Problemática Juvenil

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Año 4 - Edición Nº 11 - 28 de Octubre de 2015
La problemática juvenil y políticas públicas
que pueden mejorar sus oportunidades
Gerardo García Oro
María Laura Caullo
Resumen Ejecutivo
La discusión acerca de las oportunidades de progreso y desarrollo social que enfrentan
los jóvenes suele implicar el estudio de una importante cantidad y variedad de
aspectos, algunos ligados a las características intrínsecas del individuo (tales como su
acumulación de capital humano), y otros, relacionados al entorno en que éste se
desenvuelve y las oportunidades reales que el mismo le propicia.
En este sentido, es posible mencionar los serios problemas de exclusión social que
enfrentan los jóvenes al notar que un 18% de aquellos que cuentan entre 18 y 24
años de edad no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo (comúnmente denominados
como jóvenes “Ni Ni”), sumado a falencias estructurales en el sistema educativo
nacional (es sabido que Argentina se halla ubicado en el puesto 59º sobre 65 países en
las pruebas de rendimiento educativo sobre comprensión de lectura, matemática y
ciencia), resultado expuesto en las últimas Prueba PISA del año 2012.
Consecuentemente, esta multiplicidad de riesgos juveniles acaba redundando en la
transmisión intergeneracional de la pobreza, reduciendo el conjunto de oportunidades
de acceder a una educación adecuada, y de adquirir y desarrollar toda su
potencialidad.
Los jóvenes constituyen un segmento poblacional típicamente vulnerable por diversos
motivos relevantes, uno de ellos tiene que ver con la menor participación poblacional
que exhibe este segmento (no siempre motivada en la condición de acceso a instancias
educativas), el mayor nivel de desempleo (la tasa de desempleo juvenil alcanza al
19,1% de los jóvenes activos de 18 a 24 años de edad), la mayor informalidad laboral
(el 59,6% de los jóvenes asalariados están en empleos informales) y una regresiva
distribución de ingresos laborales entre jóvenes asalariados. En este último aspecto, el
coeficiente de Gini entre jóvenes arroja un resultado de importante desigualdad, sólo
superado por el caso de adultos en edad laboral con 50 años o más, donde el éxito o el
fracaso obtenido en materia de progreso laboral acaba forjando estas mayores
disparidades.
Este panorama acaba configurando a un segmento poblacional sumamente complejo,
tanto por los inconvenientes observados en materia de transición hacia el mundo del
trabajo como por la presencia de otros riesgos juveniles latentes, como la violencia, las
adicciones y otros riesgos sociales.
Por otra parte, los jóvenes enfrentan hoy un creciente volumen de responsabilidades,
esencialmente por las intermitencias del contexto económico actual, los inconvenientes
macroeconómicos del empleo y la insuficiencia de ingresos en su hogar, cuestiones
que acaban determinando, por ejemplo, la presencia de la pobreza en sus hogares.
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Bajo una condición estructural, la pobreza recae con mayor fuerza sobre los hogares
en que habitan jóvenes. Este indicador fue aliviado hasta el año 2006, periodo a partir
del cual – en la medida en que el contexto de crecimiento económico alcanzó sus
límites y la inflación interna se hizo presente con mayor fuerza sobre la economía –
acabó se tornó en una problemática que llegó a afectar a casi 3 de cada 10 argentinos
en el contexto actual.
Este antecedente se acentúa especialmente entre los hogares donde habitan jóvenes,
sobre los cuales la pobreza afecta al 37,6% de los habitantes de estos hogares. En
este sentido, y por tratarse de jóvenes en edad de haber culminado sus estudios de
nivel medio, el contexto de insuficiencia de ingresos les presenta un importante desafío
que deben asumir y protagonizar: cómo ayudar a su familia a superar dicha situación.
Incidencia de la pobreza individual (%)
Según presencia de jóvenes de 18 a 24 años en el hogar
II‐03
60% 56.6%
Hogares con jóvenes
Hogares sin jóvenes
Pobreza ‐ Nivel general
50% 47.8%
40% 42.6%
II‐06
33.3%
30%
26.9%
20%
II‐14
37.6%
28.5%
24.3%
23.6%
10%
I‐14
II‐14
I‐13
II‐13
I‐12
II‐12
I‐11
II‐11
I‐10
II‐10
I‐09
II‐09
I‐08
II‐08
I‐07
II‐07
II‐06
I‐06
II‐05
I‐05
II‐04
I‐04
II‐03
0%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
Lamentablemente, justo cuando más se le exige a estos jóvenes es cuando más lejos
están de poder dar respuestas efectivas. Actualmente, más de 900 mil jóvenes no
estudian, no trabaja, ni buscan trabajo – los llamados “jóvenes Ni Ni” y su participación
representaba en 2014 el 17,7% del total de jóvenes de entre 18 y 24 años de edad.
Esta participación, no sólo resulta significativa, sino que además es más de 4 puntos
porcentuales superior a la de 2003, cuando esta problemática alcanzaba al 13,1% de
los jóvenes de dicho rango etario. Además, 500 mil jóvenes de esta edad se
encuentran desocupados y otros 1,3 millones sólo lograron acceder a un empleo
precarizado e informal (6 de cada 10 jóvenes ocupados).
Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea.
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Córdoba, Argentina. Tel.: (54-351) 472-6525/6523. E-mail: [email protected] [email protected].
3
En suma, sobre un total de 5,1 millones de jóvenes de entre 18 y 24 años de edad,
más de 2,6 millones (53%) enfrenta al menos un inconveniente de inserción social, sea
por la vía educativa (abandono escolar) como por no dar con un empleo productivo y
formal que le permita comenzar a desarrollarse en forma óptima.
Por su parte, la situación de los jóvenes en Argentina se agrava en la comparación
“regional” al observar el desempeño de países vecinos y del resto del mundo en cuanto
a la incidencia de jóvenes que no estudian ni trabajan. Los datos disponibles confirman
que esta problemática es una realidad global, aunque tiene causas, alcances e
implicaciones distintas en cada país.
Respecto a países de la OCDE, Argentina posee niveles significativamente más altos de
jóvenes que no estudian ni trabajan (en esta comparación, un 19,2% de los jóvenes
de entre 15 y 24 años de edad se encuentran en tal situación en Argentina), una
incidencia que además de encontrarse muy alejada de países desarrollados es incluso
superior a la de países vecinos como Chile (13,3%) y Brasil (15,2%) y a la de otros
latinoamericanos que en el pasado se encontraban en una posición relegada respecto a
la Argentina, como México (15,5%) y Colombia (18,5%).
La problemática “regional” tiene también su arista en la comparación hacia el interior
del territorio nacional, en donde provincias como Chaco presentan un 39,8% de
jóvenes de entre 18 y 24 años de edad que no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo
(“Ni Ni”), mientras que jurisdicciones como CABA, Córdoba y Santa Cruz exhiben un
panorama más auspicioso respecto a la problemática.
A su vez, los deficientes resultados en materia de inserción social y laboral de los
jóvenes parecen no sólo depender de una cuestión coyuntural (un contexto económico
que no brinda suficientes oportunidades a los jóvenes), sino más bien por la presencia
de múltiples deficiencias en la trayectoria formativa de los jóvenes, desde su niñez y a
lo largo de toda su adolescencia.
A partir de un seguimiento de un niño que ingresa al nivel inicial a los 5 años de edad
es posible analizar cómo ocurre la transición educativa típica en Argentina,
encontrando que la mayor parte de los estudiantes alcanzan con éxito a finalizar la
educación primaria “al día”.
No obstante, en los años del ciclo orientado (4º, 5º y 6º de la secundaria) los
problemas educativos se agravan significativamente y con mayor fuerza entre las
escuelas públicas, a tal punto que sólo 4 de cada 10 niños inscriptos inicialmente en
establecimientos públicos estarían en condiciones de culminar su educación obligatoria,
un guarismo que entre las escuelas privadas (incluido el fenómeno de traspaso
observado hacia ésta) resulta del 71%.
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Evolución de la matrícula escolar por nivel y año educativo en establecimientos de gestión
pública y privada – Total nacional
Índice: Alumnos matriculados en nivel inicial (con 5 años de edad) = 100
120
Gestión Estatal 100.0 91.6 100
89.9 84.9 76.2 93.2 80
77.1 60
Gestión Privada
Total general
71.0 48.6 66.6 40
50.6 41.3 35.9 20
0
6º año
Nivel Inicial
Primaria
3º año
4º año
5º año
Secundaria
6º año
Acceden a Estudios Superiores
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de de Anuarios de Estadísticas Educativas (Min.
de Educación de la Nación) y EPH-INDEC.
Finalmente, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de INDEC permite analizar la
evolución socio-económica de un mismo individuo a lo largo de un año. De esta
manera, es posible detectar y analizar las transiciones interanuales en materia
ocupacional que experimentaron, en este caso, los jóvenes a lo largo de un año.
En este caso, el análisis se concentra en el periodo 2013 y 2014 (segundo semestre de
cada año) y en la observación de las transiciones en el estado ocupacional de jóvenes
de entre 18 y 24 años de edad, distinguiendo entre: ocupado, desocupado, inactivo
que estudia exclusivamente e inactivo que no estudia (jóvenes “Ni Ni”). Analizar qué
tipo de transiciones se observaron en el periodo considerado daría una idea de la
probabilidad de traspaso o transición que enfrentan, en promedio, los jóvenes situados
inicialmente en determinada condición ocupacional.
Así, puede encontrarse que entre aquellos jóvenes que durante el segundo semestre
de 2013 se encontraban como “Ni Ni”, el 75% de éstos en el año 2014 fueron
encontrados en idéntica condición de exclusión, mientras que un 14% comenzaron a
buscar empleo (por lo que acabaron siendo caracterizados como desocupados). Tan
sólo un 5,8% lograron dar efectivamente con un empleo y un 5,1% lograron
reinsertarse en entornos educativos. Este resultado expone una muy baja oportunidad
(o probabilidad) de movilidad de este segmento, cuestión que da cuenta de la
importante dificultad que enfrentan estos jóvenes para salir de tal situación.
Respecto a los jóvenes que durante 2013 se encontraban desocupados, la probabilidad
de persistencia de tal condición resulta en un 79,2% (basada en la frecuencia de casos
observados), mientras que tan sólo en un 11% de los casos podrían conseguir un
empleo y en casi un 15% son jóvenes que desistirían de su búsqueda laboral y, en el
5
mejor de los casos, se dedicarían de lleno al estudio. Este último escenario es
consistente con la definición del llamado “desempleo oculto”.
Por último, en el caso de los jóvenes que inicialmente se encontraban ocupados en
2013, tan sólo el 43,8% logró sostener su empleo durante un año, mientras que el
28,5% transitaron hacia el desempleo y un 20,5% pasó directamente al segmento de
jóvenes “Ni Ni”. Sólo el 7,1% dejaron su empleo para dedicarse en exclusiva al
estudio.
Este último resultado, en contraste de los anteriores, demuestra que el mercado
laboral presenta importantes restricciones para la obtención de un empleo, expuestas
en las dificultades que enfrentan los jóvenes desocupados o “Ni Ni” en acceder al
mismo, pero también altas tasas de expulsión e inconvenientes para el sostenimiento
del empleo juvenil. El hecho de que 6 de cada 10 jóvenes pierdan su empleo a lo largo
de un año, siendo tan dificultoso que puedan recuperarlo, es un hecho que debe
ocupar la agenda de políticas públicas en este sentido.
Transiciones laborales interanuales entre estados ocupacionales - Año 2013 vs. 2014 –
Jóvenes de 18 a 24 años de edad
Año 2014
Ocupado
Desocupado
43,8%
Inactivo que estudia
28,5%
Ocupado Año 2013
Desocupado Año 2013
20,5%
Inactivo que no estudia (Ni Ni)
7,1%
Año 2014
79,2%
75,0%
11,0%
14,1%
9,8%
4,9%
Ni Ni
Año 2013
5,8%
5,1%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH-INDEC. Panel construido en base a segundo
semestre de cada año (2013-2014).
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La problemática juvenil y políticas públicas
que pueden mejorar sus oportunidades
Gerardo García Oro
María Laura Caullo
Las múltiples aristas que condicionan el desarrollo de los
jóvenes en Argentina
La discusión acerca de las oportunidades de progreso y desarrollo social que enfrentan
los jóvenes suele implicar el estudio de una importante cantidad y variedad de
aspectos, algunos ligados a las características intrínsecas del individuo (tales como su
acumulación de capital humano), y otros, relacionados al entorno en que éste se
desenvuelve y las oportunidades reales que el mismo le propicia.
En este sentido, es posible mencionar los serios problemas de exclusión social que
enfrentan los jóvenes al notar que un 18% de aquellos que cuentan entre 18 y 24
años de edad no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo (comúnmente denominados
como jóvenes “Ni Ni”), sumado a falencias estructurales en el sistema educativo
nacional (es sabido que Argentina se halla ubicado en el puesto 59º sobre 65 países en
las pruebas de rendimiento educativo sobre comprensión de lectura, matemática y
ciencia), resultado expuesto en las últimas Prueba PISA del año 2012.
Otra circunstancia que preocupa refiere a que el 44% de los hechos delictivos son
cometidos por jóvenes, y otro 31% por menores de 18 años. Asimismo, alarma el
hecho de que cada 38 habitantes, 1 es un joven que habita en condición de pobreza y
padece problemas de inserción social (por encontrarse fuera de entornos educativos o
por no poder insertarse en un empleo formal). Sumando a este contexto, al menos el
40% de las madres jóvenes no tiene cobertura de salud ni secundaria completas y que
1 de cada 3 menores de dos años sufre anemia crónica.
Consecuentemente, esta multiplicidad de riesgos juveniles acaba redundando en la
transmisión intergeneracional de la pobreza, reduciendo el conjunto de oportunidades
de acceder a una educación adecuada, y de adquirir y desarrollar toda su
potencialidad.
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¿Por qué los jóvenes son un segmento vulnerable?
La problemática de la transición hacia la adultez puede caracterizarse por medio de
múltiples indicadores, los cuales suelen dar muestras de dichas dificultades y los
múltiples obstáculos que debe sortear la población juvenil en esta instancia.
A modo de ejemplo, puede notarse – en primer lugar - que la tasa de participación
laboral juvenil (en este caso, incluyendo a aquellos que cuenten entre 18 y 24 años de
edad) en Argentina representa uno de los niveles más bajos en la comparación
respecto a otros segmentos etarios, con apenas un 52,1% de los jóvenes de entre 18 y
24 años activos (estando ocupados o desocupados). Por otro lado, la tasa de
desempleo juvenil (19% de los activos) alcanza un nivel que resulta entre dos y tres
veces superior al promedio general y claramente más alto al de las personas adultas
que cuentan con al menos 25 años de edad.
Aún entre quienes consiguen un empleo, observando en este caso a aquellos que se
desempeñan como asalariados, puede notarse que la tasa de informalidad laboral
alcanza al 60% en el caso de los jóvenes de entre 18 y 24 años, casi el doble del
promedio general.
En igual sentido, el coeficiente de Gini (medida de desigualdad de ingresos que asume
el valor “0” ante la perfecta equidad en la distribución del ingreso y “1” ante una
perfecta inequidad) calculado sobre el ingreso de la ocupación principal para quienes
se encuentran ocupados demuestra que el segmento juvenil es, aún entre los jóvenes
ocupados, uno de los segmentos de mayor desigualdad, sólo superado por el caso de
adultos en edad laboral con 50 años o más, donde el éxito o el fracaso obtenido en
materia de progreso laboral acaba forjando estas mayores disparidades.
Este panorama acaba configurando a un segmento poblacional sumamente complejo,
tanto por los inconvenientes observados en materia de transición hacia el mundo del
trabajo como por la presencia de otros riesgos juveniles latentes, como la violencia, las
adicciones y otros riesgos sociales.
Indicadores laborales claves según rango etario – II Semestre de 2014,
Población en edad de trabajar
Varones: 18 a 64 años / Mujeres: 18 a 59 años
Rango etario
19,0%
7,7%
4,2%
4,0%
Informalidad entre Asal.
59,6%
34,1%
25,8%
24,6%
Gini ‐ Ingreso laboral
0,3902
0,3660
0,3775
0,4047
7,4%
33,2%
0,3923
Actividad
Desempleo
18 a 24 años
25 a 34 años
35 a 50 años
51 a 64 años
52,1%
79,4%
81,1%
74,1%
General (s/ Pobl. en edad laboral
73,1%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
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Por otra parte, los jóvenes enfrentan hoy un creciente volumen de responsabilidades,
esencialmente por las intermitencias del contexto económico actual, los inconvenientes
macroeconómicos del empleo y la insuficiencia de ingresos en su hogar, cuestiones
que acaban determinando, por ejemplo, la presencia de la pobreza en sus hogares.
Bajo una condición estructural, la pobreza recae con mayor fuerza sobre los hogares
en que habitan jóvenes. Este indicador fue aliviado hasta el año 2006, periodo a partir
del cual – en la medida en que el contexto de crecimiento económico alcanzó sus
límites y la inflación interna se hizo presente con mayor fuerza sobre la economía –
acabó se tornó en una problemática que llegó a afectar a casi 3 de cada 10 argentinos
en el contexto actual.
Este antecedente se acentúa especialmente entre los hogares donde habitan jóvenes,
sobre los cuales la pobreza afecta al 37,6% de los habitantes de estos hogares. En
este sentido, y por tratarse de jóvenes en edad de haber culminado sus estudios de
nivel medio, el contexto de insuficiencia de ingresos les presenta un importante desafío
que deben asumir y protagonizar: cómo ayudar a su familia a superar dicha situación.
Incidencia de la pobreza individual (%)
Según presencia de jóvenes de 18 a 24 años en el hogar
II‐03
60% 56.6%
Hogares con jóvenes
Hogares sin jóvenes
Pobreza ‐ Nivel general
50% 47.8%
40% 42.6%
II‐06
33.3%
30%
26.9%
20%
II‐14
37.6%
28.5%
24.3%
23.6%
10%
I‐14
II‐14
I‐13
II‐13
I‐12
II‐12
I‐11
II‐11
I‐10
II‐10
I‐09
II‐09
I‐08
II‐08
I‐07
II‐07
II‐06
I‐06
II‐05
I‐05
II‐04
I‐04
II‐03
0%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
Lamentablemente, justo cuando más se le exige a estos jóvenes es cuando más lejos
están de poder dar respuestas efectivas. Actualmente, más de 900 mil jóvenes no
estudian, no trabaja, ni buscan trabajo – los llamados “jóvenes Ni Ni” y su participación
representaba en 2014 el 17,7% del total de jóvenes de entre 18 y 24 años de edad.
Esta participación, no sólo resulta significativa, sino que además es más de 4 puntos
porcentuales superior a la de 2003, cuando esta problemática alcanzaba al 13,1% de
los jóvenes de dicho rango etario. Además, 500 mil jóvenes de esta edad se
encuentran desocupados y otros 1,3 millones sólo lograron acceder a un empleo
precarizado e informal (6 de cada 10 jóvenes ocupados).
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Jóvenes de 18 a 24 años que no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo
En % del total y en miles (eje der.)
20%
1.000 17,7%
18%
15,3%
16%
14%
13,1% 13,1%
16,0% 16,0% 16,3%
15,4% 15,3%
16,2%
950 900 13,7% 14,1%
903 12%
850 800 10%
788 781 742 8%
743 730 734 703 6%
4%
606 608 631 640 2%
750 700 650 600 550 0%
500 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
En suma, sobre un total de 5,1 millones de jóvenes de entre 18 y 24 años de edad,
más de 2,6 millones (53%) enfrenta al menos un inconveniente de inserción social, sea
por la vía educativa (abandono escolar) como por no dar con un empleo productivo y
formal que le permita comenzar a desarrollarse en forma óptima.
Jóvenes con problemas de inserción social
(En % del total de jóvenes de 18 a 24 años y en miles)
% s/ total de jóvenes de 18‐24 años
70%
65.0%
62.3%
59.5%
58.8%
60%
56.0%
54.6%
53.5%
53.3%
53.5%
55%
52.8%
52.1% 52.2%
65%
50%
45%
40%
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
10
Jóvenes con problemas de inserción social
(En % del total de jóvenes de 18 a 24 años y en miles)
3,500 3,000 3,048 2,928 606
En miles
2,500 2,000 941 608
848 2,759 2,701 2,642 631
722 640
659 1,500 703
612 2,494 2,553 2,574 2,479 2,505 2,591 2,661 742
743
781
730
734
788
903
499 566 516 491 490 503 492 1,000 500 1,501 1,472 1,406 1,402 1,327 1,253 1,244 1,277 1,258 1,281 1,300 1,266 ‐
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Informal
Desocupado
No estudia, no trabaja ni busca trabajo
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC.
Por su parte, la situación de Argentina se agrava en la comparación “regional” al
observar el desempeño de países vecinos y del resto del mundo en cuanto a la
incidencia de jóvenes que no estudian ni trabajan. Los datos disponibles confirman que
esta problemática es una realidad global, aunque tiene causas, alcances e
implicaciones distintas en cada país.
Con relación a los países que integran la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), queda en evidencia que la problemática de inserción
socio-laboral de los jóvenes en Argentina resulta un aspecto crítico. En este caso, en
Argentina el 19,2% de sus jóvenes de entre 15 y 24 años de edad no estudia ni
trabaja, una incidencia incluso superior a la de países vecinos como Chile (13,3%) y
Brasil (15,2%) y a la de otros latinoamericanos que en el pasado se encontraban en
una posición relegada respecto a la Argentina, como México (15,5%) y Colombia
(18,5%).
A la vista está el hecho de que si bien son amplias y diversas las acciones de política
pública que en Argentina son dirigidas hacia este segmento poblacional, las mismas
han demostrado una muy baja efectividad en contrarrestar la problemática.
11
Jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan
(% total de jóvenes entre 15 y 24 años de edad - 2013) - OCDE y LA
Turquía
Argentina
Colombia
México
Brasil
Chile
Italia
España
Irlanda
Grecia
Reino Unido
Israel
Corea del Sur
Estados Unidos
Francia
N. Zelanda
Australia
Japón
Portugal
Bélgica
Canadá
Hungría
Austria
Rep. Eslovaquia
Suiza
Finlandia
Estonia
Dinamarca
Holanda
Suecia
Noruega
Eslovenia
Luxemburgo
Polonia
Rep. Checa
Alemania
0,0%
22,2%
19,2%
18,5%
15,5%
15,2%
13,3%
11,0%
10,7%
10,6%
9,3%
9,1%
9,1%
8,5%
8,4%
7,8%
7,7%
7,3%
7,2%
6,9%
6,7%
6,6%
6,0%
5,6%
5,4%
5,0%
4,8%
4,6%
4,6%
4,1%
4,1%
3,6%
3,5%
3,5%
3,5%
3,2%
2,8%
10,0%
20,0%
30,0%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC y OECD.
Pero este fenómeno no sólo resulta desigual en la comparación internacional, sino que
también Argentina se caracteriza por fuertes problemas regionales entre las
jurisdicciones que conforman el territorio nacional.
De esta manera, al estimar la incidencia de jóvenes “Ni Ni” entre aquellos que cuentan
entre los 18 y 24 años de edad se observan grandes disparidades pendientes de ser
consideradas en el ámbito de la política pública, como por ejemplo, el caso de Chaco
12
en donde el 39,8% de los jóvenes de entre 18 y 24 años de edad no estudian, no
trabajan, ni buscan trabajo, mientras que jurisdicciones como CABA, Córdoba y Santa
Cruz exhiben un panorama más auspicioso respecto a la problemática.
Comparación provincial: Jóvenes Ni Ni de 18 a 24 años
II Semestre de 2014 (en % del total de jóvenes entre 18 y 24)
Chaco
San Luis
Catamarca
Sgo. del Estero
Misiones
Corrientes
San Juan
Formosa
Mendoza
Chubut
Río Negro
Entre Ríos
Jujuy
Neuquén
Bs. As.
Tucumán
Salta
Tierra del Fuego
La Rioja
La Pampa
Santa Fe
Santa Cruz
Córdoba
CABA
39.8%
27.0%
23.4%
22.2%
21.4%
20.8%
20.1%
19.5%
18.2%
18.2%
17.8%
17.8%
17.4%
17.3%
17.1%
17.0%
16.4%
16.2%
14.5%
14.4%
14.3%
13.6%
13.0%
8.5%
0%
20%
40%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH – INDEC
Deficiencias intrínsecas de los jóvenes en su trayecto de
preparación de los jóvenes
Los deficientes resultados en materia de inserción social y laboral de los jóvenes
parecen no sólo depender de una cuestión coyuntural (un contexto económico que no
brinda suficientes oportunidades a los jóvenes), sino más bien por la presencia de
múltiples deficiencias en la trayectoria formativa de los jóvenes, desde su niñez y a lo
largo de toda su adolescencia.
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Así, analizando qué proporción de los niños que comienzan sus estudios en el nivel
inicial (Jardín de 5 años de edad) acaban finalizando la educación media al día (en la
edad teórica correspondiente al año de cursado), pueden notarse que de cada 100
niños matriculados en el nivel inicial, 93 logran culminar el nivel primario.
Posteriormente, es en la educación de nivel secundario donde se encuentran los
mayores inconvenientes. Hacia el tercer año de la secundaria (periodo en que finaliza
el ciclo básico en la mayoría de las provincias argentinas), quedarían cursando al día
77 de los 100 niños inscriptos en el nivel inicial en el caso de los establecimientos de
gestión estatal y casi 90 en el entorno privado.
En los años del ciclo orientado (4º, 5º y 6º de la secundaria) los problemas se agravan
significativamente y con mayor fuerza entre las escuelas públicas, a tal punto que sólo
4 de cada 10 niños inscriptos inicialmente en establecimientos públicos estarían en
condiciones de culminar su educación obligatoria, un guarismo que entre las escuelas
privadas (incluido el fenómeno de traspaso observado hacia ésta) resulta del 71%.
Finalmente, tan sólo uno de cada tres acabaría accediendo a la educación de nivel
superior, ciclo en que se presentan otro tipo de dificultades materializadas en altas
tasas de estudiantes crónicos y con múltiples dificultades socio-laborales para
progresar en este entorno educativo.
Evolución de la matrícula escolar por nivel y año educativo en establecimientos de gestión
pública y privada – Total nacional
Índice: Alumnos matriculados en nivel inicial (con 5 años de edad) = 100
120
Gestión Estatal 100.0 91.6 100
89.9 84.9 76.2 93.2 80
77.1 60
Gestión Privada
Total general
71.0 48.6 66.6 40
50.6 41.3 20
35.9 0
6º año
Nivel Inicial
Primaria
3º año
4º año
5º año
6º año
Secundaria
Acceden a Estudios Superiores
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de de Anuarios de Estadísticas Educativas (Min.
de Educación de la Nación) y EPH-INDEC.
Asimismo, una vez alcanzados los 18 años de edad, los jóvenes deben lidiar con un
difícil entorno por conseguir y sostener oportunidades de empleo (algunos a la vez
estudiando) ó, siempre que económicamente no le resulte un impedimento, dedicarse
en exclusiva a su formación y acumulación de capital humano, convirtiéndose en un
inactivo dedicado al estudio y postergando su ingreso al mundo laboral.
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Bajas oportunidades ofrecidas por el contexto: Un análisis de
transiciones interanuales
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) relevada por INDEC permite la
construcción de paneles para analizar la evolución socio-económica de un mismo
individuo a lo largo de un año. De esta manera, es posible detectar y analizar las
transiciones interanuales en materia ocupacional que experimentaron, en este caso, los
jóvenes a lo largo de un año.
En este caso, el análisis se concentra en el periodo 2013 y 2014 (segundo semestre de
cada año) y en la observación de las transiciones en el estado ocupacional de jóvenes
de entre 18 y 24 años de edad, distinguiendo entre: ocupado, desocupado, inactivo
que estudia exclusivamente e inactivo que no estudia (jóvenes “Ni Ni”). Analizar qué
tipo de transiciones se observaron en el periodo considerado daría una idea de la
probabilidad de traspaso o transición que enfrentan, en promedio, los jóvenes situados
inicialmente en determinada condición ocupacional.
Así, puede encontrarse que entre aquellos jóvenes que durante el segundo semestre
de 2013 se encontraban como “Ni Ni”, el 75% de éstos en el año 2014 fueron
encontrados en idéntica condición de exclusión, mientras que un 14% comenzaron a
buscar empleo (por lo que acabaron siendo caracterizados como desocupados). Tan
sólo un 5,8% lograron dar efectivamente con un empleo y un 5,1% lograron
reinsertarse en entornos educativos. Este resultado expone una muy baja oportunidad
(o probabilidad) de movilidad de este segmento, cuestión que da cuenta de la
importante dificultad que enfrentan estos jóvenes para salir de tal situación.
Respecto a los jóvenes que durante 2013 se encontraban desocupados, la probabilidad
de persistencia de tal condición resulta en un 79,2% (basada en la frecuencia de casos
observados), mientras que tan sólo en un 11% de los casos podrían conseguir un
empleo y en casi un 15% son jóvenes que desistirían de su búsqueda laboral y, en el
mejor de los casos, se dedicarían de lleno al estudio. Este último escenario es
consistente con la definición del llamado “desempleo oculto”.
Por último, en el caso de los jóvenes que inicialmente se encontraban ocupados en
2013, tan sólo el 43,8% logró sostener su empleo durante un año, mientras que el
28,5% transitaron hacia el desempleo y un 20,5% pasó directamente al segmento de
jóvenes “Ni Ni”. Sólo el 7,1% dejaron su empleo para dedicarse en exclusiva al
estudio.
Este último resultado, en contraste de los anteriores, demuestra que el mercado
laboral presenta importantes restricciones para la obtención de un empleo, expuestas
en las dificultades que enfrentan los jóvenes desocupados o “Ni Ni” en acceder al
mismo, pero también altas tasas de expulsión e inconvenientes para el sostenimiento
del empleo juvenil. El hecho de que 6 de cada 10 jóvenes pierdan su empleo a lo largo
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de un año, siendo tan dificultoso que puedan recuperarlo, es un hecho que debe
ocupar la agenda de políticas públicas en este sentido.
Transiciones laborales interanuales entre estados ocupacionales - Año 2013 vs. 2014 –
Jóvenes de 18 a 24 años de edad
Año 2014
Ocupado
Desocupado
43,8%
Inactivo que estudia
28,5%
Ocupado Año 2013
Desocupado Año 2013
20,5%
Inactivo que no estudia (Ni Ni)
7,1%
Año 2014
79,2%
75,0%
11,0%
14,1%
9,8%
4,9%
Ni Ni
Año 2013
5,8%
5,1%
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea sobre la base de EPH-INDEC. Panel construido en base a segundo
semestre de cada año (2013-2014).
Sobre la política pública, amén de las debidas consideraciones respecto a su correcta
focalización e instrumentación, el esfuerzo debiera buscar movilizar los incentivos
adecuados, tendientes a una mayor participación laboral e involucramiento social de
los jóvenes, y prevenir la ocurrencia de incentivos indeseados.
Por su parte, la política debiera ser preparada desde su diseño para posibilitar su
seguimiento y evaluación cuantitativa de impacto en las dimensiones consideradas por
la política; de manera que pueda ser evaluada por el logro de objetivos concretos y
medibles, y no por la disposición de instrumentos con que cuente (como sería el caso
de hablar de la cantidad de cursos de entrenamiento juvenil o becar que fueran
otorgadas).
La apuesta involucra superar problemáticas estructurales mediante un salto en la
calidad de la gestión, que aborden la problemática desde sus múltiples aristas, en
forma integral y coordinada. La misma debería apoyarse en estrategias tendientes al
seguimiento y apoyo educativo de jóvenes en riesgo, la prevención de la violencia
juvenil y actividades riesgosas entre jóvenes, la contención social de los hogares en
que éstos se desarrollan, el fortalecimiento de la capacitación y formación en
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habilidades blandas, sumado a la consideración de las diferentes contingencias sociales
propias de la juventud que puedan atentar contra sus oportunidades.
Finalmente, se debe preparar a la política desde su diseño para su posterior
seguimiento y evaluación de impacto para efectivamente mitigar esta problemática que
aqueja a un importante número de jóvenes.
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