Subido por Junior Vega

RAZON

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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
DIALÉCTICA
ERÍSTICA
O EL ARTE DE
TENER RAZÓN
Expuesta en 38
estratagemas
Arthur Schopenhauer
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
DIALÉCTICA ERÍSTICA
O EL ARTE DE TENER RAZÓN
Expuesta en 38 estratagemas
Arthur Schopenhauer
La dialéctica erística1 es el arte de discutir, pero discutir de
tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente –por fas
y por nefas-2. Puede tenerse ciertamente razón objetiva en un asunto
y sin embargo, a ojos de los presentes y algunas veces también a los
Por lo general, los antiguos, usaron lógica y dialéctica como sinónimo;
también los modernos.
2 Erística sería sólo una palabra más severa para designar lo mismo.
Aristóteles (según Diógenes Laercio, V, 28) colocó juntas a la retórica y a
la dialéctica, cuyo propósito es la persuasión, tò pizanón; así también, la
analítica y la filosofía, cuya meta es la verdad. [“Dialéctica es el arte del
discurso con el que afirmamos refutar o probar alguna cosa por medio de
la pregunta y la respuesta de los interlocutores”] (Diógenes Laercio, III,
48, en Vita Platonis). Aristóteles distingue 1) la lógica analítica, como la
teoría o instrucción para obtener los silogismos verdaderos o apodícticos;
2) la dialéctica o la instrucción para obtener los silogismos probables, los
que corrientemente se tienen por verdaderos, probabilia (Tópicos I, 1-12) Silogismos a propósito de los cuales no está establecido que sean falsos,
pero tampoco verdaderos (en sí y para sí), no siendo esto lo importante.
¿qué es esto más que el arte de tener razón, independientemente de que
de verdad se tenga o no se tenga? Por lo tanto, es el arte de conseguir que
algo pase por verdadero, sin preocuparse si en realidad lo es. Aristóteles
divide los silogismos en lógicos y dialécticos, como hemos dicho; 3) en
erísticos (erística), en los que la forma del silogismo es correcta pero las
proposiciones, la materia, no lo son, sino sólo lo parecen; y finalmente 4)
en sofísticos (sofística) en los que la forma del silogismo es falsa, pero
parece correcta. Estas tres especies, pertenecen propiamente a la dialéctica
erística, puesto que no atienden a la verdad objetiva, y sin preocuparse de
ella sólo estiman su apariencia y el hecho de tener razón. El libro sobre
silogismos sofísticos fue editado sólo más tarde. Era el último libro de la
Dialéctica.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
de uno mismo, parecer falto de ella. A saber, cuando el adversario
refuta mi prueba y esto sirve como refutación misma de mi
afirmación, la cual hubiese podido ser defendida de otro modo. En
este caso, como es natural, para él la relación es inversa, pues le
asiste la razón en lo que objetivamente no la tiene. En efecto, la
verdad objetiva de una tesis y su validez en la aprobación de los
contrincantes y los oyentes son dos cosas distintas. (Hacia lo
último se dirige la dialéctica.)
¿Cuál es el origen de esto? La maldad natural del género
humano. Si no fuese así, si fuésemos honestos por naturaleza,
intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo
debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la
opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro; eso sería
indiferente o en cualquier caso, algo muy secundario. Pero ahora es
lo principal. La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo
que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar
que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero
lo del adversario. Tras esto, cada cual no tendría otra cosa que
hacer más que esforzase por juzgar rectamente, para lo que
primero tendría que pensar y luego hablar. Pero junto a la vanidad
natural también se hermanan, en la mayor parte de los seres
humanos, la charlatanería y la innata improbidad. Hablan antes de
haber pensado y aun cuando en su fuero interno se dan cuenta de
que su afirmación es falsa y que no tienen razón, debe parecer, sin
embargo, como si fuese lo contrario. El interés por la verdad, que
por lo general muy bien pudo ser el único motivo al formular la
supuesta tesis verdadera, se inclina ahora del todo al interés de la
vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso verdadero.
Sin embargo, esa improbidad misma, el empeño en
mantener tozudamente una tesis incluso cuando nos parece falsa,
todavía tiene una excusa. Con frecuencia al comienzo de la
discusión estamos firmemente convencidos de la verdad de nuestra
tesis, pero ahora el contraargumento del adversario parece
refutarla; dando ya el asunto por perdido, solemos encontrarnos
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
más tarde con que, a pesar de todo, teníamos razón; nuestra prueba
era falsa, pero podía haber habido una adecuada para defender
nuestra afirmación: el argumento salvador no se nos ocurrió a
tiempo. De ahí que surja en nosotros la máxima de luchar contra el
razonamiento del adversario incluso cuando parece correcto y
definitivo, pues, precisamente, creemos que su propia corrección
no es más que ilusoria y que durante el curso de la discusión se nos
ocurrirá otro argumento con el que podremos oponernos a aquél, o
incluso alguna otra manera de probar nuestra verdad. De ahí que
casi nos veamos obligados a actuar con improbidad en las disputas
o, cuando menos, tentados a ello con gran facilidad. De esta forma
se amparan mutuamente la debilidad de nuestro entendimiento y la
versatilidad de nuestra voluntad. Esto ocasiona que, por regla
general, quien discute no luche por amor de la verdad, sino por su
tesis como pro ara et focis [por el altar y el hogar] y por fas o por nefas
puesto que como ya se ha mostrado, no puede hacerlo de otro
modo.
Lo habitual será, pues, que todos quieran que sea su
afirmación la que prevalezca sobre las otras, aunque
momentáneamente llegue incluso a parecerles falsa o dudosa"3. Los
Maquiavelo escribió al príncipe que aprovechase cada instante de
debilidad de su vecino para atacarle, porque de lo contrario aquél se
aprovecharía a su vez de los suyos. Si dominasen la fidelidad y la
franqueza, seria muy distinto: pero como su uso no es frecuente, también
está permitido dejar de utilizarlas, o de lo contrario uno se verá mal
pagado. Lo mismo ocurre en la discusión; si le doy la razón al adversario
mientras parece que la tiene, será difícil que él lo haga en el caso inverso;
más bien procederá por nefas; por eso tengo yo que hacer lo mismo. Se
dice fácilmente que debe buscarse únicamente la verdad, sin el prejuicio
del amor a la propia opinión; pero no hay que anticipar que el otro
también lo haga; ésta es la causa por la que tenemos que abstenernos de
pretenderlo. Además, puede suceder que al renunciar a mi argumento por
parecerme que el adversario tenía razón, ocurra que, inducido por la
impresión momentánea, haya renunciado a la verdad a cambio del error.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
medios para conseguirlo son, en buena medida, los que a cada uno
le proporciona su propia astucia y malignidad; se adiestran en la
experiencia cotidiana de la discusión. En efecto, así como todo el
mundo tiene su propia dialéctica natural, también tiene su propia
lógica innata. Sólo la primera, no le conducirá ni tan lejos ni con
tanta seguridad como la segunda. No es fácil que alguien piense o
infiera contradiciendo las leyes de la lógica; si los juicios falsos son
numerosos, muy rara vez lo son las conclusiones falsas. Una
persona no muestra corrientemente carencia de lógica natural; en
cambio, sí falta de dialéctica. Esta última es un don natural
desigualmente repartido (en esto se asemeja a la capacidad de
juzgar. La razón, por cierto, se reparte de manera más homogénea).
Precisamente, dejarse confundir, dejarse refutar por una
argumentación engañosa en aquello que se tiene razón o lo
contrario, es algo que ocurre con frecuencia. Quien queda como
vencedor de una discusión tiene que agradecérselo por lo general,
no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesis como a la
astucia y habilidad con que la defendió. En éste, como en todos los
casos, lo innato es lo mejor4; no obstante, tanto el ejercicio como la
reflexión sobre las maniobras con las que puede vencerse al
adversario, o las que éste utiliza con más frecuencia para rebatir,
aportarán mucho para llegar a ser maestro en este arte. Si bien la
lógica no puede tener provecho práctico alguno, sí puede tenerlo la
dialéctica. Me parece que Aristóteles también expuso su propia
lógica (analítica), principalmente como fundamento y preparación
de la dialéctica, y que ésta fue para él lo principal. La lógica se
ocupa de la mera forma de las proposiciones, la dialéctica de su
contenido o materia, de su valor intrínseco; de ahí que debiera
preceder la consideración de la forma, en cuanto lo universal, a la
del contenido o de lo particular. Aristóteles no define el objeto de
la dialéctica tan sutilmente como yo lo he hecho; si bien es cierto
que asigna como su objeto principal la discusión, al misivo tiempo
Doctrina sed vim promovet insitam ["Sólo la educación agudiza las facultades
innatas". Horacio, Carmina IV, 4, 33]
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
también la búsqueda de la verdad (Tópicos l, 2). Después añade de
nuevo: "las proposiciones se consideran filosóficamente según la
verdad y dialécticamente teniendo en cuenta la credibilidad o el
aplauso que obtienen en la opinión de los otros" (Tópicos 1, 12). Es
consciente de la diferencia y disyunción de la verdad objetiva de
una proposición y del hecho de hacerla valer o de obtener su
aprobación, pero no lo hace con la suficiente sutileza como para
asignar este último fin a la dialéctica5. Sus reglas para conseguir el
5
Por otra parte, en el libro De elenchis sophistices, Aristóteles se esfuerza de
forma especial por separar la dialéctica de la sofistica. La diferencia debe
consistir en que los silogismos dialécticos son verdaderos tanto en la
forma como en el contenido, mientras que los silogismos erísticos o
sofísticos (que sólo se distinguen por el propósito, siendo en los primeros
-"erísticos"- el de quedarse con la razón, y en los últimos -"sofísticos"- el
de conseguir credibilidad y, mediante ella, obtener dinero) son falsos.
Saber si las proposiciones son verdaderas en cuanto a su contenido es
algo completamente incierto, pues el criterio para determinarlo no puede
tomarse de ellas; tampoco quienes discuten tienen sobre esto la menor
certeza, pues incluso la conclusión final de la disputa proporciona al
respecto un resultado también incierto. Por lo tanto, debemos incluir la
erística, la sofística y la peirástica en la dialéctica de Aristóteles y definirla
como el arte de tener razón en las discusiones; naturalmente, la mejor ayuda
para eso es que efectivamente se tenga razón objetiva en la cuestión a
discutir; sin embargo, según la manera de pensar de la gente, esto no es
suficiente y, por otra parte, dada la debilidad de su entendimiento,
tampoco absolutamente necesario. Hay, pues, una serie de estrategias que
al ser independientes del hecho de que se tenga razón objetiva, pueden ser
utilizadas también cuando objetivamente no se tiene razón; si éste es el
caso, tampoco es algo que nunca puede saberse con absoluta certeza.
Mi punto de vista es, por lo tanto, el de diferenciar la dialéctica de la lógica
mucho más sutilmente de como lo hizo Aristóteles; es decir, dejar a la
lógica la verdad objetiva, en tanto que ésta sea formal, y limitar la
dialéctica al arte de tener razón. Por lo demás, no separar de ella la sofística y
la erística, como hace Aristóteles, ya que esa diferencia se refiere a la
verdad material objetiva sobre la que no podemos tener previamente algo
claro, sino exclamar con Poncio Pilato "¿qué es la verdad?"; pues veritas est
in puteo [la verdad está en lo profundo”], según el dicho de Demócrito
(Diógenes Laercio, IX, 72). Se dice fácilmente que en la discusión no
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
último propósito son, a menudo, también asignadas al primero,
encontrándose combinadas. De ahí que me parezca que no supo
terminar airosamente su tarea6. Aristóteles abordó en los Tópicos la
exposición de la dialéctica con el espíritu científico que lo
caracteriza, de forma extraordinariamente metódica y analítica;
aunque esto sea muy digno de admiración, no llegó a alcanzar
completamente su propósito, que aquí es evidentemente práctico.
Tras considerar en los Analíticos los conceptos, juicios y silogismos
según su pura forma, pasó después a considerar el contenido, que
únicamente tiene que ver con los primeros, ya que es en ellos
donde reside. Proposiciones y silogismos son en sí mismos pura
forma; los conceptos significan su contenido7. Su procedimiento es
existe otro fin más que el de sacar a relucir la verdad; el hecho es que no
se sabe donde reside, ya que tanto quiere desviársela mediante los
argumentos del adversario como mediante los propios. Por lo demás, re
intellecta, in verbis simus faciles ["cuando se ha comprendido una cosa, es fácil
ponerle palabras"]. Como, en general, es frecuente utilizar el nombre de
dialéctica como equivalente al de lógica, deseamos denominar a nuestra
disciplina dialéctica erística.
(Siempre hay que distinguir claramente el objeto de una disciplina del de
todas las demás)
7 Los conceptos pueden subsumirse dentro de ciertas clases como género
o especie, causa y efecto, propiedad y contrariedad, posesión y privación,
y otros afines; para estas clases sirven unas cuantas reglas generales: los
loci. Por ejemplo, un locus de causa y efecto es: "la causa de la causa es
causa del efecto" [Christian Wolf, Ontología, § 928]; aplicándolo
obtenemos: "mi riqueza es la causa de mi felicidad, quien me ha dado la
riqueza es el causante de mi felicidad". Loci de antónimos: 1) que se
excluyen, por ejemplo, derecho y curvo. 2) Están en el mismo sujeto; por
ejemplo, si el amor está en la voluntad también el odio. Si éste reside en el
sentimiento, entonces también el amor. Si el alma no puede ser blanca,
tampoco puede ser negra. 3) Si falta el grado mínimo, también el máximo:
un hombre que no es justo tampoco es benévolo. Podrá observarse que
los Loci son ciertas verdades generales que conciernen a clases enteras de conceptos a los
que puede recurrirse en casos en casos concretos para fundar desde ellos un argumento, e
incluso para apelar a el como universalmente evidente. Sin embargo, la mayoría de
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
los tópoi son muy engañosos y están sujetos a muchas excepciones. Por
ejemplo, el locus siguiente: cosas contrapuestas tienen relaciones
contrapuestas, por ejemplo, la virtud es bella, el vicio feo, la amistad es
benevolente, la enemistad malévola. Mas ahora el derroche es un vicio, la
avaricia una virtud; los tontos dicen la verdad, luego mienten los listos: no
funciona. La muerte es un pasar, la vida un empezar: falso.
Ejemplo de la falacia de tales tópoi: Scoto Eurígena en el libro De
praedestinatione, cap. III, quiere refutar a los paganos que admiten en Dios
dos praedestinationes [predestinaciones] (una la de los elegidos para la
salvación, otra la de los destinados a la condenación) y utiliza para eso este
topos (sólo Dios sabe de dónde lo habrán sacado): ["Las causas de lo que
es opuesto entre sí, deben ser contrarias entre sí; pues que una e idéntica
causa produzca un efecto contrario y otro no contrario es algo que
prohíbe la razón"]. ¡Bien sea! Pero experientia docet [la experiencia enseña],
que es el mismo calor el que endurece la arcilla y derrite la cera, y así
cientos de ejemplos similares. Y aun así, el topus suena plausible. Eurígena
construye tranquilamente su demostración a partir del topus, mas ésta no
nos interesa. Una colección entera de locis con sus refutaciones es la
recopilada por Baco d[e] Ver [ulamio] con el título Coloris boni et mali.
Pueden ser utilizadas aquí como ejemplos. El las denomina sophismata.
También puede ser considerado un locus el argumento con el que Sócrates
en El banquete demuestra a Agatón, que había atribuido al amor todas las
cualidades excelentes, belleza, bondad, etc. , lo opuesto: "lo que se busca,
no se posee; si el amor busca lo bello y lo bueno, es que no los posee".
Tiene algo de apariencia engañosa el que haya ciertas verdades
reconocidas universalmente que sean aplicables a todo, y mediante las
cuales se puede decidir en los casos singulares que se presentan, aun
siendo éstos de muy diversas especies sin preocuparse mucho de sus
aspectos específicos. (La ley de la compensación es propiamente un buen
locus). Pero esto no resulta, sencillamente porque los conceptos han
surgido por abstracción de las diferencias y porque comprenden las cosas
más diversas que van quedando aparte cuando por medio de los
conceptos se asocia y se determinan las cosa singulares de las más diversas
especies, y sólo se decide según los conceptos generales. Es incluso algo
connatural al hambre que al encontrarse acosado durante la discusión,
intente refugiarse tras cualquier topus de carácter general. Loci son también
la lex parsimoniae naturae [Ley de economía de la naturaleza] y el principio
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
el siguiente: Toda discusión tiene una tesis o un problema (éstos
difieren simplemente en la forma) y luego, axiomas que deben
servir para resolverlo. Se trata siempre de la relación de unos
conceptos con otros. Estas relaciones son, inicialmente, cuatro. De
un concepto se busca, o 1) su definición, o 2) su género, o 3) su
característica particular, su marca esencial, proprium, o 4) su accidens,
es decir, una cualidad cualquiera, sin importar si es peculiar y
exclusiva o no; brevemente, un predicado. El problema de toda
discusión hay que reconducirlo a una de estas relaciones. Ésta es la
base de toda la dialéctica. En los ocho libros de los Tópicos,
Aristóteles presenta el conjunto de todas las relaciones en las que
los conceptos pueden hallarse recíprocamente, con respecto a las
cuatro clases, e indica las reglas para toda posible relación; esto es,
cómo debe comportarse un concepto con respecto a otro para ser
su proprium [propio], su accidens [accidente], su genus [género] o su
definitum o definición; qué errores pueden cometerse fácilmente
durante la formulación y qué es lo que debe tenerse en cuenta cada
vez que formulamos una relación, y qué es lo que puede hacerse
para refutarla si la ha formulado el otro. Aristóteles denomina locus
[tópico] a la formulación de cualquiera de estas reglas o de
cualquiera de las relaciones entre tales clases de conceptos,
indicando 382 topoi: de aquí el nombre de Tópicos. A éstos adjunta
unas cuantas reglas sobre la discusión en general que, por lo demás,
no son en modo alguno exhaustivas.
El topos no es, pues, algo puramente material; no se refiere
a un objeto o a un concepto determinado, sino siempre a una
relación de clases enteras de conceptos que puede ser común a un
número indeterminado de ellos, en cuanto que éstos sean
considerados en sus relaciones recíprocas, bajo uno de los
mencionados cuatro casos que se dan en toda discusión. Estos
cuatro casos tienen, de nuevo, clases subordinadas. La
natura nihil facit frustra [la naturaleza no hace nada en vano]. Todas las
sentencias son loci de tendencia práctica.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
consideración es aquí, en cierta medida, todavía formal, aunque no
tan puramente formal como en la lógica, que se ocupa del
contenido de los conceptos desde el punto de vista de la forma;
esto es, indica cómo debe comportarse el contenido del concepto
A con respecto al del concepto B para que pueda ser formulado
como su genus, o como su proprium (carácter distintivo), o como su
accidens, o como su definición, o, según las rúbricas a él
subordinadas, del opuesto, causa y efecto, posesión o privación,
etc. En torno a una de estas relaciones debe girar toda discusión.
La mayoría de las reglas que Aristóteles indica como topoi en
relación con estas correspondencias, están incluidas en la
naturaleza de la relación conceptual; cada uno es consciente de ellas
por sí mismo, además, ya de por sí, obligan al respeto por parte del
adversario, igual que en la lógica, siendo más fácil observarlas en el
caso particular o darse cuenta de su negligencia que acordarse del
topos abstracto correspondiente; de aquí proviene que el uso
práctico de tal dialéctica no sea muy grande. Aristóteles no dice
más que cosas de suyo evidentes, y a las que la sana razón arriba
por sí misma. Ejemplo: "Si se afirma el genus de una cosa, entonces
debe también convenirle alguna species cualquiera de ese genus; de
otro modo, la afirmación será falsa. Por ejemplo, se afirma que el
alma está dotada de movimiento; entonces debe serle propia alguna
especie determinada de aquél: volar, caminar, crecer, disminuir, etc.;
si carece de ella, entonces, tampoco está dotada de movimiento.
Esto es, cuando no le conviene alguna especie, tampoco lo hace el
genus; éste es el tópos" (Aristóteles, Tópicos 11, 4, 11la 33 -b111). Este
tópos sirve tanto para construir como para destruir. Es el tópos
noveno. Y, a la inversa, si el género no conviene, tampoco la
especie; por ejemplo: Alguien (se afirma) ha hablado mal de otro. Si
demostramos que no habló en absoluto, no ha podido hablar mal
de aquél, pues en donde no se da el genus tampoco puede darse la
especie.
Bajo la rúbrica de carácter distintivo, proprium, el locus 215 dice
así: "En primer lugar, para invalidar: cuando el adversario indica
como propio alguna cosa que sólo puede ser percibida por medio
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
de los sentidos, lo ha indicado mal, ya que todo aquello que es
sensible se vuelve incierto en el momento en que sale del ámbito de
los sentidos. Por ejemplo, si se sostiene como propio del sol que es
el astro más brillante que se desplaza sobre la tierra, esto no sirve,
pues cuando el sol se pone no sabemos si se desplaza sobre la
tierra, ya que entonces está fuera del ámbito de la sensación. -En
segundo lugar, para establecer: lo propio estará bien indicado,
cuando se presente uno que no sea reconocible mediante la
sensación, o, que, siendo sensible, es evidente que se da de manera
necesaria. Por ejemplo, como propio de la superficie se indica que
es aquella que primero se colorea; ésta es una característica propia
sensible, y además, siempre manifiesta, por lo que es correcta))
[Aristóteles, Tópicos V, 5, 13 ib-19-36]. Esto es suficiente para darles
una idea de la dialéctica de Aristóteles. Me parece que no alcanza su
propósito; por eso yo lo he intentado de otra manera. Los Tópicos
de Cicerón son una imitación hecha de memoria de los de
Aristóteles; en sumo grado superficial y miserable. Cicerón no tiene
en absoluto una idea clara de qué es un topus ni a qué se dirige;
parlotea confusamente ex ingenio [utilizando su propia inventiva]
cosas sin sentido,
adornándolas ricamente con ejemplos jurídicos. Uno de sus peores
escritos.
Para definir concisamente qué es la dialéctica habrá de
considerársela despreocupándose definitivamente de la verdad
objetiva (que es asunto de la lógica), como el arte de tener razón, lo
que ha de ser tanto más fácil cuando efectivamente se lleve razón
en el asunto del que se trata. La dialéctica como tal debe enseñar
únicamente cómo podemos defendernos contra ataques de
cualquier tipo, especialmente contra los desleales y, evidentemente,
cómo podemos atacar lo que el otro expone sin contradecirnos y,
lo más importante, sin que seamos refutados. Hay que distinguir
claramente la búsqueda de la verdad objetiva del arte de hacer que
lo que se ha enunciado pase por verdadero; aquélla es asunto de
una [disciplina] bien distinta, es la obra de la capacidad de juzgar,
del discurrir, de la experiencia, y para ella no existe artificio alguno;
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
la segunda es el objeto de la dialéctica. Se la ha definido como la
lógica de la apariencia: falso; pues de ser así, se utilizaría para
defender sólo enunciados falsos; pero incluso cuando alguien tiene
la razón de su parte necesita la dialéctica para defenderla; además
deben conocerse los golpes desleales para poder encajarlos y, a
veces, cuando sea necesario, utilizarlos también para agredir al
oponente con las mismas armas. Por eso, en la dialéctica hay que
dejar a un lado la verdad objetiva, o considerarla como algo
accidental; y, simplemente, no ocuparse más que de cómo defender
las afirmaciones propias y cómo invalidar las del otro. En lo que a
estas reglas se refiere, es permisible no tener en cuenta la verdad
objetiva porque en la mayoría de los casos se desconoce su
paradero8. Con frecuencia, uno mismo no sabe si tiene razón o no,
a veces cree tenerla y se equivoca, otras lo creen ambas partes,
puesto que veritas est in puteo [La verdad está en lo profundo],
Demócrito. Cuando comienza la discusión, por regla general, cada
una de las partes está convencida de tener la razón de su lado;
durante su transcurso ambas llegarán a dudarlo; el final debe ser,
evidentemente, cuando se estipule, cuando se demuestre la verdad.
En lo que a ésta respecta, ahí ya no se mezcla la dialéctica, pues su
función es idéntica a la del maestro de esgrima, que no repara en
quien tenga efectivamente la razón en la riña que condujo al duelo.
Atacar y parar es lo único que cuenta, como en la dialéctica, que es
una esgrima intelectual. Sólo así entendida puede establecerse
como una disciplina con entidad propia, ya que si nuestro
propósito fuese la búsqueda de la verdad, tendríamos que
remitirnos a la simple lógica; y, en cambio, si nuestro objeto es
mostrar la validez de proposiciones falsas, no tendremos más que
pura y simple sofistica. En ambas se daría por supuesto que ya
sabríamos que fuera objetivamente lo falso o lo verdadero, algo
que raramente se sabe de antemano. La verdadera definición de
Veritas est in puteo,....dicho de Democrito (Diógenes Laercio IX, 72 ). Con
frecuencia ocurre que dos discuten apasionadamente, y luego cada uno
vuelve a casa con la opinión del otro: han hecho un intercambio.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
dialéctica es, por consiguiente, la que hemos formulado: esgrima
intelectual para tener razón en las discusiones. Si el nombre de
Erística le fuera bien, mucho más apropiado es el de Dialéctica
erística. Siendo de gran utilidad, en los últimos tiempos se la ha
descuidado injustamente.
Por lo tanto, en este sentido, la dialéctica debe ser
simplemente una recapitulación y exposición sistematizada y
reglamentada de aquellas técnicas dadas por la naturaleza, de las
que se sirve la mayoría de la gente para tener tazón cuando durante
una disputa advierten que no la llevan de su parte. Es por esto por
lo que sería absurdo que en la dialéctica científica se tuviera en
cuenta la verdad objetiva y su esclarecimiento, puesto que en
aquella otra dialéctica originaria y natural esto no acontece nunca,
sino que, por el contrario, su único objetivo es el de tener razón.
Desde nuestro punto de vista, la tarea principal de la dialéctica
científica es la de formular y analizar las estratagemas desleales
utilizadas en la discusión, con el fin de que en los debates
verdaderos se las reconozca de inmediato y se las destruya. De ahí
que, en su planteamiento, ésta deba asumir que su propósito final
va dirigido al hecho de tener razón, y no al esclarecimiento de la
verdad
objetiva.
A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me
resulta conocido el que se haya logrado algo en este sentido; por lo
tanto, éste es todavía un campo sin cultivar. Para alcanzar el fin
propuesto debería acudirse al manantial de la experiencia,
observando en los debates cotidianos de nuestro entorno el modo
en que uno u otro de los contrincantes utilizó ésta o aquélla
estratagema, y acto seguido, aquellos ardides que aparecen con más
frecuencia, reducirlos a sus principios generales para poder formular
desde ellos las estratagemas desleales utilizadas en la discusión con el fin de
que en los debates verdaderos se las reconozca de inmediato y se
las destruya. De ahí que, en su planteamiento ésta debe asumir que
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
su propósito final va dirigido al hecho de tener razón, y no al
esclarecimiento de la verdad objetiva.
A pesar de que he buscado a lo largo y ancho, no me
resulta conocido el que se haya logrado algo en este sentido9; por lo
tanto, éste es todavía un campo sin cultivar. Para alcanzar el fin
propuesto debería acudirse al manantial de la experiencia,
observando en los debates cotidianos de nuestro entorno el modo
en que uno u otro de los contrincantes utilizó ésta o aquella
estratagema, y acto seguido, aquellos ardides que aparecen con más
frecuencia, reducirlos a sus principios generales para poder
formular desde ellos los stratagemata más usuales, que no sólo han
de ser útiles después para la propia ventaja, sino también para
impedir que sean usadas cuando el adversario pretenda utilizarlas
en su provecho.
intento.
Lo que sigue debe ser considerado como un primer
BASE DE TODA DIALÉCTICA
En primer lugar hay que considerar lo esencial de toda
discusión, qué es lo que en ella sucede.
El adversario ha propuesto una tesis (o nosotros mismos,
da igual). Para refutarla existen dos modos y dos vías.
1) Los modos: a) ad rem (con referencia a la cosa], b) ad
hominem [en referencia a la persona con la que se discute), o ex
concessis [en referencia al marco de concesiones hechas por el
Según Diógenes Laercio, entre los numerosos escritos retóricos de
Teofrastro perdidos en su totalidad, había uno cuyo título era [Discusión
sobre la teoría de los discursos erístico] Esto tendría que ver con nuestro
asunto.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
adversario); esto es, mostramos que la tesis expuesta no está de
acuerdo con la naturaleza del objeto, con la verdad objetiva, o con
otras manifestaciones o concesiones admitidas por el oponente, es
decir, con la verdad subjetiva; esta última es sólo una traslación
relativa y no afecta a la verdad objetiva.
2) Las vías: a) refutación directa, b) indirecta. La directa
ataca la tesis en sus fundamentos, la indirecta en sus consecuencia;.
La directa muestra que la tesis no es verdadera, la indirecta que no
puede ser verdad.
a) En cuanto a las refutaciones directas, podemos hacer dos
cosas: o mostramos que los fundamentos del enunciado son falsos
(nego majorem; minorem (negamos tanto la premisa mayor como la
menor]); o los admitimos pero mostramos que no se sigue de ellos
la consecuencia (nego consequentiam (niego la consecuencial), y
atacamos así la consecuencia, la forma de la conclusión.
instancia.
b) En las refutaciones indirectas utilizamos o la apagoge, o la
A) Apagoge: aceptamos la tesis del adversario como si fuese
verdadera; después mostramos lo que de ella se sigue si la
utilizamos como premisa de un silogismo en unión de otra tesis
cualquiera reconocida como verdadera; a continuación, deducimos
de dicho silogismo una conclusión claramente falsa, pues o
contradice la naturaleza del objeto10, o contradice las demás
afirmaciones del adversario; es decir, que tanto ad rem como ad
hominen es falsa (Sócrates en Hipias mayor y alias). Por consiguiente,
el enunciado del adversario sería también falso, pues de premisas
verdaderas sólo pueden deducirse conclusiones verdaderas, aunque
de las falsas no siempre falsas.
10 Si contradice una verdad incuestionable, habremos reducido al
adversario ad absurdum.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
B) La instancia, exemplum in contrarium [contraejemplo]:
refutación de la tesis general por medio de la aportación directa de
casos particulares que aunque están comprendidos bajo el
enunciado de la tesis, no la confirman, por lo que deducimos que
tiene que ser falsa.
Éste es el andamiaje, el esqueleto de toda discusión; aquí
tenemos su osteología. A ella hay que reducir el fundamento de
cualquier disputa. Pero todo esto puede suceder real o solo
aparentemente, con razones buenas o malas; y como no podemos
saberlo con facilidad, por eso suelen ser los debates tan largos y
empeñosos. Tampoco podemos separar lo verdadero de lo falso
durante su transcurso, porque, precisamente, ni siquiera los
contrincantes lo saben con anterioridad. Por consiguiente, pasaré a
la exposición de las estratagemas sin tener en cuenta si se tiene o no
razón objetiva; pues tal cosa no puede saberse con seguridad y,
además, eso es lo que debe decidirse por medio de la disputa
propiamente dicha. Por cierto, en toda discusión o argumentación
en general hay que estar de acuerdo sobre algo desde lo cual, a
modo de principio, podamos juzgar el asunto en cuestión: Contra
negantem principia non est disputandum [Con quien niega los principios
no puede discutirse].
ESTRATAGEMA 1
La amplificación. La afirmación del adversario se lleva más
allá de sus límites naturales, se la interpreta de la manera más
general posible tomándola en su sentido más amplio y
exagerándola. La propia afirmación, en cambio, se especifica
cuanto se puede reduciéndola a su sentido más nimio, a sus límites
más estrechos, pues cuanto más general sea una afirmación, a más
ataques estará expuesta. El remedio más eficaz contra la
amplificación es la definición concreta de los puncti y el status
controversia [los puntos a discutir y las condiciones de la discusión).
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
Ejemplo 1. Afirmé: "Los ingleses son la primera nación en
el arte dramático." – El adversario quiso intentar una instantia y
manifestó: "Que de todos era conocido que tanto en lo que a
música se refiere, y por consiguiente, tampoco en la ópera,
hubieran hecho algo de importancia”. - Le repliqué recordándole
que "la música no está incluida entre las artes dramáticas; éstas se
refieren únicamente a la tragedia y la comedia”, lo que él muy bien
sabía, sólo que intentó generalizar mi afirmación para poder incluir
en ella todas las representaciones teatrales, y por consiguiente,
también la ópera y la música, con lo que me derrotaría con
seguridad.
A la inversa, se salva la propia afirmación mediante su
limitación con respecto al primer propósito manifestado, si la
expresión utilizada lo favorece.
Ejemplo 2. A dice; "La paz de 1814 incluso devolvió a
todas las ciudades hanseáticas alemanas su independencia”. - B
responde con una instantia in contrarium que Danzig, que había
conseguido su independencia gracias a Bonaparte, la perdió con
aquella paz. -A se salva de esta manera "yo dije "todas las ciudades
alemanas", Danzig era una ciudad hanseática polaca".
Esta estratagema la enseña ya Aristóteles en los Tópicos [lib.
VIII, c. 12, 11.
Ejemplo 3. Lamarck (Philosophie zoologique [París, 1809), vol,
l, p. 203) niega a los pólipos toda clase de percepción sensible
porque carecen de nervios. Pero, sin embargo, se sabe que
perciben, pues buscan la luz en tanto que artificiosamente se
mueven hacia ella de ramo en ramo; y atrapan su presa. De esto se
ha concluido que la masa nerviosa está proporcionalmente
esparcida por la totalidad del volumen de sus cuerpos,
homogéneamente fundida; ya que es evidente que tienen algún tipo
de percepción, aunque sin órganos perceptores específicos. Porque
esto invalida su hipótesis, Lamarck argumenta de forma dialéctica:
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
"En este caso cada una de las partes del cuerpo de los pólipos
debería ser capaz de toda clase de percepción sensible, de
movimiento, de voluntad, de pensamiento, siendo así que el pólipo
tendría en cada punto de su cuerpo todos los órganos
correspondientes a las especies de los animales más perfectos. Cada
partícula podría ver, oler, gustar, oír, etc., y también pensar, juzgar,
inferir; en definitiva: cada molécula de su cuerpo sería como un
animal perfectamente desarrollado, y el mismo pólipo ocuparía un
puesto superior al del ser humano, pues cada uno de sus trocitos
poseería todas las capacidades que el hombre sólo tiene en
conjunto. - Además, no habría ninguna razón que impidiese aplicar
lo que sobre los pólipos se afirma, también a cada mónada, el más
imperfecto de todos los seres, y, finalmente, también a las plantas,
que por supuesto también viven, etc." - Con el uso de tales
estratagemas dialécticas traiciona un escritor que en su fuero
interno es consciente de no tener razón. Porque se afirmó: "su
cuerpo entero es sensible a la luz, por lo tanto es de naturaleza
nerviosa,>, concluye que todo el cuerpo piensa.
ESTRATAGEMA 2
Usar la homonimia para extender la afirmación enunciada a
lo que puede comprenderse igualmente bajo el mismo nombre,
pero que poco o nada tiene que ver con el asunto del que se está
tratando; después, a continuación, se refuta triunfalmente la
afirmación tomada en este sentido haciendo que parezca que se ha
refutado la primera.
Anotación. Sinónimas son dos palabras para el mismo
concepto; homónimos dos conceptos designados mediante la misma
palabra (ver Aristóteles, Tópicos, Lib. I, cap. 13). Bajo, agudo, alto,
utilizados a veces para calificar cuerpos y otras para los tonos de
voz, son homónimas. Honrado y probo son sinónimos.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
Se puede considerar esta estratagema como idéntica al
sofisma ex homonymia, sin embargo la obviedad de tal sofisma no
engañará en serio.
Omne lumen potes extingui
Íntellectus est lumen
intellectus potest extingui11.
Aquí se nota enseguida que hay cuatro termini: lumen en
sentido propio, y lumen entendido metafóricamente. Por otra parte,
en casos más sutiles engaña; concretamente, en aquellos en los que
los conceptos se designan con la misma expresión y están
emparentados, pudiéndose intercambiar uno por otro con facilidad.
Ejemplo 1)12.
A. "Aún no está usted muy iniciado en los misterios de la
filosofía kantiana".
nada".
B. "Ah, mire usted, de donde hay misterios no quieto saber
[Ejemplo 2)]
Censuro el principio del honor, juzgando incomprensible
que quien sufre una ofensa quede deshonrado a menos que no la
11
Toda luz puede apagarse /el intelecto es luz /el intelecto puede
apagarse.
12
Los ejemplos ideados intencionalmente al respecto no poseen la
sutileza suficiente como para engañar; por eso es aconsejable que cada
uno haga acopio de los mismos sacándolos de su propia experiencia. Seria
conveniente que a cada estratagema pudiese asignársele un nombre corto
y preciso al que se pudiera recurrir en el momento oportuno para
responder inmediatamente al uso de tal o cual estratagema.
- 20 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
repare con una ofensa aún más grande, o mediante la sangre del
ofensor o la propia. Para fundamentar esto aduzco que el
verdadero honor no puede ser manchado por lo que uno sufra,
sino únicamente por aquello que uno haga; pues a cualquiera puede
tocarle en suerte sufrir de todo. - El adversario atacó directamente
al fundamento mostrándome triunfalmente que si se acusase
falsamente a un comerciante de estafa, de irresponsabilidad, o de
negligencia en sus negocios, se le atacaría su honor, que habría sido
únicamente manchado con lo
que padeciese; y que esto solamente podría repararse en cuanto que
se consiguiesen el castigo y la retractación pública de los agresores.
De este modo, con el uso de la homonimia, suplanta el
honor burgués, o buen nombre cuya mancha acontece por la calumnia,
por el concepto del honor caballeresco, conocido también como
point d'honneur, cuya mancha acontece por ofensa. Y colmo un
ataque al primero no podría quedar impune, sino que debería ser
reparado mediante pública retractación, del mismo mudo y con el
mismo derecho, se repararía un ataque al segundo mediante otra
ofensa aún mayor o mediante el duelo. Aquí tenemos, pues, la
mezcla de dos cosas esencialmente distintas favorecida por la
homonimia de la palabra honor y, además, también una mutatio
controversias (cambio del asunto principal de la controversia)
ocasionada asimismo por la homonimia.
ESTRATAGEMA 3
Tomar la afirmación13 que ha sido formulada en modo
relativo, relative, como si lo hubiera sido en general, simpliciter,
13
Sophisma a dicto secundum quid ad dictum simpliciter (sofisma que hace pasar
una cosa dicha relativamente por absoluta). Este es el segundo elenchus
sophisticus de Aristóteles (refutación sofística independiente de la dicción:
esto es, del modo de hablar, si se hace en absoluto o no, o teniendo en
cuenta un cómo, un cuándo o dónde, o en relación a alguna otra cosa
cualquiera) (Refutaciones sofísticas, 5.[4,166b22]).
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
absolute, o por lo menos, entenderla bajo otro aspecto muy distinto
al de su verdadera intención para seguidamente refutarla según este
último. El ejemplo de Aristóteles es: "el moro es negro, por lo que
a sus dientes se refiere, blanco; por lo tanto es negro, pero no
negro a la vez". - Éste es un ejemplo imaginario que no engañará
de verdad a nadie; tomemos en cambio, otro de la experiencia real.
Ejemplo 1. En una conversación sobre filosofía, admito
que mi sistema defiende y alaba a los quietistas. Poco después,
recae la conversación en Hegel, y aseguro que, en general, no ha
escrito más que disparates, o que, al menos, hay en sus escritos
partes en las que el autor ha puesto la palabra y el lector debe
añadirle el sentido. Él adversario no se aventura a rebatirlo ad rem,
sino que se conforma con el uso del argumentum ad hominem: "yo
había alabado a los quietistas y éstos, en cualquier caso, también
escribieron muchos disparates".
Admitiendo este hecho, corrijo al adversario añadiendo
que no admiro a los quietistas como filósofos y escritores, es decir,
no por sus aportaciones teóricas, sino como a hombres, por sus
acciones y, simplemente, en un sentido práctico; con respecto a
Hegel, me refería a sus aportaciones teóricas. Con esto se paró el
golpe. Las tres primeras estratagemas están emparentadas; tienen
en común el hecho de que el adversario habla en realidad de otra
cosa distinta de la que se manifestó. Incurre en una ignoratio elenchi
[desconocimiento de la refutación] aquél que se deja desarmar de
esta manera.
En todos los ejemplos mostrados es verdadero lo que
aduce el adversario, pero no está realmente en contradicción con la
tesis, la contradicción es sólo aparente; así, quien es atacado deberá
negar la consecutividad de la conclusión del adversario, es decir,
que de la verdad de su tesis se desprenda la falsedad de la nuestra.
Es, pues, refutación directa de su refutación por negationem
consecuentiae [negación de la consecutividad].
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
No admitir premisas verdaderas porque se prevé su consecuencia.
Contra esto, los dos medios siguientes, reglas 4 y 5.
ESTRATAGEMA 4
Cuando se quiere llegar a una conclusión, no hay que dejar
que ésta se prevea, sino procurar que el adversario admita las
premisas una a una y dispersas sin que se dé cuenta durante el
transcurso del diálogo; de lo contrario, lo impedirá con todos los
medios a su alcance. O, cuando es dudoso que el adversario vaya a
aceptarlas, se formulan primeramente las premisas de esas
premisas; se hacen prosilogismos; entonces se deja que admita unas
cuantas premisas desordenadas de tales prosilogismos
enmascarando así la jugada hasta que haya admitido todo lo que
queríamos. Luego se procede recapitulando el asunto desde atrás.
Esta regla la da Aristóteles, Tópicos VIII,1, No necesita ejemplo
alguno.
ESTRATAGEMA 5 14
Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia
tesis cuando el adversario no admita las verdaderas, es decir, o por.
que no reconozca su verdad, o porque ve que de ellas se seguiría
como conclusión inmediata nuestra tesis. Se toman entonces
proposiciones que de suyo son falsas, pero verdaderas ad hominen, y
se argumenta ex concessis, según la manera de pensar del adversario,
pues lo verdadero puede seguirse también de premisas falsas, si
bien nunca de verdaderas lo falso. Por otra parte pueden refutarse
tesis falsas del adversario mediante otras tesis también falsas pero
que él sostiene como verdaderas: puesto que hay que tratar con él,
debe utilizarse su propia forma de pensar. Por ejemplo, si
pertenece a alguna secta con la que estamos en desacuerdo
14 Perteneciente a la anterior.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
podemos utilizar contra él las máximas de la secta como principia.
Aristóteles, Tópicos VIII, C. 9.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ESTRATAGEMA 6
Se encubre una petitio principii [petición de principio]
postulando aquello que se debe demostrar, 1) usando otro nombre,
por ejemplo, en vez de "honor", "buen nombre", en vez de
"virginidad", "virtud" etc.; o también, utilizando conceptos
intercambiables: animales de sangre roja, en vez de animales
vertebrados; 2) dando por supuesto en general aquello que es muy
discutible en un caso particular; por ejemplo, se afirma la
inseguridad de la medicina postulando la inseguridad de todo saber
humano; 3) o viceversa dos cosas consecuentes la una de la otra, si
hay que demostrar la primera, se postula la segunda; 4) si para
demostrar el universal, se hace que se admitan todos los casos
singulares (la contraria a la número 2) (Aristóteles, Tópicos VIII, c.
ll).
El último capítulo de los Tópicos de Aristóteles contiene
buenas reglas sobre el ejercicio de la dialéctica.
ESTRATAGEMA 7
Cuando la discusión se dirige de manera algo formal y
rigurosa y deseamos que se nos comprenda muy claramente, si
hemos enunciado una afirmación y debemos probarla,
procederemos preguntando al adversario para poder deducir de sus
respuestas la verdad de nuestra afirmación. Este método erotemático
fue sobre todo utilizado por los antiguos (se le llama también
socrático); a él se refiere la presente estratagema y algunas que
después la seguirán. (Todas ellas libremente adaptadas según el
Líber de elenchis sophistichis, c. 15 de Aristóteles).
Preguntar mucho de una vez y sobre muchas cosas para
ocultar lo que en realidad queremos que admita el adversario y,
además, extraer rápidamente de lo admitido la propia
argumentación, pues quienes son lentos en comprender no pueden
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
seguirla con precisión y pasarán por alto los fallos o lagunas en las
deducciones de las pruebas.
ESTRATAGEMA 8
Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en
cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas
de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se le
encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno,
incomodándole y, en general, comportándose con insolencia.
ESTRATAGEMA 9
No establecer las preguntas en el orden requerido por la
conclusión a la que se desea llegar con ellas, sino
desordenadamente; el adversario no sabrá a dónde queremos ir a
parar y no estará preparado para prevenir la conclusión; además,
dependiendo de como vayan resultando sus respuestas, éstas
podrán utilizarse para extraer conclusiones diversas, incluso
contradictorias. Esta estratagema se asemeja a la 4. en cuanto que
debe enmascararse su procedimiento.
ESTRATAGEMA 10
Si se advierte que el adversario niega intencionadamente
aquellas preguntas cuya; respuestas afirmativas podrían ser
utilizadas en beneficio de nuestra tesis, hay que preguntarle lo
contrario de lo que debemos haciendo como si esto fuese lo
requerido para defenderla; o por lo menos presentarle ambas
opciones a elegir, de manera que no note cuál de las dos es la que
se desea que afirme.
ESTRATAGEMA 11
Si hacemos una inducción y el adversario admite como
válidos los casos particulares mediante los que se prueba, no
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
debemos preguntarle si también admitirá la verdad general que
puede concluirse de aquellos, sino que debemos introducirla a
continuación como si se tratase de algo ya establecido y admitido
anteriormente; porque puede ser que así lo crea, y también los
presentes tendrán la misma impresión, pues se acordarán de las
muchas preguntas hechas sobre los casos particulares, que de
alguna manera habrían tenido que conducir a tal conclusión.
ESTRATAGEMA 12
Si la conversación versa sobre un concepto general que
carece de nombre propio y tiene que designarse trópicamente
mediante una similitud, enseguida hemos de elegir nosotros el
símil, de manera tal que sea lo más ventajoso posible para nuestra
afirmación. Así, por ejemplo, los nombres con que en España son
designados los dos partidos políticos, serviles y liberales, los eligieron,
evidentemente, estos últimos. El nombre de "protestantes" lo
eligieron ellos; el de "evangélicos", también; pero el de "herejes",
los católicos. sirve también para nombrar las cosas de manera que
resulten más apropiadas a nuestro interés: por ejemplo, si el
adversario ha propuesto un cambio, se le llamará innovación, pues se
trata de una palabra aborrecida. Actuaremos de manera contraria si
somos nosotros quienes hacemos la propuesta. En el primer caso
se llama a lo opuesto "orden establecido"; en el segundo, "un
pellejo". Aquello que alguien desintencionada e imparcialmente
llamaría algo así como "culto" o "doctrina pública de la fe", otro
que quisiera hablar en su favor, lo llamaría "piedad" o "beatitud", y
un enemigo, "hipocresía" o "superstición". En el fondo se trata de
una sutil petitio principii, ya que con la palabra, en la denominación
utilizada, damos ya por supuesto aquello que queremos probar y
que luego derivamos mediante un simple juicio analítico. A lo que
uno denomina "asegurar su persona", "poner bajo custodia", su
enemigo lo llama "encerrar".
Un orador traiciona previamente su intención por medio
del nombre que da a las cosas. - Uno dice "la espiritualidad"; otro,
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
"los curas". Entre todas las estratagemas ésta es instintivamente la
que más se usa. Fervor religioso - fanatismo; desliz o galantería =infidelidad; equívoco - indecencia; contratiempo - bancarrota; "por
medio de influencia y relaciones" - "mediante corrupción y
nepotismo"; "sincero reconocimiento" - "buena retribución".
ESTRATAGEMA 13
Para lograr que el adversario admita una tesis debemos
presentarle su opuesta y darle a0 elegir una de las dos, pero
teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de forma
estridente, de modo que, para no ser paradójico, tenga que
decidirse por nuestra tesis que parecerá muy probable en
comparación con la otra. Por ejemplo: el adversario debe admitir
que uno tiene que hacer todo lo que su padre le dice; así es que le
preguntamos: "¿se debe obedecer a los padres en todas las cosas, o
desobedecerles?" - O cuando se dijo con respecto a algo "a veces",
preguntamos si es que con "a veces" se entienden pocos casos o
muchos; él dirá "muchos". Es como si comparamos el gris con el
negro, y lo llamamos blanco, y luego con el blanco y lo llamamos
negro.
ESTRATAGEMA 14
Una jugada descarada es la siguiente: cuando el adversario
ha respondido a varias preguntas sin favorecer la conclusión que
teníamos pensada, se enuncia y se exclama ésta triunfalmente como
si ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue
de las respuestas dadas por el adversario. si éste es tímido o tonto,
y nosotros poseemos el suficiente descaro y una buena voz, puede
salir bien la jugada. Esta estratagema pertenece a la fallacia non causae
ut causae [engaño producido al tomar lo no fundamentado por el
fundamento].
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ESTRATAGEMA 15
Si hemos expuesto una tesis paradójica, pero nos
encontramos en dificultades para demostrarla, presentamos al
adversario otra tesis correcta, aunque no del todo evidente, para
que la acepte o la refute como si de ello quisiéramos obtener la
prueba; si sospechando alguna treta la rechaza, entonces lo
reducimos ad absurdum [al absurdo] y triunfamos; pero si la acepta,
habremos dicho entretanto algo razonable, y ya veremos cómo
sigue adelante el asunto. O utilizamos aquí la estrategia precedente
y aseguramos que con eso ha quedado demostrada nuestra
paradoja. Para esto hace falta una insolencia extrema que, si bien la
proporciona la experiencia, también hay gente que la
pone en práctica instintivamente.
ESTRATAGEMA 16
Argumenta ad hominem o ex concessis. Con respecto a una
afirmación del adversario, tenemos que buscar si de alguna manera
no estará en contradicción -en caso necesario, por lo menos en
apariencia- con alguna otra cosa que él haya dicho o admitido
previamente, o con los principios de una escuela o secta que él haya
alabado o aprobado; también con hechos de quienes pertenecen a
tal secta, o con los de miembros falsos o supuestos, o con su
propia conducta. Si, por ejemplo, él defiende el suicidio, se le
espeta: " ¿Por qué no te ahorcas tú ?". O si afirma que la
permanencia en Berlin no le es grata, se le increpa
inesperadamente: "¿Por que no te marchas de aquí en el primer
correo?". De una forma u otra podrá encontrarse algún tipo de
incomodo.
ESTRATAGEMA 17
Si el adversario nos amenaza con una refutación, a menudo
podremos salvarnos mediante una sutil diferencia en la que antes
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
no habíamos reparado, si es que el asunto se presta a alguna que
otra ambigüedad o permite su remisión a un doble caso.
ESTRATAGEMA 18
Si notamos que el adversario comienza una argumentación
con la que va a derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga
adelante con ella; hay que impedirle a toda costa que la concluya,
interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la discusión
al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al
paso con una mutatio controversiae [cambio del tema de la discusión]15
ESTRATAGEMA 19
Si el adversario nos solicita explícitamente alegar algo en
contra de algún punto concreto de su afirmación pero no tenemos
nada adecuado, tomamos el asunto de manera general y
argumentamos así en su contra. Si debemos responder a la
pregunta de por qué no es de fiar una determinada hipótesis física,
hablamos de lo engañoso del saber humano y lo adornamos con
toda suerte de ejemplos.
ESTRATAGEMA 20
Cuando hayamos obtenido del adversario la concesión de
una premisa que requeríamos, tenemos que deducir la conclusión
deseada no con más preguntas, sino concluyéndola inmediatamente
nosotros mismos; así, incluso careciendo todavía de una u otra de
las premisas, la tomamos también como igualmente concedida y
deducimos de esta forma la conclusión.
Lo que resulta entonces es la aplicación de la fallacia non
causae ut causae [falacia que consiste en tomar por fundamento lo
que no es].
15 Sobre esto, la estratagema 29,
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ESTRATAGEMA 21
Si observamos que el adversario utiliza un argumento
meramente aparente o sofístico podemos anularlo sencillamente
atacando su capciosidad y apariencia, pero es mucho mejor
presentarle otro argumento si cabe, de análoga apariencia y
sofistería para liquidarlo, pues lo que importa no es la verdad, sino
la victoria. si él utiliza un argumentum ad hominem, bastará para
invalidarlo con que le respondamos con otro contraargumento ad
hominem (ex concessis); y, sobre todo, será mucho más corto esgrimir
un argumentum ad hominem cuando se tenga oportunidad que
enzarzarse en una discusión sobre la verdadera naturaleza del
asunto.
ESTRATAGEMA 22
Si el adversario nos conmina a que admitamos algo de lo
que inmediatamente se seguirá el problema que se debate en la
discusión, nos negamos aduciendo que se trata de una petitio
principii, pues tanto él como el auditorio confundirán con facilidad
una tesis, que en apariencia se parece al problema, con el problema
mismo; así le privaremos de su mejor argumento.
ESTRATAGEMA 23
La contradicción y la discordia motivan la exageración de la
tesis. contradiciendo al adversario podemos inducirlo a que lleve
fuera de sus límites una afirmación que dentro de ellos hubiera
podido ser verdadera. En cuanto hayamos refutado la exageración
parecerá que refutamos también su primera tesis. En cambio,
debemos guardarnos de que no se nos lleve al abultamiento o a una
mayor extensión de nuestra tesis empleando en contra nuestra el
mismo procedimiento. A menudo el adversario recurrirá al intento
de extender nuestra afirmación más allá de los términos en los que
la habíamos expresado; en este caso debemos pararlo súbitamente
- 31 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
y reconducirlo a los límites de lo que manifestamos con un "tanto
dije, y no más".
ESTRATAGEMA 24
Uso abusivo de la deducción. De las tesis del adversario se
infieren a la fuerza, mediante deducciones falsas y deformando los
conceptos, tesis que no están allí contenidas y que de ningún modo
corresponden a la opinión manifestada por él, sino que, en cambio,
son absurdas o peligrosas. De esta forma parecerá que de su tesis
se siguen proposiciones que se contradicen a si mismas o que
contradicen verdades reconocidas; esto valdrá como una refutación
indirecta, apagoge; es de nuevo un empleo de la fallacia non causae ut
causae [falacia que consiste en tomar por fundamento lo que no es].
ESTRATAGEMA 25
Esta estratagema tiene que ver con la Apagoge mediante una
"instancia", exemplum in contrarium. La epagoge, inductio, requiere una
gran cantidad de casos para poder hacer valer un principio
universal; a la apagoge le basta con presentar un único caso en el que
el principio no es válida para refutarlo; se llama "instancia" a un
caso de este genero, entasis, exemplum in contrarium, instantia
[contraejemplo]. Por ejemplo, la proposición "todos los rumiantes
tienen cuernos", será invalidada por la única "instancia" del
camello.
La "instancia" es un caso en la aplicación de la verdad
general que queda subsumido bajo el concepto principal de aquélla,
pero para el que tal verdad general no es válida, por lo que ésta
queda invalidada.
Sin embargo, no es raro que aquí se den engaños; por eso
será conveniente tener en cuenta lo siguiente cuando el adversario
haga instancias: 1) Si el ejemplo es efectivamente verdadero. Hay
problemas cuya única solución es la de que son falsos: por ejemplo,
- 32 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
muchos milagros, historias de espíritus, etc. 2) Si está realmente
bajo el concepto de la verdad propuesta. Muchas veces esto es sólo
aparente y puede solucionarse mediante una sutil distinción. 3) Si
verdaderamente se contradice con la verdad expresada, pues a
menudo es esto también sólo aparente.
ESTRATAGEMA 26
Un golpe brillante es lo que se conoce como retorsio
argumenti [dar la vuelta al argumento]: es decir, cuando el argumento
que el adversario quiere utilizar para su defensa puede ser utilizado
mejor en su contra. Por ejemplo, él dice: "No es más que un niño,
déjalo en paz, no se lo tengas en cuenta,”; retorsio: "Precisamente
porque es un niño se le debe tener en cuenta y corregirle, para que
no se arraiguen sus malas costumbres".
ESTRATAGEMA 27
Si inesperadamente el adversario se muestra irritado ante
un argumento, debe utilizarse tal argumento con insistencia; no
sólo porque sea el más indicado para irritarle, sino porque es de
suponer que se ha tocado la parte más débil de su razonamiento y
porque si se sigue por ahí, habrá de obtenerse mucho más de lo
que se muestra a simple vista.
ESTRATAGEMA 28
Esta estratagema está especialmente indicada para cuando
discuten personas doctas ante un público que no lo es. si no se
tiene ningún argumentum ad rem y ni siquiera uno ad hominem, se
intenta uno ad auditores [al auditorio], esto es, se arguye una
observación inválida, cuya invalidez sólo reconoce el experto. si
bien el adversario lo es, no así el auditorio: a sus ojos, nuestro
adversario pasará por ser el derrotado, y aún más rotundamente, si
la observación que se hizo pone en ridículo de algún modo su
afirmación. La gente está en seguida dispuesta a la risa; y se obtiene
- 33 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
el apoyo de los que ríen. Para mostrar la nulidad del comentario, el
adversario tendría que debatir largamente y remitirse a los
principios de la ciencia o a otra cosa por el estilo, con lo que no
obtendría fácilmente atención.
Ejemplo. El adversario dice: "En la formación de la costra
rocosa primigenia, la masa desde la que cristalizaron el granito y
toda la roca restante se hallaba fluida a causa del calor, es decir,
derretida; el calor debió de ser por lo menos de 200° R.; la masa
cristalizó bajo la superficie marina que la cubría." – Hacemos el
argumento ad auditorem, aduciendo que bajo aquella temperatura, ya
incluso antes de los 80°, el mar habría cocido y se habría esfumado
en forma de vapor. - Los espectadores ríen. Para refutarnos,
nuestro adversario tendría que demostrarnos que el punto de
ebullición no depende sólo del calor, sino también de la presión
atmosférica y que ésta es tan intensa que incluso si la mitad del
agua marina sube en forma de vapor, aun a la temperatura de 200°
R. no da lugar a cocción alguna. – Mas él no se aventura a
demostrarlo, pues para quienes no son físicos se necesita
prácticamente todo un tratado.
ESTRATAGEMA 29
Si se advierte que vamos a ser vencidos16, hacemos una
diversión; es decir, comenzamos repentinamente a hablar de otra
cosa totalmente distinta como si tuviese que ver con el asunto en
cuestión y constituyese un nuevo argumento en contra del
adversario. Esto ocurre con cierto disimulo si, a pesar de todo la
diversión está relacionada, aunque sólo sea de forma general, con el
thema quaestionis [el tema en cuestión]; o descaradamente, cuando
sólo se usa para huir del adversario y no tiene en absoluto nada que
ver con el tema.
16 Véase la estratagema 18.
- 34 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
Por ejemplo: alabé que en China no se conceden cargos
públicos por nobleza de cuna sino que todos se otorgan como
consecuencia de Examina [exámenes]. Mi oponente afirma que
precisamente el saber no capacita más para el ejercicio de un cargo
público que la excelencia del nacimiento (que él tiene en mayor
consideración). - Mas ahora estaba perdido. En seguida hizo la
diversión aduciendo que en China se castiga a
todos los estamentos con bastonazos, lo que relacionó con el
consumo excesivo de té, dos cosas que reprocha a los chinos.
Quien a continuación se dejase enredar por esto, habría sido
desviado y perdería con ello la victoria que había estado a punto de
obtener.
La diversión es descarada cuando abandona por completo
el asunto en cuestión y ataca con algo parecido a esto: "sí, y eso que
usted afirmaba recientemente, en cualquier caso, etc. " Pues esto ya
se corresponde en cierta manera con el "ataque personal", del que
se tratará debidamente en la última estratagema. Considerada en
sentido estricto, la diversión es un estadio intermedio entre el
argumentum ad personam, y el argumentum ad hominem. Cuán común y
natural es esta estratagema lo confirma toda disputa entre gente
vulgar: cuando uno hace al otro reproches personales, éste no
responde con su refutación, sino con recriminaciones personales en
contra del adversario, dejando sin responder los reproches que a él
se le hayan dirigido y admitiéndolos igualmente. Hace como
Escipión, que no atacó a los cartagineses en Italia sino en África.
En la guerra tal diversión es muy útil cuando se hace a tiempo; en
las disputas es mala, pues los propios reproches se dejan sin
respuesta, y el auditorio llega a conocer lo peor de ambos
contrincantes. En la discusión se utiliza faute de mieux [a falta de algo
mejor].
- 35 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ESTRATAGEMA 30
El argumentum ad verecundiam [argumento al respeto]. En vez
de razones se usan autoridades elegidas a la medida de los
conocimientos del adversario.
Unusquisque rnavult credere quam judicare [cualquiera prefiere
creer a discurrir], dice Séneca [De Vita beata 1, 4]; se tiene un juego
fácil si tenemos de nuestra parte una autoridad que el adversario
respeta. Podrán utilizarse muchas más autoridades cuanto más
restringidos sean sus conocimientos y capacidades. si éstas fueran
de primer orden, entonces habría muy pocas o ninguna. Como
mucho, aceptará aquéllas a las que se atenga alguien versado en una
ciencia, arte u oficio de los que él apenas posea conocimiento
alguno, aunque con pesar. La gente común, en cambio, siente gran
respeto por los especialistas de cualquier clase. No saben que quien
hace profesión de una cosa ama más el beneficio que de ella
obtiene que dicha profesión; además, el que enseña una materia
raramente la conoce en profundidad, pues, precisamente, a aquél
que la estudia profusamente le sobra poco tiempo para la
enseñanza. Para el vulgus [plebe] existen muchísimas autoridades
que respeta; si no se tiene alguna autoridad adecuada al caso, se
sustituye por otra que lo sea sólo aparentemente, y se la adapta a
aquello que fue dicho en un sentido distinto o bajo otra
circunstancia. Las autoridades que el adversario no comprende en
absoluto son las que frecuentemente producen mayor efecto. Las
personas no cultivadas sienten un particular respeto por las
florituras griegas y latinas. En casos de apuro no sólo puede
tergiversarse la autoridad, sino también falsificarse o incluso
esgrimir alguna de invención propia, pues la mayoría de las veces el
adversario no tiene el libro a mano o no sabe cómo consultarlo. El
más bonito ejemplo de esto lo proporciona el francés Curé, quien
para no tener que pavimentar el trozo de calle frente a su casa,
como era de obligación para todos los demás ciudadanos, se
amparó en una sentencia bíblica: paveant illi, ego non pavebo [quieran
los otros temblar, yo no tiemblo], [lo que fue interpretado por los
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
espectadores que entendían algo de latín como si paveant viniese del
francés paver = pavimentar]17. Esto convenció a los delegados de la
comunidad. También se utilizan los prejuicios comunes como
autoridad, pues la mayoría opina con Aristóteles: [decimos que es
correcto lo que así le parece a la mayoría; Ética a Nicómaco X, 2,
1172h 36] ; efectivamente, no existe opinión alguna, por absurda
que sea, que los hombres no acepten como propia, si llegada la
hora de convencerles se arguye que tal opinión es aceptada
universalmente. El ejemplo obra tanto en su pensamiento como en
sus actos. Son como ovejas que siguen al carnero a donde quiera
que vaya: les es más fácil morir que pensar. Es curioso que la
universalidad de una opinión tenga en ellos tanto peso, puesto que
pueden observar en sí mismos con qué facilidad se aceptan
opiniones sin juicio previo por la sola fuerza del ejemplo. Pero no
se dan cuenta, pues les falta cualquier tipo de reflexión. sólo los
elegidos pueden decir con Platón: [la multitud tiene opiniones
variadas; República IX, 576c] lo que quiere decir que el vulgus tiene
muchas patrañas en la cabeza y si uno quiere desentenderse de ellas
tendría un inmenso trabajo.
La universalidad de una opinión, hablando seriamente, ni
constituye una prueba, ni un motivo de la posibilidad de su verdad.
Los que sostengan lo contrario tendrán que admitir 1) que
la distancia en el tiempo priva a aquella universalidad de su fuerza
probatoria; de no ser así, deberían ser considerados todos los
antiguos errores que alguna ves fueron aceptados como verdades;
por ejemplo, el sistema ptolomeico, o en todos los países
protestantes habría que instaurar de nuevo el catolicismo; 2) que la
distancia en el espacio tiene el mismo efecto; si no, esa
universalidad de opinión quedará en entredicho entre los
seguidores del budismo, el cristianismo o del islamismo. (según
17
Añadido en la edición de Haffmans. [N. del T.]
- 37 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
Benthan, Tactique des assemblées législatives [Ginebra-París 1816], t. II,
p. 76).
Lo que se conoce como opinión universal es, examinándola
con precisión, la opinión de dos o tres persona; nos
convenceríamos de esto si pudiésemos observar su genesis. Nos
encontraríamos entonces con que fueron dos o tres personas
quienes primero la supieron o enunciaron y afirmaron, y que,
benévolamente, creyeron que la habían examinado a fondo; el
perjuicio de suponerles lo suficientemente capacitados para realizar
tal examen, indujo, en principio, a otros tantos a aceptar también
esta opinión; a éstos los creyeron otra vez mucho más: aquellos a
los que su indolencia les sugirió que era mejor creerlo enseguida
que andar haciendo trabajosas comprobaciones. De este modo
creció de día el número de tales acólitos indolentes y crédulos,
pues, al fin y al cabo, la opinión venía respaldada por un buen
número de voces que apoyaban; entretanto, aquellos que la
veneraban atribuyeron únicamente el carácter determinante de sus
fundamentos el que hubiese conquistado tal consenso. Los
restantes se vieron obligados a admitir lo que ya era aceptado en
general pasar por las cabezas inquietas que se rebelaban contra la
opinión de la mayoría, o por tipos presuntuosos que pretendían ser
mas listos que el resto del mundo. A estas alturas el consenso se
convirtió ya en deber. De aquí en adelante, los pocos que están
capacitados para juzgar se ven obligados a callarse, mientras que
aquellos a quienes se le permite hablar son precisamente los mas
incapaces de tener opiniones y juicios propios y los que,
simplemente, se hacen eco de la opinión de los otros; por otra
parte, éstos son sus más celosos e intolerantes defensores. En
efecto, no odian tanto la opinión distinta de quien piensa de otra
manera, cuanto la audacia querer juzgar por sí mismo, algo que
ellos ya no intentan hacer y de lo que, además, son consientes.
Resumiendo: muy poco son capaces de pensar, sin
embargo todos quieren tener opiniones; y siendo así, ¿no será fácil,
en vez de crearlas ellos mismos, tomarlas ya listas de otros?. Ante
- 38 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
estos hechos, ¿qué valor de verdad puede tener ahora la opinión de
cien millones de personas? El mismo que el de un dato histórico
que se encuentra en cientos de historiadores y del que después se
sabe que lo han copiado uno de otros, por lo que se concluye que
al cabo todos se fiaron del testimonio de uno solo (Según Bayle,
Pensées sur les Comètes [1704,Vol. I, p. 100).
Dico ego, tu dicis,sed denique dixit et ille:
Dictaque post toties, nil nisi dicta vides18.
No obstante, cuando se discute con gente común puede
usarse la opinión universal como autoridad.
Por lo general, se observará que cuando dos personas
ordinarias discute, el arma más utilizada por ambas partes es el de
las autoridades: con ellas se acosan mutuamente. Si una persona
más inteligente tiene que vérselas con este género, lo mejor que
puede hacer es adaptarse a tal arma y utilizarla según los puntos
débiles del adversario. En efecto, contra el arma de las razones ésta
es, ex hypothesi, un Sigfrido cornudo inmerso en la marea de la
incapacidad de pensar y juzgar.
En los tribunales se litigia exclusivamente recurriendo a la
autoridad, a la autoridad de la ley, que está firmemente establecida.
Competencia de la facultad de juzgar es encontrar la ley, es decir, la
autoridad que ha de aplicarse en cada caso concreto. La dialéctica
posee, sin embargo, suficiente amplitud de campo como para, en
aquellos casos en los que convenga, hacer que un caso y una ley
"Lo digo yo, lo dices tú, y al fin también aquél lo dice: /Tanto se ha
dicho, que ya sólo queda ver lo que se dijo" (Motto Elegido por Goethe
como encabezado de la parte polémica de su Teoría de Colores).[N. del
T.]
18
- 39 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
que en realidad no concuerdan, giren hasta que pueda vérselos
como concordantes y al contrario.
ESTRATAGEMA 31
Cuando no se tiene nada que oponer a las razones
expuestas por el adversario, uno se declara fina e irónicamente
incompetente: "Lo que usted dice supera mi pobre capacidad de
comprensión; probablemente será muy justo, mas yo no acierto a
comprenderlo, por lo tanto renuncio a cualquier juicio".
Con esto se insinúa al auditorio, al que se ha tenido en
cuenta en todo momento, que lo que se ha dicho es absurdo. Así,
muchos profesores de la vieja escuela ecléctica declararon al
aparecer la Crítica de la razón pura, o mejor, cuando ésta empezó a
suscitar interés, "nosotros no la comprendemos"; con eso creyeron
haber resuelto el asunto. Pero cuando algunos adeptos de la nueva
escuela les demostraron que realmente tuvieron razón al afirmar
que no la habían comprendido, se pusieron de muy mal humor.
Esta estratagema debe utilizarse únicamente allí en donde
se está seguro de ser más estimado por el auditorio que el
adversario: por ejemplo, un profesor contra un alumno. En
realidad, pertenece a la estratagema precedente, ya que es una
manera especialmente maligna de hacer valer la propia autoridad en
vez de atenerse a razones. La jugada contraria es la siguiente:
"Permítame..., con su gran capacidad de penetración, debe ser para
usted algo muy sencillo de comprender, por lo que únicamente mi
mala exposición tiene la culpa", y así darle en las narices, que tenga
que entenderla nolens volens [quiera o no quiera], con lo que quedará
claro que efectivamente no la había entendido. Así se trocó el
argumento: él quiso insinuar "absurdo", nosotros le demostramos
"incomprensión". Ambas cosas con la más exquisita cortesía.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ESTRATAGEMA 32
Una forma rápida de invalidar o, al menos, hacer
sospechosa una afirmación del adversario que no nos conviene es
subsumirla bajo una categoría aborrecible con la que pueda tener
alguna semejanza, con la que se la relaciona sin más: por ejemplo
"esto es maniqueísmo, esto es arrianismo; esto es pelagianismo;
esto es idealismo; esto es espinozismo; esto es panteísmo; esto es
brownianismo; esto es naturalismo; esto, ateísmo; esto es
racionalismo; esto, espiritualismo; esto es misticismo; etc." - Con lo
que suponemos dos cosas: 1) que la afirmación es idéntica o, al
menos, está contenida en tal categoría y podemos exclamar: "¡Oh,
esto no es nuevo para nosotros!" y 2) que tal categoría ya está
refutada del todo y no puede contener ni una sola palabra de
verdad.
ESTRATAGEMA 33
"Esto será verdad en la teoría, pero en la práctica es falso".
Mediante este sofisma se conceden las razones, pero se niegan las
consecuencias; está en contradicción con la regla a ratione ad
rationatum valet consequentia [tiene que haber consecutividad necesaria
entre la causa y su efecto] Tal afirmación supone una imposibilidad:
lo que en la teoría es verdadero debe serlo también en la práctica; si
esto no se verifica, habrá un fallo en la teoría; algo se omitió y no
salió bien la cuenta; consecuentemente, también la teoría es falsa.
ESTRATAGEMA 34
Si el adversario no da una respuesta precisa a una pregunta
o a un argumento, o no toma posición concreta alguna al respecto,
sino que se evade respondiendo con otra pregunta o con una
respuesta esquiva o con algo que carece de relación alguna con el
asunto en discusión, pretendiendo desviar el tema hacia otra parte,
es signo evidente de que hemos tocado (a veces sin saberlo) uno de
sus puntos débiles; se trataría por su parte de un enmudecimiento
- 41 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
relativo. Urge, pues, mantenernos en el punto que hemos tocado sin
soltarlo y más aún cuando no veamos en qué consiste la flaqueza
con la que dimos.
ESTRATAGEMA 35
Que si es practicable hace innecesarias rodas las demás. En
vez de influir en el intelecto con razones, se influye en la voluntad
por medio de motivos; de este modo, tanto el adversario como el
auditorio, si es que posee los mismos intereses que aquél, se ganan
al instante para nuestra opinión, aunque ésta provenga del
manicomio. Y es que casi siempre tiene más peso una pizca de
voluntad que un quintal de juicio y de persuasión. Naturalmente,
esta estratagema sólo da resultado bajo determinadas condiciones,
cuando se puede hacer saber abiertamente al adversario que si se
dejase valer su opinión la consecuencia que se seguiría de ello sería
muy perjudicial para sus propios intereses, la soltará enseguida con
la misma rapidez con que arrojaría un hierro candente que hubiese
agarrado por descuido. Por ejemplo: si un clérigo defiende un
dogma filosófico y se le hace notar que está en contradicción con
un dogma fundamental de su iglesia, enseguida renunciará a
mantenerlo.
Un terrateniente afirma la excelencia de las máquinas en
Inglaterra, en donde una máquina de vapor realiza el trabajo de
varios hombres; se le responde que muy pronto también los carros
de caballos serán sustituidos por máquinas de vapor, y que los
numerosos caballos de sus cuadras tendrán que bajar de precio; -ya
se verá qué es lo que ocurre. En estos casos el sentimiento de uno
de estos oponentes concuerda con la máxima: "quam temere in nosmet
legem sancismus iniquam" ["con cuánta facilidad enunciamos una ley
inicua que se manifiesta en contra nuestra", Horacio, Sátiras1, 3,
67].
- 42 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
Lo mismo sucede cuando el auditorio forma parte, como
nosotros, de una secta, corporación, sindicato, club, etc., mientras
que el adversario no. Por muy justa que sea su tesis, en cuanto
anunciemos que va en contra del interés de la mencionada secta,
corporación, etc., todos los presentes reprobarán los argumentos
del adversario, por óptimos que sean, teniéndolos por débiles y
miserables, mientras que los nuestros, en cambio, aunque carezcan
de fundamento alguno, se tendrán por justos y acertados; el coro se
proclamará con gran vocerío a nuestro favor y el adversario
abandonará el terreno avergonzado. la mayoría de las veces el
auditorio creerá haber dado su consentimiento por pura
convicción, pues aquello que va en contra de nuestros intereses casi
siempre le parece absurdo al intelecto.
Intellectus luminis sicci non est recipit infusionem a Voluntate et
affectibus [el intelecto no es una luz que arda sin aceite, sino que está
alimentado por la voluntad y las pasiones, Bacon, Novum Organon 1,
49]. Puede describirse también a esta estratagema como "agarrar al
árbol por la raíz": comúnmente se la conoce como argumentum ab
utili [argumento desde la utilidad].
ESTRATAGEMA 36
Desconcertar y aturdir al adversario con absurda y excesiva
locuacidad. Esto tiene que ver con que
Frecuentemente cree los hombres, al escuchar palabras huecas, que se
trata de graves pensamientos.
Si el adversario es consciente de su propia debilidad y lo
oculta, si está acostumbrado a escuchar cusas que no entiende
haciendo como si las hubiese entendido, entonces puede
impresionársele si con aire de seriedad y haciendo que parezcan
verdades profundas, se le espetan los mayores absurdos como si
fueran la prueba palpable de lo que se desea defender. Frente a
ellos perderá el nido, la vista y el pensamiento. Como se sabe,
- 43 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
algunos filósofos han utilizado recientemente esta estratagema ante
el público alemán, obteniendo con ello un extraordinario aplauso.
Ya que se trata de exempla odiosa [ejemplo odioso] tomaremos
para ilustrarlo un fragmento de la obra de Oliver Goldsmith: The
vicar of Wakefield [cap. VII]19.
-Muy bien Frank -repuso el Squire-, pues que me ahogue
este vaso si una hermosa muchacha no vale más que todos
los clérigos del país. Porque los impuestos y los diezmos no
son más que una imposición, todo un condenado engaño, y
puedo probarlo.
-Me gustaría que lo hiciera- dijo Moisés; y continuó- : Y
creo que yo podría replicarle adecuadamente.
-Muy bien, caballero-exclamo el Squire burlándose de él y
haciendo señas al resto de la familia para que nos
dispusiéramos a divertirnos-. Si tiene usted firmes
argumento sobre el tema estoy dispuesto a aceptar el desafío.
En primer lugar, ¿cómo prefiere discutir, analógicamente o
dialógicamente?
-Racionalmente- respondió Moisés, muy contento de que se
le aceptara la discusión.
-Muy bien- dijo Squire- y para empezar por el principio,
espero que no me negara que lo que es, es. Si no está usted
de acuerdo en esto es inútil que sigamos adelante.
-Desde luego-replico Moisés-,estoy de acuerdo con eso.
-Espero que igualmente admitirá-prosiguió el otro-que una
parte es mejor que el todo.
-Claro que lo admito-contestó moisés-.No es mas que lo
razonable.
-Supongo-continuó Squire- que no me negará que los tres
ángulos de un triángulo valen dos rectos.
Schopenhauer no trascribe en el texto original el ejemplo al que se
refiere. Nosotros seguimos la versión de la edición Haffmans al hacerlo
así. (N. del T.)
19
- 44 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
-No puede haber nada más que evidente-concedió el otro,
mirando alrededor con aire de importancia.
-Muy bien -contestó Squire, hablando muy deprisa-,ahora
que están bien sentadas las premisas, empiezo por observar
que la concatenación de la propia existencia, procediendo
por una razón duplicada recíproca, produce naturalmente
un dialogismo problemático, que de algún modo prueba que
la esencia de la espiritualidad puede ser referida al segundo
predicado.
-Un momento, un momento-le interrumpió Moisés-.Yo no
puedo aceptar es.
¿Cree usted que me voy a someter humildemente a sus
doctrinas tan heterodoxas.
-¡Como!- replicó el Squire, simulando estar muy enojado-,no
es cuestión
someterse. Contésteme un simple pregunta:¿Cree usted que
Aristóteles tiene razón cuando dice que los relativos están
relacionados?.
-Sin duda-replico Moisés.
-Si es así-contestó el Squire-, respóndame directamente a lo
que le propongo: Si usted juzga que la investigación
analítica de la primera parte de mi entimema es deficiente
"secundum quoad" a "quoad minus", déme también sus
razones directamente.
-¡Protesto!-exclamo Moisés-. No comprendo del todo la
fuerza de su razonamiento, pero si se reduce a una simple
proposición, supongo que tendrá una respuesta.
-¡Oh señor! -replicó el Squire-, soy su más humilde servidor,
y creo que usted pretende que yo le proporcione tantos
argumentos como inteligencia. No, caballero, es usted
demasiado duro conmigo.
Esto provocó las risas sobre el pobre Moisés, que a partir
de ese momento fue la única persona sería de aquel grupo de
- 45 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
caras alegres, y no volvió a decir una sola palabra en toda
la noche20.
ESTRATAGEMA 37
(Que debería ser una de las primeras) Cuando el
adversario, llevando de hecho razón, ha tenido la mala suerte de
elegir para su defensa una prueba inadecuada que podemos
invalidar fácilmente, damos con eso todo el asunto refutado. En el
fondo, lo que hacemos es sustituir un argumentum ad hominen por
uno ad rem. En caso de que el o los presentes no aporten una
prueba mejor, habremos vencido. Por ejemplo: alguien que para
demostrar la existencia de Dios aduce como prueba el argumento
ontológico que, como bien se sabe, es muy fácil de refutar. De esta
manera pierden los malos abogados con buena causa: pretenden
defenderla con una ley inadecuada, mientras que la adecuada no se
les ocurre.
ESTRATAGEMA FINAL
Cuando se advierte que el adversario es superior y se
tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente;
es decir, se pasa del objeto de la discusión (puesto que ahí se ha
perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de
cualquier manera. Puede denominarse a este procedimiento
argumentum ad personam, distinguiéndolo así del argumentum ad
hominem, que consiste en alejarse del objeto de la discusión
atacando alguna cosa secundaria que ha dicho o admitido el
adversario. Ad personam, en cambio, se procede abandonando por
Oliver Goldsmith, El vicario de Wakefield, Trad. De Maria Isabel
Gonzalez del Campo, Magisterio Español, Madrid, 1977, pp.79-80.[N.del
T.]
20
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
completo el objeto en discusión y atacando a la persona del
adversario; así, uno se torna insolente y burlón, ofensivo y grosero.
Se trata de pasar de la apelación de la fuerza del espíritu a la tuerza
del cuerpo, o a la bestialidad. Esta regla es muy popular; como todo
el mundo está capacitado para ponerla en práctica, se utiliza muy a
menudo. Querrá ahora saberse cual será la contrarregla valedera
para la otra parte, pues si también sigue por el mismo camino, la
cusa acabará en pelea, o duelo, o en un proceso por injurias.
Se equivocaría irremediablemente quien pensara que
bastará sólo con que, a su vez no se proceda personalmente contra
el contrario. Es un hecho comprobado que, si con toda
tranquilidad, se le demuestra que no tiene razón y que juzga y
piensa falsamente -algo que acontece en toda victoria dialéctica- se
le irritará más que con una expresión grosera y ofensiva, ¿Por qué?
Porque como dice Hobbes (de Cive, c, i), Omnis animi voluptas,
omnisque alacritas in eo sita est, quod quis babeat, quibuscum conferens se,
possit magnifice sentire de seipso [Toda alegría del ánimo y todo
contento residen en que haya alguien con quien, al compararse,
uno pueda tener un alto sentimiento de sí mismo]. Y es que nada
importa más a los hombres que la satisfacción de su vanidad,
siendo la herida más dolorosa aquélla que la afecta. (De esto
provienen dichos como "antes la honra que la vida", etc.).
Tal satisfacción de la vanidad surge, por lo general, de la
comparación de uno mismo con los demás bajo cualquier aspecto,
pero principalmente en lo que concierne a la inteligencia. Esto se
comprueba effective [de hecho] y con gran intensidad en la discusión.
De ahí la rabia del vencido aunque no tenga razón, y de ahí el que
recurra extrema ratio [como último medio], a esta estratagema final.
A eso no se puede responder simplemente con gentileza por
nuestra parte. Mucha sangre fría, sin embargo, puede servir de gran
ayuda si en cuanto se advierte que el oponente nos ataca ad
personam, le respondemos tranquilamente que eso no tiene que ver
con el asunto y proseguimos a continuación con las
demostraciones para probar su error, sin hacer caso alguno de la
- 47 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
ofensa, -más o menos como Temístocles a Euribíades: [¡pégame
pero escúchame!, Plutarco, Temístocles 11, 20]. Pero esto no se le da
bien a cualquiera.
La única contrarregla segura es, por tanto, aquélla que ya
Aristóteles indica en el último capítulo de los Tópicos l. VIII. (164h8,16)]: no discutir con el primero que salga al paso, sino sólo con
aquéllos a quienes conocemos y de los cuales sabemos que poseen
la inteligencia suficiente corvo para no comportarse absurdamente,
y que se avergonzarían si así lo hiciesen; que discuten con razones y
no con demostraciones de fuerza, y que atienden a razones y son
consecuentes con ellas; y en definitiva, con quienes sean capaces de
valorar la verdad, de escuchar con agrado los buenos argumentos
incluso de labios del adversario y que posean la suficiente
ecuanimidad como para admitir que no tienen razón cuando la otra
parte la tiene. De esto se deduce que de entre cien apenas si hay
uno con el que merezca la pena discutir. A los demás se les deja
que digan lo que quieran, pues desipere est juris gentium [todo el
mundo tiene derecho a desbarrar], piénsese además, en lo que dice
Voltaire: La paix vaut encore mieux que la vérité [se valora más la paz
que la verdad]; y un dicho árabe: "Los frutos de la paz penden del
árbol del silencio". A menudo la discusión -ya que se trata de una
"colisión de cabezas"- es de mucha utilidad para ambas partes, pues
sirve para la rectificación de las propias ideas y, además, para
proporcionar nuevos puntos de vista, si bien, ambos contrincantes
deben estar igualados en cuanto a cultura e inteligencia. si a uno de
ellos le falta la primera, no entenderá todo, no estará au niveau [a la
misma altura). Si le falta la segunda, el rencor que sentirá por ello le
instigará a actuar deslealmente, con astucia o grosería.
Entre la discusión en colloquio privato sive familiari [coloquio
privado o familiar] y la disputatio solemnis publica, pro gradu, etc.
[discusión solemne y pública, de categoría] no hay una diferencia
esencial. sólo que en esta última se requiere que el respondens
siempre deba obtener la razón contra el opponens y, por eso, que, en
caso necesario, el praeses le socorra; -y también que en esta última se
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
argumenta más formalmente, se complace en vestir sus argumentos
con rigurosidad silogística.
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
PLIEGOS ANEXOS
1
Lógica y dialéctica21 fueron ya usadas como sinónimos por los
antiguos, si bien, meditar, reflexionar, calcular y conversar, son dos
cosas bien distintas. El nombre dialéctica (pragmática dialéctica],
[hombre dialéctico] (según Diógenes Laercio) lo utilizó por primera
vez Platón. En el Fedro, en el Sofista, en el séptimo libro de República,
etc., Platón entiende bajo el nombre de dialéctica el uso correcto de
la razón y el estar ejercitado en su práctica. Aristóteles lo utiliza en el
mismo sentido; pero también (según Lorenzo Valla) debió de
haber utilizado primero logiké de igual modo. En sus escritos
encontramos logikás dusjereias, esto es, argutiae [dificultades lógicas,
argucias], protasis logiken [premisas lógicas), aporian logikén [aporías
lógicas). Así pues, el término dialectiké sería más antiguo que logiké.
Cicerón y Quintillano no utilizaron dialéctica [y] lógica con el
mismo significado general. Así, Cicerón en Lúculo: Dialecticam
inventam esse, ven et falsi quasi disceptatricem [La dialéctica fue inventada
para decidir entre lo verdadero y lo falso]. Stoici enim judicandi vias
diligenter persecuti sunt, ea scientia, quam Dialecticem appellant [Los
estoicos han seguido diligentemente el método del juicio con la
ayuda de la ciencia que llaman dialéctica], Cicerón, Tópicos, cap. 2.
Quintiliano [De institutione oratoria XII, 2-13): itaque baec pars
dialecticae, sirle illam disputatricem dicere malimus [de aquí esa parte de la
dialéctica, o como preferimos decir, arte de disputar ], la última le
parece pues, el equivalente latino de dialectiké. (Todo esto según
Petri Rami dialéctica, Audomari Talaei praelectionibus illustrata, 1569).
Este uso de los términos lógica y dialéctica como sinónimos se
mantuvo también en la Edad Media y a lo largo de la Edad
Moderna hasta hoy. Pero en época más reciente se ha utilizado a
menudo -sobre todo por parte de Kant- "dialéctica" en un sentido
(Al margen, anotación de Schopenahuer:) "Éste es el verdadero
comienzo de la dialéctica" (N. del T.)
21
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
peyorativo como "arte sofístico de la discusión "y de ahí que se
prefiera la denominación de "lógica" por ser menos
comprometedora. Sin embargo, originalmente, ambas significan lo
mismo; de hecho, en los últimos años se las ha vuelto a utilizar de
nuevo como sinónimas.
II
Es una lástima que "dialéctica" y "lógica" hayan sido
utilizadas desde la antigüedad como sinónimos, y que por eso no
me sea posible distinguir libremente su significado como yo
hubiese querido y definir "lógica" (de logixestai, reflexionar, calcular,
de lógos, palabra y razón, que son inseparables) como "la ciencia de
las leyes del pensamiento, es decir, del modo de proceder de la
razón" y "dialéctica" (de dialegestai, conversar; mas toda conversación
transmite o hechos u opiniones, es decir, es, o histórica, o
deliberativa) como "el arte de disputar" (entendiendo esta palabra
en sentido moderno). Evidentemente, la lógica tiene un objeto que
es a priori, es decir, no determinado por la experiencia, esto es: las
leyes del pensamiento, el proceder que sigue la razón (el lógos)
dejada a su arbitrio sin cosa alguna que la turbe, en el pensar
autárquico de un ser racional, al cual conduce sin error alguno. La
dialéctica, en cambio, tendría que ver con la comunicación de dos
seres racionales que piensan consecuentemente, lo que da ocasión a
que en cuanto éstos no coincidan como si de dos relojes
sincronizados se tratara, surja tina discusión, es decir, una
contienda intelectual. En tanto que razón pura, los dos individuos
deberían concordar. Sus divergencias surgen de las diferencias que
constituyen a toda individualidad; son, pues, un elemento empírico. La
lógica, ciencia del pensamiento, esto es, la ciencia del proceder de la
razón pura, sería así determinable únicamente a priori; la dialéctica,
en buena medida, sólo a posteriori; es decir, del conocimiento que se
adquiere empíricamente con ocasión de las afecciones del
pensamiento puro cuando dos seres racionales piensan a la vez,
como resultado tanto de
- 51 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
la diversidad de sus respectivas individualidades como del
conocimiento de los medios que ambos utilizaron con objeto de
hacer que el pensamiento propio de uno prevaleciese como puro y
objetivo sobre el del otro. Pertenece a la naturaleza humana que al
pensar en común, dialegestai, es decir, al comunicar opiniones
(exceptuando los discursos de tipo histórico), cuando A advierte
que sobre un mismo asunto los pensamientos de B divergen de los
suyos, en vez de revisar en primer lugar los propios para ver si en
ellos se observa algún fallo, presuponga que esto está en el
pensamiento del otro; es decir, el ser humano es prepotente por
naturaleza; lo que se sigue de tal propiedad enseña la disciplina que
yo quisiera denominar como dialéctica, pero que, sin embargo,
denominaré dialéctica erística para evitar equívocos. La dialéctica sería
el saber que se ocupa de la técnica de la prepotencia natural y la
obstinación innata de los seres humanos.
SOBRE LA CONTROVERSIA
(Parerga y Paralipómena, II, cap. II, § 26)
La controversia, la discusión sobre un asunto teórico, puede
ser, sin lugar a dudas, algo muy fructífero para las dos partes
implicadas en ella, ya que sirve para rectificar o confirmar los
pensamientos de ambas y también motiva el que surjan otros
nuevos. Es un roce o colisión de dos cabezas que frecuentemente
produce chispas, pero también se asemeja al choque de dos
cuerpos en el que el más débil lleva la peor parte mientras que el
más fuerte sale ileso y lo anuncia con sones de victoria. Teniendo
esto en cuenta, es necesario que ambos contrincantes, por lo
menos en cierta medida, se aproximen tanto en conocimientos
como en ingenio y habilidad, para que de este modo se hallen en
igualdad de condiciones. Si a uno de los dos le faltan los primeros,
no estará au niveau (a la debida altura], con lo que no podrá
comprender los argumentos del otro; es como si en el combate
- 52 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
estuviera fuera de la palestra. Si le falta lo segundo, la indignación
que esto le provocará, le llevará paso a paso a servirse de toda clase
de engaños, enredos e intrigas en la discusión y, si se lo
demuestran, terminará por ponerse grosero. Por eso, en principio,
un docto debe abstenerse de discutir con quienes no lo sean, pues
no puede utilizar contra ellos sus mejores argumentos, que
carecerán de validez ante la falta de conocimientos de sus
oponentes, ya que éstos ni pueden comprenderlos ni ponderarlos.
si, a pesar de todo, y no teniendo más remedio, intenta que los
comprendan, casi siempre fracasará. Es más: con un
contraargumento malo y ordinario acabarán por ser ellos quienes a
los ojos del auditorio, compuesto a su vez por ignorantes, tengan
razón.
Por eso dice Goethe:
Nunca, incauto, te dejes arrastrar
a discusiones;
que el sabio que discute con ignaros
expónese a perder también su norte22.
Pero aún se tiene peor suerte si al adversario le faltan
ingenio e inteligencia, a no ser que sustituya este defecto por un
anhelo sincero de verdad e instrucción. No siendo así, se sentirá
enseguida herido en su parte más sensible y, quien dispute con él,
notará enseguida que ya no lo hace contra su intelecto, sino contra
lo radical del ser humano, es decir, que tiene que vérselas con la
voluntad del adversario, que lo único que busca es quedarse con la
victoria sea por fas o por nefas. De ahí que su mente ya no se ocupe
entonces de otra cosa más que de astucias, ardides y toda clase de
"LaB Dich nur zur Keiner Zeit / Zum Widerspruch verleiten: Weise
verfallen in Unwissenheit,/ Wenn sie mit Unwissenden streinten" (J. W.
Goethe, Diván de Occidente y Oriente, Libro de las sentencias (6), 27. Trad.
cast. De Rafael Casinos Asséns). (N. del T.)
22
- 53 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
engaños hasta que, agotados éstos, recurra para terminar a la
grosería, con el único fin de compensar de una o de otra manera
sus sentimientos de inferioridad y, según el rango y las relaciones
de los contrincantes, convertir la pugna de los espíritus en una
lucha cuerpo a cuerpo, en donde espera tener más posibilidades de
éxito. Así, pues, la segunda regla es que no se debe discutir con
personas de inteligencia limitada. Como puede verse, pocos serán
aquellos con los que se pueda entablar una controversia; en
realidad, sólo debe hacerse con quienes constituyen tina excepción.
En cambio, la gente que constituye la regla, se toma a mal ya el
hecho mismo de que no se comparta su opinión; mas para eso
tendrían que disponerla de tal manera que pudiera ser compartida.
Aun sin que lleguen a recurrir a esa ultima ratio stultorum a la que más
arriba nos referíamos, en controversia con ellos casi siempre se
tendrá algún disgusto, porque no sólo habrá que vérselas con su
incapacidad intelectual, sino-además, también con su maldad
moral, que habrá de mostrarse repetidas veces en su
comportamiento a lo largo de la discusión. Las astucias, ardides y
bajezas a las que se recurre con el propósito de tener razón son
tantas y tan variadas y se repiten con tanta regularidad, que en años
anteriores constituyeron para mí materia de reflexión; ésta se
limitaba a los aspectos puramente formales de aquellas una vez
reconocido que aun siendo tan diversos los temas de las
discusiones, así como las personas en ellas implicadas, una y otra
vez durante su transcurso volvían a manifestarse las mismas
astucias e idénticos ardides, lo cual los hace fácilmente
identificables. Esto me condujo entonces a la idea de separar lo que
tales estratagemas tuvieran de puro formal de lo material, y de esta
manera, como si de un limpio preparado anatómico se tratara,
observarlas detalladamente. Por eso reuní las estrategias más
utilizadas en la discusión y coloqué a cada una de ellas con lo
propio de su esencia, las ilustré con ejemplos y distinguí a cada cual
con un nombre particular. Finalmente, añadí además los medios a
utilizar contra ellas, es decir, las paradas correspondientes a cada
ataque; de esto surgió toda una dialéctica erística formal. En ella
ocupaban las ya eludidas argucias o estratagemas, en cuanto que
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
figuras dialéctico-erísticas, el mismo lugar que ocupan en la lógica
las figuras silogísticas, y en la retórica las figuras retóricas, con las
que tienen en común que en gran medida son innatas, puesto que
su práctica precede a la teoría, es decir, para usarlas es innecesario
haberlas aprendido antes. Esta definición puramente formal sería
un complemento de aquella técnica de la razón, que consiste en
lógica, dialéctica y retórica, cuya exposición se encuentra en el
capítulo noveno del tomo segundo de mi obra capital. Como, que
yo sepa, no ha habido intento alguno de esta clase, no pude
servirme de ningún estudio previo, si bien he utilizado de cuando
en cuando los Tópicos de Aristóteles, aprovechando de ellos para mi
propósito algunas reglas para formular (kataskenaxein) y refutar
(anaskenaxein) enunciados. A esto, pero de forma más completa,
debió de haberse referido la obra de Teofrastro que menciona
Diógenes Laercio: “Discusión sobre la teoría de los discursos
erísticos”, que se ha perdido junto con todos sus escritos de
retórica. También Platón (Rep. V., p. 12. Bip.) se refiere a una
antilogike tekné, que enseña el erixein, así como la dialektiké, el
dialeguesxai. De los libros recientes, el que más se aproxima a mi
propósito es el del profesor de Halle Fridemann Schneider:
Tractatus logicus singularis, in quo processus disputandi, seu officia, aeque ac
vitiaa disputantium exhibentur, Halle, 1718; pues en los capítulos sobre
los ultra expone varios engaños erísticos. Aunque sólo se refiere a
las discusiones formales académicas en general, la manera que tiene
de tratar el tema es superflua e insuficiente, cosa que suele ser
normal en ese tipo de productos académicos; además, en un latín
excesivamente malo. El Methodus disputandi de Joachim Lange,
aparecido un año después, es decididamente mejor, pero no
contiene nada que sirva a mi propósito. -Al efectuar ahora la
revisión de mi trabajo anterior encuentro, sin embargo, que ya no
tengo ánimos para llevar a cabo una completa y minuciosa
observación de los rodeos y argucias que utiliza la malignidad
natural humana para disimular sus carencias, por eso lo dejo a un
lado; pero para aquellos que en el futuro deseen hacer algo a este
respecto y para acercarlos más detalladamente a mi modo de tratar
el asunto, quiero indicar aquí algunas de estas estratagemas como
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
prueba; pero antes, y también de aquel trabajo, deseo exponer lo
que sería el resumen de lo esencial en toda discusión, el andamiaje
abstracto comparable al esqueleto, la condición indispensable de
toda controversia, es decir, lo que servirá como una osteología de
ésta y, que debido a su transparencia y claridad, bien merece que lo
exponga aquí.
Es el siguiente:
En toda discusión, ya sea pública, como las que se entablan
en las aulas académicas y en los tribunales, o las que se sostienen
por simple diversión, se procede de la siguiente manera: se presenta
una tesis que debe ser refutada. Para lograrlo hay dos modos y dos
vías.
1) Los modos son: ad rem y ad hominem, o ex concessis. sólo con
el primero derribamos la verdad absoluta u objetiva de la tesis, en
cuanto que demostramos que no coincide con la cualidad de la cusa
de la que se habla. aun el otro, en cambio, derribamos únicamente
su verdad relativa en cuanto que demostramos que la tesis
contradice otras afirmaciones o concesiones de su defensor, o que
sus argumentos son insostenibles; con esto queda indeterminada la
verdad objetiva de la cosa propiamente dicha. (Por ejemplo: si en
una controversia sobre asuntos filosóficos o de ciencias naturales,
el adversario (que, naturalmente, tendría que ser un inglés) se
permitiera presentar argumentos bíblicos, tendríamos que refutarle
con argumentos parecidos aunque no fuesen más que meros
argumenta ad hominem, que nada deciden. Es como si se pagase a
alguien con su misma moneda)23. En algunos casos, incluso puede
compararse este modus procedendi al acusador que presenta ante el
tribunal un pagaré falso que el acusado liquida por medio de un
recibo falso; el préstamo podría haberse hecho a pesar de todo.
Pero, siendo análoga a este último procedimiento, la mera
23
Añadido en la edición Hubscher (T. 6, PII, p. 29. [N. del T.)
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
argumentatio ad hominem tiene la ventaja de la brevedad, ya que, con
frecuencia, tanto en uno como en otro caso, la verdadera y
exhaustiva explicación del asunto sería muy difícil y complicada.
2) Las dos vías son la directa y la indirecta. La primera ataca la
tesis en sus fundamentos; la otra, en sus consecuencias. Aquélla
demuestra que no es verdad. Esta, que no puede ser lo.
considerémoslas más detenidamente.
a) Refutando por vía directa, es decir, atacando los
fundamentos de la tesis, mostramos que éstos no son verdad
aduciendo: nego majorem o nego minorem; en cuanto que con ambos
procedimientos atacamos la conclusión que fundamenta la materia
de la tesis. O reconocemos aquellos fundamentos pero mostrando,
sin embargo, que la tesis no se sigue de ellos, aduciendo: nego
consequentiam; con lo cual atacamos la forma de la conclusión.
b) Refutando por vía indirecta atacamos la tesis en sus
consecuencias para deducir de la falsedad de éstas, en facultad de la
ley a falsitate rationati ad falsitatem rationis valet consequentia (de la
falsedad de la consecuencia se sigue la falsedad del fundamento], su
propia falsedad. Podemos servirnos para eso de la mera instantia, o
de la apagoge.
A) La instancia, enstasis, es un simple exemplum in contrarium.
Refuta la tesis mediante la aportación como prueba de cosas o
relaciones que están comprendidas en su enunciado, es decir, que
se deducen de ella, pero a las que manifiestamente no es aplicable
el enunciado de la tesis, por lo que no puede ser verdad.
B) Utilizamos la apagoge cuando aceptamos la tesis como si
fuese verdadera, pero en combinación con otra tesis cualquiera,
reconocida abiertamente como verdadera, que unimos a la primera
de forma tal que puedan ser ambas consideradas como premisas de
un silogismo del que se sigue una conclusión manifiestamente falsa,
en tanto que contradice la naturaleza del objeto o contradice las
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
demás afirmaciones de quien formuló la tesis. La apagoge puede así,
dependiendo del modus, ser simplemente ad hominen o ad rem. Si las
verdades que refuta la conclusión son incuestionables, o bien,
verdades evidentes a priori, habremos conducido al adversario ad
absurdum. Con esto probamos que la falsedad de la conclusión debe
radicar en la tesis, pues al ser la otra premisa de verdad indiscutible,
la primera tiene que ser falsa.
Toda forma de ataque en la discusión puede reducirse a la
del procedimiento aquí presentado; dichos ataques son a la
dialéctica lo que a la esgrima son las estocadas regulares, en tercera,
cuarta, etc. En cambio, las artimañas o estratagemata que yo he
reunido serían comparables a las fintas, y, finalmente, los ataques
personales en la discusión, a lo que los maestros universitarios de
esgrima llaman golpes bajos. Como prueba y ejemplo de aquellas
estratagemas que reuní, sirvan las siguientes.
Séptima estratagema24: La ampliación. La tesis del adversario
se interpreta dándole un sentido más amplio del que él pretendía o
incluso del que ha expresado, para luego refutarla cómodamente
bajo este sentido.
Ejemplo: A afirma que los ingleses superan en el arre
dramático a todas las demás naciones. B responde, con lo que
parece ser una instantia in contrario, que en música y, por
consiguiente también en lo que se refiere a la ópera, sus
aportaciones eran escasas. < De aquí se deriva que, para parar este
embate, al surgir la contradicción se restrinja enseguida la propia
tesis a los términos en los que se la expreso, o que se la reduzca
todo lo que sea posible a sus limites más estrechos, pues cuanto
Los números que Schopenhauer asigna a las estratagemas no
concuerdan con los asignados en el tratado de Dialéctica erística (N. del
T.)
24
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
más general sea una afirmación, a tantos más ataques estará
expuesta. >25
Octava estratagema: Uso abusivo de la consecutividad. Se añade
a la tesis del adversario, a menudo tácitamente, una segunda tesis
que está emparentada con aquélla mediante un sujeto o un
predicado. De esas dos premisas se saca una conclusión falsa, casi
siempre aborrecible, que se atribuye al adversario.
Ejemplo: A celebra que los franceses expulsaran a Carlos
X; B añade enseguida: "¿Es que quiere Ud, que expulsemos a
nuestro rey?" - La premisa que él tácitamente ha añadido es la
siguiente: "aquellos que expulsan a su rey son loables". Esto puede
reducirse también a la fallacia a dicto secundum qui ad dictum simpliciter
[falacia consistente en interpretar en sentido amplio lo que se dijo
en sentido restringido).
Novena estratagema: La diversión. Si durante la controversia
se advierte que la cosa no va bien y que el adversario lleva las de
ganar, se procura evitarlo a tiempo mediante una mutatio
controversiae, es decir, desviando la discusión del asunto principal a
otro asunto de carácter secundario, y, en caso de apuro, incluso
saltando directamente a otra cosa. Luego se intenta adscribir ésta al
adversario para combatirla en sustitución del asunto principal y
convertirla así en tema del debate, de manera que el adversario
tenga que dejar a un lado la partida a medio ganar para defenderse
de nuevo. Si, desgraciadamente, se topa otra vez con un argumento
difícil de refutar, se vuelve a saltar de nuevo a otro asunto,
pudiéndose repetir esto diez veces en un cuarto de hora, si es que
el adversario no ha perdido antes la paciencia. Estas diversiones
estratégicas se efectúan con habilidad si se lleva la controversia
imperceptiblemente y poco a poco a un asunto emparentado con el
objeto en cuestión, a ser posible algo relacionado con él, pero
conceptualmente distinto. Ya es menos discreto cuando
25
*<> Edición de Hübscher (t. 6. PII, p. 31)
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
simplemente se mantiene el objeto de la tesis pero se ponen sobre
el tapete otras relaciones suyas que no tienen nada que ver con las
que se están cuestionando; por ejemplo, hablando del budismo
chino, se pasa a hablar del comercio del té. Pero si ni siquiera esto
puede ponerse en práctica, se ataca entonces cualquier expresión
empleada casualmente por el adversario, llevando de esta manera la
controversia a un nuevo terreno para verse libre del anterior. Por
ejemplo, si el adversario utiliza la expresión "Aquí precisamente
está el misterio del asunto", se le interrumpe rápidamente: "¡Ah!, si
habla usted de misterios y de mística, entonces no cuente conmigo,
pues en lo que a esto respecta...,>, etc., y así se habrá ganado
amplitud de campo. Pero si tampoco hay ocasión de esto,
entonces, con todo descaro, se salta de repente a otro asunto
completamente ajeno, con algo parecido a lo siguiente: "Ah, y eso
que usted afirmó antes " etc. De entre todas las estrategias de las
que instintivamente se sirven los discutidores desleales, la diversión
es la más querida y más utilizada, y casi inevitable en cuanto se ven
comprometidos.
De tales estratagemas, reuní y expuse cerca de cuarenta.
Pero el examen de todos esos subterfugios que, junto con la
tozudez, vanidad e improbidad, aún se hermanan con la cortedad e
incapacidad humanas, me resulta ahora repugnante. Por lo demás,
me bastan estas pruebas para tomar en serio las razones antes
aludidas y evitar las discusiones con ese tipo de gente que es el que
más abunda. En todo caso, se puede intentar ayudar a la
inteligencia del otro con argumentos, pero en cuanto se note
terquedad en su contraargumentación, debe dejarse el asunto al
instante, pues poco ha de faltar para que acuda a los engaños, y lo
que en teoría es un sofisma, en la práctica es una vejación. Las
estratagemas de las que hablo son todavía más indignas que los
sofismas, pues en ellas la voluntad se pone la máscara de la
inteligencia para representar su papel, algo que siempre es
abominable. Pocas cosas despiertan tanta indignación como
advertir que alguien carece de intenciones para comprender. Quien
no permite que prevalezcan las buenas razones del adversario
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El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
denota tener, o bien una inteligencia simplemente débil, o bien
sometida por el dominio de la propia voluntad, es decir,
indirectamente debilitada; de ahí que sólo debamos enzarzarnos
con alguien así cuando
la condición del oficio u la imposición del deber lo hagan
necesario.
Con todo, debo admitir, para darles su parte de razón a los
engaños mencionados, que muchas veces podemos actuar
apresuradamente al renunciar a nuestra opinión ante un certero
argumento del adversario. Sentimos verdaderamente la fuerza de
uno de estos argumentos cuando lo tenemos delante, así como
que los contraargumentos u otra cosa que pudiese sostener
nuestra opinión y, tal vez salvarla, no se nos ocurren con
presteza. Si damos entonces nuestra tesis por perdida puede
ocurrir que, con eso, seamos precisamente infieles a la verdad,
pues quizás se descubra más adelante que éramos nosotros
quienes teníamos razón, pero que, dada la debilidad y escasa
confianza en nuestra causa, habíamos cedido ante la impresión
momentánea de lo contrario. incluso puede que la prueba con
que defendimos nuestra tesis fuera realmente falsa, pero, no
obstante, hay otra correcta para defenderla. Ante tal impresión,
ocurre que, incluso gentes sinceras y amantes de la verdad, no
cedan con inmediata facilidad a un argumento, sino que intenten
defender su causa aun cuando la argumentación contraria les
haga dudar de su verdad. Aquí se asemejan al comandante de un
ejército que procura mantener un poco más de tiempo una
posición que sabe insostenible con la esperanza de que lleguen
los refuerzos. Confían en que mientras se defiendan con malos
argumentos se les ocurrirán entretanto los buenos, o en que
acabarán por advertir la simple falsedad del argumento del
adversario. Por eso, esta ilusión obligará casi necesariamente a
pequeños engaños en la discusión, ya que, de momento, uno no
lucha por la verdad sino por su tesis. Por otra parte, esto es una
consecuencia de la incertidumbre de la verdad y de la deficiencia
del intelecto humano. Pero también existe el peligro de ir
- 61 -
El Arte de tener razón. Arthur Schopenhauer
demasiado lejos, es decir, de luchar demasiado tiempo por malas
convicciones, de que finalmente nos entorpezcamos, y cedamos
a la maldad de la naturaleza humana defendiendo nuestra tesis
por fas y nefas, con ayuda de estratagemas desleales; que mordicus
[con todas las fuerzas, a muerte], luchemos por nuestra tesis.
Que a cada uno le ampare en esto su genio particular y que
luego no tenga que avergonzarse. La clara comprensión de lo
que aquí hemos presentado es también importantísima para la
autoeducación en este sentido.
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Manual y espejo de
cortesanos
Carlos Martín Pérez
- EXTRACTOPublicado en el 2009
Copyright 2009 by Carlos Martín Pérez
Ediciones LibrosEnRed, 2009
http://www.librosenred.com/
-1-
- Manual y espejo de cortesanos http://www.librosenred.com/ld/ddragon/
Índice
Carta al lector
Capítulo I. Sobre la ilusión de quienes piensan que ya no existen las Cortes
Capítulo II. Sobre los fundamentos de la Corte
Capítulo III. Sobre los consejos iniciales para el cortesano
Capítulo IV. Sobre las virtudes con que las que te debes adornar
Capítulo V. Sobre cómo conseguir que otros hagan lo que deseamos
Capítulo VI. Sobre la necesidad de simular y disimular
Capítulo VII. Sobre las conspiraciones
Capítulo VIII. Sobre los espías y la necesidad de mantener la discreción y el
secreto
Capítulo IX. Sobre los necios y necesidad de parecerlo en ocasiones.
Capítulo X. Sobre cómo actuar cuándo tienes tus propios cortesanos.
Capítulo XI. Sobre venturas y desventuras en la Corte
Último consejo a modo de despedida
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Carta al lector
E
res astuto, brillante y de mente sutil, pues de lo contrario no estarías
leyendo estas líneas. Te felicito, tal vez llegues lejos, seguramente mas lejos
que el que esto te relata, aunque no tendría mucho mérito el alcanzarme y
menos aún el rebasarme.
Permíteme que te tutee, pues aunque este trato de tú a tú es lo último que
practicaría un verdadero cortesano, espero que hablándole a tu inteligencia como si
fuera tu confidente consiga hacerte más fácil el captar y madurar estos conocimientos.
Lo que aquí vas a ver te podrá ser de gran utilidad para sobrevivir y hasta medrar en este
mundo que tan poco ha cambiado en el fondo y en las formas a pesar del paso del
tiempo. Como tu vida se desenvuelve en el aquí y en el ahora, te conviene estudiar el
pasado, aplicarte al presente y hacer planes para el futuro, que al parecer es donde dicen
que pasarás el resto de tu vida.
En el eterno devenir de la vida y muerte de todas las civilizaciones, muchos
acontecimientos han sido permanentes. La agresividad individual y colectiva entre las
personas y entre grupos de personas nunca ha menguado, más bien ruge con mayor
fuerza. Cuando son muchas las gentes que aspiran a lo mismo y el premio se percibe
escaso, el conflicto se torna inevitable. Como citan las Sagradas Escrituras, al ser
muchos los llamados y pocos los escogidos, es normal que para ser elegido entres en
dura pugna con tus rivales y con los que pudieran ser tus amigos. Y al fin y a la postre,
todos se convierten en tus fieros adversarios. Medita que todos estos trabajos y
empresas los emprenderás para ser tú el escogido y negar el premio a otros que lo
mismo afanan y pretenden. Advierte que lo mismo intentarán hacer contigo tus
oponentes.
Estas rivalidades se tornan en ruidosa y dura violencia, tanto social como entre
culturas. Pese al loable empeño de profetas, religiosos, filósofos, sabios y demás
personajes presuntamente bienintencionados, parece ser que todo este comportamiento
es demasiado humano para ser erradicado. De hecho, está vivo y como una bestia se
mueve dentro de ti, sólo tienes que tener el valor de mirar en tu lado oscuro.
En resumen, somos violentos y agresivos, el conflicto entre intereses es otra
cualidad más de la sociedad y hay bastantes indicios de que este comportamiento no va
a mudar a mejor en un futuro inmediato. En todo caso, evolucionará a una mayor
intensidad. La violencia y la guerra entre personas permanecen vivas y
metamorfoseadas en otras formas igual de peligrosas. Para aportar algo de luz entre
tantas tinieblas y evitar la barbarie y el caos, las sociedades han creado unas reglas de
conducta: leyes, costumbres, tabúes, normas, religiones, creencias y demás necedades.
No te las tomes demasiado en serio. Todo este entramado de estructuras, en el fondo, no
difiere en nada al que establecieron las primeras civilizaciones hace mas de cinco mil
años. Siguen siendo las mismas reglas, y éstas alcanzaron su máxima expresión en las
Cortes de cualquier civilización, ya sea en Asiria, Babilonia, Egipto, Persia, China,
Roma, Japón, o los Imperios Azteca, Otomano, Inca, o de cualquier país moderno de la
resabiada Europa. De hecho, tanto los llamados países democráticos como cualquier
país comunista y aún hasta fundamentalista islámico tienen su Corte y sus cortesanos. Y
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- Manual y espejo de cortesanos http://www.librosenred.com/ld/ddragon/
muy probablemente, estos cortesanos sean intercambiables en el tiempo y en el espacio
porque las reglas del juego son las mismas en todo momento, lugar y circunstancia.
Sientes dentro de ti que todo esto que te cuento es sólo de aplicación para
aristócratas y nobles cortesanos que disfrutan de un etéreo y dorado mundo inasequible
para el resto de las personas. ¡Qué ciego estás si aún no te has percatado de cómo
funciona tu sociedad! Estas reglas rigen para todo el mundo, desde el mismo Rey hasta
el más descolorido mendigo, pues donde hay un grupo de personas, invariablemente
resonará el fragor de la lucha por el poder, alguien lo conseguirá y a su sombra crecerán
los cortesanos que conspirarán para quitárselo o para agarrarse a una porción de ese
poder dentro de su Corte. Incluso se dice que algunos animales sociales como lobos,
elefantes y simios tienen algo parecido a una Corte. Los seres humanos somos mucho
más animales de lo que te imaginas.
Tengo confianza en tu capacidad y cualidades, pero espabila, otros competidores
ya te llevan ventaja. Tal vez demasiada. Es hora de que cambies todo esto.
Bienvenido a la Corte sin fin.
Bienvenido a la sociedad de las ratas.
A la realidad.
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Capítulo I. Sobre la ilusión de quienes piensan que ya no
existen las Cortes
C
uando Alejandro Magno empezó la campaña que habría de llevarle hasta la
India, se llevó consigo al filósofo Calisteno, discípulo del genial
Aristóteles. Su maestro le enseñó todos los ardides cortesanos, pero
Calisteno pensaba que por su sapiencia como filósofo podría decir siempre la verdad, ya
que opinaba que el genial caudillo apreciaría más el conocimiento puro del brillante
mundo de las ideas que los modos y maneras cortesanas. Fue un error fatal. Demasiadas
veces expresó sin rodeos ni florituras a Alejandro lo que pensaba, hasta que en una de
sus campañas, harto de oír lo que no quería escuchar, éste ordenó que se le ejecutara.
Actuar en base a ilusiones y negarse a ver la realidad es muy peligroso, y muchas
veces letal. Esta conducta sólo te traerá desastres, quebrantos y penurias. Es necesario
que distingas qué pensamientos son ilusiones y cuáles corresponden a un minucioso y
frío análisis de la realidad. Así que empieza a estudiar en qué mundo vives y cómo se
desenvuelven los seres humanos en sociedad. Sólo así te desembarazarás de esos vanos
prejuicios y podrás medrar en cualquier lugar en que vivas.
En todas las culturas y en todos los tiempos desde la Antigüedad ha existido
siempre un personaje poderoso. Y a su alrededor, inevitablemente, han crecido las
Cortes y los cortesanos. Actualmente, nada ha cambiado. Te engañas si crees que vas a
triunfar actuando con los valores morales de tu época. Siempre hay quien los predica y
nunca da ejemplo, actuando al revés de lo que dice. Federico de Prusia, que junto a
Voltaire escribió el “Antimaquiavelo”, denostó la obra y pensamiento del genial
florentino, pero sin embargo en su política aplicó fielmente las ideas de Maquiavelo.
Ten cuidado con esta legión de charlatanes, ladinos y farsantes, no te creas ni un
ápice de sus comentarios: por sus frutos los conocerás. Crees que esta época en la que
vives es diferente a otras del pasado y no lo es en absoluto. Esta fatal creencia ya la
tuvieron muchas personas que te precedieron y el actuar según esas ideas fue nefasto
para ellos. Tampoco seas tan iluso que creas que tu solo vas a cambiar el mundo, pues
como ya dijo Voltaire, “nous laisserons ce monde ci aussi sot et aussi mechant que nous
l´avons trouvé en y arrivant.”1 Si lo piensas con detenimiento, aparte de sus
contribuciones a la moral y al pensamiento, ni Jesucristo, ni Buda, ni Sócrates, ni
Confucio, ni otros profetas y filósofos han cambiado en esencia al mundo. La
Humanidad sigue igual de tonta y de mala, tal como citaba Voltaire.
Desde el punto de vista de las relaciones entre las personas, todo es una repetición
de otras muchas situaciones pasadas en la Historia de la Humanidad. En estos confusos
tiempos actuales, si es que algún tiempo pasado no lo fue, hay unas reglas no escritas
que nos educan en unos valores de decencia, honradez, igualdad y otros ideales
similares tan hermosos como correctos. Siempre han existido unos conceptos que son la
impronta de una civilización, en estos tiempos actuales no podría ser menos. Ni más.
Los más astutos presumen durante toda su vida de condenar la doblez para
[CONTINUA…]
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Al marcharnos del mundo, lo dejaremos tan tonto y tan malo como lo encontramos al llegar a él.
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Capítulo II. Sobre los fundamentos de la Corte
L
a mayor preocupación del Cardenal Richelieu, una vez superada una grave
crisis que a punto estuvo de costarle literalmente la cabeza, era encadenar el
destino de su Rey Luis XIII al suyo propio. Ya que el rey no podía
prescindir de un Favorito, Richelieu le escogió uno para conocer de primera mano las
intenciones del monarca. En cuanto el Privado se empezó a rebelar, acabó con él. Buscó
una amante para tener ocupado el corazón del monarca, persona que era confidente de
las quejas del rey, que mas tarde confesaba el Cardenal. Si la amante no era dócil,
Richelieu, manejando sus escrúpulos religiosos, aconsejaba al monarca su abandono.
Arrancó al rey en confesión los nombres de quienes conspiraron contra él. Creó
retorcidos proyectos para que fracasaran sus oponentes y logró que sólo a él le
obedeciera el ejército, en ocasiones dando órdenes de dejarse vencer si así convenía. En
verdad el Cardenal era un maestro de cortesanos.
Todos queremos mas poder. Y por supuesto, mantener el que tenemos. ¿Conoces a
alguien que ceda voluntariamente parcelas de poder? Si es así, probablemente está
dando un paso hacia atrás para, tras la carrera que precede al salto, acaparar más y más
poder. Tal vez es un anciano cerca de su muerte e indiferente hacia las pasiones de la
vida, un ermitaño aislado del mundanal ruido, una persona de vuelta de todo o
simplemente, que aún no comprende que todos bailamos al son de la música que nos
toca el poderoso mientras en la pista de baile evitamos los codazos de los otros
bailarines a la vez que pisamos a quien nos molesta.
Como estoy seguro que no eres ninguno de los anteriores y que perteneces al
grupo de los que desea más poder así como no perder el que tanto trabajo y esfuerzo te
costó conseguir, ve con cuidado: si apareces deseoso de más poder pondrás sobre aviso
a tus competidores. Por lo tanto, tendrás que practicar y dominar las artes del disimulo.
Si adulas de forma descarada al que te puede beneficiar, otros actuarán en tu contra.
Deberás ser sutil e indirecto, de forma que no se te note ante los demás, pero que sea
visible ante la persona a la que van dirigidas tus atenciones.
El Panchatantra menciona que “los insensatos que dicen que es difícil ganar el
favor de un rey, revelan con ello su indolencia, su pereza y apatía. Cuando vemos que
las serpientes, los tigres, los elefantes y leones se doman con ciertos medios ¿será el rey
algún monstruo que no puedan dominar hombres activos e inteligentes?” Todo esto
exige un gran y delicado equilibrio no exento de un fino arte. Es conveniente que
medites sobre ello.
Tendrás adversarios. Muchos. De hecho, estoy seguro de que ya los tienes. Y si
hasta ahora no te has dado cuenta, es que estás ciego a las evidencias. ¿No te lo crees?
Te parecerá extraño, pero por muy mal que te vaya la vida, aunque seas o aparentes ser
un necio, siempre hay quien te envidia. Ahí tienes un peligroso y duradero rival o tal
vez un enemigo en la sombra. ¿Aún no estás convencido? Permíteme que te presente a
unos viejos enemigos tuyos: todos lo que te deban algo, todos a los que hiciste un favor
al que no te pueden corresponder, están en esa lista. No soportan deberte nada, pues
como dijo el genial cortesano La Rochefoucauld, [CONTINUA…]
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Capítulo III. Sobre los consejos iniciales para el cortesano
Sé reservado
Nunca se había visto un asno en una remota región de China, hasta el día en que
un excéntrico, ávido de novedades, se hizo llevar uno por barco. Pero como no supo en
qué utilizarlo, lo soltó en las montañas. Un tigre, al ver a tan extraña criatura, lo tomó
por una divinidad. Lo observó escondido en el bosque, hasta que se aventuró a
abandonar la selva, manteniendo siempre una prudente distancia.
Un día el asno rebuznó largamente y el tigre echó a correr con miedo. Pero se
volvió y pensó que, pese a todo, esa divinidad no debía de ser tan terrible. Ya
acostumbrado al rebuzno del asno, se le fue acercando, pero sin arriesgarse más de la
cuenta. Cuando ya le tomó confianza, comenzó a tomarse algunas libertades, rozándolo,
dándole algún empujón, molestándolo a cada momento, hasta que el asno, furioso, le
propinó una patada. “Así que es esto lo que sabe hacer”, se dijo el tigre. Y saltando
sobre el asno lo destrozó y devoró. El asno parecía poderoso por su tamaño, y temible
por sus rebuznos. Si no hubiese mostrado todo su talento con la coz, el tigre nunca se
hubiera atrevido a atacarlo. Pero con su patada el asno firmó su sentencia de muerte.
Ni descubras todo lo que piensas, ni muestres todo lo que tienes, ni tomes todo lo
que quieres, ni digas todo lo que sabes, ni aun hagas todo lo que puedas; porque en al
Corte te perderás si sigues a tus emociones, y no lo que la fría razón te aconseja.
No fuerces la suerte
No provoques demasiadas veces a la fortuna porque en tu sano juicio nunca
tentarás al peligro. Ya sabes que el remedio está en ti al no probar la caprichosa suerte.
Asume riesgos razonables, pero no confíes todo al azar. Arriesgar es realizar una jugada
que si sale bien ganamos mucho y si sale mal, siempre nos podemos recuperar del
descalabro. Jugar al azar es hacerlo a todo o nada, y con que sólo pinte una vez la carta
perdedora estás listo de papeles. Esta carta sale muy a menudo. No te asocies con
jugadores, tanto de dinero como de proyectos enloquecidos. Y, por supuesto, nunca les
prestes dinero, nunca lo recuperarás. Grábate esto a fuego en tu mente.
El mismo Julio César en los últimos años de su vida se mostró más cauto en
presentar batalla, convencido de que, habiendo conseguido tantas victorias, no debía
tentar a la fortuna, y de que con una victoria ganaría siempre menos que perdería con
una derrota.
Respétate a ti mismo
Nunca, nunca dejes de respetarte a ti mismo, pues si a ti mismo no te respetas,
¿cómo esperas que te respeten los demás? Una vez que te sitúes en un rango
determinado, no debes hacer ni soportar nada que te pueda hacer aparecer como
inferior. Este será uno de tus principales mandamientos que nunca dejarás de observar
bajo pena de pecado mortal. En ocasiones, literalmente tan mortal como un veneno sin
contraveneno. [CONTINUA…]
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Capítulo IV. Sobre las virtudes con que las que te debes
adornar
U
n perfecto cortesano ve, actúa, se presenta, habla, calla, representa y
disimula con gracia y sin esfuerzo. Maestro de la ilusión, adopta infinitas
formas y su clarividencia es infinita, el alma humana no tiene secretos para
él. Donde la gente vulgar se vuelve torpe y azorada, él se desenvuelve con gentil
donaire y delicadeza, nada le perturba. Glacial con los inoportunos, su máscara pierde la
rigidez con los poderosos. Así describe Jean de la Bruyère el carácter cortesano.
No está en tu mano el ser de buen aspecto, juvenil, de proporcionada riqueza, de
alta ascendencia social ni el que la fortuna te acompañe siempre. Así que sólo relataré
las prendas que podrás adquirir con tu esfuerzo e inteligencia.
Busca tu perfección
Nadie nace aprendido, cada día debes ir perfeccionando tu persona hasta alcanzar
la excelencia. Y como ésta nunca se alcanza, harás muy bien en seguir persiguiéndola.
Pulirás tu gusto, aumentarás tu ingenio, madurarás tu juicio, tensarás tu voluntad.
Conseguirlo te llevará tiempo, más piensa que como la mayoría de los mortales se
desentienden de esta tarea, bien poco tardarás en destacar, y como tuerto en país de
ciegos, muy pronto te considerarán sabio y deseado por todos como gentil compañía.
Pero préstate mucha atención, ya que nunca somos tan ridículos por las cualidades que
tenemos como por las que simulamos tener.
No tengas defectos, busca la perfección. Muchas genialidades han sido recordadas
por algún minúsculo defecto. Pero los genios entre los genios, convierten estos fallos en
aciertos. Julio César cubrió su calvicie con corona de laurel. Y como todos tenemos
defectos, sólo los necios los exhiben y aún algunos se vanaglorian. Por tu parte, no
harás nada, ni en privado, de lo que tengas que avergonzarte, ya que si tienes algún
vicio o defecto oculto, nunca saldrá a la luz. Ahora bien, como una persona tan perfecta
atraerá a los envidiosos y despertará sospechas, serás un actor que mostrará pequeños
defectos elegidos por ti para atenuar tu brillo. Ten además en cuenta que los vicios
entran en la composición de las virtudes como los venenos en la composición de los
remedios: la prudencia los junta y los atempera, y se sirve útilmente de ellos contra los
males de la vida.
Contrólate a ti mismo
Ser siempre dueño de ti mismo será tu mejor y mayor atributo. Dueño de tus
emociones, dueño de tus palabras y dueño de tus silencios, nadie te podrá desequilibrar.
Y cuando la pasión intente asaltar y hasta minar la ciudadela de tu autodominio,
rechazarás el ataque con gran facilidad. Será el mejor modo de ahorrarte disgustos, y
aún de aumentar tu reputación. Nunca pierdas la compostura, ni en lo más próspero, ni
en lo más adverso pueda nadie señalarte como perturbado, aunque sí admirarte como
superior. ¿Cómo puede dominar alguien a los demás si no se domina a si mismo?
Contrólate a ti mismo hasta en tu casa; no hagas, ni aún en el lugar más secreto, nada de
lo que puedas avergonzarte. Y si no puedes abstenerte de la cólera, por lo menos, excusa
el tomar decisiones cuando estés en este estado. [CONTINUA…]
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Capítulo V. Sobre cómo conseguir que otros hagan lo que
deseamos
U
n Emperador chino reunió a dos de sus ministros y les hizo la siguiente
pregunta: “¿Cómo conseguiríais que un gato comiese pimienta?”. La
pimienta es un repelente para muchos animales, y mas para los gatos, que
suelen ser muy exquisitos con lo que comen. El primero de los ministros respondió a la
pregunta de Emperador:
- “Le abriría la boca a la fuerza y le empujaría con un palillo la pimienta por su
garganta.”
- “Muy mal”, le contestó el Emperador, “eso es emplear la fuerza bruta, y así sólo
se genera resentimiento, no es forma de conseguir nada de nadie.”
- “Le dejaría que pasara hambre y después haría una pelota con carne”, se le
ocurrió al otro Ministro, “y dentro pondría la pimienta. Así el gato comería la carne y
sin darse cuenta, también la pimienta.”
- “Tampoco es la solución”, replicó el Emperador, “así estás empleando el engaño
que es solución a corto plazo pero con el tiempo acarrea muchos problemas y a nada
bueno conduce.”
- “Entonces, ¿cómo se consigue que el gato coma pimienta?”, preguntaron
intrigados los Ministros.
- “Muy sencillo”, dijo el Emperador, “se le unta el trasero con pimienta y el
mismo gato se lamerá la parte untada, quedando contento además de que le permitamos
lamerse.”
Por lo tanto, ya habrás visto que la verdadera persuasión consiste en que los demás
hagan lo que tú quieras y que además te lo agradezcan. Ser capaz de alcanzar esta
maestría requiere ciencia, arte y mucha práctica. Tienes que lograr que quien te interesa
tenga que elegir entre una opción mala y otra menos mala. Naturalmente, la menos mala
coincidirá con la que a ti te conviene.
Si quieres ser persuasivo, la forma de expresarse es tan importante como el fondo
mismo. Debes dominar el lenguaje del cuerpo y saberte expresar con clase y elegancia.
Los argumentos presentados al desnudo no gustan ni convencen, no atraen la atención,
son desagradables y aburren. Las personas preferimos ser seducidos a que nos informen
porque la información que nos transmiten deja en evidencia nuestra ignorancia y hay
que endulzarla muy bien para poder pasar tan amargo trago.
Nunca critiques, ni condenes ni te quejes
La crítica a nada conduce porque pone en guardia a las personas, y tras la inicial guardia
contraatacan tratando de justificarse, y amagan con la finta de censurar a su oponente.
Esta es la esgrima de la crítica, fiero combate con incierto vencedor y seguros
perdedores. Es la crítica combate peligroso y sin final seguro, porque lastima el orgullo
ajeno y despierta un eterno resentimiento. En lugar de censurar a la gente, trata de
comprenderla. Imagina por qué actúan como lo hacen, pues el mismo Cristo aconseja
que “no juzgues si no quieres ser juzgado”. [CONTINUA…]
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Capítulo VII. Sobre las conspiraciones
P
reviene el Panchatantra de que “la flecha que dispara el arquero podrá matar
o no matar, pero el proyecto de un hombre inteligente destruye a un reino y
a su rey”. La Corte es un hervidero de conspiraciones y te conviene saber
algo sobre el tema. Es muy sensato no participar en ninguna, rara vez acaban bien.
Además, suelen anidar unas conspiraciones dentro de otras, al igual que las matrioskas2
y nunca sabrás con exactitud de quien fiarte, ya que a veces, el propio Príncipe las
provoca para deshacerse de conspiradores. Pero también te digo que una conspiración
con éxito se justifica a sí misma. Como casi todas las empresas humanas.
Es bien conocido cómo Alejandro venció a Darío. La razón de esto fue que el
Primer Ministro de Darío tenía tratos secretos con Alejandro, Cuando Darío fue muerto.
Alejandro dijo que "la negligencia de Darío y la traición del Ministro han acabado con
este reino."
Una de las antiguas estrategias chinas dice que hay que “reemplazar las vigas y los
pilares con madera podrida.” Esto consiste en robar, sabotear, destruir o eliminar de
alguna manera las bases que sostienen al contrario y sustituirlas por las propias. Para
empezar a conspirar debes de estar de acuerdo con todo aquello que agrade a tu
adversario y satisfacer sus deseos, así acabará volviéndose arrogante. Si finges estar de
acuerdo con él, lo podrás eliminar. Aproxímate a las personas de su confianza con el
propósito de minar sus capacidades. Cuando los hombres sirven a dos amos, su lealtad
termina por desaparecer. Trata como amigos a los subordinados de aquél cuya amistad
buscas. Después cómpralos si necesitas que traicionen a su amo. Soborna secretamente
a sus subordinados, para establecer una relación estrecha con ellos. Aunque estén
presentes en cuerpo a su lado, su mente estará en otro lugar. Cuando se deja de tener
subordinados leales, el puesto corre peligro.
Aliméntale en los vicios que tenga predisposición, para volverlo más benevolente
y poder doblegar su voluntad. Dale presentes generosos, tiéntalo con sexo, drogas,
bebidas y lujos. Háblale con deferencia y escúchale respetuosamente. Obedece sus
órdenes y muéstrate sumiso y de acuerdo con él en todo. Que nunca pueda imaginar que
estás en conflicto con él, entonces podrás empezar a planificar la traición.
Haz que sus subordinados no sean puntuales y no cumplan exactamente con sus
obligaciones. Consigue que sean negligentes en su trabajo. Sin embargo, tú los tratarás
con amabilidad, abrazándolos para ganar su amistad. Tu adversario seguirá pensando
que todo está bien, que estás en armonía con él. Si consigues tratar de forma generosa a
sus antiguos y leales cortesanos, podrás más adelante conspirar con ellos en contra de su
patrón. Establece alianzas secretas con sus favoritos, pero mantén la distancia con
aquellos a quien favorece menos. Para ganar la confianza de sus subordinados, sus
colaboradores leales y bien amados, muéstrales secretamente lo que ganarían si se
aliasen contigo. Entrega a tu adversario como presente regalos grandiosos y haz planes
con él. Si los planes alcanzan el éxito y le proporcionan beneficios, su confianza en ti
[CONTINUA…]
2
Muñecas rusas donde la más grande contiene a otra más pequeña, y así sucesivamente.
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Capítulo VIII. Sobre los espías y la necesidad de mantener la
discreción y el secreto
C
itaba el genial Mazarino que “si bien es cierto que importa saberlo todo, oírlo
todo y tener espías por doquier, hazlo con prudencia, porque es ofensivo para
cualquiera saberse espiado. Debes, pues, espiar sin dejarte ver.” El espía más
fiable serás tú mismo. Aprovecha cualquier ocasión para obtener información. Sin
información estarás ciego, y entonces todos tus planes fracasarán antes de iniciarse. Por
tu parte, harás todo lo posible por evitar ser transparente y negar cualquier información
a tus rivales.
La información consiste en saber quiénes son los demás, qué hacen y qué pueden
hacer. Serás capaz de introducirte en la mente de cualquier persona, ha de ser un
continuo pasatiempo para ti, debes hacerlo casi sin pensar, de tal forma que al ser un
hábito, lo practiques de forma instintiva, como si respiraras. Vacía tu mente de
prejuicios y todo será mucho más claro: no juzgues, sólo observa. Además, cuando
logres enfocar esta habilidad hacia los demás, podrás hacerlo hacia ti, eso será la
verdadera maestría que muy pocas personas dominan. Empezarás por personas que no
tengan mucha importancia para tus planes y de aparente mente simple. Intentarás
indagar de forma discreta si lo que tú creías que pensaban coincide con sus verdaderos
pensamientos. Irás subiendo la dificultad con caracteres más complejos y retorcidos, y
con paciencia y tesón, no habrá mente que pueda ser opaca para tu fina perspicacia.
Con el tiempo advertirás que lo que parece cálido es frío y lo oscuro, claro. Que lo flojo
se pone máscara de duro y lo libertino, de puritano. Que también, vaya novedad, nada es
lo que parece, y menos en cuanto a lo que las personas pensamos y después actuamos, o
lo que decimos y después hacemos. Y cuando ninguna mente sea un secreto para tu
intuición y ningún velo pueda ocultarla, ¿qué empresa que te propongas no podrás
alcanzar?
Como te encontrarás con otros rivales que tendrán esta oscura habilidad tal vez
más desarrollada que tú, tendrás que aprender a esconder tus pensamientos y emociones
en lo más recóndito de ti mismo, de forma que seas impenetrable e indescifrable.
Recuerda que todo lo que tiene forma puede ser definido y todo lo que puede ser
definido puede ser vencido. Y medita que, si aún no te habías percatado, al fin y al cabo,
todos los duelos cortesanos son un refinado torneo entre mentes, y que además de la
fortuna que siempre pone su parte, la mente más hábil y la voluntad más poderosa es la
que consigue los mayores éxitos. Y recuerda también, que tanto la mente como la
voluntad se pueden ejercitar, y que casi nada hay que no puedas conseguir con tesón y
constancia.
Talleyrand tenía la rara habilidad de sonsacar secretos en cualquier conversación
casual. Como cita el Barón de Vitrolles: “el ingenio y la gracia llenaban su
conversación. Era un maestro a la hora de ocultar sus pensamientos o su malicia bajo un
velo transparente de insinuaciones, palabras que implican más de lo que expresan. Sólo
cuando era necesario dejaba ver su verdadera personalidad.” En realidad lo que hacía
era dejar que los demás hablaran sobre si mismos y rebelaran sus planes.
[CONTINUA…]
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Capítulo IX. Sobre los necios y necesidad de parecerlo en
ocasiones.
C
ita el gran rey Salomón en uno de sus Salmos que “los necios me rodean
como avispas”. Si el más sabio de los reyes de Israel y uno de los más
famosos de la Humanidad afirma esto, por algo lo diría. “Tonto es aquel
que hace tonterías” afirma Forrest Gump, uno de los tontos de ficción mas creativos del
Siglo XX. ¿Por qué te prevengo sobre los tontos? Porque, tal como cita Lozano Irueste,
“un tonto, en un lugar preciso, puede causar un daño infinito” y es necesario estar muy
prevenido sobre su ataque.
Aunque, según Carlo Cipolla, en su ensayo “Allegro ma non troppo”, con una
persona estúpida cualquier prevención es absolutamente imposible. Una criatura
estúpida te perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más
improbables y más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo,
cómo, y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo
estúpido, estarás completamente desarmado. Puesto que las acciones de una persona
estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente
el ataque nos coge por sorpresa. Incluso cuando se tiene conocimiento del ataque no es
posible organizar una defensa racional, porque el ataque en sí mismo carece de
cualquier tipo de estructura racional. Se lamentaba Goethe de que “no hay nada más
espantoso que la ignorancia en acción”.
En la Corte, los tontos, los necios, los estúpidos y demás ralea, abundan y medran.
Santo Tomás de Aquino ya realizó toda una tipología de estos personajes: asyneti3,
cataplex, credulus, fatuus, hebes4, idiota, imbecillis, inanis, incrassatus5, inexpertus,
insensatus, nescius, rusticus, stolidus, stultus, stupidus, tardus, turpis, vacuus y vecors6.
Impresionante, ¿no crees? Aunque ahora ya casi no se estudia el latín, me imagino que
habrás entendido casi todos los términos, pues de lo contrario, tal vez debas darte un
baño de cultura clásica que nunca te sobrará.
Baltasar Gracián entendía a los necios como “los desvanecidos, presuntuosos,
porfiados, caprichosos, persuadidos, extravagantes, figureros, graciosos, noveleros,
paradojas, sectarios y todo género de hombres destemplados; monstruos todos de la
impertinencia, por ello, son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo
parecen.” Ya desesperaba el emperador romano Marco Aurelio cuando se lamentaba
que “perseguir lo imposible es propio de locos; pero es imposible que los necios dejen
de hacer algunas necedades.” Aunque también debes considerar que un hombre de
ingenio a menudo se vería muy embarazado sin la compañía de los necios.
Advierte Carlo Cipolla que las personas no estúpidas siempre subestiman el poder de
causar daño de la gente estúpida. Constantemente se les olvida que en cualquier
momento, y bajo cualquier circunstancia, el asociarse con gente estúpida
[CONTINUA…]
3
Burro
Antónimo de agudeza
5 Grosería del intelecto o del corazón
6 Persona a quien le falta corazón para decidirse
4
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Capítulo X. Sobre cómo actuar cuándo tienes tus propios
cortesanos.
Es mas seguro andar en un campo de minas que vivir entre cortesanos. Tretas y
trampas cortesanas
Será lo más prudente que estés advertido del peligro, imaginándote que vives
rodeado de estafadores y entre serpientes venenosas cuyos colmillos están siempre
prestos al ataque. Así suelen ser los cortesanos. Son algunos de ellos tan astutos y
disimulados, que parece que ocultan los defectos de sus jefes, y sin embargo los acusan.
Hay otros que para encubrir su malicia y taparla con una especie de bondad, empiezan
por las alabanzas sobre alguien a quien quieren perjudicar. Al principio son de poca
importancia o no te puedan afectar. Y a partir de ahí, con gran disimulo, y fingiendo ser
amigos del que piensan que defenestres, pasan a descubrir los defectos que pueden
moverte a retirarle de su posición. Avisa Saavedra Fajardo que “peores son estos
amigos que alaban, que los enemigos que murmuran. Otros, para engañar más
cautamente, alaban en público y difaman en secreto.”
Otra maniobra de los cortesanos es poner tales alabanzas y lisonjas a su enemigo
para que te aconsejen ascenderlo o promocionarlo a un cargo donde se pierda y se afane
en mil tareas infructuosas o donde esté lejos de la Corte. El inteligente Cardenal
Richelieu colocó a su desdichado enemigo Cinq-Mars como confidente del Rey
sabiendo que secretamente el monarca le odiaba. A veces, las alabanzas sobre alguien
son simplemente para que sea envidiado por los demás cortesanos y así se granjee mas
enemigos. Y todo este proceso de calumnias y falsas alabanzas sobre alguien se puede
hacer por medio de alguien íntimo a ti, envenenando su mente para que a su vez haga lo
mismo contigo. Decía Alonso, Rey de Nápoles, oyendo a uno alabar mucho a su
enemigo: “Observad el arte de este hombre, y veréis cómo sus alabanzas son para
hacerle más daño”.
Medita que estas artes de sembrar discordias y procurar levantarse unos con la
caída de otros son muy usadas en las Cortes. Estando ya repartidos los premios, y no
pudiéndose introducir nuevas formas sin la corrupción de otras, se procuran por medio
de la calumnia. Otras veces es la envidia de unos cortesanos a otros la que consigue que
no estén en un puesto donde se puedan lucir, o que usando la infamia se pierda el
concepto que se tiene de ellos. Y cuando no se puede empañar la verdad, se valen de la
burla y del mote, con la excusa de una especie de amistad, para que desacreditado el
sujeto en asuntos livianos, se vaya minando su reputación y al fin se desmorone en lo
importante.
La más sutil de todas las argucias es saber fingir bien que caemos en las trampas
que nos tienden. Pero nunca es más fácil engañarnos que cuando estamos pensando en
engañar a los demás.
Brevedad en el cargo
No mantengas demasiado tiempo en el cargo a aquellos que de ti dependan. Por esto
Julio César redujo las prelaturas a un año y los consulados a dos. El emperador Carlos I
aconsejó a Felipe II que no se sirviese largo tiempo de un ministro en los cargos, y
[CONTINUA…]
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Capítulo XI. Sobre venturas y desventuras en la Corte
M
ás corazón es menester para sufrir la Corte, que para andar en la guerra.
La Bruyère cita que “la Cour est comme un édifice bâti de marbre, je
veux dire qu'elle est composée d'hommes fort durs, mais fort polis. Les
roues, les ressorts, les mouvements sont cachés, rien ne paraît d'une montre que son
aiguille, qui insensiblement s'avance et achève son tour; image du Courtisan d'autant
plus parfaite, qu'après avoir fait assez de chemin, il revient souvent au même point d'où
il est parti.”7
Ya sabes que la política consiste en el arte de crear problemas, afrontarlos de
forma incorrecta, aplicar las soluciones indebidas y, sobre todo, encontrar luego a quien
culpar del entuerto. Esto último es lo fundamental: encontrar un chivo expiatorio, de lo
contrario, estás perdido. También advertirás que, en este caso, lo que vale para la
política vale para casi todas las situaciones en que tendrás que desenvolverte.
Sólo tienes que fijarte a tu alrededor y observar cómo siempre hay quien se las
arregla para endosar a los demás los errores o los disparates que comete. Muy pronto
averiguarás que, en cualquier Corte, el orden natural está invertido y que allí la realidad
sólo se ve por su apariencia. Esto se debe a que, entre palaciegos, cortesanos y demás
ralea, se cree al necio más que al sabio, al adulador y lisonjero más que al capaz y al
pícaro más que al honrado. Advierte Epicteto de que “no te ofendas de que sienten a la
mesa a otro en mejor lugar que tú, ni de que le saluden primero o se tome su consejo y
no el tuyo, porque si estas cosas son buenas, te has de holgar de que le hayan sucedido y
si malas, no te debe pesar porque no te sucedan.”
La Corte y la verdad
Cita Antonio de Guevara que “en la Corte no hay cosa más rara de hallar y más
cara de comprar que es la verdad. En las Cortes de los príncipes y en las casas de los
grandes señores, de tres géneros de gentes hay mucha abundancia, es a saber: quien se
atreva a murmurar, quien sepa lisonjear y quien ose mentir. Al príncipe engáñanle los
lisonjeros; a los privados, los negociantes; a los señores, los mayordomos; a los ricos,
los truhanes; a los mozos, las mujeres; a los viejos, la codicia; a los prelados, los
parientes; a los clérigos, la avaricia; a los frailes, la libertad; a los presuntuosos, la
ambición; a los maliciosos, la pasión; a los agudos, la afección; a los prudentes, la
confianza; a los locos, la sospecha; y aun a todos juntos, la fortuna.”
No digas jamás la verdad sin pensarlo antes dos o mas veces. En la Corte, la verdad es
virtud bien rara. Sé extremadamente cuidadoso con ella. Y si no sabes decirla, más vale
que te la guardes. Si estás obligado a manifestarla, que será muy extraña situación, haz
que otro la diga por ti, o usa y abusa de metáforas, indirectas e insinuaciones.
[CONTINUA…]
7 La Corte es como un edificio hecho de mármol; quiero decir, que está compuesta de hombres muy duros
pero pulidos. Las ruedas, los resortes y los movimientos están ocultos; nada se muestra de un reloj más que su
manecilla, que avanza insensiblemente y cumple su vuelta: imagen del cortesano, y tanto más perfecta cuanto
que, después de haber andado largo camino, vuelve a menudo al punto de partida.
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Último consejo a modo de despedida
Contaba Esopo que un ratón campesino tenía por amigo a otro de la Corte, y lo
invitó a que fuese a comer a la campiña. [CONTINUA…]
Ten siempre presente lo que La Bruyère escribió hace mucho tiempo: “dentro de
cien años, el mundo seguirá existiendo: será el mismo teatro y los mismos decorados,
pero no serán los mismos actores. Tanto quien se regocija por alguna gracia recibida,
como quien se entristece o desespera por un defecto, habrán desaparecido de la escena.
Se acercan, en cambio, personas nuevas que representarán los mismos papeles en la
misma obra.”
Tal vez pronto estés saliendo de la escena y ya viene otro que va representar tu
mismo papel. No te preocupes, porque si aún no te habías dado cuenta, en la Corte todo
es ilusión, vana ilusión. Como la vida misma.
En Zaragoza, Reino de España, en noviembre del año dos mil y siete.
Vale.
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Acaba de leer un extracto de un libro virtual que cuando lo compre le llegará por correo
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Puede buscar y leer muchos libros de autoayuda y de cómo lograr el éxito, pero ninguno
le contará lo que en esta obra va a encontrar. Si cuando yo era mas joven hubiera tenido un libro
como éste, mi vida hubiera sido muy diferente. Está escrito con la experiencia de algunos
aciertos y muchos errores. Muchas otras personas ya lo han leído y bastantes me han agradecido
todo lo que ahí han aprendido. Y por supuesto, lo que ha cambiado su vida.
Ya me contará cuánto ha disfrutado con la lectura del libro completo. También puede
recomendar este libro a sus amistades. Imagine cómo aumentará su prestigio ante ellos...
Reciba un cordial saludo.
Carlos Martín Pérez
[email protected]
Otros títulos del autor:
36 estrategias chinas. Compendio de la sabiduría y de las estrategias de
la antigua y misteriosa civilización china. Cuando usted domine estas 36
estrategias, estará preparado para encontrar soluciones a cualquier tipo de
problema y será capaz de adaptarse a toda clase de circunstancias.
http://www.personal.able.es/cm.perez/36_estrategias_chinas.pdf
El Gran Juego. La vida es un gran juego: conozca las reglas, introdúzcase
en su tablero, y ¡a ganar! Hasta ahora, usted jugaba sin conocer las reglas;
quizás las intuía. Cuando las conozca y, por consiguiente, pueda
dominarlas, nada se le resistirá. Olvide los planteamientos morales y juegue
para ganar. Este libro contiene poca teoría y muchos conocimientos de
aplicación inmediata, abundantes ejemplos y enseñanzas.
http://www.personal.able.es/cm.perez/Extracto_de_EL_GRAN_JUEGO.pdf
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- Manual y espejo de cortesanos http://www.librosenred.com/ld/ddragon/
Estrategia y Mente. El código de El Gran Juego. Lo que aquí va a
leer es la sabiduría destilada en milenios de estrategias y conocimiento de la
mente humana. Seguir estas reglas no le asegurarán el éxito: ignorarlas le
garantizarán el fracaso.
http://www.personal.able.es/cm.perez/estrategiaymenteres.pdf
El Arte de la Ventaja. Manual práctico para sobrevivir con astucia en el
mundo. Lo que te han contado no es suficiente para triunfar: los
conocimientos de este libro se aplican de forma inmediata con resultados
excelentes.
http://www.personal.able.es/cm.perez/Extracto_de_EL_ARTE_DE_LA_VENTAJA.pdf
También en audiolibro en
http://personal.auna.com/cmartinperez/audiolibro/01_introduccion.mp3
- 17 -
MANUAL DE VIDA
Epicteto
www.upasika.com
MANUAL DE VIDA
Epicteto (35 d.C - 135 d.C.)
Versión de Sharon Lebell
Saber lo que puedes controlar y lo que no
La felicidad y la libertad comienzan con la clara
comprensión de un principio: algunas cosas están bajo
nuestro control y otras no. Sólo tras haber hecho frente
a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir
entre lo que podemos controlar y lo que no, serán
posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior.
Bajo control están las opiniones, las aspiraciones,
los deseos y las cosas que nos repelen. Estas áreas
constituyen con bastante exactitud nuestra preocupación,
porque están directamente sujetas a nuestra influencia.
Siempre tenemos la posibilidad de elegir los contenidos
y el carácter de nuestra vida interior.
Fuera de control, sin embargo, hay cosas como el tipo
de cuerpo que tenemos, el haber nacido en la riqueza
o el tener que hacernos ricos, la forma en que nos ven
los demás y nuestra posición en la sociedad. Debemos
recordar que estas cosas son externas y por ende no
constituyen nuestra preocupación. Intentar controlar o
cambiar lo que no podemos tiene como único resultado
el tormento.
Recordemos: las cosas sobre las que tenemos poder
están naturalmente a nuestra disposición, libres de toda
restricción o impedimento; pero las cosas que nuestro
poder no alcanza son debilidades, dependencias, o
vienen determinadas por el capricho y las acciones de
los demás.
Recordemos, también, que si pensamos que podemos
llevar las riendas de cosas que por naturaleza escapan
a nuestro control, o si intentamos adoptar los asuntos
de otros como propios, nuestros esfuerzos se verán
desbaratados y nos convertiremos en personas
frustradas, ansiosas y criticonas.
Ocúpate de tus propios asuntos
Presta atención únicamente a tus verdaderas
preocupaciones y da por sentado que lo que pertenece
a los demás es asunto suyo y no tuyo. Si obras así, serás
impermeable a la coacción y nadie te podrá retener.
Serás auténticamente libre y eficaz, pues darás buen
uso a tus esfuerzos en lugar de malgastarlos criticando
u oponiéndote a los demás.
Si conoces y prestas atención a tus verdaderas
preocupaciones, nada ni nadie te hará actuar contra
tu voluntad; los demás no podrán herirte, no ganarás
enemigos ni padecerás ningún mal.
Si tienes el propósito de vivir siguiendo estos principios,
recuerda que no será fácil: deberás renunciar por
completo a algunas cosas y posponer otras por ahora.
Es probable que debas privarte de la riqueza y el poder
si quieres asegurarte de alcanzar la felicidad y la
libertad.
Reconoce las meras apariencias
A partir de ahora debes ejercitarte en decirle a cualquier
cosa desagradable: «Eres sólo una apariencia y en
modo alguno lo que aparentas ser». Entonces considera
concienzudamente el asunto en cuestión de acuerdo con
los principios que acabamos de mencionar. En primer
lugar, ¿atañe esta apariencia a las cosas que están bajo
mi control o a las que no? Si atañe a cualquier cosa que
esté fuera de tu control, aprende a no preocuparte por
ella.
El deseo reclama ser satisfecho
Nuestros deseos y aversiones son soberanos veleidosos
que reclaman satisfacción. El deseo nos ordena correr
y coger lo que queremos. La aversión insiste en que
evitemos las cosas que nos repelen.
Es bastante común que nos decepcionemos cuando
no conseguimos lo que queremos y que nos aflijamos
cuando logramos lo que no queremos.
En cambio, si evitas sólo las cosas indeseables que
son contrarias a tu bienestar natural y que están bajo tu
control, nunca te verás envuelto en algo que no quieras
realmente. No obstante, si tratas de evitar fatalidades
como la enfermedad, la muerte o el infortunio, sobre los
cuales no tienes un control real, sufriréis tú y quienes
te rodean.
El deseo y la aversión, aunque poderosos, no son más
que hábitos. Y podemos ejercitarnos en tener mejores
hábitos. Restringe el hábito de verte rechazado por
todas esas cosas que escapan a tu control y céntrate, en
cambio, en las cosas nocivas que sí puedes combatir.
Haz todo lo que esté en tu mano para refrenar el
deseo. Pues si deseas algo que escapa a tu control,
seguramente acabarás decepcionado; mientras, estarás
descuidando las cosas que están bajo tu control y que
son merecedoras de deseo.
Por supuesto, hay ocasiones en las que por razones
prácticas debemos ir tras unas cosas y regir otras,
pero debemos hacerlo con elegancia, discernimiento v
flexibilidad.
Veamos las cosas tal como son en verdad
Las circunstancias no se presentan para satisfacer
nuestras expectativas. Las cosas suceden por sí mismas.
La gente se comporta tal como es. Aprovecha lo que
realmente obtienes.
Abre los ojos: tienes que ver las cosas tal como son y
así te ahorrarás el dolor de los falsos vínculos y de la
decepción evitable.
Piensa en lo que te deleita, las herramientas con las que
cuentas, las personas a quienes quieres. Pero recuerda
que tienen su propio carácter específico, el cual poco o
nada tiene que ver con la forma que tenemos de verlo.
A modo de ejercicio, piensa en la cosa más insignificante
a la que te sientas vinculado. Pongamos, por ejemplo,
que tienes una copa favorita.
Al fin y al cabo, no es más que una copa, de ahí que si
se rompe puedas soportarlo. A continuación toma una
cosa o una persona para con quien tus sentimientos y
pensamientos de apego sean más intensos.
Recuerda, por ejemplo, cuando abraces a tu hijo, a tu
marido, a tu esposa, que estás abrazando a un mortal.
Así, si uno de ellos muriera, podrías soportarlo con
entereza.
Cuando algo acontece, lo único que está en tu mano es
la actitud que tomas al respecto; tanto puedes aceptarlo
como tomarlo a mal.
Lo que en verdad nos espanta y desalienta no son
los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la
manera en que pensamos acerca de ellos. No son las
cosas lo que nos trastorna, sino nuestra interpretación
de su significado.
¡Deja de asustarte a ti mismo con ideas impetuosas, con
tus impresiones sobre el modo en que las cosas son!
Las cosas y las personas no son lo que deseamos que
sean ni lo que parecen ser. Son lo que son.
Armoniza tus actos con la vida tal como realmente es
No intentes establecer tus propias normas.
Compórtate siempre, en todos los asuntos, grandes y
públicos o pequeños y privados, de acuerdo con las
leyes de la naturaleza. La armonía entre tu voluntad y
la naturaleza debería ser tu ideal supremo.
¿Dónde practicar este ideal? En los pormenores de
la vida cotidiana, en las tareas y deberes personales.
Cuando lleves a cabo una tarea, como darte un baño,
hazlo tan bien como puedas, en armonía con la
naturaleza. Cuando comas, hazlo tan bien como puedas,
en armonía con la naturaleza, y así sucesivamente.
No se trata tanto de qué estás haciendo como de cómo lo
estás haciendo. Mientras comprendamos correctamente
este principio y vivamos con arreglo al mismo, aunque
surjan dificultades (pues también forman parte del
orden divino), la paz interior seguirá siendo posible.
Los acontecimientos no nos hacen daño, pero nuestra
visión de los mismos nos lo puede hacer
Las cosas, por sí mismas, no nos hacen daño ni nos
ponen trabas. Tampoco las demás personas. La forma
en que veamos las cosas es otro asunto. Son nuestras
actitudes y reacciones las que nos causan problemas.
Por consiguiente, ni siquiera la muerte tiene gran
importancia por sí misma. Es nuestro concepto de
la muerte, nuestra idea, lo que es terrible, lo que nos
aterroriza. Hay formas muy distintas de pensar sobre
la muerte. Examina a fondo tus conceptos sobre la
muerte y sobre todo lo demás. ¿Son realmente ciertos?
¿Te hacen algún bien? No temas a la muerte y al dolor;
teme al temor a la muerte y al dolor.
No podemos elegir nuestras circunstancias externas,
pero siempre podemos elegir la forma de reaccionar
ante ellas.
Ni vergüenza, ni culpa
Si lo que sentimos acerca de las cosas es lo que nos
atormenta, más que las cosas en sí mismas, resulta
absurdo culpar a los demás. Por consiguiente, cuando
sufrimos un revés, una molestia o una aflicción, no les
echemos la culpa a los demás, sino a nuestra propia
actitud. La gente mezquina suele reprochar a los demás
su propio infortunio. La mayoría de la gente se lo
reprocha a sí misma. Quienes se consagran a una vida
de sabiduría comprenden que el impulso de culpar a
algo o a alguien es una necedad, que nada se gana con
culpar, ya sea a los demás o a uno mismo.
Uno de los signos que anuncian el alborear del progreso
moral es la gradual extinción de la culpa. Vemos la
futilidad de la acusación. Cuanto más examinamos
nuestras actitudes y trabajamos sobre nosotros mismos,
menos susceptibles somos de ser barridos por reacciones
emocionales tormentosas en las que buscamos
explicaciones fáciles a sucesos espontáneos.
Las cosas son sencillamente lo que son. Los demás
que piensen lo que quieran; no es asunto nuestro. Ni
vergüenza, ni culpa.
Crea tu propio mérito
No dependas nunca de la admiración de los demás.
No tiene ningún valor. El mérito personal no puede
proceder de una fuente externa. No lo encontrarás en
las relaciones personales, ni en la estima de los demás.
Es cosa probada que las personas, incluso quienes te
quieren, no estarán necesariamente de acuerdo con tus
ideas, no te comprenderán ni compartirán tu entusiasmo.
¡Madura! ¡A quién le importa lo que los demás piensen
de ti!
Crea tu propio mérito.
El mérito personal no puede alcanzarse mediante la
relación con personas de gran excelencia. Te ha pido
encomendada una labor que debes llevar a cabo. Ponte
manos a la obra, hazlo lo mejor que puedas y prescinde
de quien pueda estar vigilándote.
Lleva a cabo un trabajo útil manteniéndote indiferente
al honor y a la admiración que tus esfuerzos puedan
suscitar en los demás. El mérito ajeno no existe.
Los triunfos y excelencias de los otros sólo a ellos
pertenecen. Asimismo, tus posesiones pueden ser
excelentes, pero tu persona no adquirirá excelencia a
través de ellas.
Piénsalo: ¿qué es realmente tuyo? El uso que haces de
las ideas, recursos y oportunidades que se te presentan.
¿Tienes libros? Léelos. Aprende de ellos. Aplica su
sabiduría. ¿Tienes conocimientos especializados?
Empléalos a fondo y a buen fin. ¿Tienes herramientas?
Sácalas de la caja y construye o repara cosas. ¿Tienes
una buena idea? Profundiza en ella y llévala a cabo.
Saca el mayor provecho de lo que tienes, de lo que es
realmente tuyo.
Puedes estar razonablemente a gusto y contento contigo
mismo si armonizas tus actos con la naturaleza mediante
el reconocimiento de lo que es en verdad tuyo.
Céntrate en tu deber principal
Hay un momento y un lugar para la diversión y el
entretenimiento, pero no deberías permitir nunca que
éstos pasaran por encima de tus auténticos propósitos.
Si vas de viaje y el barco echa el ancla en un puerto,
puedes bajar a tierra en busca de conchas o plantas.
Pero ten cuidado; estate atento a la llamada del capitán.
Presta atención al barco. Distraerse con fruslerías es
la cosa más fácil del mundo. En cuanto el capitán
llame a bordo, debes estar listo para abandonar dichas
distracciones y acudir prontamente, sin siquiera volver
la vista atrás.
Si eres anciano, no te alejes demasiado del barco o
tal vez no consigas presentarte a tiempo cuando te
llamen.
Acepta con calma los acontecimientos tal como
ocurren
No exijas que los acontecimientos sucedan como
deseas. Acéptalos tal como son realmente. Así te será
posible la paz.
Tu voluntad está siempre bajo tu poder
En verdad nada te detiene. Nada te retiene realmente,
puesto que tu voluntad está siempre bajo tu control.
La enfermedad puede desafiar a tu cuerpo. ¿Pero acaso
eres sólo cuerpo?
La cojera puede afectarte las piernas. Pero no eres
sólo piernas. Tu voluntad es mayor que tus piernas. Tu
voluntad no tiene por qué verse afectada por ningún
incidente, a no ser que tú lo permitas. Recuérdalo cada
vez que te ocurra algo.
Utiliza plenamente lo que te sucede
Cada dificultad con la que tropezamos en la vida nos
ofrece la oportunidad de volvernos hacia dentro e
invocar a nuestros recursos íntimos. Las pruebas que
soportamos pueden y deben darnos a conocer nuestra
fuerza.
La gente prudente mira más allá del incidente e intenta
crearse el hábito de sacarle provecho.
Con ocasión de un suceso accidental, no debes limitarte
a reaccionar a la buena de Dios: recuerda que debes
volverte hacia dentro y preguntarte con qué recursos
cuentas para hacerle frente. Profundiza. Posees fuerzas
que a lo mejor aún no conoces. Encuentra la más
apropiada. Utilízala.
Si tropiezas con una persona atractiva, el dominio de
ti mismo será el recurso necesario; ante el dolor o la
debilidad, el aguante; ante los insultos, la paciencia.
A medida que pase el tiempo y vayas consolidando el
hábito de emparejar el recurso íntimo más apropiado a
cada incidente, dejarás de tender a dejarte llevar por las
apariencias de la vida. Dejarás de sentirte abrumado
con tanta frecuencia.
Ocúpate de lo que tienes, no hay nada que perder
En verdad nada nos puede ser arrebatado. No hay nada
que perder. La paz interior comienza cuando dejamos
de decir, a propósito de las cosas, «lo he perdido», y en
su lugar decimos «ha regresado al lugar de donde vino».
¿Ha muerto tu hijo? Él o ella ha regresado al lugar de
donde vino. ¿Tu marido o tu esposa han muerto? Él
o ella ha regresado al lugar de donde vino. ¿Te han
arrebatado posesiones y propiedades? Éstas también
han regresado al lugar del que vinieron.
Tal vez estás enfadado porque una mala persona
ha robado tus pertenencias. ¿Pero por qué debería
preocuparte quién devuelve tus cosas al mundo que te
las dio?
Lo importante es ser muy cuidadoso con las cosas que
tienes mientras el mundo te permite tenerlas, tal como
un viajero cuida de su habitación en una posada.
La buena vida es la vida de la serenidad interior
El signo más claro de una vida superior es la serenidad.
El progreso moral tiene como resultado liberarse de la
confusión interior. Puedes dejar de preocuparte por
esto y aquello.
Si buscas una vida superior, absténte de emplear pautas
de pensamiento habituales como éstas: «Si no trabajo
más duramente, nunca me ganaré bien la vida, nadie
me tomará en consideración, seré un don nadie» o
«si no critico a mi jefe, se aprovechará de mi buena
voluntad».
Es mucho mejor morir de hambre libre de pesares
y temores que vivir en la abundancia acosado por
la preocupación, el pavor, el recelo y el deseo
desenfrenado.
Emprende en seguida un programa de autodominio.
Pero empieza con modestia, por esas pequeñas cosas
que te molestan. ¿Tu hijo ha derramado algo? ¿No
encuentras la cartera? Debes decirte a ti mismo: «Hacer
frente con calma a este inconveniente es el precio que
pago por mi serenidad interior, por verme libre de toda
perturbación; nadie consigue algo a cambio de nada».
Cuando llamas a tu hijo, debes estar preparado para
que no te responda, y si lo hace, tal vez no haga lo que
le pides. En tal caso, tu inquietud en nada le ayuda.
Tu hijo no debería tener la facultad de causarte ningún
trastorno.
No prestes ninguna atención a las cosas que no te
atañen
El progreso espiritual nos exige hacer hincapié en
lo esencial y hacer caso omiso de todo lo demás,
ya que sólo se trata de trivialidades que no merecen
nuestra atención. Además, en verdad es bueno que nos
consideren estúpidos e ingenuos en relación
con los asuntos que no nos atañen. No te preocupes
por la impresión que causes en los demás. Están
deslumbrados y engañados por las apariencias. Sé fiel
a tu objetivo. Sólo así reforzarás tu voluntad y darás
coherencia a tu vida.
Absténte de intentar granjearte la aprobación y la
admiración de los demás. Tu camino va más arriba. No
anheles que te consideren sofisticado, único o sabio. De
hecho, debes recelar cuando los demás te vean como
alguien especial. Ponte en guardia contra la presunción
y la vanidad.
Mantener la voluntad en armonía con la verdad y
preocuparse de lo que escapa al propio control son
acciones que se excluyen mutuamente. Cuando estés
absorto en una, descuidarás la otra.
Conforma tus deseos y expectativas a la realidad
Para bien o para mal, la vida y la naturaleza se rigen
por leyes que no podemos cambiar. Cuanto antes lo
aceptemos, más tranquilos estaremos. Serías un necio si
desearas que tus hijos o tu esposa vivieran para siempre.
Son mortales, igual que tú, y la ley de la mortalidad
está completamente fuera de tu alcance.
De modo semejante, es estúpido desear que un patrono,
un pariente o un amigo no tengan tacha. Ello supondría
controlar cosas que en verdad no podemos controlar.
Bajo nuestro control está que no nos decepcione el
deseo si nos ocupamos del mismo de acuerdo con los
hechos, en lugar de dejarnos llevar por él. En el fondo
estamos controlados por aquello que otorga o suprime
lo que buscamos o evitamos. Si lo que buscas es la
libertad, no desees ni rehúyas nada que dependa de los
demás, o siempre serás un esclavo desvalido.
Comprende en qué consiste realmente la libertad y cómo
se alcanza. La libertad no es el derecho o la capacidad
de hacer lo que te venga en gana. La libertad viene de
comprender los límites de tu propio poder y los límites
naturales establecidos por la divina providencia. Al
aceptar las limitaciones y las inevitabilidades de la
vida y trabajar con ellas en lugar de combatirlas, nos
hacemos libres. Si, por el contrario, sucumbimos ante el
deseo pasajero por cosas que escapan a nuestro control,
perdemos la libertad.
Tómate la vida como si de un banquete se tratara
Piensa en la vida como si se tratara de un banquete en
el que te comportases con cortesía. Cuando te pasen
las bandejas, extiende la mano y sírvete una porción
moderada. Si una fuente te pasa de largo, disfruta de
lo que tienes en el plato. Y si un manjar aún no te ha
sido ofrecido, espera pacientemente a que te llegue el
turno.
Mantén esta misma actitud de educada moderación
y gratitud con los hijos, la esposa, la profesión y las
finanzas. No hay ninguna necesidad de ansiar, envidiar
o apropiarse de nada. Obtendrás la porción justa cuando
llegue el momento.
Las vidas de Diógenes y Heráclito fueron modelos
impecables del seguimiento de estos principios.
Propónte seguir su valioso ejemplo.
Evita adoptar los puntos de vista negativos de los
demás
Los puntos de vista y los problemas de los demás pueden
ser contagiosos. No cometas sabotaje contra ti mismo
inconscientemente adoptando actitudes negativas e
improductivas fruto de tu trato con terceros.
Si te encuentras con un amigo descorazonado, un
pariente afligido o un colega que ha sufrido un revés
de fortuna, procura no verte superado por el aparente
infortunio. Acuérdate de discriminar entre los hechos
en sí y la interpretación de los mismos. Recuérdate
esto: «Lo que hace daño a esta persona no es el suceso
en sí mismo, puesto que otra persona podría no sentirse
en absoluto oprimida por la misma situación. Lo que
está haciéndole daño es la respuesta que él o ella ha
adoptado sin ningún sentido crítico.»
Contribuir a dar rienda suelta a obstinados sentimientos
negativos no constituye una demostración de
amabilidad o amistad para con las personas por quienes
nos interesamos. Seremos de mucha más utilidad,
tanto para los demás como para nosotros mismos, si
permanecemos al margen y evitamos las reacciones
melodramáticas.
Con todo, si te encuentras conversando con alguien
que está deprimido, lastimado o frustrado, muestra
amabilidad y escúchale con compasión, pero no
permitas que termine por desanimarte a ti también.
Interpreta siempre bien el papel que te han
asignado
Somos como los actores de una obra. La voluntad divina
nos ha asignado papeles en la vida sin consultarnos
nada. Algunos de nosotros actuaremos en un drama
breve; otros, en uno largo. Puede que nos asignen el
papel de pobre, de tullido, de distinguida celebridad,
de dirigente o el de ciudadano normal y corriente.
Aunque no podemos controlar el papel que se nos
asigna, nuestro afán debe ser interpretar el papel
asignado tan bien como sea posible y abstenernos de
quejarnos del mismo. Sea donde fuere y en cualesquiera
circunstancias, ofrece una actuación impecable. Si
tienes que leer, lee; si tienes que ser escritor, escribe.
Todo sucede por una buena razón
Dime lo que piensas y te diré quién eres. Evita
supersticiones que te lleven a conferir a los
acontecimientos unos poderes o significados de los que
carecen. No pierdas la cabeza. Nuestras ajetreadas mentes
siempre andan sacando conclusiones, manufacturando
e interpretando signos que no existen.
Piensa, en cambio, que todo lo que te sucede, sucede
por algún bien. Que si has decidido ser feliz, eres feliz.
Todo acontecimiento conlleva algún beneficio para ti;
basta con que lo busques.
La felicidad sólo puede hallarse en el interior
La libertad es la única meta que merece la pena en la vida.
Se consigue prescindiendo de las cosas que escapan a
nuestro control. No podemos tener un corazón alegre
si nuestras mentes son un afligido caldero de temor y
ambición.
¿Quieres ser invencible? Entonces no entables combate
con aquello sobre lo que no tienes un control real.
La felicidad depende de tres cosas, y las tres están
bajo tu poder: la voluntad, las ideas respecto a los
acontecimientos en los que estás envuelto y el uso que
hagas de esas ideas.
La auténtica felicidad siempre es independiente de las
circunstancias externas. Practica la indiferencia para
con las circunstancias externas. La felicidad sólo puede
hallarse dentro.
Con cuánta facilidad nos deslumbran y nos engañan
la elocuencia, los cargos, los títulos, los honores, las
posesiones, la ropa cara o un porte afable.
No cometas el error de dar por sentado que las
celebridades, los personajes públicos, los líderes
políticos, los ricos o quienes poseen grandes dotes
intelectuales o artísticas son necesariamente felices.
Hacerlo es dejarse desconcertar por las apariencias y
sólo hará que dudes de ti mismo.
Recuerda: la esencia real de la bondad sólo se halla entre
las cosas que están bajo tu control. Si no olvidas esta
premisa, no te encontrarás en falso sintiendo envidia
o desolación, comparando lamentablemente tus logros
con los de los demás.
Deja de aspirar a ser otro que tú mismo, pues esto está
bajo tu control.
Nadie puede hacerte daño
La gente no tiene la facultad de hacerte daño. Incluso si
te denigran a voz en grito o te golpean, si te insultan, tuya
es la decisión de considerar si lo que está ocurriendo es
insultante o no. Cuando alguien te irrita, lo único que
te está irritando es tu propia
respuesta. Por consiguiente, cuando te parezca que
alguien te está provocando, recuerda que lo único
que te provoca es tu propio juicio del incidente. No
permitas que tus emociones se enciendan ante meras
apariencias.
Intenta no limitarte a reaccionar al instante. Toma
distancia de la situación a fin de tener una perspectiva
más amplia. Sosiégate.
El progreso espiritual pasa por hacer frente a la
muerte y a las calamidades
En lugar de apartar la vista de los acontecimientos
dolorosos de la vida, míralos de frente y piensa en ellos
a menudo. Al hacer frente a las realidades de la muerte,
la enfermedad, la pérdida y la decepción, te liberas
de falsas ilusiones y esperanzas, al tiempo que evitas
pensamientos desdichados y envidiosos.
Inculca en tu mente los ideales que debes abrigar
Manténte unido a lo que es espiritualmente superior,
prescindiendo de lo que hacen y dicen los demás. Sé
fiel a tus verdaderas aspiraciones pase lo que pase a tu
alrededor.
Quienes busquen una vida en la prudencia serán
objeto de burla
Quienes buscan una vida superior en la prudencia,
quienes aspiran a vivir fieles a sus principios espirituales,
deben estar preparados para ser objeto de burla y
condena.
Muchas personas que bajan progresivamente el
listón de sus aspiraciones personales en un intento de
ganar aceptación social y más comodidad en la vida
terminan amargamente resentidos con quienes tienen
inclinaciones filosóficas y se niegan a comprometer
sus ideales espirituales en su búsqueda por mejorarse
a sí mismos. Nunca vivas en función de estas almas
desdichadas. Compadécete de ellas al tiempo que te
mantienes firme en lo que tú sabes que es bueno.
Cuando inicies tu programa de progreso espiritual, es
probable que las personas que te rodean se mofen de ti
y te acusen de arrogancia.
Tu cometido es comportarte con humildad y ser
consecuente con tus ideales morales. Aférrate a lo que
en el fondo de tu corazón sabes que está bien. Así, si
eres constante, las mismas personas que se burlaban de
ti terminarán por admirarte.
Pero si permites que las opiniones malintencionadas
te hagan titubear en tus propósitos, incurrirás en una
doble falta.
Querer agradar a los demás es una trampa
peligrosa
Cuando intentamos agradar a los demás, nos encontramos
mal dirigidos hacia lo que está fuera de nuestra área
de influencia. Al hacerlo perdemos el dominio sobre el
propósito de nuestra vida.
Confórmate con ser un amante de la prudencia, un
buscador de la verdad. Regresa una y otra vez a lo que
es esencial y valioso.
No trates de parecer sabio a los ojos de los demás. Si
quieres llevar una vida en la prudencia, vívela en tus
términos y con tus propios ojos.
El carácter importa más que la reputación
La preocupación y el temor son una pérdida de tiempo
y no suponen un buen ejemplo. Esto es especialmente
cierto en lo concerniente a tu reputación e influencia.
¿Por qué vivir con temor a cosas como si obtendrás
reconocimiento público en tu profesión o comunidad,
o si conseguirás las oportunidades y gratificaciones que
otros consiguen?
No te preocupes por cuestiones como «La gente no tiene
una buena opinión de mí, soy un don nadie». Incluso
si tu reputación fuera una cuestión de importancia, no
eres responsable de lo que los demás piensan de ti. ¿Qué
diferencia real supone para tu carácter y bienestar que
goces de una posición ventajosa o que te inviten a fiestas
elegantes? Ninguna. Entonces, ¿qué descrédito puede
haber en no ser un agente del poder ni una celebridad?
¿Y por qué deberías preocuparte de si eres un don nadie
cuando lo que importa es ser alguien en las áreas de la
vida sobre las que tienes control y en las cuales puedes
marcar una diferencia real?
«Pero sin poder y reputación no podré ayudar a mis
amigos», podrías decir. Es cierto que no les darás
acceso al dinero ni a los pasillos del poder. ¿Pero acaso
alguien espera realmente este tipo de ayuda de ti y no
de algún otro? ¿Cómo pueden esperar que des algo
que no tienes? «Aun así, sería estupendo tener poder
y dinero para compartirlos con mis amigos». Si puedo
hacerme rico y poderoso conservando mi honor, la
lealtad a la familia, los amigos, los principios y el amor
propio, dime cómo se hace y lo haré. Pero si tengo que
sacrificar mi integridad personal, es estúpido y ridículo
que me sigas animando. Por otra parte, si tuvieras que
elegir entre una determinada cantidad de dinero o tener
un amigo leal y honorable, ¿con qué te quedarías? Es
mejor que me ayudes a ser una buena persona en lugar
de incitarme a hacer cosas que amenazan a mi buen
carácter.
«Bueno, ¿y qué hay de mis obligaciones para con
la patria?» ¿Qué quieres decir? ¿Acaso te refieres a
efectuar grandes donativos a instituciones benéficas o
a levantar exorbitantes edificios, acaso se trata de eso?
Un obrero metalúrgico no hace zapatos y un zapatero
no fabrica armas. Basta con que cada cual haga bien
lo que tiene que hacer. «¿Y qué pasa si hay alguien
más que hace lo mismo que yo?» No pasa nada, no
por ello tu contribución será menos valiosa. «Pero, ¿y
mi posición en la sociedad?», preguntas. Cualquier
posición que puedas mantener conservando el honor
y la fidelidad a tus obligaciones está bien. Pero si tu
deseo de contribuir en la sociedad compromete tu
responsabilidad moral, ¿cómo puedes servir a tus
conciudadanos si te has convertido en un irresponsable
sinvergüenza?
Más vale ser una buena persona y cumplir con tus
obligaciones que tener renombre y poder.
Todo tiene un precio
¿Alguien disfruta de privilegios, oportunidades u
honores que tú deseas? Si los privilegios que han
conseguido son buenos, deléitate con el goce de quien
los posee. Es su momento de prosperidad. Si los
privilegios son malos, no debe preocuparte que no te
pertenezcan.
Recuerda: nunca obtendrás las mismas recompensas
que los demás si no empleas los mismos métodos e
inviertes el mismo tiempo que ellos. No es razonable
pensar que podemos obtener una recompensa si no
estamos dispuestos a pagar su precio. La persona que
«gana» en algo no tiene ninguna ventaja real sobre ti,
puesto que tuvo que pagar el precio de la recompensa.
Siempre está en nuestras manos decidir si queremos
pagar o no el precio de las recompensas de la vida. Y
con frecuencia nos conviene más no pagarlo, pues dicho
precio podría comprar nuestra integridad. Podríamos
vernos forzados a ensalzar a alguien por quien no
sentimos ningún respeto.
Haz tuya la voluntad de la naturaleza
Descubre la voluntad de la naturaleza. Estúdiala,
préstale atención y hazla tuya.
La voluntad de la naturaleza nos es revelada mediante
experiencias comunes a todos. Por ejemplo, si el hijo
de un vecino rompe un tazón o algo por el estilo,
decimos de buen grado: «Estas cosas pasan». Cuando
el tazón que se rompa sea el tuyo, deberías responder
de la misma forma en que lo haces cuando se rompe un
tazón ajeno.
Traslada esta premisa a asuntos de mayor importancia
emocional y material. ¿Que muere el hijo, la esposa u
otro ser querido de otra persona? En tales circunstancias,
cualquiera puede decir: «Es el ciclo de la vida. La muerte
tarde o temprano llega. Hay cosas inevitables».
Pero cuando quien muere es nuestro hijo o nuestro amor,
tendemos a exclamar: «¡Ay de mí! ¡Qué desgraciado
soy!»
mismo a otra persona. Transfiere ese sentimiento a
tus circunstancias actuales. Aprende a aceptar los
acontecimientos, incluso la muerte, con inteligencia.
El dominio de uno mismo es el objetivo al que la
voluntad divina desea que aspiremos
El mal no reside de forma natural en el mundo, en
los acontecimientos ni en las personas. El mal es
consecuencia del descuido, la pereza o la distracción:
aparece cuando perdemos de vista el verdadero
propósito de nuestra vida.
Cuando recordamos que el propósito es el progreso
espiritual, volvemos a esforzarnos en dar lo mejor de
nosotros mismos. Así es como se alcanza la felicidad.
Valora tu mente, aprecia tu razón, mantente fiel a
tu propósito
No entregues tu mente.
Si alguien pretendiera ofrecer tu cuerpo a cualquier
transeúnte sin darle mayor importancia, naturalmente
te pondrías furioso.
Entonces, ¿por qué no tienes ningún pudor en prestar
tu valiosa mente a cualquier persona que desee
influenciarte? Piénsalo dos veces antes de entregar
tu mente a alguien que puede injuriarte, dejándote
confundido y trastornado.
Considera lo que viene en primer lugar, luego lo que
le sigue, y entonces actúa
Cultiva el hábito de estudiar y examinar una acción
futura antes de emprenderla. Antes de obrar, retrocede
para tener una visión más amplia, para no actuar a la
ligera obedeciendo a un impulso. De
termina lo que sucede primero, considera adónde
conduce y entonces actúa de acuerdo con lo que hayas
aprendido.
Cuando actuamos sin prudencia, podemos iniciar una
tarea con gran entusiasmo; luego, cuando aparecen
consecuencias imprevistas o indeseadas, nos retiramos
vergonzosamente y llenos de pesar: «Habría hecho
esto; podría haber hecho lo otro; debería haberlo hecho
de otro modo».
Supongamos que quieres conseguir una medalla en
los Juegos Olímpicos. Eso está muy bien, pero debes
tomar en consideración en qué te estás involucrando.
¿Qué conlleva un deseo como este? ¿Qué es lo primero
que debes hacer? ¿Y luego? ¿Qué te van a exigir? ¿Y
qué se deriva de ello? Esta línea de acción, ¿te será
realmente beneficiosa? Si lo es, adelante.
Si deseas ganar en los Juegos Olímpicos, para prepararte
como es debido tendrás que seguir un programa estricto
que te llevará al límite de tu resistencia. Tendrás
que someterte a normas muy exigentes, seguir una
dieta adecuada, olvidarte de los dulces y los postres,
entrenar concienzudamente y con regularidad haga
frío o calor, y dejar de beber. Tendrás que obedecer las
instrucciones de tu entrenador como si fueran las de
un médico. Luego, una vez que ya estés compitiendo,
hay bastantes posibilidades de que te tiren a la cuneta.
Puedes lastimarte un brazo, torcerte el tobillo, caer de
bruces al barro; y tras pasar por todo esto, puede que
fracases.
Después de contemplar todas estas posibilidades,
prestando atención a todas las cosas que pueden suceder
y a sus consecuencias, si tu resolución se mantiene
firme, debes ejercitar tu juicio. Si en conjunto sigues
pensando que te conviene, participa en los Juegos, y
hazlo de todo corazón.
Al ver las cosas con perspectiva estableces la diferencia
entre tú mismo y el diletante, la persona que juega a
cualquier cosa mientras resulte cómodo o interesante.
No es esa una postura noble. Piensa detenidamente en
las cosas y comprométete de pleno. De otro modo serás
como un niño que a veces se figura que es un luchador,
otras un soldado, otras un músico y otras el actor de
una tragedia.
A no ser que nos entreguemos por completo a nuestros
esfuerzos, seremos personas vacías y superficiales y
nunca desarrollaremos nuestros talentos naturales.
Todos hemos conocido personas que, cual monos, imitan
cualquier cosa que parezca novedosa y llamativa en un
momento dado. Pero poco después su entusiasmo y su
esfuerzo decaen; abandonan sus proyectos en cuanto
les resultan demasiado familiares o exigentes.
Un espíritu poco entusiasta no tiene ningún poder. Los
esfuerzos vacilantes conducen a resultados vacilantes.
La gente suele lanzarse a una empresa de cabeza y
sin reflexionar. Tal vez se encuentren con una figura
ejemplar como Eufrates y reciban inspiración para
superarse a sí mismos. Está muy bien actuar así, pero
antes debes examinar la verdadera naturaleza de tus
aspiraciones y medirlas con tus capacidades.
Sé sincero contigo mismo. Valora claramente tus fuerzas
y debilidades. ¿Tienes lo necesario para competir?
Para ser un luchador, por ejemplo, se requiere una
extraordinaria fuerza en los hombros, la espalda y los
muslos. ¿Tienes la habilidad y la agilidad físicas para
estar entre los mejores de esta disciplina? Una cosa es
desear ser un campeón y hacer algo con destreza; otra es
serlo realmente y hacerlo con una habilidad consumada.
Cada cual está hecho para una cosa distinta.
Así como se precisan determinadas capacidades para
tener éxito en un campo específico, también se requieren
ciertos sacrificios. Si anhelas llegar a ser diestro en el
arte de vivir con prudencia, ¿crees que puedes comer y
beber en exceso? ¿Crees que puedes seguir sucumbiendo
a la ira y a tus hábitos de frustración e infelicidad? No.
Si la auténtica sabiduría es tu objetivo y eres sincero,
tendrás que trabajar contigo mismo. Tendrás que superar
muchos antojos nocivos y muchos actos reflejos.
Tendrás que reconsiderar con quién tratas. ¿Merecen
la pena tus amigos y compañeros? ¿Contribuye su
influencia (sus hábitos, valores y comportamiento) a
elevarte o más bien refuerza tu dejadez ante los hábitos
de los que quieres desprenderte? La vida de la sabiduría,
como cualquier otra cosa, tiene un precio. Siguiéndola
puedes ser objeto de burla e incluso acabar por llevarte
la peor parte en todos los aspectos de la vida pública,
con inclusión de la profesión, la posición social y la
posición legal ante los tribunales.
Una vez que has examinado como es debido todos los
detalles que conlleva el esfuerzo por disfrutar de una
vida superior, aventúrate con el mayor encono posible.
Realiza los sacrificios necesarios que constituyen el
precio del más valioso de los objetivos: la libertad, la
ecuanimidad y la tranquilidad. No obstante, si al valorar
tu temple te das cuenta de que no estás capacitado
o dispuesto, libérate del engaño y toma un camino
distinto, más realista.
Si intentas ser algo que no eres o te esfuerzas en conseguir
algo que está más allá de tus posibilidades, terminarás
como un patético diletante que habrá intentado primero
ser un hombre prudente, luego un burócrata, luego un
político y luego un dirigente municipal. Estos papeles
no son coherentes. No puedes emprender el vuelo en
infinitas direcciones, por más atractivas que sean, y al
mismo tiempo vivir de forma íntegra y fructífera.
Sólo puedes ser una persona, ya sea buena o mala. Tienes
dos elecciones básicas. O te dispones a desarrollar la
razón, siendo fiel a la verdad, o ansías bienes externos.
La elección es única y exclusivamente tuya. Puedes
emplear tus cualidades en un
trabajo interior o perderte en lo exterior, o lo que es lo
mismo, ser una persona prudente, o seguir las trilladas
sendas de la mediocridad.
Las relaciones con los demás nos revelan nuestros
deberes
No eres una entidad aislada, sino una parte única e
irreemplazable del cosmos. No lo olvides. Eres una
pieza esencial del rompecabezas de la humanidad.
Todos formamos parte de una comunidad humana
vasta, intrincada y perfectamente ordenada. ¿Mas
dónde encajas en esta telaraña de humanidad? ¿A quién
le estás obligado?
Busca cuáles son y comprende tus relaciones con las
demás personas. Al reconocer las relaciones naturales
e identificar los deberes definimos nuestra situación en
el esquema cósmico. Los deberes resultan naturalmente
de relaciones tan fundamentales como la familia, el
vecindario, el lugar de trabajo y el estado o la nación.
Debes adquirir el hábito de examinar regularmente tus
funciones (padre, hijo, vecino, ciudadano, líder) y los
deberes naturales que conllevan. Una vez que sepas
quién eres y a quién estás vinculado, sabrás lo que
tienes que hacer.
Si un hombre es tu padre, por ejemplo, deberás
satisfacer determinadas exigencias emocionales y
prácticas. El hecho de que sea tu padre implica un
vínculo fundamental y duradero entre vosotros dos. Por
naturaleza estás obligado a cuidar de él, a escuchar su
consejo, a tener paciencia con sus opiniones y respetar
sus indicaciones.
Sin embargo, supongamos que no es un buen padre. Tal
vez sea necio, ignorante, grosero o sostenga opiniones
muy distintas de las tuyas. ¿Acaso la naturaleza le da a
cada uno el padre ideal, o siquiera un padre? Cuando se
trata del deber fundamental como hijo o hija, el carácter,
la personalidad y los hábitos de tu padre, sean cuales
sean, son secundarios. El orden divino no diseña las
personas ni las circunstancias a nuestro gusto. Tanto si
te resulta agradable como si no, ese hombre es, al fin y
al cabo, tu padre, y debes cumplir con tus obligaciones
filiales.
Supongamos que tienes un hermano o una hermana
que te trata mal. ¿Qué más da? Sigue existiendo el
imperativo moral de reconocer y mantener tus deberes
fundamentales para con él o ella. No te centres en lo que
él o ella hace, sino en seguir tu elevado propósito. Tu
propósito debería buscar la armonía con la naturaleza.
Pues éste es el verdadero camino hacia la libertad.
Deja que los demás actúen como quieran; de todos
modos eso escapa a tu control y por consiguiente no te
concierne. Comprende que la naturaleza en conjunto
está ordenada de acuerdo con la razón, pero que no
todo en la naturaleza es razonable.
Cuando pones empeño en llevar a cabo acciones
propias de una persona sabia y prudente, intentando
conformar tus intenciones y actos a la voluntad divina,
no te sientes víctima de las palabras o las acciones de
los demás. En el peor de los casos, esas palabras y
acciones te parecerán divertidas o lamentables.
Salvo en el caso de malos tratos físicos extremos,
los demás no pueden hacerte daño, a no ser que se lo
permitas. Y esto sigue siendo cierto aunque la persona
en cuestión sea tu padre, hermano, hermana, maestro
o patrono. No consientas que te hagan daño y no te lo
harán. Sobre esta elección sí tienes control.
La mayor parte de la gente tiende a engañarse a sí
misma pensando que la libertad consiste en hacer lo
que te hace sentir bien o lo que favorece el bienestar
y la tranquilidad. Lo cierto es que quien subordina la
razónala sensación del momento, de hecho es esclavo
de sus deseos y aversiones. Está mal preparado para
actuar con eficacia y nobleza cuando se presentan
desafíos inesperados, cosa que inevitablemente se da.
La auténtica libertad exige mucho de nosotros. Sólo
si descubrimos y comprendemos nuestras relaciones
fundamentales y cumplimos con entusiasmo con
nuestro deber, la verdadera felicidad, a la que todo el
mundo aspira, será efectivamente posible.
La esencia de la fidelidad
La esencia de la fidelidad reside ante todo en sostener
opiniones y actitudes correctas con respecto a lo
absoluto. Recuerda que el orden divino es inteligente
y fundamentalmente bueno. La vida no es una serie
de episodios fortuitos y sin sentido, sino un todo
ordenado y elegante que obedece a leyes en el fondo
comprensibles.
La voluntad divina existe y dirige el universo con
justicia y bondad. Aunque no siempre lo parezca
—si nos limitamos a ver la superficie de las cosas—,
el universo en el que vivimos es el mejor universo
posible.
Toma la resolución de esperar justicia, bondad y orden,
y se te irán revelando progresivamente en todos tus
asuntos. Confía en que existe una inteligencia divina
cuyas intenciones dirigen el universo. Haz que tu
objetivo supremo sea gobernar tu vida de acuerdo con
la voluntad del orden divino.
Cuando te esfuerces en conformar tus intenciones
y acciones al orden divino, no te sentirás acosado,
indefenso, confundido o resentido ante las circunstancias
de tu vida. Te sentirás fuerte, decidido y seguro.
La fidelidad no es creencia a ciegas; consiste en
practicar con constancia el principio de rehuir las
cosas que no están bajo nuestro control, dejando
que se resuelvan de acuerdo con el sistema natural
de responsabilidades. Deja de intentar anticiparte o
controlar los acontecimientos. Acéptalos, en cambio,
con gracia e inteligencia.
Es imposible mantenerse fiel a un propósito ordenado
si tiendes a imaginarte que las cosas que escapan a tu
poder son inherentemente buenas o malas. Cuando esto
sucede, se establece sin más el hábito de culpar a los
factores externos por nuestra suerte en la vida, y nos
perdemos en una espiral negativa de envidia, discordia,
disgusto, ira y reproche. Pues por naturaleza todas las
criaturas rechazan las cosas que les harán daño y buscan
y admiran las que parecen buenas y provechosas.
El segundo aspecto de la fidelidad es la importancia
de observar prudentemente las costumbres de nuestra
familia, nuestro país y nuestra comunidad local.
Participa en los rituales de tu comunidad con el corazón
puro, sin avaricia ni extravagancia. Haciéndolo, te
unes al orden espiritual de tu pueblo y favoreces las
aspiraciones esenciales de la humanidad.
La fidelidad es el antídoto de la amargura y la confusión
y nos confiere la convicción de estar preparados para
cualquier cosa que la voluntad divina nos destine.
Debemos aspirar a ver el mundo como un todo integral,
inclinar fielmente todo nuestro ser hacia el bien supremo
y adoptar la voluntad de la naturaleza como si fuera la
propia.
Los acontecimientos son, por si mismos, impersonales
e indiferentes
Cuando contemples el futuro, recuerda que todas las
situaciones se desenvuelven del modo en que lo hacen
sin tener en cuenta cómo nos hacen sentir. Nuestras
esperanzas y temores ejercen influencia en nosotros,
no en los acontecimientos.
Las personas indisciplinadas, llevadas por sus antipatías
y simpatías personales, siempre andan en busca de
signos para construir o reforzar sus irreflexivos puntos
de vista y opiniones. Mas los acontecimientos, por
sí mismos, son impersonales, aunque las personas
juiciosas sin duda pueden y deben responder a dichos
acontecimientos de forma provechosa.
En lugar de personalizar una situación («es mi triunfo»,
«fue su metedura de pata» o «es mi amargo infortunio»)
y sacar conclusiones mordaces sobre ti mismo o la
naturaleza humana, busca el modo de hacer un buen
uso de ciertos aspectos del acontecimiento. ¿Hay algún
beneficio, no evidente, encerrado en ese acontecimiento,
que un ojo ejercitado pueda discernir? Presta atención;
sé un detective. Tal vez extraigas una lección que
podrás aplicar a un caso similar en el futuro.
En ningún acontecimiento, por horrible que parezca,
no hay nada que nos impida buscar esa oportunidad
escondida. No hacerlo supone un fallo de la
imaginación. Pero buscar la oportunidad en ocasiones
requiere armarse de mucho valor, pues la mayor parte
de la gente que te rodea persistirá en interpretar los
acontecimientos en los términos más groseros: éxito
o fracaso, bueno o malo, bien o mal. Estas categorías
simplistas y polarizadas eclipsan otras interpretaciones
más relativas (y útiles) de acontecimientos que son
mucho más ventajosos e interesantes.
El hombre prudente sabe que es infructuoso proyectar las
propias esperanzas y temores en el futuro. Hacerlo sólo
conduce a elaborar representaciones melodramáticas
mentales y a perder el tiempo.
Paralelamente, uno no debería mostrar una aquiescencia
pasiva ante el futuro y lo que éste encierra. Limitarse a no
hacer nada no evita el riesgo, sino que lo acrecienta.
Hay un momento para planear con prudencia y hacer
provisiones para las situaciones venideras. Prepararse
como es debido para el futuro consiste en adoptar
buenos hábitos personales. Esto se hace persiguiendo
activamente el bien en todos los aspectos de la vida
cotidiana y examinando regularmente las razones que
te mueven, para asegurarte de que están libres de las
trabas del miedo, la avaricia y la pereza. Si lo haces,
los acontecimientos externos dejarán de zarandearte.
Ejercita tus intenciones en lugar de engañarte a ti mismo
pensando que puedes manipular los acontecimientos
externos. Si la oración o la meditación te sirven de
ayuda, practícalas. Pero el consejo divino búscalo
solamente cuando la aplicación de tu propia razón no
produzca ninguna respuesta, cuando hayas agotado los
demás medios.
¿Qué es un acontecimiento «bueno»? ¿Qué es un
acontecimiento «malo»? ¡Tales cosas no existen! ¿Qué
es una buena persona? La que alcanza la tranquilidad
tras adoptar el hábito de preguntarse en toda ocasión
«¿qué es lo correcto?».
No reprimas nunca un impulso generoso
Lleva a cabo todos tus impulsos generosos. No los
cuestiones, especialmente si un amigo te necesita;
actúa en su nombre. ¡No dudes!
No te entretengas con especulaciones sobre los posibles
problemas o peligros. Mientras dejes que la razón te
muestre el camino, estarás a salvo.
Tu deber es estar dispuesto a prestar ayuda a tus amigos
en los momentos de apuro.
Define claramente la persona que quieres ser
¿Quién quieres ser exactamente? ¿Qué clase de persona
quieres ser? ¿Cuáles son tus ideales personales? ¿A
quién admiras? ¿Cuáles de sus rasgos característicos te
gustaría hacer tuyos?
Ya va siendo hora de dejar de ser un vago. Si deseas
convertirte en una persona extraordinaria, si quieres ser
sabio, tienes que identificar explícitamente el tipo de
persona que quieres ser. Si llevas un diario, escribe lo
que estás intentando ser, de modo que puedas utilizar
esa autodefinición como referencia. Describe con
precisión la conducta que quieres adoptar, de forma
que puedas observarla tanto cuando estés a solas como
con más gente.
Habla sólo con buena intención
Se presta mucha atención a la importancia moral de los
actos y sus consecuencias. Quienes aspiran a una vida
superior también llegan a comprender el con frecuencia
ignorado poder moral de las palabras.
Uno de los signos más claros de vida moral es hablar
correctamente. Perfeccionar el modo de hablar es una
de las piedras angulares de todo programa espiritual
que se precie.
Ante todo, piensa antes de hablar para asegurarte de
que hablas con buena intención. Irse de la lengua es
una falta de respeto hacia los demás. Descubrirte a la
ligera es una falta de respeto a ti mismo. Mucha gente
se siente obligada a expresar cualquier sentimiento,
pensamiento o impresión que tenga. Vierten al azar el
contenido de su mente indiferentes a las consecuencias.
Esto es peligroso tanto en sentido práctico como
moral. Si cotilleamos sobre cada una de las ideas que
se nos ocurren, sean grandes o pequeñas, podemos
desperdiciar fácilmente, en el trivial curso de una charla
huera, ideas que tienen verdaderas cualidades.
Hablar desenfrenadamente es como ir dando bandazos
en un vehículo sin control destinado a caer en la
cuneta.
En caso de necesidad, manténte callado o habla con
moderación. El habla en sí misma no es buena ni
mala, pero se emplea tan a menudo con negligencia,
que debes ponerte en guardia. La charla frívola es una
charla hiriente; además, es impropio ser un charlatán.
Entra en discusión cuando una ocasión social o
profesional así lo requiera, pero sé cauto y asegúrate
de que el espíritu y el propósito de la conversación,
así como su contenido, siguen mereciendo la pena.
La cháchara es seductora. No te dejes atrapar por sus
garras.
No es preciso limitarse a temas elevados o filosóficos
todo el tiempo, pero ten cuidado de que el parloteo
común que pasa por ser una discusión que vale la pena
no tenga efectos corrosivos sobre tu elevado propósito.
Cuando decimos tonterías sobre cosas triviales, nosotros
mismos nos volvemos triviales, pues la atención queda
absorta en trivialidades. Nos convertimos en aquello a
lo que prestamos atención.
Nos volvemos mezquinos cuando entablamos una
conversación sobre terceros. En especial, evita acusar,
alabar o comparar a la gente.
Si te das cuenta de que la conversación en la que estás
inmerso decae hacia la palabrería, intenta, siempre
que sea posible, conducirla de nuevo, sutilmente,
hacia temas más constructivos. No obstante, si te
encuentras entre extraños indiferentes, puedes limitarte
a permanecer callado.
Conserva el buen humor y disfruta de unas carcajadas
cuando sea apropiado, pero evita la risa floja de cantina
que suele degenerar en vulgaridad o malevolencia.
Ríete con, pero nunca de.
Siempre que puedas, evita hacer promesas ociosas.
Apártate de los entretenimientos populares
Casi todo lo que se acepta como legítimo entretenimiento
es inferior o ridículo y sólo atiende o explota las
debilidades de la gente. Procura no formar parte de la
multitud que se entrega a semejantes pasatiempos. La
vida es demasiado corta y tienes cosas importantes que
hacer. Sé juicioso con las imágenes e ideas que permites
en tu mente. Si no eliges tú mismo a qué pensamientos
e imágenes te expones, lo hará algún otro, y sus
motivos pueden no ser los más elevados. Lo más fácil
de este mundo es deslizarse imperceptiblemente hacia
la vulgaridad. Pero no es necesario que esto suceda si
tomas la determinación de no desperdiciar tu tiempo y
tu atención en tonterías.
Cuidado con las compañías
Al margen de lo que los demás pretendan, puede que en
realidad no vivan siguiendo valores espirituales. Vigila
con quién te relacionas. Imitar los hábitos de quienes
tratamos es humano. Sin advertirlo, adoptamos sus
intereses, opiniones, valores y manera de interpretar los
acontecimientos. Hay mucha gente que, aun con buena
intención, sigue teniendo una influencia perjudicial
sobre ti porque no sabe distinguir entre lo que merece
la pena y lo que no.
El mero hecho de que la gente sea amable contigo no
significa que debas pasar el tiempo con ellos. Que te
busquen y se interesen por ti v tus asuntos no quiere
decir que debas relacionarte con ellos. Sé selectivo a la
hora de hacer nuevos amigos, colegas y vecinos. Todas
esas personas pueden tener efectos sobre tu destino.
El mundo está lleno de semejantes agradables y con
talento. La clave es asociarse sólo con personas que
te eleven, cuya presencia saque lo mejor de ti mismo.
Pero recuerda que la influencia
moral es una calle de doble dirección, y por eso
debemos asegurarnos de que nuestros pensamientos,
palabras y actos constituyan una influencia positiva en
aquellos con quienes tratamos. La verdadera prueba
de la excelencia personal radica en la atención que
prestamos a los pequeños detalles de la conducta, la
cual con tanta frecuencia descuidamos.
Debemos preguntarnos regularmente: «¿Cómo son
los pensamientos, palabras y actos que afectan a mis
amigos, mi esposa, mi vecino, mi hijo, mi patrono, mis
subordinados, mis conciudadanos? ¿Estoy poniendo
algo de mi parte para contribuir al progreso espiritual
de todos aquellos con quienes estoy en contacto?»
Haz tuya la empresa de sacar lo mejor de los demás
predicando con el ejemplo.
Cuida tu cuerpo, pero no hagas alarde del mismo
Respeta las necesidades de tu cuerpo. Prodígale los
mejores cuidados para promover su salud y bienestar.
Dale absolutamente todo lo que necesite, con
inclusión de comida y bebida saludables, ropa digna y
un hogar cálido y confortable. Sin embargo, no utilices
tu cuerpo como una ocasión para la exhibición o el
lujo.
Absténte de defender tu reputación o tus intenciones
No tengas miedo de los insultos ni de las críticas.
Sólo los moralmente débiles se sienten obligados a
defenderse o explicarse ante los demás. Deja que la
calidad de tus actos hable en tu nombre. No podemos
controlar la impresión que los demás se forman de
nosotros, y esforzarse por hacerlo sólo degrada el
carácter.
Así pues, si alguien te dice que una persona determinada
te ha estado criticando, no te molestes en excusarte o
defenderte. Limítate a sonreír y responde: «Supongo
que esa persona no conoce mis demás defectos. De no
ser así no habría mencionado sólo esos».
Compórtate con dignidad
Estés donde estés, compórtate siempre como si fueras
una persona distinguida.
Aunque el comportamiento de mucha gente viene
dictado por lo que sucede a su alrededor, tú manténte
fiel a un nivel superior. Procura evitar las fiestas o
juegos donde el jolgorio y la juerga irreflexivos son la
norma. Si te encuentras en un acontecimiento público,
permanece arraigado en tus propósitos e ideales.
Materializa tus ideales personales emulando a
personajes ejemplares
Una de las mejores maneras de elevar el carácter de
inmediato consiste en encontrar personajes ejemplares
que valga la pena emular. Si tienes la oportunidad
de conocer a una persona importante, no te pongas
nervioso. Invoca las características de la gente que
admiras más, adopta sus modales, su forma de hablar y
su comportamiento como si fueran tuyos. No hay nada
falso en ello. Todos llevamos dentro las semillas de la
grandeza, pero necesitamos una imagen como punto
de referencia para que puedan brotar. Paralelamente,
el hecho de conocer a una persona de gran mérito no
significa que debas atemorizarte más de la cuenta. Las
personas sólo son personas, a pesar de su talento o
influencia.
Ejercita la discreción al conversar
La presunción no es el estilo del auténtico filósofo.
Nadie disfruta con la compañía de un fanfarrón. Por
consiguiente, no agobies a los demás con entusiastas
relatos sobre tus hazañas. A nadie le importan mucho
tus batallas y aventuras, y si te las consienten durante
un rato es por mera educación. Hablar con frecuencia
y en exceso de los propios logros resulta cansado y
pretencioso.
No es preciso que seas el payaso de la clase. Ni tampoco
necesitas recurrir a otros métodos poco delicados para
convencer a los demás de que eres listo, sofisticado o
afable.
La charla agresiva, fácil u ostentosa debe evitarse a
toda costa. Pues disminuye la estima que te profesan
tus conocidos.
Mucha gente aliña su discurso con obscenidades en un
intento por dar fuerza e intensidad a lo que dicen o
para incomodar a los demás. Niégate a seguir dichas
conversaciones. Cuando la gente que te rodea empieza
a hablar de forma insustancial e indecente, si puedes,
vete, o cuanto menos guarda silencio y deja que la
seriedad de tu mirada muestre que te ofende lo grosero
de su lenguaje.
Prefiere la satisfacción duradera a la gratificación
inmediata
Deja que la razón sea suprema.
Incúlcate el hábito de la deliberación.
Practica el arte de probar si las cosas son efectivamente
buenas o no. Aprende a esperar y a evaluar en lugar de
reaccionar siempre obedeciendo a un instinto inexperto.
La espontaneidad no es una virtud por sí misma.
Si te seduce la promesa de un placer cualquiera, da un
paso atrás y concédete algo de tiempo antes de ir a por
él sin pensarlo. Desapasiónate y dale un
par de vueltas al asunto: ¿este placer me proporcionará
un deleite momentáneo o una satisfacción real y
duradera? La calidad de vida y el tipo de persona en
que nos convertimos cambian sustancialmente cuando
aprendemos a distinguir entre las emociones baratas y
las recompensas significativas y duraderas.
Si al considerar con calma el placer en cuestión te
das cuenta de que en caso de abandonarte al mismo
te arrepentirás, absténte y disfruta del dominio sobre
tu persona. Refuerza el triunfo de tu carácter y te
fortalecerás.
Adopta una actitud firme
Después de deliberar y determinar que una línea de
acción es acertada, jamás pongas en duda tu juicio.
Apoya tu decisión. Cabe la posibilidad de que haya
gente que malinterprete tus intenciones y pueden
llegar a censurarte. Pero si a tu juicio estás actuando
correctamente, no tienes nada que temer. Adopta una
actitud firme. No seas cobarde y evasivo.
La cortesía y la lógica tienen cada una su lugar
El decoro y la lógica son cosas distintas y cada una
tiene una aplicación apropiada.
La proposición «o es blanco o es negro» funciona muy
bien en un razonamiento disyuntivo, pero no tanto
en una conversación entre amigos. Asimismo, en un
banquete tal vez tenga sentido servirse la porción de
comida más grande si se está realmente hambriento,
pero hacerlo es de mala educación.
Cuando compartas la mesa con otras personas, presta
atención no sólo a lo mucho que tu cuerpo aprecia
las delicadezas que te son ofrecidas, sino también
a la importancia que tienen los buenos modales y el
refinamiento personal.
El dominio de sí mismo depende de la honestidad
con uno mismo
Ante todo debes saber quién eres y de qué eres capaz.
Así como nada grandioso se crea en un instante, lo
mismo sucede con el perfeccionamiento de nuestros
talentos y aptitudes. Siempre estamos aprendiendo,
siempre estamos creciendo. Lo correcto es aceptar los
desafíos. Así es como se progresa hacia el siguiente
nivel de desarrollo intelectual, físico o moral. Con todo,
no te hagas ilusiones: si intentas ser algo o alguien que
no eres, empequeñeces a tu verdadero yo y terminas
por no desarrollarte en campos donde podrías destacar
de forma natural.
En el orden divino cada uno tiene su vocación. Descubre
la tuya y síguela fielmente.
Protege la razón
Igual que cuando caminas procuras no pisar un clavo
ni torcerte el tobillo, deberías poner sumo cuidado en
no deteriorar bajo ningún concepto la facultad suprema
de la mente. La vida virtuosa depende ante todo de la
razón. Si proteges a la razón, ella te protegerá.
Observa prudencia y moderación
Mediante la vigilancia podemos anticipar la tendencia
al exceso. Las posesiones de una persona deberían ser
proporcionales a las necesidades de su cuerpo, tal como
el zapato calza al pie.
Sin una preparación moral, podemos vernos inducidos
al exceso. En el caso de los zapatos, por ejemplo, mucha
gente siente la tentación de comprar zapatos selectos
y exóticos cuando lo que en realidad necesita es un
calzado confortable y duradero de su número.
Una vez que caemos, aunque sólo sea un poco, en la
falta de moderación, adquirimos impulso y podemos
perdernos en los caprichos.
La decencia y la belleza interior son más valiosas
que la apariencia
Las mujeres cargan con el peso de la atención que
se presta a que tengan un aspecto agradable. Desde
su primera juventud, los hombres las halagan o son
evaluadas sólo en términos de su apariencia externa.
Desgraciadamente, esto puede conducir a que una
mujer se sienta adecuada sólo para dar placer a los
hombres, y sus verdaderos dones interiores se atrofian
tristemente. Puede sentirse obligada a emplear mucho
tiempo y esfuerzos en realzar su belleza exterior y
deformar su ser natural para gustar a los demás.
Lamentablemente, mucha gente, tanto hombres como
mujeres, ponen todo el énfasis en controlar el aspecto
físico y la impresión que causan en los demás.
Quienes buscan la sabiduría llegan a comprender que
aunque el mundo nos otorgue recompensas por razones
erróneas o superficiales, tales como el aspecto físico,
la familia de la que procedemos, y así sucesivamente,
lo que realmente importa es quiénes somos en nuestro
fuero interno y en quién nos estamos convirtiendo.
La razón es más importante que el cuerpo
Quienes carecen de preparación moral invierten una
desmesurada cantidad de tiempo en sus cuerpos.
Realiza tus funciones animales incidentemente. Debes
prestar la mayor atención al cuidado y desarrollo de la
razón. Pues mediante la razón se llegan a comprender
las leves de la naturaleza.
Los malos tratos son fruto de las falsas
impresiones
Si alguien te falta al respeto o habla mal de ti, recuerda
que él o ella lo hace teniendo la impresión de que es
correcto hacerlo.
Es poco realista esperar que esa persona te vea como
te ves tú mismo. Quien saca conclusiones que se
fundamentan en falsas impresiones es quien resulta
herido, más que tú, puesto que es esa persona quien va
descaminada. Cuando alguien interpreta una proposición
verdadera como si fuera falsa, la proposición en sí no
resulta herida; la persona que sostiene el punto de vista
equivocado es quien sale defraudada y, por consiguiente,
perjudicada. Una vez que hayas comprendido esto con
toda claridad, será más difícil que te sientas insultado
por los demás, aunque te injurien. Puedes decirte a ti
mismo: «A esta persona le parece esto, pero no es más
que su impresión».
Todo tiene dos asas
Todas las cosas tienen dos asas: una con la que se
pueden llevar, otra con la que no.
Si, por ejemplo, tu hermano o hermana te trata mal, no
captes la situación por el asa del dolor o la injusticia,
o no serás capaz de soportarla y te amargarás. Haz lo
contrario. Capta la situación por el asa de los vínculos
familiares. En otras palabras, céntrate en el hecho de
que se trata de tu hermano o de tu hermana, de que
habéis crecido juntos y, por consiguiente, os une un lazo
duradero e irrompible. Al contemplar la situación de
este modo, la comprendes correctamente v mantienes
el equilibrio.
El pensamiento claro es vital
La vida prudente está regida por la razón. Es importante
aprender a pensar con claridad. El pensamiento claro
no es una empresa azarosa. Exige una preparación
adecuada. Mediante un pensamiento claro somos
capaces de dirigir la voluntad, ser fieles a nuestro
auténtico propósito y descubrir los vínculos que nos
unen a los demás y los deberes que resultan de dichas
relaciones. Todos deberíamos aprender a identificar el
pensamiento sensiblero y falaz. Estudia la legitimidad de
las inferencias, de forma que evites sacar conclusiones
sin fundamento.
Por ejemplo, he aquí unos casos de falsa lógica: «Soy
más rico que tú; por consiguiente, soy mejor que tú».
Nos encontramos continuamente ante afirmaciones tan
absurdas como ésta, pero son una falacia absoluta. La
inferencia válida que podría sacarse es ésta: «Soy más
rico que tú; por consiguiente, tengo más posesiones o
dinero que tú».
Otro ejemplo: «Hablo de forma más persuasiva que tú;
por consiguiente, soy mejor que tú». De aquí sólo se
puede concluir: «Hablo de forma más persuasiva que
tú; por consiguiente, mis discursos tienen más efecto
que los tuyos».
Pero recuerda: el carácter nada tiene que ver con las
propiedades o los discursos persuasivos.
Dedica tiempo a estudiar asiduamente el pensamiento
claro y no te encontrarás con los ojos vendados. Una
sólida formación lógica y las reglas de la discusión
eficiente te serán de gran ayuda.
Llamemos a las cosas por su nombre
Cuando llamamos a las cosas por su nombre, las
comprendemos correctamente, sin añadir juicios o
información por nuestra cuenta. ¿Que alguien se ducha
deprisa? No digamos que se lava poco, sino deprisa.
Nombremos la situación tal como es; no la filtremos
por nuestros juicios.
¿Que alguien bebe mucho vino’ No digas que es un
borracho, sino que bebe mucho. A no ser que estés
perfectamente al corriente de su vida, -cómo sabes que
es un borracho’
No te arriesgues a dejarte seducir por las apariencias
para construir teorías e interpretaciones basadas
en deformaciones que son fruto de dar un nombre
equivocado a las cosas. Da tu consentimiento sólo a lo
que sea efectivamente cierto.
La prudencia se manifiesta actuando, no hablando
No te presentes como persona prudente ni discutas
tus aspiraciones espirituales con gentes que no las
apreciarán. Muestra tu carácter y tu compromiso con
la nobleza personal mediante tus actos.
Si deseas poner a prueba tu resistencia, hazlo por ti
mismo, no por los demás
No estés henchido de orgullo si eres capaz de cubrir
tus necesidades con un coste muy pequeño. La primera
tarea de quien quiere vivir con prudencia es liberarse
de los límites del ensimismamiento.
Piensa en cuánto más frugales que nosotros son los
pobres, cuánto mejor hacen frente a las dificultades. Si
quieres desarrollar tu capacidad para vivir con sencillez,
hazlo por ti mismo, hazlo quedamente, y no lo hagas
para impresionar a los demás.
La prudencia depende de la vigilancia personal
La mayor parte de la gente no se da cuenta de que tanto
la ayuda como el perjuicio vienen de nuestro interior.
En cambio miran a lo externo, hipnotizados por las
apariencias.
La gente prudente, por otra parte, se percata de que
somos la fuente de cuanto nos es bueno o malo. Por
consiguiente, no recurre a culpar y acusar a los demás.
No se siente empujada a convencer a nadie de que es
respetable, especial o distinguida.
Cuando alguien prudente se enfrenta a un reto, se mira
a sí mismo; cuando recibe alabanzas, sonríe para sí,
impasible; cuando es objeto de calumnias, no siente
necesidad de defender su nombre.
Pero se ocupa de sus actos con vigilancia, pensando
que todo está bien, aunque no perfectamente seguro.
Armoniza sus deseos con la vida tal como es y trata
de evitar solamente las cosas que le impedirían ejercer
su voluntad correctamente. Ejercita la moderación en
todos sus asuntos. Y parecer ignorante o simple, no es
algo que le concierna. Sabe que sólo tiene que vigilarse
a sí mismo y a la dirección de sus deseos.
Vivir la prudencia es más importante que ser
versado en ella
Si alguien intenta impresionarte afirmando que
comprende los escritos e ideas de grandes pensadores
como Crisipo, recuerda que lo importante no es ser capaz
de hablar con fluidez de temas abstrusos. Lo esencial
es comprender la naturaleza y alinear las intenciones
y actos con la forma de ser de las cosas. Quien
verdaderamente comprende los escritos de Crisipo o
los preceptos de cualquier mente privilegiada es quien
realmente aplica las enseñanzas del filósofo. Hay una
gran diferencia entre decir y hacer cosas valiosas.
No otorgues demasiado peso específico a la mera
erudición. Fíjate en el ejemplo de las personas cuyos
actos son coherentes con los principios que profesan.
Aprende a aplicar principios generales a casos
concretos de acuerdo con la naturaleza
La vida prudente empieza por aprender cómo poner
en práctica principios como «no hay que mentir». El
segundo paso consiste en demostrar la verdad de esos
principios, como las razones por las que no hay que
mentir. El tercer paso, que conecta los dos primeros,
es indicar por qué las explicaciones bastan para
justificar los principios. Aunque el segundo y el tercer
paso son valiosos, el primero es el más importante.
Pues es demasiado fácil y habitual mentir mientras
demostramos ingeniosamente que mentir está mal.
Empieza a vivir tus ideales
Ha llegado el momento de que te tomes en serio vivir tus
ideales. Una vez que hayas determinado los principios
espirituales a los que quieres servir de ejemplo, acata
esas reglas como si fueran leyes, como si en efecto
fuera pecaminoso incumplirlas.
No debe importarte que los demás no compartan tus
convicciones. ¿Cuánto más tiempo vas a ser capaz de
postergar a quien realmente quieres ser? Tu yo más
noble no puede seguir esperando.
Pon en práctica tus principios, ahora. Basta de excusas
y dilaciones. ¡Esta es tu vida! Ya no eres un niño.
Cuanto antes emprendas tu programa espiritual, más
feliz serás. Cuanto más esperes, más vulnerable serás
ante la mediocridad y te sentirás lleno de vergüenza y
arrepentimiento, porque sabes que eres capaz de más.
A partir de ahora, promete que dejarás de defraudarte
a ti mismo. Sepárate de la multitud. Decide ser
extraordinario y haz lo que tengas que hacer. Ahora.
Las Claves
de la
Argumentación
Anthony
Weston
Las Claves de la Argumentación
Anthony Weston
Titulo original: A Rulebook for Arguments
Traducción de
JORGE F. MALEM SERÁ
l.a edición: enero 1994 l.a reimpresión: noviembre 1994
2.a reimpresión: julio 1996
a
3. reimpresión: septiembre 1997
4.a reimpresión: septiembre 1998
5.a reimpresión: julio 1999
6.a reimpresión: enero 2001
© 1987 by Avatar Books of Cambridge
Derechos exclusivos de edición en español
reservados para todo el mundo
y propiedad de la traducción:
© 1994 y 2001: Editorial Ariel, S. A.
Córcega, 270 08008 Barcelona
ISBN: 843441113X
Deposito legal: B. 160 2001
Impreso en España
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico,
de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
SUMARIO
Prefacio
Nota a la segunda edición Introducción
I. La composición de un argumento corto Algunas regias generales
II. Argumentos mediante ejemplos
III. Argumentos por analogía
IV. Argumentos de autoridad
V. Argumentos acerca de las causas
VI. VI. Argumentos deductivos
VII. La composición de un ensayo basado en argumentos
A. Explorar la cuestión
VIII. La composición de un ensayo basado en argumentos
B. Los puntos principales de un ensayo
IX. La composición de un ensayo basado en argumentos
C. Escribir el ensayo
X. Falacias
Apéndice. Definición
Para estudios adicionales
Índice
PREFACIO
Este libro es una breve introducción al arte de escribir y evaluar argumentos. Trata sólo lo
esencial. Descubrí que, a menudo, estudiantes y escritores no necesitan extensas explicaciones
introductorias, sino tan sólo una lista de recordatorios y de reglas. Por tanto, a diferencia de la
mayoría de los libros de texto acerca de como armar un argumento, es decir, de «16gica
informal», este libro se estructura alrededor de reglas específicas, ilustradas y explicadas de una
manera correcta, pero, sobre todo, breve. No es un libro de texto, es un libro que estudia las
reglas de la argumentación.
Descubrí que también los profesores quieren a veces recomendar un libro de reglas
semejante, un manual que los estudiantes puedan consultar y comprender por sí mismos, y que,
por lo tanto, no interfiera en las horas de clase. En este caso, una vez más es importante aquí ser
breve —la cuestión es ayudar a los estudiantes a escribir un articulo o a evaluar un argumento—
pero las reglas deben ser expuestas con la suficiente explicación para que el profesor pueda
dirigirse a los estudiantes, simplemente, haciendo referencia a la «regla 13» o a la «regla 23», en
vez de escribir una explicación completa en los márgenes de los trabajos de cada estudiante.
Breve pero autosuficiente, esta es la fina línea que he tratado de seguir.
Este libro de reglas también puede ser utilizado en un curso dedicado expresamente a la
argumentación. Necesitara ser completado con ejercicios y con más ejemplos, pero existen
muchos textos ya disponibles que están constituidos en su mayor parte o en su totalidad por tales
ejercicios y ejemplos. Estos textos, sin embargo, también necesitan ser complementados,
justamente, con lo que ofrece este libro de reglas: reglas simples para construir buenos
argumentos. Muchos estudiantes salen de los cursos de «16gica informal» sabiendo tan sólo
como rebatir (o al menos intentar rebatir) las falacias seleccionadas. A menudo son incapaces de
explicar que es lo que esta realmente mal, o de presentar un argumento propio. La lógica informal
tiene más por ofrecer, este libro es un intento de sugerir como hacerlo.
Se agradecen los comentarios y las criticas.
ANTHONY WESTON
Agosto de 1986
NOTA
La petición más común entre los lectores de la primera edición de este libro fue la de que se
adhiera un capítulo sobre las definiciones. Tal capítulo se incluye ahora como Apéndice. Espero
que algunas pequeñas correcciones mejoraran la claridad de conjunto y la utilidad del texto,
Quiero dar las gracias a los muchos lectores de este libro que dedicaron su tiempo para responder
a la primera edición con sugerencias y aprobación.
A.W.
Marzo de 1992
INTRODUCCIÓN
¿Por que argumentar?
Algunas personas piensan que argumentar es, simplemente, exponer sus prejuicios bajo una
nueva forma. Por ello, muchas personas también piensan que los argumentos son desagradables e
inútiles. Una definición de «argumento» tomada de un diccionario es «disputa». En este sentido,
a veces decimos que dos personas «tienen un argumento»: una discusión verbal. Esto es algo muy
común. Pero no representa lo que realmente son los argumentos.
En este libro, «dar un argumento» significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en
apoyo de una conclusión. Aquí, un argumento no es simplemente la afirmación de ciertas
opiniones, ni se trata simplemente de una disputa. Los argumentos son intentos de apoyar ciertas
opiniones con razones. En este sentido, los argumentos no son inútiles, son, en efecto, esenciales.
El argumento es esencial, en primer lugar, porque es una manera de tratar de informarse
acerca de que opiniones son mejores que otras. No todos los puntos de vista son iguales. Algunas
conclusiones pueden apoyarse en buenas razones, otras tienen un sustento mucho más débil. Pero
a menudo, desconocemos cual es cual. Tenemos que dar argumentos en favor de las diferentes
conclusiones y luego valorarlos para considerar cuan fuertes son realmente.
En este sentido, un argumento es un medio para indagar. Algunos filósofos y activistas
han argüido, por ejemplo, que la «industria de la cría» de animales para producir carne causa
inmensos sufrimientos a los animales, y es, por lo tanto, injustificada e inmoral. ¿Tienen razón?
Usted no puede decidirlo consultando sus prejuicios, ya que están involucradas muchas
cuestiones. ¿Tenemos obligaciones morales hacia otras especies, por ejemplo, o sólo el
sufrimiento humano es realmente malo? ¿En que medida podemos vivir bien los seres humanos
sin comer carne? Algunos vegetarianos han vivido hasta edades muy avanzadas, ¿muestra esto
que las dietas vegetarianas son más saludables? ¿O es un dato irrelevante considerando que
algunos no vegetarianos también han vivido hasta edades muy avanzadas? (Usted puede realizar
algún progreso preguntando si un porcentaje más alto de vegetarianos vive más años.) ¿O es que
las personas más sanas tienden a ser vegetarianas, o a la inversa? Todas estas preguntas necesitan
ser consideradas cuidadosamente, y las respuestas no son claras de antemano.
Argumentar es importante también por otra razón. Una vez que hemos llegado a una
conclusión bien sustentada en razones, la explicamos y la defendemos mediante argumentos. Un
buen argumento no es una mera reiteración de las conclusiones. En su lugar, ofrece razones y
pruebas, de tal manera que otras personas puedan formarse sus propias opiniones por sí mismas.
Si usted llega a la convicción de que esta claro que debemos cambiar la manera de criar y de usar
a los animales, por ejemplo, debe usar argumentos para explicar como llego a su conclusión, de
ese modo convencerá a otros. Ofrezca las razones y pruebas que a usted le convenzan. No es un
error tener opiniones. El error es no tener nada más.
Comprender los ensayos basados en argumentos
Las reglas que rigen los argumentos, entonces, no son arbitrarias: tienen un propósito
especifico. Pero los estudiantes (al igual que otros escritores) no siempre comprenden ese
propósito cuando por primera vez se les asigna la realización de un ensayo escrito basado en
argumentos; y si no se entiende una tarea, es poco probable que se realice correctamente. Muchos
estudiantes, invitados a argumentar en favor de sus opiniones respecto a determinada cuestión,
transcriben elaboradas afirmaciones de sus opiniones, pero no ofrecen ninguna autentica razón
para pensar que sus propias opiniones son las correctas. Escriben un ensayo, pero no un ensayo
basado en argumentos.
Este es un error natural. En el bachillerato, se pone el acento en el aprendizaje de cuestiones
que son totalmente claras e incontrovertidas. Usted no necesita argumentar que la Constitución
de los Estados Unidos establece las tres ramas del gobierno, o que Shakespeare escribió Macbeth.
Estos son hechos que usted necesita tan sólo dominar, y que en sus trabajos escritos sólo necesita
exponer.
Los estudiantes llegan a la universidad esperando más de lo mismo. Pero muchos cursos de
la universidad, especialmente aquellos en los que se asignan trabajos escritos, tienen un objetivo
diferente. Estos cursos se interesan por los fundamentos de nuestras creencias y exigen de los
estudiantes que cuestionen sus propias creencias, y que sometan a prueba y defiendan sus propios
puntos de vista. Las cuestiones que se discuten en los cursos de las universidades no son a
menudo aquellas cuestiones tan claras y seguras. Si, la Constitución establece tres ramas de
gobierno, pero, ¿debe tener la Corte Suprema, realmente, el poder de veto sobre las otras dos? Si,
Shakespeare escribió Macbeth, pero ¿cual es el sentido de este drama? Razones y pruebas pueden
darse para diferentes respuestas. En estos cursos los estudiantes tienen la tarea de aprender a
pensar por sí mismos, a formar sus propias opiniones de una manera responsable. La capacidad
para defender sus propias opiniones es una medida de esta capacidad, y, por ello, los ensayos
basados en argumentos son tan importantes.
En efecto, como explicare en los capítulos VIII − X, para escribir un buen ensayo basado en
argumentos usted debe usar argumentos tanto como un medio para indagar, como para explicar y
defender sus propias conclusiones. Debe presentar el trabajo examinando los argumentos de sus
contrincantes y luego debe escribir el ensayo mismo como un argumento defendiendo sus propias
conclusiones con argumentos y valorando críticamente algunos de los argumentos de la parte
contraria.
La estructura del libro
Este libro comienza con la exposición de argumentos relativamente simples y llega a los
ensayos basados en argumentos al final.
Los capítulos I − VI se refieren a la composición y evaluación de argumentos cortos. Un
argumento «corto» simplemente ofrece sus razones y pruebas de una manera breve, usual mente
en unas pocas frases o en un parágrafo. Comenzamos por los argumentos cortos por diversas
razones. Primero, porque son comunes. En efecto, son tan comunes que forman parte de nuestra
conversación diaria. Segundo, los argumentos largos son, a menudo, elaboraciones de los argumentos cortos, y/o una serie de argumentos cortos encadenados. Aprenda primero a escribir y a
evaluar argumentos cortos; ello le pondrá en condiciones de seguir hacia los ensayos basados en
argumentos.
Una tercera razón para comenzar con los argumentos cortos es que constituyen la mejor
ilustración tanto de las formas comunes de los argumentos como de los típicos errores que se
cometen en la argumentación. En un argumento largo es más difícil identificar las cuestiones y
problemas principales. Por lo tanto, aunque algunas de las reglas puedan parecer obvias cuando
son expuestas por primera vez, recuerde que usted tiene la ventaja de un ejemplo simple. Otras
reglas son lo suficientemente difíciles de apreciar aun en un argumento corto.
Los capítulos VII, VIII y IX tratan los ensayos basados en argumentos. El capítulo VII se
refiere al primer paso: explorar la cuestión. En el capítulo VIII esbozo los puntos principales de
un ensayo basado en argumentos y en el capítulo IX agrego reglas específicas acerca de como
escribirlo. Todos estos capítulos dependen de los capítulos I a VI, ya que un ensayo basado en
argumentos combina y elabora básicamente los tipos de argumentos cortos que en ellos se
exponen. No pase por alto los primeros capítulos y no salte al de los ensayos basados en
argumentos, aun cuando se acerque a este libro en búsqueda de ayuda, fundamentalmente, para
escribir un ensayo. El libro es lo suficientemente corto como para leerlo desde el comienzo hasta
los capítulos VII, VIII y IX, y cuando usted llegue a ese punto tendrá las herramientas que
necesita para manejar correctamente aquellos capítulos. Los profesores pueden recomendar los
capítulos IVI al comienzo del trimestre, y los capítulos VIII − X en el momento de escribir el
ensayo.
El capítulo X concierne a las falacias, es decir: a los errores en la argumentación. En el se
resumen los errores generales expuestos en el resto de este libro, y finaliza con una síntesis de los
muchos errores en el razonamiento que son tan tentadores y comunes que incluso tienen sus
propios nombres. El Apéndice ofrece algunas reglas para construir y evaluar las definiciones.
CAPÍTULO I
LA COMPOSICIÓN DE UN ARGUMENTO CORTO
Algunas reglas generales
El capítulo I ofrece algunas reglas generales para componer argumentos cortos. Los
capítulos II al VI tratan tipos específicos de argumentos cortos.
1. Distinga entre premisas y conclusión
El primer paso al construir un argumento es preguntar: ¿Qué estoy tratando de probar?
¿Cuál es mi conclusión?¿Recuerde que la conclusión es la afirmación en favor de la cual usted
esta dando razones. Las afirmaciones mediante las cuales usted ofrece sus razones son llamadas
«premisas».
Considere esta broma de Winston Churchill:
Sea optimista. No resulta de mucha utilidad ser de otra manera.
Este es un argumento porque Churchill esta dando una razón para ser optimista: su premisa
es que «no resulta de mucha utilidad ser de otra manera».
La premisa y la conclusión de Churchill son bastante obvias, pero las conclusiones de
algunos argumentos pueden no ser obvias hasta el momento en que se las señala. Sherlock
Holmes tiene que explicar una de sus conclusiones clave en La aventura de Silver Blaze:
Un perro estaba encerrado en los establos, y, sin embargo, aunque alguien había estado allí y había sacado un caballo,
no había ladrado [...] Es obvio que el visitante era alguien a quien el perro conocía bien...
Holmes tiene dos premisas. Una es explicita: el perro no ladró al visitante. La otra es un
hecho general acerca de los perros que presume que nosotros conocemos: los perros ladran a los
desconocidos. Estas dos premisas juntas implican que el visitante no era un desconocido.
Cuando usted utilice argumentos como un medio de indagación, tal como lo describí en la
Introducción, puede comenzar, a veces, tan sólo con la conclusión que quiere defender. Antes que
nada, expóngala con claridad. Si quiere tomar a Churchill y seguir sus palabras, y argüir que
debemos ser verdaderamente optimistas, dígalo así de explicito. Entonces, pregúntese a sí mismo
que razones tiene para extraer esa conclusión. ¿Qué razones puede dar para probar que debemos
ser optimistas?
Usted podría apelar a la autoridad de Churchill; si Churchill dice que debemos ser
optimistas, ¿quiénes somos usted y yo para criticarlo? Sin embargo, esta apelación no le llevara
muy lejos, ya que es probable que un número igual de personas famosas recomendaran el
pesimismo. Usted tendría que pensarlo por su propia cuenta. Una vez más: ¿Cuál es su razón para
pensar que debemos ser optimistas?
Quizás su idea es que ser optimista le da más energía para trabajar en pos del éxito,
mientras que los pesimistas se sienten derrotados desde el comienzo y, por lo tanto, ni siquiera lo
intentan. Entonces, usted tiene una premisa principal: los optimistas probablemente tienen más
éxito en alcanzar sus objetivos. (Quizás esto es lo que Churchill quería decir también.) Si esta es
su premisa, dígalo explícitamente.
Una vez que haya terminado de leer este libro, tendrá un catalogo útil de muchas de las
diferentes formas que los argumentos pueden tener. Úselos para desarrollar sus premisas. Para
defender una generalización, por ejemplo, examine el capítulo II; le recordara que necesita dar
una serie de ejemplos como premisas y le dirá que tipo de ejemplos tiene que buscar. Si su
conclusión necesita un argumento «deductivo» como los explicados en el capítulo VI, las reglas
que se presentan en ese capítulo le dirán que premisas necesita. Puede que precise intentar
muchos argumentos diferentes antes de que encuentre uno que opere adecuadamente.
2. Presente sus ideas en un orden natural
Usualmente, los argumentos cortos se escriben en uno o dos párrafos. Ponga primero la
conclusión seguida de sus propias razones, o exponga primero sus premisas y extraiga la
conclusión al final. En cualquier caso, exprese sus ideas en un orden tal que su línea de
pensamiento se muestre de la forma más natural a sus lectores. Considere este argumento corto
de Bertrand Russell:
Los males del mundo se deben tanto a los defectos morales como a la falta de inteligencia. Pero la raza
humana no ha descubierto hasta ahora ningún método para erradicar los defectos morales [...] La inteligencia,
por el contrario, se perfecciona fácilmente mediante métodos que son conocidos por cualquier educador
competente. Por lo tanto, hasta que algún método para enseñar la virtud haya sido descubierto, el progreso
tendrá que buscarse a través del perfeccionamiento de la inteligencia antes que del de la moral.1
En este pasaje, cada afirmación conduce naturalmente a la siguiente. Russell comienza
señalando las dos fuentes del mal en el mundo: «los defectos morales», como el los denomina, y
la falta de inteligencia. Afirma entonces que desconocemos como corregir «los defectos
morales», pero que sabemos como corregir la falta de inteligencia. Por lo tanto —adviértase que
la expresión «por lo tanto» indica claramente su conclusión—, el progreso tendrá que llegar
mediante el perfeccionamiento de la inteligencia.
Cada frase de la cita esta precisamente en el lugar que le corresponde, a pesar de que había
muchísimos lugares para el error. Supóngase que Russell hubiera escrito, en cambio, algo similar
a esto:
Los males del mundo se deben, por completo, tanto a los defectos morales como a la falta de
inteligencia. Hasta que algún método para enseñar la virtud haya sido descubierto, el progreso tendrá que
buscarse a través del perfeccionamiento de la inteligencia antes que del de la moral. La' inteligencia se
perfecciona fácilmente por métodos que son conocidos por cualquier educador competente. Pero la raza
humana no ha descubierto hasta ahora ningún medio para erradicar los defectos morales.
Son exactamente las mismas premisas y conclusión, pero están en un orden diferente, y la
expresión «por lo tanto», previa a la conclusión, fue omitida. Ahora el argumento es mucho más
difícil de entender: las premisas no están entrelazadas naturalmente, y usted tiene que leer el
pasaje hasta dos veces para comprender cual es la conclusión. No cuente con que sus lectores
sean tan pacientes.
Intente reordenar varias veces su argumento con el objeto de encontrar el orden más
natural. Las reglas que se presentan en este libro deben ayudarle: puede usarlas no sólo para
reconocer que premisas necesita, sino también para saber como ordenarlas en el orden más
natural.
3. Parta de premisas fiables
1
Skeptical Essays, Londres, Allen and Unwin, 1977, p. 127.
Aun si su argumento, desde la premisa a la conclusión, es válido, si sus premisas son
débiles, su conclusión será débil.
Nadie en el mundo es realmente feliz en la actualidad. Por lo tanto, parece que los seres humanos no están hechos
precisamente para alcanzar la felicidad. ¿Por qué deberíamos esperar lo que nunca podemos encontrar?
La premisa de este argumento es la afirmación de que nadie en el mundo es realmente feliz
en la actualidad. Pregúntese si la premisa es plausible. ¿Nadie en el mundo es realmente feliz en
la actualidad? Esta premisa necesita, al menos, alguna justificación, y es muy probable que no sea
precisamente verdadera. Este argumento no puede mostrar, entonces, que los seres humanos no
estamos hechos para alcanzar la felicidad, o que no debemos esperar ser felices.
A veces resulta fácil partir de premisas fiables. Puede tener a mano ejemplos bien
conocidos, o autoridades bien informadas que están claramente de acuerdo. Otras veces es más
difícil. Si usted no esta seguro acerca de la fiabilidad de una premisa, puede que tenga que
realizar alguna investigación, y/o dar algún argumento corto en favor de la premisa misma.
(Volveremos a este tema en los últimos capítulos, especialmente en el apartado A.2 del capítulo
VII.) Si encuentra que no puede argüir adecuadamente en favor de su(s) premisa(s), entonces, por
supuesto, tiene que darse completamente por vencido, y comenzar de otra manera.
4. Use un lenguaje concreto, específico, definitivo
Escriba concretamente, evite los términos generales, vagos y abstractos. «Caminamos horas
bajo el sol» es infinitamente mejor que «Fue un prolongado periodo de esfuerzo laborioso».
no:
Para aquellos cuyos papeles involucraban primariamente la realización de servicios, a diferencia de la adopción de las
responsabilidades de lider, la pauta principal parece haber sido una respuesta a las obligaciones invocadas por el lider que
eran concomitantes al estatus de miembro en la comunidad societaria y a varias de sus unidades segmentales. La analogía
moderna más próxima es el servicio militar realizado por un ciudadano normal, excepto que al líder de la burocracia egipcia
no le hacia falta una emergencia especial para invocar obligaciones legítimas.2
SÍ:
En el antiguo Egipto, la gente común estaba sujeta a ser reclutada para el trabajo.
5. Evite un lenguaje emotivo
No haga que su argumento parezca bueno caricaturizando a su oponente. Generalmente, las
personas defienden una posición con razones serias y sinceras. Trate de entender sus opiniones
aun cuando piense que están totalmente equivocadas. Una persona que se opone al uso de una
nueva tecnología no esta necesariamente en favor de «un retorno a las cavernas», por ejemplo, y
una persona que defiende la reducción de los gastos militares no esta necesariamente en favor de
«rendirse al enemigo». Si usted no puede imaginar como podría alguien sostener el punto de vista
que usted esta atacando, es porque todavía no lo ha entendido bien.
2
Este pasaje es de Talcott Parsons, Societies: Evolutionary and Comparative Perspectives, Englewood
Cliffs, NJ, Prentice Hall, 1966, p. 56. Debo la cita y la versión corregida que sigue a Stalisnas Andreski,
Social Science as Sorcery, Nueva York, St Martin's Press, 1972, capítulo 6.
En general, evite el lenguaje cuya única función sea la de influir en las emociones de su
lector u oyente, ya sea en favor o en contra de las opiniones que esta discutiendo. Este ess un
ejemplo de lenguaje «emotivo»:
El sabotaje electoral jugo un papel importante en la guerra secreta en Brasil. La CIA invirtió unos 20
millones de dólares para financiar a los conservadores en la elección brasileña de [...] El dinero fue usado para
comprar a los candidatos en ocho de las once elecciones a gobernador...3
Aquí, el término breve «guerra» es en sí mismo emotivo: no se discuten enredos militares.
«Sabotaje» y «compra» son también inapropiados. Una elección puede ser auténticamente
«saboteada» si las urnas de todo el país son violentadas, y un funcionario fue «comprado» si se le
pago para votar «tal» como se le indico. En este extracto, sin embargo, la CIA sólo es acusada de
dar dinero a los candidatos conservadores en la contienda electoral. No esta claro que alguien sea
«comprado» solamente si oculta las aportaciones económicas a la campana electoral;
especialmente si ya se está comprometido con aquellos puntos de vista que la CIA favorece.
Entonces la primera frase debe leerse:
La CIA trato de influir en la elección brasileña entregando dinero a los candidatos conservadores.
La afirmación neutralizada no excusa los enredos económicos de la CIA. Por el contrario,
ahora todo debe ser tornado más seriamente. El lenguaje emotivo Y predica sólo para el
converso, pero una presentación cuidadosa de los hechos puede, por sí misma, convencer a una
persona.
6. Use términos consistentes
Use un sólo conjunto de términos para cada idea. Si quiere argüir que las opiniones del
senador Gunderson son liberales, entonces use la palabra «liberal» en sus premisas y no (o no
exclusivamente) palabras como «de tendencia izquierdista» o «en la tradición del New Deal».
Los términos consistentes son especialmente importantes cuando su propio argumento
depende de las conexiones entre las premisas.
NO:
Si usted estudia otras culturas, entonces comprenderá que hay una diversidad de costumbres humanas.
Si entiende la diversidad de las practicas sociales, entonces cuestionara sus propias costumbres. Si le surgen
dudas acerca de la manera en que tiene que actuar, entonces se volverá más tolerante. Por lo tanto, si amplia
su conocimiento de antropología, entonces será más probable que acepte otras personas y practicas sin
criticarlas.
SI:
Si usted estudia otras culturas, entonces comprenderá que hay una diversidad de costumbres humanas.
Si comprende que hay una diversidad de costumbres humanas, entonces cuestionara sus propias costumbres.
Si cuestiona sus propias costumbres, entonces se volverá más tolerante. Por lo tanto, si usted estudia otras
culturas, entonces se volverá más tolerante.
En ambas versiones, cada una de las frases tiene la forma «Si X, entonces Y». Pero en la
segunda versión, la «Y» de la primera premisa es exactamente la «X» de la segunda, la «Y» de la
3
«The Secret War in Brazil», The Progressive, agosto de 1977.
segunda es exactamente la «X» de la tercera, y así sucesivamente. (Vuelva atrás y relea.) Este es
el motivo de por que el segundo argumento es fácil de leer y entender: forma una especie de
cadena. En la primera versión, la «Y» de la primera premisa sólo es aproximadamente la «X» de
la segunda; la «Y» de la segunda sólo aproximadamente la «X» de la tercera, y así
sucesivamente. Aquí, cada «X» e «Y» esta escrita como si el autor hubiera consultado un
diccionario en cada oportunidad. «Más tolerante» en la tercera premisa, por ejemplo, esta escrita
en la conclusión como «es más probable que acepte otras personas y practicas sin criticarlas».
Como resultado de ello, la estrecha conexión entre las premisas, y entre estas y la conclusión, se
pierde. El escritor presume de sí mismo, pero el lector —que no tiene el privilegio de conocer la
estructura del argumento desde el inicio— se queda sin saber que pensar.
7. Use un único significado para cada término
La tentación opuesta es usar una sola palabra en más de un sentido. Esta es la falacia clásica
de la «ambigüedad».
Las mujeres y los hombres son física y emocionalmente diferentes. Los sexos no son «iguales».
Entonces, y por lo tanto, el derecho no debe pretender que lo seamos.
Este argumento puede parecer plausible a primera vista, pero opera con dos sentidos
diferentes de «igual». Es verdad que los sexos no son física y emocionalmente «iguales», en el
sentido en el que «igual» significa, simplemente, «idéntico». «Igualdad» ante la ley, sin embargo,
no significa «física y emocionalmente idénticos», sino más bien, «merecer los mismos derechos y
oportunidades». Entonces, una vez reescrito el argumento con los dos sentidos diferentes de
«igual» previamente aclarados, queda:
Las mujeres y los hombres no son física ni emocionalmente idénticos. Por lo tanto, las mujeres y los
hombres no merecen los mismos derechos y oportunidades.
Esta versión del argumento ya no utiliza de manera ambigua el término «igual», pero
todavía no es un buen argumento, tan sólo es el mismo argumento original e insuficiente, pero
con su insuficiencia al descubierto. Una vez eliminada la ambigüedad, aparece con claridad que
la conclusión de ese argumento no se apoya en, ni esta vinculada incluso a, la premisa. No se
ofrece ninguna razón para mostrar que las diferencias fisicas y emocionales deban tener algo que
ver con los derechos y oportunidades.
A veces estamos tentados de dar respuestas equivocas utilizando una palabra clave de
manera vaga. Considere la siguiente conversación:
A: ¡En el fondo, todos somos nada más que egoístas!
B: Pero, ¿y Juan?; ¡mira como se dedica a sus hijos!
A: Sólo hace lo que realmente quiere hacer: ¡aun eso es ser egoísta!
Aquí el significado de «egoísta» cambia de la primera afirmación que hace A, a la segunda.
En la primera afirmación entendemos que «egoísta» significa algo bastante específico: el
comportamiento codicioso, egocéntrico, al que ordinariamente denominamos «egoísta». En la
respuesta de A a la objeción de B, A amplía el significado de «egoísta» para incluir también
comportamientos aparentemente no egoístas, extendiendo la definición simplemente hasta «hacer
lo que realmente quiere hacer». A mantiene sólo la palabra, pero esta ha perdido su significado
específico, original.
Una buena manera de evitar la ambigüedad es definir cuidadosamente cualquier término
clave que usted introduzca: luego, tenga cuidado de utilizarlo sólo como usted lo ha definido.
También puede necesitar definir términos especiales o palabras técnicas. Consulte el Apéndice
para una exposición del proceso y las trampas de la definición.
CAPÍTULO II
ARGUMENTOS MEDIANTE EJEMPLOS
Los argumentos mediante ejemplos ofrecen uno o más ejemplos específicos en apoyo de
una generalización.
En épocas pasadas, las mujeres se casaban muy jóvenes. Julieta, en Romeo y Julieta de Shakespeare,
aun no tenía catorce años. En la Edad Media, la edad normal del matrimonio para las jóvenes judías era de
trece años. Y durante el Imperio romano muchas mujeres romanas contraían matrimonio a los trece años, o
incluso más jóvenes.
Este argumento generaliza a partir de tres ejemplos —Julieta, las mujeres judías en la Edad
Media y las mujeres romanas durante el Imperio romano— a muchas o a la mayoría de las
mujeres de épocas pasadas. Para ver la forma de este argumento con mayor claridad, podemos
enumerar las premisas de forma separada, con la conclusión en la «línea final».
Julieta, en la obra de Shakespeare, aun no tenía catorce años.
Las mujeres judías, durante la Edad Media, estaban casadas normalmente a los trece años.
Muchas mujeres romanas durante el Imperio romano estaban casadas a los trece años, o incluso más
jóvenes.
Por lo tanto, muchas mujeres, en épocas pasadas, se casaban muy jóvenes.
A menudo escribiré argumentos cortos de esta forma, cuando ello sea necesario para ver
como funcionan exactamente.
¿Cuándo premisas como estas apoyan de una manera adecuada una generalización?
Un requisito es, por supuesto, que los ejemplos sean ciertos. Recuerde la regla 3: ¡un
argumento debe partir de premisas fiables! Si Julieta no tenía alrededor de catorce años, o si la
mayoría de las mujeres romanas o judías no estaban casadas a los trece años, o incluso más
jóvenes, entonces el argumento es mucho más débil; y si ninguna de las premisas puede
sustentarse, no hay argumento. Para comprobar los ejemplos de un argumento, o para encontrar
buenos ejemplos para sus propios argumentos, posiblemente tendrá que investigar un poco.
Pero supóngase que los ejemplos son ciertos. Generalizar a partir de ellos todavía es una
cuestión complicada. El capítulo II ofrece un listado corto de criterios para confrontar y evaluar
argumentos I mediante ejemplos, tanto los propios como los ajenos.
8. ¿Hay más de un ejemplo?
Un ejemplo simple puede ser usado, a veces, para una ilustración. El único ejemplo de
Julieta puede ilustrar los matrimonios jóvenes. Pero sólo un ejemplo no ofrece prácticamente
ningún apoyo para una generalización. Puede ser un caso atípico, la «excepción que confirma la
regla». Se necesita más de un ejemplo.
NO:
El derecho de las mujeres a votar fue ganado sólo después de una lucha.
Por lo tanto, todos los derechos de las mujeres son ganados sólo después de una lucha.
SI:
El derecho de las mujeres a votar fue ganado sólo después de una lucha. 7
El derecho de las mujeres a asistir a los colegios secundarios y a la universidad fue ganado sólo
después de una lucha.
El derecho de la mujer a la igualdad de oportunidades en el trabajo esta siendo ganado sólo con la
lucha.
Por lo tanto, todos los derechos de las mujeres son ganados sólo después de luchar.
En una generalización sobre un conjunto de casos relativamente pequeño, el mejor
argumento examina todos, o casi todos, los ejemplos. Una generalización sobre todos los
presidentes estadounidenses a partir de la segunda guerra mundial debe examinar a cada uno de
ellos por separado. De igual modo, el argumento de que los derechos de las mujeres siempre han
necesitado luchas debe examinar todos, o casi todos, los derechos importantes.
Las generalizaciones acerca de grandes conjuntos de casos requieren la selección de una
«muestra». Desde luego, no podemos enumerar a todas las mujeres que en épocas anteriores
contraían matrimonio jóvenes; en su lugar, nuestro argumento debe ofrecer pocas mujeres como
ejemplos de las demás. Cuantos ejemplos son necesarios depende parcialmente de su
representatividad, problema que recoge el apartado 9. También depende parcialmente del tamaño
del conjunto acerca del cual se hace la generalización. Usualmente, los conjuntos grandes
requieren más ejemplos. La afirmación de que su ciudad esta llena de personas notables requiere
más pruebas que la afirmación de que sus amigos son personas notables. Según cuantos amigos
tenga, dos o tres ejemplos pueden ser incluso suficientes para establecer que ellos son personas
notables, pero a menos que su ciudad sea muy, muy pequeña, se necesitan muchos más ejemplos
para mostrar que su ciudad esta llena de personas notables.
9. ¿Son representativos los ejemplos?
Incluso un gran número de ejemplos puede desfigurar el conjunto acerca del cual se hace la
generalización. Un gran número de casos, exclusivamente de mujeres romanas, por ejemplo,
puede decir muy poco acerca de las mujeres en general, ya que las mujeres romanas no son
necesariamente representativas de las mujeres de otras partes del mundo. El argumento también
necesita tomar en cuenta las mujeres de otras partes del mundo.
En mi barrio, todos apoyan a McGraw para presidente. Por lo tan to, es seguro que McGraw ganara.
Este argumento es débil porque un barrio aislado rara vez representa el voto del conjunto de
la población. Un barrio acomodado puede apoyar a un candidato que es impopular en todos los
demás barrios. Los distritos electorales estudiantiles en las ciudades universitarias son ganados,
generalmente, por los candidatos que obtienen resultados pobres en cualquier otro sitio. Además,
rara vez tenemos pruebas fiables aun de las opiniones del barrio. El conjunto de personas que
ponen señales en sus verjas y adhesivos políticos en sus automóviles (y cuyos jardines son
visibles desde carreteras concurridas, o conducen regularmente por, y/o estacionan sus
automóviles en, lugares que llaman la atención) puede muy bien desfigurar el barrio en su
conjunto.
Un buen argumento acerca de que «es seguro que McGraw ganara» requiere una muestra
representativa del voto del conjunto de la población. No es fácil elaborar semejante muestra. Las
encuestas de opinión pública, por ejemplo, elaboran sus muestras de una manera muy cuidadosa.
Aprendieron recorriendo un duro camino. En 1936, el Literary Digest presento la primera
encuesta de opinión pública a gran escala prediciendo el resultado de la contienda presidencial
entre Roosevelt y Landon. Los nombres de los encuestados se tomaron, tal como se hace en la
actualidad, del listin telefónico y también del registro de la propiedad del parque automóvilístico.
El número de los encuestados no fue, por cierto, demasiado pequeño: se contaron más de dos
millones de «votantes». La encuesta predijo una amplia victoria de Landon. Roosevelt, sin embargo, gano fácilmente. Retrospectivamente, es fácil ver lo que estaba equivocado. En 1936, sólo
una porción selecta de la población era propietaria de teléfonos y automóviles. La muestra estaba
fuertemente sesgada por los votantes urbanos y ricos, de los cuales un mayor porcentaje apoyaba
a Landon.4
Desde entonces, las encuestas se han perfeccionado. Sin embargo, existe preocupación
acerca de la representatividad de las muestras, especialmente cuando son bastante pequeñas. En
la actualidad, por cierto, casi todos tienen teléfono, pero muchas personas tienen más de uno, y
muchas otras lo tienen sin que su número aparezca en el listin. Algunos números telefónicos
representan a una familia de votantes en su conjunto, y otros a uno sólo; algunas personas es poco
probable que se encuentren en su casa para responder a la llamada telefónica de los
encuestadores, etc. Aun las muestras cuidadosamente seleccionadas pueden carecer, pues, de
representatividad. Muchas de las mejores encuestas, por ejemplo, calcularon mal la elección
presidencial de 1980.
La representatividad de cualquier encuesta siempre es, por tanto, algo incierto. ¡Prevéngase
de este peligro! Busque muestras que representen el conjunto de la población acerca de la cual
hace la generalización. No examine sólo a sus amigos o vecinos, ni acepte los argumentos de
cualquier otra persona si están basados sobre una investigación semejante. Un examen de las
actitudes de los estudiantes, por ejemplo, no debe limitar la muestra a los estudiantes, digamos,
que salen del cine los viernes por la noche. Es necesario hacer un muestreo aleatorio de los
nombres de los estudiantes de la lista de estudiantes, pero aun esto puede no producir una muestra
absolutamente representativa, porque algunos estudiantes pueden estar muy ocupados, o
demasiado desinteresados, o demasiado ofendidos para responder.
Investigue un poco. Julieta, por ejemplo, es una única mujer. ¿Es representativa, incluso, de
las mujeres de su época y de su tiempo? ¡Use su biblioteca! En la obra de Shakespeare, por
ejemplo, la madre de Julieta le dice:
Piensa ya en el matrimonio, otras más jóvenes que tu, aquí en Verona, señoras de gran estima, ya son
madres. En lo que a mi respecta, yo era tu madre ya por los mismos años en que tu ahora sigues virgen (I, III).
Este pasaje sugiere que el casamiento de Julieta a los catorce años no es excepcional; en
efecto, a su edad, Julieta parece ser algo vieja a los ojos de su madre.
Cuando elabore su propio argumento, no confíe sólo en el primer ejemplo que le venga «a
la cabeza». Los tipos de ejemplos en los que usted, probablemente, piensa de inmediato, es
probable que estén sesgados. Una vez más, haga algunas lecturas, piense cuidadosamente en las
muestras apropiadas y sea honesto buscando contraejemplos (regla 11).
10. La información de trasfondo es crucial
4
Mildred Parten, Survey, Polls, and Samples, Nueva York, Harper and Row, 1950, especialmente
pp. 25, 290, 393. Parten muestra que las personas de rentas más bajas, que tenían una menor
probabilidad de recibir «las papeletas de votos» que las personas ricas, tenían también una menor
probabilidad de devolverlas.
A menudo, necesitamos previamente una información de trasfondo para que podamos
evaluar un conjunto de ejemplos.
NO:
Usted debe usar los Servicios Chapuceros. ¡Tenemos ya docenas de clientes absolutamente satisfechos
en su área!
Por cierto, los Servicios Chapuceros pueden tener «docenas» de clientes «absolutamente»
satisfechos en su área —aunque esta clase de afirmación se hace a menudo sin prueba alguna—,
pero usted necesita considerar cuantas personas, en su área, han tratado con dichos Servicios. Si
un miliar de personas han tenido trato con esos Servicios, y dos docenas de ellas están
satisfechas, entonces, aunque sea verdad que hay «docenas» de clientes satisfechos, los Servicios
Chapuceros satisfacen sólo al 2,4 % de sus clientes. Mejor inténtelo en algún otro sitio.
MEJOR:
Usted debe usar los Servicios Chapuceros; de las cuarenta personas en su área que han tratado con
estos Servicios, más de dos docenas han quedado absolutamente satisfechas.
Aquí, al menos, puede comenzar evaluando el significado estadístico de «docenas»: los
Servicios Chapuceros parecen satisfacer, esta vez, más del 50 %. Sin embargo, el argumento
todavía es inaceptablemente vago («más de» dos docenas, «absolutamente satisfechas...»), y la
representatividad de las cuarenta personas que han usado dichos Servicios tampoco esta clara.
Argumentos como este requieren una información cuidadosa sobre los detalles, que la publicidad
rara vez ofrece:
O UNA VEZ MÁS:
El Triangulo de las Bermudas, en la zona de las Bermudas, es famoso como lugar donde han
desaparecido misteriosamente muchos barcos y aviones. Sólo en las últimas décadas ha habido varias docenas
de desapariciones.
Sin duda. Pero «varias docenas» de desapariciones, ¿entre cuántos barcos y aviones que
han pasado por esa zona? ¿Varias docenas, o varias decenas de miles? Si sólo han desaparecido
varias docenas de entre —digamos— 20.000, entonces la proporción de desapariciones en el
Triangulo de las Bermudas puede muy bien ser normal, o incluso inferior, y ciertamente, nada
misteriosa.
Examinemos cuan a menudo, cuando compramos un automóvil o seleccionamos una
escuela, estamos influidos por las informaciones de unos pocos amigos, o por una o dos
experiencias personales. Que nuestra cuñada haya tenido muchos problemas con su Volvo es
suficiente para que muchos de nosotros nos abstengamos de comprar un Volvo, aun cuando el
Informe de los consumidores parece indicar que los Volvo son por lo general automóviles muy
fiables. Damos más crédito a un ejemplo gráfico que a un cuidadoso sumario y a la comparación
de miles de antecedentes de reparaciones. Richard Nisbett y Lee Ross denominaron a esto el
argumento de «la persona que»5, como en los casos de «Conozco a una persona que fumaba tres
paquetes de cigarrillos al día y vivio hasta los 100 años», o ,«Conozco a una persona que tuvo un
Volvo que fue un autentico coche gafado». Casi siempre constituye una falacia. Como señalan
Nisbett y Ross, un sólo automóvil, que se abandona porque es un coche gafado, sólo cambia la
proporción de la frecuencia de reparaciones de una manera insignificante.
5
Vease Human Inference: Strategies and Shortcomings of Social Judgment, Englewood Cliffs, NJ, Prentice Hall,
1980, p. 61. En realidad, lo denominan como el argumento «del hombre que»; yo he universalizado el lenguaje.
Para juzgar una enumeración de ejemplos, a menudo tenemos que examinar las
proporciones subyacentes. Al revés, cuando un argumento ofrece proporciones o porcentajes, la
información de trasfondo relevante debe incluir normalmente el número de ejemplos. Los robos
de automóviles en el campus universitario pueden haberse incrementado en un 100 %, pero si
esto significa que se robaron dos automóviles en vez de uno, no ha cambiado gran cosa. Este
error también es común. Supóngase que mi salario aumenta sólo el 5%, mientras el suyo lo hace
en un 50%. Parece injusto. Pero si yo comienzo ganando 50.000 dólares, supongamos, y usted
5.000, entonces estoy cobrando ahora 52.500 dólares y usted 7.500; y no esta nada claro, por
cierto, que yo tenga alguna razón para quejarme.
Un último ejemplo. Un articulo, que afirmaba que los Estados Unidos estaban detrás de un
golpe de Estado en Brasil, sostenía que:
[...] después del golpe, las inversiones extranjeras fluyeron abundante y rápidamente en [...]
Cuatro años después del golpe, el capital extranjero había asumido el control del sector privado:
el 100 % de la producción de automóviles y de neumáticos, el * 90 % de la producción de
cemento, el 80 % de la industria farmacéutica, el 60 % de las empresas que producen recambios
para coches y más del 50 % de la producción química y de maquinaria.6
Números impresionantes. Comienzan mostrando que las inversiones extranjeras
(advertencia: no específicamente estadounidenses) dominan ciertos sectores de la economía
brasileña, aunque no se nos dice la importancia de cualquiera de estos sectores en la visión de
conjunto. Pero estos números son completamente inutiles para mostrar que «las inversiones
extranjeras fluyeron rápidamente en», por la simple razón de que no ofrecieron datos previos al
golpe. Sin la información de trasfondo, no hay manera de saber si el control por parte del capital
extranjero del 80 % de la industria farmacéutica, por ejemplo, representa un incremento o una
disminución. De acuerdo con lo que sabemos, ¡incluso las inversiones extranjeras podrían haber
disminuido!
11. ¿Hay contraejemplos?
Compruebe las generalizaciones preguntando si hay contraejemplos.
La guerra del Peloponeso fue causada por el deseo de Atenas de dominar Grecia.
Las guerras napoleónicas fueron causadas por el deseo de Napoleón de dominar Europa.
Las dos guerras mundiales fueron causadas por el deseo de los fascistas de dominar Europa.
En general, entonces, las guerras son causadas por el deseo de dominación territorial.
Pero ¿todas las guerras son causadas por el deseo de dominación territorial? ¿O Quizás la
generalización es demasiado amplia? En efecto, hay contraejemplos. Las revoluciones, por
ejemplo, tienen causas totalmente diferentes. Lo mismo vale para las guerras civiles.
Si se le ocurren contraejemplos de una generalización que desea defender, revise su
generalización. Si el argumento anterior fuera suyo, por ejemplo, puede cambiar la conclusión
por: «Las guerras entre Estados independientes son causadas por el deseo de dominación
territorial.» Incluso esta generalización puede ser excesiva, pero al menos es una conclusión más
defendible que la original.
Otras veces, usted puede querer cuestionar el supuesto contraejemplo. La primera guerra
mundial, alguien puede objetar, no parece haber sido causada por el deseo de dominación
6
«The Secret War in Brazil», The Progressive, agosto de 1977.
territorial, sino por una red de pactos de defensa mutua y otras intrigas políticas, por la inquietud
de las clases altas europeas, por los disturbios nacionalistas en el Este de Europa, etc. Frente a
este ejemplo, por supuesto, usted puede débilitar su pretensión todavía más, o retirarla por
complete. Sin embargo, otra posible respuesta es argüir que el supuesto contraejemplo es, en
realidad, conforme a la generalización. Después de todo (puede argüir): los deseos de las
potencias europeas de dominar Europa motivaron los pactos de defensa mutua y otras intrigas
políticas que, finalmente, abrieron el camino a la guerra. ¿Y los disturbios nacionalistas no
podrían haber sido causados también por la injusta dominación que allí ocurría? Aquí, en efecto,
usted trata de reinterpretar el contraejemplo como otro ejemplo más. La critica inicial a su
conclusión se transforma en otro elemento de prueba en su favor. Usted puede, o no, cambiar la
redacción de su conclusión; en cualquier caso, ahora comprende mejor por sí mismo su propia
afirmación y esta preparado para responder a las objeciones importantes.
Trate también de pensar en contraejemplos cuando evalúe los argumentos de cualquier otra
persona. Pregunte si las conclusiones de esa persona tienen que ser revisadas y limitadas, o si
tienen que ser retiradas por completo, o si el supuesto contraejemplo puede ser reinterpretado
como un ejemplo más. Tiene que aplicar la misma regla tanto a los argumentos de cualquier otra
persona como a los propios. La única diferencia es que usted tiene la posibilidad de corregir por
sí mismo su generalización excesiva.
Capítulo III
ARGUMENTOS POR ANALOGÍA
Hay una excepción a la regla 8 («Use más de un ejemplo»). Los argumentos por analogía,
en vez de multiplicar los ejemplos para apoyar una generalización, discurren de un caso o
ejemplo especifico a otro ejemplo, argumentando que, debido a que los dos ejemplos son
semejantes en muchos aspectos, son también semejantes en otro aspecto más especffico.
George Bush afirmó una vez que el papel del vicepresidente es apoyar las políticas del presidente, este
7
o no de acuerdo con ellas, porque «Usted no puede bloquear a su propio quarterback» .
Bush esta sugiriendo que formar parte de un gobierno es como formar parte de un equipo
de fútbol americano. Cuando usted forma parte de un equipo de fútbol americano, se compromete
a atenerse a las decisiones de su quarterback, ya que el éxito de su equipo depende de que se le
obedezca. De un modo similar, Bush sugiere que formar parte del Gobierno constituye un
compromiso de atenerse a las decisiones del presidente, ya que el éxito del Gobierno depende de
que se le obedezca. Distingamos las premisas de la conclusión:
Cuando usted forma parte de un equipo de fútbol americano, se compromete a atenerse a las decisiones
de su quarterback (ya que el éxito del equipo depende de la obediencia de sus integrantes).
El presidente —y su Gobierno— son similares a un equipo de fútbol americano (su éxito también depende de la obediencia de sus integrantes).
Por lo tanto, cuando usted forma parte del Gobierno, se compromete a atenerse a las decisiones del
presidente.
Adviértase la palabra en cursiva «similares» en la segunda premisa. Cuando un argumento
acentúe las semejanzas entre dos casos, es muy probable que sea un argumento por analogía.
El siguiente es un ejemplo más complejo:
Ayer, en Roma, Adam Nordwell, un jefe indio de los chippewa estadounidenses, ejecutó un
acto notable al descender de su avión proveniente de California completamente vestido con los
trajes e insignias de la tribu; Nordwell anuncio en el nombre del pueblo indio estadounidense que
estaba tomando posesión de Italia «en virtud del derecho de descubrimiento», de la misma
manera que lo hizo Cristóbal Colon en América. «Yo proclamo este día el día del descubrimiento
de Italia», dijo Nordwell. «¿Qué derecho tenía Colon a descubrir América cuando ya estaba
siendo habitada desde hacia miles de años? El mismo derecho que ahora tengo para llegar a Italia
y proclamar el descubrimiento de su país.»8
Nordwell esta sugiriendo que su «descubrimiento» de Italia es similar al descubrimiento de
América por parte de Colon, en al menos un aspecto importante: ambos, Nordwell y Colon,
reclamaban un territorio que ya estaba siendo habitado por su propio pueblo desde hacia siglos.
Entonces, Nordwell insiste en que tiene tanto «derecho» a reclamar Italia como lo tenía Colon
para pretender América. Pero, por supuesto, Nordwell no tiene derecho a reclamar Italia. Por lo
tanto, Colon no tenía derecho a reclamar América.
7
Equipo de juego. N de T.
8
Miami News, 23 de septiembre de 1973.
Nordwell no tiene el derecho a reclamar Italia para otro pueblo, y menos aun «en virtud del derecho de
descubrimiento» (ya que Italia estaba siendo habitada por su propio pueblo desde hacia siglos).
La pretensión de Colon sobre América «en virtud del derecho de descubrimiento» es similar a la
pretensión de Nordwell sobre Italia (América también estaba siendo habitada por su propio pueblo desde
hacia siglos).
Por lo tanto, Colon no tenía derecho a reclamar América para otro pueblo, menos aun «en virtud del
derecho de descubrimiento».
¿Cómo evaluamos los argumentos por analogía?
La primera premisa de un argumento por analogía formula una afirmación acerca del
ejemplo usado como una analogía. Recuerde la regla 3: compruebe que su premisa sea verdadera.
¿Es verdad que Nordwell no tiene derecho a pretender Italia para los indios chippewa? (Sí.) ¿Es
verdad que cuando usted forma parte de un equipo de fútbol americano se compromete a atenerse
a las decisiones del quarterback? (Más o menos: ya que puede querer bloquear al quarterback de
su propio equipo ¡si esta corriendo hacia la meta equivocada!)
La segunda premisa en los argumentos por analogía afirma que el ejemplo de la primera
premisa es similar al ejemplo acerca del cual el argumento extrae una conclusión. Evaluar esta
premisa es más difícil, y necesita una regla propia.
12. La analogía requiere un ejemplo similar de una manera relevante
Las analogías no requieren que el ejemplo usado como una analogía sea absolutamente
igual al ejemplo de la conclusión. Una Administración publica no es absolutamente igual a un
equipo de fútbol americano. La Administración esta formada por miles de personas, por ejemplo,
mientras que un equipo de fútbol americano involucra a treinta o cuarenta. Las analogías
requieren sólo similitudes relevantes. El tamaño del equipo es irrelevante para el argumento de
Bush: su argumento se refiere a los requerimientos del trabajo en equipo.
Una diferencia relevante entre un equipo de fútbol americano y una Administración publica
es que en el juego del fútbol todo depende de pensar y actuar con rapidez, mientras que las
decisiones de la Administración deben ser tomadas, usualmente, con cuidado y reflexivamente.
Esta diferencia es relevante, porque si hay tiempo para la reflexion, puede ser importante que el
vicepresidente diga abiertamente que esta en desacuerdo con el presidente. La analogía de Bush,
entonces, resulta sólo parcialmente afortunada.
De igual modo, el siglo XX en Italia no es absolutamente igual al siglo XV en América.
Cualquier alumno del siglo XX sabe de la existencia de Italia, por ejemplo, mientras que en el
siglo XV América era desconocida para la mayoría de las personas del mundo. Nordwell no es un
explorador, y un avión comercial no es la Santa Maria. Nordwell sugiere, sin embargo, que estas
diferencias no son relevantes para la analogía. Nordwell intenta recordarnos, simplemente, que no
tiene sentido reclamar un país que esta ya habitado por su propio pueblo. No es importante si el
territorio resulta conocido por los estudiantes del mundo, o como llego allí el «descubridor». Una
reacción más apropiada podría ser la de intentar establecer relaciones diplomáticas, como
trataríamos de hacerlo hoy si de algún modo el territorio y el pueblo de • Italia hubieran sido
recién descubiertos. Esta es la cuestión que plantea Nordwell, y tomada de esa manera, su
analogía constituye un buen argumento.
Un famoso argumento usa una analogía para tratar de establecer la existencia de un Creador
del mundo. Este argumento pretende que podemos inferir del orden y de la belleza del mundo la
existencia de un Creador, tal como podemos inferir la existencia de un arquitecto o de un
carpintero cuando vemos una casa hermosa y bien construida. Este argumento formulado
separadamente en forma de premisa y conclusión reza:
Las casas hermosas y bien construidas deben tener «creadores»: diseñadotes y constructores
inteligentes.
El mundo es similar a una casa hermosa y bien construida.
Por lo tanto, el mundo también debe tener un «creador», un Diseñado y Constructor inteligente, Dios.
Una vez más, aquí no se necesitan más ejemplos; es la similitud del mundo a un único
ejemplo, la casa, lo que el argumento quiere subrayar.
Que el mundo, realmente, sea similar de una manera relevante a una casa no esta, en mi
opinión, tan claro. Sabemos bastante acerca de las causas de las casas. Pero las casas son partes
de la naturaleza. Y, efectivamente, sabemos muy poco acerca de la estructura de la naturaleza en
su conjunto, o acerca del tipo de causas que podría tener. David Hume analiza este argumento en
su Dialogues Concerning Natural Religion, y pregunta:
¿Es una parte de la naturaleza una regla para el todo? [...] Piense [cuan] amplio es el paso
que Listed ha dado cuando comparo las casas [...] al universo, y de su similitud en algún aspecto
infirió una similitud en sus causas... ¿,No será que la gran desproporción prohíbe todas las
comparaciones e inferencias?9
El mundo es diferente de una casa en al menos lo siguiente: una casa es parte de un
conjunto mayor, el mundo; mientras que el mundo mismo (el universo) es el mayor de los
conjuntos. Entonces, Hume sugiere que el universo no es similar a una casa de una manera
relevante. Las casas, ciertamente, implican «creadores» más allá de ellas mismas; pero, según lo
que sabemos, el universo como un conjunto puede con tener sus causas dentro de sí mismo. Esta
analogía, entonces, constituye un argumento débil.
9
Dialogues Concerning Natural Religion, Indianapolis, Hackett Publishing Company, 1980, capítulo II.
CAPÍTULO IV
ARGUMENTOS DE AUTORIDAD
A menudo, tenemos que confiar en otros para informarnos y para que nos digan lo que no
podemos saber por nosotros mismos. No podemos probar nosotros mismos todos los nuevos
productos de consumo, por ejemplo, y tampoco podemos conocer de primera mano como se
desarrollo el juicio de Sócratess; y la mayoría de nosotros no puede juzgar, a partir de su propia
experiencia, si en otros países los presos son maltratados. En su lugar, tenemos que argüir de la
siguiente forma general:
X (alguna persona u organización que debe saberlo) dice que Y.
Por tanto, Y es verdad.
Los argumentos de esta forma son argumentos de autoridad. Por ejemplo:
Organizaciones de derechos humanos dicen que algunos presos son maltratados en México.
Por lo tanto, algunos presos son maltratados en México.
Sin embargo, confiar en otros resulta, en ocasiones, un asunto arriesgado. Los productos de
consumo no siempre son probados adecuadamente; las fuentes históricas tienen sus prejuicios, y
también pueden tenerlos las organizaciones de derechos humanos. Una vez más, debemos tener
en cuenta un listado de criterios que cualquier buen argumento de autoridad debe satisfacer.
13. Las fuentes deben ser citadas
Las aserciones empíricas que no se defiendan de otro modo pueden ser sustentadas
haciendo referencia a fuentes apropiadas. Algunas aserciones empíricas, por supuesto, son tan
obvias que no necesitan sustento alguno. Normalmente no es necesario probar que la población
de Estados Unidos es mayor a 200 millones de habitantes, o que Julieta amaba a Romeo. Sin
embargo, una cifra más precisa de la población de los Estados Unidos, o, por ejemplo, la
proporción actual de crecimiento de su población requiere una cita. Del mismo modo, la
afirmación de que Julieta tenía sólo catorce años, debe citar unas pocas líneas de Shakespeare en
su apoyo.
Las citas tienen dos propósitos. Uno es contribuir a mostrar la fiabilidad de una premisa:
recuerde la regla 3. Resulta menos probable que una persona u organización sea mal interpretada
si proporciona una referencia exacta; el autor sabe que los lectores pueden comprobarla. El otro
propósito es permitir, precisamente, que el lector o el oyente pueda encontrar la información por
sí mismo. Por lo tanto, las citas deben incluir toda la información necesaria.
NO:
Las organizaciones de derechos humanos dicen que algunos presos son maltratados en México.
Por lo tanto, algunos presos son maltratados en México.
Si:
Amnistia Internacional informa, en el número de Amnesty International Newsletter (vol. 15, n.° 1, p. 6)
de enero de 1985, que algunos presos son maltratados en Mexico. Por lo tanto, algunos presos son maltratados
en Mexico.
14. ¿Están bien informadas las fuentes?
Las fuentes tienen que ser cualificadas para hacer las afirmaciones que realizan. El Census
Bureau esta legitimado para hacer declaraciones acerca de la población en los Estados Unidos;
los mecanicos de automóviles están cualificados para diseutir los meritos de los distintos
automóviles; los medicos están cualificados en materias de medicina; los ecologistas y los
cientificos, de las ciencias de la Tierra sobre los efectos medioambientales de la polución, etc.
Estas fuentes están cualificadas porque tienen la formación y la información apropiadas.
Un argumento debe explicar brevemente el fundarnento o la información de una autoridad
cuando no resultan claros de inmediato. El argumento citado en la sección 13, por ejemplo, debe
ser ampliado:
Amnistia Internacional informa en el número de Amnesty International Newsletter (vol. 15, n.° 1, p. 6)
de enero de 1985, que algunos presos son maltratados en Mexico.
Amnistia Internacional informa que tenía constancia del maltrato policial a sospechosos en el estado de
Sinaloa desde hace ya varios años, y el articulo arriba citado recoge de forma detallada el testimonio de uno
de ellos. Juan Antonio Nunez Villarreal fue torturado por la policia después de ser arrestado acusado de
delitos comunes, y desde su puesta en libertad ha necesitado de dos operaciones de importancia. Los medicos
le informaron que estuvo muy cerca de la muerte.
Una fuente bien informada no tiene que corresponderse necesariamente con nuestro modelo
general de lo que es «una autoridad»; e incluso, una persona que se adapta a ese modelo puede no
ser una fuente bien informada.
NO:
El director del Instituto Topheavy, señor Bernard, ha dicho hoy a padres y periodistas que las clases en
dicho instituto promueven la imaginación y el libre intercambio de ideas. Por lo tan to, las clases en Topheavy
promueven ya la imaginación y el libre intercambio de ideas.
El director de un instituto puede saber muy poco sobre lo que sucede en sus clases.
SI:
Un informe tabulado de todas las evaluaciones de los cursos de los estudiantes del Instituto Topheavy
en los últimos tres años, realizado por una comisión autorizada, muestra que sólo el 5 % de todos los
estudiantes respondio «Si» cuando fue preguntado sobre si las clases en el Topheavy promovfan la
imaginación y el libre intercambio de ideas. Por lo tanto, las clases en el Topheavy rara vez promueven la
imaginación y el libre intercambio de ideas.
En este caso, los estudiantes son las fuentes mejor informadas.
Además, las autoridades sobre un determinado tema no están bien informadas,
necesariamente, acerca de cualquier tema sobre el que opinen.
Einstein fue un pacifista; por lo tanto, el pacifismo debe tener razón.
El genio de Einstein en la fisica no le convierte en un genio en folosofía política.
A veces, por supuesto, tenemos que confiar en autoridades cuyos conocimientos son
mejores que los nuestros, pero aun así, siempre son imperfectos. Los paises que maltratan a sus
presos, por ejemplo, usualmente tratan de ocultar el heeho; de manera que organizaciones como
Amnistia Tnternacional tienen que confiar, a menudo, en informaciones fragmentarias. Si usted
tiene que confiar en una autoridad que posea informaciones incompletas, pero mejores que las
suyas, reconozca el problema. A menudo, la información incompleta es mejor que ninguna.
Por último, desconfíe de las supuestas autoridades que pretenden saber lo que de ninguna
manera pueden saber. Si un libro pretende haber sido «escrito como si el autor hubiera sido una
mosca sobre la pared de la habitación más celosamente guardada del Pentagono»10
razonablemente puede suponer que se trata de un libro lleno de conjeturas, habladurfas, rumores
y otras informaciones no fidedignas (a no ser que, por supuesto, el autor realmente hay a sido una
mosca sobre la pared de la habitación más celosamente guardada del Pentagono). De un mpdo
similar, los moralistas religiosos han declarado, en ocasiones, que ciertas practicas están
equivocadas porque son contrarias a la voluntad de Dios. A ello, habría que contestar que se
debería hablar en nombre de Dios con un poco más de cautela. La voluntad de Dios no es fácil de
descubrir, y dado que Dios habla con una voz tan baja es fácil confundir Su Voluntad con
nuestros prejuicios personales.
15. ¿Son imparciales las fuentes?
Las personas que tienen mucho que perder en una discusión no son generalmente las
mejores fuentes de información acerca de las cuestiones en disputa. Incluso, a veces, pueden no
decir la verdad. La persona acusada en un proceso penal se presume inocente hasta que se pruebe
su culpabilidad, pero rara vez creemos completamente su alegato de inocencia sin tener alguna
confirmación de testigos imparciales. Pero incluso la voluntad de decir la verdad, tal como uno la
ve, no siempre es suficiente. La verdad como uno honestamente la ve puede ser todavía sesgada.
Tendemos a ver aquello que esperamos ver: observamos, recordamos y suministramos la
información que apoya nuestras opiniones, pero no nos sentimos igualmente motivados cuando
los hechos apuntan en la dirección contraria.
Por lo tanto, no confie en el presidente si la cuestión es la eficacia de las medidas políticas
del Gobierno. No confie en que el Gobierno sea la mejor información sobre la situación de los
derechos humanos respecto de aquellos paises que ese mismo Gobierno apoya o combate. No
confie en los grupos de interes, cualquiera que sea su opinión, sobre una cuestión publica de la
mayor importancia, para tener una información más precisa sobre las cuestiones en juego. No
confie en el fabricante de un producto para tener la mejor información acerca de ese producto.
NO:
Epson afirma que su impresora de matrices de puntos FX80 imprime a un promedio de 160 caracteres
por segundo. Por lo tanto, la impresora de matrices de puntos Epson FX80 efectivamente imprime alrededor
de 160 caracteres por segundo.
Las fuentes deben ser imparciales. La mejor información sobre los productos de consumo
proviene de las revistas independientes de consumidores y de los departamentos estatales de
verificacion, ya que estos departamentos no estari relacionados con ningún fabricate y deben
responder a los consumidores que quieren la información más precisa posible.
SI:
Consumer Reports probo la impresora de matrices de puntos Epson FX80 y encontro que imprime a 19
caracteres por segundo. Por lo tanto, la impresora de matrices de puntos Epson FX80 imprime alrededor de 19
caracteres por segundo.11
10
11
Publicidad en The New York Times Book Review, 9 de diciembre de 1984, p. 3.
Esta información y la anterior provienen de Consumer Reports' 1984 Buying Guide Issue, vol. 48, n.° 12, Mount
Vernon, Nueva York, Consumer Union of the United States, diciembre de 1983, p. 96.
Los mecanismos y las empresas de servicios publicos independientes son fuentes de
información relativamente imparciales. Amnistia Internacional es una fuente imparcial sobre la
situación de los derechos humanos en otros paises porque no trata de apoyar o combatir a ningún
gobierao especffico. En cues tiones políticas, en la medida en que los desacuerdos básicamente
versan sobre estadisticas, consulte los departamentos independientes como el Census Bureau, o
los estudios universitarios, u otras fuentes independientes. Para la estadistica de delitos a mano
armada consulte el National Center for Crime Statistics, no la National Rifle Association.
Asegúrese que la fuente es genuinamente independiente y no un grupo de interes disfrazado
bajo un nombre que suena a independiente. Verifique sus fuentes de datos, sus otras
publicaciones, el tono del informe o del libro que es citado. Al menos, trate de confirmar por sí
mismo cualquier afirmación empirica citada de una fuente potencialmente sesgada. Los buenos
argumentos citan sus fuentes (regla 13), por tanto, búsquelas. Asegúrese que la prueba se cita
correctamente y que no esta sacada fuera del contexto, y verifique la información adicional que
pueda ser relevante. Usted estara, entonces, también autorizado a citar esas fuentes.
16. Compruebe las fuentes
Cuando no existe acuerdo entre los expertos, usted no puede confiar en ninguno de ellos.
Antes de citar a alguna persona u organización como a una autoridad, debería comprobar que
otras personas u organizaciones igualmente cualificadas e imparciales están de acuerdo. Uno de
los fundamentos de los informes de Amnistia Internacional, por ejemplo, es que'usualmente
resultan corroborados por los informes de otras organizaciones independientes de derechos
humanos. (Desde luego, a menudo sus informes entran en conflicto con los informes
gubernamentales, pero los gobiernos rara vez son tan imparciales.)
Las autoridades se ponen de acuerdo principalmente en cuestiones empiricas específicas. Si
un preso ha sido o no torturado es una cuestión empfrica especffica, que a menudo es posible
verificar. Pero cuando las cuestiones son más amplias y más intangibles, resulta más difícil
encontrar autoridades que estén de acuerdo. En muchas cuestiones filosoficas es difícil citar a
alguien como un experto incuestionable. Aristoteles no esta de acuerdo con Platon, ni Hegel con
Kant. Usted puede usar sus argumentos, pero no convencerá a ningún filosofo citando solamente
las conclusiones de otro filosofo.
17. Los ataques personales no descalifican las fuentes
Las supuestas autoridades pueden ser descalificadas si no están bien informadas, no son
imparciales, o en su mayor parte no están de acuerdo. Otros tipos de ataques a las autoridades no
son legftimos. Ludwig von Mises describe una serie de ataques ilegftimos contra el economista
Ricardo:
La teoría de Ricardo es espuria a los ojos de los marxistas porque Ricardo era un burgues. Los racistas
alemanes condenan la misma teoría porque Ricardo era judio, y los nacionalistas alemanes porque era un
ingles... Algunos profesores alemanes formulan conjuntamente estos tres argumentos contra la validez de las
12
enseñanzas de Ricardo.
Se trata aquf de la falacia ad hominem, un ataque a la persona de la autoridad en lugar de
ser un ataque a sus cualificaciones. La clase social, la religion o la nacionalidad de Ricardo son
12
L. v. Mises, Human Action, New Haven, Yale University Press, 1963, p. 75.
irrelevantes para la posible corrección de sus teorfas. Para descalificarle como autoridad, los
«profesores alemanes» tienen que demostrar que sus datos eran incompletos, es decir, tienen que
demostrar que sus afirmaciones no estaban bien informadas, o que no era imparcial, o que otros
economistas, igualmente reputados, no están de acuerdo con sus descubrimientos. De otra
manera, ¡los ataques personales sólo descalifican al atacante!
CAPÍTULO V
ARGUMENTOS ACERCA DE LAS CAUSAS
A veces tratamos de explicar por que sucede alguna cosa argumentando acerca de sus
causas. Supóngase, por ejemplo, que usted se pregunta por que algunos de sus amigos tienen una
mentalidad más abierta que otros. Habla con sus amigos y descubre que la mayoría que tienen
una mentalidad abierta también son personas cultas —están al tanto de las noticias, leen
literatura, etc.—, mientras que la mayoría de aquellos que no tienen una mentalidad abierta no lo
son. En otras palabras, descubre que hay una correlación entre ser culto y tener una mentalidad
abierta. Entonces, debido a que ser culto parece estar correlacionado con tener una mentalidad
abierta probablemente conciuira que ser culto conduce a tener una mentalidad abierta.
Tanto en las Ciencias Sociales como en las Ciencias Medicas los argumentos que van de la
correlación entre estados de cosas a las causas son ampliamente utilizados. Para informarse sobre
si el tomar un desayuno completo mejora la salud, los medicos realizan un estudio para
informarse de si las personas que usualmente toman un desayuno completo viven más tiempo que
aquellas que usualmente no lo hacen. Para informarse acerca de si la lectura tiende a hacer que
una persona sea de una mentalidad más abierta, un psicologo puede idear una prueba para saber
que personas son de mentalidad abierta y hacer una encuesta sobre los habitos de lectura; luego
hace la prueba a una muestra representativa de la población y entonces corriprueba si una
proporción más alta de lectores habituales son también personas que tienen una mentalidad
abierta.
Las pruebas formales similares a la anterior normalmente se introducen en nuestros
argumentos como argumentos de autoridad. Confiamos en la autoridad de las personas que
realizan dichas pruebas, investigamos sobre sus meritos y preguntamos a sus colegas
profesionales para asegurarnos de que son imparciales y están bien informadas. Tenemos la obligacion, sin embargo, de leer y de dar cuenta de sus estudios de una manera cuidadosa, y de tratar
de juzgarlos tan bien como nos sea posible.
Nuestros propios argumentos acerca de las causas contienen, normalmente, ejemplos
seleccionados de una manera menos cuidadosa. Muchas veces, argumentamos a partir de algunos
casos sorprendentes de nuestra propia experiencia, o de nuestro conocimiento, de nuestros
amigos, o de la historia. A menudo, estos argumentos son especulativos, pero lo mismo vale para
sus «parientes» más formales formulados por medicos y psicologos. Muchas veces resulta muy
difícil saber que causa que. Este capítulo ofrece diversas preguntas para ser respondidas por
cualquier argumento acerca de las causas, y ofrece un conjunto de recordatorios sobre los
peligros de pasar de la correlación entre estados de cosas a las causas.
18. ¿Explica el argumento como la causa conduce al efecto?
Cuando pensamos que A causa B, usualmente pensamos no sólo que A y B están
correlacionados, sino también que «tiene sentido» que A cause B. Los buenos argumentos,
entonces, no apelan únicamente a la correlación de A y B, también explican por que «tiene
sentido» para A causar B.
NO:
La mayoría de mis amigos que tienen una mentalidad abierta son cultos. La mayoría de mis amigos
que tienen una mentalidad menos abierta no lo son. Leer, entonces, parece conducir a tener una mentalidad
abierta.
SI:
La mayoría de mis amigos que tienen una mentalidad abierta son cultos. La mayoría de mis amigos
que tienen una mentalidad menos abierta no lo son. Parece probable que cuanto más lea usted, más se
encontrara con nuevas ideas estimulantes, ideas que le haran tener menos confianza en las suyas. Leer
también le saca de su mundo diario y le muestra cuan diferentes y variados estilos de vida puede haber. Leer,
entonces, parece conducir a tener una mentalidad abierta.
Este argumento podría ser más específico, pero suple algunas conexiones importantes entre
causa y efecto.
Los argurnentos estadisticos y más formales sobre las causas —por ejemplo, en medicina—
también deben tratar de suplir las conexiones entre las causas y los efectos que postulan. Los
medicos no se detienen ante la prueba que dernuestra solamente que tomar un desayuno completo
esta correlacionado con un mejoramiento de la salud; también quieren saber pof que tomar un
desayuno completo mejora la salud.
Los doctores N. B. Belloc y L. Breslow, del Laboratories de Población Humana del Departamento de
Salud Publica de California y del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la UCLA,
res.pectivamente, hicieron un seguimiento de 7.000 adultos durante cinco años y medio, relacionando sus
expectativas de vida y de salud a ciertos habitos básicos de saiud. Encontraron que tomar un desayuno
completo esta correlacionado con una mayor expectativa de vida (vease Belloc y Breslow, «The Relation of
Physical Health Status and Health Practices¿ Preventive Medicine, volumen 1, agosto de 1972, pp. 409421).
Parece probable que las personas que toman un desayuno completo consiguen más sustancias nutritivas de las
necesarias que las personas que omiten desayunar o pasan la manana con un tentempie y un cafe.
También es probable que si el cuerpo comienza el día con una buena comida, después metaboliza los
alimentos de un modo más eficiente. Entonces, parece probable que tomar un desayuno completo conduce a
tener una salud mejor.
Advierta que este argumento no sólo explica como una causa puede conducir a un efecto,
sino que también cita su fuente y explica por que esta fuente esta bien informada.
19. ¿Propone la conclusión la causa más probable?
La mayoría de los sucesos tienen muchas causas posibles. Encontrar nuevamente alguna
causa posible no es suficiente; usted debe dar un paso más y mostrar que esa es la causa más
probable. Siempre es posible que el Triangulo de las Bermudas este realmente habitado por seres
sobrenaturales que protegen sus dominios de la intromisión humana. Es posible. Pero la
explicación sobrenatural es altamente improbable comparada con las otras explicaciones posibles
de la desaparición de barcos y aviones: tormentas tropicales, vientos y olas impredecibles, etc. (Si
verdaderamente hay algo inusual acerca del Triangulo de las Bermudas, recuerde la regla 10.)
Sólo si las explicaciones comunes fracasan en dar cuenta de los hechos deberfamos comenzar a
considerar las hipotesis alternativas.
Además, siempre es posible que las personas lleguen a tener una mentalidad abierta, o al
menos tolerante, debido simplemente a que están cansadas de argumentar. Quizás, como sefiala
Matthew Arnold, solamente quieren «dejar que la larga contienda cese». Es posible. Pero también
sabemos que no hay muchas personas que sean así. La mayoría de las personas que tienen
opiniones dogmaticas dan la cara por ellas; les disgusta demasiado ver equivocarse a otras
personas. Por lo tanto, parece más probable que las personas que llegan a ser tolerantes
verdaderamente han llegado a ser de mentalidad abierta, y leer parece ser una causa probable.
¿Cómo sabemos cuales son las explicaciones más probables? Una regla de oro es: prefiera
las explicaciones que son compatibles con nuestras creencias mejor fundadas. Las Ciencias
Naturales están bien fundadas, como también nuestra comprensión usual de como son las
personas. A veces, por supuesto, la explicación más probable es erronea, pero tenemos que partir
de nuestros mejores supuestos.
A veces, es necesaria una prueba adicional antes de que cualquier explicación pueda ser
aceptada con mucha confianza. Se necesitan más pruebas cuando varias explicaciones
«naturales» que compiten entre si son conformes a las pruebas disponibles. Las reglas 20 − 23,
aunque no son exhaustivas, explican algunos de los tipos más comunes de explicaciones rivales.
20. Hechos correlacionados no están necesariamente relacionados
Algunas correlaciones no son más que meras coincidencias.
Diez minutos después de beber el «Bitter contra el insomnio de la doctora Hartshorne», me quede
profundamente dormido. Por lo tanto, el «Bitter contra el insomnio de la doctora Hartshorne» me hizo dormir.
El hecho que aquí se explica es mi sueno. Debidoa que mi sueno se correlaciono con el
hecho de beberel «Bitter contra el insomnio de la doctora Hartshorne», el argumento concluye
que tomar el «Bitter»fue la causa de mi suefio. Sin embargo, aunque el«Bitter contra el insomnio
de la doctora Hartshorne»posiblemente me hizo dormir, también pude habermequedado dormido
por mi mismo. Quizás el «Bitter»nada tuvo que ver. Quizás estaba muy cansado y bebiel «Bitter»
poco antes de quedarme dormido de todasformas. ,
La doctora Hartshorne podría estar citada hoy enlos tribunales. Necesitarfamos realizar un
experimento controlado con un grupo de personas que bebieran el «Bitter» y otro grupo que no lo
hiciera. Si la mayoría de las personas que lo bebieran se quedaran dormidas más rapido que
aquellas que no lo hicieran, entonces el «Bitter» podría tener, después de todo, algún valor
medicinal. Pero la mera correlación, por sí misma, no establece una relación de causa y efecto.
La medida (es decir: el alargar y el acortar) de la falda de las mujeres ha estado correlacionada
durante años con la subida y la bajada del Indice Dow Jones, <*,pero quien piensa que uno causa
lo otro? El mundo esta simplemente lleno de coincidencias.
21. Hechos correlacionados pueden tener una causa común
Algunas correlaciones no son relaciones entre causa y efecto, sino que representan dos
efectos de alguna otra causa. Es absolutamente posible, por ejemplo, que, tanto ser culto, como
tener una mentalidad abierta, sean factores causados por algún otro tercer factor: el ir a la
universidad, por ejemplo. Ser culto, entonces, tal vez no conduce, por sí mismo, a tener una
mentalidad abierta. En cambio, ir a la universidad si conduce a tener una mentalidad abierta
(Quizás porque expone a una persona a puntos de vista muy diferentes), y al mismo tiempo,
ayuda a una persona a ser culta. Probablemente, usted tendrá que investigar a sus amigos
nuevamente: jinformese sobre quienes fueron a la universidad!
o:
La televisión esta arruinando nuesira moral. Los programas de la televisión muestran violencia,
crueldad y perversión; y el resultado: basta mirar a nuestro alrededor.
Aquí se sugiere que la «inmoralidad» en la televisión causa «inmoralidad» en la vida real.
Sin embargo, al menos es probable que ambas inmoralidades, la televisiva y la de la vida real,
sean verdaderamente causadas por causas comunes más básicas, tales como la ruptura del sistema
de valores tradicional, la ausencia de pasatiempos constructivos, etc. O, una vez más:
En los últimos veinte años, los ninos han visto más y más televisión. En el mismo periodo, los
resultados de las pruebas de admisión a la universidad han descendido constantemente. Ver televisión parece
arruinar nuestra mente.
Se sugiere que ver televisión es causa de puntuaciones más bajas en las pruebas. Sena útil,
para comenzar, que este argumento explicara exactamente como la causa alegada, ver televisión,
conduce a estos efectos (regla 18). En cualquier caso, otras explicaciones parecen ser al menos
tan buenas como esa. Quizás algo completamente diferente explique la caida de las puntuaciones
en las pruebas —una caida de la calidad de las escuelas, por ejemplo—, lo que sugeriria que las
dos tendencias correlacionadas no están vinculadas. Pero, nuevamente, es posible que ambas
cosas, ver televisión y la caida de las puntuaciones en las pruebas, puedan ser causadas realmente
por alguna causa común. Quizás la carencia de pasatiempos más estimulantes, por ejemplo, sea
una vez más la culpable.
22. Cualquiera de dos hechos correlacionados puede causar el otro
Mis padres me cuentan que cuando era pequeño pensaba que la causa de los incendios eran
los bomberos. Después de todo, en todos los incendios que vi, habfa bomberos. Era una
asociación natural. Sólo después aprendi que los incendios «causan» a los bomberos, y no al
revés.
La correlación no establece, entonces, la dirección de la causalidad. Si A se correlaciona
con B, puede ser que A cause B, pero también puede ser que B cause A. La misma correlación
que sugiere que la televisión esta arminando nuestra moral, por ejemplo, podría sugerir también
que nuestra moral esta arruinando la televisión. Así, en general, se necesita todavía investigar
otro tipo de explicación alternativa.
Este problema afecta hasta a los estudios más avanzados de correlaciones. Los psicologos
pueden idear una prueba para saber que personas tienen una mentalidad abierta y una encuesta
sobre los habitos de lectura, aplicar estas pruebas a una muestra representativa de la población, y
luego comprobar si una proporción inusualmente alta de los lectores también tiene una
mentalidad abierta. Supóngase que, efectivamente, existe una correlación. No se sigue todavía
que leer conduce a tener una mentalidad abierta. ¡Puede ser al revés, que una mentalidad abierta
conduzca a leer! Después de todo, las personas que tienen una mentalidad abierta tal vez busquen
con mayor probabilidad una gran variedad de articulos y de libros. Esta es una razón de por que
es importance explicar las conexiones entre causa y efecto. Si puede suplir conexiones plausibles
de A a B, pero no de B a A; entonces parece probable que A conduce a B, y no al revés. Si B
podría conducir a A de una manera tan plausible como A conduce a B, entonces usted no puede
deck en que dirección va la causa; Quizás vaya en ambas direcciones.
23. Las causas pueden ser complejas
A veces, se argumenta que los pasos de peatones que atraviesan las calles son más
peligrosos que las calles sin senalizar, ya que el cruce para peatones se correlaciona
aparentemente con un mayor —y no un menor— número de accidentes. A menudo, la conclusión
que se sugiere es que los mismos pasos de peatones causan accidentes, tal vez creando en los
usuarios «un falso sentido de seguridad». Pienso que si se recuerda la regla 22, deberfamos
considerar la posibilidad de que la conexion causal vaya en la otra dirección. Quizás, por así
decirlo, los accidentes causan los cruces para peatones. Después de todo, los cruces para peatones
no aparecen arbitrariamente: tienden a ubicarse en los lugares donde sucedieron accidentes con
frecuencia. Pero puede que no solucionen el problema. Los lugares peligrosos pueden llegar a ser
menos peligrosos, pero no seguros de repente.
Por otra parte, una vez que se instala un paso para peatones, es probable que todavía más
personas lo utilicen. Así, muy bien podemos esperar que el número de personas involucradas en
los accidentes en ese lugar se incremente en vez de disminuir, aunque la proporción debería
disminuir.
Esta historia es obviamente compleja. Un falso sentido de la seguridad puede muy bien
jugar algún papel, especialmente si la proporción de accidentes no disminuye tanto como
podíamos esperar. Al mismo tiempo, no deberfamos olvidar que los pasos de peatones se ubican
precisamente en aquellos lugares donde los accidentes tienden a ocurrir. Una vez más, las causas
no necesitan ser esta o aquella, a veces la respuesta es «ambas».
Muchas historias causales son complejas. Quizás, leer le hace tener una mentalidad más
abierta, pero también es seguramente cierto, tal como se señaló en la sección 22, que tener una
mentalidad abierta conduce probabiemente a algunas personas a leer más. Quizás tomar un
desayuno completo mejora su salud, pero Quizás también las personas saludables sean
precisamente quienes se inclinan por tomar un desayuno completo desde el comienzo. No
exagere su conclusión. Rara vez encontramos la única causa. Los argumentos causales son
importantes porque a menudo ya es útil encontrar alguna causa. Saber simplemente que tomar un
desayuno completo esta correlacionado con una salud mejor, y probabiemente conduce a una
salud mejor, puede ser una razón suficiente para tratar de tomar desayunos más completos.
CAPÍTULO VI
ARGUMENTOS DEDUCTIVOS
Todos los argumentos que hemos considerado hasta ahora son inciertos de una u otra
manera. Nuevos ejemplos siempre pueden refutar un argumento de ejemplos, e incluso una fuente
imparcial y bien informada puede eslar equivocada. Los argumenlos deductivos correctamente
formulados, sin embargo, son aquellos en los cuales la verdad de sus premisas garantiza la verdad
de sus conclusiones.
Si en el ajedrez no hay factores aleatorios, entonces el ajedrez es un juego de pura destreza.
En el ajedrez no hay. factores aleatorios.
Por lo tanto, el ajedrez es un juego de pura destreza.
Si estas dos premisas son verdaderas, también debe ser verdad que el ajedrez es un juego de
pura destreza. Para discrepar con la conclusión también se tiene que discrepar con al menos una
de las premisas.
Luego, los argumentos deductivos ofrecen certeza, pero sólo si sus premisas son también
ciertas. Dado que las premisas de nuestros argumentos son, de hecho, rara vez ciertas, las
conclusiones de los argumentos deductivos en la vida real todavía tienen que ser tomadas con
unos pocos (¡y en ocasiones muchos!) granos de sal. Sin embargo, cuando es posible encontrar
premisas fuertes, los argumentos deductivos son muy utiles. Recuerde la regla 3: trate de partir de
premisas fiables.
Aun cuando las premisas sean inciertas, las formás deductivas ofrecen una manera efectiva
de organizar un argumento, especialmente si se trata de un ensayo basado en argumentos. Este
capítulo presenta seis formas deductivas comunes con ejemplos simples, cada una de ellas en una
sección separada. En los capítulos VIII − X volveremos a tratar sobre el uso de esas formas en los
ensayos basados en argumentos.
24. Modus ponens
Los argumentos deductivos correctamente formulados se llaman argumentos vdlidos. Si se
usan las le* tras p y q para representar enunciados, la forma deductiva valida más simple es:
Si [el emmciado p] entonces [el enunciado q].
[el enunciado p].
Por lo tanto, [el enunciado q].
O, de una manera más breve,
Si p entonces q.
P
Por lo tanto, q.
Esta forma se denomina modus ponens («el modo de poner»: puestop, se consigue q). Si se
tomap para representar: «No hay factores aleatorios en el ajedrez» y q para representar: «E1
ajedrez es un juego de pura destreza», nuestro ejemplo introductorio sigue el modus ponens.
Verifiquelo.
A mehudo, un argumento con esta forma es tan obvio que ni siquiera tiene que ser expuesto
como un modus ponens explicito.
Dado que los optimistas tienen más posibilidad de éxito que los pesimistas, usted debería ser optimista.
Este argumento podna escribirse:
Si los optimistas tienen más posibilidad de éxito que los pesimistas, entonces usted debería ser un optimista.
Los optimistas efectivamente tienen más posibilidad de éxito que los pesimistas.
Por lo tanto, usted debería ser optimista.
Pero el argumento resulta absolutamente claro sin ponerlo de esa forma. En otras ocasiones,
sin embargo, resulta útil escribir el modus ponens sin abreviar:
Si hay millones de planetas habitables en nuestra galaxia, entonces parece probable que la vida se haya
desarrollado en más planetas que en este.
Hay millones de planetas habitables en nuestra galaxia.
Por lo tanto, parece probable que la vida se hay a desarrollado en más planetas que en este.
Para desarrollar este argumento, usted debe explicar y defender ambas premisas, y ellas
necesitan argumentos completamente diferentes (¿por qué?). Resulta útil expoherlas clara y
separadamente desde el inicio.
25. Modus tollens
Una segunda forma valida es el modus tollens («el modo de quitar»: quite q, quite p):
Si p entonces q.
No − q
Por lo tanto, no − p
Aquí «No−q» simplemente representa la negación de q; es decir, el enunciado «No es
verdad que q» vaile lo mismo para «no−q».
Recuerde el argumento de Sherlock Holmes que se expuso en la sección 1:
Un perro fue encerrado en los establos, y, sin embargo, aunque alguien había estado allí y había sacado
un caballo, el no había ladrado [...] Es obvio que el visitante era alguien a quien conocía bien...
El siguiente argumento de Holmes es modus tollens:
Si el perro no hubiera conocido bien al visitante, entonces hubiera ladrado.
El perro no ladro.
Por lo tanto, el perro conocía bien al visitante.
Para escribir este argumento en símbolos, use c para «el perro no conocía bien al visitante»
y l para «el perro ladro».
Si c entonces l.
No−l.
Por lo tanto, no−c.
«No−l» representa «el perro no ladro», y «no−c» representa «no es verdad que el perro no
conocía bien al visitante», esto es: «el perro conocía bien al visitante.13
El astronomo Fred Hoyle maneja un modus tollens interesante. Parafraseandolo un poco:
Si el universo fuera infinitamente viejo, no quedaria hidrogeno en el, dado que el hidrogeno se
convierte en helio constantemente en todo el universo, y esta conversión es un proceso unidireccional. Pero dc
hecho el universo esta compuesto casi por completo de hidrogeno. Luego, el universo debe haber tenido un
comienzo determinado.
Para poner el argumento de Hoyle en símbolos, use i para representar «El universo es
infinitamente viejo» y h para representar «Ningún hidrogeno queda en el universo».
Si i entonces h.
No−h.
Por lo tanto, no−i.
«No−h» representa «No es verdad que no queda hidrogeno en el universo» (o: «E1
universo contiene hidrogeno»); «no−i» significa «No es verdad que el universo es infinitamente
viejo». Hoyle continua repitiendo la conclusión: ya que el universo no es infinitamente viejo,
debe haber habido un punto determinado en el cual comenzo.
26. Silogismo hipotético
Una tercera forma valida es el «silogismo hipotetico»:
Si p entonces q.
Si q entonces r.
Por lo tanto, si p entonces r.
Por ejemplo:
Si usted estudia otras culturas, comprendera que existe una diversidad de costumbres humanas.
Si usted comprende que existe una diversidad de costumbres humanas, entonces pone en duda sus
propias costumbres.
Por lo tanto, si usted estudia otras culturas, entonces pone en duda sus propias costumbres.
Usando las letras en cursiva para representar las partes de los enunciados de esta
afirmación, tenemos:
Si e entonces c.
Si c entonces p.
Por lo tanto, si e entonces p.
El silogismo hipotetico es válido para cualquier número de premisas en la medida en que
cada premisa tenga la forma «Si p entonces q», y la q de una premisa se transforma en la p de la
13
En su lugar, podríamos haber definido c como «el perro conocía al visitante»; de tal manera que en símbolos el
argumento es:
Si no−c entonces l.
No−l.
Por lo tanto, c.
Hablando de una manera estricta, la conclusión es entonces «No−no−c» —«No es verdad, que no es verdad que el
perro conocía bien al visitante»—; pero esto equivale simplemente a c.
siguiente. En la sección 5, por ejemplo, analizamos un argumento con las dos premisas anteriores
más una tercera:
Si usted pone en duda sus costumbres, entonces será más tolerante.
De esta y de las dos premisas anteriores, usted puede concluir validamente «Si e entonces
/» mediante un silogismo hipotetico.
Advierta que el silogismo hipotetico ofrece un buen modelo para explicar las conexiones
entre causa y efecto (regla 18). La conclusión vincula una causa con un efecto, mientras que las
premisas explican los pasos intermedios.
27. Silogismo disyuntivo
Una cuarta forma valida es el «silogismo disyuntivo»:
'p o q.
No−p.
Por lo tanto, q.
Examinemos, por ejemplo, el argumento de Bertrand Russell que se mostró en la sección 2:
Esperamos el progreso mediante el perfeccionamiento de la moral, o lo esperamos mediante el
perfeccionamiento de la inteligencia.
No podemos esperar el progreso mediante el perfeccionamiento de la moral.
Por lo tanto, debemos esperar el progreso mediante el perfeccionamiento de la inteligencia.
Usando una vez más las letras en cursiva como sfmbolos, este argumento continua:
m o i.
No−m.
Por lo tanto, i.
En castellano, la letra «o» puede tener.dos significados diferentes. En su sentido
«exclusivo», la letra «o» en el enunciado «a o b» significa que una de las dos a o b es verdad,
pero no ambas. En su sentido «inclusivo», «a o b» significa que a o b es verdadero, y que
posiblemente ambas lo sean. Los silogismos disyuntivos son válidos con independencia de cual
sea el sentido de «o» que se use. En el sentido exclusivo de «o», también se puede argumentar:
P o q.
P
Por lo tanto, no −q.
Una vez más, esta forma es valida únicamente en el sentido exclusivo de «o». Supóngase,
por ejemplo, que alguien argumenta:
Sólo Zbignew o Zoltan pudieron haber cometido esa acción vergonzosa. Zoltan lo hizo, por lo tanto,
Zbignew no lo hizo.
La inocencia de Zbignew depende de lo que signifique la letra «o» en el primer enunciado.
Si sólo una persona pudo haber cometido la acción vergonzosa, la «o» es exclusiva y el
argumento es válido. Pero si la acción vergonzosa podría haber sido ejecutada colectivamente,
entonces la «o» permanece inclusiva y la culpabilidad de Zoltan no prueba la inocencia de
Zbignew.
28. Dilema
Una quinta forma valida es el «dilema».
P o q.
Si p entonces r.
Si q entonces s.
Por lo tanto, r o s.
Lo siguiente es un ejemplo de Edmund Burke:
Hay un dilema al que cualquier oposición a una injusticia triunfante, en la naturaleza de las cosas, esta
sujeta. Si usted no hace nada, será considerado un cómplice de las medidas a las que su silencio asiente. Si
usted resiste, será acusado de provocar al irritable poder a cometer nuevos excesos. La conducta de la parte
perdedora nunca aparece como correcta...
Permítaseme traducir este argumento en términos algo más claros y consistentes, y
traducirlos también a la forma de un dilema. Use r para representar «usted resiste una injusticia
que ha tenido éxito»; c para «usted será considerado un cómplice» y p para «usted será acusado
de causar nuevas provocaciones». En símbolos, el argumento podría ser expuesto:
r o no−r.
Si r entonces p.
Si no−r entonces c.
Por lo tanto, p o c.
Advierta que no se necesita un símbolo aparte para el enunciado «usted no hace nada», lo
traducimos como «no−r». Advierta también que las premisas están algo reordenadas, y la primera
premisa se hizo más explícita, para adaptarla a la forma de un dilema. Burke concluye que «la
conducta de la parte perdedora nunca aparece como correcta». En cierto modo, esto es sólo una
repetición de lo que hemos expuesto como «p o c». También podnamos hacerlo más explicito)
formulando otro argumento bajo la forma de un dilema, comenzando con la conclusión del
último:
Usted es acusado de causar nuevas provocaciones o es considerado un cómplice.
Si usted es acusado de causar nuevas provocaciones, su conducta parece equivocada.
Si usted es considerado un cómplice, su conducta parece equivocada.
Por lo tanto, su conducta siempre parece equivocada.
En símbolos:
Dado p o c.
Si p entonces e.
Si c entonces e.
Por lo tanto, e.
Tecnicamente, la conclusión es «e o e», pero no tenemos que decirlo dos veces.
29. Reductio ad absurdum
Merece especial atención una estrategia deductiva tradicional, aun cuando, hablando
estrictamente, es sólo una versión del modus tollens. Esta es la reductio ad absurdum, es decir, la
«reducción al absurdo».
Para probar: p.
Se asume: No−o (esto es, que p es falso).
De esa asunción se deriva una implicacion: q.
Se muestra: q es falso (contradictorio, estúpido, «absurdo»).
Se concluye: p.
Los argurnentos mediante reductio, tal como se denominan a menudo, establecen, pues, sus
conclusions mostrando que la negación de la conclusión conduce al absurdo. No se puede hacer
otra cosa, sugiere el argumento, salvo aceptar la conclusión.
Recuerde, por ejemplo, el argumento para la existencia de un Creador que expusimos en la
sección 12. Las casas tienen creadores, dice el argumento, y el mundo es similar a una casa:
también es ordenado y hermoso. Entonces, sugiere la analogía, también el mundo debe tener un
Creador. En la sección 12 se cito a David Hume a los efectos de mostrar que el mundo no es
similar, de un modo suficientemente relevante, a una casa como para que esta analogía tenga
éxito. Hume también sugiere, en la Parte V de sus Didlogos, una reductio ad absurdum de la
analogía. Parafraseándolo:
Supóngase que el mundo tiene un Creador tal como lo tiene una casa. Ahora bien, cuando las casas no
son perfectas sabemos a quienes culpar: a los carpinteros y albaniles que las crearon. Pero el mundo tampoco
es absoiutamente perfecto. Por io tanto, parecerfa seguirse que el Creador del mundo, Dios, ya no es perfecto.
Pero usted considerarfa absurda esta conclusión. La única manera de evitar el absurdo consiste en rechazar la
suposición que a el conduce. Por lo tanto, el mundo no tiene un Creador de la manera en que las casas lo
tienen.
Formulado bajo la forma de una reductio, tenemos:
Para probar. El mundo no tiene un Creador de la manera en que las casas lo tienen.
Se asume: El mundo si tiene un Creador de la manera que las casas lo tienen.
De la asunción se sigue que: Dios es imperfecto (porque el mundo es imperfecto).
Pero: Dios no puede ser imperfecto.
Por lo tanto: El mundo no tiene un Creador de la manera en que las casas lo tienen.14
No todos encontrarian «absurda» la idea de un Dios imperfecto, por cierto, pero Hume
sabfa que los cristianos con los que estaba discutiendo no la aceptarian.
30. Argumentos deductivos en varios pasos
Muchas formas validas son combinaciones de las formas simples introducidas en las
secciones 24 − 29. En lo que sigue, por ejemplo, Sherlock Holmes esta realizando una deducción
simple para el conocimiento del Dr. Watson, a la vez que comenta los papeles relativos de la
observación y de la deducción. Holmes sefialo casualmente que Watson estuvo esa mafiana en
14
Como un ejercicio, traduzca este argumento a un modus tollens.
cierta oficina de correos y que, además, desde allí envio un telegrama. «Correcto», contesto
Watson asombrado, «correcto en ambas cosas. Pero confieso que no se como llego a ello».
HOLMES. ES de lo más sencillo... La observación me dice que usted tiene un poco de barro rojizo
adherido a su empeine. Justo frente a la oficina de correos de la calle Wigmore han levantado el pavimento y
arrojado un poco de tierra, situada de tal manera que resulta difícil evitar pisarla al entrar. La tierra es de ese
particular tinte rojizo que no se encuentra, hasta donde se, en ninguna ot'ra parte del vecindario. Hasta aquí la
observación, el resto es deducción.
WATSON. ¿Como dedujo entonces el telegrama?
HOLMES. Porque sabfa, por supuesto, que usted no había escrito una carta, dado que estuve sentado
frente a usted toda la mafiana. Veo también en su escritorio abierto que tiene una hoja de sellos y un tupido
fajo de tarjetas postales. ¿Para que podría ir al correo, entonces, si no es para enviar un telegrama? Eliminados
15
todos los demás factores, el único que queda debc ser cl verdadero.
Exponiendo la deducción de Holmes en premisas más explfcitas, tendrfamos:
1. Watson tiene un poco de barro rojizo en sus botas.
2. Si Watson tiene un poco de barro en sus botas, entonces estuvo en la oficina de
correos de la calle Wigmore esa mafiana (porque allí y sólo allí hay el barro rojizo de ese
tipo, arrojado de tal manera que resulta difícil evitar pisarlo).
3. Si Watson estuvo en la oficina de correos de la calle Wigmore esa mafiana:
entonces o envio una carta, o compro sellos o tarjetas postales, o envio un telegrama.
4. Si Watson fue a la oficina de correos a enviar una carta, debería haberla escrito
esa manana.
5. Watson no escribió ninguna carta esa manana.
6. Si Watson fue a la oficina de correos a comprar sellos o tarjetas postales, no
debería tener ya un cajon lleno de sellos y de tarjetas postales.
7. Watson ya tiene el cajon lleno de sellos y de tarjetas postales.
8. Por lo tan to, Watson envio un telegrama en la oficina de correos de la calle
Wigmore esta manana.
Ahora tenemos que descomponer el argumento en una serie de argumentos válidos en las
formas simples presentadas en las secciones 24 − 29. Podemos comenzar con un silogismo
hipotetico:
2. Si Watson tiene un poco de barro rojizo en sus botas, entonces estuvo en la
oficina de correos de la calle Wigmore esa manana.
3. Si Watson estuvo en la oficina de correos de la calle Wigmore esa manana:
entonces o envio una carta, o compro sellos o tarjetas postales, o envio un telegrama.
A. Por lo tanto, Watson tiene un poco de barro rojizo en sus botas, entonces o envio
una carta, o compro sellos o tarjetas postales, o envio un telegrama, en la oficina de correos
de la calle Wismore esa manana.
(Usare A, B, etc., para representar las conclusiones de los argumentos simples, las que
pueden ser usadas como premisas para extraer conclusiones adicionaies.) Ahora, con A y 1
podemos usar el modus pohens:
15
A. Conan Doyle, The Sign of the Four, capítulo 1.
A. Si Watson tiene un poco de barro rojizo ensus botas, entonces o envio una carta,
ocompro sellos o tarjetas postales, o envio untelegrama, en la oficina de correos de la calle
Wigmore esa manana.
1. Watson tiene un poco de barro rojizo en sus botas.
B. Por lo tanto, Watson, o envio una carta, ocompro sellos o tarjetas postales, o envio
untelegrama en la oficina de correos de la calle Wigmore esa manana.
Dos de estas tres posibilidades pueden resolverse ahora por el modus tollens.
4. Si Watson fue a la oficina de correos a enviar una carta, debería haberla escrito
esa manana.
5. Watson no escribió ninguna carta esa manana.
C. Por lo tanto, Watson no fue a la oficina decorreos a enviar una carta.
y
6. Si Watson fue a ia oficina de correos a comprar sellos o tarjetas postales, no
debería tener ya un cajon lleno de sellos y de tarjetas postales.
7. Watson ya tiene el cajon lleno de sellos y de tarjetas postales.
D. Por lo tanto, Watson no fue a la oficina de correos a comprar sellos ,0 tarjetas
postales.
Finalmente, entonces:
B. Watson o envio una carta, o compro sellos otarjetas postales, o envio un telegrama
en laoficina de correos de la calle Wigmore esarnanana.
C. Watson no fue a la oficina de correos a enviar una carta.
D. Watson no fue a la oficina de correos a comprar sellos o tarjetas postales.
8. Por lo tanto, Watson envio un telegrama en la oficina de correos de la calle
Wigmore esta rnanana.
Esta última inferencia es un silogismo disyuntivo ampliado. «Eliminados todos los demás
factores, el linico que queda debe ser el verdadero.»
CAPÍTULO VII
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
A. Explorar la cuestión
Pasamos ahora de escribir argumentos cortos a es cribir argumentos más largos; de
argumentos en un párrafo a argumentos en un ensayo. Un ensayo basado en argumentos es, a
menudo, una elaboración de un argumento corto, o de una serie de argumentos cortos vinculados
entre si por una construcción más extensa. Pero el proceso de pensar y de «proyectar» un ensayo
basado en argumentos lo hace muy diferente a un argumento corto.
Los proximos tres capítulos corresponden a los tres pasos de escribir un ensayo basado en
argumentos. El capítulo VII trata sobre «Explorar la cuestión», el capítulo VIII expone los
«Puntos principales de un ensayo basado en argumentos», y el capítulo IX versa sobre como
efectivamente se «Escribe un ensayo». Las reglas en estos capítulos son señaladas mediante A, B
o C.
En la Introducción se distinguio entre dos usos principales de los argumentos: para indagar
sobre los meritos de una tesis, y para defender una tesis una vez que la indagación ha dado sus
frutos. El primer paso es la indagación. Antes de que usted pueda escribir un ensayo basado en
argumentos, debe explorar la cuestión y considerar las diversas posiciones por sí mismo.
A.l. Explore los argumentos sobre todes los aspectos de la cuestión
Recientemente, algunas personas en los Estados Unidos han propuesto un «programa de
vales» para las escuelas primarias y secundarias. Según este programa, los impuestos que hasta
ahora van al sistema de escuelas publicas serian divididos en partes iguales entre los padres de los
ninos en forma de «vales», que podrían transferir a las escuelas de su elección, incluyendo las
privadas y religiosas. El Gobierno regulana la idoneidad de las escuelas para asegurar que todas
ellas satisfagan el nivel mfnimo, pero las personas tendrfan libertad para escoger cualquier
escuela que desearan siempre que esta satisfaga los niveles mínimos.
Suponga que se le asigna como tema de un ensayo basado en argumentos este programa de
vales. No comience poniendo en funcionamiento la maquina de escribir y escribiendo algún
argumento en favor de la primera opinión que se le ocurra. Su tarea no consiste en dar cuenta de
la primera opinión que se le ocurra. Su tarea es dar una opinión bien informada que pueda ser
defendida con argumentos solidos. Y esto requiere tiempo.
Primero, informese acerca de cuales son los argumentos que son considerados más fuertes
para cada una de las tesis posibles. Lea artfculos y hable con personas con diferentes puntos de
vista.
El argumento más fuerte en favor de la tesis pro vale es, probablemente, el de «la libertad
de eleccións El programa de vales, se afirma, conducina a una gama mucho más amplia de
escuelas alternativas de la que ahora existe, y no penalizarfa a los padres por escoger una de ellas
en detrimento de las otras (como lo hace el sistema actual, ya que todos deben pagar impuestos
para mantener las escuelas publicas, incluso si sus hijos no asisten a ellas). El principal argumento en contra de los vales parece ser que las escuelas publicas reflejan el mundo real:
tenemos que aprender a vivir con, y apreciar a, las personas que no son como nosotros, y con
quienes, probablemente, eleginamos no ir a la escuela si pudieramos hacerlo. Las escuelas
publicas, se afirma, hacen ciudadanos democráticos.
Explorando la cuestión encontrara argumentos en favor y en contra de estas afirmaciones.
Comenzara también a formular argumentos propios. Valore estos argumentos usando las reglas
de los capítulos IVI. Ensaye diferentes formas de argumentos, formule el mejor argumento que
pueda en favor de cada tesis, y luego critique estos argumentos usando nuestras reglas.
Utilice argumentos mediante analogía. ¿Hemos probado algo similar al programa de vales
con anterioridad? Quizás, las universidades en competencia, aunque no se mantengan mediante
vales, parecen ofrecer una pluralidad de tipos de buena educación, lo que sugiere que un sistema
de escuelas primarias y secundarias en competencia podría llevar a resultados similares. Pero
asegurese de que este es un ejemplo relevantemente similar. En la actualidad, por ejemplo,
muchas universidades se mantienen mediante impuestos. ¿Podría un sistema sin instituciones
publicas sostenidas con impuestos ofrecer también una buena educación a tantas personas?
¿Conduciria también a poner en contacto a tantas personas diversas?
Puede ser que haya más similitudes relevantes entire las escuelas bajo el programa de vales
y las actuales escuelas privadas y religiosas. Con respecto a ello, usted, además, necesita algunos
argumentos mediante ejemplos, y/o de autoridad. ¿Cuán buenas son las actuates escuelas
privadas y religiosas comparadas con el sistema de escuelas publicas?. ¿Producen personas que
son igualmente tolerantes respecto de otras personas? (¿Cómo ha sido la situación en las escuelas
privadas con respecto a la segregación racial, por ejemplo?)
Los argumentos deductivos también pueden ser utiles. Este es un silogismo hipotetico:
Si crearamos un programa de vales, las escuelas competirian por los estudiantes.
Si las escuelas compiten por los estudiantes, entonces usaran publicidad y promociones para animar a
los padres a «buscar la mejor oferta».
Si los padres son animados a «buscar la mejor oferta», entonees muchos padres enviaran a sus hijos de
escuela en escuela.
Si muchos padres envian a sus hijos de escuela en escuela, muchos ninos no haran amistades duraderas
o no se sentiran seguros en su entorno.
Por lo tan to, si crearamos un programa de vales, muchos ninos no haran amistades duraderas, ni se
sentiran seguros en su entorno.
Como se señaló en la sección 26, a menudo el silogismo hipotetico puede ser usado de esta
manera para explicar las conexiones entre causas y efectos. También puede ser usado para
examinar las posibles conexiones que puede haber en los casos donde no esta seguro que haya
una conexion.
A.2. Cuestione y defienda las premisas de cada argumento
Cuando las premisas de un argumento son discutibles, usted tiene que examinar también los
argumentos que hay en su favor.
Suponga que esta examinando el silogismo hipotetico que acabamos de esbozar. Usted sabe
que es un argumento válido, la conclusión se sigue efectivamente de las premisas. Pero necesita
convencerse también de que las premisas son verdaderas. Para continuar explorando la cuestión,
entonees, usted debe dar un paso más, debe tratar de sugerir argumentos para cualquiera de las
premisas del argumento que razonablernente pudiera ser cuestionada.
Por ejemplo, un argumento en favor de la segunda premisa («Si las escuelas compiten por
los estudiantes, entonces usaran publicidad y promociones para animar a los padres a "buscar la
mejor oferta"») podría usar una analogía:
Cuando las tiendas compiten por los clientes, tratan de ofrecer tratos y servicios especiales para
aparecer más atractivas que sus competidoras, y hacen mucha publicidad para atraer nuevos clientes y
recuperar los viejos. Entonces, las otras tiendas responden con sus tratos especiales y con su publicidad. Los
clientes son atraidos de una tienda a otra, y entonces vuelta a comenzar: ellos piensan que pueden alcanzar el
mejor trato «buscando de nuevo, cada vez, la mejor oferta». Sucederia exactamente lo mismo cuando
compitieran las escuelas. Cada escuela podría hacer publicidad y ofrecer tratos especiales, y las otras escuelas
responderian. Los padres podrían «ir a buscar la mejor oferta» exactamente igual como ahora lo hacen los
clientes de las tiendas de comestibles o de los grandes almacenes.
No todas las afirmaciones necesitan mucha defensa. La primera premisa del silogismo
hipotetico («Si creamos un programa de vales, las escuelas competirfan por los estudiantes») es
lo suficientemente obvia como. para afirmarla sin muchos argumentos, constituye la idea básica
del programa de vales. La segunda premisa, sin embargo, necesita un argumento, y también lo
neeesitarfa la cuarta. («Si muchos padres envfan a sus hijos de escuela en escuela,muchos ninos
no haran amistades duraderas o no sesentiran seguros en su entorno».) A su turno, puedeque
usted también tenga que defender algunas de laspremisas de estos argumentos. Con respecto al
argumento en favor de la segunda premisa sugerido masarriba, usted puede ofrecer ejemplos para
mostrar quelas tiendas efectivamente ofrecen tratos especiales yhacen mucha publicidad cuando
hay una dura competencia.
La regla es: cualquier afirmación que da lugar a dudas razonables necesita al menos alguna
defensa. Naturalmente, por razones de espacio, muchas veces tendrá que limitar lo que pueda
decir. Cuando hay limitaciones de espacio o de tiempo, argumente fundamentalmente en favor de
sus afirmaciones más importantes y/o controvertibles. Aun entonces, sin embargo, cite al menos
alguna prueba o autoridad en favor de cualquiera otra afirmación que permanezca debatible.
A.3. Revise y reconsidere los argumentos tal como aparecen
Las reglas A.l y A.2 esbozan un proceso. Usted puede tener que tratar con diversas y
diferentes conclusions —incluso conclusiones opuestas— antes de que encuentre una opinión que
pueda ser defendida con argumentos fuertes. Aun después de que usted haya decidido la
conclusión que quiere defender, puede que tenga que tratar diversas formas del argumento antes
de que encuentre una que funcione bien. Con toda probabilidad, su argumento inicial tendrá que
ser mejorado. Muchas de las reglas de los capítulos IVI ilustran como los argumentos cortos
deben ser mejorados y ampliados: anadiendo ejemplos a un argumento mediante ejemplos
(sección 8); citando y explicando la cualificación de una au tori dad (secciones 13 y 14), y así
sucesivamente. A veces no será capaz de encontrar suficientes ejemplos y, por ellp, puede que
tenga que cambiar su enfoque (¡O cambiar su opinión!). A veces puede ir en busca de una
autoridad para sustentar una afirmación que quiere hacer, y encontrar únicamente que la mayoría
de las autoridades son de la opinión contraria (probablemente, tenga que cambiar su opinión), o
que las personas mejor informadas todavía discrepan las unas de las otras (entonces no podrá
argumentar por medio de una autoridad: recuerde la regla 16).
Tomese su tiempo. (¡Y otoéguese a í mismo el tiempo que necesita!) Esta es la etapa donde
la revisión resuita fácil y los experimentos son baratos. Para algunos autores es la parte más
satisfactoria y creativa de la composición. Usela bien.
CAPÍTULO VIII
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
B. Los puntos principales de un ensayo
Suponga que ha llegado a una conclusión que piensa que puede defender adecuadamente.
Ahora necesita organizar su ensayo de tal manera que trate todo lo que necesita ser tratado, y, de
ese modo, pueda presentar su argumento de la manera más eficaz. Saque una hoja grande de
papel y un boligrafo: usted esta listo para preparar su esquema.
B. 1. Explique el problema
Comience por presentar la pregunta que quiere responder. Luego, expliquela. ¿Por que es
importante? ¿Qué es lo que depende de la respuesta? Si usted esta formulando una propuesta para
acciones o para medidas políticas futuras, como el programa de vales, comience mostrando que
en la actualidad tenemos un problema. ¿Por que otros deberían compartir sus preocupaciones o
deberfan estar interesados en sus ideas de cambio? ¿Qué le condujo a usted a interesarse por la
cuestión?
Considere su audiencia. Si esta escribiendo para un periodico o para exponerlo en publico,
su audiencia puede no ser consciente de la cuestión, o de la gravedad del problema; su tarea es
hacer que tomen consciencia de ello. Volver a plantear el problema puede ser útil aun cuando ya
sea conocido. Contribuye a ubicar su propuesta —¿Qué problema esta tratando de resolver?—, y
puede avudar a recordar a quienes son conscientes del problema, pero que posiblemente no
habfan considerado su importancia. (Si usted esta escribiendo un ensayo academico, sin embargo,
no trate de volver a plantear la historia completa del problema. Inrormese acerca de cuanta
información de trasfondo espera su profesor.)
Para justificar su interes por una pregunta o cuestión particular, puede que necesite apelar a
valores o pautas compartidas. A veces, estas pautas son simples e incontrovertidas. Si usted tiene
una propuesta acerca de la seguridad del trafico, probablemente encontrara que sus objetivos son
obvios y no controvertidos. A nadie le gustan los accidentes de trafico. Otros arguments pueden
apelar a pautas compartidas por un grupo específico, tales como los codigos de eticas
profesionales, o a pautas institucionales, tales como las pautas sobre la conducta de los
estudiantes que aprueba una escuela. Las pautas pueden apelar a la Constitución y a nuestros
ideales políticos compartidos, como la libertad y la equidad. Pueden apelar a nuestros valores
morales com parti dos, tales como la santidad de la vida y la importancia de la autonomia y del
desarrollo individual, y a amplios valores sociales muy generales como la belleza y la curiosidad
intelectual.
B.2. Formule una propuesta o afirmación definitiva
Si esta formulando una propuesta, sea específico. «Se debería hacer algo», no es una
genuina propuesta. Usted no necesita entrar en demasiados detalles. «Todos deberfan tomar el
desayuno», es una propuesta concreta, pero también es simple. Por otro lado, si quiere
argumentar que Estados Unidos deberfa esta blecer un programa de vales es necesario dar
algunos detalles: explicar la idea básica, como funcionarian los pagos, etc. De un modo similar, si
esta haciendo una afirmación filosofica, o defendiendo su interpretación de un texto o de un
suceso, exponga, en primer . lugar, su afirmación o interpretación de una manera simple. («Dios
existe»; «La guerra civil estadounidense fue causada fundamentalmente por conflictos
economicos»; etc.) Después ofrezca tantos detalles como sea necesario.
Si su objetivo es, simplemente, evaluar algunos de los argumentos en favor o en contra de
una determinada afirmación o propuesta, puede que no este formulando una propuesta propia o,
ni siquiera, llegando a una decisión específica. Por ejemplo, Quizás tan sólo pueda examinar una
sola línea argumental en una controversia. Si es así, diga clara e inmediatamente que eso es lo
que usted se ha propuesto hacer. A veces, su conclusión puede ser simplemente que los argumentos en favor o en contra de alguna tesis o propuesta no son concluyentes. jEsta bien! Pero
formule esta clara conclusión inmediatamente. Comience diciendo: «En este ensayo, argüire que
los argumentos en favor de X no son concluyentes.» De otra manera, ¡será su ensayo el que
parecera no concluyente!
B.3. Desarrolle sus argumentos de un modo completo
Una vez que hay a aclarado la importancia de la cuestión que esta tratando, y una vez que
haya decidido que es exactamente lo que se propone hacer en su trabajo, esta en condiciones de
desarrollar su argumento principal.
Planificar es importante. Su trabajo tiene limites: no cerque más tierra de la que pueda arar.
Un argumento bien desarrollado es mejor que tres argumentos tan sólo esbozados. No use
cualquier argumento que consi dere que favorece su tesis: serfa como preferir diez cubos muy
agujereados a uno bien sellado. (Además, ¡diferentes argumentos pueden no siempre ser compatibles!) Concentrese en uno o dos de los mejores.
Si hace una propuesta, tiene que mostrar que resolvera el problema con el cual comenzo. A
veces, presentar con exactitud la propuesta resulta suficiente. Si el problema es que su salud sufre
porque usted no toma un desayuno completo, entonces tomar un desayuno completo es la
solución obvia. Sin embargo, si su propuesta es que Estados Unidos instituya un programa de
vales, entonces será necesaria una argumentación cuidadosa. Usted tiene que mostrar que un
programa de vales realmente fomentarfa la libertad de elección, que habría una serie de escuelas
disponibles, y que estas escuelas serian claramente mejores que las actuales. Tendrá que
argumentar acerca de causas y efectos, mediante ejemplos, etc., y valdran las reglas expuestas en
los capítulos anteriores. Use los argumentos que comenzo a desarrollar en el capítulo VII.
Si arguye en favor de una afirmación filosofica, este es el lugar para desarrollar su(s)
principal(es) argumento(s). Si arguye en favor de su interpretación de un texto o suceso, este es el
lugar para explicar los detalles de ese texto o suceso, y para explicar su interpretación
detenidamente. Si su ensayo es una valoración de algunos de los argumentos en una controversia,
explique aquellos argumentos y las razones de su evaluación. Una vez más, recuerde las reglas de
los capítulos anteriores. Si fundamenta una afirmación en un argumento mediante ejemplos,
asegurese de que tiene un número suficiente de ejemplos, de que son representatives, etc. Si usa
una forma deductiva, asegurese de que es valida y de que cualquier premisa cuestionable también
es defendida.
B.4. Examine las objeciones
Anticipese a preguntas escepticas. ¿No es demasiado cara su propuesta? <¿No tardara
demasiado? ¿Ha sido probada con anterioridad? ¿Puede conseguir gente para llevarla a cabo? Si
su propuesta será difícil de implementar, admitalo; y arguya que intentarlo igual merece la pena.
La mayoría de las propuestas no tienen un sólo efecto, sino muchos. Usted tiene que
examinar que desventajas puede tener su propuesta. Anticipese a las desvenlajas que otros
puedan enarbolar como objeciones, saquelas a colación usted mismo y respondalas. Argumente
que las ventajas superan a las desventajas (y asegurese, una vez que las ha analizado, de que
realmente lo hacen). Es verdad, el programa de vales puede hacer a las escuelas menos estables,
pero esto puede parecer un pequeño precio a pagar por hacerlas más receptivas a los deseos de los
padres y de la comunidad. También puede argumentar que algunas posibles desventajas no se
darán en la practica. Quizás las escuelas no se harán inestables, después de todo (aquf, use un
argumento por analog fa), las empresas no se desestabilizan cuando tienen que responder a los
cambios de las preferencias de los clientes.
Anticipese a las objeciones a su afirmación o interpretacion. Si escribe un trabajo
academico, busque las criticas a su afirmación o interpretación en los textos asignados para el
curso. Una vez que haya explorado la cuestión cuidadosamente, también encontrara objeciones
hablando con personas con diferentes puntos de vista y en su trasfondo de lecturas. Escudrine
estas criticas por completo, seleccione las más fuertes o más comunes, y trate de responderlas.
B.5. Examine las alternativas
Esta es una regla obvia, pero es pasada por alto constantemente. Si defiende una propuesta,
no es suficiente mostrar que su propuesta resuelve un problema. También debe mostrar que es
mejor que las otras maneras plausibles de resolver ese problema, bajo las circunstancias dadas.
En la Universidad de Q. hay demasida demanda para usar los ordenadores disponibles, especialmente cerca del final
de los semestres. Por lo tanto, la Universidad de Q. deberfa ampliar el número de ordenadores disponibles.
Este argumento es débil por muchas razones: «demasiada demanda» es vago, y así lo es la
propuesta. Pero aun remediando esta débilidad, no se justificara la conclusión. Puede haber otras
maneras, y más razonables, de terminar con el exceso de demanda. Quizás el tiempo de uso de
los ordenadores deberfa ser racionado, de modo que las personas los usen de una forma más
consistente, en vez de dejarlo todo para el final del semestre. O Quizás, la Universidad de Q. deberfa prohibir ciertos usos de los ordenadores cerca del final del semestre. O Quizás la
universidad no deba hacer nada en absoluto, dejando que los usuarios reajusten su utilización por
sí mismos. Si usted todavfa quiere proponer que la Universidad de Q. deberfa aumentar el
mimero de ordenadores disponibles, debe mostrar que su propuesta es mejor que cualquiera de
estas alternativas.
De un modo similar, si interpreta un texto o un suceso, tiene que examinar las
interpretaciones alternativas. Por más habil y profunda que sea su explicación de por que sucedio
una cosa, alguna otra explicación puede parecer más probable. Tiene que mostrar que las otras
explicaciones son menos probables: recuerde la regla 19. Aun las afirmaciones filosoficas tienen
alternativas. ¿El argumento de la creación (sección 12), muestra que Dios existe, o sólo que
existe un Creador que no necesariamente tiene que ser todo lo que implicamos cuando hablamos
de «Dios»? ¡Argumentar es un trabajo duro!
CAPÍTULO IX
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
C. Escribir el ensayo
Usted ha expiorado su cuestión y ha desarroilado un esquema. Finalmente, esta listo para
escribir el ensayo mismo. \ Recuerde una vez más que escribir la versión formal es sólo el último
paso! Si usted ha tornado este libro y lo ha abierto directamente en este capítulo, reflexione un
poco; no sin razón es este el último capítulo y no el primero. Como dijo el proverbial viejo
irlandes cuando un turista le pregunto como llegar a Dublin: «si quiere llegar a Dublin, no parta
de aquí».
Recuerde también que las reglas de los capítulos IVI se aplican tanto a la elaboración de un
ensayo como a la elaboración de argumentos cortos. Revise especialmente las reglas del capítulo
I. Use un lenguaje concreto, específico, defmitivo, juegue limpio, etc. Lo que sigue son algunas
reglas adicionales especfficas para escribir un ensayo basado en argumentos.
C. 1. Siga su esquema
En el último capítulo, usted desarrollo un esquema de cinco partes de su ensayo basado en
argumentos. Siga su esquema cuando comience a escribir. No pase de un punto a otro, si este
debe venir más tarde. Si, al escribir, le parece que su ensayo tiene una estructura desacertada,
detengase y revise su esquema; después, siga el nuevo.
C.2. Formule una introducción breve
Algunos estudiantes usan toda la primera pagina de su ensayo, basado en argumentos de
cuatro paginas, simplemente para hacer una presentación del trabajo, a menudo de una manera
muy general e irrelevante.
NO:
Durante siglos, los filosofos han discutido sobre la existencia de Dios...
Esto es paja. No es nuevo para su profesor de filosofia, e incluso podría escribido alguien
que ignora absolutamente todo lo que se expone. Vaya al grano.
SI:
En este ensayo, argüiré que Dios existe.
O,
Este trabajo argumentara que la institucionalización de un programa de vales para la educacion" primaria y
secundaria conduce a una sociedad de mayor intolerancia y aislamiento entre las personas de diferentes clases sociales.
C.3. Exponga sus argumentos de uno en uno
Como regla general, exponga un argumento por párrafo. Incluir muchos puntos diversos en
el mismo párrafo sólo confunde al lector y hace perder aspectos importantes.
Use su principal argumento para plantear sus párrafos. Suponga que intenta argüir sobre el
sistema de vales sobre la base de que los nifios, en ese sistema, no establecerian amistades
duraderas o no se sentirián seguros en su entorno. Primero, exponga sus intenciones con claridad
(regla B.2). Luego, puede utilizar el silogismo hipotetico que ya hemos analizado:
Si creamos un programa de vales, las escueias competinan por los estudiantes.
Si las escueias compiten entre si por los estudiantes, entonces usaran publicidad y promociones para animar a los
padres a «buscar la mejor oferta», siempre de nuevo.
Si los padres son animados, siempre de nuevo, «a buscar la mejor oferta», entonces muchos padres mandaran a sus
hijos de escuela en escuela.
Si muchos padres mandan a sus hijos de escuela en escuela, muchos ninos no haran amistades duraderas o no se
sentir&n seguros en su entorno.
Por lo tanto, si creamos un programa de vales, muchos ninos no haran amistades duraderas, ni se sentiran seguros en
su entorno.
Primero, formule este argumento en un párrafo que comience: «Mi principal argumento
será que...» Puede que usted no quiera incluir todos los pasos, pero de al lector una idea clara de
hacia donde quiere ir. Luego, explique y deflenda este argumento, y dedique un párrafo a cada
premisa. El primer párrafo puede ser breve, ya que la primera premisa no requiere mucha
defensa, explique simplemente que esta es la idea del programa de vales. El segundo párrafo
puede ser el argumento corto para la segunda premisa sugerido en la sección A.2.
Siga este modelo para todos los argumentos, no solamente para las deducciones. Recuerde
el siguiente argumento de la sección 8:
El derecho de la mujer al voto fue ganado sólo después de una batalla.
El derecho de la mujer a asistir a los colegios y universidades fue ganado sólo después de una batalla.
El derecho de la mujer a la igualdad de oportunidades en el trabajo esta siendo ganado sólo a braves de la batalla.
Por lo tanto, todos los derechos de las mujeres se ganan sólo después de batallas.
Una vez más, un buen ensayo primero explica la importancia de la cuestión, luego formula
la conclusión y finalmente dedica un párrafo (o, a veces, varios párrafos) a cada una de las
premisas. Un párrafo debería defender la primera premisa explicando como las mujeres ganaron
el derecho al voto, otros párrafos deberfan defender la segunda premisa mostrando con ejemplos
la batalla que tenfan que sostener las mujeres para conseguir su ingreso en colegios y universidades, y asf sucesivamente.
Advierta, en ambos de estos argumentos, la importancia de usar los términos de un modo
consistente (regla 6). Incluso los argumentos cortos considerados en la regla 6 fueron difidles de
entender sin el uso de términos consistentes; y cuando premisas como aquellas se convierten en
las afirmaciones principales de párrafos separados, es precisamente su formulación paralela la
que mantiene unido el argumento en su conjunto.
C.4. Claridad, claridad, claridad
Quizás usted sepa exactamente lo que quiere decir, para usted todo esta claro. Muchas
veces, sin embargo, esta lejos de ser claro para cualquier otra persona. Las cuestiones que a usted
le parece que están relacionadas, a algún lector de su ensayo le pueden parecer totalmente
desvinculadas. Es, por tanto, esencial explicar las conexiones entre sus ideas, aun si le parecen
absolutamente claras. iComo se relacionan sus premisas entre si y fundamentan su conclusión?
NO:
Poder elegir entre muchas escuelas es mejor que tener una sola. Este es un tradicional valor estadounidense.
Entonces, deberfamos establecer un sistema de vales.
¿Cual es la conexion entre tener muchas escuelas y un «tradicional valor estadounidense»?
A primera vista, en efecto, la afirmación del autor parece ser falsa: tradicionalmente, los Estados
Unidos han favorecido la escuela publica única. Explicado de una manera más cuidadosa, sin
embargo, hay allí una idea importante.
SI:
Poder elegir entre muchas escuelas es mejor que tener una sola. Los estadounidenses siempre han valorado poder
elegir: queremos poder elegir entre diferentes automóviles o alimentos, entre diferentes candidates políticos, entre diferentes
iglesias. El sistema de vales sólo extiende este principio a las escuelas. Entonces, deberfamos establecer un sistema de vales.
La claridad es tan importante para usted como lo es para sus lectores. Las cuestiones que a
listed le parecen relacionadas puede que no estén realmente conectadas, y al tratar de aclarar las
conexiones descubrira que aquello que le parecia tan claro no lo es en absoluto. Muchas veces he
visto a estudiantes entregar un ensayo que pensaban que era agudo y claro; para encontrar
después, cuando se lo devolvian, que japenas podían entender lo que ellos mismos habían
pensado cuando lo escribieron! Una buena prueba sobre la claridad consiste en dejar a un lado la
primera redacción del trabajo durante un día o dos y leerla entonces nuevamente: lo que parecia
claro a últimas floras del lunes por la noche puede no tener mucho sentido el jueves por la
mahana. Otra buena prueba es entregar su ensayo a sus amigos para su lectura. ¡Animeles a ser
criticos!
Puede que tenga que explicar, también, su uso de ciertos términos clave. A los efectos de su
ensayo, puede que necesite otorgar un significado más preciso que el usual a términos comunes.
Eso es totalmente correcto, siempre que explique su nueva definición y (por supuesto) la use
consistentemente.
C.5. Apoye las objeciones con argumentos
Naturalmente, usted quiere desarrollar sus propios argumentos de una manera cuidadosa y
completa, pero también tiene que desarrollar cuidadosamente y en detalle los posibles
argumentos de las otras partes, si bien de un modo no tan completo como los propios. Suponga,
por ejemplo, que defiende un programa de vales. Cuando considere las objeciones (regla B.4) y
las alternativas (regla B.5) analice como uno podría oponerse a su programa.
NO:
Algunos pueden objetar que el sistema de vales es injusto para las personas pobres o minusvalidas. Pero yo pienso
que...
¿Por que objetanan algunos que el sistema de vales es injusto? ¿A que argumento (a diferencia de una simple
opinión) esta usted respondiendo?
SI:
Algunos pueden objetar que el sistema de vales es injusto para las personas pobres o minus validas. Usualmente, los
estudiantes minusválidos necesitan más recursos escolares que aquellos ninos que no lo son, por ejemplo, pero con un
sistema de vales los padres recibirfan sólo el mismo vale que cualquier otro. Los padres podrían no ser capaces de compensar
la diferencia y el nifio seria atendido pobremente.
La objeción acerca de las familias pobres, tal como la entiendo aquí, es la siguiente: las familias pobres serian capaces
de enviar a sus hijos únicamente a escuelas de bajo presupuesto que no cobran ni por encima ni más alia del vale, mientras
que las familias ricas podrían permitirse más y mejores escuelas. Por lo tanto, se puede objetar que el sistema de vales
representa la «libertad de eleccion» sólo para los ricos.
Respondent a est as objeciones como sigue...
Ahora están claras cuales son exactamente las objeciones, y usted puede tratar de
responderlas efectivamente. Puede, por ejemplo, proponer vales especiales para los estudiantes
minusválidos. Tal vez, ni siquiera se le habría ocurrido esta posibilidad si no hubiera analizado en
detalle los argumentos que hay detras de la objeción, y sus lectores, por cierto, no habrían
entendido la importancia de los vales especiales aunque usted los hubiera mencionado.
C.6. No afirme más de lo que ha probado
Temnine sin prejuicios.
NO:
En conclusión, todas las razones parecen favorecer el programa de vales y ninguna de las objeciones se mantiene en
pie. Obviamente, los Estados Unidos debenan adoptar un programa de vales tan pronto como sea posible,
SI:
Argüi en este ensayo que hay al menos una buena razón para adoptar el programa de vales. Aunque hay algunas
objeciones serias, parece posible modificar el sistema de vales para hacerles frente. Merece la pena intentarlo.
Quizás la segunda versión exagera en la dirección opuesta, pero usted ve el problema. Muy
rara vez responded a todas las objeciones de una manera adecuada, y aun cuando lo haga,
mafiana pueden aparecer nuevos problemas. «Merece la pena intentarlo» es la mejor actitud.
CAPÍTULO X
FALACIAS
Las falacias son errores, errores en los argumentos. Muchas de ellas son tan tentadoras, y
por lo tanto tan comunes, que incluso tienen sus propios nombres. Esto puede hacerlas parecer
corao un tema nuevo y separado. Sin embargo, efectivamente, llamar a algo una falacia
normalmente es sólo otra manera de decir que viola una de las reglas de los buenos argumentos.
La falacia de la «causa falsa», por ejemplo, es, simplemente, una conclusión cuestionable sobre
causa y efecto; y usted puede leer el capítulo V para su explicación.
Para entender una falacia, entonces, tiene que entender cual es la regla que viola. Este
capítulo comienza explicando dos falacias muy generales, refiriendolas a un buen número de
reglas de este libro. Sigue una relación y una explicación de una serie de falacias específicas,
incluyendo sus nombres en latin cuando se usan con frecuencia.
Las dos grandes falacias
1. Uno de nuestros errores más comunes es extraer conclusiones de una muestra demasiado
pequefia. Si el primer lituano que encuentro tiene un temperamento vehemente, espero que todos
los lituanos tengan un temperamento vehemente. Si un barco desaparece en el Triangulo de las
Bermudas, el National Enquirer concluye que el Triangulo de las Bermudas esta embrujado. Esta
es la falacia de la generalización a partir de una información incompleta.
Es fácil apreciar este error cuando otros lo cometen, y más difícil de ver cuando es uno
quien lo hace. Pero piense cuantas reglas de los capítulos II − VI se dirigen contra este error. La
regla 8 requiere más de un ejemplo: usted no puede extraer una conclusión acerca de todo el
colectivo de estudiantes de su universidad basada en usted mismo y en su companero de estudios.
La regla 9 requiere ejemplos representatives: no puede extraer una conclusión acerca de todo el
colectivo de estudiantes de su universidad basandose e.n los estudiantes que son sus amigos, aun
cuando tenga un monton de ellos. La regla 10 requiere información de trasfondo: si usted extrae
una conclusión acerca del colectivo de estudiantes de su universidad basada en una muestra de 30
personas, también debe tomar en cuenta cuan grande es el colectivo de estudiantes (¿30?,
¿30.000?). Los arguments basados en una autoridad requieren que la autoridad no generalice
excesivamente: el o ella deben tener la información y las cualificaciones que puedan justificar el
juicio que usted cita. La regla 19 señala que una causa no es necesariamente la causa de un
suceso. No generalice excesivamente a partir del hecho de que usted haya encontrado una causa:
otras causas pueden ser más probables.
2. Una segunda falacia común es el olvido de alternativas.
Las secciones 20 − 23 señalaban que sólo porque los sucesos A y B estaban
correlacionados, no se sigue que A causa a B. B podría causar A; alguna otra cosa podría causar
ambos, A y B; A puede causar B, y B puede causar A; o A y B pueden no estar causal mente
relacionados. Estas explicaciones alternativas pueden ser olvidadas si usted acepta la primera
explicación que se le ocurra. No se precipite, usualmente hay muchas más explicaciones
alternativas de las que piensa.
Por ejemplo, examine un argumento más acerca de las causas:
Una buena manera de evitar el divorcio es hacer el amor con frecuencia, porque las estadisticas muestran que los
esposos que hacen el amor frecuentemente rara vez piden el divorcio.
Hacer el amor frecuentemente esta correlacionado con permanecer casado, y por lo tanto se
supone que es la causa (o una causa) de permanecer casado. Pero también puede ser que
permanecer casado conduzca a hacer el amor frecuentemente; o que alguna otra cosa (¡amor y
deseo!) causa hacer el amor frecuentemente y permanecer casado; o que cada uno causa lo otro.
O posibiemente, hacer el amor y permanecer casado jno son sucesos causalmente relacionados!
A menudo, también olvidamos alternativas cuando estamos tratando de tomar decisiones.
Destacan dos o tres opciones, y sólo esas sopesamos. En su famoso ensayo El existencialismo es
un humanismo, el filosofo JeanPaul Sartre decia de uno de sus estudiantes que, durante la
ocupación nazi de Francia en la segunda guerra mundial, tuvo que eiegir entre hacer un viaje
peligroso a Inglaterra para combatir con la Francia Libre o permanecer en Paris para cuidar a su
madre. Sartre describe esta idea como una alternativa, como si el joven debiera arriesgarlo todo
en un vuelo a Inglaterra y abandonar entonces totalmente a su madre, o, en su defecto, dedicarse
por completo a ella y perder toda esperanza de enfrentarse a los nazis. Pero seguramente hay
otras posibilidades. Podría permanecer con su madre y trabajar para la Francia Libre en Paris;
podría permanecer con su madre un año y tratar de afianzar la situación de ella para,
paulatinamente, hacer posible el dejarla. ¿Y tenemos que imaginar a su madre como
completamente dependiente y también egoísta?, o ¿Quizás un poco patriotica y posibiemente
también autosuficiente? Muy probablemente, entonces, hay otras opciones.
En cuestiones eticas también tendemos a olvidar alternativas. Decimos: o bien que el feto
es un ser humano con todos los derechos que usted y yo tenemos, o que es un pedazo de tejido sin
ninguna importancia moral. Decimos: o bien que cualquier uso de un producto animal es
equivocado, o que cualquiera de los usos actuales es aceptable. Y así sucesivamente. Una vez
más, no obstante, seguramente hay otras posibilidades. Trate de aumentar el número de las
opciones que examine, ¡no de disminuirlo!
Relación de falacias
Ad hominen. Atacar a la persona de la autoridad alegada, en vez de atacar sus
cualificaciones. Vease la regla 17.
Ad ignorantiam (apelar a la ignorancia). Argüir que una afirmación es verdadera solamente
porque no se ha demostrado que es falsa. Un ejemplo clasico lo constituye la siguiente
declaración del senador Joseph McCarthy cuando interrogado acerca de la prueba que sustentaba
su acusación de que cierta persona era un comunista dijo:
No tengo mucha información sobre esto, excepto la declaración general de la Oficina de que nada hay en el
expediente para refutar sus conexiones comunistas.
Este es un ejemplo extremo de «argumentar» a partir de una información incompleta: aquí
simplemente no hay ninguna información.
Ad misericordiam (apelar a la piedad). Apelar a la piedad como un argumento en favor de
un trato especial.
Sé que he suspendido todos los examenes, per.o si no apruebo este curso, tendre que repetirlo en una escuela de
verano. ¡Usted tiene que dejarme aprobar!
Ad populum. Apelar a las emociones de una multitud. También, apelar a una persona que
«se comporta» como la multitud. Verbigracia: «Todo el mundo lo hace.» Ad populum es un buen
ejemplo de un mal argumento basado en una autoridad: no se ofrece ninguna razón para mostrar
que «todo el mundo» es una fuente bien informada o imparcial.
Afirmar el consecuente. Una falacia deductiva de la forma;
Si p entonces q.
q.
Por lo tanto, p.
Por ejemplo:
Si las calles están heladas, el correo se demora.
El correo se demora.
Por lo tanto, las calles están heladas.
Ambas premisas pueden ser verdaderas, y la conclusión ser todavía falsa. Aunque el correo
llegara tarde si las calles estuvieran heladas, puede llegar tarde también por otras razones. El
argumento olvida las explicaciones alternativas. Advierta que esta falacia se parece al modus
ponens, ¡tenga cuidado!
Ambigüedad. Usar una palabra simple en más de un sentido. Vease la regla 7.
Causa falsa. Término generico para una conclusión cuestionable sobre causa y efecto.
Consulte las reglas 2023 y trate de resolver por que específicamente la conclusión es
(supuestamente) criticable.
Composición. Asumir que un todo debe tener las propiedades de sus partes. Por ejemplo,
«dado que los miembros del equipo son atletas magnificos, el equipo debe ser un equipo
magnffico». Incluso atletas magnificos pueden tener poco talento para cooperar en un equipo.
Opuesto a la falacia de la división.
Definición persuasiva. Definir un término de tal manera que parezca neutral, pero que de
hecho es sutilmente emotivo, Por ejemplo: Ambrose Bierce, en su The Devils Dictionary, define
«fe» como «creencia sin pruebas en lo que esta diciendo una persona que habla sin conocimiento,
de cosas inauditas». Las definiciones persuasivas pueden tener también una carga emotiva
positiva, por ejemplo: definir «conservador» como «alguien con una opinión realista de los
limites humanos».
Descalificar la fuente. Usar lenguaje emotivo para menospreciar un argumento incluso
antes de mencionarlo.
Confio en que usted no se hay a dejado enganar por aquellos pocos intransigentes, quienes todavía no han pasado la
edad de la superstición que...
Más sutil:
Ninguna persona razonable piensa que...
División. Asumir que las partes de un todo deben tener las propiedades de un todo.
Verbigracia: «Dado que es un equipo magnffico, los miembros del equipo deben ser atletas
rnagnificos.» Un grupo de jugadores pueden cooperar eficazmente sin ser individualmente
jugadores destacados. Opuesto a la falacia de la composición.
Falacia de «la persona que». Vease regla 19.
Falso dilema. Reducir las opciones que se analizan sólo a dos, a menudo drasticamente
opuestas e injustas para la persona contra quien se expone el dilema. Por ejemplo, «Estados
Unidos: Amalo o dejalo». El siguiente es un ejemplo más sutil extrafdo de un trabajo de un
estudiante: «Dado que el universo no podría haberse creado de la nada, debe haber sido creado
por una fuerza viva inteligente...» ¿Es la creación por una fuerza viva inteligente la única otra
posibilidad? Argüir a partir de un falso dilema es, a veces, una manera de no jugar limpio;
obviamente, también olvida alternativas.
Hombre de paja. Caricaturizar la opinión de un oponente de manera tal que resulte fácil
refutarla. Vease regla 5.
Lenguaje emotivo. Vease la regla 5.
Negar el antecedente. Una falacia deductiva de la forma:
Si p entonces q.
No−p.
Por lo tanto, no−q.
Por ejemplo:
Si las calles están heladas, el correo llega tarde.
Las calles no están heladas.
Por lo tanto, el correo no llega tarde.
Ambas premisas pueden ser verdaderas y la conclusión falsa. El correo puede llegar tarde
por otras razones, al margen de las calles heladas. El argumento olvida las explicaciones
alternativas. Advierta que esta falacia parece similar a un modus ponens, ¡tenga cuidado!
Non sequitur. Extraer una conclusión que «no se sigue». Por ejemplo: una conclusión que
no es una inferencia razonable de una prueba. Término muy general para denominar un mal
argumento. Trate de resolver concretamente que es lo que (supuestamente) esta mal con el
argumento.
Palabras equivocas. Cambiar el significado de una palabra en medio de un argumento, de
tal manera que su conclusión pueda ser mantenida aunque su significado pueda haberse
modificado radicalmente. Esta maniobra suele ejecutarse bajo la presión de un contraejemplo.
A: Todo estudio es una tortura.
B: Pero, ¿Qué pasa con estudiar para argumentar?, jle gusta tanto!
A: Bien, eso no es realmente estudiar.
Aquí «estudiar» es la palabra equivoca. La respuesta de A a la objeción de B cambia de
hecho el signiflcado de «estudiar» al de «estudiar que es una tortura». De ese modo, la primera
afirmación de A permanece verdadera, pero sólo al coste de hacerla trivial («Todo estudio que es
una tortura es una tortura»). Vease también la discusión de «egofsmo» en la sección 7.
Petición de principio —petitio principii—. Usar de un modo implfcito la conclusión como
una premisa.
Dios existe porque así lo dice la Biblia, lo que se que es verdad porque, después de todo, Dios la escribió.
Para escribir este argumento en la forma de premisa y conclusión, debería escribir:
La Biblia es verdad, porque Dios la escribió.
La Biblia dice que Dios existe.
Por lo tanto, Dios existe.
Para defender la afirmación de que la Biblia es verdad, el argumentador afirma que Dios la
escribió. Pero obviamente, si Dios escribió la Biblia, El existe. Luego, el argumento asume
precisamente aquello que esta tratando de probar.
Pista falsa. Introducir una cuestión irrelevante o secundaria y, de ese modo, desviar la
atención de la cuestión principal. Usualmente, la pista falsa hace referenda a una cuestión acerca
de la cual las personas tienen opiniones contundentes, para que nadie advierta como se está
desviando la atención. En una discusión sobre la seguridad relativa a las diferentes marcas de
automóviles, por ejemplo, la cuestión de que coches son fabricados en el país y cuales son
importados es una pista falsa.
Post hoc, ergo propter hoc (literalmente: «después de esto, por lo tanto, debido a esto»).
Asumir la causalidad demasiado pronto sobre la base de la mera sucesión en el tiempo. Una vez
más, un término muy general para denominar lo que el capítulo V trata de hacer preciso. Consulte
el capítulo V y trate de analizar, de un modo especffico, por que el argumento asume la
causalidad demasiado pronto.
Preguntas complejas. Exponer una pregunta o una cuestión de tal manera que una persona
no pueda acordar o discrepar con usted sin obligarse con alguna otra afirmación que usted quiere
promocionar. Un ejemplo simple: «¿Es usted aun tan egocentrico como solía ser?» Tanto si la
respuesta es «sí» o es «no», se obliga a aceptar que usted solía ser egocentrico. Un ejemplo más
sutil: «¿Seguira a su conciencia, en vez de a su cartera, y hara una donación para la causa?» Con
ello se logra que cualquiera que diga «no», a pesar de sus verdaderas razones para no realizar el
donativo, se sienta innoble. Cualquiera que diga «si», a pesar de sus verdaderas razones para
realizar el donativo, se sienie noble. Si usted quiere un donativo, pida simplemente un donativo.
Provincianismo. Error por universalizar un hecho local. He oido argumentar muy
seriamente, por ejemplo, que comer tres comidas di arias es un comportamiento humano
universal.
Suprimir prueba. Presentar sólo una parte de un conjunto de datos que apoyen su
afirmación, ocultando las partes que la contradicen. Por ejemplo: extraer justamente la frase
«Usted debe ir a ver Flames and Glory» de una critica de cine que en realidad dice: «Si usted
debe ir a ver Flames and Glory, lleve un libro.» No se ria, esto sucede.
APENDICE
DEFINICION
Usos de las definicioncs
La mayoría de nuestros argumentos usan palabras cuyos significados ya son bien
comprendidos. Estas palabras no necesitan ser definidas en los argumentos mismos. Por ejemplo,
en el capítulo II se señaló que «en épocas pasadas las mujeres se casaban muy jóvenes» sin
definir «muy joven» (ni tampoco «épocas pasadas»). Los ejemplos utilizados en el argumento
explican lo suficientemente bien como están siendo usados esos términos.
Algunos argumentos, sin embargo, requieren prestar más atención a los significados de las
palabras. En este caso, se necesitan definiciones explfcitas. En ocasiones, por una parte, podemos
ignorar simplemente el significado usual de la palabra, o su significado usual puede ser
especializado. Si la conclusión de su argumento es: «Los wejacks son hervíboros», necesita
definir sus términos, a menos que este usted hablando a un ecologista algonquiano.16 Si usted
encuentra este argumento en algún otro sitio, lo primero que necesita es un diecionario.
Otras veces, puede ser que no exista ningún significado bien conocido o preciso de una
palabra. Por ejemplo, quienes pretenden hablar en nombre de los moribundos hablan
favorablemente de «morir con dignidad». A menudo no esta claro, sin embargo, como decidir si
una determinada manera de morir es o no digna. Esta es una cuestión medica y juridica real. Pero
aquí el diecionario no sirve de ayuda. Dignidad es de finida sólo mediante abstracciones
igualmente vagas. Estamos librados a la tarea de tratar de formular una definición más clara por
nosotros mismos.
Todavía se necesita otro tipo de definición cuando preguntamos sobre las caracteristicas
comunes que unen al conjunto de las cosas a las cuales se aplica una palabra simple. Pdjaros, por
ejemplo, incluye todo, desde los colibrfes a las avestruces y los condores. Puede que necesitemos
preguntar, ¿Qué propiedades caracterizan a todos los pajaros y sólo a ellos? (No diga volar,
porque las avestruces y los pinguinos no vuelan; y los murcielagos y los abejorros lo hacen.) A
menudo, es difícil decjr exactamente que caracterfstica o caracteristicas escoger.
Definiciones de diecionario
Cada cierto tiempo necesitamos consultar el diecionario para entender, simplemente, los
escritos de otras personas. Al escribir sus propios argumentos, trate de evitar crear esa necesidad.
Explique cualquier palabra especializada o difícil en su argumento, incluso si sólo utiliza esas
palabras en sus significados usuales, como los dados en un diecionario. ¡Los equívocos son
mucho más fáciles de prevenir, que de corregir más tarde!
Asegúrese de que mantiene la definición que formula. Recuerde el dialogo ofrecido para
ilustrar la regla 7:
A: ¡En el fondo, todos somos nada más que egoístas!
B: Pero, ¿y Juan?; ¡mira como se dedica a sus hijos!
A: Sólo hace lo que realmente quiere hacer: ¡aun eso es egoísta!
16
«Wejack» es el nombre algonquiano para un animal del este de Norteamerica similar a la
comadreja. Los hervfboros son anifnales que comen sólo, o principalmente, plantas. En la
actualidad, los wejacks no son hervíboros.
El diecionario Webster's define egoísta como «preocuparse de una manera excesiva o
suprema por uno mismo». Presumiblemente, esto es lo que A quiere decir en su primera
afirmación. Al ser criticado por B, sin embargo, A se desliza hacia una segunda definición bien
diferente: «hacer lo que realmente quiere hacer». En efecto, A debería haber consultado el
diecionario; y luego debería seguir consistentemente esa definición. En cualquier caso, jB debería
hacerlo así! (Vease también la falacia de la «palabra equfvoca», capítulo X.)
Advierta que las definiciones del diecionario pueden ayudarnos a evitar el lenguaje emotivo
(regla 5). El diecionario Webster's define aborto como «la expulsión prematura por la fuerza del
feto de un mamifero». Esta es una definición neutral adecuada. No le toca al diccionario decidir
si el aborto es moral o inmoral. Comparela a una definición común de una parte del debate sobre
el aborto:
Aborto significa «asesinar a bebes».
Esta definición es emotiva. En efecto, los fetos no son bebes, y el término asesinato imputa
injustamente malas intenciones a personas bien intencionadas (por más equivocadas que a usted
le parezcan). Que la finalización de la vida de un feto sea comparable a la finalización de la vida
de un bebe puede ser una proposición argumentable, pero debe ser demostrada mediante un
argumento y no simplemente asumida por definición. De forma similar a cualquier otro argumento, son sus razones, no su lenguaje, lo que debe persuadir (vease también la falacia de la
«definición persuasiva», capítulo X).
Una vez más, sin embargo, las definiciones del diccionario también tienen sus limites. En
primer lugar, el diccionario esta, a veces, simplemente equivocado. El diccionario Webster's
define headache, por ejemplo, como a pain in the head. Esta es una definición demasiado amplia.
Los dolores punzantes en la cabeza no son usualmente llamados headache, un headache es,
después de todo, un ache (y no un pain).
Los diccionarios también pueden ser demasiado vagos para ser utiles. «Morir con
dignidad», una vez más, no es definido del todo, y «dignidad» no es definida de una manera
suficientemente específica como para ayudamos a decidir que hacer en los casos difíciles. Aquí
tenemos que preguntarnos que debemos entender por esa frase. Necesitamos uno de los tipos de
definiciones que se exponen en las proximas secciones.
Una última débilidad, relacionada con las anteriores, de las definiciones de los diccionarios,
es su tendencia a confiar en los sinonimos. Por ejemplo, el diccionario Webster's define feliz
como «afortunado» o «alegre». Las definiciones mediante sinonimos son utiles si simplemente
desconocemos cual es el uso común de tales palabras. Este es uno de los grandes valores de los
diccionarios. Pero las definiciones mediante sinonimos rara vez resultan utiles en los argumentos,
en los que se necesita algo más precise Si argumentamos acerca de si un sistema dado es
realmente «democratico», por ejemplo, no nos ayudara definir democracia en términos de.
digamos. «libertad». «Libertad» no es un término más claro o más específico de lo que en sí
mismo es «democracia».
Definiciones que precisan
Una variedad de diferentes clases de definiciones apuntan a hacer las palabras más precisas:
son llamadas, por eso, definiciones que precisan. Muchas de las definiciones que precisan
comienzan donde el diccionario termina, donde las palabras comunes son de masiado vagamente
definidas para ser utiles para nuestros propósitos, o donde introducimos un nuevo término y
tenemos que específicar su significado.
Las definiciones que precisan deben prestar especial atención a la regla 4: use un lenguaje
concreto, específico, definitive*. Si tratamos de ofrecer una definición precisa de democracia, por
ejemplo, necesitariamos ser tan específicos como sea posible, sin hacer la defmición demasiado
estrecha.
La democracia es un sistema político donde las decisiones son tomadas en última instancia por el pueblo en su
conjunto.
Esta defmición nos da un criterio claro mediante el cual decidir si un sistema dado es o no
democratico. Si usted quiere argumentar que un sistema determinado es democratico, debe
mostrar ahora que de algún modo las decisiones dentro del sistema se toman, en última instancia,
por el pueblo en su conjunto.
Cuando introducimos un nuevo término, podemos estipular su significado. Este es un tipo
especial de defmición denominada precisamente deflnición estipulativa. Una vez más, un
lenguaje concrete específico y definitive, es crucial.
Por «ecojardinería» entendere el uso de las tecnicas de la jardinerfa con un leve o positivo
impacto en el medio ambiente, tales como el control natural de las plagas y la construcción de
estercoleros.
Esta definición sugiere una idea clara, y usted puede proceder a evaluarla, criticarla o
defenderla.
Advierta que no puede dar a un término como «ecojardineria» cualquier significado que
usted quiera. La palabra «jardinerfa» y el prefijo «eco» ya tienen significados —aunque Quizás
sean vagos—, que usted debe respetar. «Ecojardinerfa» no podría ser definido como «interpretar
a Beethoven con un sintetizador». Únicamente a una palabra que carece totalmente de sentido
previo (como «heoytuv») puede adscribirle cualquier definición que desee.
Otra forma de definición que precisa es la definición operacional, donde el término es
definido mediante la específicación de ciertas pruebas o procedimientos que determinan si es o
no aplicable. Por ejemplo, una ley de Wisconsin establece que todas las reuniones de la
legislatura estén abiertas al publico. Exactamente, ¿a que tipo de reuniones de los legisladores
tienen los ciudadanos de Wisconsin, por lo tanto, garantizado su acceso? Necesitamos aquí un
procedimiento preciso para decidir, con un minimo de ambiguedad o de argumentación, que es
una «reunion» a los efectos de esta ley. La ley ofrece una defmición operacional bastante
elegante:
Una reunion se define como sigue: cualquier encuentro de un número suficiente de legisladores como para bloquear
la acción sobre la medida legislativa que constituye el tema de la reunion.
Advierta que esta definición es demasiado estrecha para definir la palabra ordinaria
reunion. Pero sirve a los propósitos de la ley: impedir que las decisiones fundamentales sean
tomadas al margen de los ojos del publico.
Definiciones esenciales
Las definiciones esenciales identifican la caracteristica que une al conjunto de cosas al que
se aplica la palabra. Lo que une a los pajaros es tener plumas. Podemos definir pajaros, por lo
tanto, como «animales con plum as».
Tal definición debe identificar a todas las cosas así defmidas, y sólo a ellas, del conjunto
mayor de cosas similares. Las definiciones son demasiado amplias si incluyen más cosas de las
específicamente identificadas por el término definido.
El amor es una emoción positiva apasionante.
Esta es una afirmación verdadera, pero no es una buena definición, porque el amor no es la
única «emoción positiva apasionante».
Las definiciones son demasiado estrechas si incluyen menos de las cosas específicamente
identificadas por el término definido.
El amor es el sentimiento que une a dos personas en matrimonio.
Esto también es verdad, pero no incluye todas las formas de amor. Las personas pueden
amarse mutuamente sin estar casadas, y también hay muchas otras formas de amor: el amor por
los nirios, los amigos, incluso por una obra musical, una casa antigua o por la orilla del mar.
Una definición puede ser demasiado amplia y demasiado estrecha al mismo tiempo, de
modo similar a una mesa que puede ser demasiado larga para una determinada habitación y al
mismo tiempo demasiado estrecha. No podemos definir pdjaro como «animal que vuela», por
ejemplo, porque es demasiado amplia (no sólo los pajaros vuelan) y también demasiado estrecha
(no todos los pajaros vuelan).
Definir a los pajaros como «animales con plumas» ejemplifica una forma tradiciónal de
definición 11amada por genero y diferencia. Tales definiciones se forman identificando primero
una categorfa relevante, aunque amplia, a la que pertenecen las cosas que se definen: en este
caso, «animal». Los lógicos llaman a tal categorfa el genero. Luego, la restringimos
cuidadosamente justo hasta la medida correcta agregando lo que los lógicos llaman la diferencia:
lo que distingue las cosas que son definidas de cualquier otra cosa en el genero. Aquf la
diferencia es «con plumas».
Concluimos con una nota de precaución filosofica. Incluso una definición por genero y
diferencia que identifique a todas y sólo a las cosas correctas, puede no captar aun lo que es
verdaderamente esencial a esas cosas. Hay un ejemplo clasico. La leyenda dice que los herederos
de Platon en la Academia, luchando._. con la definición de «ser humano», llegaron finalmente a
esta joya:
Un ser humano es un bipedo implume.
«Bípedo» (es decir: animal de dos patas) es el genero propuesto; «implume» es la
diferencia propuesta. Recuerde que los griegos no se habfan tropezado todavía con los monos, así
que los filosofos persegufan, simplemente, distinguir a los humanos de los pajaros, los únicos
otros bipedos conocidos. «Implume» cumple el requisite. O al menos lo cumplia, hasta que
Diogenes desplumo un polio y lo arrojo por encima de la pared dentro de la Academia. ¡He aquí
otro bipedo implume!
La definición de los academicos tal vez pudiera ser adaptada para excluir a los polios
desplumados (/,como?). La verdadera critica de Diogenes es otra, más profunda. Ser implume y
caminar sobre dos patas no parecen ser caracteristicas esenciales de los seres humanos.
Supóngase que tuvieramos plumas o que perdieramos una pierna, £no serfamos todavía seres
humanos?
Pero que es lo esencial resulta difícil de explicar. Aristoteles afirmo que es nuestra razón:
Un ser humano es un animal racional.
Desde entonces la cuestión siempre ha sido controvertida. Q,No podrían haber otros
animales racionales, por ejempio?) Desde luego, es mejor considerar las defmiciones esenciales,
al menos, de términos tales como «seres humanos», como cuestiones permanentemente abiertas,
naturalmente, y siempre «filosoficas». Nunca podremos responder con seguridad. Los problemas
reales surgen cuando tenemos que usar tales defmiciones para decidir si, por ejempio, una persona determinada aun es un «ser humano» (de tal manera que podamos decidir si, por ejempio, el
apoyo medico puede ser retirado). Como en la cuestión del aborto, parece un buen consejo no
esperar que tales preguntas sean resueltas solamente por definición.
PARA ESTUDIOS ADICIONALES
La composición de un argumento
Sobre la composición en general, el famoso libro The Elements of Style, de Strunk y White,
todavía no admite paralelos (y el lector perspicaz advertira mi propia deuda con Strunk y White).
Sobre la composición de ensayos basados en argumentos, hay disponibles muchos libros
que tienen un análisis más detallado de los ofrecidos en los capítulos VII − X de este libro.
Especialmente bueno es el libro de Jack Meiland, College Thinking. Para más información, en
especial sobre las cuestiones tratadas en el capítulo VIII, vease Jeanne Fahnestock y Marie Secor,
A Rhetoric of Argument, Nueva York, Random House, 1982, capítulo 13. También Manuel
Atienza, Las razones del derecho, CEC, Madrid, 1991; y Tras lajusticia, Ariel, Barcelona, 1993.
Muestras y votaciones
Vease Mildred Parten, Surveys, Polls and Samples, Nueva York, Harper & Row, 1950, y
Morris
J. Slonim, Sampling, Nueva York, Simon & Schuster, 1960. Sobre los argumentos
estadisticos en general, vease Darrell Huff, How to Lie with Statistics, Nueva York, Norton,
1954.
Argumentos por analogía
Diferentes formas vinculadas al argumento están tratadas con mucho provecho por Chaim
Perelman, The Realm of Rhetoric, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1982,
especialmente en los capítulos 7 y 10.
En castellano puede verse, Manuel Atienza, Sobre la analogía en el Derecho, Editorial
Cfvitas, Madrid, 1986; C. Alchourron y E. Bulygin, «Argumentos juridicos a fortiori y a pari» en
Andlisis lógica y Derecho, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1992.
Argumentos sobre causa y efecto
«Los métodos de Mill», un enfoque algo más formalizado sobre causa y efecto, son
presentados en I. M. Copy, Introducción to lógic, Nueva York, MacMillan, diversas ediciones.
Hay versión castellana: Introducción a la lógica, Eudeba, Buenos Aires, capítulo 12. Más sobre
el uso cientifico social del razonamiento estadistico puede encontrarse en R. Rostow y R.
Rosenthal, Essentials of behavioral Research, Nueva York, Holt, Rinehart and Wiston, 1984.
Sobre explicaciones causales e inductivas en general, vease una útil discusión en los capítulos 9 y
10 del libro Critical Reasoning, de Jerry Cederblom y Donald Paulsen, Belmont, California,
Wadsworth, 3:aedición, 1991.
Argumentos deductivos
La lógica formal comienza con las formas presentadas en el capítulo VI, pero se extiende a
un sistema simbólico mucho más poderoso. Hay muchos libros buenos; vease, por ejemplo,
William Gustason y Dolp Ulich, Elementary Symbolic Lógic, Prospect Heights, Illinois,
Waveland Press, 1973.
Entre otras cosas, las formas presentadas en las secciones 2429 no pueden dar cuenta de
argumentos tan obviamente válidos como:
Algunos insectos benefician el jardín.
Todas las cosas que benefician el jardfn deben ser promovidas.
Por lo tanto, algunos insectos deben ser promovidos en el jardfn.
Se llaman «argumentos categoriales», ya que tienen que ver con categories. La lógica
simbólica formal incorpora argumentos categoriales en un sistema que también incluye modus
ponens, modus tollens, etcetera; pero hay, además, una manera más simple y algo más
independiente de tratarlos. Se llama «el método del esquema de Venn», por su inventor, el
matematico John Venn. Vease, por ejemplo, el capítulo 6 del libro de Copi.
Los argumentos deductivos son tratados por todo manual de lógica. Pueden consultarse, por
ejemplo, M. Garrido, Lógica simholica, Editorial Tecnos, Madrid, 1974. En su aplicación al
Derecho, C. Alchourron y E. Bulygin, Introducción a la Métodologia de las ciencias juridicas y
sociales, Astrea, Buenos Aires, 1987.
Falacias
Para una lista más extensa de falacias, con ejemplos, vease Howard Kahane, Lógic and
Contemporary Rhetoric, Belmont, California, Wadsworth, 6.a edición, 1992. Para un tratamiento
historico y teorico de las falacias, vease C. Hamblin, Fallacies, Londres, Methuen, 1970. Para
más de una falacia común, vease, Richard Nisbett y Lee Ross, Human Inference, Englewood
Cliffs, New Jersey, Prentice Hall, 1980.
En castellano, C. Pereda, «¿Qué es una falacia?», en W, A A., Argumentación y filosofia,
Universidad Autonoma Metropolitana, Iztapalapa, Mexico, 1986; D. Quesada, La lógica y su
filosofia. Introducción a la lógica, Barcanova, Barcelona, 1985.
ÍNDICE
Prefacio
Nota a la segunda edición
Introducción
¿Por que argumentar?
Comprender los ensayos basados en arguments
La estructura del libro
CAPÍTULO I
LA COMPOSICIÓN DE UN ARGUMENTO CORTO
Algunas reglas generales
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Distinga entre premisas y conclusión
Presente sus ideas en un orden natural
Parta de premisas fiables
Use un lenguaje concreto, específico, definitivo
Evite un lenguaje emotivo
Use términos consistentes
Use un único significado para cada término
CAPÍTULO II
ARGUMENTOS MEDIANTE EJEMPLOS
8. ¿,Hay más de un ejemplo?
9. ¿Son representatives los ejemplos?
10. La información de trasfondo es crucial ....
11. ¿Hay contraejemplos? 44
CAPÍTULO III
ARGUMENTOS POR ANALOGÍA
12. La analogía requiere un ejemplo similar de una manera relevanle
CAPÍTULO IV
ARGUMENTOS DE AUTORIDAD
13. Las fuentes deben ser citadas
14. ¿Están bien informadas las fuentes?
15. ¿Son imparciales las fuentes?
16. Compruebe las fuentes
17. Los ataques personales no descalifican las fuentes
CAPÍTULO V
ARGUMENTOS ACERCA DE LAS CAUSAS
18. ¿Explica el argumento como la causa conduce al efecto?
19. ¿Propone la conclusión la causa más probable?
20. Hechos correlacionados no están necesariamente relacionados
21. Hechos correlacionados pueden tener una causa común
22. Cualquiera de dos hechos correlacionados puede causar el otro
23. Las causas pueden ser complejas
CAPÍTULO VI
ARGUMENTOS DEDUCTIVOS
24. Modus ponens
25. Modus tollens
26. Silogismo hipotetico
27. Silogismo disyuntivo
28. Dilema
29. Reductio ad absurdum
30. Argumentos deductivos en varios pasos . . .
CAPÍTULO VII
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
A. Explorar la cuestión
A. 1. Explore los argumentos sobre todos los aspectos de la cuestión
A.2. Cuestione ,y defienda las premisas de cada argumento
A.3. Revise y reconsidere los argumentos tal como aparecen
CAPÍTULO VIII
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
B. Los puntos principales de un ensayo
B.l. Explique el problema
B.2. Formule una propuesta o aflrmación definitiva
B.3. DesarroUe sus argumentos de un modo completo.
B.4. Examine las objeciones
B.5. Examine las alternativas
CAPÍTULO IX
LA COMPOSICIÓN DE UN ENSAYO BASADO EN ARGUMENTOS
C. Escribir el ensayo
C.l. Siga su esquema
C.2. Formule una introducción breve
C.3. Exponga sus argumentos de uno en uno
C.4. Claridad, claridad, claridad
C.5. Apoye las objeciones con argumentos
C.6. No afurme más de lo que ha probado
CAPÍTULO X
FALACIAS
Las dos grandes falacias . 124
Relación de falacias 127
APÉNDICE
DEFINICIÓN
Usos de las definiciones
Definiciones de diccionario
Definiciones que precisan
Definiciones esenciales
PARA ESTUDIOS ADICIONALES
La composición de un argumento
Muestras y votaciones
Argumentos por analogía
Argumentos sobre causa y efecto
Argumentos deductivos
Falacias
Impreso en el mes de enero de 2001 en HUROPE, S. L.
Lima, 3 bis 08030 Barcelona
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