Clasificación funcional y de origen de los aditivos alimentarios naturales y sintéticos By Christian5 julio, 2019 Uno de los elementos en los que nos fijamos más los consumidores al consultar las etiquetas de los alimentos que compramos son los aditivos alimentarios. Conocer su origen y clasificación nos permite saber qué aportan a nuestra dieta y si realmente son saludables o debe preocuparnos su inclusión en los alimentos que vamos a comprar. Aditivos alimentarios: definición Los aditivos alimentarios son definidos en el reglamento 1333/2008 del Parlamento Europeo como “toda sustancia que normalmente no se consume como alimento en sí mismo, ni se usa como ingrediente característico de los alimentos, tenga o no valor nutritivo, y cuya adición intencionada – con un propósito tecnológico – a un alimento durante su fabricación, transformación, preparación, tratamiento, envasado, transporte o almacenamiento, tenga por efecto (o quepa razonablemente prever que tenga por efecto), que el propio aditivo o sus subproductos se conviertan directa o indirectamente en un componente del alimento”. En otras palabras, los aditivos son sustancias que se usan para mejorar las características organolépticas de los alimentos, prolongar su conservación o facilitar su elaboración y uso. La seguridad alimentaria y los aditivos La Autoridad Europea de la Seguridad Alimentaria es la encargada de analizar cada uno de los aditivos alimentarios en base a su expediente presentado. En él, se especifican los siguientes datos: Identidad y caracterización del aditivo. Estabilidad en los alimentos. Justificación de su necesidad. Autorizaciones ya existentes. Evaluación de la exposición prevista de la población al aditivo. Características biológicas y toxicológicas. Con el análisis de estos datos, la EFSA determina el nivel de consumo seguro y su ingesta diaria admisible para una persona, tomando el grupo de población más crítico como referencia. Además, toda la información sobre seguridad de cada uno de los aditivos alimentarios está valorada por este organismo o por el Comité Científico de la Alimentación Humana. De esta manera, se garantiza que todos los aditivos que finalmente se incluyen en la lista de la Unión Europea están considerados seguros. Clasificación de los aditivos alimentarios La clasificación de los aditivos alimentarios se puede realizar en función de diferentes criterios, como por ejemplo teniendo en cuenta el origen del producto o, más comúnmente, según su funcionalidad. Clasificación en función del origen del producto Aditivos naturales Los aditivos naturales de los alimentos son aquellos que se obtienen de productos presentes en la naturaleza, mediante operaciones de carácter físico que no impliquen la incorporación de otras sustancias no naturales. Este es el caso de muchos aditivos clasificados por su funcionalidad en el grupo de espesantes, gelificantes y estabilizantes, como la pectina de origen vegetal y el agar obtenido de algas, para los que no hay que recurrir a procesos de laboratorio. Aditivos sintéticos Se consideran aditivos no naturales o sintéticos aquellos obtenidos mediante el empleo de productos de síntesis no presentes en la naturaleza y/o mediante operaciones que suponen generar o incorporar sustancias no naturales. La mayoría de los aditivos conservadores son artificiales, como puede ser el ácido benzoico o el sórbico, y son aquellos sintetizados a partir de elementos naturales o no, como el ascorbato de sodio. Colorante natural: cúrcuma Clasificación de los aditivos según sus funciones Independientemente de su origen natural o sintético, los aditivos alimentarios pueden clasificarse según la función que cumplen cuando los empleamos en los alimentos. Destacamos aquí los más comunes: Los colorantes dan intensidad o varían el color de los productos para hacerlos más atractivos a la hora de su consumo. Los conservadores se añaden para evitar alteraciones biológicas que pueden dañar los alimentos, como la fermentación o la putrefacción. Los antioxidantes son las sustancias que impiden o retrasan la oxidación y el enranciamiento provocados por la acción del aire o la luz. Los emulgentes permiten que ingredientes que no son solubles entre sí se mantengan estables sin separarse (lo que se suele denominar emulsión). Los espesantes aumentan la viscosidad de los alimentos para garantizar su textura ideal de consumo. Los potenciadores del sabor se añaden a los alimentos para intensificar su sabor natural. A parte de esta clasificación, el RD 1333/2008 hace otra clasificación de los aditivos alimentarios por funciones en la que, además de estos, aparecen otros como los antiespumantes, los gasificantes o los humectantes. Los números E Cuando consultamos los ingredientes que forman parte de la etiqueta de un alimento nos encontramos a los aditivos alimentarios especificados con un número E, clasificados según un sistema de identificación internacional diseñado para ser fácil de entender por todos los consumidores. El sistema de números E es una manera práctica de etiquetar los aditivos alimentarios y señalar que están aprobados por la Unión Europea para su uso. Además, también se usa para indicar las funciones de cada uno de los tipos de aditivos y la sustancia específica usada. La clasificación se basa en los siguientes números: Colorantes: E100-E199 Conservantes: E200-E299 Antioxidantes y reguladores de la acidez: E300-E399 Estabilizantes: E400-E499 Reguladores del pH y Agentes Antigrumos: E500-E599 Potenciadores del sabor: E600-E699 Varios: E900-E999 Distintos colorantes y edulcorantes: E-1100 – E-1599 Mitos acerca de los aditivos alimentarios El desconocimiento sobre las características reales de los aditivos hace que circulen muchos mitos sobre estas sustancias. Uno de los más habituales es el que afirma que no deben estar presentes en los alimentos. Esto no tiene ningún sentido, ya que desde la antigüedad las personas hemos sido conscientes de la necesidad de conservar la comida con elementos como la sal o el vinagre. En la actualidad, los aditivos alimentarios nos permiten disfrutar de alimentos sabrosos, seguros y con el mejor aspecto posible. Otra de las grandes falacias sobre estas sustancias es la que afirma que los aditivos de color no son seguros. La verdad es que todos los aditivos están regulados por la Comunidad Europea y cuentan con su autorización de uso correspondiente, sea cual sea la función con la que cumplen. De hecho, muchas personas llegan a afirmar que hay una sensibilidad especial a ciertos colorantes específicos, como el amarillo número 5, que se usa en bebidas, dulces y helados, entre otros alimentos. Otro de los mitos que se popularizó hace ya décadas entorno al mundo de los aditivos alimentarios es el que asocia estos ingredientes de los alimentos a la existencia de casos de hiperactividad infantil. Diversos estudios científicos han demostrado que no existe ninguna relación directa entre este trastorno y la ingesta de alimentos con aditivos. No podemos olvidar que todos los aditivos deben demostrar su seguridad mediante diversas pruebas antes de recibir su certificación oficial. Estas evaluaciones incluyen el análisis de su composición, propiedades, cantidad adecuada de consumo y efectos en la salud a corto y largo plazo. En definitiva, los aditivos alimentarios son ingredientes básicos para que podamos disfrutar de una alimentación segura y con las mejores características de sabor, aroma y aspecto. En la antigüedad se usaban especias y plantas para conseguir este objetivo. Hoy en día, podemos disfrutar de sustancias naturales o específicamente diseñadas para este fin, que cumplen con todos los requisitos establecidos por ley para garantizar que son saludables. En consecuencia, no podemos dejarnos llevar por las tendencias populares a la hora de rechazarlos en nuestra alimentación.