Marina Luisa Mariaca Dietrich de Pacheco, conocida como María Luisa Pacheco nació en La Paz, Bolivia, en 1919. Estudia con su padre arquitecto y en la Escuela de Bellas Artes de La Paz durante los años 40. Gana una beca para estudiar en Madrid con el pintor cubista Daniel Vázquez. Posteriormente se contacta con Antoni Tápies y otros miembros de la vanguardia española adoptando un estilo abstracto y funda el Grupo de Ocho Artistas Contemporáneos cuando regresa a La Paz en 1955. En 1956 se muda a Nueva York, donde continúa su labor artística. Pasado un año, obtiene la Beca ‘Guggenheim’, premio que repetiría los siguientes años (1959 y 1960). A finales de la década del 1960 amplió el concepto indigenista. Sus obras pueden llegar a identificarse con estructuras arquitectónicas modernas, tanto de Nueva York como con el paisaje andino. Ha realizado más de un centenar de exposiciones, en América y Europa principalmente, siendo objeto de varios premios. Mantuvo para identificarse el apellido de su primer esposo. Falleció en Nueva York en 1982. ARTE: María Luisa comenzó su trabajo artístico a finales de los años 1930, dentro del realismo académico, retratando principalmente en sus obras el paisaje y la figura humana. La pintura abstracta de María está inspirada por la cultura quechua y aimara de Bolivia, en la vida de la mujer rural, y en los glaciares y los picos de la Cordillera de los Andes. Sintetizó y renovó la figura de la campesina con formas cubistas, demostrando la enseñanza recibida de parte de sus primeros maestros. A su llegada a Nueva York, comenzó a pintar imágenes geográficas —tanto neoyorquinas como andinas— que le permitió convertirse en una pensadora y distribuidora del espacio y la forma, e hizo que su obra se transforme en algo particular. Tras la obtención de su ciudadanía estadounidense, su lenguaje se tornó totalmente informal y abstracto, enfatizando el expresionismo. Se la reconoce por ser la boliviana más destacada representante del expresionismo abstracto. A finales de la década de 1960, amplió el concepto indigenista. Sus obras se transformaron en formas imaginarias que se puede identificar con estructuras arquitectónicas modernas, tanto de Nueva York como con el paisaje andino. PREMIOS: Primer Premio en pintura del Salón Pedro Domingo Murillo con la obra Siembra (1953); Premio de Pintura de la Bienal de Sao Paulo (Brasil, 1959).