente para La Rioja, exención impositiva del 100 por ciento para la
minería, solución al problema de la tierra, al problema del agua, Plan de Salud Pública,
etc.
Pero fundamentalmente en este plan de impacto se contemplaba prioritariamente la
creación de fuentes de trabajo, con la obra pública, con la colonización, con la obra
pública, con la colonización, con la creación de plantas de procesamiento y desecado de
frutas y hortalizas y demás.
Lo cierto es que (de acuerdo con informantes consultados) en el gobierno de don
Guillermo, por primera vez en la historia riojana, la planta de personal de la
administración pública disminuyó en un 20%.
Y como remate de todo lo expuesto, don Guillermo, afirmó: “El rechazo de este plan
significará nuestro alejamiento”. Y añadió: “La posición del Ejecutivo no es la de un
chantajista pero de esa aprobación depende su futura permanencia”.
Ideas claras, posturas claras. ¿Para qué andar con vueltas?
Que las cosas se movieron al ritmo de las expectativas y ansiedades de don Guillermo lo
muestra el hecho que el 11 de mayo, poco más de un mes desde que fuera presentado el
Plan de Acción Inmediata, el propio Onganía le expresó que sus asesores tenían opinión
favorable respecto a la aprobación integral del Plan.
Pocos días después, dos de los asesores presidenciales llegaban a La Rioja, realizaban
una suerte de investigación de campo, y tras mostrar sus imperturbables caras de
herméticos funcionarios regresaban a la Capital Federal sin mostrar baza a los ansiosos
riojanos.
Pero entre medias sonrisas, palmadas cómplices y gestos de aprobación pasaba el
tiempo, sin que se definieran las cosas, lo que fue aprovechado por la CGT para criticar
la supuesta inacción del gobierno.
Exactamente al cumplirse el año de la caída del gobierno de Illia, Onganía recibía a
Iribarren y su ministro de Hacienda, a los que exponía su opinión favorable a las
propuestas riojanas, reiterando a su ministro de Economía pronto despacho. El 30 de
junio la totalidad del Plan riojano era aprobado por la Nación. “Con el esfuerzo de todos
–diría don Guillermo– saldremos de la postración”.
Onganía anunció la aprobación del plan riojano en la comida de camaradería del 5 de
julio y expresó razones que avalan lo escrito por Armando Raúl Bazán, que “Onganía
concedió atención preferente a las situaciones provinciales”, y “formuló una política
tendiente a la reestructuración del espacio territorial de la nación que privilegiaba a las
regiones sobre las provincias”.
Por vez primera en la historia nacional un presidente, aunque fuera de facto, hablaba de
La Rioja, en un discurso explicando su acción de gobierno. La Rioja como provincia
pobre, postergada. “Vaya el ejemplo –dijo– de una provincia que fue de las que más
contribuyeron a nuestra emancipación nacional”.
El Plan que a mediados del 67, con el apoyo total de la Nación, se puso en marcha a
más de un ambicioso plan de obras públicas, caminos, telecomunicaciones, aeropuertos,
créditos generosos, construcción de edificios públicos, viviendas populares, escuelas,
etc. como créditos, exención impositiva y demás tenía fundamentalmente dos patas: la
solución definitiva del tema de la tierra y solucionar de una vez por todas el problema
del agua.
Así, de inmediato, una verdadera catarata de licitaciones de todo tipo, mostraban que el
“milagro riojano” comenzaba a concretarse.
En estos tiempos habrá una dinamización impresionante de toda la labor administrativa.
En todo el ámbito provincial se hacen cosas.
Pero así como están lo que opinan bien, también están (y son muchos) los que les parece
muy mal, la política implementada.
Y eso se pone al desnudo cuando durante casi dos meses el diario “El Independiente”
publica casi medio centenar de entrevistas a los más significativos referentes de la
actividad cultural, económica, religiosa, política, que se despachan a su gusto. La
mayoría acepta lo que se estaba haciendo, pero otros, al contrario, realizaron duras
críticas. Más que nada tildaban el plan de poco conocido, de un sinfín de aspiraciones,
de no tener en cuenta a la gente, de ser un elaborado plan para ayudar a los ricos y así
por el estilo.
Y no creemos que don Guillermo las desconociera o echara en saco roto, simplemente,
pensamos que creyó oportuno mirar para adelante y meterle pata. Habían llegado los
tiempos de hacer. Y a eso, precisamente, dedicó entusiastamente los últimos cuatro años
de su laboriosa vida.
Y cientos de colonias en el valle Antinaco-Los Colorados, en Mazán, Arauco, surgieron
y mostraron las bondades de una tierra generosa; y se trazaron miles de kilómetros de
caminos de primera calidad y surgieron represas, plantas desecadoras de hortalizas,
frigoríficos, y miles y miles de etcéteras de todo tipo.
Los establecimientos rurales eran a todos luces primitivos, pues al carecer de títulos
legales, mal podían acceder los propietarios rurales a algunos créditos de fomento.
La regularización de la tierra se haría en un lapso no mayor a los 10 años, a un
promedio de 170.000 ha por año, pero este como tantos otros planos quedaron o a
medio hacer o en aguas de borrajas. En realidad de toda la tierra por procesar lo hecho
hasta fines de siglo no pasa de un 30% y así en la actualidad la gran parte de la tierra
sigue exactamente igual a como era en tiempo de la colonia.
Pero además don Guillermo impulsó un amplio plan de construcciones viales y la
provincia a partir de los años 70 llegó a tener una de las mejores redes viales del país.
Se solucionó gran parte de la electrificación rural, todos los pueblos o núcleos urbanos
contaron con electricidad y agua potable, mejoraron las comunicaciones en todo sentido
y comenzó en el valle Antinaco-Los Colorados, la más importante, sabia y lógica
colonización que hasta entonces hubiera encarado la provincia. Se alentó con créditos la
plantación de uva de la variedad torrontés riojano, se alentó la radicación de muchas
familias, y muchos fueron los sanjuaninos, cordobeses y mendocinos que se instalaron
en la zona de Chilecito, no ocurriendo otro tanto con los riojanos. Y se construyó la más
importante fábrica de enlatado y procesamiento de frutas y hortalizas, COFILAR que en
su momento fue la planta más moderna de Sudamérica.
Hubo muchas empresas que se radicaron en La Rioja y quizá de haber seguido este
ímpetu de hacer y construir La Rioja ya habría logrado los índices de estabilidad y
producción, de crecimiento y desarrollo que don Guillermo en sus planes previó. Pero,
lamentablemente, este vertiginoso proceso apenas si tuvo 4 años. En 1971, muerto en
funciones don Guillermo, los gobierno de facto y legales que lo sucedieron no supieron
en absoluto acentuar y proseguir con los planes establecidos. Y así COFILAR
desapareció, no se prosiguió con el procesamiento e integración de la tierra al proceso
productivo, los planes para construir plantas frutihorticolas y desecadoras fracasaron en
todo el ámbito provincial.
Y lo que sí comenzó a despuntar como constante en estos y posteriores gobiernos fue el
crecimiento desmesurado e irracional del puesto público, llegando 20 años después a ser
La Rioja, luego de Formosa, la provincia donde el crecimiento del puesto público ha
sido mayor.
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