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10 - Atorresi-Ana-Los-Estudios-Semioticos-El-Caso-de-la-Cronica-Periodistica-pdf(1) (1)

Anuncio
(;.Ministerio de Cultura
tiy_ Educación de la Nación
L.os estudios
. semióticos
'. El caso de la crónica·. periodística
Ana. Atorresi
Lengua y
Literatura
_,
Los estudios Semióticos
El Caso de la Crónica Periodística
1,
INDICE
Coordinación Académica del Proyecto de Lengua y Literatura
Prof. Emilia Malina. Auxiliar Docente de Literatura del Sig lo XIX.
Facultad de Filosofía yLetras UBA. Profesional de apoyo a l a
Investigación (CONICET). Auxiliar de Investigación UBA
(UBACyT).
Asesoramiento científico
og ía
Prof. Bertha Zamudio. Profesora Asociada regular de Semiol
ión
Expres
de
Titular
ra
Profeso
.
en el Ciclo Básico Común (UBA)
esorado
Prof
del
r
Superio
al
Nacion
o
Institut
.
Escrita
y
Oral
"Joaquín V. González". Investigadora con cargo de Profesora
ía
Asociada en el Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosof
y Letras de la UBA.
Aucor
CAPÍTULO 1 ....................................................... .
ALCANCES Y LÍMITES DE LA SEMIÓTICA .. .
1. La concepción de una ciencia de los signos ....
2. ¿La semiótica es una Ciencia? ..
.......
3. La teoría semiótica general
5. Los estudios semióticos de los discursos
de la comunicación de musas ...........................
6. Los estudios de la comunicación de masas: ...... .
Inscripción de la línea europea ........................
Inscripción de la línea norteamericana
7. Los análisis semiótic os en Argentina ..
Prof. Ana Atorresi. Docente de las cátedras <le Semiología y
U
Análisis del Discurso y Teorías y Prácticas de la Comunicación
el
y
sticos
periodí
géneros
los
(UBA). Autora de libros sobre
discurso radiofónico.
Agradecemos al Sr. Fabián Barreiro por su trabajo en Hemeroteca y al
Sr. José Luis Boquete que nos facilitó el acceso a la Hemeroteca de la
Biblioteca Nacional.
Agradecemos la lectur a y los comentarios del Prof. Carl os Mang one.
.. ... JI
...... 18
. .... 22
.... 30
..................... 40
.45
.. ............. 45
.................... 53
............... 55
...................... 63
CAPÍTULO 11 .............. ............
;
L A CRONICA PERIODISTICA
................................................................................
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©1996
CON!CET
Depósito Ley 11.723
ISBN 950-687-025-X
........................ 11
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Los géneros informalivos en la comunicación de masas.
.
..,
1. La crónica como relato .
··············· ....... :................. 72
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1.1: El marc o del relato y su rclac iÓ�.
.... 72
1.2. Los s egn1entos del relato .......................................................
........... 79
........................ 79
Las marcas verbales del segmento narrativo
......... 80
Los segmentos desc riptivos ...........
............... ,...... 82
Los s egmentos comentativos
................. . 85
Las escenas........
1.3.Laspersonas......
.. .. 89
..............................................
......... 90
1. 4. Los campos semánticos en la crónica periodística .......................
................. ¡ 00
1. 5. Las Localizac iones espaciales y temporales ..
... 103
2. Las modalidades.......................................................
...... 103
2. 1. Modalidades de enunciación...
. .................. 109
2. 2. Modalidades de enunciado ..............
...... 118
2. 3. Modalidades del mensaje ...... ....... .......
3. Diferencias ideológicas y diferencias lingüísticas
............ 119
en la construcción de acontecimientos
... 119
3. 1. La aplicación de un modelo de análisis ....
........ 128
3. 2. La interpretación de los hechos incómodos ..
....... 132
3. 3. La construcción de los acontecimientos .
137
3. 4. La estructura del "suceso".
CAPÍTULO lll
DIFERENCIAS
16ii6i:2iciicAs;;. i:iisiiiiio EN LA
....... 141
CONSTRUCCIÓN DE ACONTECIMIENTOS ... ...... . .
1. La composición .... ............
2. Tipografía y titulación • ............ .
........................
3. El cromatismo
...................
4. La fotogral'ía
.................
_
.
s. E\ formato
.
..
6. Algunas particularidades del diseno de 1 a crónica
. 141
147
159
170
172
182
.. 182
187
INDICACIONES GENERALESI'ARAEL CURSADO
LOS ESTUDIOS SEMIÓTICOS .. ·
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.1. Mate�ia:1 del cti'rs'ó'
Al inscrib
iíde en"'·e1 Curso·
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2 .. Sugcrencias.basicas para la: .lectura y_el estud
io'del libro i-'LOS ESTUl)IOS..·:
SEMIOTICOS: El _caso 'dC la-áó,nica pe�i�dfs�ka_
'º'./171-í:.}, :<?_:¿\1:rd\\";·,,,:-,> ..�::-", :·_ .·.:·, ..
a .. Lea el �ate ria! �e_Ó_r_fc_o , Y. Si es posi�_le, .. �isC�t_a·sll
.
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_l�CtU¡á: c�,í1_,0rros ·c�leg��.'.:
".:;::· '.Es.co�-�e· :�ie�té _CJlle:_ ·VaYa.'f�al_i�all'ct_o :ac:r_ifid_él'?,e,s'
'PórQü'é)üPO:n'é,i1:'ún grá-_·11 >
do Cfcciellte. de cOmplejidad ié'OrcttCOO"r°'5I�; Jí
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esttidie y discuta con su� _colegas los _disti
ntos aspecto·s del curso, sus respuéStas deben ser persOnales.? ·•,, ,?'.'' :" ,.,. : : ·,, •.:
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1. El discurso referido
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..........._.................
2. La ironía
17
. .
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............
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ca
est1list1
isolopía
3_ La ruptura de la
219
4. L<1 intcrtextualidad
CAPÍTULO V ..................... ,.....................
COMENTARIO FINAL DEL CAPÍTULO .... .
PROPUESTAS DE TRABA.JO
L Propuestas de trabajo generales para el docente ..
II. Propuestas generales para el aula -- , ....................
N OCIONES BASICAS y HERRAMIENTAS PARA EL ANALISIS
DEL DISCURSO .................... .
...........................
1. El discurso
.............................................
¡. ¡. Los deícticos
Las personas
Los apelativos
Las localizaciones espaciales y temporales ... ·····
............... ...........................
Los tiempos verbales
l. 2. Las modalidades
. ._
Las modalidades de enunc:ac1on - . •
Las modalidades de enunciado ..... •
Las modalidades de mensaje.
....................................................... ..
2. La polifoní::i.
.
La intcrtcx.tualld::i.d
El discurso rcforido .............................. ·
i ? •
La ruptura de la isotopía estilíst.�
.
Las preguntas y negaciones poltl"On1cas . ..... .....
APÉNDICE
231
233
. 233
... 241
247
247
247
251
253
2
56
. 258
259
2ü5
.266
.. 267
270
279
281
.. 282
.. 284
.. 285
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Presentación
"Las exigencias de la vida democrática reclaman el manejo de la palabra ptíblica y el
ejercicio de la escucha atenta, tanro en el comunicación ''cara a cara" como en la perr:ep­
ció11 crítica de los mensajes de los medios masivos de comunicación". 1
Más adelante, en el mismo documento se precisa:
"/.,a escuela ha de asegurar al alumno y a la alumna lafrecuentación y comprensión de
diver.1·os tipos de textos, tanto de los textos pen'odísticos, que informan acerc:a del desarro­
llo actualizado de los acontecimienros, como de los textos de estudio de las distintas disci­
plinas que posibilitan el acceso a .i:aheresformalizados. y de los textos literarios oficcionales
que cultivan el imaginario individual y colectivo". 2
Es en este sentido, que nuestro libro quiere ser, fundamentalmente, una muestra de las posibi­
lidades de aplicación de los estudios semióticos, en el campo de la comunicación de masas, con
miras a fonnar lectores críticos.
El libro está organizado en tres partes.
La primera (Capítulo I, Alcances y límites de la semiótica) propone preguntas tales como
¿Es la semiótica una ciencia O un dominio de intereses? Si acordamos que la semiótica es ciencia,
¿cuándo se constituye como ta! y a partir de qué paradigmas? ¿Qué teoría del signo se pone en
juego en las distintas lineas de la semiótica? ¿Cuáles han sido los intentos por plantear una Teoría
Semiótica General? ¿Qué relaciones entabla la semiótica con otros saberes y disciplinas?.
Las preguntas son amplias y ambiciosa� y no pretendemos darles una respuesta unívoca o
totalizadora. Nos interesa dejarlas planteadas así, como interrogantes que, desde distintos
paradigmas, son respondidos de manera diferente, muchas veces inconciliables. Atentos a los
esfuerzos de las teorías y experiencias realizadas por los scmiólogos argentinos, .presentamos,
también, una breve reseña del panorama de la semiótica en nuestro país con el objeto de que el
lector pueda tomar contacto con algunos debates y posiciones de la semiótica nacional.
Considerando la vastedad y complejidad del tema hemos optado por brindar una Bibliografía
que permita profundizar y ampliar temas tratados en esta primera parte del libro.
Esta introducción a los estudios semióticos permite contextualizar los análisis que se realizan
en fa Segunda Parte del libro, referidos a un tipo particular de mensaje de los medios masivos: La
crónica periodística. Dichos análisis provienen, por cierto, de las líneas teóricas descriptas.
Por otra parte, usted podrá observar que, pese a que los estudios aplicados a la crónica son
espccítieamcnte semiolinguísticos, hemos tratado de extender nuestras consideraciones rudimentaria1nente• a algunos aspectos ligados al Diseño Gráfico, ya que creemos que todos ellos
tienden a dar cuenta de los procesos ideológicos que determinan las condiciones de producción y
recepción de un mensaje.
La primera parte del libro no será evaluada más que en sus consecuencias de aplicación a los
análisis de la crónica. Concretamente, con este capílulo no pretendemos más que aportar u"n mate­
rial de divulgución.
Respecto de la Segunda Parte (Capítulo II. La crónica periodística) -cuyas líneas generales
ya comentamns•, aborda el análisis de dicho género atendiendo a los siguiente aspectos:
·: "�¿yr.'/
' !J .,,":
2
1:· '
Crmleniclos Bá.l'icvs Comunes ¡wm la Educacidn General Bdsica. Ministerio de Cultura y Educación de
la Nación. Consejo Federal de Cultura y Educa ción. Repúhlicn Argentina. 1995. 1g Edición. {Pag. 33)
Op. Cit. página 37.
ti.:l
9
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Los géneros info1111ativos en la comunicación de masas.
La crónica como rclmo.
Diferencias ideológicas y dil"ercncias lingüísticas en la construcción del acomecimil!nto,
Diferencias iJeológicas y diferencias de diseño en la construcción del acontccimicnlo.
"Amarilla", "Blanca" y "Nuevo periodismo": texto, paratexto y contexto en tres estilos de prensa.
La polifonía en !a crónica.
Como usted constatará, las consideraciones teóricas respecto de cada uno de los temas expues­
tos cst�ín ampliadas, y/o, profundizadas, a travé.-- de citas de distintos estudiosos de estos temas
que, en general, se presentan en la columna lateral del libro, y con ejemplos de fragmentos de
crónicas, 8cmnpañados de un análisis posible.
Resp�cto él las actividades propuestas es importante tener en cuenta que los temas expuestos
eslún organizados en un grado crecieme de implicación, dt: modo tal que las Actividades que se
proponen en el Apartado N"' 5, por ejemplo, suponen la realización de las actividades anteriores
prescnLaJas en el libro.
Al finalizar esta Segunda Parte, usted encontrará dos tipos de Propuestas de Trnbajo. Lrn;
primeras son para el profesor y buscan poner en juego los conceptos básicos planteados en el libro.
Las propuestas para el alumno están estructuradas de manera tal que puedan constituirse en un
proyecto de taller.
La Tercera Panc está constituida por el Apéndice ''Nociones básicas y herramientas clemen­
ll:1lcs pura el análisis del Discurso" y no tiene otra función que la de .servir de tnlllerial de consulta
para aquellos docentes que crean necesario rerni tirse a uno de !os modelos de análisis más usuales,
tal co1110 comentamos en la Primera Parte. El Apéndice propone Actividades y ejemplos que pue­
den contribuir a un mayor aprovechamiento del material.
CAPÍTULO!
A modo Je comentnrio final queremos compartir una reflexión que sintetiza algunas de nues­
tras preocupac(oncs:
En las sociedL1des actuale.1· -escribe Roland Barthes 3- la más sencilla de las divisiones de lo.1·
le11guc1jes se basa en s11 refoción con el Poder. Hay lenguajes que se enuncian, se desenvuelven, se
dibu.fan a la luz (o la sombra) del Poder. de sus múltiples aparatos estatales, institucionales,
ideológicos; yo los llamaría lenguajes odiscHrsos eucráticos. Frente a ellus, hay lenguajes que se
elaboran. se buscan, se arman, fuera del Poder y/o contra él; a éstos los llamaré lenguajes o
discttr.ws acráticos.
Estas dos gmndes formas de discurso no tienen el mismo carácter. El lenguaje encrático es
vago, difuso, aparer1reme11re "natural", y por tanto difícilmente perceptible: es el lengut\fe de la
cultura de masw· (prensa, radio, televisión), y también, en cierto sentido, el lenguaje de la conver­
.1·ación, de In opinión común (dela doxa); este lengriaje encráticn es (por una contradicción de la
que extrae tadu su. f11er.,a) clandestino (d¡f(cilmente reconocible) y, a la vez, triunfante ( es imposi­
ble esrnpar a él): yo din'a que es enviscador.
El /e11g1wje acrático, por su parte, es lejano, tajw1Ie, se separa de la doxa (por lo tanto es
p!1mdrhico): sufuerz.a de ruptura proviene de que es sistemático, está construido sobre un pen.w­
miento, no sobre una ideología.
Este libro quiere contribuir a i11terpelar ese lenguaje ''ciparentemente natural" y "por tanro
dif{r:ilmet1te perceptible" de los medios masivos para desmontar sus condiciones de próducción y
rer:epcirin junto con nuestms al1,m1ws.
3
Roland Barthcs. "La guermde los lenguajes" en t,1 susu,-m riel lenguaje. Editorial Paidós. Barcelona. \ 987.
ALCANCES y LÍMITES DE LA
/.
SEMIÓTICA
¿ Cómo nos manifiestan o comunican algunos de nuestros alumnos su
filiación con -por tomar un caso- el heavy metal? Es evidente que sólo por
medio de representaciones diversas: el enunciado verbal soy metálico, el
colgante con la calavera, el tema musical, la postura del cuerpo al andar, el
afiche publiciLario del mega-recital en la carpeta, la remera negra con el
ícono del grupo favorito que, a su vez, viste la remera negra y lleva el
colgante..
Esas representaciones o signos confieren al objeto "hcavy metal" -un
imaginario social- la materialiadad que define la condición esencial de todo
estudio empírico: en efecto, toda significación, toda producción de senti­
do, -fragmento de la semiosis-, se identifica, necesariamente,-en una ma­
nifestación o soporte material.
Resulta claro para nosotros que tal uniformidad del vestuario juvenil,
de los temas musicales o de los afiches publicitarios responde a la incor­
poración de determinada norma social o hábito colectivo: las representa­
ciones se vinculan con sus objetos de un modo instituido. Como ser social,
cada individuo es portador de los valores dominantes de la sociedad y de
las significaciones colectivamente acordadas.
Sin embargo -y a la vez-, la pauta social es susceptible de ser interpreta­
da en un momento particular por un intérprete particular: la norma no siem­
pre se reproduce con exactitud, porque intervienen también determinacio­
nes individuales y porque su incorporación no se produce de modo homo­
géneo en el cuerpo social. (Vincular la remera negra y la calavera con el
objeto "heavy metal" constituye un hábito instituido; sentir rechazo, sim­
patía, recordar un momento de nuestra adolescencia o una bandera pirata
son algunas de las tantas actualizaciones posibles en el "aquí y ahora" del
docente intérprete) 1 •
1
!
"Podría describir mi lnterpretante Inmediato" -explica Peirce- "como la parte del efecto del Signo que
bnsta paru que unn persona pueda decir si el Signo es o no es aplicable a algo q1:1c esa persona cono1.ca
suflcicntcmcntc. Mi lnterpretnnte Inmediato está implícito en el hecho de que cada signo debe tener
su ínterpretabilidad peculiar o.ntes deobtenerun intérprete. El Interpretante rnmedinto es unn abstrac­
ción: consiste en una posibilidad. Mi lnterpretantc Dinámico es aquel que es experimentado en cada
acto de interpretación y en cada uno de éstos es diferente de cualquier otro. El lnterpretante Dinámico
es un evento singular y real. El lnterpretante Final es el ünico resultado interpretativo al que cada
intérprete está destinado a llcgnr si el Signo es suficientemente considerado, vnlc decir el efecto que el
Signo produciría sobre cualquier mente sobre la cual las circunstancias permitieran que pudiera ejer­
cer su efecto pleno. El lnterpretante Final es aquel hacia el cual tiende !o real. [... ] Creo que la función
esencial de un signo es trnnsform;:ir relaciones ineficientes en otras que sean eficientes; no para poner­
las en acción sino para establecer un hábito o regla gcncrnl según los cuales aetuar{in cuando sea
oportuno". (Pcircc, Ch. Ln Cie11cil1 de fa Semiótica. Buenos Aires, Nueva Visión; l 974: 109-110)
r¡¡;:l 13
la inve stigac ión de la semi ótic a
En otras palabras - y en términos generales -:
de significación -que operan en
se u bica precisamente allí dond e los procesos
ecen , po r lo común, corn o i nsos ­
todo s los campos de la activ idad hum ana- apar
pecha dos para quien los ha puest o en juego . . .
e l derecho a anali zar todo fenó ­
Lóg icam ente, se trata de partir reclamando
urso- com o vehícuiu de determin a ­
men o, todo obje to (de conS umo) -todo disc
acto, como una estructura de reen ­
das sign ificaciones y, en un plano más abstr
se trata de partir reco nociendo que l a
.v(o , como mate ria sign i fican te. Es decir,
relac ione s d e producci ón, tanto corno
estru ctura del modo d e prod ucció n y de las
los conflicto s, están determinados por
los modos de orga niza ción instituc ional y
cion es y cuyo sopo rte son los suj e tos
múti plcs factores externos a las representa
pero seña land o que, en la línea qu e
socia les; se trata de partir reconocie ndo,
social preconstruida, un imag inar io
segu i mos aquí , no se concibe una realidad
r a la prod ucci ón soci al del sent ido;
socia l prev io que pued a escapar o pree xisti
trucc ión de una teoría q ue pued a dar
cons ideramos nece saria , entonces , la cons
iosis com o luga r donde se confor­
cuen ta ele los mod os de prod ucció n de la sem
necesaria porque el estad o actu al
ma fa " realidad " ( y deci mos consideramos
dología, no permite aún pe nsar lo
de la semi ótica , como teorí a y com o meto
el redu ccio nism o del mod elo .l i n gi.Hssocia l en térm inos discurs i vos sin caer en
tico) .
miento semiótic o de l os fenóme­
¿Es posib l e inici ar a los alum nos en el trata
niza r la experienc ia y favorece r los
nos? ¿ S irve la sem i ótica a los fines de orga
trucción y deconstrucci ón de las sig_­
proc esos individua les y colectivos de cons
dar una resp uest a posi tiva a esto s
n i fi cac.i ones ? S i no crey éram os posi ble
do algu no; en efecto, cons ide ramo s,
interrogan tes, nues tro libro no tendría senti
se prod uce, d� hech o, med iante la
que, en tanto la adqu isició n de cono ci mien tos
e con tribu ir a la producci ón y a la
mall ipula ción de signo s, la semi ótica pued
sign i ficac ione s. Esta afirmació n
interpreta c ión racional y controlada de las
provocativa- requ iere de u nas cuan tas
que pued e pare cer obso leta y quiere ser
exp ! icitac iones .
diále ctica entre la interpretac ión
En primer l ugar, y retomando la relac ión
rete y del "ahí y ya" codif icado e institui- , ·�
sin gular del "aqu í y ahora" de u n i ntérp
retati va no debe en tende rse como
do, p lantea mos que la " racio nalidad" interp
ión y la producción "inte ligen te" sino
situ ada sólo en lo s planos de la cogn ic
para detectar, exp lorar y mani pula r
tam bién a ni vel de l a capa cidad del hombre
lo tanto , la produ cción Y la interp relas cuali dades sensi bles de los objet os . -Por
14
r¡;;:,
t a� ió � de se '.itidos no constituyen meras proy ecc iones intelectuales sino, ade( , escucha, toca , vive en
ma_s, i nstancias en las que
. en las que el suJ·eto n arra , mira
.
un � 1empo, h ace pasar po r verdadero lo que dice, po n e -en fin- en discu rso sus
pasiones con y entre los otros 2.
En segundo l ugar -y reinstalando la misma cuestión dialéctica- queremos
demar��lr la posición que seguimos aquí respecto de la otra instancia de la inter­
pre t��10n -la const �ucción social o institucionalización de los sentidos- y esto
_
refinendonos part1cularmentc al objeto general de este l 'ibro : los estudios
., .
.
sem1ot1 cos apl tcados a los mensajes de los medios masivos.
En Lat '. n o a mér.i ca , .l os años 70 es t u v i eron marcados por una teoría
_
comurncacwnal y cultural que planteaba como nudo de sus investioaciones el
�oncepto de dominación: "los medios masivos pertenecen y resp;nden a l os
mtereses de la clase dominante, por lo tanto , man ipulan las conciencias" ; en ese
�� a.reo, lo � aná � i � � s semióticos fueron considerados instrumento imprescindible
- revol uc1onano - dentro del proyecto de desmitificación de.l di scurso domi­
nan :e, de desenmascaramiento de ese Emisor Todopoderoso contra el que nada
podia hacer el "receptor acrítico y pasivo"3.
A princ ipios de los años 80 -y, fundamentalmente, por influencia de ciertas
lecruras de la obra de Michel Foucault- la concepción del Poder como aloo c en­
_
tral izado se ve reemplazada por una visión en la q ue el Poder se vuelve �i nús­
_
c �ilo para � 1solverse en la c a pilaridad de la sociedad: atravesar los cue rpos, la
_
vida cotidian a, la sexualidad, las leyes . Este poder microsc6pico -en este punto
se observa el efecto de esas ciertas lecturas a las que hadamos referencia- susti­
tuy� en la mayoría de los estudios a la concepción del poder del Estado occiden­
tal como forma de poder globalizante y totalizadora a la vez" (son palabras de
Foucault) . Se Ilega así a una serie de ensayos acríticos qu e conciben un receptor
2 Los cstu ios semióticos de las pasiones recién cobran sentido
en la trad ición investigadurn europea íl
_
�
.
mediados de l os ochcntíl; e! recoI oc1rnicnto
<le csla nueva dcnsidnd del objeto semi ótico -la dcnsithi<l
:
que le oto'._gan las os�� rns e mcon 1esablcs motivaciones pasionales- im:p l ica una crítica al esquematismo
.
de la_ sem 16t1ca t 1_ad 1c1onal . Consul tar al respecto Fabri p T/cticm d to� s1·gnos . B arce¡ ona, Gedi sn;
:, e
. · :. · '
,
, . : · . E111mut1cto11,
r
sen.wcwn, ¡1as1011es. Ouenos A i res, Edici:.il·
1 995, P:ir cl, H . De fri ,·emióticti ti la <..Ht.tiu,.
1
.
.
.
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1 � Y �1•1 pa.11ones. �nsoyo sobre la puesta e1� discurso ele lo subjetividad, y Grci mas, A y Fontani lle,
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1 ' w11011ct1
dti las pasirmes. De los (Wados de cosas a los es/(/do.,· de ánimo. México Sio!o XXI · 1 994'
.' _n un pn11orarna l clll de lll cuesti ón consulte cspcci:1I mente
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al dcbnle e1ttre las rcvis,t:.s =-Comimi�ació,;
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durante la pn mera mitad de los· años
70• na n1 1 1 ::i d n 1.ctrospcct1 va se encuentra en
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.
. Schrnucler. Estudios de comunicación en América L:itina: del desarrollo a ta rec ·p­
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· · a· Hector
"Entre v·1 st,1
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cr Ca11sos , A;;llre.1·. L .1· le11g1iajes de la cmn1111irnció11 y /a cultura en (la) crisi,i·. N. 1 ; Bue�ClS
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P1 i mu vcr:i de 1 994. Y Entrevista con Elisco Vcr ón : i nv cst i gnción semiología y comunic·ición·
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. Y A zo res. Los lengiia;es de la comunicación y
de'1 t:s,
estrnctural 1 smo al :rnál1sis
· · en producción" en .- . aw,as
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. , y Cult11ra y Lc11guajes rcspcctiv,mwntc)
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•
•
r_;,;:J 1 5
capaz de manipular él mismo los mensaj es medi áticos, de interactuar con la
téc nica y alcanzar nuevas competencias lectoras4 ; otra vertiente latinoamerica­
na situándose en la observación de las mediaciones culturales, concebidas como
a r¡icu.l aciones entre las prácticas de comunicación y los movimientos sociales,
desplaza la preocupación por la instancia de producción de los mensaj es masi­
vos haci a espacios como la cotidianeidad familiar, la temporalidad social o la
competencia c u l tural, espacios de los que provendrían "las constricciones que
delimitan y confi guran la ma terialidad social y la expresividad cultural de los
medios"; el lugar dado al receptor hace que, en estas líneas de inve stigación ,
los mensajes de los medios sean vistos como una "negociac ión"5 .
Desde la perspectiva que seguimos aquí - y recurrimos otra vez a Foucault­
cs neces ario atende r a esa "comb inación tan co mplej a de técnicas de
individualización y de procedimientos totalizadores" que define al p oder' . Ni
poder y m an ipulación abs oluta por p arte de los medios ni disolución del poder
de manipular en las ofertas del zapping televisivo. Los medios no construyen la
real idad social en un instante, nadie es ma nipu lado de inmediato ; con el tiempo
y hasta cierto ( ?) punto, sí (¿en qué medida nuestros alumnos no actúan el heavy
metal ? ) . El lugar de poder de los medios en cuanto a la producción de realidad
social -creemos- es indiscutible, lo que vuelve absurda cualquier pretensión de
controlar sus mensaj es ahí mismo, en el punto de partida. La semiótica, enton­
ces. puede servir a los fines de indtar, provocar al receptor, para que controle
los mensaj es -y sus múltiples posibilidades de interpretación- "a la luz de los
códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida"'.
La ideología, cons iderada c omo dimensión constitutiva de los fenómenos de
significac ión , es susceptible de ser abordada tanto desde la perspectiva del pro­
ceso de producción -explicitando las con d icion e s materiales y sociales de su
e ngendramiento- como desde el punto de vista del proces o de recepción -dando
cuenta de las -detcimin·a ciones materiales y sociales de su "eficacia" o de sus
efectos. Por lo tanto, si la industria cultural crea con los receptores una serie de
vínculos complej os que determinan el modo de ser de la -recepci ó n, la semiótica
no sólo debería indagar qué hacen los receptores con los mensaj es de los me­
dios sino ta mbién instalar la pregunta acerca del para qué se vinculan con ellos
(¿para informarse?, ¿para integrarse a la sociedad?, ¿para proyectarse?, ¿para
Remiti mos, cspeci;il mentc. a Land i , O. Devórame otra vez. Qué hizo la televisidn con la gente. Qué
Buenos Aires. Planeta; 1 993.
Barbero, J . M. De los medios de las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. México, Gustavo
Gili; 1 987. p. 203.
Foucaull, M. ¿Por qué estudiar el poder?: la cuestión del sujeto·· en Sober, 3; mayo-junio; 1 985, p. 1 7
Eco, U. "Para una guen-il!a semiológiui" en: IA estrategia de la ilusión. Barcelona, Lumen; 1 986. p. ! 90.
hace lo gente con la 1de1,isfrJ/!.
despersonalizars e?, ¿para divertirse? ) . ¿Hay que plantear, entonces, una nueva
función a la sem iótica que debería sumarse a la trad icional? ¿Se tratar.fa, en ese
caso, de una nueva disciplina? Son p reguntas . . .
Nos disculpamos: l a advertencia respecto de que los mensaj es provenientes
d_e l os medi os masivos requieren de una lectura crítica no constituye, con segu­
ndad, nada nuevo para usted ; no debe ser nuestra intención, por lo tanto, si tuar
en ese punto el ej e de este texto.
Sí podemos pretender, además de pl antear en general lo que pueden aportar
los "est_udios semióticos" al trab aj o en el aula, mostrar, en particul ar, su aplica­
ción en el campo de los mensajes de la comunicación masiva, con el fin de
favorecer esa lectura crítica -controladora- a la qu e nos referíamos más arriba.
A la hora de revisar .la comprensión sobre lo ideoló gico, las sistematizaci ones
semióticas abrieron una etapa de experimentación y análisis sin precedentes. Y
esto porque la semiótica, a pesar de ciertas dificultades teórico-metodológicas
que trataremos de señalar más adelante, se perfila como un in tento de ofrecer
marcos teóricos aplic ables a todos los fenómenos humanos y sociales desde el
punto de v.ista de su constitución en sistemas o códigos8 •
La comunicación de masas -el fenómeno que interesa para nuestro trabajo- apa­
rece como uno de los campos más c:omplejo,1; en los que resulta necesario dar una
explicación general a partir del estudio e:,,pec[flca de sus sistemas de significación.
Cabe aclarar -dado que en el capítulo que sigue abordamos el análisis de un género
masivo- que si la semiótica encara el estudio de la comunicación de masas, no Jo
hace en fu nción de examinar la técnica o los efectos de un género particular (la
crónica, la h istorieta, los suplementos juveniles o el cine clase B) sino porque consi­
dera que todos esos géneros presentan estrncturas y efectos comunes en el marco de
las actuales sociedades industriales. Eco señala al respecto que
las teorías y los anál isis sobre la comunicación de masas se aplican a
d ist intos "géneros" de comunicación en la medida en que se tienen : 1 ) una
sociedad de tipo industrial su ticicntemente estrati ficada en apariencia, pero,
en realidad, muy rica en cont rastes y di ferencias; 2) unos canales de comu­
n icación que permiten alcanzar, no a grnpos determi nados, sino a un círculo
indefinido de receptores en situaciones sociológicas distintas; J) unos gru­
pos productores que elaboran y emiten detem,inados mensajes con medios
industriales9 .
Otra vez provisoria mcntc consideraremos el término
cr)digo corno
cstahk cido socia l mente .
Eco . U. LL1 es1n1c111m nw;cnte. Barcelona, Lumen; 1 974. p.
26.
equivalen te de
conju nto de
reglas
Semiótica, signo, comunicación: ténninos que designan una historia relativa­
mente nueva, aún en proceso y que, sin embargo, ha generado inmensas expecta­
tivas en cuanto al conocimiento de los fenómenos sociales. Empecemos, enton­
ces, por considerar desde cuándo y de qué se habla cuando se habla de semiótica.
l. La concepción de una ciencia de los signos
¿Qué conocemos? ¿ Cómo se produce el proceso de conocimiento? ¿Qué v ín­
culo existe entre los objetos y fenómenos y nuestras concepciones acerca de
ellos? Evidentemente, la relación entre la realidad y sus representaciones no es
nada s imple; la historia de la filosofía y la ciencia da cuenta de ello.
La preocupación por el lenguaj e y, de algún modo, el anticipo de la semiótica
como ciencia de los s ignos y de su funcionamiento en el marco de la vida social
ya aparece en los filósofos de la Antigüedad. Los estoicos se pregu ntaban por
!as relac iones que podían establecerse entre la configuración de los términos de
los silogismos y la configurac ión de las cosas del mundo que los término s de­
s i g n ab a n , y distingu ían el semainon (signifi cado) del semainomenon
(significante); Platón, en su Cratilo, definía al signo como "lo que reenvía a otra
cosa natural o con venc ionalmente" y Aristóteles, por su parte, ade más de
sistematizar los procesos lógicos del lenguaje y analizar los recursos retóricos,
diferenciaba en De lnterpretatione el onoma -s igno que por una determinada
convención sign ifica una cosa-; el rema -signo que incluye en su sig n ific ación
una referencia personal- y el lagos -signo complejo y completo- 10 .
Durante el transcurso de la Edad Media, la teatía convencionalista del leng uaje
humano sentada por los estoicos se pierde en una vuelta al modelo nútico y universa.lista
en la que el signo es concebido como un medio de acceso a la trascendencia divina1 1 .
El Renacimiento devuelve los postulados interpretativos de corte racionalista;
el conocimiento c ientífico equivale a la búsqueda de las causas naturales de los
fenómenos y de la determinación de su forma o su esenc ia. En este marco, aun­
q ue no se trate de un abordaje semiótico, es importante considerar a la teoría de
los "ídolos" -distorsiones que los "prejuicios" ejercen sobre el conocimiento
social e individual- de Francis Bacon, que puede ser leída como inicio de la
teoría de la ideología (entendida como pérdida de la autoconciencia por acción
'
'
"
1
11
1
S e trata d e u n estudio
Cfr. Kneule.W . Y Knealc, M . El de.rnrml/o de lo lágica. Madrid. Tecnos; 1 972.
También Rey, A . "La
signos.
de
sistema
como
lógica
la
de
griega
comprensión
la
de
acerca
exhaustivo
k; 1 972 y Todorov.
Klincksiec
París,
seris.
dH
er
ne
si
1
1
d
T/Jéories
en:
"
g
semiótica estoica y el escepticismo
1 98 1 .
vila;
Á
Monte
C:iracas.
"Naci miento de ta Sem iótica occident al" en: 'foorias del símbolo.
1 98 1 .
Todorov. T " La síntesis agusti niana" en: Tiwrías del símbolo. C::1racas. Monte Ávila;
1 8 (i,J
de intereses externos) puesto que, a nivel metodológico, los "ídol os" cumplen el
_
mismo papel q ue las obras de Hegel y Marx asignarán a los conceptos de "falsa
concJCnc.t a., y "alienación" 1 2•
Dentro de los pensadores del siglo XVII es necesario señalar también la im­
_
p ortanc,a de Descartes, los gramáticos de Port Royal y John Locke". En su
,
Essay on Human Understanding, Locke divide la ciencia en tres áreas :
. [Lafilosofía, que se ocupa de] la naturaleza de las cosas como son en sí
mismas; 1 � ética , lo que el hombre mismo tiene ·el deber de hacer como
ag� nt.e _racional y volu ntario para alcanzar cualqu ier fin y, especialmente,
la tehc1dad ; y en tercer l ugar, la ciencia que estudia los modos y medios
con l os cuales se alcanza y comunica el conocimiento de estos dos órde­
nes de c_osas . A esta ciencia se la puede l lamar semiótica, o sea, la doctrina
de los signos [ . . . ]; su objetivo es el de considerar la naturaleza de los sig­
nos de los que hace uso el espíritu para el entendimiento de las. cosas 0
para transmitir a otros su conocimiento.
,,,.,
�ªY?�ª
La
de lo: estudiosos de la semiótica, por lo menos hasta hace unos pocos
_
,_
anos , comc1dia en senalar como el pnrnero en haber concebido cabalmente la ciencia de
_
los signos a Fcrdinand de Saussure quien, en su Curso, publicado en 19 16 , enseñaba que
La lengua es un sistema de signos que expresan ideas y, po� eso, es
co�1parable a la escritura, al alfabeto de los .sordomudos, a los ri tos sim­
bó hc.os, a las formas de cortesía, a las señales militares, ele . Sólo que es el
_
mas importante de todos esos sistemas.
Se puede, pu �s, con�ebir una ciencia que estudie la v ida de los signos
en � I �eno. de .la vida social . T� l ciencia sería parte de la psicología social y,
:
poi cons1gu 1ente, de la ps1colog ía general. Nosotros la l lamaremos
s�111iología (del griego, semeíon: "signo"). Ella nos enseñará en qué con­
s1 sten lo � signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. Puesto que toda­
_
v1a no existe, no se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a la
, .¡.
, ,· Aunque el terreno en � I �ue esros estudiosos han desarrollado sus interpretaciones del sL�tema social no es
.
_
.
s l tcmñcicamcnte s�:11iótico, n��orta tenerlos en cuenta dentro del recorrido que intentarnos trn1.ar en
�
_
ll atan. no la dm 1nc1on entre el conocimiento falso" y el "conocimiento verdadero", sino las mediaciones
_
_
que la sociedad impone � la interncc ión conocimiento-realidad. Por otra parte. nuestro l ibro se ocupa de un
· a· I ªs oh rns de grnndes pensadores corno Freud y Mnrx resulta inel udible
"ét1cro dc nrns·1
• , �· Y ln, re tercncrn
.
.
�.
1.1 rnu ndo se mt nta dar cuenta de la mterpretación contemporánea de los fenómenos masi vos.
�
.
_
La importancia de Dcscnrtcs· ha sido trntad·
un capttulu de la
' ' '1 por Ch oms ky. N . ¡�111gmst1cl1
· . . , · carreswna:
·
.
.
.
lu.Hrma dd 1n·,1 .1·a111w1110 racio11alisra. Madrid, Credos; 1 969. A l l í se considera ta mbién ln gramáticn de
·
· ·
Port Royal. Existe en francés una reedició n de A rnuu
. 1 e1 , A y ¡.ancelot, C. Grammmre Genero/e er
.
.
,
.
Rms.1·
gramáriw
oducción
i
01rnee (Pans, 1 969) con ntr
de M ichel Foucault; en español. Dom�é. R. La
seneml y m�on(u/a de Por/ Roynl. Buenos Ai res. Eudeba; 1 97 1
1§:l 1 9
[ª�
estructura del signo y de l a comprensión divergente del conju nto de signos* . En
e! caso del pensamiento de Pei rce, consiste en una comprensión logic ista y prag­
mática 16 ; en cuanto al planteamiento saussureano, está fundado en un entendi­
miento li ngüístico-filosófic o del signo y sus interrelaciones de corte ideal ista.
La valoración saussureana del lenguaje como "el más difundido y el más complejo
de los sistemas de expresión" abrió la puerta a una suerte de predominio de la lingüística
por sobre la semiología, pues se consideraba, con Saussure, que la lingüística podía
llegar a funcionar como "el patrón gene ral de toda la semiología, aunque la lengua sea
sólo un sistema pru.ticular". Así, por citar una caso diferente de las co ntundentes
afirmaciones de R. Baithes en sus Elementos de Semiología, en un texto fechado en
1967, el semiólogo mgentino Eliseo Verán proponía que la teoría saussureana fuera
leída en el mismo nivel de importancia que la de Sigmund Freud o la de Karl Marx:
es más
existencia y su lugar está detenn inado de antemano. La ling�ístic� no
ra
descub
1ologia
11
s
la
que
leyes
Las
l.
genera
a
�
cienci
que una parte de esta
_ �
trará
encon
se
ser(m aplicables a la lingüística, y así es como la hngmst1ca
14
to de los hechos humanos.
\io-ada
� a un dornin io bien definido en el conjun
sus escritos come n­
S in embargo, el hecho es que, u nos años antes - aunque
Papers �J.Charles
zaron a public arse rec ién en 1 932 con el nombre de Collected
or de log1ca en la
Sanders Peirce - el filóso fo nortea mericano Ch. Peirce , profes
Unive rsidad J ohns Hopki ns de B altimorc, había afirmado:
"Por \o que sé, soy un adelantado en la tarea de dcspejar el t� rritorio
_
para abrir camino a lo que denomino Semiótica, es decir, la doctn� a de l a
_
_
naturaleza esencial y las variedades fu ndamentales de la sem1os1s posi­
ble", entendida ésta como "una acción, una influencia que sea, o involu� re,
una cooperación de tres elementos -como por ejemplo un sig no, su obJeto
y su interpretante-, una influencia tri-relativa que, en ningún caso, se pue­
de resol ver en una acción entre dos elernentos" 1 5 •
Cuando alguien, dentro de muchos años, escriba la historia del período
crucial en que se establecen definitivamente las ciencias sociales modernas,
tendrá, sin duda, mucho que decir de esa etapa privi legiada que fue la segunda
mitad del siglo XIX hasta los primeros años del XX. En no más de seis déca­
das y trnbajando en áreas y con ideologías muy diferentes. tres hombres esta­
blecen una solución de continuidad con su propia tradición científica e inician
perspectivas que, con el paso del tiempo y en una especie de progreso de
ampl i ficación, serán reconocidas como las que produjeron el "giro
copernicano" en cada uno de sus campos. La primera edición de El Capital de
Marx es de 1 867. Los estudios de Freud sobre la histeria aparecen por primera
vez en 1 895. Y ya en 1 878, Ferdinand de Saussure publica su Mémoire sur le
systeme primitifdes voyelles dans les lang ues indo-européen11es, que inicia la
modi ficación radical de los estudios sobre gramática comparada.[ ...} . El des­
tino póstumo de estos tres hombres dentro de sus campos científicos específi­
cos (no porcie1to fuera de ellos) es muy semejante: los desarrollos posteriores
han sido antes que nada un diálogo -no siempre pacífico- con lo que ellos
dijeron. Esta observación puede indicar hasta qué punto se remontan lejos los
antecedentes de lo que hoy, en los años sesenta, aparece corno el "boom" de la
comunicac ión, el estructuralisrno, la lingüística y la semiología17.
S ostengamos por lo pronto, entonces, que la búsqueda profunda de la funda­
.
ción de una ciencia específica de la tipología de los signos que p udiera ser ap li ­
cada a los conocimientos sociohumanísticos tanto como a los de carácter formal
comienza a desarrollarse desde finales del siglo XIX, con la obra de estos dos
grandes t�óricos. La sign ificación se convierte, desde entonces, �n el punto de
.
análisis en el que converge un conjunto de tendencias metod o l 6g1cas q ue bnn­
dan la orientación y los núcleos temáticos a pe rspectivas filosóficas, psicológi­
cas, sociológicas , antropológicas, etc ., del s iglo XX.
Esta concepción , aplicable a los saberes lógicos y lingüísticos, también s e
vuelve evidente en conocimientos acerca de la estructura y la función social Y,
sobre todo, de la psicología motivacional y de la psicología de masas Y esto,
tanto en los estudios europeos como en los norteamericanos.
En este punto conviene que antic ipemos , aunque sea provisoriamente, la opo­
s ición histórica y tradicional entre Semiolog ía y Semiótica que intentaremos
profu ndizar más adelante: se trata, básicamente, del diferente tratamiento de la
1 • D e Saussurc. F. Curso de U11giiísti1:c1 General. Buenos Aires. Losada; \ 96 1 . El lugar rrivilegiadode Saussu �e en
la concepción de la semiología ha sido señal ado, entre otros, por: Prieto, Luis. ''La Semiología'' �n: �l l..ens 11a1c.Lí1
Comimir.:ació11. Buenos Aires. Nueva Visión; 1 977; Vcrón, El íseo "Introducción: hacia una ciencia de la ¡;omu ­
nicación social'" en :AAVV. Leng@jc y c:o,;uuúcnción soci(I/. Buet1os Ai res, Nueva Visión, 1 968; Barthes,
Roland. "Elementos de Semiología". En: AAVV. l...íi semiología. Buenm Aires, 'ílempo Contemporáneo; 1 970.
Herwcniste. É111ilc. "Semiología de la lengua., en: Pro/Jle111as de ü.ngüísrica General /l. Madrid, Sig lo XXI;
1978.
Peircc. Ch. La Ciem:ia di! la !ú!m i(íticu. B uenos Aires. Nuev(l Visión; 1 974.
1
'
'
* No considcrnmos. po r tanto, otrns distinciones entre Semiología y Semiótica, como por ejemplo la prupuesrn por
Fforthe.s ( In Semiótica .,e ocupaiía de sistemas particulares y la Semiología sería la ciencia general) ni otras
ddi11icio11cs de Sellliología. como la de Grci mns que plantea que, corno ciencia de los signi ficnntes, sea distinguid de la Semántica o ciencia de los significc1dos.
_
1� El Ob�
J Cltvo central de Pe1rce es ex¡-il icarcómo se hc1cc posible cl conocimiento dc la realidnd. Tal como la filosofía
crítica de Kant y la filosofía del sentido común de Reid. l a teon·a de Peirce tr;:ita de conciliar dos tendencias
gnoscril ógicas upueslas: el realü1110, que sostiene la i nmediatez del conoci miento, y el i11Jere11cialis1110, que
subraya 1::i mediatezde todn percepción. Por lo tanto, para Peirce. los objetos no existen en sf y fuem de l proceso
de i.:o noc1 micnto si no e11 dicho proceso. De esto se desprende que toda renlidad es un signo,o.-mejor dicho. un
rroceso di n:'imico dc significación: "La única mnnera de dar cuentn del neto cognoscitivo consiste en reconocer
que la real idad y el con ocer se encuentran en un mismo universo, e� decir. que las cosas rea les son de naturaleza
cog niti va y. por ende, significativa... (Pei rce. Ch. Obra lógica - Semiótica. Madrid, Taurus; 1987).
1 Y
erón. E . " l ntnxlucción: hacia um1 ctencia de la comunicación sociul" en :AAV Y. Lenguaje y cormmicación
social. Buenos Aire:;, Nuevu Visión, 1 968.
1
(i,J 2 1
' l�. . :' :
'I
'
Para Saussure, el signo es u na entidad psíquica de dos caras íntima y recípro­
camente l igadas : el significante o "imagen acústica" y el sign(ficado o concep­
to; esta unión es arbitraria, es decir, no moti vad<:\ por ninguna razón natural o
lógica. El valor del signo -dado que la lengua es, antes que nada u n sistema­
surge de su ubicación en una estructura de relaciones binarias:
Peirce, que consideraba a la semiótica como la "ciencia formal de las condi­
ciones de verdad de las representaciones", apuntaba a aprehender la totalidad de
los procesos comprnmetidos en la determinación de las significaciones. Por esta
razón, su obra plantea una teoría de la simple presentación de las cosas -una
fenomenología que Peirce denominafaneroscopfa- antes de desarrollar la teoría
q ue concierne a las representaciones. Y por esta razón también, dentro de la
teor�a general de las representaciones, el signo lingüístico no ocupará ningún
.
l ugar especial .
La obra de Pe ircc se editó cerc a de veinte años des pué,-; que la de Saussure, en
forma fragme ntari a y con cierto desorden cronológico. Esta cuesti�n, sumada a la
amplia difusión de la obra de Saussure en Europa, instituyó a la lingüística como
ciencia piloto, no sólo de la semiótica sino de las ciencias humanas en general 1 8 .
S i bien es innegable la intención de l a semiótica en cuanto a constituirse
progrcsi varnente como disc ipl ina con estatuto propio -y como síntesis de apor­
tes tan diversos como los provenientes de la lóg ica, la li ngüística, las teorías de
los si stemas , algunas áreas de las matemáticas, el psicoanálisis, la sociología y
la antropología-, la discusión respecto de su carácter científico no está cerrada
en absoluto. Intentemos, por lo tanto, precisar cuál es el eje de esta discusión.
En la lengua sólo hay diferencias; [ ... ] un sistema lingüístico es una
serie de diferencias de sonidos combinadas con una serie de diferen­
cias de ideas; este enfrentamiento de cierto número de signos acústicos
con otros tanto,-: recortes realizados en la masa del pensamiento engen�
dra un sistema de valores; y csle sistema constituye el vínculo efectivo
entre los elementos fónicos y psíquicos en el interior de cada signo20 .
Para Saussure, este sistema de valores evoluciona en el tiempo (diacrónicamente)
bajo el efecto de una "fuerza social" ya que la lengua, "parte social del lenguaje" por contraposición al habla, que sería individual- "sólo existe en vi1tud de u na espe­
c ie de contrato entre .los miembros de la comunidad"2 1 •
El fo rmalismo que da origen a la sem iótica peirccana, en cambio, es básica­
mente trilldico: se encuentra constituido por tres elementos que mantienen rela­
ciones b inarias cuando se los considera de a dos "ignorando" el tercéro , pero
también -y fu ndamentalmente- que establecen una relación tal que uno de e l los
resulta de la unión de los otros dos :
2. ¿La semiótica es una ciencia?
Un Tercero es algo que siempre pone a un Pi 01ero en relación con un
Segundo. Un S igno es una clase de Tercero.
[ ... ] Defino al S igno como algo que es dcte nni nado en su cal idad de tal
por otra cosa. llamada su Ohj eto, y de modo tal que determina un efecto
sobre una persona, efecto que llamo su Intcrpretantc; vale decir que este
último es determinado por el Signo en forma med iata. [ ... ] Un S igno es
algo que está en relación con su Objeto. por u na pa11e, y con su Interpretante,
En térm inos de Prieto,
La semiología no se muestra como una fragmentación de conocim ien­
tos sino como una aclaración cóhcrente de los sistemas de comunicación Y
de sus consiguientes usos soc iales.
i,
Sin embargo, es difíci l presentar una caracterización unánime acerca de lo
que es la semiótica, porque el acuerdo se halla en una defi nic ión - "teorí a o
discip lina de los signos"- que transfiere al concepto de "signo" nuevos � ro bl� ­
_
mas de defin ición. Dicho de otro modo: nos encontramos con que las d1sc1plt­
nas di fieren según el contenido pri mero atribuido al término "signo".
1;
11 A ¡x:sa1· del 01igcn históriw diferente de los términos scmio/ogfn y semiótica, cada vez que debamos referir­
nos n esta ciencia en general adoprnrcrnos el ténnino stmihítica como equivalente de scmiolog(a para atener­
nos a 111 cnita constitutiva de In l ntemational Association for Semiotic Studies- Associatíon lntcmationalc de
Sémintique, 1 969. En cnrnhio, cuando hagamos referenci a a \as concepciones de los di l'ercntes estudinsos de
esta disciplina 1nnntendremos lns denominaciones qut! ellos mismos han empicado.
1� Prieto, L. "Semiología de la connotación" en : Pertine11cio y Práctiw. Barce lona, Gustavo Gíli; 1 977. PP
59 " 73
'
,,
iii Snussurc, F Curso de Lingüística Ge11eral. Rucnos Aires, Los;J.dn; 1 96 1
11 Saussurc. F. Cw·.rn de Ling iiístiw General. Buenos A i res. Losada; 1 96 \ . Desde \[I perspectiva, qLic
abordamos aquí, importa señalar que la conceptual ización saussureana de los hechos de lengua sólo
hace intervenir a l a socicOad desde afuao del modelo, a modo de una fuerza que la modi fica sin alterar
sus curucteríst icas formules: seguirnos l as consideraciones i11iciadas por lbjti n (Estérirn de la cmación
Ferbal. Méx ico, Sigl o X X I ; 1 985) y Vo loshinov (El sig 110 ideoMg ico y lafilo.wjta del le11guaje, B uenos
A i res. Nueva Vi sión; 1 976) en la décadu de 1 920, según las cuales la di mensión social es constitutiv:1 de
la l engua y que, por In tanto. debe ser integrada en todo i ntento formali7.ado de descri pci6n. La iclca
s,rn:;:;un.:a na de "contrato" en tre los individuos h::iblantt!S, del mismo modo que el concepto de la lengua
como "tesoro dt!posiwdn pnr 13 práctica del habla en los sujetos que pertenecen a la misma cnmu11id:1_e l'"
ocu l ta las determi naciones sociales que implican enormes des igual dades en la adquisición de la lcngu;t.
(RmmJicu, P. ¿ Qué úg mjica !w/J/cir? . Madrid. Aka!; 1 985)
G;:l 23
·r
,.:.._.'_·.·,)t,: �
. '!,'..,. �" '
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•
·.
•'
1
i
que considera que la lingüística es una parte de la semiología entendida como
"la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social'': en
tanto extiende el modelo lingüístico -binario o dicotómico- a todos los otros
s i s te mas de sig n os c reados por el h o m bre, podría ser denomi n ad a
"se miolingüística". Dentro d e l a con formación de esta concepción cobra espe­
cial i mportancia la obra del lingüi sta danés Louis Hjelmslev ( ! 899- 1 963)".
por otra, de modo tal que coloca al lnterpretante en relación con el O�jeto,
siendo esa relación correspondiente a la que el s igno tiene con el mismo
Objeto22 .
Es necesario que aceptemos, entonces, el carácter necesarimn� nte complejo y
.
polémico que implica cualquier tentativa de delimitació � y orga111zac1ón del cam­
po semi ótico. El signo lingüístico ocupa un lugar tan 1 �port�nt� � tanto por su
posición en el campo semiótico como desde el punto de v1sla h1stonco� q �<: � ara
_
.
algunos autores la ex istencia de la semiótica estaría supeditada a la de la lmgu1st1ca:
Así, \a semiología está quizá destinada a absorberse en una trans­
fingii{stica, cuya materia será ya el mito, el relato, el artículo pcri�dístico,
_
en una palabra, todos los conjuntos s igni ficantes cuya matena pnm� es el
lenguaje articulado, ya los obj"etos de nuestra civil ización en la � ed1da en
que sot1 hablados (a través de la prensa, el catálogo, el rcportaJ�•- la con­
versación y quizá el lenguaje interior mismo, de orden fantasmat1co). En
suma, es necesario admitir desde ahora la posibilidad de in vertir algún día
!a propos ición de Saussure: la lingüística no es una parte, ni siquiera p ri vi ­
legiada, de \a ciencia general tk los signos; es la semiología la que es una
parte de \a l ingüística, prec isamente esa parte que se haría cargo de las
gmndes unidades significantes del discurso2' .
l
.; , i
1 11
.,
,,
1
i
-La concepción peirceana que, sin tener en cuenta como a priori la importan­
c i a de los signos lingüísticos, analiza todos los fenómenos de la significación
desde u n a perspectiva triádica, esto es, reconociendo la cooperación de tres
i11 ...,urn c i as: el representante (o signo propiamente dicho), el objeto (lo repreSen­
tado, aquello que el signo representa) y el interpretantc (un nuevo signo que se
genera en el intérprete, considerado como portador de los hábitos interpretati vos
de u na dete�minada comunidad)25 .
:
Aquí preferimos ser cautelosos: s i adoptamos e l punto d e vista de la soc iolo­
gía de la clencia deberemos admitir que la semiótica, en tanto d1sc1� lma, se
_ _
encuentra aún en proceso de constitución y esto, no sólo por la di ferencia 0�·1g1nal en cu anto a l a concepción del signo, sino también porque la comu111dad
c i en tífica no ha alcanzado todavía un acuerdo respecto a un ohjeto de conocimiento que permita unificar las problemáticas.
Las principales concepciones que resultan opuestas en cuanto a la considera­
ción del objeto de la semiótica son las sigu ientes:
-La concepción que proviene del desarrollo de los planteos saussureanos Y
1
Pcircc. Ch. ¡11 Ciencia de ta Sem iótica. Buenos A i res, Nuev::i Visión; ! 974; pp. 92-93. Consi �eramos
leer a lo larno
de los lt::n6rne­
l)asible
·
"' de la compleja y oscurri obra de Peircc una considerac ión· dia\éclica
. ·
nos de si!!ni ficación. Atender a dichos fenómenos impl ica dialecti::.c1r las re!ac1oncs b 1 nanas que n,a 11t1e
_
_
nen los elementos opuestos, situarlos en la hi storin de la sociedad para articular!os con l as purtic:l:ricl
�)"
_
_
des de la cxperienciu. En el plano formul. la tríada aparece corno el rnstrumento que permite 1 esol vc1
j
dialéc1 icc11nente las antinomias de los modelos binarios.
,.1 Rarthcs. R; Brcrnond. c., Todorov. T. y Mctz, C. La Semiología. ílucnos Aires, Ttcmpo Contempornnco .
1 974. Lit edición origioal, que dnta de 1 964, incl uye el urtfculo l:; /eme111os de semiolog ía, sin duda el
mús iri rluycnle dentro de la concepción semio l i ngliística
1;
'
1 :.
-La concepción que se limita a analizar aquel los sistemas de signos institui­
dos por la práctica social y no-lingüísticos (señales de tránsito, señales .milita­
res, escudos, insignias, etc.). Sus principales representantes son Eric B uyssens,
Luis Prieto y Georges Mounin. Lo restringido del objeto de estudio hace que el
desarrollo de esta concepción se encuen tre prácticamente agotado26 .
-Las concepciones cul turales que consideran que cada sociedad, a phrtir de
la creación de su lengua, constituye no sólo un uso particular del lengu aje sino,
sobre todo. unos modelos simbó licos sobre los que se funda un segu ndo nive l :
P¡¡rn Hj e!mslev (Prvfegóme,ws a 1111a teoría del /eniuaje. Madrid, Grcdos; 1 97 1 ), I n lengua es una red
de !"unciones semiót icas. Su aporte fu ndnmcntnl co11Sisle en In concepción de una tcoríu del signo que,
por un lado, no l i mita a signos míni mos (palabras) l a di mensión de l as unidades significantes: por
otro. introduce la di ferenc i a entre fimna y susra11cia en las dos caras -s ignificante y signi ficado- del
s igno smrnsurcano. El signo hjc l m.� leviano consi ste l!TI !a unidad bi nari;.1 de lafor1110 del co11te11ido y la
_
Jomw de la ex111-e.1·ión , unidad estahlccid::i por u n lazo sol idario deno mi nndo "función semióticu".
S11sta11cic1 del cmurm ido (pensa miento) y mstancia de la expresión (cndena fónica) depen den excl usi ­
v:i mcntc de l:1 l"orma y, ror lo tmHo, no tienen exi stenci a autónoma: l a función semiótica impone unfl
1·orma en cada uno de sus dos functivoS, el contenido y la expresi ón. El po stulado del homomorfi smo
en t re el plano de la expresión y el plano del contenido posibil ita u na semántica mediante la si mple
tr;insrt:rencia de las d istancias d i ferenciales comprobadas en el plnno de la expresión a l pl ano del
con tenido. De esta forma, la materi al idnd de! significante gurantiza una definición posi ti va y objc ti va
del sign i ficado.
11
Pcircc. Charles. Ohm lógico- semiótica. Mad r"i.� . Tnurus: 1 987 .
·¡� Prieto, L. "La Semiología" en : A /\VV. El le11g11aje. U/ Comw1icació11. Buenos Aires, Nuevn Visi ón ;
1 97:1 Y Menso}es y seiiales. Barcelona, Sei x Barrn l ; 1 976; Uuyssens. E. les /wzgages et le.r discoHrs.
Brnselas; 1 943: Moun i n , G. /11trod11crio1J C/ !t1 sémiologi!i. Paris, Mi nuit; 1 970 y "Les systemes de
wrnmun icatinn non l i ngü istiq1 1cs et lcur place chrns la vic du vingtiCmc siecle ". fl¡¡/ferin rle !t1 Sor:iti11i
de Lingiii.wique de /'aris. L I Y; 1 959.
i•
� 25
,r- · -
e es
la organ izac ión de ese sis tema qu
el de los valo res, sus reglas y sus normas;
a al modo de una lengua- comie nza
la cu l tu ra -opu esta a la natu rale za y concebid
estu dio perm itirí a establec er u na
a partir de la con stru cció n de reglas cuy o
inve stigaciones llevadas a cabo en este
tipo logí a de las cult uras . Las principales
27
sentido son las de la Escu ela de Tartu •
lir la separac ión entre ciencias sociales
-Las con cepc ione s que tien den a �bo
ticos, fitosemióticos, de semiótica mé­
y naturales a parti r de estudios zooscmió
ría validez en el se no de una filos ofí a
dica, etc. El p royec to s emiótico sólo tend
.
ser redu cido al estado de "perspect iv a"
de la natu ralez a; por cons igui ente , debe
y
nto
Toro
de
o
e n el Círc ulo Sem iótic
El núcl eo de estas investigaciones.se halla
Sebeock.
T.
es
s
ante
u no de sus prin cipales represent
ar, a partir del estudio sem iótico de
-Las concepci ones que intentan desarroll
a general de \os s istema s y los procesos
l as pasi ones y emocion es, una disc iplin
arse de la sist_emati zación de las p a­
de sign ificació n; la semiótica podría ocup
tenc ia de un texto de las pasi ones que
sion es en l a medida en que postule la exis
to de u n a gramática p rofu nda ; la p ro­
preceda a su enun ciación y pueda ser obje
e en la puest a en di s curso por medio
fu ndidad del sujeto alcanzaría la superfici
liega n en un recorrido ge nerati vo . E l
de ciertas regl as de producci ón que se desp
ado p o r un cruc e d e con dici one s y
text o de las pas ione s estaría con form
res y determinados p aradi g mas histó­
precond icion es epistemo lógic as part icula
an
os inve stigadores de es ta líne a son Herm
rico- cultu ra les . Los más destacad
28 •
Parret, A. Greimas y Paolo Fabri
tantos territorios -zoo sem iótic a, coUmberto Eco, después de repasar los
11 "l , .. ] En su funcionamiento histórico rea\, las len guas y las culturas son i ndivisibles: no es admisible In
existencia de una leng ua que no esté inmersa en un contexto cultural . ni de una cultura que no poseu en
su p ro p io ccntrn tma estructura del Li po de \a de una lcngua. l--- 1 El "trabajo" fundamental de \a cu\lurn
( ... ] consiste en organizar estructuralmente el mundo que roden al hombre. Ln cultura es un generador de
cstructurcllidnd. \ ... ] Ahora bien. para cumplir esta tarea, la cultura ha de tener en su interior un "dis po­
sit i vo cstercoti pizador" estructura\ , cuya fu nción es desarrollada j ustamente p or el lenguaj e natural; y es
esto lo que pro porciona a los miembros del gru po social e\ sentido intuitivo de lü cstructura\id::id. [ .. . ]
Nosotros entendemos n \a cultura como memoria 110 herediwria de la colectil'idad, expresada en un
sistema determinado de p rohibiciones y prescri pciones. [ ... ] La deftnción p lantea, en ténni n os generales,
el problema del sistema de reglas semióticas según !as ctwlcs l a experiencia de vida del género hu mano
se hace cultura: rcg!ns q ue. a su vez, pueden ser trntadas precisnmentc como un prog rama". (Lotman, J . y
Uspcnskij . B. º'El mecanismo semiótico de \a cultura" en: Lotman, J. y Escuela de Tnrtu, Semiótica de
la wlrw·a . Madrid. Cátedra: 1 978; pp . 70-72).
" Pan·et. H. La ¡iasiones. E11.myo sobre la ¡mesia en dist:urso de lo subjetividad. Buenos Aires. Edicial ;
1 99 5 y De Id sc111ióticn a la estética. Emmciacüín, .nms(icián, ¡,c1.l'io11es. Buenos Ai res, Edicial; 1 995,
Fabri. P. Tácticas de los signos. Barcelona. Gcdisa ; \ 995. , Grcimas, A ..I y Fontanil\e. J. Semiótica de las
¡ws11me.1· . De los estados de cosas a los estados de ánimo. México. Si glo XXI; \ 994.
26 �
.
, .
municació n táctil ' e0, ct1· 0o 0s. de1 gus to, paralmgüist1ca
, · y
' sémiótica médica , e·mes1ca
.
.
, .
proxem1ca: 1 cnguaJes
• · , fonnahzados, sistemas musicales, lenguas naturales comuni
ca ;. ones visuales, gramáticas textual es, tipologías de las culturas, c�1��nicació�
�
es et1ca, comumcac1ones de masa- que invaden el dominio semio'u·co , argumenta:
· ·
-, [ . . .] Podría parecer
_ , que , si el. d omm10 sem1ot1co es el que acabamos de
_
_
d r m r, la scm 1_6t1ca es una disciplina de ambiciones i mperiali stas inso: ��
P _ !_ta es, que ·t1ende a ocuparse de todo aquello de lo que en épocas
d 1 f erentes y con _ me't ºdos ct·istmtos,
·
se han ocupado las ciencias naturales
. humanas.
. Ias
· ciencias
O l·1s
� · 11·am,IC
_Pero ��l i_near un_ do.� inio de temas en que se presta atención o vigi­
_ no �1gn1 hca confeccionar la lista definitiva de los probl . .
l,mc1a
sem 1 ot1ca
_
nas sob 1 e l os que solo la semiótica puede dar una respuesta. Por tanto :e
:
o qu � se tr�ta es de ver qt�e, en dicho dominio de intereses (comune¡ en
.
una observación
tantos sentidos a otras discipli n a5) , pue d e eJercerse
_sen . , 1ca
. . . 1e acu.e -c o con sus propias nwdalidades. y así resulta que el
��
�t ;
pro ema el domm10 remite al de la teoría o del sistema categorial un ifi­
c�do de�de e �:� punto de vista todos los problemas enumerados pueden
tiatarsc scm1 0t1camente' 2'i_
Los análisis s � mi ót icos, por lo tanto, deberían ser situados en el marco de
_
_
u �� epzstemologia cuyo objeto consistiría en la elaboración de una codiijiica_
c10n ex,zaustlva de [oi;
compl e1os
· contem'dos que p resentan las múltiples }Or•
- ,
,
. ;+,·1cacwn
mas de s1gm
y/o
comuni
·
+ ,
l·a cion,
ienomenos
cuyos efectos sociales cu l.1
·•.
�
,
.
,
.
tu1 ales y ps1co log1cos condicionan el sentido hi stórico de hs
' soeiedade s con­
.
temporaneas . En º tr- as pa1abras : consideramos que l a teoría de lo'S sianos y la
,
.,
sigm· r1cac10 � tendna que s � r �ncuadrada dentro de la evolución act:al de las
.
_
1e nc1as socia�es , con el obJettvo último de descodificar los sistemas general "'S
�
c estructur�c1ón del significado, de la subsigni ficación, de la in fon�ación 'y �a,
Co mu mcac1on.
S �n embargo , a pes ar de sus c ien años de historia y salvo algunas.. poc'·1s ex ,
cepc10nes ' la se mmtica
· · sigue
·
debatiéndose entre dos posibilidades: partir de
l s�gn�s
.
en general pa �a encontrar entre e llos el lugar de los signos lingüísticos
.
(�e; c amino que torna Pe 1 rce) aun e u.tn
. d e. 5, los signos revelen niveles de impor_
..
,
.
tan cia
· , ei 1· r·ci_entes y parttr de lm·· ·.,ignos ¡-mgutsltcos
para estudiar los demás
.
.
.
5 IS
�. .' que propone� S·aussurt:
.. ( e,1 camino
' "'), c on e l nesgo de unponcr . a fenóme· te, mas
, .
.
.
nos d·r
I erentes un modelo lin º
aliísti co que ter nuna por reducir l a semtotica a un
°
e
::-::----------
¡,, Eco , U . Tmtado de semirítica general
- · México . N ucva 1 magcn; 1 978: pp . 4 1 -42.
� 27
·':1.c to de re-denominación (en efecto, aplicar l as categorías de "sig_nificante"_ o
. . ¡··1ca d o " a , por cJ· emplo un hecho sacra
· ¡ no cons1·1' uye de mastudo prog, e" s1gni
·so para el conocimiento semiótico).
·
Podríamos preguntarnos cuáles son los motivos d e es ta .d1·.r·1cu 1 tad· S egun
.
· d unB envemsle ( 1 969) , se tr·ata fundamentalme nte de un "princrp1 0 de no-re
danc ia" entre s istemas semióticos:
de la significación lingüística a partir de la cual reemplazará subrepticiamente su
verdadero objeto� 2 - En este sentido, puede afirmarse que las trabas para la construc­
ción de la semiótica como ciencia se hallan, no sólo en la falta de acuerdo respecto
a la delimitación del objeto sino, además, a nivel de su metalenguaje, que no puede
sino valerse de Jo verbal para expresar los resultados de las investigaciones.
Para algunos segui dores de la teoría peirceana, en cambio, la lingüística se ha
erigido en ciencia piloto de las ciencias humanas por razones fundamentalmen­
te hi stóricas que h abrían determinado la concepción del lenguaje verbal como
único sistema capaz de traducir signos de otros sistemas (y nunca a la inversa) .
El desarrollo de las "min isemióticas" no lingüísticas3:1 o de los estudios que
explícitamente sólo consideran objetos "convertidos en lenguajc" 34 se explica­
ría a partir de ese "revestim iento" de los conceptos surgidos de la lingüística y
de una de sus extensi ones naturales: la narratología.
Dado que el conocimiento de los fenómenos lingüísticos ha progresado mu­
cho en relación con el de los fenómenos no lingüísticos, se habría generado un
"desfase epistemológico" tal, que cualquier modelización producida por una
semiótica general aparecería, en cierto modo, como en retroceso desde el punto
de vista de su poder explicativo. Retomar el enfoque peirceano, sin embargo, se
presenta como una po�ibil idad de definir al signo independientemente de cual­
quier especificidad y de abrir el camino hacia una semiótica general:
L
decirse "la
N 0 I1 ay "si nonimia" entre s istemas semióticos; no puede
·
miStTI''t cosa" medi ante ta palabra y la rn'ú sica, que son s1ste�as. de funda
. · que ct os SI,;,· 0 re1nas
cos de tipo
_ semióti
mento diferente. Esto equi· vale a dec1r
diferente no pueden ser mutuamente convertibles. E,n el caso cita_�º· la
alabra y la música tienen por cie1to un rasgo en comun: la p roduccmn de
.
son
p, i d O's y el hecho de dirigirse al oído ; pero este nexo no prevalece an �e la
.
·
diferem.:ia de n aturaleza entre sus un1dad�s. �esp ect1vas
� en tre sus ttpos
de funcionamiento ( ... ] . así, la no convert1b1l idad e� tre sistemas d.e: bases
d ·1 t·e1.en 1es es la razo'n de la no redundancia en el universo de los sistemas
. •
·
de signos. El hombre no dispone de varios sistemas d1stmtos para la nus•
,na relación de sign ific ación )º .
.
· 1e par.a explicar el lugar particular de
El
, Ot[·o '·irgumento que esgnme Benvcms
.
verb·al
la lingüística en el seno de la semiótica es el hecho de que so' 1o e l lenguaie
.
tanto
refenrse
de
· 1,a capacidad
posea la característica de la secund· an.dcul, es dec1r,
�
.
a los mismos signos que lo constituyen como a otros sistemas de signos .
[ .. . ] No puede extraerse de l a géneSis de una disci plina relativa a una
clase pat1icu lar de sigrios, un pri ncipio jerárquico que permita legislar acerca
ele la clase de todos los si gnos . Convendría, entonces, l i mitar las concep­
ciones sem ioli ngüísticas de la semi ótica a los campos en los que es real-
A! rnenos una cosa es segura: ninguna semiología del _ so � ido, del CO·
,
lor de \a imagen , se fonnulara en som·ct os, en colores , en 1magenes. Toda
. .,
.
de u n sisterna no- l ingüístico tiene que recurnr a 1 � me� rnc,on
·sei�io\ooía
0
•
·
,
•
de la lengua; por lo tanto, no puede existir m as qu e por \a scm1olog1a de la
lengua y en el l a3 1 •
El problema no s urgiría entonces, de la ausencia de un sentido no � ing üí� tico
-que lógicamente cx. i ste- sino del hecho de que � ólo sea posible ref� nrse a � ¡ en
_
términos lingüísticos, lo que implica la rncapac1dad de aprehe �d_er lo que _tiene
_
_
de específico el sentido no lingü ístico. Toda se11110\ogrn constn11da a pa� tl: �el
lenguaje verbal debe renunc iar al estudio del pr�blem a central de c�alqu 1et .s ts__
_
_
solamente
: se ocupara
. , · , es. dec ·lt,. a1 probl em,a de la s-ign iticacwn
tema sem1otico
J,
L
.
;¡¡ i
11
Benvenistc, É. "Scmiologfo de la lengua" en: P'·vbi,,,,,1s J11 Lingüística Ge11eml 11. Madrid, Siglo XX!;
1 977: pp. 56-57.
Benvcniste. É. "Scmiolugíu de la lengua" en: ,-",vbl,,,,,,., ,¡,,� Lil tgiiú-tica General /f. M adrid. Siglo X X ! ;
1 977: pp. 63 -64.
28 i;;,=l
El concepto de sig11{ficc1cir)11 fue definido por Saussure respecto u! signo lingüístico como la rel ación
i ndisoluble que une al s igni licunte con el signi ficado.
.1.1 La Escuela de Prtrís. cuyo representante más destacado es A.J. Greimas, realiza u na síntesis de aportes
Uifcrentcs pero siempre basados sobre el binarismo l i ngüístico (Saussure- Hj clmslcv) y sus extensiones
c11 la sociología (Lévy-Strauss, "socioscmiol ogía" de Rarthes) y en la etnologín. El método, referencia
obl igaUa para cualquier estudio nam1tulógico, se propone constru ir una teoría de la signi ficación sobre
In hrt.�c de u nn configuración de rnsgos si mples -o "cuadrado semiótico"- con una perspectiva generativa;
mediante sucesi vas expansiones. el modelo "constitucional" deberíu dar cuenta de la ma11i fcstació11 de
todus los discursos en un sistema daUo de signos. Si bien en el terreno de la narratología el proyecto
grei masi,1110 logró demostrar su rigor y su val idez crítica. encuen tra limitaciones en los sistemas no
l i ngüísticos. (Consulte, por ejemplo. Greimas, A.J. La semióúca del texto: eje1dcios prcícticw:. A,uílisis
de 1111 c11e1J/o de Maupas.wnr. Barcelona, Paidós; 1 983).
En F;/ Sis1,•11w de la Modo (Rarcclona, Gustavo Gi li; 1 978) Rol and Aarthes ( t 967) observa que, nnalíti ­
tilmcntc. se pod1ü tomar cumo objeto al vestido real, al vestido imagen y al vestido escrito. De entre
estos 1res modos Bai-thes opta por el análisis se miológic o -l a es tructura de l os signos y las reglas
termi nológicas- de cor'tc l i ngilístico (lengua/ habla= vestido/traje; pruebas de conmutación, etc) del
i magi nnrio colecti vo del vestido escrito. Lo interno -es Uccir, nu retener ni ngún otro material que la
palabrn q tie nos transmite lc1 revista de moda- desplaza al anál i sis sociológico.
)J
1-1
mente operativa y buscar las articulac iones entre esos campos Y una
semiótica general que proponga como princ ipio no privilegiar ningún sis­
tema de signos, aun cuando éstos sean tan importantes como las lenguas
naturales, de manera que todos los signos, lingüísticos y no lingüísticos,
tengan el m ismo estatuto teórico35 .
· Qué i mplicaría una teoría semiótica ge neral? ¿Cuáles han sido los intentos
par� formalizada? ¿Cu áles son las condiciones necesar� as para su de� arrollo?
¿Es que sólo existen sem ióticas particulares? Veamos s1 podemos arnmar u na
respuesta a estos interrogantes.
3 . La teoría semiótica general
'¡ i
Una teoría semiótica general debería poder demostrar que, independiente­
mente de la diversidad y . las diferencias en aparie ncia irreductibles sobre las
cuales se funda la noción de "sistemas de signos", existe una perspectiva teórica
u nificadora que otorga a cada tipo de signo, sea cual fuera el campo de las p rác ­
ticas sociales con el que se v incula, el mismo estatuto teórico. Dicho de o tro
modo: la constitución de una semiótica general debería superar las diferencias
constatadas en el campo de los fenómenos de la representación y la sign ifica­
ción, diferenc ias que compartimentan dichos fenómenos en clases que parecen
no tener pu ntos de intersección.
Desde una perspectiva pcirceana, Marty y Marty argumentan al resp ecto q ue
t ... ] existe signi ficación desde el momento en que alguna cosa vale no para
el la misma, sino par.1 otra. Dicho con más precisión, su fenomenolog�a -es
decir, el efecto que su percepción produce aquí y ahora en una mente- mt�o­
ducc en esa m isma mente la fenomenología de otro objeto (que, necesana�
mente, está lalente en esa mente). El criterio de delimitación del campo de los
fenómenos estudiados por una semiótica general no puede ser más que éste:
¿hay una o dos fenomenologías de objeto en la experiencia vivida por un
sujeto? Entonces, una semiótica general aparecerá en piincipio como el estu­
dio de una relación entre dos fenomenologías. De esto se desprende que hay
que recurrir a una descripción de los fenómenos "ordinarios" -es decir, aque­
l los en que los objetos percibidos sólo valen pam ellos mismos-. Esta descrip­
ción deberá explicitar e l ''acoplamiento" de esas dos fenomenologías que se
encuentran en todo fr;tem·a semiótico. Queda por precisar el contenido del
término "mente", lleno de connotaciones di versas. Deberemos considerarlo
'i
.11
Mrirty, R. y Marty, C. La semió tica. 9Y respuestas. Buenos Aires, Edicin l ; J 995: pp. 25-26.
sólo en su probada capacidad para establecer, en condiciones históricamente
determ inadas, correspondencias entre fenomenologías ele objetos. Deberá ser,
a la vez. particu lar -puesto que deberemos describir co1Tespondencia,;; efecti­
vamente establecidas por un sujeto dado en un instante dado- y universal puesto que las significaciones son "mundanas", es decir "producidas en el
mu ndo"-. En fin, si enumeramos los campos del saber que deberán cooperar
en una semiótica general, encontraremos una teoría de la percepción, una
fenomenología ele los fenómenos "ordinarios" y una modelización del intér­
prete en función de su relación con el mundo* .
Consideramos que el Tratado de Semiótica General d e Umberto Eco consti­
tuye un verdadero punto de inflexión en la búsqueda de una teoría semiótica
unificada J6• La i mportancia de l planteo de Eco radica en el hecho de constitu ir
l a primera tentativa de sintetizar los temas fundamentales de la seraj-ó tica a par. ·
tir de considerarla una ciencia .
La semiótica, entendida como ciencia del estudio general de " la� funciones
semióticas desde el punto de vista de sistemas subyacentes relacionados por
u no o más códigos" , presenta -como toda teoría- unos límites relativos a su cam­
po de in vestigación. Eco demarca, por un lado, .los límites naturales.-'-determina­
dos por el objeto de la di scipl ina- y, por otro, los políticos -establecidos según
acuerdos transitorios- que son de tres tipos : los lími tes académicos (otras discipli­
nas han desarrollado investigaciones que el scmiólogo debe rcconoc_9r den tro de
su área; por ejemplo, la lógica formal y la semántica filosófica se han ocupado del
valor de verdad de los enu nciados y de los diferentes tipo s de acto s de habla), los
cooperativos ( varias disciplinas han elaborado teorías o descripciones típicamen­
te semióticas; por ejemplo, la lingüística y la teoría de la información han plantea­
do el concepto de "código") y los empírico.v (existen fenóme nos todavía no anali­
zados o anal izados de un modo preliminar; por ejemplo , los objetos de uso).
Estos lími tes plantean el problema de la definición de la se miótica : ¿se trata
de un dominio o de una disciplina ?. En principio, la semiótica parece presentar­
se como proyecto de una disciplina, precisamente de la d isciplina que se ocupa
de los signos. Ahora bien , como el signo puede ser definido como el sustituto
sign ificante de cualquier cosa, inéluso de alguna cosa que no existe,
la sem iótica es, en principio, la d i sc ip lina que estudia todo lo que pue­
de usarse para mentir. Si una cosa no puede usarse para mentir, tampoco
.
:. Marty, R. Y Milrty. C. W _ �·e_111iOrica, 99 res1¡wi.1·1as. Buenos Ai rc.s, Edici,1 1 ; 1 995 : pp. 39-40
Eco, U . Trmadu de Sr:1111ot1ca Gcneml. l3 arcelona, Lumen; 1 9 8 1 . (Edic. original: ! 9 76). Otro i ntcntri
parn alcan;,,;ll' una teoría semiótica uni tlcncla se encuentra en ffo l l iday. M.J\. K. El lcn,-:uaje como scmirítica
socwl. México, F.C.E.: 1 982.
� 3l
.· 1
. ;..C:,.-.j
Definamos, entonces, un proceso comunicativo como el paso de una
Señal (lo que no implica necesariamente 'un signo') desde una Fuente, a
través de un Transmisor, a lo largo ele un Canal, hasta un Destinatario (o
pu nto de destino).
En un proceso entre una máquina y otra, la señal no tiene capacidad
'sign i ficante' alguna [ .. ]. En tal caso no hay comun icación, aún cuando se
pueda deci r efectivamente qut: hay paso de información . En cambio, cuando
el destinatario es un ser humano (y no es necesario que la fuente sea tam­
bién un ser hu mano con tal de que emita una señal de acuerdo con reglas
conoc idas por el destinatario hu mano), estarnos ante un proceso de comu­
nicación, siempre que la señal no se l imite a funcionar como simple estí­
mulo, y que solicite una respuesta interpretativa del destinatario.
El proceso de comunicación se verifica sólo cuando exi ste un código.
Un cód igo es un sistema de significación que reúne entidades presentes y
entidades ausentes . Siempre que una cosa materialmente presente a la
percepción del destinatario representa a otra cosa a paitir de reglas subya­
cen tes, hay significación. [ ...] Un sistema de significación es una cons­
trucción semiótica autónoma que posee modalidades de existencia total­
mente abstractas, independientes d� cualquier posible acto de comunica­
ción que las actual ice3Y.
puede usarse para decir la verdad : en realidad , no puede usarse para decir
nada.
La definición de "teoría de la mentira" podría representar un programa
satisfactorio para una semiótica generar11 •
La "capacidad de mentir" conduce a otra consideración: si .la semiótica fuera
un dominio de estudios, un repertorio de intereses todavía no unificado y, q ui ­
zás no de l todo unificablc, los estudios semióticos se justificarían por el simple
hec ho de existir, y sería posible extrapolar una defi n ición de la discip l i n a
semiótica extrayendo de una serie unificable de tendencias un modelo de inves­
tigac ión unificado. Eco propone, entonces, conjug ar el dominio y la disciplina:
1
Indudablemente, no se puede hacer investigación teórica sin tener el
valor de propo ner una teoría y, por consigu iente, un model o elemental
que guíe la exposición posterior. No obstante, cualquier in vestigación teó­
rica debe tener e l valor de especificar sus propias contradicciones, vol­
v iéndolas explíc itas en los casos en que no se revelen a pri rnera vista. Por
tanto, ante todo deberemos considerar e\ dorninio semiótico tal como apa­
rece hoy, en la variedad y en el propio desorden de sus formas; y as í será
pos i ble proponer u n modelo de invest i gación aparentemente reducido a
los térmi nos mínimos. Hecho esto, deberemos i mpugnar constantemente
dicho modelo, revelando todos los fenómenos que no se adapten a él,
obl igándÜlo, por tanto, a reestructurarse y a ampliarse3 �.
De este modo, Eco trata de sintetizar las teorías semióticas propuestas por
Saussurc y Pcirce con el modelo cibernético de transmisión de información. El
anál isis del "código" se presenta como el núcleo de lo que podría ser una teoría
semiótica unificada. Sobre este concepto, Eco señala una variedad cte posibili­
dades de definición :
'
'i !
Para Eco, que sigue a Peirce, la semiótica debe atender a cualquier cuestión
que pueda cons iderarse como "signo", entendiendo por tal a "cualq u ier cosa
que esté en lugar de otra". Desde esta perspectiva, el domi nio de la semiótica
será el estudio de los procesos culturales considerados como procesos de co­
municación, procesos en los cuales parece subsistir subyaccntemente un siste­
ma ele sir.J i li{icación. Los sistemas subyacentes podrían rel acionarse, entonces,
por medio ·de u no o más códigos, a partir de lo cu ales < la semiótica �e la
. .
significación desarrollaría una teoría ele los códigos mientras que la semwtLca
de fc1 comunicación desembocaría en una teoría de la p roducción de sign os.
La semiót ica estud ia todos los procesos culturales como procésos de
comwúcación. Y, sin embargo, cada uno de dichos procesos parece sub­
s ist ir sólo porque por debaj o de ellos se establece un sistema de significa ­
ció11. ( . . }
Eco. U . Trottulu de Si!miótica Cenerú.l. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 30-3 1 .
-" Eco. U . Tratado de Semiótica Gc11eml. Barcelonn, LLimcn; 1 98 1 : rr. 32-33.
.1 1
32 �
a) el código puede ser una serie de señales reguladas por leyes combinatorias
in ternas, como un sistema sintáctico .
b) también cons iste en un conjunto de contenidos de una posible comunica­
ción ; es decir, en un sistema semántico.
c) habría que considerar al código como una serie de posibles respuestas de
com portamiento por parte de u n destinatario.
d) ante todo, el código sería una regla general que asocia elementos: señales,
contenidos y posib.Ies respuestas.
. 1
Para evitar toda una serie de equívocos teóricos [. . . ], hay que distin­
guir siempre a qué tipo de cód igo nos referimos . Por lo tanto, vamos a
w
. Eco. U . Tmtado rfo Semidtica General. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 34-35. Cfr. esta posi ción de E<.:o
con el planteo de Lotman y la escueln de Tartu en S1m1.iótica de la Culrnra. Madrid, Cátedra; 1 978.
� 33
i--·
mente �n solo sign i fi cante transmite contenidos d i ferentes y relac l o nd. d os
entre 51 y que ' por t·anto, 1o que se llama 'mensaje' es ' la mayor',a de 1 as
.
veces. , un t ex to cuy� contenido es u n discurso a vari os n iveles.
" [_ ... ] C ��nd� se dice que la expres ión /estrel la de la .tarde/ denota cierto
.
.
o bJeto fis1co grande y de fonna es f'enea,
que VJaJ a por el espacio a
.'
.
m i l l ones de •�li las de la Tierra, habría que dec i r en realidad , que la cxpre.,
r :t::�1ló n denota c �erta unida_d �ultural correspondiente, a la cual se
:��i :;:
ante � que este ha rec1b1d o de ese modo de la cultura en ue
.
.· .
q
teni do experiencia n i nguna del referente rc·tl ( )
v i ve, sm h�be�
��a! q mer intento de establecer el referente de un si cr�� l��s l leva a
c!efm_ 1�lo en los términos de una entidad abstracta que rep;senta una con­
venc 1on cultural 4 1 ,
llamar a todos los sistemas de los tipos a), b) y c) con el nombre de S­
Código (entendiendo por tal "código en cuanto sistema') y vamos a llamar
Código propiamente dicho a la regla que asocia los elementos de un s·
código con los elementos de otro o más s-códigos, como ocurr!! en d)4º .
sub­
, sistemas o estr uctu ras q ue pueden
Los s-có digo s cons tituyen , para Eco
los
ue
q
ivo
icat
n
o sign ifica tivo o c o mu
sistir i ndep endi entemente del propósit
la
de
tica
emá
mat
puede ser es tudi ada por la
asocie entre sf. Su gramática inte rna
­
o
p
com
se
ue
q
s de teorías gene rativas, ya
información o por lo s diferentes tipo
idos
reg
y
s
s estructurados en oposic ione
nen de un conj unto finit o de elemento d
como
pue en registrar seri es tant o finitas
por reglas com binatorias por las que
en­
elem
. precisamente, para mostrar que los
infin itas . Los s-có digo s se post ulan
am­
ue
q
elem entos de otro en la medida en
tos de un sistema pued en tran smit ir
digos se
cionados. En otra s palabras : los s-có
bos se encu entr an mutuamente rela
corres co nstit uye uno de los planos de una
reconocen porque cada uno de ello
laci ón l lam ada código.
ón de signos, Ec o exp lo ra la func ión
En cua nto a la teoría de la producci
do ésto s
una exp resi ón y un con teni do, sien
\ sem iótic a como corr elac ión entre
el sig no
a
ider
s
con
Eco
iend o a Sau ssure ,
los func tivos de la correlac ión . Sigu
lo s sig­
,
Así
nte.
ifica
s ignificado y un sign
segú n la corr espo nde ncia entre un
corr e­
ecen
tabl
s
e
que
as de cod ifica ción
nos son el resu ltad o tran s i torio de regl
do
riza
auto
ría
esta
s
uno de los elem ento
lacio nes prov isor ias por las que cada
s­
n
u
circ
as
nad
i
rm
ar un s igno sólo en dete
a asoc i arse con otro elem ento y form
una
ser
a
esit
nec
con sigu iente, el signo no
tanc ias prev istas por el cód igo. Por
ción
una enti dad sem iótic a fija: la fun
enti dad fís ica pero tam poco implica
mun
ació
contenido entran en co rrel
ny
sem iótic a se real iza cua ndo expresió
tua.
,, ,,
·,
'
re­
s de mensaje y texto y contenido y
Prop onié ndos e examinar los concepto
dis­
un
mo u n text o cuyo contenido es
ferente, el Tra tado defi ne al mensaje co
ura l:
no es otra cos a que una unidad cult
curso a vari os ni vele s, cont enid o que
pued a produci r muchos
aquí no estam os dicie ndo que un solo códi go
que c ontenidos diferen­
ni
io;
v
b
nte
o
mens ajes en suce sión, lo que es basta
ific ante, segú n el código
tes puedan ser trans mitid os por el mism o sign
os dicie ndo es que usualusado , porque tamb ién esto es obvio ; lo que estam
411
Eco, U.
34 ':,;;:l
-J i-otndo d1: Scmú5tiw Gt!11eral.
Barcelona, Lumen; 198 \ :
pp. 77- 1 09.
El objeto semió.t ico de una semántica, ent o nces, es el contenido -y no el refe
ent
r e- e� tanto, a l ser de:inido c o mo unidad cultural , recobra su sentido En est�
.
· , de mterp retante propuesta por Peirce y el
pun t o es d on de Eco co□Juga� J·a noc10n
.
.
, o de sistema
proveniente de la semántica estructu ral·. existe una, rnteracc?ncept
c1ón estrech a entre, por un lado ' la v·1s1, · o, n de I mu n do y el mo do en qt t e una,
.
, Y, por el otro el sistema de
,,. r·,cas
cultura vuelve perlinentcs sus u nidades• ·scman
. . .
1os s1gmflc ados que nombran e interpretan dichas unidades:
'
··,
como
. Cualqu ier d �fin.ic�ón, sinónimo, ejemplo citado, objeto presentado
.
] . . I COS, VlSUa1 es
eJ em plo constltuinan otros tantos mcnsa1
• · es ( l 1' ng u·"st·
_ , 1 es) los cuales, su vez, requerirían que se los aclarara y comenta�
o b"JCtua
�
.
.
ra p� r med10 d� otros signos (lmgüísticos y no l ingüístico_<,,), tendientes a
_
exphc.ir las u nidades culturales transmitidas
, e xpres1ones prece· por las
. , ·
. es s , expl icaci
, • de
dente� . La sene
o nes' tendería a circunscri bir med iante
�
.aprox'. m c . o nes suces ivas las unidades culturales en juego. La cadcn ·1 de
� �
esos s1gn 1 f1cantes q �c explican l os significados de signi ficantes prece�en•
. . .
· , al mfmlto
tes · (en una progresi ón Y regresion
potenciales) representa l a
.
,
C d d�� na d e l o qu � Pe1rce ha l lamado los interpretantes.
. �·;•l Esa continua c i rcul aridad es la condición n ormal para la si n i fi­
c ,tc 1on y es lo que perm ite el uso comunicativo de los signos par/refc•
_
•
•
rn.se a l as cosas · Rec h azar esa s ituación por considerarla
.
tona
,· nsat'st·
, 1, ac
•
·
.
.
1
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v,¡I
equ1
emente,
s1mp
e,
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modo
el
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comprender
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umdno
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. .:
•
s 1gn1f1 ca r, e 1 mecan ismo
grac ias al cual se h acen h istori·1< y e u l t u ra, e 1
.
.
propio m 0d0 como a 1 defmir
el mu ndo se actúa sobre él y se lo t 1...111.s. 1•orma .
En real idad se puede 'tocar' a los interpretantes (es decir, q ue se p uede
, . , . , General Barcelona' ' I� umcn· 1 98 1 · pp. 1 55 · ! 56. Para unn considcrnción de In
◄' Eco.. U.. Tni· tndo tle• S1;mwru.a
.'
-�cm1ót1c.t como c�tudio de l·is
i ndes
' . un·d
· culluralcs. ve:1 Kns1cvn, J. Semiótica. Mndrid, rundarnentos; 1 978,
� 35
�--·
verificar con medios físicos la existencia de una unidad cultural). Las uni­
dades culturales son abstracciones metodológicas, pero son abstracciones
' materializadas ' por el hecho de que la cu ltura continuamente traduce unos
signos en otros [ ...] y nos propone una cadena ininterrumpida de unidades
culturales que componen otras unidades culturales .
[ . . .) Ahora bien , una unidad cultural no pued� identificarse únicamente
gracias a la serie de sus intcrpretantes. Hay que definirla como colocada
en un s istema de otras unidades culturales que se oponen a ella o la
circunscriben. Una unidad cultural existe sólo en la medida en que se de­
fine otra poi' oposic ión a ella. La relación entre los di ferentes elementos de
u n sistema de unidades culturales es lo único que sustrae a cada uno de los
términos lo que los otros aportan42 •
'l'
'
,¡
11
1
La imp o rtancia del Tratado de Semiótica General no sólo se debe a las
teo rías de los códigos y de la producción de signos sino , también, a la introduc­
ción de un planteo contextual: texto y contexto se inten;onectan ya q ue existen
diferentes y complej os tipos de signos y, sobre todo, diferentes y comp l ej os
modos de producción de signos. Una teoría de la producción de signos debería
estar en condiciones de definir los diferentes tipos de signos a partir de recurrir
a un aparato categorial unificado.
¿Cómo se produce un signo o una secuencia de signos? Un signo no es sólo
una entidad abstracta: hay un esfuerzo físico y material que es p roducto de su
emisión . ·Ese esfuerzo presupone la aparición de trabajo, y de un trab:.tj o produc­
tivo . El proceso pasa p o r fases diversas, desde la producc ión de la señal hasta su
identificación y combinación en secuencias expresivas, mensajes y textos . Las
di ferentes formas d e producir signos implican, en tonces, diferentes modos de
producción semiótica.
¿Es correcto subordinar todos los modos de producción de signos al modo
l ingüístico? Eco observa al respecto que, tanto las teorías de la significación
como las de la comunicación, adoptan como objeto primario a la lengua verbal,
y si bien se puede s ostener que el le nguaje verbal es el sistema modelizador
p rimario del que los demás son variaciones, algunos c ontenidos expresados por
unidades culturales complej as no verbales se traducen al lenguaje verbal de un
modo i mpreciso 4'.\. Por l o tanto es necesari o demostrar que : a) existen diferentes
tipos de signos o diferentes modos de producción de signos, b) muchos de di­
chos signos presentan u n tipo de relación con su co ntenido que resulta d iferente
del que mantienen los signos verbales y c ) u na teoría de la producción de signos
41
Eco. U. Tra wdo de Semiótica Gmerai. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 1 30- 1 40.
n Cfr. Lolman. J . y escuela de Tartu. Semiótica de la Cultura. Madrid, Cátedra; 1 978.
debcría estar en condiciones de definir todos esos tipos diferentes de signos
_
recurr.iendo a un aparato u nificado de categorías.
P ra esto, Eco revisa � critic � las tricotomías de Peirce sobre los orígenes y
_
.
.. �
t� nes de los signo s. U na t1polog1a tiene que distinguir cóm o son originados los
si gnos, y:1 s� tra �e de una fuente o de un emisor humano. Los signos, entonces,
_
?ueden d1st1� gu 1rse según su grado de especificidad semiótica : algui10s son ob­
Jelos p �·odu c,d os expresamente para significar; otros, para desempeñar determi­
_
nadas func iones prácticas . Estos últimos pueden entenderse como signos de dos
mane ras; l) porque se los elige como representantes de una clase de objetos y 2)
porq � c se los rcco 1�oce como formas que estim u lan o permiten determ inada
función, ya que su forma sugiere esta posible fu nción 44 .
El aspecto de esta definición de los modos de producción de signos que más
nos rn � er�sa destacar en función del análisis de un género masivo como la cróni­
_
ca �en od1st1ca e s la neces idad de entenderlos c omo_ "formas de fabricación " de
ob¡ e_ios, formas de fabricación de objetos-signos ("actual.idad", dirá Verón) que
1efleJ an adecuadamente el sistema industrial de producción en serie4 5
El análisis semiótico del texto estético y del trabajo retórico -tem�s que no
puede desarrollar esta bre �: introd �cción- permite a Eco consolidar su tip ología
de los modos de produccton de signos a partir de un análisis de la ideología
como categoría semiótica. Estudios anteriores como los de B arthes revelan su
aporte a 1 � c ��str�cción de una perspectiva adecuada de la ideología como fe­
n ót:�e �1,? s1g01f.1cat1vo � ue "conta� ia con su estru�tura los discursos de los que se
reviste 4f, . Lo 1deol6g1co se explica como un residuo extrasemiótico, externo al
p�oceso de c o dificación y, no obstante , capaz de detenninar la semiosis. Ahora
_
b '.c _n , la tdcología en sí misma, como sistema semántico, se presenta como una
�
v1s10n del mund o susceptible de ser analizada se mióticamente. En la tradición de
Marx Y Grar:n sci, e l Tratado retoma 1a concepción de la ideología como visión del
_
mundo p�rcial � inc o nexa y como generadora de "falsa conc iencia" para postular
como obJeto semiótico no la génesis de esa ideología sino su estructura :
La ideología en sí m isma [ ... ] es una visión del mundo organizada que
puede estar sujeta al análisis semiótico. En o tros térmi nos, no está cod ifi­
cada la presuposición pragmática sobre el hecho ele que el emisor piense
"E
desarrollado rnás ampliamente en �co. U. Signo. Barcelona. Labor; 1 980: especialmente
c e
p;'. 1 �;��9��
41
C �r. Eco, U. Trawdo de Sm11ió1ica General. Bnrct:lona Lurnew 1 98 1 y Vcrón • E • C011st r111r
· e.,[ acoriteci·
.
.
:
, •
mu:nto. Buenos Aires • Ge di su,
., . 1 987 • Ver6 n analiza
lu t1 polog1a de los signos como resul tado de diferen_
.
tes modos de producción de ·s1<mos
en "C on d"iciones
.·
·
de producción,
modelos generativos y man ifesta"'
. •• en· f.•1 J)roceso ide.o
C., 61, 1. t1eo 16""ICa
, ¡ogico.
· · B ucnos Aires, Tiempo Contemporáneo; 1 97 1 .
.
.(, yerón . E. ..Vers
"'
une· log1que des mondes sociaux" en: Commwiications, 20; 1 973.
� 37
o no algo [ ... ], pero lo pensado y, por tanto, lo pensable es contenido pre­
visible y, en consecuencia, materia de codificación o de hipercodificación.
Así. pues, sigue confiada al proceso de interpretación la llamada presupo­
sición pragmática, pero permanece anclada a los códigos una presuposi­
ción que se revela como fundamentalmente semántica.
Un sistema semántico constituye un modo de dar forma al mundo. Como
tal, constituye una interpretación parcial del propio mundo y puede rees­
tructurarse siempre que nuevos juicios factuales intervengan para hacerlo
entrar en crisis.( ... ] El destinatario común, por lo general, evita someter
los enunciados a esa clase de control y les aplica sus propios subcódigos
más fam i l iares, con lo que permanece anclado a visiones parciales y atri­
buye carácter absoluto a la relatividad de su punto de vista.
Para definir esa vis ión parc ial izada del mundo, se puede recurrir al
concepto marx ista de ideología como falsa conciencia. [ ... ] Aquí no nos
i nteresa estu diar el mecanismo de motivación de la ideología sino su me­
can i smo de organ ización [ ... ] 47 •
La idea central que recorre esta obra de Eco es la del trabajo que implica la
producción de signos como una fuerza social en sí misma, fuerza que, a su vez,
desencadena otras fuerzas soc iales . La semiótica tendría como programa de es­
tudio el conocimiento y los modos de transformación de los estados del mundo
en Ja medida que, para establecerlos, es necesario nombrarlos y organizarlos
estructuralmente mediante sistemas de signos; así, surge claramente la cultura,
fenóme�o que una teoría de los códigos debe respetar en toda su autonomía.
Con esta condición y con este límite -último umbral de la semiótica- es posible
pl antear u n a teoría de la producción de signos que resu lte beneficiada por una
perspectiva preliminar pu ramente semiótica: el trabajo de producción de signos
puede generar ideología pero también - desde el momento en que es posi ble
adoptar una posición racional al respecto- crítica de las ideologías:
Una teoría de los códigos (que parecía tan independiente de los estados
del mundo, dispuesta siempre a nombrarlos y exclusivamente mediante
si gnos) demuestra en este punto su poder prácticamente heurístico: al
mostrar las conex iones secretas y ocultas de un sistema cultural determi­
nado, revela las formas en que el trabajo de producción de signos puede
respetar o traicionar la complej idad de ese retícu lo semántico, al adecuar­
lo al (o separarl o del) trabajo humano de transfonnación de los estados del
mundo).
H
Eco, U . Tra tado de Semiótica General. Barce lo na, Lu me n; 1 9 8 1 : pp. 457-47 1 . Lo ideológico desde el
pu nto de vis ta semió1ico es tratado también po r Prieto, L. Pertinencia y práctica. Barcelona, Gustavo
G i l i : 1 977. Cfr. Bourdieu. P. y Passeron. J. l.n Reproducción. Barcelona. Laia: 1 977.
38 (�
Esa transformación no puede perseguirse sin organizar los estados del
mundo en sistemas semánticos. Para poder transformar los estados del
mundo hay que nombrarlos y organizarlos estructural mente. Pero apenas
n ombrado, ese sistema de sistemas de signos l lamado 'cultura' �que orga­
niza también el modo corno se piensan y discuten las fuerzas materiales)
puede asumir u n grado de independencia extrarreferencial que una teoría
de los códigos debe respetar y analizar con toda su autonomía.
[ ... J El trabajo de la producción de signos desencadena fuerzas sociales
y, más aún , rep resenta una fuerza social en sí mismo. Puede producir ideo­
log ía y crítica de las ideologías. En consecuencia. la semiótica (como teo­
ría de los códigos y teoría de la producción de signos) constituye también
una forma de crítica social y, por lo tanto, u na de las forma,;¡ de la praxis411•
A partir de la publicación del Tratado de Semiótica General, la semiótica ha
ido profundizando su reflexión acerca de la producción de signos como determi­
nada por el contexto cultural. En este marco, la distinción entre texto y discurso
amplía considerablemente las posibilidades de una teoría semiótica unificada49 .
La serie de estudios relacionados con las operaciones discursivas y las categorías
de lógica, sujeto, sentido y situación, así como las investigaciones que tratan los
.Problemas que surgen del uso de un metalenguaje aplicado a lenguajes-objeto,
marcan un avance respecto de la semiología primera, la barthiana de inspiración
saussureana o la conductista al estilo de Charles MoITiS ( 1938)'°. La formalifación,
en última· instancia, constituye la preocupación central de las revisiones y las po­
lémicas semióticas actuales. En este marco, nos interesa destacar el aporte de las
investigaciones sobre los efectos ideológicos y la� condiciones de producción y
recepción de Jos discursos: a partir de todas estas consideraciones es que puede
explicarse la construcción de las semióticas aplicadas.
-�� Eco, U. Tratado de Semiótica General. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 457-47 1 .
49
Son fundamenta les los estudios contextua!izadores de Van Dijk. T. La ciencia del texto. Barcelona,
Paidós; 1 983. Texto y coruexto. Madricl. Cátedra: 1 984, Some aspects of text grammar. La Haya, Mouton;
1 972 y Schmidt. S . Teoría del rexto. Madrid, Cátcdrn; 1 977, entre otros. También la perspecti va de
H a l l iday, M .A. "Estmctura y función del lenguaje"' en Lyons. J. (comp) Nuel'os horiwmes dti ltl lingiiística .
Madrid, A l i anza; 1 975.
•111
Lns dicotomías planteadas por Saussure en el Curso de Lingüística General tündan la constitución de
los marcos episte mológicos de la semiología barthiana ( Hlementos de Semiología y El sistema de fa
nwdc1) y de cieitas l íneas metodológicas que continúan el planteo e n una retlcxión acerca del discurso de
los medios masivos. Los trabajos de Morris (La signijicQción y lo significativo. Madrid, Alberto Cora­
zón; 1 974 y Signos le,iguaje y comportamiento. Buenos A i res. Losada: 1 972), de inspiración pcirceana,
son co n siderados y criticados en Eco, U. "Críticn del iconismo" en: Tratado de Semiótica General;
Barcelona, Lumen: 198 1 y "La mirada discreta"' en: La estructura ausente. Barcelona, Lumen; 1 98 1 ; los
a n á lis is de Morris se inscriben en !a semiótica noneamcricana que mide efectos a pürtir del esquema
estímulo_-respuesta.
r;,:J 39
masas
4. Los estudios senúóticos de los discursos de la comunicación de
ilidad de abarcar
Una teoría semiótica general debería contemplar la posib
a particular de sig­
cualq uier tipo de anális is semió tico circunscripto a un sistem
del Tratado, que la
nos. Hemos tratado ya, sin embargo, desde la persp ectiva
ado de la comp aració n de
semió tica general só lo puede construirse como result
aració n revelaría las leyes
diferentes sistemas partic ulares, dado que esa comp
una manera unificada su
comu nes y sistem áticas que perm itirían explic ar de
modo gener al de funcio namiento .
ticas específicas y la teona
Pero ¿cuál es la relación efectiva entre las semió
f
ades expuestas en cuant o al
semió tica gener al? Si se tiene n en cuent a las di icult
, que no se trata aún de
desarrol lo del camp o semió tico se verá, lógica mente
nto de los fenó?1enos
partir de la aplica ción de un enfoque unific ador del conju
de reglas . explícitas,_ la
de l a significació n para estable cer, mediante conj untos
ha ocu rndo q ue el in­
auton om ía de determinado sistema partic ular. Más bien
relati vame nte esta­
vestig ador delim itara a priori objeto s considerados como
1
obser vació n. Y, si bien hay
bles, como razon ablemente indepe ndientes de su
con un mode lo general en el
que recon ocer que una meto dología que no cuenta
el riesgo de cond ucir a una �
que encua drar la objet ivació n del fenómeno corre
ha ido avanzando de ese
descr ipción arbitrari a, el hecho es que la semiótica
modo.
pción que hemos deAsí, la obra de Rolan d B arthes , enmarcada en l a conce
modelo clave p ara las
nominado como semio ling iiística, se institu ye como un
semió ticas aplica das a la comu nicaci ón de masas :
956; e l libro
Los textos de Mitol ogías fueron escritos entre 1 954 y 1
apareci ó en 1 957 .
, _ _ideo­
Aqu í se podrún encon trar dos decisi ones: por un lado, una cnttca
otro, un
lógica d irigida al lenguaj e de la llamada cultura de masas ; por
re
Saussu
a
leer
de
ba
Acaba
je.
lengua
ese
de
ógico
primer desmontaje semiol
­
"repre
las
eraban
consid
se
si
que,
de
ción
convic
la
tuve
él,
y, a pa1tir de
es­
la
alentar
os
sentaciones colecti vas" como sistemas de signos, podíam
de la
peranz a de salir de la denunci a piados a y dar cuenta en detalle
leza
natura
en
esa
oburgu
pequefi
cultura
la
a
mitific ación que trans forma
uni versal .
temen te,
Los dos gestos que se sitúan en e l origen de este l ibro, eviden
razón
esa
(por
idad
actual
la
n o po drían trazarse de la misma manera en
que
ino
s
.
materia
la
ido
saparec
e
re nu ncio a con-eg irlos). No es que haya d
con­
me
que
lo
en
,
menos
al
o,
sutil
más
hecho
la crílica ideológ ica se ha
com­
cierne , por el texto final de Mitologías. se ha desarro llado, precisa do,
deuede
p
donde
plicado. divid ido; se ha transformado en lugar teórico
40 rJ¡:)
sarrollarse en este siglo y en nuestro Occidente, c ierta liberac i ón del
significante. Yo no podría, por lo tanto, en su forma pasada (aquí prcsenM
te), escribir nuevas mitologías5 1 .
Mitologías, o bra que media entre El g rado cero de la escritura y Elementos
de semiología , muestra la aproximación paulatina de Barthes al planteo de las
leyes del movimie nto de los signos.
La soci edad de consumo es una sociedad significante por naturaleza. La
publicidad, la fotografía, el cine, la prensa informativa, la alimentación o e l
vesti � º e�hi ben u n a cultura in vadida por complejas categorías simbólicas y
_ · s1gnifi cat1 vas. Para Barthes , entonces, la semiología, se vuelve ciencia nece­
s aria si se quiere develar el sentido últi mo de los sistemas significati vos con­
temporáneos :
Semiología: proponemos la palabra con confianza pero también con
_
ci e rtas reservas. En su sentido actual y al menos para nosotros, europeos,
d ata de Saussure: "puede concebirse una ciencia que estudie ta vida de
íos signos en el seno de la vida social... ; la llamaremos semiología". Pros­
pectivamente -puesto que no está todavía constituida- la semiología ti e ne
como objeto todo sistema de signos, cualquiera sea su sustancia. cuales­
q� iera sean sus l ímites: las imágenes, l os gestos, los complejos de sustan­
cias que se encuentran en los ritos, los protocolos o los espectáculos cons­
ti t� yen, si �o verdaderos "lenguajes", por lo menos sistemas de significa­
_
c1on. Es evidente que el desarrol lo de las comunicac iones de masas da u na
� ran actualidad a este in menso campo de la signi ficación [ ... ] en el prec iso
� nstan te en que el éxito de discipl inas como la lingüística, la teoría de la
información. la lóg ica formal y la antropología estructural proporcionan
nuevos medios al análisis semántico. Existe actual mente una demanda
semiológ ica proveniente, no de la fantasía de algunos inyestigadorcs, s ino
de la historia mis ma del mundo moderno. 12
Los scmiólogos agrupados alrededor de la revista Communications -entre
ellos Metz, Kristeva, Violette Mori n , Todorov, Durand, Bremond-, conti nuado·1 1
�art�ies. Ro!and : Milolo�ias. Madrid, S i g lo X X I ; 1 980: pp. 7. O rg an izada en dos p ortes, mitologías
c�nt icnc n! rededor de c incuenta ensa y os breves acerca de los m i to s i ns tal ados p or ln com unica•
c i ón de masas en l a vida cotidiona francesa y, baj o el tít u l o de "El mito, ho y ", la formal i zación de
u n modelo de anál i s i s semioló g ico de l os obj etos de l a cu l tura peq ueñoburg uesa, en el q ue se
ex ponen el conce p to de "mi to··. sus mecanismos de si g ni fi cación y u n esbozo de sus formas
retó ricas.
2
� B arthcs, R; Bremond , C.. Todorov, T. y Metz , C. La Semiolog ía. B uenos A i res , Tiem p o Contem•
poráneo, 1 974; p 1 1
� 41
prod ucto s de la cultura de
res del método del binarismo barth iano , tipifican los
s frívo las" o "frustraci ón
masas arrancándolos de la consideración de "temática
53 El códi go subyacente de la
ante la i mpo sibilidad de ejercer la crítica literaria" .
por Barthes, com o el mod o
esto
expu
cultu ra de masa s se perci be, tal como fue
dado a los productos y a las rela­
espec ial de significación que la burg uesía ha
aje icóni co y el mensaje sim­
ciones cultu rales ; el mens aje lingüístico , el mens
para el anal ista de esos códig os
ból ico se vuelv en espec ialme nte inter esantes
aje objetivo- se encargará de
laten tes: el metalengu aj e semi ológi co -metalengu
ncia li ngüís tica" .
devo lverl os a ( y de velar los a parti r de) la susta
da por los p r i n c i pale s
S aussu re, cuya l ínea de pensa mien to fue segui
qtle una parte de la
más
era
semió logos , pensa ba que la l ingüística no
seguro q ue en la
todo
del
es
no
bien,
a
c iencia general de los sigryo s. Ahor
lengu aje humano, otros
vida social de nuest ro tiemp o existan, además del
ahora la semio log ía no
sis temas de signos de relati va ampl itud. Hasta
el código de tr ánsito; en
trató más que códig os de interés irriso rio , como
dera profu ndidad so­
verda
c uanto pasamos a conju ntos dotados de una
que objet os, irná­
cierto
Es
aje.
cioló gica, volve mos a encontrar al lengu
abundantemente;
fican
signi
hecho
de
y
ficar
genes. conductas pueden signi
l, por ejemp l o,
visua
ncia
susta
La
.
]
...
[
oma
pero nu nca en forma aulón
t
med ian e un me nsaje
confirma sus s i gn i fi c aci o n es refor zánd o se
de las histo r ietas, de la
l i ngüís tico (es el caso del cine, de la publ icidad ,
s una p arte del mensa­
meno
lo
fotografía perio dístic a), de modo que por
de redun dancia o de
tural
estruc
ón
je i cónic o se encue ntra en una relaci
a los conju ntos de
o
cuant
En
a.
lengu
la
de
a
relev o respecto del sistem
la categoría de sistema
objetos (vesti dos, ali mentación ), sólo adqu ieren
sign i fican tes (bajci la
al pasar por el relevo de la lengu a, que desl inda sus
os (bajo la forma de
ificad
form a de nomenc l aturas) y nombra sus sign
inv
a sión d e i máge nes.
la
a
pese
y
usos y razon es) : somo s, más que antes
aunqu e trabaje al
y
,
modo
este
De
]
.
.
.
[
ura.
una civil izaci ón de la escrit
ano, el semió logo
corr�ie nzo con sustan cias no lingüísticas , tarde o tempr
camp o de las co­
al
de l as socie dades conte mpor áneas (para atenernos
camin o al len­
su
en
trar
munic acion es de masa) está destin ado a encon
ién a título
tamb
sino
lo,
mode
de
guaje (al "verd udero "), no sólo a título
no se encuentran los núrncros La Semiolog ía, Aná­
'-' Cm11m w1ú.:atio11s. Pnris. editions du Scuil: en castella y
Las investigaciones retóricas I y //, publicados
lisis es1r11ctural del relato, Lo verosímil, Los objetos
nco.
mponí
por Tiemp o Contc
11s al terna que nos ocupa -el relat� periodí�ti.s-1 Una uplirnc ión semioló gica de la línea de Comm11nica1iv
en Mori n, V. L'écrii ure de p resse. Paris y La
lla
desarro
co- y que no expone mos en el capítulo 1 1 , se
s bfisicns . u nidades de articulación y temus de
Haya. Mouto n: 1 95'); el relato es di v idido en unidade
gfos se encuentra en : Auclai r. G. V: mana
Mitolo
de
\os
de
tipo
del
ico
ideológ
articul:1dó11. Un ,111¡\Jisis
Pnris, Anthropos; 1970.
diwirs.
faits
des
ue
cliro11iq
quotidicn Strt1c/tlres el foncrfrms de la
42 r.;;::'!
de componente, de relevo o de significado. Sin embargo • ese le n 0O J e
•
no es de I todo e 1 de los l i ngüistas: es u n lenguaje secundario, cuyas u n i,
dades no s0�1 mas l os mone �nas o los fonemas sino fragmentos más ex­
te nsos de l d 1scurs � que remiten a objetos O episodi os que significan por
_
� _ del
deha;o
lengu aJ e pero nunca sin é!.5.5
Ua
sde u a _pers�ect�va diferente y a partir de s u s consideraciones previas
�
�
, , �cd
acei
de las 1 mpltcac10nes ideológicas de la producc ·ión de re al'd·1 ad soc
, ·ia 1
por p '·trtc de· l o s me ct·tos, y,er6 n anal iza en 1 98 1 la cobertura del accid � t
nuc lear de Three Mile Island en los medios informativos franceses. El e:�u�
d , ptr nta a demostrar la. posibilidad de in tegración de un anál isis estructu­
,
. � J1_el d1 s�urso penod1st1co
con la investigación de las determi naciones de
_
.
a� cond1c1ones de producción -materi ales e ideolóo-icasde ÚJs acon tcc·, _
º
rme ntos56 _
Los estudios de la comunicación de masas dentro de la tradición inglesa se
·
encuadran , en ·su_ mayoría
. . y presentan una orientación
_. , dent1.0 de ¡ a soc10po1 It1ca
. _
n:�rxtsta que �t1� nde, ·fundamentalmente, a la naturaleza clasista de la produc­
ciot �e las no�ici as. Los temas elegidos para el análisis responden --en (Tenen! ,1
�
co,1 1ictos denva_d o� de !a lucha de clases. El anál isis lingü ístico �sob;e la �a��
de , modelo de Hal11day o de i nsp1rac10n
· · , estructurahsta- se suma a al °aunas de
._ . .
_
.
estds 10vest1gacio nes. �1
�'
�-ª _
Bnrthes, Roland . "Presentación" en: Barthes · R·· B remond ' C· · Tod orov, T• Y M ctz.. C · La Sonio/o,,fo.
,;,
Buenos
_ • A i res , T'1e1npo C ontemporáneo, 1 974: p. 1 1 - 1 2 .
.
..
ycron,
.
E. ConstrUir el acontecimiento . B uenos Ai res, G_e ct·_ i s a ; 1 983 Más adelante nos referi remos
. de la sem1óuca argentina
a l a producción de El iseo YcrÓn • en e ¡ mn1co
. .
.
. de una mani festación londi nense contra la
_17 U n estud io 1d e ológ1co acerca de la cob er t ura me ct·.1
i t1ca
ocupación no rteamericana en V1e I nam se encuentrn en Hall oi-an • J · D , Ell"_ 1 ot, p. y Murdock, G ,
D e111 011.Hrfllion.� a,u/ comunication A case f 1 m1 · !-1 <1rmon
'
�� worth , Pengu1n Bnoks; 1 970. Otros
: .
'. adscri
,.
trabaj os en los q u e partici pa n i n ve;li gc1dores
ptos a ddcrentes l íne;1s teóri co-me.todológicus
fueron cdi tádos por Coh en, S . Y young, J (comps) The II a m,if, c.1 're o�, F ' ews. Dc11iance, so� inl
'.
� '.
¡�mb/ems and the mas.1· media , Londres
, Constab!c/Sn
ge_. ; da . edic. re v 1 s. . , 1 9 8 1 ; estos estud ios,
.
.,
tundados en cateoorí . . . i· a1 s , cons1dernn tan1b1en el anál isis del contenido, el tcrn.1t ico o el retórico.
i
Los a n á l i s i s del 'écn�;:�� ;
ejem plo, Hll l l , S.
n Cultu ral Stud '. es de B rmi ngham (por
Hobso n , D . , Lo:e , A . y ; i l l �t;.m�:;�
(
p{) _Culture, media, languagc. Londres, Hutchinson : 1 980)
. d esc1c esta perspec tiva
están dircccn men tc i n fl u idos por e 1 pensam i ento de G rarnsci y e arnctenzan
.
•
sus i n vesti "'«aciones de l a ideo! ogr,n. 5o n tam b'1en
· i m portantes ¡ 0 s t ra b aJOS
· d e 1 0 1 asgow Ur11 versity
.
Medi a Group (Bad News. Landre s, R ou 11 e dge a nd Kegan Pnu l · 1 976 • M 01e
• bcu/ 11ews Lonc1 rcs,
R ou tledgc and Kc"an
"' Pnu
· l · 1 9S0· Rea¡¡ Y bad newf I ondres Wri t e i-s a n d R en d ers : l 932 ). ccntrudo s
•
.
�
;.
·
.
e n e l dc velamiento l as e st rate u i as telev:
. i si vns pa�a ª cobertura de los confl ictos sociales. El m étodo
l i ng ü ístico-gramatical pora
' ' elº,r,1. 1amiento de la idcolouía
,
, 1 mente tnitado en Fowler. R.
"' esta, especia
• .
. v control · Méxic º· F· C • E•
Hodge . B . Kress. , G . y Trew.
• T. (/A:11gtia)(:
1 983) ; p arle de este ultimo
•
.
trabaJo se re toma en el capítu lo IJ,
11
.
_ �
1
r.:i
43
r·
profun do s definen la ideología informativa a partir de considerar l as 1·1m1· tac10•
.
nes '. de t��m111ac1ones que se desprenden del propio trabajo de producción pe.
nodi5t1ca · Es ?e�Ir: ?º se eva lúa que las determin aciones de la ideolo gía se
encuentren, cn u luma m� tancia en las condiciones socioeconómi cas y cultura­
_
'.
.
les, lo cual imph� a una r ns tancia apenas crítica en relación c on el status quo.
_
Estas s � st:mc1ale s diferencias de enfoque entre los análisis europeos y los
n orteame :1canos responden a l a tradición en la que se inscribe cada una de 1 as
_
lrneas de mvestigación.
También en A lemania los discurs os de l a comunic ac ión de masas se abordan
des de el análisis sistemá tico y lingüíst ico y l a c on s ideración de las imp l i c aciones
sociales, económ icas e ideológicas de las crónic as . Los trabajos interdiscip l ina ­
rios de Strassne r sobre· los géneros periodís ticos informativos televisiv os im­
portan especial men te p o f la co nsideración de las condiciones de producció n y
recepció n , por el procesam iento estilístico y semántic o de los despachos de las
agencias y por el análisis de los di ferentes géneros. Otros estudios , como los de
Kniffka y Bentele, tienen un pc�fil semiótic o".
Un trabaj o de Van Dijk, que integra la perspéctiva del análisis del discurso -carac­
lerísticas de la situación comunicativa, procesos cognitivos que intervienen en la p ro­
ducción y en la recepción de las crónicas, representacio nes soci ales, etc- con las inves­
tigaciones en.él campo de la lingüística del texto -descripción de las estructuras de la
cró nica en los niveles pragmático, sintáctico y semántico- , el esti lo y la retórica. resul­
ta especialmente interesante por lo abarcador de la propuesta y por la revisión de los
59
estudios anteriores de la noticia en las tradiciones europea y 1_1orteamericana .
6. �os e_stu �ios de la comunicación de masas:
.
_
mscnpc1on_ de la !mea
europea
En '.'La sociología del conocimiento y las comunicaciones para las masas", el nor­
teamencano R. Merton planteaba ya a mediados de los años 40 la siguiente distinción:
La_s � ri: ntaciones de las dos variantes muestran ulteriores correlacio­
nes � 1� tmt1vas de �e � lles sutiles. El sector europeo habla en el plano
c?g � iti vo del � onoc1m1cnt o; el norteamericano, de información . El cor,o­
.
c � miento 1 mphca � n cuerpo de hechos o de ideas, mientras que la informa­
.
ción no tiene tal implicació n de hechos o de ideas sistemátic amente co­
nectados. En consecuen cia. la variante europea_p iensa típicamente en una
CS tru tura total �e conocim ientos de que disponen unos
pocos. Los norte­
�
�mencan�s dan i mportanci a a los agregados de trozos discretos o discon­
t i nuos de : nform �ción; los europeos a sistemas de teorías. Para el europeo
.
.
�
� s e�e � c1.a_l anal izar .e l sistema de principio s en toda su complica da
mterrela� 1 on, con la vista puesta en la unidad conceptua l, en los niveles de
abs �racc16n Y de concreción , y en la categorizac ión (por ejemplo, morfo­
__
lógi � a o a nahtica).
Para el norteame ricano es esenc ial desc u b ·
mediant� la técnica d � análisis de factores, por ejemplo, los haces de id:�
( � de acti tudes) �ue tienen lugar empíricamente. El uno subraya las rela­
ciones que su � s 1sten lógicamen te; el otro subraya las relaciones que tie­
r� �n l �.gar empir'.. camen�c. El europeo se i nteresa por las etiquetas pol íticas
solo s1 lo enca m man a sistemas de ideas políticas que él interpreta después
_
de ��da su suti leza Y complej idad, procurando hacer ver su (supuesta) re­
lacion con un ? u otr� estra �o social. El norteamericano se interesa por l as
_
_
·
creencia
s pol tttcas
d1scontr nuas y sólo en la med'd
1 a en que perrrn ten a1
•
•
mveSliga dor clasif• ••icar (o codificar ) a los individuos baj o una categoría o
En l íneas generale s, puede afirmars e que los análisis europeos en el campo
del di sc urs o periodístico -y de la cultura de masas en general- presenta n , a p esar
de las diferenci as teórico-meto dol ógicas, una orientaci ón común: la considera­
ción sistemáti ca de la dimensió n ideológica de los discursos, de su producción y
de su recepción . En términos de Verón :
1
¡·
Las condicion es productivas de los discursos sociales tiene n que ver
ya sea con las determina ciones que dan cuenta de las restricciones de ge­
neración de un discurso o de un tipo de discurso, ya sea con las determina­
ciones que definen h1s restricciones de su recepción . Llamarnos a las p ri ­
meras condiciones de producción y a las segundas, condiciones de reco­
nocimieflto. Generadas bajo-condi ciones determinadas, que producen sus
efectos bajo condiciones también delerminadas. es entre estos dos conjun­
w
tos de condicione s que circula" \os discursos sociales .
En la mayoría-de los ahálisi.s norteameri cano s, e n cambio, la producción de
acontecimientos por parte de los medios periodfsticos no se anali za en términos
de construcc ión -deformante- de u na imagen de la realidad. Los estudios más
w1d cmp irische
S 1 rassncr. E. Fe m.wih 11a ch ricl 11en. Tubinga, Nierneyer: \ 982. Kniffka. H. Soz.i olitigt1istik
Textancdyse. Sdlfag=.eifen-wul Leadfor-mulienmg in Americanische Tagesz.eitwigen. Tubinga. Niemeycr;
es de
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1
r,u Verán, E. La semiosis .wcial. Buenos Aires. El mamífero parbnle: 989.
•N
• �,
1
· ecidi11g whar'.s new.... Nueva York. Pantheon Books: 1 979, Tuchman,G .. Kuplan
Daniels A y
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rnps) Hearth a11d home. lmages of women in /he mass media. Nueva York, Oxford Uni
ve�sity
�
Press:' 1 9 ;
� 45
' ¿_
i ,'
Para los estu d iosos de Ja escuela de Frankfurt -Th . Adorno, M. Horkheimer,
H. Marcuse, Benjarrún65 - la pervivcncia de la sociedad tec nológica es producto
de la organ ización científicamente planificada de las cosmovisiones mas i vas
por medi o de una i ndustria dedicada a la creación de productos y modal idades
para el empleo del tiempo de ocio. El esguema conductista "estímulo-respuesta"
típico de la "microsociología" norteamericana se manipula con perfecta precisión
desde la transmisión técnica de mensajes que encauzan la capacidad productiva:
rse)
etiqueta política general , la cual puede después demostrnrse (no supone
o
europe
el
Si
social.
estrato
otro
u
uno
en
mayor
ción
que tiene una circula
in­
ericano
norteam
el
íticos,
pol
s
miento
i
mov
los
de
ía
la
analiza ideolog
62
vestiga las o·p iniones de electores y no electores .
1
,.
i·
en contraposi­
De este modo, Merton indicab a que la sociología norteamericana ,
empíri ca. Y, e n
ción con la europea, se destacaba por presentar una sólida base
El p aradigma nor­
efecto, existe una diferencia fundamental entre ambas corrientes.
nes de la comu.
teamericano ºo ira sobre la investigación de la estructura y lasfuncio
'
sus d1recc10nes
y
masas
de
cultura
la
en
centra
nicación. El europeo, en cambi o, se
del conocimiento.
y efectos en el sentido de formas de canalización y deformación
confli ctos -el
ticos
dramá
por
o
signad
o
La escuel a de Frank furt, en un períod
al régi­
ríticos
c
nes
alema
tuales
ascens o de H itler, la dispersión de los intelec
a-, re­
Europ
en
na
merica
nortea
ión
men , la segund a guerra mundial y la expans
tu ras
estruc
super
as
l
de
eo
s u l ta la i n i c i adora de l estudi o crítico europ
la
ante
y
na
merica
nortea
n
comun icativas y cu lturales: frente a la invest igació
ideo­
la
es
que
era
consid
urgenc ia por devela r las aparie ncias de lo subyacente,
y sus efecto s.
log ía lo que debe verteb rar el análisi s de los medios masivos
mica y cultural ,
El sentido de l a histori a y la evoluc ión social , polític a, econó
a una racion alidad
sólo puede n descri birse desde una perspe ctiva dialéct ica unida
zos concretos por
omn icomp rensi va que permit a ilumin ar y dirigir los esfuer
63 De es te modo , .l os
transformar. eso que se ha deno minad o " realid ad" .
de Freud : los apor­
frankfurtiano s conectan la herencia recibid a de Marx con la
ollo de la socie­
tes de la econo mía y el psicoanál isis permiten entender el desarr
"superestruc tu­
las
de
s
análisi
del
partir
a
da
dad capita lista de tecnología avanza
el model o
entre
ciones
interac
las
de
es
ionant
ras ideoló o-icas" en tanto condic
64 •
ial
soc
ucta
d
con
de
ógicas
cultur al y la creación de pautas psicol
hl
h.l
r..i
1 980: pp. 525-526 .
Menon. R. Teoría v estructura sociales. México, F.C.E.;
especial por l;i ohra de Hegel. Así, retoma la
interés
un
a
manifiest
de
Frankfurt
La (eoría cií1ica de in escuela
común- noestá capacitada pa ra fundar la
sentido
-el
ia
idea de que la inmediatez gnoseológica de la concienc
desde una visión de totalidad o bjetiva que
realizarse
debe
real
lo
de
escripción
d
La
.
tilosófica
va
perspecti
desarrollo histórico. Consúltt:SC por ejemplo Adorno,
cobro siunificac ión en cuanto se despliega a !o largo del
sobre Hegel. Madrid, Taurus; 1 97 1 .
estudios
Tres
y
Th. Dialéctica negativa. Madrid, Tauros, 1 975
ales que permiten efectuar e\ nná!isis de
A M R l·x se ! e deben los fundnmen tos metodoló gicos y conceptu
procesos de nlienació n, fetichizac ión
de
trnvés
n
radas
estructu
s
ideología
cuanto
en
lns superestructuras
por su parte, elabora una teoría
Freud,
clases.
en
a
dividid
sociedad
la
0 cosi ficación, caracterís ticos de
de las construcciones teóricas europeas
de la psiquis y una metupsicología que i n fl u i rán en la totali d ad
oculto en el deve�ir cu ltural
posteriores desde el momento en que ponen en relieve el aspecto patológico
dinámica de b realidad . el
la
de
esencial
parte
formc1n
violencia
la
o
eros
el
ele !11 especie: los i nstintos,
S. El 111a.lestar m la cultum, Y
sentido de la cultura y de !a histo ria. Véase, fundament almente, Freud.
Nueva; ! 974 y Mnrx. K.
Psicología de matas y a11ólisis del yo en: Obras comp/ews. Madrid, B iblioteca
1 974.
Grijalho:
Barcelona,
alemana..
ideología
La
y
974
1
Cartago:
res,
i
A
El rn{!iwl. Buenos
Las necesidades sociales deben convertirse en necesidades i ndividua­
les, en necesidades i nstintivas. Y estas necesidades deben ser estandarizadas,
coordinadas y generalizadas en la medida en que la productiv idad de esa
sociedad exige u na producción y consumo masivos. [ ... J Esos controles
[ ... ] son ejercidos por las ciencias sociales y del comportamiento, y, espe•
cialmente, por la sociología y la psicología. Como sociología y ps icología
industrial o, más eufemísticamente, como "ciencia de las relaciones hu­
manas", tales esfuerzos científicos se han convertido en instrumentos im­
prescinc;[ ibles en mano de los poderes que los manejan 66 •
La administración económica de la cultura concuerda con la ad1ninistración
ejercida sobre el hombre mismo. La industria cultural es el factor superest111ct.u ral
al que, paradójicamente, se superpone la infraestructura cconórnica67 : resulta más
beneficioso desde el punto de vista económico articular los procesos psicológicos
en función de los productos, que realizar la operación inversa. Para el Lnstituto
L:1 escuela de Frnnkfurt se const ituye en Alemania entre 1 924 y 1 932 y, ante el triunfo del nazismo, se
prolonga en !os Estados Unidos. Es i mpo1tante aclarar que la prod ucción de esta escuela excede a la de los
autores mencionados y que. además. no es homogénea. E! elemento común que caracteriza las obras de
Horkheimer, Adorno y Marcuse -y que nos interesa destacar especialmente dentro del marco de este nues­
tro t rabajo- se encuentra en el estudio de los fenómenos culturales comunica t ivos de la socieda d desde la
catego1ía tilosólica de totalidcul. Desde esta perspectiva, Horkheimer y Adorno analizan !as estructuras
consti tutivas de los contenidos massmediáticos desde una posición estético-teórica; Mnrcuse, comple­
menta la ohra de estos autores refi riéndose a los aspectos psico y sociológ icos de las nuevas formas ideo­
!ógicus. Al respecto, véase especi almente Adorno, Th. Dialéctica negatiFa. Madrid. Tau rus; 1 975. ; Televi­
sión y cultura. de masas. Córdoba. Eudecor; 1 966. ; Filosofía. y Superstición. Madrid. Al ianza: 1 972. :
Adorno. Th y Horkhei mer, M. Dialéctica deJl/uminismo. Buenos Aires. Sur; 1 968 ( 1 944). ; Sociológica.
Madrid. Tau rus; 1 969 ( 1 955). ; '·La industria de la cultura·· ( 1 947) en: Cu rran, J; Gurevitch, M. y Woollacot,
J. Sociedad y com111¡ica.ció11 de masas. México. F.C.E.; 1 98 1 . Adorno, Th. y cuis. La 1,ersona/idad awori­
lliria. Buenos A i1·es. Proyección; 1 967. : Marcuse, H. El hombre 1midimensiomd. Barcelonu, Scix Burra]:
l 968. , Ems y cil'ili:ación. Barcelona, Seix Barral; 1 972 ( 1 97 1 ). ; Lo agresividad en la soár�dad industrial
(11 1a11:.adt1. M ,1drid. A l i anza: 1 98 1 .
M M.:wcusc. H. La agresúiidad en la sociedad industrial avarzwda. Madrid, Alian7,a; 1 98 1 : p. 1 06.
7
ft Par Mnrx, fn alienación de la cont.:iencia constituye una al ienación de "segundo grado" en tanto la organi�_
7.ac '. on de la estrucwra -la económico-social- genen1 la de "primer grado". Para los frankfurtianos, la al ie­
nación superes1 11.1ctural pasa a ocupar el "primer grndo" desde el momento e11 que los procesos de p roduc­
ción experimenrnn un conjunto de t ransformaciones que afectnn direcrn y t o talmente l a cosmov isión colec­
tiva e i ndividual.
r.1
.1
� 47
r-
frankfurtiano, la in versión del capital ismo he redado de l siglo XIX e s un hecho.
La clase dominante ha generado científicamente una conciencia social que per­
cibe el mundo desde una cosmovisión creada y recreada de modo artificial.
¿Qué papel cumplen en esto los medios masivos? Constituir, precisamente, el
centro de transmis ión de esa ideología, válida y clara para el grupo dominante
pero cn mascaradora para las clases dominadas dentro de tal sistema de produc­
c ión . De este modo, la relación de la sociedad con los medios es ideológ ica no
sólo desde el punto de vista de los significados sobre los que el hombre común
construye su percepción de l mundo, sino también en tanto organización econó­
mica del consumo.
Las consecuencias de la nueva forma cultural elaborada por procesos indus­
triales se ciernen peligrosamente sobre los consumidores moldeándolos en
tipo l ogías. La homogeneidad psíqu ica que provoca la uniformidad y el carácter
mercanti l y publicitario de los contenidos mediáticos es el medio más adecuado
p a ra la c o n for�ación de_ personalidades au tori t arias y te nde nc i as
sadomasoquistas, tales como las que caracterizaron a las SS hi tlerianas; en este
sentido, en un artículo fechado en 1 947, Adorno y Horkbeimer afirman:
La ideología se ha vuelto vaga y evasiva y. por tanto, n i más clara ni
m ás débil . Su misma vaguedad, su aversión casi científica a comprome­
terse con algo que no pueda verificarse, sirve de instrumento de domina­
ción. Se convierte así en promulgación vigorosa y prefijada del status quo.
La industria cultural tiende a encamar pronunciamientos autoritarios y se
erige así en profeta irrefutable del orden establecido(iH.
El Institu to frankfurtiano evalúa que el juego entre consciente e inconsciente
planteado a través de una potente fuerza de motivación elimina la sensación de
inseguridad y contradicción en las "masas unificadas" y promueve la disolu­
ción de la crítica intelectual. La racionalidad objetiva -principio ilustrado con el
que se pretendía conformar una opinión pública capaz de tomar decisiones po l í­
ticas- se vuel ve funcional al distorsionarse en una racionalidad subjetiva y
subjetivista con la que las "masas" (concepto claramente ideológico que disuel­
ve el de "clase" a partir de la ilusión de igualdad de los individuos en relación
con el acceso a los bienes de producción) perciben y conciben su sociedad. El
Estado, entonces , emplea los métodos de la razón objetiva para desarrollar en la
población una razón de alto componente i rracional:
La concienc ia debilitada, má." esclava cada vez de la realidad. pierde
J.
!a cultura" en: Currnn , J. Gurev itch. M . y Woollacot,
''' Adorn o. Th y Horkhc imt::r. M. "La industr ia de
393.
.
p
:
!
8
9
1
E.;
.
F.C
o;
Méxic
Sociedad de Cmm111icación de masas.
poco a poco la capacidad de rendir esa tensión de la reflexión exigida po
un �once�t� � e ver� ad que no está cósica y abstractamente frente a ]�
�1 e
subJ �t• ��dad, � 1 110 que se �espl iega por medio de crítica, por fuerza
;a
e . ª. �ned iacion re : iproca de sujeto y objeto. La distinción entre verdad y
º[" 11 1 º 11 se hace mas Y má,;; precaria en nombre de una verdad que liqu ida
e , concepto de verdad mismo como qui mera, como fragmento de mitolo­
1", re 5rnnte.[. ) En lugar de la idea, problemática a la par que obl igatoria
�
- hace su entrada la idea, más cómoda, de verdad para noso�
e verdad en s1,
tras, ya sea para todos, ya sea, al menos, para rnuchos69 .
,.
ll
l
Esa d � mens ! � n irracional, hábilmente planteada por los medios masivos , ab­
sorbe e tntens1f1ca la necesidad de dominar y de ser donii·nado . ¡,a aparente
.
d ivers1·d ad de productos Y la "l ibertad" de elección que parece dar el consumo
_
de mcrcancrns preserva las leyes del orden social . M ientras tanto • el ho mb1.e
·
Prod u cto r- : onsum1· dor, rncapaz
de reconocer cuáles son sus verdaderas necesidades Y c � ales aque �l �s que se potencian desde afuera, pierde su individualidad
_
al �ometerse s1 stemat1camente a una lógica artifici al dentro de la cual se sien te
satisfecho:
Tal � cz_ sería necesario resum ir ahora las características de la sociedad
del cap1tali smo org�n_izado,_ de donde ha emergido -aunque no sólo de ella
[ ... . ]- el hom �r� u111d11nens10nal. Se trata de una sociedad en la que l os
d
y. serv
bienes
. 1c1os se producen
.
. Y consumen, e manera creciente, por los
miemb,os 1 �1tegrados en el sistema, con una sat isfacción también crecien­
t� . � 1 trabajo se ha con ve �ido en un trabajo fís icamente más ligero y la
� id � , e� _más c ? moda. Existe la posibilidad de integrarse en una u otra
rnstitu � •OJ1, sociedad, pa.rti � o o club -todos el los perfectamente integrados
en el �_ 1 5- rema- Y que mantienen la i lusión de un pluralismo de opiniones
que , 5 1� e �nb arg? , no toca. el fondo de las cuestiones o de los problemas
_
._ .
S1 anad1mos las diferenciaciones explotadas magníficamente por
básicos
e_l aparato publici.tario, pronto encontraremos que el hombre unidi mensional
� i e � c- u n a. can t i dad cons iderable de aparen tes opci ones a fi n de
1 1� � i v iclual izarse desde el exterior, que le permiten un Erzats de rea.liza­
�1011 perso
�� I. : en el caso d � la s?ciedad norteamericana, por ejemplo, puee p� r.:� necei � � n � u otra 1gle�rn, se� republ icano o demócrata, viajar con
u na, tal)eta_ de cred lto del American Express o del Diner 's, fumar Pall Mal i
? C.h �S(erf·_ield � �osee: un Chrysler o un Pontiac, etcétera. En esta aparente
1 dividual tzac1on res ide cie1ta tendencia a la integración de las clases so­
�
cia les a través de la esfera del consumo7°.
· · • Madrid Alianza· 1 972· pp 94-95
,rr Y S11perst1cw11.
�� Adorno. Th y Horkhcimcr· M · Fil050110
1n C· ªste 1 1 et, J . Lectt1rc1 de Mwr:u.w:. Barcelona. Seix 13urnil; 1 97 1 : ·pp. 1 O 1 -·1 02. · ·
� 49
.•
dida de la capacidad intelectual -que afectaría incl us ive el uso del lenguaje- y en
la consumac ión, en los sectores de cultura "med ia" y "baja", de un "sentido
común'' colectivo en cuyo marco renacen mitologías preindustri ales y su persti­
ciones de base astrológica 72 . A los medios masi vos les toca ofrecer coti diana­
mente lo necesario para el reaj uste conductual del sistema: retomando el con­
cepto freudiano de introyección, los fran kfurtianos plantean cómo sus conteni­
dos operan sobre las conciencias en forma de ideología neutralizante.
La cu ltura concebida como expresión de la creati v idad humana no puede ser
"consu mida'' como ocio. Por lo tan to, es imprescindible que pierda sus caracte­
rístic.as históricas , las con tradicciones que le son inherentes. De este modo, será
posible la imposición del model o que los teóricos de Frankfurt denominan
pseudocultu ra!. Al respecto, B lanca Muñoz afirma:
La gran sugerencia de Adorno y de Marcuse proviene de la ruptura del
_
desenmascaramiento de la pseudocultura establecida y de los comportam � en­
tos a los que da lugar. La degradación de la esencia humana, la extraordina­
ria integrac ión en una realidad estandarizada y codificada férreamente; fas
fórmulas repetidas y machacadas en las conciencias de los receptores _� eno­
tan la situación de anestesia de los espíritus. En lal realidad no hay dialogo
entre ·el poder y sus ciudadanos: se prescribe y se acepta*.
rís­
Con las limitac iones que implica esta introdu cción, señalem os las caracte
de
rata
se
que
de
hecho
el
lugar,
�
ticas distinti vas de la pseudocultura . En primer
ec­
tel
1
los
s
-inclui
d
socieda
la
�?
� _
un modelo que alcanza a todos los sectores de
que 1 0s1ste
tuales- desde el momen to en que se basa en una pseudocducac 1on
cias teó­
exao-eradamen te en los conocim ientos técnicos y neutral iza las resisten
r el
disolve
d
n
fi
el
�_
rica: present ándolas como "supera das" o "arcaicas" con .
cam­
del
10n
conflic to ideológ ico. La "mera formac ión" e s l a clave de l a d1soluc
su pone l a
po de fuerzas intelect uales y éticas denom inado "cultur a'' , campo que _
de la
ampliac ión d e .las facultad es sensible s e intelectuales humanas a partir
· funció n de objetivación:
1
!
Los poseedores han dispuesto del monopolio de la formación cu � tural
incluso en una sociedad altamente ecuante: la deshumanización debida al
proceso capi talista de producción ha denegado ,� los tra� ajadores todos lo�
supuestos para la formación y, ante todo. el ocio. Los rntentos por poner
remed i o pedagógicamente se han malogrado en caricaturas; Y _ toda la lla­
.
mada vulgarización -mientras 1anto se afina el oído lo suficiente como
para sortear esta palabra- ha padecido la i lusión de � ue se podía revoc� r la
.
excl usión del prolctarindo de la formación -exclusión socialmente dicta­
da- mediante la mera formación 71 .
Las consecuenci as de la pseudocu ltura, por lo tanto, se encar� an en una pér,, Mu lioz. B. Cu llHm _1, Comwiicacián. /lwvdw:cirí11 a lo.� reorias co111e111p01·(.Í1)('as. 13arcclona. Barcunova;
1 989: p. 1 83.
11 Adorno. Th y Horkhci mcr. M. ··oialéctica dd i luminismo.. en : Filosofio Y .,·u¡,erstición. Madrid. Al ian­
za: 1 972: p. 1 48.
50 r;;::i
Ante el avance de los métodos de análisis sociológico de corte experimentalista
y estadístico que se registran en Europa desde finales de los años cincue nta, los
análisis sociofilosóficos frankfurtianos comenzaron a ser criticados por carecer
de un método experimenta l . El desarrollo de la teoría europea parecía necesi tar
una metodol ogía que, en la tradición de los análisis críticos, permitiera fundar
indagac iones o bjetivas que no c ayeran en los corsés fu ncionalistas . L9s ensayos
l ingüísticos de Jakobson , los análisis postsaussurcanos, y los estudios de
Hjelrnslev, entre otros, señalaban un camino apropiado para l a indagación expe­
rimen tal de esos fenómenos derivados del mundo del consumo que se presenta­
ban cada vez más complejos. Así, el paso siguiente de la investigación europea
en torno de los fenómenos ideológicos se levantará sobre cuatro pil ares -el po­
der, el inconsciente, la masificación y el disc u rso-, rec i b irá el nombre de
estnu.:turalümo y abarcará a la mayoría de los análisis discursivos de la comu­
nicación de masas que hemos mencionado. La continuidad con la tradición que­
dará asegurada por la explícita vigencia de l as obras de Marx, Freud y· Saussure.
!.
S i la Escuela de Frankfurt había abordado la problemática de la comunicación
de masas desde una perspectiva soci ofilosófica que ex pl.i caba el fenómeno
massmedültico y sus consecuencias a partir de la crec iente alienación ideológica
en las sociedades capitalistas avanzadas, el estructll ralismo considerará q ue, dado
que la condición lingü ística de los procesos de alie nación en ningún otro sistema
. se hace tan evidente como en el comun icativo, es necesario dirigirse a la constitf.l­
ció11 interna ,nisma del discurso ideológico de Los medios. Dicho de otro modo: el
estructural ismo -se entiende que nos referimos al estructu ralismo que se ocupa ele
los mensajes de masas- apunta a la conformación de un modelo que pueda dar
cuenta de .l a estructura comunicativa (no tanto del sistema específico de la cornui: Las .�u percscructurns ideológicas generan conductas vincu ladas a imaginarios simbólicos gestados en l a
cu rnunicación técnico-cicnt íl'ic,1 y. a la vez . conductns sociales com:recas l.JUC desc111 boc:111 en la con l"o r-111nci(51l de "rncntal idndes mitológicns ... (Cfr. Adorno, Th. Y Horkhci mer, M . Sm:iológ ir.ú. . Madri d . Tnurus;
1 979 y Filosof[a y Su¡,er.wición . Madrid. Ali anza: 1 972). Este aná l isis de los fra nkfurtia11os orientaní
invcstig:1cioncs posteriores corno las de Roland Bnnhcs y M ichel r:oucuu!t.
¡;:;;-i 5 1
- ----';�
'
1·
·
.,
·
n icacion masiva co tno de la, cultura que lleva aparejada), entendiendo a ésta como
la estructura misma del poder* .
.,
.
Desde esta perspecti v a , el efecto determi nante de la . comum � ac1on
massmediática consiste en el surgimiento de u na forma c� l �ural. �nterrelac1on�da
por fenómenos tales como la mitologización , la eslereot1p1zac1on , la rc� un_d �n ­
cia, etc . , categorías adheridas a una cultura emergente con u ? o s p nnc_1� �0s
_
taxonómicos que se imponen cada vez más fuertemente . En esta linea y refinen­
dose a la prensa liberal chilena, Armand Matterlart expresa:
como la hi storia de los contenidos, sobre la que se sigue ins istiendo) no
. h a n sido observadas todavía en el n i vel de nuestra sociedad de masas:
nada sabemos de la manera en que nuestra sociedad clasi fica, distribuye
y opone los i nnumerables objetos que produce, y cuya producción mis­
ma es un acto i n mediato de clasi ficación ; quedan por reconstruirse. pues,
una cantidad i mportan te de taxonomías particulares, pero también por
ed i fi car a part i r de al l í -si se puede dec i r- una taxonomía de las
taxonom ías : pues si existe real men te l a sociedad de masas, es forzoso
adm i tir que siempre hay contagio de un modo-tipo de clasificación a
una infi n idad de objetos o correspondencias h omológicas entre varios
modos de clasificación73.
·
Este lenguaJe, verdadera "escritura política" ' revela el ritual autoritario
.
_ ., , .
de una técn ica de control y de manipulación de la opm 1on � ubhca. Pr�c1 samentc porque se trata de un ritual, los modelos co � strutdo� � erm1ten
predeci r l os esquemas argumentales -especie de refl_eJOS con� 1c1onado�­
de los cuales se valdrá la prensa liberal al ser co nf.rontada d tal _º cual
acontecimiento que hace peligrar un equ i l ibrio pol ít1� 0 q_ue le es l a�oraanalizando eternamente otros ed1tonales, pero s1emo
, os seouir
bl e. P od nam
pre volverían \o s mismos modelos de reparto argumental . L0.5 _ octeI os
. �
estructurales el a borados tienen, por lo tanto, valor de predec1b1hdad * *
El desarrollo de la línea de investigación de los disursos de masas que parte
de Roland Barthes ya ha sido planteada. Revisemos, entonces, la conformac ión
del otro paradigma: el de las investigaciones nortearnericanas.
7. Los estudios de la comunicación de masas:
· inscripción de la línea norteamericana
Ante esta s ituación, parece imprescindible elaborar un modelo cs�ructural
que constituya un método aplicable a una pluralidad de aspectos p rop ios de la
cultura de masas :
Queda el problema del método. ¿De qué s� trata? De desc � brir el �is_te­
ma O los s istemas de clasificación de una sociedad_ : cada so_c1ed�d- c �a_s1fi­
ca los objetos a su m anera, y esa ma� er� �onst1tuye la 1 �teh g1b1hdad
ser estructural , no
. . q u e ella se da ·, el análisis soc10log1co debe
111 ·1 sm,t
.
porque los objetos estén estructurados "en sí", s � no po rq�e _¡ �s soc. ·ted_
des 110 cesan de estructurarlos; la taxonom1a sena, en defm1t1va, el mo
del o heurístico de una sociología de las superestructuras. Pero. co1�10
ciencia ºaeneral, la taxonomía no ex iste; hay, ciertamente, taxonomias
, ·
parciales (botánicas , zoolog1cas,
mmera
l �' g ·1cas) . Pero
. además de que_ estas.
clasificaciones son temporari a s (y nada ilustra meJor el carácter h 1st6n­
co e i deo lóg ico de los modos de clasificación, hasta el ¡�un to de q� e una
historia de l a s formas, que queda por hacer, aprendena de ellos tanto
ª:
* S egu1mos
·
. aqu
. 1, la lectura qec pl antea Blanca Muñuz (Culwra y Comunicación. /1ttroducció11 a �as
reorías con1e111¡wráneas. Barcelona, 8 ��canov_a; 1 9 89) spccto d e l desarrollo d e l a s teonas
. r�ó n de1 p.ira
. d·g�a
comunicativo norte1
comunicativas europeos. Consúltese tamb1en la s1stcmut1zac1
americano propuesta por esta aumra.
. . .
.
u M attelart. A. "Concl usiones" e n : Mattelart, A.: PKctn , . M. Y Mattclart.
libemi. Buenos Aires. Shapi re, d Cid editor: 1 976: PP· 1 68- 1 ú9.
52 (;1
M El andlisis de fa p rensa
..,
La hegem o nía política y económica de los Estados Unidos, que se va impo­
niend o desde finales de la pri mera guerra mundial, plantea como paradi gma
metodológ ico y epistemológi c o imperan te en la actualidad al funcional­
conductismo norteamericano, un tipo de investigación que resulta adecuada a la
organ i za c ión de las necesidades del consu mo colectivo: la tecnoestructura del
capi tal ismo postindustrial requiere de una teoría general de la moti vación cien­
tíficamen te planificada y regulada q ue instale como principio de coherencia u n
sistema de actitudes concordantes co n los fi nes de dicha tecnoestructura.
De es te modo, en los Estados Unidos, l a teoría de la comunicación llega a
en focarse como una tecnología social, y sus métodos de investigación son los
de una sociología que renu ncia a examinar la génesis de sus conc eptos. Esta
sociología defi n e su objet o en forma fragmentaria, lo asocia mu y direc tamen­
te con la vida c o tidiana, lo c o nceptualiza como consistente en opiniones espe­
c íficas y no organizadas en sistemas, estudiadas en el plano de la conciencia
de los actores en cuanto al grado de adhesión o de rechazo que experimentan
y que tienden a ser referidas a fu ndamentos de carácter predominantemen te
psicológ i co.
El tema de la producción de "efectos" y la búsqueda de l a profundización
1
·'
Harthcs.
R. y cols. E:strucruralismo y sociologia.
Buenos
Aire�. Nueva Visión;
1 973:
p.
1 5.
ti,:! 5 3
1
1·
, ...
;
1 '
''
.,:i.
1'
del conocimiento de los cambios de conductas de las audiencias. la investiga­
ción sobre la naturaleza de la opinión públ ica, la posibilidad de medir empíri­
camente la experienci a colectiva en rel ación con los med ios masivos, el estu­
dio de los fe nómenos de liderazgo y de l as técnicas de propaganda Y persu � ­
sión defi nen e l perfil de la tradición investigadora norteamericana en con: uni­
cación social. En otras palabras: el eje de la investigación g ira sobre la inda­
gación de los métodos y perspectivas para el condicionamiento psíqui<:� �e
la población a partir de la consecución de ciertos efectos generado.\' artijlcwl
e intencionalmente.
El actual paradigma funcional-conductista reúne investig �ciones t �n dive�·­
u-entes como las provenientes del marketing, l a psicología soci al, la socmmetna
; la estadística. Queda claro, entonces, que el "sentido práctico "_ -util.itari�- pre­
valece en esta línea por sobre cualquier otra final idad. Esto no 1mpl 1ca, sm em­
bargo, que, como toda construcción de las ciencias sociales, no presente �� sus )
fundamentos unos principios filosóficos entre los que se destacan el orgamctsmo
positivista y el pragmatismo.
En la primera década del siglo XX, en el marco del ascenso social de una
clase formada por inmigrantes sin marcos de refe rencia cul turales homogéneos
y con un sen tido de la vida basado en la acción y la voluntad de �;ogreso, el
.
prag matismo se mostraba en Norteamérica como una fund �me_�tac1on a�r? piada para una cosmovisión realista que rehuía toda comphcac1on metaf1s1ca o
metacrítica (como sí se dará en la tradición europea). En otras palabras: desde :.
esta perspect iva, el criterio de utilidad, la relación del sujeto con los o �j� tos que
_
le son útiles, mlleve \a acción volitiva del hombre y determma su acc1on de un
_1
modo "instrumental". La epistemología, por lo tanto, se hace funcionalista por­
que el fu nc ionalismo resul ta ser el modelo que mej or se adecua a la trayectoria
ele esa sociedad.
Pero detengámonos un poco en los inicios de este paradigma, en las prim�ras
décadas del siglo XX. Por en tonces, la comprensión del proceso de la comu 01ca­
ción a través de los medios masivos se desarrol laba fundamentalmente en torno
del paradigma de Lasswell74 y ocupaba a sociólogos funcion � listas, p� i�ólogos
_
c onduct i stas e .investigadores y científicos de la teoría de la mfonnac1on Y los '."'
sistemas sin que las apl icaciones prácticas sustituyeran al análisis teórico ptiro.
J·
1.i
. ... ...
;;��::�{�(�;
!
• l.
Harold Lisswell ("Estrncn1ra y fu nción de la comunicación en la sociedad .. ( 1 927), tradu �i do al caste­
_
llano en Moraga s. M. de. Sor.iofogia d,: las co1111111icaciv11es de 111r1.1·a. Barcelona. G. Gil1; 1 986.) es
quien. preocupado por cnconlrar un.i metodología que dé cuenta adecumlamcnte de los pro fundos cam­
_
bios sociales. económicos. pol í1icos y culturales en los que inciden los med ios, p!an1ca el pnmer modelo
de investigación comunicativa. Su modelo se articula sobre los conocidos aspectos " ¿Quién dice? ¿Qué
dice'! ¡_ En qué can.il ? ¿A quién? ¿Con qué efectos?".
54 ,:;:,
E ! fu ncional ismo aportaba a la investigación de los medi os masivos un mo­
delo en el q ue las noci ones de equilibrio y coherencia social suponían la hipóte­
sis de q ue la autorregulación cumplía la funci ón preponderante. Tanto en la obra
de Merton 75 como en la de Lasswcll, se pretende determinar las consecuencias
lógicas y "naturales" que l a difusión y transmisión continua de mensajes provo­
can en las aud iencias.
El conductismo, por su parte, i niciaba sus aplicaciones al estudio de los fenó­
menos comunicativos sobre la base de una serie de experimentaciones en las
que el conocimiento del sistema de la moti vación no presentaba finalidadés
utilitarias. Si se señalaban los efectos persuasi vos de l os medios, .se Jo hacía e n
tan to consecuencia derivada e inevitable de su acción.
Aunq ue esas i n vestigaci ones contenían elementos q ue prefiguraban la direc­
ción q ue hemos señalado para la investigación comunicativa norteamericana
actual, es i n negable se sostenían en el marco de límites académicos� objetivos.
Uno de los antecedentes más importantes con los que contaban, en este sentido,
era la obra l ógico- semiótica de Charles S . Pei rcc76 .
8 . Los análisis semióticos en Argentina
La Asociación Internacional de S emiótica -abierta a "todos aqucltos que tra­
bajan en campos donde la noción de signo es o puede ser reconocida y discutida,
tales como la lógica, la l i ngü ística, la teoría de la información, el análisis de las
relaciones sociales, el estudio de los tipos de discurso (epistemología, antropo­
logía, psicoanálisis, etc), la poética, la estética"- se constituyó a principios de
1
·'
Menan, R . K . Teoria y ,!strnctura sociales. México. F.C.E. ; 1 980. Merton se ocupa del estudio de !as
!"unciones manifiestas y latentes de la comunicac ión de masas desde una perspect i vn empírica. Es este
uutor el pri mero en scñ::t !.ir, dc111ro del núdeo de los in vestigadores norteamericanos, las fu nciones de
influencia y rersuasión de los medios.
7
" Los otros an tecedentes de análisis norteamericano se remontan, fundnrnentalrnente, a !as obras de l os
psicólogos orgnnicistas Wi l l i a rn James y John Dewey. a /ns experimentaciones de la naciente psicología
beh,i vi orista ele Wntson, a la psicologín social del grupo de Chicago y a la intlucncia de l a teoría cibcrnétic,1
-del'inida corno ciencia de los escndos autorregu lados- de Ross Ashby. Hay que remarcar. adem,ís, la
i ncidenci a del modelo biológico en la consti1ución de este paradigma: rara Dewey (E.tp eriencia _v nat11rnle::.a: 1 925). el proceso colecti vo es una restauración de las relaciones de evol ución hacia u n eq u i l i b rio
que no se fundnmenta en lo hi stórirn sino en lo biológico: Watson (La P.l"icofog ía cfosde d punrv tfo, l'i.1·1n
de 1111 co1uluc1is1a: 1 9 l 9). ror su parte. afirma que "el objeto de l a Psk:o!ogía no es Ja concien ci a si no ! a
ucta dd ser humano f ... ]. Su compañera más ír11irna es la fisiologí; [ ... ](que) se interesa por el
�ond_
_
! u nc1011am1cnto de las partes en el ani mal y el conductismo en lo que hace al ani mal como un todo. [... 1
La Psicología, pues, es una porte limita da de )a B iologí::i ...
c¡;J 55
1 969, en París. Conformaron el comité ejecutivo Émile Benveniste, Roman
Jakobsos n, Umberto Eco, Jurij Lotman y Julia Kristeva, entre otros europeos;
Décio Pignatari , por B rasil, y Elíseo Yerón, por Argentina, fueron los partici ­
pantes latinoamericanos que, por s u parte, promovieron l a fu ndación de las res­
_
pectivas asoc iaciones nacionales: la Argentina, de 1 970, después de la Italiana,
fue la segunda Asociación en el mundo.
La revista Lenguajes, órgano de difusión de la Asociación Argentina de
Semiótica, con un comité editorial integrado por Verón, Juan Carlos lndart, Osear
Traversa y Ose ar Steimberg, presenta una revisión amplia "acerca de la produc­
ción del conocimiento" bajo las categorías de "estructuralismo y semiolog ía" en
los tres países latinoamericanos en que se habían puesto en práctica, h� sta el
momento, tales abordajes: Chile, Argentina y Brasil. La primera revisión, fir­
mada por Verán e incl uida en el primer número ( 1 973), comienza por definir sus
propósitos en el marco de una coyuntura h istórica muy particular:
( . . . ] el presente artículo es una sue11e de revisión dél desarrollo de lo
que ha sido llamado "estructuralisrno'' en una región particular del �un­
do . Natural mente, lo que en esta última ha rec ibido ese nombre algo tiene
que ver con lo que ha s ido identi ficado con igual nombre en otras p�rtes .
En un n ivel diferente, sin embargo, mi propio artículo está, por cierto,
inspirado en una determinada concepción de la semiología. Trataré ante
todo de clari ficar este aspecto con el fin de justificar el haber elegido Ar­
gentina y Chi le como casos pa1ticulares 77 •
Verón compara la distinta inserción del estructuralismo -que no es diferen­
ciado, "en un primer nivel descriptivo", de la "semiología"- en Argentin a Y
Chile con el objeto de señalar las con secuencias de las "diferentes condiciones
estruc turales para la producción de los conoc imientos":
{ ... ] El estructuralismo ha conocido en cada uno de estos países un
destino cultural diferente. Ha sido ubicado diferencial mente dentro del
campo ideológico, y su "impacto" ha sido distinto. Más específicamente,
!as contradicciones y d istorsiones que caracterizan la producción de cono­
cim iento en los países dependientes del Tercer Mundo se manifiestan en
cada caso bajo distinta forma. En la Argentina. la v ida de la inspirac ión
est111ctural ista ha sido s iempre exc lusivamente académ ica y. dentro del
mundo académico. el estruclUralismo no ha s ido nunca percibido como
77
Verón. E. "Acerca de la producción social del conocimiento: el 'estructuralismo' y la semiolog ía en
Argentina y Chite·· en: Leng uajes, aiio 1 , n. 1. l3uenos Airrs. julio de 1 973.
56 �
·'
!
especial mente v i nculado al pensamiento marxista. Entre los grupos i nte­
lectuales más acti vos políticamente provocó, de hecho. reacciones que
fueron desde una cierta desconfianza hasta la condenación ideológica ex­
plícita, a veces en nombre del marxismo. Por otro lado, varios de los auto­
res influenciados por el pensamiento estructuralista se han reclamado, ellos
también, marx istas. En este sentido. la s ituación argentina reprodujo hasta
cierto punto las reacciones contradictorias que el estructuralismo desper­
tó, dentro del campo marx ista, en la misma Francia.
Desde su in icio (relati vamente más tardío que en la Argentina) el es­
tructuralismo y la semiología chilenos recibieron una marca cultural dife­
rente . Los autores locales. inspirados de una u otra manera por el estructu­
ral ismo, estaban vinculados a gru pos i ntelectuales muy activos política­
mente en el campo de l a izquierda marxista; el desarrollo de las ideas y
métodos del estructuralismo y la semiología fue inmediatamente percibi­
do como asoc iado a la teoría marxista y algunos de los trabajos locales
han tenido un peso considerable en el contexto de la lucha política e ideo­
lógica que caracteriza a la si tuación chilena7M .
S i bien Verán ubica en los años 50 las primeras reacciones argenti nas ante l a
influencia estructuralista (algunos trabajos de Lévy-Strauss, introducidos por
Gino Germani en su cátedra de la carrera de Sociología) , considera que la pri ­
mera producción l ocal representativa se encuentra en el simposio organizado en
1 96 7 por el Centro de Investigaciones Sociales del I nsti tuto "Torcuato Di Tella"
bajo el nombre "Teoría de la Comunicación y modelos Lingüísticos en Ciencias
Sociales", simposio del cual surgió Lenguaje y Comunicación Social, con traba­
jos del propio Verán, Luis Prieto, Pau l Ekman, Wal lace Friesen, Carlos Sluzki y
Osear Masotta79 .
En la introducción a dicho trabajo, Vcrón se inscribía en un tipo de análisis
ideológico en clave estructuralista que, sin embargo, proponía la necesaria y
posible incorporación de las investigaciones norteamericanas orientadas al es­
tudio -pragmático- de la in teracción:
El térm ino semiol ogía está vi nculado más bien a la trad ición europea,
muy estrechamente asociada a los estud ios de lingüíst ica estiuclu ral (cfr.
Barthes. 1 964) e incli nada a la investigación de s i stemas de signos per se,
es dec i r. concentrada en la sintáctica ("estudio de las relaciones de los
signos entre sí") y la semántica ("estudio de las relac iones de los signos
7� Verón.
E. "Acerca de la producción social de! conocimiento: el 'estructuralis mu' y la semiología en
Argen tina y Chile"' en: Le11g1wjes, aiio 1 . n. 1 . Buenos Aires. julio de 1 9 73 .
.,,. AAV V. Le11g11ojc y co111wlicc1ción social. Buenos A i res. Nueva Vi sión: 1 968.
� 57
S i tuac i ón histórica y método son coordenadas para tener necesaria­
mente en cuenta si se qu iere encarar el objeto "comunicación masiva". Es
posible que nadie cuestione esta afi rmación y que. sin embargo, se esta­
blezcan di ferencias profundas (ideológicas, por supuesto) entre qu ienes la
acepten . Se trata de saber si, por un lado, va la histori a (la política, la
ideología) y, por otro. los métodos (la ciencia). Y aquí, una nueva
postulación: sólo es cien tífico, elaborador de una verdad, un método que
surja de una situación histórico-política determinada y que verifique sus
conclusiones en una práctica social acorde con las proposiciones histórico
pol ít icas en las que se pretende inscribirlas. Lo contrario -la consideración
po l ítica y la "práctica científica" como fenómenos paralelos (es decir, se­
parados)- concl uye en un acompañamiento infi n i to -como las paralelas
eucl ideanas- sin que jamás una roce a la otra . D i ch o sin metáforas
geométricas : le guste o no al científico, siempre su ciencia se vincula a
una política. Y, lo qu iera o no, toda pol ítica condiciona una ciencia. Luego
v ienen los casos de supercherías conscientes. Pero eso entra en el campo
de las conductas individuales K�.
con lo que s ignifican") de esos si stemas, sin mucha referencia a la prag­
mática, es dec i r, a los procesos concretos de uti lizac ión por parte de los
usuarios. Huma11 communication o simplemente communication es, en
cambio, una expresión que agrupa investigaciones orientadas al estudio
de los procesos de interacción interpersonal vistos desde la perspectiva de
la comunicación, sobre todo en los Estados Unidos. En la tradición
anglosajona. se ha utilizado con frecuencia en los últimos años el término
semiotics, que fuera empleado sistemáticamente por Morris (1 938 y 1 946.
Cfr. Sebeok, Hayes y Bateson , 1 96 4)K0.
Esta línea de investigación que propone la complemcntariedad entre las ver­
tientes europea y norteamericana no aparece, sin embargo. en los trabajos de Verón
y los semiólogos argentinos nucleados alrededor de la revista Lenguajes. Tanto en
el artículo "Acerca de l a producción ... " como en la mayoría de los publicados en
números posteriores se advierte, fundamentalmente, la preocupación por la deli­
mitación de la especificidad de cada uno de los lenguajes sociales en el marco de
una teoría científica ("neutral") del modo de producción de las sign ificaciones:
Si se plan tea, en un caso particular, la contrad icción entre las condicio­
nes impuestas por la investigación [en los países dependientes]. por una
paite, y la intensa demanda social de aplicaciones prácticas que sean a la
vez políticamente relevantes, por otra, el semiólogo se encuentra ante una
alternat iva y debe elegir. Optar por la inserción política y abandonar las
exigencias contenidas en el proceso de producción de conocimientos conviene decirlo muy claro- me parece una elección perfectamente legíti­
ma. Pero entonces, ¿para qu·é mantener todo el "aparato retórico'' del len­
guaje "cient ífico"? Si se trata de hacer una lectura lo más lúcida posible de
la pre nsa bu rguesa para desenmascarar sus trampas, ¿qué necesidad hay
de hablar de "parad igma y sintagma", de "satu ración del corpus", de "es­
critura", de "ejes semánticos"? Es evidente, a mi juicio, que la jerga cien­
tífica no h ace sino ocultar la opción que, en los hechos, se ha real izado.
Podernos preguntamos por qué. Pienso, sencil lamente, que lo que está en­
juego es la identidad social del intelectual en cuanto tal" K I .
,,
¡
Lejos parecen haber quedado los debates en torno de la función de la comu ­
nicación de masas que caracterizaron la reflexión de los años 70. Lejos, también
en general, la reflexión acerca del rol del semiólogo en "estas sociedades en las
que los medios masivos poseen el monopolio del proceso de socialización de
todo discurso posible " . Y la consideración de las condiciones de circulación de
dichos discursos en el seno de la comun icaci6n social, bajo condici;nes históri­
co-políticas precisas .
Con la reapertura democrática, la disciplina semiótica y los modelos de aná­
lisis del discurso se instalan defi ni tivamente en los ámbitos académicos; en pri­
mer lugar, en aquellos vinculados directamente con el estudio de l as temát icas
comunicacionales ; en segu ndo lugar, en aquellos otros que requieren de un ins­
trumental para el análisis simból ico83 •
�
Estas posiciones de Lenguajes fueron motivo de una rica polémica acerca del
lugar de la semiótica en los estudios sobre comunicación masiva con la revista ;1
Comunicación y Cultura, publ icada en Chile hasta la caída de la Unión Popular,
baj o la dirección de Héctor Schmucler, Arm and Mattelart y Hu go Assmann :
,m Veró n. E. ·'Hac i a una cienciri de !a comunicación soci a!" en: AAVV. Lenguaje y comu,iicaciú11 social.
Ruenos Aires. Nueva Visión: 1 968.
'' ·'Prc�cntm.:ión" en: le11guajcs, aiio l . N" !. íluenos A i res. julio de 1 973 .
58 9
1
Sch mucler. H . "La i n vestigación sobre comunic::ición masiva" en: Comunicación y Cultura. Buenos
A i res. n.4; 1 975.
�, Dndo que una entrada por autores resu ltaría innbarcable dentro de los límites de esta i ntroducción,
citmnos. simplt!meute 3 modo de ejemplo, algu nas de !ns pri n c ipales editorinles nacionales que han
publicado títu los y colecciones especializadas en semiótica y análisis del discurso desde 1 983 a la
fecha; Colección Hachette U n i versid.id (ed it. Hachette. hoy Edici .il): Colección del Círculo. dependien­
te del Círculo Buenos Aires para el Estudio de los Lenguajes Contem poráneos (edit. Atucl); Enciclope­
dia Semiológica. del I nstituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Cá tedra de
Semiología del Ciclo Básico CornUn de la U . B . A.: Colección Cuaderni llos de Géneros. La Marca edito­
ra: Colección de Semiología y anál isis· del discurso. edit. B i blos: Colección Signos y Cultura. edit.
Co!ih uc; cdit Centro Editor de A mérica Latina.
/,
.,.
. '';i:
� 59
.i<•.•)
El desarrollo que alcanzan estos estudios es tal q ue pronto llegan a adquirir
difusión social y resulta posible, entonces. registrar una gran desproporción en­
tre los análisis de estatuto académico y los que se producen por la divulgación
de la disciplina. De este modo, los an51.i sis semióticos con pretensión de rigor
c ientífico, se encuentran con la dificultad de demarcar con precisión sus objetos
y sus métodos con tra la apropiación de sus modelos por parte de otras discipli­
nas y, principalmente, contra unas "se1ni ologías" que parecen disueltas en .l a
proliferac ión de discursos mediáticos de "análisis de la realidad".
Den tro del ámbito de la disciplina semiótica, además , no dej an de observarse
tensiones y contradicciones. Así, el IV Congreso Nacio nal de Semiótica, cele­
brado en la Universidad Nacional de Córdoba en setiembre de 1 995, a instan­
cias de la Asociación A rgentina de Semiótica, exhibió una convivencia de dis­
tintas te mporalidades teóricas que, en algunos casos, parecían responder a un
modo de adecuación al juego de la oferta y la demanda institucional en el que
los conceptos encuentran una cotización académica y, en otros -los menos-, a
una búsqueda de nuevas perspectivas para tornar aprehensible aquello que pare­
cía bo rroso desde las categorías y metodologías tradic ionales.
La semi ótica corre presurosa a apropiarse de los productos de los me­
d ios masi vos y de las nuevas tecnologías, postulando así como una carac­
terís tica de este tipo de objetos la banalidad; objetos que, precisamente
por ser banales, merecen especial atención. Si, como planteó Eliseo Verán, .
"un pote de yogur s intetiza toda la sociedad contemporánea", la semiótica
puede encontrar all í las claves que le permitan desentrañar condiciones y
operac iones de lectura propias de la contemporaneidad.
El problema se plantea cuando el video clip, el rock o el melodrama se
evidencian como verdadera fiesta ajena para algunos críticos que los legi­
ti man recurriendo a la tradición prestigiosa y, en efecto, fami liar. y los
desvincu l an de sus condiciones de producción '-la repetición y prolifera­
ción de mínimas diferencias propia del mercado en que esos objetos circu­
lan- para anal izarlos en forma inmanente. identificando procedimientos
de vanguardia o lras ladando categorías de la lingüística clásica. " *
L a i nmediatez con e l objeto parece atenazar, e n algunos casos, a l discurso
que lo anal iza. La fascinación de ese discurso que se considera en sí mismo
crítico cuando no hace otra cosa que adscribi r.se a la lógica de la moda qu_e
gobierna el espacio académico- termina postulando lo den10cr{1tico donde debe­
ría seguir presente el imperativo de comprender y advertir el carácter interclasista
de las manifestaciones claves de la contemporaneidad: el presente se transfor­
ma, en esos casos, en "una situación frente a la cual no se ejerce la crítica, una
*
Cortés Rocca. P. "A prop6sito del I V Congreso Nacional de Semiótica" en
Aires. N º 4. (En prensa).
60 r¡,;:'l
Causas y Awres,
Bu enos
;
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)
·:
1
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si tuación que se acepta porque allí está, ha mod ificado el mundo, reorganizado
la cultura Y se i mpone con la contundencia de lo consumado"84 •
· No queremos decir con esto que la semiótica y las investigaciones nacionales
d � l os di scursos deberían reinstalar la discusi ón acerca de la urgencia o la
_ _
tnvrnl1dad que podrían implicar el anális is de tal o cual objeto a partir de tal o
cual metodología; sí creemos necesario tener en cuenta que la trivialidad es "el
modo en que se produce la cultura global del presente " 85 y que, en este marco, se
hace indispensable reflexionar acerca de .la distancia que debe mediar entre los
obj etos Y .l os conceptos con los que trabaja la crítica, la crítica que se propone
una distancia negativa respecto de sus propias condiciones, un acercamien to
que, lejos de las pretensiones cicnti ficistas pero lejos también de las miradas
contenidistas que descartan la materialidad del sign ificante, se pregu nta por el
carácter de éste como mercancía integrable a la reproducción de la industria
cul_tu ral y fu nciona como un modo de operar sobre el presen te.
l t ·abajo que presentamos a continuación tiene, en principio, dos tipos de
. � �
hm1 tac 1ones. Por un lado, aquellas que nos impone el estado provisorio de la
semiótica como ciencia general de las significaciones; por otro -y fundamental ­
mente- las que surgen de una cierta omnipotencia de la semiótica en cuanto a sus
posibili dades de volver transparentes todos los sentidos.
En este marco, nuestro análisis de las crónicas periodísticas está en cierto modo
entrampado por los modelos parciales predominantes (el de la semiolinguística,
por una parte ; el peir�eano, acotado al abordaje ele los componentes gráficos, por
l a otra) Y se muestra incapaz de dar cuenta de todo aquello que (porque dcscon­
cie1ta al investigador, porque constituye un plus de sentido y remite a un más allá
de la semiótica al que la semiótica debería abrirse, o queda detrás, en fin , del
encandilamiento que prov.icnc de la condición de ser un miembro más de u na
cultura y de un campo de trabajo) se resiste a una interpretación. La omnipotenci a,
por decirlo de algún modo, se plasma fundamentalmente en la pretensión de ubi­
car este texto -texto de relecturas, de recuperación y discusión con (algunas de) las
tradiciones teórica<;- en el terreno de la crítica, de su valor de intervención en lo
social, a partir de considerar a la cultura como un conjunto de obj etos pero tam­
bién de prácticas y modelos particulares de inteligibilidad y apropiación.
Advirtamos, final men te, que hemos considerado como condicionamiento de­
terminan te e l objetivo de que este material sirva a los fines de nuestro destinata­
rio el docente .
11-1
KI
S:u-lo. B . "La teoría corno chatarrn. Tesis de Osear Landi sobre ln tele visión". Buenos Aires. Punto (fo
Vi.tia; N ° 44; nov. 1 992.
Del fino, S. "Desigunldad y di ferencia. Retóricas de la identidad en la crítica de la cultura" (ponencia
pnra el IV Congreso Nacional de Semiótica).
r_¡;:l 6 1
,,
CAPITULOII
·:'1,
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LA CRÓNICA PERIODÍSTICA
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Los géneros informativos en la comunicación de masas
,1
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La intención primaria del periodismo infor­
mativo 1 es dar a conocer lo que se refiere a un
hecho ocurridó o por ocurrir ajustándose a toda
una serie de recursos que tienden al efecto de
objetividad, a la ilusión de verdad y fidelidad
respecto del acontecimiento.
Por lo tanto, podemos establecer como mar­
ca característica general del género informati­
vo periodístico el hecho de constituirse a sí mis­
mo como transmisor ("presentador") de otros
enunciados, (de manera directa o indirecta) y
siempre sobre la base de la función referencial
del lenguaje',
Los géneros informativos periodísticos cum­
plen la función de reproducir el "mapa" institu­
ciorial vigente en una sociedad dada y clasifi­
car los acontecimientos según una serie de di­
mensiones: política, economía, policiales, cul­
tura, deportes, etc. Resulta claro que, entre los
diferentes medios, las variaciones en la cons­
trucción y presentación de acontecimientos pue­
den ir desde Ja supresión total de una informa­
ción hasta la presentación de sucesos fra nca­
mente opuestos; desde la ubicación de una mis-
1
;,
,:t
,,
{.
Algunos de los temas que aborda este capítulo han sido
trabajados en Atorresi. Ana. La crónica periodística. Bue­
nos Aires. Ars; 1995.
Hablamos de función referencial en el sentido definido por
Roman Jakobson en "Lingüística y poética" (Essais de
Lingiiistique Génerale. Paris, Seui 1: 1963.): "ordenación ha­
cia el referente, orientación hacia el contexto -en una pala­
bra. la llamada función referencial, denotativa. cognosciciva
( ... )". Esta función está marcada pur el modo indicativo,
las frases declarativas, !a posibilidad de predicar !a verdad
o falsedad de las mismas y el uso de la tercera persona o
referente del cual se habla.
(>¡;::! 65
El género informativo
periodístir:o resulta una
modalidad entre muchas
otras en el interior de la
comunicación social[. .. ]. Lo
que el gé11em informativo
funda es el monopolio[... ]
del proceso de socialización
de todo discurso posible a
través de los medios
masivos.
/11dart, J. "Mecanismos
ideológicos en la
comunicación de masas: la
anécdota en el género
informativo" en: Lenguajes,
afl.n /, Nº 4: 1974.
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ma información como "política" a su.ordenación
como "policial" o "social".
A los fines de este trabajo, conviene estable­
cer una primera diferenciación entre los géne­
ros informativos según el criterio de la relación
temporal entre la noticia y los acontecimientos:
inmediatamente después de acaecidos, en el
caso de la crónica; por acaecer, en el caso de la
noticia; de temporalidad durativa, en el caso
del trabajo de investigación.
Ya dentro de cada género en particular hay
que advertir distinciones según los participan­
tes seleccionados para construir el aconteci­
miento, según las acciones que se adjudiquen a
los participantes y según las relaciones causales
que se establezcan entre las ácciones. Los ele­
mentos paratextuales, así como los estiUsticos
en -sentido amplio, también deben ser tenidos
en cuenta.
Caracterizaremos ahora, mínimamente, los
géneros periodísticos informativos que se dis­
tinguen de la crónica para centrarnos luego en
el género que nos ocupa:i :
1
cio de determinados hechos que se supone que
acontecerán. Generalmente se trata de informa­
ción suministrada por entidades privadas o
fuentes oficiales acerca de las actividades pro­
gramadas. Si el medio quiere expresar la certe­
za acerca del hecho anunciado emplea el futu­
ro simple o compuesto; si, en cambio, pretende
manifestar la probabilidad, el condicional sim­
ple o compuesto. Só.lo se utiliza la noticia en
pasado en el caso de que se informen hechos
acaecidos pero que no dan lugar a una narra­
ción; se trata simplemente de datos, como por
ejemplo la enunciación de la resolución de una
asamblea, un comunicado, la firma de un con­
venio, etc.
La noticia es la forma más simple de discur­
so periodístico; en general, su estructura es
igual a la de una oración simple: ¿Quién? =
sujeto; ¿Qué? = acción; ¿Cuándo?, ¿Dónde?,
¿Por qué? y ¿Para qué?= circunstanciales.
La idea de la noticia como
espejo de la realidad,
corre.�ponde a la
concepción tradicional de
la actividad periodística
como regida por el
principio de la objetividad.
Evidentemente. esta
ideología oculta la
constitución de la realidad
social por parte de los
medios.
l. La noticia: La noticia se usa para el anunCon esta caracterización intentamos eliminar ambigüedades
comunes en la denominación de los géneros periodísticos. Con
frecuencia. por ejemplo, se usu el término "noticia" para ha­
cer referencia a los géneros informativos en general, o "cró­
nica de opinión" para designar a lo que más adelante defini­
remos como "comentario" o a aquellas crónicas que incluyen
abundantes segmentos comentatívos y que, desde nuestra pers­
pectiva. no dejan por ello de ser lo que aquí se deíinirá como
"crónica". Usted podrá observar. asimismo, que muchos li­
bros españoles empican el término "reportaje" para aludir a
la crónica y no a la entrevista; si bien la entrevista también
puede ser considerada género informativo desde el punto de
vista de su intencionalidad, su proceso de producción y las
marcas textuales que éste implica son muy diferentes de las
del resto de los géneros: por ello !a excluimos de nuestra ca­
racterización.
2. La nota o trabajo de investigación cerra­
do: Es la especie que asume la función especí­
fica deformar además de informar, ya que pre­
tentje mostrar determinados aspectos de un
acontecer que, se supone, no son. accesibles a
los lectores. El "periodista notero" recopila
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Una nora es siempre nota
de algo. El conjunto de
efectos de sentido, de cuya
producción participw1
formas discursivas diversas
(en especial la descripción
y el comentario, en medida
me11or la narración). genera
una semblanza o retrato del
objeto. El objeto, e,r la nota
[. .. }, es una persona o una
cosa[. .. }, un grupo de
personas vinculadas por
una característica o
costumbre común/... }, un
fenómeno o una costumbre
en sí/... }.
lturriza, D. y Leo,ra, P. "Un
tipo discursivo de los
suplementos juveniles: la
nota" en: Suplementos
juveniles.
Cátedra de Semiología
C.B.C., U.B.A.; Buenos
Aires, 1995.
d atos históricos, cultura les, científicos, socia­
les, etc. y es frecuente que incluya en la nota la
opinión de "especialistas" en eJ tema.
Un aspecto fundamental qu e diferencia la
nota de la crónica es su relación temporal con
los hechos tratados: la nota no debe abordar
necesaria mente temas de "último momento";
por el contrari o, puede aparecer en cualquier
circunstancia, "sin urgenci as". Además, desde
el punto de vista enunciativo, la nota está regi­
da, en general. por el presente de definición o
genérico. Si se presentan datos del pasado, se
emplea en la mayoría de los casos, el pretérito
perfecto simple combinado con el pretérito im­
perfecto, constituyéndose así un segmento de
relato; pero su rasgo definitorio -insistimos- está
en la presentación de datos que no necesaria­
mente deben ser "actuales".
La estructura de Ja nota es cerrada, acabada,
aunque se desarrolle a lo largo de una serie de
"entregas". Suele apare c er en suplementos es­
peciales, complementada con abundante mate­
rial gráfico; en este sentido, la nota constituye
un claro ejemplo de los desplazamientos que se
produjeron desde los espacios ocupados tr a di­
cionalmente por las revistas hacia los diarios.
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La nota, firmada por Napoleón Cabrera, incluye comentarios de
Annando Rapallo y Federico Monjcau -los "especialislas"- y foto­
graffa<; del músico -que dan cuenta del lugar dado el material gráfico-.
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Clarín, 26/9195
3. El trabajo de investigación abierto o investiga­
ción propiamente dicha: Se diferencia de la nota de re­
copilación de datos no sólo desde el punto de vista de
susmarcas lingüística,;; sino también en elsentido de los
mecanismos de pro ducción periodística que implica.
Como género discursivo, el trabajo de investiga­
ción se define como una serialización de cróriicas
provisorias que, en tanto crónicas, presentan las ca­
racterísticas que determinaremos para tal género. La
totalidad de esa serie de crónicas sucesivas constitu­
ye el trabajo de investigación completo. Es posible
diferenciar trabajos de investigación acabados -aque� 69
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:
llos que dan por resueltos todos los "enigmas" y por
confirmadas o desestimadas todas las "hipótesis ini­
ciales"- de aquellas investigaciones en que, por falta
de datos y pruebas o por limitaciones impuestas a la
labor periodística, no se puede plantear una resolu­
ción definitiva. Es mác; común encontrar investiga­
ciones acabadas vinculadas con hechos policiales que
hallarlas en relación con hechos políticos; sobre el
caso político suelen aparecer investigaciones que pre­
sentan versiones diferentes según los hechos que des­
taca u omite el investigador y las posiciones ideoló­
gicas que estas elecciones implican.
Para un diario, la publicación de un trabajo de inves­
tigación que se anticipa a la información oficial o que
demuestra su invalidez representa un verdadero "as en
la manga" que, en general, produce un fuerte impacto
social que se ve claramente reflejado en lac; ventas.
Por lo común, la investigación presenta mayor can­
tidad de marcas lingüísticas de la subjetividad que la
crónica simple. Estas marcas pueden abarcar desde
la posibilidad de que aparezca la primera persona y
la firma del investigador hasta la abundancia de seg­
mentos comentativos y se deben, fundamentalmen­
te, a que una crónica, hoy en día, puede redactarse
simplemente a partir de un cable recibido de una agen­
cia informativa y a que, por el contrario, el trabajo de
investigación requiere necesariamente por parte del
periodista un verdadero "estar allí", "en el lugar y en
el tiempo en que se suceden los hechos". El punto de
partida de un trabajo de investigación suele ser una
hipótesis que el investigador busca confirmar o des­
,estimar, para lo cual acostumbra relevar las fuentes
oficiales y cotejar esa información con la que le brin­
dan fuentes no oficiales: declaraciones de testigos e
implicados, denuncias, informes, expedientes judi­
ciales, etc. Todo lo recabado de esas fuentes ha de
figurar en el texto con el status de "documento" y,
junto con el análisis del investigador, lo validará como
"prueba de verdad". El trabajo de investigación, de·
este modo, sugiere con más firmeza aún que la cróni­
ca que la "verdad" se halla en la "actualidad" y en la
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"racionalidad" del relato (por esto abundan los
conectores lógicos y las modalizacioncs lógicas de
los enunciados) y que la investigación en sí es, en
realidad, doble: por un lado, la que realiza la policía,
la justicia o los políticos y, por otro, la que lleva ade­
lante el periodista en el terreno de lo discursivo. No
es, inclusive, infrecuente, encontrar referen cias ex­
plícitas o implícitas al hecho de que las instituciones
"no saben" o "aparentan no saber" la verdad.
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Muchos trabajos de investigación que comienzan por
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aparecer en diarios en forma de crónicas sucesivas son
luego ampliados y comp ilados como libros. Algunos
periodistas ya consagrados a la investigación publican
directamente en libros sus trabajos. Si en el diario este
género requiere de cierta inmediatez respecto de los
hechos que trata, en el caso del libro, por el contrario, se
busca que no exista-tal condicionamiento.
Definidos estos géneros informativos, pasemos a
ocuparnos de la crónica. :..
II. l. LA CRÓNICA.COMO RELATO
Es posible definir la crónica como un relato en la
medida en que narra un acontecimiento pasado a partir
de la representación de su desarrollo cronológico. Si
partimos de la definición de relato propuesta por
Ducrot y Todorov comprobaremos, aún en una pri­
mera aproximación esquemática, que la crónica pue­
de ser encuadrada dentro de aquellos textos referen­
ciales con temporalidad representada 4•
En el plano enunciativo un relato se caracteriza por
las relaciones entre las diferentes secuencias, cuyo enca­
denamiento produce el efecto del despliegue temporal, y
por un sistema verbal y pronominal que le es propio.
Pero, además, presenta relaciones particulares res­
pecto del acontecimiento que narra. Caracterizaremos,
entonces, en primer lugar, la relación existente entre
un acontecimiento y el relato que se hace de él; en
segundo lugar, cada uno de los segmentos que pue­
den constituir dicho relato; finalmente, las marcas
verbales y pronominales gue lo definen.
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Il.1.1. El marco del relato y su relación
con la "historia"
Desde la perspectiva que nos interesa abordar -el
Ducrot, O. y Todorov. T. Dicciorwrio enciclopédico de las ciencias
del lenguaje. Madrid, siglo XXI; 1984.
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funcionamiento ideológico de las fom1as narrativas pe­
riodís.ticas- es necesario vincular el modelo que dis­
tingue histor.ia y relato con el estudio de las
modulaciones del relato según los criterios del análi­
sis enunciativo en general. Siguiendo a Genette, lla­
maremos "historia" a aquello que es contado: el tiem­
po de la historia es el tiempo cronológico del aconte­
ciiniento con independencia de la manera en que apa­
rece representado en el relato, el tiempo "real". El "re­
lato", por oposición, es la representación de la historia
y, por lo tanto, incluye toda una serie de trastocam.ientos
temporales posibles'
La trama cronológica.real de un acontecimiento no
es fácil de establecer. La confrontación de distintas cró­
nicas sobre un mismo suceso permite al analista de un
corpus determinado determinar aproximadamente la tra­
ma cronológica de la "historia" efectivamente ocurrida.
La comparación entre ésta y .los distintos relatos pondrá
de manifiesto todo tipo de concordancias y distorsiones
con los efectos ideológicos que ello implica.
Considerando, entonces, la relación temporal en­
tre el orden de· la "historia efCCtivamente ocurrida" y
el relato que se hace de ella, encontramos dos modos
básicos de organizar temporalmente la crónica:
l) Correspondencia o paralelismo entre el orden
de la "historia" y el del relato.
2) Anacronias entre el orden de la "historia" y el
del relato.
La correspondencia entre el orden de la historia y
el del relato constituye un operador que permite bo­
rrar las huellas de la "actividad narrativa": entre el
relato y la historia, ninguna intervención del narra­
dor y, en consecuencia, efecto de objetividad.
Otro de los efectos producidos por, esta correspon­
dencia es el de consecuencia: basta con que dos segGenette. G. "Díscours du íCcit" en: Fi¡:ures /!f. París, Seuil. !972.
Poéti­
ca. ¿Qué tis el e.Hrucruralismo? Buenos Aires. Losada. 1975.
Tmnbién Todorov, T. "El aspecto verbal. Modo y tiempo" en :
Podemos distinguir dos
tipos de faits divers, según
se presenten en forma de
relatos condensados o
expandidos. los primems.
que aparecen sin firma. son
generalmente
monoenunciativos y se
contentan con reproduci,;
sin muchas
rransformaciones. el relato
de la agencia. Textos
breves. tienen la forma de
u,z resumen expurgado al
máximo de e.xpa,zsiones
narrativas, descriptivas y
comentativas, y los diálogos
se reducen a citas emre
comillas. los segundos,
generalmente van
acompmlados por la firma y
tienen la forma de una
expansión narrativa
analéptica contada por un.a
o varias voces.
El nudo narrativo tiene
siempre una estructura
cronológica ritmada por las
localizaciones y los
conectores temporales.
Contado por Uf! narrador
omnisciente, el relato
cronológico puede ser
inlerrumpido por la
prolepsis ( evocación
anticipada de un suceso
posterior). El relato
privilegia las acciones
singulativas (cuema una vez
lo que ocurrió una vez) y
puede ser precedido o
interrumpido por pausas
descriptivas.
Petit lean, A. "Lesfaits
divers: polyphonie
enonciarive et hererogeneité
rextuelle ".
� 73
to. Usted podrá observar que, además del efecto de
"reflejo" temporal de la historia existe la posibili­
dad de vincular las secuencias por medio de
conectores lógicos: "la gavilla robó a una pareja; en
consecuencia, la pareja formuló la denuncia; así.
una patrulla dio con los mal vivientes. Esto hizo que
los asaltantes dispararan y, en consecuencia, se pro­
dujo un tiroteo ... "
mentos estén ubicados en posició n de sucesión
cronológica para que se produzca el apoyo de uno en
otro, de tal modo que aparezcan no sólo asociados en
posición temporal sino también, en función categorial:
causalidad, finalidad, etc.
Es decir que la correlación entre los dos órdenes,
por una parte, da la impresión de que el relato "refle­
ja" la historia y, por otra parte, genera el efecto de
que la sucesión de ac.:ontecimientos constituye tam­
bién un encadenamiento lógico (en este caso predo­
mina la relación causa-consecuencia).
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En el caso de las anacronías, la "historia" del acon­
tecimiento y el orden del relato no coinciden. Hay
una primera historia, la historia de lo que efectiva­
mente ocurrió, una historia -en este sentido- termina­
da. Pero hay ciertos elementos que se presentan como
enigmas y que harán que en esa misma crónica o en
otras sucesivas, el enunciador "vuelva atrás", reelabore
o rectifique datos presentados; formule conjeturas
"hacia adelante", todo esto para construir una segun­
da historia: el relato de la investigación.
Por lo tanto, hay que distinguir dos tipos de
anacronías posibles: las retrospeccion.es y las prospec­
ciones. En general, si el tiempo base del relato es el
pretérito indefinido (pretérito perfecto simple), las
retrospecciones estarán expresadas en pretérito
pluscuamperfecto y las prospecciones en condicional
o en presente de enunciación, a ffiodo de comentarios.
El "enigmático" caso de la desaparición de la Dm.
Giubileo presenta claros ejemplos de estas
anacronías:
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Esta crónica constituye un ejemplo de corres­
pondencia entre el orden de la historia y el del rela-
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efecto de inserción de "la realidad" en el relato,
Es poco frecuente en las crónicas.
Dos casos intermedios: aquel en el que el tiempo
del relato es más largo que el de la "historia" y
aquel en el que es más corto. La primera variante
nos remite a otras dos posibilidades que ya men­
cionamos: la descripción o las anacronias. La se­
gunda variante es el resumen o la síntesis, presen­
tes en general, en el sumario o en el primer párra­
fo del relato periodístico.
En las crónicas deportivas es regla general que
ya desde el titular se conciba la hist oria como aca­
bada; en este caso, las anacronías no funcionan
como "enigmas" sino como simple recurso narrati­
vo para volver "atrapante" el relato.
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Otra relación temporal interesante desde el punto
de vista de las modulaciones del relato es la de la du·
ración, que consiste en comparar el tiempo que pre­
suntamente dura la "historia" con el tiempo que se ne­
cesita para leer el relato que la evoca. Las variaciones
en la duración relativa de los segmentos del relato res­
pecto de la "historia", a menudo están asociadas con
fenómenos de focalización (por focalización entende­
mos la relaciófl entre un sujeto focalizador, punto des•
de el que se ve, y un objeto focalizado, elemento per­
cibido). Pueden distinguirse varios casos:
La pausa o suspensión del tiempo: se produce
cuando al tiempo del relato no.le corresponde nin­
gún tiempo de la historia; por ejemplo, a partir de
descripciones o comentarios generales.
La elipsis u omisión de t odo un período de la "his­
toria": ninguna porción del tiempo del relato se
corresponde al tiempo en que transcurre la histo­
ria. Estos "olvidos" se pueden relacionar con po ­
siciones ideológicas.
La escena o coincidencia entre el tiempo de la "his­
toria" y el tiempo del relato. Se da a partir de la
inclusión del estilo directo, lo que produce que
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. La última propiedad esencial de la relación entre
tiempo del relato y tiempo de la "historia" que vamos
a considerar es la frecuencia.
Hay tres posibilidades teóricas de frecuencia:
el relato singulativo en el cual un relato único evo­
ca un acontecimiento único;
el relato repetitivo, donde muchos discursos evo­
can un acontecimiento único·
el �·elato iterativo, donde el r�lato evoca una plu­
ralidad de acontecimientos semejantes.
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Las variantes mencionadas pueden desplegarse a
lo largo de la crónica en cuatro tipos fundamentales
de segmentos de relato; es el tema que desarrollamos
a continuación.
II. 1.2. Los segmentos del relato
Las marcas verbales del segmento narrativo
Desde e1 punto de vista enunciativo, los segmen­
tos narrativos se caracterizan por el empleo de los
tiempos y los pronombres propios de la narración,
combinados o no con índices temporales6 . El tiempo
base del segmento narrativo está dado por la
alternancia de los pretéritos perfecto simple e imper­
fecto; las retrosp eccione s, por el pretérito
pluscuamperfecto y las prospecciones, por el condi­
cional7 .
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tal R1vadav1a y que hasta hcibía presididó un congreso
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•t,,-;j:n:lá éasá éáyácucho-1267; San,F�rn_5i_íi:Jóila Poii. [cta·e;nc0n_tt6,_hi�toi,i�s_ '�Í�n_i'c_aS __de pri\ient�sy ctlV�rsoS_,
,,.,
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En la crónica es predominante el relato sing_u�ativo;
la ocasional aparición de segmentos repetitiv_os e
iterativos puede determinar diversos efectos: e�fa­
sis, "adormecimiento", dilución en un segundo pla­
no no unificación del campo espacio-temporal, etc.
'En el caso del relato repetitivo, por ejemplo, mu­
chos "testigos" pueden hacer relatos complem�n­
tarios del mismo suceso (lo cual produce una ilu­
sión "estereoscópica") o relatos contradictorios qu.e
nos llevan a dudar del tenor exacto del acontec1miento.
Busque varias crónicas policiales y de_portivas. Analice en ellas las rela­
ciones temporales de orden, frecuencia y duración.
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M
>,e,J<.,/n,
<
La enunciación "histórica"
fo relato} que corresponde
esencialmente a la lengua
escrita, narra los
acontecimientos pasados
sin ninguna interl.'enciói1
del hablante. La "historia"
no puede utilizar otra
persona que la iercera;
excluyendo todo lo que es
propio del aparato formal
del "discurso" fo
comentario].
Mainguenan, D.
Introducción a los métodos
del análisis del discurso.
Buenos Aires, Hachette;
1980.
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............. ____,,,,....,._
�......:........
7
s
�--- _
t-2·so
Retomamos a Benvcnistc, É. "Las relaciones de tiempo en el verbo
francés" en: Problemas de ling iiisrica general. Ml!Xico, Siglo XXI;
1973; y a Weinreich, H. Estrnct11ra y función de los tiempos en el
lenguaje. Madrid, Gredas: 1975.
En el Apéndice se encuentra una adaptación a la nonna argentina
respecto a í::i. planteada por Bcnveniste para el verbo francés.
� 79
El ejemplo destaca en negrita el tiempo base; en
cursiva, las retrospecciones y subrayadas, las pros­
pecciones.
taposiCión espacial y considera los procesos como
espectáculos.
El presente histórico también es un tiemp o del re­
lato, frecuentemente empleado en las crónicas, sobre
todo en las de los "diarios populares": si hacemos un
recuento de los tiempos verbales utilizados en los ti­
tulare s veremos que li mayoría está en presente histórico:
,.'
,,
i'
!!'_:i
I'
:_
l1i\
1
Estos "proces os-espectáculos" 8 son comunes en
la crónica: aparecen cada vez que la mirada del pe­
riodista se centra en individuos u objetos marginales
respecto de la trama narrativa. Es impo11ante tener
en cuenta que en los segmentos descriptivos los ti­
pos de verbos son una marca específica: predominan
los verbos de estado por sobre los de acción y abun­
dan los de percepción (ver, observar, escuchar).
¿ Qué, función cumplen estos segmentos descrip­
tivos en la crónica? En general tienden a revelar y al
mismo tiempo a justificar el por qué, de los aconte­
cimientos y la psicología de los personajes implica­
dos en ellos; s o n a la vez signo, causa, efecto. Pero
hay más aún: la idea del "haber estado allí" que apa­
rece en las descripciones, se s_upone c omo principio
suficiente de la palabra, lo "réal concreto" descripto
se vuelve justificación del decir.
El presente histórico, en las crónicas, alterna sin
dificultad con los tiempos base del relato:
Algunos segmentos descriptivos son descripcio­
nes de atmósfera y marcan una pausa en la trama
narrativa; nos hemos referido a ellos cuando trata­
mos la cuestión de la duración del relato; otros en
cambio, al mismo tiempo que describen se enlazan
con la narración y la hacen avanzar. Como _sea, el
segmento descriptivo siempre cumple una función
respecto de la narración: es indicio, es justificativo
de componamientos y sucesos y, a la vez, es ilusión
de objetividad:
r
;\
1
¡,::1
Los segmentos descriptivos
El criterio adoptado hasta ahora no basta para ca­
racterizar ciertos segmentos que, si bien tienen mar­
cas verbales de la narra ción, funcionan como des­
criptivos. La narración se dedica a los acontecimien­
tos considerados solamente corno procesos, Y por eso,
pone el acento en el aspecto temporal del relato; la
.
descripción, por el contrario, se detiene sobre obJ e ­
tos y seres considerados en su simultaneidad y yux -
"El 'detalle concreto'
crea la ilusión de
connivencia directa de un
referente y u11 significwlle.
Esta ilusión referencial
produce el "efecta de
realidad": los detalles
connotan lo real, dicen:
'nosotros somos lo real'. En
esto se basa el nuevo
verosímil que constituye el
realismo ( enrerideflios por
él todo discurso que acepte
emmdados acreditados por
el refereflte).
Este verosímil procede
de la intención de alterar la
naturaleza tripartita del
signo (significante,
significado y referente)
para hacer de la nowción
el puro encuentro de un
objeto y de su expresión."
Barthes, Roland. "El
efecto de realidad" en :
AAVV: Lo vcrosíinil.
Buenos Aires, Tiempo
contemporáneo; 1970.
ii
'
·:.¡
!'.
(
'I
11i
1¡
!�
"t
K
Ge11clle, G. Op. Cit. P:lg. 127.
Gl si
,,
Los ejemplos anteriores constituyen segmentos
desc riptivos; los dos primeros, orientados a la ca­
racterización de ambientes; el tercero, destinado a
ta definición de un sujeto. En los tres casos se pue­
da observar por un lado, la función del "detalle con­
creto" y la intención de crear la ilusión de objetivi­
dad, por otro, que implican necesariamente una
pausa en la narración.
Los segmentos comentativos
Los segmentos comentativos marcan una ruptura
en el relato en la medida en que hay un cambio de
tiempo y "mundo" verbal en el pasaje del perfecto
simple al presente de la enunciación9
Se trata, sin duda, de un segmento comentativo.
"En forma unánime" constituye una modalidad de
refuerzo de la aserción; aunque dicha aserción está
transferida a "la gente", podemos pensar q�e el
Empleamos la terminología propuesta por Weinreich �Op. Cit.) Y
desarrollad¡¡ en el Apéndice para la distinción de los tiempos pro­
pios del relato y del discurso.
cronista se incluye puesto que "la gente" es un
sustantivo con referencia generalizada.
La adjetivación es fuertemente subjetiva: "or­
gulloso", "iracundo", "terrible" en el campo
semántico del "condenado"; "tan fuerte", "únicas"
en el campo semántico de la "víctima"_ Nótese, ade­
más, el efecto emotivo que se busca a partir de la
oposición "únicas faltas"/"jugarse por el amor".
El tiempo verbal que rige el segmento es el pre­
sente de enunciación ("condena"). El pretérito
pluscuamperfecto "habían sido", que implica- una
retrospección, se encuentra dentro del marco de los
datos que el cronista "recupera" (en realidad,
"crea"), para emitir un juicio de valor.
Algunas veces, los segmentos comentativos están
introducidos por conectores ("por otra parte", "en rea­
lidad", "además", "sin embargo") que penniten que
el paso de la narración al comentario se articule de
forma coherente. En otros casOs, se emplea una loca­
lización temporal deíctica:
El pasaje de la narración al comentario se arti­
cula a partir del adverbio "Hoy". Observe los tiem­
pos· del mundo comentado: en negrita, el tiempo
base; en cursiva, las retrospecciones; subrayadas,
las prospecciones.
En general, los segmentos comentativos están asor¡¡;::l 83
ciados al sujeto de la enunciación, sobre todo a partir
de modalizadores ("hay que decirlo claramente", "cu­
riosamente", etc.):
'
Olro tiempo verbal comentativo en el que nos de­
tendremos es el llamado presente periodístico. Si el
presente de la enunciación 1�e1:üte claramente al mo­
mento en que el cnunciador habla (al "aho;a"), _el pre­
sente PeriodísticÜ tiéne un valor-durativo.Y remite a
un período más extenso (al "en e�tos días"). General­
mente aparece como comentario o síntesis de suce­
sos que llevan vari_os días sin resolución; puede ir
acompañado de focalizaciones temporales del tipo "en
estos tiempos", "últimamenté", "acfoalmente", "des­
de hace algunos días", etc. Crea la ilus�ón de q ue el
cronista redacta la crónica desde el lugar de los he­
chos y de que.,'éiesde hace tiempo, está participando
de los misinos:'
Áigunos segmentos descriptivos se acercan a los
comentarios debido a los índices de modalización:
Las escenas
El último tipo de segmento de re lato que vamo's a
considerar es la escella.-LaS- escenas dialogadas -es­
cenas propiamente dichas- sün poco frecuentes en la
crónica:
Notemos que si bien se hace referencia a accio­
nes, dichas acciones no implican sucesión de hechos
en el tiempo. sino simultaneidad (de las acciones en­
tre sí. por un lado, y de "los días en que suceden" y
"los días en que son enunciadas" por otro) .
i1
.•
rJ;i 85
84 r;;_::l
En general, las palabras de los otros son referidas
en estilo directo o indirecto. También pueden ser
"narrativizadas": en este caso el periodista sólo retie�
(
ne el tema para integrarlo al hilo de su relato la
en
sada
expre
encia
narrativización aparece con frecu
dis­
de
acto
el
)
negrita y sin comillas . A veces sólo
curso es mencionado, con elipsis total del contenido.
.,
�­
1:
Observe, en cursiva, el discurso directo.
1
En este caso se encuentra en cursiva, el discur
so
indirecto.
,6�jo74/�b·g4n '.#l'i�:,¡i
·'.ffr�·ci611;i1e\iiñb&':,._tfiá,
"� .- ·.t•.p·e�0:1�'
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I
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' ·
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· ,, J.
"'
:JJ, ·;�,'.•··�'t"�V"··-··,rt-_•·
i
Los tres ejemplos dados corresponden a "Drom
n.
Nació
La
nte",
tange
la
de
s
fiscale
los
a
ció
denun
a la
27/7/93. En este último destacamos en cursiv
ado­
observ
"los
de
narrativización de las palabras
l
�
res".
li
¡¡
La escena, propiamente dicha o narrati viza'.da,
constituye siempre un caso de polifonía. Más ade­
p unto
lante nos detendremos a analizarla desde este
de vista.
El predominio de uno u otro segmento permi�e
a
caracterizar las crónicas. En algunas, la presenci
mayoritaria de procesos-espectáculo crea una verda�
s1
dera "ilusión referencial": los hechos hablan por
mismos en toda su riqueza y variedad. El "efecto de
86 i:i,:l
objetividad" se acentúa cuando los pocos juicios que
aparecen están corroborados por la percepción.
Otras crónicas cultivan el efecto de "directo"
(como si estuviera en el lugar de los hechos), propio
de la crónica radial: el presente de enunciación, con­
temporáneo del acontecimiento, se asocia con índi­
ces lingüísticos que imitan la simultaneidad: "nos
acaban de señalar", "pronto tomarán la palabra"; otras
crónicas son casi comentarios: los juicios encuadran
el relato y, éste funciona como ilustración de aque­
llos.
La crónica que incluimos a continuación fue publicada en Clarín el 30
de julio de 1966 con la firma de Diego Lucero, el único periodista .del
mundo -hoy de 95 años- que ha cubierto todos los mundiales de fútbol.
No le pedimos que se pierda el placer que genera la lectura de una de
sus crónicas; sí que, después del disfrute, analice las modulaciones del
relato a partir de la determinación de los segmentos que lo constituyen.
Romerito, el niño ...
Fue héroe de la resonante victoria
Y empezó el partido. Boca con un ventichelo en remolino que le frangollaba el
recorrido de la pescadilla. Independiente, bien plantado en la veteranía de sus viejos
defensores, maduros de aí)os y de billetes. En las primeras jugadas quedó planteado
el duelo entre la ardilla y el elefante, la laucha contra Kingcon, David -el de la honda­
contra dos Goliathes vestidos rojo-sangre, los dos Goliathes de pierna fuerte y escarpa
dura. Fue la batalla de Romerito el misionero contra los dos ursas que intentaron inú­
tilmente armarle la custodia y cortar el vuelo de sus travesuras; uno, Hacha Brava; el
otro, et negro Acevedo. Y Aomer!to venía a ser como el loco inlentando la aventura que
parecía imposible. De esa ardua batalla de la laucha contra los Kingcones, de la ardilla
contra el elefante, salió trinfante el chiquito misionero, ese negrito casi un niño, de
carita sufrida -como todos esos cobrizos muchachitos de ranchería- que ayer de tarde
llenó de júbilo ta cancha de ta Ribera, con su juego. con su alegría, con su destreza,
con su lúcida inteligencia de niño despierto, y con su coraje, ese coraje que inflama el
corazón de los humildes cuando saben que están luchando para que la vieja esté
contenta y viva un poco mejor... , para que a sus hermanitos no les falte el marroco...
Romerito, el misionero, representación y símbolo de esos niños de piel color tierra y
ojos fulgurantes, que en los campitos de las provincias olvidadas juegan al fútbol
decalzos y esperan redención, fue ayer el gran triunfo del clásico del programa
tamanguero. Quizás, el gran triunfador de la jornada.
Boca arrancó a paso redoblado, como quien va a buscar victoria y se tiene fe para
alcanzarla. Apoyado en dos zagueros que juegan a la antigua, cada uno en su puesto
(un Magdalena firme, promesa de su regreso al gran Juego. y un Marzulín en una
yornata de gloria); firmísimo y múltiple el Rata Ubaldo. •a Gran E,cpulsado" y, cuidan-
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87
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1,
'
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1
1.
do el campo descubierto que dejan las fugas de Marzolini {"El Novio de América" como
lo llama ese gran reo que se parece a Cantinflas, el cafetero Ram irez), la firmeza
excepcional de S ilveira, con tales sostenes, la vanguardia del zurdo Rojas tuvo respal•
do y constante alimentación de combustible como para mantener la presión de su ata­
que: un ataque armonioso de juego, ambicioso de gol. Tuvo a su frente un Indepen­
diente, más rojo que diablo, pesado de años, que sólo apareció lúcido y pujante en el
generoso y m últiple trabajo de Pasteriza, en la nerviosa acción de Tarabini -el gran
buscador de goles-, y en Roldán, cuya eficiencia fue creciendo a medida que transcurría
el tiempo para terminar siendo, a juicio del Pata y la Ciriaca, el mejor jugador del tin.
E ra poco, como se ve, lo que oponía el rojo a1 pujante, incesante ataque boquense.
Y por más que Pavoni tiene firmeza de roca, no alcanzó para librar a Toriani de un
arduo y difícil trabajo, exigido con peligrosa frecuencia por los hombres de Rattin . La
mejo r virtud del ataque boquense fue buscar la ruta de las alas para llevar, por esas
zonas, el peligro. La ruta de las alas ... tan olvidada por los teóricos del fútbol moder•
no . . . , la ruta de las alas, por donde el terreno siempre está más despejado y por donde
se abren los cerrojos como si los abrieran con un abrelatas y por donde se rompen los
catenacchios como si los cortaran con un filoso cortafrío. Luna, ayer en una tarde bri·
liante, como si se hubiera reencontrado a sí mismo identificando a\ puntero de Boca ·
ahora, con el puntero de Atlanta antes•, fue un factor de victoria. Pero el más auténtico,
el definitivo, el que más hizo en la vanguardia boquense para que la Boca viviera su
júbilo, fue Romerito, jugando como puntero auténtico, por su ala, fundiendo con las
carreras a los defensores, buscando a cabeza levantada a sus compañeros antes de
desprenderse de la globa •un tesoro en los pies dé los grandes jugadores•, colocándo•
se con la sabiduría de un veterano y pasando la guinda como un maestro. El pase que
le hizo al zurdo Rojas, haciéndole el regalo del Primer gol, fue un capolavoro. Le puso
la de gajos en la capellada, en la Capellada de la escarpa zurda. El Tanque no tuvo más
·que molestarse y tocarla para poner a Boca en ruta de triunfo.
Eso había pasado al final de la etapa; y en el recomienzo, Boca ·Su defensa· pare·
ció dispuesta a regalarle el campo a los diablos. Hubo mucho cachón a favor de \os
bermellones y Pastoriza, como un capitán de abordaje, vio que era posible el empate.
Y fue a buscarlo. Vio a Roldán dispuesto a seguirlo. Le colocó una pelota por altura que
el muchacho que usó barba se llevó con el cuerpo a costa de Magdalena; quedó solo
frente a Roma y lo fusiló. Con nada, el diablo •sombra roja y sombra negra de Boca- le
había empatado. Por la media etapa, parecía que todo Boca se había desplomado.
Pero volvió "El Gran Expulsado" a controlar la situación_. Gonzalito, el enorme, resta·
bleció la primada boquense. Y el chiquitln misionero, flor de diabluras entre la defensa
roja, se metió en un entrevero de patadas, sacó una pelota que puso en los pies del
Marzulín y "El Novio de América" marcó 2 a 1 . Boca lo merecia. Por su juego y por su
Romero.
Algún contraataque rojo sobre las aberturas de la defensa boquense, que había
pasado toda al ataque, fueron toque de atención para Roma, arquero alerta. Pero sólo
los pies de R oldán eran promotores de peligro. Y era poco para lo mucho que se \e
oponía. Romerito hizo una j ugada enorme en el minuto 28. Gambeteando rivales y
patunes, despejó terreno e hizo centro a media altura. Menéndez no alcanzó. Luna si.
La paró y remató alto. Tenía e! gol hecho. Se lo había hecho Romerito, el heroico. Pero
Luna se desquitó con una jugada enorme, \levada por su ala, una jugada de sello clási·
co, de alero a la antigua, y el centro atrás, dejando en seco a toda la defensa del equipo
de Barracas, le dio al Beto el gol que fue el tercero. No tuvo más que aplicar la coca
para marcarlo. Ahí murieron las palabras. To do quedó dicho. El triunfo, inobjetable,
tuvo un héroe: el negrito misionero. Salute.
88 ¡;;;:i
11. 1.3. Las personas
"'
Por �ratarse de un relato no vamos a encontrar en
la crómca deícticos de persona salvo, obviamente,
en el c �so de que se incluyan di sc ursos referidos que,
_
_ _
e n def1111t1 va, no dejan de depender del marco gene­
.
ral del re lato. Los relatos están regidos por la 3º per­
�ona, � o-deíctica, que instaura el fenómeno de la re­
ferencia no en relación con la situación comunicativa
Y con los participantes en ella -no en relación con el
ex tratexto- sino en función de otros ítems presentes
en el texto, es decir, en relación con el ca-texto.
_
Estnctamc n te hablando, la referencia es un fenó­
meno gramatical que hace que ciertos ítems del texto
no puedan ser interpretados por sí n_,ismos y se ne­
_
.
:es1 tc recur·�·ir a otroº elemento para su interpretación.
En este sentldo, la 3 persona juega un papel cohesivo.
_ De_sde la perspectiva que nos interesa en este tra­
bajo, mtentaremos demostrar que el funcionamiento
d� la r� ferencia personal puede tener interesantes in­
cidencias semánticas.
El titular crea una expectati va respecto de los
,
• .,
ltems presupuestos por "ella" y "él " - La opos1c10n
,
ella I el, que se prefiere a la mención de los nom­
bres �� los participantes, genera un cierto efecto de
opos1c1ón hombre/ mujer que va más allá de los
_
SU.Jetos partic ul ares que protagon izaron el suceso·
e '. 1 este aspecto. el ejemplo responde a una expl ica�
_
c1on causal d e la mue11e estereotípica en la prensa:
_
el drama pasional .
Los pronombres son ítems cohesivos que, en este
caso. enlazun el titular con la informac ión que des­
_
pl iega el cuerpo de la nota (usted recordará que la
_
referencia textual es un fenómeno cohesivo en tan­
to se da en tre enunciados. no es un fenómeno
intraorac ional).
"Yo " designa al que habla e
implica a la vez un
enun ciado a cuenta de
"yo": diciendo "yo " no
puedo no hablar de mt. En
fa 2da perso/JQ, "tú " es
necesariamente designado
por "yo " y no puede ser
pensado fuera de una
situación planteada a partir
de "yo"; al mismo tiempo.
"yo" enuncia algo como
predicado de tú. De la 3ra
persona, en cambio, un
predica do es un enunciado
sólo fuera de "yo•ttí "; de
este modo, tal forma, queda
exceptuada de la relación
por la que "yo " y "tú" se
expecifican. En este punto.
la legitimidad de esra forma
como "persona " queda en
tela de juicio. [. .. ] La 3ra
persona es, en virtud de .m
estructura misma, la forma
no personal de laflexirin
verbal.
Ber1venistc, E "Relación de
persona en el verbo ". e11:
Problemas de lingüística
general. México, Siglo XXI;
1973.
� 89
sintagmáticas que se establecen entre esta unidad
y los. demás lexemas del sistema lingüístico. Pue­
de decirse, entonces, que los lexemas y otras uni­
dades semánticas relacionadas paradigmática y sin­
tagmáticamente dentro de un sistema lingüístico
perten ecen a un mismo campo semántico como
miembros de él y que un campo cuyos miembros
son lexemas constituye un.campo léxico. Un campo
léxico es un subconjunto paradigmática y sintagmá­
ticamente estructurado del vocabulario o léxico; esto
no quiere decir que la determinación de la posición
de un término dentro del campo baste para su espe­
cificación semántica: es nece.sario también consi­
derar el contexto en el que dicho término ap�rece 10 .
En un texto dado, los campos léXicos se organi­
zan de modo tal que se genera un efecto cohesivo a
partir de la selección y combinación del vocabula­
rio. En general, pueden establecerse por medio de
recursos tales como la sinonimia, la relación
hiponimia/hiperonimia, la antonimia, las series or­
denadas, etc.
La referencia de 3 º persona puede darse también a
partir de un pronombre posesivo, o �e un �ronom�re
objetivo (es decir, en función de obJeto duecto o m­
directo).
i
En los ejemplos que siguen observaremos otra
forma común de cohesión en relación con _ la 3 º per­
sona que está dada p or un caso p�rücu�a: d� elip_ sis
gramatical: el sujeto tácito. El suJeto tac1to 1mphca
un vacío que debe ser llenado a partir de algún ítem
precedente. Es un recurso muy empleado en la
titulación: también invita a la lectura del cuerpo de
la crónica.
l.,:,
'('
t. t'
'
("El atentado" es un caso de repetición de palabraS.
Entre "explosivos" y "artefacto" se da una relación de
sinonimia).
IL L 4. Los campos semánticos
en la crónica periodística
El significado de toda unidad lingüística e�tá de­
terminado por las relaciones paradigmáticas Y
.,
,,,.
90 l'.P
En lo que respecta a los campos léxicos en la eró�
nica periodística se producen una serie_ de fenóme­
nos particulares que pasamos� puntualizar.
10
Lyons, John. Semántica. Barcé!ona, Teidc; .1980.
� 91
í
- Ya nos hemos referido a la cuestión de la "ilu­
sión de obj etividad" que pretende la crónica. Desde
el punto de vista de la cohesión lexical. este efecto
suele buscarse a partir de un recurso que consiste
en la mención recurrente de una clase de términos
objetivos que se denominan palabras de referencia
generalizada. Estos términos funcionan a modo de
"resumidores" de un conjunto mencionado anterior­
mente. Lexemas como "hecho", "caso", "movimien­
to". "gente", "individuos", "sujetos", "implicados",
son palabras de referencia generalizada típicas de
la crónica.
- El "efecto de realidad" al que tiende la crónica
se logra también con el empleo de otros recurs o s
típicos que hacen a la cohesión léxica:
las reiteraciones, sobre todo a partir de la repeti­
ción de palabras y la sinonimia; ya sea a partir
de la inclusión de una serie de términos "objeti­
vos", de una serie que combina términos "obje­
tivos" y ''subjetivos" o de una serie enteramente
"subjetiva" (esto depende del diario en cuestión
y refleja distintas intenciones en cuanto al efec­
to de sentido) 11• Las reiteraciones m:uestran q ue
la crónica, como todo género periodístico, lleva
al extrem o la redundancia_ con la pretensión de
que la información se transmita en forma p ro ­
gresiva y completa.
la antonimia, que plantea una oposición •-gene ­
ralmente absoluta en la crónica- entre lexemas:
el mundo concebido por los diarios suele estar
presentado simplificadamente, en términos de
dos opuestos extremos: víctimas/victimarios: go­
bernantes/ oposición, etc.:
i
,1'
I'
1
1:t-·.
"'
1
:¡
'.!
,!j1
1
,,,,
!¡
11
92 �
Kerbrat Orecchioni. C. La enunciación. De la subjetividad en el fen­
gtwje. Buenos Aires, Hachettc; 1983.) llama discurso subjetivo por oposición ;1! discurso objetivo- a aquel tipo de discurso en el que
el cnunciador asume explícitamenfe su eva\u¡:¡ción del referente.
-Una serie subjetiva puede tender a la ilusión de
¡_;;:l 93
que el cronista estuvo
obj e tividad porque da idea de
él mismo y porque se
ante los hechos y los verifica
nista supone que ten­
basa en el consenso que el cro
or hubiera estado ahí,
drá con él el lector ("si el lect
mod o los hechos").
habría categorizado del mis mo
una crónica a otra'
- Estas series se repiten tanto de
que nos basamos
Uustamente es éste el criterio en
n verdaderos cli­
para establecerlas), que constituye
en perder, en cier­
sés, recursos automatizados que hac
inal al lexema.
to modo, la carga subjetiva orig
ados de un corp us
tom
s,
Veamos estos ejemplo
nte crónicas polí ­
de ve inte crónicas policiales y vei
la determinación
ticas. (Es importante aclarar que
lexema -otra vez
un
de
de la objetividad/subjetividad
pre depende
siem
ien término de Kerbrat Orecchion
texto; como
con
del
del conocimiento delco-texto y
ablecer tal
est
os
em
aquí los hemos o mitido, no pod
delimitación).
2· Campo semántico de lexemas que se refieren a las características de los he�
chos ocurridos
Crónicas policiales
te
as que se refieren al delincuen
1. Campo semántico de lexem
3. Campo semántico de las acciones que se producen.
a) -llevadas a cabo por la policía o la delincuencia indistintamente
_
3
94
e�
¡¡¡.:l 95
d) -llevadas a cabo por la justicia
·';":
la policía
c) -llevadas a cabo por
exclusivamente
Las acciones, en general, son subjetivizadas a partir
de la nominalización del verbo y el agregado de un
adjetivo ("el feroz atentado") o a partir de la
modalización por medio de un adverbio subjetivo
("mató salvajemente"). Sobre este punto vamos a
volver cuando analicemos las modalidades en lacró­
nica. De la misma manera, vamos a considerar en
ese punto el fenómeno de la pasivación de las accio­
nes, que también incide profundamente en la deter­
minación del efecto de sentido.
Crónicas políticas
¡1
1
Campo semántico de la coyuntura política
97
i
i
este análisis es suficiente como para ejemplificar lo
estereotípico de las redes de significado de la crónica
.
plican conflicto
a) -lexemas que im
Proponga a sus alumnos que redacten una crónica policial que pre­
sente el vocabulario estereotípico que la caracteriza. Aproveche el ejer­
cicio para plantear, desde el punto de vista de los campos semánticos,
las diferencias entre periodismo y literatura.
-En un nivel de análisis d e la cohesión léxica más
global, po demos plantear la existencia de cadenas
cohesivas que el hablante establece por su compe­
tencia cultural, por su �onocimiento del mundo. Así,
entre "policías" y "delincuentes" no hay ningún ras­
go semántico común (ningún serna, unidad mínima
de detemtinación del significado); sin embargo, el
hablante es perfectamente capaz de relacionar am­
bos términos a partir de su conocimiento de la reali­
dad.
an acercamiento
b)-lexemas que implic
��.- :;,��;-·;��-. J�;i'p�u·4.�:�.8�'\r�t.ªí ·:0;��-
---98 �
,r
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El ejemplo presenta los d0s tipo
lexical analizados:
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- lexemas relacionados p�r
lou'n rasooo semant1co comun.
menos aº
"fatal" (que causa la muerte)
"murieron"
" nurieron (en forma instantánea)
1 as" (que han padecido la muerte)
v1ct"m
,.1,
. natlas a partir de nuestro conoc1lexemas re 1ac1o
miento del mundo:
"barrera"
"ferrocarril"
"tren"
"vagón"
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!ª
11
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de página 87 y 88. Dejando de
Vuelva a la crónica de Diego Lucero
sintácticas o la part,­
damentales e orno_ I s estructuras
lado aspectos fun
podrá
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l nisªta del héroe deportivo, uste
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cular construcc1on que hace e cro
. renc1_.as con respecto a las crorncas de observar igualmente gr andes d1fe
icas actuales y determine
t a s de la actualidad. Busque vanas· crón
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hoy, por oposición
y qué efectos de sentido genera
de la de Lucero.
s
II. l. 5. Las localizaciones espaciale
y temporales
1
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-'
tarea organizada complejamente en el marco de una
institución que posee sus propias normas producti­
vas.
Las diversas operaciones que .implica la produc­
ción de acontecimientos nos permiten plantear en un
primer nivel del análisis -el de la crónica en sí- la
existencia de Ufi enunciador o cronista que es quien
na�ra los hechos y quien, en algunos casos, firma la
nota. En otro nivel -que se despliega gradualmente
desde la titulación de la nota, la ubicación en una
sección determinada en relación con otras notas, hasta
la incorporación en el periódico como totalidad- in­
tervienen varios enunciadores (editor de la sección,
diagramador de la sección, editor del diario).
La diferenciación entre texto y paratexto resulta útil,
en este sentido, para comprender el funcionamiento
de las localizaciones espaciales y temporales en el
marco de esos diferentes niveles de enunciación. Si se
considera paratexto a todo aquello que queda de un
libro o de cualquier tipo de publicación sacando el texto
principal 12 , forman parte del paratexto de la crónica
las ilustraciones, las fotografías, el formato, la tipo­
grafía, el tipo de papel, los titulares, .los recuadros, los
gníficos. etc., elementos todos que, a diferencia de lo
que ocurre en el libro o la revista cultural o científica,
están enteramente a cargo del editor: jefe de la sección,
editor general, director, etc.
Desde este punto de vista, las localizaciones es­
paciales y lcmpora!es funcionan como deícticas en
el marco del texto -la crónica-y como cotextuales en
el marco de la página de diario, que indica Jugar de
procedencia de la noticia y fecha de la publicación
(cuando el diario no especifica el lugar de proceden­
cia, el lector, apoyándose en convenciones de pro­
ducción y lectura, interpreta que la noticia proviene
del mismo lugar en que es editado el diario)_
11 AJvamdo, M. Parate
.tto. Buenos Aires, Oficina de Publicacione.<;
del C.8.C. de la U.B.A; 1994.
100 "�
t
1
� 101
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- ---
de localizacio­
Hay que observar que la presencia
cia contextual
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stituye una
con
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(deíctica) en el marco de un rela
que éste es
y
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iodí
particularidad de la crónica per
ente como
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fue
s
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uno de los rasgos que ope
"efecto de objetividad".
su parte, posi ­
La c onstrucción del paratexto, por
e en el lugar y en el
bilita que la publicación nos sitú
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·precisa y redundante.
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II.2. LAS MODALIDADES
Segui�nos aquí la distinción operada en general en
los estudms de análisis del discurso y tratamos las mo­
.
dalidadcs de enunciación, de enunciado y de mensaje13.
er
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�-
··}�.
II. 2- 1. Modalidades de enunciación
hechos a
La crónica nos ubica en el lugar de los
térmi­
los
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partir de su encabezamiento (paratex
pera·
tem
s
ione
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la
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Usted recordará que las modalidades de enuncia­
.,
.
c1on rem1ten a la relación que se establece entre los
_ _
part1c�pa�tes de una determinada situación
a
�o_mumca�tva. Observe qué características definen
, .
las modalidades de enunciación propias" de la crom. ,
ca penod1stica:
.
La mo dalidad de cnunciacio'n que pre d omma
. .
mayontanamente en la crónica es la declarativa.
Esto, nat�r�lmente, tiene que ver con el hecho de
que la cromca es un relato constituido a partir de
suce�os "ocurridos efectivamente" con los que el
cromsta se compromete en cuanto a su valor de
verdad.
11
El planteo de las categorías que seguimos pa,a abordar e 1 estudio de
•
¡ as modalidades se encuentra en e! Apéndice.
(;;J 103
Hemos observado algunos casos de modalidad de
enunciación interrogativa; aparecen, por lo común,
en casos "enigmáticos" o irresueltos y son, a sim­
ple vista, preguntas polifónicas: el cronista asu­
me como suyos interrogantes que supone que se
formula el lector.
Detengámonos un poco en la minuciosa men­
ción de detalles que presenta el-ejemplo -el número
y la vestimenta de los secuestradores, la distancia
exacta que separa las viviendas de la enfermera y
la médica. Concluiremos, sin duda. en que realmente
es poco probable que el común de los lectores haya
retenido datos tan precisos de crónicas anteriores
para f�rmularlos al periodista como inte1Togantes.
Deberemos, entonces, reformular la proposición
inicial con respecto a las interrogaciones del siguien­
te modo: "el cronista recupera datos que sabe que
el común de los lectores no ha retenido para que
éstos se formulen la serie de interrogantes que. en
realidad, se plantea él mismo".
1
Este tipo de construcc.iones de apariencia polifó- -�
nica* tiende, por un lado, a la complicidad con aque­
llos pocos lectores que, "apasionados por el caso", se
* Para una definición de Po/if01zía ver el Apéndice.
104 �,;:i
(i;J
105
2) Se trata de un tipo de pregunta retórica que apa­
rece reiteradamente en el diario Página/ 12. En este
caso el subtítulo o copete es informativo (declarativo)
y el titular es una interrogación con sentido irónico o
humorístico que cobra significado o se ve reforzada
a partir del juego establecido con la fotografía.
caso, el c.::ronista) que transmite ese conocimiento a
alguien que no lo tiene y que, por lo tanto, impliquen
una cierta relación jerárquica.
Cuando se usa el imperativo, la procedencia y el des­
tino de la orden son claros: "Yo (hablante) te o rdeno a
vos (oyente)". Pero cuando el enunciado es declarativo
y la orden se modaliza a partir de verbos como tener o
deber, la procedencia es más vaga, imprecisa y debe ser
inferida por el lector a partir de su conocimiento del
contexto. La orden, en estos casos, es más suave.
Otra particularidad que observamos en la crónica
respecto de estas modalizaciones es la siguiente: en la
estructura subyacente de .la mayoría de las órdenes hay
un emisor, que es el hablante, y un receptor/agente de la
acción que debe llevarse a cabo; sin embargo, en lacró­
nica, no es el lector quien debe cumplir la orden: recep­
tor (lector) y agente, son dos personas diferentes:
La estructura subyacente de este enunciado es:
- En cuanto a las modalidades de enunciación im­
perativas, registramos algunos casos no expresamente
en modo imperativo.
En efecto, una orden puede darse por mcd10 de
una variedad de estructuras lingüísticas entre las cua­
les el imperativo no es más que una. Estas modalida­
des implican, en general, instrucciones o deberes para
seguir de modo tal que, al cumplirse,, establezcan un
orden buscado o deseado. De ahí que presuponen un
conocedor del comportamiento adecuado (en este
hablante
oyente
agente
orden
desplazamiento
temporal de
la acción a
un T posterior
al de la emisión
acción
requerida
(yo) digo
(al lector)
los protagogenistas
de esta triste historia
tienen que
en el futuro
ingresar
e·n un !aboratorio psicoanalítico
� 107
106 (,¡;:l
-�
,---
Los paréntesis que aparecen en "habl a�te" Y
_
"oyente" indican que en la estructura superficial es­
tas categorías no se explicitan.
_ _
,
Esa supresión en la estructura superficial de�vrn
nuestra atención respecto de que existe una conside­
ración subjetiva del hablante y sugiere que cumplir
la orden es una necesidad objetiva del agente.
0
4,;··"Jii
-d�::·átnTa1\dé)i5�;:,p_r9, ·
; .,1. ·. • .Jé:/''1";/o-t.'fr, <<0¾,-;
Para la teoría de la enunciación las modalidades de
enunciado no son índices de la relación hablante/oyen­
te sino que caracterizan el modo en que el hablante si­
túa el enunciado en relación con la verdad, falsedad,
probabilidad o ce1tidumbre y en relación también con
unajerarquía axiológica que se expresa en juicios como
"lo feliz", "lo penoso", etc.
�tl6���Th1'il�1,f/J;J����:�}rfl:1�1:l
- 1'. :
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o.·s. , r
,.
II. 2. 2. Modalidades de enunciado
·,.
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-r-. �- . *"'-'•·•.·
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s�gu!1.:�.1iB.:S't7:��t-, _·
�t4J_; fit L: 1arui;.,-: anilacos.,
���"':i��•Jlj,-'.-fX..
En este segundo caso, la ''objetividad" aparece más
acentuada porque el emisor es diferente de la fuente
de la orden ( yo digo al lector que, según la fuente de
la orden -el proyecto-, los ffumacos -agente-, deben
en el futuro satisfacer... ).
-La preeminencia de modalidades de enunciación
declarativas en la crónica tiene como correlato en las
modalidades de enunciado la preeminencia del modo
verbal que es indicador de los hechos ciertos: el indica­
tivo. Aparece sobre todo en los tiempos del pasado, por­
que la crónica es un relato, pero hay que considerar de
qué segmento se trata (ver "Segmentos del relato").
'.1;";,,_:;, -,,.., •---·,"0¡1,F,''•',, -· ,,,.
��<t
-En menor medida encontramos enunciados en
Subjuntivo y Condicional, que son indicadores de la
posibilidad; sirven, por lo general, para expresar "hi­
pótesis no confirmadas oficialmente".
Hay un tipo de modali<lad imperativa que se crea
por medio de la pasivación.
i�.:-_t;s
:;. ·"W(¡•.:¿,"M:,,lW �A)at>MMWA-J$;,'r,<j!!,:¼h�fir.,,.•� •·u'• :,
1 ercléHfrtpt.brtti'nlia�·:_Cqnj�.�� :-ie.�9g,as1.6J:,1 't,2·1
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'�gI���úgácilñ_1<l�í,_r�·t1_k6�:P}'o_hti1{u.
fiil�úz��á:&Ñ'Ji;i�¾��$'.ltt�?:!!�!1"iiJX�111r&.4,z_:ff:.
1;
El primer ejemplo considerado implica, nece�a­
riamente, la supresión del agente. El segundo admite
un agente; en este caso, el objeto se vuelve focal, se
le da preeminencia temática. El segundo caso m�n­
cionado será desarrollado desde otro punto de vista
en el apartado "modalidades del mensaje".
Incluimos a continuación el titular y el primer párrafo de una brev� crónica
publicada por La Nación (6/6/94). Despliegue p?r l_� s menos tres parrafo_ s e
incluya en ellos algún tipo de modalid_ a_d d� �nunc1ac1on que no s�a declarativa.
Le proponemos, como primera mod1f1cac1on, el reempla�� del titular por otro
que sea interrogativo (revise el ejemplo de Crónica, en pagina 40):
RESCATARON A CINCO CHICOS PERDIDOS EN LA RESERVA ECOLÓGICA.
Ayer a las 6.30 fueron rescatádos cinco adolescentes, en perfecto est�do de sa!ud, que se
habían perdido en la reserva ecológica situada en la costanera sur, lueg o de intensa busqueda.
108 §=l
�------ ..,.. ��=----
e
; "\
4 '�
(i;"l 109
-Las modalidades de enunciado apreciativas son
poco frecuentes en la crónica. Esto contribuye gran­
demente al "efecto de objetividad". El cronista pre­
fiere aplicar los calificativos a las acciones a mostrar
explícitamente su propia evaluación acerca de ellas.
Vemos dos ejemplos y sus correspondientes
paráfrasis.
Como se ve, si en lugar de aplicarse un circuns­
tancial de modo al verbo (1) se modaliza apreciativa­
mente el enunciado completo (2), la subjetividad se
evidencia muy claramente; por este motivo la cróni­
ca privilegia la primera opción.
Hay un tipo especial de modalidad apreciativa:
la que e ncabeza segmentos comentativos o des­
criptivos (ver apartado "Los segmentos del re­
lato").
1
. ,j
,¡
- Las modalidades de enunciado lógicas abundan
en la crónica. Las que implican una restricción de la
aserción se plantean, en general, cuando e� cronista
transfiere Ja aserción a otra fuente:
En el prjmer caso, la "brutalidad" es una caracte­
rística que califica al asalto (sintácticamente, uncir­
cunstancial de modo). En el segundo caso, el emisor
asume que él siente como "brutal" la acción (a nivel
sintáctico "brutalmente" es un modificador del nú­
cleo oraci�nal que tiñe de subjetividad el resto de la
oración). Es evidente que el primerca"so tiende más a
la ilusión de objetividad que el segundo.
1
••
1
Observe que, si bien estos modalizadores consti­
tuyen restricciones a la aserción del hablante, no qui­
tan "objetividad" a la crónica; al contrario: el sentido
global es el de refuerzo, por medio de la redundan­
cia, de un enunciado proferido en otro lugar de la
nota por el cronista quien, de este modo, resulta ava­
lado y autorizado:
110 r¡,;::l
r¡,;::l 111
l
;;.?.1!!•..tA:--�.-l!l'F���"'-:rr�11��:r�r.�r���
.J
,:-,/ Ayú.,eñ i Núñez:fu.ero"n· ,deté.n 1 dos
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..._ai:w:ti:�-1'-ffc���,t_�i1:qµr,· í'1l{a.s:�h:'. �i;)rter�_
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?-. -.·.rP.·:•;...P•.· .· ' s·o º-�· ?1·':-,··. ,¡1:.· ·
,.''.j11r�.,/ L·,,:#',y,_.
·¡.�-. �'..; �.).l-�. i�. :.::. }\',··•.��i�.-e,r·�· /. .:t.·\>'
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1
�2:r"". �;,?- �;-�¿�:I,g:.����.,:.. º.··.!1��.I,
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.
..
•·""··,,¡ dólares fai'sos\
., ·:-. -· ' JJ';tJ;JJ��r;;j
Si el cronista no transfiere la restricción a otra
fuente y la plantea como propia, es común que se
encargue de justificar la aserción de modo tal que
la restricción quede, de hecho, anulada:
Este tipo �e refu�rzo de la aserción asegura \a
redundancia y, a la vez, muestra al lector que el
cronista y la institución periodística en nombre
de la cual se habla son "capaces" de confirmar y
·prever hechos aún antes de que sucedan o den
cuenta de ellos las fuentes oficiales de informa­
ción.
Observe en los ejemplos anteriores, cómo el
trabajo del cronista como individuo se diluye
en el marco de la institución periodística a par­
tir del empleo de la marca del diario en lugar
del "yo".
El refuerzo de la objetividad en la crónica po­
lítica se logra por medio de la transferencia de la
aserción a "especialistas" ,"observadores especia­
lizados", analistas", etc.
:,
-Mediante las modalidades de la evidencia o
del juicio que no admite dudas, el cronista presu­
pone el consenso del oyente.
-,
En cuanto a modalidades lógicas de refuerzo
de la aserción encontramos:
- Modalidades que confirman datos menciona­
dos anteriormente o insisten sobre ellos:
l 12i;¡;:l
.. ·:.}
¡I,
!í.=l
113
- Con el empleo de las modalidades de la verdad
que se oponen a una posible interpretación errónea,
el cronista asegura que lo afirmado coincide con .la
realidad y no está basado en mera apariencia o con­
fusión terminológica:
' ¡
Hasta aquí hemos citado casos de modalizacioncs
mediante adverbios y giros adverbiales. Pero hay que
tener presente que es muy común encontrar modali­
dades de refuerzo de la aserción dadas por verbos
modales:
Cuando se produce un acontecimiento, la pren­
sa, por presiones institucionales, no puede aspirar
a investigar los hechos empleando los mismo mé­
todos que la policía: no puede realizar una investi­
gación de hecho (examinar lugares, hue11as,cuer­
pos, etc.); por lo tanto, su investigación se desple­
gará en el terreno de lo discursivo (recabar testi­
monios, consultar fuentes, analizar qué huecos y
contradicciones se producen, _qué aclaraciones y
rectificaciones) ..
La crón.ica, en este sentido, sugier� que "la ver­
dad" se halla en la "actualidad" y en la "racionalidad"
del relato 14 • Esta es la causa por la cual son tantas
las modalizaciones lógicas de los enunciados; por
este motivo, también, la sucesión temporal se dis­
pone de tal modo que implique, a la vez, relaciones
lógicas de causa-efecto, acompañadas muy frecuen­
temente por conectores lógicos o temporales; por
esto se explica" también la abundancia de discursos
referidos y el caso de la transferencia de ta·aserción
a otro emisor. La investigación, tal como aparece
relatada en las crónicas, es dobl�: por un lado, prác­
tica (la que realiza la policía o los políticos o la jus­
ticia) y por otro discursiva (la que efectúan los pe­
riodistas). No es, incluso, infrecuente encontrar re­
ferencias implícitas a que la policía o los voceros
oficiales ''no saben" o, mejor dicho, "fingen no sa­
ber". En estos casos, los dos tipos de investigación
se plantean en términos competitivos:
..,
" Link, D. El juexo de Iris cautos. ln litcmtura policial: de Prie al
caso Gú,bileo. Uuenos Aires. La Mnrca: 1992.
� 115
114�
.e
-�
�-·--------
·-·-- - ___ ------ _____ �
·
.,
reconstrucción de lo efectivamente dicho por los
médicos.
-Otrn aspecto interesante es que la expresión "lo
estamos advirtiendo", así como el prefijo "re-'' de
"reclamaron", sugieren acción que se ha producido
varias veces, a partir de lo cual, la no intervención
de la policía aparece como más grave. En ese mis­
mo sentido, para acentuar la gravedad del caso, fun­
cionan la rnodal�dad apreciativa que comporta el
verbo "temer" ("tememos que"), el adjetivo "asesi­
nado" y la mención de la "violencia social".
- La modalidad "De acuerdo con una denuncia
de los médicos del hospital municipal Peana" no in­
dica quién fue el receptor de la denuncia; esta ambi­
güedad nos permite inferir: a) que la denuncia fue
recibida por el medio infonnativo, quien se hace car­
go de la situación al transmitirla; b) que la denuncia
fue recibida por la policía que "no reacciona".
- Habrá notado que el título de la crónica plantea,
un contlicto, una lucha, de la que se hace cargo el
cronista al transmitir la denuncia y no, la policía: [(Yo,
el cronista transmito) médicos (sin la policía) contra
Frula y Fuego]. El cronista, en este sentido, actúa
como ayudante de las víctimas. Note que el haber
mt:ncionado directamente el nombre del grupo de
jóvenes refuerza el antagonismo (otro hubiera sido
el efecto creado por "Médicos contra grupo de jóve­
nes"): "Frula" y "Fuego" tienen connotaciones sin
duda violentas.
,,
'
!
- El sentido "intervención del periodismo/no in­
tervención de la policía", implícito en el titular, es
definido explícitamente en las dos oraciones fina­
les de la crónica: "Los médicos reclamaron la inter­
vención de la policía 'porque tememos que esa vio­
lencia social termine con un médico asesinado. Lo
estamos advirtiendo y esperamos que la comuni­
dad y las autoridades reaccionen a tiempo"'.
-En estos enunciados. el cronista cita en forma
de discurso referido indirecto el reclamo a la "poli­
cía" y. en la oración final, por medio de un discurso
directo, los médicos hablan de advertencias hechas
a la "comunidad" y a las "autoridades". La elección
del discurso referido indirecto por parte del cronis­
ta parece un recurso empleado para dar lugar a la
116�
:·.1
1
- Desde "las a1nenazas se iniciaron... " hasta la cita
directa de la,;; palabras de lo� médicos, el cronista
hace suyas las aserciones. En este segmento del re­
lato observarnos: a) la ilusión de que el cronista cons­
tató los hechos (uso del indicativo, ausencia de res­
lricciones de la aserción, uso del presente periodísti­
co en "cada noche, se presenta el grupo"); b) una
temporalidad que también es relación lógica causal
entre los hechos (primero, la muerte por sobredosis;
esto es causa de que, en segundo lugar, cada noche
se presente el grupo; lo que ocasiona que, finalmen­
te, los médicos reclamen asistencia). Notamos que
"el joven que ingresó al Penna" murió "a pesar del
esfuerzo de los profesionales"; otra vez el cronista
aparece como un aliado del médico y generando la
ilusión <le haber estado presente en el niomento en
que ocurrieron los hechos.
- Final rnente, esta crónica se constmye a partir de
la concepción de la existencia de una "verdad
discursiva": se basa en la denuncia y en los reclamos
de los médicos. en sus discursos. transcriptos en for-
� 117
II. 3. DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS Y DIFERENCIAS
LINGÜÍSTICAS EN LAS CONSTRUCCIÓN DE
ACONTECIMIENTOS
ma directa o indirecta, y en la organización lógica
racional y "actual" (anterior a la de la policía) que les
da el cronista.
En la siguiente crónica, analice las modalidades de enunciado:
II. 3. l. La aplicación de un modelo de análisis
CÓCERES SE QUEDÓ CON UN RÉCORD Y EL SEGUNDO PUESTO EN DURBAN
Durban, Sudáfrica. -Luchó en todo momento. Y esperó un milagro. Al final, la intervención divina rehusó el convite para un simple torneo de golf y el derroche de talento de
José Cóceres no alcanzó. O, más bien, ·no fue suficiente como para ganar el Campeona­
to FNB de Sudáfrica, porque si bastó para cosechar aplausos por doquier, quedarse con
un sobresaliente segundo puesto y dejar un récord (65 golpes, junto con Paul Eates)
como recuerdo en la novel cancha de par 72 del Durban Country Club.
Fue así nomás. Con sus condiciones explotadas al máximo, Cóceres aumentó la
presión de un torneo que tenía al sudafricano Wayne Westner como candidato cuando
aún faltaban 18 hoyos.
Claro que en esos planes no figuraba la notable arremetida del argentino -estaba a
seis golpes en el lee del 1- que empalideció el rostro de Westner, quien recurrió a toda su
fortaleza mental para pegar bien firme un putt de 3 metros en el 18, cuyo acierto le
entregó el triunfo con 270 golpes, uno menos que el tenaz e inspirado Cóceres.
Para establecer los patrones ideológicos genera­
les de una crónica, proponemos aplicar el modelo de
Trew. basado en la teoría de Halliday, que analiza las
oraciones y suboraciones en cuanto al modo de pre­
sentar al agente y a las acciones 16• Con esto podre­
mos observar cómo diferentes opciones lingüísticas
(o modalidades de mensaje) expresan diferentes mar­
cos de interpretación de la realidad. Pero antes son
necesarias algunas aclaraciones:
[... )
II. 2. 3. Modalidades del mensaje
Abordaremos aquí la delicada cuestión del valor
modalizador de las formaciones sintácticas. En cuanto
a la crónica, nos parece importante considerar las si­
guientes cuestiones:
1) la ubicación del tema de la oración;
2) la pasivación (transformación que hace del obje­
to, sujeto pasivo y del sujeto activo, agente);
3) la nominalización
A partir de aquí nos centraremos fundamentalmente
en estas tres transformaciones sintáctica'\: -la tematiza­
ción, la pasivación y la norninalización 15 - desde el pun­
to de vista de las elecciones ideológicas que implican.
1
1
�
Halliday. M.A.K. "Estructura y función del lenguaje" en: Lyons, J.
(comp) Nuevos Horizontes de la Lingüística. Madrid. Alianza
Univesi<lad; 1975. Remitimos nuevamente al Apéndice.
118 i¡;;:J
'
',.
.,
- El término proceso cubre todos los fenómenos a
los que va ligada .una especificación de tiempo, lo
mismo si son acontecimientos que si son relaciones
o estados. Aunque los procesos se expresan prima­
riamente con verbos, hay que tener en cuenta otras
formas (recuerde el caso de las nominalizaciones).
La prueba básica para saber si un término es un tér­
mino de proceso· es observar sus relaciones con los
varios modos lingüísticos existentes para la expre­
sión del tiempo y .la duración, .iílcluyendo cuestiones
tales como el comienzo, la continuación, la repetición
y la terminación de acontecimientos ("La manifesta­
ción empezó... " muestra que "manifestación" es un tér­
mino de proceso aunque está en forma nominal).
- El término participante cubre las entidades im­
plicadas en procesos, no sometidas ellas mismas a
1
�
T
Nos basumos en Trew, Tony . " eorín e ideología én acción" y "Lo
que dicen los periódicos: variación lingüísticn y diferencia ideológi­
cn" en: AAVV Ltmguaje y Control, México, F.C.E.: 1983. Introduji­
mos u11a serie de ajustes y simplificnciones que evaluamos necesa­
rios. Verón. E. "La se1110111i:aciór1 de la violencia110lítica" en AAUU
l.e11g11aje y Com111úcació11 Social. Buenos Aires, Nueva Visión: 1968.
i¡;;:J 119
las modificaciones de tiempo. Los términos que re­
miten a entidades participantes tienen típicamente for­
ma nominal y nunca forma verbal. Los participantes
pueden asumir la fomia de agentes de la acción o de
afectados por la acción.
-Como acabamos de ver, los términos de proceso
pueden presentarse en forma nominal. Así, pues, pue­
den ocupar en una oración el lugar de los participantes
(en la representación de las relaciones entre procesos) y
podría decirse, entonces, que representan un proceso
participante (ejemplo: "el amotinamiento causó tres
muertes").
a un participante que, sin embargo. no se identifica,
este participante inidentificado se indicará***.
-Cuando el proceso se presente a partir del uso de la
"pasiva con se", como el agente es omitido necesaria­
mente y se menciona al participante afectado, conside­
raremos que se trata de un proceso Teneubierto. (Te)
-Como las proposiciones subordinadas, en tanto
estructuras recursivas, presentan las mismas catego­
rías. de agente, proceso, afectado y circunstancia o
atributo, serán consideradas en el análisis siempre que
ayuden a develar el sentido.
Fundamentalmente, estudiaremos las diferencias
teóricas (ideológicas) que surgen de los siguientes
cambios lingüísticos:
-Teniendo presentes estas distinciones, los ténninos
que se encuentran en las crónica<, estudiadas deberán
ser ubicados en un cuadro teniendo en cuenta las si­
guientes categorías:
cambios lingüísticos
cambios ideológicos
ejemplos
La oración presenta sujeto activo Se describe un procclio causal entre dos órdenes "La policía re•
(:igente), verbo transnctivo y par- de cosas. Se destaca !a actividad del agente.
primió a los
ticipante afectado. El sujeto actimanil"estantes"
vo está en posición de rema.
t
1
-El proceso se distingu-irá en activo y pasivo. Cuan­
do se registre una oraéión transactiva (que representa
un proceso que implica dos participantes, uno como cau­
sanle activo y el otro como mero receptor de la acción)
el término "agente" designará al causante y el término
"afectado" al receptor de la acción. Este tipo de oración
se indicará con una letra T.
-En toda oración no-transactiva (oración que presenta
un proceso como implicando sólo un pru.1icipante y nin­
guna transacción causal), el ténnino correspondiente al
participante se colocará en la l º columna y el tipo de
oración se indicará con una N.
-Por trnnsaccioncs causales se entienden aquí a aque­
lla5 que comprenden transacciones físicas ("pegar"), men­
taJes ("asustar") o actos verbaJes ("amenazar").
-Donde hay elipsis o pronombre personal en el texto
original, se repondrá el tétmino original entre parénte­
sis.
-Cuando un proceso se presenta como implicando
1
·i
i
:
I20r;¡;::l
El participante afectudo secarnbia, El proceso transactivo está pnsivizado. La actua­ "Los manif'es•
por pasivación, a la posición focal­ ción del agente queda en segundo p lano.
tantes fueron
sujeto (rema). El agente
reprimidos por
la policia"
El pa1ticipnntc afectado se cambia, .El proceso transactivo está pasiviwUo. La actua­ "Los 111.inifes­
p or pasivación, n la posición focal• c ión del agente se oculta y no es posible reponer­ tantcs fueron
sujeto {tema). El agente se omite. la sulvo que se la mencione en otra omci611 del reprimidos"
texto
'El participante arectado. por me­ No se identifican las causas o agentes del proce­ "Manifestantes
dio de la pasivación, palia a lapo­ so causal. Se lieleccionan los efectos del proceso reprimidos".
sición de tema. pero se liuprimen 01iginal y se omite todo lo demás.
el agente y el vcrho auxiliar.
¡:.
•.,.. '
: "'.,
-,
)1
e
C
·':;'
El proceso es no-transacti110: hay El proceso descripto no es unn relación causal, "Los que sufrie•
un solo p.irticipante. El participan­ sino un proceso que implica un solo orden de co­ ron la represión
te a.rectado en 1 es ahora el único sas. Se destacan los efectos del proceso original. fueron los tll.1ni fcstantcli".
actor.
La norninnlización del verbo que Se destacan sólo los efectos del proceso original. "Represión a
munifestanteli".
expresa el proceso permite la su­
presión del agente.
La pa¡;iva con se requiere la omi­ El proceso está pasivizado pero de modo cncu­ "Se reprimió a
sión del agente. El sujeto es el bien.o. ya que conserva la forma verbal activa y los manifestan­
te¡;".
no es posible identificar uf agente.
,ircetado.
(i¡;:l 121
·¡
j
Aplicaremos el modelo a una crónica, presentada
por el diario La Nación, correspondiente al caso del
Ingeniero Santos, ( 17/6/90).
.1
11gentc
(por) su víctima
(dos muertos)
robaron
dos
habían
robado
delincuentes
(por) el propictario del rodado
'"
1•,
..
k
'
.,-,
un pasacassettc
(dos
delincuentes)
fue
(el propietnrio
122��
de un automóvil
horas después
T
ayer
de una coupé
Rcnaulc Fuego
en u na zona del
El damnificado
persiguió
(a los dos
��I dumnificndo)
disparó
(a los dos
hombres)
(el damnificado)
provocó
In muerte
(a los dos
hombres)
(el damnificado)
huyó
.
fugaron
hombres)
N
en su automóvil.
por P. Morán
ni llegar a la
! intersección
con Carnpana
T
T
,.
T
velozmente tornando
por Campana
de contra.manO;
mantuvo
mutismo
en todo momento
fuentes
policinlcs
confirmnron
anoche
(las fuemes
policiales),
detención
del hombre
(el hombre)·
dio muerte
a los
maleantes
-
1
N
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·T
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el caso
se dieron
a conocer
Tx
la identidad
d�I hombre
scrí:1
*.¡,"'
el juc7, de instnicción doctor
Luis C'_cvasco
T
barrio de Devoto
la comisaría 45
La Policía
Federal
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e! pns:1cnssette
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del rodndo)
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desconoce
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T
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jóvenes
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circunstancias o
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fueron
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detenido
dos hombres
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proceso
activo
pasivo
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ingeniero
de rrofesiún
T
rráctic,irnentc
esclan::cido
N
las filiaciones
de los abatidos
Te
T
informó
interviene
en el caso
N
(,i,J I 23
Revisemos la infonnación contenida en el cuadro para
precisar qué procedim.ientos lingüísticos pone en juego
La Nación y qué clase de acontecimiento resulta.
El primer elemento que Hama nuestra atención es
que "la víctima" ocupe lugar de agente y que, como
participante afectado, figuren "dos muertos"; en la se­
gunda cláusula los "dos muertos" aparecen como agente
de la acción de robar a su "víctima". A partir de esto
podemos suponer que, en principio, para La Nación.,
se es "víctima" de un robo de pasacassette por parte de
dos muertos y no de la muerte en sí.
La primer cláusula del cuerpo de la crónica coloca
en posición de tema, como agente del" proceso activo
"robar un pasacassette", al término "dos delincuentes".
La acción de "abatir a balazos" a los "delincuentes" se
encuentra pasivizada y el agente de la acción es "el
propietario del rodado". La acción de los delincuentes
-acción activa- aparece destacada con respecto al ac­
cionar-no delictivo- del "propietario" que -pasivamen­
te- los abate. La delincuencia es adjudicada solamente
a los que cometieron el robo; sin embargo, ya en la
primera oración (quinta cláusula) se consigna que "el
propietario del rodado" fue detenido -proceso pasivo
con omisión del agente-. De aquí se desprende que, si
bien no llega a alcanzar la categoría de "delincuente",
el "propietario" ha alterado un cierto orden que, "ho­
ras ctCspués", ha vuelto a su estado "normal".
En las elaúsulas siguientes, que expanden las anali­
zadas hasta ahora, el "propietario" se presenta .como
agente "damnificado" - patiicipio de una pasiva incom­
pleta; es decir, "damnificado por los delincuentes" - en
cuatro procesos activos, y como agente "hombre" en
dos procesos activos más; dentro de los atributos del
"damnificado" figura su ser "de profesión ingeniero.
Los "delincuentes" -ahora "maleantes''- son los afec­
tados en dichos procesos transactivos.
Finalmente, se destaca por medio de la tematiza­
ción y los procesos activos a la policía, la justicia y su
accionar: "el caso estaría práCticamente esclarecido".
Hay que notar que las acciones adjudicadas a la poli-
,; �¡
li
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¡:
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1
1
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124�
1
cía y la justicia no comprenden en ningún caso accio­
nes físicas: "confirmaron", "informaron", "interviene",
"mantuvo el mutismo".
La sociedad concebida por La Nación presenta un
desar_reglo momentáneo, -Una anomalía- producto de
la acción de la delincuencia. Son calificados como "de­
lincuentes" aquellos que atentan contra la propiedad
privada y no los "propietarios" que hacen "justicia"
por su propia mano; sin embargo, dado que el sistema
social no adn1ite este tipo de 'justicia", el caso recién se
presenta como "esclarecido" una vez que la policía y la
justicia legítimamente reconocida han intervenido.
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� 125
l
1
.
Analice las siguientes crónicas aplicando el modelo dado. Confronte
el análisis con los resultados obtenidos a parti r de la crónica publicada
por La Nación: ¿ Qué mundo concibe Clarín? ¿ En qué difiere del m u ndo
representado por La Nación? ¿ Qué i nterpretación de los hechos da Pá­
gina 12 dos d ías después?
s o e
F
LJ
/1
Le robaron elestéreopot tercera vez:
siguió a los dos ladrones y los mató
0
Un ingeniero de gsti/Jo- rácil
bajo proceso
:)
El juez caratuló como homicidio simple l.1
causa del ingeniero que mató a los dos
jóvenes que robaron su pasacasete.
Al En medio dt u1111. ¡:nm polé•
¿J//1. mica ¡:en erad, por el ingenie­
ro qur el si!b11do p11.sado ultime\ 11 ba­
la1ns a dos JO�· e ncs que le habían ro•
b.1.dn el p:1sm1.sclc de su coche, u1111.
de sus 1·iclim11.s, Carlos U11nitl Con•
1.1\ ln, fu� scpul!11do n)·er 111 mtdiofü
en el cementerio rlc la Ch.1.cal'ita.
Ca.1i simulhinc11menlt el juez que in1e r1'iene en 111 CIIUSB, Luis (tl' i5CO,
IH11n 111b11. la inco m llniceri<in del
11cus11do y confirmaba t¡UC fa carlitu­
la es "homicidio sim p le". Jueres .r
j uri�ln� ¡·11 dieron �11� opinionc.1"• ,1 i.i
bitn codos cninddierun rn subr�_1·11r
la complejidad dr estt c-�su, íurron
un�nim�.1 e11 prt1 enir sobre la i¿r�n•
d11d dt• qur "cuwlquier ciud111.hlno �t
h � � u j u s t i ( i a p u r su,1 p r o p i u 1
m11no.1 "
El episodio se habia i11iciado dc1pués de las 1 2. 30 dd sábado, cuando
u11 hombre de �1 ailO.\ cuya identi•
dad se desconoce (Ce1·asco in\'ocó el
secreto de sumario y "rarnnes de se•
guridad" para mantenerla en mer•
va) e.1cuchó la ro1ura óe una venia.
nilla de su Rena11l1 Fuego estaciona•
do frenlc a un edificio ubicadC1 e11
Pedro /vlorán al JSOO, �n Villa Del'O•
to, El in dividuo. de proft�ión inge­
niero, que seria hijo de un polici:i rl'•
t i rado )" un e� per1 0 t i r:idor . al
comrrobar que le estaban robando
1 26 r¡¡:l
el pa1acame -y 1cniendo como
antecedentes otros dos robos ant�·
riom- 10mó un arma )' salió a la
calle. Alli pudo �er que do> jóvenc�
escapaban en un Chcv)' patente
!l 847. 75 l hacia la avenida San Mar.
!In.
El ingeniero -que según tr:mcn•
didos perioilistico> se llamaría Hora·
cio Campos o Santos 1· viviría en E1pinnsa )' Zamudio, �n barrio r��i­
dencial que C5t:i en un cx11cmo de la
Facultad de Veterinaria- los sii;uió
en s11 R c n a u l t F u e g o p a 1 e n t c
C 1 .442.724, arnmpañado d e una
muju. A las pocas cuadras dio al­
cance al viejo Chcvy en el que Ja poli•
cia, m :b tarde, enconuaria el pasa •
casm )" recriminó a lm jó1·enc�. ra
en la esquina de Pedro ldor:in r Ti.
nogam dos disparos -en las ¿abe•
zas- termi naron con la l'ida dt'
Cario, Dan id Go11zákz, de J I aúm.
) 0�1·ali.io Aguirre, de 29 . Según al­
¡¡unos vecinos, una de las l'ic1 imas ,e
habria agachado cuando �I in¡:enier0
lo. enc;iru, lo que habri� hdlíl SU·
ro11er que hu�cabn un arm;!. Sin �m·
bargo se comprobJria ]uq;o que ;im•
bo, iban de.1 armado,
Ulro punto no deb1damrn1t ad�­
rado aún es la ' actitud que 1omó el i r, •
�eniero luego del homicidio. Las pri•
mera, 1·crsiones dccian que inmc·
dia1amclll� se dirigió a ]¡¡ Comisaria
45' -4u� tiene jurisdicción en la zo.
na- donde habria hecho la denun•
cia. Pero po�t eriormenl e tras�endió
que rn realidad habría sido de1rnit.lo
en una casa r.le la calle Tinoga,1a. [s.
ta, cirrnn$ta ncia, resultará.n ck fun•
damental irr.;':'Orlancia a l a hora de
aclarar la situlción dt\ l'ÍCtimario, ya
que la pena que establece e! Código
Penal para homicidio simple 1·a de R
a Z� a i101 de prisión. En1rr lo, at,··
n u a n t e� q ue po d rí a n e s g r i m i rse
en favor del in��niero figura la legi1 i .
m a defensa (si cxisrió una a8-resión
rrcvia de la l'ic1 ima) o emoción
riolrn1;i si el homicida ac1 uó bajo
una cri:.i$ de nc;l"ios. Oira posibili•
dad es de1enninar $Í el acusado e� o
no lffiflUlable
" 1\ mí' hcrmano lo ase,i11aron a
sangr� fria " , dijo Ricardo A�uirrc.
" ü�,aldo kvan1ó 1:: marw para que
no disparara )' ti hc1111brc le tir(l u n
balazo a ! cuc110··, aoc�uró (.i,1hritl:i
Natino, cuiiada d t· Ar,uirrc, " ' bto1
arrepen1ido d é lo que hice • · . comer:.
lan que dijo el ingeniero al juc, Ce.
l'asco. ll!iemras ianto, la pokmica
COíll!l1Ul.
.:,a)cU, ·: *·' �••<> :u
Un Ingeniero de VIiia Pl'!voro mató ayer al mf"rliodia
a los rlos l � drones que le hablan robado el estéreo de su
auto estact0nario frt-n!e a su domicilio. F.:l profesional,
que ser!a un e:ic pE>rto t! rEld()r e hijo rle un po!lda rrtirado
,
fue a la c<:> mi�ar!a a denunciar el hecho y f'Slfl rlf'tenído.
El ep1S?d10 ocurrió poco después dP, las l ?.30 de av1�r
cua ndo el t � gen!ero -euya !dentidad .no se din a coño­
cer-, que vive en Pe-dro Morán al 3800 escuchó la rotura
de una de la!! ventanlllu de su �nault Fuego éstacwna.
do frente a su casa.
. Como ya en doJ oportunidades Je ha bian robado el
aut°': stéreo, s;i !ló a ver qu� pasaba ·comproh11ndo que
efect ivamente, era el tercer robo del equipo, Esta vez, si�
� mbargo. alcanZd a -ver . a quienes se lo ll�vahan: dos
JÓ\'enes que e �cnpahnn por Mor! n · hacia R\·enidil San
Martín en u� viejo Chevrok!t p,i.tente B 847.75 l.
Sin dudar, el .ing�niero tomó _su revólver y subió a su
cupé Fue_go, persigu iendo a toda velocidacl al CheHOlt>t
al Que dio alcance cunndo este llegó a la esquina d�
Morán Y Cam pana. a unos dosciento.� metros del Jugar
del robo.
otro-­
Policfa.
. Entonces desde su auto --puest_o a la par del
pirl!ó a los íf rltos a !OJ ladrones· que le devolvieran el
estéreo. Segun algunru testigo.., del epi�io, ante el re­
clamo. uno de los delincuentes se. rió a carcajada.� y el
otro se agachó.
El l � geniero habría creldo que buscaban un arma en
el fntertor del Chevrolet para atacarlo .o se sint ió rN1l­
mente molesto yor la., carcajadas porque les apuntó �on
su revólver e h120 doa certeros dt.sparoa que dieron l"n ]ali
ca bezas de los desconocido., que mu rieron inst:1ntánr.-a­
men te.
Siempre en su 11.uto, el proresion1:1l fue hRsta la t"oml­
aaría. .¡ �•. ubicada en .Jo!é Cubu al 4100. donde hizo la
denuncia, qu ed ando detenido acusado rle h omicidio
Después 111 Pol!da fue hasta Morán y C11mpana:,. consta:
tanda, según t rascendió, que los ladrone, no estaban
a : marlos pero tenlan en el C_hevrolet t'i ester{'O del lnge­
ntero.
?(l� r! el detrnirlQ i;o!o se supo quf' con frer w•nci,1 iba
al T i ro f,ederal para practir.ar cr,n dis(intns armas y q, 1 e
es �onocid ? por su pun tP.r!a. También que es hijo de tin
policía retirado y que hizo el ser,icio militar en la Poli­
da .
F.\ Cflrtl,{o Penal pre\'é para el homkirlio. sl mple una
pena de entrr. 8 y 25 año., de prisión. Sin Pmb;i.rgn. cuan­
do se mata en legitima defeflsa, esta circunstancia- pu,ide
_ _
ex1m1.r al acusado de la condena
. En este caso tendrá,i. gr�n im portancia los tf'stimo-·
nios sobre la ,?ctítud d1dn:t ladrones y si estos c-st abíln o
_
no armados. SI se confirman IBA versiones que l níiicaban
que n <:> l!evahnn armru; , la Justicia podría eoondenar· al
· .
profesion al por e:icceso de defensa
E
. _I sumario f'Slá a cargo dei JÜei rle lnstn.ir,-i,�n Pn lo
Cnm1�al _ 1�. doct or Luh1 .Jorge Ceva�.o. qu" cumple f'I
turno Ju1iicia!.
Al sufrir el tercer robo
del pasa casete, un
ingeniero de Villa Devoto
mató a dos ladrones
dispanfodoles después de
perseguirlos en su auto.
Cu;rndo escuchó la rotura
del vidrio salió de su.casa
,1rmado con un revólver.
Siguú1 a los delincuentes
hasta alcanzar/os dos
cuadras m.ás- adelante.
Frente a euos, les
reclamó su equipo pero
uno se rió y el otro se
agachó para buscar algo.
Entonces los baleó.
Dcspué..,• se entregó a la.
-,1
lo, do, lodro...,, fu,.ron
mue,10, o balo,a, ,.n al
ln,,.,;o, del au!o. La,
cadá.-e,,., q.,,.dara,, .,,¡ 1
�o,a1 an ,.¡ lugc,.
(,;::J 1 2 7
T
!
II. 3. 2. La interpretación de los hechos in­
cómodos
Usted ha realizado la actividad de la página ante­
rior y habrá comprobado que, a partir de un "mismo"
suceso, los medios periodísticos configuran diferen­
tes acontecimientos que suponen maneras diversas
de interpretar y producir la realidad social. Esas dife­
rencias pudieron ser explicadas a partir de la obser­
vación del modo en que los diferentes medios inscri­
ben las acciones que representan en un determinado
contexto y en una determinada red de causas y con­
secuencias; pa1ticularmente, se habrán distinguido di­
versos modos de tratar aquellos hechos que no enca­
jan en la manera en que determinada teoría del orden
social haría esperar que encajaran ·y que, por esto,
han sido denominados anomaUas. En otras palabras:
partimos de la idea de que los conceptos de un dis­
curso son parte de una teoría, es decir, "de un sistema
de conceptos y de imágenes que son una manera de
ver y de aprehender las cosas y de interpretar lo que
se ve o se oye o se Jee"; en ese marco, algunos he­
chos inesperados -anómalos- se presentan como un
desafío que atenta contra la corrección de la teoría y,
en consecuencia, deben ser neutralizados 17 •
El término teoría, entonces, se emple:i aquí en el
sentido -común para todas las ciencias- de modelo o
conjunto de conceptos articulados que permite dar
una explicación completa de un cierto orden de he­
chos (ya se trate del modelo del átomo como estmc­
tura de partículas que giran en órbita alrededor de un
llúcleo o del modelo de la sociedad como permanen­
te: conflicto entre fuerzas opuestas). Desde esta pers­
pectiva, toda percepción, toda descripción y todo re­
lato, suponen alguna teoría en tanto presumen siste­
mas de conceptos implicados en la explicación de las
cosas, en la conexión de unos acontecimientos con
,.11
' 1,,,
;¡ 11
¡J
1:1
17
l28�
Trew, T. "Teoría e ideología en acción" en: A.A.U.U. Lenguaje Y
con1tvi. México, F.C.E: 1983.
otros, en su ubicación dentro del contexto de estruc­
turas y causas: no ex.is ten los hechos "crudos",
ininterpretados o ateóricos; incluso la más simple y
básica descripción de un acontecimiento particular,
cualquier juicio acerca de su naturaleza, implica cla­
sificarlo y registrar sus similitudes con otras cosas:
los modelos se utilizan para transferir y aplicar por
analogía las leyes que los rigen a otros campos espe­
cíficos. En la prensa, se juzga aI acontecimiento como
miembro de una clase, y, de ese modo, lo particular
entra en la red de relaciones que las cosas de esa cla­
se tienen con cosas de otras clases 18 •
Las anomalías -esos hechos que el modelo no ha
previsto y que atentan contra la corrección de la teo­
ría- ponen de manifiesto de un modo particularmente
evidente la existencia de los procesos teóricos: las
interpretaciones, los juicios, las explicaciones surgen
de inmediato como respuesta a su aparición.
En el caso de las ideologías políticas y sociales, el
desafío que plantean las anomalías se presenta cpmo
una urgencia particular. Las anomalías son "hechos
incómodos" en tanto aparecen en el contexto de un
conflicto en marcha entre ideologías alternativas que
surgen frente a Jos conflictos sociales antagonistas en
general. Y, como la brecha entre los fenómenos y la
teoría es tan grande, hay Úna corriente continua de "he­
chos incómodos" que los adversarios del status qua
explotarán si no son negados con éxito, suprimidos o
reinterpretados. En este sentido, las anomalías no sólo
constituyen una prueba para la teoría sino, fundamen­
talmente, para la legitimidad del orden social: el desa­
fío tiene que resolverse en los ténninos de esa teoría
misma para anular la opción de reemplazarla por otra.
Esta necesidad exige tipos particulares de discur­
sos: los procesos judiciales, las reformas de ley que
1
�
En el npartado "'Amarilla', 'blanca' y 'nuevo periodismo': texto,
paratcxto y contexto en tres estilos de prensa" retomamos con
rmís elementos de an:ilisis. la conformación de moUelus en las cró­
nicas periudísLicas.
� 129
se llevan a cabo cuando la legitimidad de alguna prác­
tica estatal se pone e n tela de juicio (la nueva ley de
educación, por ejemplo) o las investigaciones acerca
de una persona vinculada al poder que aparece cues­
tionada de modo directo (el funcionario y la .inv esti­
gación por supuesto enriquecimiento ilícito) son al­
gunos de esos tipos discursivos. Pero es, sin duda, en
los medios periodísticos donde se halla la forma más
común y corriente que presenta lo social en los tér­
minos de una teoría dada, del discurso que rellena la
brecha abierta por la intromisión de las anomalías:
son .los medios los que crean la información acerca
de lo que "sucede", incluso de aquello que requiere
de una explicación.
Así, los medios opositores en una coyuntura dada
destacan las anomalías y tratan de exhibir contradic­
ciones entre una "realidad anómala, desordenada" y
un discurs o oficial "que miente"; los medios más cer­
canos al orden social vigente, en cambio, minimizan
las anomalías o destacan la "eliminación" del hecho
incómodo, es decir, su resolución 19•
A menudo, podemos ver a lo largo de varios días
la secuencia en que sucede algo que es incómodo des­
de el punto de vista de la información periodística y
su teoría del orden social, y cómo viene a continua­
ción una serie de comentarios que culmina, quizás,
en una nota editorial. Concluido el proceso, la histo­
ria original ha sufrido grandes transformaciones, den­
tro <le! mismo medio y más aún si se comparan me­
dios diferentes. Este cambio supone la puesta en jue­
go de los procesos teóricos -lingüístkos-que analiza­
mos más arriba.
!I
¡,¡
19
130 '-�
-
�:.
Con esto no queremos afirmar la existencia de medios masivos ca­
paces de alterar el orden soGial vigente. Desde nuestra perspectiva,
todos los medios -precisamente para ser masivos- requieren de la
vigencia de ese orden sociocconómico. Se trata, sencillamente, de
que algunns estrategias comerciales se basan en adopt,1r una posi­
ción -un modelo- que responde a las expectativas de un público
crítico respecto del oficialismo y otras, en atender a un público que
se identillcn con e! discurso oficial.
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.,
.,\·
.�'-
{ �1
1
Nuestro análisis se limitó ala descripción de la confi­
guración mediática de un acontecimiento social a partir
de operar. un corte que implicó tomar una crónica pun­
tual de sólo uno de los diarios. Dado que ese aconteci­
rrtiento constituía una anomalía, sin embargo, requüió
de una explicación que los medios fueron desarrollando
desde el día de la muerte de losjóvenes hasta la fecha del
fallo judicial respecto de la actuación de Santos*. Por
consiguiente, para estudiar en forma completa por me­
dio de un análisis como el propuesto cómo conciben la
sociedad y qué operaciones ponen en juego cada uno de
los diarios, habría sido necesario aplicarlo a lo largo de
todo el proceso de reintcrpretación -las sucesivas cróni­
cas, comentarios y editoriales-, trabajo que eludimos por­
que excede las intenciones <le este volumen.
Por otra parte, hay que observar que los criterios
para !a reinterpretación de las anomalías que hemos
descripLo a partir de ese suceso "policial", se repiten,
en genera!, cuando se trata de información "social" o
"política": los medios también establecen catcgQij_­
zaciones de acontecimientos a partir de la clasifica­
cióll, ·coioc"�ldón y c oi1f0riTiación de los sucesos en
las diferentes secciones del diario. Así, por ejemplo,
Clarín se acerca a .la concepción llamada "popular"
o "sensacionalista" cuando se trata de información
"policial" pero representa un mundo mucho más or­
denado cuando el aco ntecimiento es catalogado como
"político"; La Nación, por su parte, destaca e1 escla­
recimiento de los casos policiales por encima del caso
en sí y en una sección que, en relación con Clarín,
, concede mucho menos espacio a la noticia . .Igual­
mente, es posible atender a los desplazamientos que
desliza Página 12 desde la información considerada
como "policial" por los otros medios hacia la sec­
ción "Sociedad", o desde lo que otros clasifican como
"farándula" hacia lo "po lítico".
* �I "C.1so Santos" se ha convertido t.:n ejt.:mplo parc1dígmático dt.: "jus­
_
t1c1u por mnno propia" o "gatillo fácil"; en este scnticlo, ante cada
"casn scmcjrnltc" se lo evoca como modelo.
(;;::l 131
los acontecimientos que se conforman a partir de la
necesidad de interpretar lo "incómodo " no son más
que una clase particular dentro de la categoría de
los acontecimientos en general (y la abundancia de
crónicas deporti vas resulta una j ustificación suficien te
para n uestra afirmación).
Finalmente, para un análisis exhaustivo, importa
también hacer un seguimiento de la construcción de
acontecimientos en un mismo diario a través de los
distintos vaivenes políticos a los que éste se pliega
en mayor o menor medida20 .
,. ,
,
':
.¡
· - :·
,/._.
Proponga a sus alumnos que analicen qué " hechos i ncómodos" apa­
recen en el si guiente titular y cómo el diario pone en juego un proceso
teórico que intenta resolver la anomalía:
OI PLOMATICOS EN B RAS IL BAJO SOS P EC HA DE CONTRABANDO.
Acusación: sin dar nombres, las autoridades fiscales invol ucraron eón
maniobras il ícitas a representantes de varios pa íses, entre ellos, la Ar­
genti na. (La Nación, 26/2/96) .
"El caso excepcional no
es 1,:úfo el simple aconteci­
miento excepcional, el puro
hechó-ruptura, sino u11 tipo
particular de acontecimien­
to que es, ademcís, política­
mente relevante para la
dinámica social de un
determinado paú, en
cuanto que, por su grave­
dad y/o centralidad, implica
el pmhlema del control
social, de la lucha políticc1,
de la legitimación de las
instituciones, de la identi­
dad y de las imágene.,·
colectivas. En esta defini­
ción puede apreciarse la
incidenci(1 de lo social en el
acontecimiento".
Rodrigo Alsina, Miguel.
La construcción de la
noticia. Barcelona, Paidós;
1 989 .
1 32 �
U. 3. 3. La construcción
de los acontecimientos
Las anomalías a las que nos hemos referido nos
sirvieron para observar la forma más evidente en que
los medios masi vos responden desde y por la legiti­
midad de un orden social establec ido. Esto no impli­
ca, sin embargo, que los acontecimientos presenta­
dos o creados por los medios só\o puedan _registrarse
sobre la base de la existencia de dichas anomalías :
w C!a1in, por ejemplo, fue lunwdo eu 1 945, en pleno período clcctnrnl
y encabezando una activa campaña a favor de la Unión Democrática;
una vez conocido el triunfo del peronismo, Clarín adopta una pruden­
te distnncia del gobierno: en el cuerpo del diario, u través de corres­
ponsales en los Estados Un idos, sustituye el comentario crftico po­
niendo en juego todo el arsenal de la "guerra fría ", con artfculos de!
tipo "Toda la verdad sohre el co111u 11ismo"; el equipo que conforma la
p{iginu cultural, no obstante, proviene de la tradición hocdistu y de lil
izquienfa política en general; de este modo. la corporación de intelec­
tunles, la i nstitución periodí�tica, adquiere "neutrnlitJmJ ideológica".
Mango nc. C. El paiodismo i111e¡;rc1do: el suplemento cultural en la
primaa época. d1i Clarín ( 1945-1955). (En prensa).
ti
f
t�
) ,,. .
)· .,:
'¡ J. \
Si los acontec imientos que i mponen un desafío a
la teoría constituyen sólo un ' caso particular, ¿qué
determina la exi stenc i a de los acontecimientos en ge­
neral? Rodrigo Alsina expl ica esta cuestión a partir
de .ta relación existente entre el acontecimiento crea­
do por un medio determinado y el sistema o contexto
q ue sirve como punto de referencia y a partir del cual
se puede estab lecer .l a exi stencia del acontecimiento;
en otras palabras , un acontecimiento es tal en rela­
ción con las normas de un sistema. Así -para dar un
ejemplo obvio-, en una tribu amazónica la aparición
de un avión puede constituir un acontecimiento, cosa
q ue no sucede en un aeropuerto. Se puede afirmar,
entonces, que la variación del sistema supone, en sen­
tido amplio, la ruptura de la norma y la constitución
de un acontecimiento .
P roponga a sus alum nos q ue busquen un
acontecim iento que h aya dejado de serlo para
pasar a constituirse en norma. Aproveche esta
actividad para comentar la relación entre va­
riación y acontecimiento y la relación entre sis�
tema y a contecimiento.
La inc idencia del sistema en el acontecimiento o ,
mejor dicho, la determi nación de los acontecimien­
tos por pa rte de l s.i s t e rna de la c o m u n i c aci ó n
institucionalizada, implica que, según las épocas, se
haya oto rgado selectivamente el carácter de '' aconte­
cimientos" a d i ferentes fenómenos. En otras palabras:
Toda variación se da en
relación con el tiempo. Si la
variación se prolonga mucho
puede llegar a perder su
carácter de acontecimiento.
Por ejemplo, el h1mdi111iento
progre.fivo de la ciudad de
Ve11ecia f11e acontecimiento
cuando se de.1·c¡1hrió; en la
actualidad el hundimiento es
norma
(... ) La rapidez del
acontecimiento significa q11e el
mismo debe aparecer y variar
rápidwnente. El acontecimien­
to tiene su indice de caducidad
porque fa variación, con el
paso del tiempo, se trcm.ifmma
en lo normal.
(. . . ) Esta var/l1ción del
sistema para obtener la
categoría de acontecimiento
debe ser espectacular. (... )
Un acontecimiento es algo
extraordinario, es decir. un
hecho que va más allá t!e lo
ordinario.
(. .. ) La variación del
sistema p11ede ser prevista o
imprevista por el sujeto. Si es
prel'ista deberá tener otr'as
ca racterí.1·ticns para qrie
pueda ser considerada
acontecimienlú. Por ejemplo,
fa espectacularidad. Las
olimpíadas, no por ser un
espectáculo previsto dejan de
ser 1111 acontecimiento. !lay
que se1ialar además que en
cualquier variación, por muy
prevista que sea, siempre hay
wi cierto g rado de imprevi­
sión: en las p ropias olimpÍll­
das 110 se .rnhe q11ié11 va a
ganar la prueba.
Rodrigo Alsina, Mig11ef.
Op. Cit.
¡;;::i 1 3 3
los acontecimientos se hallan determinados
sociohistóricamente. Así, por ejemplo, en la década
de 1920 Crítica incluía en las páginas deportivas in­
formación sobre aviación, lucha romana y ajedrez (el
fútbol no es relevante hasta mediados del 30) y en las
policiales -que recién se hacen "thrillers" hacia 1925crónicas en verso sobre "el bajo fondo" y "los
bailongos"; en página 2, todos los días, se publica­
ba n crónicas bajo el título "El movimiento obrero en
la Argentina y en el mundo".
Los parámetros que establecen actualmente los
mass media para delimitar los hechos que cabe con­
siderar como acontecimientos pueden resumirse en
una serie de reglas de selección:
La violencia, la agresividad, el dolor, la muerte se
configuran como pruebas documentales del estar
constantemente amenazado o sometido a la "fatali­
dad del destino" y, sin embargo, hallarse a salvo.
Las crisis políticas -estallidos sociales, crecimiento
de la desocupación, alzamientos golpistas, hiperin­
flación, etc.- , son planteadas bajo el aspecto del
afianzamiento de la "estabilidad del sistema" fren­
te a tales amenazas.
Las referencias a lo personal, a lo privado o a lo
íntimo se encaran desde el punto de vista de las
pautas normativas de la sociedad respecto de lamo­
ral familiar. Así, la distinción entre ''normalidad" y
"anormalidad" se define según el acuerdo o la dis­
crepancia con respecto a las normas sociales de la
conducta (es "anormal" que Maradona, siendo pa­
dre y deportista, se drogue).
Las formas de competencia -en el deporte, en lo
intelectual, en la vida cotidiana- son consideradas
"luchas" y presentan connotaciones de rivalidad
personal y disputa por un determinado estatus so­
cial que "cualquiera que luche podría alcanzar".
El "éxito" -la fama, el incremento de los ingresos,
el triunfo, la consecución de la pareja ideal. lasa­
lud- es consecuencia de cie1tos atributo s personales Y
del enriquecimiento de la vida individu al.
l 34 i:;¡;:l
Lo extraordinario, lo exótico o lo singular-el árabe en
su harem, el que decide vivir solo en un castillo, el que
rechaza sumas millonatia5, el que come petTos-se abor­
dan desde la descontextua1ización. En consecuencia
resulta, por un lado, la confirmación de 1a propia cul­
tura como la única legítima y, por otro, la idea de que
existe un abanico de alternativas a Ja vida cotidiana
por las que cualquiera podría optar.
A partir de los siguientes titulares analice a qué reglas de selección de
los acontecimientos corresponde la noticia. Tenga en cuenta que pueden
conjugarse varias reglas a la vez.
Siempre detrás de la pelota.
CABRERA NUNCA SE RINDE.
(La Nación, 26/2/1996)
VOLVIO A LA FORMULA 1.
Desde su banca de senador, Reutemann revivió con el mundo de la
velocidad.
(La Nación, 26/2/1996)
Penosa derivación de enfrentamientos a tiros entre salvajes bandas
juveniles.
WILDE: UNA BALA PERDIDA MATO A UN CHICO DE 6 AÑOS
(Crónica, 21/2/94)
Las reglas para la conformación de acontecimientos
que acabamos de mencionar no pretenden ser exhausti­
vas. Sólo qui.simas moslrar cómo la "noticiabilidad" de
los acontecimientos es una valoración asumida social­
mente, institucionalizada por medio del reconocimiento
de estas reglas de selección por parte de los individuos.
Eliseo Verón observa al respecto que, en las so­
ciedades mediatizadas, es necesario diferenciar las
nocio nes de "hecho" y "experiencia" desde el pun­
to de vista del "orden individual" y "el orden colec­
tivo" de la realidad: cada uno de nosotros, en ma-
"Que todos los individuos
que toman parte en la
comunicación de masas
'reconozcan' las reglas
imtitucionalizadas para fa
determinación de la
'noriciabilidad' de un
acontecimiento no significa
que estén de acue,rlo cm,
ellt:Lf, que las justijiquen, etc.
Pero lo que sí signifirn
cie11amente es que 'entienden'
dic!tm· reglm- y seleccionan
de acuerdo con ellas''.
Rodrigo Al.�im1, Migue!. Op. Cit.
{:i;J J 35
1
,1
ji
,¡
El discurso en el que
creemos es aquel cuyas
descripciones postulamos
como las mds próximas a
las descripciones que
nosotros mismos habríamos
hecho del aco,uecimientu si
hubiérc1111os tenido de éste
u11a experiencia directa.
[. .. / En 11uestra relación
con los medios, no es
porque hemos cons�atado
que un discurso es verdade•
ro que creemos en él; es
porque creemos en él que
lo consideramos verdadero.
Verán, E. Construir el
aco1Jtecimie11to. Barce lona,
Gcd isn; 1 987.
Esw no quiere decir
que la "actualidad" sea u.na
ilusión o [. .. } w1 "simula•
cm ". Por el contrario: de
lo que se trata es de la
producción de la i·ealidad
,\"Ocü1l como experiencia
colectiva. Un "simulacro "
es sie111pre simulacro de
alguna otra cosa: la noción
de "simulacro " conserva su
poder sugestivo en la
medida en que permanece
asociado a una ideología
de la representación. [. .. /
í.LJ actualidad no es un
simulacro porque el
discurso que la construye
no representa nada: no hay,
en ningún lado, w, "origi­
nal". No eswy diciendo que
los medios producen todo
aq11ello que los miembros
de una sociedad industrial
llaman "real". Tampoco
1 36 ¡;;;::l
II. 3. 4. La estructura del "suceso"
yor o menor medida , cree en los acontecimientos
que crean los medios sin haber tenido ninguna ex­
periencia personal en cu anto a los hechos· en cues­
tión . Nuestra creencia, por tanto, no se funda en la
"experiencia vivida" sino en el crédito que otorga­
mos a algún discu rso que ha engendrado en noso­
tros la creenc ia y la confianza. La experiencia sub­
jetiva de cada actor social y la experiencia colecti­
va del devenir soc ial que llamamos "actual idad" co­
rresponden a órdenes absolutamente separados en
una sociedad mediatizada:· ningún pasaje es posible
entre ellos.
Para Verán, los medios informativos son "máq ui­
n as de producción de realidad social". En este senti­
do, llevando al extremo la noción frankfurti ana de
" industria cultural", este autor equipara el estatuto de
los acontecimientos con el de los automóviles : am­
bos son productos fabricados por una i ndustria, la de
la información o la automotriz. De l a misma manera
en que hay muchos modelos de automóvi les, h ay
muchos modelos de la actualidad, cada uno de ellos
construido para audiencias di ferentes .
Para Verán , entonces, la actualidad exis te en y
por l os medi os ; no existe n acontecimientos antes
de que los medios los construyan ; después de que
los medios los han producido, en cambio, los acon­
tecimientos tienen todo tipo de existencias y efec­
tos .
Esta teoría de l a producción de actua l idad por
parte de los medios nos permite suponer. si no su
poder para transmitirnos cómo debemos actu ar o ra­
zonar, cuando menos su influencia respecto a qué de­
bemos pensar. La efect ividad del discurso informati­
vo no estaría puesta tanto en la persuasión (el hacer
creer) o en la manipulación (el hacer hacer) como
en el hacer saber.
j
,,.�
:¡
.,
A, •
·:'
En su artículo "La estructura del suceso" y _desde una
perspectiva distinta a las planteadas hasta ahora, Roland
Barthes describe ciertas diferencias estructurales entre
la crón ica política y la crónica policial ("suceso"); para
ilustrarla,; en general, toma el caso del "asesinato".
En el asesinato político, el crimen remite a una situa­
ción extensiva que existe al margen de él, antes y en
tomo de él: la política.
afirmo que los medios
producen fa sociedad{ . . /.
Lo que pretendo decir es
que los medios producen la
realidad de una sociedad
industrial en tamo realidad
en devenir, presente como
experie11cia c_olectiva para
los actores sociales.
Verón, E. Construir el
acontecimiento. Barce lona·.
Gcdisa; 1 987.
El suceso, en cambio, es una información total o
inmanente que contiene en sí todo su saber: no es preci­
so saber nada del-mundo para consumir un suceso pues­
to que no remite formalmente a nada fuera de sí mismo.
Su contenido, obviamente, remite al hombre y al mun­
do y en es te sentido, son posibles una ideología y un
análisis del suceso; pero se trata de un mundo cuyo co­
nocimiento es sólo analítico, el aborado en un segundo
nivel por aquel que construye el suceso y no por el que
lo consume.
"(. .. ) En resumen, el
asesinato escapa al suceso
siempre que es exógeno,
procedente de un mundo ya
conocido; en este caso
podemos decir que carece
de estructu ra propia,
suficiente, ya que siempre
es ta11 sólo el término
manifiesto de una
estrucutm impUcita que le
es preexistente:· no hay
Así, el suceso presenta una estructura total, cerrada, información política sin
duración, ya que la política
que no remite formalmente a nada implícito y que, por es una categoda trans•
lo tanto, está emparentada con la del cuento y la novela iempora{; por otra parte,
coita (hay sucesos que se desarrollan en varios días, pero, ocurre lo mismo con.rodas
de todos modos, la inmanencia que los constituye no se las noticias procedentes de
rompe, ya que implican siempre una memoria muy bre­ un horiza11tc nombrado, de
un tiempo anterior: 11u11ca
ve).
pueden consfituir sucesos:
En tanto estructura cerrada, al suceso la anécdota le lirerariame11te, son
imp01ta poco. Lo que sí resulta fundamental para su ser fragmentos de novelas, en
es el planteo de dos témlinos que requieren de una rela­ la medida en que tOda
ción. La problemática de esa relación, de una relación novela es w1 largo saber del
entre términos cuya función debe ser fatalmente regular que el hecho que se produce
110 es más que una simple
e intel igible, es la que va a constituir el suceso.
variable".
Barthes, R. "La
estructura del suceso" en:
Todas las re laciones inmanentes al suceso, para
Ensayos críticos. Buenos
B arthes, pueden reducirse a dos tipos : las relaciones
de causalidad y las de coincidencia.
Aires, Seix Barral ; 1_983.
¡;.::i l 37
1
1,
(. .. ) {En el suceso] se
trata de 1m mundo cuyo
conocimiento siempre es
sólo intelectual, a110Utico,
elaborado en segundo
grado por el que habla del
suceso, no por et qi:e lo
consume; en un suceso se
da todo al nivel de la
lectura: sus circunstancias,
sus causas, su pasado, su
desenl{lce; si11 du ración y
sin contexto, constituye un
ser inmediato, totld, que no
remite Jor111almente a nada
implícito (. .. ).
Barthes, R. Op. Cit.
!'¡. ·
\ �-:
f;;
. :¡
I! 1
I'·:
/ ... / podemos suponer
que 110 liay ningún suceso
simple. constituido por una
sola notación: lo simple no
es notable; sea c1wf fuere la
densidad del co11te11ido, su
sorpresa. . rnhorror o su
pobrew. el suceso comienza
allí donde la información se
desdobla y comporta, por
este mismo hec.:ho. la
certidumbre de una
rclació11. La brevedad del
enunciado o la imponw1cia
de la noticia -en otros
casos. prueba de 1111idad­
nunca pueden borrar el
carácter articufodo del
.rnceso: "¿ Cinco mil
muertos en Perú?". El
horror es global, la frase es
simple; sin embargo, In
notable es la relación entre
la muerte y un nltmero.
Barthcs, R. Op. Cit.
1 38 r¡¡::J
Las relaciones de causalidad son extremadamen­
te frecuentes: el delito y su móvil; el accidente y su
circunstancia. En las relaciones de casualidad encon­
tramos clisés poderosísimos: "drama pasional", "cri­
men por dinero", "crimen por ajuste de cuentas", etc.
Las circunstancias en las que el relato insiste cuando
se trata de sucesos estereotipados, son tan aberrantes
que con la aberración parecería que se tiende a
desautomatizar el clisé. En otros casos en que la
causalidad es, en cierto modo, normal , esperable, no
se pone el énfasis en la relación misma (aunque ésta
sigue estructurando el relato), sino que el Interés se
desplaza hacia las dramatis personae -niño, viejo,
madre, etc.-, especie de "esencias emocionales" des­
tinadas a vivificar el cl isé.
Cada vez que qucrerrÍos ver funcionar crudamente
la causal idad del suceso nos encontramos con u na
causalidad ligeramente aberrante: los casos puros y
ejemplares están constituidos por las alteraciones de
la causalidad, porque el espectáculo, lo notable, em­
pieza donde la causalidad, sin dej ar de ser afirmada,
empieza a descstructurarse.
Lo " i nexp l icable " , las perturbaciones de l a
causalidad en las que s e articu la e l suceso, son de dos
tipos: los "prodigios" (platos voladores, milagros,
acontecimientos en los que , supuestamente, intervie­
nen fuerzas sobrenaturales) y los "crímenes miste1'iosos" , prestigiosos en la novela popular.
En la novela policial clásica, el trabajo policíaco
consi ste en rellenar al revés el tiempo fascinante que
separa el hecho de su causa2 1 . En la prensa, en cam­
bio, los crímenes misteriosos son poco frecuentes; el
policía está poco personalizado; el enigma lógico
queda ahogado por lo patético de los actores; la ig­
norancia real de la causa obl iga al suceso a alargarse
'
1
Las relaciones entre la novela policial en sus variantes "clásica" y
"ncgrn" y la crónica po l icial se desarrollan en La polifonía en la
cr6nica.
en varios días y a perder ese carácter efímero tan con­
forme a su inmanencia. Este es el motivo por el que,
en los sucesos periodísticos, contrariamente a lo que
ocurre en las novelas policiales del siglo XIX, un cri­
men sin causa es más inexplicado que inexplicable:
el "retraso" causal no exaspera el crimen sino que lo
deshace: un crimen sin causa se olvida porque en la
realidad su ·relación fundamental se atenúa.
Otra figura causal es la del milagro del indicio.
Dos cuest iones ideológicas se relacionan con esto:
por un lado, el poder infinito de los signos, el senti­
miento de que los signos están en todas partes y de
qt1e todo puede ser signo; por otro, la responsabil i­
dad de los objetos, que son tan activos como las per­
sonas: el objeto se esconde detrás de su inercia pero,
desde allí emite una fuerza causal que no se sabe si
proviene de él o tiene otro origen.
Las rel aci ones de coincidencia se basan en la re­
petición de hechos o en la ap roximación de dos tér•
minos cualitativamente alejados.
-¡'/
En la p rensa, la repetición implica creer que repe­
tir es significar: la repetición de u n suceso mueve a
i magi nar causas desconocidas. El sentido común nos
indica que el azar siempre altera los hechos; la repe­
tición, por lo tanto, consiste en algo sobrenatural o,
al menos, en una curiosidad (por ejemplo: "Asaltan
por quinta vez una j oyería en zona céntrica").
En el caso de la aproximación de dos términos
(dos conteni dos) c ualitativamente distantes, el suce­
so se construye a_partir de la supres ión de las distan­
cias lógicas : "Una anciana pone en fuga a cuatro
mal vivientes que intentaban asaltarla". Desde el punto
de vista lógico, dos términos que pertenecen a un re­
corrido au tóno mo de significación (la anciana y los
asaltantes), se ubican -paradójica y repentinamente­
en un recorrido ú nico, como si pertenecieran al mis­
mo dominio.
No hay suceso sin
asombro (escribir es
asombrarse); ahora bien,
referido a una causa. el
asombro implica siempre
ww perturbación, puesto
que, en nuesrra civilización,
todo lo que no sea la cuusc1
parece situarse más o
menos declaradamente al
margen de la naturaleza o,
al menos, de lo natural.
Barthcs, R. Op. Cit
Naturalmenre. puesto que
la causalidad perltlrbada es
la mcís notahle; ·el suceso es
rico en desviaciones
causales: en virtud de
determinados disés, se
espera una causa y aparece
ntra: "una mujer hiem de
una cuchillada a su amante ";
¿crimen pasion{ll?; no, "no
estC1bcm de acuerdo en
política". [. .. / E�1 este tipo de
relación cau.l'll{'existe ur1
espectáculo de ia decepci()n;
paradójicamente, la
causalidad es más nor{lb/e
cuanto más decepcionada
queda.
Bmihes, R. Op. Cit
incluso degradada al
rango de "curiosidad", 1w es
posible advenir la repetición
sin pensar que posee un
cierto sentido, aún si ese
sentido queda en suspen.w:
lo "curioso " no puede ser
noción neutra ni, por decirlo
de algún modo, inocente
( excepto para una conciencia
absurda, v éste no es el caso
de la cnn;;iencia popular); lo
cu rioso institucionaliza
fatalmente una
interrogación.
Barthcs, R. Op. Cir
(f¡;:::'l 1 39
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1 .
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i.
'
Como la distcmcia
original de estos recorridos
es sentida espuntcíneamente
como w1a relación de
contrariedad, nos
acerca111os a una figura
retrfrica J imdamental en el
discurso de m1.estra
civilh.c1ción: la cmtíresis22 •
En efecto, la coincidencia
es rw1to más esrecracular
ctu:111do invierte
determinados clisés de
situación: "E11 little Rock,
el jefe clr:. Policía 111ata a su
mujer"/ ... } La relación se
conviare a quí en
ver:toriuida, se penetra de
inteligencia: "110 sólo hay
un asesino si110 q11e,
además, este asesi110 es el
jefe de fo Policía": fu
ca11salidod se i11vicrte en
virtud de un dibujo
exactamente simétrico. Este
111nvi111iet1to era bien
conocido en la trngedia
clcísicn donde, inclusive,
tenia un nombre: (![
"co/111n".
Barthes, R. Op. Cit
Toda coincidencia es un
signo a fo vez indescffrable
e inteligente: en efecto, si
los hombres c1e11.m11 al
des1i110 r!e .�er ciego, es
debido c1 w1a especie de
trwrsferencia cuyo interés es
roraln1e11te evidente: el
Destino es. por el COl/trnrio,
malicioso, construye signos,
y so11 los lio111bres los que
son ciegos e impotentes
¡wm desc(frar!os.
Barrhe.1·, R. O¡,. Cit.
La predilección periodística por los "colmos" ex­
presa, olra vez, la creencia en que, desde el momento
en que el azar comienza a significar algo, deja de ser
azar para transformarse en signo. "En todo lugar don­
de se manifiesta una simetría (y el colmo es la figura
misma de la simetría)" -dice Barthes- se ha necesita­
do de una mano que la guiase. En este sentido, las
relaciones de coincidencia -ya se trate de repeticio­
nes como de aproximaciones de ténninos lógicamente
distantes- implican una cierta idea del Destino. Para­
doja o antítesis, .toda coincidencia es, a la vez,
indescifrable e inteligente; Ja oposición pertenece a
un mundo deliberadamente construido: "un dios vi­
gila detrás del suceso".
El papel del suceso, finaliza Barthes, "es preser­
var en el seno de la sociedad la ambigüedad de lo
racional y lo irracional, de lo .intel.igible y de lo in­
sondable"; ambigüedad históricamente necesaria,
porque el hombre necesita signos· para tranquilizar­
se, pero signos inciertos para irresponsabilizarse.
CAPÍTULO III
.i J
Vuelva sobre los titulares de todas las cró­
nicas que han sido incluidas como ejemplos
en este capítulo. ¿Qué tipo de relación, en el
· sentido propuesto por Barthes, las articula?
Queda claro entonces el estatuto de los aconteci­
mientos en general y de los acontecimientos excep­
cionales o anómalos para una determinada teoría del
orden social; queda clara, también, 1a estructuración
estereotipada de esos acontecimientos. Hasta aquí he­
mos analizado cslas categorías utilizando la teoría
lingüística. Ahora nos detendremos a observar hasta
qué punto el soporte material del lcxt·o también incide
erl la construcción de un acontecimiento periodístico.
III. DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS Y DISEÑO EN LA
CONSTRUCCIÓN DE ACONTECIMIENTOS
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·�
11 Uno de los aspectos mús intc1·csai1tcs del planteo de Ba11hes se en­
cucntm, creemos, en e! nnülisis de las figuras rctóric:is del periodis1110 como conriguración del rnu11do. es decir, como ·cxprc.�ión de una
cierta idcologín.
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El diseño de una página de diario abarca todos
aquellos elementos paratextuales a cargo del editor
que hacen a la composición o diagramación de la pá­
gina, al cromatismo y a la tipografía. Lo que aquí
intentaremos demostrar es que el conjunto de los ele­
mentos que componen el diseño funciona como una
unidad capaz de definir, superponiéndose o comple­
mentándose con el elemento lingüístico, un modo
característico de informar.
En todos los casos, los diarios conservan desde la
portada hasta la última página las mismas opciones
en cuanto al diseño. La portada, entonces, opera como
"programa" que determina el recorrido de lectura del
resto de ln publicación y como primera aproxima­
ción a las diferencias ideológicas que se registran entre
los distintos medios.
"El disello gráfico,
específicamente, es la
manipulación del texto, la
ilustración y los márgenes
con vistas a iu inipacto
visual (Dalley, 198 /: /04).
Cobró importancia a partir
del siglo XIX, al hacerse
más fácil la reproducció11
de la ilustración y al
aumentar la competencia
en la presentación de los
produccos co1:1erciales.
Pero su verdadera
explosión comenzó en
Europa en los arios seserUCl,
rnando lú prosperidad
económirn empujó ol
consumo, provocando 1111
aumento masivo de la
publicidad, el periodismo y
la publicación de libros, así
como la expcmsión de la
T V. y la radio''.
Alvarado, M. Pc1ratexto.
Oficina ele Publicaciones
de! C.B.C. de la U.B.A.,
Buenos Aires; 1994.
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y sumarios. U/ Nación y La
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ii:Aliiii.iiilL·,;
E.s cierto que entre la portada y las páginas inte­
riores _hay diferencias particulares, en cuanto al di­
seño, pero nos será fácil comprobar que este factor
no incide determinantemente en la representación
del mundo concebida en general por la publicación.
Si tenemos en cuenta que los diarios, mayorita­
riamente, se exhiben y venden doblados al medio o
superpuestos dejando a la vista la mitad superior,
notaremos que la parte más visible para el lector po­
tencial que examina el puesto de venta es precisa­
mente ese sector de Ja portada. Apoy,:lndonos en esta
observación práctica podemos deducir por qué, lo
más .importante y llamativo se ubica en esa zona de
la primera página: las convenciones de la
1ectoescritura occidental determinan, de acuerdo con
la llamada Unca de indicatividad, que se lea de arri­
ba hacia ahajo y de izquierda a derecha.
Ahora bien, la línea de indicatividad no basta para
explicar todos los criterios de diseño de una página
de diario, porque además de la lectura lineal, es po­
sible una lec.tura espacial conducida por factores
como la tipografía, la distribución del material grá­
fico y de los títulos, etc.
La lectura espacial rompe con las convenciones
de la codificación lineal cuando, por ejemplo, con­
duce nuestra atención desde un titular situado en Ja
mitad superior derecha hacia otro situado abajo, a la
izquierda, porque ambos presentan el mismo tama­
ño y grosor en las letras. De este modo, la lectura
espacial opera "barriendo" la superficie de redac­
ción.
Vea los ejemplos de la página siguiente; después
nos concentraremos, más específicamente. en el
tema de la composición.
1
1
144 (i=l
,,
r¡,,-:i 145
!If. l. La composición
3/2/94
Este es un caso en el que la
lectura espacial quiebra las
convenciones ele la codificación
lineal: los dos bloques de la
izquierda presentan el mismo
nivel -üncho de la columna- de
importancia; el bloque superior
presenta una tipografía más
grande, pero el inferior compen­
sa la cuestión por medio de las
fotograrías que "invaden" los
scclorcs inferior y superior
derechos.
Clarín,
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1
' 1
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Volvamos un poco sobre el asunto de la determi­
nación cultural de la lectura; respecto de la lineal no
pueden quedarnos dudas si nos limitamos simplemen­
te a compararla con la ideográfica. Pero ¿qué sucede
con la lectura espacial? ¿Sólo por romper con las con­
venciones propias de la lineal deja de ser una lectura
culturalmente prefijada? Pues no: la lectura espacial
no deja de ser una lectura con convenciones propias
y basta con remitirnos a la historia de las artes plásti­
cas para comprobarlo.
El Renacimiento, por ejemplo, impone reglas de
composición que, aunque en el arte pronto se ven
reforrnuladas, perduran en concepciones
compositivas como las que se adoptan en la
cliagramación de la mayoría de las páginas de diario.
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\� ,!ir.,cr:ión ,1,. ,,u,;strn cducac16n, __ c11y"
f,'i;;,,�,,��r,,,' d� lu ;1"ciím, c,·a -¡si� '.1;�,;"·"''''l1inn mi�tifi,:;,<'.\Óu, cu contr:-"d,cc1ór1
"º" "'"'�trll pro¡,�n5i6n ,, l_� mc<hln<'ibn, 3 la contemvlacum Y
3 In m"•11u·lrn.ci<ln
(Cuuir-al,
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Las vanguardias
literarias han intentado
rornper la linealidad a pmtir
de nuevas fornrns de
espacializ.ación que buscan
generar otros efectos de
sentido.
146(P
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G. l'i,rrn J,r l'uli j ,;¡
Observe en t:I esquema, correspont.lit:nte a la c.stanci;:i
de las páginas siguientes, J:1 distribución
.si111étrica ele las figuras.
¡;:::i 147
"A partir de la
fc1sci11ación de la baja edad
media co11 las
implícaciones 111eraj(sirns
de la luz. -fo !11::. como lux
divina tintes que lurnen
percibida- la perspectiva
lineal vino c1 .dmholizar In
am1011ín entre la.1·
regularidades 1nate111áticas
de la óptica y fo volw1tad
de Dios. Y wín después de
que elfundw11eflfo relig io.rn
de estas ecuacione.1·.f11erc1
socavado. fas
cormotaciones Javorahfes
1:
qr.1e rodeaban al orden
6prico presunta111eflfe
objetivo pcr111aneciero11
firmemente asentadas"
Jay, M. "Regímenes
escópicos de la
Modernidad" en: Visio11 w1d
Vis1wlity. Hal Foster,
Seattle. 1988.
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Nt!f'oel, Ln e.\])ll/sió11 de Hl'fimfom
El Rcnuci111icntn sienu.1 lus f'órrnulas del equilibrio sin tensión. de la simetría, de la "perspectiva
li11eul" por la cual tud..is las lím:,1s Je fugaco11cluccn ;.1 u11 pu111u de vistacc11tral y único. ''La unidad ele. la
L'.Sccna. la cohl.'.rcncia luc.11 de lu compusicicí11. la lúgica u·,t1,,1da di.! la co11slrw.:cil)11 espacial era11. par:1 el
Rc1wci111 ie11Lo. l(ls supuestos 111:ís irnrortanles del ell!cto <ll"lístico de una ohra. Todo el sistema Je] dibujo
¡43,::7
LA EXPULSIÓN
DEHEUODORO
(ll MACABEOS,
Cap. ITf).
en perspectiva. tudas las reglas de la prnporcionalid,1d y de la tcctlmica
cr,m ¡mm ,1quél sc)lo rnedios para lograr este ett!ctn espacial"�'.
'' ll;1u��1·, /\. / !- istnrin .H!ciol d<.' la /i{(:mturc1 y i/1'1 uue. B:11celn11u.
Gu:1d,11T;111w: 197N.
r;¡:i 149
La evolución del arte hacia e! Manierismo y el Bairo­
co, desde mediados del siglo XVI hasta fines del XVII,
son las reacciones inmediatas que recibe el Renacimien­
to: nacidos de conflictos sociales, políticos y culturales pérdida de la supremacía económica de la burguesía cor­
tesana y del poder de la Iglesia por obra de la Reforma;
nueva visión del mundo a partir de los descubrimientos
de Copérnico- caracterizan la destrucción de la cosmovi­
sión antropocéntrica a partir de una diferente integración
de la unidad espacial de la composición: el Universo era
infinito y, sin embargo, unitario; un sistema de mutuas
influencias. "En el mundo homogéneo y continuo en que
se había transformado la antigua realidad dualista cris­
tiana apareció, en lugar de la antigua visión del mundo
antropocéntrica, la conciencia cósmica, esto es, la con­
cepción de una infinita interdependencia de efectos, que
abarcaba en sí al hombre y también a la última razón de
su existencia. La unidad en el arte del Renacimicnlo era
una especie de coherencia lógica y la totalidad de sus
representaciones era nada más que un agregado o una
suma de pom1enores en la que todavía se podían recono­
cer los distintos componentes. Esta relativa autonomía
de las partes desaparece en el arte barroco.[ ... ] Las com­
posiciones de los maestos del barroco son más ricas y
complicadas que las de los maestros del renacimiento,
pero son a la vez más unitarias, están llenas de un aliento
más amplio, más inintern11npido. La unidad en ellas no
es un resultado a posteriori sino la condición previa de la
creación artística.[ ... ] Cada una de estas partes apunta,
como lo,.:; cuerpos celestes, a una relación infinila e inin­
terrumpida; cada una contiene la ley del todo[... ]. Las
bruscas diagonales, los escorzos de momentánea pers­
pectiva, los efectos de luz forzados: todo expresa un im­
pulso pot�ntísimo c. incontcn ible hacia lo ilimitado. Cada
línea conduce la mirada hacia la lejanía; cada forma mo­
vida parece querer superarse a sí misma; cada molivo se
encuentra en un motivo de tensión y de esfucrzo" 24•
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1� Hauser. A. Op. Cit.
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Ve!iizquez., El cnnde- duque de Olivares a ca/){///o.
Con el Ilarroco, las formas plásticas lineales se convierten en algo movido que da un el'eclo
de prnfu11didad, de ausencia de lfmiles; el espacio es ahora co11ccbiclo corno algo que se v:1
h(1cicnclo. con una intención c:\si ci nc1mtt.l>gráfica que represen La sucesos comu si l"ucran casu:.i­
lcs, improvisados. El mcrlio prcl"crido por el Barrnco para h:.icer sensible la profunrl.idaJ espa­
ci,11 es el empleo de pri111cros planos demasiado grandes y de la brusca clisrninución de los
tclll:1s de fondo,
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"Una serie de
implicaciones se siguie,vn a
fo adopción de este orden
vistml / n:nc1centisto/. La
frir.ddad ahsrracta de la
111ircufo en pcnpectiva
.l'ign{fic1j el repliegue
emociono! del artista respecto
de los objetos representados
en el espocio geometrit.ado.
Lo co111p/icidad participcJtoria
di.,·111im1yó as{ co1110 se wupliú
{(¡ brcc/1¡1 entre espectador y
espectúculo. El momento de
la proyección. crrJtica en In
visirJn -lo que San Agustín
fwbfo condenado con fervor
como 'deseo ocular'-se perdió
as[ como .fue1vn olvidados en
nombre de w1 ojo
s11puesron1c11re desencanwdo,
absoluto. íos cuerpos del
pinror _v del espectadot: (. .. )
Es precisamente el poder
explosivo de la visión barroca
lo que se ob.1·erva como
cdre mariva mtfa- sign!fi.cativa
al estilo hegemónico visual
del pe r.1·pecti.,is1110
renace11ti.1·!(1. Mientras
ce lebra la prolifemcirín
so1prende!1te, desurienwdora,
r-fe i111rígenes. enfotiza su
rechaw hacia fa
gen111etrización n101wóilar
(. .. ). el deseo, tanto en su
form(l metaffsicn como
erótica. atraviesa el régimen
escúpicv del bt1rror:o. El
cuerpo 1•11el\'e ti destronar la
111imdo tfo.�interesada del
espectador desenca rnado.
Pero a d{fere11cia del retorno
del i:ue,'lJO celebrado por las
fi'losojhts de fo t'isión del siglo
XX (. . . ), genera sólo alegorías
d(' o.l'<: t1ridod y opacidad".
Jay, M. Op. Cit.
1 52 r;,;:-i
Salvando las dis tancias existentes en tre l a com­
p l ej a es t r u c tu ra d e u n a obra p i c t ó r i c a y l a
estandarización d e l a composic ión d e una página
de diario, sal vando también l as distancias entre las
funciones del diseñador y del artis ta, veremos cómo
en la mayoría de los diarios persiste la composi­
ción equ ilibrada propia del Renacimiento, y cómo
otros medios ado pta n formas más irregulares que
se acercan al Manieri smo o al B arroco; veremos
también que nosotros, como lectores, percibimos
a partir del equilibrio de las formas la idea de u n
mu ndo ordenado, y q u e s u ruptura nos impresiona
c omo desorgani zación: sucede que no sólo están de­
terminadas cultural mente las representaciones, sino
también las " miradas " que dirigimos sobre ellas .
Un criterio bastante com ú n considera la di visión
de la pági na en grandes bl oques iguales. A tal fin ,
s e di vide l a superfi c ie e n c uatro sectores trazan­
do dos líne as, una vertical y otra horizontal. que
se c ruzan en el centro de la página:
.i
Con la intención de recu pe rar estos conceptos
en el capítulo siguiente para c aracterizar desde el
punto de vista textual y paratextual l os d i s ti n tos
es ti los de prensa gráfi ca -y sin querer que e s te
ap artado se parezca a u n manu a l para la Funda­
ción Gu ttcmberg- , pase mos a enumerar y c aracte ­
rizar ahora los criterios de composición más usua­
les en l a página de d i ari o :
- L a distribución simétrica o balanceada del
material icónico pro c u ra, ante todo, que los títu­
los y e l material gráfico muestren ui¡a relación cie
equ i l i brio entre sus fases izq uierda y de recha. De
este modo, si a la izquie rda v a un título que abar­
ca dos co l u m nas. se c olocará otro de ancho equ i­
vale n te y con la misma ti pografía a la derecha,
ubicando, por ejemp lo, e n tre a mbos, u n a fotogra­
fía que ocupe cuatro col u mnas. En otros casos, se
emplea el título general des plegado a todo el an­
cho de la página, y la distribución s i métrica se
hace con los títulos ele baj ada o subt ítu los , a nie­
nor canti dad de co l u m n as con respecto al título
general y a i gual can tidad .de co l u m nas en tre s í.
Los materiales se distribuyen luego en cada uno
de esos bloques, dejándose siempre una clara sepa­
ración entre los mismos , ya sea a partir del trazo de
una l ínea, ya sea a partir de un blanco. Los blancos
debe n ser cons iderados siempre como "pausas ",
como zonas de desc anso y vacío que valorizan el
material impreso. Cabe la posibilidad, dentro de este
tipo de cliagramación, de que se ponga especial én­
fas is en la m i tad superior por medio <le la tipog rafía:
"(. .. ) No lwy experiencia
sensible natural. Detenninada
Jormt.1 de reprcJ·entt1r .rnpo11e
deten11i11adafim11l1 de pe1ribi1:
La fJerr:epci611 es el presupuesto
rle lci re¡¡resenf(/ción. Paro
comprender el aspecto visrial de
una cultura hay que tm/ar de
co111p1t:11der �·u rnrácter
perr:eplua/ como co11dició11
previo. Hay .l'e extá rnda ¡,ez 11ilÍ.r
comieitcido de que los //0111/m;s
que pe11enece11 a culturas
diferentes no sólo hablan
difem11tes lenguas sino que
ta111bié11 habitan 11 w11dos
sensoria/eJ diferentes. l..r.1
experiencia serci captada según
la diferente estructura de la
rejilfo perceptiva entre ww
c11lr11ra y otm. (... ) El obieto de la
percepción nw1rn es w1 ohjeto en
abstracto sino w1 ol�jeto
culturalmente coorde1wdo: por lo
tanto se percihe dent,v de un
Cl1111po de signfficaciones (jbndo.
diría la Cestalt) en. el cual se
deS({IC(I COl!/0 figura. (... ) fa
pe1r::e¡JCiiJ11 110 es 1mpmceso
pmil'O sino activo. El acto
perr:epti\lo supone. por ende, fa
intervención de 111últi¡ifes
apriorü, l/á111e11.1·e ¡mlsione.r ,r
represenfC!ciones inc1n1.l'l:ie11res,
supuestos ideológicos, rnlturales,
modas temporales,fomwciones o
defoml{1c/011es pmfesio11ales,
experiencia personal acwmdadn.
(... ) la perr::epción remita, en
suma, tanto anticipoción como
rernenlo".
Schnaith, N. "Los códigos de la
percepción. del .saber y de la
representación en una cultlíh.1
visual" en: Revista Tipognífiw.
Bnrcclona, N" 4; Setiembre;
1 987.
r.¡;.;:i 1 53
,..
"'
Clarín, 1/3/1996.
La tipografía destaca lu
mitad superior izquierda.
!
,I
¡r
1;
,,
'
¡,,,
:
- Otro criterio de diagrnmación basado en la no­
ción de equilibrio entre los elementos distribuidos en
la pügina es el que se apoya en el llamado rectángulo
de Langdon y Jorn: trazando en la página dos
diagonales transversales, se fijan cuatro puntos focales
simétricos en los que t.ítulos, material gráfico, etc.,
actúan corno elementos de realce. Ya en el Renaci­
miento este tipo de composición tenla nombre: "rec­
tángulo áureo"; la sección áurea, aquella que a nues­
trn vista aparece como central, es el punto de inter-·
sección de las dos diagonales. Tal diagrama, para una
página de diario, puede esquematizarse así:
Ln Nación, 26/2/96
La composición de esta por­
trida se basa en el rectángulo de
Langdon y Jorn.
� 155
- Otro tipo de diagramación es aquel que dis­
tribuye los materiales en forma de abrazadera.
Se trata del trazo en la página de una diagonal
que va del extremo superior izquierdo aJ inferior
derecho; la zona que queda delimitada a la dere­
cha de ese gráfico es considerada convencional­
mente la más importante y los títulos principales
se vuelcan hacia allí y decrecen gradualmente
hacia abajo; para balancear, en la parte izquierda,
los títulos o materiales gráficos más anchos o de
tono más acentuado, se ubican en la parte infe­
rior y decrecen hacia la superior. La página, com­
pensada a partir del trazado de esta djagonal, co­
bra así movimiento, una dinámica cercana a la de
las agujas de un reloj:
Clarín, 4/8/93 y Página 12, 16/7/91
En ambas portadas puede obser­
varse la composición en abrazadera
156 (,,-::l
r¡¡:J 157
ff'
;1
,t?
'f:.
- Una de las formas de diagramación que no se ciñe
a la ubicación simétrica de los materiales es el llama­
do diagrama irregular o quebrado. En este caso, al
título principal siguen luego, en las zonas inferiores,
otros que rompen su uniformidad quebrando las lí­
neas rígidas de las columnas y los bloques. Esta des­
composición de las partes quiebra el efecto de
es�atismo y, en relación con los esquemas anteriores,
produce una sensación de desorganización:
□CJI ===='--/n
�
º[::J □□
;:=I
D
D
Crónica, 21/ 2194
Este es un caso de composición
a partir del diagrama irregular o
quehi-ado
158 r,;;J
Proponga a sus alumnos que, p or grupos, compren los distintos dia­
rios un mismo día. Pídales que, a partir de la observación de la composi­
ción de la portada que les ha correspondido, realicen un esquema. La
comparación de los distintos esquemas servirá para que saquen conclu­
siones acerca de la "cosmovisión" que el diario presenta desde su com­
posición. Aproveche el material para introducir el concepto de portada
como "programa" de lectura para el resto del diario.
lll. 2. Tipografía y titulación
Otro de los aspectos fundamentales del armado
de la página de diario en tanto también contribuye a
definir el estilo del medio es el de la titulación: con­
cebir la imagen del mundo que va a representar la
página, además de decidir la distribución general de
los materiales, implica oplar por la tipografía de .los
títulos y el criterio con el que van a ser dispuestos.
En general, la importancia de la crónica est:Í. re­
presentada por el tamaño y .la exten.\·ión del titular,
factores a los que se suma el con.traste figura (letra)/
fondo. Basta comparar sólo este aspecto de los titu­
lares para detectar grandes diferencias .ideológicas
entre los medios: lo que para un diario puede mere­
cer un titular que abarque todas .las columnas, para
otro puede requerir de un tamaño y una extensión
mucho menores o ni siquiera merecer espacio en la
pl'igina.
En el diseiio tipográfico,
según Roger Chartie,: se
encuentra inscripta la
representación que el editor
se hace de las co111pereru:ias
lcr:toms del plÍblico a(que
se dirige. Y es allí 1ambié11
donde se p11eden rnstrear
11111taciones en !a.1· prácticas
lectoras a lo lClrgo der
tiempo(. .. )".
Alvaradn, M. Op. Cit.
Retome con sus alumnos las portadas de la actividad anterior. Pro·
póngales que comparen el tamaño y la extensión del titular que cada
diario configura como principal. Aproveche las conclusiones para intro­
ducir el tema de los diferentes modelos de mundo que conforma la
prensa.
� 159
La elección de la tipografía depende, en parte, de
la distribución que se haga de los títulos en la página.
El encabezado de una crónica puede estar integrado
por uno o varios de estos elementos que, como vere­
mos más adelante, imp.1.ican una manera progresiva
de ampliar o especificar de la información
- Volanta o antetítulo
- Título principal
- Subtítulo o bajada
- Sumado
- Títulos inferiores.
E><terlor
tlltlmound•o:.!•!!!-�tldoPoptrlar
______
____
titular principal pero que se diagrama aparte del tex­
to central aunque en la misma zona de la página.
Se denomina sumario al subtítulo que, compuesto
con una tipografía mayor que la utilizada en el texto,
desarrolla algunos conceptos considerados centrales
respecto ele la información, de manera similar a un
lcact o entrada pero permaneciendo autónomo con
respecto al texto mismo.
Los títulos i,�feriores, ubicados no en la cabecera
de la página sino en sectores medios e inferiores, se
diagraman en tamafio decreciente respecto del prin­
cipal y pueden ocupar desde una hasta cinco colum­
nas, según el formato del diario y la importancia con­
cedida al acontecimiento.
José María Aznar podría lograr la mayo�ía absoluta
__ ,....... ..............._,_,..,
:.:,..-: =�=:��Eii!:
��;ri!�1�?i•
..,....,......... _.,.,,..
,.,......,,,,..c..,.....:,-,
···¡,u,l!oL,,,.,J,,!U,iero
"'"'"'"""�'"'""'"'
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:::-:.::-?•"J2'i:I:·f:��!: 5.'E'�=��:: :
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J�t.�i.:,'.::�:. �� - �§1�i0.1�#']:;
,...... �,_..,.
La Nación, 2612196
"
.. ,.............e••,_...,
'
1
Observe la disposición del antelilítU:lo, el titul�r, el sumario con su respectivo título y el lítulo interior.
Cuando un medio gráfico considera que un hecho
merece ser construido como "el" acontecimiento de
la jornada, emplea el título desplegado o bandera (tí­
pico de la portada de los vespertinos, que deben salir
al cruce de los lectores más para "enterarlos" que para
informarlos), que ocupa todo el ancho de la página.
La cabeza compartida es aquella compuesta por más
de un título principal; estos títulos se distinguen en­
tre sí por una separación de blancos, por el uso de
tipografías diferentes o por recuadros.
La volanta es una línea complementaria que se
agrega sobre el titular principal, y el suhtítu/o o baja­
da, una o varias líneas, con menor extensión de co­
lumnas y letra más c.lara; la bajada es utilizada tam­
bién para encabezar un material relacionado con el
160 �;:,
MOYECClONES DE LOS
.ECON01Jl5TAS PARA
jh,9�1
Clarín, 9/ ! 194
A partir de la intluencia
ejercida por lu explosión ele
los medios audiovisuales es
baslLlntc común que los
diarios rompan con las
convenciones ele la distribu­
ción de títulos: los suple­
mentos juveniles constitu­
yen el ejemplo más
evidente pero no el único:
en este caso, lri distribución
del sunrnrio y el wmaño ele
l.1 tipografía y de J.is
fotogrnfías refuerzan los
sentidos del titulnr princi­
¡rn!.
¡;¡::i 16]
También es interesante considerar desde el punto
de vista de la composición la estructura interna del
titular, es decir, la disposición de las letras dentro de
las columnas. Por ejemplo, el llamado sangrado col­
gante en el que la primera línea ocupa toda la co­
lumna, las dos restantes son más cortas e iguales en­
tre sí y las tres se equiparan en el margen, es em­
pleado principalmente en diarios del tipo denomina­
do "sensacionalista" y crea un efecto visual que sue­
le reforzar los sentidos lingüísticos:
Del mismo modo, en los diarios con estilo "nuevo
periodismo" el titular se estmctura muchas veces con
la intención de generar formas o figuras alusivas al
contenido del texto*:
Clarín, 18/6/82
Más que un efecto
"sensacionalista"
impensable parn un
acontecimiento político de
estas características durante
el perído ele! "Proceso"­
cstc uso del "sangrado
colgante" refuerza la idea
de "caída"; (Obsérvese,
además, cómo contrasta la
disposición creciente de!
titular inferior).
162�
'it--�•":·
.
� .\-
Pcígino 12. 20/11/87 y Cforí11. 10/6/94
En r11nbos c_jcrnp!os, la disposición
de los tiluíures funciona como
connotaclor grMico.
� Ver: "texto, paratexto y contexto e11 tres
estilos d� prensa",
� ]63
En síntesis: desde el punto de vista del diseño el
titular es un paratexto que se superpone al texto y
que en general, del mismo modo que Ja composición,
refuerza las significaciones lingüísticas ..
Observe los elementos constitutivos de los siguientes encabezados
en cuanto a su disposición y al tamaño. ¿Mediante qué recursos cada
uno de ellos refuerza los sentidos lingüísticos?
1
Por sus características generales, los tipos de im­
prenfa se clasifican en seis grandes grupos que pre­
sentan variantes según las distintas fábricas: el ro1nano, el abastonado, el itálico o bastardilla script,
el manuscrito o. las variantes fantasía y un último
tipo que aquí denominaremos máquina de escribir.
"1
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.'i!.'
LA NACION/Pág. 7
Inician las
clases en el
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11Ir
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1 64�
l_'"
.
.
.
Los Lipos romano, abaslonado e itálico son los de uso más habitual en la prensa. Los tipos
fantasía (letras dibujac!us con un carácter marcadamente ornamental que, a veces, pueden
reforzar las significaciones verbales y funcionar como connotad ore& gráficos) y manuscrito
(lelras que imilan la escritura individual) se emplean en secciones especiales y en avisos
puhlil;itarios.
El tipo máquina de escribir (american type writer)
es empleado por Página/12, con connotaciones que
sugieren que el diario se inscribe en la línea del lla­
mJdo "nuevo periodismo" -iniciado en nuestro país
por Rodolfo Walsh con Operación Masacre- o, al
menos, que se trata de un diario de "escritores-perio­
distas'' (sobre este punto varnos a detenernos cuando
definamos los estilos de prensa).
(;l ]65
Analice la siguiente publ1c1dad de Página 12 . . e elementos remite n
� qu
a su imagen de "diari o de escritores p eriodista� ?
j'
1
1
La tipoorirfa
• .
e • ' funcmna como evidente
inrcrtexto.
i
l,
166 r,c:-i
r,¡;:i 167
,, 1
En los titulares que siguen podrá observarse que
los tipos romano y abastonado se diferencian entre sí
porque el primero presenta "serifs", es decir, un ele­
mento transversal en la terminación de la letra que
sirve de adorno. El abastonado, en cambio, es de di­
seño simple. sin serifs y con líneas sin perfiles (se las
llama "de palo seco"). El tipo itálico presenta una in­
clinación hacia la derecha, por lo cual parece tender
a la imitación de la escritura manual:
Gente. mayo de 1991 y junio de l 978
Un ejemplo inuy significativo respecto de las connotaciones de la línea es el cambio
tipográfico registrado en la revista Gente: del abastonado de líneas duras empleado durante la
últim,i dictadura militar, al de líneas redondeadas y "conectadas", que apuestan a una
hornologaci611 con el placer y el abandono, en la actualidad.
Allanan negocios de software
y procesan a una mujer
RoOert De Niro
EL FRANCOTIRADOR
Los rasgos característicos de cada tipo son la altu­
ra o cuerpo, el ancho y el espesor o intensidad tonal.
Así. un titular con cuerpo catástrofe, ancho extendi­
do y espesor extra.negro sirve.a los fines de expresar
lo que el medio considera como un acontecimiento
de gran magnitud:
'
/
·l
/
Titulares en itálico, romano y abaslonado
respcctivan1enLc
Un elemento importante de cada tipo desde el pun­
to de vista de los efectos que produce es la líneo.
Toda organización sobre la base de líneas provoca
espacio, relaciones rítm.icas. equilibrio, estútica o di­
námica. sugerencia de planos o volúmenes: además,
como todo elemento plástico, transmite una deter­
minada carga expresiva. Por este motivo es que pue­
de hablarse de letras "agresivas" o "rígidas" en opo­
sición a letras "suaves", "calmas", cte.
I68!);:J
''
'i
.rr
!);) 169
III. 3. El cromatismo
Dado que !a mayoría de los grandes diarios em­
plea poco el color, nos refcr.i remos especialmente a
Ja gama que va del blanco al negro. Para ello debe­
mos precisar que, tratándose del uso del blanco y del
negro lo correcto es hablar de acromatismo.
El efecto más interesante para observar en una pá­
gina de diario con respecto al empleo del blanco y
del negro radica en el fenómeno 11 amado valor. El
valor expresa los grados de claridad u oscuridad que
existen entre esos extremos que son, en este caso, el
blanco y el negro. Si consideramos tales extremos
notaremos entre ellos una diferencia esencial y total
en cuanto a la luminosidad denominada contraste.
uno al diez- es posible conformar planes de valores
seglrn !os efectos que se busque crear. Estos planes
se denominan cluves y pueden ser más o menos
contrastantes, más o menos amplios, según los valo­
res seleccionados.
Crónica, 418193
En toda composición, las relaciones de contraste son recíprocas en e! sentido de que alcan­
zan tanto a la figura como al fondo: ambos cornponcrlles se ven mutuamen!c realzados. Un
titular contraslnnte como éste resulta mucho más efectivo desde el punto de vista del impacto
que produce en el lector, impacto que, en este caso, se ve reforzado por el uso de sombras
punteadas grisadas y líneas rígidas.
El valor, entonces, está dado por la escala de gri­
ses que resulta de la mezcla d e los extremos
contrastantes. Los grises· tienen la propiedad de re­
flejar parte de .la luz. Según Ja proporción de luz re­
flejada se hablará de valores altos (los más lumino­
sos) en contraposición a valores bqjos (los más oscu­
ros). Entre los valores convencionales de la escala de
grises -que va del blanco al negro y se numera del
I70!;¡,J
1�..
_
, .
Pá¡:ina /2, 24/7/93
son capaces de gcnernr intercs por s.1 r.rnsmas
• L;.is claves oí"reccn ricas posihílidades en tanl.o
1 r 1: lo�
s1c
l_l
com
ª
respecto al tcllla de!
p
_�0 ele cn:ar un vei·dadcro clirna ele apoyo y rcf�cf:'O con
en � 1 gnih� ados
tbuy
al
les
se
las
vas
cuales
por
�
colores y los no-colür"CS tienen cualidades subJell
n a factores ele nsocinc1ón de! 1nco11c1cnte.
ürbilrMios O cnrivencionales que responden tarnhié
ío, drarnálico, etc.Por c_jcnipln, el negru se asocia con lo sombr
�i=l .171
III.4. La fotografía
Aunque los límites de este trabajo impiden el tra­
tamiento especial que merece Ia fotografía de pren­
s� , nos referiremos a sus caracteríosticas más noto­
nas.
La especificidad de la fotografía periodís tica está
marcada -por sobre cualquier distinción genérica a
partir de diferenc.ias temáticas, estilísticas o retóri­
cas- por su circulación en el universo de los discur­
sos �aciales: el periodismo gráfico e labora un tipo
particular de fotografía ligado a esa esfera de uso. El
empleo de la fotografía en los diarios responde, fun­
damental mente, a la necesidad de "poner en escena"
una noticia y, al mismo tiempo, certificar su veraci­
dad de un modo aparentemente mucho más " natural"
que el texto verbal.
:/
Proponga a sus alumnos que, en diferentes diarios de un mismo día
b usquen fotos tomadas en un recital o en u n acto. P ídales que observe�
_
_
sr to dos los drarros srgnrfrcan
la misma cantidad de asistentes. Las con­
_
cl � srones podrán ser empleadas para introducir el tema de la construc­
cron del acontecimiento a partir de la fotografía de prensa.
"(... ) Una _f(Jfografía nn
es meramente el resultado
del e1u:11er1tm enrre un
acontecimiento y u,¡
Jotógrqfo; fotogrc!finr es 1111
aconrecimienro en si mismo,
y 1111 aco111ecimie11ro que se
arrogci derechos cada vez
111r.ís perentnrios para
inte1feri,; invadir o ignorar
lo que está sucediendo.
Nuestra percepción misma
de la siruacióJJ se articula
ahora .1·obre las
i11tervc11cio11es de la
cámara. La omnipresencia
de las ccí111aras s1.1giere
1.
l "'-.
La propiedades de "puesta en escena" y "prueba
de verdad" están garanti zadas porque la la fotografía
es simultáneamente un ícono -en tan to presenta Ja
misma configuración de cualidades que el o bjeto fo­
tografiado- Y un índice -en tanto señala la existencia
real del objeto.
Si n e mbargo, del mismo modo que los textos
.
lrngliíslicos y que cualqu iera de los elementos del
diseño expuestos hasta ahora, la fotografía crea o
c �>nslr �1ye un acontec i miento. La i magen puede
d1stors1onar los hechos y el l ector, inc l us i ve, puede
percibir esa distorsión: siempre primará, no obstan­
�e , la presu nción de que cxü;te o ex istió algo seme­
Jante a lo que está en l a imagen,
Es sabido q ue la fotografía no es u n testimonio
"i nocente" y q ue esto no se debe solamente a los di­
versos retoques y trucajes que pueden realizarse sino
también al hecho de que, ante un mismo obj eto, dife­
rentes encuadres producen significaciones diversas .
S i n e mb a rgo, e n la medida en q u e no p u ede
desli ndarse enteramente del modelo , la fotografía
apela a una pretensión de verdad que la pintura o el
dibujo jamás podrían tener. Es por es te motivo que
una i magen " men tirosa" adquiere para nosotros u n
dejo de " falsificación" de l a realidad: l a fotografía
rompe el compromiso de verdad con el objeto repre­
sen tado que le exige n uestra cultura.
En la fotografía de prensa, la omisión del nombre
del au tor que se hace habitualmente, viene a reforzar
la idea de que se trata de una mirada objetiva sobre la
realidad.
Para S usan S on tag, la :fotografía · se ha transfor­
mado en uno de los medios principales cuando se trata
de generar la ilusión de que se participa de los acon­
tecimientos . En este sentido, la fotografía habría im­
plantado en re.l ación con el mundo u n voyeurismo
crón i co que uni formaría la significación de todos los
acontecimientos. Por este motivo -según la autora­
los fotógrafos deben mostrar algo novedoso para cau­
sar impacto . La proliferac ión de imágenes de horror
que se registra actualmente habría llevado a tal punto
de saturación a los lectores que lo atroz resulta al go
fam i li ar, algo q ue adormece la concienc ia tanto como
Ju despierta.
'
persttasivamente que el
tiempo consiste en
acontecimientos
irireresantes,
acontecimientos dignos de
forografiarse. (. .. ) U11a L'CZ.
co11cluido el
acontecimiento, la
fotografía aún existirá,
co11firié11dole una especie
de inmortalidad ( e
importan cia) de la que
jamás habría gozado de
otra manera. Mientras
personas reales están
matándose entre sí, el
fotógrafo acecha detrás de
la cámara para crear un
diminuto Jraxmento de orro
numdo: el murido de crear
imágenes que nos
sob revivirá".
Sontag, Susan. Sobre la
fotografía. Barcelona,
Edhasa; 1 992.
"El sobresalto a11te
atrocidades Jotog rafiadas
se desgasta con la
reperició11, tal como fo
so,presa y el desconcierro
ante una primera película
pomográfica se desgastan
cuando se han t'isto ttnas
poú1.1· más. El vasto
catálogo fo{ográfico de la
miseria y la injusticia eri el
mundo ha divulgado cier((I
familiaridad con fo atroz..
volviendo más ordirwrio lo
horrible. haciéndolo
habitual, remoto ( 'es sólo
1111a forngrc!fía '), inevi­
table".
S011tag. Susan. Oµ. Cit.
� 1 73
t
'
.·"
1
,.,. •'
,,
f•
,
'
Sebastiao Salgado, El dispensario en los suburbios
de Ade: Chad, J 98525.
"En verdad, el triunfo más perdurable de la fotografía
ha sido su aptitud para
descubrir be!!eza en lo humilde, lo dccrépitof... J. Aún
esas fotografías que ha­
blar1 tan desgarradorarncnte de un momento histór
ico específico nos brindan
una posesión vicaria de sus modelos bajo el velo de
una suerte de ctcrnitfad: lo
bello. Las cámaras reducen la experiencia a minialur
as, transforman la historia
174r;¡;"J
·, sobre· lo real
,, ¡0• ¡•·· J El realismo de la fotografía crea una confus1on
en espcc.tacu
, .
�
" o phzo)
moralmente analges1ca y adenlcls,
., ( a e orto plazo)
q UC res u ¡t. 1 (·,< ¡s¡·oo
sensualmente estimulante". Sontag, S. Op. Cll.
0
:i S,ilgt1do . S'......,h·,i:-liao. An 1111cerwü1 grace. Eurogr,Hica, Yiccnza, 1990.
G,:J 175
El asalto al Regimiento de la Tablada constituyó, quizás, el primer
acontecimiento en el que los fotógrafos argentinos emplearon la cámara
para dar cuenta del "horror de la violencia política"".
Pida a sus alumnos que lean el texto de Sontag que funciona como
epígrafe de la fotografía anterior y que, a partir de esta imagen de La
Tablada, debatan las hipótesis de la autora. Sugiérales que recuerden
otros acontecimientos construidos con fotos del horror.
E :..J..
:p,:',,11....,I� -.sJ..
...., 1'
Mcu�r:m'(Jf Bourkc- White' víl•r1111ª�
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176(,;J
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7
Las fotos -sorrrcndcntc:mente sangrientas, por cierto- de la Guerra del Paraguay, que prccediú unos
rocos años el lunzmnienro de La Prensa y La Nación, no fueron p ublicadas en los periódicos que, por
entonces. 110 tcnínn la intención ctc pi·esenlnrse como "objetivos" sino -en términos del propio fundador
de La Nación-la do.: confOt"mar "puestos de combate" y t¡ue, por otra pa!"le, no contarían con posibilida­
des tCcnicas para la reproducción de fotogrnfías hnsrn mediados de la primera déc,.1da del siglo XX.
Durante el ''proceso", los acnntecimientus de violencia no "exis1icron" en las fotografías periodísticas
.irgentinas: la crónico de la mucite Ue lns "jefes guerrilleros" se acompaiiaba de fotos-pose.
i:¡¡:l 177
Fotografía del drama,
de la rapidez co11 que él se
produce y de lo
imprevisible, la Joto de
France.Soir es
necesariame,ue
instantánea. La habilidad
delforógrafo reside, por lo
tanto, esencialmente, en la
vivacidad de .l'U mirada y
de
sus gestos.(. .. ) Por más
desfavorable,f que sean las
condiciones en la.f que
opere, debe 'asegurar el
golpe'.
Pierre Boltansky, en su art
ículo "La retórica de
la figura" plantea una diferenc
ia interesante respec­
to del uso de la fotografía
en dos medios gráficos
franceses: el diario France-S
oir y la revista Paris­
Match. Según este autor, la
foto de diario o Joto­
choque no obtiene todo su val
or intrínseco de lo que
ella representa sino, sobre
todo, del cárácter excep­
cional del encuentro entre
un suceso fortuito -habi­
tualmente dramático- y el fot
ógrafo: se trata de es­
tar en el lugar de los hecho
s en el momento preciso
en que estos se producen y
de exhibirlo por medio
de recursos como Jo "mov
ido", el grosor del grano,
lo difuso del fondo, etc ..
Boltansky, P.
"Retórica de la figura"
Signo exterior de la acción
y del suceso, el mo­
en: lafotograf(a, un arte
vimiento constituye la cua
lidad principal de la foto­
intermedio. México, Nueva
choque. Retratos, personaje
s estáticos que miran fi­
ímagcn;l 979.
jamente a la cámara, en sum
a: todo lo que recuerde
a la foto-pose, incapaz de cap
tar el acontecimiento,
es desvalorizado.
No debe so1prender que
las.fotografías de Parü­
Matc// sean en gran parte•
y según palabra.1· de los
propiosfotdgrafos­
Jotogrqfias comp·uestas'.
Foto de llfl espectáculo
irtmrJvil, tomada a partir
de
una pose, la/orografía
comp11e.1·ra es, en primer
lugw: //�/{/ puesta en
escef/a.
Bo!tansky, P. Op. Cit.
!78�
Para Boltansky, la Joto-pose
es ¡iropia de las re­
vistas. En lugar de mostrar
las acciones, la foto-pose
presenta los actores. Es una
foto simbólica: cada uno
de los objetos de .la fotograf
ía, debe remitir a un te­
lón de fondo, a una memo
ria, y resumir por su sen­
tido connotado el tema de
la nota.
En nuestra prensa diaria, la
distinción propuesta
por Boliansky se vuelve
útil, en general, para dife.
renciar el estilo fotográfi
co al que tienden los lla­
mados diarios "blancos"
o "serios" y los den omina­
dos "amari11os" o "sensa
cionalistas".
Los diarios populares, po
r tomar como actores
principales de los aco
ntecimientos a personas co­
munes que se convierte
n en noticia sólo en virtud
de su participación en
un hecho anómalo, restitu­
yen la importancia de
lo vivido a través de esa foto­
grafía que desdefia el
marco en nombre de la ac­
ción:
·�
Crónica.
Los· di.arios blancos, en camb'1 0 centrados en persanas socialmente reconocidas, pre fieren ¡ s fotos
�ose e� tanto contribuyen a reforzar la notone
� d ad deéstas.
La Naciú11. 26/4/96
� 179
,.·� ·-,:.
A estos dos estilos de fotografía
periodística ha­
bría que agregar la/oto-editorial.
Abiertamente tru­
cada, sacando el máximo provec
ho de las connota­
ciones de los objetos y las poses, en
juego con el tex­
to verbal, sirve a los fines de expresa
r la opinión del
diario acerca de un determinado aco
ntecer:
Observe las siguientes_ fotograf ías Y I�! \�;�� ; e;b�::;��: ���:
�
; ,
.pañan. Clasifíquelas segun las cat egon
editorial:
'!
Página 12. 29/12/88
[80 �;:i
� 181
!Il. 5. El formato
- También importa considerar dentro del diseño el
formato del diario. Contrariamente a lo que sucede
con los diarios tahloides, las sáb ana.\· se prestan
dificultosamente a la lectura en los medios de trans­
porte; por ese motivo, se los asocia con lectores per­
tenecientes a las capas alta y media alta de la socie­
dad -los que disponen de tiempo para la lectura en el
hogar-, mientras que a los labloides se los vincula
con las capas medias y los sectores populares.
III. 6. Algunas particularidades del diseño
de la crónica
Observemos ahora, más específicamente; las par­
ticularidades del diseño de las crónicas periodísticas.
- Las crónicas deportivas se ubican en la sección
correspondiente del diariff y son las que están acom­
pañadas de más abundante ma_terial fotográfico. La
fotografía, frecuentemente en color. tiene práctica­
mente el mismo estatus que la cróllica misma y a ve­
ces llega a ocupar más espacio aún; ,_refuerza, ade­
más, el sentido de "en directo" que estas crónicas
suelen transmitir por medio de recursos verbales (ver
apartado "La polifonía en la crónica"); así, los depor­
tistas son captados en instantáneas que connotan la
"pureza" de las intenciones del fotógrafo que muestra
los hechos "tal como están sucediendo": la caída, la
expresión de alegría o de dolor, todo lo que se oponga
a la pose es revalorizado en la fotografía deportiva:
182 i;¡;l
La Nación, 23/2/96
Los Útulares de la foto deportiva son, en gen�ra l,
_
impactantes, por el tamaño y por los contrastes. �ltt­
mamente, los diarios comenzaron a lanz�r esto� su­
plementos o secciones en color. El func1onam1ento
autÓ nomo de la Sección y las características de su
diseño y formato (La Nación. por eJemplo, que pre­
senta el cuerpo principal en tamaño sáb�na, com:o­
nc el suplemento deportivo como tablmde) la acer­
can a la revista.
"i ·
-Las crónicas policiales en los diarios llamados
"serios" ocupan menor superficie redaccional que :n
_
los diarios populares y son confinadas a una secc10n
("policía" o "policiales"). Los titulares no son
impactantes y esto vale para todos los t1tu Iares e
�
_
general. En general, cuando el caso es r� le�ante, es
tán acompañadas de fotos-pose de las victimas o de
º
.
.
1 t t·• en otras
los victtmanos que se acercan a¡ I·ct enfk
oportunidades, se incluye el identikit directamente:
c,,;::i 1 s3
-Las crónicas policiales en los diarios llama­
dos "sensacionalistas'' no se ubican en una sec­
ción diferenciada. Tienen en general títulos des­
plegados, extendidos y contrastantes, y recurren
con frecuencia al cuerpo tipográfico "catástrofe".
Cuando están acompañadas de material fotográ­
fico, éste consiste en fotos-choque cuyos epígra­
fes anclan el significado de lo aberrante del
acontecimeinto fotografiado: también, en oposi­
ción a lo que ocurre en los llamados diarios blan­
cos. persiste el criterio de composición quebrado
que crea un efecto de desorden y desequilibrio.
La Naci611, 26/2/ J 996
En algunas ocasiones las crónicas suelen ir acompa­
ñadas de croquis o gráficos titulados "así ocurrieron los
hechos", "dónde fue", "cómo fue", etc. que compo11an
una infonnación distinta o complementaria respecto de
Ja dada en la crónica. Así, el caso parece aspirar a veces
a la pretensión de ser tratado con "rigor científico":
- En Página/12 es donde se han registrado las
primeras innovaciones en lo que respecta al dise­
ño. Fue el primer diario del país en conferir a la
fotografía una finalidad editorial. Se titula bus­
cando contrastes y el refuerzo de la significación
verbal. La disposición de los materiales es diná­
mica y da movimiento a la página.
Lo que es concebido como policial por los
otros diarios es incluido en la sección "Sociedad".
La cróni ca política cobra connotaciones
farandulcscas a partir del uso editorial de la foto­
grafía y la titulación y genera un cruce con el lla­
mado ''amarillismo". La composición de "pasti­
llas" de información en forma de pequeños
recuadros nos recuerda recursos propios de las
revistas. Los géneros de opinión y los informati­
vos no están delimitados en secciones; por el con­
trario, lo común es que la información se encuen­
tre "cercada" de recuadros de opinión. La apari­
ción de Púgina/12 incidió casi de inmediato en el
diseño de Clarín y luego en el de La Nación. so­
bre todo en la portada, en la titulación y en las
secciones especiales.
Actualmente Clarín y La Nación usan el color para
el diseño de portadas y suplementos.
Clarín, 2/3/96
184�
!';'1185
'!
.1,
CAPÍTULO IV
'1
,,
·,,;
¡_,
f"¡'
1'
IV. "AMARILLA", "BLANC:A" Y "NU_EVO PERIODISMO'':
TEXTO, PARATEXTO Y CONTEXTO EN TRES ESTILOS
DE PRENSA
'
'}:
� ;'
i:
''
1
Ya hemos tratado en general las transforma­
ciones lingüísticas. (nominalización; pasivación,
tematización, etc.) y las elecciones ideológicas
que comportan. Nos hemos referido también al
funcionamieitto del pa ratexto icónico (compOsi­
ción, tipografía, etc.) en relación con determina­
da concepción del mundo. Intentamos mostrar
ahora cómo operan conjuntamente estos elemen­
tos en la caracterización de tres estilos de pren­
sa 28 .
Para esto tendremos en cuenta principalmente
la fun�ión de los titulares -puesto-que estos cons­
tituyen, por un lado, un espacio en el qi.Ie pueden
apreciiirSe igualmente las dimensiones para­
textual, verbal e icóniea y, por otro lado, porque
al concentrar la esencia del suceso que sigue, ·a
nivel de la coherencia global del texto, funcionan
�omo tema de éste-; perci cohside.raremos tambiél1
el. funcionamiento de la crónica -en el tnarc6 de
l_os géneros discursivos y de· su necesaria evolu­
ción.
;
'
,
.
IV l. El titular como macroestructura
El titular eX.prcsa, en términos de Van Dijk, urta
m1:1croprop"osición que presenta un acontecimie�to
constituido por acciones y participantes. En corres2
�
Aquí. en sentido general. consideramos estilo al conjunto total
de los r.'lsgos estrucmrales variables y característicos del dis•
curso que funcionan como indicación del contexto social y pcr•
sona! del hablante. dada una invariante semántica, pragmática
o situacional. En esta caracterización del estilo se encuentra im•
plícila. e1i sentido estricto. la suposición de que har algo qLie
permanece constante en la expresión lingüística y que, por lo
rnntu. posibilita una comparación. En este sentido. el estilo puede
se r caracterizado perfectamente a partir de la 'frase "diferentes
rnancras e.Je decir lo mismo".
� 189
'I
' 1
:l ¡ · · 1
! ¡,
Los temas del disrnrso
periodístico pueden
expre,wrse ruti11ariame11re
en los titulares, que en
apariencia desempe1ian la
función del resumen.{. .. )
f En otros casos,} es como si
cada párrafo fuera en sí
mismo un resumen de
aco1uecimieriros. y una
Posterior reducción
difícilmente fuera posihle.
Aquí, el titular sólo cubre
parte de la información del
texto.
Van Dij k, T. "�ns
estructuras de la not icia"
e11: La noticia como
discurso. Barcelona,
Paidós; 1 990.
!
),·:
1, :
i/
Una de fas
caracteríMicas más
llamativas y típicru de la
realización o elaboración
remútica del discurso
periodistico es su
'troceado '. Es decir, cada
tema se presenta en partes,
110 como un todo. como es
en el caso de otros tipos de
disc11r.w. Esta
característica estructural
tiene su origen e11 el
principio global de La
organi::.acirfr1 de la
relevancia de La floticia.
Este principio sostiene que
el disrnrso periodístico .fe
orgcmiw de manera tal que
la i11Jort11ació11 má.\'
importante o relevante u
pone en la posición más
destacada. tafllo en el texto
tomado como u,1 todo como
en cada una de las
J 90 r¡¡:J
pondencia con esta estructura se encuentran las es­
trncturas típicas de oraciones sobre acontecimientos,
que cons isten en verbos más nombres -que se refie­
ren a actores o participantes afectados- y, eventual­
mente, incluyen modificadores del verbo en tanto
expresión de circunstancias*.
Es obv io que los temas señalados como más rele­
vantes por la crón ica a parti r de la titulación son
macroestructurales desde el punto de vista del diario
y del cronista. Los acontecimientos periodísticos, por
Jo tanto, conUevan necesariamente uri punto de vista
que se exhibe en l a organización macroestrnctural y
superestructura! .
En este sentido, puede observarse que los temas
del discurso periodístico no constituyen una simple
lista sino que, por el contrario, confo rman una es­
tructura jerárquica.
Así, en términos fo rmales, la realización de los
temas se va desarrollando a parti r de la aplicación de
macrorreglas inversas a las que Van Dijk denomina
reglas de especijicación. La información abstracta,
de a l t o nivel, e xpresada en el titu l ar- tema, va
especificándose de tal modo que, para los aconteci­
mientos g1oba1izadores, se apliquen desarrollos de­
tallados respecto de la identidad y las características
de los participantes, las circunstancias, particulari ­
dades, causas y consecuencias de las acciones, etc .
Estas especi ficaciones se dan por etapas. En una pri­
mera etapa, e l antetítulo o la bajada especifican al
titular; luego sigue el primer párrafo de la crónica;
finalmente, los detalles más particulares en cada uno
de los párrafos.
La característica estructural que acabamos de se­
ñalar para .l a crónica es el resultado de una estrategia de
la producción de las noticia" -que considera las limita• Las transformaciones si ntácticas que puede su frir esta estructura
han sido e;,;puestns en "Direrencia.-. idcolóJ;:icas y diferencias l ingüísticas".
·;¡,
ciones de volcar la relevancia en el titular- y de una es­
trat�gia de lectura que establece el medio informativo
con el objeto de que el lector obtenga en primer lugar la
información que el medio supone más importante. De
este modo, la lectura parcial no provoca una compren­
sión parcial sino la pérdida de algunos detalles evalua­
dos por el diario como de menor importancia.
A veces se presentan algunas discrepancias entre
lo que se dice en los encabezados y lo que se dice en
el cuerpo del artículo; no olvidemos que, en tanto
mini-textos, la estructura de los titulares constituye
una de las imágenes definitivas de la estrnctura del
mundo representado; como en los di arios no sólo es
posible la lectura lineal que va del titular al cuerpo
de la nota sino también la lectura espacial que "salta"
de titular a titular, estas discrepancias a las que ha­
cíamos referencia inducen a una lectura distinta si
sólo el titular es tenido en cuenta: para el lector, el
titular es .l a primera clave del contenido de la cróni­
ca, el disparador de sus primeras conjeturas.
Integremos ahora este punto de vista propuesto por
l a lingüística textual con las consideraciones lingüís­
ticas y gráficas planteadas en los dos capítulos ante­
riores para aplicarlos a la comparación de los titula­
_res de La Nación, Crónica y Página 12, en tanto dia­
·rios representativos de las Hamadas prensa
amarilla y nuevo periodismo respectivamente. De
modo, podremos establecer ciertos patrones genera­
les para c ada u no de los estilos
oraciones. Esto significa
que para cada tema, la
información más
importame se presenta
primero.
Van Dijk, T. Op. Cit.
IV. 2. El es tilo blanco
i
\
'i
Hemos comprobado ya en el apartado III.3. que
en La Nación las frases son predominantemente acti­
vas. La forma activa pone el foco sobre los actores
más que sobre los afec tados; de esto puede deducirse
,, Seguimos aquí a l-lodge, B. "Periódicos y comunidades" en: Len•
guaje y control. México, F.C.E.; 1 983.
� 19 1
: ·:. ;.,_: •,¡._ _
que , en el mundo concebido por La Nación, los acto­
res ocupan el primer plano. ¿Quiénes participan de
los acontec imientos? En s u mayoría, los aconteci­
mientos narrados son actos públicos en los que están
implicadas personalidades púb licas; ocasionalmen­
te, personas ·que sólo son conocidas por su participa­
ción en un incidente digno de ser·noticia. Las perso­
nas comunes sólo existen si son suj etos u objetos de
una acción anómala -violenta en el caso de los suce­
sos policialcs-("Millonario: un solo. apostador ganó
anoche los $ 15.000.000 del pozo del sorteo 284 del
Loto Tradicional, que había quedado vacante en ocho
oportunidades". L.N. ; 1 1 /1/96 ) pero están , en gene­
ral, impersonalizadas, y lo que dice·n o sienten no
aparece nunca como noticia.
La mayoría de los titu lares supone conflicto o
antagonismo pero los verbos o transformac iones que
indican acciones son, en gran parte, no verbos de pro­
cesos físic0s, sino actos verbales o expres iones de
actitudes a través del discurso, los personajes públi­
cos, en general, dicen é informan; fuera de esto no
actúan n i r'ec iben acciones ("Menem aseguró que
enviará tropas a Eslavon ia y ex.p resó que no i ndulta­
rá a Seineldin " L.N. , 1 1 / 1/96).
En algunos casos una ciudad, un país o una insti­
tución actúan como sujeto u objeto sobre el que recae
la acción ("La ComLina d ice que los residuos no son
tóxicos".L. N. ; 1 1 / 1 /96 ); allí don·de en el encabezado
el país o ciudad se dan como agente o afectado, hay;
con frecuencia, un portavoz mencionado más ade­
lante en el artículo ("Así lo confirmó a L. N. el Secre­
tario de Gobierno munici pal Jorge Pereyra de
Olazábal" ). El efecto es la identificación plena de
los representantes oficiales con el Estado; una ima­
gen del Estado como individuo singu lar y"compacto
que actúa a través de sus representantes . La base de
este proceso transfo1TI1ac ional es una constante ideo­
lógica, un modelo de las estructuras de poder. Se con­
cibe, por ejemplo, al Gobierno como una entidad co-
1 '
1 92 r;¡;:J
lectiva q ue puede encarnar plenamente en pottavo­
ces nombrados como si no hubiera ningún conflicto
en el interior de esa estructura.
Los titul ares informan acerca de un mundo que
contiene muchos países . Los acontecimientos de esos
países se reúnen en una misma sección ("Exterior"),
sin lazos causales explícitos que relacionen entre sí
los sucesos o los países . En los sucesos políticos., el
nexo es una estructura común que relaciona una cla­
se de agentes con una clase de acciones que, en reali­
dad , constituyen entidades supra-individuales y ac­
tos de lenguaje: comunicados, declaraciones, desmen­
tidas, ac uerdos, amenazas, etc.
El lector de La Nación, así como el de La Prensa,
predominantemente perteneciente a las clases media
alta y alta pero con menos poder que las personalida­
des públicas de las que se habla en el diario, tiene
como fuente principal de información las declaracio­
nes hechas por portavoces oficiales y lee, por lo tan­
to, construido como noticia, lo que, según el medio,
al gobierno nacional o extranjero le ha importado di­
fundir.
IV. 3 . El estilo amarillo
·.i
El esti lo de los titulares y de los artículos que si­
guen a estos es muy -di ferente en Crónica. Además,
resulta evidente que son ot ras las noticias que cobran
importancia. La clave de este estilo, frecuentemente
denomi nado sensacionalista, es la sislemática men­
c ión de acciones fís icas o la transformación de actos
verbales o mentales en actos físicos, en general di­
rectos y viole n to s . ( "Atacan s indrome ases ino",
"Zanola les apunta a las barras bravas" . C, 1 1 /1/96) .
El lenguaje de los encabezados de Crónica tam­
bién obedece a un número de reglas : se prefiere el
presente al pasado ("Caen dos violadores rosarinos"
C. , 1 1 / 1 /96 ), se s uprimen l os artícu l os ( " Ardió
"las gentes del mismo
estatuto socioeconómico que
la mayoría de los lectores
del periódico
sensacionalista, que siguen
el mismo código de
comportamiento y con los
que pueden identificarse del
modo más directo aparecen
tínicamente conw víctimas.
Uno de los efectos de
esta cirr.:unstancia e,r hacer
impensable el entendimiento
político. la fómtula elude
constantemente los
mecanismos habiwales de fo
autorrepresión. puesto que
los impulsos a los que ceden
los hahita,ue,t de este mundo
concebido son los que los
adultos deben reprimir en
sus relncio11es sociales
rwmtales, en el trabajo y en
el hogar:. Esta da fuerza
psicológica a dos
valorizaciones: unjuicio
fi1ercemenre negativo sobre
las expresiones ilegitimas de
tale.t impulsos y una inte11.m
ide11tijicació11 co11 la,','
expresiones que han sido
legitimadas. El resultado es
una forma altamente
cargada de falsa co11cie11cia,
un.a conciencia escindida
donde se siente .�olidaridad
hacia las figuras amorales
de la clase dirigenre y la
moralidad se crmcemra
contra los miembros
"aberra11tes " del público en
general.
Hodgc, B. "Periódicos
y comunidades" en : AAVV.
Lenguaje y Control.
México, F.C.E.; 1 983.
¡;;.'l 1 93
"(. .. / Hace 9() wios,
1-iearsr y Pulitz.n; los
posrerinres H'nm·adnres del
periodismo. e1r111 ediwres de
diorios c111wrillos; el modo
111udemn de golpear el/ el
plexo de lm· lecftll"CI.I'
secretas cstim11 lalw la _m
podem.m co1111111icaciú11
mosiva (. .. ).
Lt.1 op elacü)II c1 'recursos
hojo.1· ' .1·e fue cm1crewndo
eri11cipu!mente a través de
1111 cieno 111odo de tirular y
de co11tor; 11t1 /'/lodo
ve1�m1z.011te c¡ue. por .rn
condicírín. no se dirh:e a w1
deseo sin moro/ sino mcí.1·
hil'n c1 lo.l" og r (jerm dl' 11110
111orol 1¡11e no q uiere rapar
del wdo lo q 11e esrr:í por
debajo de ella. Y el lector de
lo prensa w11orilla. o ,m 11c:;-:,
110 se dirig e del wdo el 1111
gé11em, .1·i110 mcís hie11 n wt
esrilo. a 1u1 modo parricular
de adecuarse a 1111 vemsimil
de escrirum (. .. ).
Podemos odverrir como
rasgo ce11tml del esrilo
'omarillo' ciertas co11stw1tes
de e11 1111ciaciór1: el
p eriodista amorillo es 1111
autor ((lll' tmquetea: .rn
di.1·c1irso parece iniciarse
con el rono (ldmrmirn rio de
111w 111oral co111ú11. pero para
rm¡u:z.ar en seg uida con ww
foro l'0_1·eurisw. 1111 chisme
fl/J/icun o 1uw n11écdow.
m1cmfi'lia1. /\ 1'eces habla
u11a je1s a : p em si11 esas
di.1·mpáon e.1· q 11e l1ace11 s11
e,1·rilo. ,1·u jerxa no ¡nnduciría
ef"er:10 alg uno de
t1mo ri/li.1·1110 ( ... J.
Tr.11111uwo el hlwi qui.rnw
1 94 !';1
pañalera", "Están trabaj ando poli cías de Wi lde" C. .
l l / 1 /96), se eliden los verbos ("Maradona duro con
Basile" C. 4/8/93), las figuras públicas reciben un trato
infonnal ("La política asusta a Evangelina" C. 4/8/93).
se emplean términos prop ios de un registro informal
e, incluso, socio1ectos populares .
Las figuras públicas y las personas comunes -cri­
minales, víctimas, ganadores de .sorteos, etc .- conv i­
ven en las mismas páginas; no se distinguen secci o­
nes; se da preeminencia al suceso que afecta a la
persona común ( "Humilde vecino de Luis Guillón
ganó Superloto", "Crece indignación contra la 'con­
dena' a muerte de animalitos domésticos " . C, porta­
da, 1 1/1 /96) ; las c rónicas son, en general, de interés
popular; implican violencia, muerle, sexo ("Conti­
núan tintas en sangre rutas y calles " . "Acribi l l ó a la
novia y se mató en la cal le". C. 1 1 /1/96) .
Las relaciones entre los participantes son amorales,
violenlas; es el mu ndo en que los socialmente déb i­
les pueden ganar una cfí mera fama o notoriedad y
ocu par un lugar más importante aú n que los g randes
repudiando las normas de la sociedad (Almacenero
j usticiero: abatió a un pistolero cuando irrumpió en
su local de Merlo, fuertemente armado y ce rca de l a
hora de l cierre, para robarle". C., 1 1 / 1/96).
Quizás, quienes por sus precarias condic iones de
vivienda, trabajo y sal ud están cot idianamente en
contacto con la ni.uertc, necesi ten esa cuota que ofre­
ce Crónica como reaseguro de que , por et momento,
están a salvo ; q u izás el hecho de que lo aberrante se
refiera a las c i rcunstancias de la vida de otro, tran­
qu i l iza al lecto _r que, de este modo, se siente dentro
de la " normalidad" .
Crónica destaca como anómalos respecto de lo
esperable en nuestra sociedad toda esta serie de su­
cesos. pe ro . además . presenta como anómal os los
conflictos que perj ud ican a las mayorías más humi l ­
des ( "Arrasan asentamiento" . "Crece e l horror: otros
dos p ibes muertos por pol icías ; ejecutaron a ci nco
l
1
1
j
ch icos e n un l apso de 48 hs; "Lo ' fusilaron' con u n
certe rn d i s paro e n l a c abeza al confundirlo c o n u n
arrebatador" . C., 4/8/93 ) . D e todas formas, cnmo
l as re l ac i ones en que se a rticulan los térm inos de
c ad�, suceso consti tuyen clisés , el hombre aparece
re presen tado c omo des vincu lado de su circuns tan­
c i a real , n u nca como producto de unas condicio­
nes hi stórico-sociales determinadas. En este senti ­
do. el mu ndo del titu lar y el mundo concebido por
la c rónica, son mucho más si mples que los conce­
bi dos por La Nac ión .
E n su artículo " Prensa Amaril la/ Prensa B lan­
ca: notas sobre u na conocida y no defin ida oposi­
ción de género s " , Osear Steimbcrg ilustra clara­
mente cómo el estilo de la crón ica es re levante en
fu n c i ó n de la estructura ideológica que se realiza a
tr::i vés de é l . Los detal les referi dos a partir de va­
ri ac i ones es ti l ísticas puede n ser prec isos -la real i­
dad es lo bastante comp leja y di versa como para
proporc ionar i nc i dentes c apaces de servir de so­
porte a una gama de es tereoti pos-. Pero_ los deta­
l l es se o l v idan al cabo de u nos días y todo lo q ue
queda es una forma suby acente refo rzada por i n ­
n u me rables ejemplos q ue garanti zan su verdad .
U n anál i s i s del tipo del q u e p l a n tea Stci mbe rg
se_ ocupa del estilo por e ncima del contenido ex­
p l íc i to. <le l as formas habi tuales en l ugar de las
e fec t i vas men t i ras y omisiones. De este modo, lo­
gra pro bar có mo el est i lo tran sporta un contenido
que es su mamente potente, justamente por parecer
tri v i al y por ser hab i tu a l .
L a l ectura e s u n acto complejo que descansa e n
u n conj unto de supuestos y d e actitudes q u e fu n­
c io n an au tonuítica e inconscientemente, p recon­
d ici ones de la descodificación que son continua­
mente reforzadas. Así. la verdad o fa lsedad de los
e l e me n tos partic u lares n o es tan im portante como
es una cuesrió11 de
COll(Cllidos
El polvo y le, sang n!
:wbsisre11 en la p rensa
blanca a traw's de fo
mención i11j(Jrmativa,
generafme11te 110 acemuada.
de los mismas 'cosas
tremendas' que la p re11sa
amarilla suele 11tili;:.ar como
ilustración central o pico de
la información. Pem
tam¡wco a quí e.rns 'cosos
1re111e11das' sm1 simples
co11te11 ido.1· ; lo qtte la p re11sa
blanca debP. p m�esar y
suavemente e11vasar aharca
toda pasión. rod{! e.1·ta/lido
de alg/J11 deseo ú11p rel'isible
y enterrarlo. todo . lo q11e In
ideolog ía mw1icipal de 1t11a
ciudad genérica i11dicaria
que de/Je co11tenene".
Stei111he1g O.
"Prensa A111a l'il/C/I Pre11.1·c1
Blanca: nNas sobre tttltl
cm,ocida y 110 de.fi11ida
oposid611 de g énems".
En: Rivaa. J. y Romano, E.
(comps) : C laves del
periodismo argentino actual.
811e11m· Aires. Tarso: /987.
"Los ni veles de
com1111icación c.1·tcí11
estrat{ficados pam que
corresponda11 a /ns
dil-isinnes de fa sociedad, y
a cada estrato se le afrece
la revisión del 1111mdo q ue
coflfrilrnye a su incapacidad
de p ercibir su condició11
reo/ y sus intereses
furu.lo.mentales ( . . . ).
p 1 95
!
1
Ln. es/mctura de la
sociedad es la clave de la
estructura de los medios de
('011/WI ÍC(l(.'ÍÓII de 1//aSaS, _\'
la di.\· torsió11 de eso.\· medios
es más de/Jiliuidora qoe
r1w1co ciwrido c1f'ecra a los
fi111da111e11ws del
pen.rn111ie1110 ¡mlltico y
.wCilll".
Hodge, B. O¡, cit.
El uso de lo lengua se
Jfl,1•0 a cobo en forma de
e11w1ciado.1· ( orales o
es,. ,-irm·) concretos y
sil/g ufores que pertenecen a
/0.1· participante.1· de una 11
orrc1 esfera de la actit•idad
humt111a. E.no.� enw1ciados
reflejw, las condiciones
es¡,ec(ficas .r ef ol�jeto de
cada una de esas esferas. 110
,1·ófo por s11 terrro y por .\'U
estilo vaha{ ( es deci1; por la
,1·eleccüí11 de los rectU'sos
rc<írico.1· y gmmaticalcs de
la len gua) sino, ante todo.
por su co111posiciá11 y
estnu:t11raciór1. Los rres
momentos me11cirmados -el
remo. el e.�ti!o y la
comp o.ücicin- están
1•i11c11/(ldos i11disol1d,lememe
cm, lo toralidad del
e11m1cilldo y se derernúnan.
de 1111 modo se111eja11re. por
lo es¡,('(:lfico d(, una e.�fera
dada de la cn111m1icacitín.
Cado e.�f'era del uso de la
le11g 11a elalJOm s1H tipos
relarii,oml'llfe esrables de
e111111ciadfJ.1' a los que
de1um1i11ariios g é11e1r>s
di.1· c 111si1·os. ( . . . J
el ti po de conciencia que crea el diario, l a versión
de la real idad social que medi at iza y el grupo q u e
crea para incorporar en él a s u s lectores .
IV. 4. Estilo y géneros discursivos
Antes de termi nar con la caracterización de l os
es ti los periodísticos y para poder definir, por opo­
sición a ios otros , los rasgos propios del i lamado
" nuevo period ismo " v amos a repasar brevemente
algo de la historia de nuestra prensa gráfica.
Es conveniente , en primer lugar, que precise­
mos la relación ex istente entre el concepto de esti­
lo y el de género discursivo. Recurramos para ello
a la más clásica de las definic iones: la dada por
Mijail B aj ti n en " E l problema de los género s
discursivos "�.
Según B ajtin, existe respecto de l os géneros
discursivos u n carácter normati vo social que está
en fu nción de los usos sociales concretos de la len­
gua. En este sen tido, cada género discursiva pre­
senta un estilo soc ialmente determi nado. Esto nb
i mpide totalmente la creación i ndivi dual. el esti l o
propio: el género discursivo permite , e n realidad ,
articular el carácter individual de l a producc ión.: ;
con el valor social que impl ica toda fu nción co-.r
municati va.
B aj tin señala claramente que en la m ayoría de
los géneros d iscurs ivos, con excepc i ó n de l os l ite­
rari os, el estilo i ndi vidual no forma parte de la in­
tenc ión de l hab l ante, no es su fi nal idad primera,
s i no que resu lta ser un "cpife nóme no del enu ncia­
do, un producto complemenLario de éste " .
Otro aspecto esencial que se desprende de l a defi ­
n ición de Bajtin es que, si el género discursivo está
b B<.tjtin. M. "El problema de los géneros discursivos" e11: E.rté1ic11 de
lo creaci/J11 1·erb<il. México. Siglo X X I : 1 982.
!
!
1
!
l
1
e n relación directa. con una práctica social determi­
nad a , el cambi o de las prácticas sociales, su evolu­
ción , imp l icará un cambio en los géneros. "Los gé­
neros discursivos". dirá B aj tin, "son correas de trans­
m i sión en tre la historia de la sociedad y la historia de
la lengua". Es decir, que analizar un género discursivo
significa analizar la historia de su nacimiento y evo­
luci6n. Por lo tanto, los resultados de nuestro análi­
sis de l as crón icas periodísticas no pueden constituir
más que una somera descripción de un estado relati­
vo y provisorio (el actual) de un género determina­
do.
Para a nalizar un género discursivo, además de
considerar�su desarrollo, es necesario atender a las
comp lej as interrelaciones que lo vinculan con otros
géneros. preguntarse por qué, en una época deter­
minada, algunos géneros irrumpen en e l interior
de otro dado. por qué algunos ocu pan u na posi­
c i ón hegemón ica y central y otros , un lugar mar­
gi n a l o s u bord i n ado. Así, si bi en ciertos rasgos
disc urs i vos nos permi ten una primera caracteriz'a­
c ión de u n género, no podemos negar el problema
de l a contami n ación de géneros d iscursivos diver­
sos. En el caso de los géneros periodísticos las vías
de esa contam i nación son por demás evidentes : la
ide nti dad de los so portes mater.i ales, la proximi­
dad d e los temas abordados, las imágenes que se
constru y e n del loc u tor y del destinatario, en tre
muchas otras conside raciones, revelan al gu nos de
los tan tos condici onamientos para l a contamina­
ción de los géneros que, necesaria e inevitablemen­
te, devienen de su carácter social .
Con respec to a nuestra prensa y siguiendo los
criterios e x puestos hasta ahora podemos plan tear
la s ig u iente observación: la prensa escrita actual
está marcada po r la con taminación genérica: Que­
da por e x a m i nar cu áles son las causas de este fe­
nóme no.
U11a f1111ció11
determinada (científi l'íl.
técnica. periodística, oficial.
cotidia11a) y 1111a5
co11dicio11es determinadas,
específirns para rndn esfe ra
de la co111u11 icació11
discursiva, ge11erw1
determinados g ér1ems, es
decir, unos tipos temáticos,
composicionales y
esrilísticos de enunciados
determinados y relativa•
mente estables.
Bajtin, M. "El problema de
los géneros di.�cursivos "
en: Op. Cil.
UJs cambios históricos
e11 'los estilos de la leng ua
están i11disolubleme11te
i•i11cu lados a los ca111bios de
los gé11eros discursivos. (. . . )
Los e111111ciados y sus tipos,
es deci1; los g éne ros
discursivos, .wn correl1S de
transmisión entre la
historia de la sociedad y fo
historia de la le11g ua. Ni 1m
solo fenómeno nuevo
(fon ético, léxico. de
g ra111áticll ) p uede ser
inclu ido e11 el sistema de fo
leng uo sin pasar la larga y
comp l eja vía de la prtteba
de elaboració11 g enérica.
Bajtin, M. Or. Cit.
cy.;;:i l 97
IV.5. La concepción tradicional de los
géneros informativos
10s
c,:i
Tradicionalmente, los géneros informativos y los
géneros de opinión se hallaban bien delimitad os,
al punto de que se los ubicaba en secciones dife­
renciadas y de que toda irrupción de opinión en el
seno de una información era percibida como
aberrante.
Desde este punto de vista, el editorial consistía
en la forma de periodismo de opinión e interpreta­
ción a través de la cual se expresaba el punto de
vista del diario -de la institución periodística- acer­
ca de un de terminado acontecimiento (así, La Na­
ción, en 1870, se proponía desde su primer ed ito­
rial como "una tribuna de doctrina").
El editorial -que persiste casi sin cambios en Ja lla­
mada "prénsa seria"- se publica en forma anónima, lo
que hace suponer que el texto expresa Jas opiniones
del diario y no las del redactor como individuo: esto se
ve reforzado por el empleo del "nosotros" en lugar del
"yo" o por la eliminación de las formas de la primera
persona. Teniendo e n cuenta los elementos
parntextualcs, observamos que el editorial merece un
tratamiento especial en cuanto a su ubicación, pagina­
ción y diagramación: aparece siempre en la misma p,l­
gina, con un cuerpo de letra y títu los diferentes a los
empleados en el resto del texto impreso y debajo de la
marca y los datos editoriales.
La "prensa seria" tradicional admite otra forma
de periodismo de o pinión: el comenwrio. En el co­
mentario un periodista -no ya el medio- debe ana­
lizar algún acontecimiento o problemática d e ac­
tualidad tratando de recoger y expresar la opinión
pública. de dar una imagen del suceso que traduz­
ca su repercusión en la sociedad. Por este motivo,
en sus orígenes el comentario aparecía sin la firma
del redactor. Con la irrupción del redactor-espe­
cializado a la que aludiremos mús adelante, la fun-
.l
!
jl
i
l
ción primera del comentario en tanto "expresión
de la opinión general" se modificó.
Tanto e l editorial como el comentario se caracte­
rizan por presentar una estructura de tipo
arr: 11111 cntolivo: su esquema básico consiste en la se­
cu0encia de hipótesis o premisas y conclusión que se
extrae de ellas; el paso de las premisas a la conclu­
sión se denomina inferencia y puede expresarse por
medio de un conector ("por lo tanto". "entonces", "lue110", etc.)*.
� La concepción de los géneros periodísticos qL�e
hemos de finido como tradicional nace en nuestro pa1s
con la aparición de La Prensa (1869), y Ln. N_ación
(1870), después de setenta años de guerra c1 vtl Y �e
. _
diarios vinculados exclusivamente con obJettvos be­
lico-políticos, como reflejo del desarrollo universal
de los medios y, sobre todo, como respuesta a las
necesidades culturales de información y educación
de una sociedad en formación. La Nación, con su fi­
nalidad "docente" de adoctrinar, y La. Prensa, con su
compromiso de "expresar y representar la verdadera
opinión pública s in formarla o dirigirla", estructuran
lo que din en llamarse "prensa seria" presuntamente
:
objeliva, por encima e.le intereses parciales y que enun­
ci;;� en representación de una generalidad hasta desde
el propio nombre del diario.
En 1913 sale a la calle un diario que rompe con
los preceptos de la "prensa seria" tradicional: el le­
(lendario Crítica, dirigido por Natalio Botana'.N.
e
,:, Un.1 cJistinción dura entre las funciones de la crónica. el cornemarin Y el
cditmial se encticntra en Maldidicr. D.. Robin. R. "Du.Spcctacle "_l1
mcntrcdc l'événcmcnt: rcpcmagcs. commenlmies ctcditonaux. de prcssc
¡1 propos de Chnrlety" en: Prmiques. N" 14. _Prirís. mayo de 1977. .
La aparición de nuevas maquinarias (rotutivus). aptas para 1mpnm'.r
vcrtiginosamcnlc un cnnsidcrahle número de ejemplares, promovia
la comcrci:iliznción de la prensa a gran escala cuando. hnstu e nton­
_
cc!-. :-ll!o esrnha reservada n las minorías cultas. Este proceso 1111
'.·�­
d ujo la distinción c111rc los diarios según e! público al que se d1_n­
'<!Ían. Así. desde In prensa séria se dirli: "Pmncro se han hecho dia­
;ios para los quc nn snhen pcnsnr y después. ilustrados. para los que
n(, �ahcn lee!'".
r;¡;:i 199
Ubicado a la izquierda política, con una recepción
pri vilegiada en la clase obrera y en algunos sectores
marginales de la clase media, Crítica revela como
ningún otro diario no si ndical o partidario la activi­
dad obrera. Sus innovaciones en esle aspecto -incor­
poración de reportajes a delegados ele fábricas o a
dirigentes huelguistas, campaña por la l iberación de
Severino Di Giovanni-convi ven con un marcado sen­
sacionalismo -catastrofismo en l os titulares, patetismo
en l as imáge nes , cró nicas policiales e detal les
macabros- y con buena parte del vanguardismo cul­
tural 'º . El apogeo de Crítica , que llegó a ser el diari o
de más tirada en lengua española, comienza a decli­
nar en 1945 ; el diario desaparece en 1 963; pocos
meses después, Crónica se convierte en el heredero
de sus aspectos " amarillos " .
1
i
,•,
IV. 6. El surgimiento del estilo
" nuevo periodismo"
"(. .. ) En los aiios
sesenta, por la ipoca e11
4 11e fui a N11evc1 York. los
ruweli.1·tas mds serios.
ambicioso.1· y.
pre:wmiblemenre, de mayor
fctÍento habían abandonado
el campo 111císfértif de la
,wvela: esro es, la
sociedad, el fresco sr,ciol,
las cmwmbre.1· y las éticas,
tmlo el t.'OJ (itmto del 'cómo
v/\•imos ahora ' ( . .. ). E.w
re.1·1tl,rí mwm·illoso para
los periodistas. . . se lo
puedo asegu ra,: Ú>s aiios
seser,ra constir11yem11 una
de las más e.rtraordi11arias
década.\' en la historia de
Norteamérica en fo que a
cost11111hres y éticas se
200 r¡;:i
A partir de los años sesenta comienza a producir­
se una transformación profunda de los gé neros infor­
mativos . Esta transfonnación -como ninguna en nues­
tro periodismo- no es autóctona: por el con trario dejando de l ad o el color local- re sponde a u n a
reubicación q u e s e origina en los .países Uam3:dos
cen trales. Penetra en Argentina a través de las revis­
tas Primera Plana y Confinnado y se ex tiende al dia­
rio La Opinión ( 1 97 1 - 1 979).
·'º La "Revista M ulticolor" de los �libados. dirigida por J . L. Bo rges y
U. Petit de M u rnt apareció entre el 1 2 de agmto de 1 933 y el 6 de
octubre de 1 934, a modo de suplemento cu ltural. A l l í aparecieron
por pri mera vez los relatos Ue Historia Universal tle la Infamia y.
según in vestigadoncs reciemes. un Lrahajo de reescrituración de los
diá logos de una h istorieta i rnportad,1 ("Pcloponeso y J azmín") c:n l;i
que Borges plantc<lbíl evulu<1ciones propias ucc1·ca de la literaturn y
el periodismo Ue la época. TarnbiCn hny una serie de rc/;llos que
Borgcs retoma r.'i después en L-l A1110/ogía de la litcrn1wafC111ttÍ.l'lico
o en C1w111os bn!\'/!�· y e.rtraordi1u1rios.
1
Los medios audiovisuales de comunicación final­ refiere. U1s co.rn1mhres y
mente se habían afirmado como hegemónicos y La las éticns hiciemn la
historia de los sesema. ( . . )
Opin iún nac ía como respuesta y oposición al fenó­ El abandono de nomws.
meno q u e h abría de quitar el rol principal a la prensa creencias. aparie11cin1·
gráfi ca. Carente de fotografías en sus inicios, presen­ .rn¡mestas como 'capital
Lando exlensos artícu los al modo existencialista, La sólido '. 'dinem rápido '. la
Opinión se planteaba, sobre todo, como un diario de rc�•olucirín swi11g er g rom·y
hippie marg inado pop
"ensayos " cuyo referente era el anál isis de la cultura Beatfes Andy Bnhy .fone
política considerada como u n espacio más dentro de Bernie Hue Eldridge LSD
los d iscursos y prácticas sociales.
con cierto-mrmstrtw droga
El a nálisis cultural se apoyaba en las perspectivas · u11dergmu11d... A rodo este
1
que bri ndaba la modernización de las ciencias socia­ lado de la 1 idn
11orteamerica11c1 q i,e se
les (psicoanálisis, m arxismo, estructural ismo, antro­ manifestó impetuo.w111e11re
pología, sociología y semiología) y en los propios c,iando a la op ulencia de la
debates ideo l ógicos que signaron esos a ños. La posguerra le saltó la
semiología cultural y el privilegio de lo que sign(fica válvula de seguridad. o
por sobre lo que sucede inciden sobre el editorial de todo ello los ,wvelisras
se11cilfame11te le volt•iemn
modo tal que en lugar de plantear "lo que se debe la espcdda. Esto dcjú 1111
hacer" se diagnostica y se pronostica sobre un deler­ inmenso hueco en las letras
minado acontecer.
americanas. w1 hueco fo
Habl ar ele transformación de l género periodísti­ bcurcmte g rande como pam
�i
}
co info rmativo i mplica la consideración de que este coh ar a u11 ttg ucte tan.
desgc1r/1ado como el Nuew1
esti lo, inauguradb en la prensa diaria por La Opi­ Periodismo. "
nióu. no dej a de informar sino que lo hace de modo
Wolfe, T. "Tomando el
diferente. Con él se afianza la primera fase de lo
poder" e11: El N11evo
Periodismo. Barcelona,
que hemos denomi nado contaminación o hibridez
Anagrama; 1 976.
genéricn, en este caso, del editorial, la crónica y el
comentario. La crón ica, con La Opinión, deja de ser
un rel ato l ineal porque se oscurecen las rel aciones
de c ausal idad entre las acciones . sobre todo a partir
del uso (y abuso) de conectores i nterpretativos ('"cu­
riosamente " . "obviamente" , " natural mente", "nadie
pensó q u e " , etc.). También se comp lej izan los seg­
men tos que constitu yen esce nas narrativizadas por­
que, a diferencia del género informativo trad icio­
n a l , ya no se l imitan a i ncluir el discurso de u n in­
fo rma nte, sino que recurren a los tes tigos de opi­
nión, muchas veces anónimos ("alguien dedujo" ,
"j uzgó " . "se opinó". etc.).
:1¡.
____..........._.........,._,,......................,...,.....,....... ,...�-�-·-·•"""'"""""'"_'_"'""'"""""'"""''"""'"'"'''"" '"""'"'"'"""'"""'"'º' "' "'""
Víctimas de la "acción psicológica"
Los greminlistas estaban,
en efecto, muy alnrmados
1
!1
La presencia de los diri¡:1.'n!rs s indicalr."s
Lorenzo M i�uel. R ogelio P:ipa gno ( t i t u l 11 r y
adjunto de la.� 62 Organizaciones) y del se nal- <1or púr San ta Fr Afrio Pl'n n i s i ( Unión Obrera
Met a lúrgica ) en la Casa de Gobif'rno, ayl"'r,
i con�ocd
ta atencicfo de los observa dores políl t icos. El diá logo ma n tenido por los v isirn,nes
con el min i!'ltrq del 'Jnlerior. seguido por e l
a lmu en:o qu� congreE:,ó a la Presidente, a l
• doctor Robel'co Ares, al \'icepresidente prime1 ro del Part ido Jus1icialista y al sei'lor M iguel.
dio la pa uta dr que SI' consideraba n asun tos
de extraordinaria importanci,1 .
Confirmaha esa impre!'l ión el hecho de que
J
• el jueves ·por la n uch!" se efecl uara en el
M inisterio d{" Trabajo una inespNada reunión
de la c1ípul,'I obrera con el t it u l ílr de ese
or�an ismo. señnr Miguel U n a muno, e n la cual,
dt• ac u(>rdo con las versiones, se trató la
even tua lidad de una in minente quiebra de la
con t i n u idad ins titucion a l. Fuentes vi11culadas
con las 62 Org-nn i z:acione� se rreocupíl ron de
confi rm a r e� hecho a nt e los peri odistas gremiales y po lít icos. F.ti ca mbio. en esferas de la
CGT sr. res tó i m portancia 111 hf'cho. s e i'l a l a n do
que si bien los sindicalistas hablan sido convocados por el se·i'lor Unanumn a n te u na s i t u íl •
ción de emergenci a , n inguno de los prrsen tl' S
pudo a v alar ta convoca t oria con i n form ílcioncs eoncretas . .. Fuimos vict imas de la acción
; psicológica '\ adm i t ió un . gremialista. Quien,
sin embíl rgo, agre¡¡:ó: "A pesar de lodo, a
partir de la1 24 de anoche In gresa mos en la
·
zona de alerta rojo".
El clima de desasosiego e, incert idum bre !le
trasuntó en las contradictorias declaraciones
recogidas por et periodismo de boca de varios
sindica listas. El sei'lor Miguel, que participó de
la rl'u ni('in eíec fu.n.1.t ayer a partir de lrts 1 1 .:rn
f'n ,,1 despacho del m i n istro del In terior. coníinru� 1¡11t• el d lJ a n terior en e! cónclave con el
sei\or Una m u n_o se había a n a !i7.ado la pen:�cc- .
•¡ tlva de un p¡onuncia,mien to contra el p,obier1 no co nst1tucmnat
-¿SI': deda r:aria un paro general con loma de
f
fábrica.'!?', se IP. pregu n t ó,
-Se dlspondrL1 la forma de operar en el
momento Indicado, fue la respuesta.
. Curio.<:: amente, al a bandonar el secretario
�! adj u n t o de la CGT, senor Ada l berto Wimcr el
despacho del ministro de Econom la, respondió
que en las dcli bt'raciones efectuadas en Traba!
f
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1
!,
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·f
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f
f
1
¡!
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JO no se consideró l;i posihi l idad dl• deaP.tHr
un paro genl.'ral.
i::stas respuestas i;o r1 1 ra dictori;¡s rr\ 'el;m , il
juicio de los observaúort's gremiales. las distin t as táct icas que propician la central ohrern
y las 62 OrAa n i zar.ione!'ó antr un;1 si1 t 1 a ci11n d,_,
cmergc-ncia. Ta mbién r.n ot rn ll"m,1 (I(' urtica n •
H.' acc u a lidad h u bo d i screpancias en tre l.or(' n z:o Miguel y s u compañero d e gremio. el
senador Afrio Peri nisl
Al primero se lo i n t errogó sobre una pnsihh:
in tervención a ta prov incia de Sa n t a Fe. Dijw
'_'Justamente es de lo que se eJtá conversando
ahora''.
M inutos más tarde. Pe nnisi, i�norn nte del
interrog atorio .a que ha bla sido ·1::ometido l'I
caudillo mE.'taltlr,:: ico. respondió a la m isma
pregun ta: "No. No hace falta que ven ttamo.ll a
recordarle e!'!f' lema al m inistro dd Interior,
porque t"st.á pennanenlemente en su pensa•
miento º'.
-(.Anoéhe, en et Min isterio de Trahajo, se
t rató 1 a · posihiti1!ad de eít! C ! u a r un r,arn gerH'·
ra !?
-No es tuve y descono7.co to tratado.
-¿Y en la reun ión de hoy?
-N o s e trlltd el tema e n lo m a s m ín imo:
¿Qué se tra tó en defi nitiva en t•I extenso
diá logo -se prolongó h a s t íl las 1 3 .45- co n el
doctor Roberto Ares? Una insistente vt�rsión
anunciaba la t':-t istencia de un decrelo, a Un sin
' firm a. por el que SI.' in tervendria ta provincia
de Bul'no:; A ires. F.s m;ls. se d ijo que al
término del a lm uerzo con la señora de Pf'rón i
PI escribano- Bhtel - j:,lan tearla esa necesidad a! i
docrnr Ricardo Ba l bln. A todo esto. en e l ·
Congreso el dipu tado R u bén R ílbílnal (UCR)
des m i n t i ó ta exislencia t!e una reu n i ó n en la
q u e segtín una versión el sei'inr Miguel hahr!a
informlido a lrgisl:1dorcs ríl dica !es que serf11
in tervenida Buenns A i res. "No llene sentido
que lo traláram·os -d ijn Ra han a l-,para e.so se
·están reuniendo Balbín y R IHel".,
S u reflexión encon tró eco en fos analistas
políticos. Esa medida, en la grave sit uadón
por la que a travie!la el pa ís, scrf;:i como azuzar
,, un elefante en un baz:ar de cristalerla;
adem.is no podrla compaginar. de ninguna
forma, en el contexto de un acuerdo pol ltico
como el que in tenta desJ)legar con la oposi ción, que ha rech azado los aprestos de intervención cada vez: que parecieron visibles.
1
,i:'
·------·------....�·----":-----..--.-•.....-"'--•---·-···
U.1 01Ji11ió11: 20/03/76
202
r...-�
1
1
Ademc.ls, con e! objetivo aparente del mero enri­
quecimiento retórico, tina multi tud de detalles mar­
ginales respecto de la trama narrativa (descripciones
de atmósferas, lugares. personajes, presentación de
anécdotas , etc . ) se articulan en el interior de la noti­
cia. El efecto de iflformación se sigue produciendo
porq ue se mantiene el uso de la tercera persona y del
modo indicativo, con el pretérito perfecto combina­
do con el imperfecto como tiempo base, pero la irrup­
ción de la interpretación y la aparición de otras voces
que opinan. l !eva a crear también un efecto de veriJi·
cación. propi o de las estructuras argumentali vas.
Por otra parte, en los sesenta se afianzan también
nuevas y fuertes relaciones entre el periodismo y la
literatura. En primer lugar, la tradición literaria- ar­
gen tina, fu ndamental mente real ista, e n una sociedad
preocupada por reflexionar acerca de los procesos que
la determinan, ve sumarse eJ peso de la demanda pa­
l ítica sobre e l escritor y da lugar a la conformación
de un tipo. de novela elaborada a partir de datos de la
real idad y con el objeti vo de producir un efecto so­
bre lo rea l . Este tipo de novela, denominado no-fic­
c ión. instau ra u n narrador que es, realmente, un in­
vest igador comprometido con su entorno.
En segundo lugar, el periodismo, que percibe la
crisis de la novela realista tradicional y ve peligrar su
pape l ante la importancia creciente de los otros me­
dios. comienza a servi rse de recursos propios de la
literatura para constru i r el rel ato del acon tecimiento:
cambios en el punto de vista del narrador, monólo­
gos i nteriores, humor irónico, todo es válido para este
" nuevo periodismo"� 1 •
En los años setenta, entonces, La Opinión inicia el
U1 0¡1i11i611 recoge e n e l suplemen10 cultural d e los nú meros corres­
pondientes ni R/R/7 ! y ni 1 1 /6/72 intercsnnti;::s reflexiones de los no­
vclisws de la ér,oca ¡¡cerca de In "crisis" de la novela nrgcntinn. la
n: l 11c i (i 11 e n t re n o v e l a y po l ít i c a . l a fi g u ra de Wa l s h com o
par;1d igmátii::a. etc.
(. . . j Efectivm11e11te este
nue\'O estilo ii!fnr111mivo
modifico sustancia/111e111e tlÍ
rradicio,wl. Co11cl11ire111os
cdwra. brevemente. con
algunas referencias al
efecro .ideológico peculiar
que esa transformació11
determina. En primer fuga 1:
el 1111evo esrilo supera las
co111 radiccio11es que
obligan al ¡:énero
info rmativo trndiciona! a In
censura tow/ o parcial.
Bajo la do111i11ancic1 del
relato enfurrcir)n referencinl,
la tra11.rn;isú)11-·de su cesos
cuya sig11ijicació11 pertur/Je
a las clases domincmtes se
vuelve peligrosa /MHJIIC! no
se puede co11rmfar el uso de
la hisroria narrada desde el
inferior del gé11em
infor111ath'o. (. . . ) Por el
contra rio, para el génem
i11JOrma1ivo anecdo1iwdo
110 l,ny tema t"7tbtí. ya que
11i11g1.1110 será trw1.rn 1itido
bajo fas especies de lci
causalidad hi.1·rórico11arrativa, sino que rodas
serón trabajados y
transformados por la
aplicación i11cesame de la
111is111a herramienta (lo
f1111ció11 anecdótica ) hastn
generar ranta camidad de
i11te17nr:1aciones i¡: u.a/mente
pnsihles que la
sig11(firnciút1 original del
s11ceso q11ede
compleramente ci/Jsorbida.
En segundo lugw; l'Í f/lU't'O
estilo ar!icula a su lecwr
r.01110 .rnje1n i11terpreta11te y
lo ob/ig{I a un 11.\"0
deter111irwdo de lo noticia:
�� 203
......�
i
.wcar coocf11sirmes de cada
11110 de los cortocircuiros
ellfre lo llistríric:o y lo
i11cidemal. p11clie11do
i11ren:0111hiar además los
1•0/orf'.I' re.1pcctl\•os de es/0.1
dos piemos ".
lnd<.irL J . C. "Mecanismos
ideológicos en la
t:0111 un icaciün de masas: l a
anécdota en el género
i 11furmal ivo". Buenos Ai res,
le11g1wjes,
aiio 1 , Nº 4; l 974.
"Si se me prcgu11ta por
q11f' lwhlo olwro, (. . . ) diré
cm1 lodo ltm1radez: lze
aprendido la lección . (. . . )
D11ra111e w1rios mese.\" he
presenciado el silencio
vof1111torio de wda la
'pre11.1·a seria ' e11 1or110 a
esw excecra/Jle 111ata11z.a, y
he se11rido l'l'J'.!!iieuz.a.
(. .. ) sucede q11e creo,
co,, roda ingenuidad y
firmeza. en el derecho de
c11cllquier ciudadano a
divulgur la \'erdnd que
conoce, ¡wr peligr o.1·l1 que
sea. r creo en esfe libm. e11
sus efectos. Espem que 110
se me critique el creer en
1111 libro -a1111q11L' sea escrito
por mí- cuc111do .1·011 tantos
111ás los l/tW creen e11 fa.1·
mermlletns. "
Walsh. R.
"Prrílngo para la ediciri11 en
lihm·· c11: Operación Masacre.
l" edición.
Buenos Aires: 1957.
204 C::l
reacomodamiento de los medios informativos p"or el
cual el diario ya no tiene la responsabilidad de dar a
conocer los hechos -la radio y la televisión se encar­
gan de esa tarea- y pasa a ciar preeminencia a la cróni­
ca tipo '' nuevo periodismo", con i ncruslacioncs de opi­
nión y recursos propios ele la literatura, y a desarrollar
el trabajo de investigación: el tiempo de la lectura -y
de la relectura- ofrece, en fi n, ciertas ventajas ...
s i no la suya propia y, por l o tanto, colocará su firma
en t!rnlo "formador de opin ión " .
l
TV.7. El nuevo periodismo en su versión
de los 'SO
En los años ochenta, al cambio de l as relaci ones
entre los medios informativos se suma la expnn.\·irJn
de las nuevas tecnologías informáticas y de telec o­
municac iones�2 . El creciente papel de las agencias
nacionales y extranjeras como fue ntes de la i nforma­
ción permite reducir el personal de corresponsales y
reporteros, y, a la vez, ampliar la cobertura del acon­
tecimiento cotidi ano. Este marco redefine fu ndamen­
talmente el papel del periodismo gráfico orien tándo­
lo hacia el periodismo especializado y de opinión y
agudizando la hi bridez genérica. En este sentido pue­
den leerse desde los variados suplementos especiales
que ocu pan las áreas antes cu biertas sólo por las re­
vistas hasta c iertos usos de la fotografía de prensa
con la intención de expresar una opinión. En sínte ­
sis: el periodista que trabaja para u n diario puede li­
mitarse a "recuperar" o diagramar textos que le son
ajenos (pues estuvo lejos del mundo de los hec hos y
se encuentra frente a una pantalla de computadora) o
puede pasar a form ar parte del grupo de col u m n i stas,
comentaristas e i n vesti gadores que trab�tjan ya no tan­
to como periodistas sino más bien como especialis­
tas. De este modo, no expresará la "opinión común"
ii
Schmuclcr. H . y Te1Tcro. P. "�I incicno destino de la prensa in l"or­
mativa". en: Ri vera. J. y Romnno E. ((:omrs). Cfo11t:.1· def 11<•riodi.rn1n
m��e11ti1w oc11wl. Buenos A i res. Tar�o: 1 987.
El diario q ue mejor ejempl i fi c a las notas que de­
fi nimos para l a prensa escrita de los ochenta es , sin
duda. Página/12. Surgido en 1 987 , en la etapa de
mayor concentración de la prensa diaria, fuera del
circu ito de la distribución de papel regido por Pa­
pel Prensa y en medio del apogeo de los oligopol ios
de la i n formac ión, este diario. en lugar de negar
como La Opinión los efectos de la indu stria c ultu ra l
audiovisu al. se hace cargo de el los. Así, aparecen
en forma de titu lares enunciados propios del cinc,
de-la te levisión, de la música popular, etc . y la foto­
grafía presenta analogías con la tapa de u na revista
o con la pantall a de un televisor�� . La ubicación del
chiste en la portada implica considerar también la
i mportancia de l os géneros de la cultura mas iva y,
de la mano de Ja fotografía en combi nación con el
t i tu lar de tapa, de expresar opinión/interpretación.
S e pod ría agregar aquí que otra de las contami­
naciones que se reg istran en esta fase es aquella que
ofrece u n estilo superador de la antigua dicotomía
.. amarillismo/bl anquismo'· . Página/1 2. por ejemplo.
se propone "golpear" como lo hace la prensa amari­
l la, pe ro " pegando" desde otro ángulo: el impacto
se p roduce no tanto por el hecho de elevar a la noto­
ri edad a lu perso na común -recurso típ ico del lla­
mado sensac ional ismo- como por poner en el lugar
de la persona comú n o del "personaje" (li terario. ci­
nematogrüfico. etc . ) a la persona pública (el funcio­
nario sonándose la nariz o pein ándose); esto nos
conduce a u n cruce entre la farándu la, propia de l
anrnrillismo, y la política, El cuerpo de los titul ares
y la prefere ncia por el título principal único y des­
plegado tamb ién n os remiten al estilo de Jos diarios
popu lares.
" Mangone. Carlos. "Los diarios uno por uno". Buenos Aires. falicio­
m:s Ctirs¡1s Univcr5i lurios: 1 99 1 .
-----
"Los políticos.
entregándose del todo al
llamado de la selva
audiovisual. re111111ciw1 a
oquello que lo,� consriruyrí
como polítir:os: ser
expresión de una 1·ulw1tod
más amplia qm' la pmpfo y,
al mismo tiempo, trabajar
en la formación de esa
volw1tad. Preci.rnmc111c
porque e11 la política hoy
poco de inmediato y mucho
de co11strncció11 y de
imagi11acirí11, 1mede decirse
que es la ¡mlí1ica la que
debe hacer i·üibles los
pmblemas. la que debe
arrancar los co,¡flictns de
.rn cla1.ts11ra para
mostrarlos e11 wta esce11u
pública donde se definan y
e11c11emren su resol11ciri11.
Ahora bie11, si los cm¡flicws
110 son presentados por la
polí1ú·c1, los medios ro11u111
SIi lugar selialando otms
caminos prepolíticns o
a111ipalíricos para
resolverlos. ln política
tiene 1111 momc11w de
diognóstico y 1111 momento
fuer/e de prodtl(:fividad. En
ambos momentos la
rclacirí11 de los políticos y
los ciudadanos necesito hoy
de las medios como
esce11a rio, pem 1w necesita
i11eviwhll·111e/lfe de los
a11i111adores 111c1ssmedidticos
como mentores. Si algwws
c:11estiones que sm1
i111porra111es para amplias
mayorías .1·e co11 vierre11 en
objero solame11te
nws.1·11l(�diático. el serttido
de la política y de los
9 205
polirico.\ nn oprrrecerá
cFidl'nre pam nadie".
Sarlo. f3. "El sueno
ir1stH1rnc" c11: Escenas de /(1
l'ic/a pos111odemo.
/11rclect11ales, llrte y
1·idcoc11lt11m e11 la �1ge11•
tino. ílucnos Aires. Ariel,
1994.
-
La aparición del matutino Pág illa/12 incide sobre
la titulación. la compaginación, la fotografía y el de­
sarrollo del trabajo de investigación de los otros gran­
des diarios, inclusive de aquellos de corte traclicio­
na!mente serio como La Nación.
Hemos contextualizado y descripto. entonces, los tres
estilos que dominan nuestra prensa gráfica actual: el
'blanco, el amarillo y el nuevo periodismo. Como �stc
tipo de caracterización ha dado pOr ·supuesta la infor­
mación desan·ollada en los cai,ítulos anteriores, preferi­
mos dejar las actividades para_ el docente -necesaria­
mente complejas- para las Propuestas de trabajo.
"
CAPÍTULO V
'
-•·
,".'!.-
'
V. LA POLIFONÍA EN LA CRÓNICA
·,'a
i;¡:l 207
Entendida la poiifohía cot;t10 la presencia de
varias voces �n Lin texto o enunciado, ahálice­
rnos los casos más comunes en la crónica�•-
V. l. El discurso referido
' '
''
j'
,,
Ya hemos tratado en otro lugar de este traba­
jó (página 70 y ss.) que en la crónica se plan­
téün como· anfagóhicas dos tipos de investiga­
ción: br policiál, que es fática, y la.periodística,
que es discursi\ra\ herrtÜs visto t�fnbién que este
antagonismo' se expresa, en frécuentes referen- ..
cias a q�ue "la policía 0·1_0s _voceros óficialés no
saben o fingen rio saber''. La prensa, coacciona­
da inst.ituciohal-mente, no tiene más reri1edio qi.Ie
desplegar su investigación e_n el terreno
discurs(ivo; en ese terreno, por lo tanto, ubica_rá
· la "verdad". La "verdad\ tal como aparece·en
las crónicas, surge de la lógica y de la actuali­
dad del relato.
En relación con esta cuestión surgen en la cró­
nica dos grandes clases de discUrsos referidos o
discursos incorporados dentro del discurso na­
rrativo qllc constituyé Cada- crónica:.
J. Lós perte"1iecientes a .los entrevistados (parti­
cipantes, tcstigoS: personalidádes, etc'.), es
decir, los quc.c_orresponden a la-investigación
que lleva¡¡ cabo el periodista.
2. Los pertenecientes a informantes oficiales
("voceros oficiales", "fuentes policiales",
etc.), es decir, a los que conocen los hechos a
partir de esa investigación fática -que en Ja
crónica aparece discursivizada.
Los diarios populares son los que presentan
Pmn unn dcfinicióh más amplia de los fcnómc11os polifó11kos. vcrel
Apéndkc.
r¡,;-i 209
mayor cantidad de declaraciones de testigos, in­
clusive de personas relacionadas muy indirectamente con los hechos. Estas declaraciones, en
tanto avalan la veracidad del relato, adquieren
pnicticamente el estatuto de "aporte autorizado"
en la determinación de la verdad discursiva:
�
En el ejemplo, la confrontación entre la ac­
tuación policial y la periodística se encuentra
implícita: el diario acude, se ocupa y pone en
boca de los vecinos entrevistados la crítica a
la ley y a la falta de protección. La "verdad"
surge, búsicamente, de la organización que da
el medio a los testimonios de los entrevista­
dos.
La llamada prensa seria, en cambio, privile­
gia la voz de los organismos oficiales y de las
personas responsables de .la "actualidad".
No debemos olvidar que ninguna de las for­
mas del discurso referido (directo, indirecto o
narrntivizado) deja ele implicar un recorte y una
selección de lo que dijo el otro y que esto con1 leva una marca ideológica. Esto es fácilmente
comprobable cuando por ejemplo se comparan
los discursos referidos en dos crónicas políticas
en torno de un mismo hecho.
La crónica es espacio de cruce, confrontación
de discursos que expresan los conflictos socia9211
les y a los que el cronista da una organización
lógica.
212 r,;:J
�213
Note cómo. tal como se ha expuesto más arri­
ba, a partir de las transformaciones operadas en el
seno de los géneros periodísticos informativos, los
discursos referidos clan preeminencia al opinante
por sobre el informante sin que por ello el relato
pierda el efecto de información. Observe además
la imposibilidad de determinar con exactitud si las
acciones -verbales, físicas o intelectuales-adjudi­
cadas a los participantes ("Fue impiacable en el
interrogatorio a Monzón, cosa que desde la acusa214 �,::i
� 215
ción se vio como rigor y desde la defensa como
prejuicio", "él está convencido de que. en lo fun­
damental...". "Ahora tiene en el futuro una cáte­
dra ... ") se basan en declaraciones de dichos parti­
cipantes que el periodista ha narrativizado libre­
mente o si consisten en meros juicios. La crónica
genera este efecto a partir del emborronamiento
de aquellas acciones verbales presuntamente
narrativizadas con otras presentadas en forma de
discursos referidos ("y no deja de pensar en lo que
le dijo su hijo cuando salió del penal de Sierra
Chica: "Ojo. viejo... ": "y medita un libro "sobre
todo lo que no salió a luz en este juicio").
Los ejemplos de contaminación de voces a partir de las diferentes
maneras de incorporar los discursos de los otros son,·en la crónica pre­
sentada arriba, muchos más de los que hemos señalado. Relea el apar­
tado referido a las particularidades del nuevo periodismo y analice, en
ese sentido, otros cásos de contaminación.
V. 2. La ironía
La ironía -recordará usted- es el fenómeno por el
cual un hablante puede hacer dos afirmaciones. a la
vez, una de ellas literal y la otra, la que se entiende
como verdadera, .sobreentcndida;4• Se da con poca
frecuencia en la mayoría de las crónicas analizadas.
Suele aparecer en los títulos de Página/] 2 y, en se­
gundo lugar, de algunas secciones de Clarín y apunta
a crear una complicidad con el lector en relación al
enunciado sobreentendido.
Estos titulares, en Jugar de cumplir la función tra­
dicional de sintetizar la información desarrollada en
1-1
.
216�;:i
Para unn dctit1idü11 rmís completa de los fenómenos polifónico� re­
mitimos al Apéndice.
el cuerpo de la crónica, editorializan en la medida
que expresan la opinión/interpretación del medio en
torno del suceso en cuestión; el editorialismo polí­
tico a partir del humor irónico es una de las cons­
tantes del nuevo periodismo.
Hay que observar además que, tal como se vio en
otros ejemplos anteriores, en Página/12 e.s frecuente
encontrar ironías que no se establecen sólo a nivel
lingüístico sino que surgen de la relación de
complementaricdad entre el texto verbal y el texto
fotográfico.
Pida a sus alumnos que busquen crónicas políticas que presenten
l1umor irónico. Aproveche el tema para plantear que el reconocimiento
de la ironía depende de ciertos conocimientos acerca del mundo. Traba­
je también la diferencia entre la ironía puramente lingüística y la que se
establece a partir de la relación entre el texto verbal y la imagen.
V.3. La ruptura de la isotopía estilística
Como usted recordará, entendemos por ruptura
de la i.rntopía estilística la irrupción de un desvío res­
pecto del estilo base que se venía empleando en el
texto, desvío determinado, en gran parte. por el gé­
nero discursivo. Con respecto a la crónica periodísti­
ca nos referiremos a dos modos típicos de romper la
r;;,:l 217
isotopía estilística': Pcígina/12 suele desviar
estilísticamente el reJato periodístico hacia otros gé­
neros discursivos (lo que también produce
intertextualidad) e incluye con frecuencia vocablos
propios de la comunicación o·ral cotidiana. recurso
también generalizado en Crónica.
.
el_ primer ,caso la isotop'ía estilística se rompe en el
título a pat1ir de la inclusión de ténninos propios de
la comunicación oral informal con connotaciones hu­
morísticas que surgen.pde la personificación del ani­
mal. La personificación persiste a lo largo de todo el
relato y éste se acerca al relato literario. más especí­
ficament� a ese tipo de relato carcelario cargado de
figuras·trágicas estereotipadas ("ilusión de libertad",
"destino seguro", "e,llpleó,todaS sus fuerzas", "ga­
nar las calles"); en esto esta crónica rompe con el
estilo general de las crónicas periodísticas.
En el segundo ejemplo, -la inupción del género
del _"llamado: o "convocatoria", iambién crea un efec­
to h_umorístico y rompe con la isotopí.¡. estilística.
"
En los titulares de Crónica es muy común la irrupción de vocalos pro­
pios de la comunicación informaLPida a sus alumnos que busquen .unos
cuantos ejemplos y aproveche el téma para plantear un debate acerca
de la validez de la "neutralidad" léxica del discurso periodístico informa­
tivo.
·,
V. 4. La intertextualidad
-�
·',
í
l
¡
.Los ejemplos anteriores pueden resultar útilc:­
para el trabajo en el aula en tanto, además del fenó­
meno de la ruptura de la isotopía estilística, permi­
ten introducir e! concepto de intertextualidad. En
21 8 r,;::i
I�·
'
.
;;.
Pa1tiendo de la consideración de la inte_ttextualidad
como incorporación de otros textos en un texto y cen­
trándonos en las caracterfstica,;; dadas hasta ahora para
· 1a crónica periodística, observamos que los anteceden­
tes -inlerte-�tos- del relato basado en acontecimientos
considerados reales se remontan a las J�teratums griega
y latina: las hiStorias narradas y Jas ci-ónicas de viajes de
Herodoto, Jcnofonte, Polibio, Julio César y Tito Livio
operan como modelos de gran peso durante siglos35 _
Pero la crónica espeéíficamente periodística lam.1.< Fnrd. A. "Lilcnllura. crónica, periodismo". Bueno!\ Aircs.Ccnlro &li­
tor de Ar!1éricn Latina. Cu11í1u/o Univerfül, litemll/ra Co111emporá11ea: 11"3'.J.
�219
1'
bién tiene su historia orgánica. Las noticia,;; manuscri­
tas, a mediados del siglo XVI, y las hojas impresas más hacia fines de siglo, cuando la imprenta se había
desaITollado lo suficiente-responden a la necesidad de
infonnación poi ítico-económica de la creciente burgue­
sía comercial y al interés por el acontecimiento extraor­
dinario que rompe la rutina de los sectores populmes.
En el siglo XVU aparecen las gacetas, periódicos
semanales, y en el siglo XVIII, los diarios. El diario
es vehículo de las obras de ficción (alegorías, anéc­
dotas, narraciones fantásticas, de amor y de intriga)
y afianza las bases del relato breve que definirá Poe
cien años después. Los límites que impone la censu­
ra, por otra parte, hacen que muchas veces la crónica
se apoye en recursos fuertemente literarios. El
Gentleman's Magazine, por ejemplo, inspirado en
Swifl, difunde las sesiones secretas del senado inglés
en la sección "El Senado de Liliput".
A mediados del siglo XIX, por la misma época
en que Bennct, el gran empresario de prensa norte­
americano, sienta en el New York 1-/erald las pautas
que culmin arán en la prensa sensacio nalista de
Hearst y Pulitzer, el escritor Edgar Allan Poc publi­
ca una serie de artículos que señalan el peso de las
transformaciones socia les y económicas (indus­
trialización, urbanización, nuevas formas de vida y
nuevos públicos, usos del tiempo libre, comercial.i­
zación de los bienes culturales, etc.) sobre la cu.ltu­
ra. Poe piensa en un público semejante al que con­
cib·e el periodismo y se plantea formas de atrapar al
lector, de adecuarse a las interrupciones que la vida
del trabajo impone a la lectura a partir de la breve­
dad, etc.
"Si la primera frase no tiende ya a la producción
de cierto efecto, quiere decir que ha fracasado en el
primer paso. No debería haber una sola palabr a en
toda la composición cuya tendencia, directa o indi­
rectamente, no se aplicara al designio preestablecido"
220 �:-::,
J
1
·1'!-•
'
- decía Poe respecto <le! cuento:16• Y es f.ícil relacionar
estas ideas y el papel que Poe jugó en el desarrollo de
la literatura policial y de terror con lo que estaba bus­
cando al mismo tiempo la prensa sensacionalista.
En general. hasta mediados del siglo XX, las cró­
nicas dicen perseguir el objetivo de informar dejan­
do que el público forme su propia opinión. Es el
momento de apogeo de las técnicas que definimos
como "efectos de objetividad". Se elaboran modelos
de vocabulario y te1;1áticas (lo que antes hemüs ca­
racterizado como campos semánticos estereotipados)
y modelos para la estructuración de las cr6nicas tales
como el de la ''pirámide invertida" (la información
va de lo más importan le a lo accesorio, de modo que
pueda acortarse sin quitar lo esencial) o el de la ''es­
tructura cerrada" (en términos de Barthes). Si bien
esos modelos que por lo estereotípico se alejan de la
literatura siguen vigentes en la actualidad (los hemos
detectado y descripto suficientemente), las nuevas
relaciones que se establecen, a partir de los año$ se­
senta, con la literatura que toma del realismo sus
materiales inciden en la aparición de ese tipo de cró­
nica definido corno "nuevo periodismo" y de ese tipo
de novela denominada de "no ficción".
Si nos centrarnos más eSpccialmente ei1 los subti­
pos de la crónica, podremos reCoriocer en ellos algu­
nos intcrtcxtos específicos. Las crónicus deponivas,
por c)emplcf, se presentan. muchas veces. a modo de
los relatos radiales de "transmisión en directo". El
relato. en estos casm:. se carga de epítetos, calificati­
vos, deícticos. disgrcsiones y largas enumeraciones
que reproducen por escrito el "horror al vacío" que
p<.1.recc padecer el relator oral.
"' En Lojilos�{ía <le la ,·m11110sición (Buenos /\ir�:;;. Eme.ce! 194.dj. Poc
no si�lo propone. um1 teoría del 10110 y del 1:f.�cro. Tal comn lo ha
s6rnladu Bnrp:s en �us ''Conl'crc11ci,1s de Bdgrnno". Poe inaugura
"la litl·rnlur:1 como hcd10 d:: la mc1111.� y m1 del e:;;píritu". E11 este
sentido. diclia obra L'Oltst11uyc un mt)dcln funtbcion;il ;.1cerca Ucl pro­
ceso de crcaeiún. de l..1 (:<.>mposici{m. de "la:; v:1ci!ncirmcs" del pcn­
s:unicnto y el �igor del 1rab:Jjl1 literario.
(�221
_· __J
. Otras veces se acercan a la epopeya y vol vemos a
encontrarnos con intertextos "clásicos": la competición
será planteada en términos de "contienda" o "lucha":
los competidores como "enemigos"; unos represeqtan
a los "héroes victoriosos" y los otros a los "derrota­
dos". Los héroes depot1ivos viven la competición de
un modo romántico: "se les derrumban los sueños",
"agonizan sus esperanzas" y "palpitan sus corazones".
Del mismo modo que en la epopeya, el relato parte de
. una situación inicial de estabilidad, atraviesa por una
serie de peripecias -que implican desequilibrios y si­
tuaciones de riesgo- hasta alcanzar un nuevo equili­
brio que implica un cambio respecto del inicial.
En las cróni cas deportivas, no siempre gana "el
mejor": también pueden aparecer la Fortuna, el Des­
tino o "la mano de Dios" rigiendo los resultados.
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Ya nos hemos referido en otro lugar a los
inlertextos que remiten al mundo de la cultura
audiovisual instaurados a partir del nacimiento de
Páginn/12 y hoy extendidos a otros medios gráficos:
títulos de películas y series televisivas, canciones,
giros y refranes populares, sirven, en general, a los
fines de expresar una opinión en el marco de lacró­
nica. Y también hablamos de los cruces existentes en
esta nueva prensa con el llamado "sensacionalismo":
el cuerpo de las letras en los titulares, la preferencia
por el titular único desplegado. la apuesta a los con­
trastes y al "choque" son sólo algunos ejemplos.
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222,;;:i
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ií!;J 223
Walter Benjamín, por su parte, plantea re laciones
entre la literatura policial, la crónica periodística y la
conformación del imaginario burgués a partir de las
nuevas experiencias urbanas que sobrevienen con el
capitalismo industrial :
En cuanto a la crónica policial, es interesante ob­
servar la relación que plantea MicheJ Foucault entre
una serie de géneros vigentes en el siglo XVIII, que
culminan en la li teratura y la crónica periodística, y
el desarrollo de u n sistema global de control social:
La existencia del género "últimas palabras del condenado" es en s{misma sig­
nificativa. la justicia necesitaba que st1 víctima autenticara en cierto modo el su­
plicio que sufría. Se le pedía al crimi11al que consagrara por sí mismo su propio
castigo proclamando ia perfidia de sus crímenes (... )
la jnsticia necesitaba estos apócrifos para fundamemarse en verdad. Sus deci­
siones se hallaban, así. rodeadas de todas esas pruebas póstumas. Ocurría tamhiéll
que se publicaran reiaros de crímenes y de vidas infames a títuio de propaganda( ... )
Pero el efecto, como el uso de esa literatura, era equívoco. El condenado se
encomraha convertido en héroe por ia multiplicidad de susfechorías ampliamente
difundidas y, a 11eces, la afirmación de su tardío arrepentimiento. Comra fa ley,
contra los ricos, los poderosos, contra la recaudación de impuestos, sus agentes
aparecían como protagonistas de un combate en el que cada cuai se reconocía
fácilmente. Lns crímenes proclamados ampliaban hasta la epopeya unas luchas
minúsctda,· que la sombra protegía cotidianamente. Si ei condenado se mostraha
arrepe11tido, se ie veía purificado: moría como un santo. Pero su misma
irreductibilidad constituía su grandeza: al no ceder e11 los suplicios, mostraba una
fuerza que ning,;n poder lograba doblegar( ... ). El criminal de las "hojas sueltas",
de las gacetillas, lleva con.sigo, bajo la moral aparente del ejemplo que no se debe
segui,; toda una memoria de luchas y e11frentamie111os (... ) Si estos relatos pueden
ser impresos y puestos en circulación es porque se espera de eifos· un efecto de
control ideológico. Pero si so11 acogidos con tanta atención, si forman parte de las
lecturas de base de las ciases populares, es porque en ellos no sólo encuentran
recuerdos sino puntos de apoyo. De ahí que pronto los reformadores del sistema
penal pidieran la supresión de las "hojas sueltas". De ahí que emre el puebio pro­
vocara Lllt interés tan vivo aquello que desempetiaha en cierto modo ei papel de la
epopeya menor y cotidia11a de íos ilegalismos. De ahí que perdieran importancia a
medida que se modificó iafunci611 del ilegalismo popular(... ). Y desaparecieron a
medida que se desarrollaba una literatura del crimen completamente distiflfa: el
crimen aparece glorificado pero porque es 111w de las bellas artes, (... ) obra de
caracreres excepciouales, porque la perversidad es todavía un modo de ser privile­
giado(. .. ). Se ha pasado del enfrentamiento j,:<:ico con el poder a la lucha intelec­
tuai entre el criminal y el investigador. El homhre del pueblo es ahora demasiado
sencillo para ser el protagonista de fas verdades sutiles. No hay ya ni g randes
ejecuciones ni héroes populares; se es perverso pero inreligeme. En cuanto a los
periódicos, reproducirán en sus gacetillas cotidianas la opaca monotonía sin epo­
peya de los delitos y sus castigos. ,:,
"' Foucau lt. M. Vigilar y Casriga,: México, Siglo X X I , 1 987.
224 ,;¡::i
Un gran futuro le estaba destinado a mediados del siglo XIX a la literatura
que se atenía a los fados inquietantes y amenazadores de la vida urbana. Dicha
íireratura renía que habérselas con la masa (.. ) pero poco le importaba detenni­
nar los tipos; más hien perseguía las fu11cio11es propias de la masa en la gran
ciudad. Entre ellas toma aires de urgencia una que ya un informe policial desta­
caba e11 las postrimerías del siglo XIX: "Es casi imposible mantet1er un buen
modo de vi,,i,- en una poblaci6n prietamenre masificada, donde cada cual es un
desconocido para todos los demás y no necesita, por tanto, sonrojarse allfe na­
die ". Aquí la masa apa rece corno el asilo que protege al asocial de sus persegui­
dores (... )
Poefue el primero que intentó la narración cientifica, la cosmogonía moder­
na, la exposición de manifestaciones patológicas.(... ) El coflfenido social origi­
nario de las historias detectivescas es la difuminación de fas huellas de cada uno
en fa multitud de la gran ciudad. Poe se dedica penetrantemente a este rema en
"El -misterio de Marie Roget'', cuento que es el prototipo de la 1 aloración de
informaciunes de periódico en orden al descubrimiento de cr{meries. El detective
de Poe, el caballero Dupin, no trabaja sobre la base de inspeccioneS oculares
si110 sobre los iqformes de fa prensa diaria*.
1
·�
En su análisis sobre el caso Giubileo, Daniel Link
propone
la existencia de otros intcrtcxtos en la cróni­
.
ca policial:
Ha habido períodos en que las "vidas infames " eran objeto de pequeiios rela­
tos, microhistorias que trataban de explicar algun desarreglo de conducta, un
desajtlero de fa conciencia o un vago delito contra la propiedad. los efectos de
esas "1•idas" so,i probablemente similares a las "vidas de samos": narran una
per.rnna[idad a partir del "ser". Expresamellfe, el santo y el iufame, son lo que
son y por eso ies pasa lo que Les pasa. El ser determina íos acontecimientos de su
vida. Y del ser no se escapa.
/11versame11tc, el caso policial, pone en discurso una vida vulgar. como las
vidas protocolares de los documentos, pero sometida a un desarreglo. Nada hay
en el orden del ser que justifique el registro diferenciado de esa vida. salvo el
aco11recimie11to esrremecedor de su muerte o desaparición. Si .algo i11terroga el
J
* lknj:imin, W. "Poesía y Capitalismo". En : l/umi11acim1t:s 11.
Matlritl, Taurus, 1 9 80.
!íi=l 225
En su forma más pura, estas dos historias no tienen ningún p1111to en común
..) La primera historia, la del crimen, ha terminado antes de que comience la
segu11cla. Pero ¿ qué ocurre en la segunda ? Poca cosa.
Los personajes de esta segunda historia, la historia de la investigación, 110
ar:t1íw1: aprenden. Nada puede ocurrirles: una regla del género postufo la inmu­
nidad del detective (... ) Se examina indicio tras indicio, pista tras pisra (. . . ) La
historia de la investigación goza, pues, Je un status muy particular (. . . ). Consiste
en realidad, en explicar cómo puede cumplirse el relato mismo, cómo es escriro
el libro mismo(. .. ) La primera historia, la del crimen, cuenta fo que ejeL·tivamen­
re ocurrió, e11 tanto que la segunda explica cómo el lector o el narrador toman
crmoci111iento de los hechos *.
caso policial es, precisamente. las modalidades del ser, el sentido de la vida.
Frente al registro sin sentido de la b11mcrw:ia.fre11re a las extraordinarias vidas
infc1111es o santas, el caso policial pregimra qué es la vida de un l,ombrc parn
llevarlo al crimen (como víctima o como victimario) y qué desarreglos se han
producido en su destino para sacarlo de un lugar y ponerlo en otro *.
Si es verdad que la "opinión pública" instaura una
esfera de mediaciones en la que la prensa juega un
papel central, habría que correlacionar las operacio­
nes discu rsivas sobre "la vida" organizadas alrede­
dor del "caso" con un contexto de alta masificación
cultural. Todo lo que escapa a los patrones de la cul­
tura de masas, y, por lo tanto, de la esfera pública,
resulta escandaloso y pone en crisis lo que la socie­
dad cree saber sobre sí. Por lo tan to, es lógico que en
la crónica policial aparezcan aquellos géneros que
intentan dar cuenta del por qué de la vida.
1
Es el crimen, precisamente, lo que parece poner en crisis lo que "se sabe " del
sentido de la vida y lo que se sabe de la vida en particular del caso que se cuenta:
es por eso que el caso policial 110 es un género discursivo cuyos antecedentes
haya que buscar exciusivamellfe en la novela o el cuento policial, sino también
en Los géneros de vida como la biografía, la oración fúnebre, la hagiografía. el
diario, las vidas infames y elfolletín periodísrico ""*.
En "Tipología de la novela pol icial ", T. Todorov
describe dos especies del género policial literario: l a
novela policial clásica -cuyo apogeo ubica entre las
dos guerras- y la novela policial negra, que comien­
za a desarrollarse en los Estados Unidos después de
la segunda guerra mundial . Presentarnos las caracte­
rísticas distintivas de cada u no puesto que en la cró­
nica suelen aparecer algunos de sus rasgos.
El policial clásico o "de enigma" , dice Todorov,
no contiene una historia sino dos: la historia del cri­
men y la historia de la investigación:
Ef Juego de los C,wws. Lci litermum policial: de Poe ol
caso Giubileu. Buenos A i res. La M arca; 1 992.
• Link. D.
** Link. D. Ov Cir.
226 !;;'f,J
l.
La historia del crimen , por lo tanto, puede asimi­
larse al concepto de " historia" y la de la investiga­
ción, a la noción de "relato", tal como los hemos con­
siderado en el punto El marco del relato y su rela­
ción con la historia. En la "histori a" que efectiva­
mente ocu rrió -afi rma Todorov- "no hay invers ión
en el tiempo, las acc iones siguen su orden n atu ral ";
en el relato que se hace de ella, por el contrario, "el
narrador puede presentarnos los resul tados antes que
las causas, el fin antes que el principio". La novela
policial c lásica lleva al extremo el orden anacrónico
del relato: la historia del crimen está ausente; la his­
toria de l a in vestigación instituye una inversión tem­
poral para servir de mediadora entre el lecto.r y la
primera historia; es un relato que se construye d�sde
los efectos hacia las causas.
La novela negra, la segunda de las especies que
define Todorov, suprime la primer historia -la del cri­
men- y da existencia a la segu nda. Se desarrolla
cronológicamente y el relato coincide con la acción,
va de l as causas a los efectos. Ya no se trata de des­
pertar la "curiosidad " del lector a p arti r de u n en igma
sino de atraer su atención a partir del "suspenso" (no
sabemos si el narrador detective llegará vivo al final
de la historia: todo es pos ible en la novela negra).
Todon1v. T. "Tipología de la novela policiul". Fm,.sto //f. Bucnns
Aires: mai-.w-abril de 1 974.
.
',
�i::1 227
excesiva y lleva a cometer "aberrantes excesos". La
pasión o la ambición en exceso. En este sentido, la
teoría de la verdad del caso policial es presentada
muchas veces en términos psicológicos J7 :
Las dos especies de novela policial caracterizadas
pueden encontrarse funcionando como intertextos de
la crónica periodística. Ya hemos visto que tanto los
"enigmas" y las anacronías como los relatos lineales
son posibles en el relato de prensa. La diferencia más
fue1te se encuentra en el hecho de que, en la literatu­
ra, la resolución del caso se centra en el descubri­
miento del asesino y, en la prensa, en la "ilumina­
ción" de sus causas:
El retraso causal no exaspera el crimen sino que Lo deshace: un crimen sin
causa se olvida porque en realidad su relación fundamental se atenúa*.
Causas aberrantes, causas asombrosas: ésta es,
fundamentalmente, la esencia del relato periodístico.
Pero la crónica no sólo posibilita la participación de
géneros que se vinculan con el imaginario popular
sobre el crimen como la novela y el folletín. El infor­
me judicial, las entrevistas, los careos, las denuncias,
las confrontaciones de testimonios también están pre­
sentes y contribuyen a conformar esa idea de la ver­
dad como algo que surge del discurso a la que nos
referíamos más arriba:
[ E11 el discursojurídico] el principio de escritura borra al sujeto. Todas las ges­
tirmes son escritas, hurocráricas. No hay nada má.'i extraiio que un escrito. f... / EJec­
tivwnente, en Occidente, instituir es escribir. En las instituciones, la verdad está Í./1s­
tituidu por un rexto, La ve,dad tal como está dicha en el texto. La historia j11rídica
aparece así como un encadenamiento de textos de ve,dades. El mundo jurídico, 1m
mtmdo de 1narai,fllas**:
Como recordará, hemos plantead() varias veces que
el crimen, en los casos policiales, siempre es contado
a partir del eje de la pasión, como producto de un
desorden del espíritu. La pasión, en la crónica, es
" Barthcs, Roland, "la estructura del suceso" en: Op. Cit.
,i,,11 Kozicki. Enrique. "Discurso jurídico y discurso psicoanalílico. El
derecho como texto sin sujeto". En: AAVV. El disrnr.w jurfrlico.
Perspectiva psicocmolí1ica y o/lvs abordajes t:pi.w�mofógico.t.
Buenos Aires. Hachctte; 1982
228 �;::,
:,
Quede este comentario de Crónica como cierre
del apartado: metadiscurso que parece hacerse car­
go de sus fuentes. de su incidencia sobre otros dis­
cursos. de la valoración de lo mediático por sobre
lo literario y que, a la vez, pretende mostrar como
siempre "distinto" lo que permanece igual a sí mis­
mo. Salvo por aquellas notas de horror que deben ir
creciendo si se quiere mantener vivo el clisé ... "Todo
es cultura -diní Barthes-, desde el vestido al libro,
desde los alimentos a 1a imagen, y la cultura está en
todas partes, de punta a punta de la escala social. De­
cididamente, esta cultura resulta ser un objeto bas­
ta1ilc paradójico: sin entornos. sin término opositivo,
sin resto. Quizá podemos añadir también: sin histo­
ria, o al menos sin ruptura, sometida a una incan­
sable repetición"*.
1
'
Pma una interpretación científica del caso policial en ténninos
psicoanalíticos. consulte Lacan. J. "Seminnrio sobre In carta roba­
da". En: Escrito.1· 11. México. Siglo XXI; 1975.
Bnnhes. R. "Ln paz cultural" en El susurm del lenguaje. Barcelona.
Paidtis: l 9R7. (La hastatardilla es nuestra).
�:::'l 229
COMENTARIO FINAL DEL CAPÍTULO
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230(;:-l
A lo largo de este capítulo consideramos a la crónica
periodística como un tipo específico de discurso. Hemos
planteado sus vinculaciones con los otros tipos de textos
periodíslicos info1mati vos y con otros tipos de relatos para
luego clarific,u- sus propiedades genéricas distintivas. Cier­
tamente, no hemos ni caracterizado ni ejemplificado en
forma exhaustiva todo el conjunto de los mecanismos de
la puesta en discurso de las crónicas: cada vez más clara­
mente, el análisis de los textos se va abriendo al aporte de
otras disciplinas sociales. Una explicación completa del
discurso periodístico requeriría, por consiguiente, tanto
de una descripción de las estructurdS textuales -lingüísti­
cas y no lingüísticas- como de los procesos de produc­
ción y recepción en situaciones comunicativas concretas
y contextos socioculturales particulares.
Sólo esperamos, entonces, haber demostrado la nece­
sidad de tener en cuenta diversos planos de análisis, soli­
darios e inte�·dependientcs. Todos ellos contribuyen a ha­
cer del texto periodístico una re-presentación del suceso,
que lleva las marcas del locutor -el medio infonnativo y
el cronista- y de su visión del mundo, así como de su
concepción del receptor. Con esto quisimos mostrar que
es imposible aislar en un texto periodístico una zona de
objetividad pura.
En el otro extremo de la cadena informativa. la
descodi ficación que hace el receptor constituye de la mis­
ma manera un proceso subjetivo -social e individual a la
Vez- de reconstmcción del acontecimiento, a partir del
texto en primer lugar, pero también a partir de la idea que
el receptor tiene con respecto al suceso y al mundo y de
las inlcnciones que atribuya al emisor. La lectura es tam­
bién una re-presentación: no es más objetiva que la pro­
ducción.
Desde este punlo de vista, la lectura que hemos pro­
puesto para .los distintos ejemplos analizados y la que pro­
ponga t1sted para los textos a partir de los cuales se sugie­
ren actividades, es necesariamente subjetiva y parcial. De
todos modos, resulta importante que haya quedado clara
¡¡;;:i 231
la distinción entre dos niveles posibles de acercamiento
a los textos: el intuitivo o carente de método y el que se
esfuerza, mediante la aplicación de una detenninada
metodología, por revelar las operaciones que los textos
ponen en juego en función de determinar los posibles
efectos producidos sobre el receptor y las presuntas in­
tenciones del emisor.
Hemos sotenido que los periodistas rara vez son tes­
tigos de los acontecimientos y que, más bien, obtienen
versiones codificadas a través de despachos de agen­
cias, informes de testigos, mensajes de otros medios,
entrevistas, comunicados, conferencias de prensa. etc.
Así, las restricciones institucionales de los medios in­
fom1ativos hacen que grandes cantidades de texto-fuente
confom1en un producto final relativamente breve. Por
eso tratamos de demostrar que l.as marcas del proceso
de producción de los relatos pe1iodísticos incluyen, tanto
formas altamente complejas del procesamienlo del dis­
curso, como estrategias y representaciones cognitivas
estereotipadas subyacentes a estos procesos.
Asimismo, quisimos mostrar cómo se relacionan las
ideologías con las representaciones que confonnan las
crónicas periodística<.;, lo que nos permitió explicar la
importante :función que cumplen los medios en la re­
producción del sistema social vigente. Controlados por
ideologías sociales más amplia,, los medios incorpo­
ran esas ideologías a sus propias rutinas de fabricación
de acontecimientos y a las estructuras convencionales
de sus informaciones. En tanto productores de discur­
sos públicos, proporcionan mucho más que una agend�
de temas públicos: representan la proyección general
de modelos sociales, políticos, culturales y económicos
a5Í como el conoci1niento dominante y las estrncturas
de conducta que convierten en inteligibles y aceptables
a estos modelos. La'i estrncturas de las informaciones
periodísticas condicionan al lector en muchos niveles
para que desarrolle esos marcos .interpretativos y no
otros, alternativos, que Je permitirían utilizar normas.
valores e ideologías diferentes y le proporcionarían con­
trainterpretaciones de la realidad.
232�
PROPUESTAS DE TRABAJO
l. PROPUESTAS DE TRABA.JO GENERALES PARA
EL DOCENTE
1. Explique por qué .los textos que presentamos a con­
tinuación de las propuestas de trabajo pueden ser
encuadrados dentro del periodismo informativo.
2. Explique por qué pueden ser definidos como 'cró­
nicas periodísticas'.
3. Tome "El doble crimen que conmovió a la Argen­
tina" (Clarín, 30/9/94)
a) Analice la relación de orden entre la historia y
el relato que se hace de ella.
b) Defina el tipo de relato según los criterios de
duración y frecuencia.
e) Usted habrá notado que la crónica presenta una
estructura totalmente narrativa, es decir, que no
incorpora otros tipos de segmentos. Analice ese
mundo narrado estableciendo Ja perspectiva y
la actitud de locución y la puesta en relieve de
determinadas acciones ( recuerde que 'analizar'
implica considerar mecanismos que tienden a
generar determinados efectos).
d)Si bien la crónica no incluye segmentos des­
criptivos propiamente dichos. es posible reco·
nocer la mención de uná serie de detalles con·
cretos. ¿Cuáles son? ¿Qué efecto generan en el
marco de una crónica policial periodística?
e) Determine por qué esta crónica presenta en su
totalidad modalidades de enuncinción declara•
ti11as.
f) En el punto c) usted ha analizado el uso del con­
dicional en función de la expresión de prospec­
ciones respecto del tiempo base. Sin embargo,
(�233
en el párrafo que incluimos a continuación, el
condicional adquiere un matiz diferente, más
bien ambiguo. ¿En qué consiste esa ambigüe­
dad? ¿Qué efecto disemina en el resto de lacró­
nica? ¿Reconoce algún enunciado anterior que
'prepare el terreno' para ese uso del condicio­
nal?¿Cómo puede vincularse el sentido del pú­
rrafo con nuestra afirmación acerca de que la
verdad de las crónicas periodísticas es una 'ver­
dad discursiva'? ¿A qué verdad, en el caso de
esta crónica, se opone la verdad periodística?
'
g) Considere el análisis anterior, el antetítulo, el
titular, las única frase destacada en negrita: ¿cuá­
les son los términos en que se estructura este
suceso? ¿Qué hecho, por su espectacularidad,
es elevado a la categoría de 'acontecimiento'?
(A nosotros nos parece que no se trata de la típi­
ca relación de causalidad "el asesinato y su
móvil" ... )
h)La crónica fue publicada por Clarín en un
recuadro aparte de la crónica policial principal
del día: una huelga de hambre iniciada por los
hermanos Schoklender en reclamo de mejores
condiciones de vida para los detenidos y de la
rcapertura del Centro Universitario de la cárcel
de Caseros. ¡,Podría afirmarse que la crónica
constituye un paratcxto de la crónica principal?
¿Con qué objeto se la incluye ?
·�--
4. En "Menores presos en Caseros piden igual trato
que los Schoklender" (Crónica, 30/9/94) y "Sábato
se reunió con Sergio Schoklender"(La Nació11, 301
9/94):
a) Analice las reglas de especificación de la
macroestructura construida por el titular ( y la
bajada y el título interior en el caso de Crónica).
b) Determine el estilo en que se inscriben las cróni­
cm; a partir del análisis de los participantes im­
plicados, las acciones que realizan esos partici­
pantes y las relaciones que mantienen entre sí,
los campos semánticos, los tiempos verbales
empleados en el titular, los discursos referidos,
las fotografías y sus corresp�ndientes epígrafes
y la tipografía y el juego de contrastes o escalas.
e) Plantee globalmente las diferencias entre los
acontecimientos construidos porcada una de las
crónicas.
"El Dodge Potara fue estacionado en la
avenida Coronel Diaz a las 6.40 de la mct­
drugada. El encargado del edificio má,;; cer­
cano declararía que el conductor era un hom­
bre de unos 45 años y gran físico. Pero la
justicia dictaminó que Sergio, quien ese día
cumplía 23 años y pesaba entonces 62 kilos,
fue el que cumplió esa misión. Esa declara­
ción del portero fue una de las dudas no re­
sueltas."
.1
1
1
i) "El doble crimen ... " presenta una serie de
intertextos. ¿Cuáles son?
-----
--·-· -
.
----�--- -
l
r:¡:-i 235
234 r:¡:-i
--
\:,,
5. En "El saqueo y la muerte" (Página 12, 31/5/89):
a) Analice los rasgos estilísticos propios del nue­
vo periodismo teniendo en cuenta: la estruc­
turación de la crónica en diferentes tipos de seg­
mentos, los participantes implicados en las ac­
ciones, los apelativos que reciben esos partici­
pantes, .las acciones que realizan, las relaciones
intertextualcs con la prensa amarilla, la inclu­
sión ele anécdotas, el uso de los discursos refe­
ridos y la contaminación de voces.
b) Plantee globalmente el acontecimiento construi­
do por la crónica.
e) Analice los diferentes usos del presente y los
efectos que generan.
d)Caracterice los diferentes fenómenos
polifónicos.
e) Analice el efecto de "estar allí".
,_,
__ _
EL PROCESO DURO SEIS AÑOS
�,s'.aha-t� se reunió cu:n
Serg'.io .Schoklenclér
El doble crimen que
conmovió a la Argentina
El 30 de mayo de 1981 a la madrugada,
un hilo de sangre se filtró desde el baúl de un
Dodge Polara, que estaba estacionado en la
calle Coronel Diaz al 2459, hasta el asfalto.
Algunas horas después, varios policías des­
cubrían los cadáveres del ingeniero Mauri•
cio SchokJender y de su esposa Cristina Sil•
va -envueltos en bolsas de nailon, dentro
del baúl-. Comenzaba uno de los casos poli­
ciales de más resonancia en'la Argentina.
La Justicia establecería, después de un
largo proceso en el que no faltaron las dudas,
que Sergio Schoklender y su hermano Pa­
blo, los hijos varones del matrimonio, ha­
bían sido los autores del crimen.
En la noche previa al parricidio, el matri­
monio Schoklender, Sergio y su hermana
Valeria habían ido a cenar a un carrito de la
Costanera Norte para festejar el cumpleaños
de Sergio. que cumplía 23 años. A la media­
noche, los cuatro volvieron a su domicilio en
3 de febrero 1840, Belgrano.
Al llegar, el ingeniero Schoklendcr
-qui�n. era, ge_rente _de la_ em,presa Pitts­
buigh- y su hija fueron los prirriel'Os en ·use a
dormir. Cristina �!va.estaba alcoholiza:Ja··(a
través de las actLiaciones judiciales surgi.ria
que ella era odiada por Pablo, entre otras co•
sas, porque le hacía'propuestas incestuosas).
En algún momento de la madrugada, Pablo,
que faltaba de la casa desde el 12 de mayo,
habría despertado a Sergio para discutir la
posibilidad de asesinar a los padres.
Las voces despertaron a 1� madre, que fue·
hasta la cocina para ver qué ocurria. Pablo,
que se habia escondido, salió de las sombras y
la golpeó con una barra de metal en la cabe1.a.
Luego, Serb'ló la remató, estrangulándola con
C!ari,,, 30/9/94
236 �;:-i
una soga de yute trenzada Ambos fueron
tiasta la habitación del padre y lo mataron,
también con la barra y la soga.
El Dooge Polara fue estacionado en la
avenida Coronel Dlaz a las 6.40 de la madru­
gada. El encargado del edificio más cercano
declararia que el conductor era W1 hombre de
unos 45 años y gran fisico. Pero 1a Justicia
dictaminó que Sergio; quien ese día cumplia
23 años y pesaba ento·n.ces 62 kilos, fue el que
cumplió esa misión. Esa declaración del por­
tero fue una de las dudas no resueltas.
· Poco después_ del crimen, 5e!gio .se pre­
sentó en Ja_ casa de un amigo .del pa.dre a
quien le pidió 5.000 dólares prestados. Con
ese dinero los hermanos viajaron a Mar del
Plata. El 4 de junio, Sergio fue detenido en el
kilómetro 372 de la ruta 2, en la localidad de
Cobo. Pablo fue capturado en Ra.nchillos, Tu­
cumán, adonde había llegado en un tren pro­
veniente de Rosario.
En las primeras indagatorias Sergio se
presentó como único autor del crimen. Ya en
prisión, después de un intento de suicidio, se
retráétarta y <liria qu� sus_padres habfau:•sido
a.ce,ift!'dos J)Or profesionales de u.na orpni•
zación multinacional encargada del tráfico
de armas y drogas.
El 12 de marzo de 1985, lajueza Martha
Lopardo absolvió a Pablo por falta de mérito
y condenó a Sergio a prisión pefl)etua. El 7
de abril de 1986, la Cámara de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional revocó ese fa.
llo y condenó también a Pablo a prisión per­
petua. Desde entonces se desconoció su pa­
radero. hasta que�• 14 de mayo de e_ �te año
fue detenido en Santa cruz de la: SiéITa; ao·.
liVia
El escrltor Ernesto Sabato reco­
rrió ayer. las· lnstalaclones de la
cárcel cie Caseros, .donde se reunió
con el intei-nO Sergio SchOklender.
quien des9e hace unn semana rea­
liza una huelga de hambre junto
con su hertnan'o PablO en reclamo
de mejoras én el sistema penat
Los hermanos Schoklender fue•
. ton coúcíehados-,a C3dena perpetua
derechos hunumos Hebe de �na­
fi'ni Graciela Femández Meljide,
Mf;cdo Bcavo, Lucia Alberti, Si­
món Lázara y:Mlguél·Monserrát.
Miéntras se realizaba la visita,
militantes de la ·Federao¡ón Uni­
versitaria Argentina.y de 1la Fede­
rac.ión U�iversltaria de .;suenos
Aires realiz.aron una .manifesta­
ción frente ar penal, para pedir
que no se cierre eJ centro-unlversi­
· Por el asesinato de sus padres.
"Si es verdad .que vivimos en tatio que funciona e·n ·Caseros, se­
una democracia, lo que hace faifa· gún lo denunciaron los Schoklen­
es la interve_nclón del Poder Judi•
: ·:cial y· del Congreso para transfor­
mar estos -or'ganismos, porque así
esto no puede seguir", dijo Sabato
·l luego de la recorrida _por el penaL.,
A
En sú visltá. el_ eSc_ritor::....estuvo -,_
acompa11.atlo por los dirigerites· de
,;.,::-...... ,_..·
,·
der.
· El autor de Sobre héroes y
tumbas mantuvo un encuentro de
más de· tres horas con Sergio
Schoklen:der.-,.antc qulen ·se com­
prometió'a':ffiice'rutodo lo quepo­
damos ruera.de fa'cárcel".
- '•¡->,
"
.t
l.
�·,
.,
.,
iJ.
�
.:f¡i�
U, Nación, 30/9/94
� 237
ROSARIO
El sag ueo y_ la m uerte:
En Medio de una "Batucada", Sabato y Defensores
de Derechos Humanos Visitaron a los Parricidas
El e,critor Eflltilu S■b■to reclamó uu■ rdonnul1clóo del
sislem1 nrcel■rio, dor11ile una risita rullud1 1 I■ Círrel de
Caseros, junto ■ distint01_ org■nbnÍo, de Duechut Hulll1n01
y enlld■dtJ esludi1ntlle1, en lnGmtntos en que 1■ casi tol■li•
d1d �t los menores 1ni ■loj.dos r'e■Uurva un■ "b1tucad1" y
desde el primer piso un1 bandera lmpr0Yisad1 con
_•rr�JatOn
un lrotu de lela sobri: la que e�cribferon: "No quertmo� ma•
los halos", :11 liempo que adanron que "no est■mns en con•
Ira de II hud�a de los Schoklender". Sobre una de las �que­
ña� vcnlon.n del presidio, íue coloo.do un CJ1r1tl ton la Jeytn•
rl11: "Schoklcnder Ytrsu5 menores. Somos usados cnn10 escu•
do", ul tiempo que de�dt el interior de lo drcel íuemn arruj11•
dos n 11nu:ros11� vollnles en los que había impresos cinco pá­
rrafos con duras acusaciones a los hermano� Sc:hokltndcr,
rnndt>ni1do� 11 111 pena miixima por haber uesin11dn 1 5u5 pa­
dres. "En nlni,:una parte dl'I mund(I un ddlnc:uentes qut haya
mah1dn II su madres puede rcpresenlar a n_adie. Lo mbn10
ocurre rnn un ,iutador, un ln1idor n un delolur, esto u p11rte
del códiiio de J,,� presos", consi¡!n:aban ln:tualmenl@ lns vo•
lanle1 suscriptnx por "proces,ulo� y conden11dos de la Unidad
16". Los cuestionados vofanles, donde los menores piden los
mi�mns derechos •1uc lm parricida�. fueron quemados por un
gr11po de esh1di.1nles de la t"al·ollad de Cienciu Soci11lc� (1ne
realizü un acto tn redamo de mejore.� rondidontx lle vida pa•
ra In� pre.�os y en apoyo a In.� SC'h11klender.
Erne�lo Sahnto, en tan lo. �e pn::�enh'i ayer, en la Unidad 16,
P? ra "pedir explkacione� rnbre la huelga de h11mbrc que l"S·
tan cumpliendo lo., hcrm11nos Schoklcndcr" e inicriorizarsc
sobre la,-; . .condfrionc.< de !rain, física! V de Rlin1enlación de
11! ' inh:rnos del peuur·. El e.�critor lliju ijuc "�i e.� ,·crdad qnc
_
•·u•1m11., en una democracia, 111 q11e h•ce (1ha e� inlcnencilin
di' la l.e¡:i,fa111n1 y del roder J11dici1I p:1ra lran�formar esto�
organismo.,, porque a�í cslu no puede nguir más", Acompa­
ri aru11 n S�bato. Hcbt de Bonarini (M11drCJ de Plaza rlc 1\h­
yo) Graciela FernlÍodez Meijirlt y Alírcdfl Rn�o (Asamblea
rermancn!e por lo� Der«ho� Humano.� ), y los dlrlgl'ntc� Lu•
do Alhertl, Slmün Lá1.ar11 y Mi ,::nel Monscrul.
'"lfcmo� podido hal.Jlur en pri\'lldo con Sergio Schoklender
sohrl' su situación. Ellos OM van 11 informar por c�criln de to­
dn 111 que no�nlrn� podamos huc._.r íul'ra de la drccl", expresó
Suhatu.''E� ncce.\ ario hanr una transform3tión II fondo del
Iistema rnrcclarin -rciter�-- Es111s cosas nn pueden seguir uí:
mn iníruhumanlólS o anlihumuoa�•·.
Aclaró que esta transformación "no se puede llacer en 1101
simple decl1r1d6n Juego de una vbila. H■y que 1n■lb:•r todo, ·
mudi■rlo; el propio Schol:ltnder se ,:ompromcli6 ■ red■d■r
un informe por e,crito p•n qut Íos perlodlita/1 y In.� legM■do•
re5 teng•n loJ elementos necc�arins p11ra hacer ■lgo en po.� it[.
vu".
Crrí11it.:n. 30/9/94
238 r.J:0
1-
· '·
Menore. detenldot1 en cárcel de Ciltleros en plena "811luclld11�.
Mien1ras los dirigentes y Sab:1110 se encontraban reunidos
con el responsable de la cári:el, preíec:lo Carlos Pnyás, los in­
ternos gritaban consignas contra el Gobierno nacional y la
Justicia. Uno de los internos hi-i:o llegar a los periodistas una
carta que arrojó dentro de una bolsa con una piedra, en la que
aseguró qm: en el renal "c:iisi no hay co,nida y llay personas
con Sida que no liento ningún tlpt1 dt 1tenciOn. Hace un tiem­
po e�tnvimos 60 días s i n médkns".
• "PAQUETE" EN LA MADRUGADA
Poco dt!ipu6' de h• 1.00 de c�1a madrugada, un extrañi, p••
quete íue divr.jado en la esquina de Pichincha y Cssems. De in­
mediato se le dio intervención a J11 Brig.tdn de Explil�ivos de la
Policía Fellcral. cuyos integrantes verificaron que st: trataba de
un artefacto sos�choso: al que hiciero11 cs1allar. La expl1•si6n,
no uhstante. fue de baja onda ex¡Mnsiva.
E! clima se había cmpe,.ado a enrarecer nut.'Vamcntc, poco
después de la medianoche, cuando los interno� alojados en el
p.abell<in de menores comenwron a quemar colchones en recla­
mo de mejoras. A las 0. 10 horas llegó al lugar el juez tic Mcnor.:s
de turno, Sergio Torre�. quien ingrcsü por l:\ puerta pri ncir,nl
para tratar de apaciguar a los reclusos y hu�arlc una �atida a!
problema.
A la 1 .4.5. el magis1rado ab;inllonU el penal. anunciandú 4uc
lodo eslaha lranquiln y que ih,1 a ,::.,;Judiar d pt!Citoriu que le en•
1regarnn los menores.
�'
-i,
¡
'l
',.
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(l'nr Cl;iucli;i Acrni.i, desde Ro�rio) Son fáciles de
identificar: siempre llevan 1mn bolsa. Aparecen en gru­
po_, de di� o doce, se acomodan a lo lafgO de la cuadra y ·
esperan. Parados, sin hablar, y multiplicindose vertigi­
nosamente, co1no los pájaros de Hitchcock que llegan
desde quién �be dónde para atacar ya se sabe qué. A
veces la policía -provincial o FedemJ.. o In Cendanneria
pasan con sm móvil�� di,;parando al aire. Die-¡:, quince
tiro!! a1 voleo para de.,;pejnr la zona. Fnlonces con-en, rá­
pido; .se esconden y vuelven, ptlra romper lo que !lea y
entrar. F.� el turno de los mujere., en el supermercado.
Ningu na tiene dientes ni medias. Arrastran a sus lújos y
:ivanzan con seguridad, sin drnmali.,mos. En � salto,
cslán frente n la batea. S3ben qué cargar. primero leche,
después hariun, si se puede came y recién entonce!I lo
quc wnga.
-A mi ,ne fue muy bien. l...1 verrlnd es que me fue
muy bit.:11.
l..;1 nn!i,.:r (.'51.Í en la pue1 ta de su casa. sonriendo nl
Indo clt: Sil� cinco h\ios do:-: n ueve. siete, ci m:o, u-es y 1111
a1io y medio.
-l'or prl11 1c1�1 vez en doce meses comieron yogi1r ­
explicn- . i ,,cluso me a.cordé del perro y k U<!je
Dogui. EI boti,, fue el resultado clel saqueo al SU[l(:rmerca­
do El Ti¡.,11·e. de Cod,ah:1111bn. y Necochea, en la periferia
de la ci11d:,d de Ro.snrio
En la emra.da hay vidrios l'Olú1, mugre y líquido.
"S.-ihe qué pas;1, cu;mdo los dueiiosse la vieron venir rom­
picrou l;is botellas de aceite para que la gente patine"'. L-i
ge,ue pati11a y .'lt:: ene C\1n11do entra y pmi11a y se cae cunn­
do s.: \'a. Pero se lt:v;mta. y sigue. "A la mnñana los de
Gendarmería 110s ª6,a,·rarnn jusro. Yo e::w::uchi 1111 tiro y
solti: 1,1s doi bolsa.'!. Recién ahí pen� que me podía rno­
ri,: Pc.-o 110. h� rmtien:.s h:1hlamos con los gencbnnes y
se Ílll"rnn a dar rnia v11eltim".
El e111re1i,:mpQ lu 11rnrca11 lus tiros. los g;ises, lns co­
rri(bs )' la.� detendones. que ya suman 750. se¡,,'lm trn!r­
ccnclió. Solo en In jefatura policial de Rosario en In ma•
1b11a de .l)'CI' se encontmh•m alr�adus 250 homllres, 35
1 111!icres )' fi me110r es detenidos durante d prir11erdía del
S:lt i lll"O.
E11 l;izona 11one dc la cit1dadcl r'ilo se com:rr:1ó f re111c
a un �,lmact:11 uhicadn r:n Provincia� Unidas y Pn.'Wl. Su
d11e1io, El C.olorado. se defendió p1irm:11) con una csco1 >er�1. pidi() g11anli:1 ¡)l)liá1! ctr:.�pu<::s )', por úhin10, termi11() pa,:r;mdo: por m , a w11tan¡¡ comem.ó a tirnr n la muhi­
tud fi1leos. alf:!j<ires. hadnn. "Cut1l911ier cosa me 1>:\ íl salir
mfus ha1-ato que si lo� dejo r:nrrar y 111e dest1u1A111 rodo",
explicó.
L-i cintura de Rosario temblaba a esi: ritmo. L-i ola
ele S.1.C(lleú� sólo tuvo una metodología diferente f rc11Lc
al local del Credicoop de 9 de .Julio y Alem, veci110 de !a
sede central de la Policía Federal y el mfus céntrico de los
loc.-i les "5ediados. Hasr;i nlli llegó camin.inrlo un grupo
de casi 50 m1tjeres, acompaii.ida� por mud10� ch ico� y
rxx:os hombn.'5.
-No venimos a mlmr. Ve11imos a pcdil' comida -di­
je1nn.
--Si es a�i. y lo pide11 de huenn.s maneras. les vamos
a dar <on testó la ¡,olicia.
L,s ,mtjeres se se11 tJ.1ro11 c11 d piso y espe1-arnn r o­
deada.� po r ou-a multitud q11e las miraba con exu-a1ic1.a y
miedo. A los g1itos comen-z..-i1un a explicarles: "Nosotras
no robamos porque tenemos miedo. Si nos pega11 un
tiro. ¿con quién dtjnmos a lm chicos?" ·
Cn11 nplausos propios festejaron la ll�da de cuatm
c�jas de c,1rtón conteniendo carne. L,s abra,�1ron y se
fueron, como habían llegado, cnm i1 1ando entre la ge111e
que les ah1ia paso.
l
Por la radio, el Min isterio de GobiCrno infonn;il-,,-i
,1ccn:ade gn,pos annados q110:-: recorría,ibs calks de R.u­
sai-io y a quienei il-,,-in a detene1· poi· la fuerza de las ar­
mas. Lent.-i mente, la cintura de la ciudad comem:ó a es­
cuchar más tims. !:e nr111aro11 algu11a� hnrrica<la� en la
zona sur�l punto 111:'is :'ilgido•, pero la in tensidad de lo.�
planteo� no disminuyó. A esa altura ya no q11ed-iha11 su­
pennercarlm en pie.
Asi está Ros.-irio: parti<la en dos. L-i división no es
la previsible. L-is mtticres con hols."lS, es.-is que a\'<1111.."l.n
entre los tiros )' 9 ue esr¡ui1•an los g-.1ses, tnmbié11 11ii1·.111
al costado. " ¿ Parn q ue q uiero un l,warrofms, p ar-a p n,�
tirio en pCdazos r c\:i.rselos de comer a los chicos?". se
preguntah;in mientrn., lo veí¡¡n 1·olar de la vidric:1.1 a
1111 auto.
Para unos y ouos el p1111to de i111lexió11 tenia 1111.1
cifrn dnrn: l;1 ll eg¡¡da de 1000 gendarmes que le cl;:1rinn .1
la noche ros.-irina 011·0 color y la p romesa de efectos re­
presi\'O� mfus cm111111dentes. Én d cemro. en algunas ra­
dios, en In., largas cola., ele lo� 11(.--goc io� que .111:11día11 co,,
la persia.na ce1 ·1.id;i y con el p;111 ;1 70 m1srn1les. lo pedin11
a gi·itos. F..11 la villa lo pre.�en tían en sile11cio. Y ¡�1 lmsca­
h."ln una explir.adón.
-S.-il� q ué p.t�tl, la c11lpa la tul'O la leche. 1-fobló d
presidelltc y al otro rlia !a vemlieton .i !l!l ausn -;iles. F_m
fue lo tp1e pa.s6.
Página 12, 3 1/5/89
!',P 239
J
�-- ---------------e=-------------------�,
ll. PROPUESTAS GENERALES PARA EL AULA
1'
i
1
Las siguientes propuesla.i; de trabajo están organi­
zadas según un grado creciente de complejidad que va
desde los ejercicios de reconocimiento y clasificación
a aquellos que proponen la producción de textos pe­
riodísticos. _Si tiene en cuenta las dificultades que pue­
dan presentar los textos en el momento de seleccio­
narlos -competencias socioculturales que requieran,
conocimientos sobre el sistema de la lengua y sus usos­
usted podrá aplicar las propuestas en un "taller de pe­
riodismo" destinado a cualquiera de los grados de la
Enseñanza General Básica o del Polimodal.
Lc1s propuestas son una simple sugerencia que,
sin duda, usted enriquecerá en el trabajo concreto con
sus alumnos. Sería muy importante para nosotros re­
cibir su evaluación en el caso de que decida llevar
adelante la experiencia.,8•
,,
1
''
111
. \
-
IH'!
¡
1
l. Seleccione distintos tipos de textos periodísticos:
crónicas, noticias, portadas, trabajos de investiga­
ci6n propiamente dichos, nota<:;, reportajes, comen­
tarios. editoriales. Al entregarlos a sus alumnos
aclare tocias la!-i referencias a los acontecimientos
tratados que crea necesarias.
2. Pida a sus alumnos que, a partir de la observación
<lcl paratexto, clasifiquen los textos según el
parámetro Opinión/Información. Indique una pri­
mera lectura para corroborar la clasificación ante­
rior. Si hay dudas, déjelas en suspenso hasta el
momento en que se realice un análisis más
pormenorizado. Pregunte acerca de la función de
los otros géneros que incluye la prensa diaria: ho­
róscopos,jucgos, chistes, historietas. Organice un
1
.i
'(
ii
-•� Un;1 prnpuci;1n general de trnhajos de taller de prensa parn el auln se
cncucnlr:1 l.'ri: Atorrc�i. A. los géneros 1icriodi'srii:os. Amología. Ruc11os /\ires, Colihuc, 1995.
240 r,;:i
-�--
r;;,:i 24!
' !,
cuadro que presente jerárquicamente las tres fun­
ciones sociales que cumple la prensa gráfica: i n­
formación/opinión/entretenimiento.
3. Explique que, en principio, van a trabajarse los
textos de intencionaJidad informativa. Los alum­
nos, siguiendo pautas dadas previamente, debe­
rán diferenciar noticias, crónicas, trabajos de in­
vestigación .y notas.
4. Comience por las noticias, que son el género más
sencillo.
Pídales qu e e xpresen la macro estructura
semántica (el nombre es para usted) en forma
de oración simple: ¿quién?, ¿qué?, ¿cuándo?,
¿dónde?, ¿por qué?, etc.
Aproveche el análisis de los modos verbales para
mostrar la oposición certeza/probabilidad a par­
tir del empleo del indicativo o del condicional.
Elija una noticia que exprese certeza e indique
que se la reescriba de modo que adquiera el ca­
rácter opuesto.
5. Siga con las crónicas.
Vuelva al paratexto y solicite la clasificación
en crónica 'dcpottiva', 'pol.icial', 'social', 'políti­
ca'. Pregunte por el grado de importancia de .la
noticia y por los elementos paratextuales que
deben tomarse en cuenta para asignar dicha
importancia.
Proponga a sus alumnos un debate acerca de la
clasificación de los acontecimientos en esos tér­
minos. Pídales que piensen, por ejemplo, si no
hay otro tipo de sucesos que no sean deporti­
vos, policiales o políticos o si lo 'policial' o lo
'deportivo' se encuentran tan desvinculados de
lo político como los medios lo sugieren.
Pregunte qué requisitos debe cumplir un acon­
tecimiento para convertirse en noticia. Anote,
haga observaciones (del tipo: ¿no hay otros te­
mas que a ustedes les interesen y que no figu­
ran en los diarios?) y coordine el debate. Si no
242 i:¡::l
'
.i
'
puede llegar a plantear que los medios "cons­
truyen la realidad social", al menos tiene que
quedar en claro que seleccionan arbitrariamen­
te aquello que 'debe' interesar a la sociedad.
Repase el concepto de 'relato'. Sugiera el análi­
sis de los vínculos de la crónica con otros tipos
de relato. Es probable que los alumnos se que­
den e·n la mención de rel atos radiales y
televisivos. Plantee usted algunos intertextos
literarios y pídales que propongan otros. La
noción de intertextualidad n o les resulta com­
plicada y, en general, les gusta descubrir las re­
laciones de un texto·con otros. Propóngaies que
le hagan descubrir a uSted los intertextos de una
nota de suplemento juvenil. Como, lógicamen­
te, usted se va a ver en problemas, será fácil
explicarles que hacen falta determinadas 'com­
petencias' para percibfr este fenómeno. La re­
dacción de una crónica deportiva sobre la base
de algún torneo estudiantil con la épica como
intcrtexto puede servir como cierre del tema.
Tome una crónica en la que el tiempo de la his­
toria y el tiempo del rel�to que se hace de ella
sean paralelos. Muestre cómo a esas relaciones
temporales se superponen otras que son de cau­
sa-consecuencia a partir del empleo de
conectores lógicos. Puede aprovechar el tema
para revisar o incorporar el concepto de
"conector".
Torne una crónica compuesta solamente por seg•
mentas narrativos y que presente anacronías en­
tre el orden de la historia y el del relato. En un
cuadro que contenga como entrad as "tiempo
base", "idas hacia atrás" e "idas hacia adelante"
vaya anotando los verbos. Este ejercicio es ideal
para enseñar eI porqué de los diferentes tiem­
pos del pasado -plantee también la oposición
primer plano/segundo plano de las acciones des­
de la diferencia pretérito perfecto simple/imper!;ii:'l 243
fecto- o para mostrar un empleo del condicio­
nal que no expresa probabilidad sino posterio­
ridad. Proponga otra crónica para que los alum­
nos completen un nuevo cuadro. Sugiera frases
en tiempo base para que inventen prospeccio­
nes y retrospecciones.
Tome una crónica que presente diferentes tipos
de segmentos. Pida a sus alumnos que tomen
en cuenta la presencia de acciones, los tiempos
verbales, los tipos de verbos, los conectores, y
oponga narración, descripción y comentario.
Pregúnteles para qué habrá incorporado el cro­
nista esos segmentos. Hable del "efecto de ob­
jetividad". Ahora puede ajustar la definción de
crónica: "es un relato con Ja intención de hacer­
se pasar por objetivo". Pregunte qué diferencia
al relato per.iodístico del relato histórico y ob­
tendrá una definición completa: "la crónica es
un relato de hechos recientes con la intención
de hacerse pasar por objetivo".
Considere los segmentos que constituyen esce­
nas o escenas narrativizadas. Recupere o intro­
duzca Ja diferenciación entre estilo directo e
indirecto y la consideracion acerca de sus efec­
tos. Pregunte quiénes son los que tienen la pa­
labra en los medios de comunicación. Si ya apa­
recen diferencias entre los tres estilos de pren­
sa, márquelas como para retomarlas pero no pro­
fundice aún en el tema.
Cuente un poco de la historia de nuestro perio­
dismo y de la distinción que se operaba entre
los géneros informativos y los de opinión. Ex­
plique que la inclusión de segmentos
comentativos en las crónicas es u n fenómeno
bastante reciente y que responde a peleas por el
monopolio de la noticia entre los diversos me­
dios informativos.
No entre todavía en los estilos de prensa pero
aproveche el segmento comentativo para pro-
I'
h
! :
---
244[0
....
fundizar en las ci:u-acterísticas del mundo comen­
tado y abrir el análisis de un comentario. Pída­
les que confronten el uso de las personas gra­
maticales. de los tiempos verbales. de los
modalizadores, etc. con aquellos que son pro­
pios de la narración. Puede introducir o
cjempl i ficm las diferencias en el uso de los tiem­
pos verbales debido a v ariedades dialectales,
cronolectales, sociolectales. ("El pretério ante­
rior se usaba antiguamente y es müs .literario",
"el verbo ir + a + infinitivo se usa en Buenos
Aires �n lugar del futuro simple", etc.).
Pregunte cuál es la conclusión del comentario
dado y qué argumentos emplea el periodista para
arribar a dicha conclusión. Sugiera a sus alum­
nos que alteren esos argumentos de modo que
la conclusión resulte diferente.
Dé a releer a sus alumnos una de las notas de
investigación. Pídales que establezcan las di­
ferencias con respecto a la crónica teniendo en
cuenta la relación temporal entre los hechos y el
texto periodístico que los trata. Oriente el análi­
sis de los efectos que genera la inclusión de opi­
niones de especialis tas en el tema. Proponga el
análisis del titular. la bajada, el antetítulo, los tí�
tulos interiores. Introduzca la noción de
'jerarquización de la información' y defina al ti­
tular como 'el producto de una serie de reglas de
abstracción'. Dé a sus alumnos otra nota a la que
haya quitado los titulares y sugiera su reposición.
Puede invertir el ejercicio y dar titulares para que
los alumnos expandan los temas.
Muestre también en el sentido de "síntesis tc­
mútica" el funcionamiento del primer párrafo
de una crónica (sobre todo esos que aparecen
destacados en negrita). Introduzca la noción de
'redundancia' y pregunte a sus alumnos cuál es
el objetivo de su empleo en el marco de los tex­
tos periodísticos.
1
r;¡:i 245
l
1
1
-�--�
,,
·:'>.
- - -----------------�
Proponga como cierre la diferenciación de estilos
periodísticos como un modo de aplicar todos los
conceptos aprendidos durante el taller. Lo ideal es
que guíe a sus alumnos en la comparación de tres
diarios completos correspondientes a la misma
fecha de emisión. Conviene comenzar por el dise­
ño y considerar la portada. la presencia de seccio­
nes, el tamaño de la página. la tipografía. la com­
posición, etc.
Los alumnos podrán establecer una primera dis­
tinción entre "mundo de apariencia ordenada/ mun­
do de apariencia desordenada".
Para profundizar, teniendo en cuenta las dificulta­
des de nuestros alumnos para comprender la infor­
mación política, es conveniente pasar a las páginas
de policiales y requerir el análisis del paratexto: es­
pacio dedicado este tipo de crónicas, tamaños y can­
tidad de titulares, uso de contrastes o matices y de
diferentes tipos de fotografías.
Después proponga la comparación de tres cróni­
cas sobre el mismo suceso en cuanto a los personajes
que resultan elevados a la notoriedad, las relaciones
que vinculan los hechos y sus causas, la presencia de
'figuras dramáticas', el vocabulario empleado para
referirse a los delincuentes, a las víctimas o a la ac­
tuación policial. Si sus alumnos son capaces de dife­
renciar procesos activos y pasivos muéstreles cómo
esas transformaciones sirven para destacar u ocultar
determinadas acciones o participantes. Trabaje la
noción de clisés o frases hechas a partir del análisis
del vocabulario.
Una vez que el tema haya quedado claro, sugiera
la transformación de una crónica 'amarilla' en cróni­
ca 'blanca' o viceversa (el 'nuevo periodismo' resér­
velo para el Polimodal). Aclare que, como los ele­
mentos paratextuales también hacen a la diferencia­
ción entre uno y otro estilo, deben ser tenidos en cuen­
ta en el momento de diagramar, titular e ilustrar la
crónica.
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---------------
APÉNDICE
NOCIONES BASICAS Y HERRAMIENTAS
PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO
A. L EL DISCURSO
Los usuarios competentes de una lengua no se
limitán a las operaciones de lectura que atienden a
la textualidad lineal y global. Desde la perspectiva
que abordamos aquí, comprender no implica sola­
mente atrihuir un significado global sino, además,
asignar un sentido a partir del análisis del texto
como un hecho comunicacional. Así, la conside­
ración de un texto desde el punto de vista del me­
canismo discursivo que lo determina, desde el pun­
to de vista de sus condiciones de producción. ha­
ráfl de ese texto un discurso.
En realidad, contrariamente a lo que sucede en
otros campos de la lingüística, el término discur­
so denota, según los diferentes autores que abor­
dan su análisis, distintos objetos teóricos.
En el marco de la tradición francesa del análisis
del discurso. el término enunciaci6n es empleado
para hacer referencia al análisis de las huellas del
proceso .individual de producción de un enunciado
lingüístico.
A pesar de no haber prestado una importancia
especial a l os signos lingüísticos el semiólogo
norteameri cano Charles Peirce fue el primero en
atender a la naluraleza ambigua de los términos
lingüísticos in dicadores de la enunciación: se
"La significación de un
enunciado se define fuf!_ra
de todo marco enunciativo.
mienrras que su sentido está
referido a las circunstcmcias
de comunicación que hacen
de él w1 discurso".
Mainguenau, D.
1 ntroducción a los rnéto<lrn;
de análisis del discurso.
Buenos Aires, Haclwrre:
1980.
"Defino un símbolo como
un signo determincido p or su
objero sólo en el sentido de
que así se inre,pretará. De
este modo, depende de una
co,1vención, de tm hábito. Un
símbolo se re.fiere al objeto
que denota en vÍltud de una
le_\: Cualquier plilabra
ordinaria(. .. ) es 1111 ejemplo
de símbolo".
Pcircc, C. S. Obra
Lógico-Senúótica.
Madrid,Taurus; 1987.
"Los indices pueden
distinguirse de otms signos o
representaciones por tres
marcas características:
primera. que 110 tiene11
semejanztifisica con sus
objetos; .�egunda. que se
¡;¡:l 247
rejieref/ a individum·, unidades
si11g11/nres. (... ): rercem, que
dirigen la ore,u:ifJ11 hacia s11s
ol�ietos medic1111e u11a ciega
u1111¡11t!sifJn. (... ) 1111 /ndin: esfCÍ
dere1111i11ado por el objeto al
que r-e¡11r:sc11ra c11 vi1111d de
cswr c11 1mn refacúín real
con é.1·1c. (...) U,w l'eleta es
w1 índice dt' In din'cc.:ión del
i'ief/fo.(. .. ) Los pronombr-es
de1110,1·rrc11il·os 'éste' y 'esto'
sor, 1i1dices. porque i11l'ita11 al
oyente a estahlecer 1111a
crmexirín real entre su menre
y el ol�jew ".
Pci rce, C. S .
Op. cit.
E11 rnc111to /el individuo]
se declara focuror y asume
la le11g11c1, i111plo11 ta al ntm
dela11te de él. Toch1
e111mciació11 es, explícita o
implíciramc11fl'. 1111a
alocución. postula 1111
alocuwrio.
Bcnvcn istc, É. "El
aparato l"onna! ele l a
enunciación" ; en:
Problemas de Lingiiísric:a
Gc11cral 11. México, S i g lo
XXI. 1 978.
"Podr/a crcer.1·e que fe¡
tcmponlfidad es w1 111c1 1t·o
i1111ato del /J<!IISCl/1/Íe//to. éi,
realidad. es producida en la
e11um:iacifJ11 y por ella. De la
emmciación pmcede la
ÜHflmrt1cirJ11 de la categori'a
del /J/'"CSel/fe y de le, categorfa
del p1r:sel/le 11ace lo
categoría del tiempo. El
prese,m: es pmpiamente In
ji1eme del tiempo ".
Bcn venisle,
É.
op. cit.
"En primer término.
existe fa direc:ció11 o el
248 P
trata a l a vez de s ímbolos -es dec i r. de s ignos
q u e perte necen convenc ional mente al código d e
l a l e n g u a - y d e índ ices -signos q u e apu n ta n a u n
e leme n to consti tuyen te de l a situac i ó n comu n i ­
cativa - . Así, por ej emp l o , yo, vos, aquí y ahora
son palabras del léx i co espa ñ o l y. a l a v e z . índi­
ces del hab l ante, del oyente, del l ugar y del tiem­
po en q u e se concreta la comu n i c ació n respecti­
v a me n te .
M u chos l i n g ü istas s e refiere n a l estudio d e l a
enunciac i ón propo nie ndo el término d e deix is
(del griego, señalamien to, ind i cac ión). E l pri mer
trabaj o q u e estudia, precisa y siste máticamente,
ese fe n ómeno pertenece a Émj le Benveni stc y
data de 1 966* . Benve n i s te conside ra q u e la e n u n ­
c i ación es u n " proceso d e ap ro p i ac i ó n " d e l sis­
tema de l a lengua l levado a c abo por un locu tor.
Es te proceso de apropiac ión implica q u e se es­
tablezca una re l ac ión parti c u l ar e ntre el loc u tor
y la lengua, relación que determ i n ará l as carac ­
terísticas específi cas de cada acto de en unc ia­
ción.
B e n ven iste s e propone dar c u e nta del " ap ar_a­
to formal de la e n u n c i ación" -tal el nombre de
st1 artícu lo- es dec i r, de l as formas lingüíst i c a s
q u e remiten a l a_c to e n u n c i a l i vo . L o s prime ros
e l ementos c onstitutivos de u n proceso de e n u n ­
c i ac i ó n s o n e l l o c u t o r -el q u e enu n c i a - y e l
alocutario -aquel a quien se diri ge e l e n u ncia­
do-. A parti r de e l l os puede c once b f rse l a o rga­
nización de l as fo rmas l i n g ü ísticas indiciales de
dos maneras , seg ú n se tomen c omo base catego ­
rías gramatica les o semánticas.
Así, se dis ti n g u i rá n l os pron ombres persona­
les de primera y segu nda persona y las c o n s * Hoy que señalar los anál i sis precursores de R . Jakobsun (Es.wi.1· de
finguislique gi11érale , París : 1 9 63 ; C a p I X) y K . B ü h l e r
(Sprnr.:/11/ieo rie. .lmw: 1934)
trucc i ones que puedan sustituirlos ; l os pronombres
demostrati vos. los adverbios que sirven a la ub ica­
c i ó n espaci otemporal de los hablantes; los tiem­
pos verbales organizados siempre alrededor del
tiempo ele l a enunciac ión, es decir, del presente.
Se considerarán, además, las mod a l i zac i o nes de los
e n u nci ados en tanlo expresen una acti�ud de l locu­
tor h ac i a l o que enuncia (certeza, duda, etc .) o una
determ i n ad a re lac i ó n con el alocu tario (ordenar.
pregu ntar, etc . ) .
También e l problema d e la referencia - aq uello
a lo q ue eJ discurso se refi ere- está estrechamente
vi nculado a l a enu nciación: la m ayoría de los au­
tores coinc ide en que, en sí mismo, un en unciado
no es n.i verdadero ni falso; llega a serlo ú nicamente
en e l curso de u n a enunciación particular.
Para otros autores, el es tudio de la enu nci ación
se re l aciona con el de la sociolingüística d esde el
pu nto de vista de que, como acción particular, la
e n u nc i ación es objeto de u n es tudio total del com­
portamien lo en la sociedad. La p ragmática, en este
sentido, toma de la enunciación varias de sus c ate­
gorías fu ndamentales. La oposic ión introducida por
A u s t i n en tre fuerza ilocutoria y perlocutori a o po­
ne la es t ru ctura i n terna de un acto de habla a los
resu l tados de dkho acto . Lafuerza ilocutiva de una
frase imperati va, por ejem plo, consiste en el he­
c h o de dar u n a o r d e n a a l g u i e n : su fuerza
per locutori a, en el hecho de que esa orden se cum­
p l a . L a pragmática l i ng ü ís t i c a -en l a línea de
A u s t i n - só l o retendn:í en su c a mpo de estu d io la
fue rza i l oc u t oria.
Desde u na perspectiva d i ferente que, inclusive,
i m pl ica u n a nueva teoría de la enunciac ión , M icheJ
Fo u ca u l t especifica cómo, antes de la existencia
de c u a l q u ie r discurs o , hay u n orden discursivo por
objetiw, de lc1 acción (por
ejemplo, la d[fere11cia e111/t'
aserción e i11termgació11): en
segundo tér111i110. las
posicio11es refoti,,as del
locutor \' del alocumrio (la
d¡"ferem:ia entre pedido .\
o,rle11): e11 tercer lén11i1w, el
grado de compmmiso
asumido (la diferencia e111re
la simple expresión de
i11ter1ciórt y la pmmesa): en
cuarto tér111i110, la diferencia
en el co11te11ido p1vposicional
(la diferencia emre
predicciones y
compmbacirmes); en quimo
término, la diferem:ia e,, la
manera en que fa
pmposició11 se vi11cula con
los intereses del a/oc mor _,.
del alocutario (la diferencici
entre jactarse y quejarse,
ellfre advertir y predecir); c11
sexto término, los estados
psicológicos expresados( la
diferem:ia ef/fre la pmmem
expresión de intención- y fo
a.,·e1-ción -('..Xfm:!sW11 de
convicción-); e11 séptinu,
fuga,; lcL\' diferentes maneras
en que w1 emmciado se
relaciona con el reslO de la
com,ersación (ICI d1fere11cic1
efllre la simple resp11esw a
1111a réplica precedente y la
objeción a lo q11e acaba de
decirse) ".
Scarle, J. Speech Acrs.
Ca.mhridge: 1 969.
"Yo quisiera de1110.1·1mr
que el discw:w 1w es w1c1
delgada ,mpe1jicie de co11tacro
o de enfremamiemo emre 1111a
realidad y 1111a lengua, la
i11tri11cación de tm léxico y de
una eJ.periencia. Quisiera
demo.ftrar con ejem,,tos
precisos que 011aliz.a11do los
1impioJ diKtirsos se wJ c,)1110
r;;,:J 249
.1·c afloja el 1am o¡wre1ueme11te
1011 /tiene de las palabras y las
cns�1s ,, se desprende 1111
cmij1,;1/11 de rr!glm adl•cuadas
a lo ¡míc1ico di.w:11r.1·i1 1a, E.wa
mrea r:011.l'isfe en r,o tratar -en
dej(lr de lmfar- lns discursos
como cm1j1m1o.� de signns (de
e/e111e11fm úgn{{icanles que
envían o crmlenidn.� o
re¡,re.1·emocinnes). sinn como
¡míclicns q11cfhr111a11
sisremática111e11te /ns objetos
de lo.1· que lwhhm. E.I
i11d11do/Jlc que /0.1· discur.1·0.1·
esrá11frmrwdo.1· por ,1·ig110.I'.
pero lo que hacen es más que
111ili�ar r:.1·0.1· .ügno.1· pom
indicar rn.1·as. Es e.w: 111ás In
que los rnd1·e irred11ctihles a
la le11g110 y a la ¡wlo.hm. fa·
ese más In que hay que revelm
(. .. ) E11 el caso de que entre
/0.1· ohjelo.\', lm tipns de
emmcicwirJJ,. los r:nm:eptos, la.1·
eleccio11e.I /e111ática.� {de cierto
mímem de emmciadosf se
pudiem definir ww
regularidad (1111 orden.
corre/acim1es, posiciones en
fw1cim1w11ie111os,
1rc111sfnmwcim1es) se dirá, por
cmw�nciá11. que serrara de
una ·formación. discursiPa".
Foucault, M. "Las
re!!ularidadcs discursiv.:t<;".
E,;. Arqueología del Saber.
México. Siglo XXI;
U1 emmciocir5n se deji11l'
cmrw el 111cca11is1110 dl'
pmd11cció11 dl' un rexw. el
sw;i.:i111ie11tn en d tfi.w:ur.w del
sujeto de fci emmciacir511. la
in:1•ación del lu1bla11re e11 el
,\'eno de s11 ha/Jlo.
Kcrhrat Orccchioni. C U1
emmciliciún.
De la subjetividad en el
lenguaje. Buenos Aires,
el cual éste se halla determinado y que le impone
restricciones relativas a sus objetos, modalidades
enunciativas, estrategias, etc. En este sentido, los
enunciados producidos responden menos a un acto
de voluntad e inteligencia del hablante que a la serie
de determinaciones -reglas, normas, restricciones­
que condicionan su aparición y su régimen de exis­
tencia. Dichas determinaciones conforman, en con­
junto, la formación discursiva de la que el dis­
curso es parle.
Detengámonos ahora, un poco más en <letal le,
en las categorías que van a posibiEtarnos identifi­
car y analizar las huellas del acto de enunciación
en un discurso.
.,
,.,;.
A. l. l. LOS DEÍCTICOS
Siguiendo a Kerbrat-Orecchioni, "( ..) consi­
deraremos corno hechos enunciativos las hue­
llas lingüísticas de la presencia del locutor en
el seno de su enunciado, los lugares de inscrip­
ción y las modalidades de existencia de lo que,
con Benv eniste, llamaremos "la subjetividad en
el lenguaje"'.
En primer lugar, volvamos sobre el fenórne­
no ele la deixis. A la lingüística de la enuncia­
ción le corresponde anali.zar aquellas entidades
que remiten al "yo", al "aquí" y al "ahora"; en
este sentido. só.Jo deben entenderse como
deícticos aquellos términos que nos envían a la
situación de enunciación y no aquellos otros
que se refieren a algo dicho o escrito en otro
lugar del discunrn. Estos últimos son conside­
rados por la lingüística del texto en tanto for­
mas de cohesión textual, como elementos co-tex­
tuales, -anüforas o catáforas-, no contextuales.
En este sentido, la 3 º persona resulta fundamen­
ralmente cohesiva (es decir, establece solidari­
dades referenciales).
"Por deixis se eflliende
la localiwc:ió11 e
idem{ficació11 de personas.
o/Jjetos, eventos. pmce.rns y
actividaddes de las que se
habla o a las que se alude
en relcici611 con el contexto
espacio•temporal creado y
sostenido por la
e11w1cinci6n y por la r(pic(I
participación e11 ella de wr
solo hablante y, al meno.v.
un destinatario'.'.
Lyons. J. Semdntica.
Bílrcclona, Teide; 1980.
-:;-J:
_:-;i
El siguiente ·cuadro presenta las diferentes
unidades lingüísticas que se consideran
de.ícticas. En todos Jos casos, se indica su fun­
ción primordial y se incluyen ejemplos fuera de
contexto.
➔
Hacheue: 1984.
�251
.,
'_,
PRONOMBRES
pronombres personales y posesivos
de I º y 2º pcrs.
pronombres demosLr.:itivos
APELATIVOS
LOCALIZACIONES
ESl'ACIALES Y
TEMPORALES
TIEMPOS
VER0ALES
252 ��
yo, tú, vos,
nosotros,
ustedes.
vosotros. 1nc.
mi, te. ti. lu,
nos.etc.
Remiten al alocutor y
al alocutario.
este, aquí, acá
ese, ahí
aquel. allí. allñ
Indican la localización
espacial del locutor.
Remiten a la utiicnción
del locutor con
respecto a los objetos
a los que se re!ierc.
nombres propios,
títulos, términos
metafóricos, vocativos,construcciones que reemplacena la 1 º y 2º pers.
¡María!;
Excmo. Señor
Presidente; vos,
que toc:ís el
violín; yo. la
peor de todas.
adverbios, com•Lrucciones y verbos
indicadores de lugar
cerca, lejos.
dclanlc, dctnís,
ir, venir, entrar,
salir, etc.
Señalan un lugar
respecto de la posici611
del locutor.
adverbios o construecioncs advcrbialcs y verbales
indicadores de
tiempo
En este
momento,
ahora. ayer,
hace un rato.
acaba de.
dentro de un
momento, etc.
Expresan las coordcnadas temporales
respecto al momento
de la enunciación.
presente de enunciación, pretérito
perfecto compuesto o
(en Buenos Aires)
simptc;futuro irnpcrrccto o verbo ir+
a+ infinitivo.
(Hoy) voy;
(ayer) he ido/
fui; (maiiana)
iré/ voy a ir
Expresan el momento
de la enunciación y, a
p<1rtir de él, lo que son
tiempos anteriores o
posteriores.
Informan acerca de la
relación social cnlrc el
locutor y el nlocutario.
Indican evaluaciones
que el locutor hace del
otro.
En todos los casos en que se aborde un análisis de
estas u otras huellas que el sujeto de la enunciación deja
en su enunciado, conviene tener presente -y recordar a
nuestros alumnos- que la tarea no consiste en un simple
sei'talan1iento de m,u-cas sino, por el contrario, en un in­
tento de determinar qué efectos de sentido produce el
discurso como totalidad.
,,'
Las personas
Pa1tir del anáJisis de las personas gramaticales desde
el punto de vista de la enunciación sirve para iniciar a
nuestros alumnos en el análisis del discurso. Así, Lyons
(Op. cil) explica la función de los los pronombres perso­
nales remitiendo a Jaetimologíade los té1111inos "primera
persona", "segunda persona" y "tercera persona". Lapa­
labra l:.Hin:.i " pe rsona" , que significa má...:;cara de actor,
persorn.tje de un drama o papel , se empleó para trnducir
una palabra griega que , según los gramáticos, deriva de
la concepción metafórica del evento lingüístico como un
drama en el que eJ papel principal está representado por
la primera persona, el papel antagónico por la segunda y
tocios los demás por la tercera. El té,mino "tercera perso­
na" queda negativamente definido con respecto a los otros
c\os porque no tiene una función efectiva como pmticipan­
te tal como ocurre en el cwm de la primera y la .segunda.
Los enunciados regidos por la tercera persona, a pesar
de que puedan estar modalizados subjetivamente. esca­
pan a la condición de la deixis y remiten a una situación
de ap�LI'iencia objetiva. Por esto se sotiene que "él" es un
no-deíctico.
Para Bcnvenistc, "yo" no puede ser definido más que
en ténninos de locución, es decir, que significa la perso1u1 que enuncia una detenninada instancia de discurso y
que contiene. a b vez. a "yo" como categoría lingUística.
Por lo tanto. hay una doble instancia: un "yo" referente y
un "yo" discursivo.
Benveniste considera que las formas gramaticales
"yo" - "tú" son las que convierten al lengu:.ije en discur­
so. El "yo" introduce de inmediato la situación de alo-
9253
(. .. ) "yo '' l'.I' el illllil'itliw
411c em111cin !t1 prcse111e
i11.1·tn111:ir1 r!f, di,1·c11J",\·o c¡111:
r:011ricll(-' In i11.1·1mir:io
lingiifslico "yo ".
Bcn vcn istc, 1\ " L<.1
11..1t uralc1.a de h1s
rronumhrc,;" en: 0/J. ci1.
L:ución y se obtiene para "tú" una definición simétrica en
tanto individuo al que se dirige la alocución en la instan­
cia de discurso que contiene la i nstanci a li ngüística "tú " .
Cu ando el .ind ividuo pa rte del "yo" para estable­
cer una rel ación . planrea neccsariimente a un "tú"
que cs. para él, la ú n ica "persona" imaginable. Esta
CLw [ i ctad del "yo" en tanto interi or al enunciado y
ex terior al "tú" -exterior pero <le un modo que no su­
prime la realidad humana del diál ogo- definen al "tú "
cmno la persona no-subjetiva frente a l a persona sub­
"El· ide11tifh:á11do,1·e
r:011w ¡n:nonn (i11ica 1¡11c
jet iva que el "yo" representa. Estas dos personas se
/JIYHW11cir1 'yo · r:111110 cuda
npondrán j u nt:1s a la forma de la no-persona: "él".
11110 de los i111erlou1rores .l'l '
Parecería que rodas las relaciones planteadas en­
pone .1·110!.1·i 1·r.11111:11re co1110
.las tres fonrn�s del si ngu lar deben mantenerse al
rnjclí!. El empleo tiene.
sc1· t ranspuestas al pl u ral. El "ustedes" o el " vosopues, 1;01110 cn11rliciri11 /(¡
sit11acirí11 de dis,:11r.1·0. (... )
1.!'\')�" sefíalan a la pluralidad de alocu tarios de un "yo".
E.1· estt1 pmpiedod lo q11e
Sin e mbargo, la pri mera persona vuelve a plantear
Jiuu/a el di.w:11r.1'0 i11divid11al.
un problema ccntr�\I. Ensefíamos a nuc.5tros alu mnos
en el q11e ctu:/(1 {oc111or
qi.ti:.: el "nosotros" es la primera persona del plural
a.rnme por .rn cueota el
c u a n do, desde el punto ele vista ele la enunciación,
le11g11r(ic 1:ntero. El l,áhito
nos lwcefcícili11e11re
cu mple ese papel en escasas ocasiones; por ejemplo;
i11se11.�ihíe.1· a l'Sf,7 d{f'ere11rio e11 <.:! Preámbulo ele nues t ra Con sti lución ("Nos, los
¡nr!/i111dn c11rr1' el le11g11n)c'
co;110 .1·i.1'fe111a di.' signos-y el Cons_ti tuyentcs ..,. "), en una carta sol icitada ("Noso1.ros, los abaj o firrnílnles") o en un reci tado colectivo.
leng11t.(ir' a,1·111//ir/(I como
Pero en tocios aquel l os casos en que, frente al aula,
cjen:icio por el i11di11ic/11r, ".
Be11vcn istc. É. "La pronunc.iarnos frases clel tipo "Hoy vamos a esrndiar
11atuml,.?.c1 de los el lem:1 . . . " la pri mera pers9na i n vo l u c ra al " y o "
¡wo110111hn;s" 1;11: Op. cit.
cnunci ador y al " tú " s ingular_' o pl u ral que . ese "yo"
define corno cm1 nc i a 1 :irio. Para e.l caso en que el " no­
sntrns" es igual u "yn + tú si ng. o pl." Be·nvcnistc
p ropone. el té rn1 i no de nosotros inclusivo. El " noso­
t._r�s" será exd usi vo cuando equi valga a " yo + éJ sing.
u ·pt." : por ej em plo, cuando anuncio a los alumnos
" lo.-; profesorc.,;; que estuvi mos reun idos decidimos ... " .
En algunas ocasiones, el nosotro:; puede alcanzar l o
que se defi ne cm_no extensió1t nuíximu, es decir, l a
i nclusión de ''yo+ t ú + é l " . Así, p o r ejemplo, e n el
marco de u n disc u rso pol ítico. un enunci ado del tipo
" l os argenti nos debemos cncarc1 r. . " . En general. dad o
,.n�
que la referencia de la tercera persona no se encuen­
tra en la situ ación comunicativa sino en el cotexto,
"él " funciona como un_ítcm cohes ivo que resu lta ac la­
rado en otro l u gar del texto:
El análisis de las formas personales permite de­
termi
nar el grado de compromiso del locutor y el gra­
.
do ele presencia del alocutario. De manera general,
- las formas plurales expresan una persona ampliada
que se vuel ve difusa y que, en el caso del "nosotros",
puede ope rar por emborronamiento.
A los usos citados del pronombre "nosotros " cabe
agregar, fi nalmen te, el llamado nosotros retórico o
mayestático que remite , desde el punto de v ista de la
enunciación , a u n solo "yo".
Anal ice el uso de los pronombres en los siguientes fragmentos:
"( . . . ) No debemos, no hemos de ser nación marítima. Las costas del Sur
no valdrán nunca la pena de crear para ellas una marina. . . No. No hemos d e
ser nación marítima, líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros d e in­
tentarlo . . . "
D.F. Sarmiento. El Nacional, 7/7/ 1 879
"( . . ) no se trata de una zoncera en si, sino todo lo contrario . Se convirtió
en·-zoncera porque el mismo Alberdi le imprimió un sentido autoden igratorio
que analizaremos a continuación".
A. Jauretche. Manual de zonceras argentinas
" Nuestro país vivió una década, la del '70 ( ... ) Los argentinos no fuimos
ajenos a ese destino.( . . . ) este pasado de lucha entre argentinos, de mue rte
fratricida, nos trae a víctimas y victimarios desde el ayer intercambiando su
rol en forma recu rre nte. ( . . . ) Para ellos, para quienes en este t rance perdie­
ron a los suyos, no son estas palabras ( . . . ) Para el resto, para quienes tuvi­
mos la suerte de no perder lo más querido en la lucha entre argentinos, es
que me di rijo.
Gral. Balza. Tiempo Nuevo, 25/4/95
,;:;:i 255
Es importante plantear algunas observaciones más
acerca del uso de los pronombres.
• En algunos casos, el "tú" tiene por función "per­
sonalizar" enunciados impersonales construidos
habitualmente con el indefinido "uno" o con "se":
("amigo", "alumno"), términos que denotan parentes­
co, metáforas ("tortura de mi alma") o adjetivos pue­
den emplearse para designar, al igual que las peronas,
al locutor, al alocutario y a aquel de quien se habla: el
dclocutor. Así. para empicar la terminología de Kcrbrat­
Orecchioni, se los llama respectivamente apelativos
/ocutivos, alocutivos y delocutivos*.
Todo apelativo comporta una evaluación subjetiva
desde el momento en que es proferido por el sujeto de
la enunciación. Por otra parte, en el caso de los
apelativos de primera y segunda persona, posibilitan
la identificación de los participantes de la enunciación
y, en este sentido, son considerados una clase de
deícticos. Además de presentttr un carácter predicativo
-lodo apelativo conlleva un significado respecto de una
persona- los apelativos manifiestan la relación social
que el locutor establ.ece con la persona designada.
El uso de la no persona (él) en lugar de la segun­
da, funciona como una marca de extrema distan­
cia y de reconocimiento de una .instancia jerfü-­
quica supenor:
• Emplear "yo", "nosotros" o "él" en lugar de la se­
gunda persona implica subvertir la relación de re­
ciprocidad locutor/alocutario. Este efecto puede
generarse asumiendo la palabra en lugar de un _ser
que no puede hablar, considerando al aloculario
como una tercera persona exterior a la situación o
implicando al yo en una situación de la que no
forma parte:
Analice el uso de las personas y los apelativos en el siguiente frag­
mento:
Los apelativos
Cuando un término o una construcción son em­
pleados en lugar de las personas se convierten en
apelativos. Nombres propios, sustantivos comunes,
títulüs. términos que expresan una relación social
256 '8-�
,
Bebé Rocamadour, bebé bebé. Rocamadour:
Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mi­
rándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no
lo creo, te escribo porque no sabés leer. Si supieras no te escribiría o te
escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes
bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour.
Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que
secarme el. dedo porque se moja de lágrimas. ¿Por qué, Rocamadour?
No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que
había preparado para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour,
el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría
mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería
volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró cómo el conejito
movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio,
algún día comprenderás, Rocamadour.
J. Cortázar. Rayuela
"' Kcrbra1-0n:cd1ioni. C. O¡ ,. cit.
�i=l 257
_J
,--------------------------------- ----=--------------- ---- --¡,
Las localizaciones espaciales y temporales
ron La Bastilla. En ese entonces, se _usaba la guillotina.
Ahora se emplean otros métodos de control").
El momento ele la enunciación es siempre el ahora,
el presente o TO. Respecto de ese TO será posible esta­
blecer retrospeéciones o "idas hacia atrás" ("ayer", "hace
una semana'') y prospecciones o "idas hacia adelante"
("maílana", "dentro de un ralo").
Los pronombres demostrativos y los adverbiales
son considerndos deícticos en tanto su funcionamiento
semántico-referencial depende de la ubicación de los
participªntes en el context o enunciativo. Para
Benveniste, estos "índices de ostensión" implican un
gesto que designa a un objeto al tiempo que es pro­
nunciada la instancia del término. Las localizacio­
nes espaciales deícticas, además de relacionar al lo­
cutor con el objeto que designan (este, ese, aquel),
estmcturan el espacio en un sistema ternario: agu.í/
acá indican la proximidad con respecto al hablante;
ahí, la proximidad con respecto al oyente, allí/allá, la
ubicación en el campo de referencia de la tercera per­
sona o la lejanía con respecto al hablante.
Es conveniente puntualizar que otro s adverbios de
lugar como lejos, detrás, abt�o o verbos como ir,vcnir,
entrar, salir pueden funcionar como deícticos en tan­
to se relacionen con el sujeto de la enunciación.
Los tiempos verbales
Los tiempos verbales, por su parte, permiten dife­
renciar un discurso en ténninos de narración o co­
mentario. Las formas temporales expresadas a partir
ele los verbos presentan una recuJTencia mucho mayor
que las dadas a partir de Jos adverbios o construccio­
nes adverbiales. Así, se organizan integrando conste­
laciones en las que predomina un tiempo determinado
( Tiempo base) asociado a otros tiempos que sirven
para expresar las retrospccciones y las prospecciones
respecto de ese T b.
El presente de enunciación como T b., asociado al pre­
térito perfecto (en Buenos Aires, sobre todo en la lengua
oral, al pretérito peifecto simple) y ,u futum simple o com­
puesto (tmnbién la constrncción ir+ a+ infinitivo) cons­
tituye el gmpo de los tiempos comentativos.
Esta función deíctica no debe ser confundida con
la cotextual ("Más abajo [en el texto] nos referire­
mos al tema... ") ni con la localización espacial abso­
luta que no tiene como referente ni el lugar en que se
sitúa el emisor ni otro lugar del texto (" En algunas
zonas de 1a Patagonia el clima es benigno").
Los adverbios de tiempo, así como las formas ver­
bales, permiten localizar un acontecimiento sobre el eje
antes/después respecto de un tiempo (T) detenninado.
Este T puede significar una referencia temporal absolu­
ta ("En 1789 los franceses tomaron La BastiJla"), una
referencia cotextual ("En 1789, los franceses tomaron
La Bastilla. En ese entonces, se usaba la guillotina''), o
una referencia deíctica ("En 1789. los franceses toma258 r;,-:i
\
'
11
1
¡
,
I
i:;¡:l 259
1,
1
"Al empicar los tiempos
del comc11rario lwgo saber
al i11rcrloc11f0r que el texto
merece de .rn porte 11110
are11ciá11 vigilwlle (grado
de alcrui /). Cm, los
tiempos 11aiTafivns. e11
cambio, advierto que otra
escuchn más distc11dida es
posi/;le (grado de a/cr,a
11)".
Wcinrcich, H. Estructura y
fú11cMt1 de los tiempos en el
/eng11ciie. Madrid,Gredos;
El pretérito perfecto simple combinado con el
imperfecto como tiempos base, asociados con el
pretérito pluscuamperfecto y el condicional para
las retrospecciones y prospecciones respectiva­
mente, confo rman el grupo de los tiempos
narrativos.
1975.
ción. Weinreich agrega una tercera: la puesta en re­
lieve. La puesta en relieve da cuenta de la función que
cumplen algunos tiempos verbales en cuanto a pro·
ycctar ciertos contenidos a un primer plano y relegar a
otros. El pretérito imperfecto, en el marco de una na·
rración, lleva las acciones a un segundo plano con res­
pecto al pretérito perfecto simple. En el comentario, la
posibilidad de situar contenidos en un primer plano
está dacia por los gestos, el tono, los datos situacionales.
El enfoque de los tiempos verbales que acabarnos
de presentar resulta, por .lo general. mucho más acce­
sible a nuestros estudiantes que el mero 1.istado
H1cmnríst:ico de nombres y conjugaciones. El alumno
recupera su saber en cuanto al uso de los tiempos y,
cuando esta perspectiva se completa con la que con­
cierne a las modalidades, es capaz de reconocer la uti•
lidad de diferenciar modos y tiempos verbales.
El cuadro que reproducimos a continuación sinte­
tiza las tres dimensiones consideradas para cada uno
de los "mundos verbales": el mundo narrado y el mun•
do comentado.
Perspectiva
La oposición entre el grupo de tiempos del mundo
narrado y del mundo comentado caracteriza, según
Weinreich una determinada actitud de comunica­
ci6n por ;arte del locutor que, a su vez, exige al·
alocutario una reacción correspondiente. Los tiem­
pos comentativos requieren, según este autor, una
atención mayor que los narrativos.
Las categorías retrospección y prospección -infor­
mación dada como anterior al tiempo base e infor­
mación anticipada- son reunidas por este autor bajo
el concepto de perspectiva de locuci6n. La perspec­
tiva de locución permite poner en discurso la coinci­
dencia o la divergencia entre el tiempo de la acción Y
el tiempo del texto.
A las dimensiones de actitud y perspectiva ele locu-
Hctrospccción
MUNDO
COMENTADO
prcl.
perf.comp
Actitud
T.b.
Prospección
presente
futuro
l º pl:1110 2° plm10
prcl.pcrr.
simple,:--
pt·et
MUNDO
NARRADO
piuSClltllll-
pcrlccto
pret.
perfecto
simple
condicio11al
Puesta en relieve
grndo
de alerta 1
gestos
tono
grudo
prcl.
pc1fccto
simple
de alcrw 11
prcl
impcrfccto
pre\.
i111perfct:to.
'� Incluimos d pretérito perfocto simple corno rctrospccción delco­
mentario dado que su uso es muy frecuente en nuestro pnís.
�261
260 r;,;::i
Los conceptos de comentario y narración -dis­
curso y relato histórico en términos de Benveniste­
han sido planteados para dar cuenta del funciona­
miento de la lengua, lo que implica necesariamente
una abstracción y una simplificación. En realidacl,
es dificil encontrar un relato que no incluya seg­
mentos comentalivos. El caso inverso, si bien es
menos frecuente, también es posible. Los textos
periodísticos analizados en el capítulo II respon­
den. en general. al relato que incluye segmentos de
comentario.
"Muchas cosas cambiaron en el Zoológico durante más de cien años.
En la primera década del siglo, se desarrollaba alli una amplia actividad
cultural. Bandas musicales animaban las tardes de domingo desde el
Pabellón de la Música y sobre Sarmiento, frente a la Rural, existia una
señorial confiteria que desplegaba una amplia terraza sobre el parque.
Había casitas donde se servía leche recién ordeñada y los chicos podfan
dar una vuelta en el lomo de un elefante.
Hoy, el Jardin Zoológico sigue siendo una de las grandes atracciones
porteñas: recibe más de tres millones de visitantes por año sin contar a
los escolares. Cuenta con un servicio especializado de veterínaría y un
laboratorio de análisis c/inícos y bacterofógicos".
1
i
1
1,
1
;I
!,
"Cada ve=: q11e dentro de un relato histórico aparece un discurso, c11an­
dn el historiador. por ejemplo, reproduce las palabras de 1m personaje o
inten'iene para juzgar los hechos, se pasa a otro sütema temporal: el del
di.1·c:urso. (. .. ) Por la elección de íos tiempos verbales y de las personas, el
discurso se distingue ciaramellle del relato. El discurso emplea libremente
todos los pronombres personales, tanto yolttÍ como él. Explícitas o 110. las
re!ac:iones elllre las personas gramaticales están presentes siempre. Por
eso. la tercera perso1Ia 110 tiene el mismo valor que en el relato histórico.
En ésre, el narrador no i11tervie1Ie; la tercera persona no se opone a 11i11¡;u11a orm. Ella es. en realidad, una ausencia de persona. En el discurso, en
cam!Jio, 1111 locutor opone ww no-persona (él) a una persona (yo/tú)".
Benveniste, E. "Las relaciones de tiempo en el verbo francés" en: Op. cit.
Reconozca en los siguientes fragmentos, los segmentos narrativos y
los comentativos. Analice la perspectiva y la actitud de locución y diferen­
cie los contenidos proyectados al primer plano.
"El radicalismo habla acertado a asumir una causa que era nacional, que no
estaba parcializada a zonas geográficas, intereses económicos o clases socia­
les. A su alrededor, cada vez en mayor medida, se irían nuc/eando fas grandes
mayorias populares, sintiéndose representadas por este partido y su intransi­
gente conductor. No debe extrañar, por tanto, que las masas volvieran a exaltar­
se tras las nuevas banderas".
Félix Luna. Yrlgoyen.
262 ,:;;::i
i
1'!
Con respecto aJ presente, definido hasta ahora
como tiempo base del comentario, es conveniente
hacer ,1Igunas aclaraciones.
A partir de su estatuto de "grado O" del sistema
verbal, el presente posee un valor polivalente que
puede ·oponerlo a los tiempos pasados o futuros, o
bien puede otorgarle un valor no temporal. En este
último sentido, el presente es susceptible de integrar
enunciados que, por medio de un adverbio, expresan
el pasado o _el futuro:
'
El presente de la enunciación no debe confundir­
se con el presente universal, de definición o genéri­
co. Éste constituye una forma a-temporal que es pro­
pia de cierto tipo de enunciados como las máximas,
los refranes. las definiciones.
i
El presente histórico es aquel empleado en el re­
lato o mundo narrado en lugar de la alternancia
r;¡;:i263
¡
_J
pretenro perfecto simple/pretérito imperfecto. Si
bien genera cierto efecto de grado de alerta 1, el pre­
sente histórico "achata" el texto en la medida en que
no deja transparentar la puesta en relieve de las ac­
ciones.
Determine qué uso del presente predomina en estos fragmentos:
"Yrigoyen permanece hasta el día 11 en el regimiento 79 de La Plata.
Durante su estadía lo visitan algunos amigos. Está muy decaído. Su fa­
milia le preocupa obsesivamente. Ignora todavfa la destrucción de su
casa y demás estragos. Su médico lo asiste".
Félix Luna. Yrigoyen
"Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los
años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de monta­
ñas, de bahias, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instru­
mentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descu­
bre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara".
Jorge L. Borges. "El Hacedor".
A. l. 2. las modalidades
Las categorías que abordamos a continuación, a pe­
sar de ser de las más interesantes para el análisis de la
subjetividad en el lenguaje, siguen ofreciendo bastan­
te resistencia a la reflexión lingüística. Sus medios de
expresión son de una desconce,tante variedad y no pue­
den describirse, en general, por medio de las clasifica­
ciones gramaticales o léxicas habituales. ¿Cuál es el
privilegio que ostentan las modalidades? Fundamen­
wlmentc, trascender la división del enunciado en suje­
lo y predicado para referirse a la rowlidad del emm­
ciado haciendo del sujeto de la ent1nciación su punto
de referencia.
Charles Bally, prect1rsor indirecto de la teoría de la
enunciación. es el primero en emplear sistemáticamente
la noción ele modalidad. Bally creía necesario distinguir,
en todo acto de enunciación, el contenido represenlado,
intelectual -llamado diclum-y la actitud adoptada por el
sujeto hablante ante ese contenido -llamada modus o
modalidad-. El dictum correspondería al contenido
proposicional. a la puesta en relación de un predicado
con un !;ujcto. mientras que la modalidad remitiría a la
operación psíquica que tiene por objeto a.l dictum.
Para Ba!ly. la relación entre dictum y modalidad si­
gue una escala que va desde lo explícito hasta lo sintéti­
co (la modalidad .incorporada al dictum) y propone un
ejemplo significativo en el que -dada una serie de enun­
ciados- el clictum se mantiene constm1te:
"/.,(1 modalidad es lo
forma lingiiísrirn de 1111
juicio intelect!tal, de 1111
juicio afectil'o o de 1111c1
volwttad que w1 rnjero
pe11sa11te e111111cio a
propósito de una
percepcirJII o de 1111a
representcu:irín de su
f!\f)ÍI l(U
Bally, C. "Synlaxe ele la
modalité explicite". Cahiers
de Fcrdirwnd de S<tussurc
(1942). Citnclo por
Mai11guem1u. D.
lntrodiu:ción a /0,1· M,:rodo.1·
de Análisis del Discurso.
Buenos Aires, HachcLtc:
1980.
"El objeto literario es un trompo extraño que sólo existe en movimiento."
Jean P Sartre. ¿Qué es la literatura?
i• ·
264 ¡;,::i
G:J265
,¡
1,
En el ejemplo puede observarse que el modus pue­
de realizarse ya sea por medio ctc un verbo modal
con un sujeto modal explíclro y destacado (a), ya sea
sin sujeto modal pero con un giro ad verbi<.tl
modalizante (c), ya por un modo verbal (e) o por un
verbo auxiliar modal (d); del mismo modo, la moda­
lidad puede presentarse explícitamente (a) y (d) o no
(b). El caso extremo, no lingüístico, estaría dado en
los puntos (h) e (i).
Siguiendo a Mainguemrn (Op. cit), consideraremos
las; modalidades a partir de la diferenciación entre mo­
dalidades de enunciación, de enunciado y de mensí.tje.
<:t cabo una determinada acción. El modalizador típi­
co del enunciado imperativo es el n1odo verbal. Sin
embargo, incluímos también en esta categoría las
construcciones con auxiliares "haber", "deber" y "te­
ner'' y las proposiciones del tipo "es necesario que",
"es obligatorio que", "ordeno que", etc. El futuro com­
binado con la segunda persona también implica una
orden.
,,
. .. '
I
1-..:.i
,·•.
,,,,,¡
t�•:1
:¡1
Las modalidades de enunciación
Las modalidades de enunciación remiten a la re­
lación que se establece entre los participantes en la
situación comunicativa. Un enunciado sólo puede
presentar una modalidad de enunciación: aseverativa,
interrogativa, imperativa ...
La modalidad de enunciación aseverativa expre­
sa una relación interpersonal a partir de Ja cual el
hablante se compromete con el oyente en cuanto a
que su enunciado es verdadero.
¡•,1
'I
Evidentemente, el análisis de las modalidades de
enunciación se relaciona con el de los actos de habla.
El acto de ordenar, por ejemplo, implica cierta rela­
ción jerárquica que se desdibuja en la mayoría de las
otras costruccioncs de matiz imperativo. Asimismo,
el derecho de interrogar no se adjudica a cualquiera
y remite a un tipo particular de relación social; reci­
bir una pregunta obliga al receptor a con tinuar el dis­
curso, a responder.
,,
¡;1.I
[¡.
,]!),;
llnl
i"I
r11:i1
1 ¡ 1-'
,:,H11
i1
l·',I
¡,,'.·!1,¡
Las modalidades de enunciado
La modalidad interrogativa implica, en general, eJ
deseo del enunciadorde obteneruna respuesta por parte
del enunciatario. En el caso de las preguntas retóricas,
lógicamente, el efecto de sentido es diferente.
Mediante la modalidad imperativa el locutor hace
saber al alocutario su deseo o necesidad de que lleve
266 �.::i
' '
l¡''
'Í.
1
¡!:ii'
Las modalidades de enunciado no se apoyan en
Ia relación hablante/oyente sino que caracterizan la
actitud del sujeto de la enunciación con respecto a su
propio enunciado. Las modalidades de enunciado se
clasifican en modalidades lógicas -el hablante se
posiciona en cuanto a la verdad, probabilidad, certi­
dumbre de lo que enuncia- y modalidades apreciativas
-e! hablante expresa valorac iones afectivas o
apreciativas como felicidad, tristeza, rechazo-.
·.:¡,-:
',,i,¡,,¡¡
.,,
11
I il
r:;,::i 267
'1j
1; 1
'!
Es necesario tener en cuenta que en todos los ca­
sos la modalidad que interesa a un análisis de la sub­
jetividad es aquella que resulta extraprcdicativa, es
decir, la modalidad que afecta al enunciado comple­
to y no sólo al verbo. Así, un enunciado como
Dentro de las modalidades de enunciado lógi­
ras nos interesa distinguir especialmente aquellas
destinadas a reforznr una aserción de aquellas que,
por el contrario, la restringen en sus posibilida­
des.
presenta un adverbio modal que modifica al ver­
bü como circunstancial. La paráfrasis que corresponde
a tal enunciado, por lo tanto. es la siguiente:
En el caso citado, el hablante no expresa su eva­
luación, su apreciación respecto de la totalidad del
enunciado sino solamente respecto del verbo "con­
cluir". Así, puede predicarse la falsedad de tal enun­
ciado:
Si, en cambio, nos encontramos con el enunciado
Los adverbios y construcciones adverbiales no
constituyen el único recurso para restringir o re­
forzar una aserción. El condic.ional; el futuro aso­
ciado con la tercera persona; verbos modales como
"suponer", "creer"; el auxiliar modal "poder" com­
binado con el subjuntivo. también reducen el sen­
tido de certeza que el hablante puede imprimir al
enunciado.
"(... ) la lengua
110
pre.w:nta w1 sistema
e,,ide111e y .\'imple de
111odafidt1des Mg iws:
seg11rnme1/fe tiende 1mís
bien ti la prohahi/idad que
a la certid11111bre; ¿qué
decir de ciertamente? No
puede decirse r¡ue
cicrtarncnLe y seguramente
sea11 el correlato exacto de
cicrlo y seguro. No hay más
que e1·ocar fa complejidad
de los verbos /lamado.1·
'modales' para comprender
c11á11tas d!"ficttlwdes
provoca la 11ocir)11 de
modalidad de e11w1cifülo ".
Mainguenau. D. Op. cit.
debemos plantear como paráfr asis
.t'�".<,}.:'?�!'ti.'..'t'f,� :."'.�"'.'.'f�i'?.\.-':'}." :· ·_:"J;'fl{;<t,r··,{f¿,¿¡4f�1� .":';)t:!f::'Z:·"'f, '_ ¡;.'J.Í;
(·,t> r+ 'iY:o· me. �i�_n to_:f�I i fde q uC•.l.� "jbrri_·4dá•füiYa·.cOn�:_:J
:{�·�) i
,;;:}
1
r�J�T�.?.�J:tit
· �' )l-:::t� \:':i1�i_\\·{t,�x:;:;: V�::tRr
y nos resulta imposible aplicar una negación
modal:
El modo indicativo y verbos modales como "sa­
ber'', "comprobar", "observar", por su parte, refuer­
zan las aserciones del hablante*.
Sólo en este segundo caso hablaremos de modali­
dad de enunciado: un juicio lógico o apreciativo que
"tiñe" de subjetividad a tocia la proposición básica.
No consideramos :1yt1í l:1s modalidades de enunciado d1:ñ111ict1s.
''flÍst611ict1.1· r 1•11/eicas. Pt1rn un estudio profundo de l:i modalidad de
enuncind(l. co11:-111lc VL111 Wright. G. Enm_\'O 1fo lógfr:ú 11wd1d. Bue"
110s Aires, Santing<1 Rueda: 1970 y Greimns. A. J. Dd .w-111ido 11.
r/;}'.':')" ..:;¡: /'•' ·•�;", /_,--;: · ·t "¡¡,':.;> .�..rt·""n_:::J!/,..1·):;'> ,,". �;,� j. '"-,·. ·:
-:'. :i,.�':Es,fo\so·: ,que:. fe I iznierite,� lh jdtilada:-hí.lyá:c'o"nC I ú. id O".'
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26s
sc:1
1,
,,
Madrid. Gredns: 19�9
i:;¡::l 269
11
il
En cuanto a las modalidades de enunciado
apreciativa,r, su diversidad es tal que resulta altamente
problemático clasificarlas:
'
;.
'!
,,·
1
1
1
i
Las modalidades de mensaje
El análisis de las modalidades de mensaje rn­
tenta dar cuenta del valor modalizador de ciertas
transformaciones sintúcticas. Partiendo del orden o
estruturación normal de la frase, es posible sostener
que hay una predisposición de Jas diversas transfor­
maciones sintúcticas hacia la producción de deter­
minadas .incidencias semánticas. Conviene tener pre­
sente, sin embargo. que esa predisposición puede,
en algunos casos, resultar neutralizada o invertida
en el funcionamiento efectivo del discurso o en el
marco de algunos tipos textuales. Así, por ejemplo,
las estructuras sin tácticas complejas no resultan ex­
trañas en el marco "congelado" del discurso jurídi­
co:
Aquí nos centraremos fundamentalmente en tres
transformaciones sintácticas: la tematización, lapa­
sivoción y la nominalización.
El lingüista inglés Hallidai9 propone la consi­
deración de dos componentes de la oración: el tema
y el rema. El tema, para Halliday, es, en cierto sen­
tido, el "sujeto psicológico", es decir, el elemento al
cual se "engancha" el resto ele la oración, el elemento
esencial, destacado por su posición inic.ial. En es­
pañol, en el común de los casos, el tema coincide
con el sujeto gramatical y el rema con lo que se pre­
dica de él: pero diven:,as transformaciones permiten
poner en posición de tema a otros constituyentes.
Estas operaciones de tematización tienen una im­
portante incidencia semántica y brindan la posibil­
idad de una interpretación ideológica.
Analicemos dos titulares:
1'' H;1lliday. M.A.K. "Eslructtll"a y 1·unción cld !cngu:1jc". en: Nm·110.1·
Jlori:mlf('.\" tle fa Lingiiístirn. Madrid, Alian7.:'l Universidad: 1975.
�,� 271
En el cnso anterior, se desplaia a 1a posición ini­
cial el circunstancial de modo de lo cual se despren­
de C]Lie el cronista quiere destacar lo accidental de la
muerte y no la muerlc en sí.
En el ejemplo 2) la tematización del predicativo
supone la siguiente estructura subyacente:
11
,.
,.
'
i.
Otro tipo paiticular de tematización está dado por la
puesta en relieve por medio de "es ... que/ quien/ lo/ etc.".
1
l
!
1
i
:1
1
:,,'I1
"
, La transfoniwción pasiva está ligada directamen­
te al prob�ema.del téma: de ella resulta la colocación
del objeto directo en posición inicial y conseCLiente­
mente su conversión en tema.
Mediante la pasivación. el tema -que en las frases
activas está ocupado por el agente de un proceso-pasa
a estar ocupado por el objeto que, de ese modo, se
vuelve.focal.
<
272 C'!"-::::'l
Pero no sólo se da preeminencia temática al obje­
to: en la pasivación, además, puede ser omitido el
agente.
La construcción pasiva tiene un poderoso efecto
neu�ralizador sobre Ja acción o el proceso que se trata
de comunicar. En la pasiva se introduce el auxiliar "ser"
de lal munera que el participio empieza a parecer un
atributo adjetival del sujeto pasivo. Los procesos, cuan­
do estün bajo el control d� sujetos activos, implican la
posibilidad de inódific"ación; los estados, en cambio,
son percibidos como inalterables y, por ello, como algo
que hay que aceptar tal como se presenta.
Otro de los posibles efectos _de la pasivación es
que la supresión del agente en una serie de oraciones
cree una especie de emborronamiento: algunos de,los
age.nlcs son suprimidos porqu·e ya fueron i-nenciona­
dos o porque se pueden reponer fácilmente recurrien­
clo al contexto y esto genera en el lector la "confian­
z,1" en que todos l_�)s agentes suprimidos son igua!1úc1He f.kiles de recuperar.
LiJ llamada pasiva con se ("Se hiZ.o el identikit"/
"Se hicieron Im/ identikits") �construcción
endocéntrica verbal c0n forma pronominal de terce­
ra persona refleja- se contamina, en tina serie, con Ja
construcción impersonal con se ("Se condenó a los
clelincuentes"/"Sc trata de un doble homicidio") que
no :idmite .sujeto y prC.senta el verbo sólo en singular.
La 11011,inoliz.udón -transformación que reduce una
oración enlcrn a su núclcó verbal y convierte ül verbo
en sustantivo- requiere también, algunas consideracio­
nes.
La supresión de agentes y la reducción sint{tctica
que la acomp;.iñ:1 pueden dar como resultado ciertos
compuestos de apariencia nominal.
J
1
r;¡:i 273
ideológico: la nominalización, al pennitir la supresión
de la referencia al agente y a! afectado, despersonaliza
e, incluso, drena ele! lenguaje el sentido de actividad.
Estos compuestos estún comprimidos en frases
nominales o "nominalizados", de modo que pueden
ocupar en ta estructura sintáctica posiciones que ocu­
pan ordinariamente los sustantivos o adjetivos.
. .
La nominalización de un proceso que resulta cod1f1cado en una fo1111a lingüística compacta, sirve p�U"a cris­
talizar un nuevo concepto y para hacerlo memorizable.
La forma compacta que implica toda nominalización otorga a ésta función rcsuntiva o ele resumen.
_
El proceso de codificación de la experiencia me­
chante la invención de especímenes léxicos se cono­
ce como relexicalización. Es utilizado ampliamente
en la creación de las jerg,1s especü11izadas, y signifi­
cativamente, estas jergas implican a menudo siste­
mas, campos de términos relacionados, clasificacio­
nes sistemáticas de conceptos.
De alglln modo, entonces, se pide nl lector del
ejemplo 1) que acepte un principio clasificatorio par:a
los "esclarecimientos". Una vez iniciada esta relex1ca\ización podrá extenderse a un sistema o campo
que incluirá , por ejemplo: "esclarcci�i�nto t�t��I",
"esclarecimiento parcial", "no esclarec1m1cnto , en
vfos de esclarecimiento", etc. El lector no puede es­
tar seouro de hasta, dónde se extiende el sistema de
clasificación especializado del cronista de policiales.
En t�mto formas contractas, las nominalizaciones
ocultan a los participantes del proceso:
1'
La estructura subyacente del titular es, en efecto:
La decisión de no mencionar a los participantes de
un proce::.o debe ser an:1\izacia de.1:,dc el punto de vista
274 �,:::i
Cuadro de las modalidades
mod;,did;.ldcs de
enunciación
relocián hablante/
oyc11fe
declarativa
·111terrog;1ti v..i
imperativa
exclamativa
modalidades de
enunciado
modalidades
de mensaje
poúción del había11tc ame incide11cia semántica de las
estrucwras sintáctica.1·
su etiu11cindo
lógicas
certeza
probabilidad
necesidad
posibilidad
obligatoriedad
prohibi<..:ión
permisión
tematización
p.isivación
nomina!ización
apreciativas
Analice la modalidad de enunciación predominante en el siguiente frag­
mento. Observe cómo se relaciona -se complementa�ese tipo de modalidad
con las modalidades de enunciado apreciativas y con los usos del futuro
como tiempo modal. ¿Qué otra categoría le resulta significativa en la cons­
trucción de este discurso?
Oh, demonios, muchacho. Ya no pienses. Relájate. Recoge tus piernas y
déjalas caer sobre la mesa pequeña. Tranquilo. Pronto comenzará a emitir
la televisión. Descansa. ¡Rayos, m/rate un poco esas zapatillas! Al// las tie­
nes ahora, una en cada pie. Tan blancas y con la marca destacada en color.
Fijate, detrás llevan la señal fosforescente. Ya sabes. Cuando caiga el sol
toda la ciudad reconocerá a ese que corre por las calles. ¡Oiosi ¡Habrá que
verlo! Puedes cruzar un pie sobre el otro. Lucen mejor as(.
Ya bébete una cerveza a tu salud, te la mereces. Abre una de esas latas
holandesas tan bonitas. Tira de la anilla y ya está. Luego la dejas colgando
de los dedos de la mano del brazo tendido.
Oye, no estada mal acompañar el momento con un cigarrillo. Toma una
de esos rubios americanos. De verdad, chico, que deber/as apreciar este
momento de tu vida. En cuanto llegue algún amigo hazte filmar en video y
disfrútalo, muchacho.
Carlos Ares. ¡Oh,demonios!
r,;:i 27 .1
,,
E l ejemp l o an terior. pu bl.i cado por u n p�ri od i sra
argen t i no en u n s u p lemento j u ven i l , si rve para p l a n ­
tear u nas c u a nta:-- cucs tio11cs. Desde e l concepto ele
cm11pn /éxú;o, por ejemplo. podemos obse rvar cómo
el vocabu lario se lecc ionado por e ! hablante se or­
gan iza en CJmpos de s i g n i ficado que apu ntan, j u n to
con los e leme n tos q u e usted ha anal i zado , a generar
un efecto irónico.
Los susti.l n ti vos que funcionau corno ape lati vos muc/,, tchn. ch ico-. l as exclamaci ones -nh. demonios.
r a y o s - . l o s verbos - e 111 itir. b e b e r. l u c i r- , l o s
sustan lÍ \'OS q u e s e refieren a objetos -an illu. rubios
americanos- se su man a construcciones sintáct icas
(modal idades de mens aje) extrañas al español ele lí.1
Argent i n a - De verdad. chico. que deheríc1s. .. Ya
/Jé/Jete- . a u n uso de l os tiempos verbales tambié n
aje n o -mírare, jfja te, reconocerá- y a u n tono que se
nos impone inevi tnblemen te para conformar u n cam­
po que, por n uestro conoc i m i ento del mu ndo , reco­
n ocemos c o m o v i n c u l a d o a la m o d a cu l t u r a l
mass mecliútica impuesta por l os Estados U n i dos.
Reco nocemos que se tra ta de la ficciona l.ización
de una s i tu ación com u n icati va vokacla h ac i a el des­
tinatario -el muclw cli o- en la que el enunc iador se
muestra corno total mente coope rati vo con la i nten ­
c ió n d e generar u n efectci i rónico. Y, s i bien todo
nnúlisis cle.l cl iscmso com ienza con u na cierta " i 1 1-.
t u i c i ó n " , t.c ncmos q u e i n tentar c b ri ficar y clas i ficar
los d i feren tes estatus de los componen tes s u b,i c.Li­
v os.
Kerb rat Orecchio n i cree c onveni ente preci sar, en
este sentido. que la s u bjeti v i d ad deíct ica es d e n at u ­
ra leza e n teramente cl i fcren lc ele !a suhjcti v i clad que
comportan los s u sta n t i vos. verbos. adjet i vos o cons­
trucc iones con valor afe c t i vo o l óg ico. Así. pode­
mos acordar que. en n uestro ejemplo. los deíct i cos
ya, pronto, allí, este 111m11e11 to. tu vicio . etc. son con­
Vcnciona lme n te aprnpiaclos a l a s ituación comu n i ­
cat i v a p lanteada. Pero pode mos d iscutir -en 1 crnto
d e pc n clc d e l a natura leza i nd i v i dual del s ujeto
e 11 u n c i :tclor- e l u so de eval uativos como 110 esto ría
1110/, ¡Dios.' ¡J-/ohrá que verlo/, o tan hlancas.
S i considerarúramos "subjetivas" sólo a aquel l as
u n i d ades del d i scurso que impl ican una visión y u n a
i n te r¡1retación tota lmente personales del referente ,
e n ton ces ! os deícticos - a u n q u e no dej a n de ser
e n u nciati vos- deberían .ser cons_i dcrados "objet ivos " .
L_a ambigüedad del término subjetivo s e debe, por l o
ta nto. al hecho de q u e recubre dos clases d e expre­
siones autónomas desde el punto de vista sem::í ntico
pero no en cuanto a sus referentes:
-los cleíci tcos, cuyo fu ncionamienLo referencial
depende ele la situaci ón comunicativa
-los otros térmi nos , cuyo uso depende de l as com­
pelcncias cu l wra les, ideológicas, lingüísticas, etc. del
locutor.
Po r otra parte, la subjetividad lingüística puede
enu nciarse de u n modo explícito (fórmu las subjeti­
v;1s que se con fiesan como tales : "Abre u na de esas
!atas holandesas gue me parecen tan bonitas ") o de
u n modo impl íc i to (fórmulas subjeti vas q ue intentan
hacerse pasar por objetivas: " A bre una de esas Jatas
holandesas tan bonitas") . S i n embargo. la enuncia­
ción de am bos modos es subjetiva.
'
Pero vol vamos un poco sobre .lo dicho . ¿En qué
consi ste . p rec isamente, el e fecto iró nico que he­
mos atr i bu i do al texto? ¿Cu áles son l os mec a n is­
mos d i s c u rs i vos que pos i b i l i ta n la i ron ía?
Trad i c i o n a l men te. se ha conside rado a l a i ro­
n ía como la figura retó rica q ue con s i s te e n decir
lo c o n tra r i o el e !o q ue se qu iere deci r en rea !idacl.
Desde esta pers pecti va. se i n fería que e l hab lan te
mic.11 1.c c u a ndo enu n c i a porq u e , en verdad, dice lo
co n t rario de lo que piensa. S i n embargo, desde el
purt!'o ele vi s ta ele la e n u n c i ac i ón, el h a b l ante que
usn la i ro n ía n o m i e n t e s i no q ue hace dos afirnrn-
"El en1pfro de los
deícticos. rnín .l'ieildo
.l'Ofidorio de la si111ocirJ11 de
{;'/1{11/CÍO[ivn. l'C'/WS{I. l'/1
l:/'ecro. en 1111 co11senso
indi.1·c111ihle: r::11 1111a
derC'nr1i11nrfa .l'i11wció11. todo
el 11111ndo eswrd df' ac11c1dn
en rcco11ocer que d empleo
de aquí o rfe ,illorn <'s
apropiado n ioapropic1do.
Por el contrario. el
empleo de los evaluativos e11
1111a dererminada siTucu:iá11
con11micmiw1 puede siempre
diSClltirsc, p11es depende de
fa 1mlllrafe:a i11divid11nl del
sujeto de la e111111ciaci,J11".
Kcrbrat Orecchion i . C.
Op . Cir.
,,
"''i,
1,:
I'
i'.I
,I
1
"Tul es el pril'ilegin del
sujeto de la e11unciar:ión:
1ie11e el dcrer:lw ( q11f:
fc!izmenre el aloc1.1rario
puede i111¡mg11arle c1 cod{I
i11.1"ta11te), de horror el fff;,r,
que vim::ulc1 su p ropia
.rn/Jjetil'idad a fo
proposició11 qfinn(ldf.l. rk
'hw:er como si'jilese la
\'erdarfem verdad ÍtJ que
habla por s11 /Joca ".
Kcrbrril-Orccch ioni. C.
Op. cít.
"Lo iront'c1 es ///!
.fl!l11i111e110 pmg111ático: srílo
se ¡ie1á/J,, en conrexto y
depende de /0.1· inrenciones
dl:'i !01·11rnr ,. de los
copr1cidodes
ínterprctoti1·as del rccep­
rr11: ( . . . )
{./ 'interlor:utor irrJ11ico'
es el que de cod(!ico 11110
imnfri porql/e es u11
i11ter!o,:11ror q11c dchc
lwcer 11110 in/'c:rencia sohre
Ir.is i11 tc11ciones del locuror;
reco11,1·tmir 1111 sig11if/cc1do
r¡úc 110 ,1·e .fi1n11ulc1
1 erlwh11e11te y que supone
lf!IO c1•clf11(l(;ir)11 soluv
cierto es!lldo de cosa.1· ".
Reyes, G. Pol!fo11íc1
Tcxr,wl. La citacirí11 e11 l'I
relato literario. Madrid.
1
ciones a la vez: una - l a q ue se lee o escuc ha- es
litera l ; l a otra, está sobreentendida. Es ese otro s ig­
nificado encubierto eJ que debe entenderse c o mo
vál i do, y a que es el que se corresponde con las in­
tenciones c o m u n icativas del hab lan te.
¿Qué sucede en el caso de q u e ese s ignific ado
sobreentend ido n o sea advertido por el que recep­
to r? Pu es que la iro n ía deja de exis tir: para que
haya ironía no sólo debe haber una i ntención iró­
nica por parte del locutor s i n o q u e, además , debe
ser perci bida por el desti natario. La ironía exige al
receptor que perciba una i ncongruencia en tre el
e n u nc iado y algo más que él sabe acerc a del refe­
ren te, de l locutor y de procedimientos lingüísti cos
como l a entonación, los s ignos expresi vos, las co­
millas.
Gn::dos; 1 985.
¿Qué conocimientos debe poner en juego el receptor para decodificar
como irónico el siguiénte fragmento?
"El primer no villo que se m a tó fue todo entero de regalo al
Restaurador, hombre muy amigo del asado. Una comisión de carnice·
ros marchó a ofrecérselo en nombre de los federales del matadero,
manifestándole in voce su agradecimiento por la acertada providencia
del gobierno, su adhesión ilimitada al Restaurador y su odio entrañable •
a los salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los hombres. El
Restaurador contestó la arenga rinforzando sobre el mismo tema, y
concluyó la ceremonia con las correspondientes vivas y vociferacion es
de los espectadores y actores. Es de creer que el Restaurador tuviese
permiso especial de Su Ilustrísima para no abstenerse de ca rne, por­
que siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan
a cérrimo protector de la religión, no hubiera dado mal ejemplo aceptan­
do semejante regalo en un dia santo".
Esteban Eche verria, "El Matadero".
278 �,J
......._., ..
A h o ra q u e h a q u ed a d o c l aro e l p a p e l d e l
" i n terlocu tor iró n i co". vol vamos sobre el locutor. La
i ronía surge cu ando un /nc11tnr irónico cita a un locu­
tor ingenuo .fi'ns ido dej ando abierta de cslc modo la
pos ibil idad de que el discurso se entienda corno per­
teneciente a otro. Para que quede más claro , intro­
duzcamos la distinción -clásica desde Ducrot-en tre
locutor y enunciador: e l cnu nciador es aquella perso­
na a q u ien el locutor atribuye la responsa-bilidad de
lo d icho. Locutor y enunciador -queda claro-pueden
coincidir o no.
En la i ronía, el hab l a nte es a la vez, locuto r y
enunc i ador, pe ro n o por si mple co incidencia sino
por u n proceso q ue consiste en adoptar l a condi­
ción de locutor para delegarla en otro y reservarse
e l p a pe l de e n u n c i ador. Se p r o d u c e a s í u n
des doblamiento d e hab lantes que se con tradicen.
E l locutor -que es locutor por tomar la palabra y
por cslab lecerse como origen del tex to-deja inme­
d i ata1nente ele serlo en v i rtud de sus propias pala­
bra�; se " c i ta " y se q ueda con el papel del enun•
c i aclor.
La ironía no es el único c aso en que dentro de su
enunc iado e l locutor introduce la voz de otro. En el
apartado que s igue, presen tamos otras formas de ese
fenón1eno genera! guc se conoce con el nombre de
polifo n ía .
A. 2. LA POLIFONÍA
El térm i no polifonía se emp lea en general para
dcsigncir l a presc nci ..1 de varias voces en u n mismo
enu nciado. Desde este punto de vista, el sujeto de la
enu nc iac ión no sólo p roduce su propio disc u rso sino
q u e . además i n corpora las voces de otros enun­
ciaciores .
La nccesidod de estas
11ocio11es nace de la
permanente posibilidad que
ofrece el /e11g11aje -y que el
discurso explota
cm1stcmten1e11te- de "dar la
¡){l lcil>ra ' a pe1:w11c1s que no
son la persona que lwhla, es
deci1; diferentes de la que
produce efectivamente el
enwtciado y q1te recibe el
nombre de /oc11to1:
Suponganws que A. locu ta,;
dirige c1 B, alocuttu·io. 1111
enunciado E. Llal'/laremo.1·
'e11 w1ciador' (/_ la persona c1
quien A atribuye la
responsabilidad de lo r¡11e se
dice e11 E y 'desti11atario ' a
aquelln a quiell se dice.
seg/111 él. lo q11e se dice e11 E.
Oswald D. El decir y lo
dicho. Buenos Ai res.
l-Iachcttc; 1 984
"Si hay w, proceso de
inversión el! fo crium:ioción
iró11icc1, no es el de im•ersión
de significado.1· sino el de
inversión de papeles. Este
juego -ser y ser otro. decir y
decir otra cnsa-es el rasgo
deji11itorio de las
enunciaciones irónicas".
Reyes, G. Op. t:it
"Me habr!a gi,stodo
dc1 rme c11enfCI, e11 el
1110111c11ro de ponerme a
lw/J/ar. de que me p reccdío
1111n vm: sin 110111/Jre desde
lwcía _ra 1111 1clw tiempo ; 111e
lwh r/a bastado entonces con
ell(:odenw; pmseguir /cJ
frase, i11rmd11cim1e si11 ser
odvr.rtido en s11s intersticio,1·.
� 279
'i
1
1
1
1 11
,,
, 'I
i
1
I
!, [
1 11
j
1
como si ello me lwhicra
hecho seiias l/Uedtíndose. 1111
1110111e11fr1. i11tern111111ida''.
l;out:cwlt. M. El 01de11
del disc11no. Burct:lona,
Tusqucts: 1983.
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co1u·n..,w.1· de fo r:0111w11ú1,.-itín disc11r.1·il·o. podemos
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di.w:111:1·os ajenos, se111ion1fros
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grado ti(' or,nlad Por eso,
1111 e111111áodo rc�·elo como
111u1 suene de .1·11,r:os que
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dialágiuis y de mrin·as
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dehilit11das cfl, fo.1· e111111ciados
que líeganm a ser
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viene a ser 1111.f<!náme11() muy
C()nip!ejo que mm,{fiesra 1111a
11111/rip!icidad de planos. Por
s11p11e.�10. lwy q¡¡e r.mali:.arfo
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.1'11 rdacir511 cm1 el 011ror
( liohla11re) sino como eslabón
en lo cade11a de la cm11w1ico­
r:irJn di.\·et11'.1·iva y e11 s1111e.w
co11 otnJ.1· em111ciados
relacirmad(J.\' co11 él".
O:ajLin. M. "El problcmil
de los géneros discursivos".
En: Esrérica de la creociún
Perhu/. México, Siglo X.,"'(!;
1985.
La perspectiva asumida por Foucault se relaciona
con la postura teórica adoptada por Mijail Bajtin con
respecto aJ enunciado. El enunciado es definido como
producto del .intercambio comunicativo. En este sen­
tido, Bajtin sostiene que "todo hablante es de por sí
un contestatario, en mayor o en menor medida: él no
es un primer hablante, quien haya interrumpido por
primera vez el silencio del universo". El hablante, no
sólo presupone la existencia del sistema de la lengua
que utiliza sino también. la presencia de enunciados
anteriores, propios y ajenos. con los cuales su enun­
ciado establece todo tipo de relaciones: se apoya en
ellos, problernutiza, los supone conocidos por el oyen­
te, etc.
La polifonía se produce a partir de diferentes re�
cursos que describiremos a continuación dentro de las
limitaciones de este trabajo introductorio.
La intertcxtualidad
i
Si se acepta la afirmación de que ningún texto es
cre:.1ción <.tbsoluta de .la v.isión de un solo individuo
sino producto de sus relaciones con otras obrns, debe
suponerse, entonces, la existencia de semióticas o
"cliscursos" autónomos en cuyo interior se operan pro­
ce:--os de construcción, reproducción o transforma­
ciélll de moclelos. La .incorporación de otros textos en
un texto dado. en forma de plagio. homenaje, paro­
dia, s:ítira. sistemas descriptivos. lugares comunes,
crítica, etc. recibe el nombre de intertexlualidad.
Como en el caso de la ironía, el desciframiento de
I;_\ inLerLcxtualidad depende de las competencias del
receptor.
¿ Qué relaciones intertextua!es se presentan en "Circe", de Julio Cortázar?
¿ Y en los siguientes "Episodios" de Leónidas Lamborghini?
VII
mas no de esotra parte: ley severa
que puede:
cerrar los ojos
VII
mas de esotra parte en la ribera:
Llama que nada y llama Nada
en Agua Fría: tendrá sentido.
memoria Nada ardiendo desatada: tendrá sentido.
Cuerpo en llama que sabe
nadar Nada en Agua Fría: tendrá sentido.
polvo nada: caniza-Nada ardiendo:tendrá sentido.
Dios-Llama que nada y llama Nada:
tendrá sentido.
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Kcrhart Orccchioni, C.
L(I co1111oruciñ11. Buenos
Aires. H.1cheac; 1983.
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El discurso referido
El discurso referido es el fenómeno polifónico
que permite la incorporación de un enunciado den­
tro de otro enunciado. Los enunciados referidos
tienen la capacidad de introducirse en otro dis­
curso conservando, en mayor o en menor medi­
da, o perdiendo por completo su autonomía
semántica y sintáctica.
Tradicionalmente, se reconocen dos modelos
morfosintácticos de inclusión de un discurso en
otro: directo e indirecto. En el primer caso. la
frontera entre el discurso citado y el citante es
nítida: en los textos escritos está marcada por los
dos puntos, las comillas y/o los guiones y en los
enunciados orales por rasgos como el tono. El
discurso citado conserva, además, las marcas de
su enunciación. En el caso del discurso indirecto
el enunciado citado pierde su autonomía, se su­
bordina sintácticamente al citan te y éste borra las
huellas de la enunciación original: esto se obser­
va particularmente e n las sustituciones de los
deícticos y los cambios de tiempos verbales. en
la neutralización de los giros expresivos que re­
mitían directamente al locutor del discurso cita­
do, en el "llenado" de las elipsis y la unificación
de las repeticiones.
El discurso directo produce un efecto de fide­
lidad al original, la ilusión de "reproducir" el dis­
curso del otro. De allí que sea explotado tanto por
el periodismo como, en la conversación cotidia­
na, por aquellos hablantes que quieren presentar
los hechos "tal como han ocurrido" reduciendo
su intervención al máximo para dar la impresión
de objetividad.
El discurso indirecto, en !a medida que no con­
serva el enunciado original, supone una interpre­
tación del discurso del otro. una versión, y da lu­
gar a una síntesis o a un despliegue según los ca-
J
sos. Al hacerse cargo del discurso citado, el
hablante manifiesta sus posiciones ideológicas o
afectivas; por eso es imeresante analizar J¡_¡s for­
mas de referir en estilo indirecto un mismo enun­
ciado.
Si bien la actividad interpretativa que implica
la transposición de un enunciado resulta mucho
m.:ís clara en el discurso .indirecto, el directo tam­
bién la incluye. En ambos casos se retoma un
enunciado producido en otra situación comuni­
cativa, con otros objetivos: se lo recorta y se lo
inserta en un texto que de spliega sus propias es­
trategias semánticas.
En este sentido, es muy interesante observar
las fórmulas introductorias de los enunciados re­
ferido, las modalizaciones que se plantean a par­
tir del verbo que anuncia el enunciado y sus mo·­
clificadores. (Así, por ejemplo, la distancia que
establece el locutor respecto de un enunciado re­
ferido es mayor en "fustigó" o "atacó" que en "ase­
veró" y "resaltó"; los verbos introductorios que
parecen más neutros son "dijo", ''se refirió", "expresó").
Los verbos que forman parte del campo
semántico de la acción de "decir", no sólo i ntro­
ducen el enunciado referido sino que, además,
aportan diferentes tipos de información: pueden
especificar el modo de realización fónica del
enunciado citado ("gritó que.':.; "-explicó en un
susurro"), explicitar su fuerza ilocutoria ("acon­
sejó", "intimó". "amenazó"). caracterizarlo como
tip o textual ("argumentó", "relató", "describió"),
situarlo dentro de una cronología discursiva ("re­
pitió". "replicó"), presuponer su verdad o false­
dad ("reveló", "dudó").
El término conjunción discursiva se usa para
designar las distintas formas que adopta la "con­
taminación" de voces dentro de unJ secuencia
discursiva. La ausencia de signos gráficos (guio-
"Et di.1'c11rso nfcn'do es
disc11r.1·0 dr:11m1 del
discur.rn, e1111nciado r/('11/ro
del e111111ciado y. al mismo
tiempo, disc11rso acen;a del
disc1irso y e11u11ciado
acerca del e111111ciado"
Vo!nshinov. V.
"Exposición del rrohlc1n::i
del cliscunw referido" en: El
sig110 idcolrJgico y {(I
filosof!a del le11g1wje.
Buenos Aires. Nueva
Visión; 1976.
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¡·i-1."t:
ncs. dos punlos, comillas) o de las marcas de sub­
ordinación lrnbiruales (verbos introductorios +
subordinantes) permite un contacto tal entre el dis­
curso citado y el citante que \Jega a integrarlos
dentro de un m.ismo enunciado con irnposib.ilidacl
de reconocer una fuente enunciativa única. Asf,
el discurso indirecto libre constituye e! caso ex­
tremo de conjunción discursiva ya que locutor y
cnunciador hablan en un mismo nivel, fusionan­
do en una sola construcción lingüística actos de
habla con distinta orientac.ión.
0-�-1/fi 11, ,:!);, ·.lhS\�j �-�.\yJ{;··
. clol�lar. 'e l-c_�;�/pt) )Ck;·. ·'.'.•�
La cle1crrni11ación de !os efectos específicos de
est,1s rupturas -cuyas marcas pueden ser rasgos
foniL:os. prosódicos. gn'íCicos. sintácticos o léxicos­
depende cid funcionamiento global del texto y deben
tener Cll cuenta el entorno contextual.
Es i1nporla111c seí'íal,1r que la "norma" de Jaque
se parlt: para determinar la ruptura de una isotopía
csli!ísticu cler:erminada es una norrnu "textual". Así,
la t1parició11 de lérminos del inglés en los suplcrncn­
tns_iuvl'.nilt:s de los diarios no constituye una ruptura
sinn un hecho "normal" dentro de ese tipo de texto.
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Lns prcgunt;is y negaciones polifónicas
La ruptura de la isotopía estilística
01.ra forma muy común ele polifonía se da por la
aparici(rn ele preguntas y negaciones polifirnic.a.s.
Puede ocurrir - y el discurso clicláclico es un ejemplo
c.traclerístico- que el locuior mismo formule l;is pre­
gunta:-- que supone que :-;e están planteando !os otros:
La isotopía estilística, es decir la pertenencia
de un discurso a una determinada variedad de len­
gua, registro, estilo. estructura es quebrantada con
frecuencia por medio de la irrupción de enuncia­
dos que remiten a variedades diferentes. La pre­
sencia ele un enunciado que rompe la isolopí,1
estilística genera, por contraste, diversos efectos
ele sentido y pone en evidencia _juicios de valor
asoci;1dos a las dos variedades en _juego:
284 r,;,
Hovmc'S dh·crsos nos
i11circrn a comprc1ufer
11111c/10s e1wnciodo.1·
1/egolil'OS C0/'/10 ,1·iJi,em11
f"C'./iuocio11es de /ns
e111111óodos afin11oliFns
co1·1·cspondientes. c¡11e se
arribr.1ye11 c1 lf!J enwH:iodor
ficticio: 'No esfmncc.:,1·, sirio
he/¡.:(I', Si o/J,1·cn·llmos sus
cn11dicio11es de e111pleo.
\ IC/1/0S (j//C' fe/lCl/10.\' Cj//1!
imnginor que nlguieil lw
ofimwdo lo que se niega.
El e111111ciado 411e 1011101110,1·
CO/!/O eiernp{o co11sri11,_n:.
rfr esre 111odo. 1111a espn:ic
de dirílogo cri.�1oli110 e11
que un e111111ciodor
d1fem11e del lornror af"imw
que alg11ie11 e,1· /iw1n'.1· y en
r¡1n' 1111 seg1111do e111111cimlor
( r¡11e CI/ es/e Cl/S() f)lll'd!' S('/"
osi11/Í/odo cd !ocuior) lo
controdice y coffige.
Ducrn1. O.
O¡;. Ci1.
· ¡,Q1i'é dirúci1d(a:h<i:Y 'enf;.¿-.:t/1m:ú_1ari() )1 a·udifr.1,-·?
Pues b_ic_n, el :�HJdi.t_qi/cle ún 'enu11ciad'o ies.aqucl___q_uc�
¡)o;· l11rn U otra l";l�Ón, lo escucha. El .:.ilobuurio es aque­
Úa oira.·jk1·st,i11a a la que CI locut(ir\JeC_lara.•dirigi'rSe.
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De la misma manera, la negación puede represen­
tar la refutación de un enunciado afirmalivo que �e
atrihuye a otro enunciador:
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Analice los fenómenos polifónicos presentes en los siguientes fr�gmentos:
"Cuando la gente pide pan y no le dan ni una piedra a cambio, hace bien en
tomar por sí misma las piedras".
G.K. Chesterton. El candor del padre Brown.
"Y en esto, sintió tocar un arpa suavísima, oyendo lo cual quedó don Quijote
pasmado, porque en aquel instante se le vinieron a !a memoria las infinitas
aventuras semejantes a aquella, de ventanas, rejas y jardines, músicas, re­
quiebros y desvanecimientos, que en los sus desvanecidos libros de caballe­
rías habia leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél
enamorada, y que la honestidad le forzaba a tener secreta su voluntad; temió
no le rindiese y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer, y encomen­
dándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso,
terminó de escuchar la música y, para dar a entender que allí estaba, dio un
fingido estornudo, del que no poco se alegraron las doncellas que otra cosa
no deseaban sino que Don Quijote las oyese. Recorrida, pues, y afinada la
arpa, Altisidora dio principio a este romance:
-¡Oh, tú, que estás en tu lecho,
entre sábanas de holanda,
durmiendo a pierna tendida
de la noche a la mañana,
caballero el más valiente
que ha producido la Mancha,
más honesto y más bendito
que el oro fino de Arabia!
Oye a una triste doncella,
bien crecida y mal lograda,
que en la luz de tus dos soles
se siente abrasar el alma".
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M. De Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
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