Subido por Armando Mateo Perez

Cofradia de San José Resumen del Libro

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La Cofradía de San José de Vitoria
RESUMEN DEL LIBRO
DEL TRABAJO Y LA DEVOCION: L O S LAZOS D E UNA
COMUNIDA DE L ANTI GUO REGIMEN. L A C O F R A D I A D E S A N
J O S E E N VITORIA ( 1 5 8 1 - 1 8 4 8 ) A u t o r e s A r m a n d o M a t e o / A l b e r t o
Angulo
Servicio Editorial. Universidad del País
Vasco- Euskal Erriko
Unibersitatea. 2000 372p.; 24cm D.L. BI-463-0o. ISBN:84-8374-237
En el marco de los estudios realizados sobre la sociedad del Antiguo Régimen,
el campo institucional ha tendido a convertirse en el ámbito más atractivo para
numerosos investigadores, especialmente, el relativo a la influencia centralizadora de
los órganos de gobierno y administración de las diversas Coronas y monarcas. De esta
manera, la mínima sensación que despiertan en nosotros los referidos trabajos,
independientemente de la subjetiva influencia de los estudios de ciertos apologistas de
algunos estados y Coronas, provocaba y dirigía nuestro interés hacia la labor de analizar
algunos de los campos, que, de diversas maneras, habían quedado protegidos y
supeditados a la intervención de las autoridades civiles y religiosas de la época. En
cierto modo, recuperando algunos de los pilares sustentadores de los más recientes
trabajos históricos, hemos pretendido acercarnos a unos de estos ámbitos de
sociabilidad y de comunicación entre los agentes históricos con la intención de
profundizar en nuestros conocimientos sobre algunos apartados y entidades que, hasta
cierto punto, gestionaban el futuro de muchos de nuestros antecesores.
Sin lugar a dudas, el mundo de las corporaciones civiles del Antiguo Régimen
ha sido objeto de diversos estudios, siempre activados por unos intereses
predeterminados que han alcanzado su auge en determinado momentos históricos, sin
embargo, la preocupación latente este trabajo no radica tanto en la consideración
estimada de estas asociaciones profesionales, devocionales y asistenciales sino, más
bien, en la capacidad que tenían para articular unos campos de reunión, de vivencia o de
confrontación, entre otros, a los agentes sociales del Antiguo Régimen. En un principio,
a cualquier lector de hoy en día, el papel de estas corporaciones puede resultarle muy
chocante ya que, el principio de relación social establecido en la sociedad moderna, no
responde a las coordenadas que marcaba el presente en el período estudiado. Hoy en día,
nuestro ámbito de relación fundamental se diseña alrededor del Estado y de los
componentes de la sociedad, y, aunque las entidades asociativas siguen manteniendo
una cierta vigencia, yo no lo efectúan como intermediario o interlocutor de sus
componentes para con el resto de personalidades físicas y jurídicas de la vida actual.
Principalmente, entre las razones que nos han conducido a elegir el campo de
las denominadas “cofradías” dentro del conjunto de corporaciones propias del Antiguo
Régimen, podemos hacer un especial hincapié en la consideración de estas entidades a
la hora de ofrecer un amplio abanico de posibilidades a sus integrantes. En su seno
aparecen con una enorme atracción factores como el familiar, el individual, la amistad,
la profesión, la devoción, la religiosidad, el socorro, la hermandad, la conflictividad y
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un largo etcétera. Con la ayuda de ese alto cúmulo de elementos la posibilidades
presentadas por las cofradías nos ofrecían una posibilidad enormemente propicia para
aproximarnos a ciertas realidades sociales que, incomprensiblemente, habían quedado
en un segundo o tercer plano. Bien resulta sabido que muchas de estas corporaciones,
por diversas razones (por su antigüedad, por su valor a la hora de financiar labores y
obras de arte, como sustentadores de ayudas solidarias, etc.), habían sido objeto del
interés de ciertos historiadores, pero, a nuestro entender, la brillantez de algunas de estas
cofradías y gremios provocó su efectivo deslumbramiento entre sus interpretadores y, al
unísono, una limitación de nuestra visión sobre el papel jugado por estas entidades en la
construcción de una sociedad como era la del Antiguo Régimen.
El análisis del contexto de las comunidades confratérnales de la Edad Moderna
en Vitoria y, especialmente, el estudio del ejemplo de la Cofradía de San José, nos
confirma la base del planteamiento inicial de este trabajo. Nos referimos al papel
ejercido por corporaciones en una doble dirección: Por un lado, como unos activos
elementos que se encargaban de representar y poner en relación grupos determinados de
agentes sociales con otras entidades y personas, físicas y jurídicas, de diverso carácter,
y, por otro lado, en todo lo concerniente a la fomentación y vertebración de una
homogeneización de quienes se integraban en estas entidades. Así. Primordialmente,
nuestro estudio gira alrededor de la doble dinámica que hemos atribuido a estas
asociaciones o comunidades confratérnales: la de intermediarios o comunicadadores
entres los individuos que integraban estas cofradías y otros agentes sociales, y al mismo
tiempo, como elementos vertebradotes de los intereses y fines de sus componentes. Así
que además de ofrecer una visión general sobre el conjunto de las entidades presentes en
el marco vitoriano durante el Antiguo Régimen, nuestro interés ha radicado en la
intención de proponer un campo de investigación “novedoso” y de ofrecer una serie de
pautas sobre las posibilidades contenidas en el mismo.
Por razones metodológicas, hemos estructurado este trabajo en dos partes
perfectamente diferenciadas a las que hemos tratado de dar una coherencia y unidad de
modo que la una no es sino un complemento de la otra. En la primera parte de nuestro
estudio pretendemos ofrecer una visión general de las diferentes corporaciones
fraternales en la Vitoria de Antiguo Régimen, definiendo y analizando algunas de sus
variantes más significativas. Igualmente, hemos tratado de ofrecer, de forma global, un
análisis de los distintos componentes que integran y articulan cada una de estas
entidades fraternales., como son sus componentes devocionales, espirituales o los
asistenciales, en función de la primacía de unos u otros establecemos la clasificación de
las diversas corporaciones en gremiales, profesionales, devocionales, asistenciales, etc.
Del mismo modo, a través de a lectura, análisis e interpretación de los
diferentes reglamentos, ordenanzas, decretos, agregaciones y demás documentos
recogidos a lo largo del texto, se ha tratado de ofrecer una visión del funcionamiento
interno de estas comunidades, profundizando en el conocimiento de sus órganos de
gestión, cargos administrativos, económicos y profesionales, a la vez que se ha tratado
de describir, cuantificar y valorar todos los aspectos concernientes a la financiación de
estas comunidades t a las gestiones y los trámites necesarios para el cumplimiento de
los objetivos que se definen en sus estatutos. Finalmente se ha tratado de ofrecer una
visión general del papel de estas comunidades en el marco de la sociedad urbana de la
Vitoria Moderna. Aspectos como las relaciones con las Instituciones y demás órganos
de gobierno de la ciudad, relaciones entre las propias corporaciones así como el
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entramado de las relaciones sociales, familiares o profesionales y de la propia
conflictividad que se generan en el seno de estas comunidades, han quedado
perfectamente reflejados y analizados en los diferentes capítulos que componen la
primera parte de nuestro texto.
La segunda parte de este trabajo pretende ser la constatación real y material de
los diferentes aspectos referidos con anterioridad. Pretendemos así no caer en unos
planteamientos excesivamente teóricos y ofrecer, mediante el estudio pormenorizado y
detallado de todo el entramado de la Cofradía de San José, una visión de la realidad
cotidiana, del día a día de lo que, a nuestro parecer, constituye una de las más
significativas de las comunidades fraternales, no sólo en Vitoria sino de todo el País
Vasco e incluso de todo el territorio español como lo prueba la existencia de cofradías
homónimas en Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Madrid, Calatayud, Zaragoza,
Barbastro, o Iscar, por mencionar algunos ejemplos.
A través de la recuperación del Libro de Acuerdos de la cofradía de san José,
así como en la recuperación de un abundante repertorio documental en base a la
prospección e archivos como la Real Chancillería de Valladolid, el Archivo Histórico
Nacional, Archivo Histórico Provincial de Álava, Archivo Histórico Territorial de
Álava, Archivo Municipal de Vitoria, Archivo Diocesano de Álava, archivos
parroquiales así como en las diferentes Archivos provinciales, hemos podido
reconstruir el proceso creación, gestión, consolidación y disgregación de la comunidad
josefina. Se ha analizado su proceso de configuración como comunidad profesional de
número, su evolución a lo largo de los siglos XVII y XVIII, hasta llegar a su decadencia
en el siglo XIX con la pérdida de s componente profesional o artesanal, quedando
reducida a una simple corporación vocacional cuyo carácter se mantuvo prácticamente
hasta nuestros días
Para su estudio se ha tenido en cuenta cada uno de los elementos que
integraban y permitían el funcionamiento de esta comunidad y que, básicamente,
constituyen el eje conductor de este apartado: las ordenanzas y sus órganos de gobierno,
sus bases económicas, analizando sus distintas fuentes de financiación, sus propiedades
y sus gastos; su componente devocional con la advocación de un santo patrón y sus
festividades conmemorativas; la religiosidad; el papel de la cofradía como marco gestor
de la unas relaciones familiares, sociales y profesionales; la cofradía como comunidad
asistencial; y, finalmente, la conflictividad en la cofradía. Aspectos, todos ellos, que
han sido objeto de una especial atención y aunque, por razones metodológicas, han sido
desarrollados en apartados diferentes, forman parte integral e indisoluble de esta
comunidad cuya trascendencia supera con creces los objetos y las aspiraciones
recogidas en sus ordenanzas fundacionales, tal y como se explica al analizar algunos de
los vínculos profesionales que se generan entre los distintos cofrades con asociaciones y
conexiones un tanto atípicas y que sólo se explican con la integración de los individuos
en un marco común y afín como es el de la cofradía.
De este modo tras una primera aproximación al mundo del corporativismo
vitoriano con la definición y el análisis de algunas de sus variantes más significativas,
ofrecida en la primera parte de este trabajo, en su segunda parte nos centraremos en el
análisis de la Cofradía de San José del Convento de Santo Domingo. A lo largo de
nuestro estudio pretendemos ofrecer una visión global de la cofradía analizando
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sistemáticamente cada uno de los componentes que integran el entramado de esta
realidad profesional, social, asistencial y devocional.
Cada uno de estos elementos será objeto de un estudio minucioso y detallado
con el que pretendemos superar la mera trascripción de las ordenanzas y de los
decretos recogidos en su Libro de Acuerdos. Es nuestra intención descubrir, a través de
la trayectoria de la comunidad josefina, el entramado social, las relaciones de
convivencia y los vínculos laborales y de sociabilidad que se traslucen en el seno de
estas corporaciones vitorianas. El hecho de ser la cofradía de San José una
congregación de artesanos, no gremial, pero si con unos lazos profesionales afines nos
ha permitido descubrir muchas de las conexiones familiares y muchos de los lazos
profesionales que son habituales en corporaciones gremiales perfectamente definidas
pero que, aun siendo evidentes en el entramado social de la ciudad , no se explican, en
el caso de oficios artesanales no agremiados, sino es a través de la vinculación o la
integración de sus artífices en este tipo de asociaciones.
A través de su trayectoria histórica podemos descubrir la evolución de este
tipo de corporaciones adaptándose a las circunstancias y necesidades puntuales de
cada momento, lo que les lleva a incorporar a sus estatutos originales agregaciones y
restricciones que no son sino una garantía de continuidad y de asegurar su existencia
dentro de un marco urbano cada vez más hostil a este tipo de comunidades. A través de
su historia, la Cofradía de San José supo adaptarse a las circunstancias históricas
evolucionando desde sus orígenes como una cofradía estrictamente profesional y de
número limitado de cofrades a una cofradía cada vez más abierta en la que su
componente laboral fue cediendo paso en favor de sus componentes espirituales y
devocionales. Igualmente, la cofradía supo dar respuesta a las necesidades de sus
cofrades ofreciéndoles su auxilio material y espiritual partiendo de un principio de
solidaridad que se presume inherente a este tipo de comunidades.
La economía de la hermandad va a ser otro de los aspectos que van a centra
nuestra atención. Gracias a la presencia del Libro de Decretos de la cofradía y, en
particular, a la abundante documentación localizada en los diversos archivos de la
Provincia, hemos podido reconstruir la historia económica de la cofradía que transcurre
en muy estrecha conexión con el propio devenir de la cofradía hasta el punto que van a
ser las económicas una de las razones que, sino de forma determinante, si al menos de
modo importante favorecieron la apertura de la cofradía y la pérdida de su carácter
profesional. En el capítulo correspondiente a las cuentas de la cofradía trataremos, de
forma pormenorizada, cada uno de los recurso económicos de la cofradía y la
evolución de sus recursos para hacer frente a unos gastos cada vez más cuantiosos y,
en especial, para hacer frente a una de sus mayores crisis, la producida a partir de la
desamortización de todos los bienes eclesiásticos.
Finalmente, aspectos como la conflictividad también van a ser objeto de
nuestro estudio. Pese a esos lazos de hermandad que se generan en el interior de estas
congregaciones, lo cierto es que no están exentas de una conflictividad tanto interna
como externa. En su interior la Junta de Hermandad es la que se encarga de velar por el
buen orden y armonía otorgándose un reglamento interno en el que cada una de las
faltas está perfectamente tipificada y regulada con su sanción correspondiente. Además
la Junta encabezada por su Abad y Mayordomos tiene poder suficiente para penar y
excluir a aquellos miembros que fueren rebeldes, si bien, a través de sus decisiones,
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más que de una voluntad sancionadora. se trasluce un intento reconciliador tratando de
solventar sus asuntos en el seno de la comunidad sin tener que recurrir a elementos
exteriores. Sin embargos en ocasiones la conflictividad desborda los límites de la propia
hermandad produciendo fraccionamientos y tensiones internas que pueden llegar a
cuestionar la unidad de la hermandad, en estos casos la cofradía va a recurrir hasta las
máximas autoridades competentes para tratar de solventar sus tensiones.
A través de este de este estudio hemos podido formular una serie de
conclusiones y valoraciones que resumimos a continuación. A nuestro entender, este
estudio respecto a la comprensión, posibilidades y relevancia del amplio y diverso
conjunto de comunidades confratérnales presente en el Antiguo Régimen, nos ofrece
una visión más depurada y precisa sobre la conformación de la ciudad en esta época así
como, principalmente, en lo tocante a la formulación y pervivencia de unas entidades
destinadas, no en su origen ni en el espíritu expuesto en su articulado, a fortalecer la
paulatina formación y definición de grupos de interés profesional, social, asistencial y
devocional. Estos cuerpos que hemos venido definiendo, junto a otras instituciones así
como grupos de intereses, conformaban la parte principal de un entramado destinado a
mantener una continua comunicación entre los partícipes del proceso histórico
desarrollado en este ámbito urbano de Vitoria durante el Antiguo Régimen.
Siempre debemos tener presente que, desde el ineludible deseo de control
social ejercido por la autoridad eclesiástica y civil, estas entidades se convirtieron en
unos instrumentos de primer rango al trasmitir los intereses de las instituciones de
gobierno y administración del Antiguo Régimen a los diferentes agentes sociales.
Nuestra actual comprensión de las relaciones entre los individuos, entendidos como
unos átomos independientes, y las instituciones del Estado se establece en base a un
sistema contractual de mutua relación; sin embargo, durante el período en que hemos
enmarcado este trabajo, la realidad se nos aparece completamente contrapuesta ya que,
este dificultoso y enrarecido vínculo no ponía en relación directa a ambos agentes
históricos, los habitantes de la ciudad y sus instituciones de gobierno y administración,
sino que aparecían unos elementos intermedios destinados a dirigir estas complicadas
conexiones (gremios, cofradías de diverso carácter y tipo, vecindades, etcétera). La
duda razonable e inicial respecto a la participación de la autoridad civil y eclesiástica en
el funcionamiento y vida de estas asociaciones, poco a poco, a lo largo de las páginas de
este trabajo, creemos que ha sido solventada. Frente a la romántica visión ostentada por
los autores del siglo XIX, activos buscadores en la más profunda antigüedad de algunos
de los principios ideológicos desenvueltos a raíz de la Revolución Francesa, la realidad
ofrecida por los documentos nos ha mostrado que la referida implicación y vigilancia de
esas autoridades resultaba mucho más trascendente de lo que podíamos haber pensado
en un primer momento.
Ahora bien, tampoco podemos pensar que esta intromisión de poderes ajenos a
los que en un principio provocaron la generación de estas comunidades supusiese una
limitación absoluta de sus capacidades. Más bien, el estudio de la cofradía de San José
de Vitoria nos demuestra que, a pesar de las evidentes limitaciones derivadas de esta
situación, el papel que estas asociaciones jugaron y la utilización, directa e indirecta,
efectuada por sus integrantes, alcanzaba a campos e intereses no dispuestos en sus
instrumentos reglamentarios. Así, dentro del complicado proceso de formulación de una
comunidad determinada, como muy bien lo ha definido David Garrioch, el papel de
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estas entidades se convierte en trascendental por su evidente capacidad de generar
diversos procesos de socialización entre sus componentes, desde el más explícito campo
profesional (caso de las cofradía de Santiago de los Sastres y calceteros o de San
Crispín y San Crispiniano de los zapateros) hasta el puramente social (como lo refleja el
caso de la cofradía de las Benditas Animas del Purgatorio de San Pedro), pasando por
los lazos estrictamente devocionales (como sucede con la cofradía de San Rafael de los
Boticarios o la de San Prudencio de los Sacerdotes). En el contexto urbano de Vitoria
hemos podido rescatar datos sobre la clara presencia de cofradías de un innegable
carácter gremial, pasando por las profesionales hasta llegar al conjunto de las definidas
por la permanencia de unas características puramente devocionales y asistenciales. En
algunos casos, esta variedad descriptiva de la cualidad principal de una u otra cofradía
nos dirigía a una visión excesivamente jurídica y tendente a esconder una de sus armas
fundamentales: su capacidad para aunar un amplio agregado de realidades e intereses
bajo unos parámetros específicos, los definidos por su reglamentación.
En este sentido, la cofradía de San José, con la integración bajo su carácter
profesional a oficios afines entre sí y, a su vez tan dispares entre sí como canteros,
carpinteros o albañiles, además de las tradicionales profesiones vinculadas a su santo
patrón (escultores, entalladores o arquitectos) se convierte en el caldo de cultivo de
importantes relaciones socio-profesionales que se traducen en el desarrollo de una fuerte
endogamia profesional, via matrimonial, que favorece la pervivencia, consolidación y
continuidad de determinados talleres artesanales que ejercerán, durante periodos que, en
ocasiones, se prolongan durante todo un siglo, su control y hegemonía sobre el mercado
artesanal vitoriano. Igualmente, a través del análisis de su Libro de Acuerdos y Decretos
hemos podido descubrir como su actividad trasciende mucho más allá de las
parámetros recogidos en sus ordenanzas originales. Actividades como la asistencia y
soliradidad con los cofrades enfermos y necesitados adquieren un especial protagonismo
en los momentos de crisis. Por su parte los elementos puramente devocionales o
espirituales, tan acentuados en sus estatutos, en los momentos de crisis económica van
a ver condicionada su práctica a la existencia de medios en las arcas de la cofradía.
Igualmente, el análisis de las diversas cofradías vitorianas, además de
ofrecernos una amplia visión sobre su funcionalidad e interés en el mundo del Antiguo
Régimen, nos ha permitido aproximarnos a la profusa y complicada relación mantenida
por estas entidades con el resto de comunidades de la ciudad, especialmente, con su
Ayuntamiento. Pero, al mismo tiempo, el ejemplo ofrecido por la comunidad josefina,
establecida desde finales del seiscientos, ha dado pie a una más precisa percepción sobre
su capacidad para integrar a un grupo de interés -en este caso, profesional-, dentro de un
proyecto común, así como la capacidad de este agregado de individuos para formar un
ámbito de sociabilidad donde se conjugaban otros elementos o vías de relación (familiar,
profesional, devocional, etcétera). Ahora bien, en todo momento parece que la
característica principal de estas corporaciones, concretada en la definición y formación
de una comunidad confraternal, se vio sacudida por una conflictividad vinculada a las
circunstancias sociales y económicas de sus integrantes. La base sociabilizadora
defendida por las autoridades eclesiásticas y civiles, así como propugnada por su
articulado reglamentario, acababa por verse sacudida y vencida por una latente
conflictividad de diverso origen localizada en la sociedad del Antiguo Régimen.
Las disputas y problemas concretados en estos ámbitos de sociabilidad gozaban
de un doble origen: por un lado, la influencia de la problemática proveniente del
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contexto histórico en que evolucionaron estas cofradías, y, al mismo tiempo, por las
dificultades que provocaba el cotidiano vivir de los miembros de estas corporaciones así
como por sus intereses particulares. Así, en definitiva, a pesar del papel sociabilizador
de estas cofradías, es cierto que su capacidad para eliminar o reducir las asperezas de las
relaciones entre individuos y grupos de interés mantenía una activa correspondencia con
las dificultades provenientes del contexto económico, social y profesional urbano. Este
realidad se plasmaba de una manera especial en el ejemplo de la cofradía de San José,
un marco donde parte de las familias e individuos vinculados al trabajo de la madera se
vieron embarcados en una sucesiva profusión de disputas y acontecimientos, de índole
interno y externo, que provocaron la apertura de unas puertas que inicialmente estaban
perfectamente cerradas a la entrada de una serie de profesionales e individuos. La
réplica más llamativa de las cofradías gremiales y profesionales vitorianas se concretó
en el setecientos, respondiendo a un proceso de deterioramiento de la funcionalidad de
estas corporaciones para con los intereses de sus integrantes. Esta evidente dificultad
provocó el interés por volver a confirmar y reactivar todo el complejo entramado de
obstáculos contenidos en el articulado de las reglas de estas cofradías, favorables a sus
integrantes. La reorganización de sus estatutos y la aparición de nuevos reglamentos,
a partir de la segunda mitad del siglo no es sino un intento de estas corporaciones
gremiales de recuperar su papel directriz en la vida profesional vitoriana y de defensa
del monopolio gremial frente a la presencia de agentes disgregadores tanto externos
como procedentes del interior de la propia estructura gremial. En resumidas cuentas, a
un intento por parte de los gremios vitorianos de mantener sus privilegios y
prerrogativas tanto frente a las instituciones municipales que trataban de recortar las
prerrogativas gremiales, frente a otros sectores de producción como los comerciantes
que veían en el gremio un obstáculo al libre ejercicio de su profesión y, especialmente,
frente a la competencia de los propios artesanos que, provenientes de otros ámbitos
territoriales y atraídos por el pujante crecimiento económico de la Vitoria del siglo
XVIII, trataban de asentarse en la capital alavesa abriendo nuevos talleres.
El enorme interés de las autoridades respecto a estas entidades recaía, de
manera especialmente significativa, en su formulación como unos elementos
intermediarios entre los focos principales del poder socio-político (ayuntamientos,
obispados, administración de la Corona, etcétera) y los habitantes de los núcleos
urbanos. Entre las diversas utilidades conferidas a estas asociaciones no debemos
olvidar especialmente todo lo concerniente a la fiscalización y reglamentación de dos
importantes campos: el laboral y el del control social. Recuperando algunas de las
afirmaciones de ciertos ilustrados reformistas del siglo XVIII, sabemos que el mundo
laboral se encontraba bajo el estrangulante poderío de las entidades gremiales. Ahora
bien, durante el período analizado, la realidad consistía en que, al menos para el
Regimiento urbano, el activo papel de los gremios y cofradías gremiales así como
profesionales permitía un exhaustivo control sobre todo lo concerniente al mundo del
trabajo y del abasto urbano (la calidad de los productos, su abastecimiento, el control y
la formación de los aprendices, el mantenimiento de unos niveles de producción, la
obtención de ingresos fiscales de la actividad artesanal, etcétera). A esta situación se
acoplaban interesadamente los integrados en estas entidades, la cual les brindaba una
excelente posibilidad de mantener bajo su campo de influencia y poder (en un rígido
monopolio profesional, económico y social) las bases de su consideración socioprofesional.
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Al mismo tiempo, y aunando su dedicación al de otras muchas entidades, las
cofradías vitorianas jugaron un papel de gran consideración en lo concerniente al
mantenimiento del llamado orden público. Para apuntalar esta funcionalidad, no
debemos más que recordar el interés de las autoridades porque estas cofradías se
convirtieran en unos marcos destinados a favorecer los lazos cordiales entre sus
integrantes y, al mismo tiempo, a reducir la conflictividad propia de una sociedad
desigual, jerarquizada y explotadora. Por otro lado, la protección que se pensaba que
estas corporaciones podían ofrecer a sus integrantes alcanzaba unos niveles mucho más
trascendentes que los expuestos en el campo profesional. Así, la asistencia a los
enfermos y, principalmente, a los muertos se convertía en otro elemento fundamental
para que podamos entender la vigencia de estas asociaciones, especialmente, en el seno
de un mundo que se significaba por el predominio de la desigualdad y de la inseguridad.
En este sentido, el estudio de la cofradía de San José nos ha permitido
estudiar en profundidad el funcionamiento internos de estas comunidades fraternales
con una reglamentación específica para garantizar el buen trato y la cortesía entre sus
cofrades y que, en la mayor parte de los casos, va más allá de las cuestiones meramente
formales y actúa como una "infrajusticia" en el interior del ámbito municipal. Al igual
que sucede con el resto de los gremios y demás asociaciones afines, la cofradía
de San José va funcionar como «un estado dentro del estado», con una cierta
autonomía para su gestión, aunque siempre dentro del marco de la legalidad vigente
y bajo la supervisión de la autoridad civil y eclesiástica de cuya jurisdicción
depende. Este autogobierno le va a dotar de una capacidad legislativa que le permite
redactar las leyes y ordenanzas que van a constituir la base de su gestión y
funcionamiento; le confiere una capacidad ejecutiva, por cuanto es ella, a través de
su Junta de Gobierno personalizada en su abad y mayordomos, la que se encarga de
hacer cumplir sus estatutos; y, finalmente, le otorga un poder judicial por cuanto
su Junta tiene potestad para juzgar y sancionar todas aquellos actos contrarios a sus
estatutos y al buen funcionamiento de la hermandad.
Del mismo, modo a través del estudio del entramado la Cofradía de San José
hemos podido constatar el papel de estas comunidades como instrumentos garantes del
bienestar material y espiritual de sus cofrades, promocionándoles unas ayudas
materiales en los momentos de mayor necesidad tanto a la hora de la muerte como en
los momentos de necesidad material por ruina o enfermedad. A través de su integración
en las cofradías, se establece entre sus miembros unos vínculos de solidaridad que van
más allá de las meras relaciones profesionales y se extienden a todos los ámbitos de la
vida profesional y familiar por cuento el individuo que se incorpora a cualquiera de los
gremios o cofradías de la ciudad no lo hace a título individual sino que incorpora a su
taller y a su familia extendiendo todos sus beneficios a la totalidad de los miembros que
integran la casa o el taller.
Por último, a través del análisis del Libro de Decretos de la comunidad josefina
hemos podido reconstruir de manera integra el proceso evolutivo, desde sus orígenes
hasta su disgregación, de una de las comunidades más representativas del mundo
fraternal vitorianas a lo largo de todo el Antiguo Régimen. Tras el reglamento
fundacional y a medida que la cofradía fue cobrando una mayor importancia, la
congregación elaboró una serie de normas, restrictivas y selectivas a la vez, que se
dirigían a centrar de manera precisa el cuerpo de la nueva comunidad. Una vez descritos
cuáles eran los objetivos primordiales de la hermandad, y asegurado el papel de los
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factores devocionales y asistenciales, comienzan a preocuparse por cifrar quiénes serían
los individuos que podían formar parte de la misma. Y, en concreto, queda visiblemente
tipificado su carácter de "cofradía profesional" y, concretamente, qué oficios se acogen
como tales dentro de esta comunidad. Frente a entidades que se encuentran con la
misma advocación en otros lugares, vemos cómo, el número de oficios que es capaz de
integrar, es mucho mayor, y, en su mayoría, estaban vinculados de manera estricta al
mundo de la construcción. Con la llegada del siglo XIX, paralelamente al deterioro
económico de la cofradía, asistimos a un cambio de la tendencia en el seno de la
cofradía. Se tienden a suprimir las medidas restrictivas potenciándose cada vez más el
carácter de "cofradía abierta" con una mayor participación de los cofrades sin voto.
Asistimos a un proceso aperturista que culmina en 1855 con la supresión de la
distinción entre cofrades sin voto y con voto. A partir de este momento, la cofradía
pierde su carácter profesional en favor de un carácter estrictamente devocional que es
el que mantendrá ya hasta nuestros días.
Estructura del Texto
El gremio constituye el marco laboral por excelencia en la España del Antiguo
Régimen, sin embargo, la característica común para las tres principales ciudades vascas
es la ausencia de un gremio específico que aglutine de forma individualiza a cada uno
de los oficios. No obstante las últimas investigaciones realizadas por los autores de esta
obra han podido constatar la presencia de un nexo común en las tres capitales que
integra a varios oficios que no tienen un gremio específico, es el caso cofradía de que
bajo al advocación común de San José se erige en fechas similares en las ciudades de
Bilbao, Vitoria y de San Sebastián. Se trata una de las corporaciones propias del
Antiguo Régimen que permite un amplio abanico de posibilidades a sus integrantes. En
su seno aparecen con enorme atracción factores como el familiar, el individual, la
amistad, la profesión, la devoción la religiosidad, el socorro, la hermandad, la
conflictividad y un largo etcétera.
Con la ayuda de este alto cúmulo de elementos la presencia de una Cofradía
como la de San José nos permite la aproximación a una serie de aspectos que
incomprensiblemente han quedado en segundo o en tercer lugar en otros estudios
precedentes. Como ya se ha señalado, el texto se organizado en dos partes
perfectamente diferenciadas pero, a su vez, complementarias la una de la otra. En la
primera se establecen las bases metodológicas que sirven de marco para el análisis de la
asociación que nos ocupa. En la segunda se hace un estudio pormenorizado de la
cofradía de San José tratando de integrar cada uno de sus componentes con especial
énfasis en la definición de su “carácter profesional” termino hasta hora no utilizado en
la historiografía que habla básicamente de carácter, gremial, devocional, pasional o
asistencial.
La primera parte se desarrolla bajo el epígrafe “Las comunidades
confratérnales en el seno de la sociedad del Antiguo Régimen”. En ella se define que
se entiende por mundo confraternal y cuales son sus variantes organizativas a la vez que
se define el contexto social en el que estas se generan y desarrollan su actividad. En una
segunda parte nos centramos en la definición de las llamadas “cofradías gremiales y
profesionales, entendidas como un marco para la regulación de la actividad profesional
en el Antiguo Régimen, las llamadas cofradías devocionales y asistenciales donde
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prima el componente religioso con la advocación a un santo patrón al que se venera y se
honra con los oficios religiosos correspondientes. Sin embargo a los componentes
laborales, devocional y asistencial hemos de añadir un componente social ya que
contribuyen a la socialización de sus miembros constituyendo un vínculo que trasciende
al de los objetivos para las que fueron creadas.
Tras la definición de las distintas tipologías pasamos a analizar cada uno de los
aspectos que integran el entramado de las cofradías tales como sus órganos de gestión y
de gobierno, las fuentes de financiación y su actividad en el contexto urbano en el que
se desarrollan con sus actividades profesionales, devocionales y asistenciales. En este
análisis hemos de destacar el apartado dedicado al análisis de la conflictividad que se
genera en el seno de estas corporaciones. En varios momentos se ha verificado la
permanencia del uso de una representación imaginaria de la cofradía como si se tratase
de medio más afín para el logro del establecimiento de una comunidad homogénea e
idealizada. Frente a las idealizaciones de un pasado pacífico, en donde la violencia y la
conflictividad sólo se desarrollaban en algunas fallas concretas del proceso histórico, en
realidad, nos enfrentamos a una sociedad que resultaba mucho más vital y, en
consecuencia, sazonada por conflictos. Genéricamente, las entidades confratérnales
vitorianas tuvieron que enfrentarse a dos focos de conflictividad de signo y de
trascendencia diferentes: por un lado los derivados de su papel como controladoras y
fiscalizadoras de los enfrentamientos propios de su época con una función de
infrajusticia que limitaban la llegada de los pleitos a las instancias de la justicia
ordinaria de primera instancia o de apelación. Y por otro los derivados de su papel como
medios de concreción de un ámbito de sociabilidad y a su vez generador de una
conflictividad a partir de la generación de una nueva élite en el seno de estas entidades,
el reparto de los cargos honoríficos, las disidencias en la concepción de la utilidad y
funcionamiento de la entidad, etcétera.
Cierra esta primera parte el apartado concerniente al fin de estas entidades al
menos en lo que a sus funciones laborales y asistenciales por cuanto el componente
devocional todavía sigue vigente en numerosas congregaciones de signo religioso y que
tiene su máximo exponente en las cofradías penitenciales y de Semana Santa.
La segunda parte de este trabajo se encabeza con el título “La Cofradía de
San José de Vitoria en el mundo de cuerpos y comunidades del Antiguo Régimen”.
Supone la concreción de los planteamientos metodológicos que se desarrollan en la
primera parte. Frente a estudios precedentes basados en una seriación lineal, en buena
parte determinada por las series documentales, hemos organizado el trabajo en bloques
complementarios que responden a la organización y funcionamiento interno de la
cofradía. Así empezamos con una introducción la devoción de San José y su
vinculación como patrono de cofradías gremiales asociadas al mundo de la talla. Le
siguen los capítulos dedicados a su funcionamiento interno y sus órganos de gobierno,
sus vínculo capaz de generar unos nexos de sociabilidad entre sus individuos, sólo así se
puede entender el porqué de la identificación de realidades tan distintas en el seno de
estas entidades y la mezcla de sentidos, como el profesional, el devocional, el asistencial
o el religioso, en un mismo entorno asociativo. Del mismo modo los vínculos derivados
de las relaciones familiares y del parentesco juegan, sin lugar a dudas, un significativo
papel en la conformación de estas comunidades. Las conexiones de familia, a través de
posibles políticas de estrategia familiar, mostraban una progresiva influencia en el
proceso generativo de estas corporaciones. No debemos olvidar que los miembros de
10 | P a g e
estas asociaciones no lo eran a título individual sino que, por norma general, lo hacían
en calidad de cabeza de familia y del maestro del taller incluyendo bajo la acción tutelar
de la cofradía a todo el núcleo familiar así como a toda la estructura del taller, con la
inclusión de oficiales y aprendices. La propia cofradía de San José de Vitoria recalcaba
vigorosamente la obligatoriedad de acudir a los entierros de los miembros de la familia
del cofrade, de igual manera que se hacía con cualquier otro miembro de la cofradía 1.
Todos estos aspectos se pueden percibir en el estudio de la Cofradía de San
José asentada en las tres capitales vascas. A través de la lectura de sus ordenanzas y
libros de acuerdos podemos conocer en profundidad el funcionamiento interno de estas
comunidades fraternales con una reglamentación específica para garantizar el buen trato
y la cortesía entre sus cofrades y que, en fuentes de financiación y sus conflictos
internos.
Por otro lado, dado el “carácter profesional” que define la cofradía se ha hecho
hincapié es su papel como marco en el que se desarrollan la actividad social y
profesional de sus componentes. A la hora de analizar el marco socio profesional hemos
podido constatar como el gremio o la cofradía correspondiente se convierten en el
marco de estudio para otros trabajos precedentes que han abordado, de forma directa o
indirecta, la actividad socio-profesional. De hecho numerosas cofradías han sido, por
razón de su antigüedad, su valor como mecenas y promotores artísticos, o como
sustentadoras de ayudas subsidiarias, etc., habían sido objeto por parte de numerosos
historiadores. Pero a nuestro entender la brillantez de algunas de estas cofradías y
gremios provocó un efectivo deslumbramiento entre los especialistas y, al mismo
tiempo una limitación en su visión del papel que estas corporaciones ha desempeñado
en el mundo artístico y en el marco profesional y familiar del artista.
A través de la lectura, análisis e interpretación de los diferentes reglamentos,
ordenanzas, decretos, agregaciones, libros de cuentas y demás documentos referentes a
las tres cofradías homónimas podemos obtener una completa visión del funcionamiento
interno de estas comunidades, profundizar en el conocimiento de sus órganos de gestión,
cargos administrativos, económicos, profesionales a la vez que se puede describir,
cuantificar y valorar todos los aspectos concernientes a su financiación y trámites
precisos para el cumplimiento de sus estatutos. La propia documentación generada por
la cofradía nos permite adentrarnos en el complejo mundo de las relaciones
institucionales de estas comunidades en el marco de la ciudad en la que se asientan.
Aspectos como las relaciones con los órganos de gobierno de la ciudad, relaciones entre
las propias corporaciones así como el tratamiento de las relaciones sociales, familiares o
profesionales y de la propia conflictividad que se generan en el seno de las referidas
cofradías se pueden entrever a través de un detenido análisis de la documentación.
Podemos destacar el prolongado proceso de gestión, consolidación y de disgregación de
la comunidad josefina asentada en la capital alavesa donde se constata su proceso de
configuración como una cofradía de tipo profesional de número limitado de miembros,
su evolución a lo largo de los siglos XVII y XVIII con un mayor carácter aperturista,
hasta llegar a su decadencia en el siglo XIX con la pérdida de su componente artesanal,
1
Al respecto podemos destacar la obra de ALBERCH; R. Gremis; Oficis a Girona: Traball, societat a
l´Época pre-industiral. Girona, 1984;
MATEO PÉREZ, A, “La vida de los artesanos y el mundo del trabajo. Siglos XVII-XVIII” en AA. VV.
LA vida cotidiana en Vitoria en la Edad Moderna y Contemporánea. San Sebastián, 1995.
11 | P a g e
quedando reducida a una simple corporación de tipo devocional cuyo carácter se
mantuvo prácticamente hasta nuestros días.
La importancia del papel de los gremios y de las cofradías en una sociedad tan
jerarquizada y de un fuerte corporativismo como la del Antiguo Régimen ha queda
constatada en la abundante historiografía que de una manera u otra ha abordado el tema.
Ya en el siglo XIX encontramos los primero ensayos escritos sobre el tema
preocupados, sobre todo en su definición jurídica y en un interés creciente en
vincularlas a las entidades gremiales propias del mundo urbano medieval y de los
siglos modernos. En la primera mitad de este siglo los este tipo de estudios se
orientaban hacia la sociología religiosa y en torno al papel de estas comunidades en el
campo de la asistencia social. En este sentido en el caso del País Vasco podemos ver
como, al hilo de publicaciones de carácter etnográfico y con el apoyo de la Sociedad de
Estudios Vascos, salieron numerosas investigaciones de la mano de eruditos que no
siguen una línea historiográfica pero que constituyen unos auténticos antecedentes para
trabajos de mayor fundamento. En esta línea hemos de referir una serie de trabajos
monográficos que se centran en el estudio de una cofradía concreta y, a lo sumo, se
llegaba a realizar la trascripción literal de sus ordenanzas con algunas escuetas adiciones
de carácter histórico. Par el caso de Vitoria contamos con los trabajos de Izarra, antiguo
mayordomo de la Cofradía de San José que nos aporta una trascripción literal de sus
segundas ordenanzas así como una pequeña reseña histórica en la que se recogen
algunos de los aspectos más destacados, entresacados del libro de actas de la cofradía.
Se trata de obras editadas en un momento histórico, inicios de la dictadura, con las que
se trata revitalizar los valores católicos y de fomentar el interés por las instituciones
devocionales 2.
Historiadores actuales como Mantecón Movellán han retomado esta línea
investigadora, no agotada, centrando sus esfuerzos en el estudio de la práctica religiosa,
conocida con el sobrenombre de la religiosidad popular, y de los contrastes derivados
de un análisis dual estas entidades, como parte activa del mundo eclesial, y de la
organización eclesiástica oficial 3. Estudios que han sentado las bases de una dicotomía
en sus planteamientos respecto al origen de las cofradía, esto es sobre su espontaneidad
o su sometimiento a otros poderes extraños y superiores que deriva de la trascendencia
del carácter religioso presente en el seno de estas entidades organizativas.
Sin embargo, en el debate historiográfico actual, el papel de estas asociaciones
como unas instituciones de un valor específicamente religioso, ha quedado postergado a
un segundo plano, al hacerse evidentes la consideración de unos aspectos profesionales,
asistenciales, económicos, o de sociabilidad. En este sentido, los estudios de historia
social y de vida cotidiana se han centrado en el papel de las cofradías como un espacio
2
Para el caso de Vitoria podemos destacar los trabajos de CARRERA STAMPA, M. Los gremios
mexicanos, México, 1954, El folleto titulado Cofradía de San José, Vitoria, Domingo Sar, 1906; e
IZARRA RETANA, J. Del antiguo Vitoria. Vecindades, cofradías y gremios. Vitoria, Iturbe, 1940 o . La
patrona de Vitoria y su primera cofradía. Vitoria, 1920. En la misma línea, aunque más reciente en
cuanto a su publicación tenemos el trabajo de GARMENDIA LARRAÑAGA, J. Gremios, oficios y
cofradías en el País Vasco,. San Sebastián, 1979. Y la obra de ALCOCER MARTÏNEZ, M. Los gremios
de Valladolid, Valladolid, 1927.
3
MANTECON MOVELLÁN, T. A. Contrarreforma y Religiosidad Popular en Cantabria. Las Cofradías
Religiosas. Santander, 1990. En línea con los trabajos de Movellán podemos remitirnos a las obras de
autores como J. Bossy, Pedro Carasa, Antonio Rumeau de Armas o Marcelo Núñez de Cepeda, o los
historiadores franceses Catherine Vicent y Pierre Michaud Quatin.
12 | P a g e
generador de un copioso compuesto de relaciones y de vínculos entre sus agregantes o
cofrades. En este sentido se nos presentan a las cofradías como la mayor parte de los
casos, va más allá de las cuestiones meramente formales y actúa como una infrajusticia
en el interior del ámbito municipal. Al igual que sucede con el resto de los gremios y de
más asociaciones afines, la cofradía de San José va a funcionar con una cierta
autonomía para su gestión, aunque siempre dentro del marco de la autoridad civil y
eclesiástica de cuya jurisdicción depende. Este autogobierno le va a dotar de una
capacidad legislativa que le permite redactar las leyes y ordenanzas que van a constituir
la base de su gestión y de su funcionamiento; le confiere capacidad ejecutiva, por
cuanto es ella, a través de su Junta de Gobierno personalizada en la figura del Abad y de
sus Mayordomos, la que se encarga de hacer cumplir sus estatutos; y, finalmente, le
otorga su poder judicial pro cuanto la misma Junta tiene potestad para juzgar y
sancionar todos aquellos actos contrarios as sus estatutos y al buen funcionamiento de la
hermandad.
Del mismo modo el estudio del entramado de la Cofradía de San José hemos
podido constatar el papel de estas comunidades como instrumentos garantes del
bienestar material y espiritual de sus cofrades, proporcionándoles unas ayudas
materiales en los momentos de mayor necesidad tanto a la hora de la muerte como en
los momentos de necesidad material por ruina o enfermedad. A través de su integración
en la cofradía se establece entre sus miembros unos vínculos de solidaridad que van más
allá de las meras relaciones profesionales y se extienden a todos los ámbitos de la vida
profesional y familiar por cuanto, como ya se ha señalado con anterioridad, al integrarse,
lo mismo que sucede en el resto de las cofradías del País Vasco, los fieles de San José lo
hacen en la calidad de cabeza de familia y de maestro, extendiendo sus beneficios a
todos los demás miembros de la casa y del taller.
Por último, a través del análisis del Libro de Decretos de la comunidad
josefina se puede llegar a reconstruir de manera íntegra el proceso evolutivo desde sus
orígenes hasta su disgregación. Al respecto resulta significativo el ejemplo de la
cofradía vitoriana cuya trayectoria se puede seguir desde su fundación en 1581 hasta
finales de la guerra civil donde, ya olvidados sus orígenes profesionales, la hermandad
integraba a un considerable número de cofrades siendo de las de mayor aceptación entre
la población vitoriana. En este caso, podemos comprobar como, tras su reglamento
fundacional y a medida en que la congregación fue cobrando mayor importancia, la
cofradía fue elaborando una serie de normas restrictivas y selectivas a la vez que se
dirigían a centrar de manera precisa el cuerpo de la nueva hermandad. Una vez descritos
sus objetivos primordiales, asegurado el papel de los factores devocionales y
asistenciales, comienzan en preocuparse por cifrar quienes serían los individuos que
podían formar parte de la misma. Y, en concreto, queda visiblemente tipificado su
carácter como cofradía profesional, no gremial, en la medida en que no integra a un
oficio concreto de artesanos sino a diferentes oficios que quedan perfectamente
tipificados en sus ordenanzas fundacionales y a lo largo de sucesivas agregaciones. En
este sentido, hemos podido comprobar como, frente a otras entidades homónimas
asentadas en otras localidades españolas 4, las tres cofradías vascas integran una más
4
Tal circunstancia queda perfectamente constatada en el estudio de BELOQUI LARRAYA; B: “El
gremio de carpinteros, ensambladores, entalladores y escultores de Zaragoza, según las ordenanzas
gremiales de los siglos XVII y XVIII” en X Congreso de Historia de la Corona de Aragón. Zaragoza,
1976. LACARRA; V., “Documentos inéditos. Los Antiguos Gremios de Estella. Gremio de Carpinteros”.
En BCMAN, n° 57, 1925, pág.. 27.
13 | P a g e
amplia relación de oficios, en su mayor parte relacionados con el mundo de la
construcción y que en la mayor parte de los casos no contaban con cofradía propia, con
la única excepción de la cofradía de San Serafín del Monte Granario, fundada en 1794 y
que integraba a los albañiles, canteros y otros ramos de la construcción 5. Con la entrada
del siglo XIX, paralelamente al deterioro económico de la cofradía, asistimos a un
cambio de la tendencia en el seno de la entidad vitoriana. Se tienden a suprimir las
medidas restrictivas potenciándose cada vez más el carácter de cofradía abierta con una
mayor participación de los cofrades inscritos como “sin voto”. Asistimos así a un
proceso aperturista que culmina en 1855 con la supresión de las de distinción entre
cofrades sin voto y con voto. A partir de este momento, la cofradía pierde si carácter
profesional a favor de un carácter estrictamente devocional que es el que la
congregación vitoriana ha seguido manteniendo hasta nuestros días.
Todos los aspectos anteriormente referidos han sido suficientemente tratados
a lo largo de esta segunda parte, sin embargo en nuestro análisis echamos de menos los
capítulos
relacionados con los aspectos profesionales y las ordenanzas de tipo
gremiales que, aunque ausentes en las cofradías de Vitoria y de Bilbao, sí están
presentes en la de San Sebastián. Sin embargo hemos de destacar la importancia que
estas cofradías tienen a la hora de realizar en un estudio en profundidad del mundo
laboral, en especial en lo concerniente a los oficios artísticos que en ella se integran.. Su
papel viene dado por ser la única referencia documental existente, a falta de confirmar
definitivamente la existencia de una cofradía de pintores en San Sebastián 6, acerca de la
existencia de una corporación que aglutine, como sucede en otras ciudades del Estado, a
escultores, a arquitectos y a pintores y doradores. De hecho, como ya es sabido a tenor
de las múltiples estudios que abordan el tema, las prácticas gremiales entre los referidos
oficios son habituales en las tres provincias vascas constadas gracias a la presencia de
múltiples documentos que reflejan las relaciones de aprendizaje, y de colaboración entre
maestros y oficiales, frecuentes en nuestro territorio siguiendo las prácticas habituales
entre los artesanos de oficios gremiales. En este sentido llama la atención el caso omiso
que hasta ahora han hecho los historiadores vascos acerca de la importancia que la
referida cofradía de San José, asentada en las tres capitales vascas, tuvo en la gestación
de las relaciones profesionales y familiares entre los escultores, arquitectos y pintores de
la comunidad vasca. Y eso pese a que autores como Izarra Retana ya apuntaban, 60
5
Aunque la advocación data de 1794, sus ordenanzas datan de 1829 y a finales del siglo, XIX, lo mismo
que con anterioridad sucediera con la de San José, a finales del siglo XIX se citan entre sus miembros,
además de los referidos oficios de la construcción a hojalateros y pintores. Disponed de altar de la misma
iglesia de Santiago, hoy Catedral, de hecho hoy pervive uno dedicado a este santo c. 1820-1830. Está bien
documentada, pues dispones de varios libros con ordenanzas y cuentas tanto en el AFB como en el
AHEV, Las referencias documentales han sido proporcionadas por Julen ZORROZÚA y forman parte de
una investigación inédita sobre la Cofradía de San José de Bilbao, integrada por oficios relacionados con
la madera a partir de sus libros de cuentas que van desde 1604 a 1666.
6
Pedro Echeverría Goñi señala la posibilidad de la existencia de esta cofradía a tenor de los datos
extraídos de algunos documentos por él estudiados. Según este autor a finales del siglo XVII existiría una
cofradía documentada en 1697 que tenía por veedor y examinador al pintor local José de Lizabarburu.
Este, junto a los cofrades también pintores Domingo de Mendieta, Asensio de Echevarría y Antonio de
Alquizalete, junto al los flamencos vecinos de la ciudad Joseph de Cleer y Anastasio Ondermar
reclamaban preferencia en la adjudicación de obras para los pintores examinados que fueran naturales o
vecinos de San Sebastián. Esta información ha sido entresacada del curso impartido por Pedro Luis
Echeverría Goñi sobre Policromía en los siglos del Barroco para la Asociación de Conservadores y
Restauradores de Gupuzkoa los días 24 y 25 de septiembre de 1999. Para su elaboración se basa en datos
de un proceso documentado en el Archivo Diocesano de Pamplona. A.D. Pamplona. Villanueva. C/1191,
n° 22 (1698). El mayordomo de la cofradía de las Ánimas de San Sebastián contra José de Lizabarburu y
los pintores y doradores de la ciudad.
14 | P a g e
años atrás, la existencia de la cofradía vitoriana en cuyas filas se englobaba algunos de
los más destacados artífices alaveses 7 . Hoy en día, las diferentes congregaciones
josefinas están siendo objeto de estudios en profundidad cuyos contenidos son objeto de
este artículo 8.
Si comparamos las bases sociales de las tres cofradías podemos comprobar
como las tres responden a unas pautas similares. En primer lugar hemos de referirnos a
la coincidencia en las fechas de fundación de las tres comunidades, la más temprana la
vitoriana de 1581, la de San Sebastián lo hace en 1558 y la de Bilbao con anterioridad a
1604. Sin embargo, el rasgo que va a definir su personalidad es le hecho de que en
ninguno de los casos podemos hablar de gremio ni de cofradía gremial sino lo que
hemos venido a llamar una cofradía de tipo profesional en la que lo más importante es la
pertenencia a un oficio determinado señalado en sus constituciones fundacionales o en
agregados posteriores. Este hecho se consta en las escrituras fundacionales de los casos
alaveses y guipuzcoanos que incluían exclusivamente a los oficios de carpinteros y
entalladores 9 . Sin embargo desde muy tempranas fechas detectamos la inclusión un
variado número de oficios que, en algunos casos, poco tienen que ver con los oficios
fundacionales. Así la cofradía de San Sebastián, tal vez la más homogénea de las tres,
incluía entre sus miembros a gremios de la madera que hemos clasificado en artísticos
(retablistas como los carpinteros, ensambladores, entalladores, arquitectos y escultores)
no artísticos (como toneleros 10, cuberos, poleros, maestros de navíos, constructores de
barcos, remadores...). Además incluía otros oficios artísticos como pintores y doradores
entre los que se incluye Lorenzo de Brevilla, pintor del primer tercio del siglo XVII.
7
IZARRA, J. Historia de la Cofradía de San José, Vitoria, 1939. Más recientemente, MARTÍN MIGUEL
incluye un pequeño apartado referente a la cofradía de San José en su libro sobre las artes en
la Vitoria renacentista, en la que se incluyen un para de interesantes referencias documentales
en las que se constata su formación y su asentamiento en el convento de Santo Domingo en la
a
capital alavesa. MARTÍN MIGUEL; M Ángeles, Los artífices. La cofradía de San José de
Vitoria, en Arte y cultura en Vitoria durante el siglo XVI. Votoria, 1998, 2, págs. 344-346.
8
El caso de la cofradía vitoriana es objeto de este trabajo que aquí presentamos: ANGULO MORALES,
A. Y MATEO PÉREZ, A., Del trabajo y la devoción: Los lazos de una comunidad del Antiguo Régimen:
La Cofradía de San José de Vitoria (1581-1848). Por su parte los datos referentes a la cofradía de San
José de Bilbao que irán apareciendo a lo largo de este apartado proceden de una investigación en curso a
cargo de Julen Zorrozúa Snatisteban sobre la cofradía de San José de Bilbao, integrada por los gremios
relacionados con la madera, a partir de sus libros de cuentas que van desde 1604 a 1666. Finalmente los
datos referentes a la cofradía donostiarra han sido extraídos del curso impartido por Pedro Echeverría
Goñí referido con anterioridad, además de otros datos cedidos gentilmente por el referido autor a partir
de la documentación de un pleito entre el gremio de carpinteros de la Cofradía de San José y San Andrés
de San Sebastián contra los toneleros de la misma cofradía en el que se incluyen las constituciones de
1588. A. D. Pamplona. Villanueva. C/1790 n° 2 (1728)
9
La cofradía donostiarra fue aprobada el 1 de septiembre de 1588 por el obispo de Pamplona don
Bernardo de Rojas y Sandoval. Decidieron fundar la cofradía siete maestros carpinteros y entalladores y
sus primeros mayordomos fueron el escultor vecino de San Sebastián Juanes de Iriarte, coautor del
retablo de esa ciudad, y Junaes de Zozaya. Por su parte, la cofradía de San José, aunque fundada en 1581,
presenta la primera referencia profesional en un documento de 1586 que recoge su traslado al convento
vitoriano de Santo Domingo, en donde se muestra la intención de los maestros carpinteros, ensambladores
y escultores para fijar el altar y su cofradía en una de las capillas de su iglesia. Firman el documento el
escultor Esteban de Belasco y los carpinteros Diego de Zubizarreta, Mateo Ruiz de Araoz y el entallador
Andrés de Arresti, por sí y en nombre de los demás maestros y oficiales de los dichos oficios de la ciudad
de Vitoria. La importancia artística de algunos de estos artífices, tales como Velasco o Araoz se puede
percibir en el estudio sobre el renacimiento alavés de ECHEVERRÍA GOÑI, P. L., “Las artes en el
Renacimiento”. Älava en sus manos. T. IV, págs. 123-135.
10
Con su incorporación la cofradía pasó a titularse de San José y de San Andrés.
15 | P a g e
Finalmente la cofradía podría incluir a cualquier persona de otro oficio, con el
consentimiento de mayordomos y cofrades,
Algo similar sucede con la cofradía de San José de Bilbao en donde podemos
destacar una gran variedad de oficios artísticos. Destacan sobre todo los entalladores
(muy abundantes y, que a juicio de Julen Zorrozúa, parece tratarse de un oficio muy
artesanal más que de otra cosa). Más escasos son los escultores, con la presencia de
Juan de Acurio a quien se le paga la escultura de un retablo para la cofradía a partir de
las cuentas de 1618; los arquitectos Martín Ibáñez de Zalbidea y Juan de Alloytuz,
igualmente relacionado con el retablo; y los pintores Juan de Olarte, Juan de Maeza,
Sebastián de Galbarriartu, Jerónimo de Gante y varios Bustrín entre los que destaca
Juan de Bustrín policromador del retablo de la cofradía. Se incluyen además otros
oficios relacionados con la madera como carpinteros, cuberos, calderero, tonelero,
barquero o embalador; otros oficios artísticos como plateros, rejeros, espaderos,
bordadores o joyeros. Y, finalmente, surtido grupo de profesiones artesanales como
escribano, licenciado, alguacil, cinturero, zapatero, cordonero, sastre, general, doctor,
cerrajero, herrador, sombrerero, boticario, cirujano, pucherero, envelador, cordelero,
bolsero, tundidor, contador, batelero, amarrador, panero, estañero o zurrador.
El caso más significativo del carácter estrictamente profesional y no gremial
de las tres referidas cofradías es el del ejemplo vitoriano. Este hecho se puede constatar
gracias a un pleito conservado en la Real Chancillería, documentado por los referidos
Angulo y Mateo, que enfrentó entre 1617 y 1622 a la mayor parte de los miembros de la
hermandad divididos en dos bandos de posturas contradictorias. Según el pleito la
cofradía había admitido a unos aspirantes maestros de carpintería dejando a un lado a
varios aspirantes hijos de cofrades. A través de las declaraciones de testigos podemos
saber que los admitidos eran los entalladores Pedro de Ayala, criado de Juan de Araoz,
y Juana Miguel de Arabeitia y el carpintero de carros Pedro de Olaberría, por ser oficios
de tales artes y constar en la cofradía que mientras hubiese aspirantes de las artes de
ensamblaje, escultura, carpintería y cantería, se prefiriesen estas a las demás, aunque
reconocen la existencia de otros oficios como el de cerrajero, pintor, yeseros y
bordadores. Por su parte el grupo que apoyaba la postura de los rechazados, el cerrajero
Lucas de Erenchun y el Pintor Lucas de Avena, defendían su admisión alegando a que
esta debía de hacerse teniendo en cuenta el número de los votos a favor,
independientemente del oficio que se fuese, además del hecho de que los afectados eran
hijos de cofrades y del mismo oficio que sus progenitores.
Una vez conocido el veredicto definitivo 11, tras varias apelaciones, se tomó un
acuerdo por el que, en lo sucesivo, se daría preferencia a los hijos de cofrades que
estuvieran casados y que tuvieran los oficios ya no sólo de carpinteros y ensambladores,
sino también de: escultor, platero, cerrajero bordador, librero, cerero, albañil y
cuchillero. “Y los tales cofrades que por sus propias personas poseen o ejercen los
dichos oficios, poniendo tienda y por sus criados y oficiales pero que en ningún otro
modo, ninguna persona de ninguna calidad u oficio que sea aunque sea hijo de cofrade,
ahora ni en ningún tiempo y si lo fuere la elección a de ser ninguna y no ha de tener
efecto alguno no siendo admitido en ella ni tener voz ni voto” 12.
11
12
IZARRA, J. Historia de la Cofradía de San José, Vitoria, 1939, págs. 23-27
A.M.V. Lib. Cofradía de San José, Junta de 2-3-1622, fol. 63 v.
16 | P a g e
Con la ratificación del decreto por parte de la cofradía perece que se ampliaba
considerablemente el campo de admisión de nuevos hermanos. Esto, que a priori parecía
ser una apertura, no es sino ratificar una situación que, de hecho, se venía produciendo
en el seno de la cofradía. En las declaraciones de los testigos se incluían los oficios de
cerrajero, pintor, yesero y bordador, oficios cuya presencia se ratifica en el nuevo
decreto. Sin embargo, este mismo acuerdo dejará fuera a otros oficios que aunque de
manera minoritaria figuraban en rol de cofrades de la hermandad de 1619. Sucede así
con los oficios de arcabucero, bastero, sastre, labrador y tabernero, artes que, en algunos
casos contaban ya con su propia cofradía gremial
Relación de cofrades con relación de oficios 1619
Miguel de Sarralde
Bernal de Anjés
Pedro de Cobos
Tomás de Oñate
Juan de Iduya
Gregorio de Nafarrate
Pedro de Velasco
Francisco de Guevara
Martín Ruiz de Alegría
Mateo de Argómaniz
Domingo de Altuna
Diego de Abena
Pedro de Ayala
Bernardo de Urbina
Pedro de Erenchun
Antonio de Arraya
Miguel de Arróyabe
Martín de Ibargüen
Martín de Urrucumu
Francisco de Villanueva
Pedro López de
Erenchun
Escribano de
Numero
Arcabucero
Entallador
Pintor
Entallador
Carpintero
Bordador
Librero
Platero
Carpintero
Bastero
Pintor
Escultor
Clérigo
Cerrajero
Sastre
Ensamblador
Bastero
Carpintero
Bordador
Cerrajero
Pedro de la Fuente
Platero
Juan de Azbeitia
Antonio de Amárita
Juan Glez de Larrinoa
Rodrigo de Valverde
Pedro Ruiz Barrrón
Diego Bolante Ocáriz
Juan de Araoz (menor)
Diego de Abendaño
Hernando de Urruytia
Juan de Angulo
Francisco de la Plaza
Francisco de Aguirre
Martín de Guevara
Santiago de Urquijo
Juan de Aberasturi
Pedro de Gobeaga
Diego de Atriaca
Martín de Murua
Bartolomé Angulo
Cantero
Platero
Entallador
Labrador
Pintor
Yesero
Entallador
Señor de Villarreal
Platero
Escultor
Ensamblador
Entallador
Librero
Carpintero
Ensamblador
Ensamblador
Cuchillero
Tabernero
Escultor
El rol de cofrades de 1617 nos ofrece una clara perspectiva de los oficios que
integran la cofradía profesional de San José de Vitoria. En su relación nominal podemos
ver la inclusión de algunos de los representantes más destacados de la retablística
alavesa con algunos de los últimos representantes del romanismo y del primer barroco
alavés. Podemos ver a los pintores Tomás de Oñate, Diego de Abena y Pedro Ruiz
Barrón además de los escultores Pedro de Ayala, Juan de Araoz, Juan de Angulo y
Bartolomé Angulo, a los que podemos añadir los nombres de los escultores Juan de
Araoz (mayor) y Martín de Araoz, y del arquitecto Pedro de la Fuente presentes en una
relación de cofrades de la junta del año 1602. Otros destacados artífices aparecen
17 | P a g e
referidos en sucesivos roles recogiendo algunos de los más destacados pintores barroco
alavés como lo fueron Cristóbal de Barrón y Diego Pérez de Cisneros (rol de 1637),
Juan de Amigo y Juan López Bazo, (rol de 1650), José de Aguirre y Domingo Martínez
de Echávarri (rol de 1683) los pintores Juan Bautista de Amigo, Bartolomé de Arregui
Pedro de Ibarrola y los arquitectos Gregorio de Larrar y Andrés de Marauri (rol de
1701). Así podemos encontrar un largo etcétera que se prolonga hasta las décadas
finales del siglo de las luces en donde se dan cita algunos de los más destacados
artífices del neoclasicismo vitoriano como es el son los arquitectos Justo Antonio de
Olaguibel, y Antonio Rubio el escultor Mauricio Valdivieso y el pintor José López de
Torre.
La pertenencia a una cofradía como la de San José va a ser el nexo de unión
entre muchos de estos artífices, Solo atendiendo a la convivencia en este tipo de
comunidades se explican muchas de las relaciones profesionales que refleja la
documentación notarial. Las fianzas, las compañías y colaboraciones laborales así como
la endogamia profesional que caracteriza a las relaciones matrimoniales entre la mayor
parte de los artesanos se irán gestando a partir de la relación de grupo u de una
conciencia de unidad que surge a partir de la convivencia en determinadas cofradías
decocionales y de las vinculadas al gremio o a los oficios. Así podemos ver como en el
seno de estas hermandades se establecen dos tipos de relaciones: las de parentesco y de
amistad y todas aquellas derivadas del ejercicio profesional.
En el caso de los oficios agremiados este tipo de relaciones se establecen en el
marco del gremio. Sin embargo, ¿qué sucede con oficios como los carpinteros, los
escultores, los canteros o albañiles que, como sucede en el caso vitorianos no poseen un
gremio o cofradía propia? En tales casos las cofradías devocionales y las profesionales,
como sucede con la de San José, pueden llegar a desempeñar un papel similar al de
otras corporaciones gremiales. El número restringido de socios, las reuniones periódicas,
el ejercicio por turno rotacional de los cargos y la asistencia obligatoria de todos los
cofrades a los actos organizados por la hermandad a potenciar el desarrollo de unas
relaciones profesionales y de parentesco que, a su vez, van a facilitar la creación de
vínculos de tipo profesionales. En este sentido la cofradía de San José no va a ser una
excepción y se convierte en el nexo que explica o, al menos, contribuye a explicar el
porqué de ciertas relaciones entre oficios aparentemente tan dispares. De hecho la
endogamia es una realidad fácilmente constatable entre los miembros de la cofradía con
la presencia de muchos de los cofrades emparentados entre sí a través de la vía
matrimonial, especialmente entre los albañiles, canteros y carpinteros, aunque tal
práctica es extensible a la totalidad de los oficios que la integran
Los lazos que se generan en el seno de la cofradía quedan perfectamente
reflejadas en aquellas obras en las que se dan cita diferentes oficios con artesanos entre
los que, aparentemente, no existe ningún tipo de conexiones. En obras como los retablos,
en las que se combinan labores de arquitectura, de talla y de pintura, es frecuente ver la
asociación de varios maestros cuya presencia se repite en la adjudicación de las obras.
¿Es que el escultor o el arquitecto sugeriría el nombre del dorador al cliente?.
Es en estas ocasiones cuando la pertenencia a una cofradía profesional abierta
a varios oficios afines entre sí, como es nuestro caso, juega un papel trascendental en el
mundo laboral. En el caso de la retablística estos usos se convierten en una práctica
habitual. Un claro ejemplo es el caso de la arquitectura y el dorado del retablo mayor de
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Manurga. A través de esta obra podemos ver el papel de la cofradía como nexo de
conexión entre los artesanos. La obra fue contratada por el maestro arquitecto José de
Echevarría, vecino de la ciudad de Segura 13. La necesidad de presentar fiadores que
garanticen el cumplimiento del contrato le lleva a recurrir a Gregorio de Larrar y a
Andrés de Marauri, maestros arquitectos y ensambladores, vecinos de Vitoria y cofrades
de San José. Echávarri, además de contratar la arquitectura y la escultura, se
compromete a realizar la policromía y el dorado del retablo. Sus limitaciones técnicas y
profesionales le obligan a actuar como contratistas de obras subcontratando el dorado a
dos maestros vitorianos. De este modo, podemos ver como Echávarri cede la policromía
y el dorado a Manuel de Andraca y a Bartolmé de Arregui, maestros doradores y, a su
vez, cofrades de San José. Las relaciones con la cofradía se acentúan aún más por el
hecho de presentar los doradores como fiadores al albañil Juan de Mazquirán, al
carpintero-arquitecto Mateo Ortiz de Zárate, al ensamblador Pedro de Arregui, al
cerrajero Pedro Bravo Ramírez y a Jacinto de Savando ¿?, todos ellos artesanos con
oficios que nada tienen que ver con el dorado y cuyo único vínculo visible se establece a
través de la pertenencia de todos ellos a la cofradía de San José.
Los ejemplos se repiten a lo largo de la historia siendo también significativo el
caso de la policromía y el dorado del retablo mayor de la iglesia de San Vicente de
Vitoria. En este caso la obra es contratada por el albañil Domingo de Berrícano que
presenta por fiador al carpintero Nicolás de Izarra 14 . Del mismo modo que hiciera
Echávarri con el dorado de Manurga, los dos maestros tan sólo hacen de contratistas o
de intermediarios pro cuanto las limitaciones gremiales les impiden ejercer como
doradores sin estar examinados de dicho arte. Por lo tanto, acaban por ceder la obra a
dos maestros doradores, uno que empieza José de Aguirre, como principal, y otro ya
consolidado que ha ce de fiador, Bartolomé de Andraca y que, al igual que Izarra y
Berrícano, son miembros de la cofradía de San José de Vitoria.
La colaboración entre maestros de distinto oficio es un hecho que se repite a lo
largo de la historia del arte. Esta colaboración adquiere especial importancia en aquellas
obras que combinan labores de distintos gremios tal y como sucede con la constricción
en la que participan albañiles, canteros y carpinteros. En estos casos la Cofradía, como
aglutinante de tales oficios, va a permitir una estrecha relación entre sus miembros y se
nos presenta como un importante referente a la hora de establecer las conexiones y de
analizar este tipo de relaciones laborales. De hecho hemos podido constatar
documentalmente como las colaboraciones entre maestros de estos oficios se repite a lo
largo de toda la trayectoria de la cofradía. Entre los numerosos casos, destaca la
colaboración entre los canteros Andrés Díaz de Arcaute y Domingo Martínez de Sarría
con el carpintero Nicolás de Izarra y el albañil Domingo de Berrícano. Igualmente, la
asociación entre Domingo de Izarra y Rafael de Olaguibel o la del carpintero Manuel
de Igarza con el albañil Gaspar de Arías, cuya presencia se repite en la documentación
notarial. En este sentido y para finalizar este apartado, podemos de destacar una de las
relaciones profesionales más fructíferas de las dos décadas finales del siglo XVIII, nos
referimos a los trabajos realizados pro el arquitecto Antonio Rubio, el escultor Mauricio
Valdivieso y el pintor José López de Torre 15, todos ellos cofrades de San José de cuya
13
AHPA. Vitoria, José de Aguirre, N° 5985, 15-1-1698, fol. 57.
AHPA. Vitoria, Tomás Fernández de Zurbano, N° 1373, 11-6-1742, fols. 111-124 y 145-146
15
La colaboración entre estos artífices es una práctica habitual en la imaginería y escultura de finales del
siglo XVIII en Álava. En numerosas ocasiones los Valdivieso trabajaron junto a otro de los más
importantes talleres de Álava, el de los Moraza, dedicados principalmente a la construcción de retablos y
14
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mano saldrán algunas de las obras más significativas del neoclasicismo alavés, una de
las cuales, el retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Araia, se recoge en este
catálogo.
cuyos miembros se integran igualmente en la cofradía de San José de Vitoria. A menudo solemos
encontrarnos juntos a Mauricio Valdivieso a Antonio Rubio y a Benigno de Moraza. Entre los pintores,
Mauricio solía trabajar con José López de Torre e incluso con el hijo de este Matías de Torre. Una
amplia visión de esta fructífera relación profesional la podemos ver en PESQUERA VAQUERO, M. I, y
TABAR DE ANITUA, F. Las artes en la Edad de la Razón, Álava en sus manos, Vitoria, 1983, T. 4,
págs. 179-188.
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