Subido por mbianchi2711

BIANCHI MARCELA Bion El recorrido de un creador

Anuncio
W. BION: EL RECORRIDO DE UN CREADOR
Mag. Marcela Bianchi
I. Acerca de su biografía
Wilfred Ruprecht Bion nació en India, en la ciudad de Mutra (hoy Mathura), el 8 de
Septiembre de1897.
Perteneció a una familia que desciende de Misioneros hugonotes (calvinistas franceses)
residentes en las Colonias Británicas de la India. En ese país transcurrió su infancia.
Su madre era india y su padre inglés, ingeniero a cargo de las obras civiles
complementarias del ferrocarril. El matrimonio se trasladaba a medida que avanzaban las
obras, mientras que Wilfred y su hermana eran dejados al cuidado de una nodriza y personal
hindú.
A los 8 años –en 1905-, fue llevado a Inglaterra para su educación, siguiendo las
costumbres de la Colonia Inglesa Hindú. Fue internado pupilo en el Bishop’s Stratford College,
no regresando más a la India y quedando ligadas sus vivencias, a partir de allí, a un importante
nivel de orfandad.
Finalizó sus estudios a los 17 años –1914-, año en que se inicia la Primera Guerra
Mundial, y con ella, la coerción social para incorporarse al ejército británico, dado que el
enrolamiento en ese conflicto no era obligatorio.
Hizo un curso para oficial y egresó como Subteniente en el Vº Batallón de Tanques de
Barrington, regimiento recién formado y sin ninguna experiencia de combate. Intervino en la
batalla de Cambray (20-11-1917), y en la batalla de Amiens (8-8-1918) “Día Negro para el
ejército Alemán”. Recibió la Cruz de la Victoria, la Orden de Servicios Distinguidos y la Legión
de Honor Francesa.
A los 21 años –1918- es dado de baja con el grado de Capitán.
A los 22 años ingresó en Oxford para estudiar Historia Moderna en el Queen’s College.
Allí se interesó en el estudio de Kant y otros filósofos.
A los 24 años –1921- se recibe de Bachelor of Arts en la especialidad Historia. Pasa
luego a estudiar durante dos años Lengua y Literatura Francesa en la Universidad de Pointers.
Ingresa mas tarde en la University College de Londres para estudiar Medicina.
A los 33 años –1930- se recibe de Médico Cirujano. Obtiene la Medalla de Oro en Cirugía
y pasa a ser ayudante del famoso cirujano W. Trotter.
1
A los 37 años –1934- comienza su práctica en Psiquiatría, la que fuera motivada en
parte por su propia realización de una primera psicoterapia; y trabaja durante 15 años en la
Tavistock Clinic y en el Hospital Maida Vale como neurólogo.
La Tavistock Clinic, junto con el Instituto de Psicoanálisis, organizan la Portman Clinic
que se dedicará específicamente al tratamiento de delincuentes o afectados por trastornos de
la personalidad. Es allí donde Bion se ocupó del tratamiento de Samuel Beckett.
A los 40 años –1937-, Bion inicia su análisis con John Rickman, quien fuera Miembro de
la British Psychoanalytical Society (BPS), y analizado por Melanie Klein. Fue él quien lo inició
en las tesis kleinianas.
Pero en 1939 dicho análisis debió ser interrumpido, porque tanto Bion como Rickman
fueron convocados por las Fuerzas Armadas al entrar Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial,
e incluidos ambos en el mismo regimiento. Bion fue incorporado como oficial psiquiatra con el
grado de Capitán.
Pasan a trabajar entonces con pacientes con neurosis de guerra y elaboran juntos un
proyecto para su tratamiento (informe Wharncliffe Memorandum) basado en terapia grupal,
que fue muy bien recibido por muchos psiquiatras y produjo cambios y reestructuraciones en
la asistencia psiquiátrica del ejército.
De esto dice Roudinesco (1998):
Movilizado al entrar Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, participó con
Rickman y otros médicos en la reforma de la psiquiatría inglesa, elogiada por
Lacan en 19461, que daría origen a la famosa teoría del pequeño grupo, inspirada
en la experiencia de Maxwell Jones (1907-1990) con las comunidades
terapéuticas.
Fue en el hospital militar de Northfield, cerca de Birmingham, en el que se recibía
a pacientes afectados de neurosis de guerra, donde Bion y Rickman
experimentaron el principio del “grupo sin líder”, que consistía en organizar en
pequeñas células a hombres considerados inadaptados o inútiles. Cada grupo
definía el objeto de su trabajo bajo el patrocinio de un terapeuta, el cual apoyaba
a todos los hombres del grupo sin ocupar el lugar de un jefe ni el de un padre
autoritario. La experiencia dio resultado, pero fue brutalmente interrumpida,
porque cuestionaba el principio mismo de la jerarquía militar. (p. 112)
1
Se refiere a la Conferencia de J. Lacan “La Psiquiatría Inglesa y la Guerra”.
2
El interesantísimo relato de esta experiencia que duró seis semanas puede leerse en
palabras del propio Bion (1997) en su libro Experiencia en grupos.
También a principios de la guerra y contando con 42 años, Bion se casa con la destacada
actriz Betty Jardine, del grupo Gilbert and Sullivan.
Contando con 47 años y mientras intervenía en el desembarco de Normandía (1944) en
condición de oficial en psiquiatría, recibe la trágica noticia de la muerte de su esposa al dar a
luz a una niña a la que él llamó Parthenope.
Es dado de baja a la edad de 48 años con el grado de Mayor y emprende allí su carrera
profesional privada como psiquiatra. Inicia su análisis de formación con Melanie Klein y
comienza sus estudios en el Instituto de Psicoanálisis.
Se casa nuevamente a los 54 años, en Junio de 1951, con Francesca, a quien conoció en
la Tavistock Clinic en el Instituto de Relaciones Humanas. Tuvieron dos hijos, Julián y Nicola. Su
vida toma un nuevo rumbo, iniciando una época intensamente productiva.
En 1953, con 56 años, y tras 8 años de tratamiento, termina su análisis con Melanie
Klein y es aceptado como miembro de la Asociación Psicoanalítica Británica.
Desde allí, pasó a ser sucesivamente Director de la London Clinic of Psycho-analysis (de
1956 a 1962), Presidente de la sección médica de la Sociedad Británica de Psicología y
Presidente de la British Psycho-Analytical Society (de 1962 a 1965), además de miembro del
Comité de Formación de ésta. Y a su vez, tras la muerte de M. Klein en 1960, fue designado
Presidente del Melanie Klein Trust.
Sin embargo, cuando todo hacía suponer que Bion ocuparía el lugar del Maestro del
pensamiento kleiniano, a la edad de 71 años -1968-, inicia una experiencia inmigratoria a Los
Ángeles –USA-, a partir de la invitación de un grupo de analistas.
Viene invitado a Buenos Aires por la Asociación Psicoanalítica Argentina a dar
conferencias y supervisiones, y entre 1973 y 1978, acompañado por Francesca, empieza una
serie de seminarios y supervisiones en San Pablo, Rio, Brasilia y Nueva York.
Vuelve a Inglaterra 11 años después, instalándose en Oxford, pero casi inmediatamente
enferma de leucemia aguda y muere a los dos meses, con 82 años, el 8 de Noviembre de 1979.
II. Ubicación del contexto teórico de su producción
En la historia del movimiento psicoanalítico podemos ubicar diferentes generaciones de
analistas que han suscitado distintas influencias en su concepción teórica, además que han
gestado, con sus aportes, nuevas problemáticas y nuevas respuestas clínicas.
3
La primera generación es aquella con la que Freud dialoga en sus Obras: Abraham, Jung,
Adler, Ferenczi, entre otros.
La segunda generación es la que puede contar con Freud como su Maestro directo: Anna
Freud y Melanie Klein son dos de las figuras de más renombre de ese tiempo; tanto por la
producción que desplegaron como por la oposición teórica sostenida entre ambas; oposición
que termina dando lugar a dos corrientes: el kleinismo y el annafreudismo.
En la tercera generación, por fin, se hallan los analistas instruidos por los actores de la
segunda generación, que sólo tuvieron acceso a Freud a través de la lectura de sus textos. Sus
representantes más renombrados, entre los cuales se encuentra Wilfred Ruprecht Bion, fueron
Jacques Lacan, Heinz Kohut, Marie Langer, Igor Caruso y Donald Woods Winnicott.
Particularmente, los trabajos de D. W. Winnicott, de W. Bion y de D. Meltzer se inscriben
en la línea teórica desarrollada por Klein, y plantean la novedad de permitir el abordaje de las
psicosis con el herramental psicoanalítico.
Pero especialmente el trabajo de Bion debe ser incluido en lo que se dio en llamar
postkleinismo, dada la revisión teórica realizada por este autor.
Si bien para cuando la tercera generación de analistas entra al escenario mundial Freud
había muerto, el freudismo se había convertido en un verdadero movimiento, por lo que la
llegada de estas figuras fue contemporánea de la expresión masiva del psicoanálisis en el
mundo.
Este ambiente fue el posibilitador de la influencia conseguida por Bion en una gran
diversidad de círculos, como por ejemplo el Ejército, y de esas experiencias nacieron además
otras concepciones, como ser la de las comunidades terapéuticas.
Partiendo del punto de vista kleiniano sobre las psicosis, su elaboración sobre la
dinámica grupal le permitió no solo pensar la psicosis como estructura individual sino como
inmersa en un modelo comunitario o ambiental.
III. La teoría de los “supuestos básicos”: su aportación a la comprensión de la dinámica
de los grupos humanos.
El trabajo grupal en psicoanálisis nace a partir de la necesidad de inventar una
alternativa para la cura individual. Tanto sea por una limitación en los recursos (económicos,
humanos, etc.), como por tener que afrontar situaciones de emergencia (por ej., la de las
neurosis traumáticas engendradas por la guerra), se hizo necesario inventar dispositivos
4
económicos para tratarlas, descubriendo así su eficacia: fue este el caso de W. R. Bion al
comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Pero esto significó a su vez repensar las categorías del psicoanálisis mismo, dadas las
distorsiones que producía trasladar insensiblemente una concepción teórico-clínica que
pensaba a un sujeto individual, al campo de la vida grupal. Implicó la construcción de una
metapsicología de la intersubjetividad y de una teoría del sujeto del inconsciente en tanto que
es conjuntamente sujeto del grupo.
El Dr. Kaës (1996) en su Conferencia “El estatuto teórico-clínico del grupo”, explica:
Todos estos modelos de funcionamiento del grupo tienen como fundamento la
hipótesis de que el grupo es una organización y un lugar de producción de la
realidad psíquica, una entidad relativamente independiente de la de los
individuos que lo constituyen.
[…] Las primeras teorías del grupo […], tratan al grupo como una entidad
generadora de efectos psíquicos propios. Las contribuciones de los sujetos son
consideradas como procesos y contenidos anónimos y desubjetivados. […] son
teorías donde el sujeto desaparece en lo que lo singulariza: su historia, su
ubicación en el fantasma inconsciente, la idiosincrasia de sus pulsiones, de sus
representaciones, de su represión.
Bion se inscribe en esta forma de pensar al grupo. Si bien acuerda con Freud en que
tanto la psicología individual como la grupal constituyen el mismo campo de estudio, las
interpretaciones no van dirigidas a los individuos que lo componen sino al grupo pensado
como una unidad.
Sobre la concepción de Bion, dice el Dr. Kaës:
Bion fue el primero en proponer una teoría puramente psicoanalítica del grupo.
Funda su análisis sobre categorías centrales del psicoanálisis cuando distingue
dos modalidades del funcionamiento psíquico en los pequeños grupos: el grupo
de trabajo donde prevalecen los procesos y las exigencias de la lógica secundaria
que organizan la representación del objeto y del objetivo del grupo, la
organización de la tarea y de los sistemas de comunicación que permiten su
realización; y el grupo básico, donde predominan los procesos primarios en
forma de supuestos básicos (basic assumption) en tensión con el grupo de
trabajo.
5
La mentalidad de grupo garantiza la concordancia de la vida del grupo con los
supuestos básicos que organizan su curso. La mentalidad de grupo es definida
como la actividad mental que se forma en un grupo a partir de la opinión, de la
voluntad y de los deseos inconscientes, unánimes y anónimos de sus miembros.
Las contribuciones de éstos en la mentalidad de grupo, que constituye su
continente, permite cierta satisfacción de sus pulsiones y de sus deseos; sin
embargo, deben estar de acuerdo con las demás contribuciones del fondo común,
y estar apoyadas por él. La mentalidad de grupo presenta así una uniformidad, en
contraste o en oposición con la diversidad de las opiniones, de los pensamientos
y de los deseos propios de los individuos que contribuyen a formarla.
El grupo de trabajo entonces trabaja con la lógica yoica, el proceso secundario, mientras
que el grupo básico trabaja con los supuestos básicos sometidos al proceso primario; supuestos
que son inconscientes, que expresan fantasmas inconscientes y que organizan el curso del
grupo. Y a su vez, la mentalidad de grupo pone en concordancia al grupo de trabajo (la
voluntad) y al grupo básico (los deseos inconscientes).
Bion (1997) define un grupo como “un agregado de individuos en el mismo estado de
regresión” (p. 115) y presenta de la siguiente manera a los supuestos básicos:
La actividad del grupo se ve obstruida, diversificada, y en ocasiones asistida por
algunas otras actividades mentales que tienen en común el atributo de poderosas
tendencias emocionales. Estas actividades, que a primera vista parecen caóticas,
adquieren cierto grado de cohesión si admitimos que surgen de supuestos
básicos comunes a la totalidad del grupo. (p. 116)
Existen tres modalidades de supuestos básicos:
a) de dependencia: en donde el grupo se reúne a fin de lograr el sostén de un líder de
quien depende para nutrirse material y espiritualmente y para obtener protección. El grupo
sostiene aquí la convicción inconsciente de que está reunido para que alguien, de quien el
grupo depende en forma absoluta, provea la satisfacción de todas sus necesidades y deseos.
Este lugar de líder fácilmente puede ser ocupado por el analista, pero no exclusivamente. Bion
aclara que puede, por ejemplo, ser ocupado por una idea.
b) de ataque-fuga: el grupo sustenta la idea de que existe un enemigo dentro o fuera del
grupo del cual es necesario huir o atacarlo, y busca un líder acorde con esta idea. En los grupos
terapéuticos, el enemigo puede ser un miembro del grupo, la persona del terapeuta, sus
palabras, la enfermedad física o mental u otros. Cuando el terapeuta es considerado el
6
enemigo: el grupo ignora sus intervenciones, demuestra su desprecio a través de palabras o
actos, los miembros llegan tarde y/o se ausentan. Dice Bion:
En un grupo terapéutico el analista es el líder del grupo de trabajo. El apoyo
emocional que él puede brindar está sujeto a fluctuaciones en relación con el
supuesto básico activo y con la medida en que sus actividades se ajusten a lo que
se requiere de un líder en esos diversos estados mentales. En el grupo de ataquefuga el analista encuentra que sus intentos para aclarar lo que está sucediendo se
ven obstaculizados por la facilidad con que aquellas propuestas que expresan
odio a toda dificultad psicológica, o bien los medios por los cuales ésta puede ser
evadida, obtienen apoyo emocional. (p. 116)
c) de emparejamiento: se comparte la creencia de que no importa cuál sea el problema
presente y las necesidades del grupo, algo o alguien, en el futuro, lo resolverá. Ese “alguien por
advenir” será el líder de este grupo. La esperanza da vida a este supuesto básico. Al igual que
en la historia, si se produce un Mesías, pronto será rechazado ya que, para mantener la
esperanza, éste no debe nacer, no debe llegar. Esta ilusión puede quedar plasmada en el grupo
con fantasías de apareamiento de algunos de sus miembros. Bion aclara de este supuesto:
Con frecuencia esto encuentra expresión verbal en ideas que apoyan la opinión
de que el matrimonio pondrá fin a las incapacidades del neurótico; que cuando la
terapia de grupo se haya extendido suficientemente, revolucionará la sociedad;
que la próxima estación: primavera, verano, otoño o invierno, cualquiera sea el
caso, será más agradable, que se debería desarrollar una nueva clase de
comunidad -un grupo mejorado-, y otras ideas por el estilo. Esas expresiones
tienden a dirigir la atención a un acontecimiento supuestamente futuro, pero
para el analista el problema a resolver no reside en un acontecimiento futuro,
sino en el presente inmediato -el sentimiento de esperanza en sí mismo. […] (p.
122)
En síntesis, estos supuestos básicos son los representantes de tres estados emocionales
específicos con los que el grupo se defiende de cualquier posibilidad de evolución. Cada uno de
ellos posee un líder específico cuya finalidad es común a los otros: alejar al grupo de aquello
que haría advenir el cambio.
El grupo, en su resistencia a la tarea, se asemeja al neurótico que busca tratamiento y
quiere mejorar, pero que anhela tanto o más la gratificación de su condición neurótica, el statu
quo. La interferencia que producen estos supuestos en la tarea puede ser comparada con los
7
impulsos primitivos que pueden estar presentes en una persona adulta y que lo llevan a la
disyuntiva entre el empuje de expresar sus sentimientos de manera irresponsable y el deseo de
ser maduro y considerar las consecuencias.
Pensado esto desde la perspectiva kleiniana, según Kaës, “(…) los supuestos básicos son
reacciones grupales defensivas contra las angustias psicóticas reactivadas por la regresión
impuesta al individuo por la situación de grupo.” Son ansiedades derivadas de fases muy
tempranas en las cuales los temores son de desintegración, o sea, la pérdida del self, la locura.
Y en palabras del propio Bion (1997):
[…] los supuestos básicos emergen como formaciones secundarias de una escena
primaria muy temprana, elaborada en un nivel de objetos parciales, y asociada
con la ansiedad psicótica y los mecanismos de división y de identificación
proyectiva, que Melanie Klein ha descrito como característicos de las posiciones
esquizo-paranoide y depresiva. (p. 132)
Destaquemos dos conceptos acuñados por Bion dentro de esta teoría: el de valencia y el
de sistema protomental.
En cuanto al primero, en el grupo de trabajo los integrantes colaboran unos con otros. A
ellos los liga la colaboración. ¿Qué los une en el grupo básico? Explica Bion:
[…] En contraste con la función del grupo de trabajo, la actividad de supuesto
básico no demanda del individuo una capacidad para cooperar, sino que depende
del grado en que los individuos posean aquello que he llamado valencia, término
que tomé de la física para expresar la capacidad que poseen los individuos para
combinarse entre sí instantánea e involuntariamente y compartir y actuar de
acuerdo con el supuesto básico. (p. 124)
Y aclara algo más adelante: “Con el término "valencia" identifico la capacidad del
individuo para combinarse en forma instantánea con otros individuos, de acuerdo con una
pauta de conducta establecida -los supuestos básicos-.” (p. 134)
Sobre el segundo, se pregunta dónde permanecen los supuestos básicos de un grupo
cuando no se encuentran actuando. Responde:
[…] La función del grupo de trabajo está siempre en relación con un supuesto
básico, y sólo con uno. Aunque la función del grupo de trabajo pueda permanecer
inalterable, el supuesto básico concomitante implícito en sus actividades puede
cambiar frecuentemente. Pueden producirse dos o tres cambios en una hora, o
bien el mismo supuesto básico puede predominar durante meses. Para explicar el
8
destino de los supuestos básicos que no están en actividad he postulado la
existencia de un sistema protomental dentro del cual la actividad física y mental
está indiferenciada, y permanece fuera del campo que ordinariamente se
considera adecuado para las investigaciones psicológicas. (p. 124)
Por último, Bion -siguiendo a Freud-, compara los supuestos básicos con los que
denomina “Grupos especializados de trabajo”, grupos socialmente establecidos que estimulan
la actividad de un supuesto básico en particular.
Ubica así al supuesto básico de dependencia como proclive en la Iglesia (como grupo
especializado de trabajo) y al supuesto básico de ataque-fuga como propenso en el Ejército.
Y agrega: “[…] la aristocracia puede ser el grupo de trabajo especializado, que llena, para
el grupo de emparejamiento, funciones similares a las de la Iglesia o el Ejército con relación a
los grupos de dependencia y de ataque-fuga, respectivamente.” (p. 127)
IV. La teoría del vínculo madre-niño como base de la estructuración mental infantil.
Teoría del desarrollo del pensamiento.
Partamos de imaginar un bebé recién nacido. Un bebé que grita o llora, una madre que
busca sosegarlo aupándolo o dándole de mamar y consiguiendo, con su intervención, calmarlo,
tranquilizarlo.
En este sencillo ejemplo Bion ubica las “experiencias emocionales”, el “espacio mental”,
los “elementos beta”, los “elementos alfa”, la “función alfa”, la “capacidad de reverie” materna, la
identificación proyectiva, el continente ♀ y el contenido ♂.
Pasemos a definir estos términos.
IV.1. Las experiencias emocionales
Las experiencias emocionales siempre implican un vínculo: entre dos personas o dos
partes de una personalidad. Estas experiencias son las que van conformando el aparato mental
infantil. Bion selecciona tres grandes grupos de emociones presentes siempre en la experiencia
emocional entre dos objetos: L (love-amor), H (hate-odio) y K (knowledge-conocimiento). Las
grafica a las tres en un triángulo, ubicando a cada una en cada uno de sus vértices.
Explica Costas Antola (2001):
Habrá un vértice privilegiado acorde con la experiencia de que se trate; por
ejemplo, en el vínculo analítico, K, con subordinación de L y H, es el vértice
transformador, al promover la formación de símbolos. La tolerancia a un sentido
de infinito y a la duda son el conectivo esencial para que K sea posible.
9
La capacidad transformadora de K no radica en el conocimiento logrado, sino
precisamente en la tolerancia a lo no conocido, en la disposición a conocer. Esta
cualidad negativa permite afirmar que toda experiencia emocional conlleva dolor
mental, aún cuando la misma sea gratificante. Evitar el dolor o tender a
modificarlo son dos tendencias fundamentales, con consecuencias claramente
contrapuestas. (p. 228)
Bion sitúa en el centro de su teoría la indagación del vínculo K, es decir, del proceso de
conocer. Su tesis principal supone que todo conocimiento se origina en experiencias
emocionales relacionadas con la ausencia del objeto y su consecuente dolor mental; dolor
inherente al conocer.
A esta ausencia, que se transforma en la clave del desarrollo, Bion la denomina no-cosa.
Es una ausencia que suscita frustración y que entraña un duelo. La mayor o menor tolerancia a
la frustración (tolerancia a la ausencia del objeto) incide en la posibilidad de conocer. Lo que se
espera de la experiencia analítica es que ayude a aumentar la capacidad del paciente para
tolerar el sufrimiento, de modo tal de permitir el conocimiento.
Diana Rabinovich afirma (1988): “Frente a la frustración que acarrea la no-cosa hay dos
respuestas posibles: elaborar la ausencia mediante el desarrollo de la simbolización y el
pensamiento, o escapar de ella recurriendo a la alucinación. (p. 83)
El vínculo K supone la capacidad de tolerar esta frustración, incluso de aprender de ella
y comprenderla. Sin embargo, esa tolerancia puede no estar. Es un factor innato de la
personalidad del bebé. Retomaremos esto.
IV. 2 Espacio mental, elementos beta; capacidad de reverie, elementos alfa, función alfa.
Para definir el espacio mental Bion toma la definición geométrica de la noción de
espacio, en tanto cualquier lugar en el que antes hubo algo. Es decir que para que se pueda crear
espacio, algo que ocupa lugar debe previamente salir.
Kleinianamente pensado, cuando el bebe nace, con su primer grito, expulsa mediante un
mecanismo de identificación proyectiva instinto de muerte, permitiendo que en aquel lugar en
el que antes hubo Muerte, ahora se genere el espacio adecuado para contener Vida (instinto de
Vida) que debe ser capaz de entrar.
A esto que el bebe expulsa, Bion (2000) lo llama “elementos beta”, y los define como
aquello que la mente es incapaz de procesar, son experiencia emocional pura sin metabolizar e
imposible de metabolizar. Y dice de ellos:
10
Este término representa la más temprana matriz de la que se puede suponer
surgen los pensamientos. Tiene al mismo tiempo la calidad de un objeto
inanimado y la de un objeto psíquico sin ningún tipo de diferenciación entre los
dos. Los pensamientos son cosas, las cosas son pensamientos […]. (p. 33)
Esta “cosificación” de los pensamientos los hace inasequibles a articulación alguna, del
mismo modo que dos objetos no podrían ser articulados, a lo sumo serían acercados o apilados.
Pero con la expulsión de los “elementos beta”, se produce el espacio vacío necesario
para ser llenado con pensamientos que puedan ser pensados y tolerados. Ahora bien, ¿cómo
consigue incorporarlos?
El término reverie proviene del francés y significa “ensueño”. Bion alude con él al estado
mental requerido en la madre para estar en sintonía con las necesidades del bebé.
La capacidad de reverie materna se define como la aptitud de la madre de devolverle al
bebe, transformada, aquella experiencia emocional sin metabolizar (elementos beta). Esa
metamorfosis los convierte en pensamientos adecuados para ser contenidos y pensados por él;
esto es, “elementos alfa”. Son los pensamientos que traen el material para la vida (mental,
anímica). Bion (2000) define:
Este término {elementos alfa} representa el resultado del trabajo realizado por la
función-alfa sobre las impresiones sensoriales. No son objetos en el mundo de la
realidad externa pero son productos del trabajo realizado sobre las impresiones
sensoriales que se cree se relacionan con dichas realidades. Posibilitan la
formación y uso de los pensamientos oníricos. (p. 33)
Y de la función alfa expresa: “La función-alfa es la función por la cual las impresiones
sensoriales se transforman en elementos capaces de ser acumulados para ser empleados en el
sueño y en otros pensamientos.” (p. 19)
Por lo tanto, la capacidad de reverie materna depende de la función alfa y actúa como un
continente de las emociones que el niño evacua mediante la identificación proyectiva, a la vez
que permite el desarrollo en el niño de la tolerancia a la frustración, “digiriendo” la no-cosa, la
ausencia del objeto.
Bion (1966) afirma que él no atribuye al lactante una captación de necesitar el pecho
como fuente de leche o amor, pero sí le atribuye una captación de una necesidad no satisfecha.
Compara la relación paciente-analista con la relación madre-hijo. Refiere:
Como analista que trato a un paciente adulto, yo puedo ser consciente de algo de
lo cual el paciente no es consciente. Del mismo modo, la madre puede discernir
11
un estado anímico en su bebe antes que él pueda ser consciente del mismo, como
por ejemplo cuando el bebe da signos de necesitar comida antes de darse cuenta
de ello.
[…] La necesidad del pecho es un sentimiento y ese sentimiento mismo es un
pecho malo; el lactante no siente que quiere un pecho bueno, pero sí siente que
quiere evacuar un pecho malo. Supongamos que el bebé es alimentado; el
incorporar leche, amor, calor, puede ser sentido como el incorporar un pecho
bueno.
Entonces, lo que el bebé siente en un principio no es la ausencia del pecho bueno, sino la
presencia del pecho malo, entendido este como la no existencia de esa leche, ausencia del
objeto, no-cosa. Dicho de otro modo, cosifica la ausencia.
Solo más adelante el pecho deseado es vivido como una idea de un pecho ausente y no
como un pecho malo presente; y este pecho bueno pasa a estar asociado con la leche real que
satisface el hambre.
Para Bion, la capacidad de reverie materna es un modo de expresar el amor, que se
agrega a los canales físicos de comunicación. Entra en relación principalmente con los
sentimientos de amor y odio del bebé. Ofreciéndose como continente de ellos, “transforma
exitosamente el hambre en satisfacción, el dolor en placer, la soledad en compañía, el miedo a
estar muriendo en tranquilidad”.
Costas Antola (2001) sintetiza:
Esta teoría vincular permite dar cuenta de la metabolización de los contenidos
evacuados por el bebé en la madre, a través de la identificación proyectiva; […].
La función reverie que cumple la madre, los transforma en aptos para ser
soñados, pensados o fantaseados, y se constituyen de este modo en elementos
alfa. Estos conforman la barrera de contacto, separación entre lo consciente y lo
inconsciente, entre el dormir y el despertar; separación anulada en la psicosis. (p.
230)
El espacio mental formado en el lugar en el que antes hubo beta, será el continente de
alfa. Ahora bien, estos elementos alfa son previos a cualquier aparato destinados a pensarlos,
por lo cual -dice Bion-, son “pensamientos sin pensador”. De modo tal que no es el pensar lo
que origina los pensamientos sino a la inversa. Podemos preguntarnos entonces ¿cómo surge
este aparato y en qué consiste?
12
IV. 3 La identificación proyectiva, el continente ♀ y el contenido ♂.
Continente (♀) es por excelencia algo en cuyo interior se puede proyectar y, lo
proyectado, pasa a ser definido como contenido (♂).
La madre funciona como continente de las necesidades evacuadas por el bebé por
medio del mecanismo de identificación proyectiva; y estas necesidades constituyen el
contenido que el bebé necesita descargar, a partir de su propia incapacidad de contenerlas.
La identificación proyectiva es pensada por Bion como una fantasía omnipotente de
desprendimiento de partes indeseables y colocadas en un objeto.
En la función reverie la identificación proyectiva permite, por un lado, un canal
comunicante entre la madre y los propios estados mentales del bebé, esperando recibir de ella
el alimento mental necesario; por el otro, es un modo de deshacerse de contenidos mentales.
Por lo cual, la identificación proyectiva cumpliría dos funciones: nutritiva y desintoxicante.
Solo a medida que se desarrolla, el niño va siendo capaz de hacerse cargo de contener
sus propios sentimientos y sensaciones, los cuales serían el contenido que debe alojar. Esto
significa la internalización del modelo vincular continente-contenido primitivamente
establecido entre él y su madre.
Pero este modelo también tiene ingerencia en el desarrollo del pensamiento. Al ser
introyectado, se convierte en un aparato que le permite elaborar por si solo la ausencia del
objeto. Bion propone representar este aparato por el signo ♂♀.
De este modo, los pensamientos forjan continente, al mismo tiempo que éste forja
contenido; y se diferencia así el desarrollo de los pensamientos de la creación del pensar.
Lo que antes era metabolizado por la madre (L, H y K), al ser internalizada esta función,
pasa a formar parte de la propia función alfa del sujeto.
Ahora bien, ¿cuál sería el alimento mental necesario que mencionamos más arriba?
Este alimento mental es para Bion la Verdad. No se puede tener un conocimiento directo
de ella. Bion llama O a esta Verdad desconocida e incognoscible.
Si bien dejaremos el desarrollo de este tema para otra ocasión, señalemos un punto.
Explica Stitzman (2004):
El proceso mediante el cual diversas dimensiones de O evolucionan de manera de
poder ser captadas por nuestras mentes recibe el nombre de Transformación.
Bion describe tres tipos básicos de transformaciones: transformación en
pensamiento, transformación en alucinosis y transformación en sabiduría.
13
[…] Llamamos transformaciones en pensamiento a aquellas transformaciones
que guardan amor y respeto por la Verdad como alimento mental. Son aquellas
que nos permiten construir modelos, armar analogías, pensar pensamientos
abstractos y desarrollar la capacidad figurativa.
Cuando la Transformación se da en pensamiento (es decir, con amor por la
Verdad y utilizando elementos alfa), el vínculo que se entabla con la Verdad se
llama de Conocimiento.
Así reencontramos el vínculo K (knowledge-conocimiento) mencionado en el inicio. Uno
de los tres grandes grupos de emociones presentes siempre en la experiencia emocional entre
dos objetos, que a su vez sostiene un vínculo con la verdad.
Y por fin, la función PS ↔ D es la relación entre las posiciones paranoide-esquizoide y
depresiva tal como fueron descritas por M. Klein. Establece una oscilación entre momentos de
fragmentación y dispersión característicos de la etapa paranoide-esquizoide (PS) y momentos
de integración peculiares de la posición depresiva (D).
Esta función puede operar tanto con elementos alfa como con elementos beta.
Costas Antola (2001) explica de ella: “[…] Hablamos de articulación, integración o
conjunción cuando en la función PS ↔ D intervienen elementos alfa; en cambio, hablamos de
aglutinamiento cuando la función opera con elementos beta, no pasibles de articulación alguna;
[…]” (p. 232)
Cuando la mente es capaz de sostener una idea nueva, tolerando la ansiedad catastrófica
que despierta, desde una escala de valores esquizoparanoides hacia una orientación depresiva
(PS↔D), se posibilitará el crecimiento de la idea.
V. La teoría de la psicosis.
La psicosis conlleva para Bion una completa subversión de la organización del pensar
tal como acaba de ser descripta.
Rabinovich (1988), describe esa subversión en el sujeto:
[…] Su elección inicial es evadir la frustración. El primer resultado de esta
elección es que la no-cosa, el no-pecho se transforma en un pecho malo presente.
Esta presencia no es una concepción, un elemento alfa (α), sino una presencia
que obtura, que satura la falta, la ausencia. Esta forma particular de presencia
será denominada, tomando prestado el término a Kant, la cosa en sí misma, el
14
noúmeno, lo incognoscible. El mundo de la psicosis es un mundo poblado por ese
imposible que son las cosas en sí mismas, […] (pp. 87-88)
En su búsqueda de evitar el dolor, el sujeto psicótico escapa de la frustración por la vía
alucinatoria. No hay aquí una “adquisición de conocimiento” sino una “posesión de
conocimiento” utilizada para evitar la experiencia dolorosa. La capacidad para la abstracción
ha sido destruida y queda excluida la posibilidad del aprendizaje por experiencia emocional.
Hay un fracaso de la capacidad de reverie materna que Costas Antola (2001) describe en
los siguientes términos:
Si nos encontráramos ante un fracaso de tal función se desataría una
proliferación de elementos beta, material que no puede ser alojado en la mente,
reclama su expulsión por el mecanismo de la identificación proyectiva (IP). La
mente se coagula en un estado en el que no es posible soñar pero tampoco
despertar; no se está ni despierto, ni dormido; ni vivo ni muerto; es un
funcionamiento robótico. La imposibilidad de transformar los elementos beta en
alfa puede llevar a la aparición de síntomas hipocondríacos como intentos de
establecer una reconexión con las cualidades psíquicas ausentes; las sensaciones
físicas pasan a ocupar el lugar de las cualidades psíquicas inexistentes. Las
impresiones sensoriales contenidas en los elementos beta incrustan su concretud
en el cuerpo. (p. 230)
El pensar se hace imposible a raíz de la falta de elementos alfa, falta que es consecuencia
del fracaso en la elaboración de esa experiencia emocional que es la no-cosa.
La función PS ↔ D sufre una regresión al polo PS, trabajando entonces con elementos
beta, por lo cual se hace imposible articulación alguna. Más que nunca aquí se grafica la frase
bioniana “Los pensamientos son cosas, las cosas son pensamientos.”
Bion acuña dos términos al pensar las psicosis: el de splitting forzoso o patológico y el
de objetos bizarros, ambos articulados entre sí.
Al primero de ellos (el splitting) lo ubica como la respuesta del bebé ante una madre que
no logra permanecer receptiva a sus estados mentales y solamente atiende a la satisfacción de
sus necesidades materiales. Pero Bion sanciona allí un fracaso en la mente del lactante y no un
fracaso materno.
Por un lado, la ambivalencia de la experiencia emocional (amor-odio, envidia-gratitud)
que la lactancia implica no puede ser tolerada; por el otro el bebé necesita seguir recibiendo el
alimento (el pecho) ante el temor a la muerte por inanición. Esto lo lleva a una inevitable
15
separación entre la satisfacción biológica y la psíquica, que genera una exigencia voraz
imposible de satisfacer. Como dice Bion, una mente en este estado engendra “objetos
inexistentes voraces de existencia...” El splitting es efecto de la violencia con que el sujeto ataca
su propio aparato mental promovido por el odio a la realidad interna y externa.
A su vez, como efecto del ataque que es para el sujeto el splitting patológico, se forman
los objetos bizarros, aglomerado de una parte del yo, del superyó y de elementos beta.
El término bizarro grafica la idea de ira y furia. Es al objeto splitado previamente que se
le adosan tales vestigios. En la fantasía del paciente estos aspectos expulsados adquieren
existencia propia; ya no son controlables por él. Lejos de perderlos al expulsarlos, aumentan su
ataque y hostilidad.
Costas Antola (2001) sintetiza la encrucijada en que quedan alojados estos sujetos:
Bion utiliza para describir el estado de estos pacientes, una expresión que me
parece muy ilustrativa: estado omnipotente ↔ desamparado, impregnado de
violencia moral y omnipotencia. Por un lado, niega la presencia del objeto
presente; por otro, niega la ausencia del objeto ausente. Cumple así el propósito
de negar la ausencia al mismo tiempo que la presencia. La sanción moral pasa a
ocupar el lugar del conocimiento acerca de algo; el componente moral es propio
de los objetos bizarros y proporciona una suerte de control omnipotente que lo
libera ilusoriamente del desamparo. (p. 235)
VI. La comprensión de la dirección de la cura en W. Bion.
Con estas breves puntuaciones sobre la dirección de la cura en la obra de Bion,
situaremos una aproximación al uso analítico de los conceptos formulados.
Desde la teoría kleiniana la psicosis no se presenta como una estructura particular, sino
como una “parte” de la personalidad, presente en todo sujeto como remanente de etapas más
tempranas de su vida -su núcleo psicótico-, que coexiste con la “parte neurótica” de la
personalidad, por lo cual pasan a ser “componentes normales” del psiquismo.
Aún así, Bion establece una diferencia entre la transferencia en la neurosis y en la
psicosis. Para ello, presenta el concepto de “Transformaciones”, término que toma de la
geometría. Plantea para la neurosis que, a partir del establecimiento de la función alfa (α), se
producen las llamadas “transformaciones rígidas”, acordes con la geometría euclidiana. Pero en
la psicosis, las transformaciones responden a otra geometría, la proyectiva, en cuyo espacio se
despliegan las “transformaciones en alucinosis”.
16
Esta clínica “bajo transferencia” se caracteriza por su particular estilo interpretativo,
que se adecua a la definición del análisis como “una experiencia emocional aquí y ahora con el
analista como objeto”.
Rabinovich (1988), explicando la clínica bioniana, describe a un analista que trata
constantemente de deducir qué piensa el paciente, siendo la actividad interpretativa una
traducción de “estados emocionales”. El núcleo de lo que ocurre en la cura es la experiencia
emocional; y esto se reproduce en las sesiones en la relación con el analista. Especifica:
[…] Esta experiencia emocional actual es a la vez evidente e incognoscible, es la
cosa en sí misma, el noúmeno kantiano. Psicoanalizar es precisamente
transformar esa experiencia emocional actual en una interpretación. La función
de la interpretación es precisamente lograr el awareness, término cuya
traducción más aceptable sería el percatarse de, el awareness del estado
emocional existente. Percatarse de la experiencia emocional conlleva un aumento
de la capacidad de pensar, capacidad que se opone a la disociación, que es
sinónimo de una integración no tanática de dos objetos, que equivale a una
función sintética. El psicoanálisis es pues aprendizaje de la experiencia
emocional cuyo desenlace exitoso culmina con el incremento de la capacidad de
pensar y comprender […] (pp. 94-95)
¿Y qué ocurre cuando nos adentramos en la esquizofrenia? Rabinovich señala que el
objetivo general de la cura sigue siendo el mismo. “La diferencia radica en las características
propias de la “personalidad esquizofrénica” que determina la organización de la transferencia
bajo el imperio de las transformaciones en alucinosis.” (p. 95) Dado que su capacidad de pensar
al igual que su consciencia (su capacidad de awareness) están destruidas, el paciente recurre a
ellas. El “hacer consciente lo inconsciente” no es válida en estos casos, pues está doblemente
anulada: “(…) al faltar los elementos alfa y no configurarse la barrera de contacto no hay
represión primaria, o sea no hay inconsciente y la conciencia como órgano perceptor de la
cualidad psíquica está destruido.” (p. 95) Motivo por el cual el objetivo principal del
psicoanálisis de la esquizofrenia es “reparar” el aparato psíquico del psicótico.
Bion enseña que el analista debe “soñar” la sesión. Desde ya, no se refiere a “dormir” en
la sesión, sino a que el analista debe “transformar” la experiencia emocional del paciente de
una forma adecuada para que pueda ser transmitida como experiencia sensorial en sus
interpretaciones.
17
La sesión para el analista debe carecer de historia y de futuro, siendo lo único
importante en cualquier sesión acceder a lo desconocido “(…) nada debe impedirnos intuirlo".
Es esencial la suspensión de la memoria y del deseo particular del analista, pues de sostenerse,
conduciría al paciente hacia lugares intencionalmente marcados y no hacia su “verdad”, su
“incognoscible”.
Si bien toma en cuenta la contratransferencia, indica: “[…] La pasión debe distinguirse
claramente de la contratransferencia, esta última siendo evidencia de represión. […]” (Bion,
2000, p. 29); agregando luego:
Cualquier analista en ejercicio se percata de que este estado de cosas pertenece
al dominio de la contra-transferencia y señala la necesidad de análisis para el
analista. Pero como ni aun los analistas pueden tener todo el análisis que se
puede considerar deseable la teoría usada como una barrera para protegerse de
lo desconocido persistirá en la coraza del analista tanto como en la del paciente.
(p. 31)
Esto es, ve en ella un índice de la necesidad de análisis del analista, y no un dato que
hable del paciente; por lo cual suele enmarcarla en términos de “contratransferencia en
abstinencia”.
Para finalizar, cabe agregar que es llamativa la inmensa producción de este autor (de la
que solo hemos dado un mínimo bosquejo), que a semejanza de Freud y de Klein, ha dejado una
obra, pero que, contrariamente a ellos, no dejó una escuela, fiel hasta el final con su idea de
“grupo sin lider”.
Referencias
Bion, W. R. (1997) Experiencias en Grupos, Paidós.
Bion, W. R. (1966) Aprendiendo de la Experiencia, Paidós.
Bion, W. R. (2000) Elementos de Psicoanálisis. Lumen Hormé; 3ª edición.
Costas Antola, A. (2001) “La psicosis en la obra de Bion”. En: Fernández, E. Diagnosticar las
psicosis. Letra Viva. 3ª Edición.
Tabak de Bianchedi, E. y otros. (1999) “Un repaso metapsicológico de propuestas de Bion” En:
Bion Conocido/ Desconocido. Lugar.
http://www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=56
18
Fleischer, D. Musumeli, L. “Bion: Una teoría del pensamiento”. https://www.psicopsi.com/bionuna-teoria-del-pensamiento/
Kaës, R. (1996) “El estatuto teórico-clínico del grupo” En: Cuadernos de Psicología.
http://www.elortiba.org/faunapsi.html http://www.elortiba.org/kaes1.html
Rabinovich, D. (1988) La teoría de la psicosis en Bion o los límites del kleinismo. En: El concepto
de objeto en la teoría psicoanalítica. Su incidencia en la dirección de la cura. Manantial.
Roudinesco, E. & Plon, M. (2011) Definición de Bion Wilfred R. Diccionario de Psicoanálisis, 2°
ed. revisada y aumentada. Paidós. (pp. 111-114)
Stitzman,
L.
(2004)
“Alfa-Beta-Biónico”.
En:
Revista
Topia.
(Agosto
de
2004)
http://www.topia.com.ar/articulos/alfa-beto-bi%C3%B3nico
Stitzman, L. (2007) “Pensando a W. Bion” En: Revista Topia. (Agosto de 2005)
http://www.topia.com.ar/articulos/pensando-w-bion
Stitzman, L. (2007) “Alucinosis versus alucinación”. En: Revista Topia. (Agosto de 2007)
https://www.topia.com.ar/articulos/alucinosis-vs-alucinaci%C3%B3n
19
Descargar