Documento 946962

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Colegio Franciscano del Virrey Solís
“Educar para la Justicia, la Paz y las Nuevas Relaciones”
Bogotá D.C.
Taller de refuerzo: Quiz y actividades de clase
Tema: Ortografía
AREA
DOCENTE
Lengua Castellana
GRADO
Undécimo
Jairo Andrés Camacho Méndez
FECHA
Mayo de 2014
1.
CRITERIOS
2.
3.
Esta actividad de recuperación aplica para subir la nota de la evaluación intermedia, hasta un máximo de
3,6 estando correcta en su totalidad.
El taller debe presentarse a mano, con buena presentación, en carpeta blanca tipo hoja de vida y por
supuesto, requisito evaluable, excelente ortografía.
Finalizada la entrega se hará una sustentación del taller donde podremos evidenciar el fortalecimiento en
el uso de las reglas ortográficas. La sola presentación del taller no acredita el incremento de la nota,
deberá sustentar y, por supuesto tener correctamente la actividad.
Nombre del estudiante: _________________________________________________ Grado: ___________________

Realizo la siguiente actividad teniendo en cuenta las reglas de ortografía vistas durante el desarrollo del período:
1. Realizo la lectura y corrijo con esfero rojo las palabras que se encuentran ortográficamente mal escritas, en
caso de necesitar la tilde o encerrar en caso de que le sobre.
2. En un cuadro, a mano, similar al ejemplo siguiente, escribo las palabras y explico por qué está bien o mal
escrita según las reglas de tilde diacrítica y ortográfica (Reglas generales de acentuación)
Palabra
Camión
Regla y justificación
El uso de esta palabra es correcto en vista de que
la regla general nos indica que es una palabra
aguda y estas se tildan cuando terminan en vocal –
n – s, tal como está escrita.
MUNDIAL: UNA COPA ROTA PARA BRASIL
Con los retrasos, sobrecostos y exigencias de la Fifa, el Mundial del 2014 se vuelve un problema para Brasil.
Mundial: una copa rota para Brasil. En junio de 2013 millones de brasileños salieron a las calles. La corrupcion, el dinero malgastado
y las imposiciones de la Fifa alimentaron la ira popular. Los indignados prometen volver a manifestarse en junio.
Manaos es una ciudad historica, repleta de palacetes neoclasicos, un monstruo urbano rodeado por la jungla mas espesa del mundo,
un polo industrial de dos millones de habitantes. Manaos es todo eso, pero definitivamente no es una capital futbolera. Nacional
Futebol Clube, el más tradicional de sus equipos, a duras penas se mantiene en la serie D, la cuarta division del futbol brasileño.
Cosecha sus glorias en el Campeonato Amazonense, que apenas atrae a 500 personas por partido. Una aficion modesta que un
domingo cualquiera apenas llenaria el 10 por ciento de la Árena da Amazonia, el costoso regalo que el Mundial de Fútbol 2014 le va a
dejar a Manaos.
Con 44.000 comodas sillas y una arquitectura sostenible, el proyecto dice estar inspirado en la selva amazonica. Pero, más que un
homenaje a la flora local, despues de los solo cuatro partidos que se van a disputar en el recinto, a Manaos va a llegar un animal
indeseable, aparatoso y ruinoso: un monumental elefante blanco. El paquidermo de concreto ya costo 284 millones de dólares, un 34
por ciento más de lo presupuestado y –lo peor de todo– en la construcción, que esta retrasada, han muerto dos obreros, según los
sindicatos por trabajar a contrarreloj y en condiciones precarias. Y hasta ahora, la propuesta más seria para su futuro es convertirlo
en una carcel. Para Manaos, más que una bendición, el Mundial se esta volviendo un lastre.
Un problema que no solo toca a esa ciudad. Las canchas de Brasilia, Cuiabá y Natal son sobre el papel igual de inútiles, en São Paulo
una grúa cayó sobre su estadio y día a día los sobrecostos se multiplican. La factura total del Mundial ya alcanza los 14.000 millones
de dolares, un récord absoluto. Desde las inmensas manifestaciones de mediados de 2013, el país siente que organizar la Copa
Mundo fue una pésima idea que, al final, solo alimentará el gremio de los constructores, enriquecerá a un puñado de politicos
corruptos y llenara las cuentas de la Fifa.
Los gobernantes, que embarcaron el país en una aventura incierta por ego político, por prestigio internacional y por un gigantismo
absurdo, tienen por supuesto la culpa. En vez de contentarse con ocho sedes, como lo exigía la Fifa, los promotores llevaron el
Mundial a 12 ciudades. Como dijo el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, “Brasil es un país enorme. ¿Como podíamos hacer una Copa
Mundo que excluyera el 60 por ciento de nuestro territorio?”. Pero cuando decidieron organizar el megaevento, también firmaron un
pacto espinoso.
Según le dijo a SEMANA Jens Sejer Andersen, director de Play the Game, una organización que busca más transparencia en el
deporte, “hicimos una proyección sobre el futuro de los estadios. La decisión de construir 12 en vez de ocho fue del gobierno. Pero
las exigencias de la Fifa son desproporcionadas si uno mira que uso van a tener después. En varias ciudades no hay clubes que
tengan publico para asegurar un negocio equilibrado. Ni siquiera si se suman los espectadores de todo el año y se juntan una misma
noche se pueden llenar las canchas”.
Un negocio privado
Para la Fifa, el Mundial es una manifestación privada que le vende a países, multinacionales y canales de televisión. El país hace las
inversiones, ya sea mediante concesiones, dinero publico o empresarios. Los benefícios directos van a la arcas de la Fifa, mientras
que los que son a mediano plazo y son dificiles de medir, como la productividad, el empleo o el turismo, van para la nación
organizadora.
Inicialmente el plan del gobierno era invitar a la empresa privada para que se involucrara en los proyectos, pero pocos dijeron
presente. El senador opositor Álvaro Dias dijo con rabia que “solo el 8 por ciento de la inversión viene de capital privado. Nos habían
dicho que sería lo contrario, que no iban a tocar fondos públicos”.
El gobierno tuvo que construir con recursos del erario recintos con estándares europeos (palcos numerosos, parqueaderos enormes,
sillas en todas las localidades) que no responden a la realidad de los hinchas brasileños. La Fifa pide además que le entreguen dos
kilómetros de espacio público alrededor de las canchas. Ahi decide quién pone publicidad, que cerveza y que perros calientes se
venden, y sobre todo se asegura de que no aparezca ni la sombra de un vendedor ambulante. Para el geógrafo Chris Gaffney,
experto en fútbol y cultura, se transforma el espacio del estadio, abierto e integrado a las comunidades, en un area cercada y
regulada, donde manda la organización internacional.
Para rematar, la Fifa no va a pagar ni un centavo de impuestos sobre esa montaña de dinero en camisetas, bebidas, recuerdos,
boletas, derechos de transmisión e incluso sueldos. Es uno de los sacrificios que hace un país para organizar su fiesta. Romario,
delantero letal en el Mundial Estados Unidos 94, ahora convertido en político, dijo que “la Fifa va a hacer en Brasil un beneficio de
1.800 millones de dólares, de los que debería pagar 450 millones en impuestos. Pero no va a dejar nada. Vienen, montan el circo, no
gastan nada y se llevan todo”.
Todo quedó regulado por la Ley General de la Copa, que los congresistas brasileños votaron en junio de 2012 en medio de la
polémica. Casi todo lo que la Fifa pidió, Brasil se lo dio. No solo porque les entregó a los barones del balón superpoderes tributarios y
la privatización temporal de espacios públicos, sino porque se liquidó la prohibición de vender alcohol en los estadios; se menguó el
derecho que tienen estudiantes y jubilados a descuentos en la boletería; se flexibilizaron las condiciones que exige Brasil para
otorgar visas; e incluso se sugiere declarar festivos los días de partido. No por nada en las manifestaciones de 2013 muchas
pancartas clamaban que la “Fifa es el verdadero presidente”.
Con su monopolio sobre la pelota la Fifa espera cosechar en Brasil 4.000 millones de dólares, es decir el 95 por ciento de sus
ingresos. Dos terceras partes vienen de los derechos televisivos y el resto de los de mercadeo (patrocinadores y productos
derivados). A cambio debera desembolsar 576 millones en premios, una compensación diaria de 2.850 dólares por jugador para sus
clubes y un dinero que gira a las federaciones que participan.
Promesas, promesas, promesas…
A cambio de eso al país le prometieron el oro y el moro. El 30 de octubre de 2007 Brasil era solo sonrisas. En un suntuoso salón en
Zúrich, acaban de confirmar que “o país mais grande do mundo” organizaría la competencia. Ese día Ricardo Texeira, entonces
presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, dijo que en las “próximas semanas vamos a tener un flujo constante de
inversiones, la Copa nos va a permitir tener una infraestructura moderna, es algo que va mucho más alla del deporte, va a ser una
herramienta para promocionar la transformación social”. A él no le fue mal. En 2012 renunció a su puesto y se exilió en una mansión
en Florida tras denuncias de corrupción. Los demás sienten, como dijo Romario, que “el Mundial 2014 propiciará el mayor robo de la
historia de Brasil”.
Los escenarios van a costar 3.400 millones de dólares, cuando en 2006 los alemanes se gastaron 1.570 millones y en 2010 los
surafricanos 1.400 millones. Play the Game calculó que cada silla le va a costar al país 5.800 dólares. Por el contrario, Alemania
apenas gastó 3.400 dólares por espectador y después de la Copa tuvo equipos lo suficientemente populares como para hacer
rentables sus flamantes escenarios. Jens Alm, el autor del estudio, dijo que “es normal que un país que organiza una Copa quiera
buenos estadios. Pero nada explica por que los gastos en Brasil son más elevados que en Alemania o en Surafrica”.
En infraestructura hay retrasos en los aeropuertos de siete de las 12 sedes, mientras un documento del gobierno, revelado por la
agencia Reuters, acepta que el tráfico aéreo va a exceder en más del 50 por ciento las capacidades aeroportuarias. La línea de tren
ultrarrápido entre Río de Janeiro y São Paulo solo existe en los discursos y las nuevas autopistas tienen problemas de contratación.
De los 50 proyectos de movilidad urbana, ya se abandonaron 13.
A los brasileños también les prometieron que llegarían 600.000 visitantes, se crearían 720.000 empleos y el país recibiría una
inyección de 50.000 millones de dólares. En realidad, los megaeventos no tienen un impacto grande sobre el turismo, pues son
tantos los que llegan como los que se ahuyentan por la falta de hoteles, las hordas y la inflación. En agosto de 2012, en plenos
Juegos Olímpicos, llegaron 150.000 personas menos a Londres que en 2011, y en Sudáfrica solo aterrizaron 309.000 extranjeros
cuando contaban con 450.000 viajeros. Con el Mundial sin duda se crearan trabajos, pero la mayoría son temporales, mal
remunerados y hasta inseguros, como se reveló con los accidentes en las obras mundialistas. En Cuiabá, donde jugará Colombia,
incluso reclutaron mano de obra de inmigrantes haitianos para suplir los huecos.
Aunque hacer desde ya balances económicos es imposible, el caso de Sudáfrica sirve de ejemplo. El Mundial le costó 3.500 millones
de dólares y le dejó, en palabras del gobierno, un “legado intangible”. Se invirtió en infraestructura, pero también hay varios
elefantes blancos como el estadio Green Point en Ciudad del Cabo, que ahora piden demoler, pues cuesta demasiado mantenerlo.
Los economistas Simon Kuper y Stefan Szymanski escribieron en su libro Soccernomics que “el Mundial no va a hacer Brasil más
rico. Hay que entenderlo como una serie de transferencias de dinero: de los contribuyentes brasileños a la Fifa, a los fanáticos, a los
clubes y a las constructoras. No es una bonanza, Brasil sacrifíca un poco de su futuro para organizar la Copa Mundo”.
Por eso muchos apuestan que la cita mundialista, como lo fue la Copa Confederaciones en 2013, será de nuevo un escenario de
protestas. Cada vez que puede Romario lanza puntazos contra los “ladrones corruptos” que dirigen el balompié y pide a los
brasileños no descansar: “Una cosa positiva es que las personas han salido a las calles y quiero que sigan protestando”. Algo vital,
pues como explicó Andersen a esta revista, “esta muy bien que Brasil le de vida democrática a un movimiento deportivo al que le
hace falta tanta democracia. Puede ser el primer paso hacia más transparencia. Aunque claro, la Fifa puede pensar que de ahora en
adelante sea tal vez mejor organizar su Mundial en países autoritarios, donde no hay tanto ruido”. ¿Será una mera coincidencia si las
próximas Copa Mundo se jugarán en Rusia y en Qatar?
http://www.semana.com/mundo/articulo/mundial-2014-los-problemas-que-enfrenta-brasil/369839-3
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