una lectura creyente de la realidad de los jovenes en la iglesia de

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IV PDE – ACENTO DIOCESANO 2011 – 2012
Revitalizar la Pastoral de Juventud
UNA LECTURA CREYENTE DE LA REALIDAD DE LOS JOVENES EN LA IGLESIA DE
BIZKAIA
Lo titulo “UNA LECTURA CREYENTE DE LA REALIDAD”, porque es la mía, leída desde
un sujeto y contexto muy concreto, con una experiencia y desde un lugar determinado. Lo
más adecuado, sería que cada realidad, cada uno, hiciera lo mismo de forma compartida,
y así discernir juntos por dónde Dios nos va señalando caminos a seguir o a comenzar.
Por eso, creo que esta lectura tiene un valor relativo a expensas de ser completado con
otras lecturas. Así mi objetivo, es animarte/ animaros a que escribas/ escribáis tu/vuestra
lectura creyente de la realidad, vuestra realidad.
Contexto religioso (algunos datos del octavo estudio, jóvenes Españoles 2010)
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La religión sigue ocupando uno de los últimos lugares en una escala de las cosas
más importantes para los jóvenes, que se hallan centrados en su vida cotidiana, en
la que lo religioso no parece ser de utilidad. E incluso se presenta la religión no
pocas veces como un obstáculo para vivir con gozo y libremente.
La trasmisión de creencias y de valores cristianos en el seno de la familia es cada
vez más débil.
Parece ser que la religión seguirá como un referente simbólico y celebrativo, pero
desconectado de la vida cotidiana, y sin influjo especifico en los comportamientos
de una mayoría significativa de jóvenes.
Del 53 % que se define como católicos, los porcentajes de creencia en algunas
verdades importantes del credo cristiano son bajos. No pasa del treinta el
porcentaje que aceptan a vida después de la muerte, la resurrección de Cristo, el
pecado, la resurrección de los muertos, la creencia de que Jesucristo es Dios.
Un 69% de los jóvenes que se consideran católicos o creyentes de otra religión
opina que se puede vivir la fe individualmente, sin necesidad de compartirla con una
comunidad de creyentes.
La iglesia sigue siendo una institución poco valorada.
Un 93% de los jóvenes afirma que no se ha planteado nunca la posibilidad de la
vida religiosa la vocación sacerdotal como opción personal.
Destaca el 81% de los jóvenes inmigrantes afirma creer en Dios y no rechazan la
pregunta sobre Dios. La mayoría considera a Dios como algo superior que creó todo
y de quien depende todo, bien como juez supremo de quien dependemos y que nos
juzgará, bien como padre bondadoso que nos cuida y nos ama. Uno de cada cinco
jóvenes inmigrantes se considera católico practicante, y uno de cada diez se ubica
en una posición de indiferencia o no creencia.
En medio de este contexto religioso nos movemos, existimos, trabajamos, sufrimos y
nos alegramos…
Este es un contexto duro, difícil, con muchas amenazas y cuestiones abiertas, pero
también con posibilidades y oportunidades que a veces no las explotamos
suficientemente.
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Revitalizar la Pastoral de Juventud
El contexto desde donde yo trato de leer1, es una realidad con bastantes jóvenes
dedicados al acompañamiento de otros preadolescentes y jóvenes. Una tarea realizada
con mucha entrega, ilusión y dedicación de tiempo, vivida como oportunidad de crecer en
servicio gratuito, en relación con la comunidad cristiana, en afianzar su fe y conocimiento
de Jesús. También una tarea desde una debilidad en la formación básica y experiencia
cristiana, pero sabiendo que están dentro de un proceso de maduración continúa. Unos
grupos, a veces un tanto autosuficientes, que no aprovechan del todo las posibilidades y
recursos que la comunidad y la Iglesia les ofrece.
Desde mi servicio, de acompañamiento compartido, con la Responsable de Juventud, a
esta realidad, descubro que estos jóvenes también son manifestación del rostro de Dios.
No sólo que Dios habita en ellos, sino que para relacionarme con El, un lugar privilegiado
son ellos, por lo que tienen de presente, de futuro abierto, por lo que tienen de realidad
compleja y en gestación, y también por lo que tienen de búsqueda, de necesidad de
acompañamiento. También podemos decir que son manifestación de los signos de los
tiempos, donde Dios nos sigue hablando y lanzando dardos con preguntas al corazón.
Dios desde siempre se ha fijado, se ha acercado, al sufrimiento de su pueblo; ha estado
acompañando las búsquedas, abriendo nuevos caminos, alimentando la esperanza de los
suyos. Hoy, nuestra fe compartida en Él, nos hace decir que también está aquí. En esta
realidad, conjuntando su silencio elocuente con su palabra viva, dejando libertad y
protagonismo; en su Iglesia, colocando y llamando a personas para que se acerquen a
esta realidad de debilidad y de oportunidades.
Y me pregunto, ¿cómo era yo de joven? Me miro a mi mismo y también me veo con
muchas ganas de hacer cosas, con ganas de romper con algo del pasado, con
dificultades para vivir relaciones auténticas con la comunidad, con una necesidad de
formación básica, con desconfianza ante lo que otros, con más experiencia, te dicen,
porque necesitas hacer tus propios caminos y ensayar, equivocarte y rectificar. En una
palabra, experimentar y tener protagonismo. Por lo tanto, en algunas cuestiones, veo que
hay comportamientos y actitudes que se repiten. Que no son tan distintos ahora que hace
20 años.
En un pequeño comentario de Dolores Aleixandre me pareció sugerente lo que decía:
“alegrarnos de las muchas habitaciones de la casa del Padre y de que haya espacio en
ella para todos (añadido mío: para los jóvenes, piensen lo que piensen, actúen como
actúen). Si ellos caben en la casa de Dios ¿cómo no van a tener un sitio privilegiado en la
Iglesia, en nuestras comunidades?. Tienen también su habitación reservada. Y me vuelvo
a preguntar: ¿qué puedo hacer yo y nosotros para que esa habitación no sea una “lonja”
refugio y sea una más de la gran casa que sirve de hogar para todos?
Porque la comunidad debería ser una plataforma de acogida con libertad, nunca una
prisión donde sólo haya control, presión, vigilancia. Tampoco debería ser una lonja, donde
cada uno hace lo que quiere, sin reglas, donde se convierte en un refugio para vivir sin
relación con los adultos. Y donde a estos sólo les preocupa si van a misa, si tienen los
locales ordenados y limpios y no meten mucho follón…. ¿Cómo hacer que nuestras
comunidades sean auténticos espacios intergeneracionales con ofertas interesantes, “a
buen precio”, y desde los distintos estilos de cada uno?
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Como moderador pastoral y consiliario de juventud en la Unidad Pastoral de Arraizpe (Uretamendi, Peñaskal,
Rekalde), y como consiliario diocesano de Acción Católica General
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Cuatro convicciones que quiero tener presente en mi servicio de acompañamiento y que
nacen de las llamadas de Dios a través de estar entre los jóvenes.
1. Partir de la realidad, tomarnos en serio la encarnación. No asustarnos de lo que los
jóvenes dicen, piensan, viven… ni del contenido, ni del modo. Esto supone estar
muchas veces y muchas horas, sobre todo en silencio, a la escucha, con paciencia,
“perdiendo el tiempo”, tratando de descubrir los “porqués”, y las causas profundas,
para llegar a comprender e interpelar. Esto muchas veces choca con nuestra
mentalidad eficaz ¿sirve para algo?, y con nuestra inmediatez e impaciencia, ¿pero…
cuándo?
Seguramente que favorece la creación de dinámicas donde puedan expresarse, y
dialogar entre ellos, y con otros, donde puedan descubrir con confianza a un adulto
que trata de caminar con ellos, sin ser el que más sabe, ni el que mas manda.
2. Creer en ellos, confiar en ellos. Supone que les concedemos autoridad para decir y
hacer, por lo tanto será muy importante sentarnos y escucharles, preguntarles: qué
pasa, por qué, cómo buscar juntos soluciones… Acercarnos a ellos superando las
distancias de los años, la mentalidad, sin que “mi” planteamiento pastoral suponga un
muro insalvable para buscar juntos nuevos caminos. Darles protagonismo, aunque
siempre surge otra vez la amenaza de “eso ya lo hemos intentado y no ha dado
resultado”, la tentación de la eficacia y la impaciencia: “yo, sólo lo haría más rápido e
igual mejor”. Exigirles con una medida equilibrada y justa. Creo que no podemos pedir
aquello que no nos exigimos a nosotros o a otras personas que colaboran en la acción
pastoral (catequistas, voluntarios de caritas, de liturgia…). ¡Señor, enséñanos a mirar
con tus ojos llenos de misericordia, y ternura y no con la lupa de nuestros esquemas
rígidos!
3. Esto es cosa de toda la comunidad eclesial. Es decir, que no es problema de los
jóvenes. Muchas veces, los jóvenes son lo que los adultos hemos ido sembrando y
haciendo (tampoco se trata de buscar culpables y culpabilizarnos). Una de las cosas
positivas del acento de este curso, es que nos coloca a todos, en disposición de
discernir juntos lo que queremos acentuar, reforzar, comenzar, revitalizar. Creo que,
no deberíamos estar tan preocupados por los jóvenes, sino preocuparnos con los
jóvenes por los problemas que afectan a toda la sociedad para juntos poder ocuparnos
de ellos.
4. Lo importante y lo decisivo debe ser el dar continuidad a los procesos, el que sean
auténticos procesos de iniciación y maduración cristiana. También que haya
verdaderas experiencias de encuentro con el Dios de Jesucristo, con el sufrimiento
humano y propio, con las personas hermanas de la comunidad. Que se creen
relaciones llenas de fraternidad y justicia para poder vivirlas, también en los
ambientes.
Finalizo esta Lectura Creyente dando gracias a Dios porque sigue iluminando con su
Palabra, con la vida de su Hijo, y con la fuerza de su Espíritu, a muchísimos jóvenes de
nuestros entornos. Sigue acompañando a tantos jóvenes y adultos empeñados en
caminar con ellos, escuchándoles, sugiriendo procesos llenos de libertad, de maduración
cristiana. Esta oración de J.L Martín Descalzo (Echa las redes) la repito para mí muchas
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veces. Igual te sirve para confiar, esperar, alabar a quien nos invita a revitalizar la Pastoral
de Juventud.
Desde que Tú te fuiste no hemos pescado nada.
Llevamos veinte siglos echando inútilmente las redes de la vida, y entre sus mallas
sólo pescamos el vacío.
Vamos quemando horas y el alma sigue seca.
Nos hemos vuelto estériles lo mismo que una tierra cubierta de cemento.
¿Estaremos ya muertos? ¿Desde hace cuántos años no nos hemos reído?
¿Quién recuerda la última vez que amamos?
Y una tarde Tú vuelves y nos dices: Echa la red a tu derecha, atrévete de nuevo a
confiar, abre tu alma,
saca del viejo cofre las nuevas ilusiones, dale cuerda al corazón, levántate y
camina».
Y lo hacemos sólo por darte gusto.
Y, de repente, nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo y es tanto el
peso de amor que recogemos
que la red se nos rompe cargada de ciento cincuenta esperanzas.
¡Ah, Tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla, camina sobre el agua
de nuestra indiferencia devuélvenos, Señor, a tu alegría.
Luis Mari Vega Castresana
Para la reflexión
Esta Lectura creyente de la realidad quiere ayudarnos a reflexionar sobre la situación
de la pastoral de juventud recogida para, desde ella y a la luz de la Palabra de Dios,
poder apuntar posteriormente líneas de trabajo posibles o iniciativas a impulsar en la
pastoral de juventud.
Tras la lectura, que nos ayuda a fijarnos en una realidad más general y a poner la
mirada de Dios sobre ella,
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¿Qué sentimientos y pensamientos despierta en ti? ¿te sientes identificada con la
experiencia que se relata?
En la recogida de datos de vuestra realidad habéis descubierto luces y sombras
¿se asemejan a las que descubre Luis Mari Vega? ¿Las escuchas y acoges?
¿Qué huellas de Dios reconoces en la realidad que estas viviendo?
¿Qué llamadas sientes? ¿Qué llamadas hace Dios a tu UP/centro, institución,
asociación? Dejamos que resuene la voz de Dios en la vida de nuestra comunidad.
Concluimos este momento rezando juntos la oración Echa las redes, con la que
concluye la Lectura Creyente.
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