OBLIGACIONES, FINIQUITO, RESPETO AL ACTO PROPIO Concepto 2010067781-001 del 2 de noviembre de 2010. Síntesis: En materia de expedición del finiquito de obligaciones, si bien el comerciante que la expide (v.gr. la institución financiera) no pierde el derecho de solicitar la rectificación de los errores, omisiones, partidas duplicadas u otros vicios de la cuenta, tal procedimiento debe efectuarse observando el principio del respeto al acto propio y obteniendo el consentimiento del deudor en caso de variar las consecuencias o efectos del finiquito. De no ser ello posible deberá entonces la respectiva institución acudir ante la jurisdicción ordinaria para corregir allí su equivocación. «(…) consulta acerca del alcance de los paz y salvos expedidos por las entidades financieras a sus clientes con ocasión del pago de las obligaciones, en cuyos textos se efectúan advertencias según las cuales, si como consecuencia de un error por parte de la entidad financiera en la liquidación de la obligación o posteriormente, se establece un saldo a su favor, el cliente asume la obligación de pagarlo. En tal sentido considera Usted que dicha práctica de las entidades vigiladas es contraria a la seguridad jurídica, en la medida en que el deudor no puede estar expuesto a la indefinición en el pago de sus obligaciones por razón de los errores atribuibles a la entidad financiera al momento los referidos paz y salvos. Sobre el particular, nos permitimos manifestarle lo siguiente: 1.- Sea lo primero señalar que las obligaciones adquiridas por los consumidores financieros con las entidades vigiladas por esta Superintendencia, surgen de la celebración de contratos de carácter mercantil originados con ocasión de la prestación de operaciones y/o servicios financieros, entre los cuales se encuentran todos aquellos relacionados con el otorgamiento de crédito (v.gr. el contrato de mutuo de dinero, los contratos bancarios de apertura de crédito y descuento, el crédito documentario –cartas de crédito-, entre otros). Los contratos mercantiles y las obligaciones que de estos emanan se sujetan a la normatividad del Código de Comercio y en lo no previsto allí, a las disposiciones del Código Civil. Rn esa línea el artículo 822 del Código de Comercio, preceptúa: “ART. 822.—Los principios que gobiernan la formación de los actos y contratos y las obligaciones de derecho civil, sus efectos, interpretación, modo de extinguirse, anularse o rescindirse, serán aplicables a las obligaciones y negocios jurídicos mercantiles, a menos que la ley establezca otra cosa. (…)” (se subraya). Precisamente, en punto al alcance de esa norma legal la Corte Suprema de Justicia, en sentencia de casación civil del 30 de agosto de 2001 (M.P. Nicolás Bechara Simancas-Exp. 5791.), señaló: “Aplicación de normas civiles a las obligaciones y negocios mercantiles. “La norma transcrita (C. Co., art. 822), en relación con la aplicación de los preceptos civiles a los asuntos mercantiles que tocan 1 con los actos y las obligaciones de este linaje y respecto de cada una de las situaciones que ella misma define, sobrepasa la preferente aplicación de la analogía de las normas comerciales que, por regla general, establece el Código de Comercio (art. 1º), pues yendo más allá y justamente con el fin de precaver lo que se debe hacer en presencia de un vacío legal, e incluso para evitarlo en lo posible, integra al cuerpo de normas comerciales los principios y, por ende, las normas del derecho civil en lo que respecta a los negocios jurídicos y a las obligaciones mercantiles; ello implica en consecuencia que en las materias a que alude el citado artículo 822 del Código de Comercio y cuando no haya precepto comercial aplicable a un caso determinado deba acudirse a lo que disponga el derecho civil antes que a las situaciones comerciales análogas o semejantes, salvo, claro está, “que la ley establezca otra cosa”. “(…) “En síntesis, pues, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 822 del Código de Comercio, a las obligaciones y negocios jurídicos mercantiles se aplican “los principios que gobiernan la formación de los actos y contratos y las obligaciones de derecho civil, sus efectos, interpretación, modo de extinguirse, anularse o rescindirse”, salvo que la ley expresamente lo impida o lo mande de otro modo; y por consiguiente es sólo en el caso de que sobre tales aspectos no haya regulación en los dos ordenamientos en cuestión que se ha de acudir primero a la analogía de las normas comerciales, allí sí según la directriz que traza el artículo 1º ibídem”. (CSJ, Cas. Civil, Sent. ago. 30/2001, Exp. 5791. M.P. Nicolás Bechara Simancas). (Se subraya). 2.- En consideración al contexto legal expuesto se tiene que en materia de extinción de las obligaciones de contratos de carácter mercantil debe acudirse, en primera instancia, a las normas especialmente previstas en el Código de Comercio y, en lo allí no previsto, a las disposiciones del Código Civil. Así, en materia del pago de las obligaciones (que es uno de los modos de extinguir las obligaciones y por las cuales se expiden los denominados paz y salvos), tal aspecto está expresamente regulado en los artículo 873 a 886 del Código de comercio, normatividad en la cual se encuentran disposiciones expresas sobre el finiquito de las mismas, en los siguientes términos: “ART. 877.—El deudor que pague tendrá derecho a exigir un recibo y no estará obligado a contentarse con la simple devolución del título; sin embargo, la posesión de éste hará presumir el pago. “ART. 878.—Cuando el pago constituya un negocio jurídico, será susceptible de impugnación por las mismas causas que los demás negocios jurídicos. “ART. 879.—El finiquito de una cuenta hará presumir el pago de las anteriores, cuando el comerciante que lo ha dado arregla sus cuentas en períodos fijos. “ART. 880.—El comerciante, que al recibir una cuenta pague o dé finiquito, no perderá el derecho de solicitar la rectificación de los errores, omisiones, partidas duplicadas u otros vicios de la cuenta.” (Se subraya). Como se observa en materia de finiquito de obligaciones, los comerciantes (entre ellos las financieras) al expedir tales documentos no pierden el derecho de solicitar la rectificación de los errores, omisiones, partidas duplicadas u otros vicios de la cuenta. 3.- En todo caso, valga recordar que sobre esta temática se ha pronunciado la Corte Constitucional en el sentido de precisar que la expedición por parte de instituciones financieras de paz y salvos o documentos similares indicativos del pago de obligaciones 2 crediticias, que generan efectos particulares y concretos a favor de otro (aquí el deudor), no pueden ser variados de manera unilateral e inconsulta en atención a la aplicación del principio del respeto acto propio, pues de hacerlo, se estaría violando los principios de buena fe, confianza legítima y el derecho al debido proceso. Así, por ejemplo, la Corte Constitucional en Sentencia de tutela T-204 del 4 de marzo de 2004. (Sala Novena de Revisión de Tutelas. M. P. Clara Inés Vargas Hernández. Expediente T-736650) respecto de la aplicación de los alivios en créditos hipotecarios otorgados por instituciones financieras, en el acápite pertinente señaló: “(...) “El principio de respeto del acto propio resulta aplicable cuando (i) se ha proferido un acto que contenga una situación subjetiva concreta y verificable que conceda confianza a su beneficiario de la titularidad de una posición jurídica determinada, esto es, que la disposición sea eficaz y jurídicamente vinculante; (ii) la decisión sea revocada unilateralmente por su emisor sin que esté autorizado por el ordenamiento para ello y con base en parámetros irrazonables o desproporcionados y (iii) exista identidad entre el sujeto que emite la decisión y su beneficiario tanto en la disposición inicial como en la posterior que la modifica, a la vez que ambos actos regulen la misma situación jurídica subjetiva.13 “(...) “No se discute la posibilidad que se haya cometido un error en la reliquidación del crédito, error que en caso de ser cierto, es imputable a (...), entidad que cuenta con toda la infraestructura técnica y humana requerida para ese tipo de labores. Con todo, independientemente de que tal error se haya o no presentado, lo que es absolutamente claro es que se trata de una entidad crediticia que está sujeta a la Constitución y a la ley y que está en la necesidad de agotar los mecanismos jurídicos que tiene a su alcance si lo que pretende es el reconocimiento de sumas adicionales a aquellas que fueron pagadas por el actor y que le llevaron a certificar la extinción de la obligación. “(...) “En ese marco, la revocación del acto proferido por la entidad financiera, aunque aparentemente se funda en una circunstancia lícita, cual era la de disminuir el monto del alivio reconocido al deudor, en realidad desborda el marco jurídico aplicable pues extiende las consecuencias de su propio error a la reliquidación del crédito y revive los efectos de una obligación extinta. Sostener lo contrario, esto es, que la entidad financiera está facultada para cobrar sumas adicionales con posterioridad a la extinción de la obligación, configura la imposición de una carga especialmente gravosa e irrazonable al deudor. “13. Para la Sala es claro que semejante proceder conculca el derecho fundamental al debido proceso pues bastó el solo abuso de la posición dominante en que se halla una entidad financiera para constituir una obligación contra el actor, pretender el reconocimiento de intereses moratorios y negar la cancelación de la garantía prestada en razón de una obligación diferente. A una persona a la que se le había generado certeza sobre la extinción de una obligación y que se hallaba amparada por el principio de respeto del acto propio, en este caso emitido por (...), se la sorprendió no sólo con la imputación de una nueva deuda, sino con su cobro prejurídico pese a que no existía título alguno en el que tal obligación constara. “(...) “De otro lado, quien tenía a su disposición los mecanismos judiciales ordinarios para obtener el pago de las sumas probablemente canceladas de más por el error en la reliquidación del crédito, era la misma entidad financiera. No obstante, abusando de su condición de preeminencia, exigió, más de un año después de la cancelación del crédito, el pago de la diferencia generada por su propio yerro y lo hizo mediante la revocatoria unilateral de su propio acto y extendiendo los efectos de una garantía 3 constituida para una obligación distinta, proceder con el que se abrogó para sí facultades que sólo reposan en la jurisdicción."14 “De esta manera, cuando la entidad financiera suministra a sus clientes una información en la que refleja el estado actual y real de sus obligaciones, no sólo genera un canal de comunicación clienteentidad financiera, sino que a su vez, da a conocer al usuario financiero su posición jurídica frente a la obligación sobre la cual está informando, y en consecuencia, crea en el usuario una confianza cierta acerca del estado de la misma. Por esta razón, la información suministrada por el banco no podrá variarse de manera unilateral e inconsulta, pues al hacerlo, no sólo impide que su cliente controvierta la nueva posición jurídica que se le quiere imponer, sino que además, viola su derecho al debido proceso y desconoce abiertamente el principio de respeto al acto propio.15 “En circunstancias como las descritas, la conducta apropiada que debe seguir la entidad financiera consiste en obtener el consentimiento de su cliente para cambiar la posición inicialmente fijada por ella, y si no se logra, acudir ante la jurisdicción ordinaria para corregir allí su equivocación. De no procederse en esta forma, la entidad financiera impone a su cliente las consecuencias negativas de su propia equivocación, desconociendo como ya se advirtió, los principios de buena fe, confianza legítima y debido proceso. (...)”. (Se subraya). 4.- Conforme a lo expuesto se observa en materia de expedición del finiquito de obligaciones, si bien el comerciante que la expide (v.gr. aquí institución financiera) no pierde el derecho de solicitar la rectificación de los errores, omisiones, partidas duplicadas u otros vicios de la cuenta según lo indica el artículo 880 del Código de Comercio, tal procedimiento debe efectuarse observando el principio del respeto al acto propio y obteniendo el consentimiento del deudor en caso de variar las consecuencias o efectos del finiquito. De no ser ello posible deberá entonces la respectiva institución acudir ante la jurisdicción ordinaria para corregir allí su equivocación. (…).» 4