Brasil en la OMC y perspectivas de bloqueo del acuerdo de

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REBRIP – RED BRASILERA POR LA INTEGRACIÓN DE LOS PUEBLOS
Brasil en la OMC y perspectivas de bloqueo del acuerdo de Hong Kong
Introducción
Este documento sistematiza las evaluaciones realizadas por la REBRIP sobre la
evolución de las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC. Siendo una red
brasilera, el foco de nuestra actuación ha sido, desde siempre, la disputa en la
correlación de fuerzas dentro de Brasil, cuyo resultado define la posición negociadora
brasilera en el ámbito de la OMC. El objetivo del documento, por lo tanto, es analizar
no tanto el cuadro general, sino más específicamente el papel del gobierno brasilero en
las negociaciones y, de nuestra parte, el intento de bloquear el avance del acuerdo de
Hong Kong.
Antes de entrar en la evaluación y perspectivas del período más reciente (post- Acuerdo
Marco de Julio de 2004 y Hong Kong), es importante señalar el elemento de fondo con
el cual Brasil se mueve en el ámbito de la OMC. Desde la Ronda de Uruguay los
gobiernos brasileros están buscando en el GATT y posteriormente en la OMC, la
liberalización del comercio agrícola. La prioridad de los diversos gobiernos brasileros
de 1996 a 2002 fue siempre la búsqueda de la ampliación del acceso a los mercados de
productos agrícolas en EEUU y Europa, a través de la reducción de barreras tarifarias y
no tarifarias, eliminación de los subsidios a la exportación y reducción substancial del
apoyo doméstico en esos países. Para eso, Brasil actuó esencialmente a través de una
coalición de países agro-exportadores (desarrollados y en desarrollo), conocido como el
grupo de CAIRNS.
Desde su inicio, el gobierno Lula no dejó dudas sobre su compromiso y sobre la
prioridad que daría a la OMC y a una solución para la Ronda de Doha. En su
percepción, el ámbito multilateral sería más favorable para Brasil porque allí la
configuración de fuerzas sería mejor que aquella de los acuerdos regionales y
bilaterales, donde Brasil aisladamente, tendría que medir fuerzas con EEUU y la Unión
Europea. El nuevo gobierno, por lo tanto, invirtió sus esfuerzos negociadores en dos
frentes: de un lado, buscó vaciar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y,
de otro, buscó viabilizar los intereses comerciales de la agricultura exportadora
(fundamentalmente el llamado agro-negocio o agricultura patronal) y de los demás
grandes sectores exportadores por medio del avance de la Ronda de Doha. Junto a las
movilizaciones populares en Brasil y en todo el continente, esta estrategia
gubernamental ayudó a obstruir la principal estrategia de dominación del gobierno de
EEUU para nuestra región, el ALCA. Actualmente, el imperialismo continúa buscando
imponer acuerdos de libre comercio bilaterales en la región, pero también están
despertando fuertes resistencias populares en los países latinoamericanos e incluso en
EEUU.
Como mencionábamos anteriormente, el gobierno Lula dio continuidad a la política
comercial de los gobiernos anteriores en un aspecto fundamental: la liberalización del
comercio agrícola. Lula buscó la liberalización a través de una nueva política de
alianzas en la OMC, donde la centralidad del Grupo CAIRNS en la estrategia brasilera,
dio lugar a una nueva alianza con las mayores economías del mundo en desarrollo,
resultando en la creación del G20, donde se destacaba Brasil, Sudáfrica, India y China.
Por un lado, ese cambio en la política de alianzas, corresponde al posicionamiento
político del nuevo gobierno que busca una mayor integración política y económica SurSur. De hecho, Lula insertó su política de comercio dentro de una visión geopolítica que
cambió el eje de la política externa brasilera hacia el Sur, al contrario del gobierno
anterior de Fernando Enrique Cardoso, que apostaba al ALCA y a las relaciones con
EEUU y Europa.
Por otro lado, la nueva política de alianzas, llevada a cabo por el gobierno brasilero en
la OMC correspondió también a un análisis pragmático de la ineficacia del grupo de
CAIRNS para lograr la liberalización agrícola. Poco antes de la reunión ministerial de
Cancún, quedó claro que el Grupo de Cairos no se dispondría a enfrentar la propuesta
agrícola conjunta de EEUU y UE. Frente a eso, Brasil lideró la formación de un grupo
pragmático que tenía como objetivo central la eliminación de los subsidios a la
exportación y la reducción substancial del apoyo doméstico en la UE y en EEUU. Para
lograr aproximarse a India, la ambición brasilera en acceso a los mercados fue reducida,
aunque temporalmente. Con el mismo objetivo de atraer a otros países en desarrollo que
no son agro-exportadores, el tratamiento especial y diferenciado pasó a ocupar más
espacio en la agenda del nuevo grupo.
A pesar de que hayan ocurrido cambios en la política de alianzas e incluso algunos
cambios en el contenido de las posiciones negociadoras ( relativización del acceso a los
mercados e incorporación del tratamiento especial y diferenciado) el gobierno Lula
mantuvo la búsqueda de la liberalización agrícola en el corazón de su agenda, teniendo
que buscar una estrategia y una política de alianzas al mismo tiempo ofensiva y
programática. Pero el movimiento del actual gobierno brasilero, sobre todo en Cancún,
tuvo un resultado político de la más alta relevancia: produjo un quiebre en el ambiente
existente hasta 2002 en el sistema multilateral de comercio, habiendo alterado la
balanza de poder y el proceso decisorio en la OMC.
Sin embargo, el gobierno actual no alteró un elemento central de la política comercial
reciente: en nombre de la liberalización agrícola, Brasil siempre estuvo de acuerdo en
hacer concesiones en otras áreas de la negociación, por ejemplo las concesiones en
propiedad intelectual (TRIPS) en la Ronda de Uruguay para conseguir un fallido
acuerdo agrícola, y mas recientemente dio nuevas señales con las concesiones en
NAMA y en servicios. La postura negociadora en los trade-offs de agricultura por otros
temas, fue siempre la marca de Brasil, lo que refleja el peso que tienen las exportaciones
agrícolas en el mantenimiento de la política económica y en la generación de saldos en
la balanza comercial. Refleja también el inmenso peso que tiene el agro-negocio en la
estructura de poder político de la sociedad brasilera – entre otros ejemplos, esto se
expresa en la bancada rural y en la incapacidad de todos los gobiernos de resolver el
problema histórico-estructural que marca fuertemente a la sociedad brasilera: el
latifundio. Ningún otro sector económico tiene tal relación orgánica con las estructuras
de poder en Brasil.
Cabe destacar otro factor importante para la formación de la posición negociadora de
Brasil en la OMC durante el gobierno Lula, esto es, la apertura a la participación de
organizaciones, redes y movimientos sociales. De hecho, el gobierno Lula avanzó como
nunca en relación a la transparencia y a nuestra inclusión en el debate interno de
formación de la posición brasilera. El hecho de que hayamos sido incluidos en el juego
no significa, sin embargo, y de ninguna manera, que el gobierno haya adoptado nuestras
posiciones. A pesar de que existan más canales de diálogo, nuestras divergencias en
relación a la posición del gobierno en la OMC y en otras negociaciones comerciales son
conocidas y explicitadas de forma permanente.
Todavía falta mencionar que, a diferencia de otros gobiernos, con el gobierno actual
también se sientan en la mesa de negociaciones ministerios (como el de Desarrollo
Agrario, de Medio Ambiente y otros) sensibles a las reivindicaciones de los
movimientos sociales. La combinación de presiones desde la sociedad civil y desde esos
ministerios ha garantizado algunos avances en las posiciones negociadoras del país, por
ejemplo, en la defensa de la agricultura familiar y campesina frente a las amenazas del
“libre comercio”.
Cancún – Brasil lidera la formación del G-20
El gobierno Lula enfrentó su primera reunión ministerial de la OMC en Cancún. Esta
conferencia fue precedida por varios fracasos en la búsqueda de acuerdos sobre
modalidades, además de una nueva ley agrícola de EEUU que ampliaba los subsidios, y
de una reforma de la PAC considerada para algunos como insuficiente. En agosto de
2003, EUA y UE presentaron una propuesta conjunta sobre agricultura que contrariaba
el mandato agrícola de Doha (eliminación de todos los subsidios a la exportación;
reducción substancial del apoyo doméstico y ampliación substancial del acceso a los
mercados agrícolas). Algunos países del grupo CAIRNS se mostraron dispuestos a
considerar esa propuesta conjunta como base para las negociaciones. En ese momento,
quedó claro para Brasil que el grupo CAIRNS no tendría condiciones de enfrentar la
propuesta conjunta y, a partir de allí, le propuso a India, Argentina y Sudáfrica la
creación de una nueva coalición que se concentraría en la eliminación de los subsidios a
la exportación y el apoyo doméstico. Este grupo presentó una propuesta agrícola
alternativa, y de inmediato atrajo a varios países. Allí comenzó a ser conocido como
G20. La nueva coalición rechazó la propuesta de texto base presentada por el
coordinador agrícola (Pérez del Castillo) por considerarla demasiado pro-EEUU y UE, y
exigió que todas las propuestas fueran llevadas a Cancún. La creación del G20 fue, por
lo tanto, resultado de la falta de disposición de CAIRNS para combatir la propuesta
conjunta, de la disposición del gobierno Lula de buscar una nueva alianza y de enfrentar
de forma más directa a EEUU y a la UE en la búsqueda de la liberalización agrícola, y
de la capacidad de formulación de propuestas técnicas del grupo, clave para confirmar
su carácter pragmático.
La creación del G20 tuvo diversas interpretaciones en Brasil. El agro-negocio
inicialmente se opuso a la nueva estrategia del gobierno brasilero. Para algunos líderes
de este sector la relativización de la centralidad del acceso a los mercados era una
concesión inaceptable. El gobierno, sin embargo, consiguió rápidamente convencer al
agro-negocio de que el G20 era en realidad la forma más eficaz de conseguir una
liberalización agrícola en las áreas posibles (subsidios). Las organizaciones de la
sociedad civil consideraron el surgimiento del G20 como una oportunidad para, por un
lado, alterar la correlación de fuerzas en la OMC, con la nueva configuración más
favorable a los países en desarrollo y, por otro lado, como una oportunidad de bloquear
las negociaciones. Nuestro apoyo al G20 se dio por la percepción de que a través de éste
sería posible mostrar la necesidad de una nueva “geografía política”, aunque todavía
insuficiente para los movimientos sociales, ya que la coalición se proponía a disputar el
juego dentro de los parámetros del libre comercio, y nunca enunció su interés en lanzar
las bases de nuevos paradigmas.
Luego del fracaso de Cancún, las organizaciones de la sociedad civil brasilera y global
intensificaron el diálogo con el G20. En varios momentos buscaron influenciar la
coalición en el sentido de ampliar su agenda anti-subsidios agrícolas, hacia una agenda
contra los nuevos temas y contra la liberalización en servicios y en bienes industriales.
En todas esas oportunidades, los líderes del G20 dieron la misma respuesta para todos
los interlocutores, resaltando dos cuestiones i) El G20 es una coalición básicamente
agrícola y cualquier ampliación de la agenda del grupo comprometería su unidad y
eficacia; ii) El G20 es una coalición pragmática, dispuesta básicamente a negociar y
presentar sus propuestas en los momentos de negociación.
No obstante, cuando fueron retomadas las negociaciones, el G20 mantuvo esa posición.
Al mismo tiempo, el tema del acceso a los mercados volvió a tener una mayor
centralidad, y una vez más el G20 elaboró propuestas que comenzaron a dar forma a las
negociaciones sobre este tema. En ese período fue creado el Grupo de las Cinco Partes
Interesadas – FIPs en inglés – en el cual Brasil e India fueron ascendidos al pequeño
grupo donde se negoció la reanudación de la Ronda. Siguiendo la lógica de la posición
negociadora brasilera, Brasil dio nuevas señales con las concesiones en servicios, en
NAMA e hizo concesiones, de hecho, en agricultura (caja azul y productos sensibles) en
la búsqueda pragmática de un resultado final que significase alguna liberalización
agrícola.
Las organizaciones de la sociedad civil brasilera evaluaron y comprendieron desde el
inicio los límites y las oportunidades del G20. En la disputa interna, algunas
organizaciones y movimientos sociales reforzaron el cambio en la configuración de
poder, apostando, a diferencia del gobierno, al fracaso de la Ronda. Otras también
utilizaron la creación del G20 para profundizar la disputa interna con el agro-negocio,
como fue el caso de algunos sectores de la agricultura familiar que vieron en el ascenso
de la discusión del trato especial y diferenciado en el G20, una oportunidad para luchar
contra el agro-negocio, y para que el gobierno brasilero adoptase una posición inédita de
defensa de productos especiales y mecanismos especiales de salvaguardia. En ambos
casos, sin embargo, estas organizaciones y movimientos brasileros siempre fueron
concientes de que se trataba de un grupo pragmático y pro-acuerdo.
La política comercial del gobierno Lula comenzó a ser tema de debate en la oposición.
La derecha comenzó a atacar agresivamente al gobierno actual por el desplazamiento de
la política externa hacia el eje Sur-Sur, habiendo usado todos los recursos de los medios
de comunicación disponibles para descalificar, por ejemplo, la propuesta brasilera de
vaciamiento del ALCA. Estos sectores llegaron incluso a intentar desautorizar al propio
Ministerio de Relaciones Exteriores como el conductor de las negociaciones de
comercio, y llegaron a caracterizar la posición de Brasil en el ALCA y también su
liderazgo en el G20 como una estrategia ideológica y atrasada que comprometía la
inclusión de acuerdos comerciales que podrían beneficiar a la agricultura patronal. Ese
mismo debate volverá seguramente en la campaña electoral de 2006, donde la oposición
retomará su crítica a la supuesta intransigencia e ideologización de las negociaciones
comerciales del actual gobierno. Este es otro de los factores que lleva al gobierno Lula a
buscar un acuerdo, haciendo concesiones hasta en agricultura.
Hong Kong
Más allá de la posición de fondo descripta anteriormente, i.e., la apuesta de Brasil en la
OMC, en Hong Komg se agregaron dos factores más: en primer lugar, el gobierno Lula
estaba entrando en su último año de mandato y en la campaña electoral por la
reelección. Salir de Hong Kong con un acuerdo sería un elemento de defensa importante
contra las acusaciones venidas de adversarios políticos, de que este gobierno habría
imposibilitado todos los acuerdos en negociación. Con el acuerdo de Hong Kong, Lula
tendría un importante resultado a ser presentado en su campaña. Otro factor es que, en
la percepción de los negociadores brasileros, la supervivencia institucional de la OMC
sería fundamental en un momento marcado por la paralización de las negociaciones del
ALCA y del acuerdo UE-Mercosur – recordando que en las Américas sólo el
MERCOSUR no está negociando, o todavía no firmó, acuerdos de libre comercio con
EEUU y/o UE y, por lo tanto, hay muchas presiones y un enorme costo político para
Brasil, al ser apuntado como el responsable por la parálisis de todos los tableros de
negociación.
La combinación de estos factores llevó a Brasil a apostar a la supervivencia institucional
de la OMC. Esto significó incluso una alteración de su posición negociadora clásica,
i.e., de aceptar un acuerdo basado en trade-offs entre ganancias para el agro-negocio y
concesiones en los demás temas. En Hong Kong, desde el inicio Brasil anunció que
buscaba una demostración de buena voluntad por parte de EEUU y la UE a través de
algunos avances simbólicos, como la definición de la fecha límite para la eliminación de
los subsidios a la exportación. Eso significó un retroceso en la agenda agrícola de Brasil
y del G20, demostrando una sustancial flexibilidad y disposición en la búsqueda de un
acuerdo. A cambio de una promesa vaga y cosmética en agricultura, Brasil acordó
firmar compromisos en NAMA y en servicios que, si se concretan, constituirán un alto
riesgo para el desarrollo nacional. Está claro que esa postura en NAMA estaba bajo la
presión del Ministerio de Economía, que intenta imponer a la posición brasilera la
hipótesis de que Brasil tendría “excedentes” a ser cortados en sus tarifas industriales, y
que tales cortes serían beneficiosos para la competitividad de la industria brasilera y
para permitir la reducción de las tasas internas. En suma, Brasil tenía necesidades de
naturaleza comercial y político-electoral para salir de Hong Kong con un acuerdo.
Desde el Acuerdo Marco de Julio de 2004 el movimiento global, que siempre estuvo
marcado por visiones y estrategias heterogéneas, venía caminando rumbo a
evaluaciones cada vez más convergentes, que apuntaban hacia la certeza de que
cualquier acuerdo sería malo y que sería necesario que intentásemos actuar para
bloquear el avance de la Ronda. El Acuerdo de Julio apuntó hacia una arquitectura muy
desigual, definiendo lo que serían los productos sensibles para EEEUU y la UE. Hong
Kong fue la continuidad del Paquete de Julio; por otro lado, definió lo máximo que
estos países concederán en agricultura, pero por otro lado no definió hasta donde irán
las concesiones que deberán hacer los países del Sur en NAMA y en servicios.
La nota final de la REBRIP en Hong Kong, “OMC: Pasos Virtuales, Peligros Reales”,
afirma que “el punto fundamental, incluso para la agricultura, es la conclusión de que es
necesario continuar el proceso de negociación para que se pueda llegar al fin de las
discusiones de la Ronda. Incluso estando todo condicionado, fueron introducidos puntos
que representan peligros reales, y que a partir de ahora servirán de referencia para las
negociaciones de bienes industriales y servicios. Sobre bienes industriales, con la
inflexión de los negociadores brasileros y otros, se acabó aceptando la adopción de la
fórmula suiza (cortes superiores para las tarifas más altas). Se oficializó la negociación
cruzada entre apertura en bienes industriales y bienes agrícolas, que si es llevada
adelante puede cristalizar la primarización de la producción en los países en desarrollo
exportadores de commodities agrícolas, como Brasil, con fuerte efecto negativo sobre el
empleo industrial y sobre la capacidad de los países del Sur de formular políticas
industriales. En servicios, los principales peligros están en el Anexo C, que se refiere a
la posibilidad de llevar adelante negociaciones plurilaterales, sumado al sistema de
negociación por oferta y demandas cristalizado en el GATS, y a la inclusión de un
refuerzo a la discusión de compras gubernamentales.”
Perspectivas: la lucha para bloquear el actual acuerdo en la OMC es parte de
nuestra lucha para cambiar el modelo económico
Consideramos que, si el gobierno brasilero mantiene su actual posición negociadora, el
acuerdo sólo será evitado si la sociedad civil muestra a la opinión pública brasilera los
prejuicios que se avecinan, y si conquista el apoyo activo de los sectores económicos y
sociales que serán afectados, para luchar contra las concesiones que deberán ser hechas.
Es necesario hacer crecer la presión desde la sociedad contra las concesiones en temas
claves que están siendo negociados y de los cuales depende el devenir de la ronda.
Sin embargo, tenemos un calendario corto e incierto (los momentos decisivos en
Ginebra están todavía en abierto), sumado al hecho de que el Parlamento esté apuntando
a las elecciones, y también a que nada ni nadie en Brasil va a funcionar en junio y julio,
debido a la Copa del Mundo.
Nuestra perspectiva debe ser la de dar el máximo de visibilidad a las pérdidas para la
sociedad brasilera derivadas del acuerdo de Hong Kong y hacer que desde la sociedad
civil se presione a los negociadores brasileros contra las concesiones en estos puntos.
Entendemos que la presión sobre los negociadores será tanto más efectiva cuanto más
rápida sea.
Pero es importante señalar que sería un equívoco del movimiento global, y de la
REBRIP, apostar a una estrategia de bloqueo del acuerdo de Hong Kong que esté
centrada exclusivamente en un cambio de la postura del gobierno brasilero. No estamos
proponiendo aquí conseguir que el gobierno cambie su orientación política en este
terreno, sino que la presión venida desde la sociedad dificulte el desarrollo de esta
política y ayude a bloquear el conjunto de las negociaciones.
La REBRIP propone, por lo tanto, dialogar con la Campaña Brasilera contra el
ALCA/OMC y con los aliados del movimiento global sobre la implementación de un
plan de acción basado en la identificación de esos puntos clave de oposición al acuerdo,
divulgarlos ampliamente, movilizar a la población para presionar al gobierno y, así,
paralizar y descarrilar las negociaciones.
Además de eso, debemos buscar profundizar el compromiso de sectores que son más
próximos a nosotros ( Ministerios – Ministerio de Desarrollo Agrario, Secretaría de las
Mujeres, Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Trabajo – Secretaría General de
la Presidencia, sectores “amigos” del Ministerio de Relaciones Exteriores).
Los temas que tienen potencial para bloquear las negociaciones incluyen: los impactos
de NAMA en el empleo (pérdida y precarización de empleos industriales,
desindustrialización) y sobre el medioambiente/biodiversidad; sectores clave en
servicios
(energía,
educación,
compras
gubernamentales,
servicios
ambientales/saneamiento, entre otros); los recortes tarifarios en leche e impactos sobre
la agricultura familiar y campesina. Podemos también utilizar como ejemplo la actual
coyuntura del dólar bajo y del aumento de las importaciones, los respectivos impactos
en la producción local, y cómo un acuerdo NAMA tal como está siendo negociado
dejaría a estos sectores aún más desprotegidos.
Nuestra iniciativa debe concentrarse en un calendario cuyo punto de llegada es el
Consejo General de la OMC el 15 y 16 de mayo. Luego de varias consultas, llegamos a
la siguiente sistematización de iniciativas propuestas:
1) Movilizaciones
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8 de marzo: Fue un éxito. El panfleto que hicimos para la Campaña estuvo listo a
tiempo y fue masivamente distribuido en las manifestaciones en Porto Alegre, São
Paulo y Río de Janeiro. Hubo también pancartas y estuvieron previstos discursos de los
movimientos sobre la OMC.
27 o 28 de marzo, Curitiba, COP : Momento clave, donde colocaremos peso. En estas
fechas MST y FETRAF estarán acampados en Curitiba. Haremos actividades de
formación y movilizaciones junto con FBOMS, CMS, movimiento sindical,
movimientos del campo y muchos otros. Instalaremos una carpa con una programación
de actividades de formación, muchos materiales (ver abajo), estrategia de prensa, y
haremos una manifestación.
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29-30 de marzo: Plenario de la Campaña contra el ALCA y evento del Grito de los
Excluidos: proponer colocar la OMC en la agenda y distribuir materiales.
17 de abril: movilizaciones del MST (hasta el 1° de mayo). Garantizar materiales
(panfletos, pancartas, cuadernillos, programa de radio, etc)
Colocar el tema en los actos del 1° de mayo;
Momento clave: Consejo General de la OMC, 15 y 16 de mayo. Actividad de
formación (1° día) y vigilia/movilización (2° día) en Brasilia
Crucial para las movilizaciones: MATERIALES
La Campaña imprimirá 40 mil panfletos más. Haremos un panfleto específico para
Curitiba.
Haremos un cuadernillo con una actualización post-Hong Kong, con casos e impactos
concretos.
Producción de un programa de radio a ser distribuido para radios comunitarias y de los
movimientos/entidades.
También se hará un esfuerzo de comunicación de masas a través de outdoors y
busdoors
Pancartas: El Grupo de Trabajo sobre Agricultura ya produjo algunas para el 8 de
marzo en Porto Alegre. Ahora es necesario hacer otras sobre servicios, NAMA,
biodiversidad, Propiedad Intelectual y general para Curitiba, Brasilia y Foro Social
Brasilero.
Carpa con materiales en la COP
2) Presión/incidencia sobre el gobierno:
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COP, Curitiba: Discursos públicos de sectores “amigos” del gobierno de
cuestionamiento a las negociaciones e impactos sobre la biodiversidad y el
medioambiente.
Conferencia de la Secretaria Internacional del PT, 31 de marzo y 1° de abril – momento
de inicio del montaje del programa de gobierno del segundo mandato de Lula. La
REBRIP fue invitada para exponer.
Momento clave: Seminario Regional del GT Servicios, Brasilia, 26 a 28 de abril. La
propuesta es invitar aliados y representantes de gobiernos de América del Sur, con el
objetivo de intentar comprometer públicamente a Brasil con las posiciones de los
gobiernos sudamericanos, con foco en los servicios. En esa ocasión organizaremos
también una audiencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores, desayuno con
diputados, y conferencia de prensa.
Pendiente: NAMA: iniciativa con el Ministerio de Trabajo? Actividad en el CONEX?
Reuniones específicas con ministerios próximos a nosotros;
Sobre servicios: iniciativa con el Ministerio de Justicia
3) Diálogo con el movimiento global
- Traducir este documento de REBRIP sobre el balance de la actuación de Brasil en la
OMC a inglés y español.
- Seminario OMC durante el FSB y conferencia de OWINFS. También incluir el eje
OMC en la marcha del FSB
El compromiso de la REBRIP con este plan de acción es total frente a la necesidad de
evitar una derrota política considerable – en caso de que el acuerdo de Hong Kong
avance – para el movimiento global y para las organizaciones, redes y campañas de
nuestro campo político en Brasil. Tenemos la responsabilidad de hacer todo lo que esté
a nuestro alcance para seguir el curso de las victorias acumuladas desde que
conseguimos parar el ALCA, el acuerdo UE-Mercosur, y las ministeriales de Seattle y
Cancún. A pesar de ser difícil, descarrilar Hong Kong todavía es posible y sobre todo
necesario para que no se revierta la trayectoria de victorias que hemos acumulado contra
el neoliberalismo y específicamente contra el libre comercio en América Latina.
Rio de Janeiro, marzo de 2006
REBRIP – Red Brasilera por la Integración de los Pueblos
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