Conceptos a trabajar en esta clase: Imagen de pensamiento. Platonismo. Inversión del platonismo. Idea o modelo y copia o imagen. Simulacro. Semejanza. Mundo de la representación. Diferencia y potencia. Clase a cargo de la Lic.Adriana Zambrini Llegado a este punto del recorrido teórico en nuestras clases, creemos ya estar en condiciones de plantear un tema central en esta primera parte: la inversión del platonismo y qué se entiende por tal. Platón ha sido considerado como el pensador del dualismo, pero es Deleuze, entre otros, quien plantea una trilogía en este autor. Va a decir que a la clásica dualidad de idea-imagen o modelo-copia, se le debe agregar un tercer elemento central: el simulacro, concepto de falsa copia que Platón trabaja principalmente en el Sofista. Es en el final de este texto donde da las pistas para invertir su propio pensamiento. Así Deleuze plantea una tríada en Platón: modelo-copia-simulacro, tema que iremos desarrollando en esta clase. En Derrida, Wolf propone pensar esta tríada en términos de: padre del logos-logos-escritura. Nosotros lo trabajaremos desde Deleuze. Por cierto Platón es un pensador sutil, agudo y prolífico, y solo tomaremos de él este concepto antes mencionado, para que nos permita ir construyendo un mapa conceptual de aquellos pensadores que nos convocan desde una imagen de pensamiento de la multiplicidad. ¿Porqué plantearse la inversión del platonismo? Porque para pensar, Deleuze dice a partir de Nietzsche que hay que comenzar a hacerlo desde una gran negación, no para instalarse en una oposición de ideas, sino para lograr un pensamiento afirmativo a partir del cual se plantee una ruptura. La imagen de pensamiento de la cual parte es la imagen de pensamiento dogmática y justamente Deleuze reconoce como imagen de pensamiento dogmática al platonismo que logra su máxima expresión en la metodología dialéctica de Hegel. La inversión del platonismo no se plantea la diferencia entre la esencia y la apariencia, el modelo o la copia sino que para romper con la hegemonía del modelo y la copia, es necesario recuperar el valor del simulacro en medio del mundo de los íconos. Lo que va a plantear concretamente Deleuze en La Lógica del sentido, es que el pensamiento nunca piensa por sí mismo, sino que el pensamiento solo produce a partir de un campo de posibilidades, este campo de posibilidades es lo que van a llamar imagen de pensamiento. La imagen de pensamiento es lo que hace visible y enunciable en un determinado momento aquello por lo cual el pensamiento va a ser afectado, en cada momento histórico y en diferentes sociedades lo visible y lo enunciable va cambiando. Para poder plantearse la producción de una imagen de pensamiento diferente a la imagen de pensamiento dogmática, que viene gobernando el discurso y el pensamiento occidental, es necesario partir de una primera negación, pero no para volver a lo mismo sino para producir una ruptura en el pensamiento y hacer visible y enunciable otra cosa. Surge así el concepto de rizoma como un modo de pensamiento. El rizoma es una raicilla –este es un término de la biología- que crece en la superficie y tiene movimiento, no crece en profundidad y no permanece en un solo punto, lo contrario respondería a una imagen arborescente; el rizoma por el contrario va fisurando la tierra y permanentemente en esa fisura se abre paso, se bifurca. Sería desde el pensamiento una imagen de apertura, de bifurcación, de permanentes grietas en la superficie; no es una imagen de las profundidades ocultas de la caverna ni tampoco de una trascendencia de los cielos, sino que se plantea un pensamiento de superficie. Una inmanencia. Volvamos a Platón. Este parte de la existencia de la Idea. La Idea es el modelo que opera como fundamento, es la verdad siempre idéntica a sí misma, es lo idéntico. Para su construcción apela en última instancia al mito para garantizar la autenticidad de la misma. Se parte entonces de la Idea como origen para fundar el mundo de lo Mismo. Por ejemplo la justicia que es modelo o idea, es justa, sale la idea de sí misma para volver a confirmar su identidad. Platón va a plantear que el ser es el ser, o sea el ser se auto confirma. Por lo tanto tenemos que la Idea, en tanto modelo, es una verdad única, a la cual el pensamiento debe llegar. Al pensamiento Platón lo considera un mecanismo natural, por lo tanto si no se llega al modelo, o sea a la verdad es porque ha fallado algo en el mecanismo del pensamiento. Lo que actúa como obstáculo para llegar a la verdad es el mundo de lo sensible o de las pasiones. Todo aquello que se desprende del modelo original, de la Idea, van a ser copias, estas copias tienen un linaje. El pensamiento Platónico es absolutamente vertical, tenemos las Ideas originarias como lo absoluto y abstracto y las copias, las sucesivas e infinitas copias que van a responder en mayor o menor medida al modelo. Cuanto más capturado esté el hombre en lo sensible y en las pasiones, estas copias van a responder menos o van a estar más lejos de la verdad del modelo. Pero la copia que nunca es la Idea, es una copia y como tal siempre le falta algo para llegar a lo Absoluto. A este hombre de la falta algo siempre le falta para estar completo, ya que lo completo es la Idea pero por ser ésta una abstracción absoluta, es del orden de lo imposible para el hombre, por eso a éste lo va a llamar “Pretendiente”, y van a haber mejores o peores pretendientes. La idea es el padre, lo que la idea o el fundamento da al pretendiente es la hija y el pretendiente o el novio es aquel que si responde a la pretensión del padre, si se asemeja al padre tendrá a la hija. Si acá pensáramos a la justicia, los justos serían aquellos que responden a la idea de justicia y por lo tanto podrán gozar del beneficio de ser justos. Platón busca fundamentalmente el Bien, es una vida moral. En esta producción de pensamiento hay infinitos pretendientes en una escala descendente con relación a la distancia o cercanía con el modelo (la Idea); aquellos que expresan la máxima degradación son llamados falsos pretendientes, o sea que ya no responden por semejanza a la identidad del fundamento. Lo que se desprende de la semejanza a la idea, los más lejanos a ésta, son los falsos pretendientes: los simulacros. Es decir, el simulacro es el punto más distante en esa escala que comienza en la Idea absoluta. Por tanto, el simulacro es una idea desprovista de semejanza. ¿De qué semejanza? La semejanza para Platón, no es una semejanza externa, no es la semejanza de una cosa con otra cosa, es una semejanza interna. Es la semejanza de la copia con la Idea, es interna y espiritual, de este modo el lugar de la cosa lo termina ocupando la idea. En cambio el simulacro no es una semejanza con la idea, es una desemejanza o una disimilitud con respecto a ésta. Está tan lejos de lo uno absoluto, de la Idea, que no tiene nada que ver con ella. Este mundo del modelo o idea y de la copia-icono es el mundo de la representación, el mundo de lo Mismo que opera por oposición, similitud y analogía. Siempre el hombre representa como copia en mayor o menor medida, si es un buen pretendiente o mal pretendiente, la semejanza de la idea o del modelo. Se parte así de un fundamento, hay un punto de origen. Este es el mundo de la representación, de lo que falta, de lo imposible que es justamente la idea como tal. O sea se parte del modelo cuyo reflejo es la copia para volver a confirmar la identidad de la idea, esto es el mundo de lo Mismo, a diferencia del simulacro que habilita el mundo de lo Otro. Lo Otro en tanto lo disímil, lo heterogéneo, lo que no tiene ninguna semejanza con una idea abstracta, lo que no opera por analogía ni queda entrampado en el juego de los opuestos, sino que por el contrario irrumpe en la superficie para desbaratar la preeminencia de la formalización de los iconos o imágenes. Crea sus propias semejanzas en los efectos, no remite a nada fuera de sí. Entonces, el mundo de la representación es el mundo de la identidad y de las identificaciones, no se parte de una diferencia como afirmación sino de una similitud que confirma una carencia con relación a un absoluto que actúa como trascendencia. Desde el platonismo todo lo que se parece, difiere. Lo contrario sería pensar: todo lo que difiere, se parece. En el primer caso se parte del mundo de la semejanza, en el segundo se parte de una diferencia como único origen. Dos modos de percibir la vida que determinan dos maneras de pensar y accionar muy diferentes. Cuando se opera en relación al modelo, la cultura impone los paradigmas a seguir, cualquier desviación con respecto a éstos es considerado un error o una disfunción. Por lo tanto todo individuo o grupo que se erige como investido de la verdad del modelo, acciona despóticamente sobre los otros. Una imagen de pensamiento que promueve una macropolítica del poder, intentando desbaratar todo micromovimiento que se resista a ser homogéneo. Lo heterogéneo es vivido como peligroso. Un escritor me contaba que a sus 35 años tuvo su mejor momento en la literatura. Fue publicado y reconocido por sus pares y la crítica. El sintió que había llegado a lo máximo de sus posibilidades, “su techo”, y este era muy inferior a sus modelos, por lo tanto decidió silenciarse. Hoy hace 30 años que no escribe y cambió la literatura por una escena de poder social que lo coloca desde su perspectiva, más cerca del modelo de perfección y éxito que rigió su vida. Quizás sin darse cuenta talló un personaje en sí mismo. Viene a consultarme por una gran depresión. No se trata de encontrar la mejor escena para desarrollar este juego binario, competitivo y despiadado de las identidades del modelo y la semejanza de las copias; sino que por el contrario entender que este es un modo de percibir y de vivir, pero no el único. Invertir el platonismo es precisamente hacer valer esa complejidad singular y diferente que somos, para que las semejanzas se desplieguen a nivel de los efectos, de ciertos trazos que formalizan un encuentro con otro o con algo. El ser no está capturado en la identificación, sino liberado en la diferencia. Renunciar a desear por no parecerse o hipotecar una vida para aspirar a ser un modelo que la sociedad impone, es triste; y la tristeza es un afecto de inmovilidad para Spinoza. La imagen de pensamiento llamada dogmática responde a un dogma, que es la idea o modelo como fundamento. Y ser la copia de la copia de sí mismos da la falsa seguridad de repetirse en lo conocido de una representación congelante. Esto es lo que sostiene una imagen de pensamiento que remite siempre a una falta, a una idea absoluta e invariante que actúa como lo imposible de llegar. Junto a esta imagen de pensamiento de fuerte tradición religiosa, otros pensadores como Heráclito, los Estoicos y los Epicúreos, siguiendo por Spinoza, se han planteado un pensamiento de ruptura. Inclusive Platón mismo en su libro El Sofista llega en un chispazo de lucidez, como dice Deleuze, a darse cuenta que el simulacro, lo disímil, en realidad no es una falsa copia sino una potencia en sí misma, pero lo deja ahí marcando el recorrido a seguir para la inversión de su propio pensamiento. -P: ¿Podrías repetir lo de imagen de pensamiento?. -R: La imagen de pensamiento es lo que hace visible y enunciable aquello que el pensamiento puede pensar o sea el pensamiento no piensa por sí solo, cada imagen de pensamiento visibiliza y enuncia determinada producción. ¿Cuál es la diferencia de estas dos imágenes de pensamiento que estamos trabajando?. Para la imagen dogmática la verdad es, no es una producción sino que la verdad es la Idea. Para una imagen de pensamiento rizomática o de la multiplicidad, la verdad no es, sino que se produce y esta idea a su vez también es una producción. Simplemente como dice Deleuze, hay que poner las cartas sobre la mesa y plantear que toda imagen de pensamiento es una producción, que aquello que en determinado momento se hace visible y enunciable es producido y no preestablecido. En lo dogmático, la copia se remite siempre a lo previo que es la verdad, es una reproducción y re-presentación de la idea de algo que ya funciona como fundamento primero. Simulacro, simulación, falso pretendiente con relación a este tipo de pensamiento que plantea la verdad de la dupla idea-copia, o modelo-imagen. Es un sistema en donde se da la identidad del modelo y la semejanza de la copia al modelo, es un sistema identidad-semejanza. Pero si consideramos al simulacro como una potencia en sí misma, como deformalizador de la representación que en su estallido posibilita recuperar la intensidad de los cuerpos; o sea darle al simulacro su derecho a existir en el mundo de los iconos, ya estamos hablando de otra imagen de pensamiento en donde la verdad es algo que se va creando en el movimiento mismo del pensar y desde las diferencias. P: ¿ En la cuestión del simulacro entraría la crítica de Platón al arte que es la copia de la copia?. R: Si, la copia de la copia degradada por la presencia de los sentidos, donde ya lo que entra no es una identidad al modelo sino una deformación, lo disímil. Por eso Platón va a plantear que el simulacro posee una perversión y una desviación con relación a la esencia, que es el modelo, en tanto el modelo va a representar la cosa en sí misma. -P: No es de forma sino de esencia. -R: De esencia exactamente. De allí que Nietzsche va a decir que la pregunta correcta nunca es la del porqué, ya que presupone una esencia, sino el para qué de una acción, que da cuenta de un valor. Entonces, el simulacro lo que pretende, ya que actúa a favor de una dirección es una subversión, es decir, ir contra el padre, desestabilizar el orden del linaje. Entre el simulacro y la copia hay diferencias de naturaleza y van a componer las dos mitades de una división, que desde el platonismo está regida por la dupla verdadero-falso. La semejanza del simulacro es una semejanza de efecto. Es un efecto de una semejanza exterior. Por eso vamos a tener en Platón, al usuario aquel que juzga los fines y es el que tiene el saber de la idea, al productor que tiene la copia fundada en la opinión correcta y el imitador que es el simulacro, que también es un modo de conocimiento, pero un modo de conocimiento que no se basa ni en la opinión ni en el saber, sino que dice Deleuze: es el arte del hallazgo, fuera de todo saber y toda opinión. Entonces ¿Qué es invertir el platonismo?. Invertir el platonismo es mostrar los simulacros y afirmar su derecho a existir entre los iconos y las imágenes. Para esto el simulacro a diferencia de la copia tiene lo dispar, lo diferente, la diferencia como potencia, como unidad de medida y modo de comunicación. Por el contrario la copia tiene como unidad de medida la semejanza a la identidad del modelo. De esta manera el simulacro es una potencia en sí mismo. A diferencia de la copia en donde la potencia está en la idea, que es lo trascendente, ya sea la Idea absoluta o Dios, pero en definitiva es algo trascendente a la copia. En cambio en el simulacro todo es inmanente, todo sucede como un juego de potencia entre potencias. Va a decir Deleuze, en la Lógica del Sentido, que por lo menos se requiere de dos series para que se produzca un simulacro. Por ejemplo podemos tener una serie infancia, una serie adolescencia, donde cada una es idéntica a sí misma en la medida que difiere de las otras series, su identidad es la de la diferencia. Se parte de la diferencia como lo idéntico. Cuando un acontecimiento, ese baile de acontecimientos que es la realidad, opera, lo que se ponen en juego son las fuerzas externas sobre un plano de subjetivación, estas fuerzas externas van a actuar por resonancia en determinadas series de este plano de subjetivación. P: ¿A qué llamas plano de subjetivación?. R: La subjetividad se produce permanentemente entre este juego de los acontecimientos, que va a ser para Deleuze lo trascendente y el plano de subjetivación que es lo inmanente. La subjetividad es el resultado de las fuerzas del mundo de los acontecimientos exteriores sobre esta superficie de subjetivación, y que a su vez en este pliegue que se produce en su interior, posteriormente la subjetividad se expresa hacia el exterior. O sea, que la fuerza de la subjetividad pliega las fuerzas del exterior para convertirlo en un interior que luego se expresa. El exterior va a definir el campo de acción, y la inmanencia subjetiva va a seleccionar las fuerzas de ese exterior para su propia acción. Este juego de fuerzas produce un efecto de resonancia en determinadas series, por ejemplo en la serie infancia y en la serie adolescencia. Cada una de estas identidades como diferencias que son, se ven obligadas en un movimiento forzado a salir de sí, por efecto de resonancia. Ante una señal, que es un sistema físico, se opera una determinada cualidad que va a ser el signo. Por ejemplo tenemos la violencia como signo y es allí donde este movimiento forzado interviene sobre la superficie. En este plano donde la inmanencia de la subjetividad acontecimientos se produce una se relaciona con la trascendencia de los expresión de esa subjetividad, o sea la subjetividad expresa. Pero no hay una relación causal, la causa es solo física; sino que hay una relación de efectos de por lo menos dos serie heterogéneas, de elementos heterogéneos, diferentes, donde ninguna de las series es jerárquicamente superior a las otras, ninguna subordina a la otra y lo que se produce es una coexistencia de acontecimientos. O sea, que nada podemos pensarlo como producido por, nada esta ya producido, sino que se produce en ese encuentro entre las fuerzas externas de los fenómenos trascendentes y el campo de subjetivación inmanente, esa potencia de actuar que pone en resonancia diferentes series, dos como mínimo. De esta manera, lo que se pone en juego es esa voluntad de poder, de poder aquello que cada uno es, más concretamente, aquello que esta en el ser de cada uno. Esta relación entre trascendencia e inmanencia marca la diferencia fundamental de una imagen de pensamiento, que contrariamente a la imagen de pensamiento dogmática, no reconoce ningún modelo trascendente que opere como justificación y causa de cualquier efecto, que no va a ser vivido como efecto, sino como la semejanza o en tanto copia de ese modelo. Acá lo trascendente es el juego mismo de los acontecimientos o sea la realidad, que además está en permanente movimiento. En tanto los acontecimientos, que es un juego permanente de fuerzas, actúan sobre un campo de fuerzas siempre a constituirse, que es ese plano de subjetivación. Tenemos por un lado una singularidad, una complejidad de intensidades que conforman esta subjetividad que encuentra como potencia primera de producción una diferencia, y ésta diferencia es idéntica a sí misma como potencia, como potencia primera. En cambio desde Platón, siempre la identidad es exterior y es la identidad de lo que el sujeto puede hacer, que es simplemente representarla. Entonces no hay producción sino re-presentación y re-producción, esta sería una diferencia importante de estas dos formas de pensamiento. Este modo en donde lo inmanente - ya que Deleuze plantea pensar al pensamiento desde la inmanencia - este modo que relaciona lo inmanente y lo trascendente de los acontecimientos mismos de la realidad, este movimiento es lo que Deleuze va a llamar haecceidad. El simulacro es una haecceidad, generador de efectos de resonancia entre lo inestable de la realidad y la subjetividad que se procesa. Nada para representar, todo ahí como pura expresión de intensidades, de afectaciones. Maquinar deseo, pero esto lo veremos más adelante. Deleuze trae el ejemplo del catecismo cuando dice que el cristianismo plantea que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, pero que por el pecado pierde la semejanza y solamente es a imagen. Con lo cual somos puro simulacro porque no somos una imagen semejante a una trascendencia, somos una imagen inmanente en un juego donde lo trascendente es la actualización de los acontecimientos. Es desde ahí donde la realidad va a plantear el campo de juego, pero es luego la subjetividad quien va a seleccionar de sus propias fuerzas como va a ser afectada, o sea cuales son las fuerzas que la van a afectar, esta es la relación de ida y vuelta entre lo interior y lo exterior. El simulacro desprende de las circunstancias una línea melódica, para que el sonido devenga lenguaje. Un acontecimiento. Para que esto se plantee, las fuerzas externas operan como un cincel sobre el ser. En tanto ya el ser no es como plantearía Platón: el ser es el ser, un ser que sale de sí para volver en sí mismo como plantea Hegel. Desde la idea a la idea que se desarrolla en sí misma, para volver sobre sí misma. No hay vuelta, sino siempre devenir. No es el ser como un todo, sino que es un ser que permanentemente esta modelizado por las fuerzas externas de los acontecimientos, un ser en permanente devenir, es un ser del devenir. P: - La expresión de esa subjetividad, nosotros como sujetos esa expresión la vivimos en general como algo extraño, porque como sujetos tenemos que responder siempre a una identidad trascendente. R: Eso en el caso de un sujeto capturado en una imagen de pensamiento dogmático. -P: Que es por lo general lo que abunda. -R: Claro. Por ejemplo tenemos el caso de los buscadores de éxito o de perfección física o económica, son buscadores del modelo de lo perfecto o lo completo. Desde esta mirada el deseo encarnado en la copia solo puede ser pensado como carencia: o sea lo que falta, lo que no se posee y que solo posee el Ideal, o sea la Idea. Por lo tanto todo es vivido con resignación en relación a la ilusión de completud platónica, un modo del poder religioso y social de dependencia y sometimiento. En la expresión de la subjetividad lo que se da es el encuentro con una fisura, es una fisura en el campo de la representación, que al ser interpretada dicha expresión, e historizada se la desapropia de su potencia creadora. Lo que se intenta es la posibilidad, y esta es nuestra propuesta clínica, la posibilidad de romper la unidad del mundo de la representación, aquello que va a reforzar siempre lo Mismo, una repetición de la representación. Lo que se intenta es romper la fijeza que propone la imagen del pensamiento dogmático, que es la imagen de la representación. En esa ruptura se produce un estallido, en ese estallido hay, lo que Deleuze llamaría un devenir loco, o un devenir imperceptible. Nuestra cultura intenta, regida por este pensamiento platónico, enterrar en la caverna, en el fondo de la caverna, todo aquello que tenga que ver con la diferencia como potencia, porque necesita afirmar o reafirmar la representación como el mundo de la unidad de lo mismo, de lo cerrado, de lo que tiene que representarse para poder develar una verdad que ya es. La cultura de lo viejo. Desde esta otra imagen de pensamiento la verdad no es, la verdad se produce en el mismo movimiento de ruptura, la verdad acontece, y la verdad es producción de sentido y de valor, este fue el objetivo de su filosofía para Nietzsche. Pero esa producción de valor también existe en la imagen del pensamiento dogmática, también hay un valor del “esclavo” y hay un valor del “amo” y también hay un sentido, un sentido de lo viejo, de lo dado, de lo que siempre hay que estar develando, copiando. El valor de lo bajo y el sentido de la esclavitud como proyecto de un poder de sometimiento. Desde Hegel sería la idea del amo y del esclavo, con lo cual el sentido del valor que es un juego de fuerzas, captura al pensamiento en la reproducción de la relación del amo y del esclavo, esa subjetividad es una subjetividad débil, que no se plantea romper con lo dado sino reproducirlo. El esclavo no se plantea dejar la esclavitud, sino en términos de dejar de ser esclavo para ser amo, entonces hay un cambio de actores pero no de texto. Lo que una imagen de pensamiento rizomática propone es violentar este juego del pensamiento y generar, crear sentidos y valores nuevos. El ser inmanente es modelizado por las fuerzas que se apoderan de él, dando lugar a un valor y un sentido. Ahora, una subjetividad capturada en la representación solamente va a reproducir aquello que tiene que ver con lo establecido. Desde la representación y reproducción simplemente se repiten valores, porque los valores y el sentido son fuerzas y lo que afecta al pensamiento es siempre el mismo valor y el mismo sentido de esas fuerzas. Es el caso de un paciente que comentaba que él se daba cuenta que le era imposible cambiar porque todo lo remitía a un mismo modo de pensar y que siempre se encontraba en un círculo vicioso, donde las respuestas que se daba eran siempre las mismas, todo esta dicho porque los problemas están formulados desde afuera, desde el socius. O el caso de una paciente que comenta la relación con su marido en donde cuando ella puede y se encuentra activa, su marido se cae y es allí donde él le reclama que renuncie a su acción, entonces cuando ella decae él se pone activo, esta es la reproducción del amo y del esclavo. Este es el valor del simulacro, en tanto el simulacro plantea la inmanencia como la existencia de esas diferencias, de estas series diferentes de elementos siempre heterogéneos y siempre múltiples, una multiplicidad. Cuando nos planteamos la fuerza del simulacro como modo de ruptura de la unidad que propone el plano de la representación, nos estamos manejando con una dupla que es la de azar y necesidad, que propone Nietzsche, a diferencia de lo que sería la dupla del platonismo, la de lo verdadero y lo falso. Acá lo falso tiene la potencia de lo nuevo, parte de una diferencia, es lo que Deleuze va a llamar un pensamiento positivo. En cambio la imagen de pensamiento dogmática es un pensamiento de lo negativo. Y como dice Nietzche hay dos sentidos de la palabra “No” y dos sentidos de la palabra “Si”: Esta el “si” del asno, del que no sabe decir “no”. Y esta él “si”como afirmación que produce lo nuevo. Y lo mismo va a decir con el “no”, está el “no” de todo aquello que no represente lo mismo, que no responda al todo, y esta el “no” como potencia de afirmación de lo diferente; o sea el no que afirma una diferencia. Siguiendo con la subjetividad, para Deleuze ésta tiene tres movimientos: el primer movimiento es la impresión que recibe de las fuerzas externas, es la afectación de la fuerza, esa impresión produce en el ser, en la superficie del ser un pliegue, segundo movimiento, y desde su potencia elige ese pliegue, para en un tercer movimiento, expresarse hacia el exterior. Movimiento de impresión-pliegueexpresión. -P: El ser es cincelado siempre y cuando esa subjetividad se deje afectar, esa subjetividad que vos hablas, lo pienso como un cincelado doble. O sea hay acontecimientos que me afectan, supongamos que yo no me dejo afectar por esos acontecimientos y me repito siempre en una misma identidad. ¿Mi ser es cincelado? Es la pregunta que me hago. Creo que para que los acontecimientos me vayan cincelado tiene que ver que yo me deje afectar. -P: Yo creo que siempre sos afectado el problema es cómo. -P: Es qué haces vos con esa afectación. -R: El exterior siempre afecta, una subjetividad débil que esta atada a este juego de lo ya dado, de lo establecido va a transformar esa afectación por ejemplo en una interpretación, historizar el acontecimiento como dice Peguy, sería lograr el encubrimiento del acontecimiento, se lo explica por ejemplo en términos de copia, de la copia de la copia como identidad mitificadora. Se puede relacionar aquello que me afecta con algo que viví en otro momento, de esta manera nos manejamos en el plano de la representación. Pero también se puede intentar respetar los efectos que operan por resonancia en la superficie de la subjetividad y que liberan elementos heterogéneos que rompen el plano de la representación. La afectación está, el tema es qué se hace con ella. -P: Teniendo en cuenta lo que se preguntaba antes, si puede haber una afectación o no, tal vez podríamos arrancar con esto que decías partiendo de la voluntad de poder que quiere que se despliegue lo que hay en el ser, como el devenir, pero depende si es una voluntad de poder de afirmar o de negar la vida. Porque si es una voluntad de poder negativa en este caso creo que también van a haber este tipo de encuentros y de afectaciones que también pueden ser un mal encuentro, pero también va a haber una afectación. -R: La subjetividad es una complejidad que se va constituyendo por el juego de las fuerzas que Nietzsche va a llamar activas y reactivas. Una subjetividad que está complejizada, dominada por las fuerzas reactivas, toda afectación va a responder a una voluntad de poder de negación; o sea no va a poder aquello que está en el ser de cada uno, sino que tiene que responder a la idea de un ser absoluto, a una verdad externa y renuncia a la posibilidad de procesar su propia subjetividad. -P: De todos modos construye su existencia. -R: Construye su existencia sobre la representación de una carencia, lo que no puede es renunciar a ese modo de existencia. Por eso cuando planteamos una clínica desde el acontecimiento que tiene que ver con la posibilidad de trabajar los simulacros, como un modo de romper la fijeza del mundo de la representación, lo que nos planteamos es trabajar con todo aquello que debilita la subjetividad e impide el juego en esta relación permanente entre los acontecimientos de la realidad y lo inmanente de la subjetividad, ese movimiento de metamorfosis y cambio. Se impide que haya una subjetividad procesual, como diría Guattarí, o sea que se procese subjetividad. Una subjetividad que se repite a sí misma es un modo de existir, pero un modo de la existencia acabada. -P: Una existencia fijada, repetida. -P: ¿Sobre esta expresión de trascendencia del acontecimiento, de qué otro modo llamarlo?, porque habitualmente cuando leemos cosas sobre acontecimientos está bien ligado a la expresión de la inmanencia. R: Justamente Deleuze a partir de lo que sería la propuesta de una producción de verdad y de sentido, él crea lo que llamó el Empirismo Trascendental como filosofía. Desde esta perspectiva plantea como lo trascendente a lo exteriorior a la subjetividad, no lo trascendente como una verdad única, no lo trascendente como algo mas allá de, sino como aquello que está en íntima relación con lo inmanente, no se puede pensar lo inmanente sin lo trascendente, pero lo trascendente de los acontecimientos, que es la realidad, es lo que luego va a dar lugar a la diferencia en el plano de inmanencia. Acá la trascendencia tiene el carácter de exterior a lo inmanente de la subjetividad, no a una trascendencia como fuera de algo, mas allá de..., sino que es una trascendencia de superficie. -P: Le da otro sentido a la palabra trascendencia. -R: Es el juego de los flujos. Ya lo vamos a ver más adelante. -P: ¿Podrías dar un ejemplo concreto de la cotidianeidad?. -R: Desde la cotidianeidad lo trascendente es el juego de las circunstancias, el movimiento permanente de las circunstancias, es lo que está en permanente contrapunto con la inmanencia de las fuerzas subjetivas. -P: En algún sentido las circunstancias son trascendentes a la subjetividad, desde algún lugar siempre hay una afectación. -R: Siempre es un juego de afectaciones múltiples, no se puede pensar uno sin el otro, hay una movilización permanente de uno con el otro, porque en la expresión misma de la subjetividad esa trascendencia misma de los acontecimientos, de este juego de acontecimientos que es la realidad también se ve modificado, o sea que no hay una trascendencia por fuera que es inmodificable, no hay una verdad que es inmodificable. Si no que esa trascendencia se da y se modifica permanentemente en este juego de subjetividad y realidad, y que además está en permanente movimiento y cambio, no es lo trascendente como fijo y acabado, sino que está en permanente construcción y movimiento, desde ahí toma lo que él llama el empirismo trascendental. P: - ¿Esto de la trascendencia como acabado, como inmutable...? R: - No es una trascendencia religiosa, esa es la diferencia de la ontología que plantea Deleuze con relación a una ontología cristiana. Esto de lo trascendente que vos preguntas sería el flujo de los eventos, de las circunstancias, eso es lo que trasciende a la inmanencia de la subjetividad como diferencia, como potencia. Por eso se va a decir que la subjetividad de Deleuze, eso lo toma de Nietzche, la subjetividad es un campo de intensidades, es un campo de fuerzas, y no se puede pensar a la subjetividad no siendo un efecto del mundo, la subjetividad es un efecto de ese mundo, que sería la trascendencia de los fenómenos. No la trascendencia de una verdad sino de los fenómenos mismos que están en permanente cambio y movimiento, desde ahí vamos a utilizar la palabra trascendencia cuando hablemos de esta imagen de pensamiento. Por eso la propuesta de estos pensadores es tratar de introducir una subversión en el mundo, lo que Nietzche va a llamar el ocaso de los ídolos, o sea romper con la primacía de lo que sería el original, la copia, el modelo y la representación, contraponer al mundo de los íconos, el mundo de los simulacros. Esto seria prácticamente la propuesta para crear una nueva imagen de pensamiento. Ahora, lo que van a plantear es que las semejanzas también subsisten en esta imagen de pensamiento, pero esta semejanza que subsiste está producida como el efecto exterior del simulacro, este simulacro cuyo funcionamiento tiene que ver con este movimiento de las series por un efecto de resonancia en un sistema de producción de signos, va a producir cierto efecto de semejanza, pero es una semejanza exterior que no tiene que ver con la semejanza a ninguna idea, o sea no es una semejanza espiritual o interior a la idea, sino que es la semejanza entre las cosas, y la identidad se va a producir a través de la diferencia entre los elementos o las series, en tanto esa diferencia es la única identidad que se reconoce. Este es uno de los grandes aportes de Deleuze que es explicar la identidad a partir de la diferencia y no de lo mismo, de la vuelta de lo mismo. Una de las criticas a partir de la cual toma esta negación primera y fundamental Deleuze, tiene que ver con el método dialéctico de Hegel, en donde la idea que sale de sí para volver sobre sí misma responde a la unidad y al todo. El ser permanentemente se modeliza, el ser permanentemente deviene. -P: Podrías retomar lo de semejanza y diferencia. Que la semejanza esta producida como el efecto exterior del simulacro, es lo que expresa el simulacro, lo que expresa aquello que rompe con este plano de representación, como lo diferente, así lo nuevo no tiene semejanzas con otras expresiones pasadas, sino que son efectos de resonancia. Estas semejanzas no responden a una identidad, a una esencia de la subjetividad, sino que expresa la identidad de una diferencia intensiva, de fuerzas que me constituyen. Esto es un concepto de Spinoza que retomaremos en las clases que nos referiremos especialmente a su pensamiento. Puede haber de hecho efectos semejantes con otras situaciones en donde también se produjo una determinada respuesta frente a un hecho por ejemplo de violencia, pero esta semejanza es externa, repite una determinada expresión de su subjetividad. No hay una relación que explique dicha manifestación como producto de lo vivido en la infancia, o por ejemplo, frente a una situación X de la infancia, sino que hay una semejanza en la expresión, en la serie infancia, en la serie adolescencia, de un hecho producido en la madurez. Pero esta semejanza no habla de lo mismo que se repite, lo que ahí se repite es un efecto de resonancia, no una causalidad de hechos. No hay una vuelta a buscar la copia de lo sucedido, la explicación de lo que sucede, sino que eso que sucede resuena en lo sucedido pero no como efecto de lo sucedido, no hay una jerarquía primera en lo sucedido, sino que coexiste lo sucedido con lo que sucede como una expresión del ser frente a determinado fenómeno. Desde acá no podríamos plantearnos la interpretación, frente a dos situaciones de apariencia semejante, como que esto ha quedado fijado, no hay puntos de fijación sino efectos de resonancia entre una multiplicidad de circunstancias. No hay causalidad, ni regresión ni proyección, sino bloques de devenir niño, de devenir adolescente, de devenir animal, etc. P: ¿Cómo se explica la resonancia?. -R: La resonancia es de fuerzas, son ondas de intensidad que coexisten en la subjetividad, pero una no es causa de la otra, sino que esa afectación mueve aquello que desde su diferencia resuena en una misma frecuencia. Frente a una cualidad como signo, podría ser de temor frente a la violencia, hay una señal como espacio físico en donde resuenan aquellos elementos heterogéneos que responden a ese signo, pero donde ningún signo es respuesta de otro, ni causa de otro, sino que hay una coexistencia de elementos heterogéneos que entran en una misma frecuencia de resonancia, o sea que responden al mismo sentido y al mismo valor. -P: En ese sentido uno puede no intentar pensar la interpretación dentro de los términos más clásicos de búsqueda de respuesta de razón o de causas primeras, pero sí puede pensar la interpretación como la interpretación artística, musical, que no buscan, bueno a veces si, pero que no tiene la finalidad de la copia del original de la partitura como expresión. Como interprete por supuesto hay algún valor, algún sentido que se afirma entre ambas series pero no se busca la interpretación en el sentido de una búsqueda dirigida hacia lo mismo. -R: No se remite a una verdad, no hay una verdad, sí hay una coexistencia de efectos, y los efectos forman complejidades, en cambio las causas forman unidades. Esta imagen de pensamiento lo que propone es la composición de complejidades y no la construcción de unidades en donde todo es remitido a algo primero que lo justifica, que lo explica, que de alguna manera plantee que lo dado en este momento es re-presentación de lo ya dado en otro momento. Hay presencias. Sino que simplemente hay un valor y un sentido que resuenan desde determinados signos ( el significante es solo uno de ellos) que también están atravesados por el mismo valor y por el mismo sentido. De allí que se pueda hablar más claramente de lectura que de interpretación en los términos clásicos. Como vos decías sería la interpretación musical. -P: De todos modos, en la música, que es un territorio tan liso de resonancias, esto más que nada es de ahora, antes vos tenías que ser copia de un original. Ser un buen músico era ser alguien que hacía igual a Mozart. - R: Se me ocurre pensarlo dentro de la música en el jazz, donde existe el valor de la improvisación, de aquello que va actuando por el choque mismo de los sonidos en el cuerpo de sensaciones, de un sonido sobre el otro. A diferencia de lo que es la interpretación como intento de reproducción, pues no nos olvidemos que Platón mismo habla del mundo de las copias, de lo semejante, nunca de lo igual. Siempre hay una diferencia, el tema es donde se la ubica: en la representación o en la potencia intensiva, en la complejidad de las fuerzas que somos. Una diferencia que hace a lo singular y a la singularidad de afectaciones de cada uno. Creo que lo más importante, si bien este mundo de la representación existe y tiene un sentido, es la propuesta de liberar al pensamiento de la fuerza de la representación, lo que no implica la destrucción de la representación sino la posibilidad de agrietar la fijeza de la misma. Ese juego permanente entre lo dado y esa potencia de la multiplicidad. Hacer intervenir lo que se denomina lo otro, pero no lo otro en términos de una ley, sino lo otro como lo indeterminado, ese juego entre la determinación y la indeterminación. Esto se da en un vaivén, en un ida y vuelta permanente. Y justamente Deleuze, para poder dar cuenta de esta relación permanente entre lo que es la subjetividad y el exterior, o la subjetividad-acontecimiento como él lo llama, construye haecceidades el concepto de haecceidad. Entendiendo justamente por este efecto del exterior sobre una subjetivación y que a su vez posibilita la expresión de esta subjetivación sobre el exterior modificándolo. Para concluir vamos a citar a Deleuze cuando habla del “devenir subversivo de las profundidades”. “Imponer un límite a este devenir, ordenarlo según lo mismo, hacerlo semejante; y, en cuanto a la parte que permaneciera rebelde, reprimirla lo más profundamente posible, encerrarla en una caverna al fondo del Océano: tal es el fin del platonismo en su voluntad de hacer triunfar los iconos sobre los simulacros”. Quiero aclarar que conceptos tales como devenir, resonancia, diferencia, potencia, afectación entre otros serán retomados y ampliados a lo largo de todo el seminario. Por ahora solo he dado una presentación, volveremos sobre desesperarse!!!!!!. Hasta la próxima. Bibliografía Deleuze, de J. M. Aragües. La lógica del sentido, de G. Deleuze. Nuestros griegos y sus modernos, Texto reunido por Barbara Cassin. Lic. Adriana Zambrini ellos. No