La Segunda República (1931

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La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
LA SEGUNDA REPUBLICA
(1931-1936)
GOBIERNO PROVISIONAL Y CONSTITUCIÓN DE 1931
La proclamación de la II República el martes 14 de abril de 1931 desde los
balcones del Ministerio de Gobernación puso final a una situación dictatorial
proveniente de una situación de democracia “controlada” al servicio del Sistema de la
Restauración creado en 1874. Pero esta situación no fue un hecho improvisado propio
de una época de convulsiones y desaciertos como fue el final del reinado de Alfonso
XIII, sino que fue el paso final de un “acoso y derribo” progresivo iniciado desde la
misma finalización de la I República (1873-1874) pero reimpulsado de forma
importante por la situación de estancamiento y desmoronamiento del Régimen de la
Restauración, iniciado desde 1909 pero especialmente impulsado desde 1917.
1. La conspiración republicana
Tras la desaparición de la I República (1873-1874); el Republicanismo vivió su
momento más sombrío, perdiendo buena parte de su electorado por planteamientos
demasiados dogmáticos o por su propia división. Será a partir de 1903, con la creación
de Unión Republicana, cuando el republicanismo español mostrará una importante
mejoría con un “nuevo” ideario y dos partidos muy representativos; pero será la
Dictadura de Primo de Rivera la de relance definitivamente el movimiento republicano.
En febrero de 1926 aparecerá Alianza Republicana, “cajón de sastre” de todo
tipo de republicanismo (federalista, conservador o socializante) con cabezas visibles
como Alejandro Lerroux o Manuel Azaña. De conspiración en conspiración (la
Sanjuanada de 1926, los levantamiento de Ciudad Real y Valencia de 1929) y de
fracaso en fracaso; el sorpresivo anuncio de dimisión del Dictador en 1930, relanzó los
movimientos conspirativos. Así el 17 de agosto de 1930 se celebró una reunión en San
Sebastián con el fin de cohesionar un frente común para derrocar a la Monarquía, a la
que asistieron:
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

Figuras de partidos republicanos nacionales como A. Lerroux y M. Azaña.
Republicanos regionalistas catalanistas (Matías Mallol por Acció Republicana o
Jaume Aiguader por Estat Catalá) y gallegos (Santiago Casares Quiroga por el
ORGA).
Monárquicos “desengañados” y reconvertidos a republicanos conservadores
como Miguel Maura o Niceto Alcalá Zamora.
No-Republicanos: el socialista Indalecio Prieto y figuras públicas relevantes
como Fernando Sánchez Román y Gregorio Marañón.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
El pacto de San Sebastián permitió una unificación progresiva de las fuerzas
opositoras a la Monarquía con el objetivo de derrocarla, al tiempo que se consiguió la
garantía de los anarquistas (CNT) de no poner trabas ante una probable victoria
insurrecional republicana.
2. La caída de la Monarquía (diciembre 1930 – abril 1931)
El momento de los republicanos llegó cuando, la Monarquía no buscó una
salida adecuada tras la Dictadura de Primo de Rivera, puesto que Alfonso XIII sustituyó
al “Director” por el general Berenguer, uno de los responsables del Desastre de Annual
(1921), como demostró el informe Picasso, que pretendió volver a la situación política
anterior como “si nada hubiera ocurrido”. Esto, que se conoce historiográficamente
como el Error Berenguer o el Desastre Berenguer, demostró ser un error por el
agotamiento del sistema de la Restauración y terminó produciendo la pérdida total de
apoyos por parte de la Monarquía.
La salida del poder de Primo de Rivera y su posterior trato indignó mucho al
Ejército y fue visto como una bajeza contra el estamento militar. Esto facilitó la
introducción de republicanas dentro del Ejército. Así el republicanismo civil, asentado
sobre el pacto de San Sebastián, presidido por Niceto Alcalá Zamora; se verá
secundado por el general Gonzalo Queipo de Llano, que creó un comité republicano
dentro del Ejército.
La unificación opositora alrededor del Pacto de San Sebastián y del comité de
Queipo de Llano ideó una nueva insurrección planeada para el 15 de diciembre de
1930 que fracasó por el nerviosismo de ciertos elementos dentro del levantamiento
que precipitaron los acontecimientos1.
A pesar del aparente fracaso del levantamiento, éste provocó una crisis de
gobierno Berenguer, siendo sustituido por otro gobierno encabezado por el almirante
Juan Bautista Aznar, cuya primera iniciativa fue convocar elecciones municipales y
generales (tanto para el Parlamento como para el Senado). Las elecciones municipales
se dieron el 12 de abril de 1931.
Se confiaba en una victoria monárquica, pero los republicanos vencieron en un
total de 50 capitales de provincia, y el resultado fue interpretado como un plebiscito
de la continuidad de la Monarquía.
1
Los intentos insurrecciónales se sucederán en Jaca (13 de diciembre de 1930) encabezado por Fermín
Galán, que terminó con el capitán insurrecto en el patíbulo; y en Cuatro Vientos, localidad cercana a
Madrid, el general Queipo de Llano, acompañado por un grupo de oficiales (entre los cuales se
encontraba Ramón Franco, hermano del futuro dictador-caudillo) ocuparon el aeródromo, anunciaron la
proclamación de la República y lanzaron octavillas sobre Madrid. Este intento del 15 de diciembre de
1930 tenía que ser apoyado por una huelga general que no se secundó, y que obligó a los militares
insurrectos a salir huyendo hacia Portugal.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
Las multitudes empezaron a tomar la calle con un entusiasmo desbordante y
ciertos toques de anarquía no reprimidos por el general Sanjurjo y la Guardia Civil. En
un ambiente festivo, los firmantes del Pacto de San Sebastián se dirigieron a
Gobernación para realizar el relevo del poder y del sistema. Al Conde de Romanones,
ministro de Estado del último gabinete de Alfonso XIII, se le exigen las riendas del
poder y la salida inmediata del país de Alfonso de Borbón el 14 de abril de 1931. Había
nacido con el respaldo de las urnas y de forma pacífica la II República2.
A pesar de las magníficas circunstancias en las que había nacido la II República,
había nacido enferma, puesto que no fue consciente una realidad importante. La salida
de Alfonso XIII se debió más a la pérdida progresiva de apoyos por parte de la Corona,
que por la acción de la oposición. Existían grupos poderosos que no tenían especial
predilección por la II República, ni menos aún por un régimen democrático: La Iglesia,
el Ejército, las fuerzas de seguridad, los propietarios agrarios e industriales o los
financieros. El 14 de abril su comportamiento fue pasivo y expectante, pero una vez
que ésta echara a rodar demostrando que la España real iba a aparecer en escena por
primera vez en el siglo XX, bastó para que tales grupos oligárquicos se sintieran
amenazados y reaccionaran ante esta nueva situación. Primero de forma
descoordinada e impulsiva, y luego de manera organizada, trataron de anular el
proyecto propuesto por una naciente república basada en la modernización y la
justicia social, culminando en la Guerra Civil.
3. El gobierno Provisional y la Constitución de 1931
Tras la proclamación de la República tomó el poder un Gobierno Provisional presidido
por Niceto Alcalá-Zamora desde el 14 de abril hasta el 14 de octubre de 1931, fecha en
que presentó su dimisión por su oposición al laicismo del Estado, recogido en el
artículo 26 de la nueva Constitución, siendo sustituido por Manuel Azaña. El 10 de
diciembre de 1931 fue nuevamente elegido como Presidente de la República, por el
Congreso, manteniéndose hasta el 7 de abril de 1936, cuando el nuevo gobierno del
Frente Popular pide su dimisión volviendo a sustituirle Manuel Azaña.
3.1. La Constitución de 1931
Desde el 28 de junio de comenzó un importante trabajo legislativo por parte
del Gobierno Provisional y las Cortes Constituyentes (dirigidas por Julián Bestiero) que
dio su fruto el 9 de diciembre de 1931 siendo sus principales los partidos políticos
republicanos y los socialistas.
2
Muy recordado es el discurso de despedida de Alfonso XIII, dónde se respira una derrota aceptada con
un talante democrático; pero lejos de la realidad, puesto que a pesar de las afirmaciones del
comunicado real, el monarca trató de tantear la disposición de algunos elementos de los militares como
el propio Sanjurjo, pero lo que encontró fue una negativa y una petición que abandonara el país de
forma silenciosa.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
Esta Constitución establece por primera vez la Soberanía Popular; al tiempo
que dota a los españoles de una extensa declaración de derechos y libertades, no solo
individuales y políticas, sino también económicos, sociales y culturales. A destacar
entre estos, el principio de igualdad ante la Ley deducido desde la propia definición del
Estado como “una República democrática de trabajadores de toda clase”.
En las relaciones Iglesia-Estado establece la separación absoluta, disuelve la
Congregación de los Jesuitas, se suprime el presupuesto católico (pagos del Estado
para el mantenimiento de la Iglesia Católica) y además, se prohíbe a las órdenes
ejercer la educación, la industria y el comercio. Además, esta Constitución permite la
libertad de cultos y legaliza el matrimonio civil, el divorcio e incluso establece la
jurisdicción civil sobre los cementerios.
Las Cortes son unicamerales (Congreso de los Diputados) detentadoras del
poder legislativo, al tiempo que el centro de la vida política. Su duración es de 4 años y
estaba formada por 484 miembros; elegidos mediante sufragio universal, masculino y
femenino (sólo se aplicó a partir de 1933) para los mayores de 23 años. Se establece la
colaboración y el control entre poderes, a pesar de que el poder judicial es totalmente
independiente
La Jefatura del Estado (Presidente de la República) recae en un miembro electo
por el Congreso (representantes electos de la soberanía popular) y de un número
idéntico de compromisarios, por un tiempo de 6 años.
La mayor novedad quizá se encuentre en la organización territorial del Estado,
ya que permitía que un número determinado de provincias pudieran agruparse en
regiones autónomas para obtener cotas mayores de autogobierno.
Este texto estuvo vigente desde 1931 hasta 1936 cuando comenzó la Guerra
Civil y los partidos políticos y la Constitución fueron ilegalizados.
EL BIENIO REPUBLICANO-AZAÑISTA (1931-1933)
Durante este período las medidas de la República trataron de solucionar
problemas estructurales en muy poco espacio de tiempo lo que dificultó su aplicación
práctica y provocó una oposición de los grupos de poder a los que afectaba dichas
reformas.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
1. La cuestión agraria
El gobierno de la República fue consciente de la necesidad de afrontar de
manera inmediata el problema agrario. Ya en el gobierno provisional, el socialista
Francisco Largo Caballero (cartera de Trabajo) inició el cometido de mejorar las
condiciones de los campesinos. Para ello procedió a promulgar una serie de decretos
de urgencia entre los meses de abril y julio que pudieran ser aplicados durante la
cosecha que se avecinaba. Estas disposiciones tendían a corregir los abusos que los
propietarios agrícolas solían realizar en las contrataciones:


Decreto de Términos Municipales (el 20 de abril de 1931). Obligaba a los
patronos a contratar preferentemente a los braceros locales, intentando
acabar con la estrategia patronal de romper las huelgas con la contratación de
campesinos de otros municipios o comarcas.
Decreto de Laboreo Forzoso (7 de mayo de 1931). Se obligó a la producción de
terrenos dedicados a la caza, a la cría de ganado de lidia o sin trabajar; cedida a
campesinos que procediesen a su cultivo.
Más avanzada la legislatura se trató de ampliar esta cobertura legal con nuevos
decretos:


El Decreto de 8 de mayo de 1933. Instituía los jurados mixtos como medio de
arbitraje para remediar los conflictos entre las partes de patronos y
trabajadores con la mediación de un representante del Gobierno.
El Decreto de 29 de julio de 1933. Impedía el desahucio de los campesinos
arrendatarios por impagos, cuyos contratos quedaron prorrogados de manera
automática.
Toda esta legislación fue aplicada a regañadientes por los patronos, impidiendo
su aplicación; provocando entre los campesinos impaciencia lo que dio lugar a un
aumento de huelgas y de enfrentamientos sangrientos entre los campesinos y las
fuerzas de orden público. Los más aireados fueron los de Castilblanco (Badajoz) y
Arnedo (Logroño), pero no fueron ni serían los únicos3.
3
A finales de 1931 la tensión entre propietarios y los trabajadores fue incrementándose:
 En el Corral de Almaguer (Toledo) durante el mes de septiembre los campesinos ocuparon
algunas fincas, con el resultado de cinco campesinos muertos y siete heridos cuando se produjo
la desalojamiento.
 En Palacios Rubios (Salamanca) con una manifestación de trabajadores fue disuelta por las
fuerzas del orden, cuyos disparos causaron la muerte a dos personas.
 En Castilblanco (Badajoz), en el último día del año 1931, una manifestación fue dispersada por
la Guardia Civil terminó con la muerte de un trabajador. Pero la reacción de los campesinos fue
muy violenta puesto que cogieron a cuatro guardias civiles a los que lincharon. Y aunque se
juzgó a los culpables del caso, el cuerpo se vengó en Arnedo (Logroño) cuando disparó contra
una manifestación hiriendo a treinta personas y matando a siete de ellas.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
Mientras los propietarios habían creado en diciembre de 1931 una asociación
para la defensa de sus intereses denominada Unidad Nacional Económica (UNE), que
encabezaría todas las resistencias a las propuestas agrarias lanzadas desde el gobierno.
Esta oposición crecería de manera importante a partir del 9 de marzo de 1932,
cuando comenzó a discutirse en las Cortes el proyecto de Ley de Reforma Agraria (a
partir de aquí LRA). En ella destacan las siguientes medidas:


La expropiación de las tierras de la nobleza.
La creación del Instituto de la Reforma Agraria (IRA).
Esta ley proponía un cambio de modelo de la propiedad de la tierra, pero la
compleja situación del campo español, la escasa dotación económica para las
realizaciones del IRA y dificultad para concluir el catastro, llevó al gobierno de Azaña a
intensificar las medidas para reimpulsar su LRA. Pero las disposiciones del IRA y de la
LRA referentes a la expropiación de la nobleza o la intensificación de los cultivos,
quedaron prácticamente sin efecto debido a la lentitud de los trámites y al cambio de
signo político del Gobierno a partir de noviembre de 1933.
2. Descentralización y Política Autonomista
La crisis de 1898 había evidenciado el fracaso del proyecto liberal centralista, y
había permitido la consolidación de los movimientos de carácter regionalista y
nacionalista, especialmente el catalán y el vasco.
Así, el Pacto de San Sebastián admitió la posibilidad de que Cataluña tuviera su
propio estatuto de autonomía para garantizarse el apoyo del los catalanistas con la
llegada de la República. Así en la Constitución de 1931 se abrió esta posibilidad, que
tuvo una amplia acogida dentro de la sociedad catalana (un 97 % de la población
aprobaba la autonomía), sumado a una defensa encendida de Azaña en el Parlamento
acabó convenciendo a algunos diputados reticentes4.
El Estatuto de Autonomía de Cataluña concedido el 9 de septiembre de 1932,
facultaba a la construcción un gobierno catalán que llevaría el nombre de Diputación
del General o Generalitat. Constaría de tres instituciones: Parlamento (Parlament),
Presidente (President) y Consejo Ejecutivo (Govern, este organismo se estructuraba a
semejanza del Gobierno central, dividiéndose en Consejerías). A parte de estos
elementos, el Estatuto transformó en bilingüe a Cataluña, concedió competencias en
Hacienda (de nivel ejecutivo como legislativo), Economía, Enseñanza, Sanidad,
Comunicaciones y Orden Público (mossos d’escuadra) a la Generalitat; dejando el resto
4
Una de las argumentaciones más conocidas la dio al principio de su discurso cuando afirmaba que:
“Cataluña dice, los catalanes dicen: queremos vivir de otra manera dentro de Estado español. La
pretensión es legítima [...ya que...] pretende conjugar la aspiración particularista o el sentimiento o la
voluntad autonomista de Cataluña con los intereses o los fines generales y permanentes de España
dentro del Estado organizado por la República. Este es el problema y no otro alguno [...]
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para el Gobierno Central, y todos los conflictos entre Madrid y Barcelona serían
arbitrados por el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Las primeras elecciones al Parlamento catalán colocaron a F. Maciá y Lluis
Companys (ERC) como el Presidente de la Generalitat y presidente del Parlament,
respectivamente.
También los vascos deseaban el reconocimiento por la República de un Estatuto similar
al que se había acordado para Cataluña. Ya en 1931, antes de las elecciones
constituyentes, los nacionalistas del PNV y los carlistas se habían reunido en Estella,
creando un anteproyecto de estatuto; pero las circunstancias sociales y políticas; y
especialmente, la retirada de los diputados vasconavarros de las Cortes debido a la
aprobación de los artículos religiosos de la Constitución paralizaron todas las iniciativas
hasta 1936.
3. La oposición del Ejército y la Iglesia
3.1. El Ejército y la reforma militar
Tras el fracaso de 1898 y la intervención en Marruecos (1905-1925) pusieron de
manifiesto la falta de evolución y la excesiva jerarquización del Ejército español. Y
también, y lo que era más preocupante para la República, el Ejército había recuperado
su intervencionismo como garante del orden social y árbitro de los vaivenes políticos
(Ley de Jurisdicciones, Semana Trágica, Dictadura de Primo de Rivera).
Por último, su propia consideración de Defensores de la patria, que conectaba
de forma directa con la idea de centralismo e imperialismo castellano, suponía un
importante obstáculo para un nuevo modelo de Estado que proponía la República; ya
que podría ser interpretado como un recorte de la soberanía nacional
“castellanocéntrica”.
A pesar de este talante aparentemente homogéneo del Ejército, lo cierto es
que en su seno existían divisiones y tensiones de carácter corporativo, entre aquellos
oficiales jóvenes que habían combatido en Marruecos y que habían ascendido
rápidamente (africanistas) y los mandos más veteranos, partidarios de un ascenso por
antigüedad y con destinos peninsulares.
En esta situación encontrará Manuel Azaña al Ejército, que planteó una reforma
militar (dos decretos en abril y julio de 1931) para integrarlo dentro de los límites
constitucionales y convertirlo en unas de las bases de la República. Entre estas
medidas cabe destacar:

Reducción del número de regiones militares a la mitad pasando de 16 a 8
regiones.
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
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
Promover la retirada voluntaria de los oficiales que así lo deseasen,
garantizándoles la paga íntegra.
Anuló el decreto de la Ley de Jurisdicciones y se suprimió Tribunal Supremo del
Ejército y de la Armada, cuyas atribuciones pasaron a tribunales ordinarios.
Se suprimió el cargo de Capitán General.
Se anunció una revisión para configurar mejor la política de ascensos que se
había dado durante la Dictadura.
Se clausuró la Academia General Militar de Zaragoza a cuyo mando se
encontraba Francisco Franco.
Esta política reformista de Azaña disgustó a los militares, que además de no ver
con buenos ojos cualquier renovación de la institución, también generaron un odio
personal importante contra Azaña debido a su resentimiento contra el político, que
suponía la personificación de la supremacía del poder civil frente al poder militar. Así
aquellos militares observaron que las medidas tomadas por el gobierno Azaña estaban
poniendo en peligro la Patria.
3.2. La Iglesia
La Iglesia se resistía a las consecuencias la implantación en España de un Estado
laico. De hecho cualquier innovación introducida por los gobiernos de la República
(matrimonio y entierro civiles, divorcio, enseñanza, etc...); era considerado como una
intromisión y un ataque a sus derechos.
De entrada, la Iglesia española acogió con recelo a la República. El 7 de mayo de
1931 el arzobispo de Toledo, el cardenal Segura, publicó una pastoral en la cual la
Iglesia alertaba sobre la situación que se avecinaba llenando el futuro de anarquismo y
comunismo. Esto, sumado a un decreto del gobierno en el que se eliminaba la
confesionalidad obligatoria en los colegios públicos, agravó una situación que estallaría
con la expulsión del cardenal Segura. La salida de Segura se vio envuelta por la
polémica al pretender sacar la renta de bienes eclesiásticos de España. La reacción
popular fue violentamente anticlerical con el asalto y quema de 170 conventos en
Madrid, lo que provocaron las críticas de la Iglesia al gobierno. El día 13 de mayo
Segura partió hacia Roma, donde logró que el Vaticano no aceptara al nuevo
embajador español. Sólo a finales de septiembre se normalizaron las relaciones con
Roma cuando se eligió un nuevo nuncio, el cardenal Gomá, con perfil mucho más
conciliador.
Además del “caso Segura”, los problemas de la Iglesia española con la
República también alcanzaban la redacción de algunos artículos constitucionales como
la aconfesionalidad del Estado, la desconsideración de los sacerdotes como
funcionarios, la disolución de órdenes religiosas (expulsión de los Jesuitas) o su
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
prohibición de acceder a campos como la enseñanza (Ley de Congregaciones
Religiosas), industria y el comercio.
Estas normativas no atacaban el credo católico pero afectaban al poder
económico de la Iglesia y su influencia social a través de la enseñanza; al tiempo que
provocaron la primera gran crisis de la República puesto que supuso la dimisión del
presidente provisional Alcalá Zamora (volvería en diciembre de 1931) y del ministro de
Gobernación, Miguel Maura; además del abandono de 42 diputados del Congreso
(todos ellos católicos).
A pesar de esto, se siguió adelante con su “revolución” y en enero de 1932 se
aprobó el matrimonio civil, el divorcio y la secularización de los cementerios; y aunque
estas medidas no tuvieron una repercusión efectiva por la llegada del gobierno radicalcedista en 1933, abrieron una brecha definitiva entre la República y la Iglesia.
4. El fin del bienio progresista
La República tuvo sobresaltos desde su inicio. En verano de 1932, falló un
primer alzamiento contra la República encabezado por el general Sanjurjo, que había
sido destituido de sus cargos en la benemérita y de ser alto comisario para Marruecos
tras los sucesos de Arnedo5; y permitió alcanzar a Azaña la máxima cota de poder, pero
ese sería el inicio de su fin.
En los primeros días de 1933, hubo una oleada de esporádicos levantamientos
anarquistas en pequeñas localidades de Cataluña, Levante y Andalucía, siendo el caso
más llamativo el de Casas Viejas, dónde medio millar de campesinos está sometido al
paro estacional forzoso. Los sucesos ocurrieron en enero de 1933 cuando los
habitantes de Casas Viejas proclamaron el comunismo libertario y todo acabó con una
respuesta desmesurada por parte del orden público, y provocaron la ruptura de
aquellas fuerzas surgidas del Pacto de San Sebastián.
EL BIENIO RADICAL-CEDISTA (1933-1935) Y EL FRENTE POPULAR
(1936)
En las elecciones de 19 de noviembre de 1933 la derecha arrasó de forma
indiscutible6. Esta victoria marcó un punto de inflexión en la política de la República, ya
que a pesar de la fuerza del partido de Lerroux (principal fuerza republicana de
derecha), era la CEDA la que manejaba los hilos de aquel gobierno, puesto que Lerroux
5
Ver más arriba en nota anterior referida a la cuestión agraria
Algunos autores afirman que la victoria se produjo por el voto femenino (primera vez que se
incorporaba) ya que la mujer española ofrecía un perfil político mucho más conservador (esta teoría
está apoyada por las afirmaciones de la diputada Victoria Kent); pero probablemente se deba a la
división dentro de la izquierda y el frente unido que presentó la derecha.
6
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
sólo podía gobernar con su apoyo y su líder, Gil Robles, dejó claro que sólo apoyaría al
gobierno mientras este desmantelase lo hecho por el gobierno anterior.
Se distinguen tres etapas:


Etapa Radical: Gobierno de los radicales de Lerroux con el apoyo de la CEDA.
Aparecen las primeras medidas contrarreformistas para evitar las
consecuencias de muchas de las medidas llevadas a cabo durante el gobierno
anterior.
Etapa Radical-Cedista: Gil-Robles pretende aumentar su influencia sobre el
gobierno de Lerroux, fuerza la incorporación en el gobierno de tres ministros de
la CEDA (el propio Gil-Robles dirigirá la cartera de Defensa), continuándose las
medidas contrarreformistas y consecuencia de ello se produce la “Revolución
de 1934”.
Desde el mismo momento en que la CEDA y Gil-Robles se hicieron presentes
con fuerza en el gobierno de la República, la Izquierda temió una involución
significativa de la etapa anterior, temor reforzado por lo ocurrido en Italia y Alemania
(especialmente desde la subida al poder de Hitler en 1933); por lo que se inició un
proceso de radicalización entre la Izquierda y la Derecha, por lo que el abismo que
separa a las dos Españas se hará cada vez más grande y conduciendo a una situación
revolucionaria que estallaría en Asturias en 1934.
El día 5 de octubre de 1934 a las pocas horas de que los tres ministros de la
CEDA entraran a formar parte del gobierno presidido por Lerroux comenzó el
movimiento revolucionario capitaneado por los socialistas y apoyado por otras fuerzas
políticas (especialmente los nacionalistas catalanes) que llamaron a la huelga general.
La motivación de esta movilización era evitar la vuelta al panorama político de muchos
personajes que habían colaborado activamente con el gobierno de Primo de Rivera al
tiempo que se pretendía encauzar el gobierno de España hacia un modelo socialista.
Planteada como una huelga revolucionaria que afectara a todo el país, la
mayoría los focos huelguistas fueron rápidamente controlada por las fuerzas de orden
público salvo en Asturias y Cataluña, donde Companys proclama el Estado Catalán,
ante lo cual, el gobierno central tuvo que bombardear el Ayuntamiento de Barcelona y
la Generalitat, para conseguir que el gobierno catalán se rindiera, quedando
automáticamente suspendido el estatuto de autonomía de 1931. Mientras, en el
Principado se constituyeron columnas de mineros pertrechadas con armas que habían
adquirido (sobre todo con dinamita), y allí ocuparon todos los pueblos de la cuenca
minera asturiana, y dónde se estrellaron las columnas de las fuerzas del orden público.
No se trataba de una huelga más, sino que se trataba de una revolución en toda regla
que perseguía el control por los trabajadores del poder político y los medios de
producción. Ante la incapacidad de las fuerzas de orden público, el gobierno reaccionó
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
con dureza y recurrió a Franco para que con la ayuda de 2.000 regulares reprimiera la
revuelta en Asturias, que se logró con un número de más de 1.000 muertos
Si bien hay autores que consideran a la Revolución de 1934 como la fase inicial
de la Guerra Civil (Pío Moa), lo cierto es que supuso:
a) La Revolución supuso la ruptura de la Izquierda más radical (encabada por
Largo Caballero y Dolores Ibárruri) con el modelo democrático republicano.
b) La Derecha más reaccionaria consideró la Revolución un ejemplo del
comportamiento subversivo de la Izquierda, y justificó posturas de fuerza
futuras para “garantizar el Orden Público”.
c) La represión desorganizada, especialmente en Asturias, produjo un sentimiento
de indignación entre la población del resto del País, lo que debilitó el gobierno
de Gil-Robles y Lerroux, puesto que parecía que estaba “vengándose” de los
insurrectos.
d) La indignación de la población por la represión efectuada provocó en el
gobierno (Lerroux, Alcalá-Zamora) una postura indulgente con respecto al
cumplimiento de las penas, sobre todo de aquellos cabecillas más visibles del
movimiento. Esta postura consolidó entre la Derecha la sensación que el
gobierno republicano era débil, y se iniciaron planes para su sustitución por
otro modelo que defendiera el principio de autoridad básico para la Derecha
española.

Etapa de descomposición: El gobierno de Lerroux se descompone ante sus
diferencias con la CEDA, la creciente presión de las movilizaciones de la
izquierda y diferentes casos de corrupción donde se puede destacar el caso del
“straperlo”. Esta situación terminará con las nuevas elecciones que dan la
victoria al Fuente Popular
Tras el fracaso de la Revolución, la CEDA salió fortalecida y logró cinco canteras
más en el gobierno presidido por Lerroux y consiguió nombrar a Franco Jefe del Estado
Mayor. Se aceleraron las medidas contrarreformistas en agricultura, se frenaron las
aspiraciones nacionalistas y se redujeron los presupuestos para la educación.
Pero la falta de acuerdo entre los ministros radicales y los ministros de la CEDA
en la aplicación de las penas contra los cabecillas de la Revolución de 1934, producirá
un alejamiento de posturas que facilitará la caída del gobierno de Lerroux
Será dos escándalos de corte económico van llevar a su fin al gobierno radicalcedista. Primeramente un negociante holandés, David Strauss, había introducido un
nuevo tipo de ruleta denominada straperlo para cuya concesión fue obligado a ceder
una parte de los beneficios a cambio de la licencia. Pero apenas puesto en marcha, el
juego fue paralizado. El empresario engañado acudió al Presidente de la República,
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
iniciándose una investigación que terminó afectando a miembros del gobierno,
incluido el propio Lerroux. La implicación, real o no, de Lerroux en este escándalo dejó
al jefe de gobierno muy tocado. Finalmente las cosas empeoraron de forma definitiva
cuando un ex director general de Colonias, Antonio Nombela, acusó de malversación
de fondos a varios miembros de los gobierno de Lerroux. Envuelto en una nueva
polémica sobre corrupción, no tuvo más remedio que dimitir.
A pesar de que Gil Robles parecía el candidato ideal para ocupar el cargo de
presidente del gobierno, Alcalá Zamora nombró a Portela Valladares para que
preparase nuevas elecciones al Parlamento. Tal decisión dejó muy irritado a la mayor
parte del conservadurismo español, que comenzó a valorar la posibilidad de hacerse
con el poder por la vía insurreccional, por lo que la conspiración contra la República
comenzó a tomar cuerpo.
Gil Robles, ante la posibilidad de que los militares y sectores radicales de la
derecha promovieran un levantamiento, no quiso encabezar ningún tipo de
sublevación contra el gobierno republicano, por lo que sus seguidores lo consideraron
un “blando”, marcando definitivamente la carrera de Gil Robles, que nunca volvería a
contar políticamente. Mientras en el gobierno, Portela se ocupó de preparar la
convocatoria de elecciones, y de esa manera el 7 de enero las Cortes quedaron
disueltas.
1.- Las elecciones de 1936 y el Frente Popular
La caída de Lerroux abrió la oportunidad de unas nuevas elecciones
gubernativas. Éstas serían organizadas por el gobierno interino de Portela Valladares
que propuso una elección a dos vueltas (16 de febrero y 1 de marzo), en las cuales se
nos presentarán dos grupos ideológicos; por un lado los Conservadores – la Derecha,
que no se presentó una lista única por:
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Las disensiones dentro del gobierno final radical-cedista
La creencia de los líderes de la CEDA (Gil-Robles) que serían los ganadores de
las elecciones, puesto que fueron el partido más votado en 1933.
Nunca lo creyó necesario porque no se planteó que las fuerzas de Izquierdas y
Progresistas pudieran ponerse de acuerdo en presentar una única candidatura.
Y por ello el programa electoral conservador tenía las siguientes elementos
comunes (salvo la FE-JONS): extender la idea del miedo a la Revolución y mostrar su
solvencia gubernativa con ejemplos de su actuaciones de gobierno; al tiempo que
presentaban un líder fuerte y carismático (Gil-Robles) que sería la única persona capaz
de liderar España.
Mientras la Izquierda, gracias al impulso de Manuel Azaña (Izquierda
Republicana) e Indalecio Prieto (PSOE), organizó una lista única conjunta para afrontar
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
las elecciones. Esta unificación, que pronto tomó el sobrenombre de “Frente Popular”
presentaba un programa que pedía la amnistía para los presos de la revolución de
octubre de 1934, la readmisión de los despedidos por causas políticas, puesta en
marcha de nuevo de la Reforma Agraria y del Estatuto Catalán, y aplicación de toda la
legislación reformista del primer bienio.
Los resultados de la primera vuelta dejaban definitivamente dibujada la división
política de España dejando un equilibrio fatal. Con el 72% de participación, el 34,3% de
los sufragios fue a parar al Frente Popular, mientras que el 33,2% quedó en manos de
los grupos conservadores. Este equilibrio no se manifestó de en el reparto de escaños
ya el Frente Popular obtuvo 266 escaños, mientras que la Derecha sólo 142 escaños. A
pesar de lo ajustado del reparto de los votos, el número de escaños conseguido por el
Frente Popular se mostraba como una victoria aplastante de la Izquierda. Esta
situación desbordó a Portela que dimitió el día 19 de febrero y dejó el gobierno en
manos de Manuel Azaña (a la postre vencedor de la 1ª vuelta), pero sin celebrar la 2ª
vuelta de las elecciones (convocada para el 1 de marzo).
La subida al poder de Azaña fue visto desde la Izquierda como un
acontecimiento que permitía la revancha política tras dos años del gobierno radicalcedista; al tiempo que por otro lado (desde la Derecha) suponía el menor de los males
(al fin y al cabo no había subido ningún líder extremista al poder).
Una vez en el poder se dieron los primeros pasos para cumplir su programa
político: se declaró la amnistía para los condenados por la Revolución de Asturias de
1934 y se derogó la disposición transitoria que regulaba el territorio de Cataluña,
restaurando el estatuto para esa región autónoma.
Inmediatamente después, se llevó a cabo una operación para sacar a AlcaláZamora de la presidencia de la República, con ataques personales que terminaron con
la destitución del presidente el 7 de abril de 1936, siendo sustituido por el propio
Manuel Azaña. La operación hubiera sido completa de haber sido elegido nuevo
presidente de gobierno Indalecio Prieto (PSOE), pero la postura revolucionaria de
Largo Caballero y de intelectuales ligados al PCE impidieron esta posibilidad. La idea de
Largo Caballero era provocar una situación social inestable que sirviera de caldo de
cultivo para un levantamiento popular que deviniera en una revolución socialista, para
lo cual no podía permitir que se instalara un gobierno fuerte dirigido por Indalecio
Prieto, sino uno débil formado por republicanos burgueses que se verían incapaces de
parar la situación. Sin solución de continuidad se acordó que fuera Casares Quiroga,
líder del ORGA, quien ocupara la jefatura de gabinete.
2.- La Conspiración
Esto no hizo sino agravar la situación puesto que la derecha, aunque desunida,
se mostraba completamente contraria de la vuelta al poder de la izquierda,
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
encabezada por la figura de Manuel Azaña. La tensión entre partidos rápidamente se
pasó a la calle, dónde los enfrentamientos entre radicales de ambos bandos se
sucedieron.
Enfrente, la oposición conservadora se volvió muy inflexible, plasmada por el
comportamiento de la FE-JONS ya claramente orientada hacia el enfrentamiento en la
calle. La derecha monárquica (Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional) y católica (Gil
Robles) se levantaba y se consolidaba como la voz de los conservadores en el
Parlamento. Incluso la Iglesia, que estaba atemorizada por el creciente anticlericalismo
(tanto del gobierno como de sus seguidores) apoya también la idea de un golpe de
Estado, si bien no será partidaria de un conflicto civil.
La idea presente durante toda la II República del golpe de Estado, en este
momento disponía de los personajes atrevidos y capacitados, tomando más fuerza de
la mano de los generales Sanjurjo, Mola, Franco, Goded o el propio Queipo de Llano
(desencantado de la República).
El primer paso se dará el 8 de marzo de 1936 en una reunión en la que
participaron entre otros, Franco, Mola y Valera. En ella se acordará programar un
alzamiento con la idea de “salvar” a España (que encaja perfectamente en el modelo
de Defensores de la Patria) y restaurar un orden que solucionase todos los problemas
que la República había traído. El levantamiento sería programado para el 20 de abril,
pero a pesar de los cuidados de los conspiradores, el gobierno se enteró e intentó
alejar de Madrid a los posibles cabecillas golpistas: Franco (Canarias), Mola (Navarra) y
Goded (Baleares). Todo fue inútil ya que desde allí, se movieron los hilos para que la
conspiración siguiera adelante. A la reunión acudieron, además de los mencionados,
otros militares que iban a participar del alzamiento cuatro meses después. El núcleo de
generales que permaneció en Madrid trató de alzarse el mismo mes de abril, siendo un
auténtico fracaso.
Este “ruido de sables” no era el único que se produjo, ya que desde el propio
gobierno Azaña y Prieto se planteaban llegar a un gobierno “dictatorial” que fuera
capaz de controlar la situación; pero seguidores de Largo Caballero de las Juventudes
Socialistas trataron de atentar contra la vida de Prieto, durante un mitin en Écija.
La situación era insostenible como mostró el líder conservador Gil-Robles en la
sesión parlamentaria del día 16 de junio de 1936 en la relación de propiedades
destruidas, saqueadas o asaltadas desde las elecciones de febrero de 1936 (más de
300), el número de huelgas (más de 341) y víctimas (más de 260 muertos y más de
1200 heridos por enfrentamientos callejeros); además de contar un fuerte incremento
de la inseguridad ciudadana. Todo ello mostraba que el gobierno era incapaz de parar
la espiral de violencia. En esta dialéctica de los puños y las pistolas que se había
puesto en marcha desde la victoria del Frente Popular, vamos a encontrar la espoleta
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
que haga estallar la sublevación. Los objetivos de tal violencia, alimentada por la FEJONS, PCE, CNT-FAI y las Juventudes Socialistas, fueron los sindicalistas, los políticos y
las personalidades de corte moderado, lo facilitó mucho las acciones de los
conspiradores tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936.
Sólo hacía falta una excusa para levantarse en armas contra el gobierno de la
República. El 1 de junio de 1936 el líder conservador y monárquico, Calvo Sotelo fue
amenazado de muerte durante una sesión de las Cortes; amenaza cumplida el 13 de
julio como represalia del asesinato del teniente Castillo, conocido por su militancia
socialista. Se produjo una conmoción nacional y terminó por sumar a la sublevación
aquellos grupos y personas más indecisos, actuando como un catalizador, pero no
determinando la fecha de inicio del levantamiento.
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ANEXO. Las fuerzas políticas durante la II República
No resulta sencillo clasificar las organizaciones políticas y hacerlo de derechas a
izquierdas, puesto que a lo largo del tiempo existían evoluciones y matices suficientes
para hacer discutible cualquier clasificación. Aun así vamos a tratar de agrupar las
fuerzas entre izquierdas (o aquellas que intentas definir como aquellos grupos políticos
partidarios de un cambio modernizador en todos los campos) y las derechas (o
conservadores de la tradición político ideológica y la perpetuación del orden social
anterior).
Además de lo anteriormente dicho hay que tener presente que las fuerzas
políticas se fueron polarizando hacia uno y otro lado progresivamente, lo que dejó un
centro político muy débil para servir de puente entre ambas posturas, puente que
desaparecerá tras la victoria del Frente Popular en 1936; y que definirá los bandos de
la Guerra Civil.
Las derechas
Monárquicos
Renovación Española (RE), organización que agrupa los seguidores alfonsinos.
Fundado el 23 de febrero de 1933, a ella pertenecían Antonio Goicoechea y José Calvo
Sotelo. Defienden los derechos de los grandes propietarios agrarios y de la alta
burguesía asociada a la institución monárquica. Cambiará de nombre en 1936
llamándose Bloque Nacional (BN).
Comunión Tradicionalista (T o CT), carlista, representados por el Conde de Rodezno y
con una base geográfica muy centrada en Navarra. Ala electoral del carlismo, se asoció
con los alfonsinos conformando la coalición de Tradicionalistas y Renovación Española
(TYRE).
Republicanos
Partido Radical (PR), dirigido por el oportunista Lerroux.
Partido Progresista (PP), dirigido por el primer presidente de la República, Niceto
Alcalá Zamora; fue un partido reformista de escaso contenido social y de orientación
católica integrado por políticos activos durante la Monarquía, pero desengañados con
ésta.
Partido Republicano Conservador (PRC), dirigido por Miguel Maura siendo un partido
análogo al anterior.
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Partido Liberal Demócrata (PLD), dirigido por Melquíades Álvarez, que fue el gran
defensor de los intereses del capital financiero, mercantil e industrial, cuya base
electoral estaba centrada en Asturias.
Católicos
Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por el abogado José
María Gil Robles y muy ligada con la Compañía de Jesús, fue fundada en marzo de
1933; contando con el apoyo de la Iglesia, algunos monárquicos, sectores agrarios y
por supuesto de los católicos (hasta ese momento alineados con Acción Popular).
También contó con el importante apoyo del período El Debate dirigido por Ángel
Herrera Oria.
Propietarios rurales
Partido Agrario (PA), encabezado por José Martínez de Velasco, se dedicó a la defensa
de la propiedad ante los planes de reforma agraria. Su área de influencia se encontró
sobre la mediana y pequeña propiedad de Castilla León.
Autoritarios
Falange Española (FE-JONS) de la JONS, partido fascista naciente entre la fusión en
1934 de Falange Española (FE) de José Antonio Primo de Rivera y las Juntas de
Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) creadas por Ledesma Ramos y Onésimo
Redondo. Tomaron una ideología radical proveniente del fascismo italiano y como
aquél plantearon la formación de grupos paramilitares de acción directa
Regionalistas
Aquí podemos incluir tanto al Lliga Regionalista, dirigida por Francecs Cambó, y el
Partido Nacionalismo Vasco (aunque su situación le empujó a entenderse con el
bloque de izquierdas)
Las izquierdas
Republicanos
Acción Republicana (AR), más tarde denominado Izquierda Republicana (IR), dirigido
por Manuel Azaña, claro defensor, como su partido de una república laica, civil y de
hondo contenido social.
Partido Radical Socialista (PRS), dirigido por Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz,
ambos muy vinculados a la tradición de la Institución Libre de Enseñanza, y en general
secunda los planteamientos de Alianza Republicana.
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Unión Republicana (UR), representada por Diego Martínez Barrio, colaborador de
Lerroux, que se separó porque tuvo un acercamiento a la mayoría católica en las
elecciones de 1933.
Autonomistas
Ezquerra Republicana de Catalunya (ER), con Macía y Lluis Companys, representantes
de un Catalanismo de izquierdas.
Partido Nacionalista Vasco (PNV), dirigido por José Antonio de Aguirre. Era un partido
de corte conservador y profundamente católico que se vio empujado al entendimiento
con la izquierda debido a la intransigencia centralista de los partidos derechistas.
Organización Regional Autonomista Gallega (ORGA), encabezada por Santiago
Casares Quiroga, muy vinculado a los partidos republicanos de izquierda.
Partidos y organizaciones obreras
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), encabezado por Indalecio Prieto y Julián
Besteiro. Fue la fuerza de contraposición frente a la CEDA ya que era el único partido
de masas de izquierdas, con más 75.000 afiliados en 1932. Indalecio Prieto fue el
principal representante de la línea moderada del socialismo, acorde a los
planteamientos republicanos de Azaña o Marcelino Domingo o Martínez Barrio;
mientras que Besteiro, destacado líder del partido desde la Huelga de 1917,
encabezaba el ala más radical, ofreciendo siempre al PSOE la posibilidad de ajustarse
mejor a la situación de cada momento.
Unión General de Trabajadores (UGT), dirigida por el socialista Francisco Largo
Caballero, siendo el sindicato mayoritario dentro de España con más de 1 millón de
afiliados de los cuales la mitad provenía del campo español, y el resto tenía una alta
representación tanto en Vizcaya como Asturias y Madrid.
Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El sindicato anarquista reapareció en la
República, tras su clandestinidad durante la Dictadura, se radicalizó cuando su
dirección pasó a manos de los dirigentes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI),
entre los cuales destacaba los hermanos Ascaso, Durruti y Federica Montseny. En 1932
tendría más o menos aproximadamente 1 millón de afiliados. Su mayor implantación
se centraba en Cataluña, Levante y Andalucía.
Partido Sindicalista (PS), escindida de la CNT al ser dirigida por la FAI, es dirigido por
Ángel Pestaña que trata de plantear la tradición de la CNT del siglo XIX, aunque no
tiene mucha repercusión.
Partido Comunista de España (PCE), dirigido por Dolores Ibárruri surgió como escisión
del PSOE en 1921, y necesitó el inicio de la Guerra Civil para tener un apoyo masivo.
La Segunda República (1931-1936) 2014-2015
Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), liderada por Andreu Nin y Joaquín
Maurín, trataron de implantar un comunismo troskysta que tuvo su momento de gloria
en la revolución de Barcelona de 1937.
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