La voz en el judaísmo | Uriel Romano

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La voz en el judaísmo | Uriel Romano
‫ הקול ביהדות‬- La voz en el judaísmo
I.
El pueblo judío ha hecho de la voz un hogar. En los dos mil años de diásporas y de
exilios el pueblo judío ha generado su hogar en la palabra, en las voces del pasado que vuelven
cual eco en cada generación. El judaísmo se dirime entre las voces de la autoridad del pasado,
las voces confusas del presente y las voces de los profetas que claman por un futuro mejor. En
el siguiente breve trabajo analizaremos algunas fuentes de la tradición bíblica y rabínica con
respecto a las voces.
El primer texto al cual quiero hacer referencia se encuentra en el Zohar, en el libro del
esplendor, el eje del desarrollo de la Cabalá medieval. El tópico de este Midrash es una voz
particular, el eco. A continuación presento el texto el cual después comentaré de forma
detenida:
.‫ אמור‬:‫ שמא יודע אתה דבר חדש שאני נבוך בו? אמר לו‬:]‫אמר לו רבי שמעון [לראש הישיבה של מעלה‬
:‫ אמר לו‬.‫ אדם נותן קול בשדה או במקום אחר וחוזר קול אחר ואינו ידוע‬.‫ סוד הקול החוזר רצוני לדעת‬:‫אמר‬
,‫ שלושה קולות הם שאינם אובדים לעולם‬:‫ בוא וראה‬,‫כך יישבו את הדבר בישיבת הרקיע וסוד נכבד הוא‬
‫ אבל קולות אחרים הם שאינם עולים‬,‫ שאלו עולים למעלה ובוקעים רקיעים‬,‫בלבד קולות התורה והתפילה‬
‫ אותו הקול משוטט והולך באוויר מסוף‬,‫קול אדם בשעה שנשמתו יוצאת מגופו‬. ‫ואינם אובדים והם שלושה‬
‫ אותו הקול משוטט והולך באוויר מסוף העולם עד‬,‫ קול חיה בשעה שהיא על משבר‬.‫העולם עד סוף העולם‬
.‫ אותו הקול משוטט והולך באוויר מסוף העולם עד סוף העולם‬,‫ קול נחש בשעה שפושט עורו‬.‫סוף העולם‬
?‫ קולות אלו מה נעשה בהם ולאיזה מקום נכנסים ושורים שם‬.‫ כמה דבר זה גדול וחשוב‬,‫ חסיד גדול‬,‫ראה‬
‫ ונכנסים לתוך‬,‫ והולכים ומשוטטים באוויר והולכים מסוף העולם עד סוף העולם‬,‫קולות אלו של צער הם‬
‫ מין‬,‫ קול מתעורר אחר קול‬...‫ וכשאדם נותן קול הם מתעוררים לאותו קול‬.‫עפר ונחבאים שם‬-‫נקיקים ומחילות‬
)‫ (זוהר ח"ג קסח ע"ב– קסט ע"א‬.‫ וסוד זה נעלם הוא‬...‫אחר מינו‬
Le dijo Rabi Shimon al Rosh Ieshiva celestial: Quizás vos sepas algo nuevo que a mí me tenga
confundido. Le dijo: dime. Le dijo: Desearía saber el secreto del eco. El hombre eleva su voz (Kol)
en el campo o en cualquier otro lugar y su kol regresa y yo no sé porqué. Le dijo: así lo
estudiamos en la Ieshiva celestial y es un secreto preciado. Ven y presta atención: “Hay tres kolot
que no se pierden del mundo. Con excepción de las kolot de la Tefilá y de la Torá por cuanto estas
ascienden a los cielos y penetran en el firmamento; sin embargo las otras voces que no se elevan
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pero que tampoco se pierden son tres. La voz de un hombre cuando su alma se va de este
mundo, esa voz se desparrama y va por el aire de una punta del mundo hasta la otra. La voz de
un animal en el momento que está dando a luz, aquella voz se desparrama y va por el aire de
una punta a la otra del mundo. Y por último, la voz de la serpiente cuando cambia su piel,
aquella voz se desparrama y va por el aire de una punta hacia la otra del mundo. Mira, gran
Jasid, cuan grande e importante es aquella cosa. ¿Qué ocurre con aquellas voces? ¿Y en dónde
entran y descansan aquellas voces? Estás son voces de dolor, van y se desparraman por el aire y
van desde una punta del mundo hasta la otra. Van y se ocultan dentro de recovecos de las
paredes y la tierra. Cuando un hombre eleva su voz despierta a aquellas voces, y una voz
despierta otra voz. Cada voz con su tipo de voz. Y este es un secreto oculto.
Este texto me emociona y conmueve. Demuestra la profundidad del desarrollo
intelectual y espiritual de los sabios de Israel. Da cuenta la perspectiva de los sabios judíos
para con la realidad, para con el mundo y la naturaleza que los rodea. Cuando se preguntan
por el secreto del eco, de aquella voz que vuelve, no se preguntan en términos biológicos o
físicos sino en términos espirituales. Para los sabios la naturaleza era una escuela repleta de
enseñanzas; cada realidad de la naturaleza tenía un potencial asombroso de enseñanzas. Así
aprendemos del Talmud (Eruvin 100b) al respecto: "Si la Torá no hubiera sido entregada aún
hubiésemos aprendido sobre el valor del recato al ver a los gatos, sobre la prohibición del robo al
observar a las hormigas, sobre las relaciones sexuales (licitas y prohibidas) al detenernos y ver a
las palomas, y sobre el buen comportamiento al observar a los gallos.” Del eco, la voz más
misteriosa de la naturaleza, también podemos aprender.
El eco, según esta fuente del Zohar, es una voz que no se eleva de este mundo. El eco es
una voz no liberada. Las únicas voces que pueden ser libres son las voces de la Tefilá y del
estudio de la Torá. El resto de las voces quedan atrapadas en pequeños recovecos de los
muros que rodean nuestra vida. Tres tipos de voces son aquellas que luego se transforman en
ecos: las voces de los animales cuando paren, la voz de la serpiente cuando cambia su piel y,
por último, la voz del hombre cuando parte de este mundo. Todas son voces de dolor. Voces
de reclamo, voces de cambio. Todas son voces que surgen del impulso. No son voces pensadas
ni planificadas. Son voces que nuestro interior más profundo anhela expresar.
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La voz del hombre cuando se va de este mundo representa el grito eterno. El grito de
dolor y angustia. La voz que expresamos ante lo desconocido. Es un grito desesperado de
dolor. La segunda de las voces es la voz del cambio, es la voz de la serpiente cuando cambia
sus pieles. Representa la voz del cambio, la voz de la transformación. La última de las voces es
la voz del dolor que precede al regocijo. La voz del dolor que anticipa un futuro mejor. La voz
del nacimiento, de una nueva vida. La voz del pacto que se renueva. Estas, todas estas, son
voces de dolor y de angustia. Revolotean y flotan por el mundo. Se esconden en pequeños
agujeros esperando nuestra propia voz. Cada vez que elevamos una voz frente al dolor del
otro volvemos a escuchar alguna de aquellas voces. El eco vuelve. Logramos elevar y liberar
aquellas voces de angustia cuando elevamos nuestra propia voz. Nuestra voz tiene la
capacidad de liberar otras voces. Voces del pasado y del presente que están presas. En este
sentido, el reclamo social, frente a las injusticias y la opresión no sólo nos libera a nosotros
mismos sino que le da una voz a quien ya no tiene voz. Hablamos por nosotros y por los otros.
II.
La voz se ha convertido, hasta los años previos de la creación del Estado de Israel en
1948, en el arma predilecta del pueblo judío durante dos mil años de diáspora. Por elección y
por obligación los judíos solamente en sus voces encontraban mecanismos para defenderse,
para atacar y para reclamar. Desde la revuelta de Bar Kojva que finalizó en 135 hasta los
primeros años del siglo XX el pueblo judío desarrolló su voz como mecanismo de lucha y de
supervivencia. Será esta voz, quizás, la que habrá repercutido en cientos y miles de militantes
judíos a lo largo del siglo XIX y XX a la hora de elevar sus voces y sus reclamos en pos de una
sociedad más justa.
El pueblo de la voz frente al pueblo de la espada. Los sabios del Talmud, siglo V d.e.c,
conscientes de su realidad histórica comprendieron esta idea mejor que nadie. A continuación
transcribo un pasaje que se encuentra en Guitin 57B:
‫ אין לך תפלה שמועלת שאין בה מזרעו של יעקב‬- ‫ הקול קול יעקב‬:‫ אין לך ;דבר אחר‬- ‫והידים ידי עשו‬
‫מלחמה שנוצחת שאין בה מזרעו של עשו‬. La voz es la voz de Iaakov. No hay plegaria que sirva
sino se encuentra en ella la simiente de Iaakov. Y las manos son las manos de Esav. No hay
guerra que sea ganada sino se encuentra en ella la simiente de Esav.
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La dualidad Iaakov-Esav se encuentra presente a lo largo y a lo ancho de toda la
literatura rabínica y bíblica. Este pasaje es una respuesta ante la realidad histórica y espiritual
del pueblo judío. Las citas del Talmud son extraídas de un famoso pasaje de la Torá (Bereshit
27:22). Cuando Itzjak estaba a punto de perecer llama a su hijo Esav para bendecirlo y
entregarle la primogenitura. Sin embargo, con un engaño de por medio, es Iaakov el que
recibe la primogenitura. Sin embargo su padre expresa que la voz, el rasgo que no se puede
disimular, es la voz de Iaakov pero que las manos, siempre camuflables, son las manos
peludas de su hermano Esav. A raíz de este pasaje los sabios del Talmud interpretan la
fisonomía y las características principales -según su parecer- de ambos pueblos. El pueblo de
Israel será el pueblo de la voz y el pueblo descendiente de Esav, en este caso ilustrado y
representado por Roma, será el pueblo de la espada. Un pueblo gana sus batallas y su pax
romana a través de la fuerza física, mientras que el otro pueblo -disminuido en sus
posibilidades bélicas- no tiene otra opción que apelar a su voz. Aquella voz es la plegaria.
La voz de la plegaria es la voz que se eleva -recordemos el pasaje anterior del Zohar-.
¿De qué manera puede defenderse el pueblo judío sino es a través de la plegaria? La voz y el
llanto en las plegarias conforman las únicas armas del pueblo judío frente al mundo. La
creencia en un Dios que escucha y se interesa por las plegarias del hombre le da fuerzas y
esperanzas a un pueblo sin fuerzas ni esperanzas. Es esta voz, la voz de la Tefilá, en la cual
clamamos por nuestras desgracias y le rogamos a Dios por nuestras necesidades; la que
penetró en los últimos dos siglos en las voces de reclamo de millares de judíos en todo el
mundo por una realidad más justa. No es a través de la espada y de la violencia que se
conseguirá el cambio, sino a través de la palabra. A través de la re-educación, de las
manifestaciones y de la ampliación de la conciencia colectiva es que se logrará el cambio
social. Así se expresa también el profeta Zejaria (4:6): ‫ אמר יי‬,‫ כי אם ברוחי‬,‫ לא בחיל ולא בכוח‬- No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Adonai. La fuerza de Dios, y del pueblo
de Israel (quizás en el ideal, sino en la realidad) reside en la potencia de su voz y no en el
poder de sus manos.
III.
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Hasta ahora hemos hablado de voces que se elevan, de voces que se hacen escuchar.
Dios, para la tradición judía, ha sido La idea a imitar. La concepción de Imitatio Dei ha
penetrado en el universo rabínico a través de la práctica. Debemos imitar al Dios de la Biblia,
comprender sus características e imitar sus atributos. Así lo entienden los sabios del Talmud
(Sota 14b) cuando nos enseñan que de la misma manera que Dios cura a los enfermos así
nosotros también debemos cuidar a los enfermos, de la forma que Él viste a los desnudos
nosotros también debemos vestir a los desnudos. En este sentido, si continuamos está lógica
muy propia de la tradición judía, de la forma que Dios habla así nosotros también debemos
hablar. Debemos imitar Su voz.
El Tanaj presenta dos imágenes opuestas de la voz de Dios. La voz de la potencia
versus la voz en el silencio. Ambas dos son prototipos de voces que cada uno de nosotros
puede elevar a lo largo de su vida. Voces de potencias y voces apacibles. El ejemplo más
paradigmático de la voz de Dios representada en la potencia y en el estruendo se encuentra en
los Salmos (29:4-5): “Voz de Adonai con potencia; Voz de Adonai con gloria. La voz de Adonai
que quebranta los cedros...”. Esta es la voz del reclamo a los gritos. La voz que elevamos con
furia y desde las entrañas. La voz de la bronca.
Dios, también, se revela a través de otra voz, la voz suave y apacible. Aquella es la voz
ָ ‫חר‬
ַ ‫ה ַר ַעׁש ֵאׁש ֹלא ָב ֵאׁש יְדֹוָד וְַא‬
ָ ‫חר‬
ַ ‫ וְַא‬- Y
que aparece en Melajim I (19:12): “‫ה ֵאׁש קֹול ְּד ָמ ָמה ַד ָקה‬
tras el terremoto un fuego; pero Adonai no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y
delicado.” Tras la fuerza y la violencia del fuego y del movimiento de la tierra la verdadera voz
de Dios se dio a conocer. La voz se encontraba en el silbido apacible y delicado. Kol Demama
Daka. La verdadera voz de Dios no se encuentra en los sonidos de los truenos sino en la
palabra apacible, en aquella voz apenas perceptible. La verdadera voz de Dios se representa
en la suavidad y en la misericordia, en aquella voz sensible de una madre para con un hijo.
Cada una de estas voces son voces legítimas. Son momentos y formas en que nuestras
voces pueden elevarse. Hay veces que lo hacen con la fuerza del trueno y con la violencia del
fuego; esa es la voz del enojo. La voz irascible. Sin embargo existe otra voz, la voz de la
sensibilidad y de la misericordia. La voz más difícil de experimentar. La voz que se hace
escuchar en el silencio. La voz que no rompe el ruido cotidiano elevando una voz con mayor
potencia, sino que rompe el bullicio a través de la calma y el amor. Ambas son las voces de
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Dios ergo también las voces del hombre. En arameo, aquella lengua que nuestros sabios
hablaban en la antigüedad, así describían esta voz: "‫"קל דמשבחין בחשאי‬, la voz alabada es la
voz silenciosa.
IV.
Un eco. Un pueblo de la voz. Una voz imperceptible. ¿Y la voz de Dios? Si alguna vez se
escuchó la voz de Dios, hace tiempo dejamos de escucharla. Hoy sólo tenemos el eco de su voz.
El Talmud (Sanedrín 11a) afirma que alrededor del siglo IV a.e.c la profecía se terminó en
Israel. Desde aquel entonces ya no escuchamos la voz de Dios en toda su potencia. Hoy sólo
podemos percibir la voz de Dios, es decir, Su voluntad solamente a través del eco.
El eco, a diferencia de la voz, es un retorno. Es una voz intermediada, una voz más
débil, difusa y menos clara. Es decir: nadie puede estar seguro de la voluntad de Dios. Lo único
que poseemos son intuiciones de Su voz. Los sabios del Talmud ya se habían percatado de esta
realidad por lo cual cuando citan la voz celestial en sus textos la llaman Bat Kol. Max Kadushin
(The rabbinic Mind, Pág. 261), entiende que esta voz de Dios, al ser un eco de su voz, es
realmente la “hija de la voz” (su traducción literal). Los Tosafistas (Sanedrín 11a, Bat Kol)
entienden que los sabios no escuchaban una voz proveniente directamente de los cielos sino
que de aquella voz salía otra vos menos potente, como cuando un hombre grita con fuerza y
escucha otra voz que se repite desde lo lejos. Es decir: escuchamos solamente el eco de Dios.
Lo único que podemos percibir de Dios es la hija de su voz, una pequeña e
imperceptible voz. Debemos entrenar a nuestros oídos y nuestro espíritu para escuchar Su
voz. Dios ya no se manifiesta en la potencia, ni en aquella voz silenciosa sino que en nuestra
época sólo podemos percibir un eco lejano de Su voz y Su voluntad. Nadie puede creerse
dueño de aquella voz, ya que la misma no se escucha ni se expresa con nitidez. Sin embargo la
fe nos permite entrenar nuestro espíritu para intentar captar el eco de su voz a través de los
ruidos de la historia y el estruendo de la naturaleza.
Los sabios del Talmud, sin embargo, eran precavidos e insistían una y otra vez que no
debemos guiarnos ni sostener nuestras prácticas por este eco de la voz divina. ‫אין משגיחין בבת‬
‫קול‬, enseñan nuestros sabios en el tratado de Pesajim (114a). En su época, momentos de
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recuperación de mesianismos frustrados, debían racionalizar su fe y no podían confiar en lo
que individuos particulares decían percibir del eco de la voz de Dios. En nuestros tiempos este
principio sigue teniendo validez, es un freno contra el fanatismo. En tiempos donde el
fanatismo religioso está en franco ascenso el permitir que individuos o que sectas se guíen por
“haber escuchado una voz de Dios” es peligroso para el desarrollo pacífico de las sociedades.
Nadie puede refutar que tal o cual persona puedan haber escuchado la voz de Dios. Sin
embargo, como los rabinos en su inmensa sabiduría pudieron comprender, no nos guiamos
por aquellas voces. Nos guiamos por los textos clásicos y consagrados de nuestras tradiciones
religiosas.
V.
La voz más importante que elevamos como colectividad judía es la voz del Shofar.
Lishmoá Kol Shofar – qué nos has santificado con el mandamiento de escuchar el sonido del
Shofar, es la bendición que antecede a escuchar los estruendos y las voces resquebrajadas del
Shofar. “Desde las profundidades te llamé”, por aquel motivo al tocar el Shofar bajamos de la
Bimá, descendemos para hacer ascender nuestra voz. La tradición judía marca así un dialogo
entre Dios y su pueblo, entre el Eterno y Su creación. Para llamar a Dios y hacer escuchar
nuestra voz debemos descender de nuestra soberbia y omnipotencia humana. Para que
nuestros reclamos y suplicas puedan ser escuchadas y puedan elevarse hacia Dios debemos
aprender a descender. Recordemos, que el Zohar planteaba que las únicas voces que se
elevaban eran las voces de la Tefilá (y del estudio de la Torá).
Entiendo que en las halajot del toque del Shofar se encuentran ciertos elementos que
pueden ayudarnos a comprender como debemos elevar nuestras voces a Dios y nuestros
reclamos como sociedad. Si escuchamos el eco del shofar –nuevamente el eco- no salimos de
la obligación de escuchar la voz del Shofar. Al elevar nuestra voz la misma debe ser nítida
como el sonido del Shofar, debe ser clara y debe estar bien direccionada. Por este motivo,
también, no se cumple la obligación de escuchar el sonido del Shofar si dos shofarot suenan a
la par. Dos voces nunca podrán ser escuchadas con claridad. Cuando elevamos nuestra voz
como pueblo, como nación o como sociedad, debemos hacerlo con una única voz, una voz que
armonice las voces todos los que lo integran.
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Por otro lado debemos poner nuestro corazón (Lejaven Libeinu), nuestro espíritu y
nuestro esfuerzo, tanto para cumplir con el mandamiento del toque del Shofar como también
para elevar nuestros pedidos y nuestra voz. Si emitimos una voz sin direccionar nuestro
corazón junto con ella, esta voz se pierde en el bullicio cotidiano. Debemos unir nuestra voz
con nuestro corazón.
ְ ‫הים ִב‬
ִ ‫ – ָע ָלה ֱאל‬Que ascienda a los Cielos nuestra voz con el estruendo del
‫תרּו ָעה ה' ְבקול ׁשו ָפר‬
Shofar.
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