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EL CONTEXTO HISTÓRICO
Toda la primera mitad del siglo XIX se caracterizó por la gran inestabilidad política
que vivió el continente europeo. Desde la Revolución Francesa hasta las revoluciones
del 1848 y el inicio de los nacionalismos, las guerras y alzamientos nacionales que
suceden a lo largo de todo este período. Sin embargo había un gran desarrollo
económico e industrial. De todo el continente es España, afectada por una aguda la
inestabilidad política, es el país que no acompaña el desarrollo, más bien al
contrario, se ve en crisis teniendo que ser arrastrada por Europa.
ROMANTICISMO Y REALISMO
LOS NUEVOS INVENTOS
El desarrollo científico conlleva al tecnológico, en este periodo se suceden
numerosos inventos que modificaron progresivamente la vida cotidiana:
1.
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8.
1830 Ferrocarril a vapor para pasajeros
1839 Bicicleta a pedales
1844 Telégrafo
1866 Dinamita
1876 Teléfono
1879 Luz eléctrica
1886 Automóvil
1895 Cine
ROMANTICISMO Y REALISMO
El arte del siglo XIX aparece dominado por dos grandes tendencias, el romanticismo y
el realismo. Sin embargo, aunque en su periodo final se encuentren
característicamente
opuestos,
poseen
aspectos
similares
desarrollados
principalmente, con más claridad y fuerza, durante la primera mitad del siglo XIX.
Entre estos aspectos están:
1. Libertad individual, como una aspiración irrenunciable.
2. El nacionalismo, como sentimiento del pueblo frente a la autoridad
impuesta.
3. La nostalgia de tiempos pasados, como modelo intelectual y estético
que se desea recuperar.
4. La curiosidad exótica hacia otras culturas, como una forma de
escapar a la insatisfacción de lo cotidiano.
5. El misterioso atractivo de todo lo irracional, ante la incapacidad de
la razón por explicar los grandes enigmas del ser humano.
6. La entrega rendida hacia lo sentimental y afectivo, como única
posibilidad de escapar de lo terrenal o la conciencia de la
imposibilidad de alcanzar los grandes ideales que cambien el mundo.
Desde ese espíritu crítico, que se oponía a una cultura rígidamente reglamentada, la
sinceridad y la verdad fueron valores en alza, lo popular empezó a ser sinónimo de
moralidad y autenticidad, frente a los convencionalismos del arte oficial; solo lo visto
y lo vivido, lo experimentado sensorialmente, formaba parte de la creación
artística.
A pesar de la herencia renacentista y barroca, el romanticismo y el realismo apuntan
con claridad muchos de los aspectos de los caminos renovadores. Más adelante, es el
realismo el que domina la segunda mitad del siglo XIX y ambos son las tendencias que
marcan con claridad muchos de los caminos posteriormente desarrollados.
Entre los autores más influyentes están:
Romanticismo: Géricault y Delacroix
Realismo: Courbet, Millet y Daumier
THEODORE GÉRICAULT
Nace en 1791 en el pequeño pueblo francés de Rouen en el seno de una familia
acomodada. Es el mayor representante del Movimiento Romántico. Tuvo una infancia
difícil que en momentos de la revolución generó una sensibilización en su carácter
que se manifiesta en sus obras. Marchó a París a corta edad y allí participó de
talleres clasicista, estilo con el que no se identificó. Más adelante conoció a Goya y
quedó fascinado con su técnica, así como también con el tenebrismo de Caravaggio.
De vida intensa y muerte violenta (1824). Tuvo una contribución considerable como
abanderado de este movimiento, gracias, sobre todo, a un cuadro que tuvo un papel
ejemplificador muy grande: La balsa de la Medusa, que se expuso por primera vez en
el salón de 1819, el certamen donde se daban a conocer periódicamente las
novedades pictóricas: los artistas acudían allí en busca de recompensas que les
asegurasen un prestigio, pero generaban también opiniones diversas, canalizadas por
la crítica especializada, acerca de cómo debían ser las obras de arte.
Esta relatividad, ligada a la subjetividad y a la libertad románticas, está en la base
de las múltiples alternativas estéticas nacidas desde entonces. Sus obras muestran la
supresión de las normas clásicas, pinceladas gruesas, pastosas, poco ordenadas.
Obras de pasión por los sentimientos.
EUGÈNE DELACROIX
Nació en 1798 en Saint-Maurice en el departamento de Sena. Con influencias de
Géricault, a quien admiraba por su libertad creativa. Tras un viaje a Inglaterrra se
decantó definitivamente por las ideas románticas y se constituyó en el creador de
una nueva expresión artística que se oponía radicalmente al academicismo.
Políticamente se vio comprometido en contra de la reinstauración borbónica después
del fin del período napoleónico y participó como observador, mas no como partícipe
en los sucesos de la revolución del 28 de julio de 1830, en la cual las calles de París
se convirtieron en campo de batalla ebtre la población que se levantón contra Carlos
X, quien suprimió la libertad de prensa y suprimió la Cámara de los Diputadis y las
fuerzas gubernamentales. Luego se reinstauró Luis Felipe de Orleans como nuevo
gobernante.
Gran colorista, su ora oscila entre la temática exótica, sobretodo del norte de África
y lo histórico. Constituye un gran nombre de la pintura romántica francesa. Participó
asiduamente en el salón de París con obras que alcanzaron una resonancia crítica
decisiva en el seno del nuevo movimiento.
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