UNIDAD 4 Impactos psicosociales del desplazamiento forzado OBJETIVOS Módulo 6 En el presente módulo se busca definir la perspectiva psicosocial en el análisis del desplazamiento forzado e identificar los impactos del desplazamiento en la dinámica individual, familiar y comunitaria. LECTURA BÁSICA BERINSTAIN, Carlos. Al lado de la gente. Acompañamiento a comunidades en medio del conflicto armado CASTAÑO, Bertha Lucia. A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento. En BELLO, Martha. Desplazamiento forzado. Dinámicas de gu erra, exclusión y desarraigo. ACNUR-Universidad Nacional de Colombia, 2004. 1. ENFOQUE, JUSTIIFICACIÓN Y SENTIDO Los desplazados, como víctimas de la violencia, sufren una serie de daños, pérdidas y transformaciones abruptas que afectan dramáticamente su estabilidad, seguridad y capacidad para decidir e incidir sobre sus vidas. Esto genera sufrimiento emocional y deterioro grave en la salud física y mental. Los deterioros en la salud mental y psicosocial son provocados porque las víctimas son sometidas a situaciones extremas de amenaza y de riesgo, y quedan desprovistas de los mecanismos de protección (trabajo, redes de intercambio, transacción, solidaridad y afecto) y de interpretación (creencias y certezas básica para vivir como la confianza y la esperanza), los cuales permiten el transcurrir de la cotidianidad dentro de los parámetros de estabilidad, normalidad y continuidad que se construyen. El acompañamiento psicosocial asume que los daños y las nuevas dinámicas provocadas por el desplazamiento forzado se articulan a los procesos históricos de configuración particular de la comunidad – en el caso colombiano, la mayoría de las veces caracterizados por la exclusión, la discriminación y la pobreza –; a las condiciones de vida que marcan el presente – un presente de amenazas, hostigamientos, pobreza y desocupación, entre otros –; y de manera especial, a los aspectos culturales que dotan a la comunidad de formas particulares para leer, entender, explicar y actuar frente a los hechos. 6 Módulo La situaciones vinculadas a la violencia política y articuladas con las dinámicas mencionadas, provocan sufrimiento y malestar emocional, por tanto el acompañamiento psicosocial debe aportar mecanismos que lo disminuyan a partir de la identificación y el despliegue de recursos (apoyos) individuales y colectivos, internos y externos. Si se asume que el desplazamiento provoca daños y sufrimientos, es necesario tomar distancia de los enfoques que colocan el problema en los individuos y que, por consiguiente, asimilan daños y sufrimientos a “enfermedad mental” y a una incapacidad o disfuncionalidad de las personas y sus familias. De acuerdo con Martín-Baró (1990), un enfoque que reconoce las raíces histórico-sociales en las cuales se desarrolla la guerra y sus secuelas, no puede patologizar a sus víctimas, ni medicalizar su sufrimiento. Más bien se trata de ubicar y entender junto con las víctimas aquellas dinámicas que atentan, amenazan e impiden a las personas – individual y colectivamente – vivir el tipo de vida que desean vivir; y que las imposibilita para conducir sus vidas e incidir sobre su entorno. En este orden de ideas, debe entenderse la forma como los eventos de violación sistemática de los derechos humanos menoscaban su dignidad, deterioran los soportes sociales y espirituales y, en consecuencia, colocan a las personas y a sus comunidades en condiciones de extrema desprotección y vulnerabilidad. Es necesario destacar que los acontecimientos violentos y el desplazamiento generan danos no sólo en el ámbito individual, sino también en el familiar y colectivo. Éstos últimos no resultan por la sumatoria de los impactos individuales, sino por la capacidad de los eventos violentos de desestructurar las redes y los vínculos sociales, con el fin de poner en cuestión los aprendizajes, los sentidos y los significados que constituyen las identidades colectivas. Los hechos previos al desplazamiento, y el desplazamiento mismo, por su capacidad devastadora, provocan crisis en los referentes de sentido y de protección de la comunidad, y despoja a los individuos de los recursos comúnmente utilizados para explicar y afrontar los acontecimientos. En consecuencia, para identificar, comprender y ayudar a mitigar los impactos que genera el desplazamiento, es necesario reconocer que las interpretaciones, los significados y las acciones individuales y colectivas, generadas por y para enfrentar la violencia, se construyen en densas y complejas redes y tramas que dan lugar a particulares maneras de estar y percibir el mundo. En este sentido, se asume que el daño – por qué se sufre, cómo se sufre y qué se pierde – y la manera de afrontarlo – qué se hace, para qué, cómo y con quién se hace –, no puede establecerse a priori ni medirse según estándares universales o deducirse por referencia a un acontecimiento en otro lugar o a otras personas. Las consecuencias de un evento de violencia no dan lugar automáticamente a procesos de trauma o a enfermedades mentales, como se supone en ocasiones. Las respuestas, así como los daños y transformaciones en las vidas de las personas y de las comunidades, no sólo tienen que ver con las características del hecho violento, sino con las de quien y/o quienes lo experimentan; con su historia e incluso, con el trámite personal y colectivo, interno y externo que se desencadena frente al hecho violento. Módulo 6 De esta manera, lo psicosocial, aquello que alude al bienestar emocional de individuos y comunidades, a su salud mental, “… está íntimamente ligado a la cultura porque la forma en que las personas expresan, experimentan y dan significado a sus aflicciones, está relacionado con contextos culturales y sociales específicos. Las perturbaciones psicológicas y los traumas tienen una dimensión social y cultural. La manera en que las personas interpretan sus aflicciones, está indudablemente conectada con las creencias acerca de los orígenes de dichas aflicciones. Estas creencias son básicas para crear estrategias terapéuticas apropiadas para aliviarlas y eliminarlas. Debido a que las diferentes culturas tienen diferentes creencias acerca de causalidad y el tratamiento de las enfermedades, habrá diferencias en la forma de conceptuar la salud y la salud mental, como también en la manera de tratarlas” (Honwana, 2001: 103-118). A esto se agrega la necesidad de advertir que tampoco es posible homogenizar el daño, el sufrimiento y las respuestas para todos los miembros de la comunidad (no todos y todas sufren y enfrentan de la misma manera). Aunque hombres, mujeres, adultos, jóvenes, niños y niñas, comparten un mundo de significados que les permite reconocerse y ser reconocidos como parte de una comunidad, son seres únicos, con trayectorias y experiencias vitales particulares que los dotan de más o menos recursos y soportes, los cuales les ayudan a incorporar la experiencia a sus vidas de diversas maneras. Desde esta perspectiva, intenta romperse con las dicotomías y las separaciones radicales propias del pensamiento cartesiano, que diferencian y hasta contraponen las categorías cuerpo – alma, salud mental – salud física, individuo – colectivo. “Si se considera que el bienestar psicosocial es la habilidad para desplegar recursos efectivamente y así dar forma a su propio mundo, entonces el principal propósito de la intervención psicosocial deberá ser dar apoyo a este proceso de compromiso. Fundamentalmente, es una tarea de facilitación, por lo tanto, también se puede incluir la disposición de recursos” (Alison B. Strang & Alastair Ager: 2003). 2. EL TRABAJO PSICOSOCIAL Al acercarse a la población afectada por el desplazamiento desde un enfoque psicosocial, pretende reconocerse la estrecha relación entre el campo de lo individual y lo colectivo, de lo subjetivo y lo social, de lo político, lo cultural y lo psicológico. Este cruce de dimensiones permite comprender que: - La violencia produce daños en la salud mental1 de las víctimas, en tanto las somete a situaciones extremas de amenaza, riesgo y vulnerabilidad. - El daño (las perdidas, rupturas, vejaciones, etc.) es una construcción social (por ende cultural), y su magnitud e importancia dependen del significado y el sentido que los individuos y colectivos le otorgan. Asimismo, los daños son heterogéneos, dado además, que éstos dependen no sólo de las características de los eventos violentos, sino también de las características de las personas afectadas, sus recursos internos, su género, ciclo vital y etnia. - La violencia política altera de manera drástica las relaciones históricamente construidas entre las personas, las familias y las comunidades, en tanto obliga a modificar roles, estatus, lenguajes, formas de transacción, solidaridad y reciprocidad, así como a construir relaciones establecidas desde el cálculo racional de la protección y la sobrevivencia. 1. Asumiendo que la salud mental es una construcción social y cultural y que, por lo tanto, se experimenta según parámetros y marcos comprensivos que permiten la existencia de diversas concepciones acerca de relaciones tales como la relación cuerpo- mente- espíritu, individuo-colectivo, persona-naturaleza, entre otras. Desde esta perspectiva se plantean algunos fundamentos para el trabajo psicosocial: 1. Si bien la perspectiva psicosocial reconoce los daños individuales generados por el desplazamiento y los recursos para afrontarlos, también asume que las posibilidades de recuperación individual no dependen exclusivamente del trabajo de autoexploración y reflexión del sujeto, sino que precisa de una intervención en los espacios y dimensiones en las cuales se construye el sujeto (ámbitos de interacción y dependencia). En este sentido, los procesos y los proyectos deben tener un carácter integral, garantizado por la coordinación y la articulación entre instituciones y sectores (empleo, salud, vivienda, nutrición, educación). Las acciones psicosociales de orden clínico y terapéutico individuales y colectivas, son insuficientes e inefectivas si las personas no superan las condiciones que comprometen su seguridad y generan penurias económicas extremas. Éstos factores sumados al desplazamiento, configuran un cuadro de angustia, ansiedad, depresión y profundo escepticismo y desesperanza. 2. El ser humano es considerado desde una perspectiva integral y sistémica, es decir, inmerso en un medio familiar, comunitario, social, cultural y político del cual es indisociable y cuyos factores deben ser integrados de modo natural en el quehacer psicosocial (Pau Pérez). Este aspecto debe dar lugar a procesos que articulen de manera clara acciones individuales, familiares y colectivas, y que reconozcan las especificidades y las potencialidades de las distintas modalidades. 3. La persona es reconocida en su doble condición como sujeto vulnerado, es decir como víctima y agente social.Esto es, como un sujeto con recursos, capacidades, y sobre todo, con el derecho a decidir e incidir sobre y acerca del curso de su vida. El carácter de víctima reconoce un estatus jurídico que contribuye a la construcción de nociones de ciudadanía y el carácter de agente social lleva a explorar y a potenciar las capacidades humanas. 4. Los daños son evaluados en referencia al contexto que los produce y al significado que tiene para las personas. De esta manera, el enfoque psicosocial aboga más por una intervención sobre las vulnerabilidades que por acciones de asistencia a las necesidades, así como por un trabajo que parte de reconocer los recursos propios y las capacidades de las víctimas. 5. El enfoque psicosocial se caracteriza por la forma como interpreta la producción del daño, el cual se relaciona con la manera como el sujeto es desprovisto de sus referentes, sus vínculos y sus afectos. Esto debido a que su entorno cotidiano fue alterado violentamente y también fue vulnerada la dignidad humana de quienes hacían parte de este entorno, lo cual redunda en la vulneración de la propia dignidad. Por consiguiente, esta interpretación distante de una concepción de limitación o incapacidad mental de la víctima, orienta la atención desde el enfoque psicosocial en la reconstrucción de estos vínculos y redes de apoyo que han sido fragmentados. De estos fundamentos se desprenden también unos principios para la atención en salud mental extensivos a la atención psicosocial2: - El respeto irrestricto por los derechos de las personas. Entre los derechos de las personas se resaltan la escucha, la empatía, el buen trato, la información, la confidencialidad y el respeto a sus patrones culturales y creencias religiosas, a fin de preservar los derechos humanos fundamentales. - La equidad desde un sentido de justicia en las prioridades e intervenciones, con relación al género, la generación, las diferencias culturales y étnicas, y los sectores sociales y regiones del país. - La integralidad considerando la salud mental como un componente fundamental de los procesos de desarrollo humano e interviniendo en diferentes niveles para asegurar la atención y la prevención de problemas específicos. - La solidaridad expresada en la calidad del vínculo, el respeto, la acogida y el trato justo. - La responsabilidad compartida que promueva la salud mental como responsabilidad individual, social y política. - La autonomía y la dignidad, principios tomados de la bioética que aluden a la capacidad de las personas para tomar decisiones basadas en una información suficiente. El enfoque psicosocial representa esa mirada o posturatendiente a comprender las respuestas y los comportamientos de las personas víctimas de hechos violentos y de la vulneración de sus derechos, en un contexto cultural, político, económico, religioso y social determinado. El enfoque a su vez, fundamenta procesos de acompañamiento personal, familiar y comunitario, que buscan restablecer la integridad en las víctimas, disminuir el sufrimiento emocional, fortalecer la identidad, reconstruir el tejido social, así como reparar los derechos vulnerados3. Módulo 6 2. Ministerio de Salud de Perú. Lineamientos para la Acción en Salud Mental, Lima, 2004. 3. Martha Nubia Bello y Dora Lucía Lancheros (2005). Acompañamiento Psicosocial y atención humanitaria en el contexto colombiano. Corporación Avre – COSUDE. 3. DEFINICIÓN DE LOS IMPACTOS PSICOSOCIALES PROVOCADOS POR EL DESPLAZAMIENTO FORZADO Los daños y transformaciones provocadas por el desplazamiento forzado pueden agruparse y explicarse de la siguiente manera: 3.1 Daños en la identidad La identidad es un proceso de elaboración subjetiva que permite a cada individuo construir una(s) versión(es) de sí mismo (que define roles y atributos), a partir de la relación con los otros, quienes a su vez, dicen y otorgan. Por tanto, es un “... sentimiento que se desarrolla basado en los vínculos con otros” (Grinberg, 1984:156). La identidad es “...una forma de estar en el mundo, más que un objeto que se tiene o no se tiene, es una respuesta relacional a un encuentro”(Castillejo, 2000: 228). El desplazamiento rompe el relato biográfico de las personas y de las comunidades, el cual suele expresarse como: “antes y después de…”, “yo era y ahora soy…”.La imagen que las personas construyen de sí mismas, sus atributos y sus señales distintivas, son profundamente alteradas al perder sus prácticas cotidianas ligadas con el trabajo, el territorio, las prácticas culturales y los roles sociales, y al ser afectado su status, lenguaje, formas de transacción, solidaridad y reciprocidad. Los daños en la identidad se asocian también con las experiencias de discriminación, estigmatización y maltrato recibidas durante el desplazamiento – por parte de los actores armados –, y después del desplazamiento por las comunidades receptoras y las autoridades y funcionarios encargados de prestar la atención. En algunos casos, también por la persistencia de amenazas y persecuciones que se extienden a los lugares de llegada. 3.2 Transformaciones y daños en la autonomía El concepto de autonomía alude a la posibilidad y la capacidad que tienen las personas para configurar el mundo en que viven: decidir el tipo de vida que desean vivir e incidir activa y creativamente para lograrlo. La construcción de autonomía implica relaciones de dependencia e interdependencia con los “otros”, según Edgar Morin, para ser autónomo es necesario “depender”. El despojo de propiedades, el desarraigo y el destierro, la imposibilidad para desempeñar las actividades generadoras del sustento y la ruptura de los vínculos y redes familiares y sociales de soporte, impiden a las personas que “dependan de sí mismas y de su red social”. Módulo 6 La dependencia de otros menos significativos – tales como instituciones, organizaciones e incluso, vecinos y familiares –, genera sentimientos de indignidad, angustia e impotencia y afecta de manera dramática la autoestima. El desplazamiento, al despojar de pertenencias y obstaculizar las actividades relacionadas con el hacer, atenta, amenaza e impide que las personas, individual y colectivamente, vivan el tipo de vida que desean vivir, conduzcan sus vidas e incidan sobre el entorno en que transcurren. La pérdida de autonomía se expresa dramáticamente en la dependencia no recíproca, vivida con indignación. 3.3 Afectación de la Seguridad Vital: de Vivir a Subsistir Por lo general, la situación socioeconómica de las familias, deteriorada por el desarraigo, acentúa las condiciones de pobreza y exclusión social y acelera la pérdida de la calidad de vida (salud, nutrición, educación, vivienda y territorio). Los cambios abruptos y las situaciones de precariedad económica impiden la construcción de proyectos vitales (emprendimientos y sueños orientados al futuro), y colocan el presente en un paréntesis que obliga a vivir en la inmediatez. 3.4 Afectación de la seguridad existencial. sistemas de creencias, la confianza y la esperanza “Cuando una situación catastrófica ha roto la creencia básica de que uno vive en un mundo seguro y predecible, es muy probable pasar a situaciones de desesperanza” (Pau Pérez). Dado que el desplazamiento es una decisión provocada o más bien, obligada por experiencias previas de miedo, terror, amenaza y en general, por la violación de los derechos humanos, los referentes de seguridad y protección – creencia en los otros, los sistemas de valores, la confianza en la justicia o en las instituciones –, son afectados seriamente, lo cual ocasiona la pérdida de las certezas mínimas requeridas para habitar el mundo y tramitar la incertidumbre. Estos impactos sugieren que el desplazamiento constituye una afectación del SER. Al vulnerarse negativamente aspectos esenciales de éste como la identidad, la autonomía, la estabilidad, la seguridad vital y la seguridad existencial, se provocan vivencias y sentimientos profundos de indefensión, miedo, angustia, sinsentido, rabia e impotencia. La intensidad de estos impactos psicosociales y sus características dependen, a su vez, de la relación entre factores subjetivos personales (estructura psíquica, etapa del ciclo vital, historia de vida), circunstancias ambientales tanto familiares como grupales (experiencias organizativas previas, características del evento violento, presencia o ausencia de apoyo) y circunstancias políticas y económicas presentes en el contexto 4 . 4. Bertha Lucia Castaño. A propósito de lo psicosocial y el desplazamiento. En: Desplazamiento forzado: Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo. ACNUR 2004. Pág. 194. 4. EL SENTIDO DE LOS PROYECTOS DE ATENCION PSICOSOCIAL A partir del reconocimiento de los impactos múltiples y severos que genera el desplazamiento, se estima que los proyectos de atención psicosocial deben orientarse de acuerdo a los siguientes fines: 1. Contribuir a reconstruir la identidad y la dignidad (a partir del reconocimiento de las personas en situación de desplazamiento, de su condición de víctimas y de sujetos de derechos). 2. Aportar a ganar autonomía mediante la generación de condiciones para asumir el control del presente, tomar decisiones y realizar acciones que incidan en el curso de sus vidas. Los proyectos de intervención basados en un enfoque psicosocial deben procurar la construcción de potencialidades individuales y colectivas con el propósito de fortalecer la capacidad de agencia de la población desplazada. Esta perspectiva es fundamental, tanto como finalidad como medio para atenuar los impactos negativos de este fenómeno y asegurar el mejoramiento de la calidad de vida. 3. Aportar condiciones que permitan garantizar la seguridad vital: construir estabilidad a partir del cumplimiento de las acciones de protección del Estado y el despliegue creativo de los recursos propios (individuales, familiares y comunitarios), así como de la activación de los vínculos y los soportes sociales e institucionales. 4. Construir seguridad existencial (promover la asunción de certezas, confianza, esperanza y proyectos a futuro). Esto significa establecer nuevos lazos y vínculos que permitan la percepción y vivencia de un orden social seguro y legitimo. 5. TIPOLOGÍAS DE LOS PROYECTOS DE ATENCIÓN PSICOSOCIAL Las diferentes experiencias nacionales e internacionales de trabajo con población en situación de vulnerabilidad, y en particular, con población en situación de desplazamiento, permiten plantear las siguientes tipologías5 en las propuestas y los proyectos de trabajo psicosocial: 1. Clínico – terapéutico. Privilegia el encuadre terapéutico individual, grupal y/o familiar. Su objetivo se centra en la reducción del sufrimiento emocional y la prevención de enfermedades y patologías mentales mediante espacios que permitan: La elaboración de los hechos (qué pasó, por qué, cómo) La identificación de los daños y los cambios que se generan. El impacto de los daños sobre la persona (sus creencias, sistema de valores, relaciones). La expresión de las emociones y los sentimientos generados por los hechos. La identificación y potenciación de los recursos de afrontamiento personales, familiares y comunitarios. 5. Se habla de tipologías teniendo en cuenta que ninguna de estas descripciones se presenta como “pura” en la práctica, sino que recoge uno o varios elementos de las otras perspectivas. 2. De trabajo comunitario. Definido como de construccióny fortalecimientodel tejido social, se concentra en la generación de condiciones para la gestión y la autogestión de apoyos y recursos que mejoren la calidad de vida. Lo anterior, a partir de la organización de las personas y el establecimiento de nuevas relaciones que les permitan tejer vínculos en los que sean reconocidas como parte activa de un trabajo. En este orden se inscriben principalmente: Proyectos de incorporación a nuevos contextos. Promoción de relaciones de solidaridad, reconocimiento en los contextos de llegada. Proyectos de fortalecimiento de la identidad colectiva en los procesos de reubicación o retorno colectivo. Proyectos de mejoramiento de la calidad de vida (emprendimientos productivos, de seguridad alimentaria y saneamiento básico), a partir del trabajo organizado y solidario. Los proyectos de orden comunitario, definidos como de construcción y fortalecimiento del tejido social, repercuten en el ámbito psicosocial en tanto posibilitan condiciones para que las personas organizadas gestionen y autogestionen recursos y apoyos que contribuyan a mejorar su calidad de vida y, al mismo tiempo, establezcan nuevas relaciones que les permitan tejer vínculos y ser reconocidos como parte de un colectivo social. 3. De formación y organización social, el cual mediante procesos formativos, informativos y de apoyo organizativo aportan a: El reconocimiento del contexto sociopolítico en que acontecen los hechos. El reconocimiento de los derechos vulnerados y los derechos a la reparación. La construcción como actores sociales y políticos (sujetos de acción y transformación). La cualificación y la acción organizada y colectiva. El valor de estos proyectos radica en que la construcción de la condición de víctima de una acción u omisión del Estado, desinstala la culpa que genera sufrimiento en el sujeto por lo que le pasó y que mantiene la desesperanza de superación de su situación. Por consiguiente, propende por un reconocimiento público y político que contribuya a la dignificación de las víctimas. Así mismo, promueve el sostenimiento de una lucha contra la impunidad, que de no alcanzarse representa un obstáculo significativo para la recuperación emocional. 6 Módulo 4. De sensibilización y apoyo social, dirigido a población receptora, educadores, funcionarios públicos y sociedad en general. Promueve en estos sectores el reconocimiento de las personas en situación de desplazamiento como ciudadanos vulnerados, así como el desmonte de prejuicios – en los que estas personas son representadas como gente peligrosa o portadora de raras enfermedades, entre otros – que obstaculizan la integración social. Igualmente, hace un llamado a la responsabilidad social para que las víctimas sean reparadas efectivamente en su dignidad,y se den las transformaciones sociales necesarias para evitar la repetición de los hechos. GUÍA DE TRABAJO 1. Desde la perspectiva psicosocial cuáles son los principales impactos que genera el desplazamiento?. Identifíquelos y precíselos en el ámbito familiar, comunitario e individual. 2. ¿Cuáles son los objetivos, principios y tareas del acompañamiento psicosocial a la población desplazada? Castaño, Bertha L. (2004). “A Propósito de lo Psicosocial y el Desplazamiento”. En: En BELLO, Martha. Desplazamiento forzado. Dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo. ACNUR-Universidad Nacional de Colombia, 2004 .CASTILLEJO, Alejandro (2000). Poética de lo otro. Antropología de la guerra, la soledad y el exilio interno en Colombia. ICANH, Bogotá. GRINBERG, León y GRINBERG Rebeca (1984). Psicoanálisis de la migración y el exilio. Alianza editorial, Madrid. HONWANA, Acinda (2001). “Guía de Discusión No. 4: conceptos no-occidentales sobre salud mental”. En: La Experiencia del Refugiado: manual de entrenamiento psicosocial. Centro de Estudios sobre Refugiados, Universidad de Oxford, Queen Margaret University College. (Traducción del Inglés por Teresa Santos Rojas, Bogotá, 2004). Ministerio de Salud (1999). “Lineamientos para la formulación de Proyectos de Atención Psicosocial a población en situación de desplazamiento forzado interno”. Documento de Archivo. Sentencia T-025. En: www.derechoydesplazamiento.net/article.php3?id_article=82 - 7k -/, Fecha de acceso: 13 de julio de 2006. 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