Título: "Siempre es lo mismo contigo" Marina, una joven de 28 años, vivía con su esposo Pedro y su hija de 2 años en una pequeña casa en las afueras de la ciudad. A simple vista, parecían una familia común y corriente, pero detrás de las puertas de su hogar se escondía una realidad oscura y angustiante. Pedro, un hombre de 32 años, tenía una relación tormentosa con Marina. Sus problemas se incrementaban cuando el alcohol entraba en juego. Una noche, Pedro regresó a casa visiblemente ebrio. Sus ojos inyectados en sangre y su tono de voz agresivo anunciaban lo que estaba por venir. Pedro: (entrando bruscamente) ¿Qué demonios estás haciendo, Marina? ¡La casa es un desastre y tú estás aquí sin hacer nada!, Marina (nerviosa) le responde, “Lo siento, Pedro. He tenido un día difícil con la niña y no he tenido tiempo de limpiar todavía”. Pedro: ¡Siempre es lo mismo contigo! ¡Eres una inútil! ¡No sirves para nada! ¡ya sabes que debes tenerme comida! ¡vos tienes que servirme y tener las cosas en orden en la casa! La situación escaló rápidamente cuando Pedro empujó a Marina fuera de la casa, arrojando su ropa al patio empapado por la lluvia. Marina: ¡Por favor, Pedro, ¡no hagas esto! ¡Está lloviendo afuera!, Pedro ignorándola le responde, ¡Te lo mereces por no hacer tu trabajo correctamente!, Desesperada por proteger a su hija y evitar el conflicto, Marina intentó volver a entrar. Marina, se acerca con cautela, buscando una salida pacífica a la situación y le pide a Pedro, que la deje entrar. Pedro: (con voz exasperada) ¡No me vengas con tu drama ahora, Marina! Si hubieras hecho las cosas como debías, no estaríamos en esta situación. Marina: (suplicando) Pero Pedro, yo... Pedro: (interrumpiéndola bruscamente) ¡No quiero oír tus excusas! Siempre tienes una justificación para todo. Eres tú la que no puede hacer nada bien. Marina: Por favor, Pedro, déjame entrar. No puedo quedarme afuera en la lluvia. Pero fue recibida con más violencia. Pedro la agarró de los brazos y la tiró repetidamente al suelo, ignorando sus súplicas y llantos. Pedro, en tono furioso y mientras regresaba a la casa, le dijo a marina, ¡No me importa lo que quieras! ¡Te lo dije antes, si no haces lo que te digo, habrá consecuencias! Pedro al entrar a la casa se olvidó cerrar la puerta, situación que aprovecho marina para entrar a cuidar a su hija. En medio de la noche, los ataques físicos continuaron. Pedro jaló a Marina de los pies mientras dormía junto a su hija, haciendo que se golpeara el rostro y otras partes del cuerpo contra el suelo. Marina: (gritando de dolor) ¡Pedro, por favor, para! ¡me estás lastimando! Aturdida y dolorida, Marina salió rápidamente huyendo de la vivienda, en ese momento Pedro cerró la puerta y la dejó durmiendo en el patio, a pesar de la situación ella decidió quedarse ahí para no abandonar a sus hijos.