Ejemplo exámenes Santo Tomás uniendo las preguntas 2 y 4 de selectividad 1. Explicación de los términos subrayados en el texto. 2. Exposición de la temática del texto elegido y su justificación desde la posición filosófica del autor y relación del tema del texto con otra posición filosófica, y exposición razonada de tu visión personal de tema, valorando su actualidad. 3. Descripción del contexto histórico, cultural y filosófico del texto. TEXTO 1 Otra razón de utilidad hay en lo dicho por el Filósofo en el libro X de la Ética: Cierto Simónides, queriendo persuadir al hombre a abandonar el estudio de lo divino y a aplicarse a las cosas humanas, decía que "al hombre le estaba bien conocer lo humano y al mortal lo mortal". Y el Filósofo argumentaba contra él de esta manera: "El hombre debe entregarse, en la medida que le sea posible, al estudio de las verdades inmortales y divinas". Por eso en el libro XI de Acerca de los animales dice que, aunque sea muy poco lo que captamos de las sustancias superiores, este poco es más amado y deseado que todo el conocimiento de las sustancias inferiores. Si al proponer, por ejemplo, cuestiones sobre los cuerpos celestes -dice también en el libro II de Sobre el cielo- son éstas resueltas, aunque sea por una pequeña hipótesis, sienten los discípulos una gran satisfacción. Todo esto manifiesta que, aunque sea imperfecto el conocimiento de las sustancias superiores, confiere al alma una gran perfección, y, por lo tanto, la razón humana se perfecciona si, a lo menos, posee de alguna manera por la fe lo que no puede comprender por estar fuera de sus posibilidades naturales. 1. Santo Tomás afirma dos vías de conocimiento de las verdades divinas o superiores. Piensa que la razón puede, y debe siempre que pueda, conocer a Dios. Es un saber limitado, debida la limitación a la necesidad de usar los sentidos en todo conocimiento (empirismo aristotélico). La razón puede conocer en parte la esencia de Dios, por su analogía con los seres sensibles, creados por Él, y también demostrar su existencia (por medio de cinco vías que, además, nos dicen cinco cualidades divinas). Todos estos conocimientos toman como punto de partida lo sensible y, se quedan en aspectos mínimos de Dios. Por ello la fe es necesaria para alcanzar todas las verdades divinas. La razón debe someterse a la fe, capacidad sobrenatural de acceso a las verdades, debe acatar las creencias, sus dogmas revelados por Dios. Debe ser humilde y reconocer su limitación, ayudarla en lo que pueda y no contradecirla. La fe, por otro lado, ayuda a la razón, mostrándole el camino correcto a Dios. 2. Santo Tomás reflexiona, como los otros filósofos medievales cristianos, sobre las relaciones entre la razón y la fe. Influido por el aristotelismo heredado de su maestro San Alberto Magno y del averroísmo latino, afirma que la razón ha sido otorgada por Dios al ser humano y que, por tanto, debe ser utilizada, si bien hay que asumir sus límites, sobre todo por la necesidad que tenemos de utilizar los sentidos para llegar a adquirir conocimientos (de nuevo el aristotelismo). Es una razón, pues, autónoma, capacidad natural humana, que tiene sus métodos propios y alcanza por sí sola ciertas verdades, incluso sobre la divinidad. Entre los siglos V y XII el predominio del agustinismo platónico fue absoluto en la filosofía occidental cristiana. El platonismo defiende que la razón es ilimitada en cuanto al conocimiento de las verdades divinas. Platón defendía la capacidad de la razón de llegar a las verdades más elevadas, incluso a la idea de Bien, causa de todo ser y luz de todo conocimiento. San Agustín, influido por esto, afirma la iluminación divina. Esto hace que no haya límites en el conocimiento. Pero la razón, según este autor y sus seguidores, no posee autonomía alguna. Razón y fe van siempre unidas hacia la única verdad: Dios. Una sola es la verdad y uno solo el alma y el camino de ésta a la verdad. El conocimiento de Dios, pues, puede ser completo y a priori. En ese conocimiento la razón no tiene ni método propio ni objeto propio. Santo Tomás, como decimos, da un paso hacia la independencia entre razón y fe, y afirma la independencia de ambas y, por tanto, cierta autonomía de la razón. Ambos, la razón, capacidad natural de conocer, y la fe, capacidad sobrenatural, se ayudan mutuamente. La razón defiende a la fe, aclara sus conceptos y elabora la teología (tratado racional sobre Dios); con ella podemos conocer su esencia y demostrar su existencia de forma a posteriori (rechaza nuestro autor los argumentos a priori del agustinismo platónico). La fe ayuda a la razón dando sentido a sus descubrimientos y mostrándole el camino correcto al impedir que se equivoque, dado que no es posible que ambas digan lo contrario y la fe es infalible. La autonomía de la razón que defiende Santo Tomás procede del averroísmo latino y su teoría de la doble verdad, si bien nuestro autor, como cristiano no puede defender que haya contradicción entre razón y fe y que ambas estén en lo cierto. Siempre es la fe la acertada en este caso. Frente a los místicos, que se oponen a la razón y la creen peligrosa e innecesaria, Santo Tomás cree que Dios no nos puede haber dado algo tan perjudicial y que debemos usarla por tanto. Y frente a los dialécticos, que creen que todas las verdades pueden ser descubiertas por la razón, nuestro autor afirma que hay verdades no accesibles a la razón y algunas que sí lo son es demasiado difícil descubrirlas para los humanos y que, por tanto, debe ayudarnos la fe. 3. Tras varios siglos de Escolástica platónico-agustiniana y de unidad de razón y fe, Santo Tomás, en pleno apogeo de este movimiento cultural medieval (s. XIII) da la vuelta a esta situación. Los árabes han vuelto a poner en circulación a Aristóteles y, aunque en principio no encaja bien con el cristianismo, Santo Tomás, influido por su maestro San Alberto Magno, va a realizar la fusión entre el Estagirita y la religión cristiana. A la unidad entre razón y fe va a oponer la autonomía de la razón y, eso sí, la limitación en su acceso a la verdad, influido por el autor griego citado. El platonismo, sobre todo en su versión neoplatónica, encajaba bien con el cristianismo. Las teorías de Platón sobre el alma y su inmortalidad, la teoría del mundo de las ideas separado del sensible, el demiurgo, la idea de Bien, todo esto se presta a una lectura cristiana con facilidad. Por ello, San Agustín une ambo, defendiendo una razón unida inseparablemente a la fe y, por ello, ilimitada en cuanto al conocimiento de la divinidad. Los agustinianos defenderán también la necesidad de conocer para creer y de creer para conocer (San Buenaventura). Y afirmarán el conocimiento a priori y las pruebas a priori de la existencia de Dios, como el argumento ontológico de San Anselmo. Los filósofos judíos y árabes, siglos después, van a rescatar las obras originales griegas y a copiarlas y traducirlas. Entre estas obras se encuentran las de Aristóteles y algunas obras platónicas no tan fáciles de unir al cristianismo. Uno de esos filósofos árabes fue Averroes, aristotélico que defiende la doble verdad. Debido a todo esto, la filosofía escolástica va a cambiar, sobre todo, a partir de Santo Tomás. Influido, como decimos, por su maestro San Alberto, va a asumir la mayoría de las teorías aristotélicas, si bien va a rechazar la doble verdad, la mortalidad del alma y la eternidad del mundo, que no encajan nada bien con el cristianismo. Aceptará casi toda la metafísica, la física, la psicología, la teoría del conocimiento, la lógica, etc. Y, aunque critica la doble verdad averroísta, ello le va a influir en la teoría del texto que defiende cierta autonomía de la razón. La época de Santo Tomás, por otro lado, es una época de completo dominio de lo religioso en todos los aspectos de la vida humana. La cultura entera se halla dentro de los monasterios en esta época en que está en su apogeo el movimiento cultural llamado Escolástica. La iglesia domina sobre el poder civil y la fe sobre la razón, como vemos afirmar a Santo Tomás. Esa razón autónoma debe sin embargo ser complementada por la fe, sin la cual ciertas verdades no se alcanzarían. Y debe someterse a ella en caso de llegar a conclusiones distintas. La razón debe ser humilde y conformarse con ciertas verdades, las que, según el aristotelismo tomista, se puedan alcanzar tomando como punto de partida los sentidos. La fe supera a la razón y sin ella la vida humana no sería completa. Para finalizar, vemos en el texto otro elemento típico de la época y de la actitud escolástica ante la verdad. Santo Tomás recurre constante mente al Filósofo (Aristóteles) para demostrar sus afirmaciones. Esto es el recurso a la autoridad, que será rechazado completamente por el mundo moderno. TEXTO 2 2. La ley natural es consecuencia de la naturaleza humana. Y la naturaleza humana, aunque múltiple en partes, es una en cuanto al todo. Por consiguiente, o es uno solo el precepto de la ley natural, en virtud de la unidad que posee el todo de la naturaleza humana, o. son muchos, por razón de la multitud de partes de la misma, y en este caso hasta las inclinaciones del apetito concupiscible habrían de pertenecer a la ley natural. 3. La ley, como hemos probado. es algo propio de la razón. Pero la razón del hombre es una sola. Por tanto, el precepto de la ley natural será también único. Por otra parte, los preceptos de la ley natural en el hombre son en el orden práctico lo que los primeros principios en el orden especulativo. Pues bien, los primeros principios son múltiples; luego también lo son los preceptos de la ley natural. Y puesto que el bien tiene naturaleza de fin, y el mal naturaleza de lo contrario, todas las cosas hacia las que el hombre siente inclinación natural son aprehendidas naturalmente por la inteligencia como buenas y, por consiguiente, como necesariamente practicables; y sus contrarias, como malas y vitandas. Por tanto, el orden de los preceptos de la ley natural es paralelo al orden de las inclinaciones naturales. En efecto, el hombre, en primer lugar, siente una inclinación hacia un bien, que es el bien de su naturaleza; esa inclinación es común a todos los seres, pues todos los seres apetecen su conservación conforme a su propia naturaleza. Por razón de esta tendencia, pertenecen a la ley natural todos los preceptos que contribuyen a conservar la vida del hombre y a evitar sus obstáculos. 1. Santo Tomás sostiene la teoría aristotélica de que los seres naturales, creados por Dios, poseen, unida a la materia, una esencia o naturaleza, que, como todas las esencias de los seres, determina sus comportamientos. En dicha forma o naturaleza hay, pues, leyes naturales, que hacen que los humanos tengan ciertos bienes o fines (o tendencias). Todos ellos han sido establecidos por Dios y, por eso, y porque el Creador nos ha hecho racionales y libres de elegir, se presentan dichas leyes naturales como preceptos, normas morales a cumplir. Une así Santo Tomás la teoría hilemórfica de Aristóteles (que todo es materia y forma) y la teoría física de las causas (una de ellas la final) al concepto cristiano de pecado. 2. El aristotelismo, olvidado en las primeras fases de la filosofía cristiana, totalmente platónica, va a ir entrando en occidente, sobre todo a partir de los filósofos árabes y judíos. En principio parecía que no era posible la unión de estos dos elementos, ya que hay afirmaciones aristotélicas que no encajan bien con el cristianismo y, por el contrario, el platonismo sí lo hace. Teorías como la de la mortalidad del alma, la eternidad de la materia, o el averroísta principio de la doble verdad, van a ser rechazadas por Santo Tomás. Eso sí, aceptará con alguna modificiación y añadido, la mayoría de las teorías de Aristóteles. Santo Tomás acepta que el ser real es el ser sensible (sustancia) y que todo está compuesto de materia y forma (salvo Dios, forma pura). Admite que en todo ser y movimiento tienen cuatro causas y que el movimiento es el paso de la potencia al acto. También recoge toda su teoría del conocimiento, defendiendo la experiencia y la abstracción para alcanzar los conceptos universales que representan las esencias de las cosas sensibles. Basándose en Aristóteles, y su teoría del motor inmóvil, demuestra, con argumentos a posteriori similares al usado por el filósofo griego (cinco vías), que Dios existe. Añade a la metafísica aristotélica la teoría de que en los seres hay diferencia entre la esencia o forma y la existencia. En Dios ambas se dan unidas y en los seres creados por Él se dan separadas. Así, Dios es un ser necesario y, por tanto, eterno, y los seres creados son contingentes y, en consecuencia, temporales. Afirma con esto, nuestro autor, la radical diferencia de la esencia de Dios y la de sus criaturas. Muchos de estos elementos se combinan en la teoría del texto. Dios creó todo y, por supuesto, al ser humano. Nos dio una naturaleza (esencia o forma), como a todo lo que creó. Y ella lleva incluidas una leyes naturales, fruto, por tanto, de la Ley divina. Esas leyes naturales nos impulsan a realizar y buscar ciertos bienes o fines (teleología aristotélica). En nosotros, racionales, se presentan dichas leyes como normas morales, preceptos a obedecer. Hacer lo contrario es contra natura y nos aleja de Dios, fin último. 3. Santo Tomás pertenece al período de apogeo de la Escolástica, movimiento cultural de marcada religiosidad y de dominio de ésta sobre todos los aspectos de la vida humana. Dios es el creador de todo y el ser humano debe ordenar su vida a Él y obedecer sus designios. En esta época, por otra parte, y tras varios siglos de filosofía cristiana agustiniana basada en Platón, Aristóteles se funde con el cristianismo. Santo Tomás es el autor que hace esta unión, influido por su maestro y recogiendo la tradición de movimientos de origen judío y árabe como el averroísmo latino. Aristóteles es un filósofo empirista que afirma la unidad de cuerpo y alma (materia y forma de los seres vivos); la eternidad de la materia; y a Dios como simple motor del universo. Es, por todo ello, difícil de encajar con el cristianismo. No obstante, Santo Tomás realiza la unión y admite del autor griego su física, metafísica, teoría del conocimiento, lógica, etc. Y, entre ello, la teoría del texto. Todo está compuesto de materia y forma, siendo ésta la forma de ser y la que hace que cada sustancia se comporte de una cierta manera. En esa esencia están incluidas las leyes naturales de las cosas, lo que deben realizar. En el humano, único capaz de obedecerlas y desobedecerlas son preceptos o mandamientos morales. Su deber es seguirlos. NOTA DEL PROFESOR: Obviamente, se puede y debe decir más y mejor. Pero, creo, como orientación puede valer.