documento preliminar y de circulación interna

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DOCUMENTO PRELIMINAR Y DE CIRCULACIÓN INTERNA
PERFIL Y FUNCIONES DEL COORDINADOR DE POLITICAS ESTUDIANTILES
En base a lo recorrido durante los últimos años respecto de la función del Tutor Institucional,
existe consenso en la necesidad de dar una nueva direccionalidad y sentido a las tareas
desarrolladas, así como revisar la denominación actual.
Esto no implica sólo una cuestión nominal. Por el contrario, creemos que debemos recuperar
la especificidad del área rescatando la dimensión de lo pedagógico político de las acciones
que dicha función tiende a promover, al tiempo que buscamos distanciarnos de las
significaciones a las que solemos asociar la palabra Tutor, más cercanas a funciones
psicopedagógicas (en algunos casos llegando a remediales), y/o administrativas.
De este modo, sugerimos la denominación de Coordinador Institucional de Políticas
Estudiantiles (CIPE) tomando así otra entidad, construyendo un nuevo desafío a través de
una mirada articuladora entre la dimensión institucional, de la cual el Coordinador es parte, y
las políticas jurisdiccionales y nacionales destinadas al nivel. El CIPE es un actor que junto
con otros actores institucionales colabora y se compromete en el fortalecimiento de las
trayectorias formativas de los estudiantes vinculados a las políticas institucionales y más allá
de las mismas.
Compartimos algunas definiciones para pensar el campo en el que se inserta la función del
CIPE : una primera y fundamental definición es la que remite a diferenciar lo político de la
política en sentido amplio, para luego pensarlo en relación a nuestro campo específico. Para
ello tomaremos la línea propuesta por Chantal Mouffe que define lo político como la
dimensión de antagonismo constitutiva de toda sociedad humana. En este campo de lucha
de intereses y miradas distintas, diversas, opuestas muchas veces, se inscribe la política
entendida “como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un
determinado orden, organizando la coexistencia en el contexto de conflictividad que se
deriva de lo político”.
La educación es un proceso que se concreta en la práctica, en el hacer cotidiano, en las
experiencias transitadas que desde múltiples espacios pedagógicos se nos ofrecen, y
también más allá de ellos. La educación implica soñar con un mañana para los jóvenes y
adultos que por ella transitan, en este sentido implica también una fuerte responsabilidad.
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Toda práctica educativa se asocia a alguna concepción teórica, la cual le imprime una
direccionalidad y sentido específico. Siempre involucra un deseo al futuro, una perspectiva
de sociedad necesaria o deseada que puede implicar aceptar lo dado y/o definir estrategias
políticas para su transformación.
La especificidad de la educación está dada por la dimensión de lo político y por las
tensiones en el campo de las políticas que pujan y bregan por establecer un orden particular,
una concepción del mundo. Es decir, toda práctica pedagógica es un hecho político.
Desde la creación del Área de Políticas Estudiantiles en el año 2009, nos hemos propuesto
como uno de nuestros objetivos centrales, el fortalecimiento de las trayectorias de los
estudiantes de formación docente.
Señala Estela Cols: “la formación docente en tanto trayectoria es llevada a cabo por un
sujeto o grupo a lo largo del tiempo, cuya reconstrucción y estudio pone de manifiesto
distintos recorridos posibles, que se engarzan a su vez con otras trayectorias ligadas a su
vida escolar, familiar, laboral, política y cultural, y que muchas veces se presentan de
manera discontinuas y no lineales.” Cols, 2007.
Una trayectoria es siempre relativa a un espacio social que la contiene. Da cuenta de las
relaciones entre las posiciones de un actor y el campo social en el que se mueve. Pensar la
noción de trayectoria en términos relacionales nos permite descentrar la mirada del
estudiante como único responsable de su formación docente, a quien la institución
prescriptivamente le traza el camino a recorrer. Nos permite comprender que una mirada
institucional atenta a la relación entre la trayectoria deseada y la real o concreta posibilita la
reflexión y posterior transformación de prácticas institucionales y acciones pedagógicas de
los actores institucionales.
Nos remite a pensar en caminos y recorridos que no sólo aluden a los contenidos
disciplinares o pedagógicos propios de cada carrera específica, sino también a una
formación integral de los sujetos en el ejercicio de la ciudadanía y en la capacidad de
reconocerse constructores de nuevos conocimientos y realidades. Esto requiere del
compromiso de la Institución en su conjunto, y de cada uno de los actores institucionales
para garantizar los espacios necesarios de participación donde poder desplegar dichas
potencialidades.
Las trayectorias se convierten así, casi por definición, en una cuestión institucional: como un
componente del desarrollo organizativo y como producción institucional.
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El Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles se inscribe precisamente en esta
dinámica organizacional de la institución educativa. Esto implica que los objetivos
propuestos para dicha función no son sólo responsabilidad del sujeto que la encarna, sino
que son objetivos propuestos por y para la Institución. En este sentido su tarea se deberá
dirigir en primer lugar a reconocer las particularidades y potencialidades de la institución
para poder construir estrategias en función de una mayor participación de los estudiantes en
el cotidiano institucional.
La participación se introduce en asuntos de poder, de gestión conjunta, y sólo es posible
ponerla en acción cuando se habilitan espacios de construcción de proyectos con cierta
cuota de autonomía. Su sentido es claramente político y por lo tanto implica un movimiento
en las relaciones de poder instituidas. La participación, que visibiliza y provoca miradas
distintas, es un entramado que se juega siempre en la posibilidad de construir a partir del
consenso, y también a partir del conflicto. Cada vez que este proceso se dinamiza, se
pueden definir problemas comunes y la búsqueda de alternativas aportando al
fortalecimiento de la trayectoria estudiantil en la medida en que el estudiante se reconoce
sujeto histórico capaz de intervenir y transformar aquellos procesos en los que se involucra.
Es tarea del Equipo Directivo del ISFD el reconocimiento y habilitación de canales de
participación de todos los actores institucionales, pero es responsabilidad de los actores que
la conforman, el ocupar los espacios para dinamizarlos.
No se piensa la función del Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles como una
acción de gestión burocrático-administrativa. Para definir las características de dicha función
retomamos la siguiente definición de gestión: “Lo interesante de una gestión no se mide
exactamente por lo realizado sino por la capacidad de crear condiciones para que algo se
movilice en los sujetos y en las matrices culturales de la institución. (…) No es un hacer bien
lo ya diseñado, lo ya pensado, sino un hacer apoyado en la capacidad de ´leer´ las
situaciones y de decidir frente a su singularidad” (Duschatzky, 2001).
En síntesis, en este entramado donde resultan necesarias todas las voces, inscribimos la
función del CIPE, como un promotor y articulador de proyectos y acciones que surjan de
necesidades institucionales para el fortalecimiento de las trayectorias formativas de los
estudiantes vinculadas a las políticas establecidas tanto en los niveles jurisdiccionales como
nacionales.
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El desafío será avanzar en la democratización de las Instituciones, con la participación de
todos los actores, revalorizando especialmente el lugar de los estudiantes como sujetos
centrales de este proceso.
Desde el área de políticas estudiantiles se establecen como líneas prioritarias de
trabajo a nivel nacional:
-
Educación y Memoria.
-
Educación y Trabajo docente.
-
Actividades multimediales vinculadas a la línea “conectar igualdad”.
-
Educación intercultural bilingüe.
-
Propuestas de participación socio – comunitarias – culturales y/o artísticas.
-
Participación Ciudadana.
-
Espacios de intercambio, discusión y construcción de los documentos normativos y
otros referidos al funcionamiento institucional que atraviesan las trayectorias
estudiantiles.
En relación a la selección del Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles.
La convocatoria estará a cargo de la Dirección de Nivel Superior de la Provincia y de la
dirección del ISFD. Para garantizar la transparencia del proceso, es necesario asegurar la
mayor difusión por todos los medios a los que se pueda tener acceso: publicar la
convocatoria en las páginas de las Direcciones de Superior; en las de los ISFD; en medios
gráficos y radiales; etc.
Se solicitará a los interesados la presentación de CV y de una propuesta de trabajo que
permita dar cuenta del perfil del postulante. Dicha propuesta deberá incluir las líneas de
acción prioritarias de Políticas Estudiantiles.
Para la selección se sugiere la intervención del Consejo Académico de cada ISFD - o su
equivalente- como instancia previa a la selección, elaborando un informe valorativo de cada
una las propuestas presentadas.
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A continuación se elaborará un orden de mérito con las propuestas, de modo de poder
asumir la función otro docente, en caso de no poder hacerlo el elegido en primera instancia,
evitando así una nueva convocatoria o la vacancia del cargo.
La selección final estará a cargo de una comisión compuesta por la Jurisdicción, Directivos
del ISFD, con el acompañamiento del Equipo Nacional de Políticas Estudiantiles.
Una vez seleccionado el Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles, es necesario
que el equipo directivo de cada ISFD realice una reunión para presentarlo en el IFD, ante los
actores institucionales, con el fin de poner incluirlo en la dinámica institucional.
Cada jurisdicción confeccionará su perfil en relación a sus necesidades y recursos.
Asimismo es necesario implementar una modalidad de evaluación referida a la función del
Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles, con el fin de asegurar la pertinencia de
las prácticas en el acompañamiento
propuesto y la inclusión real en las acciones
institucionales; ese proceso evaluativo entendido como: “(…) una actividad programada de
reflexión sobre la acción, basada en procedimientos sistemáticos de recolección, análisis e
interpretación de información, con la finalidad de emitir juicios valorativos, fundamentados y
comunicables sobre las actividades, resultados e impactos de esos proyectos o programas y
formular recomendaciones para tomar decisiones que permitan ajustar la acción presente y
mejorar la acción futura”. Olga Nirenberg
Cada jurisdicción establecerá las formas y modalidades
de acompañamiento al
Coordinador, para enriquecer las prácticas y favorecer el trabajo colaborativo en cada ISFD.
Pueden proponerse espacios de intercambio de las acciones realizadas, verificar su
vinculación con los objetivos y prioridades de la jurisdicción e institución, solicitar la
elaboración de informes de gestión de tipo semestral en los que se analice el proceso de
trabajo y se realicen devoluciones y ajustes, como así también encuentros de evaluación
regionales en los que se favorezca el intercambio entre los coordinadores y toda otra
iniciativa provincial y/o institucional que enriquezca y haga visible la tarea del Coordinador y
su aporte a la mejora del funcionamiento institucional en clave de acompañamiento a las
trayectorias formativas.
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