Subido por Carolina Caballero

Tema 23. Texto como unidad comunicativa

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TEMA 23. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA. SU
ADECUACIÓN AL CONTEXTO. EL DISCURSO.
ÍNDICE.
1. INTRODUCCIÓN.
2. LA CIENCIA DEL TEXTO.
3. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA.
4. SU ADECUACIÓN Y CONTEXTO.
5. EL CONTEXTO DESDE LA PRAGMÁTICA.
6. EL DISCURSO.
7. CONCLUSIÓN.
8. BIBLIOGRAFÍA Y APLICACIÓN DIDÁCTICA.
1. INTRODUCCIÓN.
La gramática del texto tiene como fin establecer cómo se conectan las oraciones en la
mente del emisor, o dicho de otra forma, qué componentes gramaticales, semánticos o
fonológicos dan textura a un enunciado.
Sin embargo, no podemos decir que todo acto de habla se constituye en un texto. Para
que un enunciado pueda considerarse un texto ha de haber coherencia semántica entre las
ideas expresadas, cohesión sintáctica, y subordinación a una idea sintetizante.
2. LA CIENCIA DEL TEXTO.
Para Lotman (Estructura del texto artístico) se entiende por texto todo discurso
cifrado en uno o varios códigos, que se nos ofrece como una unidad de comunicación
concluida y autónoma. Son textos, pues, un telegrama, una conversación telefónica, una
película, una novela, una fotografía, un cuadro de pintura, un poema, una canción, etc.
Para Hjelmslev el texto se define por su clausura y su autonomía discursiva, serán
textos tanto la expresión /¡Fuego!/, como el conjunto de Los Episodios Nacionales. Por
ello múltiples teorías semióticas y textuales coinciden en señalar la coherencia como un
elemento constitutivo de la definición del texto.
Brown y Yule (Análisis del discurso, Madrid, Visor, 1993) sostienen que todo
intento formal de identificar el tema de un texto está condenado al fracaso. No obstante, el
análisis del discurso puede recurrir con provecho a nociones del tipo “dentro del marco
temático” o “el tema del hablante”…
Para interpretar de qué habla una persona tenemos que basarnos inevitablemente en
cómo estructura lo que dice. Algunos investigadores, para determinar el tema de un
discurso, se han centrado en la noción de cambio de tema; debe haber un punto en el que
se marque el cambio de un tema a otro. El párrafo ortográfico no delimita el cambio de
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tema, ya que está sujeto a convenciones ortográficas o tipográficas muy variadas, pero
suele coincidir con el desarrollo de un subtópico del texto.
Se piensa que hay una conexión específica entre tema y contenido del discurso. Van
Dijk (La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983) considera que la representación
semántica del texto es una macroestructura que define lo significado de las partes del
discurso y del discurso completo con referencia a los significados de las frases
individuales. La representación semántica parece ser la traducción de un texto a un
formato alternativo.
Las aportaciones de Van Dijk se van ampliando en sucesivas publicaciones. En su
obra La ciencia del texto (Un enfoque interdisciplinario) acomete un intento globalizador
de construir un campo multidisciplinar en el que se aborde la teoría del texto desde los
presupuestos anteriores, pero teniendo en cuenta también la psicología cognitiva y el
análisis de la conversación. La obra se presenta como “una nueva conexión transversal
interdisciplinaria” que trata de construir una ciencia del texto. El enfoque, más que
lingüístico, es comunicativo, la misión de esta ciencia del texto estaría en “describir y
explicar las relaciones internas y externas de los distintos aspectos de las formas de
comunicación y uso de la lengua”. La obra es un manual práctico dirigido a un público
muy amplio, con el intento de difundir las aportaciones y las sugerencias de la ciencia del
texto. En ella, su autor tiene en cuenta incluso aspectos de la psicopatología de la
elaboración textual. El capítulo sobre la adquisición de habilidades textuales por parte de
los hablantes tiene un gran interés por su aplicación didáctica. La ciencia del texto nos
proporciona en esta obra un modelo suficientemente elaborado.
3. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA.
Tradicionalmente, la lingüística sólo se ha ocupado de la palabra o de la frase como
unidades superiores de investigación. Sin embargo, en la antigüedad clásica había una
conciencia retórica del discurso como unidad superior a la oración, aunque sólo se
establecieron reglas sobre la estructuración pragmática de la enunciación.
Contemporáneamente se apreciaron efectos estilísticos en la anunciación pero no se abordó
una teoría que diera cuenta de tales efectos. Por lo tanto la teoría del texto es un campo de
investigación relativamente reciente, a pesar de que la conciencia del texto y del discurso
es muy lejana en la cultura occidental.
Los primeros intentos de teorizar las estructuras textuales fueron una transposición de
las categorías gramaticales, de la gramática de la oración, a elementos textuales todavía
por determinar. Y así se hablaba de la gramática del texto como un paso necesario para el
estudio de las estructuras lingüísticas, ya que se apreciaban realidades organizativas de tipo
gramatical que desbordaban la noción de oración.
El parágrafo y la cláusula eran nociones conocidas desde hacía tiempo como
estructuras supraoracionales, pero de orden tipográfico u oratorio. Por otra parte, las
estructuras textuales no consistían únicamente en ser abarcadoras de varias o muchas
oraciones, no tenían por qué ser sólo conjuntos de conjuntos de oraciones, pues había
textos tan parcos como un telegrama o tan extensos como una novela, y ambos no dejaban
de serlo por su extensión.
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Todorov define el texto de una forma no oracional caracterizándolo por dos rasgos:
1) Su autonomía discursiva, se trata de una entidad de significado completa en sí
misma.
2) Por su clausura, el texto se concibe como algo acabado o entero. El texto es
además un sistema connotativo que se asienta sobre otro sistema anterior, el sistema de la
lengua, básicamente denotativo.
Desde el punto de vista de la primitiva gramática del texto se suponía que si en la
oración había un componente fonológico, sintáctico y semántico, en la gramática textual
debería haber también una reproducción ampliada de estos tres componentes. La fonología
del texto sería de tipo suprasegmental. La sintaxis del texto abarcaría conjuntos de frases.
La semántica del texto podría estudiarse desde puntos de vista retóricos, narrativos y
temáticos.
De estos tres últimos análisis el que más se ha desarrollado ha sido el análisis
narratológico, las estructuras narrativas se han identificado como actantes y funciones y
hay semióticas del texto, como la de Greimas que hacen estudios muy minuciosos de las
estructuras narrativas. Sin embargo, este análisis vale únicamente para un tipo de textos,
los de la fábula, pero es menos útil para las demás tipologías. No obstante hay que decir
que las preocupaciones de estos autores no iban por el camino de construir una teoría del
texto sino una teoría de la narración o una semántica estructural del discurso.
Fue a finales de los años sesenta cuando se puso en cuestión un paradigma lingüístico
centrado exclusivamente en el análisis del sistema abstracto de la lengua, fuera este tipo
generativo-transformacional o de tipo funcionalista. El aldabonazo (aviso) de la
pragmática y la sociolingüística despertaron a los estudiosos del lenguaje del sueño
inmanentista, que sólo quería ver las estructuras internas del sistema lingüístico, y los
llevaron a atender a un magma demasiado multiforme si era abordado desde el habla como
para que la ciencia pudiera someterlo a una formalización unificadora, y esto había llevado
a los lingüistas, en un afán de cientifismo, a ocuparse únicamente por el sistema abstracto
de la lengua, menospreciando las variantes como simples epifenómenos de estructuras
operativas más generales y profundas.
Por otra parte, los descubrimientos hechos en el análisis de los actos de habla
presentaban unas facetas en el uso de la lengua que no habían sido atendidas hasta ahora,
pues no eran percibidas desde las alturas del sistema abstracto.
Ello llevó a cuestionar la forma de hacer lingüística, al tiempo que aparecían las
carencias de una lingüística que se había autolimitado al estudio de la oración como
máximo horizonte organizativo de la teoría del lenguaje. La primitiva gramática del texto
buscaba paradigmas explicativos de los fenómenos supraoracionales rastreándolos en los
estructuralismos europeo y americano.
Fue la lingüística alemana, desde Peter Hartmann en adelante, la que desde 1964 se
había impuesto como objetivo la descripción estructural del discurso. En este ámbito,
Bierwisch (1965) había intentado aplicar las estructuras generativistas al estudio de la
literatura, señalando la presencia de macroestructuras en el discurso literario.
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En los años setenta se da el primer intento de construir una lingüística del texto, que
fuera más allá de los intentos gramaticales. El trabajo del grupo de Constanza, cuyo
congreso se celebró en 1973, con autores como Petöfi, Kummer, Ballmer y otros,
abandonó los planteamientos gramaticales para centrarse en otras estructuras, como la
coherencia del discurso, los aspectos pragmáticos en el uso de la lengua, las relaciones de
la actuación lingüística con una teoría general de la acción, la incorporación de categorías
de la lógica como la noción de mundo posible, para explicar la coherencia semántica del
discurso, etc.
A estos primeros esbozos se incorporó el lingüista holandés Van Dijk desde estudios
de crítica literaria que trataban de tener en cuenta las aportaciones de la teoría del discurso.
Su primera obra Some aspects of Text-grammars (1972) representó en su momento el
planteamiento de las posibilidades y aspiraciones de la nueva disciplina.
Van Dijk se había formado en el estructuralismo francés aplicado al estudio de la
obra literaria, pero ha ido derivando progresivamente a la construcción multidisciplinar de
una auténtica lingüística del texto.
Su primera obra significativa en este sentido, fue Texto y contexto. Semántica y
pragmática del discurso donde aparece un esbozo bien sistematizado y útil de la lingüística
del texto desde presupuestos semánticos, lógicos, pragmáticos y desde la teoría de la
acción. Aquí aparecen ya bien delineados conceptos capitales para esta disciplina como los
de conexión, macroestructuras, coherencia, tipos de discurso, pragmática del discurso,
macroactos de habla, etc.
Las ideas de Van Dijk se van reformulando, matizando y enriqueciendo en sucesivas
aportaciones sobre la base de esta obra capital. Hay que agradecer a este autor su claridad,
precisión y capacidad de síntesis que demuestra, sobre todo, en las conferencias que dictó
en la Universidad de Río Piedras. Puerto Rico, en 1978, publicadas en forma de libro. Esta
obra constituye una de las vías de acceso más claras y brillantes a la lingüística del texto.
4. SU ADECUACIÓN AL CONTEXTO.
El marco comunicativo condiciona nuestra expresión y nos impulsa a decir
determinadas cosas, de una manera adecuada y en el instante preciso, si es que
pretendemos ser unos comunicadores competentes. Si nuestra comunicación se establece
en el marco de una conversación, por ejemplo, es evidente que hay unas normas de
intervención, de extensión, un sentido de la oportunidad, el respeto por las opiniones de los
otros, etc., que todo hablante tienen en cuenta o trata de tener en cuenta cuando participa
en este tipo de texto colectivo.
Grice ha descrito los principios de cooperación que deben regir la intervención de
cada interlocutor de un diálogo:
a) La oportunidad: intervenir en el momento en que seamos requeridos a ello o
cuando nuestra aportación se haga precisa.
b) La brevedad: nuestro uso de la palabra ha de ser tan breve como la
información que proporcionamos lo requiera.
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c) La calidad: nuestra contribución ha de ser verdadera y considerada con las
opiniones de los demás.
d) La relevancia: las opiniones que aportemos habrán de ser pertinentes, es
decir, coherentes con el tema que se está tratando.
e) La claridad: nuestras palabras serán precisas y ordenadas, evitando la
oscuridad, la imprecisión y la ambigüedad.
Estos principios podrían resumirse en una sola máxima: “Que tu contribución a la
conversación sea la adecuada”. Actuar de la manera descrita en una conversación es saber
estar a la altura de las circunstancias comunicativas, desempeñar el papel que los demás
quisieran que desempeñemos. Es evidente, que no siempre las cosas discurren por estos
cauces en las conversaciones de la vida cotidiana, y así se podrá llegar desde el modelo
propuesto al llamado “diálogo de sordos”, en el que cada cual habla y nadie se escucha,
aunque aparenten oírse. Esta sería la caricatura de una auténtica interacción personal. En
cambio, un diálogo de personas atentas y educadas comporta el que cada uno de los
participantes salga enriquecido con las aportaciones de los demás y con el contacto
humano que supone la renovación y el contraste de nuestras experiencias con las de los
otros.
De esta manera, podríamos trazar el modelo deseable de interacción comunicativa
que es pertinente para cada tipo de marco situacional. La adecuación es el producto de una
serie de elecciones de códigos expresivos, no solamente lingüísticos en el caso de la
comunicación oral, que realizamos de forma consciente o inconsciente, de manera acertada
o equivocada con respecto a los fines que se plantea nuestra intención comunicativa. Pero,
para hacer posibles estas elecciones tenemos que poseer una riqueza de repertorios y
registros, una experiencia comunicativa en el dominio del género textual de que se trate y
un saber estar a la altura de cada circunstancia. De esta manera, nuestro discurso resultará
o será calificado por los demás de adecuado, oportuno, acertado, preciso, afortunado, etc.;
o por el contrario será motejado de pedante, distante, oscuro, vulgar, risible, incoherente,
etc.
Saber actuar en situación es dominar lo que los teóricos han llamado competencia
comunicativa de tipo pragmático: la capacidad de decir lo apropiado en el momento
preciso y de la manera correcta. El desarrollo de esta competencia requiere una práctica
avezada y continua.
5. EL CONTEXTO DESDE LA PRAGMÁTICA.
Una de las carencias que se echa en falta en la obra de Van Dijk es la inclusión de
conceptos semióticos. La semiótica es la disciplina que estudia los procesos de
comunicación de forma más globalizadora, pues atiende a todos los sistemas de
comunicación en tanto que códigos, en tanto que prácticas culturales y en tanto que
construcción de discursos.
La integración de las aportaciones de la semiótica y de la teoría del texto puede
enriquecer aún más una perspectiva epistemológica tan fecunda como la prometida por la
ciencia del texto. Un intento de integración de ambos campos de investigación ha sido
llevado a cabo por los autores españoles Lozano, Peña-Marín y Abril en su obra Análisis
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del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, en la que se tienen en cuenta
las ideas de Van Dijk, de un lado, y las de Umberto Eco, de otro, además de las
investigaciones de la pragmática lingüística o la teoría del discurso de elaborada por
Greimas.
A esta semiótica le interesa analizar la correspondencia entre los recorridos
generativo e interpretativo en la configuración del texto. El primero supone una serie de
trayectorias que exploran y establecen el futuro recorrido interpretativo del texto. Cada
lector actualiza, en virtud de sus parámetros idiolectales, un texto diferente. La definición
que Eco nos proporciona de lo que es un texto recoge las anteriores características: “El
texto es un artificio sintáctico-semántico-pragmático cuya interpretación está prevista en
su propio proyecto generativo. Como tal es un mecanismo perezoso que precisa de la
cooperación interpretativa del lector”. Esta definición de texto posee unas extraordinarias
posibilidades didácticas para propiciar y encauzar el desarrollo de las competencias
textuales de los alumnos, si se extrae de ella todas las consecuencias y derivaciones que
entraña.
6. EL DISCURSO.
El discurso puede presentar varias funciones o puede expresar diferentes temas al
mismo tiempo: “una imagen puede representar algo, expresar algo, referirse a una idea,
aludir a algo, ser una metáfora o constituir otro tipo de signo indirecto”.
La semiótica, un campo de conocimiento del que el análisis del discurso ha tomado
varios aspectos para su creación y desarrollo, se propone encontrar reglas y regularidades
capaces de describir las diversas funciones de los textos, como funciones genéricas en una
cierta clase de sistema. Sin embargo, los contextos en los que aparecen los signos, los
mensajes y el discurso modifican estas funciones genéricas. Por tanto, la semiótica no sólo
se ocupa de “describir semejanzas y desemejanzas entre diversas maneras de transmitir el
significado”, sino que además considera las diversas maneras en las que se puede
transmitir un significado.
Durante mucho tiempo, la Lingüística se ocupó de fenómenos sintácticos. Con el
surgimiento de la gramática del discurso, se prefirió comenzar a pensar en términos de
“texto” o en las relaciones semánticas y funcionales entre las oraciones. En otras palabras,
cómo un texto es coherente y cómo se distribuye la información en este.
Hasta ese momento, el enfoque estructuralista o semiótico no consideraba el uso
real de la lengua o “la dimensión social del discurso”. Para ello, los aportes provenientes
de la psicolingüística y de la psicología cognitiva fueron relevantes, al considerar el
estudio de lo que ocurre en el “procesamiento” de la información verbal en los textos
orales y escritos.
Saussure plantea varias interrogantes en torno a lo que hoy se conoce como
discurso. Fue él quien concibió que “la lengua es una realidad social y el habla, una
realidad individual”.
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Para los lingüistas era sumamente importante crear y desarrollar modelos que
explicaran los lenguajes desde esta perspectiva. Así, surgieron varios modelos generales,
como el modelo semiótico, formulado por Peirce y Morris, que se integró posteriormente
a las nociones de discurso y texto.
La primera noción básica es que existe una clase particular de interacciones
humanas que se caracterizan por el hecho de que los participantes en dicha interacción
comparten entre sí unos significados o contenidos o conjuntos informacionales mediante
un cierto sistema de signos por medio de cierto sistema físico de transmisión/percepción de
dichos signos. Dicha interacción ocurre siempre dentro de un cuadro de coordenadas
espaciales-temporales, en una cierta situación psicosocial y por referencia a unas
intenciones u objetivos.
El discurso designa todo este proceso interactivo global. El término texto designa el
producto físico: material, observable y tangible de dicha interacción, como una página
escrita (texto verbal escrito), una película (texto cinematográfico), un monólogo (texto
verbal oral), etcétera.
Los discursos y los textos emiten mensajes que no siempre son explícitos. El
análisis del texto permite inferir los factores y condiciones que definen una cierta acción
discursiva. Es por ello, que el objeto de estudio más directo de los estudiosos de los
lenguajes es el texto.
Tanto el discurso, que es la unidad global de todo lenguaje -y que alude al proceso-,
como el texto, que es la unidad observacional -y que alude al producto terminal de un
discurso-, pueden abordarse mediante las cuatro facetas del análisis: pragmática,
semántica, sintáctica y física.
El análisis del discurso es un método que cobra cada día más importancia en
distintas especialidades de las ciencias sociales. Su objetivo, analizar la impronta y el
significado contextual de los mensajes, se relaciona con un conjunto de estrategias de
interpretación que resultan de gran valor en momentos actuales, caracterizados por una alta
producción de información documental en todo tipo de entorno. Es un método que puede
complementar el procesamiento de la información y del análisis de contenido tradicional
para lograr representar ciertos estadios del conocimiento y la experiencia de los
productores de los textos, en forma de modelos funcionales de corte semántico.
El análisis del discurso tiene una estrecha relación con los contextos, las
condiciones sociales y culturales y los intereses de los implicados en los actos
comunicativos, e implica la posibilidad de conocer las características socioeconómicas,
culturales, ideológicas, las creencias y las actitudes de quienes informan, a partir de la
extracción de los sentidos, de la significatividad, de lo que se expresa, a partir de la forma
discursiva y el léxico empleado.
El análisis del discurso permite conocer conceptualmente al emisor, y como
método, permite aislar y clasificar las nociones por medio de las cuales se expone
determinado conocimiento, y ello puede generar una red semántica que permita la
identificación de los intereses e intenciones de los productores.
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Para una mejor comprensión de la función del análisis discursivo es necesario
remitirse a Van Dijk, quien plantea que su objetivo principal “es producir descripciones
explícitas y sistemáticas, tanto textuales como contextuales, de las unidades del uso del
lenguaje al que se denomina discurso. Las dimensiones textuales se refieren a las
estructuras del discurso en los diferentes niveles de descripción, mientras que las
contextuales relacionan a estas con las propiedades del contexto”.
7. CONCLUSIÓN.
Un texto puede resultar ilegible o incomprensible cuando es consumido por lectores
que no contribuye a producir. En este sentido se puede decir que el texto contribuye a
formar el tipo de lector que su estrategia discursiva prevé. No todos los textos son válidos
para todos los lectores, cada lector selecciona los textos cercanos a su mundo y cada texto
selecciona al lector capaz de interpretarlo. Lector y texto son, pues, el producto de una
mutua elección.
Umberto Eco identifica consumo, placer y éxito en la lectura de un texto. Todo texto
busca a su lector, todo autor aspira a ser leído, entendido, apreciado y amado. No parece
existir un autor que quiera ser ilegible o incontemplable del todo. El placer del texto se
obtiene de una lectura apropiada del mismo, la prevista en su creación. Un lector poco
avisado puede leer la obra de una forma ingenua sin apreciar la enciclopedia que se da cita
en el texto. Este procedimiento puede producir una obra de calidad o una obra trivial, pues
no es el procedimiento en sí mismo lo que confiere valor a la obra.
8. BIBLIOGRAFÍA Y APLICACIÓN DIDÁCTICA.
El presente tema es aplicable a todos los cursos de Secundaria y Bachillerato, pues es un
contenido al que se recurre en todas las programaciones para trabajar con los alumnos los
el texto y sus características, aunque en diferentes grados de dificultad según los cursos
implicados. La bibliografía que hemos consultado para la realización del tema, es la
siguiente:
- Barthes, El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, Barcelona, Paidós,
1987.
- Beaugrande y Dressler, Introducción a la lingüística del texto, Barcelona, Ariel, 1981.
- Eco, U., Los límites de la interpretación, Barcelona, Ed. Lumen, 1992.
- Lotman, Y., Estructura del texto artístico, Madrid, Istmo, 1988.
- Lozano, Peña-Marín y Abril, Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción
textual, Madrid, Cátedra, 1989.
- Van Dijk, Texto y Contexto. Semántica y pragmática del discurso, Cátedra, 1980.
- Van Dijk, La ciencia del texto (un enfoque interdisciplinario), Barcelona, Paidós, 1983.
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