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Reformismo radical y visión de partido
Jesús Robles Maloof
Julio 2006.
Creo que el reformismo radical nos podría definir muy bien. En la base de
nuestra acción política, en lo que hicimos durante la campaña y en el
fundamento mismo de hacer un partido diferente a otros, se encuentran tanto la
apuesta por que las instituciones del Estado se fortalezcan para garantizar la
libertad y la igualdad, como el planteamiento programático -que caracterizado
por algunos como estridente por trastocar el status quo- abre para miles de
mexicanas y mexicanos una nueva dimensión de la justicia social ausente de la
tradicional agenda política.
Y esa es quizá nuestra tarea principal, a saber, ensanchar, estirar y modificar
en su conjunto el campo de lo político, o si se quiere ver de otra manera,
acercarlo a los espacios de la vida cotidiana.
Un reformismo que respeta las reglas, pero no esta de acuerdo con todas. Que
cree en las instituciones pero su acción tiende a transformarlas. Estamos
convencidos que no hay otro camino que consolidar nuestra frágil democracia
que se expresa ahora en diseños legislativos e instituciones imperfectas,
injustas en muchos casos, y sin embargo, nos tomaremos el tiempo que sea
necesario para argumentarlo en la arena pública y con suerte, convencer cada
día a más de que los cambios son necesarios.
Es más creo que en un país tan desigual, cualquier camino que la izquierda
tome, tiene que plantearse en serio una agenda radical. Por eso me inquieta
escuchar a quienes se aprestan a definirnos como izquierda moderada. ¿Qué
de moderado tiene impulsar medidas de justicia distributiva como el ingreso
mínimo ciudadano? ¿Qué ven en proponer ampliar las causales de interrupción
legal del embarazo para al final garantizar el derecho de las mujeres a decidir
sobre su cuerpo, algo cercano a la moderación? o ¿les parece moderado
insistir en el debate de la legalización de algunas drogas y en modificar
radicalmente el presupuesto e invertirlo en prevención?.
Quizá nos piensen moderados por nuestra significativa pero poca presencia
electoral. Seguro en algunos años el peligro para México será Patricia
Mercado, pero con la salvedad que en esto último coincidirán, la derecha y los
tradicionales de izquierda, no tengan duda.
En esta etapa post-electoral podemos estar presenciando una historia que
cuente nuestro futuro. Por lo mismo el llamado es a más que testigos ser
protagonistas pero con voz disidente. Recordemos a quienes proclaman que
son dos proyectos de nación que se están enfrentando, que no son los únicos,
ni la nación son ellos, que reconocemos lo grave del momento, pero que está
en el terreno de las instituciones del Estado darle certeza al proceso electoral.
En paralelo reconstruyamos lo que ha sido este proceso no sólo para contar la
coalición de poderes fácticos que actuaron para detener a Andrés Manuel
López Obrador sino también que la izquierda tradicional le entró al juego sucio
del todo se vale en nombre de los pobres. Para nosotros ellos son los de
siempre porque siguen actuando como los de siempre. Más de lo mismo.
Revisemos nuestra plataforma una vez más. Con esa agenda radical hemos
entrado de lleno al sistema político mexicano y como creemos en el
parlamento, sabemos bien que aunque quisiéramos borrar a los mismos de
siempre, estarán y seguirán estando ahí. Es en este marco que sin olvidar en
ningún momento nuestro discurso, debemos propiciar los acuerdos. ¿Pero qué
acuerdos? Pues ya daremos esas discusiones en específico, pero recuerden
que hubo consenso en le contrarreforma política del 2003. Por eso, sí al partido
de los acuerdos, pero si estos los vemos como aproximaciones sucesivas al
programa radical de Alternativa.
Hago un paréntesis para proponer que quizá una de las primerísimas
discusiones que como partido debemos tener es sobre el tema de las reformas
estructurales. Conozco y percibo que tendremos un acuerdo en la reforma del
Estado. Quizá estaremos de acuerdo en la reforma energética y laboral, pero
en la reforma hacendaria, ¿Estaremos de acuerdo? ¿Estamos de acuerdo en el
impuesto sobre la herencia? Son preguntas.
Insisto en lo que anteayer decíamos, no es que queramos renovar la clase
política por otra, como un simple relevo generacional como los que ocurren en
las filas priistas. Tampoco creo que propongamos un cambio de las personas
buenas por aquellas malas. Ahí donde vemos políticos tradicionales, vemos
además sus anquilosados métodos, y observamos su incapacidad de abrir
nuevas discusiones. Con esto quiero decir que nuestra clase política se debe
diferenciar, a la vez por su propuesta y por sus métodos, los dos a la vez,
nunca uno sin el otro.
En ese momento de congruencia reside desde mi punto de vista, el partido que
queremos y que arreglo institucional le damos al interior. No podemos desligar
en ningún momento nuestro discurso de nuestro método. Si nos creemos de
verdad que somos un partido diferente, en esta etapa de construcción hay que
hacerlo de manera diferente. Propongo una serie de parámetros muy concretos
que sólo señalo para con el tiempo desarrollar en la discusión.
1. Un partido que hecha sus raíces hacia fuera del espacio político
tradicional y crece con la transformación de nuestra sociedad. No veo
que debamos crecer “cachando” disidencias o recurriendo a alianzas
pragmáticas que en el pasado nos dañaron.
2. Un partido que invierta en su capital humano.
3. Un proceso para llegar a ser militante que reconozca la acción política
territorial o temática y un proceso de formación permanente como dos
dimensiones necesarias de la función política.
4. Desde ahora diseñar las etapas de una carrera partidista que potencie y
reconozca la profesionalización.
5. Espacios para la discusión política permanente vinculada y orientadora
de nuestra acción política.
6. Diseñar medidas de equilibrio en la asimetría que continuamente se
genera en los partidos, entre militantes y dirigencia. Crear en este
sentido la figura del Ombudsman de la militancia.
7. Una dirigencia capaz de rendir cuentas permanentemente de su gestión.
8. Una discusión sobre el reconocimiento y la transparencia en la acción de
las inevitables, y porqué no, deseables corrientes de opinión al interior
del partido.
9. Un partido con presencia en las universidades, desde luego planteando
debates y nutriéndose de los que, en los centros de conocimiento se
generen.
Discutamos en paralelo con nuestros pocos pero valiosísimos militantes y
sobre todo con la sociedad.
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