Cerámica y vidrio

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CERÁMICA Y VIDRIO .Pág. 1 a 35
LA CERÁMICAPág. 1 a 22
• IntroducciónPág. 1
• Asia orientalPág. 1 a 6
• América Precolombiana..Pág. 6 a 9
• La cerámica en occidentePág. 9 a 17
• Tipos de cerámica.......................................Pág. 18 a 22
♦ Cerámica Cardial
♦ Cerámica de Ayaucho
♦ Cerámica de Delft
♦ Cerámica de Puebla
♦ Cerámica de Talavera
♦ Cerámica Hispanomusulmana
♦ Cerámica Precolombiana
♦ Cerámica Raku
EL VIDRIOPág. 23 a 35
♦ IntroducciónPág. 23
♦ El vidrio como arte.Pág. 23 a 31
♦ Vidrios de uso comercialPág. 31 a 35
USOS Y APLICACIONES
♦ La cerámica.Pág. 36 a 39
♦ El vidrio..Pág. 40 a 45
CERÁMICA DE TERUEL..........................Pág. 46 a 48
♦ Proceso de fabricaciónPág. 46 a 48
EL FUTURO DE LA CERÁMICA.Pág. 49 a 50
INTRODUCCIÓN
Cerámica, vasijas y otros objetos hechos de arcilla endurecida por cocimiento en horno. La
naturaleza y el tipo de la cerámica están determinados por la composición de la arcilla, el
método de su preparación, la temperatura a la que se ha cocido y los barnices que se han
utilizado. Se distingue de la porcelana por ser porosa y opaca. Como se cuece a temperatura
más baja que ésta no llega a vitrificar. El término alfarería se suele emplear para designar a la
cerámica primitiva o de carácter popular, generalmente de uso doméstico.
ASIA ORIENTAL
Los principales centros de cerámica en Asia oriental se encuentran en China, Corea y Japón.
China
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Jarra neolítica china
Esta jarra de Gansu, al noroeste de China, data de alrededor del 2600 a.C. y es un ejemplo
antiguo de trabajo al torno. Es probable que fuese una urna funeraria. El cuerpo de color
amarillo está decorado con motivos en negro y pardo rojizo.
Durante el neolítico la cerámica china se hacía con rollos de arcilla, golpeando después las
láminas con una paleta; a finales de ese periodo (II milenio a.C.) las vasijas se hacían en un
principio a mano y después se les daba un acabado en el torno. En Gansu, al noroeste de
China, durante el periodo Pan−Shang, se hacían vasijas con una arcilla de textura muy fina
que se cocía hasta alcanzar un color pardo rojizo o amarillento y se pintaban con pigmentos
minerales aplicados con pincel, haciendo dibujos de trazo grueso con forma de espirales.
Estas piezas pueden datarse en el año 2600 a.C., época en la que los hornos eran de tiro
sencillo. El fuego se encendía bajo las piezas y unos agujeros de ventilación en el suelo
provocaban que las llamas y el calor subieran. La cerámica de Longshang, en las llanuras
centrales, se hacía con el torno. Entre las diversas formas de los recipientes chinos del
neolítico hay vasijas de tres pies, aguamaniles, urnas, tazas, ánforas y copas altas.
Periodo Shang
Las formas prototípicas del neolítico fueron la base para las vasijas de bronce del periodo
Shang (c. 1766−1122 a.C.), del cual se han hallado moldes de arcilla de gran calidad
utilizados para el vaciado de bronce. La cerámica Shang era principalmente de cuatro tipos, la
mayoría de los cuales se realizaba en la capital, Ngan−yang, en la actual provincia de Hunan.
El primer tipo era continuación de la tradición neolítica, de orden funcional, en arcilla tosca
gris, con decoración de cuerda impresa o con motivos geométricos incisos; el segundo
consistía en una imitación en gris oscuro de las vasijas de bronce; el tercero lo formaba la
cerámica blanca con una fina decoración que imitaba los diseños del bronce, y el último lo
constituía el gres vidriado.
Del periodo Zhou a las Seis Dinastías
Los soldados del ejército imperial
Cuando el emperador Shi Huangdi, de la dinastía Ch'in, murió en el 210 a.C., fue enterrado
junto con más de 6.000 figuras de soldados y caballos de terracota de tamaño natural. Las
figuras reproducen el ejército imperial y cada rostro es diferente. Se cree que su fin era el de
vigilar la tumba y proteger al emperador durante su otra vida.
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Todos los tipos de cerámica del periodo Shang, excepto la blanca, continuaron realizándose
en el periodo Zhou (c. 1122−221 a.C.). La loza roja tosca con barniz de plomo se empezó a
hacer en la época de los Reinos Combatientes (403−221 a.C.) y también imitaba al bronce. En
el sur se hacía gres con un barniz pardo pálido y con formas sofisticadas.
El descubrimiento en 1974 del ejército de terracota de Qin Shi Huangdi, primer emperador de
la dinastía Ch'in (221−206 a.C.), que forman un conjunto de más de 6.000 soldados y caballos
de tamaño natural enterrados en formación militar, ha aportado nuevas dimensiones al
conocimiento del arte de los antiguos ceramistas chinos. Estos hermosos retratos idealizados,
con detalles diferentes en sus ropajes, fueron realizados con tosca arcilla gris. Las cabezas y
las manos, cocidas por separado a las altas temperaturas propias de la loza, se colocaron en
los cuerpos una vez realizados éstos y después se pintaron con pigmentos minerales brillantes
(procedimiento llamado decoración en frío), que en su mayoría se han ido desprendiendo.
En la dinastía Han (206 a.C.−220 d.C.) se siguieron haciendo figuras funerarias y objetos
decorados con moldeado y pintura, entre los que hay casas, figuras humanas e incluso
hornillos. Los ladrillos a veces se decoraban con escenas cotidianas de personas y animales.
También se fabricaba gres de color gris con grueso barniz verde y loza rojiza.
Durante la época de las Seis Dinastías (220−581 d.C.) empezó a aparecer el gres celadón,
precursor de la porcelana del mismo nombre. (Los celadones son barnices transparentes con
pigmentos de hierro, cocidos en horno de reducción que producen tonalidades gris suave, azul
o verde pálidos o pardo oliváceo.) Se denominaba cerámica yue (verde) y no tenía tanta
influencia de los objetos de bronce como la cerámica anterior. Las jarras, los aguamaniles y
los platos se fueron haciendo más delicados de línea y de contorno más clásico y algunos se
ornamentaron con incisiones o moldeados sencillos.
De la dinastía Tang a la dinastía Song
Camello de cerámica Tang
Muchas de las figuras funerarias realizadas para las tumbas de los nobles pertenecen a la
dinastía Tang de China. Están realizadas en terracota vidriada y representan a sirvientes,
caballos y otros animales, como este camello. Típicos de ese periodo son los colores crema,
verde y pardo.
Durante la dinastía Tang (618−907 d.C.) se siguieron realizando figuras funerarias y gres, que
muestran en su estilo influencias de Asia central. Los cuencos y barreños con decoración
tallada se exportaban a la India, al sureste de Asia y al imperio musulmán. Hay dos
importantes tipos de cerámica que caracterizan este periodo: uno de ellos era la loza fina de
color blanco, cubierta con barniz de plomo con tinte amarillo vivo o verde y, frecuentemente,
con motivos moteados; el otro, la innovación más significativa de los alfareros del periodo
Tang, es la porcelana, de la que se hacían delicados cuencos delgados y vasos con barnices
claros, azulados o verdosos.
La porcelana se hizo aún más refinada durante la dinastía Song (960−1279), época en la que
florecieron todas las artes y momento cumbre de la cerámica china (ver Porcelana: Porcelana
oriental).
Corea
Cerámica coreana de la dinastía Yi
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La cerámica de la dinastía Yi coreana (1392−1910) se caracteriza por su elaborada decoración
en azul−y−blanco.
La cerámica y la porcelana chinas ejercieron una gran influencia en Corea, pero los alfareros
de este país introdujeron sutiles variaciones en los modelos. Los objetos de gres hallados en
algunas tumbas son típicos de la dinastía Silla (57 a.C.−935 d.C.). Los celadones de
influencia Song caracterizan la cerámica de la dinastía Koryo (918−1392) y las obras
posteriores, aunque menos refinadas, son de admirar por su evidente dignidad. Los coreanos
fueron quienes introdujeron tanto su cerámica como la china en Japón.
Japón
Las primeras cerámicas neolíticas, las del periodo Jomon (c. 10000−c. 300 a.C.), están hechas
a mano, normalmente por el método de superposición de anillos cilíndricos, decorados por
impresión de cuerdas y esteras, y cocidas en horno abierto a baja temperatura. Tienen color
rojizo o una gama que va del gris al negro. Algunas figurillas de culto y algunas vasijas de
tipo utilitario están muy pulidas o cubiertas con óxido de hierro rojo. En todo Japón se ha
encontrado cerámica del periodo Yayoi (c. 300 a.C.−300 d.C.), realizada por mongoles
llegados de Corea a Kysh. Los Yayoi utilizaban el torno para fabricar loza amarilla o pardo
claro, cuya superficie pulida a veces se pintaba de rojo brillante.
En esa época se utilizaban en Japón básicamente los dos tipos de horno que se siguen usando
hoy día. Uno es el horno en pendiente, de origen coreano, que se construye en la ladera de
una montaña, tiene hasta veinte cámaras y su encendido puede llevar hasta dos semanas. El
otro es el horno de tiro sencillo o de cuello de botella, en el que el fuego, hecho con leña en la
boca de una zanja cubierta, cuece las vasijas que se hallan en una cámara de paredes
circulares al otro extremo de la zanja; la parte superior está cubierta y no tiene más que un
agujero por el que sale el humo.
Se ha hallado cerámica de la última época del periodo Kofun, o de los túmulos (c. 300−710
d.C.), en las enormes sepulturas de los emperadores japoneses. La llamada cerámica haji se
parece a la Yayoi, pero la verdaderamente única es la haniwa, (cilindros de arcilla cocida
clavados en la tierra), como las deliciosas figuras de loza rojiza sin barnizar que rodean las
tumbas y que tienen forma de casas, barcas, animales, mujeres, cazadores, músicos y
guerreros. Aunque la cerámica haniwa carece de la grandiosidad del ejército imperial Ch'in,
tiene en compensación la gran vitalidad de lo rústico. Otro tipo de cerámica de este periodo es
la Sue, en gres de color gris, cocida en un horno en pendiente y decorada con un barniz de
ceniza natural que proviene de los restos de la madera utilizada como combustible que se va
depositando sobre las vasijas durante la cocción. Este barniz, de origen coreano, acabó
convirtiéndose en el barniz característico de las piezas japonesas que con posterioridad se
hicieron en Tamba, Tokoname, Bizen y Shigaraki. Los objetos Sue jarras, botellas, platos y
tazas, algunos de ellos con figuras esculpidas continuaron haciéndose en el periodo Asuka
(593−710), en el que empezó a manifestarse la influencia cultural y religiosa china.
Del periodo Nara al Kamakura
En el periodo Nara (710−794), primer periodo histórico japonés, la profunda influencia de la
dinastía china Tang se evidencia en la producción de cerámica cocida a altas temperaturas.
Algunos objetos llevan un vitrificado monocromático en verde o pardo amarillento; hay otros
vitrificados en dos colores, verde y blanco, y unos pocos con un vitrificado tricolor sobre un
tosco cuerpo grisáceo basto. Los motivos del vitrificado eran veteados y punteados, no tan
refinados como la cerámica Tang. La mayoría de estas obras se conservan en el shosoin,
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tesoro imperial, en Nara.
A comienzos del periodo Heian (794−1185) se desarrolló aún más el barniz de ceniza natural
y se introdujo el celadón. Más tarde, y debido a la ruptura de relaciones con China a finales
del periodo Heian, la calidad de la cerámica decayó. Al restablecerse las relaciones con la
China de la dinastía Song durante el periodo Kamakura (1185−1333), floreció la industria
cerámica con centro en Seto, cerca de Nagoya. El kiseto o Seto amarillo que continúa
fabricándose hoy día refleja la influencia de los célebres celadones de Song; sin embargo, la
versión japonesa, al estar cocida en hornos con mayor oxigenación, presentaba tonalidades
ámbar y amarilla en su vitrificado. En la época Fujiwara se realizó también una cerámica
destinada al uso doméstico, la cerámica tokoname (piezas sin decorar de forma irregular),
junto con otros tipos que mantienen el encanto primitivo.
Periodos Muromachi y Momoyama
Cerámica Karatsu
Las piezas de cerámica Karatsu suelen estar adornadas con pinturas de motivos geométricos o
vegetales.
Aunque los sogunes Ashikaga del periodo Muromachi (1333−1568) no favorecieron el arte de
la cerámica, la tradicional ceremonia del té, que empezó a practicarse en aquel entonces por
influencia china, fomentó la fabricación de las hermosas piezas utilizadas en ese complicado
ritual. La ceremonia del té se extendió a la clase de los militares y a la de los comerciantes en
el periodo Azuchi−Momoyama (1568−1600) y se elaboraron recipientes de gres y porcelana
que reflejan el gusto, la elegancia y la sutil belleza de ese ritual. Cada pieza respondía a una
función y un nombre específicos.
Una variedad de cuencos de té de gres que sigue siendo muy apreciada es la temmoku,
relacionada con las piezas Chien de China, que presenta un grueso barniz pardo purpúreo. En
los hornos de la localidad de Seto se producía una cerámica de tan alta calidad que las piezas
fabricadas en otros hornos también adquirieron esta denominación. Aún más famosas eran las
piezas raku, que todavía fabrican miembros de esa misma familia en su 14ª generación. Las
piezas raku juegos de té, otros objetos y baldosas están hechas a mano y sus formas
irregulares responden a una estética preestablecida de asimetría. Se aplican varias capas finas
de barniz con pincel y la pieza se cuece a temperaturas bajas. Cuando el barniz se ha fundido,
se extrae la pieza del horno con unas pinzas, se enfría rápidamente y entonces el barniz se
resquebraja por el brusco cambio térmico. Las piezas raku son admiradas por todos los
ceramistas del mundo por sus formas rugosas y sus delicados barnices oscuros de plomo que,
a veces, caen formando gruesos goterones. También muy apreciadas son las piezas de Oribe
para la ceremonia del té. Se caracterizan porque sus diseños están pintados con óxido de
hierro pardo, inspirados en la decoración textil, y tienen manchas irregulares de barniz muy
diluido de un verde transparente.
Otras piezas del periodo Azuchi−Momoyama son las Karatsu, influidas por la cerámica Yi
coreana. En la e−Karatsu (pintura Karatsu) hay motivos geométricos, hierbas y glicinas
pintados a mano alzada con óxido de hierro sobre barbotina de color blancuzco. La cerámica
Karatsu cultivó también otros estilos con diferentes tipos de decoración. La de Bizen, que se
sigue fabricando, alcanzó sus cotas más altas durante el periodo Momoyama. Es gres duro,
básicamente de color rojo ladrillo, pero con cambios irregulares en la coloración debidos a la
alternancia de la cantidad de oxígeno durante la cocción. No lleva más barniz que el que
forma la ceniza o la paja que envuelve las piezas en el horno o la que va cayendo de la
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combustión de la madera.
Periodo Edo y posteriores
A comienzos del periodo Edo (1600−1868) se descubrió caolín cerca de Arita, en el norte de
Kysh, que aún hoy sigue siendo un centro importante de cerámica. Este descubrimiento
permitió a los ceramistas japoneses elaborar su propia porcelana blanca dura. La de Imari
(llamada así por el puerto desde el que se exportaba) se hizo tan famosa en Europa en el siglo
XVII que hasta los chinos la imitaron. Sus diseños de brillante colorido se inspiraban en las
piezas laqueadas, los biombos y las telas. Hacia finales del periodo Edo (1800−1868) la de
Imari sufrió un retroceso ante la porcelana Kariemon (de color caqui) que se hacía en Arita.
Era mucho más refinada y de formas clásicas, aunque sus motivos eran similares. Ambas
estaban esmaltadas sobre cubierta. Las piezas de Nabeshima, también de gran calidad y con
diseños similares a los de las sedas, estaban restringidas a esa familia y sus amigos; no se
empezaron a comercializar e imitar hasta la época Meiji (1868−1912). Los diseños se
dibujaban primero en papel muy fino y después en líneas azules bajo cubierta; los colores
esmaltados se añadían y fundían después del barniz. En la zona oriental de Japón, durante el
periodo Edo, el centro de fabricación de porcelana fue Kutani. Sus vajillas eran grisáceas por
las impurezas de la arcilla y sus diseños eran más toscos que los de Arita e Imari. Kioto,
antiguo centro de cerámica esmaltada, se hizo famoso en el siglo XIX por sus porcelanas. En
la época Edo había unos 10.000 hornos funcionando en Japón. Ver Porcelana: Porcelana
oriental.
Los objetos domésticos de los alfareros populares, evaluados desde la estética
contemporánea, son tan admirados y valorados como los que se exportaban en siglos
anteriores. Aunque la cerámica Meiji introdujo influencias europeas, dentro de Japón se sigue
apreciando la tradición popular. En el siglo XX los ceramistas de la vieja escuela siguen
trabajando los mismos estilos que sus antepasados y con las mismas arcillas de la zona. El
ceramista japonés más famoso del siglo XX es Hamada Shoji, importante no sólo por sus
obras en cerámica, sino también por la influencia que ha ejercido en la recuperación de la
artesanía popular. Hamada trabajó sobre todo el gres con barniz de hierro y ceniza, creando
tonalidades verde oliva, gris, pardo y negro. No firmaba sus piezas cerámicas, aunque sí las
de madera. En 1955 el gobierno japonés le nombró Tesoro Nacional Vivo.
AMÉRICA PRECOLOMBINA
La antigua cerámica americana utilizada no sólo con fines domésticos, sino también rituales y
funerarios desarrolló unas formas y estilos refinados y muy particulares, totalmente
independientes de los del viejo mundo y alcanzó un alto nivel artístico en su realización. Se
fabricaban vasijas con le método de los rollos de arcilla, el modelado a mano y los moldes, y
no conocían el torno de alfarero. Para la decoración pintada utilizaban barbotina coloreada
con pigmentos minerales y vegetales.
América del Sur
Aunque en Ecuador se han encontrado vasijas que datan del 3200 a.C., fue en Perú donde
surgieron los primeros estilos en cerámica. El estilo Chavín (900−200 a.C.), con sus motivos
de jaguares, fue superado durante el periodo clásico (primer milenio d.C.) por la cerámica de
la cultura mochica, que floreció en la costa septentrional y realizó una de las mejores
cerámicas precolombinas, con vasos de color ocre realizados con moldes y pintados en rojo
con escenas narrativas de gran vivacidad y jarras modeladas en forma de cabeza humana, con
el vigor expresivo de retratos tomados del natural. Tanto los vasos como las jarras tienen la
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característica asa de estribo peruana, que consiste en un asa hueca con un pitorro vertical en el
centro. En el sur, la cultura Nazca realizó jarras policromadas de doble pitorro con motivos
animales estilizados y complejos. Los estilos policromados posteriores de los tiahuanacos y
los incas estaban trabajados con maestría, pero eran menos deslumbrantes.
Jarra−retrato mochila con asa de estribo
Las jarras retratos, como la que aquí vemos, son exclusivas de la cultura mochila de Perú y
fueron realizadas entre los siglos V y VI. Solían estar decoradas con colores rojizos y
representaban a guerreros o a sacerdotes. El asa de estribo también se encuentra en otros tipos
de jarras y botellas mochilas.
Meso América
Figura de cerámica maya
Algunas de las mejores piezas de cerámica maya son figuras muy elaboradas de dioses,
realizadas en terracota. Esta pieza (c. 600−800) representa a una deidad del maíz.
Las primeras cerámicas de uso doméstico mexicanas datan del periodo formativo o preclásico
(1500−300 a.C.) en el valle de México. Del preclásico inferior (hasta el 1300 a.C.) aparecen
ofrendas funerarias y figurillas modeladas con técnica de pastillaje. En el preclásico medio
(1300−800 a.C.) se crean las llamadas mujeres bonitas, como las de Tlatilco, cuyos
exagerados rasgos femeninos nos remiten a ritos agrícolas con ofrendas propiciatorias. En el
occidente de México, la cerámica utilitaria, de barro pulimentado de color café o negro
muestra formas estilizadas, mientras que en la ornamental destacan las decoraciones
geométricas y los colores negro, crema y rojo. Se retratan escenas domésticas y personajes
característicos que demuestran la diferenciación de las clases sociales. Las figurillas
antropomorfas, que en un principio eran aplanadas, empiezan a ser huecas y adquieren
mayores dimensiones hasta llegar a los retratos de Nayarit y los extraordinarios perros de
Colima. La actitud sonriente de los gruesos personajes de Colima recuerda, por su fisonomía,
la obra escultórica del británico Henry Moore. En la costa del Golfo la cultura olmeca realizó
en el preclásico medio y superior, figurillas naturalistas huecas, como los niños llorones (cara
de niño o baby face) que presentan deformación craneana, párpados hinchados, ojos rasgados,
encías sin dientes y, en ocasiones, una especie de casco labrado. En la transición del
preclásico superior al periodo clásico se afianza la cultura de Teotihuacán (200 a.C.−700
d.C.) en la meseta central. Allí se realizaron braseros de barro, máscaras con forma
trapezoidal, vasijas trípodes con decoraciones al temple, bajorrelieves, cloisonné y
champlevé. Destaca el uso de una arcilla llamada `naranja fina', que es delgada y exige altas
temperaturas en la cocción.
Las piezas mayas alcanzaron una variedad y calidad únicas en la cerámica mesoamericana.
Durante la época clásica los mayas realizaron delicadas figurillas, vasos cilíndricos
policromados con escenas y jeroglíficos similares a los de los códices y placas moldeadas o
modeladas que tenían un silbato y estaban decoradas con escenas de la vida cotidiana. El
periodo clásico maya está representado por las estatuillas de la isla de Jaina, en Campeche, en
las que se aprecia el uso de moldes para las caras minuciosamente trabajadas. El cuerpo y los
adornos, peinados, vestimentas y atributos de cada rango social retratado eran trabajados a
mano, tanto por medio de incisiones como de pastillaje. Las obras de Jaina reflejan con gran
realismo actitudes comunes en la sociedad maya, dentro de un cuidado exquisito de los
detalles. Los zapotecas del periodo clásico, establecidos en Oaxaca, se distinguen por sus
urnas funerarias, ricamente elaboradas, con sus figuras antropomorfas coronadas con altos
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tocados cargados de símbolos. Dentro del mismo horizonte clásico se consideran las figuritas
sonrientes de las culturas del golfo de México. Obras cerámicas como las de Remojadas
hacen patente que existía un dominio de la técnica que permitía al artista trabajar estatuas
huecas de más de 1,3 m de altura en las que se plasmaban los gestos más detallados y los
estados de ánimo más variados. Un detalle ineludible en las célebres `caritas sonrientes' son la
lengua entresacada y la inclinación de la cabeza ligeramente hacia arriba. Sobresale también
la decoración con pintura roja y con chapopote (alquitrán). Entre las numerosas civilizaciones
que florecieron en el periodo posclásico mesoamericano cabe mencionar las pipas de barro
del pueblo tarasco o purépecha en Michoacán, las vasijas y cálices policromados de Cholula,
en Puebla, y las jarras zoomorfas y antropomorfas de los huastecos del norte de Veracruz. En
la culminación del mundo prehispánico mesoamericano, los aztecas dejaron obras en las que
se refleja la rigidez de los cánones estéticos que imponía una cultura hegemónica. Sin
embargo, el espíritu del ceramista consiguió plasmar en obras como los sahumerios, las
vasijas ceremoniales o los retratos de las deidades domésticas, el espíritu indomable frente a
la omnipresencia de la muerte. Calaveras en bajorrelieve o realzadas, corazones sangrantes,
mezcla de poesía y mística guerrera, son las grandes constantes en la cerámica policromada
de la civilización azteca. (Véase también Cerámica precolombina).
América del Norte
Vasija zuñi
La alfarería constituye una tradición respetada entre los pueblos zuñi del norte de América.
Esta vasija es de principios del siglo XX y está realizada superponiendo rollos de arcilla con
forma de anillos sobre una base circular. Una vez construida, la pieza se pule y se barniza. El
fondo blanco y los diseños geométricos pardos y negros son característicos de la cerámica
zuñi.
En el valle del Mississippi los constructores de túmulos del primer milenio a.C. realizaron
objetos modelados a mano, pintados y decorados con incisiones. En el suroeste los
antepasados de la cultura de los indios pueblo produjeron cerámica de gran calidad, en la que
destacan las piezas decoradas en rojo sobre amarillo (c. 600−900 d.C.) de los hohokam, las
policromadas de los anasazi (1300 en adelante), decoradas ambas con figuras humanas y de
animales, así como la exquisita y característica cerámica de mimbre (1000−1200), con
diseños geométricos negros sobre fondo blanco y pájaros, murciélagos, ranas y escenas
ceremoniales.
LA CERÁMICA EN OCCIDENTE
La historia de la cerámica occidental incluye la del antiguo Oriente Próximo, la del
Mediterráneo, la del mundo árabe medieval y la de la Europa medieval y moderna.
Antiguo Oriente Próximo
La cerámica de Oriente Próximo más antigua que conocemos es la de Çatal Höyük, en
Anatolia, y data del 6500 a.C. Aparte de las estatuas religiosas de terracota y de las de arcilla
pintada, entre los objetos de esta zona (cerca de la actual Çumra, Turquía) se cuentan piezas
decoradas en ocre rojizo sobre fondo de barbotina color crema y cerámica monocromática de
color amarillo, gris claro, crema o rojo ladrillo. Se hacían con cilindros de arcilla que más
tarde se aplanaban con una paleta y se barnizaban. Algunas vasijas se decoraban con simples
incisiones de líneas horizontales y se cocían en un horno de pan o en un horno cerrado con
cámara separada para el fuego. Las demás cerámicas del neolítico del Oriente Próximo,
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principalmente la de Siria, presentan diseños impresos u ondas dibujadas, en muchos casos,
con una concha.
Persia y Mesopotamia
La primera cerámica pintada del norte de Mesopotamia data de poco antes del quinto milenio
a.C. En Samarra (en Irak) se pintaban estilizadas figuras de hombres y animales con colores
que iban desde el rojo al pardo y al negro sobre un fondo amarillo. Poco después comenzó a
hacerse cerámica policromada de mejor calidad en Tell Halaf, donde los alfareros habían
realizado grandes progresos en el control de los hornos.
Alrededor de la misma época, los alfareros persas pintaban figuras geométricas sobre vasijas
cubiertas por barbotina de color claro. En el cuarto milenio ya había comenzado a usarse el
torno. Los pueblos del norte emigraron a Persia donde introdujeron la cerámica
monocromática en rojo o gris. En el apogeo del periodo de El−Obeid (cuarto milenio a.C.) se
producían cerca de Susa muchos vasos y cuencos de arcilla refinada. Estaban revestidos de
una barbotina amarillo−verdosa y pintados con un estilo muy libre de formas geométricas,
plantas, pájaros, animales y figuras humanas muy elementales.
La cerámica vidriada comenzó a fabricarse alrededor del 1500 a.C. Las piezas de mayor
calidad no son los objetos de uso doméstico, sino los ladrillos vidriados que se utilizaban
como ornamentación arquitectónica, tradición que se remonta al tercer milenio en la localidad
de Uruk, donde columnas y nichos estaban cubiertos de mosaicos geométricos hechos con
conos de cerámica coloreados semejantes a clavos. Durante el reinado de los casitas en
Babilonia (mediados del segundo milenio a.C.) se utilizó la terracota sin vidriar para las
fachadas de templos y palacios, y más tarde, en Jorsabad, capital del reino del monarca asirio
Sargón II (que reinó entre el 722 y el 705 a.C.), se utilizaron ladrillos vidriados hechos con
molde, que representaban procesiones de animales, para decorar la entrada de un templo. Esta
tradición alcanzó su apogeo en Babilonia durante el siglo VI a.C., cuando la famosa vía
procesional fue cubierta con ladrillos vidriados en los que se tallaron y moldearon más de 700
toros, dragones y leones dentro de una gama cromática que incluye el blanco, el amarillo y el
negro sobre fondo azul o azul verdoso. Las paredes de la fachada de la sala del trono estaban
decoradas con leones y con columnas coronadas y rodeadas de palmeras y flores de loto.
Egipto
Ya durante el quinto milenio a.C. los alfareros egipcios elaboraban piezas finas, elegantes, de
color oscuro y muy pulidas con una delicada decoración de cuerda. Las piezas pintadas del
cuarto milenio, con sus figuras geométricas y de animales sobre fondos rojos, amarillos y
pardos, no alcanzaron la alta calidad del milenio anterior. El Egipto de las dinastías fue
famoso por su loza vidriada (diferente a la que desarrollarían con posterioridad los alfareros
europeos), que empezaron a fabricar alrededor del 2000 a.C. y que se caracteriza por el barniz
azul o verde oscuro sobre una pasta con gran cantidad de polvo de cuarzo, más cercana al
vidrio que a la auténtica cerámica. Los artesanos egipcios realizaron cuentas de loza vidriada,
joyas, elegantes vasos, escarabajos y ushabtis (figurillas de sirvientes que eran enterradas con
los muertos).
El Mediterráneo, Grecia y Roma
La cerámica de finales de la edad del bronce (1500−1050 a.C.) y principios de la edad del
hierro (1050−750 a.C.) procedente de las islas del Mediterráneo y el Egeo, especialmente de
Creta y Chipre, denota una gran imaginación por parte de los artistas, que pintaron en las
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piezas con dos colores, diseños geométricos, abstractos y figurativos. En algunos casos las
formas eran muy imaginativas y sin función aparente y en otros se trata de vasijas muy
delicadas destinadas a ungüentos y cosméticos.
Grecia
Cerámica griega
Las vasijas de cerámica griega poseían diferentes formas dependiendo de la función a la que
estaban destinadas. Había vasos para almacenar líquidos, como las ánforas, para mezclar el
agua y el vino, como las cráteras, para utilizar en ceremonias, como el lutróforo (que servía
para transportar agua) o el omfalos (cuenco para las libaciones), para beber, como el kylix,
para servir las bebidas, como el oinochoe, y para conservar diversos ungüentos, como el
alabastrón.
En la Grecia clásica la elaboración y pintura de la cerámica se consideraba un arte mayor. La
gran ductilidad de la arcilla de la zona permitía trabajarla fácilmente al torno y cada una de
las distintas piezas tenía un nombre y una función específicos en la vida social y ceremonial
griega: las ánforas eran vasijas altas y con dos asas y se utilizaban para guardar vino, trigo,
aceite o miel; la hidria era una jarra de tres patas para el agua; el lequito era un frasco para
aceite con cuello largo y estrecho, destinado a las ofrendas funerarias; el kylix era una copa
con pie y dos asas; la crátera era un cuenco grande en el que se mezclaban agua y vino. La
cerámica negra sin decorar se utilizó durante todos los periodos griegos y helenísticos, y sus
formas estaban influenciadas por las de la cerámica decorada o las piezas de metal. Los dos
tipos influyeron en la cerámica romana.
En la edad del bronce, los griegos ya utilizaban hornos que permitían variar el grado de
oxigenación para conseguir una barbotina negra y brillante sobre la pasta de color crema,
marrón o naranja. La forma dependía del tipo de arcilla utilizado. Al principio los motivos
decorativos eran abstractos, pero a mediados de la edad del bronce se empezaron a utilizar
formas estilizadas tomadas de la naturaleza. A finales de esa época en Micenas, los alfareros,
influidos en un principio por los cretenses, ya pintaban plantas, animales marinos y
fantásticos en vasijas de formas muy logradas. Alrededor del año 1000 a.C. el estilo
geométrico de Atenas reemplazaría al de Micenas para decaer en el siglo VI a.C. En el
cementerio Dipylon de Atenas se han encontrado grandes cráteras, fechadas alrededor del año
750 a.C., con decoración geométrica y franjas dispuestas horizontalmente con guerreros y
figuras procesionales.
Crátera griega
La crátera fue uno de los tipos de vasija muy frecuentes en la cerámica griega más antigua.
Esta pieza del siglo VIII del cementerio Dipyton, de 101,25 cm de altura, está decorada con
unas figuras muy estilizadas que participan en una comitiva fúnebre. La banda decorativa de
la parte superior muestra los meandros propios del arte griego arcaico.
Los alfareros del Ática introdujeron las figuras negras a comienzos del siglo VI. Estas figuras
se pintaban en negro sobre el fondo rojo de la arcilla pulida. Los detalles se conseguían con
líneas incisas sobre el negro y se añadían toques en blanco y rojo purpúreo para las
vestimentas y para reproducir el color de la piel. Se continuaron representando procesiones y
carros, animales reales y fantásticos (sobre todo en la fase de influencia oriental posterior al
periodo geométrico), rodeados por motivos geométricos o vegetales. Esta decoración siempre
estaba relacionada con la forma de la vasija y en ella pueden detectarse elementos
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iconográficos de la mitología griega. A comienzos del siglo VI la decoración se inclinó más
por las formas humanas que por las de animales. Temas recurrentes son dioses y hombres
realizando diversas actividades, batallas y banquetes; músicos, bodas y otras ceremonias y
mujeres jugando o vistiéndose. En algunos casos se añaden los nombres de los héroes o de los
hechos. Se utilizaron cada vez con más frecuencia escenas tomadas de la literatura y de la
mitología y han podido identificarse los nombres de alfareros y pintores incluso en obras no
firmadas.
Vaso Northampton
La decoración del vaso Northampton es un ejemplo de la pintura de figuras negras, popular en
la Grecia de finales del siglo VII y principios del VI a.C. Las criaturas mitológicas y
delicados motivos florales reflejan el interés griego por las imágenes, resaltadas por
pinceladas de blanco y pardo.
Las figuras rojas aparecieron alrededor del 530 a.C. y se popularizaron entre el 510 y el 430
a.C. El fondo se rellenaba con pintura negra y las figuras quedaban silueteadas en la
superficie roja original del fondo; los detalles de las figuras se pintaban en negro, lo cual
permitía al artista una mayor libertad de dibujo. La pintura podía diluirse para conseguir
modulaciones cromáticas. Colores secundarios del rojo y blanco se utilizaban muy poco y, a
veces, los detalles de metal y joyería estaban hechos con oro. La anatomía fue cobrando
realismo y después del 480 a.C. lo hicieron los gestos y las expresiones. Aunque los centros
de producción de figuras rojas se hallaban en Atenas y Corinto, este estilo se extendió por
todas las islas griegas. Sin embargo, la calidad de estas piezas empezó a decaer hacia el siglo
IV a.C. Otro estilo que se dio en Grecia es el del dibujo lineal sobre fondo blanco al que se
añadían colores que imitaban los de la pintura monumental, pero se hacía en vasijas que no
servían para uso doméstico.
Roma
Los romanos sentían gran admiración por la loza pulida esmaltada en rojo, tal vez como
reacción ante la cerámica negra griega y helenística. La técnica del esmaltado rojo se
desarrolló en el Mediterráneo oriental a finales de la época helenística y consistía en sumergir
la pieza en una suspensión de partículas muy finas de arcilla con alto contenido en sílice (que
producía un brillo mayor al pulirse) y cocerla en un horno con mucha oxigenación. Las piezas
se hacían con moldes de arcilla cuyas caras estaban estampadas y grabadas con una ruleta
perforadora o a mano, con motivos decorativos repetidos o figuras que luego quedaban
reproducidas en relieve sobre la superficie de la pieza. De ahí que esta técnica de moldeado y
decoración tenga el nombre de terra sigillata (`tierra estampada'). El término suele aplicarse
por extensión a la arcilla en la que se sumergen las vasijas. Muchas de sus formas y diseños
estaban inspirados en las obras en metal y cristal tallado. El principal centro de producción de
esta cerámica era Arretium (el moderno Arezzo), por lo que la cerámica de calidad producida
entre los siglos I a.C. y I d.C. se conoce como `arretina'. Muchas zonas del Imperio romano
elaboraron cerámica arretina, aunque por lo general la calidad era menor cuanto más lejos de
la capital estaban situados los centros productores. A partir del siglo I d.C. la de mejor calidad
se produjo en el sur de la Galia.
La cerámica esmaltada en negro de los griegos también se extendió por el Imperio romano.
En la provincia romana de Britania era similar a las obras de metal célticas. Algunas veces se
perforaba la arcilla para crear un efecto punteado y otras se hacía la decoración con barbotina
o pigmentos blancos. Los alfareros romanos también utilizaron el barniz de plomo,
procedimiento que les permitía añadir óxidos de metal para obtener diferentes colores. Las
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piezas vidriadas al plomo fueron las más extendidas en la Europa medieval.
Cerámica árabe
Los primeros alfareros musulmanes de la época de la dinastía Omeya (661−750 d.C.)
heredaron las tradiciones del Oriente Próximo: la de fritura con barniz de cuarzo verde y azul,
conocida en Egipto desde la época de los romanos; la de barniz alcalino de Siria,
Mesopotamia y Persia, conocida desde la época aqueménida (siglos VI al IV a.C.) y la
cerámica de barniz de plomo de los romanos, que continuaron los alfareros bizantinos. Hubo
tres oleadas sucesivas de influencia china que provocaron cambios en la cerámica árabe: la de
la cerámica Tang entre los siglos IX y XI; la de la cerámica blanca de Song entre los siglos
XII y XIV y la de la cerámica azul y blanca de Ming entre los siglos XV y XIX.
Estilos árabes medievales
En el siglo IX los califas de las dinastías Abasíes fomentaron la fabricación de imitaciones de
la cerámica Tang con arcillas y barnices de la zona. Muy pronto los alfareros árabes
desarrollaron estilos propios: primero hicieron una cerámica sin vidriar, decorada por
moldeado, estampado o aplicación de relieves; después, una cerámica con diseños bajo
cubierta y cuencos con barniz de plomo en un blanco opaco con flores e inscripciones
pintadas y, finalmente, una cerámica lustrada, de reflejo dorado o loza dorada. La loza dorada
se obtiene aplicando un barniz al estaño de un blanco opaco que, después de cocido, se pinta
con pigmentos metálicos y se vuelve a cocer en un horno con poca oxigenación, lo que otorga
a los diseños reflejos dorados de color rojo, bronce, verde lima y amarillo.
Cuando emigraron desde Irak hacia el mundo islámico occidental durante el siglo X, llevaron
consigo la técnica de la loza dorada. Al igual que los barnices de estaño, ésta técnica tuvo
influencia en Europa a través de la España musulmana. También se popularizó enormemente
en el Egipto fatimí y en Persia.
Persia y Turquía
Taza turca del siglo XVI
Esta taza de barro (Museo Victoria y Alberto, Londres), decorada con vivos colores y
vidriada, fue realizada en el siglo XVI en Turquía, durante el Imperio otomano. Los motivos
florales entrelazados son característicos del arte islámico.
Durante la dinastía Selyúcida, que gobernó Persia, Irak, Asia Menor y Siria en los siglos XII
y XIII, se desarrollaron varias técnicas para obtener sucedáneos de la porcelana, y las
ciudades persas de Ray y Kasan se convirtieron en centros productores de estas piezas
blancas. Otro magnífico ejemplo de la cerámica de la época Selyúcida es la mina'i, con
esmalte sobre cubierta, que imita con gran delicadeza los manuscritos miniados. Desde la
dominación mongola en el siglo XIII los alfareros de Kasan comenzaron a utilizar barnices
verdes, influidos por los celadones chinos. En Persia aparecieron en el siglo IX los barnices
azul cobalto, que después dejarían de utilizarse para reaparecer entre los siglos XIV y XVIII
ante el auge de los objetos blancos y azules en China y Europa.
Iznik era el centro más importante de la cerámica turca. Las piezas pintadas en barbotina, de
influencia persa y afgana, son anteriores a la conquista de la región por los otomanos. Entre
1490 y 1700 se realizaban en Iznik decoraciones pintadas sobre la pasta blanca de suave
textura que se cubrían con un fino barniz transparente. En cuanto al color hay tres etapas: la
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del azul cobalto, la del turquesa y el púrpura y, finalmente, la del rojo.
De la época de la dinastía Safawí es la cerámica Kubachi, contemporánea de la de Iznik, que
con toda probabilidad se realizaba en la zona noroeste de Persia y no en la ciudad de Kubachi,
que es donde se encontró. Las piezas características son grandes platos policromados,
pintados bajo la cubierta resquebrajada. La cerámica Gombroon, que se exportaba desde ese
puerto del golfo Pérsico a Europa y el Extremo Oriente en los siglos XVI y XVII, presentaba
decoración incisa sobre pasta de loza blanca traslúcida. La cerámica dorada de color cobre de
Persia se puso de moda en el siglo XVII, al igual que la policromada.
En general, la cerámica islámica se hacía con moldes. Las formas eran de inspiración china o
basadas en piezas metálicas. Además de la loza dorada, la creación musulmana más
innovadora es la de la fabricación de azulejos para las mezquitas.
Europa hasta 1800
Durante el siglo XV el principal dentro de producción de cerámica fue España. Heredera de la
tradición musulmana, sirvió como medio de difusión de las técnicas árabes al resto de Europa.
Más adelante fueron cobrando importancia otros centros, principalmente Italia, Francia,
Bélgica, Alemania y Gran Bretaña.
Cerámica hispanomusulmana y de Talavera
La cerámica con barniz de estaño y la loza dorada de origen islámico se convirtieron en las
cerámicas típicas de España desde el siglo XIII hasta el siglo XV.
En el siglo X surgió la primera cerámica vidriada europea con reflejos metálicos, la loza
califal en Medinat−al−Zahara (Córdoba), con una decoración en la que se combinaban
elementos orientales y autóctonos. A finales de este siglo se empezó a utilizar la técnica de
cuerda seca, que consiste en perfilar los contornos del dibujo con una mezcla de grasa y
manganeso, y así impedir que se mezclen los barnices de distintos colores. En el siglo XII
aparece otro tipo de cerámica con una decoración esgrafiada sobre negro. Los principales
centros de producción se localizan en Córdoba, Sevilla, Almería, Granada, Málaga, Murcia,
Toledo, Valencia y Zaragoza. La culminación de la cerámica hispanomusulmana son las
suntuosas piezas de reflejo metálico del reino de Granada.
La fama de la calidad de la cerámica hispanomusulmana, llamada también hispanomorisca, se
extiende sobre todo a partir de los talleres de Málaga y de la localidad valenciana de Manises.
En estos últimos se produce una cerámica más fina y unas composiciones más equilibradas.
Hay que destacar también los centros de Palencia, Teruel (más popular) y Muel (Aragón). Las
piezas hispanomoriscas que se hacían en Manises, se exportaban desde Mallorca y eso fue lo
que hizo que los ceramistas italianos del renacimiento la denominaran mayólica.
Hasta el renacimiento la cerámica española continuó siendo de inspiración morisca, pero a
partir del siglo XV empezó a instaurarse un gusto por lo italiano y más tarde por lo francés.
Surge entonces la cerámica más característica de este periodo, que es la que se hace en
Talavera, dedicada principalmente a los azulejos y zócalos y la del barrio sevillano de Triana,
donde se fabricó el retablillo de la capilla del Alcázar de Sevilla, obra de Nicola Pisano. En el
siglo XVI la cerámica de Talavera pierde parte de la gracia y espontaneidad que la
caracterizaban, aumentan los temas realistas y el número de colores. Hay que destacar
también en este periodo la cerámica vidriada que se produce en Cataluña famosa sobre todo
por sus botes de farmacia.
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Mayólica, Fayenza y Delft
Cerámica de Delft
La cerámica de Delft es originaria de Holanda, aunque también se fabricó en Londres y otros
lugares de Gran Bretaña durante el siglo XVIII. Surgió como un sustituto asequible de la
porcelana china y solía imitar formas y motivos chinos, como puede apreciarse en la
decoración central de este plato.
En la mayólica, la pintura sobre barniz blanco dejó paso al amarillo, naranja, verde, turquesa,
azul, marrón purpúreo y negro. Normalmente se añadía un barniz transparente sobre cubierta
y la decoración podía ser incisa o moldeada en relieve. La mayólica realizada en Italia en los
siglos XV y XVI tenía poco parecido con la española de la que había tomado el nombre. A
partir de 1600 se denominó fayenza (del francés faïence) a una variante francesa de esta
cerámica con barniz de estaño, así como a la cerámica que se producía en los siglos XVI y
XVII en Francia y Bélgica con influencia de la mayólica. En Alemania, donde floreció hasta
el siglo XVIII, también se conoce con el nombre de fayence. Cuando el centro de su
fabricación se trasladó de Amberes a Delft a mediados del siglo XVII, comenzó a usarse la
denominación de Delft incluso para la versión inglesa. La cerámica de Delft inglesa se hizo
en Londres, Liverpool, Bristol y Dublín hasta que fue reemplazada en la década de 1770 por
la loza fina.
Las piezas con barniz de estaño continuaron haciéndose en Europa hasta comienzos del siglo
XIX. Se tomaba la pieza en su estado biscuit y se sumergía en un barniz con base de plomo al
que se le añadía óxido de estaño (que blanqueaba y daba opacidad), lo cual producía un
blanco muy denso que ocultaba totalmente el color de la pasta de arcilla, proporcionando una
superficie en la que podía pintarse cualquier color vidriado a las temperaturas entre
moderadas y altas que requiere la loza. En la loza dorada que se hacía en España se utilizaba
oro y plata, que se aplicaban sobre el barniz ya cocido y se sometían a una segunda cocción a
baja temperatura y con una combustión pobre en oxígeno. En el siglo XVIII, sobre el barniz
de estaño ya cocido se aplicaba esmalte y se volvía a cocer la pieza en un horno de mufla. En
este siglo comienza en España el declive de la cerámica de Talavera y adquiere una gran fama
el centro de Alcora (Valencia) que produce una cerámica de estilo afrancesado, muy bella y
refinada.
Los esfuerzos por imitar la porcelana Ming, que había inundado los mercados europeos
durante la primera mitad del siglo XVII, dieron paso a la edad de oro de la cerámica de Delft
(1630−1700). Las piezas se hicieron más finas y la decoración más delicada. Se introdujo la
ornamentación con líneas de color púrpura de manganeso sobre la arcilla antes de que
alcanzara el estado biscuit, a continuación se aplicaba un azul bajo cubierta y finalmente un
barniz de plomo y estaño. Delft fabricó azulejos, platos, jarras y jarrones y sus piezas
características fueron imitadas incluso por los chinos.
Gres y loza con vidriado de plomo
Vaso Wedgwood
La loza de jaspe es una variedad del gres inventada por Josiah Wedgwood entre 1774 y 1775.
Suelen ser azules con una decoración de estilo neoclásico en relieve blanco, aunque también
existen variedades en verde, malva y amarillo. Este vaso es un diseño de John Flaxman,
escultor e ilustrador inglés que trabajó para Wedgwood.
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El gres europeo se desarrolló en Alemania a finales del siglo XIV. Llevaba un barniz a la sal
(un álcali). Durante la cocción se echaba en el horno sal común y el sodio de la sal formaba
una capa vidriada sobre la superficie de la pieza. Las piezas de Hafner, loza con vidriado de
plomo, tuvieron mucho éxito en los siglos XVI y XVII. Se trataba de vasijas que imitaban las
jarras de metal y las de cerveza. La loza tradicional inglesa estaba decorada con barbotina y
vidriado de plomo, al igual que la cerámica que utilizaban los campesinos europeos y que la
introdujeron en América.
El gres inglés no comenzó a fabricarse a gran escala hasta finales del siglo XVII. Las mejores
piezas en gres con barniz a la sal de color blanco de Staffordshire se realizaron entre 1720 y
1760. En este año también se hizo loza fina con vidriado de plomo de gran difusión, fabricada
con arcilla blanca de Devonshire mezclada con pedernal calcinado. En 1754 el ceramista
inglés Josiah Wedgwood comenzó a realizar experimentos con loza fina coloreada. Aunque
abrió una fábrica propia, trabajó a menudo con otros ceramistas que hacían decoración
calcada, introducida en la década de 1750 por la Worcester Porcelain Company. También
produjo gres rojo y objetos en basalto, un gres negro sin vitrificar, y jaspes hechos con un
gres blanco coloreado por adición de óxidos metálicos. Los jaspes solían estar decorados con
retratos en relieve de color blanco o con escenas tomadas de la Grecia clásica. Sin embargo,
la mayor contribución de Wegdwood a la cerámica europea fue la loza perlada, una loza fina
con reflejos azul pálido en su vitrificado.
Siglos XIX y XX
Durante el siglo XIX se popularizaron en Inglaterra y en el continente europeo los objetos con
decoración calcada producidos en serie a bajo precio al igual que los que llevaban decoración
en relieve. Esos objetos, junto con las piezas vidriadas en pardo de manganeso de
Rockingham fabricadas en Inglaterra a comienzos del siglo XIX, se extendieron a Estados
Unidos, donde se hicieron tan populares como la cerámica de Nueva Jersey y Ohio. Los
objetos producidos en serie fueron desplazando poco a poco a la cerámica popular
estadounidense, que era de un gres fuerte con barniz a la sal. En España durante el siglo XIX
se produce una cerámica que también recurre a las imitaciones de temas antiguos y
mitológicos. Destacan la fábrica del Buen Retiro en Madrid, la de Sargadelos en Galicia,
fundada en 1791, que produjo loza fina estampada y porcelana de una gran calidad, así como
La Cartuja de Sevilla, que bajo la dirección de maestros ingleses también se especializó en la
producción de loza estampada.
La cerámica industrial posterior a 1860 era de una gran calidad. El Art Nouveau, la
Exposición Universal de París de 1900 y la Bauhaus durante la década de 1920 ejercieron una
gran influencia en el diseño de la cerámica industrial.
El ceramista artesano con su creación individual ha sido igual de importante para la historia
de la cerámica moderna que el ceramista industrial. El movimiento Arts & Crafts inglés
ejerció gran influencia a partir de 1861, al igual que el gres vitrificado a la sal de las fábricas
Doulton de Lambeth a partir de 1871. Algunos de los ceramistas más famosos de la época
moderna son el británico Bernard Lecah, formado en Japón y el español J. Llorens Artigas,
que despojó al gres de toda decoración. Junto al pintor Joan Miró realizó los murales
cerámicos para la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París y para la Universidad de Harvard. Las producciones
más recientes se caracterizan por la primacía de la forma y de la materia, inspiradas en el arte
popular.
CÉRAMICA CARDIAL
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Cerámica cardial, principal elemento distintivo del neolítico antiguo del Mediterráneo central
y occidental (c. 5500−4200 a.C.). La singularidad de esta cerámica, elaborada a mano, reside
en su decoración, obtenida mediante la impresión sobre el barro aún tierno de una concha de
Cardium edule, una especie de molusco. Tal adorno, el más difundido de cuantos identifican
al grupo cultural de la cerámica impresa, de distribución eminentemente litoral entre el mar
Adriático y las costas atlánticas de Portugal, alcanzó un considerable desarrollo en algunos
yacimientos del Levante español. Así lo prueba, entre otros, la cueva valenciana de l'Or,
donde la cerámica cardial, posiblemente el barro cocido más antiguo de la península Ibérica,
apareció hacia el 4800 a.C., desplegando un exuberante lenguaje decorativo de motivos
geométricos, simbólicos y figurados.
CERÁMICA DE AYACUCHO
Cerámica de Ayacucho, producción cerámica originaria de la ciudad peruana de Ayacucho y
de varias poblaciones de su entorno.
Los alfareros mantienen los procedimientos tradicionales de modelado a mano, empleo de
moldes y aplicaciones en relieve. Las piezas son, en general, bruñidas y decoradas con pintura
blanca o rojiza realizada a base de tierras. En la población de Quinua, se producen las piezas
más conocidas, realizadas con una arcilla muy fina de color rojo oscuro y decoración pintada
sobre el tono blanco del engobe con motivos rojos sobre fondo claro o blancos sobre fondo
oscuro. Las formas son objetos utilitarios habituales y representaciones figurativas:
recipientes de cuerpo oval en forma de animal, que se encuentran en relación con piezas
preincaicas, iglesias en miniatura, grupos de músicos y nacimientos colocados sobre
plataformas.
Las iglesias, flanqueadas por dos recipientes con forma animal, se colocan en los tejados de
las casas como protección de sus habitantes.
CERÁMICA DE DELFT
Cerámica de Delft, producción cerámica originaria de la ciudad holandesa de Delft, localidad
que a mediados del siglo XVII se convirtió en el principal centro de la loza estannífera.
También se aplica esta denominación a piezas similares procedentes de Londres, Liverpool y
Bristol, en Gran Bretaña, Dublín, en Irlanda y Frankfurt y Hamburgo, en Alemania.
Aunque durante el siglo XVI se fabricó loza estannífera inspirada en la mayólica italiana, la
edad de oro de la cerámica de Delft, que se sitúa entre 1630 y 1700, tuvo su origen en los
esfuerzos por imitar la porcelana Ming. Este tipo de porcelana vidriada decorada en
azul−y−blanco había surgido a comienzos del siglo XIV en China para, posteriormente,
inundar los mercados europeos durante la primera mitad del siglo XVII. Bajo su influencia,
las piezas se hicieron más finas y la decoración más delicada. Se comenzó a ornamentar con
líneas de color púrpura de manganeso sobre la arcilla antes de que ésta alcanzara el estado
biscuit. A continuación se aplicaba un azul bajo cubierta y finalmente un barniz de plomo y
estaño. Además de flores exóticas o motivos de inspiración china, algunas de las obras más
valiosas estaban decoradas con grandes floreros, paisajes holandeses y escenas de género.
Delft fabricó todo tipo de objetos, desde azulejos hasta piezas de menaje, como platos, jarras
y jarrones. A partir de 1725 la producción comenzó a decaer y en el siglo XIX sólo subsistían
dos fábricas de loza estannífera. En 1876, la industria se revitalizó gracias a la incorporación
de nuevos procesos de producción en serie.
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CERÁMICA DE PUEBLA
Cerámica de Puebla, producción cerámica realizada en la ciudad mexicana de Puebla a partir
de la fundación de las primeras fábricas de loza entre 1550 y 1570.
Las primeras ordenanzas de loceros de esta ciudad, de 1666, reglamentaron todos los aspectos
relacionados con la práctica del oficio, incluida la necesidad de firmar las piezas.
Las características de las arcillas utilizadas en su elaboración les confiere un color crema, que
se cubre con esmalte del mismo color o blanco. Los motivos decorativos proceden en algunos
casos de la cerámica española de Talavera de la Reina (Toledo), de donde toma el nombre de
Talavera de Puebla. Las porcelanas chinas ejercieron también mucha influencia a través de
los elementos decorativos, flores, animales y pagodas, que se realizan en azul−y−blanco
durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, y formales, como el tibor.
En la segunda mitad del siglo XVIII y el XIX las tonalidades más empleadas son el verde y el
anaranjado.
CERÁMICA DE TALAVERA
Cerámica de Talavera, cerámica artesanal característica desde el siglo XVI de la ciudad
toledana de Talavera de la Reina (España). Aunque con fuertes raíces populares, la alfarería
talaverana también floreció en los siglos XVII y XVIII como una producción culta, tanto en la
fabricación de vasijas como en la de azulejos decorativos.
Una de las características más peculiares de la cerámica de Talavera es la clasificación en
series decorativas, conocidas por el nombre de sus motivos más emblemáticos. Así, entre las
de carácter más popular se encuentran la series de mariposas, la tricolor (con combinaciones
de azul, naranja y manganeso), la de estrellas de plumas, la esponjeada, la jaspeada y la de
helechos. La producción vernácula se impuso definitivamente a finales del siglo XVIII y en el
siglo XIX, después de la destrucción de muchos hornos durante la guerra de la Independencia
española.
La loza fina inició su andadura gracias a la Pragmática de Sobriedad dictada en 1601 por
orden del duque de Lerma, que prohibía el uso de vajillas de plata. Así se disparó la demanda
de servicios cerámicos, que en Talavera alcanzaron una elevada perfección técnica, tanto por
la blancura de sus fondos como por la elegancia de sus decoraciones. Entre las series más
cultas destacan la de ferroneries, de origen flamenco, y la polícroma, cocida a alta
temperatura, en la que predominan los tonos azulados y verdosos que se asocian comúnmente
a la escuela talaverana. El auge del siglo XVII comenzó su declive a mediados del siglo
XVIII, a raíz del impulso borbónico a la fábrica de Alcora, de donde se copiaron algunos
motivos ornamentales como las puntillas de Bérain o los paisajes soleados.
Un capítulo aparte es la ingente producción de azulejos de loza estannífera, que incorpora a
partir del siglo XVI las influencias italianas y flamencas sin perder la frescura de su incierto
origen popular. Entre las composiciones más interesantes destacan los arrimaderos del
monasterio de San Lorenzo de El Escorial (cuyos priores siguieron siendo clientes de los
alfares talaveranos), firmados por Juan Fernández, y los extraordinarios paneles polícromos
de la ermita de la Virgen del Prado en Talavera, firmados por Juan Flores en 1559.
En 1908, después de más de un siglo de difícil supervivencia, se abrió una nueva fábrica de
loza dirigida por el estudioso Guijo y Ruiz de Luna. En ella se volvieron a emplear las
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técnicas y los motivos artísticos tradicionales, con la intención de restaurar el esplendor de los
siglos XVII y XVIII.
CERÁMICA HISPANOMUSULMANA
Cerámica hispanomusulmana, cerámica hecha en la España musulmana desde el siglo VIII
hasta 1492. Los restos que se conservan anteriores al califato de Córdoba aún conservan
reminiscencias romanas. La primera cerámica europea con verdadero vidriado es la loza
califal, decorada con motivos inspirados en elementos orientales y autóctonos. Tras la
decadencia de los siglos XI y XII, hace su aparición, a finales del XII, un nuevo tipo de
decoración esgrafiada sobre negro. Los principales centros de producción de esta época son
Córdoba, Sevilla, Granada y Toledo. La culminación de la cerámica hispanomusulmana tiene
lugar durante el reino Nazarí de Granada con la loza de reflejo metálico, también llamada de
reflejo dorado o lustre.
CERÁMICA PRECOLOMBINA
Cerámica precolombina, la producción de cerámica en América nace, como en el resto del
mundo, de la necesidad de almacenar, transportar, transformar y consumir ciertos alimentos
líquidos y sólidos.
Las principales características de la tecnología empleada durante dicho periodo son: la
utilización de cestos, calabazas y otros frutos como moldes que se cubren con arcilla para
obtener recipientes y que desaparecen con la cocción; la ausencia de torno en la fabricación
de piezas, lo que otorga gran libertad al artesano; y el empleo de moldes para la obtención de
ciertas formas, especialmente figuras y grupos escultóricos. La forma de cocer es
simplemente por desecación al sol o en horno abierto.
La decoración cerámica es muy variada, y abarca técnicas pre y postcocción de modelado,
pastillaje, incisión y excisión, impresión, engobado, pulido y digitado, pero destaca el uso
decorativo de la pintura en negativo, que implica un gran desarrollo tecnológico. Este último
proceso consiste en cubrir el diseño a destacar con cera o ceniza, hecho esto se sumerge la
pieza en un baño coloreado y al retirar el elemento protector aparece el negativo limpio de
color; el resultado final es una bicromía muy característica. Pero es en la policromía pictórica
en la que este arte alcanzará un verdadero esplendor hasta convertirse en vehículo de
expresión de las distintas sociedades latinoamericanas.
La producción de la cerámica prehispánica se centra en figuras, recipientes, pesas de telar, de
pesca, pintaderas, sellos, cuentas de collar, orejeras, instrumentos musicales, braseros,
juguetes, urnas cinerarias o de inhumación y una larga lista de objetos que dan testimonio de
la necesidad de esta producción en la vida doméstica, funeraria o ceremonial de las
comunidades precolombinas. Es muy relevante su función indicadora del grado de
complejidad social de un grupo, ya que en su inicio es una actividad realizada especialmente
por mujeres, pero a medida que la sociedad se hace más compleja, dicha tarea, al igual que
muchas otras actividades, pasa a ser realizada por especialistas, generalmente masculinos,
adiestrados en las pautas funcionales y simbólicas del grupo.
Por áreas, en Mesoamérica hallamos evidencias de esta producción desde el 2000 a.C., en
forma de figurillas y vasijas en el Valle Central de México; la representación de escenas de la
vida diaria: matrimonios, juegos o curaciones, hechas exclusivamente para acompañar a los
difuntos en su tumba, las encontramos en el área occidental de México ya en el 300 a.C.; la
costa del Golfo mexicana, en el 100 d.C., con sus inquietantes representaciones, adornadas
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con brea, de piezas articuladas utilizadas en representaciones teatrales, explican la
importancia de la cerámica en los caminos simbólicos. Un episodio de gran renombre
cerámico es el aparecido en la cultura mixteca postclásica, donde se han encontrado vasos
policromados con textos de los códices; en la misma línea destacan las piezas mayas,
decoradas con pinturas jeroglíficas, cartuchos de glifos, sucesos históricos, escenas
mitológicas, y durante el periodo clásico tardío de esta cultura (700 al 900), hay que destacar
el estilo códice.
La zona caribeña y centroamericana, aglutina influencias de Mesoamérica y los Andes
colombianos; así en Costa Rica encontramos el estilo jeroglífico cubriendo vasijas en forma
de jaguar en la Gran Nicoya, mientras que en el resto del istmo las influencias son de la zona
sur.
En los Andes septentrionales Colombia, parte de Venezuela y Ecuador se encuentra Valdivia,
el lugar mas antiguo de producción cerámica del continente (4400 a.C.), le sigue Puerto
Hormiga (3000 a.C.) en Colombia. Aquí ya se anuncian características que cristalizarán como
arquetipos en la zona como el uso de la pintura iridiscente, obtenida al aplicar un engobe
diluido con óxido de hierro, para después cocer y ahumar la pieza; el resultado final es la
aparición de los diseños realizados al humedecerse el objeto. Otros rasgos son la pintura en
negativo, la cerámica figurada a molde, la adopción del asa de lazo, el uso del pico y la
vertedera, la producción de vasijas silbato y los enterramientos en urnas.
Los Andes centrales Perú y Bolivia conocen la cerámica desde el 1800 a.C., en Kotosh,
región del Huánuco, pero el lugar mas significativo del periodo formativo es Chavín de
Huantar, en la sierra norte de Perú, centro religioso de carácter pamperuano, cuyos motivos
iconográficos son el jaguar, la serpiente y un ave rapaz.
Tras la caída de este centro surge en la costa norte la cultura mochica (100 a.C.−700 d.C.)
cuyas características cerámicas más singulares son el asa estribo con vertedera con
representaciones de escenas y figuras modeladas y, desde luego, el uso del cuerpo de la vasija
para representar, mediante molde, personajes completos y auténticos retratos. Los temas
representados son escenas de la vida cotidiana relacionados con: la enfermedad, el erotismo y
la guerra, entre otros. En la costa sur está Nazca, cuya producción es opuesta a la moche por
su esquematismo y abstracción.
El gran centro de Tiahuanaco, en Bolivia, se caracteriza por producir, primero en cerámica y
más tarde en madera, una peculiar forma, el Kero, de paredes acampanadas y base plana, que
será reproducido hasta bien entrado el mundo colonial. A partir de 1430, comienzo del
horizonte incaico, la producción cerámica se hace seria, práctica y sobria, si bien esta cultura
va a absorber todos los avances anteriores en cuanto a tecnología.
CERÁMICA RAKU
Cerámica raku, delicada porcelana japonesa, vidriada con plomo. Se fabrica en un horno a
bajas temperaturas y está especialmente asociada con la ceremonia del té. Además de las
famosas tazas para esa infusión, la porcelana raku también incluye recipientes para el
incienso, jarras de té y de agua y jarrones para flores. Apareció en Kyoto a finales del siglo
XVI cuando el maestro del té Sen no Rikyu descubrió la sencilla cerámica del fabricante de
tejas local Chojiro, y la adaptaron para los objetos de barro chinos utilizados hasta entonces.
El nombre raku, que significa placer, surge cuando Toyotomi Hideyoshi, patrón de Rikyu,
obsequió al hijo de Chojiro con un sello que tenía esa palabra en la base. Las piezas raku
están moldeadas a mano, son bastante irregulares y suelen presentar lados rectos con una base
19
pequeña. Se aplican de forma irregular varias capas finas de vidriado, haciendo que se enfríen
rápidamente después de meterlas al horno para destacar los contrastes, siendo los colores
predominantes el negro, el rojo, el verde, el castaño y el crema. Cada pieza de cerámica raku
es ejemplar único. La más preciada cualidad de esta cerámica es su sencillez de líneas y su
gran calidad. Grandes maestros del té y estetas como Honami Koetsu fabricaron su propia
cerámica raku. Las piezas que todavía se conservan son muy apreciadas por los
coleccionistas, además de poseer un inmenso valor.
INTRODUCCIÓN
Vidrio (arte), cuerpo sólido, transparente y frágil que proviene de la fusión a 1.200 ºC de una
arena silícea mezclada con potasa o sosa. A temperatura ordinaria constituye una masa
amorfa, dura, frágil y sonora. Por lo general es transparente, aunque también puede ser
incoloro u opaco, y su color varía según los ingredientes de la hornada.
Jarrones de Tiffanny
Estos jarrones Art Nouveau están realizados en cristal favrile, un tipo de vidrio iridiscente y
de lustrada superficie que Louis Comfort Tiffany inventó a finales del siglo XIX y que
produjo, entre 1893 y 1933, en su fábrica de Long Island, Nueva York.
El vidrio líquido es de gran plasticidad y se moldea mediante diferentes técnicas. Una vez
frío, puede tallarse. A bajas temperaturas es frágil y presenta un tipo de fractura concoidea.
Los vidrios naturales como la obsidiana y las tectitas (provenientes de meteoritos) presentan
una composición y unas propiedades similares a las del vidrio sintético.
La fabricación del vidrio es anterior al año 2000 a.C. En esa época siempre se trabajaba a
mano, usando moldes, y desde entonces el ser humano lo ha utilizado con diversos fines: para
fabricar recipientes utilitarios y para objetos decorativos y ornamentales, entre los que se
incluyen trabajos de joyería. También tiene aplicaciones en la arquitectura y la industria.
EL VIDRIO COMO ARTE
Los datos arqueológicos indican que los primeros objetos de vidrio se fabricaron en Oriente
Próximo alrededor del año 3000 a.C.
El vidrio en la antigüedad
Los primeros objetos de vidrio que se fabricaron fueron cuentas de collar o abalorios, pero las
vasijas huecas no aparecieron hasta el 1500 a.C. Es probable que fueran artesanos asiáticos
los que establecieron la manufactura del vidrio en Egipto, de donde proceden las primeras
vasijas producidas durante el reinado de Tutmosis III (1504−1450 a.C.). La fabricación del
vidrio floreció en Egipto y Mesopotamia hasta el 1200 a.C. y posteriormente cesó casi por
completo durante varios siglos. Egipto produjo un vidrio claro, que contenía sílice pura; lo
coloreaban de azul y verde. Además de vasos hacían figurillas, amuletos y cuentas, así como
piezas vítreas para incrustaciones en muebles. En el siglo IX a.C. Siria y Mesopotamia fueron
centros productores de vidrio, y la industria se difundió por toda la región del Mediterráneo.
Durante la época helenística Egipto se convirtió, gracias al vidrio manufacturado en
Alejandría, en el principal proveedor de objetos de vidrio de las cortes reales. Sin embargo,
fue en las costas fenicias donde se desarrolló el importante descubrimiento del vidrio soplado
en el siglo I a.C. Durante la época romana la manufactura del vidrio se extendió por el
Imperio, desde Roma hasta Alemania.
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Técnicas en la antigüedad
Frasco fenicio de vidrio
Este frasco fenicio del siglo V a.C. fue realizado con la técnica de moldeado sobre un núcleo,
que consistía en fijar a una varilla de metal una mezcla de arcilla y estiércol con la forma que
deseaba dársele al interior de la vasija. Ese núcleo se envolvía con hilos de pasta vítrea, que
se iban recalentando y puliendo constantemente. Luego se añadían las asas, la base y el cuello
y se enfriaba la pieza. Por último, se retiraba la varilla de metal y se extraía el material que
conformaba el núcleo. Esta técnica es anterior a la del soplado.
Antes del descubrimiento del vidrio soplado se utilizaban diferentes métodos para moldear y
ornamentar los objetos de vidrio coloreado, tanto translúcidos como opacos. Algunos
recipientes eran tallados en bloques macizos de cristal. Otros se realizaban fundiendo el vidrio
con métodos parecidos a los de la cerámica y la metalurgia, y utilizando moldes para hacer
incrustaciones, estatuillas y vasijas tales como jarras y cuencos. Se elaboraban tiras de vidrio
que luego se fundían juntas en un molde y producían vidrio en listones. Se realizaban diseños
de gran complejidad mediante la técnica del mosaico, en la que se fundían los elementos en
secciones transversales que, una vez fundidos, podían cortarse en láminas. Las superficies
resultantes de esos cortes se fundían juntas en un molde para producir vasijas o placas. Se
hacían vasos con bandas de oro que presentaban franjas irregulares de vidrios multicolores y
con pan de oro incrustado en una franja translúcida.
La mayor parte de las piezas anteriores a los romanos se realizaban con la técnica de
moldeado sobre un núcleo, que consistía en fijar a una varilla de metal una mezcla de arcilla y
estiércol con la forma que deseaba darse al interior de la vasija. Ese núcleo se sumergía en
pasta vítrea o se envolvía con hilos de esa misma pasta, que se recalentaba y pulía sobre una
piedra plana para darle forma. La posibilidad de dirigir el hilo de pasta vítrea en varias
direcciones sobre el núcleo permitía realizar filigranas decorativas con hilos de uno o varios
colores. A continuación se añadían las asas, la base y el cuello, y se enfriaba la pieza. Por
último se retiraba la varilla de metal y se extraía el material que conformaba el núcleo. Esta
técnica se usaba sólo para hacer vasijas pequeñas, tales como tarros para cosméticos o
frascos, como puede apreciarse en los objetos egipcios típicos de las XVIII y XIX dinastías.
Los objetos realizados a partir del siglo VI a.C. con este método de envolver un núcleo, tenían
formas que se inspiraban en la cerámica griega.
Vidrio romano
Vidrio romano
Ejemplos de objetos de vidrio de la antigua Roma que datan de los siglos I y II, cuando el
vidrio incoloro era más preciado que el opaco o el coloreado. Las cuatro vasijas de la
izquierda son piezas funerarias; la jarra de la derecha se usaba para agua o vino.
El método del soplado de vidrio, más rápido y más barato, se extendió desde Siria a Italia y a
otras zonas del Imperio romano, reemplazó poco a poco a las antiguas técnicas y trajo consigo
nuevos estilos. Mientras los primeros procesos de manufactura habían hecho hincapié en el
color y el diseño, con la introducción del soplado fue la fragilidad y transparencia del material
lo que adquirió importancia, y hacia finales del siglo I d.C. el vidrio incoloro suplantó al
vidrio coloreado en la elaboración de los objetos más preciados. La técnica del soplado hizo
posible la producción a gran escala y cambió la categoría del vidrio convirtiéndolo en un
material de uso frecuente, tanto para cristaleras como para vasos, copas y todo tipo de
21
recipientes.
Es evidente que la estructura del Imperio fomentó el extraordinario desarrollo de la industria
del vidrio durante este periodo. La mayor parte de las técnicas decorativas conocidas fueron
inventadas por los artesanos romanos. Los objetos de vidrio soplado se realizaban mediante
moldes parciales o totales, que permitían formas tan novedosas como los frascos con forma
de cabezas, que se producían en grandes cantidades. Una jarra de delicado diseño (siglo I
d.C.) que se encuentra en el Museo del Vidrio de Corning (Nueva York) es un ejemplo
perteneciente a un extraordinario grupo de objetos de vidrio soplado realizados con molde
que llevan el nombre de sus fabricantes. Hay ejemplos de cristal romano con una elaborada
decoración de hilos de vidrio y tallado. Los temas decorativos, pintados o sobreimpresos con
pan de oro entre dos láminas de cristal blanco, recreaban escenas religiosas o históricas. Los
antiguos artesanos vidrieros adaptaron las técnicas de corte, tallado o grabado en piedra al
vidrio logrando piezas de considerable belleza. La técnica del cristal de camafeo consiste en
unir dos estratos de vidrio de diferente color, tallando después la capa externa para que
queden al descubierto partes de la capa interior y establecer una decoración en relieve que
resalta por el contraste cromático. El vaso de cristal de camafeo más famoso es el jarrón
Portland (siglo I d.C., Museo Británico, Londres), decorado con las figuras mitológicas de
Peleo y Tetis. Delicados efectos se lograron en los diatreta, copas en las que se han extraído
grandes porciones de la capa externa dejando un entramado decorativo que parece estar
apenas sujeto a la capa interior que conforma el recipiente. La famosa copa de Licurgo (siglo
IV d.C., Museo Británico) constituye uno de los máximos exponentes de esta técnica.
El vidrio en Occidente
En Occidente la fabricación de vidrio para uso doméstico se redujo mucho después de la
caída del Imperio romano.
El vidrio en la edad media
Rosetón de Notre Dame
El rosetón de la fachada norte de Notre Dame de París, fue realizado por Jean de Chelles entre
1240 y 1250. Tiene 129 metros de diámetro y está compuesto por piezas de vidrio de
brillantes colores unidas con plomo y armadas sobre una estructura de hierro. Los detalles de
las escenas religiosas están pintados sobre el vidrio.
Bajo la influencia de los francos, los vidrieros del norte de Europa y Gran Bretaña
continuaron produciendo objetos utilitarios, algunos con formas nuevas y contundentes. La
decoración se limitaba a los diseños simples mediante moldes, filigranas y adornos de gotas
de vidrio aplicados a la superficie. Presentaban en general una coloración verdosa, resultado
de la composición del vidrio hecho con carbonato sódico de plantas marinas traídas del
Mediterráneo, como era costumbre desde la época de los romanos. Sin embargo, a finales de
la edad media ya no se conseguía carbonato sódico, y los vidrieros del norte recurrieron a la
ceniza de la madera de sus propios hornos, que utilizaron como fundente para obtener un
vidrio de contenido potásico−cálcico. Dado que las industrias del vidrio estaban situadas en
zonas de bosque, de donde obtenían el combustible y la ceniza, a este nuevo tipo de vidrio se
le llamó Waldglas (del alemán, `vidrio de bosque'). El vidrio común del tipo Waldglas
continuó fabricándose en Europa hasta la era moderna.
Sin embargo, el mecenazgo de la Iglesia habría de impulsar la producción más importante en
este material durante la edad media: los mosaicos de vidrio en la Europa mediterránea y las
22
vidrieras en la zona del norte (ver Mosaico; Vidriera). Los mosaicos se hacían con cubitos de
vidrio, o teselas, incrustados en cemento. Las teselas, que se cortaban de bloques sólidos de
vidrio, podían ser muy elaboradas y presentar incrustaciones en plomo dorado y plateado.
Sobre la producción de mosaicos de vidrio anterior al siglo XIV apenas existen datos.
Ya en documentos del siglo VI se hace referencia a la existencia de vidrieras en las iglesias,
aunque los primeros ejemplos conservados datan del siglo XI. Las más apreciadas son las que
se realizaron durante los siglos XIII y XIV, principalmente en Francia e Inglaterra. Se cree
que las industrias del vidrio de Lorena y Normandía fueron las que produjeron la mayor parte
de las vidrieras de las catedrales medievales. El vidrio se coloreaba o se laminaba con color y
después se cortaba según las formas que requiriera el diseño. Los detalles se pintaban sobre el
cristal con un esmalte pardusco. Las piezas se encajaban en varillas de plomo y se colocaban
en una estructura de hierro. El arte de la fabricación de vidrieras decayó a finales del
renacimiento pero volvió a recuperarse en el siglo XIX.
Del renacimiento al siglo XVIII
Jarra de cristal veneciano
Los objetos de cristal veneciano eran famosos por sus formas originales y delicadas. Esta
jarra del siglo XVI con forma de barco es un ejemplo de cristallo, tipo de vidrio de
extraordinaria transparencia para la época. Está realizada en vidrio azul con dibujos
estampados y dorados, y se atribuye a Armenia Vivarini.
Aunque el vidrio ya se fabricaba en Venecia desde el siglo X, el cristal veneciano más
antiguo que conocemos data del siglo XV. Concentrada en la isla de Murano, la industria
veneciana dominó el mercado europeo hasta el año 1700. La contribución más importante de
los venecianos fue el desarrollo de un vidrio sódico duro y refinado de gran ductilidad.
Incoloro y de gran transparencia, el vidrio veneciano era semejante al cristal de roca y era
conocido como cristallo.
Las primeras piezas de cristallo tenían formas sencillas y estaban decoradas con diseños
esmaltados semejantes a joyas. También se hacían en cristal coloreado y opaco. Hacia finales
del siglo XVI las formas se hicieron más ligeras y delicadas. Los sopladores de vidrio
explotaron la ductilidad del material para producir auténticas maravillas. Desarrollaron un
tipo de filigrana de vidrio que sería muy imitada y que consistía en incorporar hebras de
vidrio blanco opaco dentro de un cristal transparente, trabajándolas con un complicado diseño
que producía el efecto de un encaje. Algunas vasijas estaban realizadas por completo en
vidrio blanco opaco soplado que más tarde se pintaba con esmalte a la manera de la porcelana
china. También en Murano fue donde surgieron muchos estilos diferentes para lámparas de
cristal, aunque fue la factoría de Nevers, en Francia, la que adquirió mayor fama en la
fabricación de estas piezas durante el siglo XVII. Particularmente adecuada para el vidrio
sódico fue la práctica del grabado al diamante, técnica predilecta de los artesanos holandeses
durante el siglo XVII, que, martilleando la punta de diamante, lograban elaborados diseños de
efecto punteado.
Todos los fabricantes de vidrio de Europa intentaron copiar las técnicas, materiales y
decoraciones de los venecianos. La información se difundió a través de las propias piezas, del
libro El arte del vidrio (1612) de Antonio Neri y de los sopladores de vidrio venecianos.
Aunque existía una ley que prohibía a los artesanos vidrieros abandonar Venecia y divulgar
los secretos de su arte, muchos emigraron de Murano, abandonaron Italia y abrieron talleres
en otros países europeos. Cada país desarrolló su propia façon de Venise adaptando el modelo
23
veneciano a las formas y decoraciones de preferencia propia. La influencia italiana acabó
desapareciendo en el siglo XVII al surgir nuevos métodos para la fabricación de vidrio en
Alemania e Inglaterra.
El vidrio potásico que se fabricaba en Alemania, más grueso y más duro que el cristallo, era
muy apropiado para la decoración grabada con rueda giratoria. Caspar Lehmann fue uno de
los responsables del gran desarrollo del grabado a principios de la década de 1600 en la corte
del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rodolfo II en Praga. Los talladores y
grabadores de vidrio de Nuremberg y Potsdam se hicieron famosos por sus hábiles diseños de
estilo barroco, mientras que las fábricas alemanas continuaron produciendo el tradicional
vidrio esmaltado y pintado en frío.
Otro descubrimiento que sirvió para disminuir la influencia veneciana en Europa fue el del
vidrio de protóxido de plomo, cuya fórmula inventó George Ravenscroft en Inglaterra. Más
suave, brillante y duradero que el frágil cristallo, el cristal de plomo inglés fue considerado el
de mayor calidad en el siglo XVIII. La cristalería inglesa de mesa dominó los mercados
europeos y coloniales y se convirtió en el modelo para los productores europeos. Entre las
innovaciones introducidas por los ingleses a mediados del siglo XVIII están las copas con
pies decorados con burbujas de aire o espirales de esmalte opaco y los prestigiosos
candelabros de vidrio tallado. El cristal de plomo, el vidrio que mejor se adaptaba al tallado,
alcanzó su apogeo con las piezas neoclásicas del periodo angloirlandés (1780−1830).
Cristal español
La industria del vidrio tuvo en Cataluña su máximo esplendor en el siglo XVI, cuando se
produjeron piezas comparables a los mejores modelos venecianos. Además de los objetos
utilitarios, los vidrieros catalanes hacían infinidad de pequeños objetos decorativos que
vendían el primero de enero de cada año en la feria del vidrio que se celebraba en el paseo del
Borne. La manufactura catalana más importante fue la de Mataró, y las formas más típicas de
vidrios eran el florero de cuerpo oval con dos pequeñas asas, el confitero con forma de gran
copa, los fruteros de pie y la botella. La decadencia de la industria vítrea catalana y la pérdida
de su alta calidad se iniciaron a mediados del siglo XVII. En Andalucía fue notable la
producción, en la misma época, de la manufactura de Castril de la Peña. En Castilla fueron
centros importantes, con abundantes ejemplos de tipo intermedio entre los catalanes y
andaluces, Recuenco, en la provincia de Cuenca, y en la de Toledo, San Martín de
Valdeiglesias y, sobre todo, Cadalso de los Vidrios, que en 1645 contaba con tres hornos que
producían gran diversidad de objetos finísimos, de bellos colores y de forma muy graciosa.
Hacia 1750, algunos decoradores holandeses se establecieron en el Levante español e
iniciaron la producción de vidrio. De producción por entero valenciana son algunas
composiciones escultóricas en pasta de vidrio de tema religioso como Santa Eulalia y un
ángel y La degollación de un santo que se conservan en el Museo de Barcelona.
Siglos XIX y XX
Las máximas de Confucio
La escultura de vidrio de Donald Pollard y Cho Chung−Yeng titulada Las máximas de
Confucio (1956) fue manufacturada por la Steuben Glass Company, de Corning, Nueva York.
La pieza alude a las formas del cristal natural y de los abanicos chinos. Los caracteres chinos
están grabados en el vidrio.
24
El desarrollo del vidrio durante el siglo XIX se caracteriza por los rápidos avances
tecnológicos de esta industria y por el redescubrimiento y adaptación de métodos antiguos.
Hasta 1850 las piezas se moldeaban y decoraban por prensado con esquemas de complicados
encajes que enturbiaban el cristal en el momento en que éste entraba en contacto con el molde
frío. A partir de la década de 1840 se popularizaron en todo tipo de piezas los diseños más
sencillos, conocidos por vidrio prensado decorado. Al ser más cara la producción de vidrio
tallado que la del vidrio prensado, aquélla decayó, pero hacia 1880 recobró parte de su
antigua popularidad con la aparición de un elaborado tallado `brillante', resultado de un gran
virtuosismo técnico que explotaba las propiedades refractarias del vidrio de calidad.
A finales del siglo XVIII se volvieron a utilizar algunas técnicas romanas adaptadas al gusto
neoclásico. En Europa se fabricó un tipo de vidrio laminado con panes de oro que se llamó
Zwischengoldglas. También se intentó conseguir el efecto de camafeo con sulfuros
incrustados, y los artesanos vidrieros lograron recuperar la auténtica técnica de tallado y
grabado de cristal de camafeo, que alcanzó su apogeo en las piezas de Thomas Webb & Sons
(fundada en 1837), elaboradas en Stourbridge, Inglaterra.
A partir de 1845 lograron gran popularidad los pisapapeles con decoración millefiori (mil
flores) semejante al vidrio de mosaico antiguo, y a finales del siglo XIX el cristal de roca del
renacimiento sirvió de inspiración para una técnica de grabado y pulido.
Bohemia mantuvo la primacía en la decoración tallada a la rueda gracias a artesanos como
Dominik Biemann, y también practicó otras técnicas, como la del cristal encajado, que
copiaron las fábricas europeas y estadounidenses. Los avances químicos facilitaron el
desarrollo de nuevos vidrios coloreados opacos semejantes a piedras semipreciosas. Se
decoraron piezas con aplicaciones de pintura y esmaltes transparentes como analogía al
renacimiento de las vidrieras góticas.
Inspirados por el resurgimiento de los métodos antiguos de trabajo del vidrio y estimulados
por los logros de la nueva tecnología química, los artesanos vidrieros comenzaron a crear
hacia 1880 nuevos estilos artesanales que se denominaron vidrio artístico. Solían ser piezas
nuevas con fines decorativos, producto de la reacción contra los objetos producidos en serie.
Los estilos de moda entre 1890 y 1910 reflejaban la influencia del movimiento Art Nouveau a
nivel internacional, y sus principales exponentes fueron Louis Comfort Tiffany en los Estados
Unidos y Émile Gallé y la empresa Daum Frères (fundada en 1889) en Francia. Todos ellos
producían cristales con formas naturalistas, líneas sinuosas, colores exóticos y superficies de
inusitados efectos, como el cristal iridiscente favrile inventado por Tiffany.
Después de la I Guerra Mundial surgieron nuevos intereses en las texturas y formas
decorativas, como queda reflejado en los diseños de René Lalique y Maurice Marinot. En la
década de 1930 comenzaron a adquirir prestigio los cristales de plomo incoloros y de
exquisita transparencia, por lo general con dibujos grabados, producidos por fábricas
escandinavas y estadounidenses.
Con la década de 1960 se inició una nueva época en la elaboración del vidrio liderada por los
estadounidenses Harvey Littleton y Dominick Labino. Los artesanos empezaron a
experimentar con el vidrio como medio artístico en pequeños hornos instalados en sus
estudios, y en la actualidad se desarrollan técnicas decorativas y formas de escultura
innovadoras en talleres de artistas de todo el mundo.
El vidrio en los países no occidentales
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El vidrio no ha tenido una tradición tan fuerte en los países islámicos y del Lejano Oriente
como en Occidente. Las formas y técnicas desarrolladas por estos países reflejaban sus
propias culturas y, a su vez, influyeron en las formas occidentales.
El vidrio en los países islámicos
Lámpara de mezquita
Tres citas del Corán, bordeadas con esmaltes de color, decoran esta lámpara de principios del
siglo XIV, perteneciente a una mezquita dedicada a Baybars II. Al encenderse la lámpara, la
llama acentúa la ornamentada caligrafía.
La historia del vidrio en los países islámicos entre los siglos VIII y XIV se centra en el
Oriente Próximo. La antigua tradición Sasánida de tallado del vidrio fue continuada por los
artesanos musulmanes que realizaron vasijas en altorrelieve, muchas de ellas con motivos
animales. También fabricaron vidrio incoloro de gran calidad con diseños tallados a la rueda.
Las posibilidades decorativas se incrementaron con la introducción de la técnica de esmaltado
al fuego y con la del dorado, en las que destacaron los artesanos vidrieros de Alepo y
Damasco. De Egipto proviene el descubrimiento de coloraciones vidriadas que creaban
brillantes efectos metálicos en castaño, amarillo y rojo tanto en cerámica como en vidrio. Las
lámparas de las mezquitas, los cuencos, tazas y botellas se pintaban con motivos de ritmo
geométrico propios del islam. Sus formas y decoraciones influyeron en la producción
occidental posterior, sobre todo en las de Venecia y España.
El vidrio en la India
Aunque en la India ya se fabricaba vidrio en el siglo V a.C., no se hizo de manera industrial
hasta el periodo mogol y de forma muy especial en el siglo XVII. Se fabricaron soportes de
narguiles (pipas para fumar), aspersores y fuentes, normalmente dorados o esmaltados con
motivos florales. En el siglo XVIII la Compañía de las Indias Orientales vendió grandes
cantidades de vidrio inglés en el mercado indio que más tarde fue grabado a la rueda por
artesanos locales.
El vidrio en el Lejano Oriente
La simetría del cristal
Recipiente de cristal diseñado por el artista japonés Kozo Kagami.
Entre los objetos procedentes de las excavaciones arqueológicas de la dinastía Zhou (1122
a.C.−221 a.C) se han encontrado piezas de vidrio con la forma característica de globo ocular o
incrustaciones de cuentas de cristal con forma de ojo. Los primeros objetos de vidrio,
fundidos a menudo a partir de panes de vidrio importados, eran pequeños y estaban tallados
del mismo modo que las gemas. La utilización del cristal para simular piedras semipreciosas
para su uso en joyería y más tarde para frascos de opio, es una práctica recurrente en el vidrio
chino. Se conocen pocas vasijas de cristal anteriores a la construcción del palacio imperial de
Pekín en 1680. Con la influencia de los jesuitas en la corte pequinesa se fabricaron vasijas de
vidrio soplado al estilo occidental europeo. Sin embargo, el cristal trabajado al modo chino
dominó la producción de los siglos XVIII y XIX con objetos de rico colorido con decoración
tallada y esmaltada. Los chinos dominaron el arte del cristal de camafeo. Las vasijas chinas
de vidrio se caracterizan por tener formas simples inspiradas en la porcelana y por ser
gruesas, multilaminadas y con superficie con brillo de cera.
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Botella tallada de la dinastía Qing
Las intrincadas escenas talladas en esta botella, perteneciente al reinado del emperador
Qianlong (1736−1796), de la dinastía Qing, son características de la artesanía china. La
decoración se realizaba superponiendo una capa de vidrio rojo sobre vidrio blanco y tallando
el primero hasta dejar al descubierto el color blanco de abajo.
No existe ninguna evidencia de que en Japón se fabricara vidrio antes del año 200 a.C. Se
supone que algunas vasijas con forma de relicarios budistas y algunas urnas cinerarias datan
de los periodos Asuka y Nara (552−784 d.C.), pero parece que la fabricación de vidrio se
interrumpió en el siglo XIII y hasta alrededor de 1750 no se volvió a emprender.
VIDRIOS DE USO COMERCIAL
El amplio abanico de aplicaciones de este material ha hecho que se desarrollara un gran
número de tipos diferentes de vidrio.
Vidrio de ventanas
El vidrio para las ventanas se utiliza desde el siglo I d.C. y al principio se hacía por colado o
soplado de cilindros huecos que luego se cortaban y apisonaban formando una lámina. El
proceso del vidrio de corona es posterior y consistía en el soplado y moldeado de la masa
vítrea para convertirla en un globo aplastado o corona. Después se apoyaba la parte plana
sobre una base y se retiraba la caña de soplar. El agujero que dejaba la caña se agrandaba al
centrifugar la corona recalentada sobre la base y se iba ampliando por la fuerza centrífuga
hasta acabar aplastándose y dando paso a una gran lámina circular. Luego se retiraba la base,
que dejaba una marca o diana. Hoy casi todos los vidrios de ventana se hacen a máquina
mediante el procedimiento de estirado vertical de la masa vítrea procedente de un horno de
fusión. En el procedimiento Foucault la lámina de vidrio se estira a través de un cilindro
refractario encajado por debajo de la superficie de la cuba de vidrio y después se pasa a una
cámara de recocido vertical, para finalmente emerger en un piso superior donde se corta en
hojas.
Vidrio de luna
El vidrio común de ventana no posee un grosor uniforme debido a su proceso de fabricación y
esas variaciones de grosor distorsionan la visión de los objetos a través de las hojas de vidrio.
El método tradicional para solucionar tales defectos ha sido utilizar vidrio de luna esmerilado
y pulido. El vidrio de luna se produjo por primera vez en San Gobain, Francia, en 1668,
vertiendo vidrio fundido sobre una mesa de hierro y alisándolo luego con un rodillo. Después
de una recocción se le daba el acabado final puliendo ambas caras. Hoy se fabrican mediante
un alisado continuo con un doble rodillo laminador situado al final de un horno de cuba. Al
salir de la galería de recocido ambas caras se someten a un acabado continuo y simultáneo.
En la actualidad, el esmerilado y pulido han sido sustituidos por el proceso de vidrio flotante,
que es más económico. Mediante este proceso se forman superficies planas en ambas caras
haciendo flotar una lámina continua de vidrio sobre una cuba con estaño fundido. La
temperatura es lo bastante alta como para eliminar las imperfecciones gracias al continuo fluir
del vidrio; y descendiendo gradualmente a medida que el vidrio atraviesa la cuba de estaño, al
final la lámina vítrea entra en una larga galería de recocido.
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Los vidrios laminados sin pulir, que suelen presentar superficies con dibujos realizados por
diseños grabados en los rodillos, se usan en la construcción arquitectónica. En los vidrios de
malla metálica se introduce la malla en el vidrio fundido antes de que éste pase entre los
rodillos laminadores. Se usan para evitar que el vidrio se haga añicos al romperse. El vidrio
inastillable o de seguridad, que se utiliza en los parabrisas de los coches, está compuesto de
dos placas de vidrio adheridas de forma hermética a un plástico intercalado entre ambas que
sirve para retener los fragmentos incluso en caso de rotura.
Botellas y frascos
Las botellas, los tarros de cosmética y otros recipientes de cristal se producen con un proceso
automático que combina el prensado (para la formación de la abertura del recipiente) y el
soplado (para la formación del interior del recipiente). El proceso automático típico de
fabricación de botellas por soplado es el siguiente: se vierte un poco de vidrio fundido en un
molde estrecho e invertido y se presiona con aire contra el fondo del molde, que
corresponderá al cuello de la botella una vez acabada. Después se aplica un deflector sobre la
parte superior del molde y una inyección de aire que entra por la parte inferior, a través del
cuello, forma parte de la botella. La botella a medio formar, llamada esbozo, es transportada
por el cuello, luego se le da la vuelta y se deposita en otro molde donde se le aplica un
soplado que le da la forma definitiva. En otro tipo de máquina, utilizada para recipientes de
boca ancha, el esbozo se prensa dentro del molde con un émbolo antes de ser soplado dentro
del molde definitivo. Los frascos poco profundos, como los utilizados en cosmética, se hacen
por prensado.
Vidrio óptico
La mayor parte de las lentes de gafas, microscopios, telescopios, cámaras e instrumentos
ópticos se hacen con vidrio óptico. El vidrio óptico se diferencia de otros vidrios por el modo
en que refracta la luz. La fabricación de este tipo de vidrio es una operación delicada que
requiere gran exactitud. La materia prima tiene que ser de la máxima pureza y debe
manipularse con gran cuidado para que no exista ninguna imperfección durante el proceso.
Cualquier burbuja de aire, por pequeña que sea, o cualquier partícula no vitrificada causaría
una distorsión en la superficie de la lente, al igual que las estrías que se producen si no existe
homogeneidad química o las tensiones causadas por un recocido inadecuado.
En un principio, el vidrio óptico se fundía en crisoles durante periodos prolongados de tiempo
en los que tenía que removerse sin cesar con una varilla refractaria. Tras un recocido
prolongado, el vidrio se rompía en fragmentos. Las mejores secciones se reducían aún más, se
recalentaban y presionaban hasta que adquirían la forma deseada. En los últimos años se ha
adoptado un nuevo método para la fabricación continua de vidrio en crisoles recubiertos de
platino que se remueven con varillas recubiertas con el mismo metal en las cámaras
cilíndricas de acabado (u homogeneizantes). Mediante este proceso se obtiene mayor cantidad
de vidrio óptico, más barato y de superior calidad al que se obtenía con el método anterior.
Cada vez se utiliza más el plástico en lugar del vidrio óptico para las lentes simples. Aunque
el primero no tiene tanta duración y resistencia al rayado como el segundo, es más fuerte, más
liviano y puede absorber tintes de color.
Vidrio fotosensible
El vidrio fotosensible es similar a la película fotográfica en la que los iones de oro o plata del
material reaccionan ante la luz. Se utiliza en procesos de impresión y reproducción. Un
tratamiento de calor después de una exposición a la luz produce cambios permanentes en el
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vidrio fotosensible.
El vidrio fotocrómico se oscurece por exposición a la luz, pero recupera su claridad original
cuando la luz desaparece, lo cual se logra mediante la acción de la luz sobre cristales
extremadamente diminutos de cloruro o bromuro de plata distribuidos en el cristal. Se utiliza
para fabricar lentes o gafas que se oscurecen o aclaran según se expongan al sol o no y
también en el campo de la electrónica.
Cerámica de vidrio
Los vidrios que contienen algunos metales forman una cristalización localizada al ser
expuestos a la radiación ultravioleta. Si se someten a altas temperaturas se obtiene una
cerámica cristalina con resistencia mecánica y propiedades aislantes frente a la electricidad
mayores que el vidrio común. Dicha cerámica se utiliza en la actualidad para cocinar, para las
cabezas de cohetes y como piezas de protección térmicas de los transbordadores espaciales.
Otros vidrios metálicos incluidas las aleaciones de metales puros pueden magnetizarse, son
fuertes y flexibles y resultan de gran utilidad en los transformadores eléctricos de alto
rendimiento.
Fibras de vidrio
Se pueden obtener fibras que admiten ser tejidas o convertidas en fieltro como si fueran fibras
textiles estirando el vidrio fundido hasta obtener filamentos con un diámetro de apenas unas
milésimas de milímetro. Puede obtenerse hilo continuo de filamento múltiple así como
fibranas cortas de una longitud de 25 a 30 centímetros.
Con las fibras de vidrio se pueden tejer telas para ropa y tapicería excelentes por su
estabilidad química, fuerza y resistencia al fuego y al agua. Por sí mismas o combinadas con
resinas son excelentes aislantes eléctricos. Si se impregna con plástico una fibra de vidrio, se
consigue un compuesto en el que se combina la resistencia y la inercia del vidrio con la
resistencia al impacto del plástico.
Diferentes tipos de vidrios
El pavés de vidrio o baldosa prensada son bloques de construcción con caras acanaladas o con
otros diseños, que pueden colocarse con argamasa y utilizarse para paredes exteriores o
tabiques interiores de edificios.
La espuma de vidrio, utilizada en flotadores o como aislante, se obtiene añadiendo un agente
espumoso al vidrio molido muy fino, y calentando la mezcla hasta una temperatura con la que
los agentes espumosos sueltan un gas que produce multitud de pequeñas burbujas dentro del
vidrio.
En la década de 1950 se desarrolló la fibra óptica que tiene muchas aplicaciones en la
investigación científica, la medicina y la industria. Los filamentos de vidrio de alto índice
refractario, dispuestos paralelamente y separados por delgadas capas de cristal de bajo índice
refractario, pueden someterse a técnicas ópticas para la obtención de lentes. Los fibroscopios,
formados por haces de fibras ópticas, pueden transmitir una imagen a través de ángulos
agudos facilitando la observación de lugares normalmente inaccesibles. La aplicación de la
fibra óptica sólida en lentes reductoras, lentes de aumento y placas también ayuda a mejorar
la visión. La fibra óptica utilizada junto con el láser ha sido fundamental para el desarrollo de
los sistemas de comunicación. En la década de 1970 se descubrió un nuevo tipo de vidrio
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llamado halógeno que podría ser de enorme utilidad en este campo. Está compuesto por un
halógeno, como el flúor, combinado con un metal pesado, como el circonio, el bario o el
hafnio.
El vidrio láser tiene un alto porcentaje de óxido neodimio y es capaz de emitir luz láser si el
vidrio se introduce y se ensambla dentro de un dispositivo apropiado. Está considerado una
buena fuente de láser, dada la relativa facilidad con la que pueden obtenerse grandes
cantidades de muestras de vidrio de gran potencia.
Las células de cristal doble son unidades compuestas por dos placas de vidrio de ventana o de
luna unidas por los bordes, que contienen aire entre ellas. Para su elaboración se utilizan
varios tipos de materiales de sellado y separación. Son excelentes aislantes térmicos para
ventanas y no se empañan con la humedad.
En la década de 1980 se desarrolló en la Universidad de Florida un método para fabricar
grandes estructuras de vidrio sin tener que usar altas temperaturas. Conocida como sol−gel,
esta técnica consiste en mezclar agua con una sustancia química como el tetrametoxilano para
producir un polímero de óxido silíceo; un aditivo químico retarda el proceso de condensación
y permite que el polímero se construya uniformemente. Esta técnica puede llegar a ser muy
útil para la fabricación de vidrios de formas complejas de gran tamaño con propiedades
específicas.
TIPOS, PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS
Plato de celadón
Esta bandeja de gres de la dinastía china Song (960−1279) presenta un delicado motivo floral
grabado y esgrafiado. Está vidriada con un barniz transparente que tiene un alto contenido en
hierro, conocido como celadón, y horneada a altas temperaturas. El celadón es una cerámica
típicamente oriental con una gran tradición en China.
La loza es una cerámica porosa cocida por lo general a la temperatura más baja del horno
(900−1.200 ºC). En función de la clase de arcilla utilizada, al cocerse adquiere color amarillo,
rojo, pardo o negro. Es preciso barnizarla para hacerla resistente al agua. Casi toda la
cerámica pintada de la antigüedad y del medievo, tanto la de Oriente Próximo como la
europea, es de tipo loza, como la mayoría de las vajillas de uso doméstico actuales. El gres,
resistente al agua y mucho más duradero, se consigue cociendo la arcilla a una temperatura de
1.200−1.280 ºC. Adquiere así un color blanco, amarillo, gris o rojo y se barniza sólo por
motivos estéticos. La cerámica cocida a unos 1.200 ºC a veces recibe el nombre de cerámica
de media cocción; su tratamiento como loza o gres varía de una arcilla a otra. El gres, que los
chinos elaboraban ya en la antigüedad, no se conoció en Europa hasta después del
renacimiento.
Preparación y manejo de la arcilla
Fabricación de una vasija en un torno de alfarero
Para fabricar una vasija en un torno de alfarero se coloca la arcilla en el centro de éste y se le
da forma cilíndrica. Luego se hace un agujero con el pulgar en la parte superior del cilindro,
que se va expandiendo al tiempo que se imprime un movimiento ascendente a los lados de la
pieza. Es entonces cuando se le da forma, manteniendo las paredes con un espesor que
permita ampliarlas y moldearlas. Luego se hace el borde utilizando ambas manos. Para sacar
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la vasija del torno se pasa un alambre debajo de la base. La pieza está ya lista para ser
introducida en el horno.
El ceramista puede eliminar algunas de las impurezas propias de las arcillas secundarias o
mezclarlas en diversas proporciones para lograr efectos diferentes. Cierta cantidad de
impurezas en la arcilla ayuda a que la vasija mantenga su forma durante la cocción y los
ceramistas que utilizan arcilla de grano fino suelen `atemperarla' añadiendo materiales burdos
como arena, piedra pulverizada, conchas molidas o grog (arcilla cocida y pulverizada) antes
de trabajarla. La plasticidad de la arcilla permite utilizar diferentes métodos para darle forma.
Se puede aplastar y moldearla después presionando contra la parte interna o externa de un
molde de piedra, mimbre, arcilla o escayola. La arcilla líquida puede verterse en moldes de
este material. Un recipiente puede formarse con rollos de arcilla: se amasa la arcilla con las
palmas de las manos y se extiende formando rollos largos, a los que luego se da forma de
anillo. Superponiendo varios anillos se va formando el recipiente. También puede tomarse
una bola de arcilla y presionarla con los dedos hasta darle la forma deseada. La técnica más
compleja es la de moldearla en el torno de alfarero.
El torno, inventado hacia el año 4000 a.C., consiste en un disco plano que gira de forma
horizontal sobre un pivote. Con las dos manos una en la parte externa y la otra en el interior
se va dando forma a una bola de arcilla colocada en el centro de la rueda giratoria. Algunas
ruedas se mueven gracias a una varilla que encaja en una muesca de la rueda, que
normalmente mueve un ayudante. Es el método llamado `de torno movido a mano' y el
clásico entre los ceramistas japoneses. En Europa en el siglo XVI se añadió un accesorio que,
colocado en un marco, permitía al ceramista controlar la rueda con el pie. En el siglo XIX se
añadió una barra o pedal y en el siglo XX la rueda eléctrica de velocidad variable ha
permitido regular la velocidad de rotación.
Secado y horneado
Para que la arcilla no se rompa al cocerla, primero debe dejarse secar al aire. Si está bien seca,
es porosa y relativamente blanda, puede cocerse directamente en un horno abierto a una
temperatura de 650−750 ºC; este es el modo en que se cocía la cerámica primitiva. Los
primeros hornos se utilizaron hacia el año 6000 a.C. Tanto los hornos de madera como más
tarde los de carbón, gas y electricidad requieren un control muy riguroso para lograr el efecto
deseado en la obtención de loza o gres, pues pueden conseguirse efectos diferentes por
aumento de la cantidad de oxígeno en la combustión (con la adecuada ventilación para
producir grandes llamas) o reduciendo el oxígeno con la obstrucción parcial de la entrada de
aire en el horno. Una arcilla rica en hierro, por ejemplo, se volverá de color rojo si se cuece
con un fuego rico en oxígeno, mientras que en un horno pobre en oxígeno se volverá de color
gris o negro, pues el óxido rojo de hierro de la arcilla (FeO2, o bien Fe2O4) se convierte en
óxido negro de hierro (Fe2O3) al desprenderse la arcilla de una molécula de oxígeno para
compensar la falta de éste en el horno.
Decoración
Jarra de finales del minoico
Uno de los métodos más sencillos para decorar la cerámica es pintar directamente sobre la
superficie barnizada de la pieza con un color contrastante. Esta jarra de la isla de Thera,
cercana a Creta, pertenece a la última etapa del periodo minoico (c. 1600−1500 a.C.). Está
decorada con la imagen de un delfín, motivo recurrente en cerámicas y frescos minoicos.
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La decoración de los objetos puede efectuarse antes o después de su cocción. Cuando la
arcilla está seca a medias y un poco endurecida (consistencia de cuero) pueden incrustarse
trocitos de arcilla o pueden hacerse incisiones, estampaciones o líneas y otros motivos, o bien
puede tallarse o perforarse. Las paredes de cada objeto pueden adquirir un acabado uniforme
puliéndolos de modo que las impurezas no sobresalgan y las partículas de arcilla se alineen
para que la superficie también quede brillante y suave. Algunas arcillas se pueden pulir tras la
cocción. Puede utilizarse también barbotina (arcilla líquida libre de impurezas). Una vez seco
del todo o a medias, el recipiente puede sumergirse en una barbotina de consistencia cremosa
(a la que a veces se añade color) o puede aplicarse ésta con un pincel o verterla por encima
con ayuda de un recipiente o una jeringuilla. También se puede decorar con algún utensilio
con punta, rascando la barbotina y dejando al descubierto la capa interior.
Vidriado
Jarra de loza fina
La decoración de la loza suele ser sencilla y colorida y abarca desde diseños formales, como
en este ejemplo, a animadas representaciones de temas bíblicos o mitológicos. Esta jarra con
tapa ha sido atribuida a Jan van Bogaert y fechada en 1562.
A lo largo de la historia la cerámica vidriada ha sido menos habitual que la no vidriada. Esta
técnica consiste básicamente en aplicar minerales que vitrifican (sílice o boro) combinados
con elementos endurecedores (como la arcilla y los fundentes) y agentes mezcladores (como
el plomo y la sosa). El barniz puede aplicarse a un recipiente antes de la cocción o tras la
cocción en el grado biscuit, en el que una vez aplicado el barniz, se vuelve a cocer la pieza.
Los ingredientes que forman el barniz deben mezclarse y adquirir un estado vítreo a una
temperatura compatible con la que necesita la arcilla. Pueden utilizarse muchos tipos
diferentes de barnices. Algunos realzan el color de la pasta, otros lo enmascaran. Los barnices
alcalinos, muy utilizados en Oriente Próximo, eran brillantes y, a menudo, transparentes.
Tenían una composición a base de sílice (como la arena) y una sal de sodio. Los barnices de
plomo son transparentes y tradicionalmente se hacían con arena mezclada con sulfuro u óxido
de plomo. Fueron utilizados por los ceramistas romanos, chinos y europeos del medievo y se
siguen usando en la loza europea. Los barnices al estaño, opacos y blancos, fueron
introducidos en Europa por los ceramistas árabes y se utilizaron en la cerámica vidriada
española, en la mayólica italiana, en la loza fina europea y en la cerámica de Delft, ciudad
holandesa que en el siglo XVII era el centro de la loza estannífera de calidad. Con el paso del
tiempo, chinos y japoneses los emplearían para los objetos destinados al mercado europeo.
Vasija de cerámica de Mayólica
El término Mayólica procede seguramente de la isla española de Mallorca, lugar desde donde
se exportaba la cerámica hispanomusulmana a Italia. Por este nombre se conoce a la loza
estannífera italiana aparecida en la península a comienzos del siglo XI.
Los óxidos metálicos dan color a los barnices. El cobre hace que el barniz de plomo adquiera
un tono verde, y el barniz alcalino un tono turquesa; un fuego bajo hace que el cobre se torne
rojo. El hierro puede dar tonalidad amarilla, parda, gris verdoso, azul y, mezclado con otros
minerales, rojo. Los feldespatos (minerales, silicato de sodio, potasio, calcio o bario que
forman parte de muchas rocas) se utilizan para barnizar gres y porcelana, pues funden a
temperatura elevada. Los efectos específicos de cada barniz sobre la pasta de arcilla dependen
tanto de su composición como del control del horno.
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Decoración bajo y sobre cubierta
La cerámica puede pintarse antes o después de su cocción. En el neolítico se utilizaban ocres
y otros pigmentos de tierra en los objetos sin barnizar. Los óxidos de metal que se usaban
mezclados con el barniz o debajo de éste requerían temperaturas más elevadas para su
fijación. Podían obtenerse el verde del cobre, el azul del cobalto, el púrpura del manganeso y
el amarillo del antimonio. Si se utilizan esmaltes (pigmentos de grano fino que se aplican
sobre un barniz ya cocido) el recipiente debe cocerse otra vez en un horno tapado y con llama
indirecta, a baja temperatura para que fundan el esmalte y el barniz. La decoración calcada
(que consiste en grabar con óxido sobre un papel y cuando aún está húmedo calcarlo en el
recipiente, dejando que el papel se queme en el horno) se utiliza a menudo en la cerámica
manufacturada de uso comercial. En el siglo XVIII se grababa la plantilla de calco a mano,
pero en la actualidad se utilizan la litografía y la fotografía.
Los ceramistas chinos firmaron sus piezas a partir del siglo XV y los europeos a partir del
siglo XVIII. Los ceramistas y pintores griegos firmaban sus obras al igual que algunos
artesanos árabes y la mayoría de los artistas que han hecho cerámica en el siglo XX.
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