REALIDAD, EPISTEMOLOGÍA Y LENGUAJE Y SU APLICACIÓN A LA PSICOTERAPIA

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REALIDAD, EPISTEMOLOGÍA Y LENGUAJE
Y SU APLICACIÓN A LA PSICOTERAPIA
MTF. José Luis Lara R.
Introducción
En la primera parte de este ensayo pretendo aproximarme, sin agotar, a las características
metafísicas de la realidad desde el pensamiento de Xavier Zubiri, Edgar Morin y Humberto Maturana.
Los dos primeros autores nos aportan notas fundamentales, a saber, una realidad que
constitutivamente es abierta, múltiple y religada, por tanto, compleja y en un proceso dinámico. Por su
parte, Maturana, desde la epistemología, nos plantea la realidad como un acontecer que se construye
en lo biológico y que se consensa en lo cultural. En la segunda parte, se plantea la epistemología
como un proceso condicionado por su organización biológica que se genera en las diversas
distinciones del observador y que nos implica poner la objetividad de la realidad entre paréntesis. En
la tercera parte, se intenta fundamentar el papel fundamental que juega el lenguaje, no como
aprehensor de realidad sino como co-constructor de la misma en los significados denotativos y
connotativos, que son como lentes desde los cuales miramos y construimos la realidad. Finalmente,
en la cuarta y última parte, se proponen algunas de las implicaciones metodológicas de esta
epistemología en el proceso de psicoterapia.
I. Aproximación a una definición de la realidad: ¿qué es la realidad?
“Quedé desfallecido escudriñando la realidad”
(Apeireka ta onta skopon. Platón)
1. Realidad constitutivamente abierta y múltiple, de Xavier Zubiri.
Desde el paradigma sistémico se entiende que la realidad de la que participa el ser humano es una
totalidad, en la que todos los elementos que la conforman están interconectados y son
interdependientes. No hay, por tanto, ningún elemento de dicha realidad que se encuentre aislado o
desconectado del resto. Esto supone que lo que le suceda a cualquiera de los elementos del sistema
impacta a la totalidad del mismo.
Las situaciones que vive un ser humano y los significados que le atribuye, configurando su realidad,
están continuamente en una conversación compleja que se da en diversas dimensiones de la
realidad. Dimensiones que no están estáticas ni aisladas, sino dinámicas, abiertas y en respectividad
(en referencia) unas de otras. Implica, por ejemplo, que cuando una persona atribuye ciertos
significados a una experiencia o a un fenómeno, en ese diálogo consigo mismo, están presentes los
significados: las denotaciones y las connotaciones, que se atribuyen a múltiples dimensiones de la
realidad, como pueden ser la familia, la sociedad, el sector laboral, la cultura y lo religioso.
La filosofía de Xavier Zubiri nos aporta una lectura metafísica de la realidad, es decir, nos da las
notas que constituyen a la realidad como realidad. Sin pretender agotar tan basto tema, destacamos
algunos elementos que podrán ser útiles al tema que nos ocupa:
Ante todo, todo lo real es lo que es sólo respectivamente a otras realidades. Nada es real si no es
respecto a otras realidades. Lo cual significa que toda cosa real es desde sí misma constitutivamente
abierta. Sólo entendida desde otras cosas que habrá que buscar, habremos entendido lo que es la cosa
que queremos comprender. Lo que así entendemos es lo que la cosa es en la realidad. El arrastre con
que nos arrastra la realidad hace, pues, de su intelección un movimiento de búsqueda. Y como esto
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mismo sucede con aquellas otras cosas desde las que entendemos lo que queremos entender, resulta
que al estar arrastrados por la realidad nos encontramos envueltos en un movimiento inacabable no sólo
porque el hombre no puede agotar la riqueza de la realidad, sino que es inacabable radicalmente, a saber,
porque la realidad en cuanto tal es desde sí misma constitutivamente abierta. (Zubiri: 1982:1)
Quiere decir, que el ser humano por ser una realidad abierta es también una realidad múltiple,
comprender un fenómeno de su experiencia implica que sólo se puede abordar en referencia a otros
aspectos de su vida, no sólo porque hay muchas cosas reales, cada una con sus propiedades
distintas, sino porque al ser abierta, está en permanente diálogo como un modo de estar en la
realidad entre otras realidades.
Pero además de abierta, la realidad es múltiple. Y lo es por lo menos en dos aspectos. En primer lugar,
porque hay muchas cosas reales, cada una con sus caracteres propios. Investigar las notas o caracteres
propios de cada orden de cosas reales es justo lo que constituye la investigación científica, lo que
constituye las distintas ciencias. Ciencia es investigación de lo que las cosas son en la realidad. Pero, en
segundo lugar, lo real es múltiple, no sólo porque las cosas tienen muchas propiedades distintas, sino
también por una razón a mi modo de ver más honda: porque lo que es abierto es su propio carácter de
realidad. (Zubiri: 1982: 2)
a) Realidad de relaciones fundamentales.
Así pues, la teoría de la realidad de Zubiri, nos aporta una visión desde la cual se puede contemplar
al ser humano como una “realidad de relaciones fundamentales”, es decir, el ser humano, hombre y
mujer, es la raíz de un sistema que está en permanente lenguaje relacional en y con las siguientes
dimensiones: a) dimensión personal, donde se da la relación consigo mismo, descubre y potencia sus
recursos, creencias, valores y sentimientos; b) dimensión afectiva, donde se da la relación con el otro
íntimo, como es la familia, la pareja, los amigos e hijos, aprende a mirarse, amarse, construirse y
comunicarse; c) dimensión social, donde se da la relación con los otros, se aprende la pluralidad, la
excelencia, la solidaridad y el compromiso social; d) dimensión laboral, donde se da la relación con la
naturaleza a través del trabajo, aprende a transformar la realidad y a trabajar en equipo; e) dimensión
cultural, donde se da la relación con los valores, las costumbres y la identidad como pueblo, se
encuentra con lo ecológico, las creencias y las tradiciones que nos dan identidad; y f) la dimensión
trascendental, donde se da la relación con el Absoluto, como fundamento de toda existencia y que da
sentido y trascendencia a lo pequeño y cotidiano de la vida.
2. El paradigma de la complejidad de Edgar Morín.
Desde el paradigma de la complejidad, Morín propone que el estudio de la experiencia humana ha de
ser necesariamente multifacético, quiere decir, que la mente humana no se da sin lo biológico, pero
tampoco, sin los aspectos sociales, culturales, étnicos, familiares y raciales, “sólo hay mentes
encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres
biológicos y culturales”. (Morin: 1996: 71)
En relación al pensamiento complejo nos dice Edgar Morín:
El pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona. Es el significado más cercano del
término complexus (lo que está tejido en conjunto)…es un modo de religación. Está contra el aislamiento
de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto, y de ser posible en la globalidad a la que
pertenecen. (Morin: 1996:72).
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Para Morín la complejidad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados:
presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple.
Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones,
retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la
complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la
ambigüedad, la incertidumbre... De allí la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los
fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de
orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar... Pero tales operaciones,
necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan los otros caracteres de lo
complejo; y, efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos. (Morin: 1996)
II. Aproximación a la epistemología: ¿cómo conocemos la realidad?
1. La realidad: una proposición explicativa, de Humberto Maturana.
Humberto Maturana plantea:
…sostengo que la cuestión central que la humanidad enfrenta hoy en día es la pregunta acerca de la
realidad. Y sostengo que esto es así, independientemente de si estamos enterados o no de ello, porque
cada una de las cosas que hacemos como seres humanos modernos, como individuos, como entidades
sociales o como miembros de alguna comunidad humana, supone una respuesta a tal cuestión como la
fundación de un argumento racional que usamos para justificar nuestras acciones. (Maturana: 1997: 14)
La respuesta a esta interrogante, Maturana la aborda de manera implícita desde la epistemología en
la que explica la observación y el conocimiento como un fenómeno biológico que se genera a través
de la operación del observador como un ser humano viviente, esto es, como una entidad biológica.
Es decir, no da una respuesta radical a qué es la realidad, sino que plantea desde la epistemología
cómo la conocemos: la realidad conocida es una construcción del cognoscente o una proposición
explicativa del observador.
De hecho, las explicaciones científicas no explican un mundo independiente, ellas explican la experiencia
del observador, y éste es el mundo que él o ella vive. (Maturana: 1997: 37)
2. Distinciones, observador y autopoiésis.
La realidad es nuestra propia creación de distinción. Cada distinción, es el “lugar desde el que se
mira” y esto hace que las cosas existan, “es una manera de construir y conocer un mundo de
experiencia” (Keeney: 35). Esta distinción está determinada por las experiencias sociales, culturales y
geográficas del observador y por la orientación de su propio sistema de constructos inserto en el
sistema nervioso, en la que la clave de lectura de la realidad no está en la información que hace la
diferencia y que procede del medio, sino en la propia autodeterminación que se adapta al medio y
que adapta el medio, desde sí y no viceversa.
El que los seres vivos sean determinados por su estructura, tiene las siguientes consecuencias:
a) que su estructura determina lo que ocurre en ellas en cada instante. b) que su estructura determina qué
admiten como una perturbación o como una interacción destructiva. c) que un agente externo sólo puede
desencadenar, gatillar, en ellos, un cambio de estado o una desintegración que está determinada en su
estructura. (Maturana: 2002: 91)
Entonces, la determinación procede de la organización autopoiética del organismo, que conserva su
propia organización de equilibrio y transformación, es decir, que el medio indudablemente influye,
pero la determinación viene de las elecciones de la propia estructura en adaptación a su medio y no
como una copia de la realidad. La palabra autopoiésis procede de los vocablos griegos autos: sí
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mismo, y poiésis: producir. Lo que quiere decir, es que se producen a sí mismos continuamente.
Desde el punto de vista biológico, los seres vivos son redes de producciones moleculares, en las que
las moléculas producidas generan con sus interacciones la misma red que las produce.
Los seres vivos son sistemas abiertos desde el punto de vista material y energético, y por ello están en
continua transformación material con conservación de organización mientras conservan su identidad como
tales. En esto no son distintos de cualquier otra clase de unidades compuestas dinámicas. Lo peculiar de
los seres vivos es que es la organización autopoiética la que los define como sistemas moleculares
autónomos y es la organización autopoiética la que se conserva invariante en ellos a lo largo de su
continuo cambio estructural mientras viven y es la organización autopoiética la que se pierde cuando
mueren. (Maturana: 2002: 94)
Esto significa, que las personas construyen su realidad desde su propia realidad como organismos, y
que la información que proviene del medio sólo puede gatillar cambios, que no se sabe con precisión
cómo ocurrirán ya que dependen más del propio organismo que de la información del medio, es decir,
que no puede haber cambios más allá de lo que esté determinado por su organización. Estos
cambios pueden modificar su estructura no su organización, a menos que muera como sistema.
Esto implica, que un organismo como sistema personal, familiar y/o social, va incorporando o no
cambios, que el ambiente gatilla, sin perder su organización, o en otras palabras, su identidad y
autonomía. Estos cambios, lo que pueden modificar es su estructura, es decir, sus maneras de
organizarse en un espacio determinado, así tenemos que suceden cambios de lugar geográfico, de
estilo de vida, de estructura corporal, de reglas, etc., dentro de los límites de la propia estructura
organizativa.
Repitamos que la organización cerrada, autonomía o totalidad de un sistema como la familia no puede
modificarse, pues de lo contrario no habría familia. Si un sistema familiar pierde su autonomía, ya no
podría distinguírselo como unidad. En tal sentido dejaría de ser una unidad reconocible. (Keeney: 103)
3. Objetividad entre paréntesis.
Dado que la lectura de la realidad está condicionada por la estructura organizativa, en un primer nivel
lógico sustentado por el sistema nervioso, y en otro nivel u orden de explicación, desarrollado y
consensado en lo social en la cual se mueve un sistema personal, esto implica, por una lado poner “la
objetividad entre paréntesis”, y por otro, establecer una relación de diálogo donde las distinciones,
todas legítimas, que crean significados, denotativos y connotativos, se encuentran y se hacen
realidad como producto del consenso que acontece en el lenguajear. Quiere decir, que la
construcción de significados y acciones está enraizada en la comunidad sociocultural de la que se
forma parte, y que la objetividad entre paréntesis nos da la posibilidad de conceptuar la realidad como
una multirealidad o un multiverso.
En la tradición cultural occidental, la ciencia y la tecnología hablan del saber de la realidad y de lo
real, como un dominio de entidades que existen independientemente de qué hagamos como
observadores, contrario a la objetividad entre paréntesis, como dice a continuación:
En el camino explicativo de la objetividad sin paréntesis, el observador ve la realidad como algo que es y
no como una proposición explicativa. Si, por el contrario, el observador sigue el camino explicativo de la
objetividad en paréntesis, él o ella acepta que la realidad es lo que él o ella hace al validar sus
explicaciones de la praxis del vivir. (Maturana: 1997: 37)
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Dicho de otra manera, las experiencias ocurren en el vivir, acontecen de hecho y como tales no se
discuten. La experiencia de explicar la experiencia del vivir se da en el dominio de explicaciones, en
los significados de realidad, y es aquí donde puede ser discutida.
Las explicaciones ocurren en la praxis del vivir del observador, y ellas son también experiencias. Pero, las
explicaciones, en cuanto experiencias, son experiencias de segundo orden en el sentido de que ellas son
reflexiones del observador en su praxis del vivir en el lenguaje acerca de su praxis del vivir.
En este contexto la realidad no es una experiencia, es un argumento en una explicación. En otras
palabras la realidad surge como una proposición explicativa de nuestra experiencia de las coherencias
operacionales en nuestra vida diaria y técnica, como la vivimos en nuestra vida técnica y diaria.
(Maturana: 1997: 40)
Es por eso, que en toda observación está el observador y que toda descripción habla más del
observador que de lo observado y que “todo lo dicho es dicho por un observador a otro observador
que puede ser él mismo o ella” (Maturana: 2002: 94)
III. El lenguaje: ¿aprehensión o construcción de la realidad?
Abordar los significados de la experiencia humana, implica como punto de partida, el considerar que
no se puede describir la experiencia de un fenómeno como único y cosificado. Es decir, que los
resultados no se pueden universalizar como válidos para todos los que significan una experiencia
similar. La configuración de significados de quienes están en esa experiencia de la realidad tiene que
ver con las interacciones de sus relaciones fundamentales, estos es, con los significados de sus otros
más íntimos y cercanos como es la familia, amigos y compañeros de trabajo, así como con los
significantes culturales que están inmersos en su manera de dialogar la experiencia desde las
emociones en esta realidad. Es decir, que los resultados de sus significados son fruto, al final de
cuentas, de su historia de interacciones. Así, el mundo de la realidad, sea cual sea, es el mundo que
se crea junto con el otro en lo social.
El hecho de estar y coexistir en este contexto sociocultural nos abre posibilidades de explorar las
diversas maneras de significar una experiencia, dado que el vivir en el lenguaje es un fruto de vivir en
comunidad y que los significados de alguna manera están en los consensos de una cultura social.
1. El surgimiento del lenguaje.
La realidad que representamos y que significamos en la experiencia ocurre en el lenguaje, sin éste no
tenemos posibilidad de representar, construir o configurar cualquier cosa.
Nosotros, seres humanos, acontecemos en el lenguaje, y acontecemos es éste como el tipo de sistema
viviente que somos. No tenemos ninguna posibilidad de referirnos a nosotros mismos o a cualquier cosa
fuera del lenguaje. (Maturana: 1997: 48)
El lenguaje abarca el uso de palabras y símbolos y la distinción usual entre conducta verbal y
analógica o no verbal. Maturana lo define como la coordinación consensual de acciones
consensualmente coordinadas. En esta definición no hay una escisión entre cognición y acción.
Conocer es comportarse.
El lenguaje requiere para su desarrollo de un sistema nervioso y del contacto e interacción con los
otros, que permite normas complejas de vida en la convivencia para poder desarrollarse y prevalecer
en una sociedad de una generación a otra. Por ésta razón, el lenguaje como dominio de explicación
ocurre en la comunidad. En un dominio de coordinaciones de acciones, como resultado de las
interacciones recurrentes de los organismos.
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Como tal, el lenguaje es un fenómeno biológico puesto que resulta de la operación de los seres humanos
como sistemas vivientes, pero ocurre en el dominio de las coordinaciones de acciones de los
participantes, y no en su fisiología o neurofisiología. Lenguajeo y fisiología ocurren en diferentes dominios
fenoménicos que no se intersectan. O, en otras palabras, el lenguaje como un tipo especial de operación
en coordinaciones de acciones, requiere de la neurofisiología de los participantes, pero no es un
fenómeno neurofisiológico. (Maturana: 1997: 37)
Dos organismos o más, al interactuar recurrentemente generan un acoplamiento social que tiene
conductas comunicativas, que pueden ser innatas o aprendidas, en la realización de sus respectivas
autopoiésis. Este dominio de conductas coordinadas puede ser descrito como conductas lingüísticas
asociables a términos semánticos.
Esto es, como si lo determinante de la coordinación conductual así producida fuese el significado de lo
que el observador puede ver en las conductas, y no en el acoplamiento estructural de los participantes. Es
esta cualidad de las conductas comunicativas ontogénicas de poder aparecer como semánticas para un
observador que trata a cada elemento conductual en ellas como si fuese una palabra, lo que permite
relacionar estas conductas al lenguaje humano. Más aún, es esta condición la que resaltamos al designar
a esta clase de conductas como constituyendo un dominio lingüístico entre los organismos participantes.
(Maturana y Varela: 1988: 138)
Conductas comunicativas
Conductas ontogénicas
Conductas lingüísticas
Los humanos como humanos no podemos, desde la perspectiva de Maturana y Varela, separarnos
de la trama de acoplamientos estructurales tejida por una lingüística permanente. Así, nos realizamos
en un mutuo acoplamiento lingüístico, no sólo porque el lenguaje nos permita decir lo que somos sino
porque somos en el lenguaje, “en un continuo ser en los mundos lingüísticos y semánticos que
traemos a la mano con otros” (Maturana y Varela)
El lenguaje no fue nunca inventado por un sujeto en la aprehensión de un mundo externo, y no puede, por
lo tanto, ser usado como herramienta para revelar un tal mundo. Por el contrario, es dentro del lenguaje
mismo que el acto de conocer, en la coordinación conductual que el lenguaje es, trae un mundo a la
mano. (Maturana y Varela: 1988: 155)
2. Epistemología y lenguaje son los lentes desde los cuales miramos la realidad.
El primer contacto con la realidad del ser humano se da a través de los sentidos, por éstos, sentimos
la realidad como realidad, una vez que una persona opera en el lenguaje, todas sus funciones
simbólicas como el pensar, imaginar, planear, analizar, esto es, las palabras y los símbolos son parte
ineludible de su experiencia humana. El lenguaje se convierte en los lentes desde los cuales miramos
la realidad. Una vez que utilizamos las palabras, es imposible separar la semántica de aquello que
vemos y sentimos, y en definitiva, experienciamos.
Para mejor o peor, vivimos en un mundo de lenguaje y no en un conjunto de hechos y observaciones. Es
en el uso del lenguaje donde se crean los significados. Sin el lenguaje, la vida tendría que ser vivida
momento – a - momento, sin narrativa, evaluación, comparación ni contemplación. (Efran, Luckens y
Luckens: 1994: 55)
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Es en la conversación o en el lenguajear la realidad que podemos abordar una experiencia. El
lenguaje crea a un observador, de nosotros mismos y/o de los otros, y se explican y evalúan las
experiencias. A su vez, el lenguajear dichas experiencias hace que las experiencias se modifiquen.
Un oso puede quedar atrapado en una trampa, pero al no “poseer el don del lenguaje”, no se pregunta por
qué se levantó esa mañana. Los animales sienten dolor y malestar en forma inmediata, pero solo los
humanos, a través del uso de palabras y símbolos, se preguntan por cuál será la duración del dolor y si el
castigo corresponde al crimen. El lenguaje hace que la gente se abra a formas más penetrantes de
sufrimiento y desesperación que los miembros de otras especies. (Efran, Luckens y Luckens: 1994: 57)
Por ejemplo, es posible que el significado de un diagnóstico de cáncer no sólo tenga que ver con las
acciones operativas que se tienen que hacer como resultado de éste, tales como tomar
medicamentos, hacerse los estudios o los tratamientos, sino que está entretejido a toda la trama de
significados existenciales que tocan a la persona y a su red de relaciones. Es decir, que el uso del
lenguaje como lectura de la realidad se da en forma amplia e incluye todas las maneras de
simbolización de que son capaces las personas en la interacción con otras personas, y esto puede
ser más evidente cuando las personas conversan sobre sus experiencias y presentan y entraman
distintas lecturas acerca del diagnóstico de un cáncer.
3. El significado en el lenguaje
La comprensión del mundo se da a través de expresiones axiológicas, morales, simbólicas y
lingüísticas, alrededor de las cuales toda cultura se organiza y da sentido a la existencia. Porque si
por medio de los sentidos tenemos la sensación de la realidad como realidad, si por éstos “la
tocamos”; por los significados “nos apartamos”, tomamos distancia, la representamos y la
construimos como realidades de la realidad que no podemos agotar, que se nos escapa, y que sin
embargo, el dar significado a los acontecimientos, a las experiencias y a las cosas, es en el proceso
del conocimiento, lo que nos permite la creación, el acceso y la transformación de la cultura.
En el significado convergen los sentidos, los sentimientos, las conductas, las creencias, las metáforas
y los conocimientos, es decir, la vida en su totalidad, configurando la permanente transformación de
nuestra identidad y constituyendo la dinámica constante entre lo consciente y lo inconsciente de
nuestra cultura.
El significado de una palabra es una función del uso reglamentado, esto es, depende de que se integre en
usos sancionados por la comunidad hablante. (Beuchot: 2004: 148)
Ejemplo de esto, es la asociación inmediata que se le da a la palabra cáncer como sinónimo de
muerte. Es decir, los significados se dan en la pragmática del lenguaje.
4. Pragmática del lenguaje.
La visión analítica del lenguaje tuvo entre sus miembros a pensadores tan connotados como Gottlob
Frege, George Edward Moore y Bertrand Russell. Sin embargo, se distinguió por un discípulo de
estos, llamado Ludwig Wittgenstein. Este filósofo había sostenido en un primer momento, en su
tratado lógico filosófico, una teoría correspondentista o pictórica, en la que el significado es capaz de
reflejar la realidad, es decir: la armonía entre pensamiento y realidad, como todo lo metafísico, hay
que buscarla en la gramática del lenguaje.(Wittgenstein: 1969: 25), posteriormente, cambió su teoría
por la del significado en función del uso (pragmática del lenguaje). Beuchot, en el análisis que hace
de Wittgenstein, nos dice que la proposición pasa de ser retrato de la realidad a ser movimiento en el
juego del lenguaje, donde las expresiones cobran sentido. El juego del lenguaje es: “El conjunto de
signos aplicados de manera regular en conexión con actividades extralinguísticas (acciones). Lo que
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distingue a un juego de lenguaje de otro es la práctica asociada a él, las posibilidades de utilización
fijadas en conexión con la praxis”. (Beuchot: 2004: 147, 148)
Esto quiere decir, que los significados están en función de las acciones, que se dan en la sociedad y
que pueden configurar las formas de vida, junto con los conceptos que se usan.
5. Significado: denotativo y connotativo.
El signo puede regirse por un nexo arbitrario entre el concepto (significado) y su expresión concreta
(significante), en términos de equivalencia indicativa. Se tiende a hacer una distinción en las
funciones de la lengua. La función denotativa se emplea como función referencial, en la que las
palabras se emplean en su sentido semántico exacto con un significado preciso. La función
connotativa es la manera de usar las palabras en un tono afectivo que cobra sentido en lo relacional.
Las explicaciones teóricas de los lingüistas sobre el desarrollo semántico subrayan la importancia de
definir el significado no tanto en función de las referencias, sino más bien sobre la base de las
relaciones lingüísticas más amplias; el significado lingüístico de una palabra se describe mediante el
empleo de otras palabras. (Ausubel y Sullivan: 1989: 26). Las palabras, aisladas, pueden tener
significados distintos, sin embargo, el sentido que tengan en una expresión determinada, dependerá
del contexto en que aparezcan.
IV. Aplicaciones a la psicoterapia.
1. Terapia y la importancia del lenguaje.
Con el paradigma de la epistemología cibernética de segundo orden, el constructivismo y
construccionismo social, así como anteriormente mencionados, la terapia sistémica ha dado vital
importancia al lenguaje, no solo como instrumento de conocimiento, sino como la matriz en la cual
nos realizamos, consensamos y construimos los seres humanos. Si la realidad surge en el lenguaje a
través del consenso, se trata entonces, en el diálogo con el consultante, de prestar atención a su
lenguaje, y por lo tanto, a su modo de representar la realidad, y a nuestro lenguaje, para poder co construir junto con el otro, nuevos significados que harán una realidad diferente en el vivir, como
resultado de una relación de colaboración.
En esta perspectiva, se reconoce en terapia que trabajamos fundamentalmente con los significados
en diversos niveles, ya sea para dar descripciones operativas de los acontecimientos, hechos y
comportamientos, y/o explicaciones de la experiencia de las creencias, ideas, sentimientos,
causalidades, etc. Es decir, que cuando escuchamos los hechos y los comportamientos en
interacción, en realidad, estamos escuchando significados de dichos hechos, acciones y
comportamientos.
La perspectiva del lenguaje se complementa con la sistémica, con la que se observan las pautas
recursivas y relacionales, esto es, un sistema que está compuesto por personas que se relacionan a
través del lenguaje; aunque se introduce un juego en el que el terapeuta hace más preguntas, con la
finalidad de crear una conversación en la cual surjan realidades alternativas y el consultante atribuya
más significados, en el diálogo de construcción.
... el terapeuta es el retórico (el que hace las preguntas; y el cliente, el hermeneuta, es decir, el que
atribuye los significados. Las preguntas delegan implícitamente en el cliente la responsabilidad de la
interpretación, es decir, de la atribución de significados. (Boscolo, Bertrando: 1996: 168)
El terapeuta propone hipótesis en forma de preguntas, que pueden conducir al cliente a formular sus
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propias hipótesis, en un proceso circular y contextual que ayuda a delimitar un sinfín de
interpretaciones.
De este modo, a través de las preguntas, el terapeuta ayuda al cliente a mirar
hacia adentro y a reflexionar sobre sus relaciones. (Boscolo, Bertrando: 1996:
173)
Además de las preguntas, el terapeuta favorece el diálogo y la hermenéutica del cliente con
metáforas e historias.
El terapeuta sistémico, como el director de escena o el autor teatral, ofrece
continuamente historias posibles al cliente y contribuye a crear un contexto
relacional en el cual le cabe al cliente decidir si aceptarlas en todo o en parte, o
bien, rechazarlas. Las historias que contamos las urdimos a partir de los datos
que proporciona el cliente, filtrados a través de nuestras experiencias y
prejuicios, y enriquecidos por las metáforas de nuestro archivo interno, y
dejamos que sea el cliente quien les encuentra sentido. (Boscolo, Bertrando:
1996: 173)
En congruencia con esta epistemología, planteamos en el proceso terapéutico plantear preguntas con
una mirada sistémica, que permita explorar los significados en las relaciones fundamentales, así
como en las acciones, reconociendo de antemano, que en la conversación no se sigue un orden a
manera de cuestionario, una pregunta puede desencadenar diversas maneras de seguir produciendo
la conversación, e incluso servir como historia desde la cual otro paciente pueda abordar sus
coincidencias y disidencias; así como generar nuevas formas de pensar en el cáncer, nuevos
significados de lo sucedido y nuevas formas de actuar.
… hacer terapia sistémica significa sumergirse con el cliente en una red
compleja de ideas, emociones y personajes significativos, conectados
recursivamente y explorado por dos interlocutores a través del instrumento
lingüístico (Boscolo, Bertrando: 1996: 174)
2. La narrativa en la terapia.
La metáfora de la narrativa, cuento o historia, se utiliza con frecuencia en las corrientes de
psicoterapia contemporánea, como un símbolo de narración de la vida cotidiana, que sitúa al
terapeuta y al consultante, en un proceso dinámico que incluye tanto la forma en que organiza los
sucesos y experiencias de vida para explicarlos, como la forma en que participa como protagonista de
su historia, para crear lo que explica. Tal y como dice Handerson (1999: 277): Nuestras historias
forman, informan y re – forman las fuentes de nuestro conocimiento, nuestra percepción de la
realidad.
La narrativa o el relato proporciona el marco que nos hace posible interpretar nuestra experiencia, al
mismo tiempo, el darle interpretación constituye un logro en el que se es parte activa. Por otro lado,
las historias que se cuentan en la terapia suelen estar mezcladas de contradicciones y de relatos
alternos.
Además, un único relato no puede vivir por nosotros completamente, porque no existe relato que esté libre
de ambigüedad y contradicción y que además pueda manejar todas las contingencias de la vida. Estas
ambigüedades, contradicciones y contingencias amplían nuestros recursos para la creación de
significados. (White: 2002: 20)
En el contar la historia acerca de lo que vivimos, se da la posibilidad de: saber quiénes somos y
quiénes podríamos ser; quiénes son importantes y para quienes somos importantes; qué hemos
hecho y qué nos queda por hacer; es decir, nos da la oportunidad de entender nuestra experiencia
vivida y proyectarla por nuevos rumbos. La narrativa genera, ordena y da sentido a la vida.
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3. La cultura presente en los significados.
Los significados, es decir, nuestras comprensiones e interpretaciones, que son construidos por la
comunidad sociolingüística por medio del lenguaje verbal y no verbal, nos permiten entrar en contacto
o distanciarnos de los otros; e influyen en la manera de relacionarnos con los demás. A su vez, los
significados de las palabras como de las conductas, se actualizan y toman significado (o re –
significado) en las pautas de una relación.
En otras palabras, los significados que tenemos acerca de las cosas son construidos socialmente y
se desarrollan a partir de las interacciones y comunicaciones entre las personas. Es decir, son
productos de intercambio que se sitúan en el contexto histórico y cultural, en el que la familia cobra
especial relieve, debido a su papel de mediación entre el individuo y la sociedad; y a que está inserta
en un contexto mayor, en el que podemos clasificar a la familia en la comunidad y la comunidad en la
cultura social y nacional.
El antropólogo Clifford Geertz (1973) citado en Handerson definió la cultura como:
“una pauta de significados contenida en símbolos y transmitida históricamente, un sistema de
concepciones heredadas que se expresan en forma simbólica, por medio del cual los hombres comunican,
perpetúan y desarrollan su conocimiento sobre la vida y sus actitudes hacia ella”. (Handerson: 2000: 266:
1999)
Consideramos que el individuo es un compuesto social y relacional, en el que los significados con una
connotación más intensa y emotiva están enraizados en los otros más íntimos como son la pareja, la
familia y los amigos.
Conclusiones
La teoría de la realidad (metafísica) de Xavier Zubiri, el pensamiento complejo de Edgar Morin, el
pensamiento de Maturana y la epistemología cibernética de segundo orden, nos proponen pensar
simultáneamente en diversos niveles de realidad y sus interacciones. Desde el construccionismo
social, las distinciones y/o las descripciones de la realidad no se cosifican como entidades fijas e
independientes del observador, por lo siguiente:
a) No porque la realidad no exista, sino porque no existe de manera estática, cosificada y externa,
sino dinámica, abierta y múltiple. En este sentido no podemos agotar la riqueza de la realidad. La
realidad es o existe de suyo como “cosa real”, pero es una realidad religada, abierta y en
respectividad a la realidad que somos como cognoscentes. Por esto:
b) La realidad que conocemos sólo existe en función del cognoscente (observador), sin éste, no hay
la conceptualización de la realidad, sea cual sea.
c) Es decir, estamos en la realidad y la conocemos desde la realidad que somos, como seres
biológicos, psicológicos, sociales, culturales y geográficos.
d) Y desde esta realidad que somos, conocemos y construimos la realidad en el lenguaje. Somos
una realidad comunicante.
e) Las construcciones o representaciones de la realidad acontecen en el lenguaje como operaciones
explicativas que sirven de referencia para el vivir.
d) El acontecer del lenguaje se da en un diálogo, en los que están implícitos y/o explícitos,
distinciones de realidad en diversas relaciones fundamentales que coexisten en un contexto familiar,
social, cultural y geográfico.
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e) Aún para decir que existe lo que no podemos observar y conceptualizar estamos haciendo uso del
lenguaje.
f) El lenguaje nos permite representarnos la realidad y no aprehenderla, en este sentido, tampoco el
lenguaje agota la realidad. El lenguaje es la representación de la realidad de lo real. Es decir, la
realidad nombrada.
g) Desde estos referentes, la psicoterapia se plantea como una conversación, en la que tanto el
terapeuta como el consultante, construyen, des - construyen y re – construyen la realidad ¿cuál
realidad? la realidad de la relación y de cada uno de los participantes: terapeuta y consultante.
h) La práctica congruente con esta epistemología implica, que en la conversación se favorezca: las
preguntas por parte del terapeuta y la hermenéutica por parte del consultante.
i) Las preguntas y las respuestas, se van retroalimentando, en un proceso recursivo y colaborativo.
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