“Cárceles de papel” ó “La otra cara de la medalla” un acercamiento diferente a los créditos solidarios o créditos con educación I. ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN La Red de Acción Comunitaria RAC, institución sin fines de lucro con sede en la ciudad de Cochabamba, trabaja ya hace varios años en los asentamientos informales pobres de las ciudades de Oruro y Cochabamba. El año 2012 incursiona también en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra con sus actividades. A lo largo de su trabajo con mujeres de asentamientos informales pobres, la RAC fue conociendo más ampliamente la realidad de muchas de ellas. En este contacto, fue surgiendo la preocupación por el impacto negativo que parecían tener los llamados créditos solidarios o créditos con educación, tanto en la vida familiar de las mujeres, como en las relaciones personales al interior de la comunidad, sin ver necesariamente que acompañara a este impacto, una mejora económica en las condiciones de vida de las mujeres y sus familias. Esta inquietud llevó a la RAC a indagar más profundamente el tema, buscando basarse no solamente en los informes financieros de las entidades prestatarias, sino acercándose también a la voz de las mujeres que accedieron a los créditos. Este informe es una parte de esa investigación amplia y novedosa y abarca la perspectiva subjetiva de las mujeres en torno al crédito solidario o crédito con educación, sus razones para acceder al mismo, sus estrategias de pago, las consecuencias sobre su economía, así como sobre sus relaciones familiares y comunitarias. II. OBJETIVO Conocer y describir las motivaciones y resultados que tiene el crédito solidario o crédito con educación, que promueven las instituciones microfinancieras en los asentamientos informales de Oruro, Cochabamba y Santa Cruz, sobre la vida económica, personal, familiar y comunitaria, desde la perspectiva de mujeres usuarias. 1 III. METODOLOGÍA: a.) Método: Entrevistas en profundidad, semiestructuradas. Este método permite plantear una conversación fluida con la persona, con la flexibilidad de respetar su ritmo y su orden lógico, sin olvidar los objetivos de la entrevista. Se utiliza una Guía de Preguntas (ver anexo) que permite al entrevistador recordar todos los temas relevantes para la investigación. b.) Técnica de análisis: El análisis de la información se realizó a partir de la Teoría Fundamentada (Grounded Theory)1, que permite la conceptualización de un fenómeno a partir, no sólo de la descripción, sino de la descomposición, fragmentación y posterior conceptualización y reconstrucción de los datos empíricos (en este caso, las transcripciones literales de las entrevistas realizadas), elaborando clasificaciones y categorías que integren y expliquen dichos datos, y organicen las relaciones entre las partes. Hay tres fases del análisis, que son dependientes una de otra y funcionan de manera circular antes que lineal, es decir, cada descubrimiento nuevo obliga a reinterpretar lo anterior. Estas fases son: Codificación abierta: se generan nuevas categorías de datos, es la parte más creativa e interpretativa del análisis, que sin embargo, exige un apego a los datos. El objetivo es fragmentar los datos e ir desarrollando los primeros conceptos, las categorías y sus atributos. El resultado de esta fase es la identificación de una clasificación de conceptos y categorías. Codificación axial: perfecciona y desarrolla las categorías, las relaciona entre sí creando conexiones. Pueden crearse categorías más abstractas, que contengan a otras. Se van construyendo estructuras de relaciones. En esta fase, el objetivo es elaborar las categorías, identificar las relaciones. Codificación selectiva: se busca una síntesis de las categorías y las relaciones previamente identificadas, en un nivel mayor de abstracción. Se define una categoría predominante que conecta a todas las otras. En el caso de esta investigación, esta categoría es el crédito con educación. c.) Participantes: 1 Mazzara, B. (comp.). 2002. Metodi qualitativi in psicologia sociale. Roma: Carocci editore. 2 Nº ENTREVISTA SITUACIÓN Nº HIJOS CIUDAD FAMILIAR I Jefa de hogar 3 Oruro II Casada 3 Oruro III Jefa de hogar 3 Cochabamba IV Casada 6 Cochabamba V Casada 3 Santa Cruz VI Jefa de hogar 5 Santa Cruz VII Casada 4 Santa Cruz Las personas entrevistadas fueron mujeres, todas ellas madres de familia, de distintas edades, que han accedido a créditos solidarios o créditos con educación, de acuerdo a lo detallado en el cuadro a continuación: IV. RESULTADOS Los resultados pueden ubicarse en tres momentos: el momento previo al crédito, en el que se describen los motivos o razones para tomar este tipo de créditos y la forma de aproximación a la entidad financiera. En un segundo momento, se conoce el proceso del préstamo, las estrategias de pago de parte de las mujeres y las estrategias de cobro de parte de las entidades financieras. En un tercer momento nos aproximamos a conocer los resultados económicos de estos créditos, los resultados que tiene sobre la persona y sobre las relaciones familiares y finalmente, los resultados de esta forma de crédito sobre las relaciones en la comunidad. a.) Forma de aproximación a la entidad financiera y motivos del crédito Las entidades financieras de créditos solidarios o créditos con educación son vistas como de fácil accesibilidad, a diferencia de los bancos, más formales y de más difícil acceso. En Cochabamba y Oruro esta cercanía se puede notar en el término que se utiliza para referirse a dichas financieras: se les llama “banquitos”. El contacto inicial con las entidades financieras de créditos solidarios se da principalmente a través de amigas que ya son parte de grupos de prestatarias. El vínculo puede ser también la madre u otros familiares. Es la confianza en la persona con quien se tiene una relación, la que hace que las mujeres se acerquen confiadas a estas instituciones: “Como una amiga me ha invitado, entonces yo he ido” 3 (I, 8); “La que me invita, era María, una de mis mejores amigas, María y Cristina, las tres fuimos allá” (IV, 14). Es decir, es un vínculo afectivo y de confianza el que atrae a las mujeres a estas instituciones y no así publicidades o visitas directas de promotores. Formalmente, los créditos se otorgan para una actividad económica: “He entrado porque necesitaba para aumentar mis ingresos, o sea, aumentar capital para mi negocio” (I, 1); “Eso he utilizado para mercadería, porque vendo pantalones” (III, 5). Sin embargo, muchas veces son destinados a otras necesidades: gastos familiares inminentes como una graduación o la boda de un familiar: “Yo necesitaba el dinero porque mis hijas estaban saliendo bachiller la una, la otra y la tercera y no me alcanzaba para el trámite de los documentos” (IV, 13); mejoras en la vivienda: “Ahora lo que saqué es para mi casa, hice construir de material” (II, 7); compra de un bien: “Mil quinientos para una tele que me compré, que me la compré a la burrera, mil para pagar una deuda que tenía y los otros mil quinientos los gastamos en no sé qué” (VII) o finalmente, para pagar deudas previamente contraídas, ya sea en el mismo sistema financiero, o a familiares y/o amigos: “Era para pagar ya las deudas” (VI). Los préstamos también sirven para terceros que por algún motivo no acceden a créditos: “Yo saqué para mi mamá … mi hermano se casaba y le faltó una plata y ella tenía que poner la comida” (V). b.) Valoración de la entidad financiera La visión acerca de las entidades financieras de crédito mancomunado o solidario varían dependiendo del momento en que se encuentre la mujer: antes de ser parte de las mismas, estas empresas son vistas como de fácil acceso: menores requisitos burocráticos y sin garantías hipotecarias, que permitían una rápida obtención de los recursos: “Te lo entregan así (el dinero), es una garantía mancomunada, no te piden papeles de tu casa, no te piden nada, firmas un contrato donde te comprometes a pagar la deuda que estás sacando, tú firmas eso … el banco te da el dinero ese rato, ya tienes el dinero para disponer” (III, 21, 24); “Una amiga me invitó a entrar, más por la facilidad del dinero que te prestan” (III, 1). El término “banquito” en lugar de banco o financiera, parecería mostrarnos una diferencia cualitativa entre estas instituciones, como si fuera más familiar y cercana a las mujeres: “Los banquitos eran una salvación para las amas de casa porque a veces la situación económica de la familia no alcanzaba” (IV, 2); “Hablando con las señoras, me comentaron de los banquitos que prestaban dinero” (IV, 4 9); “Cuando necesitamos algo, hay un crédito oportuno que te dan” (II, 33). En otros casos, participar de un grupo de mujeres con crédito mancomunado, les otorga un espacio de participación y distracción, les permite una vida social: “Una vecina me invitó y fui y ya me convenció también, me gustaba más que todo la convivencia de la gente, era una distracción para mí” (II, 7). A medida que avanza el proceso del crédito, se aumentan los montos de deuda y aparecen las dificultades para pagar, la imagen del “banquito” va cambiando, mostrándose como una entidad implacable en el cobro de las deudas: “Aunque me quede con deuda de la gente, por lo menos aunque la gente me grite, me va a esperar, el banco no me espera … no quiero fallar porque a veces ya te amenazan con que si no pagas mañana ya estas en la central de riesgo y eso es el temor ya me hace que me vaya a prestar de donde sea, aunque sea con el 10, 20%” (II, 60). De ahí que muchas mujeres, evaluada su situación y comparándola a momentos previos al crédito, preferirían no haberlo contraído: “Preferible no sacar el crédito, les digo, porque los días se van en un ratito, pasan volando los días … grave, grave son los créditos. Grave son los créditos” (VI). c.) Proceso del préstamo Los primeros préstamos se otorgan con montos pequeños, que la mayoría de las mujeres puede manejar sin que signifique una alteración en el manejo económico de su hogar, aunque tampoco significa una mejora: “El primer crédito que me dieron fue de 500 Bs. … eso he acabado de pagar tranquila … no he llegado a comprar casi nada” (I, 2); “Empecé con 500 Bolivianitos, así, luego fui aumentando, llegué a tres mil y tantos, entonces me iba bien porque yo ganaba al día con la panadería” (II, 5). A medida que estos préstamos pequeños son pagados, las mujeres adquieren el derecho a prestarse montos más altos, pues tienen la confianza de la entidad financiera, pero sobre todo, del grupo solidario. Con estos montos mayores, no siempre se invierte en la actividad económica, es decir, la actividad que a su vez generará los recursos para pagar, sino que las mujeres se arriesgan a destinar estos recursos en arreglos de vivienda u otros, que no les brindarán un retorno económico, y allí empiezan las dificultades: “Esa vez saqué para negocio y me fue bien … ahora lo que saqué es para mi casa, conseguí créditos grandes y los metí a mi casa … ese ha sido el riesgo 5 que he corrido, que ya ha fracasado … sabía los riesgos pero me arriesgaba creyendo que sí iba a poder cumplir con todo” (II, 7, 8). Si bien hay capacitaciones que la entidad financiera brinda al inicio del crédito, aparentemente el acompañamiento posterior es deficiente, por lo que al crecer una actividad económica, probablemente la complejidad sobrepasa las capacidades de las mujeres, llevándolas al fracaso: “Empezamos a sacar de 50 dólares, después el segundo crédito de 100 dólares, después de 300 dólares, después ya hubo gente que quiso sacar de 500 dólares pero ya ahí fue donde ya fracasaron algunas, no pudieron pagar, porque el negocio que habían puesto ya no les rendía, quebraban, así que quedaron entrampadas y empezaron a viajar a España” (VI). Además, las capacitaciones previas al crédito se conciben como secundarias al objetivo central, que es obtener el dinero: “En los bancos sí nos daban unas capacitaciones … pero con los problemas que había uno no llega a entender nada, sólo era conseguir el dinero” (I, 6). Mientras la mujer es prestataria, las capacitaciones que ofrece la entidad financiera, son permanentes y periódicas, abarcando no sólo temas económicos, sino también de salud, alimentación u otros. Algunas entidades incluso ofrecen un seguro de salud a las prestatarias. Esto crea un vínculo entre las mujeres y la institución, que va más allá que el mero préstamo económico. d.) Estrategias de pago Los créditos que las mujeres toman en este tipo de entidades financieras, no siempre están respaldados con un plan de negocios realista que genere los ingresos que permitan a las mujeres pagar sus cuotas. En el caso de los créditos para actividades no productivas (gastos familiares, compra de bienes, pago de deudas), las mujeres confían en poder generar la cuota que deben pagar, a partir de otros ingresos, o de una disminución de sus gastos, pero no siempre con un cálculo ajustado a la realidad, pues no contemplan imprevistos que desequilibran toda su economía. Las estrategias para pagar son variadas: se toma una parte de los ingresos de la familia (ya sea la pareja o de la mujer jefa de hogar) y se la destina a la deuda, disminuyendo los gastos destinados al hogar, lo que exige el sacrificio de todos sus miembros: “Hasta puedo quedarme sin comer, pero el dinero para pagar tiene que haber sí o sí” (VII). Otras mujeres se apoyan en familiares cercanos, quienes les prestan el dinero o sencillamente cubren sus deudas: “Mis hijos me ayudan, mis 6 dos hijos que son solteros, ellos son los que me ayudan” (VI); “Tranquila, todos mis créditos gracias a Dios pagué tranquila, porque mi mamá me daba (le mandaba desde Alemania, donde había emigrado)” (V). “He trabajado fuerte para poder ir pagando poco a poco, pero no se podía … mi papá ha sacado los 1.000 Bolivianos, les ha pagado” (I, 7). Es decir, el pago de las deudas no viene necesariamente del aumento de utilidades generadas por una actividad económica que haya crecido con el apoyo del préstamo solidario. Al contrario, no sólo involucra y compromete a la prestataria, sino a su entorno familiar. En el caso en que los vínculos familiares no se constituyan en un soporte para la mujer, existen otras opciones ante la imposibilidad de pago de las cuotas del crédito, algunas formales, como préstamos en otras entidades del sistema financiero, y otras informales, como el “banco clandestino”. En el primer caso, si la persona no está en mora, existe la posibilidad de acceder a un nuevo préstamo en otra entidad financiera, lo que si bien salva el momento de pagar el crédito previo, en el mediano plazo no hace más que complicar la frágil economía de la mujer: “Para las primeras me he ido prestando de otro banco, me he metido a otro banco, he sacado ese crédito y lo he pagado esa cuota … he sacado de otro banco y he pagado la segunda cuota, ya me he aumentado en ambos, ya eran tres cuotas a distintas instituciones que tenía que depositar” (II, 10); “Me prestaba de uno y otro banco para poder pagar las cuotas, a veces no me alcanzaba y me tenía que prestar de la gente … era todo un problema ya” (I, 4). Entre los préstamos informales, están aquellos otorgados por las mismas señoras, sea del grupo solidario, u otras, que prestan el valor de la cuota por pocas horas, para que la mujer no pague las multas por retrasos. Este “crédito momentáneo” puede tener intereses de hasta el 10%: “No tenemos el monto y hay personas que prestan para un ratito … mayormente a veces de emergencias … prestan al 10% para un ratito … en eso es lo que quebramos, grave es” (II, 38, 39); “Había un clandestino donde me he metido … de una amiga” (I, 4). Estos préstamos informales prácticamente no requieren garantía, pero tienen altísimos intereses. Son otorgados por personas conocidas de las mujeres. Como puede entenderse hasta aquí, no es fácil salir de uno de estos préstamos por el sobreendeudamiento que algunas mujeres alcanzan. 7 e.) Estrategias de cobro Las entidades financieras no realizan los cobros de manera directa, pues la organización de las mujeres del grupo es la que establece las reglas para los retrasos o las moras, imponiendo duras multas. Al ser son co-deudoras, todas son responsables del pago, por lo que son ellas mismas quienes realizan las gestiones para cobrar y poder cumplir con la entidad: “Ahí decidía el grupo las multas, había multas de atraso, había multas por no llevar la cuota, o sea, el grupo era el que decidía y eso nos indicaban … que éramos todas garantes” (I, 4). Las condiciones son muy estrictas, no sólo para el pago, sino en el caso de entrar en mora: “Si se atrasa, digamos por minuto te cobran 50 centavos. Si pasas los 30 minutos, es mora … pasas la hora, ya te sacan intereses, ya es como si no hubieses ido, no hubieras cumplido con el día que tenés que pagar y ahí ya tienen todo el derecho de ir a tu casa y sacarte lo que tenés para poder pagar la deuda” (VII); “la mora ya es a partir de una hora, no porque el banco lo coloca sino porque las socias colocamos esas moras” (III, 7). De ahí que las mujeres adquieren los préstamos por “un ratito” o de bancos “clandestinos”, como se ha descrito en el punto anterior. En caso de que alguna mujer no pague su cuota el día fijado, se activan mecanismos para presionar, uno de ellos es el tomar alguno de sus bienes: “Han venido una vez a mi casa y me han sacado mi televisión, o sea, las señoras tampoco entendían, se ponían a gritar … yo con lágrimas en los ojos les pedía que no se lo lleven mi tele, pero se lo han llevado” (I, 7); “Más antes hemos visto cuando hay las reuniones, le sacan la garrafa, o el televisor, o la heladera, o cualquier cosa que dé ¿no? Al valor que ellas deben. Les sacan“ (VI). Los mecanismos de presión llegan hasta a acciones que generan una humillación al interior de la comunidad de la mujer: “Que vayamos a sus casas (de las mujeres deudoras), que vayamos a pegar papeles en su casa, que querían ir a pintar sus casas” (I, 11); “A mi puesto, donde más me encuentran y me hacen quedar más mal hasta con mis clientes, no? A veces te gritan, te insultan” (II, 57). “Después que había sacado el préstamo, fueron a pintar las paredes de nuestras casas con ‘deudoras morosas’” (IV, 78). Todo esto, ejecutado por las mismas mujeres del grupo “solidario”, el banco no necesita hacer gestiones de cobro pues las mismas mujeres garantizan que obtendrá la cuota fijada. f.) Resultados económicos para la mujer En términos de resultados económicos, en el caso de las mujeres de este estudio se ha visto que las utilidades generadas, resultantes de la 8 inversión del préstamo en su actividad económica, no son significativamente mayores a cuando no tenía el préstamo. Ninguna refiere mejoras significativas en sus utilidades a partir del crédito: “El negocio no ha estado bien, yo así pensando me doy cuenta que he sacado mucho dinero y no ha habido ningún beneficio para mi puesto … ahora por ejemplo, sigo comprando para cocinar para el día” (III, 15). Es decir, el crédito inyecta capital, pero no genera más utilidades. Sí puede generar más ingresos, pero una parte importante va al pago de la deuda y sus intereses, por lo que lo que realmente queda como utilidad a la mujer, no es significativamente mayor a aquello que percibía antes de la deuda. El préstamo parece más bien cumplir la función de un capital de trabajo, que sirve para mover la actividad económica de la mujer, pero del cual se pasa a depender: ya no se puede prescindir del mismo para trabajar y este capital se paga con intereses. Eso, sin entrar en los casos de préstamos para actividades no productivas, donde el pago es aún más difícil, o los casos de codeudoras que no pueden pagar y a quienes hay que cubrir el préstamo mancomunado. Por otro lado, existen consecuencias negativas del préstamo, y es el estar en la central de riesgo cuando existen moras, lo que cierra las puertas a todo el sistema financiero. En el ámbito informal también van perdiéndose posibilidades, ya que a las amigas o familiares de quienes se prestaron dinero, ya no pueden acudir: “Ya no me queda de dónde prestarme … por decirte mi amiga me ha prestado 1.000 Bolivianos, no puedo volver a pedirle otros 1.000 más porque le sigo debiendo, se me han cerrado todas las puertas, antes me confiaban, me prestaban, pero ahora me he visto peor” (II, 44). En una situación de imposibilidad de pagar, se acude a un nuevo préstamo en entidades financieras o a través de sistemas informales (“bancos clandestinos”), que terminan generando una espiral de deudas de las cuales se vuelve imposible salir solas. g.) Resultados sobre la mujer y la familia Los efectos del crédito alcanzan no solamente a la mujer y su actividad económica, sino que van más allá, afectando su salud física y psicológica, y sus relaciones familiares. Los créditos solidarios son vistos mayormente como una posibilidad para las mujeres, más que para los varones. Además, el destino de este crédito, generalmente es para el hogar o la actividad económica 9 que genera ingresos para el hogar. Probablemente por estas razones, muchas de las mujeres no incluyen a sus parejas en la decisión de tomar el crédito o las condiciones del mismo: “No, no le conté yo porque como él se iba a trabajar y eran mis cosas, de mujeres, digamos” (VI). Cuando el crédito se sale de las manos de la mujer, y las consecuencias empiezan a llegar a la familia (cobros, retiro de bienes), se genera un problema al interior de la misma: “Recién le he hecho saber, porque ya me llegaron, me están colgando con las deudas, así que se ha enojado … por ese caso hay problemas en mi casa, mis hijos igual, todos me reprochan para qué he hecho si no tenía plata” (II, 43). En algunos casos, se ha llegado a extremos como la separación: “La cosa es que su esposo se ha enterado y la ha botado, o sea, se ha ido la señora y más no la hemos vuelto a ver” (I, 8); “Cuando mi papá se ha enterado, me ha botado, quería que salga de mi casa porque venían a molestar” (I, 13). La situación de buscar permanentemente la forma de pagar las cuotas y la tensión de no poder encontrar los recursos, con las consecuencias que esto traerá, tienen un efecto en la salud psicológica de las mujeres: “Ya no puedes ni dormir, tenía miedo que vengan a tocar la puerta de mi casa, había señoras muy malas … por miedo no contestaba ni mi celular” (I, 12). “Sé que tengo que pagar y no te pagan, me pongo un poquito nerviosa porque no quieres fallar al grupo” (III, 19). Al final, el préstamo que toma la mujer, es un préstamo que afectará a toda la familia, con sus buenos resultados o con sus graves consecuencias. h.) Resultados sobre las relaciones en la comunidad El impacto del crédito que toma la mujer bajo el sistema “solidario” no se limita a los ámbitos económico y doméstico antes descritos. Las relaciones con los miembros de la comunidad también se ven severamente afectadas cuando hay la imposibilidad de pagar. Cuando una mujer entra en mora, se activan los mecanismos de cobro antes descritos: se retiran bienes de su domicilio, se hace saber en la comunidad que son deudoras, se las agrede verbalmente: “Una temporada me dio ganas de ocultarme, ya no podía, tenía vergüenza, me gritaban … una señora vino y me dijo ‘usted tiene que desocupar porque me puedes hacer quitar mi puesto, debes a muchas’ … he perdido la confianza y todo, es feo eso” (II, 47); “Y todos te ven, con esa cara te miran … ‘usted no tiene palabra’” (II, 58); “Las 10 señoras al principio son buenas, ya cuando fallan, ya empiezan a mostrar su cara, empiezan a protestar y a hablar mal de una” (I, 8). Las mujeres de los grupos no sólo son acosadas para obtener el pago de sus cuotas, sino que son empujadas a ejercer esa misma presión sobre otras mujeres en situación de mora: “La señora … ha empezado a tener problemas, no pagaba, a mí y a la otra garante nos exigían para que vayamos a pedirle el dinero, pero a mi me daba pena … hemos tenido que sacar (de su casa) nos sentíamos mal y eso se tenía que poner en remate … que vayamos a sus casas, que vayamos a pegar papeles en su casa, peleaban, se gritaban, todo era así, lleno de problemas” (I, 8, 11). El desprestigio que se ocasiona a las personas, tiene consecuencias muy negativas sobre los lazos en la comunidad: se rompe la confianza, se “tiene permiso” para agredir a la persona deudora, perdiéndose justamente la solidaridad en las relaciones sociales: “En el barrio también ha habido problemas, como yo no podía pagar, venían a mi puesto, a mi casa venían a cobrar, la gente salía y veía todo eso, y en realidad en el barrio a mi me han visto mal” (I, 16). El hecho de tener que pagar una deuda ajena, en los préstamos mancomunados, como es el caso de una mujer del grupo que no cubre sus cuotas, despierta en las mujeres agresividad, pues las pone en la situación de tener que enfrentar ellas mismas una situación de mora con las consecuencias que esto acarrea: problemas familiares, reclamos de la pareja o los hijos, agresiones de la comunidad. Ante esto, las mujeres optan por hacer lo que sea necesario para que quien sea deudora, cubra su pago, así sea agrediendo, tomando bienes en prenda o desprestigiando, con las tristes consecuencias en los lazos de amistad y de comunidad. V. CONCLUSIONES: Las entidades financieras de crédito solidario o crédito con educación son vistas inicialmente como instituciones cercanas a la mujer, que le facilitan el acceso a préstamos para sus actividades. La aproximación a estas entidades se da a través de amigas o familiares, con las cuales se tiene un vínculo de afecto y confianza. Una particularidad de este tipo de préstamos es que las mujeres de un grupo de préstamo fijan sus propias reglas para los casos de moras e incumplimientos, siendo sumamente estrictas en su aplicación, lo que da lugar muchas veces al rompimiento de los vínculos de afecto y confianza que las llevaron a emprender la deuda mancomunada. En muchos de los casos la inyección de los recursos provenientes del crédito, a la actividad económica de la mujer, no genera un aumento 11 de utilidades, aumento de ingresos sí, pero para pagar la deuda con sus intereses. Por lo tanto, la calidad de vida no mejora necesariamente, a lo que se suma la tensión por la propia deuda y por la condición de co-deudora de las otras mujeres del grupo. En términos económicos, el monto del préstamo se convierte en el capital de trabajo, del cual ya no se puede prescindir. Cuando las cuotas se vuelven imposibles de cubrir, se apela a otras entidades financieras o a instancias informales, como los llamados “bancos clandestinos”. En este punto, ya se vuelve prácticamente imposible salir solas de las deudas. Los efectos de la deuda y más aún, del sobreendeudamiento, alcanza a toda la familia, generando discusiones, reclamos, reproches e incluso separación. El impacto de esta situación sobre la salud psicológica de las mujeres es altamente negativo, por el estrés y tensiones que genera. A nivel de comunidad se generan otros resultados, igualmente negativos cuando se presenta la imposibilidad de pagar, pues se dañan relaciones personales, se pierde la confianza, que es el más importante articulador del tejido social, se llega a la agresión y humillación de las personas. El término “solidario” del crédito, queda vacío de contenido. Sin ninguna duda y por los contenidos descritos hasta aquí, el crédito solidario es un tema de cuidado, pues conocemos casi únicamente los resultados exitosos que nos presentan las financieras, expuestos desde su punto de vista, pero es altamente relevante conocer el impacto social de este tipo de préstamos a nivel de las comunidades y desde la experiencia de las mismas mujeres. 12