JORNADA ESPECÍFICA PARA CATEQUISTAS DE CONFIRMACIÓN Texto y Guía: "Confirmados en la fe por el Espíritu" - 3ª edición. OBJETIVO GENERAL: Brindar a los catequistas de Confirmación, un espacio para que conozcan los principales contenidos del texto y la guía de este itinerario, a fin de que se apropien del mensaje que ofrecen éstos y asuman en forma responsable y eficiente, la preparación de los confirmandos. OBJETIVOS ESPECÍFICOS: 1. Presentar el texto y la guía de “Confirmados en la fe por el Espíritu”, para que conozcan su contenido y estructura. 2. Concientizar sobre los aspectos pastorales a tomar en cuenta, en la organización y desarrollo de esta etapa del proceso. 3. Reafirmar la identidad del catequista de Confirmación, destacando los rasgos propios de su perfil, a fin de que asuman esta tarea con entusiasmo y fidelidad. 4. Facilitar a los catequistas el conocimiento de las características generales de los catequizandos de Confirmación, para que respondan de la mejor manera, a los intereses y necesidades de los mismos. 5. Conocer los núcleos y contenido de los temas del texto y la guía de este itinerario, para que desarrollen con mayor propiedad, cada uno de los encuentros catequísticos. 6. Ofrecer algunos elementos metodológicos que sirvan de apoyo a los catequistas para que planeen y desarrollen los encuentros en forma creativa y participativa. 7. Brindar a los catequistas los fundamentos doctrinales necesarios para favorecer la celebración consciente y festiva del sacramento de la Confirmación. DÍA 1 DE LA JORNADA HORARIO CONTENIDOS 1. Aspectos Generales 8:00 am 8:30 am DESARROLLO 1.1 Entrega de gafetes, saludo y Bienvenida. Ambiente festivo con carteles tipo grafiti con las imágenes y temas de cada núcleo del Texto del Catequizando (TC). Música de fondo (CD de Confirmación). MATERIALES Gafetes Radiograbadora CD de Confirmación Texto del catequizando Fotocopia del instrumento 1.2 Oración: “Espíritu Santo” (Marcelo A. Murúa) p. 78 TC. 1.3 Dinámica de presentación. Instrumento 1. 8:30 am 9:45 am 2. Presentación 2.1 Presentación del texto y de la estructura la guía “Confirmados en la de la Guía y Fe por el Espíritu”. del Texto de Instrumento 2 Confirmación 9:45 am 10:00 am 10:00 am 12:00 md REFRIGERIO 3. Grandes Temas 12:00 md 1:00 pm 2.2 . El perfil del catequista de Confirmación. Instrumentos 3 al 10. Fotocopia de los Instrumentos. Texto del catequizando y guía para el catequista ALMUERZO 3. Grandes Temas 1:00 pm 4:00 pm Texto del catequizando y guía para el catequista 2.3 Las características del desarrollo integral de los confirmandos. Instrumentos 11 al 18. Fotocopia de los Instrumentos. Texto del catequizando y guía para el catequista. DÍA 2 DE LA JORNADA CONTENIDOS 1. Aspectos Generales 8:00 am 8:15 am 8:15 am 9:45 am 2. Grandes temas y Oración. catequizando Gafetes Texto del catequizando y guía para el catequista Fotocopia de los Instrumentos. 2.2 Fundamentos doctrinales del Fotocopia de los Instrumentos. 2.1 Encuentro kerigmático para los catequistas de Confirmación. Instrumento 19 REFRIGERIO 2. Grandes temas 12:00 md 1:00 pm Sacramento de Confirmación. Instrumento 20 ALMUERZO 2. Grandes temas 1:00 pm 4:00 pm 1.1 Bienvenida Texto del p.40. MATERIALES 1.2 Dinámica de integración “Intercambio de globos” ( p.33 Guía del catequista) 9:45 am 10:00 am 10:00 am 12:00 md DESARROLLO 2.2 Grandes temas de la guía y Fotocopia de los texto Instrumentos. “Confirmados en la fe por el Texto del Espíritu”. Instrumentos 21 al 24. catequizando y guía para el catequista Instrumento 1 DINÁMICA DE PRESENTACIÓN “MI CEL” OBJETIVOS: Aprender los nombres de las personas con las cuales van a compartir. Facilitar una comunicación participativa, propiciando un ambiente de acogida. TIEMPO: Depende del número de participantes, la duración es aproximadamente entre los 10 - 15 minutos. MATERIAL: Gafete en forma de celular y una bolsa. DESARROLLO: Se entrega a cada catequista un gafete en el cual escribirá su nombre en forma vertical y su número de celular. Este escoge 3 letras de su nombre y escribe una característica personal, en cada una de las letras. Como el ejemplo que se muestra en la imagen. M Alegre Respetuosa Idealista A 88888888 El formador recoge todos los gafetes y los deposita en una bolsa. Reflexiona sobre la importancia del “CEL” en nuestra vida, como un dispositivo electrónico para acceder y utilizar los servicios de la red de telefonía celular. La posibilidad de mantenerse en contacto con la familia, compañeros de trabajo, amigos, el almacenamiento de datos, toma de fotografías y el acceso al correo electrónico e internet, son unas cuantas razones de la creciente importancia de los mismos. Luego se referirá al CEL desde el punto de vista de la transmisión del mensaje, dándole a esta palabra, el siguiente significado: Conocer Encuentro Luz Pasos necesarios para que el catequista desarrolle el encuentro y facilite el crecimiento en la fe a los confirmandos. (p. 97 FB - 1). Distribuye los gafetes nuevamente, al azar y pide a cada uno que se lo coloque en un lugar visible. Ubicados en un círculo, el formador solicitará a un compañero mencionar el nombre de la persona y las características escritas en el gafete que le correspondió. El dueño del gafete se levanta, se presenta, recoge su gafete y repite la misma acción con el gafete que eligió. Así sucesivamente hasta que se presenten todos. Durante la jornada, en los espacios de refrigerio y almuerzo, los catequistas podrán enviarse entre ellos mensajes con frases y oraciones del texto: “Confirmandos en la fe por El Espíritu” e indicar el número de página. Ejemplos: “Una vida sin trascendencia: los que viven para los bienes materiales.”(p.17) “Recuerda que tu Confirmación es una fiesta única e irrepetible, porque sólo la celebrarás una vez en tu vida” (p.136) OBSERVACIONES: También la Guía para el catequista sugiere dos dinámicas para la presentación e integración en las pp. 32 y 33. GAFETES Instrumento 2 PRESENTACIÓN DEL TEXTO Y LA GUÍA CONFIRMADOS EN LA FE POR EL ESPÍRITU. Sugerencias metodológicas: 1. El formador introducirá el tema motivando a los catequistas para que se interesen en conocer las orientaciones que ofrecen la guía y el texto “Confirmados en la fe por el Espíritu”. 2. Ubicará a los catequistas en siete grupos y distribuirá las indicaciones para el trabajo a realizar. 3. Formará nuevos grupos con integrantes de todos los grupos, para que comparta la síntesis que porta cada uno, a fin de que todos conozcan el contenido de los siete instrumentos (Técnica de la rejilla). Grupo 1 1. Leer la carta de presentación (Pág. 4 del TC), la presentación del índice (pp.3 TC) y el comunicado de la Conferencia Episcopal sobre el sacramento de la Confirmación (pp.8 –10 Guía). Realizan una síntesis de los principales aspectos. 2. Cada integrante debe tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 2 1. Leer: “La catequesis de la Confirmación: aspectos doctrinales del sacramento de la Confirmación en las páginas 12 y 13 de la Guía del catequista. Subrayan las ideas principales y realizan una síntesis. 2. Cada integrante debe tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 3 1. Leer las páginas 19 al 21 de la Guía, acerca de los objetivos de la catequesis para Confirmación, el itinerario catequístico sacramental y la temática de cada núcleo del texto. Realizan una síntesis de las principales ideas de los contenidos. 2. Cada integrante debe tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 4 1. Leer las páginas 22 al 24 de la Guía, en relación a los elementos que ésta ofrece al catequista y los principales elementos que éste debe aportar. Subrayan las ideas principales. Realizan una síntesis de los aspectos más importantes. 2. Cada integrante deber tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 5. 1. Leer las páginas 25 y 26 de la Guía, los puntos 1 al 3. Subrayan las ideas principales. Realizan una síntesis de los aspectos más importantes. 2. Cada integrante deber tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 6 1. Leer las páginas 26 a la 28 de la Guía, los puntos 4 al 6. Subrayan las ideas principales. Realizan una síntesis de los aspectos más importantes. 2. Cada integrante deber tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Grupo 7 1. Leer las páginas 28 a la 30 de la Guía, los puntos 7 y 8. Realizan una síntesis de los aspectos más importantes. 2. Cada integrante deber tener el resumen del contenido para presentarlo en la conformación de nuevos grupos. Instrumento 3 EL PERFIL DEL CATEQUISTA DE CONFIRMACIÓN. Sugerencias metodológicas: 1. El formador ubicará a los catequistas en seis grupos y distribuirá las indicaciones para el trabajo a realizar. 2. En el gran grupo, de forma espontánea y sin repetir conceptos, destacarán los aspectos seleccionados que deben poner en práctica, en la catequesis de Confirmación. 3. Entregará el instrumento 11 “El ser del catequista, particularmente el de Confirmación” para que cada catequista, en forma individual y en un ambiente apropiado, revise detenidamente este instrumento, para verificar los rasgos que ya ha asumido en su vida personal y pastoral, así como aquellos que debe cultivar o reafirmar. 4. Escucharán y entonarán el canto “El Espíritu nos llama a servir” (Tema: 17 del TC p. 160, canto N°12 del CD de Confirmación). Instrumento 4 1. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. 2. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. ´´El ser de todo catequista y del catequista de Confirmación´´ Perfil del Ser El Catequista de base: Aceptarse a sí mismo y su historia. Atiende las decisiones y orientaciones diocesanas y nacionales. Aceptar sus aciertos y errores. Estar dispuesto a escuchar, dialogar, acoger a los demás. Sinceridad, lealtad, honestidad. Optimismo, alegría, superación. El Catequista de Confirmación Aceptación y empatía con los adolescentes. Atiende las directrices dadas en relación al Sacramento de la Confirmación. Acepta y comprende las inseguridades propias de los adolescentes. Ser verdadero oyente de todo joven. Transparencia y autenticidad. Espíritu y mente joven. Instrumento 5 1. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. 2. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. Perfil del Ser El Catequista de base: Cuida su presentación personal. Responde al llamado de Dios. Cree, espera y ama. Acepta a los catequizandos viendo en ellos el rostro de Dios. Posee actitud positiva y disponibilidad necesaria para participar de los procesos formativos. El Catequista de Confirmación Es ejemplo en todo momento para los Catequizandos. Ayuda en el discernimiento vocacional. Enseña a creer, esperar y amar. No tiene distinción ni preferencias entre los catequizandos, es amigo y “compañero”. Posee actitud positiva y disponibilidad para participar en la formación específica. Instrumento 6 1. 2. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. ´´El ser de todo catequista y del catequista de Confirmación´´. Perfil del Saber El Catequista de base: Conoce de sí mismo, de su comunidad y su país. Conoce los principales acontecimientos de la Historia de la Salvación. Conocer las fuentes de la Revelación. Conocer las principales verdades de la fe. Conoce el Reino. Conoce el origen y misión de la Iglesia. El Catequista de Confirmación Conoce de la realidad de los adolescentes de su comunidad. Conoce la acción del Espíritu Santo en la Historia de la Salvación. Conoce las fuentes de la Revelación en relación al Sacramento de la Confirmación. Conoce los principios bíblicos, doctrinales y litúrgicos del Sacramento de la Confirmación. Conoce Jesús y la obra del Espíritu. Conoce la efusión del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Instrumento 7 1. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. 2. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. ´´El ser de todo catequista y del catequista de Confirmación´´ Perfil del Saber El Catequista de base: Conoce la naturaleza y misión de la catequesis. Conoce las estructuras de la catequesis y acoge sus disposiciones. Conoce la guía y el texto del nivel que tiene a cargo. Conoce las características generales de los interlocutores de la catequesis. Conoce suficiente de otros instrumentos que ayudan a la acción catequística. El Catequista de Confirmación Conoce la naturaleza, contenido y metas de la catequesis de Confirmación. Conoce las estructuras y acoge las orientaciones de la catequesis de Confirmación. Conoce la guía y el texto de Confirmación. Conoce las características generales de los adolescentes. Conoce otros instrumentos que ayudan en la catequesis de Confirmación. Instrumento 8 1. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. 2. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. ´´El ser de todo catequista y del catequista de Confirmación´´ Perfil del Saber Hacer El Catequista de base: Posee habilidad para planear un encuentro catequístico. Cuenta con los elementos didácticos y pedagógicos necesarios para su labor catequística. Posee la habilidad necesaria para las técnicas de grupo. Conoce la pedagogía de Jesús. El Catequista de Confirmación Posee habilidad para planear los encuentros catequísticos de Confirmación. Conoce y aplica la pedagogía que Jesús utilizó con los jóvenes en los evangelios. Conoce las técnicas de grupo aplicables al trabajo con jóvenes. Conoce y aplica la pedagogía de Jesús en los encuentros. Instrumento 9 1. Analicen el contenido de los instrumentos 19 y 20 de F B-1. 2. Lean y comenten el siguiente texto, señalando los aspectos que consideren más importantes. ´´El ser de todo catequista y del catequista de Confirmación´´ Perfil del Saber Hacer El Catequista de base: Posee la capacidad necesaria para elaborar y aplicar evaluaciones. Hace uso adecuado y complementario de la guía de los catequistas y el texto del catequizando. Organizar las Reuniones con Padres de familia. Involucrar a los Padres de familia en el proceso catequístico de sus hijos. El Catequista de Confirmación Posee la capacidad para elaborar evaluaciones congruentes para los adolescentes. Hace uso adecuado y complementario de la Guía y del texto Confirmados en la fe por el Espíritu. Organizar Reuniones para Padres y Padrinos de los adolescentes de la catequesis de confirmación. Involucrar a los padres y padrinos en el proceso de la catequesis de Confirmación. Instrumento 10 El ser del catequista, particularmente el de Confirmación. Para realizar con éxito una determinada actividad y lograr una convivencia humana satisfactoria, en cualquier ámbito de la vida, se requieren algunas condiciones indispensables para favorecer el logro de estos propósitos. Desde la perspectiva de la catequesis, debemos tomar en cuenta que por el Bautismo todos estamos llamados a ser catequistas, pero debemos preguntarnos si todas las personas reúnen las condiciones necesarias para realizar esta acción pastoral. Quien decida involucrarse en la tarea catequística debe poseer un perfil, lo más idóneo posible, en el nivel cristiano, personal y pastoral. Es necesario ponerse en las manos del alfarero, experimentar el proceso por el que pasa el barro, dejarse moldear para adquirir la identidad propia del catequista. Es decir atender y cuidar de todos los aspectos relacionados con su persona, su comportamiento, su manera de ser, de actuar; así como actitudes que adquirirá a través de un proceso serio de formación general, básica, permanente y específica a la vez. El catequista, en especial el de Confirmación, tiene que ser transparente, un auténtico testigo del mensaje que anuncia, para interpelar a los jóvenes; hacer camino con ellos, acompañar a esta población tan particular, ser su guía tanto en su vida personal, como en el plano de la fe. Es necesario que sepa cautivar a los confirmandos con la persona de Jesús y su mensaje liberador, para que lo tomen como modelo de vida y logren superar ese compromiso ocasional, transitorio, propio de la etapa de Confirmación, como lo expone el Directorio General para la Catequesis (DGC181): ...con frecuencia los catequizandos de esta edad, al recibir el sacramento de la Confirmación, concluyen también el proceso de iniciación sacramental, pero a la vez tiene lugar su alejamiento casi total de la práctica de la fe. Respecto a la formación del catequista, el Directorio antes mencionado (DGC 238), establece en este campo tres dimensiones: el ser, el saber y el saber hacer. Sin descuidar ninguna de las tres, presta especial atención al ser del catequista, aspecto en el que pondremos especial atención en este instrumento: La formación de los catequistas comprende varias dimensiones. La más profunda hace referencia al ser del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar, ante todo como persona, como creyente y como apóstol. El Itinerario para la formación de los catequistas, establecido a nivel nacional, pone un énfasis particular a estas dimensiones humana y cristiana que desarrolla el Directorio, a fin de ayudar a nuestros catequistas, en especial a los de Confirmación, a alcanzar un buen perfil, teniendo como base los siguientes rasgos: 1. Todo catequista debe poseer el equilibrio sicológico necesario para valorarse en forma objetiva, conocer sus cualidades y limitaciones para aceptarse a sí mismo y aceptar su historia personal. Para el catequista de Confirmación esta es una exigencia aún mayor: poseer un equilibrio sicológico, tanto en el nivel personal, como en su rol de catequista de adolescentes, es importantísimo, básico, para ayudarles a obtener ese equilibrio en sus vidas, valorarse, aceptarse como personas y aplicarlo a los demás. 2. Todo catequista debe identificarse con los catequizandos, particularmente con los que tiene a su cargo, lo cual ya es un signo de madurez humana. A través de su ministerio, aprenderá a amar a los catequizandos a permanecer cercano a ellos, interesarse por todos y por todo, a esforzarse por conocerlos y tomar en cuenta sus intereses, sin preferencia alguna, aunque algunos hagan méritos para quererlos de una manera particular. El catequista de Confirmación no puede descuidar este aspecto tan importante, pues los adolescentes son muy susceptibles. Debe tener empatía con ellos, tomando en cuenta que están sujetos a cambios y que están expuestos a las inseguridades propias de esta edad. 3. El agente de la catequesis debe tener muy en cuenta lo que la Escritura nos enseña sobre la importancia de mantener buenas relaciones humanas en particular con los miembros del núcleo familiar, eclesial y catequístico: Apréciense los unos a otros como hermanos y sean los primeros en estimarse unos a otros... Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos... Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con otros… (Rom 12,10.16.18). ...que sean pacíficos, amables y siempre bondadosos con todo el mundo...(Tito 3,2). Siguiendo el espíritu del evangelio que nos aconseja vivir el amor al prójimo, expresión de respeto y servicio: Perseveren en el amor fraterno (Heb. 13,1). 4. El catequista tiene que relacionarse con las personas que están involucradas en el proceso de la catequesis, por tal razón debe tener capacidad para escuchar a los otros, aceptar sus criterios y buscar juntos posibles soluciones, para no truncar el dinamismo del Espíritu Santo. Es necesario tender puentes, superar conflictos y construir proyectos que permitan el desarrollo de la Iglesia, de la actividad pastoral, la familia, la escuela y la sociedad en general. El catequista de Confirmación también debe poseer estos rasgos porque necesita estar siempre dispuesto a escuchar y a dialogar permanentemente con los adolescentes y jóvenes, aceptando sus críticas justificadas y buscando juntos, posibles soluciones. Un catequista con estas cualidades se ganará el aprecio, la simpatía y la confianza de los confirmandos. 5. San Pablo en la carta a los Romanos nos instruye sobre la importancia de la transparencia y la lealtad, tan ausentes en nuestro medio: Que el amor entre ustedes no sea hipócrita... (Rom 12,9). Estos rasgos son una garantía que inspiran confianza, credibilidad, seguridad. El catequista en general tiene la obligación de ser sincero, leal y honesto, para que los pastores, sus compañeros, padres de familia y catequizandos, crean en él, confíen y acojan lo que dice y hace, en especial el mensaje de fe que transmite, a través de la catequesis. Esta exigencia también es válida para el catequista de Confirmación, porque debe fomentar en los adolescentes y jóvenes la sinceridad, honestidad y autenticidad. Los jóvenes educados en estos valores, serán las personas en quienes la familia, la sociedad y sobretodo la patria, podrá confiar en el futuro. 6. Los primeros cristianos, se distinguieron por ser personas alegres, optimistas que acogieron con gozo el mensaje de Jesús, su estilo de vida y obtuvieron la fuerza necesaria para perseverar en medio de los sufrimientos. Los catequistas herederos de la misión de Jesús, están llamados a ser personas optimistas, alegres y con deseos de superación, porque en nombre de la Iglesia, portan un mensaje que libera, que dignifica, que trae paz, felicidad y da razones para esperar un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap 21,1), a pesar de las contradicciones y dificultades que enfrentan. El catequista de Confirmación también debe poseer espíritu y mente joven, ser optimista, alegre, con deseos de superación. Su misión será más efectiva en la medida que acorte distancias con los confirmandos, sea asequible, sienta como ellos, vea el mundo con ojos de joven, sin caer en los extremos. El es portador de un mensaje que debe animarlos a transformar sus vidas, darle sentido y a trazarse un proyecto de vida, luchando para lograrlo. 7. Otra característica que debe poseer el catequista es espíritu de responsabilidad y constancia para superar las dificultades. La tarea pastoral que asume es muy grande, seria y difícil, por lo tanto debe renovar cada día su vocación, ser muy responsable, constante, buscar nuevas opciones y tener mucha fortaleza para salir adelante a pesar de los obstáculos. A este catequista no se le puede pedir menos, a él se le ha confiado ayudar a adolescentes y a jóvenes a crecer en la fe, pero también a crecer como personas, en esta etapa de grandes transformaciones. Ante esta situación es necesario que también posea ese espíritu de responsabilidad y constancia. El catequista se convierte en un modelo para los confirmandos, por lo tanto no puede salir corriendo ni desmoronarse ante las dificultades. Necesita ser fuerte, luchar sin descanso y hacerle frente a la vida, para cumplir con la responsabilidad que ha asumido y sobre todo, para dar testimonio a sus catequizandos. 8. Si bien es cierto que los conocimientos son indispensables, al agente de la catequesis se le exige además: poseer la experiencia kerigmática suficiente, expresada en signos propios de la espiritualidad evangélica: conversión, testimonio de vida y compromiso con los más necesitados, para que su labor catequística sea creíble y acogida. Muchas veces en la vida de fe de los catequizandos, existe un vacío porque la primera evangelización no ha tenido lugar (CT19), correspondiéndole al catequista iniciarlos en el Kerigma , antes de comenzar el proceso de catequesis. El catequista de Confirmación está llamado a despertar en los catequizandos el deseo de vivir el espíritu evangélico, a través del testimonio de vida, incluyendo el aspecto social. En esta población la Iglesia tiene puesta todas sus esperanzas, por tal motivo, nos corresponde a los adultos, ayudarles con la palabra y el testimonio, a canalizar sus actitudes, gestos y acciones de acuerdo a los valores evangélicos. 9. El Papa Paulo VI no solamente nos instruyó acerca de la evangelización, sino que enfatizó la forma como se debe hacer: Evangelizar no es para nadie un acto aislado, sino profundamente eclesial (EN 60). Para ello es necesario que el catequista tenga identidad eclesial, participe activamente en la vida parroquial, sea una persona de oración y vida sacramental. Además debe poseer esa identidad eclesial, porque sólo así llegará a motivar a los catequizandos para que se sientan parte de la Iglesia y asuman la práctica de la oración y la recepción de los sacramentos, particularmente en la participación eucarística. Debe motivarlos a integrarse a la Pastoral Juvenil, a algún grupo apostólico o a cualquier otra actividad que promueva la parroquia. 10. El Directorio General para la Catequesis (39) nos recuerda lo siguiente: también la evangelización... se realiza con obras y palabras. Es, a un tiempo, testimonio y anuncio... Así mismo el Papa Pablo IV en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (41) afirma: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio”. Esta realidad obliga a todo catequista a dar un buen testimonio de vida, a cuidar su comportamiento y presentación personal, para ser coherente con el ministerio que realiza, en cualquier ambiente, comportándose como lo que es, como esperan los demás que actúe, de acuerdo a su vocación. Las mismas exigencias del Directorio deben ser tomadas en cuenta por el catequista de Confirmación. Tiene que ser un modelo para los confirmandos y predicar con el testimonio, siendo ejemplo permanente para los adolescentes, en el trato, presentación personal, vocabulario y forma de actuar. Si el catequista cuida todos estos aspectos, tendrá más autoridad para orientar a los jóvenes que tiene a su cargo, y los podrá motivar a observar un comportamiento propio de un joven creyente. 11. El catequista debe estar convencido de que su servicio es una vocación y que por lo tanto, debe responder con generosidad al llamado que Dios le ha hecho en la Iglesia. Además debe tener presente que el servicio que presta a la comunidad cristiana es fruto de la iniciativa de Dios, a la cual ha correspondido de manera generosa, para ayudar, con mayor efectividad, a adolescentes y jóvenes, a discernir sobre su vocación personal, a fin de que respondan con alegría al llamado de Dios y logren su realización personal y cristiana. 12. Las virtudes teologales: Fe (creer), Esperanza (esperar) y Caridad (amar) son la regla de oro de todo cristiano, la práctica de éstas, es lo menos que se le puede pedir a los catequistas. Para el catequista de Confirmación debe ser prioridad la práctica de las virtudes teologales, ellas le ayudarán a obtener la fuerza necesaria para animar a los jóvenes a que crean, esperen y amen a Dios, con hechos concretos, a través de los hermanos, en especial los más desposeídos. 13. Algunos catequizandos se ganan la simpatía y el cariño de catequistas y compañeros con facilidad, otros, por sus actitudes, su manera de ser y de actuar, no lo logran tan fácilmente. El catequista tiene que ser igual con todos, porque son sus discípulos y hermanos en Jesucristo, por lo tanto, no puede tener preferencias, sino acoger a todos los catequizandos y ver en ellos el rostro de Dios. En el caso del catequista de Confirmación, tiene que ser también muy cuidadoso, pues los adolescentes y los jóvenes no toleran la discriminación, la injusticia; necesitan sentirse amados y valorados, por esta razón deben acoger a todos los catequizandos, sin preferencias, siendo amigo y compañero de todos. 14. La catequesis es un servicio que nuestros obispos han confiado al CENACAT, siguiendo la recomendación hecha por el DGC 269. En el seno de la Conferencia episcopal puede constituirse un Secretariado o Centro catequético..., cuya tarea principal será la de ayudar a cada diócesis en materia de catequesis. Atendiendo las orientaciones de dicho Directorio, la catequesis en nuestro país es un proceso coordinado desde el nivel nacional, pero abierto a las posibilidades de inculturación diocesana, para integrar al proceso valores y recursos, así como la atención a las necesidades más urgentes de cada Iglesia particular. Por tal motivo todo catequista está obligado a atender las decisiones y orientaciones nacionales y diocesanas, en relación a la catequesis. La misma condición rige para los catequistas de Confirmación: acatar las disposiciones nacionales y diocesanas, con respecto a la catequesis y celebración del sacramento de la Confirmación, es una obligación y un apoyo que le permite realizar un trabajo de comunión y participación, que le brinda un respaldo ante el párroco, padres de familia, catequizandos y la comunidad cristiana, porque sigue las directrices establecidas para dicho sacramento. De esta manera podrá unificar criterios con respecto al proceso mismo, a la celebración del sacramento y a la catequesis de este nivel. 15. Todo catequista necesita ser formado antes de iniciar su ministerio. Involucrarse en el proceso de catequesis sin la formación básica, es una actitud temeraria e irresponsable. Por otra parte, pondría en riesgo la efectividad del mismo proceso, como nos lo advierte el Directorio General para la Catequesis 234: ...cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Interpretando las orientaciones del Directorio podemos afirmar que todo catequista debe mantener una actitud positiva y la disponibilidad necesaria para participar de los procesos formativos, a fin de que su labor pastoral sea más eficaz. No podríamos pedir menos al catequista de Confirmación y quizá es en este nivel donde encontramos mayor improvisación, promovida por ciertos párrocos, que recurren a la generosidad de algunas personas sin ofrecerles la debida formación. El catequista de este nivel, requiere de una buena formación básica y específica, que le brinde mayor conocimiento, seguridad y fidelidad al mensaje que transmite, así como las herramientas necesarias para desempeñar este servicio de manera eficiente. De igual forma debe poseer una actitud positiva y disponibilidad para participar de la formación específica. El grado de formación de un catequista, los adolescentes lo perciben de inmediato; si no está capacitado, predominará la inseguridad, la indisciplina y el mensaje no calará en la mente y el corazón de los confirmandos, generando su retirada de la Iglesia, una vez que reciban el Sacramento de la Confirmación. 16. Finalmente, el catequista no puede, ni debe trabajar en solitario, su servicio se enriquece con el aporte de sus compañeros y viceversa, de ahí la importancia de tener la disponibilidad necesaria para trabajar en equipo. El catequista de Confirmación debe creer en la riqueza del trabajo en equipo y promover en los catequizandos la solidaridad, la fraternidad y el trabajo en grupo para favorecer la colaboración, la socialización de recursos y desarrollar así un trabajo ágil y efectivo. Instrumento 11 LAS CARACTERÍSTICAS DEL DESARROLLO INTEGRAL DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. El formador introducirá el tema leyendo y siguiendo el canto: ¿En qué me parezco a ti? (tema 3 del texto del catequizando p. 155, canto 1 del CD de Confirmación). Les preguntará lo siguiente en relación con el canto: ¿cómo se imaginan a ese adolescente? ¿cuáles características podría tener ese adolescente? ¿Por qué es importante que los catequistas del sacramento de la Confirmación, conozcan esas características? ¿Qué implicaciones tienen éstas, para el catequista y para la catequesis de confirmación? Realiza una síntesis de las ideas expuestas. 2. Les solicitará que abran la Guía para el catequista: “Confirmados en la fe por el Espíritu”, en el número 2, sobre los Destinatarios de la catequesis de la Confirmación (Primera parte). Dirigirá la lectura del párrafo introductorio. 3. Los invitará a leer el título de este tema y a que compartan en forma espontánea, lo que conocen, han experimentado o escuchado, acerca de los adolescentes. 4. Ubicará a los catequistas en siete grupos y asignará a cada uno, un instrumento de trabajo en relación con cada área del desarrollo integral de los confirmandos. 5. El formador colocará en la pared siete imágenes que ilustren cada área del desarrollo para que los grupos coloquen las características en cada exposición. En este instrumento se sugieren las siguientes imágenes para desarrollar el tema. 6. En el respectivo orden, cada grupo expondrá su síntesis de forma creativa y simultáneamente va colocando alrededor de la imagen del área del desarrollo, el o los carteles, con las características que encontraron. Características físicas Desarrollo intelectual Desarrollo socio-afectivo Rasgos psicológicos Escriba las características del desarrollo moral Escriba las características del desarrollo religioso. Escriba las características del desarrollo social Instrumento 12 GRUPO 1 LAS CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Características físicas” en la p. 14 de la guía del catequista junto con este instrumento: “Cambios físicos durante la adolescencia”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción amarillo y escriban una característica en cada uno. 3. Presentan al grupo en general las características encontradas de forma creativa. Se sugiere como actividad, colocar al azar los carteles debajo de las sillas de algunos de los catequistas del gran grupo, para que la lean. Cambios físicos durante la adolescencia En la primera etapa de la adolescencia, entre los 11 y 15 años, los jóvenes se enfrentan a una serie de acontecimientos como los cambios físicos, a través de los cuales alcanzan la madurez de su aparato reproductor. La pubertad o comienzo de la madurez sexual en las niñas, inicia a partir de la primera menstruación y en los niños a partir de la aparición del vello púbico, generado por el aumento de hormonas que produce el cuerpo. Las hormonas estimulan la actividad de las glándulas sexuales aumentando su producción, así como el desarrollo de espermatozoides (varones) y de óvulos maduros (mujeres). Estas hormonas, unidas a otras, favorecen el crecimiento de huesos y músculos, aumentando el peso y la estatura. En el caso de las niñas, el desarrollo comienza a los 11 años, alcanzando su máximo, alrededor de los 12. Al llegar a los 13 ese desarrollo desciende haciendo que su crecimiento sea más lento, situación que puede durar varios años. El desarrollo de estatura y peso en las niñas se presenta antes que en los niños, por lo que se tiene la creencia de que maduran más temprano. Casi todas las partes de sus cuerpos sufren cambios durante la adolescencia, algunos de los órganos aumentan su tamaño. La apariencia física La mayoría de los adolescentes le dan mucha importancia a su aspecto físico y algunos no están contentos con su imagen; su apariencia es muy importante para su vida social y para su autoestima. Las niñas especialmente, cuidan tanto su figura que hasta se privan de comer, llegando a padecer trastornos como la bulimia y la anorexia. En las etapas de maduración temprana y tardía de los adolescentes, se dan algunas contradicciones: por una parte desean encontrar su identidad individual para diferenciarse de los demás, pero a la vez buscan ser iguales a los otros. Cuando los cambios fisiológicos se adelantan o se retrasan, pueden causar un complejo en los muchachos y muchachas y sienten que no calzan en el grupo. Maduración temprana y tardía en los muchachos Maduración temprana y tardía en los muchachas Los que maduran más temprano tienen más habilidad para los deportes, más fuertes, una imagen más positiva de su cuerpo, aunque no siempre se ajustan a las expectativas de los otros. La maduración temprana puede generar el deseo de sobresalir, pues están más formadas y tienen más estatura que muchos varones. Muchas veces no se sienten conformes con su figura. Los que maduran más tarde a veces se comportan de manera infantil, aunque han disfrutado más la niñez. Esta condición le permite tener un comportamiento más flexible y más facilidad para adaptarse a las circunstancias. No toleran las exigencias de sus padres y profesores ante su desarrollo físico, así como la preocupación de los mayores por su comportamiento sexual. Lo más deseable es que los adultos sean más sensibles ante los cambios que experimentan los adolescentes, para ayudarles a pasar esta etapa de forma positiva. Instrumento 13 GRUPO 2 DESARROLLO INTELECTUAL DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Características intelectuales” en las pp. 14 y 15 de la guía del catequista junto con este instrumento: “El desarrollo intelectual del adolescente”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción verde característica en cada uno. y escriban una 3. Presenten al grupo en general las características encontradas de forma creativa. Se sugiere como actividad, enviar mensajes de textos de algunas características expuestas a los catequistas para que ellos la lean y comenten. El desarrollo intelectual del adolescente. El adolescente en esta etapa se encuentra en el último estadio en el desarrollo intelectual, es lo que se conoce como el pensamiento formal. En esta adquiere la capacidad para valorar distintas y posibles soluciones a un problema, podrá prever las consecuencias de actuaciones presentes, una capacidad de crítica mayor al ser capaz de relacionar realidades concretas con reglas generales o abstractas y podrá reflexionar sobre diferentes realidades posibles. A medida que vaya dominando estas nuevas capacidades, disfrutará conversando con sus amigos sobre las realidades trascendentales de la vida, hará uso de la crítica, al principio de manera muy tajante, y será capaz de delimitar sus aspiraciones de futuro de una manera realista. Esta nueva capacidad que le permite analizar sus posibilidades y establecer hipótesis sobre su futuro, le amenaza y le confunde. Se asusta cuando al establecer una relación lógica de acciones para lograr lo que se propone, constata que algunas cosas del presente como: la presión de los amigos, la pereza, los problemas con los estudios, le tienen atrapado y no sabe cómo salir. El desarrollo del pensamiento formal en la adolescencia se produce de una forma significativamente diferente al desarrollo físico. Mientras que los cambios físicos se producen de una forma progresiva, relativamente rápida (tres o cuatro años) y en una secuencia semejante en la mayoría de los individuos, el desarrollo intelectual tiene lugar con más lentitud (siete u ocho años), en una progresión irregular y con notables diferencias entre unos y otros. A los 11 o 12 años se suele producir un cambio brusco en la manera de pensar de los adolescentes. Reúne algunas características del nuevo estadio aunque aún es muy rudimentaria. Pero no será hasta los 20 años o más cuando los adolescentes alcanzarán una cierta plenitud del pensamiento formal. La pubertad, y con ella los cambios físicos y fisiológicos que la determinan, son necesarios y se dan con escasa participación de las influencias del medio. Sin embargo, las habilidades intelectuales propias del pensamiento formal constituyen un cambio que no necesariamente se da en todos los individuos y que depende de las influencias del ambiente. Los cambios físicos de la pubertad son fruto de la dotación genética, sin embargo, los cambios en la estructura del pensamiento necesitan la influencia positiva del ambiente. Para esto se debe asegurar la estimulación sensorial e intelectual en la edad infantil y ofrecer al hijo o hija entre 11 y 20 años ocasiones de reflexión y de diálogo sobre asuntos diversos. En esta etapa los adolescentes y los jóvenes necesitan comunicarse para expresar sus inquietudes, sus pensamientos y sentimientos, así como sus reproches. También necesitan comunicarse con otras personas, pues consideran que en el núcleo familiar, muchas veces son incomprendidos, marginados. El documento de Puebla (1168), expone como rasgo característico de los jóvenes: un inconformismo que lo cuestiona todo. La experiencia ha demostrado que el adolescente, en la medida que evoluciona, adquiere más conocimientos, capacidad de razonar, dialogar y discutir con el adulto sobre diferentes temas, demostrando en muchos casos, una mayor habilidad y conocimiento, que sus interlocutores. Instrumento 14 GRUPO 3 DESARROLLO PSICOLÓGICOS DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Rasgos psicológicos” en la p.15 de la guía del catequista junto con este instrumento: “El desarrollo psicológico del adolescentes”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción rojo. Cada cartel deberá partirse por la mitad, de manera que la idea que se escoja tenga que exponerse en pareja. 3. Presenten al grupo en general las características encontradas de forma creativa. Se sugiere como actividad, dos catequistas explicaran una característica juntando las dos partes que forman el cartel. El desarrollo psicológico de los adolescentes En la pubertad, entre los 10 y los 14 años, la preocupación psicológica gira básicamente alrededor de lo físico y lo emocional. Se produce una reestructuración de la imagen corporal, debido a un ajuste en los cambios corporales, el ánimo es inestable; hay una fuerte autoconciencia de las necesidades y deseos de comprensión y apoyo por parte de los mayores. Aún, cuando las figuras paternales dejan de ser la fuente exclusiva para el desarrollo del autoestima, se hace imprescindible compartir los problemas con los padres; las amistades también se tornan cruciales. Los grupos tienden a ser del mismo sexo, facilitando el fortalecimiento de identidades y roles antes de entrar a la interacción heterosexual. La transformación del cuerpo infantil implica abandonar identificaciones infantiles y encontrar nuevas orientaciones de conducta. Existen duelos por la pérdida del cuerpo y el status infantil así como de la imagen de seguridad y protección que antes reflejaban los padres. (Aberastury, 1971). Esto provoca la inestabilidad emocional, los cambios inesperados de humor, reacciones imprevistas, el descontrol, la agresividad e incluso el abandono de estudios o del hogar. Ante esta situación el catequizando está urgido de personas sensibles, que lo escuchen sin reproches. En la adolescencia media, aproximadamente entre 14 y 16 las preocupaciones psicológicas giran prioritariamente en torno a la afirmación personal - social y afloran las vivencias del amor. La búsqueda de canalizar los impulsos sexuales, la exploración de las capacidades sociales, y el apoyo en la aceptación por el grupo dinamizan la afirmación personal y social en la adolescencia. La construcción de la individuación, de la autoafirmación: la afirmación del yo, la confianza excesiva en sus ideas y brotes de egocentrismo en las conductas del adolescente, desata duelos importantes para las figuras paternales: el duelo por la pérdida de su hijo-niño, el duelo por el adolescente que fantasearon, el duelo por su rol de padres a los que antes no eran cuestionados. Es una etapa de la identidad personal, la búsqueda de sí mismo que podría llegar al extremo del narcisismo, el descubrimiento de valores, la oscilación entre los sentimientos de superioridad e inferioridad. Esto implica que el catequista de Confirmación sea un amigo que le ayude a descubrir sentimientos personales y propiciar actividades para desarrollar las habilidades sociales del confirmando para la integración grupal. En este desarrollo psicológico se adquiere por lo tanto un incremento en la capacidad de comunicación y dominio del lenguaje por la misma necesidad de ser escuchados. Le gusta discutir y defender la opinión contraria. El Directorio General para la Catequesis (185), aborda el tema del lenguaje de los jóvenes, apuntando como dificultad importante, la diferencia de lenguaje entre éstos y la Iglesia, urgiendo una respuesta a esta situación. La catequesis está llamada a dar la respuesta, haciendo un esfuerzo por adaptar, traducir el mensaje de fe, al lenguaje de esta población, pero sin menoscabar la integridad del mismo: Una de las dificultades mayores a las que hay que enfrentarse y dar respuesta se refiere a la diferencia de lenguaje (mentalidad, sensibilidad, gustos, estilos, vocabulario...) entre los jóvenes y la Iglesia... vale la pena por eso insistir en la necesidad de una adaptación de la catequesis a los jóvenes, sabiendo traducir a su lenguaje con paciencia y buen sentido, sin traicionarlo, el mensaje de Jesucristo. La catequesis debe motivar a los jóvenes para que pongan su lenguaje al servicio de la Pastoral Juvenil, asociaciones juveniles colegiales y universitarias y anuncien desde este medio, el Evangelio a otros jóvenes, en el lenguaje del mundo joven al que pertenecen. Instrumento 15 GRUPO 4 DESARROLLO SOCIO-AFECTIVO DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Desarrollo socio-afectivo” en la p.16 de la guía del catequista junto con este instrumento: “La naturaleza sexual en el desarrollo sociafectivo de los adolescentes”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción azul y escriba una característica en cada uno. 3. Presenten al grupo en general las características encontradas de forma creativa. Se sugiere repartir los “emoticones” (los utilizan los adolescentes en sus conversaciones) a cada uno de los catequistas y se le pide que mencionen alguna característica emotiva de los adolescentes. Seguidamente el grupo expondrá las características propias. EMOTICONES La naturaleza sexual en el desarrollo socioafectivo de los adolescentes. En el despertar sexual de los adolescentes, intervienen varios factores biológicos muy complejos. Ellos adquieren conocimientos sobre la sexualidad desde su primera infancia, al experimentar sensaciones íntimas cuando se tocan los genitales, reciben abrazos, caricias, besos y son acunados, llegando a experimentar cierto grado de placer sexual. Reciben mensajes a través de diferentes medios entre ellos las personas que lo rodean, el diálogo con jóvenes o adultos, otras expresiones de afecto, así como las experiencias vividas. Además están bombardeados por diversos materiales que les “informan” acerca de la sexualidad, despertando en ellos curiosidad e interés por imágenes y temas eróticos. No tiene suficiente claridad sobre los cambios físicos y emocionales que están experimentando. Explota esas nuevas sensaciones y con frecuencia, se enamora de personas mayores: los varones se inclinan por amores platónicos como estrellas de cine o televisión y las mujeres, por sus profesores. Estas experiencias generalmente son pasajeras y no tienen un matiz erótico. Se viven enamoramientos fogosos y apasionados pero pasajeros, aunque algunas experiencias pueden alcanzar cierto grado de intimidad. Los adolescentes de ambos sexos cuentan con una educación sexual mínima, que se empequeñece más, ante la avalancha de información que reciben por medio de revistas especializadas, pornografía, vallas publicitarias, anuncios en periódicos, telefonía erótica, videos, temas de rock pesado, tiendas de objetos sexuales, la televisión, películas, videos, internet, literatura, anuncios comerciales y otros, de sexo lujurioso. La sociedad de consumo promociona una cultura erótica, de libertinaje, dejando de lado la dignidad humana, el sexo responsable, e inducen a los adolescentes a iniciar la actividad sexual, a muy temprana edad. Educar en la sexualidad de manera correcta, objetiva y oportuna debe ser una prioridad para la familia, la escuela, la Iglesia y los medios de comunicación social. Debe darse en un clima de afectividad que anime la relación sana entre los seres humanos. Esta educación sexual no se puede reducir a un simple proceso biológico o a una información para evitar los embarazos no deseados. Debe perseguir objetivos concretos, constructivos que tomen en cuenta la condición humana en todas sus dimensiones, pero sin caer en la superficialidad. Si bien es cierto, los jóvenes deben aprender a conocer sobre el respeto a su cuerpo, a su dignidad, métodos y técnicas anticonceptivas, así como la prevención de enfermedades de transmisión sexual, es imprescindible que se sientan amados y aceptados tal como son. El Santo Padre Benedicto XVI en su mensaje a los jóvenes el 20 de diciembre de 2012, en la ciudad del Vaticano nos enseña que el hombre anda sediento de amor y Dios es la respuesta porque nos ama sin distinciones: “Además, estáis en busca del autor del amor (...) Todos necesitamos querer y sentir que hay alguien que nos acepta y nos quiere. Sentirse amados es necesario para vivir, pero, es igualmente importante ser capaces de amar a los demás, para que sea hermosa la vida de todos; también la de vuestros coetáneos que atraviesan momentos difíciles. Jesús nos ha enseñado con su vida que Dios ama a todos sin distinción y quiere que todos vivan felices”. Instrumento 16 GRUPO 5 DESARROLLO SOCIAL DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Desarrollo social” en la pp.16 y 17 de la guía del catequista junto con este instrumento: “El uso de redes sociales en la catequesis de Confirmación”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción anaranjado y escriban una característica en cada uno. 3. Presenten y comenten al grupo en general las características encontradas de forma creativa. Se sugiere como actividad, elaborar un cartel con la imagen de un “chat”, gigante como el de la siguiente imagen. Cada expositor coloca la característica sobre el “chat” y la comentará. El uso de redes sociales en la catequesis de Confirmación Es un hecho que Internet generó nuevas maneras de relacionarse, nuevas formas de sociabilidad, principalmente en los adolescentes pues su identidad no se entiende sin su círculo de amigos. Para comunicarse, esta generación puede hablar por teléfono de línea o celular, enviar un mensaje de texto, mandar un email, chatear, bloguear, encontrarse en una red social. Las redes sociales son “comunidades virtuales”. Es decir, plataformas de Internet que agrupan a personas que se relacionan entre sí y comparten información e intereses comunes. Este es justamente su principal objetivo: entablar contactos con gente, ya sea para reencontrarse con antiguos amigos o para generar nuevas amistades. Estos amigos pueden ser amigos personales que él conoce, o amigos de amigos. A veces, también, son contactos que se conocieron por Internet. El término “amigo” en las redes sociales, tiene un significado diferente al tradicional que recibe en la vida real. En las redes sociales, “amigo” es todo aquel que ha sido invitado a visitar el sitio personal en la red. Y funciona de la siguiente manera: un usuario envía mensajes a diferentes personas invitándolas a ver su sitio. Los que aceptan, se convierten en “amigos” y repiten el proceso, invitando a amigos suyos a esa red. Así, va creciendo el número de “amigos”, de miembros en la comunidad y de enlaces. Las redes sociales se convierten en un sitio personal por varias razones que los mismos adolescentes mencionan a continuación: Porque cuento quién soy y, a veces, quién me gustaría ser. Porque subo fotos, videos y música para compartir con otros. Porque dejo comentarios en el sitio de otras personas. Porque es como un juego y me divierte. Reencontrarme con gente que hace mucho tiempo no veo. Estar al día con mis amigos de la vida real. Chatear y enviar mails a través de la red. Estar en grupo y conocer gente nueva. Enterarme de eventos y novedades. Agrandar mi grupo de “amigos” con amigos de amigos. Organizar reuniones. El Santo Padre Benedicto XXVI en su reflexión «Redes sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización» publicado el 24 de enero de 2013 ante la proximidad de la XLVII jornada mundial de las comunicaciones sociales nos afirma que: “Las redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En efecto, los creyentes advierten de modo cada vez más claro que si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo.” Ante esta realidad, la catequesis de Confirmación debe aprovechar esta herramienta virtual en el proceso de la enseñanza de la fe. Por tal motivo, la propuesta que presenta el texto del catequizando “Confirmados en la fe por El Espíritu” sugiere un diseño ecléctico, con un “Chat” conceptual interactivo que se dirige a una generación llamada “M” (por "multimedia") que está integrada por personas entre ocho y dieciocho años de edad a quienes también se conoce como "nativos digitales". Se trata de chicos que nacieron con el mouse en la mano y una pantalla de computadora como ventana al mundo. Su manera de comunicarse, de interactuar y de consumir medios es bien diferente de la que podría considerarse "normal" por gran parte de los adultos de hoy. Existe hoy el término que los define: "multitasking" (o multitarea): estos jóvenes hacen muchas cosas al mismo tiempo y las hacen bien. Los mismos padres son conscientes de que sus hijos tienen la capacidad de dividir la atención, y que suelen hacerlo de manera efectiva. Sucede que la manera de pensar de estos jóvenes se da "en red" o de acuerdo a un modelo de "hipertexto" que les permite relacionar las cosas e ir seleccionando una u otra, pero procesando varias a la vez. Los adultos, en cambio, piensan de manera secuencial (una cosa por vez) y suelen presentar ciertas dificultades para coordinar la atención en muchos estímulos diferentes. Otra característica que los define es que no perciben una diferencia entre el espacio virtual y el real. Para ellos una charla en un canal de chat con un amigo equivale a una charla cara a cara. Desde que nacen, la televisión siempre está presente y se irá combinando con la presencia de otros dispositivos tecnológicos a medida que crezcan, en principio, con la computadora y, más tarde, con el celular. En Costa Rica, los adolescentes “M” de entre doce y diecisiete años, abre el perfil varias veces al día, están más tiempo, gustan de opinar y no les interesa la publicidad. La encuesta revela que los adolescentes y jóvenes de hasta 24 años son quienes más intensamente participan de las redes sociales en el país. El Facebook, la red social más popular entre los jóvenes de Costa Rica (encuestas de UNIMER para El Financiero, en marzo 2011), es un sitio web abierto a cualquier persona que tenga una cuenta de correo electrónico. Para suscribirse al mismo sólo hace falta ingresar algunos datos básicos (nombre, apellido, dirección, etc.) que, por otra parte, pueden ser inventados o falsos. El catequista de confirmación debe estar abierto a este espacio virtual y proponer la fe al catequizando en una relación de amistad presencial y virtual. Debe ser un facilitador de un aprendizaje significativo, debe mantener una comunicación cercana con cada uno de los catequizandos. El aprovechamiento máximo del texto le permite al catequista explorar otros campos en la comunicación tecnológica. Le ayudará a dar un seguimiento a los propósitos establecidos en los encuentros catequísticos. Puede enviar mensajes de texto a los catequizandos entre semana, o bien, crear una página en el Facebook (como grupo cerrado) como una valiosa herramienta para dar continuidad a cada tema desarrollado. Se ofrece un espacio conocido como el “chat” en el cual el catequizando tiene la oportunidad de personalizar su texto, anotando sus pensamientos y reflexiones en relación con el contenido. Puede comentar un texto bíblico, expresar sus sentimientos pero sin caer en un monólogo, en el cual no tiene respuesta. Para eso el catequista debe propiciar actividades de comunicación interactiva, en las que se compartan los “chats”. Es así como se va construyendo su propio aprendizaje dando paso a un aprendizaje significativo. Inicie motivando al catequizando en el uso del “chat” con la siguiente clave de acceso: “Llámame y te responderé y te mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías” Jeremías 33, 3. Riesgos en el uso de redes sociales Cuando un adolescente construye su blog o su perfil en una red social, suele pensar que sólo lo ven sus amigos, o quienes están interesados en lo que dice. No piensan que cualquiera que navegue en la Red, conocido o no, puede ver lo que escribió. Los jóvenes no creen en los riesgos de Internet porque se sienten “autoinmunes” o porque piensan solo en sus amigos. Precisamente por eso, la responsabilidad de orientar es siempre de los adultos. Algunos riesgos son: • Abrir los sitios para que cualquiera los pueda ver. • Dar información personal. • Subir fotografías –propias o ajenas que reflejen situaciones de intimidad. • Hacerse “amigos” de gente que no conocen. • Encontrarse en persona con “amigos” que sólo conocieron en la Red. La principal recomendación para los adultos es siempre el diálogo. Conversar con los jóvenes acerca del uso que hacen de Internet, estar al tanto de las páginas que visitan, saber con quiénes chatean y qué información suben a sus sitios, es la mejor manera de acompañar a los más jóvenes ante cualquier situación difícil que se les pueda presentar. Se recomienda no dar información personal, ni subir fotos privadas a la web, no publicar fotos de otros sin su permiso, evitar conectarse con desconocidos por internet y mucho menos no encontrarse en persona con gente que hayan conocido en la red. En la XXVII Jornada Mundial de la Juventud 2012, Madrid, el Papa Benedicto XVI invitó a los cristianos a unirse con confianza y responsabilidad a las redes sociales de la era tecnológica, la cual es ya parte integrante de la vida humana. Afirma que: “Así como la revolución industrial produjo un cambio en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación del campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy” Por ello, sabed usar con sabiduría este medio, considerando también las insidias que contiene, en particular el riesgo de la dependencia, de confundir el mundo real con el virtual, de sustituir el encuentro y el diálogo directo con las personas con los contactos en la red.” Instrumento 17 GRUPO 6 DESARROLLO MORAL DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Desarrollo moral” en la pp.17 y 18 de la guía del catequista junto con este instrumento: “Algunas consideraciones generales sobre el desarrollo moral de los adolescentes”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción morado y escriban una característica en cada uno. 3. Presentan al grupo en forma creativa, las características encontradas en el instrumento. Se sugiere colocar un cartel en avioncitos de papel para que sean lanzados a los catequistas y a su vez, éstos lean y comenten la característica. Algunas consideraciones generales del desarrollo moral en la adolescencia. Crecer moralmente no significa sólo cambiar de opinión sobre un problema particular, sino trasformar el modo de razonar y de percibir la realidad, extendiendo la propia perspectiva hasta incluir criterios de juicio como por ejemplo, de la justicia, de la solidaridad, de la comunidad de intereses. La calidad del ambiente social ejerce una influencia significativa en el ritmo y en el nivel de desarrollo que la persona alcanza. Un ambiente intelectual y moralmente pobre no dará la suficiente motivación para el desarrollo. El catequista de confirmación debe ser un facilitador en la construcción del desarrollo moral pero sin presionar o exigiendo actitudes, respuestas y motivaciones que el adolescente aún no puede dar. Además es importante no estimular el razonamiento moral del muchacho cuando se está enojado y fuera de sí, para no empeorar su comportamiento. El catequista debe considerar en los encuentros catequísticos, tres aspectos en el desarrollo moral del adolescente: a) la estimulación cognitiva (conocer lo bueno). Dar a conocer los valores morales en los contenidos bíblico-doctrinales de forma clara y sencilla. b) el ambiente social (percibir lo bueno con facilidad). Ambientar de forma agradable el espacio. c) la empatía (ver lo bueno en el otro). Requiere entonces en cada encuentro, tener siempre en cuenta a la persona concreta. Adaptarse a las necesidades particulares en el ambiente y en la persona. El catequista debe propiciar la formación de la conciencia por medio de situaciones de aprendizaje en las cuales el adolescente valore que, está llamado a ser líder en la conquista de sí mismo para llevar a los demás a Cristo. Para ello debe ayudarle a desenmascarar los falsos modelos que el mundo propone; ya que, en esta edad, el adolescente es fácilmente manipulable por el grupo y se deja llevar por el respeto humano. Va perdiendo el miedo a cometer algunos pecados, y le cuesta más la generosidad y el sacrificio que implica ser fiel a su conciencia. Se busca que el adolescente forme su voluntad, ejercitando su capacidad de sacrificio por amor a Jesucristo, aun en cosas lícitas. Puesto que, en esta edad, se siente muy atacado por la pereza, el miedo al sacrificio, la falta de voluntad y el ambiente del grupo y se deja llevar por las conversaciones, chistes, vicios y por el ambiente social negativo. Para promover la formación del carácter, permita que el adolescente conozca los factores que intervienen en su temperamento y el modo de cómo enriquecerlos; que acepte por sí mismo los valores e ideas que lo guiarán durante toda su vida, teniendo presente que está llamado a ser un líder cristiano, esto es, que sepa a dónde va y que sea capaz de afrontar con valentía los retos que se le presentan y de influir positivamente en los demás. En esta edad, tiene un gran interés en conocer su temperamento y personalidad y va definiendo su carácter, sus valores y sus ideas. Reafirme su capacidad de sacrificio, motivado por el ideal de Cristo y por la urgencia de la misión, facilitándole aprender a valorarse a sí mismo, por lo que él es, sus virtudes, su generosidad, su fortaleza y no por lo que tiene o por lo que los demás piensen de él. El catequista debe presentarle las virtudes de modo vivo y atractivo, encarnadas en modelos de vida, en especial el testimonio de los santos; ya que al adolescente, en esta edad, busca modelos a seguir. El catequista debe propiciar una actitud de liderazgo en el adolescente, a través de situaciones de aprendizaje en las que perciba la necesidad de formarse como líder cristiano, de cara a la misión que Dios ha puesto en sus manos. El adolescente está en una etapa de constante crecimiento y maduración, por lo que hay que animarle para que conquiste metas e ideales altos. En esta edad, está todavía definiendo su personalidad. Instrumento 18 GRUPO 7 DESARROLLO RELIGIOSO DE LOS CONFIRMANDOS Sugerencias metodológicas: 1. Lean y comenten el contenido de “Desarrollo religioso” en la p.18 de la guía del catequista junto con este instrumento: “Algunos aspectos en relación con el desarrollo religioso del adolescente”. 2. Elaboren unos carteles con papel de construcción blanco y escriban una característica en cada uno. 3. Presentan al grupo en forma creativa, las características encontradas en el instrumento. Se sugiere depositar los carteles en una bolsa para que algunos catequistas escojan, lean y comenten cada una de ellas. Algunos aspectos en relación al desarrollo religioso del adolescente En la pubertad aparecen en toda su belleza los ideales religiosos. Existe el deseo profundo de realizar esos ideales que antes eran simplemente atrayentes. Es cada vez más consciente de las relaciones existentes entre él y la sociedad. De ahí la búsqueda de la identificación con el "héroe", que el catequista debe presentar adecuadamente: "el verdadero héroe es el santo". El adolescente se cuestiona, quiere conocer el por qué y busca asimilar las explicaciones que le son dadas en relación a la fe. Busca conformar su conducta a las enseñanzas recibidas. Es religioso, ya no porque debe serlo, sino porque quiere serlo. Es la fase de la "fe personalizada". Si no alcanza en este período un sistema organizado de ideas y hábitos apropiados, pronto podrá caer en una indiferencia y abandono de la práctica religiosa. El catequista debe aprovechar las inquietudes intelectuales del joven y ayudarlo para que crezca y madure en su fe y espiritualidad. Hay que darle razones claras sobre la fe, aunque en un inicio no entienda todo el alcance de la explicación, usando los conceptos y las herramientas adecuadas a su edad. El joven experimenta muchas veces una crisis religiosa al no ver en muchas personas que se dicen religiosas, la coherencia entre su vida y la fe, provocando un alejamiento, a veces pasajero, en lo referente a lo religioso. En el adolescente la religión adquiere un aspecto más emotivo que en la niñez, pero también se da una mayor apertura a los valores, a la doctrina y a la práctica religiosa; la fe se vive por convicción. También es muy normal que haya una adhesión a las prácticas litúrgicas, más por el gusto externo del ceremonial religioso que por el significado profundo de la misma. El joven en esta etapa tiene grandes ideales por ello el catequista debe encauzar de forma positiva estas inquietudes para que las inserte en la dinámica de la voluntad y el amor de Dios y en la dimensión comunitaria es decir, una misión que comparte con otros, haciendo una única fuerza de salvación. El adolescente empieza a percibir necesidades espirituales de mayor alcance, respecto al sentido de su existencia, a lo pasajero de la vida, al concepto de la eternidad y su rol en el mundo. Es importante cuidar el aprecio a los sacramentos en esta edad, particularmente la Reconciliación y la Eucaristía. Conviene adelantarse a los prejuicios y temores que puedan alejarlo de la confesión y la participación frecuente de la Eucaristía, precisamente cuando más lo necesitan. El diálogo personal con Cristo debe ser algo espontáneo y habitual en los jóvenes. Al estar en la edad de la interiorización de las experiencias y de la apertura interpersonal, este momento es propicio para fomentar una relación con Cristo. Ahora que están rompiendo lazos afectivos con la familia, necesitan más que nunca descubrir al Amigo y entablar con Él una amistad real, continua e íntima; amistad que tanto necesitan y que no podrán encontrar plenamente en sus amistades. Instrumento 19 El encuentro kerigmático para los catequistas de Confirmación. Sugerencias metodológicas: 1. El Equipo de formadores elaborará y ofrecerá una propuesta concreta de un encuentro kerigmático a los catequistas de Confirmación adecuada a cada diócesis, vicaría o parroquia. 2. Facilitará el documento del CENACAT “Encuentro y experiencia kerigmática: un nuevo Pentecostés…” como marco teológico para la elaboración del encuentro kerigmático; dicho documento lo puede encontrar en la siguiente dirección: http://www.cenacat.org/sections/display/227/encuentro-y-experienciakerigmatica-un-nuevo-pentecostes Encuentro y experiencia kerigmática: un nuevo Pentecostés… Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente… convertir a cada creyente en un discípulo misionero... La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Aparecida 362 Recomenzar desde Cristo “Compartir la experiencia, la felicidad y plenitud de Vida que brota del encuentro con Jesús” es el don y la tarea del nuevo Pentecostés promesa cumplida continuamente en respuesta al clamor de la Iglesia y la comunidad humana en la que peregrina. Por eso, nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad, la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” (Aparecida 12). El llamado a una Misión Continental reaviva la pasión por el discipulado misionero. “A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento , con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”(Aparecida 112). Transmitir la fe, ¡cómo apasiona! EL KERIGMA es el corazón del discipulado misionero La fe es despertada por el anuncio salvífico de Jesucristo, su vida, su persona; sobre todo, su Muerte y Resurrección. Produce el encuentro personal decisivo que enrumba la existencia humana hacia la plenitud de la Vida. A ello llamamos “kerigma”. En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos (…) el encuentro con Jesucristo (…) El KERYGMA no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el KERYGMA, los procesos pastorales están condenados a la esterilidad, porque parten de corazones no verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones (Aparecida 278). El reto principal de la pastoral de hoy es · Que el kerigma deje de ser el gran desconocido, · Que no sea visto como un tema intelectual o charla · Que se comprenda con actitud humilde la necesidad personal del encuentro con Jesucristo vivo. ¿Qué es el kerigma? Anunciar a Cristo es actualizar en quienes escuchan la proclamación de la Revelación del Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo. El apóstol san Pablo enuncia el núcleo kerigmático: Profesión de fe cristiana “Creemos que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los doce”. (1 Co 15,3-5) KÉRYGMA es un término griego cuya traducción precisa es: diálogo salvífico, conversación en la libertad, pregón que anuncia la Vida nueva y denuncia la muerte. Por eso, es: · Narración de la intervención de Dios en la historia personal y comunitaria (profecía y esperanza) · Encuentro y conversión. · Iluminación de la vida. · Despertar y madurar de la fe cristiana. Y como encuentro, es proclamación y reacción de acogida. Realiza la “pascua”, el paso de historia personal sin sentido ni esperanza, a la historia de Salvación, de ingreso a la novedad del amor, la vida eterna, vida nueva. EL ANUNCIO TIENE POR OBJETO A CRISTO CRUCIFICADO, MUERTO Y RESUCITADO: en él se realiza la plena y auténtica liberación del mal, del pecado y de la muerte; por él, Dios da la “nueva vida”, divina y eterna. Esta es la “Buena Nueva” que cambia al ser humano y la historia de la humanidad, y que todos los pueblos tienen el derecho a conocer. Este anuncio se hace en el contexto de la vida humana y de los pueblos que lo reciben. ¿Cómo realizar el encuentro kerigmático? · Con una actitud de amor y de estima hacia quien escucha, · Con un lenguaje concreto y adaptado a las circunstancias. En este anuncio el Espíritu actúa e instaura una comunión entre el misionero y los oyentes, posible en la medida en que uno y otros entran en comunión, por Cristo, con el Padre (RM 44) ¿Cómo promover el encuentro kerigmático? El mensaje exige la adhesión de fe, instaura la salvación e inaugura procesos de conversión, aunque el mensaje le parezca a muchos (sobre todo a los judíos) una locura, pues no es un discurso por sobre todo sabio y persuasivo, que funde su efectividad en la retórica del heraldo, sino en el poder del Espíritu (1 C0 2,4); la fe cristiana no se apoya “en sabiduría de hombres, sino en la fuerza de Dios” (1 Co 2,5). La conversión no es imposición. Supone diálogo, una palabra que va del ser humano a Dios: gozos y esperanzas, angustias y dolores. Y de Dios, al ser humano: misericordia y vida nueva. Y ello implica un método: los encuentros evangelizadores. El eje de éstos es el Pregón. Lo podemos definir como acto de comunicación, como mensaje (vida) y como experiencia o acontecimiento de encuentro de la persona con Jesús de Nazaret. La predicación que fomenta la experiencia kerigmática: pistas pastorales De lo anterior se pueden extraer unas pistas para la animación kerigmática de los fieles laicos de las parroquias de Costa Rica, ya sean éstas urbanas y rurales y, por supuesto, considerando la naturaleza del kerigma. Diseño de un encuentro Siguiendo este concepto, no será una conferencia, ni una charla. · Se ubicará como parte del diálogo salvífico (designio divino); · Se considerará el “coloquio” del Espíritu con cada ser humano (dimensión pneumatológica); · Se tendrá en cuenta la dimensión eclesial; según ésta será dirigido por un equipo de animadores o evangelizadores, para un grupo de interlocutores, ya sean alejados, simpatizantes, iniciados o discípulos misioneros. Los encuentros, más que temas, pretenderán impactar el corazón y no sólo informar sobre la verdad teológica. La secuencia de contenidos recorre una propuesta existencial; a partir de ésta el oyente tomará una decisión que es fruto del anuncio: acoger a Jesucristo, la fe y la conversión inicial a Él. Se propondrá primeramente la verdad teológica, contrastándola con la verdad antropológica; la respuesta en Jesucristo, y la acogida por parte del evangelizado para emprender un camino de Salvación. Los títulos de los encuentros deben recoger esta aspiración. Se ha de ir tejiendo un orden: · El amor de Dios o plan de Salvación · El drama de ser humano · La Redención en Jesús de Nazaret · La conversión a Él · La acogida al Don del Espíritu Santo. y, luego, continuar “caminando en la Iglesia”. Cada “encuentro” ha de ayudar a descubrir la necesidad del encuentro y la acogida de Jesucristo. Se denuncia la muerte y se anuncia la vida: se ayuda a descubrir la crisis honda del ser humano, a la que Él da resolución. El kerigma inicial procura llevar a cada persona a “mirar hacia dentro” de sí misma. De esta manera, podrá replantear su existencia, descubriendo el sentido de la vida, y aceptando a Jesús como lo único absoluto de su vida. Momentos del encuentro kerigmático El telón de fondo metodológico no puede ser otro que una predicación de la Palabra y una expresiva reacción de acogida. Recordemos: es el camino que aplica la catequesis, que procura la acogida a la Palabra a partir de la situación existencial de los participantes. Pero no pretende replicar las implicaciones metodológicas que pueden identificarlo con la catequesis. Experiencia humana: - Momento, situación, experiencia provocada, intercambio, manifestación de la vida personal y grupal, para tomar conciencia de la propia realidad existencial, antropológica, en torno al tema. Interpelar. Experiencia de fe o Pregón: - Anuncio de Jesús que conoce nuestra existencia y la redime. - Proclamación, manifestación de la Palabra, que interroga, interpela. - Exhortación, invitación a la acogida; requerimientos, exigencias para responder al mensaje de Jesús. Respuesta desde la fe: - Acogida de la persona y explicación de su mensaje. - Compromiso con Dios, con Cristo Salvador: cambio y entrega de la propia vida, que se realiza consigo mismo, con los otros, con el Universo creado. - Celebración de la fe acogida - Testimonio que refleja a los otros el hecho de haberse encontrado con Jesús. De esta manera, cada propuesta originalmente diseñada para provocar el encuentro con Jesucristo, se generaría a partir del porqué, del para qué y del cómo desarrollar el kerigma como un tiempo de conversión. Finalmente, como la conversión es un proceso, es necesario concatenar los encuentros, dejar cada uno abierto como provocación para el siguiente, e ir hilvanándolos como un tejido que cuestiona y responde, que interroga y transforma; como un auténtico itinerario kerigmático. El Espíritu Santo es “viento” que sacude las bases y denuncia; y es “fuego” que permite madurar en el amor. Instrumento 20 FUNDAMENTOS DOCTRINALES DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN Sugerencias metodológicas: 1. El formador coordinará con el Cura Párroco u otro presbítero para que desarrolle el estudio de este tema. 2. Si le correspondiera al formador desarrollar el presente tema, procure asesorarse y elaborar el material de apoyo necesario, para orientar el estudio del mismo. 3. Los catequistas deben contar con el material de apoyo, para que el encuentro sea más participativo. 4. Organizará a los catequistas en grupos de cinco, para que identifiquen los aspectos novedosos que aporta este tema. 5. Puesta en común. 6. El presbítero o el formador, retomará aquellos aspectos que sea necesario reafirmar. FUNDAMENTOS DOCTRINALES DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN Desde los primeros tiempos de la Iglesia, al administrar el sacramento del Bautismo era costumbre que el Obispo realizara un gesto o rito de bendición: la imposición de manos sobre la cabeza del recién bautizado. Igualmente, existía la costumbre de ungir con aceite en la cabeza o en el pecho, a los recién bautizados, este aceite, había sido previamente bendecido por el obispo. Esta unidad, es visible en la Tradición Apostólica, atribuida a Hipólito. Hasta finales del siglo IV que en Occidente se irá introduciendo la práctica ya sistemática de reservar al obispo los ritos que se ubican entre el Bautismo y la Eucaristía. Inicialmente, estos ritos post-bautismales preparaban a la Eucaristía y aunque todavía no eran confirmados, sino Crismación, manifestaban la vinculación estrecha entre Bautismo y Eucaristía. Por tal razón lo que llamamos hoy Confirmación, en un principio no existió separada del Bautismo, como sacramento distinto y completo. Significación de la Confirmación El Sacramento de la Confirmación, como sacramento de Iniciación Cristiana, se presenta desde el inicio del cristianismo, como un conjunto sacramental que marca la inserción del nuevo miembro en el Misterio de Cristo y en la comunidad eclesial, su sacramento primordial. Estableciendo comparaciones con el Misterio de Cristo y de la Iglesia, se puede concluir lo siguiente: - Si el Bautismo nos asocia a la Pascua del Señor (Rom 6, 3-4), la Confirmación simboliza la vida que recibimos en Pentecostés, como fruto de la Pascua y “la Iglesia experimenta de inmediato fecundas irrupciones del Espíritu, vitalidad divina que se expresa en diversos dones y carismas (cf. I Co 12,1-11) y variados oficios que edifican la Iglesia y sirven a la evangelización (cf. I Co 12, 28-29)” (DA 150) - De la misma forma que el Espíritu fecunda las entrañas de la Santísima Virgen María de Nazaret, por el Bautismo somos concebidos como hijos de Dios en el seno de la Iglesia. - Así como Jesús se sumerge en el agua del río Jordán, consciente de la misión que debe emprender, la Confirmación nos vincula a la misión de Cristo de una forma más concreta y efectiva. “Sobre las aguas bautismales, cabe subrayar el simbolismo establecido por los Padres, en referencia a las aguas primordiales de la primera creación; las del Bautismo dan paso a la nueva creación, iniciada en la Encarnación. Las aguas bautismales son sepulcro y madre, según San Cirilo de Jerusalén […] La crismación se relaciona con Cristo y con el Espíritu. Oigamos otra vez a San Cirilo en sus catequesis: Al haceros partícipes de Cristo, con razón sois llamados cristos. Y fuisteis hechos cristos cuando recibisteis el sacramento del Espíritu Santo" ( cf. Phase 1989-N171. P. 189-190.) El Catecismo de la Iglesia Católica nos advierte acerca de la responsabilidad que tenemos todos en la catequesis para la Confirmación: Presbíteros, padres de familia, catequistas, padrinos y la comunidad en general, en instruir a los confirmandos acerca del significado de estos elementos, los efectos que producen en el cristiano, así como las condiciones para recibirlo: “Por ello, la catequesis de la Confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta última tiene una responsabilidad particular en la preparación de los confirmandos.” (CEC 1309) El mismo Catecismo (N°1285) al referirse al sacramento de la Confirmación, no lo toma como un sacramento independiente sino como parte de una unidad sacramental que debe perpetuarse: Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los sacramentos de la iniciación cristiana, cuya unidad debe ser salvaguardada. Así mismo nos habla de la necesidad de recibir el sacramento de la Confirmación para alcanzar los siguientes dones: … la plenitud de la gracia bautismal,... los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. En el numeral 1287 de dicho Catecismo, no sólo afirma que el Espíritu Santo reposó en Jesús, sino que va más allá y hace partícipe de esa acción a todo el pueblo de Dios: Esta plenitud del Espíritu no debía de permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo mesiánico. En la Iglesia primitiva, los apóstoles no hacen otra cosa que cumplir la voluntad de su Maestro, por ello comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo (CEC 1288) y es precisamente esta imposición de las manos, la que la tradición católica considera como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés. El Catecismo continúa describiendo los orígenes de la Confirmación y nos dice que poco tiempo después, para dar un mayor significado al don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos, una unción con óleo perfumado (crisma), unción que ilustra el nombre de “cristiano” que significa “ungido” y que tiene su origen en el nombre de Cristo.(1289) La Iglesia nos enseña que el nombre de Confirmación sugiere a la vez la “confirmación” del Bautismo, que completa la iniciación cristiana, y el robustecimiento de la gracia bautismal, frutos todos ellos del Espíritu Santo Durante los primeros siglos de la Iglesia, el Bautismo y la Confirmación eran parte de una misma celebración, era según San Cipriano, un “sacramento doble”. La expansión de la Iglesia redobló el trabajo pastoral y ya el obispo no pudo estar presente en todas las celebraciones bautismales. En occidente la separación temporal de ambos sacramentos se dio por el deseo de reservar al obispo el acto de conferir la plenitud del Bautismo. Mientras tanto en Oriente, se conservan unidos los dos sacramentos, con la diferencia de que quien confiere la Confirmación es el mismo sacerdote que bautiza, si cuenta con el Crisma o myron, consagrado por el Obispo. Cuando el que se bautiza es un adulto, sólo hay una unción después del Bautismo: la de la Confirmación. En la Iglesia oriental los pastores han puesto su interés en la iniciación cristiana, mientras que en occidente, se ha dado prioridad a la comunión del nuevo cristiano con el obispo, garante y servidor de la unidad de la Iglesia, de su catolicidad y su apostolicidad (CEC 1292). Los signos y el rito de la Confirmación Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el santo Crisma. El significado de estos gestos, nos ayudan a comprender el sentido de la Confirmación. Entre los ritos de la Confirmación hay que destacar la unción y su significado: es un sello espiritual que el Espíritu graba en el alma de quienes reciben este sacramento. La unción es un rito muy antiguo, utilizado en tiempos bíblicos para diversos fines, porque le atribuían muchos significados, sobre los cuales nos instruye el Catecismo antes mencionado: ... el aceite es signo de abundancia y de alegría, purifica (...) y da agilidad (...) es signo de curación... y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza (CEC 1293). Todos estos significados de la unción con aceite, están presentes en varios de los sacramentos de la Iglesia. La unción con el Crisma en la Confirmación, es signo de una consagración, pues por este sacramento los confirmados participan más plenamente del Espíritu Santo que éste posee, para que toda la vida del cristiano sea expresión del buen olor de Cristo (2 Cor 2, 15). El Catecismo de la Iglesia Católica (1295) concede mucha importancia al rito de la unción y su significado dentro del sacramento de la Confirmación, para ayudarnos a valorar y ejercitar el significado de la misma, en nuestra vida personal y espiritual: Por medio de esta unción, el confirmando recibe “la marca”, el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona, signo de su autoridad, de su propiedad sobre un objeto... En el evangelio, según San Juan, se narra como el mismo Jesús, se considera marcado con el sello de su Padre: “... el Hijo del hombre, …a éste es a quien el Padre Dios ha marcado con su sello” (Jn 6,27). San Pablo afirma que de igual manera, los cristianos son confortados y marcados por Dios con un sello, en su Hijo Jesucristo, para que Su Espíritu habite en sus corazones (cf. 2 Cor 1, 22). Este sello tiene tal significado que nos concede una identidad, una pertenencia, una misión y un regalo muy particular de parte de la divina Providencia: Este sello del Espíritu Santo marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica (CEC 1296). La Iglesia también ha establecido los ritos propios para la celebración de la Confirmación, y las presenta a través de su Catecismo (1293-1301), los cuales exponemos a continuación: La consagración del Santo Crisma. El Jueves Santo, en la Misa crismal, el obispo consagra el Santo Crisma (mezcla de aceite de oliva y bálsamo perfumado). Si la Confirmación se celebra separada del Bautismo, la liturgia del sacramento se inicia con la renovación de las promesas del Bautismo, seguida por la profesión de fe de los confirmandos, lo cual expresa que la Confirmación constituye una prolongación del Bautismo. Si el bautizado es un adulto, recibe inmediatamente la Confirmación y la Eucaristía. La imposición de las manos por parte del obispo sobre todos los confirmandos, tal y como lo hacían los apóstoles, es el signo del don del Espíritu, cuya efusión es invocado por el celebrante con la siguiente oración: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y los libraste del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo paráclito, llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor. (Ritual de la Confirmación, 25). La unción con el Santo Crisma en la frente, es el rito esencial del sacramento de la Confirmación que a continuación realiza el obispo, mientras impone la mano y pronuncia las siguientes palabras: Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo. El beso de paz, es el último rito del sacramento, significa y manifiesta la comunión eclesial con su obispo y con toda la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia (1303) se refiere a los efectos del sacramento de la Confirmación, privilegiando la efusión plena del Espíritu Santo, tal y como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés. Esta efusión confiere a quien lo recibe, crecimiento y profundidad a la gracia bautismal, enriqueciendo al cristiano con los dones que el catecismo expone: Nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir: Abbá Padre (Rom 8,15). Nos une más firmemente a Cristo; Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo (Is 11,2). Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia Nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz. El sacramento de la Confirmación como el del Bautismo, del cual es la plenitud, solo se debe recibir una vez en la vida. La Confirmación imprime en el alma del cristiano una marca espiritual imborrable, lo que conocemos como “carácter”. Este signo nos recuerda que Jesucristo ha marcado al confirmado con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza divina para ser su testigo en el mundo. De acuerdo al Catecismo al que hemos venido haciendo referencia (1305) el “carácter” perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo y “el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo”. Los criterios que deben reunir los destinatarios, que pueden y deben recibir el sacramento de la Confirmación son los siguientes: Todo bautizado, aún no confirmado, pues todos tiene la obligación de recibir este sacramento, consciente y oportunamente. (CEC 1306) Todo cristiano que haya alcanzado “La edad del uso de razón”. Este es otro punto de referencia establecido por la Iglesia, pero advierte que en el caso de que un cristiano se encuentre en peligro de muerte, se debe confirmar a los niños aunque no tengan uso de razón (cf. CEC 1307). Si bien es cierto que con frecuencia se le llama a la Confirmación “sacramento de la madurez cristiana” no se debe confundir la madurez de la fe, con la edad adulta propia del desarrollo evolutivo, pues no siempre se dan ambos desarrollo de manera simultánea. Además, ninguna persona es merecedora de la gracia que concede el Bautismo a quien lo recibe, es un don gratuito de Dios para sus hijos y no necesita ser ratificada para que actúe en la vida del cristiano. La catequesis de la Confirmación tiene como finalidad conducir al cristiano a unirse más íntimamente con Cristo y establecer un grado de familiaridad más estrecho con el Espíritu Santo, cuya acción, dones y llamadas, son una ayuda eficaz para poder asumir de manera más eficiente, las responsabilidades apostólicas propias de la vida cristiana. Además la catequesis de esta etapa tiene que despertar en el confirmando, el sentido de pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, en su dimensión universal y parroquial donde debe hacer el camino catequético y recibir los sacramentos. Otra condición para recibir la Confirmación es estar en gracia de Dios, por lo tanto es necesario acudir al sacramento de la Reconciliación, para liberarse de los pecados, a fin de recibir con mayor dignidad el don del Espíritu Santo. Además es necesario orar intensamente para pedir con docilidad y disponibilidad, la fuerza y las gracias del Espíritu Santo. Todo confirmando debe buscar un apoyo espiritual en un padrino o una madrina, preferiblemente el mismo del Bautismo para reafirmar la unidad entre ambos sacramentos. El Ministro de la Confirmación El ministro ordinario de la Confirmación es el Obispo, pero él puede autorizar a los presbíteros, particularmente a los párrocos para que lo hagan, siempre y cuando existan razones graves (CEC1313) para hacerlo. El Catecismo también advierte que es conveniente por el sentido del sacramento, que lo confiera él mismo, pues precisamente para que esto sea posible se separó, temporalmente la Confirmación del Bautismo. Los obispos son los sucesores directos de los apóstoles, además en su consagración recibieron, la plenitud del sacramento del orden, por la acción del Espíritu, de ahí que cuando los obispos administran la Confirmación, los cristianos se unen más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo. Los presbíteros también pueden actuar como ministros extraordinarios de la Confirmación, si un cristiano está en peligro de muerte, atendiendo el deseo de la Iglesia de que ninguno de sus hijos, aun cuando sean niños, dejen este mundo sin haber sido perfeccionado por el Espíritu Santo, con el don de la plenitud de Cristo (cf CEC.1314) El sacramento de la Confirmación fortalece mi vida de fe La Confirmación es el segundo sacramento de la iniciación cristiana, que forma una unidad con el Bautismo y la Eucaristía (cf CEC 1285). Ya desde el siglo V d.C se le llamó “confirmación”, “perfección”, “fortalecimiento”, “plenitud”, “complemento”, “consumación” de lo iniciado en el Bautismo, “sello”. En Oriente se llama sobre todo “Crismación”. En Occidente, “confirmación”, porque confirma y da plenitud a la unción bautismal. El Concilio Vaticano II lo identifica así: Por el sacramento de la Confirmación se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras...” (LG 11, cf. CEC 1285). La Confirmación, como sacramento de la iniciación cristiana, implica perfección y consumación de la gracia y el carácter bautismal. Confirmar significa afirmar, consolidar y por ello la Confirmación lleva a su plenitud lo que en el Bautismo era sólo inicio. Una vez que el cristiano recibe este sacramento, su misión será más activa, en atención a la plenitud, con que lo ha enriquecido el Espíritu de Dios. Esta misión se caracteriza por ser eminentemente apostólica, y continúa, de algún modo, la gracia de Pentecostés. La Confirmación es una ratificación de nuestro Bautismo y de frente a la dimensión eclesial, se manifiesta el deseo de querer vivir en Cristo y dar testimonio por medio se obras y palabras porque “somos llamados a ser discípulos misioneros de Jesucristo y entramos en comunión trinitaria en la Iglesia” (DA 153). La Confirmación es para el cristiano lo que Pentecostés fue para los apóstoles. Jesucristo dio el Espíritu Santo a los apóstoles (Jn 20,22), pero aun así, éstos permanecían tímidos, ignorantes e imperfectos. Los apóstoles tenían ya el Espíritu Santo, pero todavía no habían recibido la fortaleza para confesar la fe y transmitirla, don que el Espíritu les concedió ese día. Nosotros recibimos por primera vez al Espíritu Santo en el Bautismo, la plenitud de sus dones, nos lo da la Confirmación. Este sacramento al igual que los demás, fue instituido por Jesucristo, pues sólo Dios puede vincular la gracia a un signo externo. Por otra parte Cristo reiteradas veces anuncia una nueva venida del Espíritu Santo para completar su obra y la misma acción de los apóstoles, son testimonios veraces de la institución de un sacramento distinto del Bautismo. Cuando los apóstoles estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, mandaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar, oraron por los creyentes de Samaria, para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y así recibieron el Espíritu Santo (Hch 8,14-17). Al oír esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús; y cuando Pablo les impuso las manos, también vino sobre ellos el Espíritu Santo (Hch 19, 5- 6). Las enseñanzas sobre el Bautismo, el imponer las manos a los creyentes, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Es lo que haremos, si Dios lo permite (Heb 6, 2-3). Al administrar la Confirmación, la Iglesia repite esencialmente la sencilla ceremonia que relatan los Hechos de los Apóstoles (19,1- 6), añadiendo algunos ritos que hacen más comprensible la recepción del Espíritu Santo y los efectos sobrenaturales que produce en el alma. Efectos de la Confirmación El Catecismo de la Iglesia Católica (1302) hace referencia a los efectos de este sacramento: De la celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión plena del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés. El sacramento de la Confirmación confiere a quien lo recibe, crecimiento y profundidad a la gracia bautismal y enriquece a los confirmados de la siguiente manera : Los introduce más profundamente en la filiación divina, por lo que llamamos a Dios: Abbá Padre (Rom 8,15) Los une más firmemente a Cristo; Aumenta en ellos los dones del Espíritu Santo (Is 11,2): Hace más sólido su vínculo con la Iglesia Los asocia a su misión Les ayuda a dar testimonio de la fe cristiana por medio de la palabra acompañada del testimonio. Les concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe, mediante la palabra y las obras, como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente Su nombre y para no sentir jamás vergüenza de la cruz. Con respecto a los dones que la Confirmación concede a quien se confirma, podemos asegurar que éstos son disposiciones permanentes que concede el Espíritu Santo al cristiano, para que luche y sea dócil en el seguimiento de los impulsos del mismo Espíritu. A continuación aportamos algunos de los diversos efectos con los que este sacramento enriquece a quien lo recibe: 1. Don de sabiduría (Prov 8,11): consiste en un gusto especial que experimenta el confirmado por todo lo que se refiere a Dios o al bien espiritual de las personas. Iluminados por este don, el Espíritu nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. 2. Don de entendimiento: Es una habilidad que nos ayuda a comprender lo que Dios nos dice por medio de su Palabra, en la Santa Biblia o por otros medios. Por este don, el Espíritu Santo, que escruta la profundidad de Dios (I Cor 2, 10) comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a acoger el designio amoroso de Dios. 3. Don de consejo (Jn 16,13): Nos ayuda a escoger lo que más nos conviene: Nos inspira lo que debemos hacer, cómo se debe hacer; lo que se debe decir y cómo se debe decir; lo que se debe evitar y lo que se debe callar. Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriendo al cristiano lo que es lícito, lo correcto, lo que más nos conviene. El confirmado ayudado por este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial en el espíritu de las Bienaventuranzas. 4. Don de ciencia: Es una cualidad que ayuda a distinguir entre lo verdadero y lo falso. El cristiano iluminado por este don, descubre el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador, sin estimarlas más de lo que valen y sin poner en ellas el fin de su propia vida sino en Dios. 5. Don de fortaleza (Lc 24,49): Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir las contrariedades de la vida. Este don es un impulso sobrenatural que da vigor en las dificultades: en la lucha por ser coherente con los principios cristianos; en la perseverancia valiente ante incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez, es decir nos ayuda a permanecer firmes y decididos en el camino del bien (cf II Cor 12,10). 6. Don de piedad: Es una especie de afecto filial hacia Dios. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga relación con el culto, la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración y la meditación. Mediante este don, el Espíritu sana también nuestro corazón de la dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia, ayuda y perdón. Además nos ayuda a liberar nuestro corazón de situaciones negativas como la tensión y la división que generan amargura, cólera, impaciencia, y nos alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón. 7. Don de temor de Dios: Es un temor cariñoso que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre generoso y lleno de bondad hacia nosotros, además porque sabemos que Dios aplicará para con nosotros su justicia divina. Con este don, el Espíritu Santo infunde en nuestra alma sobre todo el temor filial que es el amor a Dios, el propósito firme de hacer siempre su voluntad, de amarlo como Padre, de no cerrarnos a su amor, de permanecer y crecer en la caridad. El Catecismo de la Iglesia Católica (1304) enfatiza la finalidad del sacramento de la Confirmación, así como los dones que concede a quien lo reciba digna y conscientemente: La confirmación, como el Bautismo, del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, “el carácter”, que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo (Lc 24, 48-49). El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación de la justicia, la libertad y la paz en el mundo, para ser fermento de santidad y edificar la Iglesia por medio de sus carismas. En la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con palabras y obras. Instrumento 21 GRANDES TEMAS DE LA GUIA Y TEXTO “CONFIRMADOS EN LA FE POR EL ESPIRITU” Sugerencias metodológicas: 1. El formador solicitará a los catequistas que ubiquen los temas en la Guía ( pp. 6-7 SEGUNDA PARTE: DESARROLLO DE LOS TEMAS), para hacer un recorrido general de los diferentes núcleos y temas, mediante una lectura compartida. 2. Formará ocho grupos, asignándoles a los primeros seis grupos, un núcleo de los temas del Texto del Confirmando. Al grupo siete se le asignará “Anexos” (pp. 209-228) y al grupo ocho el instrumento 23 “Los padres y padrinos en el proceso de la catequesis de Confirmación”. 3. Cada grupo leerá en un primer momento el contenido. Luego seguirán las instrucciones: - Elaborar pequeños carteles utilizando el instrumento 21 (la imagen de un chat “Jesús está conectado”) y escoger algunas de las siguientes actividades: - Anotar los aspectos novedosos que descubrieron en los temas asignados. - Realizar preguntas dirigidas a los catequistas, entorno al contenido de los temas. - Compartir y reflexionar un texto bíblico y escribir algunos compromisos en relación con el mismo. - Reflexionar una fuente magisterial, litúrgica o testimonial. - Compartir una oración, canto o sugerencia metodológica. - Colocar “los chats” alrededor de un cartel grande con la imagen del núcleo que corresponde (Instrumento 22) 4. Valorarán su nivel de preparación para desarrollar cada uno de estos temas. 5. Se expondrá a los demás grupos por medio de la Técnica Museo: cada grupo exponer en un lugar asignado en el salón, el cartel que elaboró. 6. Una vez que hayan escuchado la exposición de todos los grupos, los participantes realizan el recorrido observando cada cartel. Instrumento 22 “CHAT” Instrumento 23 Instrumento 24 LOS PADRES Y PADRINOS EN EL PROCESO DE LA CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN La atención a los padres de familia, en la etapa del proceso de la Catequesis de Confirmación, es tan importante e impostergable como en las anteriores. Si bien es cierto que los destinatarios son los adolescentes y los jóvenes, es un tiempo muy oportuno para ofrecer a sus hijos un acompañamiento y un testimonio vivo, en el camino de madurez en la fe. El Directorio General para la Catequesis (227), justifica la responsabilidad que los padres de familia contraen con sus hijos, razón por la cual, no pueden permanecer al margen del proceso de catequesis y de la celebración del sacramento de la Confirmación: Los padres reciben en el sacramento del Matrimonio, la gracia y la responsabilidad de la educación cristiana de sus hijos, a los que testifican y transmiten a la vez los valores humanos y religiosos... Esta acción educativa, a un tiempo humana y religiosa, es un “verdadero ministerio’’ por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio, hasta el punto que la misma vida de la familia se hace itinerario de fe y escuela de vida cristiana. Esta preocupación de la Iglesia, expresada en el Directorio antes citado y acogida por los responsables de la catequesis de Confirmación, queremos compartirla especialmente con nuestros pastores, catequistas y padres de familia en particular, para que asuman el compromiso que compete a cada uno, desde su respectivo rol. Nadie queda excluido de responsabilidades, sobre todo por tratarse de adolescentes y jóvenes. El Nuevo Diccionario de Catequética asumiendo el pensamiento de F.C. (53), señala que la responsabilidad de los padres en esta etapa es insustituible: Este ministerio original e insustituible, asume las características típicas de la vida familiar. Por ello acompaña la vida de los hijos también durante su adolescencia y juventud. La realidad que vivimos muchas veces es muy lejana a la expresada en los textos antes mencionados. Preocupa al respecto a párrocos y catequistas, el desinterés manifestado por muchos padres de familia, ante el llamado que ellos les hacen para que se involucren en la catequesis de sus hijos, los acompañen y apoyen con su palabra y testimonio, de acuerdo a las responsabilidades generadas del Bautismo. Es necesario atraer a los padres de familia, motivarlos y ofrecerles espacios para que compartan experiencias y tengan la oportunidad de conocer y vivir la fe, pues muchos, carecen de los conocimientos mínimos y son los grandes ausentes en las celebraciones dominicales. El Directorio General para la Catequesis (179), recuerda que la atención que la parroquia ofrezca a los padres de familia, tiene una dimensión eclesial y es una oportunidad para impulsar la catequesis de adultos: ... cuando ayudan a los padres... a cumplir bien su misión, se está edificando la Iglesia. Este trabajo... por otra parte, ofrece una gran oportunidad para la catequesis de adultos. Varias son las razones que el Directorio apunta con respecto a los padres de familia para que se interesen y apoyen la catequesis de Confirmación y puedan recibir este sacramento de manera consciente y responsable, a fin de que aprovechen las gracias que confiere y puedan convertirse en cristianos adultos. Entre ellas citamos las siguientes: - El testimonio de vida cristiana ofrecido por los padres en el seno de la familia, llega a los hijos envueltos en el cariño y el respeto materno y paterno (226). - Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y de Jesús que los padres manifiestan (226). - Esta iniciación se ahonda aún más, si los padres comentan y ayudan a interiorizar la catequesis más sistemática que sus hijos, ya más crecidos, reciben en la comunidad cristiana...La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis (226). - Los padres de familia son los primeros educadores en la fe...La familia...definida como una “Iglesia Doméstica” ...significa que en cada familia cristiana deben reflejarse los diversos aspectos y funciones de la vida de la Iglesia entera: misión, catequesis, testimonio, oración... La familia...al igual que la Iglesia, es un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia (255). - La familia como “lugar” de catequesis, tiene un carácter único: transmite el Evangelio enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos... (255). - Se trata... de una educación cristiana, más testimonial que de la instrucción; más ocasional que sistemática; más permanente y cotidiana que estructurada en períodos (255). Condiciones para los padrinos El Diccionario Larousse define la palabra “padrino” como la persona ... que asiste a otro para recibir un sacramento; el que presenta o acompaña a otro; el que favorece y acompaña a otro en la vida. Este concepto lo han asimilado muy bien, tanto los padres de familia como los catequizandos y en la mayoría de los casos se elige para tal responsabilidad a la persona idónea. Cuando el sacramento requiere de la presencia y quehacer del padrino o madrina, o de ambos, los interesados deben escoger muy bien a la persona que eligen para que apoye con su palabra y testimonio al hijo y ahijado. Por esta razón el proceso de catequesis para la Confirmación debe contemplar espacios para catequizar también a los padrinos, a fin de ayudarles a crecer en la fe, a fin de que tomen conciencia de su responsabilidad en el crecimiento cristiano de su futuro ahijado. Hay que ayudarles a valorar su rol y comprender que su responsabilidad no se limita a hacer acto de presencia el día de la Confirmación y conformarse con un regalo para sus ahijados, el día de su cumpleaños o para la Navidad. La responsabilidad de los padrinos es muy seria, pues deben asumir acompañar y apadrinar a los muchachos y muchachas en la recepción del sacramento de la Confirmación. La escogencia de los padrinos por parte de los ahijados, preferiblemente, debe hacerse con mucha seriedad, buscando en ellos valores, el apoyo que requiere el ahijado para crecer en la fe, para integrar a su vida, los valores morales y humanos que le permitan desarrollarse como persona y como cristiano. Estas son las razones que deben prevalecer. La catequesis puede ayudar además a los padrinos a realimentar su fe, su compromiso personal, familiar y comunitario, por esa razón no se debe escatimar los esfuerzos para atender responsablemente a estas personas, y crear algunos espacios de catequesis para ellos. Los padrinos deben ser personas creyentes, practicantes, que lleven una vida ordenada, casados por la Iglesia, que hayan recibido el sacramento de la Confirmación, cercanos a la familia, de buenas costumbres, sin importar la clase social, o la posición económica. ¿A QUIÉN SE DEBE ELEGIR PARA PADRINO O MADRINA DE LA CONFIRMACIÓN? Conviene que el confirmado tenga un padrino, que le ayude a comportarse como verdadero testigo de Cristo y a cumplir fielmente las obligaciones inherentes al sacramento (CIC, c. 892). Quien se confirma ha de tener entonces un padrino o una madrina. A los padrinos les compete, con más razón si son los mismos del bautismo, colaborar en la preparación de los confirmados para recibir el sacramento y contribuir después con su testimonio y con su palabra, a la perseverancia de la fe de sus ahijados. Su tarea es de suplencia, respecto a la obligación primordial de los padres, no por eso su misión carece de importancia. Para ser Padrino o Madrina, la Iglesia Católica en el Código de Derecho Canónico (874) pide que cumplan con los siguientes requisitos: Que la persona haya sido elegido por el confirmando y sus padres. Puede ser padrino o madrina. Recuérdese que el sexo del padrino es indistinto, y no se ha de imponer la costumbre de que sea hombre para los varones o mujer para las de sexo femenino. Pueden ser casados o solteros. Deben haber cumplido 16 años. Ser católicos. Haber recibido los tres sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Llevar una vida coherente con la fe y con la misión que asumió. Que no tenga ninguna pena canónica, legítimamente impuesta o declarada. Si es casado o casada, debe ser únicamente por la Iglesia católica. Por tanto, no pueden ser padrinos, el padre o la madre de quien se va a confirmar, los divorciados y vueltos a casar o los casados por lo civil.