Subido por arizmen

Decrecimiento

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Decrecimiento: La nueva utopía
Porque la vida es poquita cosa y consumir nos lo hace olvidar; porque comprar
objetos está asociado con gratificación, con satisfacer deseos (deseítos si son de
los que se pueden comprar) o cumplir objetivos; porque gastarlo es lo mejor ( a
veces es lo único) que puedo hacer con el dinero que gano; porque me siento libre
comprando lo que puedo elegir; porque me siento poderoso comprando lo que
muchos
otros
no
pueden;
porque
comprando
algunas
cosas adquiero
identidad: expreso que tengo una buena posición o que tengo buen gusto o que
conozco las últimas tendencias; y por muchas otras razones más, consumimos.
Todos consumimos lo que podemos (a veces más) y sino podemos (porque
somos pobres o porque somos cubanos o norafricanos ) somos capaces de cruzar
el mar en una cáscara de nuez o robarle la cartera a una vieja para comprar la
camiseta oficial del Barça (la 10). Y el sistema potencia nuestras ganas: la
publicidad, el crédito, la obsolescencia programada (las cosas se fabrican
deliberadamente para durar un corto tiempo), cada vez más eficaces, facilitan y
estimulan el consumo. "Todos queremos más", cantan en Pamplona cuando
termina el San Fermín después de una semana de comer, beber y reír como
nunca lo hacen el resto del año. "Todos queremos más": esto mueve el mundo
capitalista hoy.
Lo decía Cristina Kirchner, una antigua partidaria de la Revolución Socialista, en
2013: “Argentina sufre la crisis económica menos que el resto del mundo porque
nuestro modelo se basa, no en los recortes y los ajustes, sino en políticas que
fomentan la producción y el consumo. Queremos que el capitalismo funcione
en serio” dice la ex-rojilla. Producir, consumir, eso es funcionar.
Mientras aquí en el 3er Mundo queremos que el capitalismo funcione, en el
1ero muchos encuentran que funciona demasiado bien. Tan bien pero tan bien
que avanzamos a una velocidad increíble. Hacia un abismo, claro. Un neohippismo veterano sin porros ni pelos largos, intelectual y científico, habla con
palabras que (me) suenan certeras y sabias.
Serge Latouche, un economista francés cabeza visible de la Idea del
Decrecimiento y otros intelectuales explican porqué no tenemos más remedio que
bajar un cambio y encontrar la forma de parar la máquina.
Una nueva Utopía para el Siglo XXI: hombres y mujeres viviendo a un ritmo
humano, dueños de su tiempo, disfrutando más de las relaciones (los
hijos, la amistad, el amor) que de las Toyota Hilux, los bolsos Prada y los
iPhone. Un mundo
lleno de
Pepes Mujica. No
estaría mal, seguro
que funcionaría mejor que este.
Están también los que creen en el sistema. O que por lo menos no quieren creer
que este camino nos lleva a la catástrofe. "Ideas apocalípticas trasnochadas",
dicen. Los hombres sabemos como pilotear las dificultades, para eso la ciencia,
para eso la cultura, para eso las instituciones que hemos creado. Es más, ni
aunque quisiéramos no podríamos parar: menos consumo es menos producción
es menos trabajo es más desempleo. Eso si que es la catástrofe.
O sea que estamos jodidos: por más que Latouche nos convenza sobre la
necesidad del Decrecimiento, no podemos ni queremos parar. Hay que seguir
produciendo más y consumiendo más porque sino lo que hoy es apenas una crisis
se
convertirá
en
un
violento
infierno
de
hambre
y
miseria.
Como en aquella película Speed, donde Sandra Bullock y Keanu Reeves
conducían a gran velocidad un autobus que no podía desacelerar porque sino
explotaba, no sabemos como parar este mundo que parece encaminarse a
máxima velocidad hacia la autodestrucción.
A mi alrededor nadie sabe lo que dice Latouche, o si, pero no importa. Seguimos
viviendo nuestra vida un poco zonza, sabiendo que el desastre no nos va a tocar a
nosotros: todavía los mares no suben, hay petroleo, el aire es respirable y no toda
la comida está envenenada. Eso si: reciclamos la basura, cerramos la canilla
cuando nos cepillamos los dientes y clickeamos Me Gusta en todas las causas
ecologistas que nos llegan al Facebook. Como para tranquilizarnos. "Porque me
preocupa el mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos"...bla,bla,bla. Mentira,
en el fondo no nos preocupa porque sabemos que no va con nosotros. Todavía
falta
muchísimo
para
el
Gran
Fin
de
Fiesta...
Por cierto, cuanto faltará todavía?
bueno,todavía
falta....
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