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El método y el propósito de la economía política
marxista según Isaak Illich Rubin: Nueva
evidencia documental
The Method and Purpose of Marxist Political Economy
according to Isaak Illich Rubin: New Documentary
Evidence
Daniel Gaido [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
El método y el propósito de la economía política marxista según Isaak Illich Rubin:
Nueva evidencia documental
Prohistoria, vol. 31, pp. 105-131, 2019
Prohistoria Ediciones
Recepción: 19 Diciembre 2018
Aprobación: 23 Mayo 2019
Resumen:En este ensayo analizamos las contribuciones del economista Isaak Illich Rubin (una
víctima de las purgas de Stalin) al estudio del método de la economía política marxista. El artículo
comienza analizando la contraposición que Rubin hace entre la teoría laboral del valor y la teoría
subjetiva del valor, y luego pasa a examinar el concepto de valor de uso en Marx (que es clave
para comprender la crítica de Rubin al marginalismo), las diferencias entre las teorías del valor
de Marx y de Ricardo, la distinción que Marx hizo entre los conceptos de valor y de la forma del
valor, los ensayos de Rubin sobre la teoría marxista del dinero, y su análisis del desarrollo
dialéctico de categorías en el sistema económico de Marx, que condujo a su descubrimiento de la
dialéctica de la crisis capitalista. El ensayo cierra con una descripción de la concepción de Marx
y de Rubin sobre la crítica de la economía política como la base científica del comunismo.
Palabras clave:Economía política, marxismo, marginalismo, dialéctica, crisis,
comunismo.
Abstract:In this essay we analyze the contributions of the economist Isaak Illich Rubin (a victim
of Stalin’s purges) to the study of the method of Marxist political economy. The article begins by
analyzing the counterposition that Rubin makes between the labor theory of value and the
subjective theory of value, and then goes on to analyze the concept of use value in Marx (which
is key to understanding Rubin’s critique of marginalism), the differences between the theories of
the value of Marx and Ricardo, the distinction made by Marx between the concepts of value and
the form of value, Rubin’s essays on the Marxist theory of money, and his analysis of the
dialectical development of the categories in Marx’s economic system, which led to his discovery
of the dialectics of the capitalist crisis. The essay closes with a description of Marx’s and Rubin’s
conception of the critique of political economy as the scientific basis of communism.
Keywords:Political Economy, Marxism, Marginalism, Dialectics, Crises,
Communism.
Introducción
El economista marxista Isaak Illich Rubin (Исаак Ильич Рубин), una
víctima de las purgas de Stalin, es conocido entre el público de habla castellana
sobre todo por su obra Ensayos sobre la teoría marxista del valor[1]; además
han sido publicadas en español las dos primeras secciones de su Historia del
pensamiento económico con los títulos de Los mercantilistas y Los
fisiócratas.[2] Estos dos libros establecieron sólidamente la reputación de
Rubin como uno de los principales exégetas de los escritos económicos de
Marx, tanto por su conocimiento erudito de la historia de la económica política
como por su manejo de la dialéctica, basado en un estudio detallado de los
escritos de Hegel en el original alemán.
Pero Rubin es también autor de numerosos trabajos que hasta hace poco solo
estaban disponibles en ruso, incluyendo una historia detallada de la fisiocracia
y una biografía de su principal representante, François Quesnay[3], así como de
una colección de ensayos titulada Economistas contemporáneos en
Occidente,[4] y de numerosos artículos sobre historia de la economía política y
teoría económica.[5] Recientemente hemos traducido media docena de dichos
ensayos para un volumen que editamos conjuntamente con el profesor de la
Universidad de Toronto, Richard B. Day, titulado Responses to Marx's Capital:
From Rudolf Hilferding to Isaak Illich Rubin,[6] que tiene como eje el método
de la economía política marxista. Comienza analizando, por ende, la recepción
de los tres volúmenes de El Capital y de los tres volúmenes de Teorías sobre la
plusvalía por los teóricos de la socialdemocracia alemana y austriaca, así como
por académicos que en su momento llamaron la atención de Marx y Engels,
tales como Illarion Ignat’evich Kaufman y Werner Sombart.[7] El volumen
incluye, entre otros ensayos sobre el método de la economía política marxista,
las polémicas de los marxistas con la teoría subjetiva del valor, también
conocida como teoría de la utilidad marginal o marginalismo. El propósito del
presente artículo es dar a conocer al público de habla hispana los contenidos
fundamentales de los ensayos de Rubin sobre el método y el propósito de la
economía política marxista contenidos en Responses to Marx's Capital.
La teoría laboral y la teoría subjetiva del valor
Comenzaremos nuestro análisis de los aportes de Rubin describiendo los
contenidos de su artículo sobre la “Escuela austriaca” para la Gran Enciclopedia
Soviética.[8] La teoría de la utilidad marginal (conocida hoy en día como
“microeconomía neoclásica”) se presentó como la palabra final en la ciencia
económica: un principio universal de elección, enraizado en la psicología
humana, que se basaba en una única premisa fundacional: el “valor” de
cualquier mercancía deriva exclusivamente de su capacidad para satisfacer una
necesidad humana. Una mercancía que es abundante se usará para satisfacer
necesidades menos urgentes y, por lo tanto, tendrá un precio menor; por el
contrario, un bien escaso tendrá un precio más alto porque satisfará necesidades
de mayor prioridad. Cuantas más unidades de cualquier mercancía posea un
individuo, menos va a valorar la unidad siguiente o marginal. El valor, en este
caso, se convierte en nada más que precio, y el precio no tiene un anclaje
objetivo, como lo afirmaba la teoría laboral del valor, en un único determinante
del costo: el gasto de trabajo vivo y la parte alícuota del trabajo incorporado en
el capital constante.
En el artículo que Rubin escribió para la Gran Enciclopedia Soviética, afirmó
que los rudimentos de la teoría de la utilidad marginal ya se habían desarrollado
en el siglo XVIII, pero que
“Fue en la década de 1870 que aparecieron casi simultáneamente las
obras de Carl Menger, [William Stanley] Jevons y Léon Walras, los
fundadores de la nueva escuela, entre los que Menger desarrolló más
minuciosamente la base psicológica de la teoría y Walras la base
matemática. Durante la década de 1880 [Friedrich von] Wieser y
[Eugen von] Böhm-Bawerk, estudiantes de Menger (los tres vivían en
Austria), trabajaron en detalle la teoría psicológica, que también es
llamada con frecuencia la teoría austriaca. A finales del siglo XIX se
extendió entre la ciencia universitaria burguesa en casi todos los países
del mundo.”[9]
La nueva economía que surgió del marginalismo temprano, y que
generalmente prevalece hasta nuestros días, persigue fines apologéticos del
capitalismo, mientras que la economía política marxista, como señala Rubin, es
un estudio de la historia, de las relaciones sociales, e incluso de la filosofía,
destinado a demostrar la caducidad histórica del capitalismo. El marxismo
considera al “valor” y a todas sus ramificaciones como categorías determinadas
de una fase histórica pasajera de la producción mercantil, mientras que la
“economía”, en su significado burgués actual, trata la producción mercantil
como un orden natural cuyo origen y destino están más allá del alcance de la
investigación. La teoría austríaca del marginalismo, con su individualismo
ontológico y su teoría del valor puramente subjetiva, era por lo tanto la antítesis
del análisis marxista.
Con tales cuestiones fundamentales en disputa, era de esperar que los
marxistas ofrecieran una respuesta vigorosa.[10] Las críticas marxistas
tempranas más conocidas del marginalismo son La crítica de Böhm-Bawerk a
Marx de Rudolf Hilferding[11] y el libro de Nikolai Bujarin, La economía
política del rentista (Crítica de la economía marginalista).[12] Dado que ambas
han sido traducidas al castellano, y que resumir estos trabajos va más allá del
alcance de este ensayo, nos limitaremos a referir al lector a las mismas y a
sintetizar los contenidos del ensayo de Rubin sobre la “Escuela austriaca” para
la Gran Enciclopedia Soviética.
El tema central de todos los escritos de Isaak Rubin es que las relaciones
sociales históricamente formadas entre las personas en el proceso de producción
son el verdadero objeto de estudio de la economía política. En consecuencia, el
marxismo se centra en el surgimiento dialéctico de las formas económicas,
utilizando la historia económica y el desarrollo de los medios de producción
para iluminar ese análisis. Mientras que el marxismo comienza con el todo
social, lo analiza hasta llegar a sus elementos constituyentes (la mercancía como
“célula” de la sociedad burguesa) y luego lo reconstruye concretamente en el
pensamiento como una totalidad contradictoria, la teoría psicológica del valor
busca las “causas finales” de los cambios de los precios en los juicios de utilidad
marginal emitidos por individuos singulares. El resultado, según el análisis de
Rubin, es una serie de problemas que involucran: a) cómo determinar el valor
conjunto de una serie de unidades, cada una de las cuales tiene una utilidad
marginal decreciente; b) cómo determinar el precio de los medios de
producción, cuando su valor se considera derivado de los diferentes valores de
las cosas que dichos medios de producción pueden utilizarse para producir; c)
cómo asignar valores discretos a dos o más medios de producción que pueden
usarse para producir una mercancía en particular; y d) cómo explicar el valor
de cambio y la ganancia.
Rubin demuestra que Marx estaba perfectamente familiarizado con el hecho
de que la demanda total disminuye con un aumento en el precio y que la oferta
aumenta, lo que permite una representación diagramática de lo que
comúnmente se conoce como las “curvas” de oferta y la demanda. Rubin pasa
entonces a explicar estos fenómenos estrictamente en términos de la teoría
marxista del valor, observando que los escritores de la escuela marginalista se
olvidan de preguntar por qué cambian los precios, y solo analizan cómo lo
hacen. Preguntarse por qué cambian los precios es volver a las categorías de la
teoría de la teoría laboral del valor de Marx. Dado que el subjetivismo
marginalista no agrega nada a nuestra comprensión de las causas de la
determinación de los precios, Rubin concluyó que su significado real debía ser
explicado en términos políticos de clase. La escuela de economía austriaca es
“una tendencia teórica que se corresponde con la ideología de la
burguesía en la época de la declinación del capitalismo, un momento en
el que cualquier estudio objetivo de las tendencias del desarrollo social
lleva a la conclusión de la destrucción inevitable de la economía
capitalista. En esta época, el método objetivo, social e histórico (cuyo
núcleo fue establecido por los clásicos, como los principales ideólogos
de una burguesía joven y progresista) se convierte en propiedad
exclusiva de la teoría económica marxista, mientras que la ciencia
burguesa apela al método subjetivo, psicológico y anti-histórico. La
supuesta "naturaleza" psicológica inmutable del hombre llega a servir
como punto de partida para la investigación teórica y como argumento
para la imposibilidad de una economía socialista. No es de extrañar que
la escuela austríaca haya lanzado una celosa polémica contra el
marxismo y haya disfrutado de un éxito rápido y clamoroso entre los
estudiosos burgueses, que han visto en ella... un arma teórica afilada
para la lucha contra el marxismo y el socialismo.”[13]
El concepto de valor de uso en Marx
En su ensayo sobre “La enseñanza de Marx sobre la producción y el
consumo”, Rubin señaló que, aunque Marx no analizó sistemáticamente la
relación entre producción y consumo en un texto en particular, dicha relación
es sin embargo esencial “para una comprensión adecuada de los fundamentos
metodológicos de toda la teoría económica de Marx”. Rubin agregaba, sin
embargo, que los puntos de vista de Marx sobre el tema habían “atraído la
atención no tanto de los marxistas como de los críticos de Marx, quienes, con
una monotonía considerable, han repetido el argumento de que Marx ignoró el
proceso de consumo de los productos y olvidó la existencia del valor de
uso”.[14] Rubin descartó este argumento y lo atribuyó a la preocupación
marginalista por los juicios individuales de utilidad, que supuestamente
determinan el valor de una mercancía.
Marx, por el contrario, siempre consideró el valor de cambio en términos
objetivos y trató al consumo como un momento en el proceso de reproducción
como un todo. En su crítica del marginalismo, Rubin objetó que los austríacos
excluían del análisis económico a las clases sociales; reemplazaban a la forma
capitalista de la economía por la “actividad económica pura”; transformaban a
la sociedad en “una agregación de Robinson Crusoes individuales”; afirmaban
que “las fuerzas motrices de la economía son las experiencias psicológicas y las
motivaciones de los individuos como consumidores”; transferían el eje de la
investigación de la esfera de la producción al consumo; e ignoraban así la
dinámica de la economía capitalista y sus tendencias de desarrollo.[15] Rubin
rechazó esta indiferencia al contexto social, enfatizando que las “necesidades”
humanas son un producto de la historia y evolucionan junto con el trabajo
humano.
El incentivo inmediato para el estudio de Rubin provino de la publicación de
secciones de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 de Marx, que
aparecieron en 1927 por iniciativa de David B. Riazanov, amigo íntimo de
Rubin y director del Instituto Marx-Engels. Estos cuadernos, que Marx escribió
para uso personal como trasfondo para La sagrada familia (1845), demuestran
más claramente que cualquier otra fuente la deuda de Marx con Hegel y también
con la reinterpretación antropológica que Ludwig Feuerbach hizo de la
dialéctica hegeliana de la objetivación y de la alienación.
Rubin comenzó señalando que Feuerbach reemplazó la comprensión idealista
de Hegel de la “necesidad” por las necesidades naturales del hombre. Pero Marx
fue más allá de Feuerbach, como comentó Riazanov, al “desarrollar aún más
todos los elementos revolucionarios de la dialéctica hegeliana”. Marx preguntó
cómo la naturaleza activa del hombre se manifiesta en el trabajo –en “la
actividad concreta de la autoobjetivación”[16]– y cómo las cosas creadas para
satisfacer las necesidades actúan a su vez sobre el productor, enriqueciendo sus
sentidos y sus necesidades como un ser social históricamente cambiante. Marx
vio desarrollarse las necesidades con la división social del trabajo en el proceso
histórico de producción social: “la historia de la industria y la existencia, que
se ha hecho objetiva, de la industria, son el libro abierto de las fuerzas humanas
esenciales, la psicología humana abierta a los sentidos”.[17]
Partiendo de las leyes generales del desarrollo de las necesidades, Marx
analizó las necesidades y el consumo en la sociedad productora de mercancías.
La división del trabajo implica la satisfacción de las necesidades a través del
intercambio, con el resultado de que cada individuo se esfuerza por despertar
nuevas necesidades en el otro. Marx escribió que “cada cual trata de crear una
fuerza esencial extraña sobre el otro, para encontrar así satisfacción a su propia
necesidad egoísta”.[18] Rubin señala el “despertar artificial de los deseos,
fantasías y caprichos refinados, antinaturales e incluso imaginarios”.[19] El
refinamiento de las necesidades, que tiene el potencial de promover la cultura
y la sensibilidad humana, resulta en cambio deshumanizante cuando el
consumo fastuoso de los ricos es acompañado por la degradación de las
necesidades humanas entre los trabajadores.[20]
En los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Marx ya interpretó el
consumo y el desarrollo de las necesidades con referencia a las clases sociales,
pero todavía tenía que proporcionar una explicación histórica de la relación
entre las necesidades y la producción. En este punto, Rubin recurrió a La
ideología alemana, en la que Marx describió la producción de nuevas
necesidades como “el primer hecho histórico”.[21] Mientras que los
economistas burgueses suponen que existe una totalidad de necesidades por
adelantado y completamente independientes de los medios para satisfacerlas,
Marx relacionó la producción de necesidades con el desarrollo de los medios
de producción. Rubin enfatizó que las “necesidades” humanas no pueden ser
concebidas como los caprichos subjetivos de los consumidores. En otras
palabras, como ocurre con los medios de producción en desarrollo y con las
formas cambiantes de las relaciones de producción, las “necesidades” humanas
son siempre un producto de la historia. Considerando al instrumento de trabajo
como “el vínculo mediador entre el hombre y la naturaleza”, Rubin observó que
“Marx enfatiza la enorme importancia del instrumento del trabajo tanto en el
proceso de desarrollo de la actividad productiva del hombre como en el proceso
de desarrollo de las necesidades humanas”.[22]
El siguiente texto importante de Marx que Rubin consideró en su análisis de
la evolución de las necesidades humanas es Contribución a la crítica de la
economía política (1859). Con la conexión histórica entre las necesidades y la
producción establecida, la siguiente pregunta se refería al intercambio y la
distribución. En una sociedad productora de mercancías, el propósito inmediato
de la producción se convierte en el valor de cambio en lugar del valor de uso.
La producción y el consumo comienzan a separarse al mismo tiempo que
permanecen conectados. Aquí la mercancía aparece como una unidad inmediata
de valor de uso y valor de cambio; sin embargo, ambos siguen siendo
determinaciones contradictorias: la mercancía es un valor de uso, pero no es
directamente un valor de uso. Marx explicó que “si la mercancía sólo puede
devenir en cuanto valor de uso al realizarse como valor de cambio, por otro lado
sólo podrá realizarse como valor de cambio si en su enajenación se acredita
como valor de uso”.[23] Mostrando cómo la forma mercancía necesariamente
implica la mediación a través de la "forma absoluta" del valor de cambio, o del
dinero como la mercancía universal, Rubin sigue a Marx al distinguir el circuito
C-M-C del circuito M-C-M. En una importante nota al pie, señala que el análisis
de Marx sobre la naturaleza dual de la mercancía era una reminiscencia directa
de la dialéctica de Hegel del Ser y la Nada:
“Hegel considera primero el “ser” y luego la “nada”, para
reconciliarlos posteriormente en “el devenir” (das Werden). Marx sigue
el mismo esquema: primero considera tanto al valor de uso como al
valor de cambio como un ser; luego viene la contradicción de su ser,
seguida por la exploración de su devenir, es decir, el proceso del
movimiento real de las mercancías en el intercambio. La similitud con
los esquemas de Hegel también se puede observar en otro punto: el valor
de uso y el valor de cambio se consideran inicialmente como
determinaciones aisladas; luego entran en una conexión externa, y cada
una es considerada como el medio externo para la realización de la otra.
Luego viene la interpenetración de estos opuestos cuando adoptan la
forma de mercancía y de dinero.”[24]
Rubin luego sigue analizando, a través de varios niveles de complejidad, la
relación entre producción y consumo en la sociedad capitalista. En una sociedad
productora de mercancías, el propósito inmediato de la producción pasa a ser el
valor de cambio en lugar de valor del uso. La producción y el consumo
comienzan a separarse al mismo tiempo que permanecen conectados. La
primacía del valor de cambio por sobre el valor de uso se hace más evidente en
la sociedad capitalista. En la producción simple de mercancías, el objetivo final
del artesano era satisfacer sus necesidades. Ahora los dos momentos del proceso
de reproducción se separan aún más, al mismo tiempo que permanecen
necesariamente conectados a través de la demanda del mercado. La demanda, a
su vez, asume un carácter determinado por la distribución de clase de los
ingresos. El desarrollo de la producción crea necesidades crecientes tanto para
los artículos de consumo como para los medios de producción, pero existe una
“ley inherente a la economía capitalista que mantiene el consumo de los
trabajadores a un nivel bajo frente al crecimiento gigantesco de la productividad
del trabajo”. El consumo permanece determinado por la producción y por las
formas sociales en que se produce, y no “por las necesidades y por la voluntad
arbitraria de los individuos separados”.[25]
A Marx no le interesaba la utilidad subjetiva del trabajo ni la utilidad objetiva
del producto, sino las relaciones de producción entre las personas. Habiendo
establecido ese principio metodológico, Rubin luego describe las diversas
formas en que el valor de uso figura en “las determinaciones de forma
económicas” (die ökonomischen Formbestimmungen), pasando del cambio
inicial de forma de la mercancía, a través del intercambio, a las formas
constantes y variables del capital, que Marx distingue en términos de sus
respectivas funciones sociales más que de cualquier diferencia materialtécnica.[26]
En los esquemas de reproducción del tomo II de El Capital, la forma natural
de los productos tuvo que ser considerada al examinar las relaciones entre los
dos sectores de la producción (el sector I, productor de medios de producción,
y el sector II, productor de artículos de consumo), pero nuevamente Rubin
enfatiza que Marx se interesó principalmente en la estructura social del proceso
de reproducción, no en los valores de uso concretos. Marx también atribuyó una
importancia única al “valor de uso formal” del dinero, así como al valor de uso
peculiar de la fuerza de trabajo para el capitalista (su capacidad, como trabajo
abstracto, de crear plusvalor), pero lo hizo para explicar al capitalismo como
una forma social de relaciones de producción.[27]
La tesis de Rubin es que el valor de uso, aunque nunca está ausente de la obra
de Marx, siempre debe considerarse en un contexto histórico y no puede
considerarse como “un objeto independiente para la investigación en economía
teórica”[28]:
“El proceso de producción capitalista es una unidad del proceso de
trabajo (es decir, el proceso de producción de valores de uso) y del
proceso de producción y expansión del valor. La economía política toma
este último aspecto del proceso de producción, es decir, el proceso de
producción y expansión de valor, como el sujeto especial de su
investigación. Pero el proceso de expansión del valor representa la
forma que asume el proceso de producción de productos o de valores de
uso. Por lo tanto, este último proceso es siempre una parte de nuestra
investigación, aunque no como un objeto independiente para el análisis
de esta ciencia sino como otro aspecto del proceso único de
reproducción, que estudiamos como la “estructura social de la
producción” (Lenin). De ello se desprende que el valor de uso se incluye
en el ámbito de nuestra investigación sólo en la medida en que sea
necesario para comprender el proceso de producción y expansión del
valor.”[29]
La teoría del valor en Marx y en Ricardo
En su ensayo “Características fundamentales de la teoría del valor de Marx y
cómo difiere de la teoría de Ricardo”, Rubin abordó una dualidad relacionada a
la dualidad entre valor de uso y valor –la que existe entre el trabajo concreto y
el trabajo abstracto– para establecer una distinción similar entre Marx y Ricardo
en términos de sus respectivas teorías del valor: “Es precisamente en el ‘carácter
dual del trabajo’ que Marx vio el elemento central de su teoría del valor... El
carácter dual del trabajo refleja la diferencia entre el proceso material-técnico
de producción y su forma social. Esta diferencia... es la base de toda la teoría
económica marxista, incluida la teoría del valor”.[30]
Así como la teoría de la utilidad marginal enfatizaba los valores de uso
concretos en lugar de la “forma” del valor, Ricardo estudió el proceso materialtécnico de producción, y particularmente el resultado de los cambios en la
productividad del trabajo, sin hacer referencia a la “forma social” particular de
las relaciones de producción capitalistas. Mientras Adam Smith estaba al tanto
de las etapas históricas, pasando de la Era de los Cazadores a la de los Pastores,
luego a la de la Agricultura y finalmente a la del Comercio[31], que consideraba
como la más apropiada para el florecimiento de la naturaleza humana, Ricardo
condujo a la economía política en una dirección diferente, al tomar las
relaciones capitalistas como dadas y ubicadas más allá del alcance de la
investigación. Marx, por el contrario, enfatizó que la economía política
presupone la sociedad capitalista como su objeto de estudio, y que las categorías
económicas resultantes son exclusivamente las de la formación social
capitalista.
Con pocas excepciones, tales como Richard Jones y más tarde la escuela
histórica alemana[32], la falta de interés de Ricardo por la historia se convirtió
en una característica común de la teoría económica burguesa, que culminó en
la preocupación de los marginalistas por una lógica universal de determinación
de precios a través de juicios subjetivos e individuales.
Mientras que Marx fue el sucesor de Ricardo en términos de ver al trabajo
como el contenido del valor, fue mucho más allá de Ricardo en su
diferenciación entre el trabajo concreto y abstracto, y en el tratamiento
resultante del valor como una forma histórica específica, una forma social cuyo
contenido es trabajo concreto que ha sido abstraído.
Rubin evalúa la teoría económica de Marx con referencia a las
“determinaciones de forma” en su contexto histórico. La lógica dialéctica de la
obra de Marx aprehende en la teoría la sucesión lógica de las relaciones de
producción que surgen de las contradicciones fundamentales de la producción
y del intercambio de mercancías. Marx enfatizó en la Contribución a la crítica
de la economía política que la economía política presupone la sociedad
capitalista como su sujeto, y que las categorías económicas resultantes son
exclusivamente las de la formación social capitalista. El trabajo y los medios de
producción ciertamente son anteriores al capitalismo, pero cuando Marx escribe
sobre el trabajo y los medios de producción, su preocupación es el trabajo
asalariado y los medios de producción que son propiedad del capital. Las
categorías de la economía política son “abstracciones” que son “producto de
condiciones históricas” y que “poseen plena validez sólo para estas condiciones
y dentro de sus límites”.[33]
En términos de lógica, Hegel también creía que el todo está implícito en las
partes y que, por lo tanto, puede deducirse de ellas. En el análisis de Marx, esto
significa que todas las contradicciones del capitalismo están implícitas en la
contradicción fundamental de la mercancía. Rubin sigue a Marx al enfatizar que
el trabajo individual concreto, en una sociedad productora de mercancías, solo
puede convertirse en trabajo social a través de un proceso de abstracción que da
origen a la dialéctica de la reificación o cosificación de las relaciones sociales,
como producto del fetichismo de las mercancías. El “valor” es una forma social,
cuyo contenido es trabajo concreto que ha sido abstraído.
“La igualación de todos los tipos de trabajo a través de la igualación en
el mercado de todos los productos del trabajo como valores: esto es lo
que Marx entiende por el concepto de trabajo abstracto. Y dado que la
igualación del trabajo a través de la igualación de las cosas resulta de
la forma social de la economía mercantil, en la cual no hay una
organización social directa y una igualación directa del trabajo, se
sigue que el trabajo abstracto es un concepto social e histórico. El
trabajo abstracto no expresa una igualdad fisiológica de los diversos
tipos de trabajo, sino más bien la igualación social de los diversos tipos
de trabajo que ocurre en la forma específica de la igualación, a través
del mercado, de los productos del trabajo como valores.”[34]
El valor, el dinero, el capital y las otras diversas categorías de economía
política son, por un lado, relaciones entre las personas, pero también son
simultáneamente “cosas” que han adquirido una existencia social-funcional. El
valor de cambio no es la propiedad inherente a un producto útil del trabajo
humano, ni el trabajo asalariado es la forma natural de la actividad productiva
humana. Sin embargo, el requisito de que el trabajo se vuelva abstracto para
aparecer como trabajo social también implica la consecuencia de que las formas
sociales resultantes parecen ser reales y concretas. “Esta
‘reificación’[35] consiste en el hecho de que la cosa, con respecto a la cual las
personas entran en una cierta relación entre ellas, cumple la función social
especial de unir a las personas, la función de mediador o ‘portador’ de la
relación de producción particular entre personas”.[36]
Era perfectamente comprensible que la economía política clásica tratara las
formaciones sociales anteriores como “obsoletas” o “artificiales”. El
capitalismo parecía ser “racional” y “natural” precisamente porque respondía,
al menos por un tiempo, a la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas.
En ese sentido, las formas sociales de reificación (cosificación) se hicieron
objetivamente necesarias. Las comunidades humanas anteriores mediaron
diversas actividades laborales humanas a través de la cultura, el consenso o
alguna autoridad social reconocida. El capitalismo, por el contrario, depende
del papel regulador de la ley del valor. Marx creía que la reificación solo
terminaría cuando los productores asociados socializaran los medios de
producción y planificaran conscientemente sus propias actividades laborales.
Mediante el ejercicio de la previsión consciente, todos los elementos del trabajo
social se volverían entonces concretos y verdaderamente racionales.
Rubin concluye que, si bien Marx fue el sucesor de Ricardo en términos de
considerar al trabajo como el contenido del valor, también fue mucho más allá
de Ricardo en su diferenciación entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto,
y en el tratamiento resultante del valor como forma histórica específica. Con su
elaboración del “carácter dual” del trabajo y del valor, Marx, más que completar
la teoría de los clásicos, se convirtió en el creador de una teoría económica
completamente nueva.
El valor y la forma del valor
En su ensayo “Hacia una historia del texto del primer capítulo de El capital
de Marx” Rubin llevó a cabo un análisis textual detallado de la teoría del valor
desarrollada por Marx en la Contribución a la crítica de la economía política y
en el Capítulo I (“La mercancía”) de El capital, utilizando las Teorías sobre la
plusvalía para mostrar vínculos de conexión importantes entre las ideas
contenidas en ambos trabajos.
En general, la Contribución a la crítica de la economía política es considerada
una obra precursora de El capital. Siendo este el caso, el problema que plantea
Rubin es cómo y por qué las dos obras difieren tan sustancialmente cuando
comparamos las exposiciones que en ellas hace Marx de la teoría del valor. Que
Marx no estaba satisfecho con su versión preliminar en la Contribución a la
crítica de la economía política queda demostrado por el hecho de que reescribió
dicho trabajo en los primeros tres capítulos de El capital, a lo que también
añadió numerosas revisiones del primer capítulo en la segunda edición. La
razón, según Rubin, es que en la Contribución a la crítica de la economía
política “Marx todavía no estableció una distinción clara entre el valor y el valor
de cambio... la Contribución a la crítica de la economía política aún carece de
una exposición del desarrollo de los polos de la expresión del valor (es decir, la
forma relativa de valor y la forma de equivalente) y del desarrollo de la forma
de valor (es decir, las formas de valor simple, total o desplegada, general y
monetaria)”.[37]
En la Contribución a la crítica de la economía política, Marx aún no distinguía
estrictamente el contenido del valor de la forma de valor, por lo que trató el
valor de cambio cuantitativamente, mientras que en El capital agregó al análisis
una dimensión cualitativa. Rubin demuestra este punto haciendo referencia a la
distinción entre la “relación de valor” (Wertverhältnis) –que relaciona la
cantidad de trabajo materializada en un producto con la cantidad de trabajo
materializada en otro– y la “expresión de valor” (Wertausdruck), en la que el
valor de una mercancía se expresa en términos del valor de uso de otra
mercancía. En el último caso, la primera mercancía asume la “forma relativa”
y la segunda la “forma de equivalente”, una diferencia cualitativa que apunta
claramente al valor de cambio mismo como una “forma” de valor. Ambos
términos de la ecuación todavía contienen la misma cantidad de trabajo
materializado, su “denominador común”, pero Rubin enfatiza que el cambio de
forma en la “expresión de valor” pone en movimiento “la transformación
dialéctica (lógica e histórica) de una forma de valor en la otra”.[38] Es la
distinción “polar” en El capital entre la forma de valor “relativa” y la
“equivalente” la que apunta al surgimiento del dinero, como el equivalente
universal, y a la distinción de Marx entre trabajo concreto y trabajo abstracto.
La necesidad de distinguir entre trabajo concreto y trabajo abstracto surgió
del hecho de que Ricardo no diferenció entre valor y valor de cambio. Como
comenta Rubin, “el desdoblamiento de las mercancías en mercancía y dinero le
parecía un acto puramente formal y externo”.[39] El resultado, sin embargo,
fue que Ricardo creó un “abismo infranqueable” entre el valor y el valor de
cambio, lo que llevó a Samuel Bailey, un crítico de Ricardo, a argumentar que
la teoría laboral del valor no tenía sentido. Bailey pensó que el valor de una
mercancía se mide en términos de la cantidad de cualquier otra mercancía por
la que es intercambiada. Hay tantos tipos de valor como mercancías, y todos los
valores son puramente relativos: “Una cosa no puede ser valiosa en sí misma
sin referencia a otra cosa, de la misma manera que una cosa no puede ser
distante en sí misma sin referencia a otra cosa”.[40] El resultado de este
razonamiento, como objetó Marx, era que el valor de cambio es “algo
contingente y puramente relativo”.[41] En ese caso, señala Rubin, no podría
existir ninguna ley objetiva que rigiera los fenómenos de cambio: “Si nuestro
objetivo es revelar la sujeción de los fenómenos de cambio a la ley [económica],
no podemos considerar al valor de la mercancía como algo fortuito y arbitrario,
establecido nuevamente con cada acto de intercambio de una mercancía
determinada por otra mercancía concreta”.[42]
Rubin explicó que la estructura del argumento de Marx en El Capital, a
diferencia de la argumentación en Contribución a la crítica de la economía
política, resultó de la necesidad de abordar dos desafíos simultáneamente: Marx
tuvo que responder a las críticas de Bailey a Ricardo, y al mismo tiempo aclarar
la confusión que Ricardo mismo dejó. La diferencia entre Ricardo y Bailey fue
que “el primero ignoró la forma de valor, mientras que el segundo pensó que
era posible prescindir del concepto de valor”.[43] Rubin resumió sus
argumentos como sigue:
“Mientras los clásicos concentraron su atención en el valor y
consideraron la forma de valor como algo externo e intrascendente,
Bailey cayó en el error opuesto. Dirigió su atención principalmente a la
multiplicidad de expresiones de valor e imaginó “haber destruido,
mediante esa referencia a las múltiples y diversas expresiones relativas
del valor de una misma mercancía, toda definición del valor”.[44] Para
refutar los ataques de Bailey, que amenazaban toda la teoría laboral del
valor, Marx tuvo que hacer una clara distinción entre el “valor” y las
“expresiones de valor”, distinción de la que lógicamente siguió la
necesidad de proporcionar análisis separados del valor y del valor de
cambio. Pero sólo fue posible finalmente superar las críticas de Bailey
llenando el vacío dejado por Ricardo.... A diferencia de los clásicos,
[Marx] complementa la teoría del valor con la teoría de “la forma de
valor o el valor de cambio”, que aparece en la tercera sección del mismo
capítulo [“Capítulo I: La mercancía”]. La necesidad de organizar la
investigación en estas dos direcciones opuestas es lo que explica la
estructura única del primer capítulo de El capital.”[45]
La teoría marxista del dinero
Los “Ensayos sobre la teoría del dinero de Marx” de Rubin son una
continuación de los Ensayos sobre la teoría marxista del valor[46], ya que
siguen el camino de Marx de la teoría del valor a la teoría del dinero: la sección
primera del libro primero de El capital se titula “Mercancía y dinero”, e incluye
tres capítulos titulados: “La mercancía”, “El proceso de intercambio” y “El
dinero, o la circulación de mercancías”. Rubin no completó este proyecto,
probablemente porque los crecientes ataques políticos a sus ensayos previos lo
convencieron de que no había posibilidad de publicar su trabajo sobre la teoría
del dinero, de modo que los “Ensayos sobre la teoría del dinero de Marx” fueron
publicados por primera vez en 2011 gracias a su familia, que preservó el trabajo,
y a Lyudmila L. Vasina, quien lo editó para su publicación.
Rubin presupone, como Marx, que el todo es lógicamente anterior a las partes.
Comenzar con el “valor” de una “mercancía” es presuponer la totalidad de una
sociedad productora de mercancías (una etapa particular de la historia, una
forma particular de propiedad, una distribución particular de clases sociales,
etc.) cuya forma celular debe ser determinada mediante el análisis y cuyas
contradicciones deben entonces ser reconstruidas mediante el desarrollo
dialectico de las categorías de la economía política.
La teoría del dinero comienza con la teoría del valor, y Rubin introduce su
comentario sobre esta última especificando que Marx estaba haciendo
abstracción de la circulación completamente desarrollada de las mercancías,
pero al mismo tiempo tomándola como presuposición de su análisis. En su
primera página, Rubin dice que “la teoría del dinero resulta de la teoría del valor
pero, al mismo tiempo, la teoría del valor no se puede construir sin la teoría del
dinero”.[47] Esto es importante porque, si Marx no hubiera presupuesto el
dinero como el medio de la circulación desarrollado de las mercancías, habría
tenido que comenzar con el intercambio de dos artículos in natura –es decir,
con dos productos que no sean mercancías–, en cuyo caso podría tener sentido
decir, como lo hacían los marginalistas, que “dicho intercambio puede estar
regulado por las necesidades individuales de los participantes y por su
evaluación subjetiva de la utilidad relativa de los productos”.[48] Solo
comenzando explícitamente con la producción mercantil –la producción de
cosas útiles para la venta– fue posible para Marx “eliminar de antemano la
forma psicológica individual de plantear la pregunta (es decir, el valor de uso)
y desde el principio definir el tema de su investigación, el valor de cambio,
como un objeto que pertenece al mundo social, como una función o forma social
del producto del trabajo”.[49]
Rubin señala que comenzar con la “mercancía” es presuponer la existencia
de períodos anteriores de producción, la necesidad de una ecuación
generalizada de las mercancías como la única forma de conexión social entre
productores de mercancías formalmente disociados pero conectados
materialmente, el papel de la igualación de las mercancías en el desplazamiento
del trabajo entre las diferentes ramas de la producción (es decir, la función del
valor de cambio como regulador de la distribución del trabajo social), y,
finalmente, la modificación del valor de cambio de las mercancías como
producto de los cambios en la productividad del trabajo social, todo lo cual
muestra cuán absurdo es intentar generar una teoría de la determinación de los
precios a partir de juicios individuales de utilidad marginal.
La mercancía, al ser un atributo de un “mundo social” particular, también es
necesariamente una de las formas de este último: es una “forma social” de las
relaciones de producción entre las personas, el hilo conductor que recorre todo
el trabajo de Rubin. Los críticos marginalistas de Marx, escribe Rubin,
mostraron una “impotencia total” al tratar de combinar el “psicologismo
subjetivo” con el “naturalismo objetivo”, mientras que Marx vio que la
producción mercantil solo puede entenderse adoptando el método dialéctico, el
cual, al ser utilizado para examinar la estructura de la sociedad productora de
mercancías es, al mismo tiempo, un “método sociológico”. La economía
política determina analíticamente su categoría fundamental y luego reconstruye
sintéticamente su objeto de estudio, pasando, en este caso, del trabajo social a
la teoría desarrollada del dinero.
Cuando aborda directamente por primera vez la cuestión del dinero, Rubin
proporciona un esbozo de sus ensayos que es útil tener en cuenta:
“El examen del mecanismo de dependencia social entre la ecuación del
trabajo y la ecuación de las mercancías... constituye el objeto de estudio
de la teoría marxista del valor, que es la primera etapa de nuestra
investigación. Después de mostrar cómo la ecuación del trabajo adopta
la forma de la ecuación generalizada de las mercancías, Marx se aboca
al análisis de este último proceso, mostrando que la ecuación
generalizada de las mercancías sólo es posible en la medida en que
todas sean equiparadas con una sola mercancía, que adquiere el
carácter de dinero. Esta es la teoría del origen y de la función social del
dinero, o la segunda etapa del estudio. Sólo después de eso es posible
considerar las propiedades individuales del dinero como resultados
finales del proceso de circulación, que al principio parecen ser
independientes de este último e inherentes al dinero mismo. Esta es la
teoría de las funciones del dinero, o la tercera etapa de la investigación.
En otras palabras, estas tres etapas de la investigación pueden
caracterizarse como la doctrina 1) del valor o de la mercancía; 2) de la
transformación de la mercancía en dinero; y 3) del dinero en sí.”[50]
Unos párrafos después, Rubin ofrece más detalles cuando resume el orden del
razonamiento de Marx:
“Del fenómeno concreto del dinero es necesario descender a la
ecuación de las mercancías o la forma de valor, y desde esta última es
necesario descender aún más a la doctrina del contenido del valor o del
trabajo social. El primer nivel de la investigación conduce del trabajo
social (o el contenido del valor) a la forma de valor; el segundo, de la
forma de valor al dinero; y el tercero trata del dinero como el resultado
final. Como vemos, los distintos niveles de análisis pasan gradualmente
de uno a otro, ya que el enlace final de cada uno es el primer enlace del
siguiente. El vínculo que conecta la teoría del valor con la teoría del
dinero es la doctrina de la forma de valor.”[51]
Marx comienza dejando de lado las intenciones subjetivas de los participantes
en el intercambio. Todas las mercancías son cualitativamente iguales en
términos de la unidad de su función social como productos del trabajo, pero
para que el intercambio tenga lugar deben superar su desigualdad como valores
de uso, deben ser equiparadas en términos del trabajo abstracto y socialmente
necesario que representan, o sea, de su propiedad común como valor de cambio.
Dado que el intercambio es siempre, como enfatiza Rubin, una relación de
producción entre las personas, ¿cómo se relacionan los participantes en el
proceso de intercambio entre sí? Si no están haciendo juicios sobre la base de
la utilidad marginal, ¿cómo está estructurado el acto de intercambio?
Formalmente, las partes participan del acto de intercambio en pie de igualdad,
pero al propietario individual de la mercancía le parece que su propia voluntad
es pasiva y que está subordinada a la del comprador, quien, como sugiere la
teoría de la utilidad marginal, emite activamente un juicio acerca del valor de
la mercancía. Pero en realidad la pregunta es irrelevante.
En términos de Marx, la ley del valor significa que el proceso de intercambio
establece su propia ley. Marx habló de una sociedad de productores de
mercancías conectados a través del movimiento de las cosas. Rubin comenta
que “detrás de la forma supuestamente ‘metafísica’ de la doctrina sobre la
naturaleza dual de la mercancía, encontramos un análisis sociológico de las
relaciones de producción entre los productores de mercancías”.[52] La forma
general de intercambiabilidad implica el dinero, como la medida universal del
trabajo abstracto y del valor de cambio, y el dinero, a su vez, ahora aparece
como el verdadero “portador” reificado de la relación económica: “La
mercancía que cumple la función de iniciador activo de las relaciones de
intercambio entre productores de mercancías, es decir, que posee la capacidad
de intercambiabilidad universal directa con cualquier otra mercancía, es el
dinero”.[53]
Rubin señala que la ley del valor y la circulación de mercancías mediada por
el dinero también son “medios de coerción”:
“El dinero es un “poder social” que se convierte “en poder privado,
perteneciente a un particular” y mide “la riqueza social de su
poseedor” (Marx 1867, pp. 161-162). El acto de intercambio “libre”,
que presupone formalmente la igualdad absoluta de ambos
participantes, de hecho reside en la iniciativa de uno de ellos, el
propietario del dinero. Esto es lo que supera la limitación y la
restricción del proceso de intercambio fundado en la correspondencia
de las voluntades de dos contrapartes. La base de la sociedad mercantil
es la “relación jurídica, cuya forma es el contrato”, pero “el contenido
de tal relación jurídica o relación entre voluntades queda dado por la
relación económica misma”.[54] La relación económica de
intercambio, que se completa con el desarrollo del dinero, introduce la
conformidad a la ley económica y la constancia en un sistema de
relaciones jurídicas basado en la correspondencia de las voluntades
individuales de diferentes personas.”[55]
El dinero establece quién es el elemento pasivo y quién es el elemento activo
en el acto de intercambio. La producción mercantil implica un “acuerdo libre”
y una “coincidencia de voluntades” que puede ser iniciada por cualquiera de las
partes en el intercambio, siempre que uno sea el poseedor de dinero o de un
producto que sea libremente intercambiable por dinero de acuerdo con la ley
del valor. Rubin escribe:
“La aparente libertad de “motivación” por parte de productores de
mercancías separados presupone necesariamente una “limitación”
(restricción, constreñimiento) objetiva de la acción por parte de todos
los productores de mercancías en su conjunto: la primera, sin la última,
haría el proceso social de producción imposible al transformar a la
sociedad en un caos de actividades descoordinadas y entrecruzadas
llevadas a cabo por personas individuales.”[56]
Con un análisis exhaustivo de la historia y de las categorías del dinero y del
intercambio, Rubin guía a su lector a través de los tres primeros capítulos de El
capital, que termina en el punto donde Marx pasa de la acumulación de dinero,
como atesoramiento, a la transición a la siguiente categoría superior, el capital.
El “producto último de la circulación de mercancías”, escribió Marx al
comienzo del cuarto capítulo, “es la primera forma de manifestación del
capital”.[57] Lamentablemente el manuscrito, después de analizar las funciones
del dinero como medida de los valores, medio de circulación, atesoramiento y
medio de pago, se interrumpe antes de describir su función como dinero
mundial, una omisión que debe ser añadida a la larga lista de crímenes de Stalin.
El desarrollo dialéctico de categorías en el sistema económico de Marx
En su reseña del primer volumen de El capital, Illarion Kaufman tuvo
dificultades para entender cómo Marx podía ser “más realista que todos sus
predecesores”, a pesar de que la “forma externa de su presentación” era tan
sugerente de la filosofía idealista alemana.[58] En su lectura dialéctica de las
obras económicas de Marx, Rubin muestra que Marx fue capaz de alcanzar ese
realismo precisamente debido a su capacidad de recurrir a Hegel en una ciencia
de la economía política inspirada filosóficamente.
En su resumen del libro de Hegel Ciencia de la Lógica, Lenin observó: “Es
completamente imposible entender El capital de Marx, y en especial su primer
capítulo, sin haber estudiado y entendido a fondo toda la Lógica de Hegel. ¡¡Por
consiguiente, hace medio siglo ninguno de los marxistas entendía a
Marx!!”[59] Lenin agregó en sus Cuadernos filosóficos que
“En El capital Marx analiza primero la relación más simple, más
ordinaria y fundamental, más común y cotidiana de la sociedad
burguesa (la mercancía), una relación que se encuentra miles de
millones de veces, a saber, el intercambio de mercancías. En ese simple
fenómeno (en esta “célula” de la sociedad burguesa) el análisis revela
todas las contradicciones (o los gérmenes de todas las contradicciones)
de la sociedad moderna. La posterior exposición nos muestra el
desarrollo (a la vez crecimiento y movimiento) de esas contradicciones
y de esa sociedad en la Σ [suma] de sus partes individuales, de su
comienzo a su fin.”
Estos comentarios de Lenin resumen el hilo conductor de Rubin en su ensayo
“El desarrollo dialéctico de categorías en el sistema económico de Marx”, que
está dedicado enteramente al método dialectico de Marx y culmina con un
análisis de las crisis.[60] En el mismo Rubin completó la tarea que proyectaba
Lenin: comenzó con la “célula” inicial de la sociedad burguesa y luego siguió
a Marx dialécticamente (es decir, lógica e históricamente), revelando todas las
contradicciones fundamentales de la sociedad capitalista. Como Lenin, Rubin
entendió que El capital de Marx fue concebido en el marco de su apropiación
crítica de la Lógica de Hegel.
Como en la Ciencia de la Lógica de Hegel, el análisis de Rubin se mueve
dentro de un círculo dialéctico de necesidad, partiendo de la inmediatez de una
categoría simple (la mercancía, por ejemplo) pasando por su diferenciación
interna (los dos polos de la expresión del valor) hasta llegar una nueva identidad
en una categoría superior (en este caso, el dinero, que sirve como equivalente
universal para la circulación de mercancías), la cual también resulta
contradictoria (el dinero como atesoramiento privado o como medio de pago
para saldar obligaciones de crédito privadas, dos funciones que tienen la
capacidad de interrumpir la circulación) y por lo tanto genera un desarrollo
ulterior. Rubin muestra que en todo el movimiento dialéctico de los tres tomos
de El capital hay un proceso secuencial de inmediatez que se disuelve en
contradicción y que luego regresa a la inmediatez de una autoidentidad más
compleja, pero también transitoria –todo lo cual expresa las relaciones de
producción continuamente cambiantes entre las personas. Cada grupo de
fenómenos, que constituye una unidad, da paso a la polarización y a la
diferencia; y cada grupo, que parece ser contradictorio, constituye una unidad
dentro de cuyos límites los fenómenos son una antítesis.
En el primer volumen de El capital Marx escribió: “El hecho de que los
procesos que se contraponen autónomamente configuren una unidad interna,
significa asimismo que su unidad interna se mueve en medio de antítesis
externas”.[61] “Tal”, agrega Rubin, “es el carácter dual de la ley de la unidad
de los opuestos”.[62] Rubin enfatiza que, a lo largo de este movimiento
dialéctico, nada se pierde. Es el automovimiento de la mercancía lo que resulta
en el trabajo asalariado y en el capital; pero, a la inversa, el capital es
inconcebible sin la producción mercantil. Las categorías superiores siempre
contienen a las inferiores, así como las inferiores dan lugar a las superiores.
Marx descubrió este movimiento lógico-histórico cuando combinó el método
analítico con el sintético. Mediante el análisis, diseccionó al capitalismo para
llegar a los conceptos fundamentales de trabajo y de mercancía; a través de la
síntesis, reconstruyó la unidad contradictoria (pero sujeta a una ley) del
capitalismo como un todo en el desarrollo de las categorías de su sistema
económico.
Marx vio más allá de la “apariencia” de los fenómenos para descubrir sus
conexiones internas como parte del proceso único de producción social. En el
análisis de Marx, los fenómenos que se han “desvinculado” se revelan como
relaciones de producción “alienadas” entre personas, o formas sociales de
relaciones entre personas que, como dice Rubin, se “fundieron” con las cosas.
Rubin muestra, en cada nivel de análisis, a las “determinaciones de forma”
reificadas confrontándose entre sí en una condición de contradicción y lucha.
La autonomía externa y la “alienación” de todos los fenómenos económicos
en la sociedad capitalista tienen su causa básica en el carácter anárquico y
desorganizado de esta última, en la disolución de la sociedad en una serie de
productores “independientes” que se encuentran en una relación de alienación
recíproca entre sí. Las relaciones de producción entre las personas se reifican o
“cosifican” y se adhieren a los elementos materiales de la producción, se alejan
del trabajo humano mismo, así como las unas de las otras, y adoptan una forma
irracional y enajenada.
Los economistas clásicos destruyeron la separación de las diferentes formas
de ingresos no laborales y de capital y revelaron en el trabajo la fuente del valor
y del plusvalor. Sin embargo, aparte del hecho de que los clásicos no resolvieron
completamente este problema, ya que no aislaron claramente el concepto de
plusvalor de sus manifestaciones externas (la ganancia, el interés y la renta de
la tierra), sino que solo delinearon el camino hacia una solución, su método
sufría de una deficiencia esencial: intentaron, con la ayuda del análisis, reducir
la separación y la alienación de formas de la riqueza las unas de las otras,
reduciéndolas a su unidad interna –es decir, en última instancia, al trabajo. Pero
la escuela clásica estaba limitada por esta reducción analítica y no tomó la ruta
sintética inversa; no mostró cómo las diferentes formas sociales surgen de la
unidad, separándose gradualmente y volviéndose externamente independientes
las unas de las otras; no mostró el proceso de desarrollo gradual de las formas,
el proceso de génesis de las formas sociales de los productos del trabajo.
Marx logró no solo descubrir la unidad que yace en la base de los fenómenos
contradictorios sino también rastrear todo el proceso de génesis de las formas
sociales, que conduce a la diferenciación dentro de la unidad y a la aparición
dentro de ella de formas antitéticas. La diferenciación de las actividades y de
las relaciones entre los productores de mercancías; la “reificación” o
“cosificación” (Versachlichung) de las relaciones de producción, su
“coalescencia” con las cosas y su “osificación” (Verknöcherung) como formas
sociales de las cosas; la creciente “independencia” o “autonomización”
(Verselbständigung) y la “alienación” (Entfremdung) de las relaciones de
producción y de las correspondientes formas sociales de las cosas; la génesis de
las formas simples a las más complejas, que son antitéticas a las primeras y al
mismo tiempo constituyen una unidad con ellas; todos estos son simplemente
aspectos diferentes del proceso de desarrollo de una sociedad de productores de
mercancías que se vuelve cada vez más compleja.
El capitalismo es, por una parte, la negación de la producción mercantil
simple y, por otra parte, su desarrollo ulterior. La conexión entre la economía
mercantil simple y la economía capitalista tiene el carácter, por lo tanto, de una
unidad de opuestos. La aparición del capital significa la aparición de
contradicciones dentro de un entorno previamente homogéneo. Rubin analiza
la aparición del capital –y de sus crisis– como un proceso en el que se realizan
simultáneamente: 1) la ley sociológica de la división social del trabajo y de la
diferenciación de los grupos y de las clases sociales; 2) la ley económica de la
reificación de las relaciones de producción entre las personas y de su fusión con
las cosas; y 3) la ley dialéctica general de la unidad de los opuestos.[63]
La dialéctica de la crisis capitalista
Marx insistió que “en las crisis del mercado mundial estallan las
contradicciones y los antagonismos de la producción burguesa”.[64] Las crisis
son inherentes a la economía capitalista, no a una economía mercantil simple.
Pero como el desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero –y, por lo
tanto, la disolución del acto único de intercambio en dos actos independientes
de compra y venta– ya ocurre en la economía mercantil simple, en la misma ya
existe la posibilidad (aunque no la necesidad) de crisis. Todas las formas de
separación de las relaciones de producción entre las personas y de las formas
sociales de las cosas son consideradas por Marx como las condiciones o los
momentos de la crisis. El desdoblamiento (Verdopplung) de la mercancía en
mercancía y dinero, la metamorfosis de la mercancía, es “la forma más abstracta
de la crisis (y, por tanto, la posibilidad formal de ella)”.[65]
En la doctrina sobre las funciones del dinero, Marx trazó la alienación gradual
del dinero de la mercancía; esta alienación se hizo muy pronunciada en la
función de medio de pago. De hecho, la aparición de la función de medio de
pago crea la segunda condición de posibilidad de las crisis, ya que, dada la
conexión de toda una serie de productores de mercancías a través de una cadena
de obligaciones de pago, la imposibilidad de que uno de ellos venda sus
mercancías afecta inmediatamente a toda la serie de los otros productores.[66]
Las categorías de una economía mercantil simple implican la posibilidad de
las crisis, pero la necesidad de las crisis no radica en las condiciones de una
economía mercantil simple, sino en las condiciones de una economía
capitalista, más específicamente en el desdoblamiento del proceso de
producción del capital en el proceso de producción y el proceso de circulación.
En este desdoblamiento encontramos reproducido, en una nueva forma y sobre
una base nueva, el desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero, que
representa la primera y más abstracta posibilidad de las crisis.
La crisis se desarrolla sobre la base del desdoblamiento de la esfera de la
circulación del capital de la esfera de la producción directa. Pero incluso dentro
de la esfera de la circulación, el capital adopta las formas diferentes y separadas
de capital dedicado al tráfico de mercancías y de capital dedicado al tráfico de
dinero; cada una de estas formas tiene una relativa independencia respecto al
proceso de producción y se mueve sobre la base de leyes específicas y
particulares. Este desdoblamiento del capital constituye, por lo tanto, una de las
condiciones importantes para el estallido de la crisis. El desdoblamiento de la
esfera de la circulación de la esfera de la producción; el desdoblamiento del
comercio al por mayor del comercio al por menor, etc. y el movimiento
independiente y único del capital de préstamo y del interés: todos estos
fenómenos juegan un papel importante en la explicación del curso de las crisis.
La separación de las diferentes partes del plusvalor en las diferentes formas
de ingresos no laborales (ganancia empresarial, interés, ganancia comercial y
renta de la tierra) y la relativa autonomía de movimiento que estos ingresos
separados adquieren es uno de los momentos más esenciales de las crisis,
porque los tipos de ingresos separados no son simplemente el resultado sino
también la presuposición del proceso de producción. Este rol lo desempeña,
sobre todo, la tasa media de ganancia, que es el regulador de la expansión y de
la contracción de la producción. El capitalista anticipa de antemano la tasa
media de ganancia y, dependiendo de la posibilidad de recibir una tasa de
ganancia más alta o más baja, expande o contrae la producción. Este papel
autónomo de la tasa de media de ganancia anticipada por el capitalista tiene una
enorme importancia para comprender las crisis. En esencia, la crisis estalla
cuando desaparecen las condiciones para que el capitalista reciba la tasa media
de ganancia.[67]
Las presuposiciones del proceso de producción incluyen no solo la tasa media
de ganancia sino también los otros ingresos no laborales. Su magnitud se toma
como preestablecida, y los participantes en la producción esperan
anticipadamente adquirir estos ingresos no laborales en cierta cantidad.
Mientras la producción continúe bajo las condiciones previas, estos ingresos se
reciben realmente en la medida acostumbrada, y las expectativas de los
participantes en la producción están de hecho justificadas. Pero con el cambio
en las condiciones de producción que acompaña al inicio de una crisis, la
posibilidad de adquirir estos ingresos en las sumas habituales desaparece. Con
el inicio de una crisis, vemos claramente la inadaptación de estas formas
sociales separadas de las cosas, y particularmente de las diferentes formas de
ingresos no laborales, a las condiciones del proceso de producción. En las
condiciones de una crisis, “los tributos fijos –interés, renta– anticipados sobre
una tasa de ganancia y explotación del trabajo que no varían, siguen siendo los
mismos y, en parte, no pueden pagarse. Por lo tanto, [estalla la] crisis”.[68]
La crisis pone fin a la aparente autonomía de las diferentes formas de ingresos
no laborales. Mientras el proceso de producción se mueva en condiciones
inmutables que se repiten continuamente, puede parecer que los ingresos
separados son realmente independientes entre sí y que su suma constituye el
valor de la mercancía. En realidad, estas formas diferentes y antitéticas de
ingresos están de hecho conectadas a través de la unidad de toda la masa de
trabajo social y de la masa de valor que este crea. En condiciones normales, la
conexión de los diferentes ingresos con el valor de las mercancías, y su
limitación como resultado de este valor, no es detectable en la superficie de los
fenómenos. Pero una crisis, que cambia las condiciones generales de
producción y, por lo tanto, las condiciones para la formación del valor y del
plusvalor, revela la interconexión de todos los ingresos y su subordinación a la
ley del valor. “Son las crisis las encargadas de poner fin a esta apariencia de
autonomía (Selbständigkeit)[69] de los diferentes elementos en que
constantemente se descompone el proceso de producción y que el mismo
proceso recrea constantemente”.[70]
Las relaciones de distribución de la sociedad capitalista, que, en palabras de
Marx, son simplemente el reverso de las relaciones de producción, forman la
base para la aparición de una contradicción entre la producción y el consumo.
Las relaciones antagónicas de distribución reducen el consumo de la gran masa
de la sociedad a un mínimo, lo cual implica que “cuanto más se desarrolla la
fuerza productiva, tanto más entra en conflicto con la estrecha base en la cual
se fundan las relaciones de consumo”.[71] Por un lado, un rasgo característico
de la sociedad capitalista es precisamente el desdoblamiento de la producción
del consumo y la antítesis entre ellos: por otro lado, la unidad de estos dos
momentos se restablece por la fuerza en una crisis.
Las crisis revelan con particular claridad el carácter de la sociedad capitalista
como una unidad de opuestos. Si la sociedad capitalista no constituyera un
sistema de relaciones de producción separadas y relativamente autónomas entre
las personas y de formas sociales de las cosas –un sistema repleto de las
mayores contradicciones– las crisis no podrían ocurrir. Por otro lado, sin
embargo, estas mismas crisis revelan el carácter de este sistema como una
unidad y muestran la subordinación de todos los elementos separados a una
única ley reguladora, la ley del valor. Las crisis restablecen temporalmente el
equilibrio, pero solo para sentar las bases para un desarrollo más amplio y para
la intensificación de las contradicciones inherentes al capitalismo. Las
condiciones se crean cada vez más, por lo tanto, para el inicio de una crisis
grandiosa que destruya al sistema mismo de las relaciones de producción en la
sociedad capitalista y haga necesaria la transición de la forma de economía
capitalista a la socialista.[72]
Conclusión: La crítica de la economía política como base científica del
comunismo
El último capítulo del tercer tomo de El capital se titula “Las clases”, y en él
Marx muestra las raíces económicas del antagonismo entre asalariados,
capitalistas y terratenientes. Pero dejar al descubierto los fundamentos
económicos de la lucha de clases en la sociedad actual era solo una parte del
proyecto de investigación de Marx. Otro objetivo, incluso más importante, era
mostrar cómo las tendencias de desarrollo del capitalismo revelan que se trata
de una etapa transitoria en la historia de la humanidad, que apunta más allá de
sí misma a una etapa superior, en la que los antagonismos de clase serán
trascendidos.
Siguiendo a Marx, Rubin concluye que, en última instancia, todo el sistema
de contradicciones de la sociedad capitalista apunta más allá de sí mismo a la
restauración de la comunidad humana. La comprensión de la historia por Marx
comienza con la familia patriarcal y con la comunidad primitiva, y termina con
la proyección de una comunidad restaurada que trasciende las divisiones de
clase pero también conserva la riqueza de la historia. Como escribe Rubin, una
historia de luchas de clases que culmina en el conflicto entre los que poseen y
los que crean los medios de producción, prepara el terreno
“para una verdadera “eliminación” de las formas de vida social
enajenadas y aisladas y para una verdadera revelación de la unidad que
se encuentra en su base. Cuanto más crece el poder del trabajo
“alienado” (capital) sobre el trabajo vivo, más se crean las condiciones
para la eliminación de esta alienación. Es precisamente porque el
capital desarrolla las poderosas fuerzas productivas del trabajo, que ya
no pueden operar dentro de los límites de las relaciones de producción
capitalistas, que también prepara su propio fin.”[73]
En otras palabras, para Rubin, como para Marx y el resto de sus discípulos,
la crítica de la economía política solo tiene sentido como base científica del
comunismo. Según el marxismo –y aquí no estamos parafraseando a Rubin sino
extrayendo nuestra propia conclusión de su análisis– toda la historia de la
humanidad ha sido una historia de la apropiación gradual de la naturaleza por
parte del trabajo humano y de la esclavización progresiva de la mayoría por una
minoría cada vez más pequeña de explotadores. La concentración y
centralización de los medios de producción, así como la división internacional
del trabajo producida por el capitalismo, han sentado las bases para una nueva
formación social, una asociación de productores libres e iguales que ejercerán
un control consciente sobre su procesos de producción y reproducción, y por lo
tanto regularán el curso del desarrollo social a fin de asegurar el mayor alcance
posible para el desarrollo de la personalidad humana. El trabajo concreto, con
el cual Marx comenzó el primer volumen de El Capital, regresará de la
abstracción al concreto universal del trabajo autodeterminado en la forma de un
plan social determinado por los productores asociados.
Como citar este artículo:
Duayer, M. (2014). Marx: el método de la economía política como crítica ontológica. Revista Eleuthera, 21,
91-105. DOI: 10.17151/eleu.2019.21.6.
MARX: EL MÉTODO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
COMO CRÍTICA ONTOLÓGICA*
MARX: THE METHOD OF POLITICAL ECONOMY AS
ONTOLOGICAL CRITIQUE
MARIO-DUAYER**
Resumen
Objetivo. Este artículo tiene por objetivo discutir la llamada cuestión del método en Marx.
El debate en torno a las cuestiones metodológicas en la tradición marxista se basa en gran parte en el
famoso texto titulado “El Método de la Economía Política”. Metodología. La metodología empleada es
la crítica inmanente de los materiales abordados. Resultados. De ese modo, la crítica desarrollada en el
artículo procura mostrar, en primer lugar, que es una grave equivocación sugerir que Marx establece
allí las líneas generales de su método; en segundo, y más relevante, que, con la excepción de Lukács, las
interpretaciones más influyentes no pueden dar cuenta de la orientación ontológica del texto marxiano,
justamente la dimensión fundamental de su crítica. Conclusión. El conjunto de esos aspectos constituye
el resultado alcanzado y las conclusiones del trabajo.
Palabras clave: método, Marx, crítica ontológica, economía política.
Abstract
Objective. This paper has the purpose to discuss the so-called method issue in the Marxist
tradition. Most of the debate is based on the well-known text by Marx The Method of Political
Economy. Methodology. The methodology used is the immanent criticism of the material examined.
Results. The criticism developed in the article tries to show, first of all, that it is a serious mistake to
suggest that Marx establishes the general lines of his method there. Secondly, and still more relevant, that
with the exception of Lukács, the most influential interpretations cannot account for the ontological
orientation of the Marxian text, precisely the fundamental dimension of its critique. Conclusion.
These aspects constitute the results reached and the conclusions of the work.
Key words: method, Marx, ontological critique, political economy.
*
Este artículo fue desarrollado en el contexto del proyecto de investigación sobre ontología crítica.
Universidad Federal Fluminense. Niterói, RJ, Brasil. E-mail: [email protected].
orcid.org/0000-0001-5885-6037. Google Scholar
**
rev. eleuthera. 21, julio-diciembre 2019, 91-105
Recibido: 15 de noviembre de 2018. Aprobado: 10 de mayo de 2019.
ISSN: 2011-4532 (Impreso) ISSN: 2463-1469 (En línea) DOI: 10.17151/eleu.2019.21.6.
Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
Introducción
Este artículo discute la llamada cuestión del método en Marx. El debate en torno a las
cuestiones metodológicas en la tradición marxista se basa en gran parte en el famoso texto
titulado “El Método de la Economía Política”, que aparece en la “Introducción” de los Grundrisse
(Marx, 2011a). Aunque inacabada y no publicada por el autor, constituye la única obra en que
Marx trata de modo explícito de cuestiones relativas al método. Es natural, por lo tanto, que
sea referencia obligatoria en las disputas teóricas sobre el método de Marx.
Como el artículo consiste en una contribución crítica en el interior de la tradición marxista,
vale advertir, y no sólo por cortesía protocolar, que otras dimensiones de la obra de los autores
aquí mencionados no están en cuestión: los comentarios críticos se concentran únicamente en
las interpretaciones del “Método”. Se debe reconocer el valor de sus obras en la divulgación
del texto marxiano, además de servir para ampliar y enriquecer importantes aspectos que de
él se desdoblan.
La crítica desarrollada en el artículo procura mostrar, en primer lugar, que es una grave
equivocación sugerir que Marx establece allí las líneas generales de su método; en segundo,
y más relevante, que, con la excepción de Lukács1, las interpretaciones más influyentes no
pueden dar cuenta de la orientación ontológica del texto marxiano, justamente la dimensión
fundamental de su crítica. Con ese propósito, el artículo comienza transcribiendo los pasajes
de la obra de Marx de mayor interés para la discusión. A continuación, comenta su examen
elaborado por algunos autores para ilustrar los elementos más característicos de lo que se
puede considerar a su interpretación estándar. Por último, sostiene que Marx describe allí los
procedimientos de la ciencia en general y no de su método, razón por la cual se puede inferir
que la resolución de la cuestión no es propiamente de método, gnoseológica o epistemológica
sino ontológica.
Discusión
¿El Método de Marx?
No hay cómo elaborar la crítica sin citar el extenso pasaje inicial del “Método de la Economía
Política” que sintetiza las ideas de Marx. Para facilitar la exposición y discusión, se optó por
destacar en itálico los pasajes del texto más comentados en la literatura:
Si consideramos un país dado desde un punto de vista políticoeconómico, comenzamos con su población, su división en clases,
1
92
Ver Lukács (2012), capítulo IV, sección 2, para el análisis detallado del tema elaborado por el autor.
Mario-Duayer
la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de producción, la
importación y la exportación, la producción y el consumo anuales, los
precios de las mercancías, etc.
Parece ser correcto empezar por lo real y lo concreto, por el presupuesto
efectivo, y por lo tanto, en el caso de la economía, por ejemplo, empezar
por la población, que es el fundamento y el sujeto del acto social de producción
como un todo. Considerado de manera más rigurosa, sin embargo, esto
se muestra falso. La población es una abstracción cuando dejo de fuera, p.
por ejemplo, las clases de las cuales está constituida. Estas clases, a su vez,
son una palabra vacía si desconozco los elementos en los que se basan. P.
ej., Trabajo asalariado, capital, etc. Estos suponen cambio, división del
trabajo, precio, etc. El capital, p. por ejemplo, no es nada sin el trabajo
asalariado, sin el valor, sin el dinero, sin el precio, etc. Por eso, si yo comenzara
por la población, esta sería una representación caótica del todo y, por medio
de una determinación más precisa, llegaría analíticamente a conceptos cada
vez más simples; del concreto representado [llegaría] a conceptos abstractos
[Abstrakta] cada vez más finos, hasta que hubiera llegado a las determinaciones
más simples. De ahí tendría que dar comienzo el viaje de regreso hasta que
finalmente se llegue de nuevo a la población, pero esta vez no como la
representación caótica de un todo, sino como una rica totalidad de múltiples
determinaciones y relaciones. La primera vía fue la que tomó históricamente
la Economía en su génesis. Los economistas del siglo XVII, p. ej., comienzan
siempre con el todo viviente, la población, la nación, el Estado, muchos Estados,
etc.; pero siempre terminan con algunas relaciones determinantes, abstractas
y generales, tales como división del trabajo, dinero, valor, etc., que descubren
por medio del análisis. Tan pronto estos momentos singulares fueron más o
menos fijados y abstractos, comenzaron los sistemas económicos, que se elevaron
de lo simple, como trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio,
hasta el Estado, el intercambio entre las naciones y el mercado mundial.
El último es manifiestamente el método científicamente correcto. El concreto
es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto,
unidad de la diversidad. Por esta razón, el concreto aparece en el pensamiento
como proceso de la síntesis, como resultado, no como punto de partida,
no obstante sea el punto de partida efectivo y, en consecuencia, también el
punto de partida de la intuición y de la representación. En la primera vía,
la representación plena fue volatilizada en una determinación abstracta; en la
segunda, las determinaciones abstractas llevan a la reproducción del concreto
por medio del pensamiento. (Marx, 2011a, p. 54)
Como se ilustra a continuación, en general estos dos primeros párrafos se han utilizado
para asegurar o sugerir que Marx considera suyo el segundo método –el viaje de retorno–,
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Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
el método científicamente correcto. Callinicos (2004) por ejemplo, después de haber citado
el pasaje concluye que este
Por lo tanto, es el método de análisis de Marx… [entonces] vamos
primero de lo concreto a lo abstracto, descomponemos lo concreto en
sus “determinaciones más simples” y luego de lo abstracto al concreto,
usando aquellas determinaciones para reconstruir el todo. Veremos ese
método en operación cuando Marx analiza la sociedad capitalista en
El Capital. (p. 74)
Carchedi (2011) parece defender una interpretación idéntica. Citando el pasaje de Marx de
que sería necesario “dar inicio al viaje de regreso hasta que finalmente llegase de nuevo a la
población, pero esta vez no como la representación caótica de un todo, sino como una rica
totalidad de múltiples determinaciones y relaciones”, él subraya que
[eso] es lo que Marx denomina “concreto en el pensamiento”.
La fase de volver a montar es la deducción dialéctica, el desdoblamiento
(reconstrucción en el pensamiento) de nociones de la realidad más y
más concretas, detalladas y articuladas derivadas de su estado potencial.
Cada etapa en el desdoblamiento es una conclusión (temporal), pero
también la premisa para el próximo paso en la cadena de deducciones.
(Carchedi, 2011, p. 46)
El autor describe el proceso del conocimiento expuesto por Marx en términos de inducción y
deducción dialéctica, distintos de sus equivalentes en la lógica formal. No es el caso de discutir
aquí esta propuesta de Carchedi (2011) pero se dice que “el punto de partida de la inducción
de Marx es de hecho la realidad empírica” (p. 46), queda claro que para él, Marx habla de su
propio método.
Foley ciertamente comparte interpretación semejante cuando, al asegurar que el “doble
movimiento es diseminado en los escritos de Marx”, juzga que El Capital puede ser visto como:
El movimiento para reconstruir en el pensamiento la totalidad
compleja de las relaciones sociales capitalistas iniciando a partir de las
abstracciones más simples –mercancía, valor, dinero– y, finalmente,
llegar a las formas más complejas y distorsionadas, por ejemplo, el
mercado de capitales y crisis. (Foley, 1986, p. 4)
Basu, en working paper del Departamento de Economía de la Universidad de Massachusetts
(Amherst)– famoso por su tradición marxista–, está convencido de que desde los Grundrisse
hasta la redacción de El Capital, Marx puso en práctica su comprensión del “método correcto
de la economía política”, que habría sido mostrado de manera detallada en la “Introducción”.
94
Mario-Duayer
Según el autor, Marx explica que “ascender de lo abstracto a lo concreto es el único camino
científico para entender una realidad concreta como la sociedad capitalista”. Tal movimiento
termina “con una síntesis estructurada de determinaciones, que es la manera como Marx
visualizó la reproducción en el pensamiento de la realidad concreta que él estaba analizando”
(Basu, 2017, p. 6).
En su análisis del “Método de la Economía Política”, Netto (2011) observa que “el método de
Marx” no es el producto de súbito y genial insight, sino de largo proceso de investigación. En su
opinión, en la “Introducción”, después de 15 años de estudios, están formulados “con precisión
los elementos centrales” del método de Marx. Aun según el autor, las pocas páginas de la obra
presentan sintetizadas “las bases del método que viabilizó el análisis contenido en El Capital y
la fundación de la teoría social de Marx” (p. 19).
El autor recuerda que, en el proceso de conocimiento, de elaboración teórica o de apropiación
teórica del objeto propuesto por Marx,
Uno empieza ”por lo real y lo concreto“, que aparecen como datos; por
el análisis, uno y otro elementos son abstraídos y, progresivamente, con
el avance del análisis, se llega a conceptos, a abstracciones que remiten
a determinaciones más simples. (Netto, 2011, p. 42)
Y complementa, apoyado en el texto marxiano, que este fue el método adoptado por la
economía en su génesis. Sin embargo, en la continuación de su análisis, Netto (2011) desprecia
un elemento crucial del argumento de Marx. De hecho, según él, para Marx el procedimiento
analítico fue necesario para la emergencia de la economía política, pero no es suficiente
para “reproducir idealmente (teóricamente) lo ‘real’ y lo ‘concreto’. De posesión de las
determinaciones más simples, como recomienda Marx, sería necesario hacer el viaje de vuelta
y llegar a la población, no más como representación caótica de la totalidad, sino “como una
rica totalidad de determinaciones y relaciones diversas”. Es este viaje de vuelta, concluye él,
que Marx caracteriza como “el método adecuado para la elaboración teórica.”Y remata con la
afirmación de Marx: “El último método es manifiestamente el método científicamente exacto”
(Netto, 2011, p. 43).
No es posible afirmar que, para Netto, Marx se refiere a su método al mencionar el viaje
de vuelta como el método científicamente exacto. Sin embargo, la forma como presenta y
comenta los pasajes del texto marxiano sin duda induce al lector a esa conclusión. De hecho,
a pesar de haber advertido que “no le [al lector] ofrecemos, en nombre de Marx, un conjunto
de reglas para orientar la investigación” (Netto, 2011. pp. 51-52), él cierra el análisis de la
siguiente forma:
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Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
El conocimiento teórico es […] para Marx, el conocimiento del concreto,
que constituye la realidad, pero que no se ofrece inmediatamente al
pensamiento: debe ser reproducido por éste y sólo “el viaje de modo
inverso” permite esta reproducción. […] El concreto a que llega el
pensamiento por el método que Marx considera “científicamente exacto”
(el “concreto pensado”) es un producto del pensamiento que realiza
“el viaje de modo inverso”. Marx no duda en calificar este método como
aquel “que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto”, “único
modo por el cual ‘el cerebro pensante’ se apropia del mundo”. (Netto,
2011. pp. 44-45)
La conclusión equivocada que se puede deducir de su análisis resulta, a nuestro juicio, de su
omisión del paso, esencial del texto comentado en que Marx afirma que los “sistemas económicos
se elevaron de lo simple, como división del trabajo, necesidad, valor de cambio, hasta el Estado,
el intercambio entre las naciones y el mercado mundial” (Marx, 2011a, p 54). Por sistemas
económicos, claro, Marx quiere decir teorías económicas que, por lo tanto, hicieron el “viaje
de retorno”. Ahora bien, si para él la ciencia económica hizo el “viaje inverso”, Marx no podía
considerar exclusivamente suyo ese “método científicamente correcto”.
Quartim de Moraes2 también analiza en detalle el “Método de la Economía Política” y,
a diferencia de los autores analizados anteriormente, no parece considerar que Marx
expone allí lo que sería su método. Sin embargo, a pesar de las interesantes contribuciones
que presenta para el esclarecimiento de las posiciones de Marx, a mi ver su análisis no se
muestra concluyente.
Su exposición comienza destacando el carácter aparentemente paradójico de la afirmación
inicial de Marx de que el punto de partida correcto es lo real y lo concreto, el presupuesto
efectivo, para luego sostener que, siendo más riguroso, eso se muestra falso. En lugar
de paradójico, diría que tal ambigüedad podría ser vista como expediente retórico para
despertar la atención del lector, aprovechando la perplejidad provocada por tal ambigüedad.
Quartim (2017) interpreta de otra manera, notando, por supuesto, que no es eso lo que Marx
pretende sostener. Reafirma, con Marx, que aunque la población sea “el fundamento y el
sujeto del acto social de producción”, es una abstracción si ignoro sus determinaciones y, por lo
tanto, alcanzo solamente una “representación caótica del todo”. Con respecto al hecho de que,
en el texto marxiano, “representación venga asociada al caos… y asimilada a una abstracción”;
Quartim enfatiza algo importante para comprender el argumento de Marx, y que en general
no se subraya:
Sin la debida autorización del autor, de aquí en adelante usaremos solamente Quartim en las referencias, pues como teórico
marxista es ampliamente conocido.
2
96
Mario-Duayer
Todo sustantivo común es un universal y… el resultado necesariamente
abstracto de una generalización operada en la práctica de la comunicación
social. Transpuestos del lenguaje corriente para el discurso teórico,
los sustantivos… mantienen un núcleo semántico básico sobre el cual
incide el esfuerzo del conocimiento científico. Tanto en la economía
política como en la biología, por población se entiende una colectividad
compuesta de individuos viviendo en un área determinada. Es evidente
que en este nivel de generalidad, la noción no designa un conocimiento,
sino un objeto a ser conocido, el cual, sin embargo, es susceptible de ser
progresivamente determinado con precisión. (Quartim, 2017, p. 44)
En realidad, al hablar de “representación caótica del todo”, Marx se refiere a la forma más
inmediata de considerar un país desde el punto de vista político-económico, es decir, con
“su población, su división en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de
producción, la importación y la exportación, la producción y el consumo anuales, los precios
de las mercancías, etc. “Por consiguiente, a diferencia de lo que se desprende del texto de
Quartim, no es sólo un universal abstracto como cualquier sustantivo común, ya que se
especifica con esas determinaciones. Además, es importante subrayar que, a pesar de abstracta,
se trata aún de un tipo de conocimiento, una representación que, por caótica que sea, consiste
en una inteligibilidad del mundo–pre-teórica, pre-científica–, presuposición de la práctica
social de los sujetos. Paradójicamente, Quartim parece concordar con ello, pues al hacer
una crítica a la interpretación de Althusser del texto marxiano –que aquí no viene al caso–,
reclama que:
[Althusser] también debería explicar que antes de servir como materia
prima de la producción teórica, las intuiciones y representaciones
constituyen el acervo léxico de cada idioma, que resulta de la práctica
social. […] Ellas cristalizan el pensamiento social acumulado en cada
momento histórico y proporcionan al conocimiento el acervo de ideas
que constituyen los materiales sobre los cuales opera el trabajo de la
teoría. (Quartim, 2015, pp. 79-80)
A pesar de esclarecedor, creo que el pasaje merece reparación, pues, tal como Marx sugiere
en el pasaje en cuestión, pero también en otros momentos3, parece ser más adecuado invertir
la proposición de Quartim y afirmar que las intuiciones y representaciones constituyen el
acervo de las figuraciones del mundo, presupuesto irreductible de la práctica social y, en esa
condición, son de hecho el material a partir del cual se construyen las teorías. Esta inversión no
solo es más correcta cronológica y conceptualmente, pues el acervo léxico no existe apartado
3
Ver a continuación en la página 9, el pasaje en que critica la economía vulgar en el capítulo titulado Fórmula Trinitaria.
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Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
y “antes” de la aprehensión conceptual de la realidad4, sino que también explicita una obviedad,
a saber, que la realidad social siendo producto de la práctica intencional de los sujetos, siempre
tiene que ser figurada, concebida por ellos de alguna manera.
En una formulación alternativa de la misma idea, del truismo de que cualquier actividad
humana tiene por presupuesto necesario la existencia de estructuras sociales, Bhaskar (1989)
concluye que la sociedad proporciona medios, reglas y recursos para todo lo que hacemos.
Significa decir que la sociedad con sus estructuras es condición necesaria para cualquier
actividad teleológica. De ello se infiere que nosotros no creamos la sociedad, que siempre
preexiste a nuestras acciones. Lo que hacemos con nuestra práctica es reproducir y/o
transformar las estructuras sociales –materiales y espirituales– que son condición de nuestra
práctica cotidiana. En las palabras del autor: “el mundo social es reproducido o transformado
en la vida cotidiana” (Bhaskar, 1989, pp. 3-4).Y si la práctica intencional actúa sobre estructuras
preexistentes, reproduciéndolas o transformándolas, se sigue que algún tipo de conocimiento
de las estructuras es condición de la práctica. Dicho de otra forma, se puede concluir que
nuestras aprehensiones de la realidad no son el resultado de lo que “captamos en la percepción
sensorial, pero son resultados de las teorías [y/o representaciones – MD] en términos de las
cuales nuestra aprehensión de las cosas es organizada.” (Bhaskar, 1989, pp. 60-61). En ese
sentido, se puede afirmar que Marx, al decir que siempre se inicia por la población se refiere
no a un mero sustantivo sino a una representación de la población que, en ausencia de una
ciencia económica, era condición necesaria para los agentes en la vida económica real. No hay
duda de que eso es lo que Marx tiene en mente cuando nota que
(…) si yo comenzara por la población, ésta sería una representación
caótica del todo y, por medio de una determinación más precisa,
llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; del concreto
representado [llegaría] a conceptos abstractos [Abstrakta] cada vez más
finos, hasta que hubiera llegado a las determinaciones más simples.
(…) [la] primera vía [el camino de ida – MD] fue la que tomó
históricamente la Economía en su génesis. Los economistas del siglo
XVII, p. ej., comienzan siempre con el todo viviente, la población, la
nación, el Estado, muchos Estados, etc.; pero siempre terminan con
algunas relaciones determinantes, abstractas y generales, tales como
división del trabajo, dinero, valor, etc., que descubren por medio del
análisis. (Marx, 2011a, p. 54)
Como defiende Lukács: “Ya hemos visto cómo el poner teleológico conscientemente realizado provoca un distanciamiento en el
reflejo de la realidad y cómo, con ese distanciamiento, nace la relación sujeto-objeto en el sentido propio del término. Estos dos
momentos implican simultáneamente el surgimiento de la comprensión conceptual de los fenómenos de la realidad y su expresión
adecuada a través del lenguaje. (...) En efecto, palabra y concepto, lenguaje y pensamiento conceptual son elementos vinculados
del complejo que se llama ser social, lo que significa que sólo pueden ser comprendidos en su verdadera esencia relacionados con el
análisis ontológico de él y reconociendo las funciones reales que ellos ejercen dentro de este complejo”(Lukács, 2013, pp. 84-85).
4
98
Mario-Duayer
La economía, por lo tanto, en su fase de formación, comienza con la representación de la
población de los agentes reales de la producción social. Quartim (2017) es más enfático al
subrayar que para los economistas del siglo XVII “no había otro modo… de avanzar en el
análisis económico” (p. 45), de modo que Marx no tendría razón para calificar de falso tal
camino. Cosa que Marx, para él, tácitamente, admite tras el argumento:
Tan pronto esos momentos singulares fueron más o menos fijados
y abstractos, comenzaron los sistemas económicos, que se elevaron
de lo simple, como trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de
cambio, hasta el Estado, el intercambio entre las naciones y el mercado
mundial. El último es manifiestamente el método científicamente
correcto. El concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples
determinaciones, por lo tanto, unidad de la diversidad. Por esta razón,
el concreto aparece en el pensamiento como proceso de la síntesis,
como resultado, no como punto de partida, no obstante sea el punto
de partida efectivo y, en consecuencia, también el punto de partida de
la intuición y de la representación. En la primera vía, la representación
plena fue volatilizada en una determinación abstracta; en la segunda, las
determinaciones abstractas llevan a la reproducción del concreto por
medio del pensamiento. (Marx, 2011a, p. 54)
Interpretado de manera adecuada, el argumento de Marx puede ser así descrito: los
responsables de la génesis de la economía no tenían por dónde empezar a no ser por la(s)
representación(es) corriente(s) de los agentes reales de la producción social. Como señala
Lukács (2011), “la totalidad de la naturaleza puede ser inferida de muchas maneras, por más
riguroso que sea el razonamiento; en el campo social, al contrario, la totalidad siempre está
dada de modo inmediato” (p.304). Es sobre esa totalidad siempre inmediatamente dada que
actúan los sujetos que, por lo tanto, siempre tienen que figurarla de alguna forma. De ese modo,
puesto que la realidad social es siempre representada5, aquellos economistas partieron de esas
representaciones para, por medio del análisis, descubrir “algunas relaciones determinantes,
abstractas y generales, tales como división del trabajo, dinero, valor, etc.” El conocimiento así
adquirido, se infiere del texto de Marx, retorna a la práctica y la hace más eficaz, pues ahora
los sujetos actúan conociendo algunas estructuras y legalidades.
Con respecto al doble viaje –de ida y vuelta– del texto marxiano, Quartim contribuye a
disolver el pseudoproblema con una formulación muy simple y directa, cuando, al resaltar la
dificultad de comprender la proposición de Marx, sostiene que:
5
Sobre este tema, (ver también Duayer 2015, pp. 87-110; 2006, pp. 109-130).
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Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
[p]arece obvio que lejos de oponerse al primer camino, el segundo
lo presupone. El primero parte de las representaciones del lenguaje
corriente para disolver la representación en determinaciones
abstractas. El segundo de ellas se sirve para forjar las herramientas
analíticas que permiten reproducir lo “concreto en el pensamiento”.
(Quartim, 2017, p. 45)
Este es justamente uno de los puntos centrales de la posición defendida en el presente artículo.
Sin embargo, no por las mismas razones presentadas por Quartim que atribuye a Marx el
error de presentar como dos caminos lo que consistiría en tres momentos de un solo proceso
–de formación de la teoría económica–, equívoco que habría generado el carácter paradójico
de la “Introducción”. De acuerdo con el autor, Marx no facilita la comprensión de su argumento
en la medida en que califica como falso el primer camino. En su opinión: “Marx segmenta
artificialmente la historia de la formación de la teoría económica, presentando como dos
caminos (uno que termina, otro que comienza en las “determinaciones abstractas”) los tres
momentos de un mismo proceso” (Quartim, 2017, p.45).
En virtud de esta interpretación, Quartim arriesga una hipótesis para explicar lo que considera
la “paradoja de los dos caminos”. Según él, Marx no atribuye a los primeros economistas el
error en partir del primer camino, sino a los análisis que parten:
De la representación oscura de un todo vivo en el siglo XIX, cuando los
elementos simples, identificados por el análisis, ya habían permitido que
los sistemas económicos se elevaran hasta el Estado… La gran tarea
teórica que debía ser llevada adelante, en la segunda mitad del siglo
XIX, era la crítica de la economía política tal como había sido elaborada
por Adam Smith en el último tercio del siglo XVIII y por David Ricardo
y otros en las primeras décadas del XIX. (Quartim, 2017, p. 46)
En realidad, si hay algo que se puede calificar de artificial sin duda es la hipótesis levantada
por Quartim, que no encuentra ningún amparo directo o indirecto en el original. Al contrario
de lo que él propone, el problema para Marx no consiste en que los primeros economistas
erraron por no haber hecho el camino de vuelta, por no haber totalizado a partir de las
relaciones y determinaciones descubiertas. En realidad, el problema es que no abandonaron la
representación de la totalidad de la cual partieron, mantuvieron las nociones sobre la realidad
inmediatamente dada, ahora acrecentadas de las determinaciones descubiertas y, por eso,
estaban dispensados de totalizar.
En síntesis, pretendemos haber ilustrado en esa sección la interpretación muy diseminada
según la cual el “viaje de retorno” es marca distintiva y exclusiva del método de Marx,
excepción hecha a la contribución de Quartim, que, sin embargo, no es concluyente.
100
Mario-Duayer
En la siguiente sección se mostrará quela equivocaciónde esos análisis tiene su origen en el
hecho de que se circunscriben al, digamos, problema del método, mientras que el análisis
de Marx evidencia justamente que el problema es de carácter ontológico. Lo que se trata de
probar en la próxima sección.
Crítica ontológica
La primera cosa por observar para la adecuada interpretación del pensamiento de Marx es
su declaración categórica sobre la instauración de los sistemas económicos. Como se ha visto
arriba, él afirma que,
[…] tan pronto como esos momentos singulares fueron más o menos
fijados y abstractos, comenzaron los sistemas económicos, que se elevaron
delo simple, como trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de
cambio, hasta el Estado, el intercambio entre las naciones y el mercado
mundial. El último es manifiestamente el método científicamente
correcto. (Marx, 2011a, p. 54)
Ahora bien, si para Marx la economía así procedió, no cabe duda de que para él la economía
emplea el método científicamente correcto. Siendo así, no tiene fundamento declarar que el
segundo método, el viaje de retorno, es el método de Marx.
En realidad, Marx no podría incluso tener la ambición de ser el poseedor del copyright del
método científicamente correcto, pues el viaje de retorno no es más que el proceso de
síntesis,objetivo último del proceso de análisis de cualquier ciencia, es decir, de totalización.
En efecto, para Kuruma (1969)
La vía descendente, para Marx, es la premisa indispensable de la vía
ascendente. Afirmar que el último es el método científicamente
correcto es decir, creo que la economía política como ciencia sólo se
instaura con las varias piezas de conocimiento económico formando un
sistema […]. (p. s/p)
¿De qué le sirve a la ciencia interrumpir el proceso en su momento analítico y, con ello,
permanecer con un conjunto inarticulado de conceptos abstractos? Incapaz, por consiguiente,
de producir cualquier conocimiento sobre la realidad investigada, más allá del fenoménico.
En suma, el significado fundamental de la explicación de Marx puede ser así expresado: toda
ciencia totaliza, forma una figuración de la realidad en cuestión, una reproducción del concreto,
resultado del proceso de síntesis. Hace el viaje de retorno con los elementos obtenidos en
el proceso de análisis. Inaugura una nueva ontología u ofrece argumentos científicos para
rev. eleuthera. 21, julio-diciembre 2019, págs. 91-105
101
Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
ontología(s) corriente(s). Por lo tanto, es posible asegurar que para él el problema de la ciencia
no es totalizar, sino de qué manera totaliza.Y a partir de qué categorías6.
Cuestión a mi ver tratada por Marx (aunque en comentario marginal), en la sección sobre el
fetichismo de la mercancía de El Capital:
La reflexión sobre las formas de la vida humana, por lo tanto, también
su análisis científico, toma un camino contrario al del desarrollo real.
Inicia post festum y, por lo tanto, con los resultados acabados del proceso
de desarrollo. Las formas que designan los productos del trabajo
como mercancías y que de ese modo se presuponen a la circulación
de las mercancías ya poseen la fijeza de las formas naturales de la vida
social antes que los hombres procuren justificar para sí mismos, no el
carácter histórico de esas formas –que ellos, antes, consideran como
inmutables–, pero su contenido. Así, fue solamente el análisis de los
precios de las mercancías que condujo a la determinación de la grandeza
de valor, y solamente la expresión monetaria conjunta de las mercancías
que condujo a la fijación de su carácter de valor. Sin embargo, es
justamente esa forma acabada –la forma-dinero– del mundo de las
mercancías que oculta realmente, en vez de revelar, el carácter social
de los trabajos privados y, con ello, las relaciones sociales de los
trabajadores privados. […]
Tales formas constituyen… las categorías de la Economía burguesa.
Son formas de pensamiento socialmente válidas, por lo tanto,
objetivas para las relaciones de producción de ese modo social de
producción históricamente determinado, la producción de mercancías.
(Marx, 2011b, pp. 210-11)
La economía burguesa, defiende Marx, es una forma de pensamiento socialmente válida, objetiva
para esas relaciones de producción, cuyo contenido busca investigar. Significa decir, consiste en
una totalización, en una figuración, una ontología científica de la sociedad capitalista. Parte de
la representación, como todas las teorías, de ella se distancia y distingue, pero en el proceso
hipostasia esa forma de vida y, por lo tanto, es a-histórica. Pero ciertamente se pregunta por su
estructura y su dinámica – en un tiempo lógico, sin historia, es decir, sin cambios sustantivos7.
Lukács (2011) recuerda que el camino de Marx desde lo abstracto a la totalidad concreta “no puede partir de una abstracción
cualquiera, [...] porque, considerado aisladamente, cualquier fenómeno podría, una vez transformado en‘elemento’ por medio de
la abstracción, ser tomado como punto de partida; sólo que tal camino no llevaría jamás a la comprensión de la totalidad” (p. 312).
7
En cuanto a las temporalidades características del capitalismo – tiempo abstracto y tiempo histórico –, ver Postone (2003),
en particular capítulo 8. Según el autor, “la dialéctica de las dos dimensiones del trabajo en el capitalismo también puede ser
entendida temporalmente, como una dialéctica de dos formas de tiempo. [...] la dialéctica del trabajo concreto y abstracto resulta
en una dinámica intrínseca caracterizada por una peculiar treadmill effect.”
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Mario-Duayer
Parte de la totalidad acabada, plenamente desarrollada, ignora su carácter histórico, procede
analíticamente, y produce una síntesis ricamente articulada, sin historia.
Evaluación totalmente distinta hace Marx de lo que denomina de economía vulgar, precursora
de la tradición neoclásica. En el capítulo 48 del LIII, de El Capital, titulado La Fórmula Trinitaria,
así la analiza:
La economía vulgar no hace nada más que traducir, sistematizar y
apologizar doctrinariamente las ideas de los agentes presos en las
relaciones de producción burguesas. No nos debe sorprender…
que la economía vulgar se sienta… a la voluntad precisamente en la
forma de manifestación extrañada de las relaciones económicas, en las
que aparecen, prima facie, como contradicciones perfectas y absurdas
–y toda la ciencia sería superflua si la forma de manifestación y la
esencia de las cosas coinciden inmediatamente–, y que esas relaciones
le parezcan tanto más evidentes cuanto más en ellas se oculta su
conexión interna, pero que son familiares para las ideas ordinarias. Por
eso la economía vulgar no tiene la mínima idea de que la trinidad de
la que parte – tierra-renta; el capital-interés; trabajo-salario o precio
del trabajo –subentiende tres composiciones prima facie imposibles.
(Marx, 2017, p. 768)
Por eso, es también natural que la economía vulgar, que no es más que
una traducción didáctica, más o menos doctrinal, de las ideas cotidianas
de los agentes efectivos de la producción, y que las organiza en cierto
orden comprensible, encuentre justamente en esa trinidad en que está
apagada toda conexión interna, la base natural y libre de toda duda de
su superficial pomposidad. (Marx, 2017, p. 779)
Aquí Marx advierte que la economía vulgar parte de la representación de los agentes cautivos
de las relaciones de la economía capitalista y, en lugar de progresivamente de ella diferenciarse,
hace precisamente lo opuesto: mantiene la ontología (figuración/totalización) generada y
necesitada inmediatamente por tales relaciones y las sistematiza mediante el aparato científico
y, hecho eso, retorna a los agentes como forma de pensamiento más eficaz en la práctica
inmediata8, con el sello de la ciencia.
Como se indicó en la presentación, intenté mostrar, primero, que las usuales interpretaciones
del “Método de la Economía Política” contrarían directamente el texto de Marx. Cosa que el
propio título de la sección deja patente, pues indica que se trata de El Método de la Economía
Política, y no del Método de la Crítica de la Economía Política. Segundo, con base en textos del
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Ver Duayer (2006).
rev. eleuthera. 21, julio-diciembre 2019, págs. 91-105
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Marx: el método de la economía política como crítica ontológica
proprio Marx, fue posible sostener que toda ciencia totaliza. Totaliza (sintetiza) la economía
vulgar; totaliza la economía política; y totaliza la crítica de la economía política, es decir,
para Marx tales totalizaciones constituyen ontologías con fuerza social9. Ofrecen a los sujetos
la imagen, refrendada por el prestigio de la ciencia, por medio de la cual se sitúan en sus
relaciones recíprocas y con el mundo natural.
Si toda ciencia totaliza, significa el mundo para los sujetos y, además, provee un aparato científico
para gestionarlo, administrarlo, es decir, es eficaz en la práctica, entonces el embate teórico
decisivo entre sistemas teóricos se da en el plano ontológico – las ontologías en disputa, modos
radicalmente distintos de concebir como es el mundo. En otras palabras, crítica de hecho,
crítica sustantiva, es crítica ontológica. Si, como vimos en Marx, la economía política es forma
de pensamiento válida y objetiva para la vida social bajo el capital, si es ciencia económica al
servicio de la administración de esa sociedad, si expresa y refuerza las nociones ontológicas
espontáneamente generadas, si con su prestigio no sólo eleva las ideas corrientes a la figuración
exclusiva de la sociedad, sino que también proporciona las técnicas para reproducirla, entonces
la crítica de la economía política, como crítica sustantiva, crea inteligibilidad de la estructura
y de la dinámica de la sociedad regida por el capital radicalmente distinta, en primer lugar
restituyéndole la historicidad y, en consecuencia, abriendo a la práctica humana la posibilidad
de su transformación. Contribuye, en fin, para crear otra ontología en que la humanidad no
está condenada a la infinita reproducción de lo mismo, o a ser mera espectadora de la historia
como absoluta contingencia.
Referencias
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Massachusetts (Amherst), 12.
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Foley, D. (1986). Understanding capital: Marx’s EconomicTheory. Cambridge: Harvard Univ. Press.
En cuanto al poder social de la ontología, dice Lukács (2013): “[...] independientemente del grado de conciencia, todas las
representaciones ontológicas de los hombres son ampliamente influenciadas por la sociedad, no importa si el componente
dominante es la vida cotidiana, la fe religiosa, etcétera. Estas representaciones cumplen un papel muy influyente en la praxis social
de los hombres y con frecuencia se condensan en un poder social...” (p. 95).
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Mario-Duayer
Kuruma, S. (1969). Discussion of Marx’s Method. Recuperado de https://www.marxists.org/
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rev. eleuthera. 21, julio-diciembre 2019, págs. 91-105
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¿Hay un método de Marx de la economía política?
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http://laberinto.uma.es
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