Subido por jimenezosess

Regímenes y formas de gobierno

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Unidad 2
Regímenes y formas
de gobierno
Ciencia política II
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Introducción............................................................................................................................ 2
1. Regímenes no democráticos .............................................................................................. 3
1.1. Totalitarismo ................................................................................................................ 3
1.2. Autoritarismo............................................................................................................... 8
2. Democracia ....................................................................................................................... 14
2.1. Formas de gobierno democráticas ............................................................................ 20
Conclusión ............................................................................................................................ 27
Referencias bibliográficas ..................................................................................................... 29
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Introducción
En esta unidad nos concentraremos en aprender los dos tipos de regímenes existentes:
democráticos y no democráticos, y sus diferentes formas de gobierno.
De esta manera, dentro de los regímenes no democráticos estudiaremos, qué son los
regímenes totalitarios, su naturaleza y principales características; y qué se entiende como
autoritarismo, revisando sus elementos determinantes y sus formas de gobierno conocidas
(formas de gobierno tradicionalistas, formas de gobierno teocráticas y movimientos
fundamentalistas, regímenes militares, regímenes cívico-militares, regímenes de partido
único y autoritarismos de base étnica).
De la misma manera, revisaremos el desarrollo teórico y conceptual de la democracia a
objeto de comprender su definición en la época contemporánea y las diferentes corrientes
críticas existentes. A la vez que analizaremos las tres formas de gobierno democráticas
(presidencialismo, semi presidencialismo y parlamentarismo).
El objetivo de esta unidad es que seas capaz de diferenciar los regímenes políticos y sus
diferentes formas de gobierno en base al conocimiento de sus principales características.
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1. Regímenes no democráticos
Cuando hablamos de regímenes políticos, podemos identificar dos tipos de ellos dentro de
la conceptualización comúnmente aceptada: los regímenes democráticos y los regímenes
no democráticos. De esta manera, de los regímenes democráticos emana la democracia y
sus distintas formas de gobierno, mientras que en los no democráticos encontramos al
autoritarismo y totalitarismo, que difieren tanto en su naturaleza, como en sus límites y
acciones.
Democráticos
Democracia y sus distintas
formas de gobierno.
No
democráticos
Autoritarismo y
totalitarismo.
Regímenes
Políticos
Entre el autoritarismo y el totalitarismo las confusiones son algo común, pero, a pesar de
sus profundas diferencias, ambos términos parecen fundirse en un entendimiento común,
llegando a ser casi sinónimos. En suma, la palabra “totalitario”, sobre todo en estos tiempos,
parece haber tomado un cariz distinto al que conceptualmente tiene, atribuyéndose su
significado a comportamientos, acciones o pensamientos rígidos, siendo que en la realidad
es algo más complejo y, por qué no decirlo, también oscuro.
Con el objeto de esclarecer las diferencias entre el autoritarismo y el totalitarismo,
revisaremos a continuación qué realmente abarca cada régimen y cuáles son los elementos
que nos permiten diferenciarlos.
DEFINICIÓN
1.1. Totalitarismo
Como nos explica Nicolas Tenzer (1991) Hannah Arendt nos
decía que el totalitarismo es un hecho sin precedentes,
irreductible a cualquier fenómeno histórico determinado,
insusceptible de cualquier categorización de derecha o
izquierda. A la vez que lo categoriza como algo que no es
político, ya que en su naturaleza destruye el debate y el espacio
relacional que la política tiene por fundamento.
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Los estudios que existen sobre regímenes totalitarios
están basados en las experiencias vividas en Alemania
nazi y en la URSS, ambos, pese a ser categorizados por
muchos dentro de espectros políticos opuestos,
responden a las mismas características y, por ahora, son
los dos únicos casos de totalitarismos registrados. Así, el
advenimiento de los totalitarismos corresponde a un
brusco desenganche, que no responde a la imagen continuista que solemos tener sobre la
evolución histórica. Difiere del “despotismo oriental”, “de la tiranía griega” e incluso de la
“dictadura romana”, no encontrándose ningún símil anterior, ni tampoco una razón que nos
pudiera justificar esta forma de violencia específica.
A diferencia de todos los ejemplos históricos que conocemos, el totalitarismo es un régimen
cuya ideología proclama leyes cósmicas o históricas superiores a las voluntades humanas, y
en su práctica arroja a los individuos en el aislamiento y abandono, preparándolos para
aceptar el papel de verdugos o de víctimas. De la misma forma, no está animado por el
miedo, pues para que el miedo mueva a la acción sería necesario que el individuo creyese
que depende de sus propias acciones el que pueda escapar a las amenazas de represión o
liberación, algo que acá no sucede.
La construcción del totalitarismo, entonces, podría ser descrita como la historia de la
disolución del espacio social de acuerdo con una doble lógica de integración (trituración y
de exclusión-asesinato). Al destruir el espacio relacional de la sociedad, como dijimos al
principio, destruye el espacio político de deliberación, y a diferencia de una simple
dictadura, va más allá, pues tiende a aniquilar en los espíritus de los individuos, todo
pensamiento político, todo sentimiento de colectividad, cerrándolo sobre sí mismo por
medio de la eliminación del espacio público. Sin embargo, no se resume solo en la
desaparición de las libertades públicas, sino que en él desaparece la espontaneidad misma
y, por tanto, la vida humana.
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En cuanto a sus características, Hannah Arendt distingue seis de ellas que nos ayudarán a
comprender en mayor medida cómo funcionan los regímenes totalitarios, estas son
(Tenzer, 1991):
1. Destrucción
de las redes de
comunicación
En los totalitarismos el hombre carece de relaciones sociales
normales y se ve inmerso en una sociedad altamente atomizada,
donde se mantiene al pueblo en estado de exterioridad de cada uno
de sus elementos respecto a los otros. Es la ausencia de lazo social
la que posibilita el aislamiento, y deja al individuo sin posibilidad de
crear algún tipo de lazo social.
El totalitarismo pone en pie una nueva organización social que se
opone a la estructura democrática como a la estructura piramidal
de la tiranía. Funcionando de la misma forma que cuando partimos
una cebolla por la mitad y vemos las distintas capas de ella, en una
sociedad totalitaria el líder actúa desde dentro, mientras la
sociedad, constituida por varias capas de individuos, simpatizantes
y adherentes, posee varios rostros.
2. Estructuración
de los
movimientos de
masa “en
cebolla”
Así, la capa más exterior debe engañar al mundo exterior no
totalitario, pero la realidad de esta sociedad se encuentra en el
centro de la cebolla. De esta manera no se caracteriza por un
sentido particularmente agudo de la obediencia jerárquica, sino por
una confusión de jerarquía y una multitud de correas de
transmisión que hacen que la multiplicación de servicios destruya
todo sentido de responsabilidad y toda competencia.
Acá, solo el líder domina efectivamente. El aislamiento de
individuos atomizados no solo suministra la base del totalitarismo a
nivel de masas, sino que se extiende a la cima de todo el edificio. La
sociedad pasa a ser una vasta organización que abarca una red de
micro organizaciones, pero la estructura de cada organización, el
lugar y la función de sus agentes nunca están fijados con seguridad.
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La estructuración en cebolla, con distintas capas, permite que
exista incertidumbre en relación a la posición del militar, del
burócrata, del ingeniero o del director de la industria.
Incertidumbre radical que afecta a cada uno, sea cual fuere su
puesto, en cuanto a las razones de las decisiones tomadas por la
cumbre y en cuanto a los límites de la autoridad que detenta el
poder, lo que conduce a que la sociedad totalitaria no pueda
desarrollarse ya que enreda la madeja de responsabilidades y
mantiene en las tinieblas el foco del poder omnisciente.
3. Modificación
de la naturaleza
humana y de la
historia pasada
4. Naturaleza
ideológica
En un régimen totalitario todo es posible y todo está permitido. La
exterminación de las personas se hace lícita; los presos de los
campos de concentración son reducidos a una identidad inmutable
de reacciones y se transforman en sujetos de experimentación. De
esta forma, el hombre no existe. La sociedad pasa a ser una materia
amorfa que hay que organizar, una materia organizable, algo que
se ofrece a la intervención incesante de quien maneja el poder.
El hombre es negado en su realidad física, es aniquilado en su
existencia histórica. Los regímenes totalitarios organizan la
amnesia. El poder totalitario es una fábrica de olvido, donde se
niega la existencia de los campos de exterminio, se destruyen las
fotos no conformes con la historia oficial o se las modifica para
eliminar de ellas a la persona molesta.
La aniquilación del hombre y de la historia guarda relación con la
naturaleza ideológica de los regímenes totalitarios, ya que en los
totalitarismos se puede destruir al hombre y a la historia porque los
acontecimientos deben obedecer a la ley de la exposición de una
idea, en vez de lo contrario.
La ideología en este tipo de régimen es algo infalsificable, puesto
que no entraña ninguna condición de verificación y desmentir los
hechos no afectará al régimen. Esta situación es posible debido a
que hay control total sobre la sociedad, siendo dicho control un
elemento fundamental también para que la ideología pueda
profetizar sobre el futuro.
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La ideología, creída o no, impregna toda la vida de la nación, es lo
único que se enseña, lo único que aparece en todas partes
(periódicos, libros, artes, etc.) además, permite al régimen justificar
todas las situaciones sociales, a la vez que permite al poder
perpetuarse. De esta manera, la ideología posee un derecho de
fiscalización sobre la totalidad de las obras humanas y sobre la
ciencia y marca el lenguaje cotidiano con su contenido inmutable.
Esta ideología, carente de misterio, vacía y todopoderosa, es el
fundamento del régimen. Sin ella se derrumba.
5. Movilización
continua del
pueblo
Los regímenes totalitarios se distinguen por un estado de
revolución permanente. Están obsesionados por el movimiento, por
lo que sus ciudadanos se hallan en estado de requisitoria
permanente, lo que los lleva a un estado de vértigo que es necesario
para que exista el terror, entendiendo que un régimen es totalitario
cuando se castiga al criminal virtual, a aquel que puede afectar o
dañar a la revolución o a aquel que pertenece a un grupo que ha
sido condenado por la historia.
Así, el individuo se siente abandonado y solo, sin lazos orgánicos
con sus familias, allegados, compañeros de trabajo etc. La policía
secreta está en todas partes y nadie puede fiarse del vecino.
La ideología en sí misma es un fenómeno irracional, pero la
irracionalidad del totalitarismo parece ir más allá, ya que conduce a
considerar que los hombres son superfluos e inútiles, en especial
ciertos grupos de humanos frente a los cuales exponen todos sus
mecanismos de exterminio.
6. Irracionalidad
El totalitarismo es el mundo al revés, destruye todo lo que la
revolución inauguró y permite un espacio donde todo es posible,
pero nada es verdad. Este delirio totalitario lleve a la destrucción
del sentido de la realidad y de la facultad de juicio, resultando
aberraciones como arrestos y ejecuciones de miles de personas por
razones de pura ideología.
PREGUNTA
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¿Los regímenes totalitarios son una experiencia que se
puede volver a repetir?
Para enriquecer tu experiencia, puedes compartir tu respuesta con tus compañeras y
compañeros en la sección del foro académico en el aula virtual. Para ello, en aquella
sección debes indicar la unidad a la que pertenece la pregunta, desplegarla y luego
escribir tu respuesta.
1.2. Autoritarismo
Las experiencias de autoritarismos en el mundo son
diversas. Pese a que en tiempos contemporáneos se ubican
especialmente durante la Guerra Fría, podemos atribuir su
existencia en distintos períodos históricos, por lo que más
allá de ubicarlos en el tiempo nos centraremos en describir
sus principales elementos y formas de gobierno conocidas,
desde la concepción de que autoritaria es toda política basada en la primacía de la coerción
(Huntington, 1970).
Para entender adecuadamente los autoritarismos, entonces, según Colomer (1999), existen
ciertos elementos determinantes que resultan de utilidad para su completo entendimiento,
estos son: número de actores, justificación ideológica, nivel de movilización y grado de
institucionalización.
Número de
actores
Justificación
ideológica
Nivel de
movilización
Grado de
institucionalización
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1. Número de actores
Los sistemas autoritarios se caracterizan por la reducción drástica del número de actores
que participan en el ejercicio del poder, distinguiéndose dos situaciones:
a. Poder
unipersonal:
Donde un solo líder acumula la capacidad de toma de decisiones
políticas. Esta situación suele ir acompañada por alguna forma de culto
a la personalidad y se da tanto en líderes civiles como en militares. El
resto del personal dirigente está absolutamente sometido al líder, quien
ejerce el poder prácticamente sin limitaciones y con carácter vitalicio.
b. Coalición
dominante:
Es cuando un grupo (que adopta o no la forma de un partido político)
acumula la capacidad de toma de decisiones políticas. En este caso,
puede producirse una rotación del liderazgo más visible, pero siempre
dentro de núcleos colectivos (juntas, directorios u otros). Por su
naturaleza, la coalición dominante presenta la posibilidad de
desacuerdos y, por tanto, de una cierta dinámica política interna.
2. Justificación ideológica
Los referentes ideológicos de los sistemas autoritarios suelen ser débiles y se limitan a
grandes cuestiones genéricas que no son necesariamente parte de una ideología en sí (por
ejemplo, el interés nacional, la defensa del orden, etc.). Además, en muchos casos, el
referente fundamental de justificación ha ido derivando hacia la eficiencia tecnocrática en
aras de una supuesta prosperidad general.
3. Nivel de movilización
Los regímenes autoritarios pueden buscar controladamente la movilización de masas como
instrumento de apoyo, adoctrinamiento o fuente de legitimidad. Dicha movilización puede
darse en diferentes grados y cualidades, presentándose así:
a. El elitismo:
Limitada a concentraciones de fieles vinculados al aparato del Estado o,
en su caso, del partido, siendo comúnmente un indicio de debilidad del
sistema y de incapacidad de acción política fuera del campo represivo.
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b. La
movilización
puntual:
Forma de movilización de masa que se da en respuesta a una situación
extraordinaria presentada como excepcional (agresión exterior,
terrorismo, etc.), basándose siempre en la percepción subjetiva de que
su nivel de control social les protege de amenazas de contestación o
desbordamiento.
c. La
movilización
permanente:
Donde se utiliza la movilización de masas como un instrumento central
de acción política para escenificar una supuesta legitimidad del sistema
autoritario.
d. La
movilización
populista:
Formas de movilización limitada con motivaciones humanitarias a
través de las cuales se pretende escenificar una supuesta sensibilidad
social, suelen darse en ocasiones de desastres naturales.
4. Grado de institucionalización
Los regímenes autoritarios se enfrentan al problema de su institucionalización, por lo que
es frecuente que busquen articular alguna forma institucional que puede adoptar formas
primarias o secundarias.
Así el sistema adopta formas primarias de institucionalidad cuando se limita a conservar los
elementos tradicionalistas ya existentes (como monarquía de clan o liderazgos de base
tribal, entre otros) o busca consagrar situaciones de hecho (liderazgos personalistas, juntas
militares o cívico-militares) sin propuestas significativas de institucionalización.
En cambio, las formas secundarias se refieren a los intentos de creación de algún sistema
institucional, a menudo complejo y basado en alguna forma política legitimada
doctrinalmente, distinguiéndose tres tipos de situaciones:
a. Pseudoparlamentarismo
Creación de cámaras parlamentarias de composición
corporativa, en parte electiva pero siempre fruto de
formas limitadas de sufragio, sin garantías ni poder
competitivo.
a. Pseudopresidencialismo
Elecciones no competitivas a la presidencia combinadas
con alguna forma equivalente de formación de cámaras.
El sistema institucional recrea el esquema tradicional del
presidencialismo.
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c. Institucionalismo
ex novo
Forma institucional original donde se renuncia a
cualquier intento de homologación o reconocimiento
internacional y suele presentar a menudo un carácter
elemental que le acerca a formas primarias de
institucionalización.
Entendidas sus principales variables, revisaremos a continuación las principales formas de
gobierno autoritarios identificadas, para explicar que no todos los autoritarismos son
iguales. Estas son:
1. Formas de gobierno tradicionalistas
En esta forma de gobierno el sistema político fundamenta toda su legitimidad en la
preservación de estructuras tradicionales, casi siempre bajo formas hereditarias
(monarquías, emiratos, sultanatos, etc.)
2. Formas de gobierno teocráticas y movimientos fundamentalistas
En esta forma de gobierno se explicita institucionalmente la supremacía de los poderes
religiosos, bien absorbiendo el poder político o supeditándolo a él con claridad.
3. Regímenes militares
Esta es la forma de gobierno autoritario más simple y
abiertamente coercitiva en la medida en que la cúpula
dirigente emana directamente de la institución coercitiva
por excelencia: el ejército.
Dentro de los regímenes militares es posible distinguir dos
grandes variables, que son:
a. Regímenes
personalistas:
El poder recae en un liderazgo indiscutido, donde generalmente la
pervivencia del sistema está unida a la vida política del líder militar.
b. Regímenes
colegiales:
El poder de la institución militar se hace visible de manera corporativa,
adoptando la forma de “juntas” o “directorios” con liderazgos
rotatorios en función de los equilibrios internos de la propia
institución.
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4. Regímenes cívico-militares
En estos sistemas, pese a la dominancia central de la institución militar, esta no se visualiza
de manera exclusiva ya que ocupa también el vértice del sistema el personal civil. Se pueden
distinguir tres situaciones:
a. Régimen
de junta
cívico-militar
Donde civiles y militares ocupan el vértice del poder de manera
colegiada, con intervención activa de los militares en políticas concretas
junto al personal civil.
b. Régimen
de junta civil
con garantía
militar
Donde la institución militar regresa a los cuarteles dejando las
decisiones políticas al personal civil, sin embargo, la influencia militar se
hace sentir permanentemente, pese a no estar formalizada.
c. Régimen
de
democracia
vigilada
Donde pese al funcionamiento aparentemente normal de instituciones
democrático-representativas, la institución militar constituye un poder
de reserva que se pone de manifiesto en situaciones de crisis con
intervencionismo político directo o indirecto.
5. Regímenes de partido único
Estas formas de gobierno se fundamentan en una organización de carácter civil, el partido
único, que controla el poder del Estado, pudiéndose distinguir tres situaciones:
a. El partidoEstado
Donde el partido subordina cualquier otra forma institucional (incluida
la militar) y acumula todo el poder, eliminando cualquier resistencia y
extendiendo sus tentáculos hasta el último rincón de la sociedad.
b. El partido
de control de
masas
Donde el partido tiene como función preferente el control social, directa
o indirectamente, a partir de organizaciones especializadas afines.
c. El partido
fachada
Donde la existencia de un partido único no da noticia real del centro de
toma de decisiones políticas.
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6. Autoritarismos de base étnica
Estas formas de gobierno se basan en la primacía de una determinada etnia sobre otras
mediante el uso de la fuerza.
A modo de comparación, podemos decir que el
autoritarismo presenta históricamente modalidades e
intensidades muy diversas, desde el tribalismo dominado
por las castas guerreras, el esclavismo, la división
estamental o por castas, los absolutismos, etc. hasta las
diversas formas modernas de dictadura. Sin embargo, todos
los sistemas autoritarios están basados en la primacía de la coerción y la existencia de
niveles significativos de consenso.
La diferencia de los autoritarismos con los totalitarismos radica entonces no en una
diferencia de grado, sino que de cualidad. El totalitarismo no es un simple fenómeno de
coerción en su máximo grado, y a la inversa, la naturaleza intensamente represiva de un
sistema no lo hace necesariamente un régimen totalitario. La diferencia es de cualidad en
el sentido de que es posible establecer una diferencia de intencionalidad entre uno y otro.
Por otra parte, el autoritarismo se propone el sometimiento de la sociedad, mientras que
el totalitarismo busca la conformación de la sociedad. En suma, los sistemas autoritarios
estabilizan su acción coercitiva en la medida en que el nivel crítico de resistencia social
alcanza ciertos mínimos; mientras que el totalitarismo, incluso contando con un bajísimo
nivel de resistencia, invade la esfera social, buscando conformar un determinado sistema
de valores, comportamiento y adhesión, como escribió Hanna Arendt (1951).
Allí donde el autoritarismo se detiene, una vez eliminado
cualquier riesgo para la estabilidad del sistema, el totalitarismo sigue
persiguiendo unas finalidades que no son ya tan solo la eliminación de
la disidencia, sino la consecución de unos objetivos de ingeniería social
cuyo fin es la transformación de las estructuras mismas de la sociedad,
incluso en sus niveles de mayor privacidad, para adaptarlas a un
determinado referente ideológico fuerte (Tenzer, 1991).
PREGUNTA
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¿A qué forma de gobierno autoritario corresponde lo
vivido en Chile entre 1973 y 1990?
Para enriquecer tu experiencia, puedes compartir tu respuesta con tus compañeras y
compañeros en la sección del foro académico en el aula virtual. Para ello, en aquella
sección debes indicar la unidad a la que pertenece la pregunta, desplegarla y luego
escribir tu respuesta.
2. Democracia
Como dijimos en un principio del régimen democrático emana la democracia, por lo que
corresponde en primera instancia es explicar qué es la democracia y qué entendemos
cuando hablamos de ella.
El concepto “democracia” como sistema de gobierno se remonta a los filósofos griegos,
quienes fueron responsables de la reflexión de gran parte de los ideales políticos modernos,
incluido el tema que nos compete. Sin embargo, como indica Sabine (1994), a lo largo de la
historia del pensamiento político el significado de esos términos se ha modificado. La
Ciudad-Estado griega era muy diferente de las comunidades políticas en las que viven los
hombres modernos, por lo que imaginar su vida social y política requiere un gran esfuerzo.
De esta forma, para comprender de dónde viene la democracia, es necesario entender con
qué tipo de instituciones contaban los griegos y cómo se comportaba la ciudadanía.
La antigua Grecia, era extremadamente pequeña, tanto en
área como en población, estando esta última dividida en
tres clases sociales que eran política y jurídicamente
distintas. En el grado más bajo de la escala social se
encontraban los esclavos, pues la esclavitud era una
institución universal en el mundo antiguo. Una tercera parte de los habitantes de Atenas
eran esclavos, quienes no contaban políticamente en la Ciudad-Estado. El número
relativamente alto de esclavos ha dado lugar al mito de que los ciudadanos de la CiudadEstado formaban una clase ociosa y de que su filosofía política era la filosofía de una clase
exenta de todo trabajo lucrativo. Esto es casi por completo una ilusión.
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Los griegos no eran ricos y vivían con un margen económico
muy estrecho. Es cierto que tenían más ocio que los
modernos, situación que les condenaba a un nivel de
consumo inferior. Sin embargo, la gran mayoría de las
ciudades atenienses tuvieron que estar compuestas por
comerciantes, artesanos o agricultores que vivían del
producto de sus ocupaciones. No tenían otro modo de vida,
por lo que sus actividades políticas tenían que desarrollarse en el tiempo que pudieran
distraer de sus ocupaciones habituales.
El segundo grupo importante se componía de extranjeros residentes o metecos. Pese a que
su número era elevado, no había forma de naturalización legal y la residencia de varias
generaciones no convertía a los metecos en ciudadanos. El meteco, como el esclavo, no
tomaba parte en la vida política de la ciudad, aunque era hombre libre y su exclusión no
implicaba una discriminación social.
Finalmente, encontramos el cuerpo de ciudadanos, o sea
quienes eran miembros de la polis y tenían derecho a tomar
parte en su vida política. Este era un privilegio que se obtenía
por nacimiento, pues el griego seguía siendo ciudadano de la
polis a la que pertenecían sus padres. Además, a lo que daba
derecho la ciudadanía era a ser miembro de la Ciudad-Estado,
es decir, a un mínimo de participación en la actividad política
o en los asuntos públicos. La ciudadanía significaba siempre
esa participación, cualquiera fuese su grado.
Clases sociales en la
Ciudad-Estado griega
Ciudadanos
Extranjeros residentes
o metecos
Esclavos
El ejercicio de la ciudadanía se daba por medio de sus instituciones políticas, donde
participaban todos los ciudadanos, es decir, hombres mayores de cierta edad. Por ejemplo,
todo el cuerpo de ciudadanos varones mayores de 20 años formaba la asamblea o ecclesia
que se reunía regularmente al menos diez veces al año. De esta manera, la democracia
directa regida por todo el pueblo reunido es más bien un mito político que una forma de
gobierno. Todas las formas griegas de gobierno (con excepción de la dictadura
extrajurídica), tanto aristocráticas como democráticas, comprendían algún tipo de
asamblea del pueblo, aunque su participación en el gobierno fuese en realidad pequeña.
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IDEA
Otro cargo relevante era el de magistrados, que no era
desempeñado
por
ciudadanos
individualmente
considerados, sino por grupos de diez ciudadanos escogidos
de modo que cada uno de ellos fuese miembro de una de
las tribus en que estaban divididos. Sin embargo, la mayor
parte de los magistrados tenía poco poder.
Para entender la división administrativa de la polis, hay que
saber que los atenienses se dividían en unos cien demos, o
podríamos decir barrios, parroquias o distritos. Estos demos
eran las unidades del gobierno local y su pertenencia era
hereditaria, es decir, aunque un ateniense se trasladase de una
localidad a otra seguía siendo miembro del mismo demos.
Los demos eran la puerta por la que el ateniense entraba a la ciudadanía ya que tenía el
registro de sus miembros y todo joven ateniense era inscrito en él a la edad de 18 años. Su
función de verdadera importancia era la de presentar candidatos para los diversos cuerpos
en los que se desarrollaba el gobierno central, mediante un sistema que consistía en una
combinación de elección y sorteo. Los demos elegían candidatos en números
aproximadamente proporcionados a su tamaño.
Había también un importante cuerpo de funcionarios atenienses que quedaba fuera del
sistema de designación por sorteo y que tenía una independencia mucho mayor que los
otros. Se trata de los diez generales escogidos por elección directa y que eran, además,
reelegibles en sucesivas elecciones. Los generales eran en teoría oficiales militares, pero
tenían no solo poderes importantes sino también una gran influencia en las decisiones del
consejo y la asamblea.
Sin embargo, los cuerpos verdaderamente esenciales en Atenas eran el Consejo de los 500
y los Tribunales. El Consejo de los 500 era un comité ejecutivo y directivo de la asamblea y
se constituía por elección popular, y la realidad es que si bien era cierto que la tarea efectiva
del gobierno se centraba en este comité, 500 personas era un número demasiado grande
para la tramitación de los asuntos de la polis, por lo que en la práctica funcionaba mediante
un sistema de rotación de cargos, es decir, cada una de las 10 tribus en la que estaban
divididos los atenienses, daba 50 de los miembros del consejo y los 50 miembros de cada
tribu actuaban durante la décima parte del plazo anual de ejercicio del cargo. Ese comité de
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50 personas, junto con un consejero por cada una de las nueve tribus a las que no tocaba
en aquel momento pertenecer a él, tenía el control real y tramitaba los asuntos en nombre
de todo el consejo. Se escogía por sorteo entre los 50 un presidente para cada día y a ningún
ateniense podía corresponderle este honor más de un día en toda su vida.
El control popular de los magistrados y de la ley se
completaba por medio de los tribunales, clave de todo el
sistema democrático. Era su deber dar decisiones judiciales
en los casos particulares, tanto civiles como criminales;
pero, además, tenían poderes mucho mayores que estos y
que, con arreglo a las concepciones modernas, son claramente de naturaleza ejecutiva o
legislativa y no judicial. Los miembros de estos tribunales, o jurados, eran nombrados por
los demos, designándose una lista de seis mil ciudadanos cada año, a los que se destinaba
por sorteo a los distintos tribunales y casos. Todo ciudadano ateniense de 30 años de edad
podía ser designado para el desempeño de esta obligación.
IDEA
De esta manera, el tribunal era muy numeroso, pues pocas veces contaba con menos de
201 miembros, por lo general tenía 501, incluso a veces era mucho mayor. Estos ciudadanos
eran jueces y jurados, porque el tribunal ateniense carecía del aparato que acompaña a un
sistema jurídico técnicamente desarrollado. Las partes litigantes estaban obligadas a
defender personalmente sus posiciones. Así el tribunal se limitaba a votar: primero, sobre
la cuestión de la culpabilidad y luego, si el veredicto había sido de culpabilidad, sobre la
pena que debía imponerse, después de que cada una de las partes hubiera propuesto el
castigo que consideraba justo. La decisión de un tribunal tenía valor de cosa juzgada porque
no había sistema de apelación.
En aquellos tiempos, por tanto, su gobierno se llamaba
democracia porque la administración estaba en manos de la
masa de ciudadanos, no de una minoría. Se ha calculado que
cada año un ciudadano de cada seis podía tener alguna
participación en el gobierno civil, aunque no fuese más allá de
actuar como jurado, lo cual es absolutamente irreplicable en la
actualidad, tanto por el tamaño de los países como por su tipo
de administración.
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La democracia griega difiere, como pudimos ver, enormemente de lo que entendemos
actualmente como democracia, la cual desde esta fecha hasta al menos fines del siglo XIX
fue adquiriendo fama poca favorable. No es sino hasta que comienza a aumentar la
participación popular y se inicia la democratización, que el concepto comienza a ser
considerado de forma más favorable.
Cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del
EJE, termina recién por desaparecer la oposición a la
democracia en el mundo, de hecho, todos querían ser
identificados como demócratas, transformándose esto en
sinónimo de regocijo, lo que condujo a un desacuerdo
universal sobre su significado, ya que todos definían
democracia según sus propios intereses, así nos encontramos
con términos tan extraños como democracia totalitaria, democracia industrial, democracia
plebiscitaria, democracia pluralista, etc.
La problemática de su definición llevó a grandes esfuerzos de los pensadores por tratar de
definir qué es democracia, para finalmente determinar su entendimiento en base a
corrientes teóricas. De esta forma, al momento de estudiar la democracia, existen en la
actualidad a lo menos, cuatro tipos de definiciones: constitucional, sustantiva,
procedimental y procesal:
1
Enfoque constitucional, corresponde a aquel que se concentra en las leyes que
aprueba un determinado régimen en todo lo relacionado a la actividad política.
2
Enfoque sustantivo, corresponde a aquellos que se fijan en las condiciones de
vida política que promueve un determinado régimen, como el bienestar
humano, la libertad individual, la seguridad, la equidad, la igualdad social, entre
otras.
3
Enfoque procedimental, se refiere a aquellos que identifican una serie de
prácticas gubernamentales para determinar si un régimen se puede considerar
democrático como, por ejemplo, las elecciones competitivas o lo realizado por
Freedom House.
4
Enfoque procesal, que difiere significativamente de los otros tres, puesto que
identifican una serie mínima de procesos que deben estar continuamente en
marcha para que una situación pueda ser calificada como democracia.
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Así vemos que lo que entendemos por democracia depende de la corriente teórica en la
que nos ubiquemos, encontrando ciertos elementos comunes que se relacionan con las
libertades individuales de los ciudadanos y la posibilidad de participación y de obtener
representación, por medio de elecciones periódicas no excluyentes y competitivas.
Si bien, la democracia es lo deseable en la época actual, han surgido de igual manera
múltiples corrientes críticas del sistema, que nos platean las consecuencias que estas nos
traen a nivel humano e institucional. Dentro de las críticas se exponen consecuencias de
tipo económico, donde se plantea que los países prósperos son países democráticos y salvo
escasas excepciones, los países democráticos son prósperos, debido a que la prosperidad
económica es la que crea las condiciones para la democracia y no al revés, ya que en los
países pobres los sistemas autoritarios aumentan el ritmo de crecimiento económico,
mientras que un sistema democrático parece ser un lujo que obstaculiza el crecimiento.
Desde esta perspectiva, la democracia afecta la economía de los
países ya que requiere un amplio aparataje institucional para
funcionar correctamente, lo que cuesta dinero y tiende a
empobrecer a los países o al menos no favorecen la rápida
expansión de la riqueza económica, además de que tampoco
aseguran una distribución equitativa de los recursos entre los ciudadanos.
Por otra parte, también se establece que la democracia no es necesariamente sinónimo de
gobierno eficiente, de política honesta o de justicia social. Ser una democracia no excluye a
los países de aquellos grandes males que aquejan lo político.
Finalmente, pese a que puede tener puntos de crítica, es innegable que solo las democracias
poseen mecanismos institucionales que garantizan las libertades y derechos básicos de los
ciudadanos. Como dijo Winston Churchill:
La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el
hombre. Con excepción de todos los demás.
PREGUNTA
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¿A qué corriente teórica de la democracia adhieres?
Para enriquecer tu experiencia, puedes compartir tu respuesta con tus compañeras y
compañeros en la sección del foro académico en el aula virtual. Para ello, en aquella
sección debes indicar la unidad a la que pertenece la pregunta, desplegarla y luego
escribir tu respuesta.
2.1. Formas de gobierno democráticas
DEFINICIÓN
Dentro del régimen democrático existen tres formas de gobierno, que se diferencian entre
sí por la estructura del poder ejecutivo, las que revisaremos en detalle a continuación.
La primera forma de gobierno es el Presidencialismo, que se
caracteriza por primero, la elección popular directa o casi
directa del Jefe de Estado por un tiempo determinado que
puede varias de cuatro a ocho años; segundo, el hecho de que
el gobierno o el Ejecutivo no es designado o fácilmente
desbancado mediante el voto parlamentario; y tercero, que no
posee ninguna clase de autoridad dual, sino que el presidente
es quien dirige al Ejecutivo, es decir, el jefe de Estado es
también el jefe de Gobierno.
Si bien el ejemplo clásico y primero de presidencialismo fue
Estados Unidos, la mayoría de los presidencialismos se
concentran en América Latina, donde en sus primeros
orígenes se mostraron frágiles e inestables. Esta situación
encuentra su explicación según Mainwaring y Shugart (1990)
en que los presidencialismos latinoamericanos de ninguna
manera son todopoderosos, aunque puedan parecerlo. Por el contrario, la mayoría de los
presidentes latinoamericanos enfrentan fuertes problemas para cumplir con sus programas
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de campaña. Han tenido todo el poder para iniciar las acciones políticas, pero les ha sido
muy difícil obtener apoyo para ejecutarlas.
1
Reelección presidencial
En cuanto a los problemas identificados en los presidencialismos nos encontramos primero
con la problemática de la reelección presidencial, siendo el principal razonamiento en
contra del aumento del número de períodos en que se puede ocupar el cargo, el temor de
que la reelección pueda facilitar que los presidentes se conviertan en dictadores, además
del hecho de que los presidentes que se pueden suceder a sí mismos terminando su período
haciendo campaña para la reelección, mientras que el presidente de un solo período
continúa con su trabajo. En respuesta a esta problemática, el argumento fundamental a
favor de la reelección es que los presidentes que gobiernan bien deben ser recompensados,
y que desperdiciar a un buen presidente es indudablemente un grave desperdicio.
2
Bipartidismo vs. Multipartidismo
Una segunda crítica tiene que ver con el presidencialismo bipartidista versus el
multipartidista, ya que los problemas característicos de los sistemas presidenciales son
exacerbados por el multipartidismo (Mainwaring y Shugart, 1993). Así en un sistema
parlamentario el primer ministro crea su mayoría integrando al gobierno de coalición tantos
partidos como sea necesario. Los presidentes no pueden hacer eso, y si son presidentes
minoritarios sus problemas son permanentes y deben “buscar” una mayoría en cada
ocasión en que quieran actuar legislativamente. Por lo tanto, es probable que los sistemas
presidenciales funcionarán mejor con el bipartidismo que con el multipartidismo, y que la
combinación de presidencialismo y de multipartidismo dificulta la obtención de una
democracia estable (Mainwaring y Shugart, 1993).
3
Elecciones escalonadas vs.
Elecciones simultáneas
Finalmente, un tercer problema detectado tiene que ver con las elecciones escalonadas
versus las elecciones simultáneas y consiste en saber si las elecciones presidenciales y las
parlamentarias deben ser sincrónicas, o si deben continuar, como generalmente es el caso,
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celebrándose en diferentes fechas. La diferencia de fechas en las dos elecciones es,
ciertamente, una precaución equilibradora.
DEFINICIÓN
La razón básica que se presenta a favor de las elecciones escalonadas, de las renovaciones
parciales del Congreso y de la diferente duración de los períodos legislativo y presidencial,
es que las elecciones continuas hacen que la política se ajuste a los cambios en la opinión
popular y fortalece la disposición de los políticos a responder a esos cambios, mientras que
el argumento contrario es que todo este detalle hace que sea aún más difícil satisfacer la
necesidad de mayoría en los sistemas presidenciales.
Una segunda forma de gobierno es el Parlamentarismo,
sistema que debe su nombre a su principio fundador, o sea, que
el parlamento es soberano. Por tanto, los sistemas
parlamentarios no permiten una separación del poder entre el
gobierno y el parlamento, siendo su característica primordial
que el poder Ejecutivo-Legislativo se comparte. Los sistemas
parlamentarios son todos sistemas en que se comparte el poder
(Sartori, 1995).
Dentro de los sistemas parlamentarios existen las Repúblicas Parlamentarias y las
Monarquías Parlamentarias, y si bien ambas poseen jefe de Estado y de Gobierno, se
diferencian por quién ejerce ese rol.
Sistemas
Parlamentarios
República
Parlamentaria
Monarquía
Parlamentaria
En una república parlamentaria el jefe de Estado y el jefe de Gobierno deben formar una
sola oficina. Mientras que en una Monarquía Parlamentaria el jefe de Estado es el Rey, es
quien representa la unidad y continuidad ante el Estado mismo y el mundo, el
representante y responsable del país ante el mundo y el mismo pueblo.
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Las funciones del jefe de Estado varían de acuerdo a la forma de
gobierno que establece la Constitución de cada país. Es decir,
tiene competencias diferentes según el ordenamiento de cada
Estado. Asimismo, al ser la máxima personificación del Estado
determina el tipo de Estado de que se trata (República,
monarquía, etc.). Sin embargo, el jefe de Estado, normalmente,
no tiene poderes como Ejecutivo, ya que la mayoría de estos
poderes recaen en el jefe de Gobierno. De esta manera, en los
casos en que el cargo es electivo, generalmente, su legitimidad
es equiparable a la del jefe de Gobierno, y la Constitución suele entregarle ciertas
atribuciones o poderes. Mientras que en los casos en los que el cargo no es electivo, sus
funciones pueden ser meramente representativas y con un poder básicamente simbólico
(España, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia o Reino Unido), o puede reunir gran
cantidad de poderes (Marruecos o ciertos países asiáticos).
En cuanto al jefe de Gobierno, este es la persona que ocupa la presidencia del poder
ejecutivo y se responsabiliza del gobierno de un Estado o de una subdivisión territorial. El
proceso de elección de jefes de Gobierno varía de acuerdo al país, es decir, en un sistema
parlamentario el título que adopta la persona que ostenta la jefatura de gobierno puede
ser primer ministro, premier, canciller, presidente del Consejo de Ministros, presidente del
Gobierno u otros.
En cuanto a las problemáticas detectadas en los
parlamentarismos, la primera de ella tiene que ver con el hecho
de tener o no bicameralismo. Como todas las democracias tienen
parlamentos, los problemas que surgen con los sistemas
parlamentarios no son, en la mayoría de los casos, problemas que
solo se presenten con la política centrada en el Parlamento. Sin
embargo, son problemas que se agudizan, se agravan, más en los
sistemas parlamentarios que en los demás sistemas.
Por lo tanto, lo primero que hay que observar es que siempre el poder de las dos cámaras
es desigual. Así, originalmente la Cámara Alta (Cámara de Los Lores, Senado, Bundesrat,
etc.) tenía la última palabra, pero en la actualidad la Cámara Baja (Cámara de los Comunes,
Cámara de Representantes, Cámara de Diputados, Bundestag, etc.) es la que casi siempre
predomina.
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Muchas son las razones del poder desigual y menor de las Cámaras Altas. Donde la Cámara
Alta no es integrada mediante elecciones (la Cámara de los Lores inglesa) o solo en parte lo
es (en el Senado Canadiense el primer ministro nombra hasta 108 miembros), es razonable
que se le exija a la Cámara Alta que ceda ante el órgano electo popularmente. Por lo tanto,
quizás una menor legitimidad puede afectar las cámaras altas elegidas indirectamente. De
esta forma, cuando la fuerza de las cámaras es muy desigual existe un bicameralismo débil
(asimétrico), y cuando la fuerza de las cámaras es igual tenemos un bicameralismo fuerte
(simétrico). En cambio, cuando ambas cámaras están a la par en todo lo que se refiere a
poder, entonces tenemos un bicameralismo perfecto.
Bicameralismo
Débil, con fuerzas
desiguales entre
cámaras (asimétrico)
Fuerte, con fuerzas
iguales entre cámaras
(simétrico)
Perfecto, cuando ambas
cámaras están a la par
en cuanto al poder
Así, quienes defienden el bicameralismo contra el unicameralismo, lo hacen sobre la base
de que dos cámaras son resguardo, y que la concentración de todo el poder Legislativo en
un solo órgano no solo es peligrosa, sino poco conveniente, porque dos ojos ven mejor que
uno, y la prudencia aconseja que cualquier proceso de toma de decisiones esté controlado
y apoyado por elementos que eviten las decisiones apresuradas. Sin embargo, si las dos
cámaras son similares y una es el duplicado de la otra, no garantizan nada.
Dicho de otra forma, explícitamente, el problema es que el bicameralismo fuerte (dos
cámaras con igual poder) supone una fuerte semejanza. Esto es, a final de cuentas, que las
dos cámaras tienen mayorías iguales (congruentes) o, por lo menos, mayorías que no son
incompatibles o mutuamente hostiles. Sin embargo, las similitudes de naturaleza y
composición son condiciones que facilitan este resultado, pero que no lo pueden asegurar.
Un segundo problema tiene que ver, por otra parte, con la disciplina partidaria, ya que una
cuestión que afecta decisivamente a los sistemas parlamentarios es la de la disciplina, la
que también es un problema en los sistemas presidenciales, pero es de menor importancia,
por lo menos en el sentido que en ellos puede tener ventajas y desventajas.
En los sistemas fundamentados en el parlamentarismo no se presenta esa dualidad (de
ventaja-desventaja), porque en este caso no hay duda de que un requisito vital son los
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DEFINICIÓN
partidos adecuados al parlamentarismo y que la votación disciplinada de los partidos es
parte esencial de esa “adecuación”. Por lo tanto, un gobierno parlamentario no puede
gobernar sin apoyo parlamentario; ese apoyo significa que los partidos que apoyan al
gobierno pueden realmente entregar los votos de sus representantes y a su vez esto quiere
decir que tienen la capacidad de imponer una votación uniforme (Sartori, 1995).
Finalmente, una tercera forma de gobierno democrática es el
Semipresidencialismo, que se caracteriza por situarse en medio
de los sistemas presidencial y parlamentario, presentando
elementos de ambos. Así, el denominador común del
presidencialismo y del semipresidencialismo es un presidente
electo popularmente, o al menos, un presidente que no es
electo en y por el parlamento. Sin embargo, el
semipresidencialismo es “semi” precisamente porque divide en
dos al presidencialismo al sustituir una estructura monocéntrica
de autoridad con una autoridad dual, funcionando en base a un
poder compartido: el presidente debe compartir el poder con
un primer ministro; a su vez, el primer ministro debe conseguir
un apoyo parlamentario continuo.
En cuanto a sus características, por tanto, podemos decir que el Presidente es
independiente del Parlamento, pero no se le permite gobernar solo o directamente, y en
consecuencia su voluntad debe ser canalizada y procesada por medio de su gobierno; por
otra parte, el primer ministro y su gabinete son independientes del presidente porque
depende del parlamento; están sujetos al voto de confianza y/o al voto de censura, y en
ambos casos requieren el apoyo de una mayoría parlamentaria; y finalmente, la estructura
de autoridad dual del semipresidencialismo permite diferentes balances de poder, así como
predominios de poder variables dentro del Ejecutivo, bajo la rigurosa condición de que el
“potencial de autonomía” de cada unidad componente del Ejecutivo subsista.
Semipresidencialismo
El Presidente es
independiente del parlamento
El Primer ministro y su
gabinete son independientes
del presidente
Permite diferentes balances
del poder
PREGUNTA
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¿Cuál es la forma de gobierno democrática más apta para
Chile?
Para enriquecer tu experiencia, puedes compartir tu respuesta con tus compañeras y
compañeros en la sección del foro académico en el aula virtual. Para ello, en aquella
sección debes indicar la unidad a la que pertenece la pregunta, desplegarla y luego
escribir tu respuesta.
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Conclusión
Como pudimos ver en el desarrollo de esta unidad, por una parte, pese a que el
autoritarismo y el totalitarismo son formas de gobiernos no democráticos, difieren
enormemente en cualidad ya que mientras los totalitarismos son una experiencia única que
no responde a la idea de evolución histórica, los autoritarismos encuentran su asidero en
un quiebre institucional que se mantiene por medio de la fuerza.
Por otra parte, también pudimos ver el desarrollo de las democracias y aprovechamos de
desmitificar la muy comentada “democracia directa” vivenciada en Atenas, a la vez que
aclaramos que cómo entendemos la democracia depende de la corriente teórica en la cual
nos enmarquemos, siempre bajo el amparo de elementos comunes que se corresponden
principalmente a aquellas cualidades que distinguen los regímenes democráticos de los no
democráticos.
También aprendimos que la democracia como sistema no está exenta de visiones críticas,
las cuales se sustentan principalmente en razones económicas. Sin embargo, resulta
innegable que dentro de lo posible es la mejor opción.
Finalmente pudimos ver las diferentes formas de gobierno democrático, sus características
principales y problemáticas a discutir, entendiendo que estas varían en cuanto a la
administración del Estado y que, si bien no existe una forma de gobierno perfecta, su
adopción corresponde al desarrollo histórico político de cada país.
Características
G. Democrático
G. Totalitario
G. Autoritario
Rol de la ideología
Limitado
Central
Débil
Forma de cambio
Gradual
Revolucionaria
No gradual
Participación
Amplia
Amplia
Autónoma
Movilizada
Ninguna o muy
limitada
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Efectivas
Rituales
Competitivas
No competitivas
Frecuentes
Frecuentes
Libertad de
expresión, de
prensa y de reunión
Amplia
No existe
Severamente
restringida
Control de la
economía por parte
del gobierno
Limitado a
moderado
Amplio a total
Limitado
Elecciones
No existen o no son
competitivas
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Referencias bibliográficas
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