(;.Ministerio de Cultura tiy_ Educación de la Nación L.os estudios . semióticos '. El caso de la crónica·. periodística Ana. Atorresi Lengua y Literatura _, Los estudios Semióticos El Caso de la Crónica Periodística 1, INDICE Coordinación Académica del Proyecto de Lengua y Literatura Prof. Emilia Malina. Auxiliar Docente de Literatura del Sig lo XIX. Facultad de Filosofía yLetras UBA. Profesional de apoyo a l a Investigación (CONICET). Auxiliar de Investigación UBA (UBACyT). Asesoramiento científico og ía Prof. Bertha Zamudio. Profesora Asociada regular de Semiol ión Expres de Titular ra Profeso . en el Ciclo Básico Común (UBA) esorado Prof del r Superio al Nacion o Institut . Escrita y Oral "Joaquín V. González". Investigadora con cargo de Profesora ía Asociada en el Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosof y Letras de la UBA. Aucor CAPÍTULO 1 ....................................................... . ALCANCES Y LÍMITES DE LA SEMIÓTICA .. . 1. La concepción de una ciencia de los signos .... 2. ¿La semiótica es una Ciencia? .. ....... 3. La teoría semiótica general 5. Los estudios semióticos de los discursos de la comunicación de musas ........................... 6. Los estudios de la comunicación de masas: ...... . Inscripción de la línea europea ........................ Inscripción de la línea norteamericana 7. Los análisis semiótic os en Argentina .. Prof. Ana Atorresi. Docente de las cátedras <le Semiología y U Análisis del Discurso y Teorías y Prácticas de la Comunicación el y sticos periodí géneros los (UBA). Autora de libros sobre discurso radiofónico. Agradecemos al Sr. Fabián Barreiro por su trabajo en Hemeroteca y al Sr. José Luis Boquete que nos facilitó el acceso a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Agradecemos la lectur a y los comentarios del Prof. Carl os Mang one. .. ... JI ...... 18 . .... 22 .... 30 ..................... 40 .45 .. ............. 45 .................... 53 ............... 55 ...................... 63 CAPÍTULO 11 .............. ............ ; L A CRONICA PERIODISTICA ................................................................................ ·,' ©1996 CON!CET Depósito Ley 11.723 ISBN 950-687-025-X ........................ 11 ...... :: �; Los géneros informalivos en la comunicación de masas. . .., 1. La crónica como relato . ··············· ....... :................. 72 · ;;··· ·¡� ��· � · ii�¡��j� 1.1: El marc o del relato y su rclac iÓ�. .... 72 1.2. Los s egn1entos del relato ....................................................... ........... 79 ........................ 79 Las marcas verbales del segmento narrativo ......... 80 Los segmentos desc riptivos ........... ............... ,...... 82 Los s egmentos comentativos ................. . 85 Las escenas........ 1.3.Laspersonas...... .. .. 89 .............................................. ......... 90 1. 4. Los campos semánticos en la crónica periodística ....................... ................. ¡ 00 1. 5. Las Localizac iones espaciales y temporales .. ... 103 2. Las modalidades....................................................... ...... 103 2. 1. Modalidades de enunciación... . .................. 109 2. 2. Modalidades de enunciado .............. ...... 118 2. 3. Modalidades del mensaje ...... ....... ....... 3. Diferencias ideológicas y diferencias lingüísticas ............ 119 en la construcción de acontecimientos ... 119 3. 1. La aplicación de un modelo de análisis .... ........ 128 3. 2. La interpretación de los hechos incómodos .. ....... 132 3. 3. La construcción de los acontecimientos . 137 3. 4. La estructura del "suceso". CAPÍTULO lll DIFERENCIAS 16ii6i:2iciicAs;;. i:iisiiiiio EN LA ....... 141 CONSTRUCCIÓN DE ACONTECIMIENTOS ... ...... . . 1. La composición .... ............ 2. Tipografía y titulación • ............ . ........................ 3. El cromatismo ................... 4. La fotogral'ía ................. _ . s. E\ formato . .. 6. Algunas particularidades del diseno de 1 a crónica . 141 147 159 170 172 182 .. 182 187 INDICACIONES GENERALESI'ARAEL CURSADO LOS ESTUDIOS SEMIÓTICOS .. · ';::¡' .1. Mate�ia:1 del cti'rs'ó' Al inscrib iíde en"'·e1 Curso· de ,d ' •: -,• ::,o• ' ,' '"•'' "' ,,,•,,,,, ., H ,•_,.,,_,, .,,;,,,,•C..•,,,S:" ,,>:,;.,,,,,,/,i•:•"",,.>''"i ,' > · · la_crúnica :perio dística'.:;:' usted;_,;;, recibelos'siguie ntes'mat6iiales: t ª· Li ?:!:? · ." _:. ){: '.;;¡:;; �:\.ii)0: j;{fiij�tr,; �: ::"'0 b. (El presente instructiVo que detai a a;:i. con s. . \iiU,ftl ú)'fégUtl ,,, , ,,., , ·•<' ., •, .. ,.,,,w ,., c. El_ -�ll,l_d�rni 1_12_·d�'•éval�a�ió � ql_t�·.c. �::,,}';'.:'.:"0· Re_com;�d;•ciO'neS'.P,t;a �-ú:re · ,. :}fJ;,11_ CollsigTTa'S. ::{■ , -c,ua�-� nt:i!Ío.., ,.... ,·:d_:( 'J; Foi-m'úr.ll'io ·ct-e ·c011S'üettürespue,st-as. S' ti'é'ni· Cá'S:.;:J}i:-'':::::•'.: ..,,::::::< ·• ,:¿_j(i'.,\, (.'',,,,,: ,'.-'.: ".'.._.:,¡, 2 .. Sugcrencias.basicas para la: .lectura y_el estud io'del libro i-'LOS ESTUl)IOS..·: SEMIOTICOS: El _caso 'dC la-áó,nica pe�i�dfs�ka_ 'º'./171-í:.}, :<?_:¿\1:rd\\";·,,,:-,> ..�::-", :·_ .·.:·, .. a .. Lea el �ate ria! �e_Ó_r_fc_o , Y. Si es posi�_le, .. �isC�t_a·sll . _ _ _ _l�CtU¡á: c�,í1_,0rros ·c�leg��.'.: ".:;::· '.Es.co�-�e· :�ie�té _CJlle:_ ·VaYa.'f�al_i�all'ct_o :ac:r_ifid_él'?,e,s' 'PórQü'é)üPO:n'é,i1:'ún grá-_·11 > do Cfcciellte. de cOmplejidad ié'OrcttCOO"r°'5I�; Jí t. ��:t� �ºs ( -�n:t�i?_LIY�n·_· ; : : � u ,n,,� �ej or :r�,�1 i,7ac/6n_ d..� :I�: P?;1,e��}1,9_\s,p�9i_ _ ,a_{ , _ a ª :,:){,:� : ! :i�J¡:_; ;::��:::i\l�;:;::�t:'t:�:fa_:,:!Í':::���\ii�i1,ii b. Si en el transcllrs? _d�_I estµ�io_.tiéne_Ia TleCes_i_��� ' ../ -dC,:rea_Ji__zar,-a19una.'COTls�lt-�!).t puede_ comtl rí iCUrSe f por TEL' . " . 1¼�t ·•aée:� r"carSe' . pC'f-S•003.1fñéWte"'i1\lllestfa' �·�de t .:\ · '" ' ',.,,,,, , ' · · "! ··., ,,,., .. ,,..,,,·"i"iw,',,' ' "''"'""" ' <,,,,,.,, ,: ., : o enviar poc éri.rta.',,'" el :formu !\ if<·,•"''""'"·�·:· , ..,,,I :: lario _de"co nsulta ' '. ''· ,_: •,, ,, , ", ' "· '.:.; ·'<' ' ·�•" • �°'P'I','"'>'• ,pi<OF)t"" !:' ','"":,•;:::i-- s té�niéa$ten "el. que •'expliCitará{:\p 1'' ,,.. ; · ',"ff"'·'r'.-" �.'°,-e: :t""":';':." :,...,5_',,il!W! ": sus dudas;,.En el;caso' en que se designe algun é' ,:~-·m¡p,�Ji<"' ,:;.)i¡ lutor 1unsd1cc10nal' r; 1 ª�, _ ..,..·:i· _i Tl fo ?-.:?�? ri.�i l���l�b tf{):if 1:i:'.;:\,11.1�t]i�j'.)�i:l,j�]ii�Y�j:0f:!¡¡l1'íl�th1!:��[�):�1�!(1iLlle��j1 seráTr ' RECUERDE: 'que; s_i, bien ,el_ Capí tulo _I n_ <?., Í()I1!1.�ráya��· <l,�Iª �y�l-�ac_\ó�rs. ( ���!�(j;i;, t l�_C:)!:��j .. tura es funclame,1ta1 paí:a ·��lpiiai'.'SÜ_ rorrñü éiói'1 \�· ubica�·s};ºe',{10';/te:í11a';túl1:hidoi :\.} . · . . ... :•.:,. . ::•, ·:,i�•.:: <::. . ,-' _, , .:H ·eva1tilf¡]�:,;;;;��1;�;:t�):�;�fl::;!:::(t·> fr� �f 3. Fc}�� º Las' fonllas de evall.l.ición\'0'1; dOs: 'l�L a) A distané:ia> b) Presencial. •·.• . . ., , ,, ' . ' �..·': ' ·.... . .. ·:. :: . �::·,e,;:,':::>-,·' ",' ¡::;, :}iJ:.:-, a.J'E�aiúaciónadisia ncia' ::_·,· ..:_,,:··,, ...,,.:.,_,.. :, .. . ,:... "·,;,,:-. ·.: ......, ..... ,, :·,"·:.":,::,:'• .;.. , · La evaluaci_ón a distancia es· formati�a y · arator a para la evase supone prep i · luación presencial, . ·.. .. : .. · · .....;.. .S\l acreditación es de ·carácter·,"·indiv .. " .. ··' .iible idual.<Por �'So; 'aunque es .dCsc ·q·�1e esttidie y discuta con su� _colegas los _disti ntos aspecto·s del curso, sus respuéStas deben ser persOnales.? ·•,, ,?'.'' :" ,.,. : : ·,, •.: , . : \¡ '·; :·\, El envío de dicha prueba. en ·cOndicióri imp . �esciri'dible para poder·remlir la evaluación presencial.· no así su aprobuCiún . ■. .. 207 207 A ......... P LIF O · O NÍA O EN A N LA CR L IC • ·· ········..··............................... 209 . . · 1. El discurso referido .... ........................................ 221 6 ..........._................. 2. La ironía 17 . . ... ............ ............ ............ ca est1list1 isolopía 3_ La ruptura de la 219 4. L<1 intcrtextualidad CAPÍTULO V ..................... ,..................... COMENTARIO FINAL DEL CAPÍTULO .... . PROPUESTAS DE TRABA.JO L Propuestas de trabajo generales para el docente .. II. Propuestas generales para el aula -- , .................... N OCIONES BASICAS y HERRAMIENTAS PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO .................... . ........................... 1. El discurso ............................................. ¡. ¡. Los deícticos Las personas Los apelativos Las localizaciones espaciales y temporales ... ····· ............... ........................... Los tiempos verbales l. 2. Las modalidades . ._ Las modalidades de enunc:ac1on - . • Las modalidades de enunciado ..... • Las modalidades de mensaje. ....................................................... .. 2. La polifoní::i. . La intcrtcx.tualld::i.d El discurso rcforido .............................. · i ? • La ruptura de la isotopía estilíst.� . Las preguntas y negaciones poltl"On1cas . ..... ..... APÉNDICE 231 233 . 233 ... 241 247 247 247 251 253 2 56 . 258 259 2ü5 .266 .. 267 270 279 281 .. 282 .. 284 .. 285 DE..· •":::,,,: -•,,1¡,,., "'" O i.,' '" , , , (:', "' ",:, "''S ·: '""''''· "",I':: :,• , ":" 1�:� ! 6�. . . · ·, ti' <:(... , , ,""'"""" ,c0""C', .. .,,: .. ,.,,k¡!¡'.) '!'�":'•S>;:,,,,"'.""'·•.''"'.,.,•,»,s,',:,,,: !0t\l��f ' ' ' , Presentación "Las exigencias de la vida democrática reclaman el manejo de la palabra ptíblica y el ejercicio de la escucha atenta, tanro en el comunicación ''cara a cara" como en la perr:ep­ ció11 crítica de los mensajes de los medios masivos de comunicación". 1 Más adelante, en el mismo documento se precisa: "/.,a escuela ha de asegurar al alumno y a la alumna lafrecuentación y comprensión de diver.1·os tipos de textos, tanto de los textos pen'odísticos, que informan acerc:a del desarro­ llo actualizado de los acontecimienros, como de los textos de estudio de las distintas disci­ plinas que posibilitan el acceso a .i:aheresformalizados. y de los textos literarios oficcionales que cultivan el imaginario individual y colectivo". 2 Es en este sentido, que nuestro libro quiere ser, fundamentalmente, una muestra de las posibi­ lidades de aplicación de los estudios semióticos, en el campo de la comunicación de masas, con miras a fonnar lectores críticos. El libro está organizado en tres partes. La primera (Capítulo I, Alcances y límites de la semiótica) propone preguntas tales como ¿Es la semiótica una ciencia O un dominio de intereses? Si acordamos que la semiótica es ciencia, ¿cuándo se constituye como ta! y a partir de qué paradigmas? ¿Qué teoría del signo se pone en juego en las distintas lineas de la semiótica? ¿Cuáles han sido los intentos por plantear una Teoría Semiótica General? ¿Qué relaciones entabla la semiótica con otros saberes y disciplinas?. Las preguntas son amplias y ambiciosa� y no pretendemos darles una respuesta unívoca o totalizadora. Nos interesa dejarlas planteadas así, como interrogantes que, desde distintos paradigmas, son respondidos de manera diferente, muchas veces inconciliables. Atentos a los esfuerzos de las teorías y experiencias realizadas por los scmiólogos argentinos, .presentamos, también, una breve reseña del panorama de la semiótica en nuestro país con el objeto de que el lector pueda tomar contacto con algunos debates y posiciones de la semiótica nacional. Considerando la vastedad y complejidad del tema hemos optado por brindar una Bibliografía que permita profundizar y ampliar temas tratados en esta primera parte del libro. Esta introducción a los estudios semióticos permite contextualizar los análisis que se realizan en fa Segunda Parte del libro, referidos a un tipo particular de mensaje de los medios masivos: La crónica periodística. Dichos análisis provienen, por cierto, de las líneas teóricas descriptas. Por otra parte, usted podrá observar que, pese a que los estudios aplicados a la crónica son espccítieamcnte semiolinguísticos, hemos tratado de extender nuestras consideraciones rudimentaria1nente• a algunos aspectos ligados al Diseño Gráfico, ya que creemos que todos ellos tienden a dar cuenta de los procesos ideológicos que determinan las condiciones de producción y recepción de un mensaje. La primera parte del libro no será evaluada más que en sus consecuencias de aplicación a los análisis de la crónica. Concretamente, con este capílulo no pretendemos más que aportar u"n mate­ rial de divulgución. Respecto de la Segunda Parte (Capítulo II. La crónica periodística) -cuyas líneas generales ya comentamns•, aborda el análisis de dicho género atendiendo a los siguiente aspectos: ·: "�¿yr.'/ ' !J .,,": 2 1:· ' Crmleniclos Bá.l'icvs Comunes ¡wm la Educacidn General Bdsica. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Consejo Federal de Cultura y Educa ción. Repúhlicn Argentina. 1995. 1g Edición. {Pag. 33) Op. Cit. página 37. ti.:l 9 1. 2. 3. 4. 5. 6. Los géneros info1111ativos en la comunicación de masas. La crónica como rclmo. Diferencias ideológicas y dil"ercncias lingüísticas en la construcción del acomecimil!nto, Diferencias iJeológicas y diferencias de diseño en la construcción del acontccimicnlo. "Amarilla", "Blanca" y "Nuevo periodismo": texto, paratexto y contexto en tres estilos de prensa. La polifonía en !a crónica. Como usted constatará, las consideraciones teóricas respecto de cada uno de los temas expues­ tos cst�ín ampliadas, y/o, profundizadas, a travé.-- de citas de distintos estudiosos de estos temas que, en general, se presentan en la columna lateral del libro, y con ejemplos de fragmentos de crónicas, 8cmnpañados de un análisis posible. Resp�cto él las actividades propuestas es importante tener en cuenta que los temas expuestos eslún organizados en un grado crecieme de implicación, dt: modo tal que las Actividades que se proponen en el Apartado N"' 5, por ejemplo, suponen la realización de las actividades anteriores prescnLaJas en el libro. Al finalizar esta Segunda Parte, usted encontrará dos tipos de Propuestas de Trnbajo. Lrn; primeras son para el profesor y buscan poner en juego los conceptos básicos planteados en el libro. Las propuestas para el alumno están estructuradas de manera tal que puedan constituirse en un proyecto de taller. La Tercera Panc está constituida por el Apéndice ''Nociones básicas y herramientas clemen­ ll:1lcs pura el análisis del Discurso" y no tiene otra función que la de .servir de tnlllerial de consulta para aquellos docentes que crean necesario rerni tirse a uno de !os modelos de análisis más usuales, tal co1110 comentamos en la Primera Parte. El Apéndice propone Actividades y ejemplos que pue­ den contribuir a un mayor aprovechamiento del material. CAPÍTULO! A modo Je comentnrio final queremos compartir una reflexión que sintetiza algunas de nues­ tras preocupac(oncs: En las sociedL1des actuale.1· -escribe Roland Barthes 3- la más sencilla de las divisiones de lo.1· le11guc1jes se basa en s11 refoción con el Poder. Hay lenguajes que se enuncian, se desenvuelven, se dibu.fan a la luz (o la sombra) del Poder. de sus múltiples aparatos estatales, institucionales, ideológicos; yo los llamaría lenguajes odiscHrsos eucráticos. Frente a ellus, hay lenguajes que se elaboran. se buscan, se arman, fuera del Poder y/o contra él; a éstos los llamaré lenguajes o discttr.ws acráticos. Estas dos gmndes formas de discurso no tienen el mismo carácter. El lenguaje encrático es vago, difuso, aparer1reme11re "natural", y por tanto difícilmente perceptible: es el lengut\fe de la cultura de masw· (prensa, radio, televisión), y también, en cierto sentido, el lenguaje de la conver­ .1·ación, de In opinión común (dela doxa); este lengriaje encráticn es (por una contradicción de la que extrae tadu su. f11er.,a) clandestino (d¡f(cilmente reconocible) y, a la vez, triunfante ( es imposi­ ble esrnpar a él): yo din'a que es enviscador. El /e11g1wje acrático, por su parte, es lejano, tajw1Ie, se separa de la doxa (por lo tanto es p!1mdrhico): sufuerz.a de ruptura proviene de que es sistemático, está construido sobre un pen.w­ miento, no sobre una ideología. Este libro quiere contribuir a i11terpelar ese lenguaje ''ciparentemente natural" y "por tanro dif{r:ilmet1te perceptible" de los medios masivos para desmontar sus condiciones de próducción y rer:epcirin junto con nuestms al1,m1ws. 3 Roland Barthcs. "La guermde los lenguajes" en t,1 susu,-m riel lenguaje. Editorial Paidós. Barcelona. \ 987. ALCANCES y LÍMITES DE LA /. SEMIÓTICA ¿ Cómo nos manifiestan o comunican algunos de nuestros alumnos su filiación con -por tomar un caso- el heavy metal? Es evidente que sólo por medio de representaciones diversas: el enunciado verbal soy metálico, el colgante con la calavera, el tema musical, la postura del cuerpo al andar, el afiche publiciLario del mega-recital en la carpeta, la remera negra con el ícono del grupo favorito que, a su vez, viste la remera negra y lleva el colgante.. Esas representaciones o signos confieren al objeto "hcavy metal" -un imaginario social- la materialiadad que define la condición esencial de todo estudio empírico: en efecto, toda significación, toda producción de senti­ do, -fragmento de la semiosis-, se identifica, necesariamente,-en una ma­ nifestación o soporte material. Resulta claro para nosotros que tal uniformidad del vestuario juvenil, de los temas musicales o de los afiches publicitarios responde a la incor­ poración de determinada norma social o hábito colectivo: las representa­ ciones se vinculan con sus objetos de un modo instituido. Como ser social, cada individuo es portador de los valores dominantes de la sociedad y de las significaciones colectivamente acordadas. Sin embargo -y a la vez-, la pauta social es susceptible de ser interpreta­ da en un momento particular por un intérprete particular: la norma no siem­ pre se reproduce con exactitud, porque intervienen también determinacio­ nes individuales y porque su incorporación no se produce de modo homo­ géneo en el cuerpo social. (Vincular la remera negra y la calavera con el objeto "heavy metal" constituye un hábito instituido; sentir rechazo, sim­ patía, recordar un momento de nuestra adolescencia o una bandera pirata son algunas de las tantas actualizaciones posibles en el "aquí y ahora" del docente intérprete) 1 • 1 ! "Podría describir mi lnterpretante Inmediato" -explica Peirce- "como la parte del efecto del Signo que bnsta paru que unn persona pueda decir si el Signo es o no es aplicable a algo q1:1c esa persona cono1.ca suflcicntcmcntc. Mi lnterpretnnte Inmediato está implícito en el hecho de que cada signo debe tener su ínterpretabilidad peculiar o.ntes deobtenerun intérprete. El Interpretante rnmedinto es unn abstrac­ ción: consiste en una posibilidad. Mi lnterpretantc Dinámico es aquel que es experimentado en cada acto de interpretación y en cada uno de éstos es diferente de cualquier otro. El lnterpretante Dinámico es un evento singular y real. El lnterpretante Final es el ünico resultado interpretativo al que cada intérprete está destinado a llcgnr si el Signo es suficientemente considerado, vnlc decir el efecto que el Signo produciría sobre cualquier mente sobre la cual las circunstancias permitieran que pudiera ejer­ cer su efecto pleno. El lnterpretante Final es aquel hacia el cual tiende !o real. [... ] Creo que la función esencial de un signo es trnnsform;:ir relaciones ineficientes en otras que sean eficientes; no para poner­ las en acción sino para establecer un hábito o regla gcncrnl según los cuales aetuar{in cuando sea oportuno". (Pcircc, Ch. Ln Cie11cil1 de fa Semiótica. Buenos Aires, Nueva Visión; l 974: 109-110) r¡¡;:l 13 la inve stigac ión de la semi ótic a En otras palabras - y en términos generales -: de significación -que operan en se u bica precisamente allí dond e los procesos ecen , po r lo común, corn o i nsos ­ todo s los campos de la activ idad hum ana- apar pecha dos para quien los ha puest o en juego . . . e l derecho a anali zar todo fenó ­ Lóg icam ente, se trata de partir reclamando urso- com o vehícuiu de determin a ­ men o, todo obje to (de conS umo) -todo disc acto, como una estructura de reen ­ das sign ificaciones y, en un plano más abstr se trata de partir reco nociendo que l a .v(o , como mate ria sign i fican te. Es decir, relac ione s d e producci ón, tanto corno estru ctura del modo d e prod ucció n y de las los conflicto s, están determinados por los modos de orga niza ción instituc ional y cion es y cuyo sopo rte son los suj e tos múti plcs factores externos a las representa pero seña land o que, en la línea qu e socia les; se trata de partir reconocie ndo, social preconstruida, un imag inar io segu i mos aquí , no se concibe una realidad r a la prod ucci ón soci al del sent ido; socia l prev io que pued a escapar o pree xisti trucc ión de una teoría q ue pued a dar cons ideramos nece saria , entonces , la cons iosis com o luga r donde se confor­ cuen ta ele los mod os de prod ucció n de la sem necesaria porque el estad o actu al ma fa " realidad " ( y deci mos consideramos dología, no permite aún pe nsar lo de la semi ótica , como teorí a y com o meto el redu ccio nism o del mod elo .l i n gi.Hssocia l en térm inos discurs i vos sin caer en tico) . miento semiótic o de l os fenóme­ ¿Es posib l e inici ar a los alum nos en el trata niza r la experienc ia y favorece r los nos? ¿ S irve la sem i ótica a los fines de orga trucción y deconstrucci ón de las sig_­ proc esos individua les y colectivos de cons dar una resp uest a posi tiva a esto s n i fi cac.i ones ? S i no crey éram os posi ble do algu no; en efecto, cons ide ramo s, interrogan tes, nues tro libro no tendría senti se prod uce, d� hech o, med iante la que, en tanto la adqu isició n de cono ci mien tos e con tribu ir a la producci ón y a la mall ipula ción de signo s, la semi ótica pued sign i ficac ione s. Esta afirmació n interpreta c ión racional y controlada de las provocativa- requ iere de u nas cuan tas que pued e pare cer obso leta y quiere ser exp ! icitac iones . diále ctica entre la interpretac ión En primer l ugar, y retomando la relac ión rete y del "ahí y ya" codif icado e institui- , ·� sin gular del "aqu í y ahora" de u n i ntérp retati va no debe en tende rse como do, p lantea mos que la " racio nalidad" interp ión y la producción "inte ligen te" sino situ ada sólo en lo s planos de la cogn ic para detectar, exp lorar y mani pula r tam bién a ni vel de l a capa cidad del hombre lo tanto , la produ cción Y la interp relas cuali dades sensi bles de los objet os . -Por 14 r¡;;:, t a� ió � de se '.itidos no constituyen meras proy ecc iones intelectuales sino, ade( , escucha, toca , vive en ma_s, i nstancias en las que . en las que el suJ·eto n arra , mira . un � 1empo, h ace pasar po r verdadero lo que dice, po n e -en fin- en discu rso sus pasiones con y entre los otros 2. En segundo l ugar -y reinstalando la misma cuestión dialéctica- queremos demar��lr la posición que seguimos aquí respecto de la otra instancia de la inter­ pre t��10n -la const �ucción social o institucionalización de los sentidos- y esto _ refinendonos part1cularmentc al objeto general de este l 'ibro : los estudios ., . . sem1ot1 cos apl tcados a los mensajes de los medios masivos. En Lat '. n o a mér.i ca , .l os años 70 es t u v i eron marcados por una teoría _ comurncacwnal y cultural que planteaba como nudo de sus investioaciones el �oncepto de dominación: "los medios masivos pertenecen y resp;nden a l os mtereses de la clase dominante, por lo tanto , man ipulan las conciencias" ; en ese �� a.reo, lo � aná � i � � s semióticos fueron considerados instrumento imprescindible - revol uc1onano - dentro del proyecto de desmitificación de.l di scurso domi­ nan :e, de desenmascaramiento de ese Emisor Todopoderoso contra el que nada podia hacer el "receptor acrítico y pasivo"3. A princ ipios de los años 80 -y, fundamentalmente, por influencia de ciertas lecruras de la obra de Michel Foucault- la concepción del Poder como aloo c en­ _ tral izado se ve reemplazada por una visión en la q ue el Poder se vuelve �i nús­ _ c �ilo para � 1solverse en la c a pilaridad de la sociedad: atravesar los cue rpos, la _ vida cotidian a, la sexualidad, las leyes . Este poder microsc6pico -en este punto se observa el efecto de esas ciertas lecturas a las que hadamos referencia- susti­ tuy� en la mayoría de los estudios a la concepción del poder del Estado occiden­ tal como forma de poder globalizante y totalizadora a la vez" (son palabras de Foucault) . Se Ilega así a una serie de ensayos acríticos qu e conciben un receptor 2 Los cstu ios semióticos de las pasiones recién cobran sentido en la trad ición investigadurn europea íl _ � . mediados de l os ochcntíl; e! recoI oc1rnicnto <le csla nueva dcnsidnd del objeto semi ótico -la dcnsithi<l : que le oto'._gan las os�� rns e mcon 1esablcs motivaciones pasionales- im:p l ica una crítica al esquematismo . de la_ sem 16t1ca t 1_ad 1c1onal . Consul tar al respecto Fabri p T/cticm d to� s1·gnos . B arce¡ ona, Gedi sn; :, e . · :. · ' , , . : · . E111mut1cto11, r sen.wcwn, ¡1as1011es. Ouenos A i res, Edici:.il· 1 995, P:ir cl, H . De fri ,·emióticti ti la <..Ht.tiu,. 1 . . . ·, 1 � Y �1•1 pa.11ones. �nsoyo sobre la puesta e1� discurso ele lo subjetividad, y Grci mas, A y Fontani lle, �� . 1 ' w11011ct1 dti las pasirmes. De los (Wados de cosas a los es/(/do.,· de ánimo. México Sio!o XXI · 1 994' .' _n un pn11orarna l clll de lll cuesti ón consulte cspcci:1I mente ai al dcbnle e1ttre las rcvis,t:.s =-Comimi�ació,; ? � _ . _ Y /..c11g11o;es _1 Cu/111/{/ durante la pn mera mitad de los· años 70• na n1 1 1 ::i d n 1.ctrospcct1 va se encuentra en ' . . Schrnucler. Estudios de comunicación en América L:itina: del desarrollo a ta rec ·p­ , · · a· Hector "Entre v·1 st,1 . _ .. cr Ca11sos , A;;llre.1·. L .1· le11g1iajes de la cmn1111irnció11 y /a cultura en (la) crisi,i·. N. 1 ; Bue�ClS :: \ _ � I P1 i mu vcr:i de 1 994. Y Entrevista con Elisco Vcr ón : i nv cst i gnción semiología y comunic·ición· _ . Y A zo res. Los lengiia;es de la comunicación y de'1 t:s, estrnctural 1 smo al :rnál1sis · · en producción" en .- . aw,as . . .. . fa cu/ ver6 n ·mtcgra ¡1nn la ' ' de 1 99')- · (Sel � 1 1nuc ¡ er y " · fllm en. (ln) u..'1�1s. N. 3.. Buenos Aires ' pnmavcr·1 ct ·IIc · ,cci·6n Ce I, c·011111111 cr11:w11 . , y Cult11ra y Lc11guajes rcspcctiv,mwntc) u. . �?.� . e L ' ' • • r_;,;:J 1 5 capaz de manipular él mismo los mensaj es medi áticos, de interactuar con la téc nica y alcanzar nuevas competencias lectoras4 ; otra vertiente latinoamerica­ na situándose en la observación de las mediaciones culturales, concebidas como a r¡icu.l aciones entre las prácticas de comunicación y los movimientos sociales, desplaza la preocupación por la instancia de producción de los mensaj es masi­ vos haci a espacios como la cotidianeidad familiar, la temporalidad social o la competencia c u l tural, espacios de los que provendrían "las constricciones que delimitan y confi guran la ma terialidad social y la expresividad cultural de los medios"; el lugar dado al receptor hace que, en estas líneas de inve stigación , los mensajes de los medios sean vistos como una "negociac ión"5 . Desde la perspectiva que seguimos aquí - y recurrimos otra vez a Foucault­ cs neces ario atende r a esa "comb inación tan co mplej a de técnicas de individualización y de procedimientos totalizadores" que define al p oder' . Ni poder y m an ipulación abs oluta por p arte de los medios ni disolución del poder de manipular en las ofertas del zapping televisivo. Los medios no construyen la real idad social en un instante, nadie es ma nipu lado de inmediato ; con el tiempo y hasta cierto ( ?) punto, sí (¿en qué medida nuestros alumnos no actúan el heavy metal ? ) . El lugar de poder de los medios en cuanto a la producción de realidad social -creemos- es indiscutible, lo que vuelve absurda cualquier pretensión de controlar sus mensaj es ahí mismo, en el punto de partida. La semiótica, enton­ ces. puede servir a los fines de indtar, provocar al receptor, para que controle los mensaj es -y sus múltiples posibilidades de interpretación- "a la luz de los códigos de llegada, confrontándolos con los códigos de partida"'. La ideología, cons iderada c omo dimensión constitutiva de los fenómenos de significac ión , es susceptible de ser abordada tanto desde la perspectiva del pro­ ceso de producción -explicitando las con d icion e s materiales y sociales de su e ngendramiento- como desde el punto de vista del proces o de recepción -dando cuenta de las -detcimin·a ciones materiales y sociales de su "eficacia" o de sus efectos. Por lo tanto, si la industria cultural crea con los receptores una serie de vínculos complej os que determinan el modo de ser de la -recepci ó n, la semiótica no sólo debería indagar qué hacen los receptores con los mensaj es de los me­ dios sino ta mbién instalar la pregunta acerca del para qué se vinculan con ellos (¿para informarse?, ¿para integrarse a la sociedad?, ¿para proyectarse?, ¿para Remiti mos, cspeci;il mentc. a Land i , O. Devórame otra vez. Qué hizo la televisidn con la gente. Qué Buenos Aires. Planeta; 1 993. Barbero, J . M. De los medios de las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. México, Gustavo Gili; 1 987. p. 203. Foucaull, M. ¿Por qué estudiar el poder?: la cuestión del sujeto·· en Sober, 3; mayo-junio; 1 985, p. 1 7 Eco, U. "Para una guen-il!a semiológiui" en: IA estrategia de la ilusión. Barcelona, Lumen; 1 986. p. ! 90. hace lo gente con la 1de1,isfrJ/!. despersonalizars e?, ¿para divertirse? ) . ¿Hay que plantear, entonces, una nueva función a la sem iótica que debería sumarse a la trad icional? ¿Se tratar.fa, en ese caso, de una nueva disciplina? Son p reguntas . . . Nos disculpamos: l a advertencia respecto de que los mensaj es provenientes d_e l os medi os masivos requieren de una lectura crítica no constituye, con segu­ ndad, nada nuevo para usted ; no debe ser nuestra intención, por lo tanto, si tuar en ese punto el ej e de este texto. Sí podemos pretender, además de pl antear en general lo que pueden aportar los "est_udios semióticos" al trab aj o en el aula, mostrar, en particul ar, su aplica­ ción en el campo de los mensajes de la comunicación masiva, con el fin de favorecer esa lectura crítica -controladora- a la qu e nos referíamos más arriba. A la hora de revisar .la comprensión sobre lo ideoló gico, las sistematizaci ones semióticas abrieron una etapa de experimentación y análisis sin precedentes. Y esto porque la semiótica, a pesar de ciertas dificultades teórico-metodológicas que trataremos de señalar más adelante, se perfila como un in tento de ofrecer marcos teóricos aplic ables a todos los fenómenos humanos y sociales desde el punto de v.ista de su constitución en sistemas o códigos8 • La comunicación de masas -el fenómeno que interesa para nuestro trabajo- apa­ rece como uno de los campos más c:omplejo,1; en los que resulta necesario dar una explicación general a partir del estudio e:,,pec[flca de sus sistemas de significación. Cabe aclarar -dado que en el capítulo que sigue abordamos el análisis de un género masivo- que si la semiótica encara el estudio de la comunicación de masas, no Jo hace en fu nción de examinar la técnica o los efectos de un género particular (la crónica, la h istorieta, los suplementos juveniles o el cine clase B) sino porque consi­ dera que todos esos géneros presentan estrncturas y efectos comunes en el marco de las actuales sociedades industriales. Eco señala al respecto que las teorías y los anál isis sobre la comunicación de masas se aplican a d ist intos "géneros" de comunicación en la medida en que se tienen : 1 ) una sociedad de tipo industrial su ticicntemente estrati ficada en apariencia, pero, en realidad, muy rica en cont rastes y di ferencias; 2) unos canales de comu­ n icación que permiten alcanzar, no a grnpos determi nados, sino a un círculo indefinido de receptores en situaciones sociológicas distintas; J) unos gru­ pos productores que elaboran y emiten detem,inados mensajes con medios industriales9 . Otra vez provisoria mcntc consideraremos el término cr)digo corno cstahk cido socia l mente . Eco . U. LL1 es1n1c111m nw;cnte. Barcelona, Lumen; 1 974. p. 26. equivalen te de conju nto de reglas Semiótica, signo, comunicación: ténninos que designan una historia relativa­ mente nueva, aún en proceso y que, sin embargo, ha generado inmensas expecta­ tivas en cuanto al conocimiento de los fenómenos sociales. Empecemos, enton­ ces, por considerar desde cuándo y de qué se habla cuando se habla de semiótica. l. La concepción de una ciencia de los signos ¿Qué conocemos? ¿ Cómo se produce el proceso de conocimiento? ¿Qué v ín­ culo existe entre los objetos y fenómenos y nuestras concepciones acerca de ellos? Evidentemente, la relación entre la realidad y sus representaciones no es nada s imple; la historia de la filosofía y la ciencia da cuenta de ello. La preocupación por el lenguaj e y, de algún modo, el anticipo de la semiótica como ciencia de los s ignos y de su funcionamiento en el marco de la vida social ya aparece en los filósofos de la Antigüedad. Los estoicos se pregu ntaban por !as relac iones que podían establecerse entre la configuración de los términos de los silogismos y la configurac ión de las cosas del mundo que los término s de­ s i g n ab a n , y distingu ían el semainon (signifi cado) del semainomenon (significante); Platón, en su Cratilo, definía al signo como "lo que reenvía a otra cosa natural o con venc ionalmente" y Aristóteles, por su parte, ade más de sistematizar los procesos lógicos del lenguaje y analizar los recursos retóricos, diferenciaba en De lnterpretatione el onoma -s igno que por una determinada convención sign ifica una cosa-; el rema -signo que incluye en su sig n ific ación una referencia personal- y el lagos -signo complejo y completo- 10 . Durante el transcurso de la Edad Media, la teatía convencionalista del leng uaje humano sentada por los estoicos se pierde en una vuelta al modelo nútico y universa.lista en la que el signo es concebido como un medio de acceso a la trascendencia divina1 1 . El Renacimiento devuelve los postulados interpretativos de corte racionalista; el conocimiento c ientífico equivale a la búsqueda de las causas naturales de los fenómenos y de la determinación de su forma o su esenc ia. En este marco, aun­ q ue no se trate de un abordaje semiótico, es importante considerar a la teoría de los "ídolos" -distorsiones que los "prejuicios" ejercen sobre el conocimiento social e individual- de Francis Bacon, que puede ser leída como inicio de la teoría de la ideología (entendida como pérdida de la autoconciencia por acción ' ' " 1 11 1 S e trata d e u n estudio Cfr. Kneule.W . Y Knealc, M . El de.rnrml/o de lo lágica. Madrid. Tecnos; 1 972. También Rey, A . "La signos. de sistema como lógica la de griega comprensión la de acerca exhaustivo k; 1 972 y Todorov. Klincksiec París, seris. dH er ne si 1 1 d T/Jéories en: " g semiótica estoica y el escepticismo 1 98 1 . vila; Á Monte C:iracas. "Naci miento de ta Sem iótica occident al" en: 'foorias del símbolo. 1 98 1 . Todorov. T " La síntesis agusti niana" en: Tiwrías del símbolo. C::1racas. Monte Ávila; 1 8 (i,J de intereses externos) puesto que, a nivel metodológico, los "ídol os" cumplen el _ mismo papel q ue las obras de Hegel y Marx asignarán a los conceptos de "falsa concJCnc.t a., y "alienación" 1 2• Dentro de los pensadores del siglo XVII es necesario señalar también la im­ _ p ortanc,a de Descartes, los gramáticos de Port Royal y John Locke". En su , Essay on Human Understanding, Locke divide la ciencia en tres áreas : . [Lafilosofía, que se ocupa de] la naturaleza de las cosas como son en sí mismas; 1 � ética , lo que el hombre mismo tiene ·el deber de hacer como ag� nt.e _racional y volu ntario para alcanzar cualqu ier fin y, especialmente, la tehc1dad ; y en tercer l ugar, la ciencia que estudia los modos y medios con l os cuales se alcanza y comunica el conocimiento de estos dos órde­ nes de c_osas . A esta ciencia se la puede l lamar semiótica, o sea, la doctrina de los signos [ . . . ]; su objetivo es el de considerar la naturaleza de los sig­ nos de los que hace uso el espíritu para el entendimiento de las. cosas 0 para transmitir a otros su conocimiento. ,,,., �ªY?�ª La de lo: estudiosos de la semiótica, por lo menos hasta hace unos pocos _ ,_ anos , comc1dia en senalar como el pnrnero en haber concebido cabalmente la ciencia de _ los signos a Fcrdinand de Saussure quien, en su Curso, publicado en 19 16 , enseñaba que La lengua es un sistema de signos que expresan ideas y, po� eso, es co�1parable a la escritura, al alfabeto de los .sordomudos, a los ri tos sim­ bó hc.os, a las formas de cortesía, a las señales militares, ele . Sólo que es el _ mas importante de todos esos sistemas. Se puede, pu �s, con�ebir una ciencia que estudie la v ida de los signos en � I �eno. de .la vida social . T� l ciencia sería parte de la psicología social y, : poi cons1gu 1ente, de la ps1colog ía general. Nosotros la l lamaremos s�111iología (del griego, semeíon: "signo"). Ella nos enseñará en qué con­ s1 sten lo � signos y cuáles son las leyes que los gobiernan. Puesto que toda­ _ v1a no existe, no se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a la , .¡. , ,· Aunque el terreno en � I �ue esros estudiosos han desarrollado sus interpretaciones del sL�tema social no es . _ . s l tcmñcicamcnte s�:11iótico, n��orta tenerlos en cuenta dentro del recorrido que intentarnos trn1.ar en � _ ll atan. no la dm 1nc1on entre el conocimiento falso" y el "conocimiento verdadero", sino las mediaciones _ _ que la sociedad impone � la interncc ión conocimiento-realidad. Por otra parte. nuestro l ibro se ocupa de un · a· I ªs oh rns de grnndes pensadores corno Freud y Mnrx resulta inel udible "ét1cro dc nrns·1 • , �· Y ln, re tercncrn . . �. 1.1 rnu ndo se mt nta dar cuenta de la mterpretación contemporánea de los fenómenos masi vos. � . _ La importancia de Dcscnrtcs· ha sido trntad· un capttulu de la ' ' '1 por Ch oms ky. N . ¡�111gmst1cl1 · . . , · carreswna: · . . . lu.Hrma dd 1n·,1 .1·a111w1110 racio11alisra. Madrid, Credos; 1 969. A l l í se considera ta mbién ln gramáticn de · · · Port Royal. Existe en francés una reedició n de A rnuu . 1 e1 , A y ¡.ancelot, C. Grammmre Genero/e er . . , . Rms.1· gramáriw oducción i 01rnee (Pans, 1 969) con ntr de M ichel Foucault; en español. Dom�é. R. La seneml y m�on(u/a de Por/ Roynl. Buenos Ai res. Eudeba; 1 97 1 1§:l 1 9 [ª� estructura del signo y de l a comprensión divergente del conju nto de signos* . En e! caso del pensamiento de Pei rce, consiste en una comprensión logic ista y prag­ mática 16 ; en cuanto al planteamiento saussureano, está fundado en un entendi­ miento li ngüístico-filosófic o del signo y sus interrelaciones de corte ideal ista. La valoración saussureana del lenguaje como "el más difundido y el más complejo de los sistemas de expresión" abrió la puerta a una suerte de predominio de la lingüística por sobre la semiología, pues se consideraba, con Saussure, que la lingüística podía llegar a funcionar como "el patrón gene ral de toda la semiología, aunque la lengua sea sólo un sistema pru.ticular". Así, por citar una caso diferente de las co ntundentes afirmaciones de R. Baithes en sus Elementos de Semiología, en un texto fechado en 1967, el semiólogo mgentino Eliseo Verán proponía que la teoría saussureana fuera leída en el mismo nivel de importancia que la de Sigmund Freud o la de Karl Marx: es más existencia y su lugar está detenn inado de antemano. La ling�ístic� no ra descub 1ologia 11 s la que leyes Las l. genera a � cienci que una parte de esta _ � trará encon se ser(m aplicables a la lingüística, y así es como la hngmst1ca 14 to de los hechos humanos. \io-ada � a un dornin io bien definido en el conjun sus escritos come n­ S in embargo, el hecho es que, u nos años antes - aunque Papers �J.Charles zaron a public arse rec ién en 1 932 con el nombre de Collected or de log1ca en la Sanders Peirce - el filóso fo nortea mericano Ch. Peirce , profes Unive rsidad J ohns Hopki ns de B altimorc, había afirmado: "Por \o que sé, soy un adelantado en la tarea de dcspejar el t� rritorio _ para abrir camino a lo que denomino Semiótica, es decir, la doctn� a de l a _ _ naturaleza esencial y las variedades fu ndamentales de la sem1os1s posi­ ble", entendida ésta como "una acción, una influencia que sea, o involu� re, una cooperación de tres elementos -como por ejemplo un sig no, su obJeto y su interpretante-, una influencia tri-relativa que, en ningún caso, se pue­ de resol ver en una acción entre dos elernentos" 1 5 • Cuando alguien, dentro de muchos años, escriba la historia del período crucial en que se establecen definitivamente las ciencias sociales modernas, tendrá, sin duda, mucho que decir de esa etapa privi legiada que fue la segunda mitad del siglo XIX hasta los primeros años del XX. En no más de seis déca­ das y trnbajando en áreas y con ideologías muy diferentes. tres hombres esta­ blecen una solución de continuidad con su propia tradición científica e inician perspectivas que, con el paso del tiempo y en una especie de progreso de ampl i ficación, serán reconocidas como las que produjeron el "giro copernicano" en cada uno de sus campos. La primera edición de El Capital de Marx es de 1 867. Los estudios de Freud sobre la histeria aparecen por primera vez en 1 895. Y ya en 1 878, Ferdinand de Saussure publica su Mémoire sur le systeme primitifdes voyelles dans les lang ues indo-européen11es, que inicia la modi ficación radical de los estudios sobre gramática comparada.[ ...} . El des­ tino póstumo de estos tres hombres dentro de sus campos científicos específi­ cos (no porcie1to fuera de ellos) es muy semejante: los desarrollos posteriores han sido antes que nada un diálogo -no siempre pacífico- con lo que ellos dijeron. Esta observación puede indicar hasta qué punto se remontan lejos los antecedentes de lo que hoy, en los años sesenta, aparece corno el "boom" de la comunicac ión, el estructuralisrno, la lingüística y la semiología17. S ostengamos por lo pronto, entonces, que la búsqueda profunda de la funda­ . ción de una ciencia específica de la tipología de los signos que p udiera ser ap li ­ cada a los conocimientos sociohumanísticos tanto como a los de carácter formal comienza a desarrollarse desde finales del siglo XIX, con la obra de estos dos grandes t�óricos. La sign ificación se convierte, desde entonces, �n el punto de . análisis en el que converge un conjunto de tendencias metod o l 6g1cas q ue bnn­ dan la orientación y los núcleos temáticos a pe rspectivas filosóficas, psicológi­ cas, sociológicas , antropológicas, etc ., del s iglo XX. Esta concepción , aplicable a los saberes lógicos y lingüísticos, también s e vuelve evidente en conocimientos acerca de la estructura y la función social Y, sobre todo, de la psicología motivacional y de la psicología de masas Y esto, tanto en los estudios europeos como en los norteamericanos. En este punto conviene que antic ipemos , aunque sea provisoriamente, la opo­ s ición histórica y tradicional entre Semiolog ía y Semiótica que intentaremos profu ndizar más adelante: se trata, básicamente, del diferente tratamiento de la 1 • D e Saussurc. F. Curso de U11giiísti1:c1 General. Buenos Aires. Losada; \ 96 1 . El lugar rrivilegiadode Saussu �e en la concepción de la semiología ha sido señal ado, entre otros, por: Prieto, Luis. ''La Semiología'' �n: �l l..ens 11a1c.Lí1 Comimir.:ació11. Buenos Aires. Nueva Visión; 1 977; Vcrón, El íseo "Introducción: hacia una ciencia de la ¡;omu ­ nicación social'" en :AAVV. Leng@jc y c:o,;uuúcnción soci(I/. Buet1os Ai res, Nueva Visión, 1 968; Barthes, Roland. "Elementos de Semiología". En: AAVV. l...íi semiología. Buenm Aires, 'ílempo Contemporáneo; 1 970. Herwcniste. É111ilc. "Semiología de la lengua., en: Pro/Jle111as de ü.ngüísrica General /l. Madrid, Sig lo XXI; 1978. Peircc. Ch. La Ciem:ia di! la !ú!m i(íticu. B uenos Aires. Nuev(l Visión; 1 974. 1 ' ' * No considcrnmos. po r tanto, otrns distinciones entre Semiología y Semiótica, como por ejemplo la prupuesrn por Fforthe.s ( In Semiótica .,e ocupaiía de sistemas particulares y la Semiología sería la ciencia general) ni otras ddi11icio11cs de Sellliología. como la de Grci mns que plantea que, corno ciencia de los signi ficnntes, sea distinguid de la Semántica o ciencia de los significc1dos. _ 1� El Ob� J Cltvo central de Pe1rce es ex¡-il icarcómo se hc1cc posible cl conocimiento dc la realidnd. Tal como la filosofía crítica de Kant y la filosofía del sentido común de Reid. l a teon·a de Peirce tr;:ita de conciliar dos tendencias gnoscril ógicas upueslas: el realü1110, que sostiene la i nmediatez del conoci miento, y el i11Jere11cialis1110, que subraya 1::i mediatezde todn percepción. Por lo tanto, para Peirce. los objetos no existen en sf y fuem de l proceso de i.:o noc1 micnto si no e11 dicho proceso. De esto se desprende que toda renlidad es un signo,o.-mejor dicho. un rroceso di n:'imico dc significación: "La única mnnera de dar cuentn del neto cognoscitivo consiste en reconocer que la real idad y el con ocer se encuentran en un mismo universo, e� decir. que las cosas rea les son de naturaleza cog niti va y. por ende, significativa... (Pei rce. Ch. Obra lógica - Semiótica. Madrid, Taurus; 1987). 1 Y erón. E . " l ntnxlucción: hacia um1 ctencia de la comunicación sociul" en :AAV Y. Lenguaje y cormmicación social. Buenos Aire:;, Nuevu Visión, 1 968. 1 (i,J 2 1 ' l�. . :' : 'I ' Para Saussure, el signo es u na entidad psíquica de dos caras íntima y recípro­ camente l igadas : el significante o "imagen acústica" y el sign(ficado o concep­ to; esta unión es arbitraria, es decir, no moti vad<:\ por ninguna razón natural o lógica. El valor del signo -dado que la lengua es, antes que nada u n sistema­ surge de su ubicación en una estructura de relaciones binarias: Peirce, que consideraba a la semiótica como la "ciencia formal de las condi­ ciones de verdad de las representaciones", apuntaba a aprehender la totalidad de los procesos comprnmetidos en la determinación de las significaciones. Por esta razón, su obra plantea una teoría de la simple presentación de las cosas -una fenomenología que Peirce denominafaneroscopfa- antes de desarrollar la teoría q ue concierne a las representaciones. Y por esta razón también, dentro de la teor�a general de las representaciones, el signo lingüístico no ocupará ningún . l ugar especial . La obra de Pe ircc se editó cerc a de veinte años des pué,-; que la de Saussure, en forma fragme ntari a y con cierto desorden cronológico. Esta cuesti�n, sumada a la amplia difusión de la obra de Saussure en Europa, instituyó a la lingüística como ciencia piloto, no sólo de la semiótica sino de las ciencias humanas en general 1 8 . S i bien es innegable la intención de l a semiótica en cuanto a constituirse progrcsi varnente como disc ipl ina con estatuto propio -y como síntesis de apor­ tes tan diversos como los provenientes de la lóg ica, la li ngüística, las teorías de los si stemas , algunas áreas de las matemáticas, el psicoanálisis, la sociología y la antropología-, la discusión respecto de su carácter científico no está cerrada en absoluto. Intentemos, por lo tanto, precisar cuál es el eje de esta discusión. En la lengua sólo hay diferencias; [ ... ] un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos combinadas con una serie de diferen­ cias de ideas; este enfrentamiento de cierto número de signos acústicos con otros tanto,-: recortes realizados en la masa del pensamiento engen� dra un sistema de valores; y csle sistema constituye el vínculo efectivo entre los elementos fónicos y psíquicos en el interior de cada signo20 . Para Saussure, este sistema de valores evoluciona en el tiempo (diacrónicamente) bajo el efecto de una "fuerza social" ya que la lengua, "parte social del lenguaje" por contraposición al habla, que sería individual- "sólo existe en vi1tud de u na espe­ c ie de contrato entre .los miembros de la comunidad"2 1 • El fo rmalismo que da origen a la sem iótica peirccana, en cambio, es básica­ mente trilldico: se encuentra constituido por tres elementos que mantienen rela­ ciones b inarias cuando se los considera de a dos "ignorando" el tercéro , pero también -y fu ndamentalmente- que establecen una relación tal que uno de e l los resulta de la unión de los otros dos : 2. ¿La semiótica es una ciencia? Un Tercero es algo que siempre pone a un Pi 01ero en relación con un Segundo. Un S igno es una clase de Tercero. [ ... ] Defino al S igno como algo que es dcte nni nado en su cal idad de tal por otra cosa. llamada su Ohj eto, y de modo tal que determina un efecto sobre una persona, efecto que llamo su Intcrpretantc; vale decir que este último es determinado por el Signo en forma med iata. [ ... ] Un S igno es algo que está en relación con su Objeto. por u na pa11e, y con su Interpretante, En térm inos de Prieto, La semiología no se muestra como una fragmentación de conocim ien­ tos sino como una aclaración cóhcrente de los sistemas de comunicación Y de sus consiguientes usos soc iales. i, Sin embargo, es difíci l presentar una caracterización unánime acerca de lo que es la semiótica, porque el acuerdo se halla en una defi nic ión - "teorí a o discip lina de los signos"- que transfiere al concepto de "signo" nuevos � ro bl� ­ _ mas de defin ición. Dicho de otro modo: nos encontramos con que las d1sc1plt­ nas di fieren según el contenido pri mero atribuido al término "signo". 1; 11 A ¡x:sa1· del 01igcn históriw diferente de los términos scmio/ogfn y semiótica, cada vez que debamos referir­ nos n esta ciencia en general adoprnrcrnos el ténnino stmihítica como equivalente de scmiolog(a para atener­ nos a 111 cnita constitutiva de In l ntemational Association for Semiotic Studies- Associatíon lntcmationalc de Sémintique, 1 969. En cnrnhio, cuando hagamos referenci a a \as concepciones de los di l'ercntes estudinsos de esta disciplina 1nnntendremos lns denominaciones qut! ellos mismos han empicado. 1� Prieto, L. "Semiología de la connotación" en : Pertine11cio y Práctiw. Barce lona, Gustavo Gíli; 1 977. PP 59 " 73 ' ,, iii Snussurc, F Curso de Lingüística Ge11eral. Rucnos Aires, Los;J.dn; 1 96 1 11 Saussurc. F. Cw·.rn de Ling iiístiw General. Buenos A i res. Losada; 1 96 \ . Desde \[I perspectiva, qLic abordamos aquí, importa señalar que la conceptual ización saussureana de los hechos de lengua sólo hace intervenir a l a socicOad desde afuao del modelo, a modo de una fuerza que la modi fica sin alterar sus curucteríst icas formules: seguirnos l as consideraciones i11iciadas por lbjti n (Estérirn de la cmación Ferbal. Méx ico, Sigl o X X I ; 1 985) y Vo loshinov (El sig 110 ideoMg ico y lafilo.wjta del le11guaje, B uenos A i res. Nueva Vi sión; 1 976) en la décadu de 1 920, según las cuales la di mensión social es constitutiv:1 de la l engua y que, por In tanto. debe ser integrada en todo i ntento formali7.ado de descri pci6n. La iclca s,rn:;:;un.:a na de "contrato" en tre los individuos h::iblantt!S, del mismo modo que el concepto de la lengua como "tesoro dt!posiwdn pnr 13 práctica del habla en los sujetos que pertenecen a la misma cnmu11id:1_e l'" ocu l ta las determi naciones sociales que implican enormes des igual dades en la adquisición de la lcngu;t. (RmmJicu, P. ¿ Qué úg mjica !w/J/cir? . Madrid. Aka!; 1 985) G;:l 23 ·r ,.:.._.'_·.·,)t,: � . '!,'..,. �" ' '.�· • ·. •' 1 i que considera que la lingüística es una parte de la semiología entendida como "la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social'': en tanto extiende el modelo lingüístico -binario o dicotómico- a todos los otros s i s te mas de sig n os c reados por el h o m bre, podría ser denomi n ad a "se miolingüística". Dentro d e l a con formación de esta concepción cobra espe­ cial i mportancia la obra del lingüi sta danés Louis Hjelmslev ( ! 899- 1 963)". por otra, de modo tal que coloca al lnterpretante en relación con el O�jeto, siendo esa relación correspondiente a la que el s igno tiene con el mismo Objeto22 . Es necesario que aceptemos, entonces, el carácter necesarimn� nte complejo y . polémico que implica cualquier tentativa de delimitació � y orga111zac1ón del cam­ po semi ótico. El signo lingüístico ocupa un lugar tan 1 �port�nt� � tanto por su posición en el campo semiótico como desde el punto de v1sla h1stonco� q �<: � ara _ . algunos autores la ex istencia de la semiótica estaría supeditada a la de la lmgu1st1ca: Así, \a semiología está quizá destinada a absorberse en una trans­ fingii{stica, cuya materia será ya el mito, el relato, el artículo pcri�dístico, _ en una palabra, todos los conjuntos s igni ficantes cuya matena pnm� es el lenguaje articulado, ya los obj"etos de nuestra civil ización en la � ed1da en que sot1 hablados (a través de la prensa, el catálogo, el rcportaJ�•- la con­ versación y quizá el lenguaje interior mismo, de orden fantasmat1co). En suma, es necesario admitir desde ahora la posibilidad de in vertir algún día !a propos ición de Saussure: la lingüística no es una parte, ni siquiera p ri vi ­ legiada, de \a ciencia general tk los signos; es la semiología la que es una parte de \a l ingüística, prec isamente esa parte que se haría cargo de las gmndes unidades significantes del discurso2' . l .; , i 1 11 ., ,, 1 i -La concepción peirceana que, sin tener en cuenta como a priori la importan­ c i a de los signos lingüísticos, analiza todos los fenómenos de la significación desde u n a perspectiva triádica, esto es, reconociendo la cooperación de tres i11 ...,urn c i as: el representante (o signo propiamente dicho), el objeto (lo repreSen­ tado, aquello que el signo representa) y el interpretantc (un nuevo signo que se genera en el intérprete, considerado como portador de los hábitos interpretati vos de u na dete�minada comunidad)25 . : Aquí preferimos ser cautelosos: s i adoptamos e l punto d e vista de la soc iolo­ gía de la clencia deberemos admitir que la semiótica, en tanto d1sc1� lma, se _ _ encuentra aún en proceso de constitución y esto, no sólo por la di ferencia 0�·1g1nal en cu anto a l a concepción del signo, sino también porque la comu111dad c i en tífica no ha alcanzado todavía un acuerdo respecto a un ohjeto de conocimiento que permita unificar las problemáticas. Las principales concepciones que resultan opuestas en cuanto a la considera­ ción del objeto de la semiótica son las sigu ientes: -La concepción que proviene del desarrollo de los planteos saussureanos Y 1 Pcircc. Ch. ¡11 Ciencia de ta Sem iótica. Buenos A i res, Nuev::i Visión; ! 974; pp. 92-93. Consi �eramos leer a lo larno de los lt::n6rne­ l)asible · "' de la compleja y oscurri obra de Peircc una considerac ión· dia\éclica . · nos de si!!ni ficación. Atender a dichos fenómenos impl ica dialecti::.c1r las re!ac1oncs b 1 nanas que n,a 11t1e _ _ nen los elementos opuestos, situarlos en la hi storin de la sociedad para articular!os con l as purtic:l:ricl �)" _ _ des de la cxperienciu. En el plano formul. la tríada aparece corno el rnstrumento que permite 1 esol vc1 j dialéc1 icc11nente las antinomias de los modelos binarios. ,.1 Rarthcs. R; Brcrnond. c., Todorov. T. y Mctz, C. La Semiología. ílucnos Aires, Ttcmpo Contempornnco . 1 974. Lit edición origioal, que dnta de 1 964, incl uye el urtfculo l:; /eme111os de semiolog ía, sin duda el mús iri rluycnle dentro de la concepción semio l i ngliística 1; ' 1 :. -La concepción que se limita a analizar aquel los sistemas de signos institui­ dos por la práctica social y no-lingüísticos (señales de tránsito, señales .milita­ res, escudos, insignias, etc.). Sus principales representantes son Eric B uyssens, Luis Prieto y Georges Mounin. Lo restringido del objeto de estudio hace que el desarrollo de esta concepción se encuen tre prácticamente agotado26 . -Las concepciones cul turales que consideran que cada sociedad, a phrtir de la creación de su lengua, constituye no sólo un uso particular del lengu aje sino, sobre todo. unos modelos simbó licos sobre los que se funda un segu ndo nive l : P¡¡rn Hj e!mslev (Prvfegóme,ws a 1111a teoría del /eniuaje. Madrid, Grcdos; 1 97 1 ), I n lengua es una red de !"unciones semiót icas. Su aporte fu ndnmcntnl co11Sisle en In concepción de una tcoríu del signo que, por un lado, no l i mita a signos míni mos (palabras) l a di mensión de l as unidades significantes: por otro. introduce la di ferenc i a entre fimna y susra11cia en las dos caras -s ignificante y signi ficado- del s igno smrnsurcano. El signo hjc l m.� leviano consi ste l!TI !a unidad bi nari;.1 de lafor1110 del co11te11ido y la _ Jomw de la ex111-e.1·ión , unidad estahlccid::i por u n lazo sol idario deno mi nndo "función semióticu". S11sta11cic1 del cmurm ido (pensa miento) y mstancia de la expresión (cndena fónica) depen den excl usi ­ v:i mcntc de l:1 l"orma y, ror lo tmHo, no tienen exi stenci a autónoma: l a función semiótica impone unfl 1·orma en cada uno de sus dos functivoS, el contenido y la expresi ón. El po stulado del homomorfi smo en t re el plano de la expresión y el plano del contenido posibil ita u na semántica mediante la si mple tr;insrt:rencia de las d istancias d i ferenciales comprobadas en el plnno de la expresión a l pl ano del con tenido. De esta forma, la materi al idnd de! significante gurantiza una definición posi ti va y objc ti va del sign i ficado. 11 Pcircc. Charles. Ohm lógico- semiótica. Mad r"i.� . Tnurus: 1 987 . ·¡� Prieto, L. "La Semiología" en : A /\VV. El le11g11aje. U/ Comw1icació11. Buenos Aires, Nuevn Visi ón ; 1 97:1 Y Menso}es y seiiales. Barcelona, Sei x Barrn l ; 1 976; Uuyssens. E. les /wzgages et le.r discoHrs. Brnselas; 1 943: Moun i n , G. /11trod11crio1J C/ !t1 sémiologi!i. Paris, Mi nuit; 1 970 y "Les systemes de wrnmun icatinn non l i ngü istiq1 1cs et lcur place chrns la vic du vingtiCmc siecle ". fl¡¡/ferin rle !t1 Sor:iti11i de Lingiii.wique de /'aris. L I Y; 1 959. i• � 25 ,r- · - e es la organ izac ión de ese sis tema qu el de los valo res, sus reglas y sus normas; a al modo de una lengua- comie nza la cu l tu ra -opu esta a la natu rale za y concebid estu dio perm itirí a establec er u na a partir de la con stru cció n de reglas cuy o inve stigaciones llevadas a cabo en este tipo logí a de las cult uras . Las principales 27 sentido son las de la Escu ela de Tartu • lir la separac ión entre ciencias sociales -Las con cepc ione s que tien den a �bo ticos, fitosemióticos, de semiótica mé­ y naturales a parti r de estudios zooscmió ría validez en el se no de una filos ofí a dica, etc. El p royec to s emiótico sólo tend . ser redu cido al estado de "perspect iv a" de la natu ralez a; por cons igui ente , debe y nto Toro de o e n el Círc ulo Sem iótic El núcl eo de estas investigaciones.se halla Sebeock. T. es s ante u no de sus prin cipales represent ar, a partir del estudio sem iótico de -Las concepci ones que intentan desarroll a general de \os s istema s y los procesos l as pasi ones y emocion es, una disc iplin arse de la sist_emati zación de las p a­ de sign ificació n; la semiótica podría ocup tenc ia de un texto de las pasi ones que sion es en l a medida en que postule la exis to de u n a gramática p rofu nda ; la p ro­ preceda a su enun ciación y pueda ser obje e en la puest a en di s curso por medio fu ndidad del sujeto alcanzaría la superfici liega n en un recorrido ge nerati vo . E l de ciertas regl as de producci ón que se desp ado p o r un cruc e d e con dici one s y text o de las pas ione s estaría con form res y determinados p aradi g mas histó­ precond icion es epistemo lógic as part icula an os inve stigadores de es ta líne a son Herm rico- cultu ra les . Los más destacad 28 • Parret, A. Greimas y Paolo Fabri tantos territorios -zoo sem iótic a, coUmberto Eco, después de repasar los 11 "l , .. ] En su funcionamiento histórico rea\, las len guas y las culturas son i ndivisibles: no es admisible In existencia de una leng ua que no esté inmersa en un contexto cultural . ni de una cultura que no poseu en su p ro p io ccntrn tma estructura del Li po de \a de una lcngua. l--- 1 El "trabajo" fundamental de \a cu\lurn ( ... ] consiste en organizar estructuralmente el mundo que roden al hombre. Ln cultura es un generador de cstructurcllidnd. \ ... ] Ahora bien. para cumplir esta tarea, la cultura ha de tener en su interior un "dis po­ sit i vo cstercoti pizador" estructura\ , cuya fu nción es desarrollada j ustamente p or el lenguaj e natural; y es esto lo que pro porciona a los miembros del gru po social e\ sentido intuitivo de lü cstructura\id::id. [ .. . ] Nosotros entendemos n \a cultura como memoria 110 herediwria de la colectil'idad, expresada en un sistema determinado de p rohibiciones y prescri pciones. [ ... ] La deftnción p lantea, en ténni n os generales, el problema del sistema de reglas semióticas según !as ctwlcs l a experiencia de vida del género hu mano se hace cultura: rcg!ns q ue. a su vez, pueden ser trntadas precisnmentc como un prog rama". (Lotman, J . y Uspcnskij . B. º'El mecanismo semiótico de \a cultura" en: Lotman, J. y Escuela de Tnrtu, Semiótica de la wlrw·a . Madrid. Cátedra: 1 978; pp . 70-72). " Pan·et. H. La ¡iasiones. E11.myo sobre la ¡mesia en dist:urso de lo subjetividad. Buenos Aires. Edicial ; 1 99 5 y De Id sc111ióticn a la estética. Emmciacüín, .nms(icián, ¡,c1.l'io11es. Buenos Ai res, Edicial; 1 995, Fabri. P. Tácticas de los signos. Barcelona. Gcdisa ; \ 995. , Grcimas, A ..I y Fontanil\e. J. Semiótica de las ¡ws11me.1· . De los estados de cosas a los estados de ánimo. México. Si glo XXI; \ 994. 26 � . , . municació n táctil ' e0, ct1· 0o 0s. de1 gus to, paralmgüist1ca , · y ' sémiótica médica , e·mes1ca . . , . proxem1ca: 1 cnguaJes • · , fonnahzados, sistemas musicales, lenguas naturales comuni ca ;. ones visuales, gramáticas textual es, tipologías de las culturas, c�1��nicació� � es et1ca, comumcac1ones de masa- que invaden el dominio semio'u·co , argumenta: · · -, [ . . .] Podría parecer _ , que , si el. d omm10 sem1ot1co es el que acabamos de _ _ d r m r, la scm 1_6t1ca es una disciplina de ambiciones i mperiali stas inso: �� P _ !_ta es, que ·t1ende a ocuparse de todo aquello de lo que en épocas d 1 f erentes y con _ me't ºdos ct·istmtos, · se han ocupado las ciencias naturales . humanas. . Ias · ciencias O l·1s � · 11·am,IC _Pero ��l i_near un_ do.� inio de temas en que se presta atención o vigi­ _ no �1gn1 hca confeccionar la lista definitiva de los probl . . l,mc1a sem 1 ot1ca _ nas sob 1 e l os que solo la semiótica puede dar una respuesta. Por tanto :e : o qu � se tr�ta es de ver qt�e, en dicho dominio de intereses (comune¡ en . una observación tantos sentidos a otras discipli n a5) , pue d e eJercerse _sen . , 1ca . . . 1e acu.e -c o con sus propias nwdalidades. y así resulta que el �� �t ; pro ema el domm10 remite al de la teoría o del sistema categorial un ifi­ c�do de�de e �:� punto de vista todos los problemas enumerados pueden tiatarsc scm1 0t1camente' 2'i_ Los análisis s � mi ót icos, por lo tanto, deberían ser situados en el marco de _ _ u �� epzstemologia cuyo objeto consistiría en la elaboración de una codiijiica_ c10n ex,zaustlva de [oi; compl e1os · contem'dos que p resentan las múltiples }Or• - , , . ;+,·1cacwn mas de s1gm y/o comuni · + , l·a cion, ienomenos cuyos efectos sociales cu l.1 ·•. � , . , . tu1 ales y ps1co log1cos condicionan el sentido hi stórico de hs ' soeiedade s con­ . temporaneas . En º tr- as pa1abras : consideramos que l a teoría de lo'S sianos y la , ., sigm· r1cac10 � tendna que s � r �ncuadrada dentro de la evolución act:al de las . _ 1e nc1as socia�es , con el obJettvo último de descodificar los sistemas general "'S � c estructur�c1ón del significado, de la subsigni ficación, de la in fon�ación 'y �a, Co mu mcac1on. S �n embargo , a pes ar de sus c ien años de historia y salvo algunas.. poc'·1s ex , cepc10nes ' la se mmtica · · sigue · debatiéndose entre dos posibilidades: partir de l s�gn�s . en general pa �a encontrar entre e llos el lugar de los signos lingüísticos . (�e; c amino que torna Pe 1 rce) aun e u.tn . d e. 5, los signos revelen niveles de impor_ .. , . tan cia · , ei 1· r·ci_entes y parttr de lm·· ·.,ignos ¡-mgutsltcos para estudiar los demás . . . 5 IS �. .' que propone� S·aussurt: .. ( e,1 camino ' "'), c on e l nesgo de unponcr . a fenóme· te, mas , . . . nos d·r I erentes un modelo lin º aliísti co que ter nuna por reducir l a semtotica a un ° e ::-::---------- ¡,, Eco , U . Tmtado de semirítica general - · México . N ucva 1 magcn; 1 978: pp . 4 1 -42. � 27 ·':1.c to de re-denominación (en efecto, aplicar l as categorías de "sig_nificante"_ o . . ¡··1ca d o " a , por cJ· emplo un hecho sacra · ¡ no cons1·1' uye de mastudo prog, e" s1gni ·so para el conocimiento semiótico). · Podríamos preguntarnos cuáles son los motivos d e es ta .d1·.r·1cu 1 tad· S egun . · d unB envemsle ( 1 969) , se tr·ata fundamentalme nte de un "princrp1 0 de no-re danc ia" entre s istemas semióticos: de la significación lingüística a partir de la cual reemplazará subrepticiamente su verdadero objeto� 2 - En este sentido, puede afirmarse que las trabas para la construc­ ción de la semiótica como ciencia se hallan, no sólo en la falta de acuerdo respecto a la delimitación del objeto sino, además, a nivel de su metalenguaje, que no puede sino valerse de Jo verbal para expresar los resultados de las investigaciones. Para algunos segui dores de la teoría peirceana, en cambio, la lingüística se ha erigido en ciencia piloto de las ciencias humanas por razones fundamentalmen­ te hi stóricas que h abrían determinado la concepción del lenguaje verbal como único sistema capaz de traducir signos de otros sistemas (y nunca a la inversa) . El desarrollo de las "min isemióticas" no lingüísticas3:1 o de los estudios que explícitamente sólo consideran objetos "convertidos en lenguajc" 34 se explica­ ría a partir de ese "revestim iento" de los conceptos surgidos de la lingüística y de una de sus extensi ones naturales: la narratología. Dado que el conocimiento de los fenómenos lingüísticos ha progresado mu­ cho en relación con el de los fenómenos no lingüísticos, se habría generado un "desfase epistemológico" tal, que cualquier modelización producida por una semiótica general aparecería, en cierto modo, como en retroceso desde el punto de vista de su poder explicativo. Retomar el enfoque peirceano, sin embargo, se presenta como una po�ibil idad de definir al signo independientemente de cual­ quier especificidad y de abrir el camino hacia una semiótica general: L decirse "la N 0 I1 ay "si nonimia" entre s istemas semióticos; no puede · miStTI''t cosa" medi ante ta palabra y la rn'ú sica, que son s1ste�as. de funda . · que ct os SI,;,· 0 re1nas cos de tipo _ semióti mento diferente. Esto equi· vale a dec1r diferente no pueden ser mutuamente convertibles. E,n el caso cita_�º· la alabra y la música tienen por cie1to un rasgo en comun: la p roduccmn de . son p, i d O's y el hecho de dirigirse al oído ; pero este nexo no prevalece an �e la . · diferem.:ia de n aturaleza entre sus un1dad�s. �esp ect1vas � en tre sus ttpos de funcionamiento ( ... ] . así, la no convert1b1l idad e� tre sistemas d.e: bases d ·1 t·e1.en 1es es la razo'n de la no redundancia en el universo de los sistemas . • · de signos. El hombre no dispone de varios sistemas d1stmtos para la nus• ,na relación de sign ific ación )º . . · 1e par.a explicar el lugar particular de El , Ot[·o '·irgumento que esgnme Benvcms . verb·al la lingüística en el seno de la semiótica es el hecho de que so' 1o e l lenguaie . tanto refenrse de · 1,a capacidad posea la característica de la secund· an.dcul, es dec1r, � . a los mismos signos que lo constituyen como a otros sistemas de signos . [ .. . ] No puede extraerse de l a géneSis de una disci plina relativa a una clase pat1icu lar de sigrios, un pri ncipio jerárquico que permita legislar acerca ele la clase de todos los si gnos . Convendría, entonces, l i mitar las concep­ ciones sem ioli ngüísticas de la semi ótica a los campos en los que es real- A! rnenos una cosa es segura: ninguna semiología del _ so � ido, del CO· , lor de \a imagen , se fonnulara en som·ct os, en colores , en 1magenes. Toda . ., . de u n sisterna no- l ingüístico tiene que recurnr a 1 � me� rnc,on ·sei�io\ooía 0 • · , • de la lengua; por lo tanto, no puede existir m as qu e por \a scm1olog1a de la lengua y en el l a3 1 • El problema no s urgiría entonces, de la ausencia de un sentido no � ing üí� tico -que lógicamente cx. i ste- sino del hecho de que � ólo sea posible ref� nrse a � ¡ en _ términos lingüísticos, lo que implica la rncapac1dad de aprehe �d_er lo que _tiene _ _ de específico el sentido no lingü ístico. Toda se11110\ogrn constn11da a pa� tl: �el lenguaje verbal debe renunc iar al estudio del pr�blem a central de c�alqu 1et .s ts__ _ _ solamente : se ocupara . , · , es. dec ·lt,. a1 probl em,a de la s-ign iticacwn tema sem1otico J, L . ;¡¡ i 11 Benvenistc, É. "Scmiologfo de la lengua" en: P'·vbi,,,,,1s J11 Lingüística Ge11eml 11. Madrid, Siglo XX!; 1 977: pp. 56-57. Benvcniste. É. "Scmiolugíu de la lengua" en: ,-",vbl,,,,,,., ,¡,,� Lil tgiiú-tica General /f. M adrid. Siglo X X ! ; 1 977: pp. 63 -64. 28 i;;,=l El concepto de sig11{ficc1cir)11 fue definido por Saussure respecto u! signo lingüístico como la rel ación i ndisoluble que une al s igni licunte con el signi ficado. .1.1 La Escuela de Prtrís. cuyo representante más destacado es A.J. Greimas, realiza u na síntesis de aportes Uifcrentcs pero siempre basados sobre el binarismo l i ngüístico (Saussure- Hj clmslcv) y sus extensiones c11 la sociología (Lévy-Strauss, "socioscmiol ogía" de Rarthes) y en la etnologín. El método, referencia obl igaUa para cualquier estudio nam1tulógico, se propone constru ir una teoría de la signi ficación sobre In hrt.�c de u nn configuración de rnsgos si mples -o "cuadrado semiótico"- con una perspectiva generativa; mediante sucesi vas expansiones. el modelo "constitucional" deberíu dar cuenta de la ma11i fcstació11 de todus los discursos en un sistema daUo de signos. Si bien en el terreno de la narratología el proyecto grei masi,1110 logró demostrar su rigor y su val idez crítica. encuen tra limitaciones en los sistemas no l i ngüísticos. (Consulte, por ejemplo. Greimas, A.J. La semióúca del texto: eje1dcios prcícticw:. A,uílisis de 1111 c11e1J/o de Maupas.wnr. Barcelona, Paidós; 1 983). En F;/ Sis1,•11w de la Modo (Rarcclona, Gustavo Gi li; 1 978) Rol and Aarthes ( t 967) observa que, nnalíti ­ tilmcntc. se pod1ü tomar cumo objeto al vestido real, al vestido imagen y al vestido escrito. De entre estos 1res modos Bai-thes opta por el análisis se miológic o -l a es tructura de l os signos y las reglas termi nológicas- de cor'tc l i ngilístico (lengua/ habla= vestido/traje; pruebas de conmutación, etc) del i magi nnrio colecti vo del vestido escrito. Lo interno -es Uccir, nu retener ni ngún otro material que la palabrn q tie nos transmite lc1 revista de moda- desplaza al anál i sis sociológico. )J 1-1 mente operativa y buscar las articulac iones entre esos campos Y una semiótica general que proponga como princ ipio no privilegiar ningún sis­ tema de signos, aun cuando éstos sean tan importantes como las lenguas naturales, de manera que todos los signos, lingüísticos y no lingüísticos, tengan el m ismo estatuto teórico35 . · Qué i mplicaría una teoría semiótica ge neral? ¿Cuáles han sido los intentos par� formalizada? ¿Cu áles son las condiciones necesar� as para su de� arrollo? ¿Es que sólo existen sem ióticas particulares? Veamos s1 podemos arnmar u na respuesta a estos interrogantes. 3 . La teoría semiótica general '¡ i Una teoría semiótica general debería poder demostrar que, independiente­ mente de la diversidad y . las diferencias en aparie ncia irreductibles sobre las cuales se funda la noción de "sistemas de signos", existe una perspectiva teórica u nificadora que otorga a cada tipo de signo, sea cual fuera el campo de las p rác ­ ticas sociales con el que se v incula, el mismo estatuto teórico. Dicho de o tro modo: la constitución de una semiótica general debería superar las diferencias constatadas en el campo de los fenómenos de la representación y la sign ifica­ ción, diferenc ias que compartimentan dichos fenómenos en clases que parecen no tener pu ntos de intersección. Desde una perspectiva pcirceana, Marty y Marty argumentan al resp ecto q ue t ... ] existe signi ficación desde el momento en que alguna cosa vale no para el la misma, sino par.1 otra. Dicho con más precisión, su fenomenolog�a -es decir, el efecto que su percepción produce aquí y ahora en una mente- mt�o­ ducc en esa m isma mente la fenomenología de otro objeto (que, necesana� mente, está lalente en esa mente). El criterio de delimitación del campo de los fenómenos estudiados por una semiótica general no puede ser más que éste: ¿hay una o dos fenomenologías de objeto en la experiencia vivida por un sujeto? Entonces, una semiótica general aparecerá en piincipio como el estu­ dio de una relación entre dos fenomenologías. De esto se desprende que hay que recurrir a una descripción de los fenómenos "ordinarios" -es decir, aque­ l los en que los objetos percibidos sólo valen pam ellos mismos-. Esta descrip­ ción deberá explicitar e l ''acoplamiento" de esas dos fenomenologías que se encuentran en todo fr;tem·a semiótico. Queda por precisar el contenido del término "mente", lleno de connotaciones di versas. Deberemos considerarlo 'i .11 Mrirty, R. y Marty, C. La semió tica. 9Y respuestas. Buenos Aires, Edicin l ; J 995: pp. 25-26. sólo en su probada capacidad para establecer, en condiciones históricamente determ inadas, correspondencias entre fenomenologías ele objetos. Deberá ser, a la vez. particu lar -puesto que deberemos describir co1Tespondencia,;; efecti­ vamente establecidas por un sujeto dado en un instante dado- y universal puesto que las significaciones son "mundanas", es decir "producidas en el mu ndo"-. En fin, si enumeramos los campos del saber que deberán cooperar en una semiótica general, encontraremos una teoría de la percepción, una fenomenología ele los fenómenos "ordinarios" y una modelización del intér­ prete en función de su relación con el mundo* . Consideramos que el Tratado de Semiótica General d e Umberto Eco consti­ tuye un verdadero punto de inflexión en la búsqueda de una teoría semiótica unificada J6• La i mportancia de l planteo de Eco radica en el hecho de constitu ir l a primera tentativa de sintetizar los temas fundamentales de la seraj-ó tica a par. · tir de considerarla una ciencia . La semiótica, entendida como ciencia del estudio general de " la� funciones semióticas desde el punto de vista de sistemas subyacentes relacionados por u no o más códigos" , presenta -como toda teoría- unos límites relativos a su cam­ po de in vestigación. Eco demarca, por un lado, .los límites naturales.-'-determina­ dos por el objeto de la di scipl ina- y, por otro, los políticos -establecidos según acuerdos transitorios- que son de tres tipos : los lími tes académicos (otras discipli­ nas han desarrollado investigaciones que el scmiólogo debe rcconoc_9r den tro de su área; por ejemplo, la lógica formal y la semántica filosófica se han ocupado del valor de verdad de los enu nciados y de los diferentes tipo s de acto s de habla), los cooperativos ( varias disciplinas han elaborado teorías o descripciones típicamen­ te semióticas; por ejemplo, la lingüística y la teoría de la información han plantea­ do el concepto de "código") y los empírico.v (existen fenóme nos todavía no anali­ zados o anal izados de un modo preliminar; por ejemplo , los objetos de uso). Estos lími tes plantean el problema de la definición de la se miótica : ¿se trata de un dominio o de una disciplina ?. En principio, la semiótica parece presentar­ se como proyecto de una disciplina, precisamente de la d isciplina que se ocupa de los signos. Ahora bien , como el signo puede ser definido como el sustituto sign ificante de cualquier cosa, inéluso de alguna cosa que no existe, la sem iótica es, en principio, la d i sc ip lina que estudia todo lo que pue­ de usarse para mentir. Si una cosa no puede usarse para mentir, tampoco . :. Marty, R. Y Milrty. C. W _ �·e_111iOrica, 99 res1¡wi.1·1as. Buenos Ai rc.s, Edici,1 1 ; 1 995 : pp. 39-40 Eco, U . Trmadu de Sr:1111ot1ca Gcneml. l3 arcelona, Lumen; 1 9 8 1 . (Edic. original: ! 9 76). Otro i ntcntri parn alcan;,,;ll' una teoría semiótica uni tlcncla se encuentra en ffo l l iday. M.J\. K. El lcn,-:uaje como scmirítica socwl. México, F.C.E.: 1 982. � 3l .· 1 . ;..C:,.-.j Definamos, entonces, un proceso comunicativo como el paso de una Señal (lo que no implica necesariamente 'un signo') desde una Fuente, a través de un Transmisor, a lo largo ele un Canal, hasta un Destinatario (o pu nto de destino). En un proceso entre una máquina y otra, la señal no tiene capacidad 'sign i ficante' alguna [ .. ]. En tal caso no hay comun icación, aún cuando se pueda deci r efectivamente qut: hay paso de información . En cambio, cuando el destinatario es un ser humano (y no es necesario que la fuente sea tam­ bién un ser hu mano con tal de que emita una señal de acuerdo con reglas conoc idas por el destinatario hu mano), estarnos ante un proceso de comu­ nicación, siempre que la señal no se l imite a funcionar como simple estí­ mulo, y que solicite una respuesta interpretativa del destinatario. El proceso de comunicación se verifica sólo cuando exi ste un código. Un cód igo es un sistema de significación que reúne entidades presentes y entidades ausentes . Siempre que una cosa materialmente presente a la percepción del destinatario representa a otra cosa a paitir de reglas subya­ cen tes, hay significación. [ ...] Un sistema de significación es una cons­ trucción semiótica autónoma que posee modalidades de existencia total­ mente abstractas, independientes d� cualquier posible acto de comunica­ ción que las actual ice3Y. puede usarse para decir la verdad : en realidad , no puede usarse para decir nada. La definición de "teoría de la mentira" podría representar un programa satisfactorio para una semiótica generar11 • La "capacidad de mentir" conduce a otra consideración: si .la semiótica fuera un dominio de estudios, un repertorio de intereses todavía no unificado y, q ui ­ zás no de l todo unificablc, los estudios semióticos se justificarían por el simple hec ho de existir, y sería posible extrapolar una defi n ición de la discip l i n a semiótica extrayendo de una serie unificable de tendencias un modelo de inves­ tigac ión unificado. Eco propone, entonces, conjug ar el dominio y la disciplina: 1 Indudablemente, no se puede hacer investigación teórica sin tener el valor de propo ner una teoría y, por consigu iente, un model o elemental que guíe la exposición posterior. No obstante, cualquier in vestigación teó­ rica debe tener e l valor de especificar sus propias contradicciones, vol­ v iéndolas explíc itas en los casos en que no se revelen a pri rnera vista. Por tanto, ante todo deberemos considerar e\ dorninio semiótico tal como apa­ rece hoy, en la variedad y en el propio desorden de sus formas; y as í será pos i ble proponer u n modelo de invest i gación aparentemente reducido a los térmi nos mínimos. Hecho esto, deberemos i mpugnar constantemente dicho modelo, revelando todos los fenómenos que no se adapten a él, obl igándÜlo, por tanto, a reestructurarse y a ampliarse3 �. De este modo, Eco trata de sintetizar las teorías semióticas propuestas por Saussurc y Pcirce con el modelo cibernético de transmisión de información. El anál isis del "código" se presenta como el núcleo de lo que podría ser una teoría semiótica unificada. Sobre este concepto, Eco señala una variedad cte posibili­ dades de definición : ' 'i ! Para Eco, que sigue a Peirce, la semiótica debe atender a cualquier cuestión que pueda cons iderarse como "signo", entendiendo por tal a "cualq u ier cosa que esté en lugar de otra". Desde esta perspectiva, el domi nio de la semiótica será el estudio de los procesos culturales considerados como procesos de co­ municación, procesos en los cuales parece subsistir subyaccntemente un siste­ ma ele sir.J i li{icación. Los sistemas subyacentes podrían rel acionarse, entonces, por medio ·de u no o más códigos, a partir de lo cu ales < la semiótica �e la . . significación desarrollaría una teoría ele los códigos mientras que la semwtLca de fc1 comunicación desembocaría en una teoría de la p roducción de sign os. La semiót ica estud ia todos los procesos culturales como procésos de comwúcación. Y, sin embargo, cada uno de dichos procesos parece sub­ s ist ir sólo porque por debaj o de ellos se establece un sistema de significa ­ ció11. ( . . } Eco. U . Trottulu de Si!miótica Cenerú.l. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 30-3 1 . -" Eco. U . Tratado de Semiótica Gc11eml. Barcelonn, LLimcn; 1 98 1 : rr. 32-33. .1 1 32 � a) el código puede ser una serie de señales reguladas por leyes combinatorias in ternas, como un sistema sintáctico . b) también cons iste en un conjunto de contenidos de una posible comunica­ ción ; es decir, en un sistema semántico. c) habría que considerar al código como una serie de posibles respuestas de com portamiento por parte de u n destinatario. d) ante todo, el código sería una regla general que asocia elementos: señales, contenidos y posib.Ies respuestas. . 1 Para evitar toda una serie de equívocos teóricos [. . . ], hay que distin­ guir siempre a qué tipo de cód igo nos referimos . Por lo tanto, vamos a w . Eco. U . Tmtado rfo Semidtica General. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 34-35. Cfr. esta posi ción de E<.:o con el planteo de Lotman y la escueln de Tartu en S1m1.iótica de la Culrnra. Madrid, Cátedra; 1 978. � 33 i--· mente �n solo sign i fi cante transmite contenidos d i ferentes y relac l o nd. d os entre 51 y que ' por t·anto, 1o que se llama 'mensaje' es ' la mayor',a de 1 as . veces. , un t ex to cuy� contenido es u n discurso a vari os n iveles. " [_ ... ] C ��nd� se dice que la expres ión /estrel la de la .tarde/ denota cierto . . o bJeto fis1co grande y de fonna es f'enea, que VJaJ a por el espacio a .' . m i l l ones de •�li las de la Tierra, habría que dec i r en realidad , que la cxpre., r :t::�1ló n denota c �erta unida_d �ultural correspondiente, a la cual se :��i :;: ante � que este ha rec1b1d o de ese modo de la cultura en ue . .· . q teni do experiencia n i nguna del referente rc·tl ( ) v i ve, sm h�be� ��a! q mer intento de establecer el referente de un si cr�� l��s l leva a c!efm_ 1�lo en los términos de una entidad abstracta que rep;senta una con­ venc 1on cultural 4 1 , llamar a todos los sistemas de los tipos a), b) y c) con el nombre de S­ Código (entendiendo por tal "código en cuanto sistema') y vamos a llamar Código propiamente dicho a la regla que asocia los elementos de un s· código con los elementos de otro o más s-códigos, como ocurr!! en d)4º . sub­ , sistemas o estr uctu ras q ue pueden Los s-có digo s cons tituyen , para Eco los ue q ivo icat n o sign ifica tivo o c o mu sistir i ndep endi entemente del propósit la de tica emá mat puede ser es tudi ada por la asocie entre sf. Su gramática inte rna ­ o p com se ue q s de teorías gene rativas, ya información o por lo s diferentes tipo idos reg y s s estructurados en oposic ione nen de un conj unto finit o de elemento d como pue en registrar seri es tant o finitas por reglas com binatorias por las que en­ elem . precisamente, para mostrar que los infin itas . Los s-có digo s se post ulan am­ ue q elem entos de otro en la medida en tos de un sistema pued en tran smit ir digos se cionados. En otra s palabras : los s-có bos se encu entr an mutuamente rela corres co nstit uye uno de los planos de una reconocen porque cada uno de ello laci ón l lam ada código. ón de signos, Ec o exp lo ra la func ión En cua nto a la teoría de la producci do ésto s una exp resi ón y un con teni do, sien \ sem iótic a como corr elac ión entre el sig no a ider s con Eco iend o a Sau ssure , los func tivos de la correlac ión . Sigu lo s sig­ , Así nte. ifica s ignificado y un sign segú n la corr espo nde ncia entre un corr e­ ecen tabl s e que as de cod ifica ción nos son el resu ltad o tran s i torio de regl do riza auto ría esta s uno de los elem ento lacio nes prov isor ias por las que cada s­ n u circ as nad i rm ar un s igno sólo en dete a asoc i arse con otro elem ento y form una ser a esit nec con sigu iente, el signo no tanc ias prev istas por el cód igo. Por ción una enti dad sem iótic a fija: la fun enti dad fís ica pero tam poco implica mun ació contenido entran en co rrel ny sem iótic a se real iza cua ndo expresió tua. ,, ,, ·, ' re­ s de mensaje y texto y contenido y Prop onié ndos e examinar los concepto dis­ un mo u n text o cuyo contenido es ferente, el Tra tado defi ne al mensaje co ura l: no es otra cos a que una unidad cult curso a vari os ni vele s, cont enid o que pued a produci r muchos aquí no estam os dicie ndo que un solo códi go que c ontenidos diferen­ ni io; v b nte o mens ajes en suce sión, lo que es basta ific ante, segú n el código tes puedan ser trans mitid os por el mism o sign os dicie ndo es que usualusado , porque tamb ién esto es obvio ; lo que estam 411 Eco, U. 34 ':,;;:l -J i-otndo d1: Scmú5tiw Gt!11eral. Barcelona, Lumen; 198 \ : pp. 77- 1 09. El objeto semió.t ico de una semántica, ent o nces, es el contenido -y no el refe ent r e- e� tanto, a l ser de:inido c o mo unidad cultural , recobra su sentido En est� . · , de mterp retante propuesta por Peirce y el pun t o es d on de Eco co□Juga� J·a noc10n . . , o de sistema proveniente de la semántica estructu ral·. existe una, rnteracc?ncept c1ón estrech a entre, por un lado ' la v·1s1, · o, n de I mu n do y el mo do en qt t e una, . , Y, por el otro el sistema de ,,. r·,cas cultura vuelve perlinentcs sus u nidades• ·scman . . . 1os s1gmflc ados que nombran e interpretan dichas unidades: ' ··, como . Cualqu ier d �fin.ic�ón, sinónimo, ejemplo citado, objeto presentado . ] . . I COS, VlSUa1 es eJ em plo constltuinan otros tantos mcnsa1 • · es ( l 1' ng u·"st· _ , 1 es) los cuales, su vez, requerirían que se los aclarara y comenta� o b"JCtua � . . ra p� r med10 d� otros signos (lmgüísticos y no l ingüístico_<,,), tendientes a _ exphc.ir las u nidades culturales transmitidas , e xpres1ones prece· por las . , · . es s , expl icaci , • de dente� . La sene o nes' tendería a circunscri bir med iante � .aprox'. m c . o nes suces ivas las unidades culturales en juego. La cadcn ·1 de � � esos s1gn 1 f1cantes q �c explican l os significados de signi ficantes prece�en• . . . · , al mfmlto tes · (en una progresi ón Y regresion potenciales) representa l a . , C d d�� na d e l o qu � Pe1rce ha l lamado los interpretantes. . �·;•l Esa continua c i rcul aridad es la condición n ormal para la si n i fi­ c ,tc 1on y es lo que perm ite el uso comunicativo de los signos par/refc• _ • • rn.se a l as cosas · Rec h azar esa s ituación por considerarla . tona ,· nsat'st· , 1, ac • · . . 1 · v,¡I equ1 emente, s1mp e, h modo el es cuál comprender no a e umdno d . .: • s 1gn1f1 ca r, e 1 mecan ismo grac ias al cual se h acen h istori·1< y e u l t u ra, e 1 . . propio m 0d0 como a 1 defmir el mu ndo se actúa sobre él y se lo t 1...111.s. 1•orma . En real idad se puede 'tocar' a los interpretantes (es decir, q ue se p uede , . , . , General Barcelona' ' I� umcn· 1 98 1 · pp. 1 55 · ! 56. Para unn considcrnción de In ◄' Eco.. U.. Tni· tndo tle• S1;mwru.a .' -�cm1ót1c.t como c�tudio de l·is i ndes ' . un·d · culluralcs. ve:1 Kns1cvn, J. Semiótica. Mndrid, rundarnentos; 1 978, � 35 �--· verificar con medios físicos la existencia de una unidad cultural). Las uni­ dades culturales son abstracciones metodológicas, pero son abstracciones ' materializadas ' por el hecho de que la cu ltura continuamente traduce unos signos en otros [ ...] y nos propone una cadena ininterrumpida de unidades culturales que componen otras unidades culturales . [ . . .) Ahora bien , una unidad cultural no pued� identificarse únicamente gracias a la serie de sus intcrpretantes. Hay que definirla como colocada en un s istema de otras unidades culturales que se oponen a ella o la circunscriben. Una unidad cultural existe sólo en la medida en que se de­ fine otra poi' oposic ión a ella. La relación entre los di ferentes elementos de u n sistema de unidades culturales es lo único que sustrae a cada uno de los términos lo que los otros aportan42 • 'l' ' ,¡ 11 1 La imp o rtancia del Tratado de Semiótica General no sólo se debe a las teo rías de los códigos y de la producción de signos sino , también, a la introduc­ ción de un planteo contextual: texto y contexto se inten;onectan ya q ue existen diferentes y complej os tipos de signos y, sobre todo, diferentes y comp l ej os modos de producción de signos. Una teoría de la producción de signos debería estar en condiciones de definir los diferentes tipos de signos a partir de recurrir a un aparato categorial unificado. ¿Cómo se produce un signo o una secuencia de signos? Un signo no es sólo una entidad abstracta: hay un esfuerzo físico y material que es p roducto de su emisión . ·Ese esfuerzo presupone la aparición de trabajo, y de un trab:.tj o produc­ tivo . El proceso pasa p o r fases diversas, desde la producc ión de la señal hasta su identificación y combinación en secuencias expresivas, mensajes y textos . Las di ferentes formas d e producir signos implican, en tonces, diferentes modos de producción semiótica. ¿Es correcto subordinar todos los modos de producción de signos al modo l ingüístico? Eco observa al respecto que, tanto las teorías de la significación como las de la comunicación, adoptan como objeto primario a la lengua verbal, y si bien se puede s ostener que el le nguaje verbal es el sistema modelizador p rimario del que los demás son variaciones, algunos c ontenidos expresados por unidades culturales complej as no verbales se traducen al lenguaje verbal de un modo i mpreciso 4'.\. Por l o tanto es necesari o demostrar que : a) existen diferentes tipos de signos o diferentes modos de producción de signos, b) muchos de di­ chos signos presentan u n tipo de relación con su co ntenido que resulta d iferente del que mantienen los signos verbales y c ) u na teoría de la producción de signos 41 Eco. U. Tra wdo de Semiótica Gmerai. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 1 30- 1 40. n Cfr. Lolman. J . y escuela de Tartu. Semiótica de la Cultura. Madrid, Cátedra; 1 978. debcría estar en condiciones de definir todos esos tipos diferentes de signos _ recurr.iendo a un aparato u nificado de categorías. P ra esto, Eco revisa � critic � las tricotomías de Peirce sobre los orígenes y _ . .. � t� nes de los signo s. U na t1polog1a tiene que distinguir cóm o son originados los si gnos, y:1 s� tra �e de una fuente o de un emisor humano. Los signos, entonces, _ ?ueden d1st1� gu 1rse según su grado de especificidad semiótica : algui10s son ob­ Jelos p �·odu c,d os expresamente para significar; otros, para desempeñar determi­ _ nadas func iones prácticas . Estos últimos pueden entenderse como signos de dos mane ras; l) porque se los elige como representantes de una clase de objetos y 2) porq � c se los rcco 1�oce como formas que estim u lan o permiten determ inada función, ya que su forma sugiere esta posible fu nción 44 . El aspecto de esta definición de los modos de producción de signos que más nos rn � er�sa destacar en función del análisis de un género masivo como la cróni­ _ ca �en od1st1ca e s la neces idad de entenderlos c omo_ "formas de fabricación " de ob¡ e_ios, formas de fabricación de objetos-signos ("actual.idad", dirá Verón) que 1efleJ an adecuadamente el sistema industrial de producción en serie4 5 El análisis semiótico del texto estético y del trabajo retórico -tem�s que no puede desarrollar esta bre �: introd �cción- permite a Eco consolidar su tip ología de los modos de produccton de signos a partir de un análisis de la ideología como categoría semiótica. Estudios anteriores como los de B arthes revelan su aporte a 1 � c ��str�cción de una perspectiva adecuada de la ideología como fe­ n ót:�e �1,? s1g01f.1cat1vo � ue "conta� ia con su estru�tura los discursos de los que se reviste 4f, . Lo 1deol6g1co se explica como un residuo extrasemiótico, externo al p�oceso de c o dificación y, no obstante , capaz de detenninar la semiosis. Ahora _ b '.c _n , la tdcología en sí misma, como sistema semántico, se presenta como una � v1s10n del mund o susceptible de ser analizada se mióticamente. En la tradición de Marx Y Grar:n sci, e l Tratado retoma 1a concepción de la ideología como visión del _ mundo p�rcial � inc o nexa y como generadora de "falsa conc iencia" para postular como obJeto semiótico no la génesis de esa ideología sino su estructura : La ideología en sí m isma [ ... ] es una visión del mundo organizada que puede estar sujeta al análisis semiótico. En o tros térmi nos, no está cod ifi­ cada la presuposición pragmática sobre el hecho ele que el emisor piense "E desarrollado rnás ampliamente en �co. U. Signo. Barcelona. Labor; 1 980: especialmente c e p;'. 1 �;��9�� 41 C �r. Eco, U. Trawdo de Sm11ió1ica General. Bnrct:lona Lurnew 1 98 1 y Vcrón • E • C011st r111r · e.,[ acoriteci· . . : , • mu:nto. Buenos Aires • Ge di su, ., . 1 987 • Ver6 n analiza lu t1 polog1a de los signos como resul tado de diferen_ . tes modos de producción de ·s1<mos en "C on d"iciones .· · de producción, modelos generativos y man ifesta"' . •• en· f.•1 J)roceso ide.o C., 61, 1. t1eo 16""ICa , ¡ogico. · · B ucnos Aires, Tiempo Contemporáneo; 1 97 1 . . .(, yerón . E. ..Vers "' une· log1que des mondes sociaux" en: Commwiications, 20; 1 973. � 37 o no algo [ ... ], pero lo pensado y, por tanto, lo pensable es contenido pre­ visible y, en consecuencia, materia de codificación o de hipercodificación. Así. pues, sigue confiada al proceso de interpretación la llamada presupo­ sición pragmática, pero permanece anclada a los códigos una presuposi­ ción que se revela como fundamentalmente semántica. Un sistema semántico constituye un modo de dar forma al mundo. Como tal, constituye una interpretación parcial del propio mundo y puede rees­ tructurarse siempre que nuevos juicios factuales intervengan para hacerlo entrar en crisis.( ... ] El destinatario común, por lo general, evita someter los enunciados a esa clase de control y les aplica sus propios subcódigos más fam i l iares, con lo que permanece anclado a visiones parciales y atri­ buye carácter absoluto a la relatividad de su punto de vista. Para definir esa vis ión parc ial izada del mundo, se puede recurrir al concepto marx ista de ideología como falsa conciencia. [ ... ] Aquí no nos i nteresa estu diar el mecanismo de motivación de la ideología sino su me­ can i smo de organ ización [ ... ] 47 • La idea central que recorre esta obra de Eco es la del trabajo que implica la producción de signos como una fuerza social en sí misma, fuerza que, a su vez, desencadena otras fuerzas soc iales . La semiótica tendría como programa de es­ tudio el conocimiento y los modos de transformación de los estados del mundo en Ja medida que, para establecerlos, es necesario nombrarlos y organizarlos estructuralmente mediante sistemas de signos; así, surge claramente la cultura, fenóme�o que una teoría de los códigos debe respetar en toda su autonomía. Con esta condición y con este límite -último umbral de la semiótica- es posible pl antear u n a teoría de la producción de signos que resu lte beneficiada por una perspectiva preliminar pu ramente semiótica: el trabajo de producción de signos puede generar ideología pero también - desde el momento en que es posi ble adoptar una posición racional al respecto- crítica de las ideologías: Una teoría de los códigos (que parecía tan independiente de los estados del mundo, dispuesta siempre a nombrarlos y exclusivamente mediante si gnos) demuestra en este punto su poder prácticamente heurístico: al mostrar las conex iones secretas y ocultas de un sistema cultural determi­ nado, revela las formas en que el trabajo de producción de signos puede respetar o traicionar la complej idad de ese retícu lo semántico, al adecuar­ lo al (o separarl o del) trabajo humano de transfonnación de los estados del mundo). H Eco, U . Tra tado de Semiótica General. Barce lo na, Lu me n; 1 9 8 1 : pp. 457-47 1 . Lo ideológico desde el pu nto de vis ta semió1ico es tratado también po r Prieto, L. Pertinencia y práctica. Barcelona, Gustavo G i l i : 1 977. Cfr. Bourdieu. P. y Passeron. J. l.n Reproducción. Barcelona. Laia: 1 977. 38 (� Esa transformación no puede perseguirse sin organizar los estados del mundo en sistemas semánticos. Para poder transformar los estados del mundo hay que nombrarlos y organizarlos estructural mente. Pero apenas n ombrado, ese sistema de sistemas de signos l lamado 'cultura' �que orga­ niza también el modo corno se piensan y discuten las fuerzas materiales) puede asumir u n grado de independencia extrarreferencial que una teoría de los códigos debe respetar y analizar con toda su autonomía. [ ... J El trabajo de la producción de signos desencadena fuerzas sociales y, más aún , rep resenta una fuerza social en sí mismo. Puede producir ideo­ log ía y crítica de las ideologías. En consecuencia. la semiótica (como teo­ ría de los códigos y teoría de la producción de signos) constituye también una forma de crítica social y, por lo tanto, u na de las forma,;¡ de la praxis411• A partir de la publicación del Tratado de Semiótica General, la semiótica ha ido profundizando su reflexión acerca de la producción de signos como determi­ nada por el contexto cultural. En este marco, la distinción entre texto y discurso amplía considerablemente las posibilidades de una teoría semiótica unificada49 . La serie de estudios relacionados con las operaciones discursivas y las categorías de lógica, sujeto, sentido y situación, así como las investigaciones que tratan los .Problemas que surgen del uso de un metalenguaje aplicado a lenguajes-objeto, marcan un avance respecto de la semiología primera, la barthiana de inspiración saussureana o la conductista al estilo de Charles MoITiS ( 1938)'°. La formalifación, en última· instancia, constituye la preocupación central de las revisiones y las po­ lémicas semióticas actuales. En este marco, nos interesa destacar el aporte de las investigaciones sobre los efectos ideológicos y la� condiciones de producción y recepción de Jos discursos: a partir de todas estas consideraciones es que puede explicarse la construcción de las semióticas aplicadas. -�� Eco, U. Tratado de Semiótica General. Barcelona, Lumen; 1 98 1 : pp. 457-47 1 . 49 Son fundamenta les los estudios contextua!izadores de Van Dijk. T. La ciencia del texto. Barcelona, Paidós; 1 983. Texto y coruexto. Madricl. Cátedra: 1 984, Some aspects of text grammar. La Haya, Mouton; 1 972 y Schmidt. S . Teoría del rexto. Madrid, Cátcdrn; 1 977, entre otros. También la perspecti va de H a l l iday, M .A. "Estmctura y función del lenguaje"' en Lyons. J. (comp) Nuel'os horiwmes dti ltl lingiiística . Madrid, A l i anza; 1 975. •111 Lns dicotomías planteadas por Saussure en el Curso de Lingüística General tündan la constitución de los marcos episte mológicos de la semiología barthiana ( Hlementos de Semiología y El sistema de fa nwdc1) y de cieitas l íneas metodológicas que continúan el planteo e n una retlcxión acerca del discurso de los medios masivos. Los trabajos de Morris (La signijicQción y lo significativo. Madrid, Alberto Cora­ zón; 1 974 y Signos le,iguaje y comportamiento. Buenos A i res. Losada: 1 972), de inspiración pcirceana, son co n siderados y criticados en Eco, U. "Críticn del iconismo" en: Tratado de Semiótica General; Barcelona, Lumen: 198 1 y "La mirada discreta"' en: La estructura ausente. Barcelona, Lumen; 1 98 1 ; los a n á lis is de Morris se inscriben en !a semiótica noneamcricana que mide efectos a pürtir del esquema estímulo_-respuesta. r;,:J 39 masas 4. Los estudios senúóticos de los discursos de la comunicación de ilidad de abarcar Una teoría semiótica general debería contemplar la posib a particular de sig­ cualq uier tipo de anális is semió tico circunscripto a un sistem del Tratado, que la nos. Hemos tratado ya, sin embargo, desde la persp ectiva ado de la comp aració n de semió tica general só lo puede construirse como result aració n revelaría las leyes diferentes sistemas partic ulares, dado que esa comp una manera unificada su comu nes y sistem áticas que perm itirían explic ar de modo gener al de funcio namiento . ticas específicas y la teona Pero ¿cuál es la relación efectiva entre las semió f ades expuestas en cuant o al semió tica gener al? Si se tiene n en cuent a las di icult , que no se trata aún de desarrol lo del camp o semió tico se verá, lógica mente nto de los fenó?1enos partir de la aplica ción de un enfoque unific ador del conju de reglas . explícitas,_ la de l a significació n para estable cer, mediante conj untos ha ocu rndo q ue el in­ auton om ía de determinado sistema partic ular. Más bien relati vame nte esta­ vestig ador delim itara a priori objeto s considerados como 1 obser vació n. Y, si bien hay bles, como razon ablemente indepe ndientes de su con un mode lo general en el que recon ocer que una meto dología que no cuenta el riesgo de cond ucir a una � que encua drar la objet ivació n del fenómeno corre ha ido avanzando de ese descr ipción arbitrari a, el hecho es que la semiótica modo. pción que hemos deAsí, la obra de Rolan d B arthes , enmarcada en l a conce modelo clave p ara las nominado como semio ling iiística, se institu ye como un semió ticas aplica das a la comu nicaci ón de masas : 956; e l libro Los textos de Mitol ogías fueron escritos entre 1 954 y 1 apareci ó en 1 957 . , _ _ideo­ Aqu í se podrún encon trar dos decisi ones: por un lado, una cnttca otro, un lógica d irigida al lenguaj e de la llamada cultura de masas ; por re Saussu a leer de ba Acaba je. lengua ese de ógico primer desmontaje semiol ­ "repre las eraban consid se si que, de ción convic la tuve él, y, a pa1tir de es­ la alentar os sentaciones colecti vas" como sistemas de signos, podíam de la peranz a de salir de la denunci a piados a y dar cuenta en detalle leza natura en esa oburgu pequefi cultura la a mitific ación que trans forma uni versal . temen te, Los dos gestos que se sitúan en e l origen de este l ibro, eviden razón esa (por idad actual la n o po drían trazarse de la misma manera en que ino s . materia la ido saparec e re nu ncio a con-eg irlos). No es que haya d con­ me que lo en , menos al o, sutil más hecho la crílica ideológ ica se ha com­ cierne , por el texto final de Mitologías. se ha desarro llado, precisa do, deuede p donde plicado. divid ido; se ha transformado en lugar teórico 40 rJ¡:) sarrollarse en este siglo y en nuestro Occidente, c ierta liberac i ón del significante. Yo no podría, por lo tanto, en su forma pasada (aquí prcsenM te), escribir nuevas mitologías5 1 . Mitologías, o bra que media entre El g rado cero de la escritura y Elementos de semiología , muestra la aproximación paulatina de Barthes al planteo de las leyes del movimie nto de los signos. La soci edad de consumo es una sociedad significante por naturaleza. La publicidad, la fotografía, el cine, la prensa informativa, la alimentación o e l vesti � º e�hi ben u n a cultura in vadida por complejas categorías simbólicas y _ · s1gnifi cat1 vas. Para Barthes , entonces, la semiología, se vuelve ciencia nece­ s aria si se quiere develar el sentido últi mo de los sistemas significati vos con­ temporáneos : Semiología: proponemos la palabra con confianza pero también con _ ci e rtas reservas. En su sentido actual y al menos para nosotros, europeos, d ata de Saussure: "puede concebirse una ciencia que estudie ta vida de íos signos en el seno de la vida social... ; la llamaremos semiología". Pros­ pectivamente -puesto que no está todavía constituida- la semiología ti e ne como objeto todo sistema de signos, cualquiera sea su sustancia. cuales­ q� iera sean sus l ímites: las imágenes, l os gestos, los complejos de sustan­ cias que se encuentran en los ritos, los protocolos o los espectáculos cons­ ti t� yen, si �o verdaderos "lenguajes", por lo menos sistemas de significa­ _ c1on. Es evidente que el desarrol lo de las comunicac iones de masas da u na � ran actualidad a este in menso campo de la signi ficación [ ... ] en el prec iso � nstan te en que el éxito de discipl inas como la lingüística, la teoría de la información. la lóg ica formal y la antropología estructural proporcionan nuevos medios al análisis semántico. Existe actual mente una demanda semiológ ica proveniente, no de la fantasía de algunos inyestigadorcs, s ino de la historia mis ma del mundo moderno. 12 Los scmiólogos agrupados alrededor de la revista Communications -entre ellos Metz, Kristeva, Violette Mori n , Todorov, Durand, Bremond-, conti nuado·1 1 �art�ies. Ro!and : Milolo�ias. Madrid, S i g lo X X I ; 1 980: pp. 7. O rg an izada en dos p ortes, mitologías c�nt icnc n! rededor de c incuenta ensa y os breves acerca de los m i to s i ns tal ados p or ln com unica• c i ón de masas en l a vida cotidiona francesa y, baj o el tít u l o de "El mito, ho y ", la formal i zación de u n modelo de anál i s i s semioló g ico de l os obj etos de l a cu l tura peq ueñoburg uesa, en el q ue se ex ponen el conce p to de "mi to··. sus mecanismos de si g ni fi cación y u n esbozo de sus formas retó ricas. 2 � B arthcs, R; Bremond , C.. Todorov, T. y Metz , C. La Semiolog ía. B uenos A i res , Tiem p o Contem• poráneo, 1 974; p 1 1 � 41 prod ucto s de la cultura de res del método del binarismo barth iano , tipifican los s frívo las" o "frustraci ón masas arrancándolos de la consideración de "temática 53 El códi go subyacente de la ante la i mpo sibilidad de ejercer la crítica literaria" . por Barthes, com o el mod o esto expu cultu ra de masa s se perci be, tal como fue dado a los productos y a las rela­ espec ial de significación que la burg uesía ha aje icóni co y el mensaje sim­ ciones cultu rales ; el mens aje lingüístico , el mens para el anal ista de esos códig os ból ico se vuelv en espec ialme nte inter esantes aje objetivo- se encargará de laten tes: el metalengu aj e semi ológi co -metalengu ncia li ngüís tica" . devo lverl os a ( y de velar los a parti r de) la susta da por los p r i n c i pale s S aussu re, cuya l ínea de pensa mien to fue segui qtle una parte de la más era semió logos , pensa ba que la l ingüística no seguro q ue en la todo del es no bien, a c iencia general de los sigryo s. Ahor lengu aje humano, otros vida social de nuest ro tiemp o existan, además del ahora la semio log ía no sis temas de signos de relati va ampl itud. Hasta el código de tr ánsito; en trató más que códig os de interés irriso rio , como dera profu ndidad so­ verda c uanto pasamos a conju ntos dotados de una que objet os, irná­ cierto Es aje. cioló gica, volve mos a encontrar al lengu abundantemente; fican signi hecho de y ficar genes. conductas pueden signi l, por ejemp l o, visua ncia susta La . ] ... [ oma pero nu nca en forma aulón t med ian e un me nsaje confirma sus s i gn i fi c aci o n es refor zánd o se de las histo r ietas, de la l i ngüís tico (es el caso del cine, de la publ icidad , s una p arte del mensa­ meno lo fotografía perio dístic a), de modo que por de redun dancia o de tural estruc ón je i cónic o se encue ntra en una relaci a los conju ntos de o cuant En a. lengu la de a relev o respecto del sistem la categoría de sistema objetos (vesti dos, ali mentación ), sólo adqu ieren sign i fican tes (bajci la al pasar por el relevo de la lengu a, que desl inda sus os (bajo la forma de ificad form a de nomenc l aturas) y nombra sus sign inv a sión d e i máge nes. la a pese y usos y razon es) : somo s, más que antes aunqu e trabaje al y , modo este De ] . . . [ ura. una civil izaci ón de la escrit ano, el semió logo corr�ie nzo con sustan cias no lingüísticas , tarde o tempr camp o de las co­ al de l as socie dades conte mpor áneas (para atenernos camin o al len­ su en trar munic acion es de masa) está destin ado a encon ién a título tamb sino lo, mode de guaje (al "verd udero "), no sólo a título no se encuentran los núrncros La Semiolog ía, Aná­ '-' Cm11m w1ú.:atio11s. Pnris. editions du Scuil: en castella y Las investigaciones retóricas I y //, publicados lisis es1r11ctural del relato, Lo verosímil, Los objetos nco. mponí por Tiemp o Contc 11s al terna que nos ocupa -el relat� periodí�ti.s-1 Una uplirnc ión semioló gica de la línea de Comm11nica1iv en Mori n, V. L'écrii ure de p resse. Paris y La lla desarro co- y que no expone mos en el capítulo 1 1 , se s bfisicns . u nidades de articulación y temus de Haya. Mouto n: 1 95'); el relato es di v idido en unidade gfos se encuentra en : Auclai r. G. V: mana Mitolo de \os de tipo del ico ideológ articul:1dó11. Un ,111¡\Jisis Pnris, Anthropos; 1970. diwirs. faits des ue cliro11iq quotidicn Strt1c/tlres el foncrfrms de la 42 r.;;::'! de componente, de relevo o de significado. Sin embargo • ese le n 0O J e • no es de I todo e 1 de los l i ngüistas: es u n lenguaje secundario, cuyas u n i, dades no s0�1 mas l os mone �nas o los fonemas sino fragmentos más ex­ te nsos de l d 1scurs � que remiten a objetos O episodi os que significan por _ � _ del deha;o lengu aJ e pero nunca sin é!.5.5 Ua sde u a _pers�ect�va diferente y a partir de s u s consideraciones previas � � , , �cd acei de las 1 mpltcac10nes ideológicas de la producc ·ión de re al'd·1 ad soc , ·ia 1 por p '·trtc de· l o s me ct·tos, y,er6 n anal iza en 1 98 1 la cobertura del accid � t nuc lear de Three Mile Island en los medios informativos franceses. El e:�u� d , ptr nta a demostrar la. posibilidad de in tegración de un anál isis estructu­ , . � J1_el d1 s�urso penod1st1co con la investigación de las determi naciones de _ . a� cond1c1ones de producción -materi ales e ideolóo-icasde ÚJs acon tcc·, _ º rme ntos56 _ Los estudios de la comunicación de masas dentro de la tradición inglesa se · encuadran , en ·su_ mayoría . . y presentan una orientación _. , dent1.0 de ¡ a soc10po1 It1ca . _ n:�rxtsta que �t1� nde, ·fundamentalmente, a la naturaleza clasista de la produc­ ciot �e las no�ici as. Los temas elegidos para el análisis responden --en (Tenen! ,1 � co,1 1ictos denva_d o� de !a lucha de clases. El anál isis lingü ístico �sob;e la �a�� de , modelo de Hal11day o de i nsp1rac10n · · , estructurahsta- se suma a al °aunas de ._ . . _ . estds 10vest1gacio nes. �1 �' �-ª _ Bnrthes, Roland . "Presentación" en: Barthes · R·· B remond ' C· · Tod orov, T• Y M ctz.. C · La Sonio/o,,fo. ,;, Buenos _ • A i res , T'1e1npo C ontemporáneo, 1 974: p. 1 1 - 1 2 . . .. ycron, . E. ConstrUir el acontecimiento . B uenos Ai res, G_e ct·_ i s a ; 1 983 Más adelante nos referi remos . de la sem1óuca argentina a l a producción de El iseo YcrÓn • en e ¡ mn1co . . . . de una mani festación londi nense contra la _17 U n estud io 1d e ológ1co acerca de la cob er t ura me ct·.1 i t1ca ocupación no rteamericana en V1e I nam se encuentrn en Hall oi-an • J · D , Ell"_ 1 ot, p. y Murdock, G , D e111 011.Hrfllion.� a,u/ comunication A case f 1 m1 · !-1 <1rmon ' �� worth , Pengu1n Bnoks; 1 970. Otros : . '. adscri ,. trabaj os en los q u e partici pa n i n ve;li gc1dores ptos a ddcrentes l íne;1s teóri co-me.todológicus fueron cdi tádos por Coh en, S . Y young, J (comps) The II a m,if, c.1 're o�, F ' ews. Dc11iance, so� inl '. � '. ¡�mb/ems and the mas.1· media , Londres , Constab!c/Sn ge_. ; da . edic. re v 1 s. . , 1 9 8 1 ; estos estud ios, . ., tundados en cateoorí . . . i· a1 s , cons1dernn tan1b1en el anál isis del contenido, el tcrn.1t ico o el retórico. i Los a n á l i s i s del 'écn�;:�� ; ejem plo, Hll l l , S. n Cultu ral Stud '. es de B rmi ngham (por Hobso n , D . , Lo:e , A . y ; i l l �t;.m�:;� ( p{) _Culture, media, languagc. Londres, Hutchinson : 1 980) . d esc1c esta perspec tiva están dircccn men tc i n fl u idos por e 1 pensam i ento de G rarnsci y e arnctenzan . • sus i n vesti "'«aciones de l a ideo! ogr,n. 5o n tam b'1en · i m portantes ¡ 0 s t ra b aJOS · d e 1 0 1 asgow Ur11 versity . Medi a Group (Bad News. Landre s, R ou 11 e dge a nd Kegan Pnu l · 1 976 • M 01e • bcu/ 11ews Lonc1 rcs, R ou tledgc and Kc"an "' Pnu · l · 1 9S0· Rea¡¡ Y bad newf I ondres Wri t e i-s a n d R en d ers : l 932 ). ccntrudo s • . � ;. · . e n e l dc velamiento l as e st rate u i as telev: . i si vns pa�a ª cobertura de los confl ictos sociales. El m étodo l i ng ü ístico-gramatical pora ' ' elº,r,1. 1amiento de la idcolouía , , 1 mente tnitado en Fowler. R. "' esta, especia • . . v control · Méxic º· F· C • E• Hodge . B . Kress. , G . y Trew. • T. (/A:11gtia)(: 1 983) ; p arle de este ultimo • . trabaJo se re toma en el capítu lo IJ, 11 . _ � 1 r.:i 43 r· profun do s definen la ideología informativa a partir de considerar l as 1·1m1· tac10• . nes '. de t��m111ac1ones que se desprenden del propio trabajo de producción pe. nodi5t1ca · Es ?e�Ir: ?º se eva lúa que las determin aciones de la ideolo gía se encuentren, cn u luma m� tancia en las condiciones socioeconómi cas y cultura­ _ '. . les, lo cual imph� a una r ns tancia apenas crítica en relación c on el status quo. _ Estas s � st:mc1ale s diferencias de enfoque entre los análisis europeos y los n orteame :1canos responden a l a tradición en la que se inscribe cada una de 1 as _ lrneas de mvestigación. También en A lemania los discurs os de l a comunic ac ión de masas se abordan des de el análisis sistemá tico y lingüíst ico y l a c on s ideración de las imp l i c aciones sociales, económ icas e ideológicas de las crónic as . Los trabajos interdiscip l ina ­ rios de Strassne r sobre· los géneros periodís ticos informativos televisiv os im­ portan especial men te p o f la co nsideración de las condiciones de producció n y recepció n , por el procesam iento estilístico y semántic o de los despachos de las agencias y por el análisis de los di ferentes géneros. Otros estudios , como los de Kniffka y Bentele, tienen un pc�fil semiótic o". Un trabaj o de Van Dijk, que integra la perspéctiva del análisis del discurso -carac­ lerísticas de la situación comunicativa, procesos cognitivos que intervienen en la p ro­ ducción y en la recepción de las crónicas, representacio nes soci ales, etc- con las inves­ tigaciones en.él campo de la lingüística del texto -descripción de las estructuras de la cró nica en los niveles pragmático, sintáctico y semántico- , el esti lo y la retórica. resul­ ta especialmente interesante por lo abarcador de la propuesta y por la revisión de los 59 estudios anteriores de la noticia en las tradiciones europea y 1_1orteamericana . 6. �os e_stu �ios de la comunicación de masas: . _ mscnpc1on_ de la !mea europea En '.'La sociología del conocimiento y las comunicaciones para las masas", el nor­ teamencano R. Merton planteaba ya a mediados de los años 40 la siguiente distinción: La_s � ri: ntaciones de las dos variantes muestran ulteriores correlacio­ nes � 1� tmt1vas de �e � lles sutiles. El sector europeo habla en el plano c?g � iti vo del � onoc1m1cnt o; el norteamericano, de información . El cor,o­ . c � miento 1 mphca � n cuerpo de hechos o de ideas, mientras que la informa­ . ción no tiene tal implicació n de hechos o de ideas sistemátic amente co­ nectados. En consecuen cia. la variante europea_p iensa típicamente en una CS tru tura total �e conocim ientos de que disponen unos pocos. Los norte­ � �mencan�s dan i mportanci a a los agregados de trozos discretos o discon­ t i nuos de : nform �ción; los europeos a sistemas de teorías. Para el europeo . . � � s e�e � c1.a_l anal izar .e l sistema de principio s en toda su complica da mterrela� 1 on, con la vista puesta en la unidad conceptua l, en los niveles de abs �racc16n Y de concreción , y en la categorizac ión (por ejemplo, morfo­ __ lógi � a o a nahtica). Para el norteame ricano es esenc ial desc u b · mediant� la técnica d � análisis de factores, por ejemplo, los haces de id:� ( � de acti tudes) �ue tienen lugar empíricamente. El uno subraya las rela­ ciones que su � s 1sten lógicamen te; el otro subraya las relaciones que tie­ r� �n l �.gar empir'.. camen�c. El europeo se i nteresa por las etiquetas pol íticas solo s1 lo enca m man a sistemas de ideas políticas que él interpreta después _ de ��da su suti leza Y complej idad, procurando hacer ver su (supuesta) re­ lacion con un ? u otr� estra �o social. El norteamericano se interesa por l as _ _ · creencia s pol tttcas d1scontr nuas y sólo en la med'd 1 a en que perrrn ten a1 • • mveSliga dor clasif• ••icar (o codificar ) a los individuos baj o una categoría o En l íneas generale s, puede afirmars e que los análisis europeos en el campo del di sc urs o periodístico -y de la cultura de masas en general- presenta n , a p esar de las diferenci as teórico-meto dol ógicas, una orientaci ón común: la considera­ ción sistemáti ca de la dimensió n ideológica de los discursos, de su producción y de su recepción . En términos de Verón : 1 ¡· Las condicion es productivas de los discursos sociales tiene n que ver ya sea con las determina ciones que dan cuenta de las restricciones de ge­ neración de un discurso o de un tipo de discurso, ya sea con las determina­ ciones que definen h1s restricciones de su recepción . Llamarnos a las p ri ­ meras condiciones de producción y a las segundas, condiciones de reco­ nocimieflto. Generadas bajo-condi ciones determinadas, que producen sus efectos bajo condiciones también delerminadas. es entre estos dos conjun­ w tos de condicione s que circula" \os discursos sociales . En la mayoría-de los ahálisi.s norteameri cano s, e n cambio, la producción de acontecimientos por parte de los medios periodfsticos no se anali za en términos de construcc ión -deformante- de u na imagen de la realidad. Los estudios más w1d cmp irische S 1 rassncr. E. Fe m.wih 11a ch ricl 11en. Tubinga, Nierneyer: \ 982. Kniffka. H. Soz.i olitigt1istik Textancdyse. Sdlfag=.eifen-wul Leadfor-mulienmg in Americanische Tagesz.eitwigen. Tubinga. Niemeycr; es de l 980. Bentele. G. (cornp) Sem iotik 11nd Masse11medie11. Mt1 11ich. Oeslch!adge r: 1 98 1 . (Traduccion circulación interna en la Cátedra de Sem iología y Análisis del Discurso. C.B.C .. U .8.A.). información. Barce.w Van Dijk. T. La 1101icia como discurso. Comprensión. estructu ra y producción de la lona, Paidós; l 990. 1 r,u Verán, E. La semiosis .wcial. Buenos Aires. El mamífero parbnle: 989. •N • �, 1 · ecidi11g whar'.s new.... Nueva York. Pantheon Books: 1 979, Tuchman,G .. Kuplan Daniels A y �:� ;; � � rnps) Hearth a11d home. lmages of women in /he mass media. Nueva York, Oxford Uni ve�sity � Press:' 1 9 ; � 45 ' ¿_ i ,' Para los estu d iosos de Ja escuela de Frankfurt -Th . Adorno, M. Horkheimer, H. Marcuse, Benjarrún65 - la pervivcncia de la sociedad tec nológica es producto de la organ ización científicamente planificada de las cosmovisiones mas i vas por medi o de una i ndustria dedicada a la creación de productos y modal idades para el empleo del tiempo de ocio. El esguema conductista "estímulo-respuesta" típico de la "microsociología" norteamericana se manipula con perfecta precisión desde la transmisión técnica de mensajes que encauzan la capacidad productiva: rse) etiqueta política general , la cual puede después demostrnrse (no supone o europe el Si social. estrato otro u uno en mayor ción que tiene una circula in­ ericano norteam el íticos, pol s miento i mov los de ía la analiza ideolog 62 vestiga las o·p iniones de electores y no electores . 1 ,. i· en contraposi­ De este modo, Merton indicab a que la sociología norteamericana , empíri ca. Y, e n ción con la europea, se destacaba por presentar una sólida base El p aradigma nor­ efecto, existe una diferencia fundamental entre ambas corrientes. nes de la comu. teamericano ºo ira sobre la investigación de la estructura y lasfuncio ' sus d1recc10nes y masas de cultura la en centra nicación. El europeo, en cambi o, se del conocimiento. y efectos en el sentido de formas de canalización y deformación confli ctos -el ticos dramá por o signad o La escuel a de Frank furt, en un períod al régi­ ríticos c nes alema tuales ascens o de H itler, la dispersión de los intelec a-, re­ Europ en na merica nortea ión men , la segund a guerra mundial y la expans tu ras estruc super as l de eo s u l ta la i n i c i adora de l estudi o crítico europ la ante y na merica nortea n comun icativas y cu lturales: frente a la invest igació ideo­ la es que era consid urgenc ia por devela r las aparie ncias de lo subyacente, y sus efecto s. log ía lo que debe verteb rar el análisi s de los medios masivos mica y cultural , El sentido de l a histori a y la evoluc ión social , polític a, econó a una racion alidad sólo puede n descri birse desde una perspe ctiva dialéct ica unida zos concretos por omn icomp rensi va que permit a ilumin ar y dirigir los esfuer 63 De es te modo , .l os transformar. eso que se ha deno minad o " realid ad" . de Freud : los apor­ frankfurtiano s conectan la herencia recibid a de Marx con la ollo de la socie­ tes de la econo mía y el psicoanál isis permiten entender el desarr "superestruc tu­ las de s análisi del partir a da dad capita lista de tecnología avanza el model o entre ciones interac las de es ionant ras ideoló o-icas" en tanto condic 64 • ial soc ucta d con de ógicas cultur al y la creación de pautas psicol hl h.l r..i 1 980: pp. 525-526 . Menon. R. Teoría v estructura sociales. México, F.C.E.; especial por l;i ohra de Hegel. Así, retoma la interés un a manifiest de Frankfurt La (eoría cií1ica de in escuela común- noestá capacitada pa ra fundar la sentido -el ia idea de que la inmediatez gnoseológica de la concienc desde una visión de totalidad o bjetiva que realizarse debe real lo de escripción d La . tilosófica va perspecti desarrollo histórico. Consúltt:SC por ejemplo Adorno, cobro siunificac ión en cuanto se despliega a !o largo del sobre Hegel. Madrid, Taurus; 1 97 1 . estudios Tres y Th. Dialéctica negativa. Madrid, Tauros, 1 975 ales que permiten efectuar e\ nná!isis de A M R l·x se ! e deben los fundnmen tos metodoló gicos y conceptu procesos de nlienació n, fetichizac ión de trnvés n radas estructu s ideología cuanto en lns superestructuras por su parte, elabora una teoría Freud, clases. en a dividid sociedad la 0 cosi ficación, caracterís ticos de de las construcciones teóricas europeas de la psiquis y una metupsicología que i n fl u i rán en la totali d ad oculto en el deve�ir cu ltural posteriores desde el momento en que ponen en relieve el aspecto patológico dinámica de b realidad . el la de esencial parte formc1n violencia la o eros el ele !11 especie: los i nstintos, S. El 111a.lestar m la cultum, Y sentido de la cultura y de !a histo ria. Véase, fundament almente, Freud. Nueva; ! 974 y Mnrx. K. Psicología de matas y a11ólisis del yo en: Obras comp/ews. Madrid, B iblioteca 1 974. Grijalho: Barcelona, alemana.. ideología La y 974 1 Cartago: res, i A El rn{!iwl. Buenos Las necesidades sociales deben convertirse en necesidades i ndividua­ les, en necesidades i nstintivas. Y estas necesidades deben ser estandarizadas, coordinadas y generalizadas en la medida en que la productiv idad de esa sociedad exige u na producción y consumo masivos. [ ... J Esos controles [ ... ] son ejercidos por las ciencias sociales y del comportamiento, y, espe• cialmente, por la sociología y la psicología. Como sociología y ps icología industrial o, más eufemísticamente, como "ciencia de las relaciones hu­ manas", tales esfuerzos científicos se han convertido en instrumentos im­ prescinc;[ ibles en mano de los poderes que los manejan 66 • La administración económica de la cultura concuerda con la ad1ninistración ejercida sobre el hombre mismo. La industria cultural es el factor superest111ct.u ral al que, paradójicamente, se superpone la infraestructura cconórnica67 : resulta más beneficioso desde el punto de vista económico articular los procesos psicológicos en función de los productos, que realizar la operación inversa. Para el Lnstituto L:1 escuela de Frnnkfurt se const ituye en Alemania entre 1 924 y 1 932 y, ante el triunfo del nazismo, se prolonga en !os Estados Unidos. Es i mpo1tante aclarar que la prod ucción de esta escuela excede a la de los autores mencionados y que. además. no es homogénea. E! elemento común que caracteriza las obras de Horkheimer, Adorno y Marcuse -y que nos interesa destacar especialmente dentro del marco de este nues­ tro t rabajo- se encuentra en el estudio de los fenómenos culturales comunica t ivos de la socieda d desde la catego1ía tilosólica de totalidcul. Desde esta perspectiva, Horkheimer y Adorno analizan !as estructuras consti tutivas de los contenidos massmediáticos desde una posición estético-teórica; Mnrcuse, comple­ menta la ohra de estos autores refi riéndose a los aspectos psico y sociológ icos de las nuevas formas ideo­ !ógicus. Al respecto, véase especi almente Adorno, Th. Dialéctica negatiFa. Madrid. Tau rus; 1 975. ; Televi­ sión y cultura. de masas. Córdoba. Eudecor; 1 966. ; Filosofía. y Superstición. Madrid. Al ianza: 1 972. : Adorno. Th y Horkhei mer, M. Dialéctica deJl/uminismo. Buenos Aires. Sur; 1 968 ( 1 944). ; Sociológica. Madrid. Tau rus; 1 969 ( 1 955). ; '·La industria de la cultura·· ( 1 947) en: Cu rran, J; Gurevitch, M. y Woollacot, J. Sociedad y com111¡ica.ció11 de masas. México. F.C.E.; 1 98 1 . Adorno, Th. y cuis. La 1,ersona/idad awori­ lliria. Buenos A i1·es. Proyección; 1 967. : Marcuse, H. El hombre 1midimensiomd. Barcelonu, Scix Burra]: l 968. , Ems y cil'ili:ación. Barcelona, Seix Barral; 1 972 ( 1 97 1 ). ; Lo agresividad en la soár�dad industrial (11 1a11:.adt1. M ,1drid. A l i anza: 1 98 1 . M M.:wcusc. H. La agresúiidad en la sociedad industrial avarzwda. Madrid, Alian7,a; 1 98 1 : p. 1 06. 7 ft Par Mnrx, fn alienación de la cont.:iencia constituye una al ienación de "segundo grado" en tanto la organi�_ 7.ac '. on de la estrucwra -la económico-social- genen1 la de "primer grado". Para los frankfurtianos, la al ie­ nación superes1 11.1ctural pasa a ocupar el "primer grndo" desde el momento e11 que los procesos de p roduc­ ción experimenrnn un conjunto de t ransformaciones que afectnn direcrn y t o talmente l a cosmov isión colec­ tiva e i ndividual. r.1 .1 � 47 r- frankfurtiano, la in versión del capital ismo he redado de l siglo XIX e s un hecho. La clase dominante ha generado científicamente una conciencia social que per­ cibe el mundo desde una cosmovisión creada y recreada de modo artificial. ¿Qué papel cumplen en esto los medios masivos? Constituir, precisamente, el centro de transmis ión de esa ideología, válida y clara para el grupo dominante pero cn mascaradora para las clases dominadas dentro de tal sistema de produc­ c ión . De este modo, la relación de la sociedad con los medios es ideológ ica no sólo desde el punto de vista de los significados sobre los que el hombre común construye su percepción de l mundo, sino también en tanto organización econó­ mica del consumo. Las consecuencias de la nueva forma cultural elaborada por procesos indus­ triales se ciernen peligrosamente sobre los consumidores moldeándolos en tipo l ogías. La homogeneidad psíqu ica que provoca la uniformidad y el carácter mercanti l y publicitario de los contenidos mediáticos es el medio más adecuado p a ra la c o n for�ación de_ personalidades au tori t arias y te nde nc i as sadomasoquistas, tales como las que caracterizaron a las SS hi tlerianas; en este sentido, en un artículo fechado en 1 947, Adorno y Horkbeimer afirman: La ideología se ha vuelto vaga y evasiva y. por tanto, n i más clara ni m ás débil . Su misma vaguedad, su aversión casi científica a comprome­ terse con algo que no pueda verificarse, sirve de instrumento de domina­ ción. Se convierte así en promulgación vigorosa y prefijada del status quo. La industria cultural tiende a encamar pronunciamientos autoritarios y se erige así en profeta irrefutable del orden establecido(iH. El Institu to frankfurtiano evalúa que el juego entre consciente e inconsciente planteado a través de una potente fuerza de motivación elimina la sensación de inseguridad y contradicción en las "masas unificadas" y promueve la disolu­ ción de la crítica intelectual. La racionalidad objetiva -principio ilustrado con el que se pretendía conformar una opinión pública capaz de tomar decisiones po l í­ ticas- se vuel ve funcional al distorsionarse en una racionalidad subjetiva y subjetivista con la que las "masas" (concepto claramente ideológico que disuel­ ve el de "clase" a partir de la ilusión de igualdad de los individuos en relación con el acceso a los bienes de producción) perciben y conciben su sociedad. El Estado, entonces , emplea los métodos de la razón objetiva para desarrollar en la población una razón de alto componente i rracional: La concienc ia debilitada, má." esclava cada vez de la realidad. pierde J. !a cultura" en: Currnn , J. Gurev itch. M . y Woollacot, ''' Adorn o. Th y Horkhc imt::r. M. "La industr ia de 393. . p : ! 8 9 1 E.; . F.C o; Méxic Sociedad de Cmm111icación de masas. poco a poco la capacidad de rendir esa tensión de la reflexión exigida po un �once�t� � e ver� ad que no está cósica y abstractamente frente a ]� �1 e subJ �t• ��dad, � 1 110 que se �espl iega por medio de crítica, por fuerza ;a e . ª. �ned iacion re : iproca de sujeto y objeto. La distinción entre verdad y º[" 11 1 º 11 se hace mas Y má,;; precaria en nombre de una verdad que liqu ida e , concepto de verdad mismo como qui mera, como fragmento de mitolo­ 1", re 5rnnte.[. ) En lugar de la idea, problemática a la par que obl igatoria � - hace su entrada la idea, más cómoda, de verdad para noso� e verdad en s1, tras, ya sea para todos, ya sea, al menos, para rnuchos69 . ,. ll l Esa d � mens ! � n irracional, hábilmente planteada por los medios masivos , ab­ sorbe e tntens1f1ca la necesidad de dominar y de ser donii·nado . ¡,a aparente . d ivers1·d ad de productos Y la "l ibertad" de elección que parece dar el consumo _ de mcrcancrns preserva las leyes del orden social . M ientras tanto • el ho mb1.e · Prod u cto r- : onsum1· dor, rncapaz de reconocer cuáles son sus verdaderas necesidades Y c � ales aque �l �s que se potencian desde afuera, pierde su individualidad _ al �ometerse s1 stemat1camente a una lógica artifici al dentro de la cual se sien te satisfecho: Tal � cz_ sería necesario resum ir ahora las características de la sociedad del cap1tali smo org�n_izado,_ de donde ha emergido -aunque no sólo de ella [ ... . ]- el hom �r� u111d11nens10nal. Se trata de una sociedad en la que l os d y. serv bienes . 1c1os se producen . . Y consumen, e manera creciente, por los miemb,os 1 �1tegrados en el sistema, con una sat isfacción también crecien­ t� . � 1 trabajo se ha con ve �ido en un trabajo fís icamente más ligero y la � id � , e� _más c ? moda. Existe la posibilidad de integrarse en una u otra rnstitu � •OJ1, sociedad, pa.rti � o o club -todos el los perfectamente integrados en el �_ 1 5- rema- Y que mantienen la i lusión de un pluralismo de opiniones que , 5 1� e �nb arg? , no toca. el fondo de las cuestiones o de los problemas _ ._ . S1 anad1mos las diferenciaciones explotadas magníficamente por básicos e_l aparato publici.tario, pronto encontraremos que el hombre unidi mensional � i e � c- u n a. can t i dad cons iderable de aparen tes opci ones a fi n de 1 1� � i v iclual izarse desde el exterior, que le permiten un Erzats de rea.liza­ �1011 perso �� I. : en el caso d � la s?ciedad norteamericana, por ejemplo, puee p� r.:� necei � � n � u otra 1gle�rn, se� republ icano o demócrata, viajar con u na, tal)eta_ de cred lto del American Express o del Diner 's, fumar Pall Mal i ? C.h �S(erf·_ield � �osee: un Chrysler o un Pontiac, etcétera. En esta aparente 1 dividual tzac1on res ide cie1ta tendencia a la integración de las clases so­ � cia les a través de la esfera del consumo7°. · · • Madrid Alianza· 1 972· pp 94-95 ,rr Y S11perst1cw11. �� Adorno. Th y Horkhcimcr· M · Fil050110 1n C· ªste 1 1 et, J . Lectt1rc1 de Mwr:u.w:. Barcelona. Seix 13urnil; 1 97 1 : ·pp. 1 O 1 -·1 02. · · � 49 .• dida de la capacidad intelectual -que afectaría incl us ive el uso del lenguaje- y en la consumac ión, en los sectores de cultura "med ia" y "baja", de un "sentido común'' colectivo en cuyo marco renacen mitologías preindustri ales y su persti­ ciones de base astrológica 72 . A los medios masi vos les toca ofrecer coti diana­ mente lo necesario para el reaj uste conductual del sistema: retomando el con­ cepto freudiano de introyección, los fran kfurtianos plantean cómo sus conteni­ dos operan sobre las conciencias en forma de ideología neutralizante. La cu ltura concebida como expresión de la creati v idad humana no puede ser "consu mida'' como ocio. Por lo tan to, es imprescindible que pierda sus caracte­ rístic.as históricas , las con tradicciones que le son inherentes. De este modo, será posible la imposición del model o que los teóricos de Frankfurt denominan pseudocultu ra!. Al respecto, B lanca Muñoz afirma: La gran sugerencia de Adorno y de Marcuse proviene de la ruptura del _ desenmascaramiento de la pseudocultura establecida y de los comportam � en­ tos a los que da lugar. La degradación de la esencia humana, la extraordina­ ria integrac ión en una realidad estandarizada y codificada férreamente; fas fórmulas repetidas y machacadas en las conciencias de los receptores _� eno­ tan la situación de anestesia de los espíritus. En lal realidad no hay dialogo entre ·el poder y sus ciudadanos: se prescribe y se acepta*. rís­ Con las limitac iones que implica esta introdu cción, señalem os las caracte de rata se que de hecho el lugar, � ticas distinti vas de la pseudocultura . En primer ec­ tel 1 los s -inclui d socieda la �? � _ un modelo que alcanza a todos los sectores de que 1 0s1ste tuales- desde el momen to en que se basa en una pseudocducac 1on cias teó­ exao-eradamen te en los conocim ientos técnicos y neutral iza las resisten r el disolve d n fi el �_ rica: present ándolas como "supera das" o "arcaicas" con . cam­ del 10n conflic to ideológ ico. La "mera formac ión" e s l a clave de l a d1soluc su pone l a po de fuerzas intelect uales y éticas denom inado "cultur a'' , campo que _ de la ampliac ión d e .las facultad es sensible s e intelectuales humanas a partir · funció n de objetivación: 1 ! Los poseedores han dispuesto del monopolio de la formación cu � tural incluso en una sociedad altamente ecuante: la deshumanización debida al proceso capi talista de producción ha denegado ,� los tra� ajadores todos lo� supuestos para la formación y, ante todo. el ocio. Los rntentos por poner remed i o pedagógicamente se han malogrado en caricaturas; Y _ toda la lla­ . mada vulgarización -mientras 1anto se afina el oído lo suficiente como para sortear esta palabra- ha padecido la i lusión de � ue se podía revoc� r la . excl usión del prolctarindo de la formación -exclusión socialmente dicta­ da- mediante la mera formación 71 . Las consecuenci as de la pseudocu ltura, por lo tanto, se encar� an en una pér,, Mu lioz. B. Cu llHm _1, Comwiicacián. /lwvdw:cirí11 a lo.� reorias co111e111p01·(.Í1)('as. 13arcclona. Barcunova; 1 989: p. 1 83. 11 Adorno. Th y Horkhci mcr. M. ··oialéctica dd i luminismo.. en : Filosofio Y .,·u¡,erstición. Madrid. Al ian­ za: 1 972: p. 1 48. 50 r;;::i Ante el avance de los métodos de análisis sociológico de corte experimentalista y estadístico que se registran en Europa desde finales de los años cincue nta, los análisis sociofilosóficos frankfurtianos comenzaron a ser criticados por carecer de un método experimenta l . El desarrollo de la teoría europea parecía necesi tar una metodol ogía que, en la tradición de los análisis críticos, permitiera fundar indagac iones o bjetivas que no c ayeran en los corsés fu ncionalistas . L9s ensayos l ingüísticos de Jakobson , los análisis postsaussurcanos, y los estudios de Hjelrnslev, entre otros, señalaban un camino apropiado para l a indagación expe­ rimen tal de esos fenómenos derivados del mundo del consumo que se presenta­ ban cada vez más complejos. Así, el paso siguiente de la investigación europea en torno de los fenómenos ideológicos se levantará sobre cuatro pil ares -el po­ der, el inconsciente, la masificación y el disc u rso-, rec i b irá el nombre de estnu.:turalümo y abarcará a la mayoría de los análisis discursivos de la comu­ nicación de masas que hemos mencionado. La continuidad con la tradición que­ dará asegurada por la explícita vigencia de l as obras de Marx, Freud y· Saussure. !. S i la Escuela de Frankfurt había abordado la problemática de la comunicación de masas desde una perspectiva soci ofilosófica que ex pl.i caba el fenómeno massmedültico y sus consecuencias a partir de la crec iente alienación ideológica en las sociedades capitalistas avanzadas, el estructll ralismo considerará q ue, dado que la condición lingü ística de los procesos de alie nación en ningún otro sistema . se hace tan evidente como en el comun icativo, es necesario dirigirse a la constitf.l­ ció11 interna ,nisma del discurso ideológico de Los medios. Dicho de otro modo: el estructural ismo -se entiende que nos referimos al estructu ralismo que se ocupa ele los mensajes de masas- apunta a la conformación de un modelo que pueda dar cuenta de .l a estructura comunicativa (no tanto del sistema específico de la cornui: Las .�u percscructurns ideológicas generan conductas vincu ladas a imaginarios simbólicos gestados en l a cu rnunicación técnico-cicnt íl'ic,1 y. a la vez . conductns sociales com:recas l.JUC desc111 boc:111 en la con l"o r-111nci(51l de "rncntal idndes mitológicns ... (Cfr. Adorno, Th. Y Horkhci mer, M . Sm:iológ ir.ú. . Madri d . Tnurus; 1 979 y Filosof[a y Su¡,er.wición . Madrid. Ali anza: 1 972). Este aná l isis de los fra nkfurtia11os orientaní invcstig:1cioncs posteriores corno las de Roland Bnnhcs y M ichel r:oucuu!t. ¡;:;;-i 5 1 - ----';� ' 1· · ., · n icacion masiva co tno de la, cultura que lleva aparejada), entendiendo a ésta como la estructura misma del poder* . ., . Desde esta perspecti v a , el efecto determi nante de la . comum � ac1on massmediática consiste en el surgimiento de u na forma c� l �ural. �nterrelac1on�da por fenómenos tales como la mitologización , la eslereot1p1zac1on , la rc� un_d �n ­ cia, etc . , categorías adheridas a una cultura emergente con u ? o s p nnc_1� �0s _ taxonómicos que se imponen cada vez más fuertemente . En esta linea y refinen­ dose a la prensa liberal chilena, Armand Matterlart expresa: como la hi storia de los contenidos, sobre la que se sigue ins istiendo) no . h a n sido observadas todavía en el n i vel de nuestra sociedad de masas: nada sabemos de la manera en que nuestra sociedad clasi fica, distribuye y opone los i nnumerables objetos que produce, y cuya producción mis­ ma es un acto i n mediato de clasi ficación ; quedan por reconstruirse. pues, una cantidad i mportan te de taxonomías particulares, pero también por ed i fi car a part i r de al l í -si se puede dec i r- una taxonomía de las taxonom ías : pues si existe real men te l a sociedad de masas, es forzoso adm i tir que siempre hay contagio de un modo-tipo de clasificación a una infi n idad de objetos o correspondencias h omológicas entre varios modos de clasificación73. · Este lenguaJe, verdadera "escritura política" ' revela el ritual autoritario . _ ., , . de una técn ica de control y de manipulación de la opm 1on � ubhca. Pr�c1 samentc porque se trata de un ritual, los modelos co � strutdo� � erm1ten predeci r l os esquemas argumentales -especie de refl_eJOS con� 1c1onado�­ de los cuales se valdrá la prensa liberal al ser co nf.rontada d tal _º cual acontecimiento que hace peligrar un equ i l ibrio pol ít1� 0 q_ue le es l a�oraanalizando eternamente otros ed1tonales, pero s1emo , os seouir bl e. P od nam pre volverían \o s mismos modelos de reparto argumental . L0.5 _ octeI os . � estructurales el a borados tienen, por lo tanto, valor de predec1b1hdad * * El desarrollo de la línea de investigación de los disursos de masas que parte de Roland Barthes ya ha sido planteada. Revisemos, entonces, la conformac ión del otro paradigma: el de las investigaciones nortearnericanas. 7. Los estudios de la comunicación de masas: · inscripción de la línea norteamericana Ante esta s ituación, parece imprescindible elaborar un modelo cs�ructural que constituya un método aplicable a una pluralidad de aspectos p rop ios de la cultura de masas : Queda el problema del método. ¿De qué s� trata? De desc � brir el �is_te­ ma O los s istemas de clasificación de una sociedad_ : cada so_c1ed�d- c �a_s1fi­ ca los objetos a su m anera, y esa ma� er� �onst1tuye la 1 �teh g1b1hdad ser estructural , no . . q u e ella se da ·, el análisis soc10log1co debe 111 ·1 sm,t . porque los objetos estén estructurados "en sí", s � no po rq�e _¡ �s soc. ·ted_ des 110 cesan de estructurarlos; la taxonom1a sena, en defm1t1va, el mo del o heurístico de una sociología de las superestructuras. Pero. co1�10 ciencia ºaeneral, la taxonomía no ex iste; hay, ciertamente, taxonomias , · parciales (botánicas , zoolog1cas, mmera l �' g ·1cas) . Pero . además de que_ estas. clasificaciones son temporari a s (y nada ilustra meJor el carácter h 1st6n­ co e i deo lóg ico de los modos de clasificación, hasta el ¡�un to de q� e una historia de l a s formas, que queda por hacer, aprendena de ellos tanto ª: * S egu1mos · . aqu . 1, la lectura qec pl antea Blanca Muñuz (Culwra y Comunicación. /1ttroducció11 a �as reorías con1e111¡wráneas. Barcelona, 8 ��canov_a; 1 9 89) spccto d e l desarrollo d e l a s teonas . r�ó n de1 p.ira . d·g�a comunicativo norte1 comunicativas europeos. Consúltese tamb1en la s1stcmut1zac1 americano propuesta por esta aumra. . . . . u M attelart. A. "Concl usiones" e n : Mattelart, A.: PKctn , . M. Y Mattclart. libemi. Buenos Aires. Shapi re, d Cid editor: 1 976: PP· 1 68- 1 ú9. 52 (;1 M El andlisis de fa p rensa .., La hegem o nía política y económica de los Estados Unidos, que se va impo­ niend o desde finales de la pri mera guerra mundial, plantea como paradi gma metodológ ico y epistemológi c o imperan te en la actualidad al funcional­ conductismo norteamericano, un tipo de investigación que resulta adecuada a la organ i za c ión de las necesidades del consu mo colectivo: la tecnoestructura del capi tal ismo postindustrial requiere de una teoría general de la moti vación cien­ tíficamen te planificada y regulada q ue instale como principio de coherencia u n sistema de actitudes concordantes co n los fi nes de dicha tecnoestructura. De es te modo, en los Estados Unidos, l a teoría de la comunicación llega a en focarse como una tecnología social, y sus métodos de investigación son los de una sociología que renu ncia a examinar la génesis de sus conc eptos. Esta sociología defi n e su objet o en forma fragmentaria, lo asocia mu y direc tamen­ te con la vida c o tidiana, lo c o nceptualiza como consistente en opiniones espe­ c íficas y no organizadas en sistemas, estudiadas en el plano de la conciencia de los actores en cuanto al grado de adhesión o de rechazo que experimentan y que tienden a ser referidas a fu ndamentos de carácter predominantemen te psicológ i co. El tema de la producción de "efectos" y la búsqueda de l a profundización 1 ·' Harthcs. R. y cols. E:strucruralismo y sociologia. Buenos Aire�. Nueva Visión; 1 973: p. 1 5. ti,:! 5 3 1 1· , ... ; 1 ' '' .,:i. 1' del conocimiento de los cambios de conductas de las audiencias. la investiga­ ción sobre la naturaleza de la opinión públ ica, la posibilidad de medir empíri­ camente la experienci a colectiva en rel ación con los med ios masivos, el estu­ dio de los fe nómenos de liderazgo y de l as técnicas de propaganda Y persu � ­ sión defi nen e l perfil de la tradición investigadora norteamericana en con: uni­ cación social. En otras palabras: el eje de la investigación g ira sobre la inda­ gación de los métodos y perspectivas para el condicionamiento psíqui<:� �e la población a partir de la consecución de ciertos efectos generado.\' artijlcwl e intencionalmente. El actual paradigma funcional-conductista reúne investig �ciones t �n dive�·­ u-entes como las provenientes del marketing, l a psicología soci al, la socmmetna ; la estadística. Queda claro, entonces, que el "sentido práctico "_ -util.itari�- pre­ valece en esta línea por sobre cualquier otra final idad. Esto no 1mpl 1ca, sm em­ bargo, que, como toda construcción de las ciencias sociales, no presente �� sus ) fundamentos unos principios filosóficos entre los que se destacan el orgamctsmo positivista y el pragmatismo. En la primera década del siglo XX, en el marco del ascenso social de una clase formada por inmigrantes sin marcos de refe rencia cul turales homogéneos y con un sen tido de la vida basado en la acción y la voluntad de �;ogreso, el . prag matismo se mostraba en Norteamérica como una fund �me_�tac1on a�r? piada para una cosmovisión realista que rehuía toda comphcac1on metaf1s1ca o metacrítica (como sí se dará en la tradición europea). En otras palabras: desde :. esta perspect iva, el criterio de utilidad, la relación del sujeto con los o �j� tos que _ le son útiles, mlleve \a acción volitiva del hombre y determma su acc1on de un _1 modo "instrumental". La epistemología, por lo tanto, se hace funcionalista por­ que el fu nc ionalismo resul ta ser el modelo que mej or se adecua a la trayectoria ele esa sociedad. Pero detengámonos un poco en los inicios de este paradigma, en las prim�ras décadas del siglo XX. Por en tonces, la comprensión del proceso de la comu 01ca­ ción a través de los medios masivos se desarrol laba fundamentalmente en torno del paradigma de Lasswell74 y ocupaba a sociólogos funcion � listas, p� i�ólogos _ c onduct i stas e .investigadores y científicos de la teoría de la mfonnac1on Y los '."' sistemas sin que las apl icaciones prácticas sustituyeran al análisis teórico ptiro. J· 1.i . ... ... ;;��::�{�(�; ! • l. Harold Lisswell ("Estrncn1ra y fu nción de la comunicación en la sociedad .. ( 1 927), tradu �i do al caste­ _ llano en Moraga s. M. de. Sor.iofogia d,: las co1111111icaciv11es de 111r1.1·a. Barcelona. G. Gil1; 1 986.) es quien. preocupado por cnconlrar un.i metodología que dé cuenta adecumlamcnte de los pro fundos cam­ _ bios sociales. económicos. pol í1icos y culturales en los que inciden los med ios, p!an1ca el pnmer modelo de investigación comunicativa. Su modelo se articula sobre los conocidos aspectos " ¿Quién dice? ¿Qué dice'! ¡_ En qué can.il ? ¿A quién? ¿Con qué efectos?". 54 ,:;:, E ! fu ncional ismo aportaba a la investigación de los medi os masivos un mo­ delo en el q ue las noci ones de equilibrio y coherencia social suponían la hipóte­ sis de q ue la autorregulación cumplía la funci ón preponderante. Tanto en la obra de Merton 75 como en la de Lasswcll, se pretende determinar las consecuencias lógicas y "naturales" que l a difusión y transmisión continua de mensajes provo­ can en las aud iencias. El conductismo, por su parte, i niciaba sus aplicaciones al estudio de los fenó­ menos comunicativos sobre la base de una serie de experimentaciones en las que el conocimiento del sistema de la moti vación no presentaba finalidadés utilitarias. Si se señalaban los efectos persuasi vos de l os medios, .se Jo hacía e n tan to consecuencia derivada e inevitable de su acción. Aunq ue esas i n vestigaci ones contenían elementos q ue prefiguraban la direc­ ción q ue hemos señalado para la investigación comunicativa norteamericana actual, es i n negable se sostenían en el marco de límites académicos� objetivos. Uno de los antecedentes más importantes con los que contaban, en este sentido, era la obra l ógico- semiótica de Charles S . Pei rcc76 . 8 . Los análisis semióticos en Argentina La Asociación Internacional de S emiótica -abierta a "todos aqucltos que tra­ bajan en campos donde la noción de signo es o puede ser reconocida y discutida, tales como la lógica, la l i ngü ística, la teoría de la información, el análisis de las relaciones sociales, el estudio de los tipos de discurso (epistemología, antropo­ logía, psicoanálisis, etc), la poética, la estética"- se constituyó a principios de 1 ·' Menan, R . K . Teoria y ,!strnctura sociales. México. F.C.E. ; 1 980. Merton se ocupa del estudio de !as !"unciones manifiestas y latentes de la comunicac ión de masas desde una perspect i vn empírica. Es este uutor el pri mero en scñ::t !.ir, dc111ro del núdeo de los in vestigadores norteamericanos, las fu nciones de influencia y rersuasión de los medios. 7 " Los otros an tecedentes de análisis norteamericano se remontan, fundnrnentalrnente, a !as obras de l os psicólogos orgnnicistas Wi l l i a rn James y John Dewey. a /ns experimentaciones de la naciente psicología beh,i vi orista ele Wntson, a la psicologín social del grupo de Chicago y a la intlucncia de l a teoría cibcrnétic,1 -del'inida corno ciencia de los escndos autorregu lados- de Ross Ashby. Hay que remarcar. adem,ís, la i ncidenci a del modelo biológico en la consti1ución de este paradigma: rara Dewey (E.tp eriencia _v nat11rnle::.a: 1 925). el proceso colecti vo es una restauración de las relaciones de evol ución hacia u n eq u i l i b rio que no se fundnmenta en lo hi stórirn sino en lo biológico: Watson (La P.l"icofog ía cfosde d punrv tfo, l'i.1·1n de 1111 co1uluc1is1a: 1 9 l 9). ror su parte. afirma que "el objeto de l a Psk:o!ogía no es Ja concien ci a si no ! a ucta dd ser humano f ... ]. Su compañera más ír11irna es la fisiologí; [ ... ](que) se interesa por el �ond_ _ ! u nc1011am1cnto de las partes en el ani mal y el conductismo en lo que hace al ani mal como un todo. [... 1 La Psicología, pues, es una porte limita da de )a B iologí::i ... c¡;J 55 1 969, en París. Conformaron el comité ejecutivo Émile Benveniste, Roman Jakobsos n, Umberto Eco, Jurij Lotman y Julia Kristeva, entre otros europeos; Décio Pignatari , por B rasil, y Elíseo Yerón, por Argentina, fueron los partici ­ pantes latinoamericanos que, por s u parte, promovieron l a fu ndación de las res­ _ pectivas asoc iaciones nacionales: la Argentina, de 1 970, después de la Italiana, fue la segunda Asociación en el mundo. La revista Lenguajes, órgano de difusión de la Asociación Argentina de Semiótica, con un comité editorial integrado por Verón, Juan Carlos lndart, Osear Traversa y Ose ar Steimberg, presenta una revisión amplia "acerca de la produc­ ción del conocimiento" bajo las categorías de "estructuralismo y semiolog ía" en los tres países latinoamericanos en que se habían puesto en práctica, h� sta el momento, tales abordajes: Chile, Argentina y Brasil. La primera revisión, fir­ mada por Verán e incl uida en el primer número ( 1 973), comienza por definir sus propósitos en el marco de una coyuntura h istórica muy particular: ( . . . ] el presente artículo es una sue11e de revisión dél desarrollo de lo que ha sido llamado "estructuralisrno'' en una región particular del �un­ do . Natural mente, lo que en esta última ha rec ibido ese nombre algo tiene que ver con lo que ha s ido identi ficado con igual nombre en otras p�rtes . En un n ivel diferente, sin embargo, mi propio artículo está, por cierto, inspirado en una determinada concepción de la semiología. Trataré ante todo de clari ficar este aspecto con el fin de justificar el haber elegido Ar­ gentina y Chi le como casos pa1ticulares 77 • Verón compara la distinta inserción del estructuralismo -que no es diferen­ ciado, "en un primer nivel descriptivo", de la "semiología"- en Argentin a Y Chile con el objeto de señalar las con secuencias de las "diferentes condiciones estruc turales para la producción de los conoc imientos": { ... ] El estructuralismo ha conocido en cada uno de estos países un destino cultural diferente. Ha sido ubicado diferencial mente dentro del campo ideológico, y su "impacto" ha sido distinto. Más específicamente, !as contradicciones y d istorsiones que caracterizan la producción de cono­ cim iento en los países dependientes del Tercer Mundo se manifiestan en cada caso bajo distinta forma. En la Argentina. la v ida de la inspirac ión est111ctural ista ha sido s iempre exc lusivamente académ ica y. dentro del mundo académico. el estruclUralismo no ha s ido nunca percibido como 77 Verón. E. "Acerca de la producción social del conocimiento: el 'estructuralismo' y la semiolog ía en Argentina y Chite·· en: Leng uajes, aiio 1 , n. 1. l3uenos Airrs. julio de 1 973. 56 � ·' ! especial mente v i nculado al pensamiento marxista. Entre los grupos i nte­ lectuales más acti vos políticamente provocó, de hecho. reacciones que fueron desde una cierta desconfianza hasta la condenación ideológica ex­ plícita, a veces en nombre del marxismo. Por otro lado, varios de los auto­ res influenciados por el pensamiento estructuralista se han reclamado, ellos también, marx istas. En este sentido. la s ituación argentina reprodujo hasta cierto punto las reacciones contradictorias que el estructuralismo desper­ tó, dentro del campo marx ista, en la misma Francia. Desde su in icio (relati vamente más tardío que en la Argentina) el es­ tructuralismo y la semiología chilenos recibieron una marca cultural dife­ rente . Los autores locales. inspirados de una u otra manera por el estructu­ ral ismo, estaban vinculados a gru pos i ntelectuales muy activos política­ mente en el campo de l a izquierda marxista; el desarrollo de las ideas y métodos del estructuralismo y la semiología fue inmediatamente percibi­ do como asoc iado a la teoría marxista y algunos de los trabajos locales han tenido un peso considerable en el contexto de la lucha política e ideo­ lógica que caracteriza a la si tuación chilena7M . S i bien Verán ubica en los años 50 las primeras reacciones argenti nas ante l a influencia estructuralista (algunos trabajos de Lévy-Strauss, introducidos por Gino Germani en su cátedra de la carrera de Sociología) , considera que la pri ­ mera producción l ocal representativa se encuentra en el simposio organizado en 1 96 7 por el Centro de Investigaciones Sociales del I nsti tuto "Torcuato Di Tella" bajo el nombre "Teoría de la Comunicación y modelos Lingüísticos en Ciencias Sociales", simposio del cual surgió Lenguaje y Comunicación Social, con traba­ jos del propio Verán, Luis Prieto, Pau l Ekman, Wal lace Friesen, Carlos Sluzki y Osear Masotta79 . En la introducción a dicho trabajo, Vcrón se inscribía en un tipo de análisis ideológico en clave estructuralista que, sin embargo, proponía la necesaria y posible incorporación de las investigaciones norteamericanas orientadas al es­ tudio -pragmático- de la in teracción: El térm ino semiol ogía está vi nculado más bien a la trad ición europea, muy estrechamente asociada a los estud ios de lingüíst ica estiuclu ral (cfr. Barthes. 1 964) e incli nada a la investigación de s i stemas de signos per se, es dec i r. concentrada en la sintáctica ("estudio de las relaciones de los signos entre sí") y la semántica ("estudio de las relac iones de los signos 7� Verón. E. "Acerca de la producción social de! conocimiento: el 'estructuralis mu' y la semiología en Argen tina y Chile"' en: Le11g1wjes, aiio 1 . n. 1 . Buenos Aires. julio de 1 9 73 . .,,. AAV V. Le11g11ojc y co111wlicc1ción social. Buenos A i res. Nueva Vi sión: 1 968. � 57 S i tuac i ón histórica y método son coordenadas para tener necesaria­ mente en cuenta si se qu iere encarar el objeto "comunicación masiva". Es posible que nadie cuestione esta afi rmación y que. sin embargo, se esta­ blezcan di ferencias profundas (ideológicas, por supuesto) entre qu ienes la acepten . Se trata de saber si, por un lado, va la histori a (la política, la ideología) y, por otro. los métodos (la ciencia). Y aquí, una nueva postulación: sólo es cien tífico, elaborador de una verdad, un método que surja de una situación histórico-política determinada y que verifique sus conclusiones en una práctica social acorde con las proposiciones histórico pol ít icas en las que se pretende inscribirlas. Lo contrario -la consideración po l ítica y la "práctica científica" como fenómenos paralelos (es decir, se­ parados)- concl uye en un acompañamiento infi n i to -como las paralelas eucl ideanas- sin que jamás una roce a la otra . D i ch o sin metáforas geométricas : le guste o no al científico, siempre su ciencia se vincula a una política. Y, lo qu iera o no, toda pol ítica condiciona una ciencia. Luego v ienen los casos de supercherías conscientes. Pero eso entra en el campo de las conductas individuales K�. con lo que s ignifican") de esos si stemas, sin mucha referencia a la prag­ mática, es dec i r, a los procesos concretos de uti lizac ión por parte de los usuarios. Huma11 communication o simplemente communication es, en cambio, una expresión que agrupa investigaciones orientadas al estudio de los procesos de interacción interpersonal vistos desde la perspectiva de la comunicación, sobre todo en los Estados Unidos. En la tradición anglosajona. se ha utilizado con frecuencia en los últimos años el término semiotics, que fuera empleado sistemáticamente por Morris (1 938 y 1 946. Cfr. Sebeok, Hayes y Bateson , 1 96 4)K0. Esta línea de investigación que propone la complemcntariedad entre las ver­ tientes europea y norteamericana no aparece, sin embargo. en los trabajos de Verón y los semiólogos argentinos nucleados alrededor de la revista Lenguajes. Tanto en el artículo "Acerca de l a producción ... " como en la mayoría de los publicados en números posteriores se advierte, fundamentalmente, la preocupación por la deli­ mitación de la especificidad de cada uno de los lenguajes sociales en el marco de una teoría científica ("neutral") del modo de producción de las sign ificaciones: Si se plan tea, en un caso particular, la contrad icción entre las condicio­ nes impuestas por la investigación [en los países dependientes]. por una paite, y la intensa demanda social de aplicaciones prácticas que sean a la vez políticamente relevantes, por otra, el semiólogo se encuentra ante una alternat iva y debe elegir. Optar por la inserción política y abandonar las exigencias contenidas en el proceso de producción de conocimientos conviene decirlo muy claro- me parece una elección perfectamente legíti­ ma. Pero entonces, ¿para qu·é mantener todo el "aparato retórico'' del len­ guaje "cient ífico"? Si se trata de hacer una lectura lo más lúcida posible de la pre nsa bu rguesa para desenmascarar sus trampas, ¿qué necesidad hay de hablar de "parad igma y sintagma", de "satu ración del corpus", de "es­ critura", de "ejes semánticos"? Es evidente, a mi juicio, que la jerga cien­ tífica no h ace sino ocultar la opción que, en los hechos, se ha real izado. Podernos preguntamos por qué. Pienso, sencil lamente, que lo que está en­ juego es la identidad social del intelectual en cuanto tal" K I . ,, ¡ Lejos parecen haber quedado los debates en torno de la función de la comu ­ nicación de masas que caracterizaron la reflexión de los años 70. Lejos, también en general, la reflexión acerca del rol del semiólogo en "estas sociedades en las que los medios masivos poseen el monopolio del proceso de socialización de todo discurso posible " . Y la consideración de las condiciones de circulación de dichos discursos en el seno de la comun icaci6n social, bajo condici;nes históri­ co-políticas precisas . Con la reapertura democrática, la disciplina semiótica y los modelos de aná­ lisis del discurso se instalan defi ni tivamente en los ámbitos académicos; en pri­ mer lugar, en aquellos vinculados directamente con el estudio de l as temát icas comunicacionales ; en segu ndo lugar, en aquellos otros que requieren de un ins­ trumental para el análisis simból ico83 • � Estas posiciones de Lenguajes fueron motivo de una rica polémica acerca del lugar de la semiótica en los estudios sobre comunicación masiva con la revista ;1 Comunicación y Cultura, publ icada en Chile hasta la caída de la Unión Popular, baj o la dirección de Héctor Schmucler, Arm and Mattelart y Hu go Assmann : ,m Veró n. E. ·'Hac i a una cienciri de !a comunicación soci a!" en: AAVV. Lenguaje y comu,iicaciú11 social. Ruenos Aires. Nueva Visión: 1 968. '' ·'Prc�cntm.:ión" en: le11guajcs, aiio l . N" !. íluenos A i res. julio de 1 973 . 58 9 1 Sch mucler. H . "La i n vestigación sobre comunic::ición masiva" en: Comunicación y Cultura. Buenos A i res. n.4; 1 975. �, Dndo que una entrada por autores resu ltaría innbarcable dentro de los límites de esta i ntroducción, citmnos. simplt!meute 3 modo de ejemplo, algu nas de !ns pri n c ipales editorinles nacionales que han publicado títu los y colecciones especializadas en semiótica y análisis del discurso desde 1 983 a la fecha; Colección Hachette U n i versid.id (ed it. Hachette. hoy Edici .il): Colección del Círculo. dependien­ te del Círculo Buenos Aires para el Estudio de los Lenguajes Contem poráneos (edit. Atucl); Enciclope­ dia Semiológica. del I nstituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Cá tedra de Semiología del Ciclo Básico CornUn de la U . B . A.: Colección Cuaderni llos de Géneros. La Marca edito­ ra: Colección de Semiología y anál isis· del discurso. edit. B i blos: Colección Signos y Cultura. edit. Co!ih uc; cdit Centro Editor de A mérica Latina. /, .,. . '';i: � 59 .i<•.•) El desarrollo que alcanzan estos estudios es tal q ue pronto llegan a adquirir difusión social y resulta posible, entonces. registrar una gran desproporción en­ tre los análisis de estatuto académico y los que se producen por la divulgación de la disciplina. De este modo, los an51.i sis semióticos con pretensión de rigor c ientífico, se encuentran con la dificultad de demarcar con precisión sus objetos y sus métodos con tra la apropiación de sus modelos por parte de otras discipli­ nas y, principalmente, contra unas "se1ni ologías" que parecen disueltas en .l a proliferac ión de discursos mediáticos de "análisis de la realidad". Den tro del ámbito de la disciplina semiótica, además , no dej an de observarse tensiones y contradicciones. Así, el IV Congreso Nacio nal de Semiótica, cele­ brado en la Universidad Nacional de Córdoba en setiembre de 1 995, a instan­ cias de la Asociación A rgentina de Semiótica, exhibió una convivencia de dis­ tintas te mporalidades teóricas que, en algunos casos, parecían responder a un modo de adecuación al juego de la oferta y la demanda institucional en el que los conceptos encuentran una cotización académica y, en otros -los menos-, a una búsqueda de nuevas perspectivas para tornar aprehensible aquello que pare­ cía bo rroso desde las categorías y metodologías tradic ionales. La semi ótica corre presurosa a apropiarse de los productos de los me­ d ios masi vos y de las nuevas tecnologías, postulando así como una carac­ terís tica de este tipo de objetos la banalidad; objetos que, precisamente por ser banales, merecen especial atención. Si, como planteó Eliseo Verán, . "un pote de yogur s intetiza toda la sociedad contemporánea", la semiótica puede encontrar all í las claves que le permitan desentrañar condiciones y operac iones de lectura propias de la contemporaneidad. El problema se plantea cuando el video clip, el rock o el melodrama se evidencian como verdadera fiesta ajena para algunos críticos que los legi­ ti man recurriendo a la tradición prestigiosa y, en efecto, fami liar. y los desvincu l an de sus condiciones de producción '-la repetición y prolifera­ ción de mínimas diferencias propia del mercado en que esos objetos circu­ lan- para anal izarlos en forma inmanente. identificando procedimientos de vanguardia o lras ladando categorías de la lingüística clásica. " * L a i nmediatez con e l objeto parece atenazar, e n algunos casos, a l discurso que lo anal iza. La fascinación de ese discurso que se considera en sí mismo crítico cuando no hace otra cosa que adscribi r.se a la lógica de la moda qu_e gobierna el espacio académico- termina postulando lo den10cr{1tico donde debe­ ría seguir presente el imperativo de comprender y advertir el carácter interclasista de las manifestaciones claves de la contemporaneidad: el presente se transfor­ ma, en esos casos, en "una situación frente a la cual no se ejerce la crítica, una * Cortés Rocca. P. "A prop6sito del I V Congreso Nacional de Semiótica" en Aires. N º 4. (En prensa). 60 r¡,;:'l Causas y Awres, Bu enos ; ,. '. i' ) ·: 1 ; si tuación que se acepta porque allí está, ha mod ificado el mundo, reorganizado la cultura Y se i mpone con la contundencia de lo consumado"84 • · No queremos decir con esto que la semiótica y las investigaciones nacionales d � l os di scursos deberían reinstalar la discusi ón acerca de la urgencia o la _ _ tnvrnl1dad que podrían implicar el anális is de tal o cual objeto a partir de tal o cual metodología; sí creemos necesario tener en cuenta que la trivialidad es "el modo en que se produce la cultura global del presente " 85 y que, en este marco, se hace indispensable reflexionar acerca de .la distancia que debe mediar entre los obj etos Y .l os conceptos con los que trabaja la crítica, la crítica que se propone una distancia negativa respecto de sus propias condiciones, un acercamien to que, lejos de las pretensiones cicnti ficistas pero lejos también de las miradas contenidistas que descartan la materialidad del sign ificante, se pregu nta por el carácter de éste como mercancía integrable a la reproducción de la industria cul_tu ral y fu nciona como un modo de operar sobre el presen te. l t ·abajo que presentamos a continuación tiene, en principio, dos tipos de . � � hm1 tac 1ones. Por un lado, aquellas que nos impone el estado provisorio de la semiótica como ciencia general de las significaciones; por otro -y fundamental ­ mente- las que surgen de una cierta omnipotencia de la semiótica en cuanto a sus posibili dades de volver transparentes todos los sentidos. En este marco, nuestro análisis de las crónicas periodísticas está en cierto modo entrampado por los modelos parciales predominantes (el de la semiolinguística, por una parte ; el peir�eano, acotado al abordaje ele los componentes gráficos, por l a otra) Y se muestra incapaz de dar cuenta de todo aquello que (porque dcscon­ cie1ta al investigador, porque constituye un plus de sentido y remite a un más allá de la semiótica al que la semiótica debería abrirse, o queda detrás, en fin , del encandilamiento que prov.icnc de la condición de ser un miembro más de u na cultura y de un campo de trabajo) se resiste a una interpretación. La omnipotenci a, por decirlo de algún modo, se plasma fundamentalmente en la pretensión de ubi­ car este texto -texto de relecturas, de recuperación y discusión con (algunas de) las tradiciones teórica<;- en el terreno de la crítica, de su valor de intervención en lo social, a partir de considerar a la cultura como un conjunto de obj etos pero tam­ bién de prácticas y modelos particulares de inteligibilidad y apropiación. Advirtamos, final men te, que hemos considerado como condicionamiento de­ terminan te e l objetivo de que este material sirva a los fines de nuestro destinata­ rio el docente . 11-1 KI S:u-lo. B . "La teoría corno chatarrn. Tesis de Osear Landi sobre ln tele visión". Buenos Aires. Punto (fo Vi.tia; N ° 44; nov. 1 992. Del fino, S. "Desigunldad y di ferencia. Retóricas de la identidad en la crítica de la cultura" (ponencia pnra el IV Congreso Nacional de Semiótica). r_¡;:l 6 1 ,, CAPITULOII ·:'1, ,, LA CRÓNICA PERIODÍSTICA ; i! • -,'..f' •�; ;i ·­ ·1' ,', )1 Los géneros informativos en la comunicación de masas ,1 � ! ,,, La intención primaria del periodismo infor­ mativo 1 es dar a conocer lo que se refiere a un hecho ocurridó o por ocurrir ajustándose a toda una serie de recursos que tienden al efecto de objetividad, a la ilusión de verdad y fidelidad respecto del acontecimiento. Por lo tanto, podemos establecer como mar­ ca característica general del género informati­ vo periodístico el hecho de constituirse a sí mis­ mo como transmisor ("presentador") de otros enunciados, (de manera directa o indirecta) y siempre sobre la base de la función referencial del lenguaje', Los géneros informativos periodísticos cum­ plen la función de reproducir el "mapa" institu­ ciorial vigente en una sociedad dada y clasifi­ car los acontecimientos según una serie de di­ mensiones: política, economía, policiales, cul­ tura, deportes, etc. Resulta claro que, entre los diferentes medios, las variaciones en la cons­ trucción y presentación de acontecimientos pue­ den ir desde Ja supresión total de una informa­ ción hasta la presentación de sucesos fra nca­ mente opuestos; desde la ubicación de una mis- 1 ;, ,:t ,, {. Algunos de los temas que aborda este capítulo han sido trabajados en Atorresi. Ana. La crónica periodística. Bue­ nos Aires. Ars; 1995. Hablamos de función referencial en el sentido definido por Roman Jakobson en "Lingüística y poética" (Essais de Lingiiistique Génerale. Paris, Seui 1: 1963.): "ordenación ha­ cia el referente, orientación hacia el contexto -en una pala­ bra. la llamada función referencial, denotativa. cognosciciva ( ... )". Esta función está marcada pur el modo indicativo, las frases declarativas, !a posibilidad de predicar !a verdad o falsedad de las mismas y el uso de la tercera persona o referente del cual se habla. (>¡;::! 65 El género informativo periodístir:o resulta una modalidad entre muchas otras en el interior de la comunicación social[. .. ]. Lo que el gé11em informativo funda es el monopolio[... ] del proceso de socialización de todo discurso posible a través de los medios masivos. /11dart, J. "Mecanismos ideológicos en la comunicación de masas: la anécdota en el género informativo" en: Lenguajes, afl.n /, Nº 4: 1974. •i_·. 66 � ma información como "política" a su.ordenación como "policial" o "social". A los fines de este trabajo, conviene estable­ cer una primera diferenciación entre los géne­ ros informativos según el criterio de la relación temporal entre la noticia y los acontecimientos: inmediatamente después de acaecidos, en el caso de la crónica; por acaecer, en el caso de la noticia; de temporalidad durativa, en el caso del trabajo de investigación. Ya dentro de cada género en particular hay que advertir distinciones según los participan­ tes seleccionados para construir el aconteci­ miento, según las acciones que se adjudiquen a los participantes y según las relaciones causales que se establezcan entre las ácciones. Los ele­ mentos paratextuales, así como los estiUsticos en -sentido amplio, también deben ser tenidos en cuenta. Caracterizaremos ahora, mínimamente, los géneros periodísticos informativos que se dis­ tinguen de la crónica para centrarnos luego en el género que nos ocupa:i : 1 cio de determinados hechos que se supone que acontecerán. Generalmente se trata de informa­ ción suministrada por entidades privadas o fuentes oficiales acerca de las actividades pro­ gramadas. Si el medio quiere expresar la certe­ za acerca del hecho anunciado emplea el futu­ ro simple o compuesto; si, en cambio, pretende manifestar la probabilidad, el condicional sim­ ple o compuesto. Só.lo se utiliza la noticia en pasado en el caso de que se informen hechos acaecidos pero que no dan lugar a una narra­ ción; se trata simplemente de datos, como por ejemplo la enunciación de la resolución de una asamblea, un comunicado, la firma de un con­ venio, etc. La noticia es la forma más simple de discur­ so periodístico; en general, su estructura es igual a la de una oración simple: ¿Quién? = sujeto; ¿Qué? = acción; ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Por qué? y ¿Para qué?= circunstanciales. La idea de la noticia como espejo de la realidad, corre.�ponde a la concepción tradicional de la actividad periodística como regida por el principio de la objetividad. Evidentemente. esta ideología oculta la constitución de la realidad social por parte de los medios. l. La noticia: La noticia se usa para el anunCon esta caracterización intentamos eliminar ambigüedades comunes en la denominación de los géneros periodísticos. Con frecuencia. por ejemplo, se usu el término "noticia" para ha­ cer referencia a los géneros informativos en general, o "cró­ nica de opinión" para designar a lo que más adelante defini­ remos como "comentario" o a aquellas crónicas que incluyen abundantes segmentos comentatívos y que, desde nuestra pers­ pectiva. no dejan por ello de ser lo que aquí se deíinirá como "crónica". Usted podrá observar. asimismo, que muchos li­ bros españoles empican el término "reportaje" para aludir a la crónica y no a la entrevista; si bien la entrevista también puede ser considerada género informativo desde el punto de vista de su intencionalidad, su proceso de producción y las marcas textuales que éste implica son muy diferentes de las del resto de los géneros: por ello !a excluimos de nuestra ca­ racterización. 2. La nota o trabajo de investigación cerra­ do: Es la especie que asume la función especí­ fica deformar además de informar, ya que pre­ tentje mostrar determinados aspectos de un acontecer que, se supone, no son. accesibles a los lectores. El "periodista notero" recopila ,,¡, � 67 1 ' J 1' Una nora es siempre nota de algo. El conjunto de efectos de sentido, de cuya producción participw1 formas discursivas diversas (en especial la descripción y el comentario, en medida me11or la narración). genera una semblanza o retrato del objeto. El objeto, e,r la nota [. .. }, es una persona o una cosa[. .. }, un grupo de personas vinculadas por una característica o costumbre común/... }, un fenómeno o una costumbre en sí/... }. lturriza, D. y Leo,ra, P. "Un tipo discursivo de los suplementos juveniles: la nota" en: Suplementos juveniles. Cátedra de Semiología C.B.C., U.B.A.; Buenos Aires, 1995. d atos históricos, cultura les, científicos, socia­ les, etc. y es frecuente que incluya en la nota la opinión de "especialistas" en eJ tema. Un aspecto fundamental qu e diferencia la nota de la crónica es su relación temporal con los hechos tratados: la nota no debe abordar necesaria mente temas de "último momento"; por el contrari o, puede aparecer en cualquier circunstancia, "sin urgenci as". Además, desde el punto de vista enunciativo, la nota está regi­ da, en general. por el presente de definición o genérico. Si se presentan datos del pasado, se emplea en la mayoría de los casos, el pretérito perfecto simple combinado con el pretérito im­ perfecto, constituyéndose así un segmento de relato; pero su rasgo definitorio -insistimos- está en la presentación de datos que no necesaria­ mente deben ser "actuales". La estructura de Ja nota es cerrada, acabada, aunque se desarrolle a lo largo de una serie de "entregas". Suele apare c er en suplementos es­ peciales, complementada con abundante mate­ rial gráfico; en este sentido, la nota constituye un claro ejemplo de los desplazamientos que se produjeron desde los espacios ocupados tr a di­ cionalmente por las revistas hacia los diarios. 1 ;¡; ;f ' ' '' ; La nota, firmada por Napoleón Cabrera, incluye comentarios de Annando Rapallo y Federico Monjcau -los "especialislas"- y foto­ graffa<; del músico -que dan cuenta del lugar dado el material gráfico-. J . .. Clarín, 26/9195 3. El trabajo de investigación abierto o investiga­ ción propiamente dicha: Se diferencia de la nota de re­ copilación de datos no sólo desde el punto de vista de susmarcas lingüística,;; sino también en elsentido de los mecanismos de pro ducción periodística que implica. Como género discursivo, el trabajo de investiga­ ción se define como una serialización de cróriicas provisorias que, en tanto crónicas, presentan las ca­ racterísticas que determinaremos para tal género. La totalidad de esa serie de crónicas sucesivas constitu­ ye el trabajo de investigación completo. Es posible diferenciar trabajos de investigación acabados -aque� 69 , ..'! : llos que dan por resueltos todos los "enigmas" y por confirmadas o desestimadas todas las "hipótesis ini­ ciales"- de aquellas investigaciones en que, por falta de datos y pruebas o por limitaciones impuestas a la labor periodística, no se puede plantear una resolu­ ción definitiva. Es mác; común encontrar investiga­ ciones acabadas vinculadas con hechos policiales que hallarlas en relación con hechos políticos; sobre el caso político suelen aparecer investigaciones que pre­ sentan versiones diferentes según los hechos que des­ taca u omite el investigador y las posiciones ideoló­ gicas que estas elecciones implican. Para un diario, la publicación de un trabajo de inves­ tigación que se anticipa a la información oficial o que demuestra su invalidez representa un verdadero "as en la manga" que, en general, produce un fuerte impacto social que se ve claramente reflejado en lac; ventas. Por lo común, la investigación presenta mayor can­ tidad de marcas lingüísticas de la subjetividad que la crónica simple. Estas marcas pueden abarcar desde la posibilidad de que aparezca la primera persona y la firma del investigador hasta la abundancia de seg­ mentos comentativos y se deben, fundamentalmen­ te, a que una crónica, hoy en día, puede redactarse simplemente a partir de un cable recibido de una agen­ cia informativa y a que, por el contrario, el trabajo de investigación requiere necesariamente por parte del periodista un verdadero "estar allí", "en el lugar y en el tiempo en que se suceden los hechos". El punto de partida de un trabajo de investigación suele ser una hipótesis que el investigador busca confirmar o des­ ,estimar, para lo cual acostumbra relevar las fuentes oficiales y cotejar esa información con la que le brin­ dan fuentes no oficiales: declaraciones de testigos e implicados, denuncias, informes, expedientes judi­ ciales, etc. Todo lo recabado de esas fuentes ha de figurar en el texto con el status de "documento" y, junto con el análisis del investigador, lo validará como "prueba de verdad". El trabajo de investigación, de· este modo, sugiere con más firmeza aún que la cróni­ ca que la "verdad" se halla en la "actualidad" y en la ' i' :¡ :� 70 � k :', ., ' "racionalidad" del relato (por esto abundan los conectores lógicos y las modalizacioncs lógicas de los enunciados) y que la investigación en sí es, en realidad, doble: por un lado, la que realiza la policía, la justicia o los políticos y, por otro, la que lleva ade­ lante el periodista en el terreno de lo discursivo. No es, inclusive, infrecuente, encontrar referen cias ex­ plícitas o implícitas al hecho de que las instituciones "no saben" o "aparentan no saber" la verdad. :;.! ; 1 j i 'i .i ' ,.. J' '·.¡ Muchos trabajos de investigación que comienzan por � 71 aparecer en diarios en forma de crónicas sucesivas son luego ampliados y comp ilados como libros. Algunos periodistas ya consagrados a la investigación publican directamente en libros sus trabajos. Si en el diario este género requiere de cierta inmediatez respecto de los hechos que trata, en el caso del libro, por el contrario, se busca que no exista-tal condicionamiento. Definidos estos géneros informativos, pasemos a ocuparnos de la crónica. :.. II. l. LA CRÓNICA.COMO RELATO Es posible definir la crónica como un relato en la medida en que narra un acontecimiento pasado a partir de la representación de su desarrollo cronológico. Si partimos de la definición de relato propuesta por Ducrot y Todorov comprobaremos, aún en una pri­ mera aproximación esquemática, que la crónica pue­ de ser encuadrada dentro de aquellos textos referen­ ciales con temporalidad representada 4• En el plano enunciativo un relato se caracteriza por las relaciones entre las diferentes secuencias, cuyo enca­ denamiento produce el efecto del despliegue temporal, y por un sistema verbal y pronominal que le es propio. Pero, además, presenta relaciones particulares res­ pecto del acontecimiento que narra. Caracterizaremos, entonces, en primer lugar, la relación existente entre un acontecimiento y el relato que se hace de él; en segundo lugar, cada uno de los segmentos que pue­ den constituir dicho relato; finalmente, las marcas verbales y pronominales gue lo definen. .· " .,· j,¡ ·\ :¡ " ·-,,,� 1 { �- -'11 ¡i _;, :l 1 Il.1.1. El marco del relato y su relación con la "historia" Desde la perspectiva que nos interesa abordar -el Ducrot, O. y Todorov. T. Dicciorwrio enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Madrid, siglo XXI; 1984. �- ,} j ' *· -:: \ funcionamiento ideológico de las fom1as narrativas pe­ riodís.ticas- es necesario vincular el modelo que dis­ tingue histor.ia y relato con el estudio de las modulaciones del relato según los criterios del análi­ sis enunciativo en general. Siguiendo a Genette, lla­ maremos "historia" a aquello que es contado: el tiem­ po de la historia es el tiempo cronológico del aconte­ ciiniento con independencia de la manera en que apa­ rece representado en el relato, el tiempo "real". El "re­ lato", por oposición, es la representación de la historia y, por lo tanto, incluye toda una serie de trastocam.ientos temporales posibles' La trama cronológica.real de un acontecimiento no es fácil de establecer. La confrontación de distintas cró­ nicas sobre un mismo suceso permite al analista de un corpus determinado determinar aproximadamente la tra­ ma cronológica de la "historia" efectivamente ocurrida. La comparación entre ésta y .los distintos relatos pondrá de manifiesto todo tipo de concordancias y distorsiones con los efectos ideológicos que ello implica. Considerando, entonces, la relación temporal en­ tre el orden de· la "historia efCCtivamente ocurrida" y el relato que se hace de ella, encontramos dos modos básicos de organizar temporalmente la crónica: l) Correspondencia o paralelismo entre el orden de la "historia" y el del relato. 2) Anacronias entre el orden de la "historia" y el del relato. La correspondencia entre el orden de la historia y el del relato constituye un operador que permite bo­ rrar las huellas de la "actividad narrativa": entre el relato y la historia, ninguna intervención del narra­ dor y, en consecuencia, efecto de objetividad. Otro de los efectos producidos por, esta correspon­ dencia es el de consecuencia: basta con que dos segGenette. G. "Díscours du íCcit" en: Fi¡:ures /!f. París, Seuil. !972. Poéti­ ca. ¿Qué tis el e.Hrucruralismo? Buenos Aires. Losada. 1975. Tmnbién Todorov, T. "El aspecto verbal. Modo y tiempo" en : Podemos distinguir dos tipos de faits divers, según se presenten en forma de relatos condensados o expandidos. los primems. que aparecen sin firma. son generalmente monoenunciativos y se contentan con reproduci,; sin muchas rransformaciones. el relato de la agencia. Textos breves. tienen la forma de u,z resumen expurgado al máximo de e.xpa,zsiones narrativas, descriptivas y comentativas, y los diálogos se reducen a citas emre comillas. los segundos, generalmente van acompmlados por la firma y tienen la forma de una expansión narrativa analéptica contada por un.a o varias voces. El nudo narrativo tiene siempre una estructura cronológica ritmada por las localizaciones y los conectores temporales. Contado por Uf! narrador omnisciente, el relato cronológico puede ser inlerrumpido por la prolepsis ( evocación anticipada de un suceso posterior). El relato privilegia las acciones singulativas (cuema una vez lo que ocurrió una vez) y puede ser precedido o interrumpido por pausas descriptivas. Petit lean, A. "Lesfaits divers: polyphonie enonciarive et hererogeneité rextuelle ". � 73 to. Usted podrá observar que, además del efecto de "reflejo" temporal de la historia existe la posibili­ dad de vincular las secuencias por medio de conectores lógicos: "la gavilla robó a una pareja; en consecuencia, la pareja formuló la denuncia; así. una patrulla dio con los mal vivientes. Esto hizo que los asaltantes dispararan y, en consecuencia, se pro­ dujo un tiroteo ... " mentos estén ubicados en posició n de sucesión cronológica para que se produzca el apoyo de uno en otro, de tal modo que aparezcan no sólo asociados en posición temporal sino también, en función categorial: causalidad, finalidad, etc. Es decir que la correlación entre los dos órdenes, por una parte, da la impresión de que el relato "refle­ ja" la historia y, por otra parte, genera el efecto de que la sucesión de ac.:ontecimientos constituye tam­ bién un encadenamiento lógico (en este caso predo­ mina la relación causa-consecuencia). 1 ·[· . t: ·, :¡ '( d ! :, .'I, .' l•,11 . i 1 1 i· ,,,, En el caso de las anacronías, la "historia" del acon­ tecimiento y el orden del relato no coinciden. Hay una primera historia, la historia de lo que efectiva­ mente ocurrió, una historia -en este sentido- termina­ da. Pero hay ciertos elementos que se presentan como enigmas y que harán que en esa misma crónica o en otras sucesivas, el enunciador "vuelva atrás", reelabore o rectifique datos presentados; formule conjeturas "hacia adelante", todo esto para construir una segun­ da historia: el relato de la investigación. Por lo tanto, hay que distinguir dos tipos de anacronías posibles: las retrospeccion.es y las prospec­ ciones. En general, si el tiempo base del relato es el pretérito indefinido (pretérito perfecto simple), las retrospecciones estarán expresadas en pretérito pluscuamperfecto y las prospecciones en condicional o en presente de enunciación, a ffiodo de comentarios. El "enigmático" caso de la desaparición de la Dm. Giubileo presenta claros ejemplos de estas anacronías: t Esta crónica constituye un ejemplo de corres­ pondencia entre el orden de la historia y el del rela- 74 � G,;:i 75 ,------- -------·· efecto de inserción de "la realidad" en el relato, Es poco frecuente en las crónicas. Dos casos intermedios: aquel en el que el tiempo del relato es más largo que el de la "historia" y aquel en el que es más corto. La primera variante nos remite a otras dos posibilidades que ya men­ cionamos: la descripción o las anacronias. La se­ gunda variante es el resumen o la síntesis, presen­ tes en general, en el sumario o en el primer párra­ fo del relato periodístico. En las crónicas deportivas es regla general que ya desde el titular se conciba la hist oria como aca­ bada; en este caso, las anacronías no funcionan como "enigmas" sino como simple recurso narrati­ vo para volver "atrapante" el relato. ' ' ,, 11 1 1 ' 76 's=l Otra relación temporal interesante desde el punto de vista de las modulaciones del relato es la de la du· ración, que consiste en comparar el tiempo que pre­ suntamente dura la "historia" con el tiempo que se ne­ cesita para leer el relato que la evoca. Las variaciones en la duración relativa de los segmentos del relato res­ pecto de la "historia", a menudo están asociadas con fenómenos de focalización (por focalización entende­ mos la relaciófl entre un sujeto focalizador, punto des• de el que se ve, y un objeto focalizado, elemento per­ cibido). Pueden distinguirse varios casos: La pausa o suspensión del tiempo: se produce cuando al tiempo del relato no.le corresponde nin­ gún tiempo de la historia; por ejemplo, a partir de descripciones o comentarios generales. La elipsis u omisión de t odo un período de la "his­ toria": ninguna porción del tiempo del relato se corresponde al tiempo en que transcurre la histo­ ria. Estos "olvidos" se pueden relacionar con po ­ siciones ideológicas. La escena o coincidencia entre el tiempo de la "his­ toria" y el tiempo del relato. Se da a partir de la inclusión del estilo directo, lo que produce que , �--''' '"'· :-·,,,..,,.,, ., . ' ... . -; rhcS'. éS�J:fv'_ _-,,:L:>- •·\:'k'' 1?0"·""· .s1�tc:in�crtos.en}i�i$ ·· ·' •}(:• . -.,..,.: ~c-0,�,-,, ,;,,�. .,,,.dilift'·�,_ �.,,__M 1 _ _ \ .-�--(:� d �,:s1. 1 , \ 1_ .9 . 9 0: ;el. ingeni�. ' r , c i Hbrri. 6 ib santos?déc" if � . � , 1 · 1fiU iiñfk1ttf S, f ii ü ;rctéJµJITi�:t&�e t b {'.L,�..iros !�:.�·:-a�,--:s'u's1'd(:>'"'. r�-!�:��,á/ §J: "k ',.,,f,;-·,sa"''!.:i'.-¡"l'"IP1•.r:�A"d�tf;'.:i>.:.Ji,,¡:;:_,-..,,,{..�,:,,;i., · º:·I_1:r�ag1rió (\r ''n',:' ',,, ·t'i; i<U'· � ,,�;//�:�f! j� ,,�!�-�Sf" kq_tnp��:�flfqª1\1�}�.S?1,\�?1:t,11�i-� en_�_!,:-,mej�ir1 eXpQrie1lite!:dé"Ú�'a�1'tifé�;l� r _ ··,!,éi_ s_J·_ ":,_·�;.i.•(:}_ t{ .d:s_ :"._ ··.�-•�t.:1 ·º,: .fc¡§_��'.�_,! ,,�z· ��Y\ 0·_ :.sv11 l'li.�'�NgüW�ej_ r _ _ . _ J . � ?S ;�itl �zo' S {�I ¡ljif2· 2 ;tliicilI�r p? ¡,-,11),LJ.�1}��: , _ _ ._ . _ _ . - · _ _ _ _ _ htií:fñ�étl; _. _ . ü p f �1.n�}�f�e,��}jrid�:Sii_eVy".,"(:-' ¿ :: ' f���rCM \rs,�:rai1Tiátát, _ _ "';, e � llá, .fú[ios� pét�éché.i9íí'J'Jútárit6'f993 :fo'"s'""cas oS ' _ ,9ue se-�_i:ñ,9l d_��- ·.�en_tt?;�e �Siéj)1(ad ighlt(. léjds:a�'.3íf.¡lj n • P,º�ª_rl ��· _í _ ,íl.fr?.rr '-.?�_;h_<l_�,1�ris_:�9f:_1§s·: slit�:-�L�S" v, t? t �· 1 g�11en �e:,; s_º ·_-�- l� s"l p· r· h1 c .ip:: a1_e · . � •e:r\iSo·· d·¡ (j _ _ . ó��f_ � :·-:�:;'._:f_·_,._ :r_,ft f�4.�.• _ _ _ d(Es� _ · · . ·. . _ _ ,t_ a'. 1)ó: ¡ _ m'p¡J� . • ft¡;¿} .'t_ · · _Febrero: :,un pr?Pi� .. _ _ . _ . . · · 1 .;-r_o,bo. de_ s·_�_·:q�iút��-'?IJ:n_�ií �i_1d_C:ta. u_no::· d_e _:¡()�-�intril:s"o(Jf t--�ig�e1.�_ngel _s i,e,T_a.'_ 1_1/ �r{9·�t;:. h' Í'r.i�_ndó";:otro_YLb\ : .:ami,lim:��- d e IA _ ii}_nt��<!�_1s1�?:e�, .. _1_�. .9\li�--� ª--�-�c_a_p,ú,��º·,�-:·•�1-�_l�iVie,�.t�f'�J-.l e :c��s:�,d,,.o•�� .;,�u:n_() � ..��,h_ti?; a)fPfÍ?i?.i'�,�..áJifi':.f4 <�,•-,:,,,.,..-... -,,;.,-,.;,,4,. ¡¡,, ! '! . ' ! :! t_\ ._: t�q ' i e·súi'dí ef :J •, �1?�. . M•'• 1 '! . La última propiedad esencial de la relación entre tiempo del relato y tiempo de la "historia" que vamos a considerar es la frecuencia. Hay tres posibilidades teóricas de frecuencia: el relato singulativo en el cual un relato único evo­ ca un acontecimiento único; el relato repetitivo, donde muchos discursos evo­ can un acontecimiento único· el �·elato iterativo, donde el r�lato evoca una plu­ ralidad de acontecimientos semejantes. l. 'I· ii ¡ ct,f v,r�}i,m�r,:�\/�?n_-.&�t.:�tg�6j''i�t.�I�ia;l i:g,bf .,,.,,;_,•;.,,.(!\;¡u;_¡¡J---��¡;�¡,;,_¿j i;¡;:l 77 Las variantes mencionadas pueden desplegarse a lo largo de la crónica en cuatro tipos fundamentales de segmentos de relato; es el tema que desarrollamos a continuación. II. 1.2. Los segmentos del relato Las marcas verbales del segmento narrativo Desde e1 punto de vista enunciativo, los segmen­ tos narrativos se caracterizan por el empleo de los tiempos y los pronombres propios de la narración, combinados o no con índices temporales6 . El tiempo base del segmento narrativo está dado por la alternancia de los pretéritos perfecto simple e imper­ fecto; las retrosp eccione s, por el pretérito pluscuamperfecto y las prospecciones, por el condi­ cional7 . 1 1 1: 1 ,.!I "·r" 1 1�· l�r'..",,�"fj'M'J-f¡'a,'W""''11Vl¡i� ���•'}j''i'�llm A part1f efe una denuncia Por mala praxis la Policía ciue el_ iN&J 1c9 acusado no""era u.Íl\que, usanl dc�cu�ri,ó 1 1 d<J: un.título falso, habla traba¡ado 16 años en e¡ Hospt~ + ' tal R1vadav1a y que hasta hcibía presididó un congreso _.4, • •. \ .en.su,_espe�1�l!d�d:_.'. •t,,-;j:n:lá éasá éáyácucho-1267; San,F�rn_5i_íi:Jóila Poii. [cta·e;nc0n_tt6,_hi�toi,i�s_ '�Í�n_i'c_aS __de pri\ient�sy ctlV�rsoS_, ,,., ,. 1'>,' En la crónica es predominante el relato sing_u�ativo; la ocasional aparición de segmentos repetitiv_os e iterativos puede determinar diversos efectos: e�fa­ sis, "adormecimiento", dilución en un segundo pla­ no no unificación del campo espacio-temporal, etc. 'En el caso del relato repetitivo, por ejemplo, mu­ chos "testigos" pueden hacer relatos complem�n­ tarios del mismo suceso (lo cual produce una ilu­ sión "estereoscópica") o relatos contradictorios qu.e nos llevan a dudar del tenor exacto del acontec1miento. Busque varias crónicas policiales y de_portivas. Analice en ellas las rela­ ciones temporales de orden, frecuencia y duración. 78 � M >,e,J<.,/n, < La enunciación "histórica" fo relato} que corresponde esencialmente a la lengua escrita, narra los acontecimientos pasados sin ninguna interl.'enciói1 del hablante. La "historia" no puede utilizar otra persona que la iercera; excluyendo todo lo que es propio del aparato formal del "discurso" fo comentario]. Mainguenan, D. Introducción a los métodos del análisis del discurso. Buenos Aires, Hachette; 1980. \ 't ' ' -.ef . '.. ,_ . ·-.· ,,._:· e 1 ª º f{t�;�;/t,;�:;,:: \: :i �;;:�i:;1s;�;�;•g� ��] l J f" al_lanam1erno-·por ·eJcrc1c10·,_1legal . de .- la -_med_1c1na, �-'}1� :��-'tí�-�-.1_9,�. \:.�_.?�n?t;�:.:f�,1-�ifi�iC}_��-Gi dÓ�-�-;/� t;v0le�!?�1_to·_-p�:�l1 c o.,y le�t_one.s _gra_vcs •: Pºro··d: till s. :;_,d :.J_._�_ ues' '.· .. . . s_ena-excar�elado.- .. ,_ --h_ �- ', _ .\--"·�--; ·. ;,;_ W· i,'.7'-,�, · _ . - . · _ .],19..� ,,;,}:' : ,,/1� . · :, .. G:�· : ;' " ;</ . . .- � -°' i;Jcirén ............. ____,,,,....,._ �......:........ 7 s �--- _ t-2·so Retomamos a Benvcnistc, É. "Las relaciones de tiempo en el verbo francés" en: Problemas de ling iiisrica general. Ml!Xico, Siglo XXI; 1973; y a Weinreich, H. Estrnct11ra y función de los tiempos en el lenguaje. Madrid, Gredas: 1975. En el Apéndice se encuentra una adaptación a la nonna argentina respecto a í::i. planteada por Bcnveniste para el verbo francés. � 79 El ejemplo destaca en negrita el tiempo base; en cursiva, las retrospecciones y subrayadas, las pros­ pecciones. taposiCión espacial y considera los procesos como espectáculos. El presente histórico también es un tiemp o del re­ lato, frecuentemente empleado en las crónicas, sobre todo en las de los "diarios populares": si hacemos un recuento de los tiempos verbales utilizados en los ti­ tulare s veremos que li mayoría está en presente histórico: ,.' ,, i' !!'_:i I' :_ l1i\ 1 Estos "proces os-espectáculos" 8 son comunes en la crónica: aparecen cada vez que la mirada del pe­ riodista se centra en individuos u objetos marginales respecto de la trama narrativa. Es impo11ante tener en cuenta que en los segmentos descriptivos los ti­ pos de verbos son una marca específica: predominan los verbos de estado por sobre los de acción y abun­ dan los de percepción (ver, observar, escuchar). ¿ Qué, función cumplen estos segmentos descrip­ tivos en la crónica? En general tienden a revelar y al mismo tiempo a justificar el por qué, de los aconte­ cimientos y la psicología de los personajes implica­ dos en ellos; s o n a la vez signo, causa, efecto. Pero hay más aún: la idea del "haber estado allí" que apa­ rece en las descripciones, se s_upone c omo principio suficiente de la palabra, lo "réal concreto" descripto se vuelve justificación del decir. El presente histórico, en las crónicas, alterna sin dificultad con los tiempos base del relato: Algunos segmentos descriptivos son descripcio­ nes de atmósfera y marcan una pausa en la trama narrativa; nos hemos referido a ellos cuando trata­ mos la cuestión de la duración del relato; otros en cambio, al mismo tiempo que describen se enlazan con la narración y la hacen avanzar. Como _sea, el segmento descriptivo siempre cumple una función respecto de la narración: es indicio, es justificativo de componamientos y sucesos y, a la vez, es ilusión de objetividad: r ;\ 1 ¡,::1 Los segmentos descriptivos El criterio adoptado hasta ahora no basta para ca­ racterizar ciertos segmentos que, si bien tienen mar­ cas verbales de la narra ción, funcionan como des­ criptivos. La narración se dedica a los acontecimien­ tos considerados solamente corno procesos, Y por eso, pone el acento en el aspecto temporal del relato; la . descripción, por el contrario, se detiene sobre obJ e ­ tos y seres considerados en su simultaneidad y yux - "El 'detalle concreto' crea la ilusión de connivencia directa de un referente y u11 significwlle. Esta ilusión referencial produce el "efecta de realidad": los detalles connotan lo real, dicen: 'nosotros somos lo real'. En esto se basa el nuevo verosímil que constituye el realismo ( enrerideflios por él todo discurso que acepte emmdados acreditados por el refereflte). Este verosímil procede de la intención de alterar la naturaleza tripartita del signo (significante, significado y referente) para hacer de la nowción el puro encuentro de un objeto y de su expresión." Barthes, Roland. "El efecto de realidad" en : AAVV: Lo vcrosíinil. Buenos Aires, Tiempo contemporáneo; 1970. ii ' ·:.¡ !'. ( 'I 11i 1¡ !� "t K Ge11clle, G. Op. Cit. P:lg. 127. Gl si ,, Los ejemplos anteriores constituyen segmentos desc riptivos; los dos primeros, orientados a la ca­ racterización de ambientes; el tercero, destinado a ta definición de un sujeto. En los tres casos se pue­ da observar por un lado, la función del "detalle con­ creto" y la intención de crear la ilusión de objetivi­ dad, por otro, que implican necesariamente una pausa en la narración. Los segmentos comentativos Los segmentos comentativos marcan una ruptura en el relato en la medida en que hay un cambio de tiempo y "mundo" verbal en el pasaje del perfecto simple al presente de la enunciación9 Se trata, sin duda, de un segmento comentativo. "En forma unánime" constituye una modalidad de refuerzo de la aserción; aunque dicha aserción está transferida a "la gente", podemos pensar q�e el Empleamos la terminología propuesta por Weinreich �Op. Cit.) Y desarrollad¡¡ en el Apéndice para la distinción de los tiempos pro­ pios del relato y del discurso. cronista se incluye puesto que "la gente" es un sustantivo con referencia generalizada. La adjetivación es fuertemente subjetiva: "or­ gulloso", "iracundo", "terrible" en el campo semántico del "condenado"; "tan fuerte", "únicas" en el campo semántico de la "víctima"_ Nótese, ade­ más, el efecto emotivo que se busca a partir de la oposición "únicas faltas"/"jugarse por el amor". El tiempo verbal que rige el segmento es el pre­ sente de enunciación ("condena"). El pretérito pluscuamperfecto "habían sido", que implica- una retrospección, se encuentra dentro del marco de los datos que el cronista "recupera" (en realidad, "crea"), para emitir un juicio de valor. Algunas veces, los segmentos comentativos están introducidos por conectores ("por otra parte", "en rea­ lidad", "además", "sin embargo") que penniten que el paso de la narración al comentario se articule de forma coherente. En otros casOs, se emplea una loca­ lización temporal deíctica: El pasaje de la narración al comentario se arti­ cula a partir del adverbio "Hoy". Observe los tiem­ pos· del mundo comentado: en negrita, el tiempo base; en cursiva, las retrospecciones; subrayadas, las prospecciones. En general, los segmentos comentativos están asor¡¡;::l 83 ciados al sujeto de la enunciación, sobre todo a partir de modalizadores ("hay que decirlo claramente", "cu­ riosamente", etc.): ' Olro tiempo verbal comentativo en el que nos de­ tendremos es el llamado presente periodístico. Si el presente de la enunciación 1�e1:üte claramente al mo­ mento en que el cnunciador habla (al "aho;a"), _el pre­ sente PeriodísticÜ tiéne un valor-durativo.Y remite a un período más extenso (al "en e�tos días"). General­ mente aparece como comentario o síntesis de suce­ sos que llevan vari_os días sin resolución; puede ir acompañado de focalizaciones temporales del tipo "en estos tiempos", "últimamenté", "acfoalmente", "des­ de hace algunos días", etc. Crea la ilus�ón de q ue el cronista redacta la crónica desde el lugar de los he­ chos y de que.,'éiesde hace tiempo, está participando de los misinos:' Áigunos segmentos descriptivos se acercan a los comentarios debido a los índices de modalización: Las escenas El último tipo de segmento de re lato que vamo's a considerar es la escella.-LaS- escenas dialogadas -es­ cenas propiamente dichas- sün poco frecuentes en la crónica: Notemos que si bien se hace referencia a accio­ nes, dichas acciones no implican sucesión de hechos en el tiempo. sino simultaneidad (de las acciones en­ tre sí. por un lado, y de "los días en que suceden" y "los días en que son enunciadas" por otro) . i1 .• rJ;i 85 84 r;;_::l En general, las palabras de los otros son referidas en estilo directo o indirecto. También pueden ser "narrativizadas": en este caso el periodista sólo retie� ( ne el tema para integrarlo al hilo de su relato la en sada expre encia narrativización aparece con frecu dis­ de acto el ) negrita y sin comillas . A veces sólo curso es mencionado, con elipsis total del contenido. ., �­ 1: Observe, en cursiva, el discurso directo. 1 En este caso se encuentra en cursiva, el discur so indirecto. ,6�jo74/�b·g4n '.#l'i�:,¡i ·'.ffr�·ci611;i1e\iiñb&':,._tfiá, "� .- ·.t•.p·e�0:1�' ,._,. •}·-6·�: . _.,_:;�_.,.. :,-.-.¿1'-,..-¼:WI': .·· __ ·_ ,· ,,_.,.. ,· ,:1. I \¡_ ·4:, _o� Me�ne_m;..'.\ � · )',. ..: _ Car_l.,., ·ñoS' 6bSávád0res. 1Ueg,o"''.:;,·de·'que ' · ·, .,. . : ' e•' · ,, J. "' :JJ, ·;�,'.•··�'t"�V"··-··,rt-_•· i Los tres ejemplos dados corresponden a "Drom n. Nació La nte", tange la de s fiscale los a ció denun a la 27/7/93. En este último destacamos en cursiv ado­ observ "los de narrativización de las palabras l � res". li ¡¡ La escena, propiamente dicha o narrati viza'.da, constituye siempre un caso de polifonía. Más ade­ p unto lante nos detendremos a analizarla desde este de vista. El predominio de uno u otro segmento permi�e a caracterizar las crónicas. En algunas, la presenci mayoritaria de procesos-espectáculo crea una verda� s1 dera "ilusión referencial": los hechos hablan por mismos en toda su riqueza y variedad. El "efecto de 86 i:i,:l objetividad" se acentúa cuando los pocos juicios que aparecen están corroborados por la percepción. Otras crónicas cultivan el efecto de "directo" (como si estuviera en el lugar de los hechos), propio de la crónica radial: el presente de enunciación, con­ temporáneo del acontecimiento, se asocia con índi­ ces lingüísticos que imitan la simultaneidad: "nos acaban de señalar", "pronto tomarán la palabra"; otras crónicas son casi comentarios: los juicios encuadran el relato y, éste funciona como ilustración de aque­ llos. La crónica que incluimos a continuación fue publicada en Clarín el 30 de julio de 1966 con la firma de Diego Lucero, el único periodista .del mundo -hoy de 95 años- que ha cubierto todos los mundiales de fútbol. No le pedimos que se pierda el placer que genera la lectura de una de sus crónicas; sí que, después del disfrute, analice las modulaciones del relato a partir de la determinación de los segmentos que lo constituyen. Romerito, el niño ... Fue héroe de la resonante victoria Y empezó el partido. Boca con un ventichelo en remolino que le frangollaba el recorrido de la pescadilla. Independiente, bien plantado en la veteranía de sus viejos defensores, maduros de aí)os y de billetes. En las primeras jugadas quedó planteado el duelo entre la ardilla y el elefante, la laucha contra Kingcon, David -el de la honda­ contra dos Goliathes vestidos rojo-sangre, los dos Goliathes de pierna fuerte y escarpa dura. Fue la batalla de Romerito el misionero contra los dos ursas que intentaron inú­ tilmente armarle la custodia y cortar el vuelo de sus travesuras; uno, Hacha Brava; el otro, et negro Acevedo. Y Aomer!to venía a ser como el loco inlentando la aventura que parecía imposible. De esa ardua batalla de la laucha contra los Kingcones, de la ardilla contra el elefante, salió trinfante el chiquito misionero, ese negrito casi un niño, de carita sufrida -como todos esos cobrizos muchachitos de ranchería- que ayer de tarde llenó de júbilo ta cancha de ta Ribera, con su juego. con su alegría, con su destreza, con su lúcida inteligencia de niño despierto, y con su coraje, ese coraje que inflama el corazón de los humildes cuando saben que están luchando para que la vieja esté contenta y viva un poco mejor... , para que a sus hermanitos no les falte el marroco... Romerito, el misionero, representación y símbolo de esos niños de piel color tierra y ojos fulgurantes, que en los campitos de las provincias olvidadas juegan al fútbol decalzos y esperan redención, fue ayer el gran triunfo del clásico del programa tamanguero. Quizás, el gran triunfador de la jornada. Boca arrancó a paso redoblado, como quien va a buscar victoria y se tiene fe para alcanzarla. Apoyado en dos zagueros que juegan a la antigua, cada uno en su puesto (un Magdalena firme, promesa de su regreso al gran Juego. y un Marzulín en una yornata de gloria); firmísimo y múltiple el Rata Ubaldo. •a Gran E,cpulsado" y, cuidan- !é:J 87 i'' ' ,¡ I';1 1, ' t¡ �· 1 1. do el campo descubierto que dejan las fugas de Marzolini {"El Novio de América" como lo llama ese gran reo que se parece a Cantinflas, el cafetero Ram irez), la firmeza excepcional de S ilveira, con tales sostenes, la vanguardia del zurdo Rojas tuvo respal• do y constante alimentación de combustible como para mantener la presión de su ata­ que: un ataque armonioso de juego, ambicioso de gol. Tuvo a su frente un Indepen­ diente, más rojo que diablo, pesado de años, que sólo apareció lúcido y pujante en el generoso y m últiple trabajo de Pasteriza, en la nerviosa acción de Tarabini -el gran buscador de goles-, y en Roldán, cuya eficiencia fue creciendo a medida que transcurría el tiempo para terminar siendo, a juicio del Pata y la Ciriaca, el mejor jugador del tin. E ra poco, como se ve, lo que oponía el rojo a1 pujante, incesante ataque boquense. Y por más que Pavoni tiene firmeza de roca, no alcanzó para librar a Toriani de un arduo y difícil trabajo, exigido con peligrosa frecuencia por los hombres de Rattin . La mejo r virtud del ataque boquense fue buscar la ruta de las alas para llevar, por esas zonas, el peligro. La ruta de las alas ... tan olvidada por los teóricos del fútbol moder• no . . . , la ruta de las alas, por donde el terreno siempre está más despejado y por donde se abren los cerrojos como si los abrieran con un abrelatas y por donde se rompen los catenacchios como si los cortaran con un filoso cortafrío. Luna, ayer en una tarde bri· liante, como si se hubiera reencontrado a sí mismo identificando a\ puntero de Boca · ahora, con el puntero de Atlanta antes•, fue un factor de victoria. Pero el más auténtico, el definitivo, el que más hizo en la vanguardia boquense para que la Boca viviera su júbilo, fue Romerito, jugando como puntero auténtico, por su ala, fundiendo con las carreras a los defensores, buscando a cabeza levantada a sus compañeros antes de desprenderse de la globa •un tesoro en los pies dé los grandes jugadores•, colocándo• se con la sabiduría de un veterano y pasando la guinda como un maestro. El pase que le hizo al zurdo Rojas, haciéndole el regalo del Primer gol, fue un capolavoro. Le puso la de gajos en la capellada, en la Capellada de la escarpa zurda. El Tanque no tuvo más ·que molestarse y tocarla para poner a Boca en ruta de triunfo. Eso había pasado al final de la etapa; y en el recomienzo, Boca ·Su defensa· pare· ció dispuesta a regalarle el campo a los diablos. Hubo mucho cachón a favor de \os bermellones y Pastoriza, como un capitán de abordaje, vio que era posible el empate. Y fue a buscarlo. Vio a Roldán dispuesto a seguirlo. Le colocó una pelota por altura que el muchacho que usó barba se llevó con el cuerpo a costa de Magdalena; quedó solo frente a Roma y lo fusiló. Con nada, el diablo •sombra roja y sombra negra de Boca- le había empatado. Por la media etapa, parecía que todo Boca se había desplomado. Pero volvió "El Gran Expulsado" a controlar la situación_. Gonzalito, el enorme, resta· bleció la primada boquense. Y el chiquitln misionero, flor de diabluras entre la defensa roja, se metió en un entrevero de patadas, sacó una pelota que puso en los pies del Marzulín y "El Novio de América" marcó 2 a 1 . Boca lo merecia. Por su juego y por su Romero. Algún contraataque rojo sobre las aberturas de la defensa boquense, que había pasado toda al ataque, fueron toque de atención para Roma, arquero alerta. Pero sólo los pies de R oldán eran promotores de peligro. Y era poco para lo mucho que se \e oponía. Romerito hizo una j ugada enorme en el minuto 28. Gambeteando rivales y patunes, despejó terreno e hizo centro a media altura. Menéndez no alcanzó. Luna si. La paró y remató alto. Tenía e! gol hecho. Se lo había hecho Romerito, el heroico. Pero Luna se desquitó con una jugada enorme, \levada por su ala, una jugada de sello clási· co, de alero a la antigua, y el centro atrás, dejando en seco a toda la defensa del equipo de Barracas, le dio al Beto el gol que fue el tercero. No tuvo más que aplicar la coca para marcarlo. Ahí murieron las palabras. To do quedó dicho. El triunfo, inobjetable, tuvo un héroe: el negrito misionero. Salute. 88 ¡;;;:i 11. 1.3. Las personas "' Por �ratarse de un relato no vamos a encontrar en la crómca deícticos de persona salvo, obviamente, en el c �so de que se incluyan di sc ursos referidos que, _ _ _ e n def1111t1 va, no dejan de depender del marco gene­ . ral del re lato. Los relatos están regidos por la 3º per­ �ona, � o-deíctica, que instaura el fenómeno de la re­ ferencia no en relación con la situación comunicativa Y con los participantes en ella -no en relación con el ex tratexto- sino en función de otros ítems presentes en el texto, es decir, en relación con el ca-texto. _ Estnctamc n te hablando, la referencia es un fenó­ meno gramatical que hace que ciertos ítems del texto no puedan ser interpretados por sí n_,ismos y se ne­ _ . :es1 tc recur·�·ir a otroº elemento para su interpretación. En este sentldo, la 3 persona juega un papel cohesivo. _ De_sde la perspectiva que nos interesa en este tra­ bajo, mtentaremos demostrar que el funcionamiento d� la r� ferencia personal puede tener interesantes in­ cidencias semánticas. El titular crea una expectati va respecto de los , • ., ltems presupuestos por "ella" y "él " - La opos1c10n , ella I el, que se prefiere a la mención de los nom­ bres �� los participantes, genera un cierto efecto de opos1c1ón hombre/ mujer que va más allá de los _ SU.Jetos partic ul ares que protagon izaron el suceso· e '. 1 este aspecto. el ejemplo responde a una expl ica� _ c1on causal d e la mue11e estereotípica en la prensa: _ el drama pasional . Los pronombres son ítems cohesivos que, en este caso. enlazun el titular con la informac ión que des­ _ pl iega el cuerpo de la nota (usted recordará que la _ referencia textual es un fenómeno cohesivo en tan­ to se da en tre enunciados. no es un fenómeno intraorac ional). "Yo " designa al que habla e implica a la vez un enun ciado a cuenta de "yo": diciendo "yo " no puedo no hablar de mt. En fa 2da perso/JQ, "tú " es necesariamente designado por "yo " y no puede ser pensado fuera de una situación planteada a partir de "yo"; al mismo tiempo. "yo" enuncia algo como predicado de tú. De la 3ra persona, en cambio, un predica do es un enunciado sólo fuera de "yo•ttí "; de este modo, tal forma, queda exceptuada de la relación por la que "yo " y "tú" se expecifican. En este punto. la legitimidad de esra forma como "persona " queda en tela de juicio. [. .. ] La 3ra persona es, en virtud de .m estructura misma, la forma no personal de laflexirin verbal. Ber1venistc, E "Relación de persona en el verbo ". e11: Problemas de lingüística general. México, Siglo XXI; 1973. � 89 sintagmáticas que se establecen entre esta unidad y los. demás lexemas del sistema lingüístico. Pue­ de decirse, entonces, que los lexemas y otras uni­ dades semánticas relacionadas paradigmática y sin­ tagmáticamente dentro de un sistema lingüístico perten ecen a un mismo campo semántico como miembros de él y que un campo cuyos miembros son lexemas constituye un.campo léxico. Un campo léxico es un subconjunto paradigmática y sintagmá­ ticamente estructurado del vocabulario o léxico; esto no quiere decir que la determinación de la posición de un término dentro del campo baste para su espe­ cificación semántica: es nece.sario también consi­ derar el contexto en el que dicho término ap�rece 10 . En un texto dado, los campos léXicos se organi­ zan de modo tal que se genera un efecto cohesivo a partir de la selección y combinación del vocabula­ rio. En general, pueden establecerse por medio de recursos tales como la sinonimia, la relación hiponimia/hiperonimia, la antonimia, las series or­ denadas, etc. La referencia de 3 º persona puede darse también a partir de un pronombre posesivo, o �e un �ronom�re objetivo (es decir, en función de obJeto duecto o m­ directo). i En los ejemplos que siguen observaremos otra forma común de cohesión en relación con _ la 3 º per­ sona que está dada p or un caso p�rücu�a: d� elip_ sis gramatical: el sujeto tácito. El suJeto tac1to 1mphca un vacío que debe ser llenado a partir de algún ítem precedente. Es un recurso muy empleado en la titulación: también invita a la lectura del cuerpo de la crónica. l.,:, '(' t. t' ' ("El atentado" es un caso de repetición de palabraS. Entre "explosivos" y "artefacto" se da una relación de sinonimia). IL L 4. Los campos semánticos en la crónica periodística El significado de toda unidad lingüística e�tá de­ terminado por las relaciones paradigmáticas Y ., ,,,. 90 l'.P En lo que respecta a los campos léxicos en la eró� nica periodística se producen una serie_ de fenóme­ nos particulares que pasamos� puntualizar. 10 Lyons, John. Semántica. Barcé!ona, Teidc; .1980. � 91 í - Ya nos hemos referido a la cuestión de la "ilu­ sión de obj etividad" que pretende la crónica. Desde el punto de vista de la cohesión lexical. este efecto suele buscarse a partir de un recurso que consiste en la mención recurrente de una clase de términos objetivos que se denominan palabras de referencia generalizada. Estos términos funcionan a modo de "resumidores" de un conjunto mencionado anterior­ mente. Lexemas como "hecho", "caso", "movimien­ to". "gente", "individuos", "sujetos", "implicados", son palabras de referencia generalizada típicas de la crónica. - El "efecto de realidad" al que tiende la crónica se logra también con el empleo de otros recurs o s típicos que hacen a la cohesión léxica: las reiteraciones, sobre todo a partir de la repeti­ ción de palabras y la sinonimia; ya sea a partir de la inclusión de una serie de términos "objeti­ vos", de una serie que combina términos "obje­ tivos" y ''subjetivos" o de una serie enteramente "subjetiva" (esto depende del diario en cuestión y refleja distintas intenciones en cuanto al efec­ to de sentido) 11• Las reiteraciones m:uestran q ue la crónica, como todo género periodístico, lleva al extrem o la redundancia_ con la pretensión de que la información se transmita en forma p ro ­ gresiva y completa. la antonimia, que plantea una oposición •-gene ­ ralmente absoluta en la crónica- entre lexemas: el mundo concebido por los diarios suele estar presentado simplificadamente, en términos de dos opuestos extremos: víctimas/victimarios: go­ bernantes/ oposición, etc.: i ,1' I' 1 1:t-·. "' 1 :¡ '.! ,!j1 1 ,,,, !¡ 11 92 � Kerbrat Orecchioni. C. La enunciación. De la subjetividad en el fen­ gtwje. Buenos Aires, Hachettc; 1983.) llama discurso subjetivo por oposición ;1! discurso objetivo- a aquel tipo de discurso en el que el cnunciador asume explícitamenfe su eva\u¡:¡ción del referente. -Una serie subjetiva puede tender a la ilusión de ¡_;;:l 93 que el cronista estuvo obj e tividad porque da idea de él mismo y porque se ante los hechos y los verifica nista supone que ten­ basa en el consenso que el cro or hubiera estado ahí, drá con él el lector ("si el lect mod o los hechos"). habría categorizado del mis mo una crónica a otra' - Estas series se repiten tanto de que nos basamos Uustamente es éste el criterio en n verdaderos cli­ para establecerlas), que constituye en perder, en cier­ sés, recursos automatizados que hac inal al lexema. to modo, la carga subjetiva orig ados de un corp us tom s, Veamos estos ejemplo nte crónicas polí ­ de ve inte crónicas policiales y vei la determinación ticas. (Es importante aclarar que lexema -otra vez un de de la objetividad/subjetividad pre depende siem ien término de Kerbrat Orecchion texto; como con del del conocimiento delco-texto y ablecer tal est os em aquí los hemos o mitido, no pod delimitación). 2· Campo semántico de lexemas que se refieren a las características de los he� chos ocurridos Crónicas policiales te as que se refieren al delincuen 1. Campo semántico de lexem 3. Campo semántico de las acciones que se producen. a) -llevadas a cabo por la policía o la delincuencia indistintamente _ 3 94 e� ¡¡¡.:l 95 d) -llevadas a cabo por la justicia ·';": la policía c) -llevadas a cabo por exclusivamente Las acciones, en general, son subjetivizadas a partir de la nominalización del verbo y el agregado de un adjetivo ("el feroz atentado") o a partir de la modalización por medio de un adverbio subjetivo ("mató salvajemente"). Sobre este punto vamos a volver cuando analicemos las modalidades en lacró­ nica. De la misma manera, vamos a considerar en ese punto el fenómeno de la pasivación de las accio­ nes, que también incide profundamente en la deter­ minación del efecto de sentido. Crónicas políticas ¡1 1 Campo semántico de la coyuntura política 97 i i este análisis es suficiente como para ejemplificar lo estereotípico de las redes de significado de la crónica . plican conflicto a) -lexemas que im Proponga a sus alumnos que redacten una crónica policial que pre­ sente el vocabulario estereotípico que la caracteriza. Aproveche el ejer­ cicio para plantear, desde el punto de vista de los campos semánticos, las diferencias entre periodismo y literatura. -En un nivel de análisis d e la cohesión léxica más global, po demos plantear la existencia de cadenas cohesivas que el hablante establece por su compe­ tencia cultural, por su �onocimiento del mundo. Así, entre "policías" y "delincuentes" no hay ningún ras­ go semántico común (ningún serna, unidad mínima de detemtinación del significado); sin embargo, el hablante es perfectamente capaz de relacionar am­ bos términos a partir de su conocimiento de la reali­ dad. an acercamiento b)-lexemas que implic ��.- :;,��;-·;��-. J�;i'p�u·4.�:�.8�'\r�t.ªí ·:0;��- ---98 � ,r ¿,H''. Tr�$ :rn_LlJeres. de., ry-'.}c1onal1dacj.co-reana · mune�on )v�·ocht�c·u�and&•: intentaban cfu:iaí: C'On'':5(¡. iúit'O�pVif/ un -Renau I t·i. l', fa-l;>atreta del fe_trocarry 1 -Sarm\ent_ó-gue ,"_nay ta. ·13:alt'uia éi,eJa:.calle .Bo:)'acá.,: en·.:el:bllrrio·-"(fe .. Fl(5i-e's. /,:�;�·"'íifü:.·ifi.s:·'.\<\,)J_>i,..;·\:..:�. ·<·";: ;4,.%_. ·-: �;�_A) P,a_r:ce;r,:.,1_�,COflduct�ra inteÍ}tó_.-dttriveZ1�Jaj; ví8s, e_n ,mqmcn_tos �n ·que; la bq,rr"cra estab¿_1. b�ja, Sin_ '.é!d.Vef'.-:: ·t1r qu�·"._en"fa un,,tren que.se. ,d1rig1a a Moreno. i¿, '.,,""i: ,. -:Et4_.c(Xhe fo,!! arr�strado po,r el 1mpac_w 1_50,1"!1�tros 0cuJ)arilé·s O{u�ie�on e�.foÍma i�siaOtán'¿¡;Ade-.::C -....· ·.o un··'.in��n_.d.. io que__afcct_ . ·~ 6 ta:' h,bi_é' ,•n··:áJ · .pr¡..:, ,, ' ::'.��-ás''.s_' '?�·produj _ mCr· �agóíl'cte !á''fonnaéiÓn. Al cíérre de�esia .edii;:ión · 'Cl)J.1.2,c�,� la t,?�nt.i,dad de� l�s y/�ti_ _m<!,}�.:,...�,�g�.ª­ o n.�1�,��!9":,�-�}�.1. -��!=l;rtt::I �e,, bo�bei:_os_ de .Fl�_r�s/ el. ( _s,,serv, 1é�o_5fe· t·ren_es-fiesde ..Plaza Miserere a ·Mo_ren� no,. ·· s.c h"itl;>ía fes_tablecid.? p3Sadás _las·22 de __ayéf-:�g �...__.�; ·:;.;, \,\t adquiedifere nte sentido que -Basta comparar e1 . . ,, " logar" en un a eró• os, com0 "ultim- ar Y d 1a , ren temun • o . . lítica para compro bar p r unnica policial Y otra Po . unsc ,·,ben O están. ins se circ lado, que estos cr,s�, s otro, que la determinada y, por criptas en una especie . o de un lexema sólo del.uru·tación del signi fica.do p recis . ., d la considerac1on el e d rtir pa a rse liza puede rea cotext o y del contexto. pecto a la s hecho con res -El planteo q ue hemo s no es en .. campos se.TTlántico cohes1.,on 1 ex1. ca1 y a los. , os ha ber determinado dnam abs oluto exhaust"iv.0-. po ctores . endo en cuent a fa · uc 10 sos tem campos ma, s mm imphe qu ia lenc ra do de vi o como, por ejemplo, el. " g _ e sta- . er b ha podríamos ,:;,, e, siv inclu " o , n acc an 10 es . , pero consider amos que..,., c las s. po . . blecido muchos otros cam :,�f · � .... � ·.- •',.,,,$' •�, !'.,"'<•.�.;>'Ov,:','• S �- .• ': · ... ·' ./ · •·: .):. ., • ;,_ ..,_, ·:,'. . '• ··, :. . ,,.- �•ti'· ,; ,•• -� l.,fú,���:-º,6�. • \,;" 'i ... , ·, : �uY'. ,,}•!, '1< ·<� ,.: . '''; •• ,''",': J• ·:...v�• • ,' o ·-;,.�,' ;,, i'.:;>.,• ,,<�' •. Y.i�� � •,�" ··¡-•,.,-.,.,q, '"' . -� • •," ·,. �,.;. ' •,,,O � ·,•, ít\T' ···,,·.,:,,,,:';i,t::_•\.;,(:C.:",.if" /• ','i"'•i ' , .. ,. '"·. ., ," ,. •• ,· ' ;, \ � \J, \ ' ,,, ',,-y'.,, ' � .·,• .>.:- ''1, -<•�•, :e,:�. '"-� .' • :.:-.,•,' • ,> ,, ..>,;, «· , · .. · ·. ,,.. ·,. . ' ',",', . . v •' .,af;•' N·• i)/,' ·,, "':.� ' • f."., ,' ,,,,, . • "' .• �-... �· '•/•, " -'"- ,. , .ix;, • � "Í"'C-' ' Ctarí�"''ílni9..··3'. .,_. ".'·t:· t\;:l 99 s de cohesión El ejemplo presenta los d0s tipo lexical analizados: repett· �1·,�n de por lo - lexemas relacionados p�r lou'n rasooo semant1co comun. menos aº "fatal" (que causa la muerte) "murieron" " nurieron (en forma instantánea) 1 as" (que han padecido la muerte) v1ct"m ,.1, . natlas a partir de nuestro conoc1lexemas re 1ac1o miento del mundo: "barrera" "ferrocarril" "tren" "vagón" erere a Mo"servicio (de trenes desde Plaza Mis reno)" !ª 11 . . de página 87 y 88. Dejando de Vuelva a la crónica de Diego Lucero sintácticas o la part,­ damentales e orno_ I s estructuras lado aspectos fun podrá ·· l nisªta del héroe deportivo, uste , ·d cular construcc1on que hace e cro . renc1_.as con respecto a las crorncas de observar igualmente gr andes d1fe icas actuales y determine t a s de la actualidad. Busque vanas· crón iv r · o · n en c uenta el con­ t P esteren 1p1cos , te ga . ¡ cuáles son sus camp�s ¡·ex1·cos ntes de la crónica deportiva act�a ona dici con s ible pos los tee plan y texto ilo est al nica cró una hoy, por oposición y qué efectos de sentido genera de la de Lucero. s II. l. 5. Las localizaciones espaciale y temporales 1 :;a -' tarea organizada complejamente en el marco de una institución que posee sus propias normas producti­ vas. Las diversas operaciones que .implica la produc­ ción de acontecimientos nos permiten plantear en un primer nivel del análisis -el de la crónica en sí- la existencia de Ufi enunciador o cronista que es quien na�ra los hechos y quien, en algunos casos, firma la nota. En otro nivel -que se despliega gradualmente desde la titulación de la nota, la ubicación en una sección determinada en relación con otras notas, hasta la incorporación en el periódico como totalidad- in­ tervienen varios enunciadores (editor de la sección, diagramador de la sección, editor del diario). La diferenciación entre texto y paratexto resulta útil, en este sentido, para comprender el funcionamiento de las localizaciones espaciales y temporales en el marco de esos diferentes niveles de enunciación. Si se considera paratexto a todo aquello que queda de un libro o de cualquier tipo de publicación sacando el texto principal 12 , forman parte del paratexto de la crónica las ilustraciones, las fotografías, el formato, la tipo­ grafía, el tipo de papel, los titulares, .los recuadros, los gníficos. etc., elementos todos que, a diferencia de lo que ocurre en el libro o la revista cultural o científica, están enteramente a cargo del editor: jefe de la sección, editor general, director, etc. Desde este punto de vista, las localizaciones es­ paciales y lcmpora!es funcionan como deícticas en el marco del texto -la crónica-y como cotextuales en el marco de la página de diario, que indica Jugar de procedencia de la noticia y fecha de la publicación (cuando el diario no especifica el lugar de proceden­ cia, el lector, apoyándose en convenciones de pro­ ducción y lectura, interpreta que la noticia proviene del mismo lugar en que es editado el diario)_ 11 AJvamdo, M. Parate .tto. Buenos Aires, Oficina de Publicacione.<; del C.8.C. de la U.B.A; 1994. 100 "� t 1 � 101 �--- - -- ----- - - --- de localizacio­ Hay que observar que la presencia cia contextual ren nes espaciales y temporales con refe stituye una con to (deíctica) en el marco de un rela que éste es y a stic iodí particularidad de la crónica per ente como rtem fue s má ra uno de los rasgos que ope "efecto de objetividad". su parte, posi ­ La c onstrucción del paratexto, por e en el lugar y en el bilita que la publicación nos sitú hechos de manera momento en que ocurrieron. los ·precisa y redundante. """'"ill" -,• � . . _ -pes¡ir' _súS.30 frll age nÍi;S . De• fi'( ó _ 1�Üd I\' . :t:� 1 ·_f Ht(ílf'Hi1�ffi$i&�:,�-a f áf�s ��d � '.k'ilb'rdi�PtS(/!: í''.'�'aj'á�de'.1 nf "" .·,, _.:'¡.-·¡,,';. · --,·.·-•�.. �::-?M</f parec1q:Ia ·sema f.Rafael.tlé la A:duana.Nac1onal !{ desa . ; �·•·;' ....., _:� 1o<¡jY' 1��:1}�-\ %ó§Ptdh�i1at1�:t&f-1�:-p"'r �)Jis14tla�P!;·.rtt�t�:$*Pili�·¡:�: ií�t: t:El:i .a ig' "c niahalg ú �os ¡ \1l'i"a61Jéri.iú1.tiefüti11;.at1ó: real');:;¡;;e· d�':i'&\l.: � : ¿1nc :rJr tdi iaó 1féct � 1 hri�·ho4rtPr6�iuj�)�i:/��1P ::,· :�·· <--'ffe,. _, :it: (F..."•-:_1_,.•· . :·-•'t·.•.' . '_:'.·/'"'- .·, ·' ... :,•:. <'M· ·. , .'< 0·:·,. ·,,;,"'' . � i,}:,�1:_1r- ,CtJJi). ;,m1:4uf í! !f\:�ü· � � ª--·_na'JR�m,,r�·f} é�;.t�e�f-�r9..\ ó,_ :fY.. " _ -�.t� _ _tA;__ _ . �_ fO�·_µri<f_f_ �JaJ�f ,·;}. • _ "9lar íll/.1� C ón una __ ¡,._ ;�_ r:-'td_\ :Af�:�� ' se_,11:� �_ _ _ _ II.2. LAS MODALIDADES Segui�nos aquí la distinción operada en general en los estudms de análisis del discurso y tratamos las mo­ . dalidadcs de enunciación, de enunciado y de mensaje13. er �.:if.9:9l�1¡?�tr1��Wj �- ··}�. II. 2- 1. Modalidades de enunciación hechos a La crónica nos ubica en el lugar de los térmi­ los to); partir de su encabezamiento (paratex pera· tem s ione lizac nos en cursiva constituyen loca ica. crón la de co mar el en les y espaciales deícticas contextuaLas localizaciones espació-temporales aquellas con ica, crón la de les conviven , en el marco xto: otras dependientes del ca-te A;rr�] � fu�§ �íe,��·Yi,�F.:�� s�!c0·eá�� �ai:10: por� l_�-Y¡ rutí;'\(ue -�:Ch1 bl_ad�Jr:.de ,i<;t ',al�ea"-guaran í. f,�� :w,;.,;temWf - "f,i-,;,1w.-w. -; J.�·:-:- ·,, ·'' 102ey¡;::l , �..;,�� - ·� Usted recordará que las modalidades de enuncia­ ., . c1on rem1ten a la relación que se establece entre los _ _ part1c�pa�tes de una determinada situación a �o_mumca�tva. Observe qué características definen , . las modalidades de enunciación propias" de la crom. , ca penod1stica: . La mo dalidad de cnunciacio'n que pre d omma . . mayontanamente en la crónica es la declarativa. Esto, nat�r�lmente, tiene que ver con el hecho de que la cromca es un relato constituido a partir de suce�os "ocurridos efectivamente" con los que el cromsta se compromete en cuanto a su valor de verdad. 11 El planteo de las categorías que seguimos pa,a abordar e 1 estudio de • ¡ as modalidades se encuentra en e! Apéndice. (;;J 103 Hemos observado algunos casos de modalidad de enunciación interrogativa; aparecen, por lo común, en casos "enigmáticos" o irresueltos y son, a sim­ ple vista, preguntas polifónicas: el cronista asu­ me como suyos interrogantes que supone que se formula el lector. Detengámonos un poco en la minuciosa men­ ción de detalles que presenta el-ejemplo -el número y la vestimenta de los secuestradores, la distancia exacta que separa las viviendas de la enfermera y la médica. Concluiremos, sin duda. en que realmente es poco probable que el común de los lectores haya retenido datos tan precisos de crónicas anteriores para f�rmularlos al periodista como inte1Togantes. Deberemos, entonces, reformular la proposición inicial con respecto a las interrogaciones del siguien­ te modo: "el cronista recupera datos que sabe que el común de los lectores no ha retenido para que éstos se formulen la serie de interrogantes que. en realidad, se plantea él mismo". 1 Este tipo de construcc.iones de apariencia polifó- -� nica* tiende, por un lado, a la complicidad con aque­ llos pocos lectores que, "apasionados por el caso", se * Para una definición de Po/if01zía ver el Apéndice. 104 �,;:i (i;J 105 2) Se trata de un tipo de pregunta retórica que apa­ rece reiteradamente en el diario Página/ 12. En este caso el subtítulo o copete es informativo (declarativo) y el titular es una interrogación con sentido irónico o humorístico que cobra significado o se ve reforzada a partir del juego establecido con la fotografía. caso, el c.::ronista) que transmite ese conocimiento a alguien que no lo tiene y que, por lo tanto, impliquen una cierta relación jerárquica. Cuando se usa el imperativo, la procedencia y el des­ tino de la orden son claros: "Yo (hablante) te o rdeno a vos (oyente)". Pero cuando el enunciado es declarativo y la orden se modaliza a partir de verbos como tener o deber, la procedencia es más vaga, imprecisa y debe ser inferida por el lector a partir de su conocimiento del contexto. La orden, en estos casos, es más suave. Otra particularidad que observamos en la crónica respecto de estas modalizaciones es la siguiente: en la estructura subyacente de .la mayoría de las órdenes hay un emisor, que es el hablante, y un receptor/agente de la acción que debe llevarse a cabo; sin embargo, en lacró­ nica, no es el lector quien debe cumplir la orden: recep­ tor (lector) y agente, son dos personas diferentes: La estructura subyacente de este enunciado es: - En cuanto a las modalidades de enunciación im­ perativas, registramos algunos casos no expresamente en modo imperativo. En efecto, una orden puede darse por mcd10 de una variedad de estructuras lingüísticas entre las cua­ les el imperativo no es más que una. Estas modalida­ des implican, en general, instrucciones o deberes para seguir de modo tal que, al cumplirse,, establezcan un orden buscado o deseado. De ahí que presuponen un conocedor del comportamiento adecuado (en este hablante oyente agente orden desplazamiento temporal de la acción a un T posterior al de la emisión acción requerida (yo) digo (al lector) los protagogenistas de esta triste historia tienen que en el futuro ingresar e·n un !aboratorio psicoanalítico � 107 106 (,¡;:l -� ,--- Los paréntesis que aparecen en "habl a�te" Y _ "oyente" indican que en la estructura superficial es­ tas categorías no se explicitan. _ _ , Esa supresión en la estructura superficial de�vrn nuestra atención respecto de que existe una conside­ ración subjetiva del hablante y sugiere que cumplir la orden es una necesidad objetiva del agente. 0 4,;··"Jii -d�::·átnTa1\dé)i5�;:,p_r9, · ; .,1. ·. • .Jé:/''1";/o-t.'fr, <<0¾,-; Para la teoría de la enunciación las modalidades de enunciado no son índices de la relación hablante/oyen­ te sino que caracterizan el modo en que el hablante si­ túa el enunciado en relación con la verdad, falsedad, probabilidad o ce1tidumbre y en relación también con unajerarquía axiológica que se expresa en juicios como "lo feliz", "lo penoso", etc. �tl6���Th1'il�1,f/J;J����:�}rfl:1�1:l - 1'. : es ·"' 1 o.·s. , r ,. II. 2. 2. Modalidades de enunciado ·,. ' J ·�· ' -r-. �- . *"'-'•·•.· · ·ro.'.v.mc1a � s�gu!1.:�.1iB.:S't7:��t-, _· �t4J_; fit L: 1arui;.,-: anilacos., ���"':i��•Jlj,-'.-fX.. En este segundo caso, la ''objetividad" aparece más acentuada porque el emisor es diferente de la fuente de la orden ( yo digo al lector que, según la fuente de la orden -el proyecto-, los ffumacos -agente-, deben en el futuro satisfacer... ). -La preeminencia de modalidades de enunciación declarativas en la crónica tiene como correlato en las modalidades de enunciado la preeminencia del modo verbal que es indicador de los hechos ciertos: el indica­ tivo. Aparece sobre todo en los tiempos del pasado, por­ que la crónica es un relato, pero hay que considerar de qué segmento se trata (ver "Segmentos del relato"). '.1;";,,_:;, -,,.., •---·,"0¡1,F,''•',, -· ,,,. ��<t -En menor medida encontramos enunciados en Subjuntivo y Condicional, que son indicadores de la posibilidad; sirven, por lo general, para expresar "hi­ pótesis no confirmadas oficialmente". Hay un tipo de modali<lad imperativa que se crea por medio de la pasivación. i�.:-_t;s :;. ·"W(¡•.:¿,"M:,,lW �A)at>MMWA-J$;,'r,<j!!,:¼h�fir.,,.•� •·u'• :, 1 ercléHfrtpt.brtti'nlia�·:_Cqnj�.�� :-ie.�9g,as1.6J:,1 't,2·1 . �i� '�gI���úgácilñ_1<l�í,_r�·t1_k6�:P}'o_hti1{u. fiil�úz��á:&Ñ'Ji;i�¾��$'.ltt�?:!!�!1"iiJX�111r&.4,z_:ff:. 1; El primer ejemplo considerado implica, nece�a­ riamente, la supresión del agente. El segundo admite un agente; en este caso, el objeto se vuelve focal, se le da preeminencia temática. El segundo caso m�n­ cionado será desarrollado desde otro punto de vista en el apartado "modalidades del mensaje". Incluimos a continuación el titular y el primer párrafo de una brev� crónica publicada por La Nación (6/6/94). Despliegue p?r l_� s menos tres parrafo_ s e incluya en ellos algún tipo de modalid_ a_d d� �nunc1ac1on que no s�a declarativa. Le proponemos, como primera mod1f1cac1on, el reempla�� del titular por otro que sea interrogativo (revise el ejemplo de Crónica, en pagina 40): RESCATARON A CINCO CHICOS PERDIDOS EN LA RESERVA ECOLÓGICA. Ayer a las 6.30 fueron rescatádos cinco adolescentes, en perfecto est�do de sa!ud, que se habían perdido en la reserva ecológica situada en la costanera sur, lueg o de intensa busqueda. 108 §=l �------ ..,.. ��=---- e ; "\ 4 '� (i;"l 109 -Las modalidades de enunciado apreciativas son poco frecuentes en la crónica. Esto contribuye gran­ demente al "efecto de objetividad". El cronista pre­ fiere aplicar los calificativos a las acciones a mostrar explícitamente su propia evaluación acerca de ellas. Vemos dos ejemplos y sus correspondientes paráfrasis. Como se ve, si en lugar de aplicarse un circuns­ tancial de modo al verbo (1) se modaliza apreciativa­ mente el enunciado completo (2), la subjetividad se evidencia muy claramente; por este motivo la cróni­ ca privilegia la primera opción. Hay un tipo especial de modalidad apreciativa: la que e ncabeza segmentos comentativos o des­ criptivos (ver apartado "Los segmentos del re­ lato"). 1 . ,j ,¡ - Las modalidades de enunciado lógicas abundan en la crónica. Las que implican una restricción de la aserción se plantean, en general, cuando e� cronista transfiere Ja aserción a otra fuente: En el prjmer caso, la "brutalidad" es una caracte­ rística que califica al asalto (sintácticamente, uncir­ cunstancial de modo). En el segundo caso, el emisor asume que él siente como "brutal" la acción (a nivel sintáctico "brutalmente" es un modificador del nú­ cleo oraci�nal que tiñe de subjetividad el resto de la oración). Es evidente que el primerca"so tiende más a la ilusión de objetividad que el segundo. 1 •• 1 Observe que, si bien estos modalizadores consti­ tuyen restricciones a la aserción del hablante, no qui­ tan "objetividad" a la crónica; al contrario: el sentido global es el de refuerzo, por medio de la redundan­ cia, de un enunciado proferido en otro lugar de la nota por el cronista quien, de este modo, resulta ava­ lado y autorizado: 110 r¡,;::l r¡,;::l 111 l ;;.?.1!!•..tA:--�.-l!l'F���"'-:rr�11��:r�r.�r��� .J ,:-,/ Ayú.,eñ i Núñez:fu.ero"n· ,deté.n 1 dos 1 -po r·'la�·E_eélefaT :pagttte1;S\ ..._ai:w:ti:�-1'-ffc���,t_�i1:qµr,· í'1l{a.s:�h:'. �i;)rter�_ 0 d J{Í�i�'!lflii1 � l�1Wfkt � �jJ�/1 fti�i� Í t{�; trori:�\J"t6s.��-��·. -:. :�O'. �_r·'.Cf�'é. i'i&W�'.i{Í.�JJ.á':''f�ri) ¡·�it�,,,,3:�_�jIÓ• {;vl;2 . J.�\- '• tct·c;•-�Hqt�- >""}"-',p•,,C-"•'"'' '•«.:•,. "I'' _.,. . :,,)(' "·,;• . .. . •·T'• ' . .. 0 ·l;> ,;·•,._, ?-. -.·.rP.·:•;...P•.· .· ' s·o º-�· ?1·':-,··. ,¡1:.· · ,.''.j11r�.,/ L·,,:#',y,_. ·¡.�-. �'..; �.).l-�. i�. :.::. }\',··•.��i�.-e,r·�· /. .:t.·\>' � Larralde'�. '. ·Cabtldo�·"ki1 1 j�-� :i'·.<i::CV�;.:'�i�ti ¡�*.;t: ' S.tntaban �dlfi,l:ill· l?iAt. T�-�{. (A9�. -.� ��. �. � 9i-�i,,�A.: 1 �2:r"". �;,?- �;-�¿�:I,g:.����.,:.. º.··.!1��.I, . 2'7/7/93;¡j . .. •·""··,,¡ dólares fai'sos\ ., ·:-. -· ' JJ';tJ;JJ��r;;j Si el cronista no transfiere la restricción a otra fuente y la plantea como propia, es común que se encargue de justificar la aserción de modo tal que la restricción quede, de hecho, anulada: Este tipo �e refu�rzo de la aserción asegura \a redundancia y, a la vez, muestra al lector que el cronista y la institución periodística en nombre de la cual se habla son "capaces" de confirmar y ·prever hechos aún antes de que sucedan o den cuenta de ellos las fuentes oficiales de informa­ ción. Observe en los ejemplos anteriores, cómo el trabajo del cronista como individuo se diluye en el marco de la institución periodística a par­ tir del empleo de la marca del diario en lugar del "yo". El refuerzo de la objetividad en la crónica po­ lítica se logra por medio de la transferencia de la aserción a "especialistas" ,"observadores especia­ lizados", analistas", etc. :, -Mediante las modalidades de la evidencia o del juicio que no admite dudas, el cronista presu­ pone el consenso del oyente. -, En cuanto a modalidades lógicas de refuerzo de la aserción encontramos: - Modalidades que confirman datos menciona­ dos anteriormente o insisten sobre ellos: l 12i;¡;:l .. ·:.} ¡I, !í.=l 113 - Con el empleo de las modalidades de la verdad que se oponen a una posible interpretación errónea, el cronista asegura que lo afirmado coincide con .la realidad y no está basado en mera apariencia o con­ fusión terminológica: ' ¡ Hasta aquí hemos citado casos de modalizacioncs mediante adverbios y giros adverbiales. Pero hay que tener presente que es muy común encontrar modali­ dades de refuerzo de la aserción dadas por verbos modales: Cuando se produce un acontecimiento, la pren­ sa, por presiones institucionales, no puede aspirar a investigar los hechos empleando los mismo mé­ todos que la policía: no puede realizar una investi­ gación de hecho (examinar lugares, hue11as,cuer­ pos, etc.); por lo tanto, su investigación se desple­ gará en el terreno de lo discursivo (recabar testi­ monios, consultar fuentes, analizar qué huecos y contradicciones se producen, _qué aclaraciones y rectificaciones) .. La crón.ica, en este sentido, sugier� que "la ver­ dad" se halla en la "actualidad" y en la "racionalidad" del relato 14 • Esta es la causa por la cual son tantas las modalizaciones lógicas de los enunciados; por este motivo, también, la sucesión temporal se dis­ pone de tal modo que implique, a la vez, relaciones lógicas de causa-efecto, acompañadas muy frecuen­ temente por conectores lógicos o temporales; por esto se explica" también la abundancia de discursos referidos y el caso de la transferencia de ta·aserción a otro emisor. La investigación, tal como aparece relatada en las crónicas, es dobl�: por un lado, prác­ tica (la que realiza la policía o los políticos o la jus­ ticia) y por otro discursiva (la que efectúan los pe­ riodistas). No es, incluso, infrecuente encontrar re­ ferencias implícitas a que la policía o los voceros oficiales ''no saben" o, mejor dicho, "fingen no sa­ ber". En estos casos, los dos tipos de investigación se plantean en términos competitivos: .., " Link, D. El juexo de Iris cautos. ln litcmtura policial: de Prie al caso Gú,bileo. Uuenos Aires. La Mnrca: 1992. � 115 114� .e -� �-·-------- ·-·-- - ___ ------ _____ � · ., reconstrucción de lo efectivamente dicho por los médicos. -Otrn aspecto interesante es que la expresión "lo estamos advirtiendo", así como el prefijo "re-'' de "reclamaron", sugieren acción que se ha producido varias veces, a partir de lo cual, la no intervención de la policía aparece como más grave. En ese mis­ mo sentido, para acentuar la gravedad del caso, fun­ cionan la rnodal�dad apreciativa que comporta el verbo "temer" ("tememos que"), el adjetivo "asesi­ nado" y la mención de la "violencia social". - La modalidad "De acuerdo con una denuncia de los médicos del hospital municipal Peana" no in­ dica quién fue el receptor de la denuncia; esta ambi­ güedad nos permite inferir: a) que la denuncia fue recibida por el medio infonnativo, quien se hace car­ go de la situación al transmitirla; b) que la denuncia fue recibida por la policía que "no reacciona". - Habrá notado que el título de la crónica plantea, un contlicto, una lucha, de la que se hace cargo el cronista al transmitir la denuncia y no, la policía: [(Yo, el cronista transmito) médicos (sin la policía) contra Frula y Fuego]. El cronista, en este sentido, actúa como ayudante de las víctimas. Note que el haber mt:ncionado directamente el nombre del grupo de jóvenes refuerza el antagonismo (otro hubiera sido el efecto creado por "Médicos contra grupo de jóve­ nes"): "Frula" y "Fuego" tienen connotaciones sin duda violentas. ,, ' ! - El sentido "intervención del periodismo/no in­ tervención de la policía", implícito en el titular, es definido explícitamente en las dos oraciones fina­ les de la crónica: "Los médicos reclamaron la inter­ vención de la policía 'porque tememos que esa vio­ lencia social termine con un médico asesinado. Lo estamos advirtiendo y esperamos que la comuni­ dad y las autoridades reaccionen a tiempo"'. -En estos enunciados. el cronista cita en forma de discurso referido indirecto el reclamo a la "poli­ cía" y. en la oración final, por medio de un discurso directo, los médicos hablan de advertencias hechas a la "comunidad" y a las "autoridades". La elección del discurso referido indirecto por parte del cronis­ ta parece un recurso empleado para dar lugar a la 116� :·.1 1 - Desde "las a1nenazas se iniciaron... " hasta la cita directa de la,;; palabras de lo� médicos, el cronista hace suyas las aserciones. En este segmento del re­ lato observarnos: a) la ilusión de que el cronista cons­ tató los hechos (uso del indicativo, ausencia de res­ lricciones de la aserción, uso del presente periodísti­ co en "cada noche, se presenta el grupo"); b) una temporalidad que también es relación lógica causal entre los hechos (primero, la muerte por sobredosis; esto es causa de que, en segundo lugar, cada noche se presente el grupo; lo que ocasiona que, finalmen­ te, los médicos reclamen asistencia). Notamos que "el joven que ingresó al Penna" murió "a pesar del esfuerzo de los profesionales"; otra vez el cronista aparece como un aliado del médico y generando la ilusión <le haber estado presente en el niomento en que ocurrieron los hechos. - Final rnente, esta crónica se constmye a partir de la concepción de la existencia de una "verdad discursiva": se basa en la denuncia y en los reclamos de los médicos. en sus discursos. transcriptos en for- � 117 II. 3. DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS Y DIFERENCIAS LINGÜÍSTICAS EN LAS CONSTRUCCIÓN DE ACONTECIMIENTOS ma directa o indirecta, y en la organización lógica racional y "actual" (anterior a la de la policía) que les da el cronista. En la siguiente crónica, analice las modalidades de enunciado: II. 3. l. La aplicación de un modelo de análisis CÓCERES SE QUEDÓ CON UN RÉCORD Y EL SEGUNDO PUESTO EN DURBAN Durban, Sudáfrica. -Luchó en todo momento. Y esperó un milagro. Al final, la intervención divina rehusó el convite para un simple torneo de golf y el derroche de talento de José Cóceres no alcanzó. O, más bien, ·no fue suficiente como para ganar el Campeona­ to FNB de Sudáfrica, porque si bastó para cosechar aplausos por doquier, quedarse con un sobresaliente segundo puesto y dejar un récord (65 golpes, junto con Paul Eates) como recuerdo en la novel cancha de par 72 del Durban Country Club. Fue así nomás. Con sus condiciones explotadas al máximo, Cóceres aumentó la presión de un torneo que tenía al sudafricano Wayne Westner como candidato cuando aún faltaban 18 hoyos. Claro que en esos planes no figuraba la notable arremetida del argentino -estaba a seis golpes en el lee del 1- que empalideció el rostro de Westner, quien recurrió a toda su fortaleza mental para pegar bien firme un putt de 3 metros en el 18, cuyo acierto le entregó el triunfo con 270 golpes, uno menos que el tenaz e inspirado Cóceres. Para establecer los patrones ideológicos genera­ les de una crónica, proponemos aplicar el modelo de Trew. basado en la teoría de Halliday, que analiza las oraciones y suboraciones en cuanto al modo de pre­ sentar al agente y a las acciones 16• Con esto podre­ mos observar cómo diferentes opciones lingüísticas (o modalidades de mensaje) expresan diferentes mar­ cos de interpretación de la realidad. Pero antes son necesarias algunas aclaraciones: [... ) II. 2. 3. Modalidades del mensaje Abordaremos aquí la delicada cuestión del valor modalizador de las formaciones sintácticas. En cuanto a la crónica, nos parece importante considerar las si­ guientes cuestiones: 1) la ubicación del tema de la oración; 2) la pasivación (transformación que hace del obje­ to, sujeto pasivo y del sujeto activo, agente); 3) la nominalización A partir de aquí nos centraremos fundamentalmente en estas tres transformaciones sintáctica'\: -la tematiza­ ción, la pasivación y la norninalización 15 - desde el pun­ to de vista de las elecciones ideológicas que implican. 1 1 � Halliday. M.A.K. "Estructura y función del lenguaje" en: Lyons, J. (comp) Nuevos Horizontes de la Lingüística. Madrid. Alianza Univesi<lad; 1975. Remitimos nuevamente al Apéndice. 118 i¡;;:J ' ',. ., - El término proceso cubre todos los fenómenos a los que va ligada .una especificación de tiempo, lo mismo si son acontecimientos que si son relaciones o estados. Aunque los procesos se expresan prima­ riamente con verbos, hay que tener en cuenta otras formas (recuerde el caso de las nominalizaciones). La prueba básica para saber si un término es un tér­ mino de proceso· es observar sus relaciones con los varios modos lingüísticos existentes para la expre­ sión del tiempo y .la duración, .iílcluyendo cuestiones tales como el comienzo, la continuación, la repetición y la terminación de acontecimientos ("La manifesta­ ción empezó... " muestra que "manifestación" es un tér­ mino de proceso aunque está en forma nominal). - El término participante cubre las entidades im­ plicadas en procesos, no sometidas ellas mismas a 1 � T Nos basumos en Trew, Tony . " eorín e ideología én acción" y "Lo que dicen los periódicos: variación lingüísticn y diferencia ideológi­ cn" en: AAVV Ltmguaje y Control, México, F.C.E.: 1983. Introduji­ mos u11a serie de ajustes y simplificnciones que evaluamos necesa­ rios. Verón. E. "La se1110111i:aciór1 de la violencia110lítica" en AAUU l.e11g11aje y Com111úcació11 Social. Buenos Aires, Nueva Visión: 1968. i¡;;:J 119 las modificaciones de tiempo. Los términos que re­ miten a entidades participantes tienen típicamente for­ ma nominal y nunca forma verbal. Los participantes pueden asumir la fomia de agentes de la acción o de afectados por la acción. -Como acabamos de ver, los términos de proceso pueden presentarse en forma nominal. Así, pues, pue­ den ocupar en una oración el lugar de los participantes (en la representación de las relaciones entre procesos) y podría decirse, entonces, que representan un proceso participante (ejemplo: "el amotinamiento causó tres muertes"). a un participante que, sin embargo. no se identifica, este participante inidentificado se indicará***. -Cuando el proceso se presente a partir del uso de la "pasiva con se", como el agente es omitido necesaria­ mente y se menciona al participante afectado, conside­ raremos que se trata de un proceso Teneubierto. (Te) -Como las proposiciones subordinadas, en tanto estructuras recursivas, presentan las mismas catego­ rías. de agente, proceso, afectado y circunstancia o atributo, serán consideradas en el análisis siempre que ayuden a develar el sentido. Fundamentalmente, estudiaremos las diferencias teóricas (ideológicas) que surgen de los siguientes cambios lingüísticos: -Teniendo presentes estas distinciones, los ténninos que se encuentran en las crónica<, estudiadas deberán ser ubicados en un cuadro teniendo en cuenta las si­ guientes categorías: cambios lingüísticos cambios ideológicos ejemplos La oración presenta sujeto activo Se describe un procclio causal entre dos órdenes "La policía re• (:igente), verbo transnctivo y par- de cosas. Se destaca !a actividad del agente. primió a los ticipante afectado. El sujeto actimanil"estantes" vo está en posición de rema. t 1 -El proceso se distingu-irá en activo y pasivo. Cuan­ do se registre una oraéión transactiva (que representa un proceso que implica dos participantes, uno como cau­ sanle activo y el otro como mero receptor de la acción) el término "agente" designará al causante y el término "afectado" al receptor de la acción. Este tipo de oración se indicará con una letra T. -En toda oración no-transactiva (oración que presenta un proceso como implicando sólo un pru.1icipante y nin­ guna transacción causal), el ténnino correspondiente al participante se colocará en la l º columna y el tipo de oración se indicará con una N. -Por trnnsaccioncs causales se entienden aquí a aque­ lla5 que comprenden transacciones físicas ("pegar"), men­ taJes ("asustar") o actos verbaJes ("amenazar"). -Donde hay elipsis o pronombre personal en el texto original, se repondrá el tétmino original entre parénte­ sis. -Cuando un proceso se presenta como implicando 1 ·i i : I20r;¡;::l El participante afectudo secarnbia, El proceso transactivo está pnsivizado. La actua­ "Los manif'es• por pasivación, a la posición focal­ ción del agente queda en segundo p lano. tantes fueron sujeto (rema). El agente reprimidos por la policia" El pa1ticipnntc afectado se cambia, .El proceso transactivo está pasiviwUo. La actua­ "Los 111.inifes­ p or pasivación, n la posición focal• c ión del agente se oculta y no es posible reponer­ tantcs fueron sujeto {tema). El agente se omite. la sulvo que se la mencione en otra omci611 del reprimidos" texto 'El participante arectado. por me­ No se identifican las causas o agentes del proce­ "Manifestantes dio de la pasivación, palia a lapo­ so causal. Se lieleccionan los efectos del proceso reprimidos". sición de tema. pero se liuprimen 01iginal y se omite todo lo demás. el agente y el vcrho auxiliar. ¡:. •.,.. ' : "'., -, )1 e C ·':;' El proceso es no-transacti110: hay El proceso descripto no es unn relación causal, "Los que sufrie• un solo p.irticipante. El participan­ sino un proceso que implica un solo orden de co­ ron la represión te a.rectado en 1 es ahora el único sas. Se destacan los efectos del proceso original. fueron los tll.1ni fcstantcli". actor. La norninnlización del verbo que Se destacan sólo los efectos del proceso original. "Represión a munifestanteli". expresa el proceso permite la su­ presión del agente. La pa¡;iva con se requiere la omi­ El proceso está pasivizado pero de modo cncu­ "Se reprimió a sión del agente. El sujeto es el bien.o. ya que conserva la forma verbal activa y los manifestan­ te¡;". no es posible identificar uf agente. ,ircetado. (i¡;:l 121 ·¡ j Aplicaremos el modelo a una crónica, presentada por el diario La Nación, correspondiente al caso del Ingeniero Santos, ( 17/6/90). .1 11gentc (por) su víctima (dos muertos) robaron dos habían robado delincuentes (por) el propictario del rodado '" 1•, .. k ' .,-, un pasacassettc (dos delincuentes) fue (el propietnrio 122�� de un automóvil horas después T ayer de una coupé Rcnaulc Fuego en u na zona del El damnificado persiguió (a los dos ��I dumnificndo) disparó (a los dos hombres) (el damnificado) provocó In muerte (a los dos hombres) (el damnificado) huyó . fugaron hombres) N en su automóvil. por P. Morán ni llegar a la ! intersección con Carnpana T T ,. T velozmente tornando por Campana de contra.manO; mantuvo mutismo en todo momento fuentes policinlcs confirmnron anoche (las fuemes policiales), detención del hombre (el hombre)· dio muerte a los maleantes - 1 N Nx ' ·T T el caso se dieron a conocer Tx la identidad d�I hombre scrí:1 *.¡,"' el juc7, de instnicción doctor Luis C'_cvasco T barrio de Devoto la comisaría 45 La Policía Federal T T e! pns:1cnssette . estaría ,, del rodndo) se se desconoce ¡� T (dm hombres jóvenes) I';. ( :1 N robaron (el hombre) T/N a tri hu tos (a su víctima) jóvenes - circunstancias o dos muertos fueron abatidos detenido dos hombres aíeclado proceso activo pasivo Te ingeniero de rrofesiún T rráctic,irnentc esclan::cido N las filiaciones de los abatidos Te T informó interviene en el caso N (,i,J I 23 Revisemos la infonnación contenida en el cuadro para precisar qué procedim.ientos lingüísticos pone en juego La Nación y qué clase de acontecimiento resulta. El primer elemento que Hama nuestra atención es que "la víctima" ocupe lugar de agente y que, como participante afectado, figuren "dos muertos"; en la se­ gunda cláusula los "dos muertos" aparecen como agente de la acción de robar a su "víctima". A partir de esto podemos suponer que, en principio, para La Nación., se es "víctima" de un robo de pasacassette por parte de dos muertos y no de la muerte en sí. La primer cláusula del cuerpo de la crónica coloca en posición de tema, como agente del" proceso activo "robar un pasacassette", al término "dos delincuentes". La acción de "abatir a balazos" a los "delincuentes" se encuentra pasivizada y el agente de la acción es "el propietario del rodado". La acción de los delincuentes -acción activa- aparece destacada con respecto al ac­ cionar-no delictivo- del "propietario" que -pasivamen­ te- los abate. La delincuencia es adjudicada solamente a los que cometieron el robo; sin embargo, ya en la primera oración (quinta cláusula) se consigna que "el propietario del rodado" fue detenido -proceso pasivo con omisión del agente-. De aquí se desprende que, si bien no llega a alcanzar la categoría de "delincuente", el "propietario" ha alterado un cierto orden que, "ho­ ras ctCspués", ha vuelto a su estado "normal". En las elaúsulas siguientes, que expanden las anali­ zadas hasta ahora, el "propietario" se presenta .como agente "damnificado" - patiicipio de una pasiva incom­ pleta; es decir, "damnificado por los delincuentes" - en cuatro procesos activos, y como agente "hombre" en dos procesos activos más; dentro de los atributos del "damnificado" figura su ser "de profesión ingeniero. Los "delincuentes" -ahora "maleantes''- son los afec­ tados en dichos procesos transactivos. Finalmente, se destaca por medio de la tematiza­ ción y los procesos activos a la policía, la justicia y su accionar: "el caso estaría práCticamente esclarecido". Hay que notar que las acciones adjudicadas a la poli- ,; �¡ li !! .,. ¡: :: 1 1 1 124� 1 cía y la justicia no comprenden en ningún caso accio­ nes físicas: "confirmaron", "informaron", "interviene", "mantuvo el mutismo". La sociedad concebida por La Nación presenta un desar_reglo momentáneo, -Una anomalía- producto de la acción de la delincuencia. Son calificados como "de­ lincuentes" aquellos que atentan contra la propiedad privada y no los "propietarios" que hacen "justicia" por su propia mano; sin embargo, dado que el sistema social no adn1ite este tipo de 'justicia", el caso recién se presenta como "esclarecido" una vez que la policía y la justicia legítimamente reconocida han intervenido. ¡¡' ,, '.\ _:�r ·� . t -� � 125 l 1 . Analice las siguientes crónicas aplicando el modelo dado. Confronte el análisis con los resultados obtenidos a parti r de la crónica publicada por La Nación: ¿ Qué mundo concibe Clarín? ¿ En qué difiere del m u ndo representado por La Nación? ¿ Qué i nterpretación de los hechos da Pá­ gina 12 dos d ías después? s o e F LJ /1 Le robaron elestéreopot tercera vez: siguió a los dos ladrones y los mató 0 Un ingeniero de gsti/Jo- rácil bajo proceso :) El juez caratuló como homicidio simple l.1 causa del ingeniero que mató a los dos jóvenes que robaron su pasacasete. Al En medio dt u1111. ¡:nm polé• ¿J//1. mica ¡:en erad, por el ingenie­ ro qur el si!b11do p11.sado ultime\ 11 ba­ la1ns a dos JO�· e ncs que le habían ro• b.1.dn el p:1sm1.sclc de su coche, u1111. de sus 1·iclim11.s, Carlos U11nitl Con• 1.1\ ln, fu� scpul!11do n)·er 111 mtdiofü en el cementerio rlc la Ch.1.cal'ita. Ca.1i simulhinc11menlt el juez que in1e r1'iene en 111 CIIUSB, Luis (tl' i5CO, IH11n 111b11. la inco m llniceri<in del 11cus11do y confirmaba t¡UC fa carlitu­ la es "homicidio sim p le". Jueres .r j uri�ln� ¡·11 dieron �11� opinionc.1"• ,1 i.i bitn codos cninddierun rn subr�_1·11r la complejidad dr estt c-�su, íurron un�nim�.1 e11 prt1 enir sobre la i¿r�n• d11d dt• qur "cuwlquier ciud111.hlno �t h � � u j u s t i ( i a p u r su,1 p r o p i u 1 m11no.1 " El episodio se habia i11iciado dc1pués de las 1 2. 30 dd sábado, cuando u11 hombre de �1 ailO.\ cuya identi• dad se desconoce (Ce1·asco in\'ocó el secreto de sumario y "rarnnes de se• guridad" para mantenerla en mer• va) e.1cuchó la ro1ura óe una venia. nilla de su Rena11l1 Fuego estaciona• do frenlc a un edificio ubicadC1 e11 Pedro /vlorán al JSOO, �n Villa Del'O• to, El in dividuo. de proft�ión inge­ niero, que seria hijo de un polici:i rl'• t i rado )" un e� per1 0 t i r:idor . al comrrobar que le estaban robando 1 26 r¡¡:l el pa1acame -y 1cniendo como antecedentes otros dos robos ant�· riom- 10mó un arma )' salió a la calle. Alli pudo �er que do> jóvenc� escapaban en un Chcv)' patente !l 847. 75 l hacia la avenida San Mar. !In. El ingeniero -que según tr:mcn• didos perioilistico> se llamaría Hora· cio Campos o Santos 1· viviría en E1pinnsa )' Zamudio, �n barrio r��i­ dencial que C5t:i en un cx11cmo de la Facultad de Veterinaria- los sii;uió en s11 R c n a u l t F u e g o p a 1 e n t c C 1 .442.724, arnmpañado d e una muju. A las pocas cuadras dio al­ cance al viejo Chcvy en el que Ja poli• cia, m :b tarde, enconuaria el pasa • casm )" recriminó a lm jó1·enc�. ra en la esquina de Pedro ldor:in r Ti. nogam dos disparos -en las ¿abe• zas- termi naron con la l'ida dt' Cario, Dan id Go11zákz, de J I aúm. ) 0�1·ali.io Aguirre, de 29 . Según al­ ¡¡unos vecinos, una de las l'ic1 imas ,e habria agachado cuando �I in¡:enier0 lo. enc;iru, lo que habri� hdlíl SU· ro11er que hu�cabn un arm;!. Sin �m· bargo se comprobJria ]uq;o que ;im• bo, iban de.1 armado, Ulro punto no deb1damrn1t ad�­ rado aún es la ' actitud que 1omó el i r, • �eniero luego del homicidio. Las pri• mera, 1·crsiones dccian que inmc· dia1amclll� se dirigió a ]¡¡ Comisaria 45' -4u� tiene jurisdicción en la zo. na- donde habria hecho la denun• cia. Pero po�t eriormenl e tras�endió que rn realidad habría sido de1rnit.lo en una casa r.le la calle Tinoga,1a. [s. ta, cirrnn$ta ncia, resultará.n ck fun• damental irr.;':'Orlancia a l a hora de aclarar la situlción dt\ l'ÍCtimario, ya que la pena que establece e! Código Penal para homicidio simple 1·a de R a Z� a i101 de prisión. En1rr lo, at,·· n u a n t e� q ue po d rí a n e s g r i m i rse en favor del in��niero figura la legi1 i . m a defensa (si cxisrió una a8-resión rrcvia de la l'ic1 ima) o emoción riolrn1;i si el homicida ac1 uó bajo una cri:.i$ de nc;l"ios. Oira posibili• dad es de1enninar $Í el acusado e� o no lffiflUlable " 1\ mí' hcrmano lo ase,i11aron a sangr� fria " , dijo Ricardo A�uirrc. " ü�,aldo kvan1ó 1:: marw para que no disparara )' ti hc1111brc le tir(l u n balazo a ! cuc110··, aoc�uró (.i,1hritl:i Natino, cuiiada d t· Ar,uirrc, " ' bto1 arrepen1ido d é lo que hice • · . comer:. lan que dijo el ingeniero al juc, Ce. l'asco. ll!iemras ianto, la pokmica COíll!l1Ul. .:,a)cU, ·: *·' �••<> :u Un Ingeniero de VIiia Pl'!voro mató ayer al mf"rliodia a los rlos l � drones que le hablan robado el estéreo de su auto estact0nario frt-n!e a su domicilio. F.:l profesional, que ser!a un e:ic pE>rto t! rEld()r e hijo rle un po!lda rrtirado , fue a la c<:> mi�ar!a a denunciar el hecho y f'Slfl rlf'tenído. El ep1S?d10 ocurrió poco después dP, las l ?.30 de av1�r cua ndo el t � gen!ero -euya !dentidad .no se din a coño­ cer-, que vive en Pe-dro Morán al 3800 escuchó la rotura de una de la!! ventanlllu de su �nault Fuego éstacwna. do frente a su casa. . Como ya en doJ oportunidades Je ha bian robado el aut°': stéreo, s;i !ló a ver qu� pasaba ·comproh11ndo que efect ivamente, era el tercer robo del equipo, Esta vez, si� � mbargo. alcanZd a -ver . a quienes se lo ll�vahan: dos JÓ\'enes que e �cnpahnn por Mor! n · hacia R\·enidil San Martín en u� viejo Chevrok!t p,i.tente B 847.75 l. Sin dudar, el .ing�niero tomó _su revólver y subió a su cupé Fue_go, persigu iendo a toda velocidacl al CheHOlt>t al Que dio alcance cunndo este llegó a la esquina d� Morán Y Cam pana. a unos dosciento.� metros del Jugar del robo. otro-­ Policfa. . Entonces desde su auto --puest_o a la par del pirl!ó a los íf rltos a !OJ ladrones· que le devolvieran el estéreo. Segun algunru testigo.., del epi�io, ante el re­ clamo. uno de los delincuentes se. rió a carcajada.� y el otro se agachó. El l � geniero habría creldo que buscaban un arma en el fntertor del Chevrolet para atacarlo .o se sint ió rN1l­ mente molesto yor la., carcajadas porque les apuntó �on su revólver e h120 doa certeros dt.sparoa que dieron l"n ]ali ca bezas de los desconocido., que mu rieron inst:1ntánr.-a­ men te. Siempre en su 11.uto, el proresion1:1l fue hRsta la t"oml­ aaría. .¡ �•. ubicada en .Jo!é Cubu al 4100. donde hizo la denuncia, qu ed ando detenido acusado rle h omicidio Después 111 Pol!da fue hasta Morán y C11mpana:,. consta: tanda, según t rascendió, que los ladrone, no estaban a : marlos pero tenlan en el C_hevrolet t'i ester{'O del lnge­ ntero. ?(l� r! el detrnirlQ i;o!o se supo quf' con frer w•nci,1 iba al T i ro f,ederal para practir.ar cr,n dis(intns armas y q, 1 e es �onocid ? por su pun tP.r!a. También que es hijo de tin policía retirado y que hizo el ser,icio militar en la Poli­ da . F.\ Cflrtl,{o Penal pre\'é para el homkirlio. sl mple una pena de entrr. 8 y 25 año., de prisión. Sin Pmb;i.rgn. cuan­ do se mata en legitima defeflsa, esta circunstancia- pu,ide _ _ ex1m1.r al acusado de la condena . En este caso tendrá,i. gr�n im portancia los tf'stimo-· nios sobre la ,?ctítud d1dn:t ladrones y si estos c-st abíln o _ no armados. SI se confirman IBA versiones que l níiicaban que n <:> l!evahnn armru; , la Justicia podría eoondenar· al · . profesion al por e:icceso de defensa E . _I sumario f'Slá a cargo dei JÜei rle lnstn.ir,-i,�n Pn lo Cnm1�al _ 1�. doct or Luh1 .Jorge Ceva�.o. qu" cumple f'I turno Ju1iicia!. Al sufrir el tercer robo del pasa casete, un ingeniero de Villa Devoto mató a dos ladrones dispanfodoles después de perseguirlos en su auto. Cu;rndo escuchó la rotura del vidrio salió de su.casa ,1rmado con un revólver. Siguú1 a los delincuentes hasta alcanzar/os dos cuadras m.ás- adelante. Frente a euos, les reclamó su equipo pero uno se rió y el otro se agachó para buscar algo. Entonces los baleó. Dcspué..,• se entregó a la. -,1 lo, do, lodro...,, fu,.ron mue,10, o balo,a, ,.n al ln,,.,;o, del au!o. La, cadá.-e,,., q.,,.dara,, .,,¡ 1 �o,a1 an ,.¡ lugc,. (,;::J 1 2 7 T ! II. 3. 2. La interpretación de los hechos in­ cómodos Usted ha realizado la actividad de la página ante­ rior y habrá comprobado que, a partir de un "mismo" suceso, los medios periodísticos configuran diferen­ tes acontecimientos que suponen maneras diversas de interpretar y producir la realidad social. Esas dife­ rencias pudieron ser explicadas a partir de la obser­ vación del modo en que los diferentes medios inscri­ ben las acciones que representan en un determinado contexto y en una determinada red de causas y con­ secuencias; pa1ticularmente, se habrán distinguido di­ versos modos de tratar aquellos hechos que no enca­ jan en la manera en que determinada teoría del orden social haría esperar que encajaran ·y que, por esto, han sido denominados anomaUas. En otras palabras: partimos de la idea de que los conceptos de un dis­ curso son parte de una teoría, es decir, "de un sistema de conceptos y de imágenes que son una manera de ver y de aprehender las cosas y de interpretar lo que se ve o se oye o se Jee"; en ese marco, algunos he­ chos inesperados -anómalos- se presentan como un desafío que atenta contra la corrección de la teoría y, en consecuencia, deben ser neutralizados 17 • El término teoría, entonces, se emple:i aquí en el sentido -común para todas las ciencias- de modelo o conjunto de conceptos articulados que permite dar una explicación completa de un cierto orden de he­ chos (ya se trate del modelo del átomo como estmc­ tura de partículas que giran en órbita alrededor de un llúcleo o del modelo de la sociedad como permanen­ te: conflicto entre fuerzas opuestas). Desde esta pers­ pectiva, toda percepción, toda descripción y todo re­ lato, suponen alguna teoría en tanto presumen siste­ mas de conceptos implicados en la explicación de las cosas, en la conexión de unos acontecimientos con ,.11 ' 1,,, ;¡ 11 ¡J 1:1 17 l28� Trew, T. "Teoría e ideología en acción" en: A.A.U.U. Lenguaje Y con1tvi. México, F.C.E: 1983. otros, en su ubicación dentro del contexto de estruc­ turas y causas: no ex.is ten los hechos "crudos", ininterpretados o ateóricos; incluso la más simple y básica descripción de un acontecimiento particular, cualquier juicio acerca de su naturaleza, implica cla­ sificarlo y registrar sus similitudes con otras cosas: los modelos se utilizan para transferir y aplicar por analogía las leyes que los rigen a otros campos espe­ cíficos. En la prensa, se juzga aI acontecimiento como miembro de una clase, y, de ese modo, lo particular entra en la red de relaciones que las cosas de esa cla­ se tienen con cosas de otras clases 18 • Las anomalías -esos hechos que el modelo no ha previsto y que atentan contra la corrección de la teo­ ría- ponen de manifiesto de un modo particularmente evidente la existencia de los procesos teóricos: las interpretaciones, los juicios, las explicaciones surgen de inmediato como respuesta a su aparición. En el caso de las ideologías políticas y sociales, el desafío que plantean las anomalías se presenta cpmo una urgencia particular. Las anomalías son "hechos incómodos" en tanto aparecen en el contexto de un conflicto en marcha entre ideologías alternativas que surgen frente a Jos conflictos sociales antagonistas en general. Y, como la brecha entre los fenómenos y la teoría es tan grande, hay Úna corriente continua de "he­ chos incómodos" que los adversarios del status qua explotarán si no son negados con éxito, suprimidos o reinterpretados. En este sentido, las anomalías no sólo constituyen una prueba para la teoría sino, fundamen­ talmente, para la legitimidad del orden social: el desa­ fío tiene que resolverse en los ténninos de esa teoría misma para anular la opción de reemplazarla por otra. Esta necesidad exige tipos particulares de discur­ sos: los procesos judiciales, las reformas de ley que 1 � En el npartado "'Amarilla', 'blanca' y 'nuevo periodismo': texto, paratcxto y contexto en tres estilos de prensa" retomamos con rmís elementos de an:ilisis. la conformación de moUelus en las cró­ nicas periudísLicas. � 129 se llevan a cabo cuando la legitimidad de alguna prác­ tica estatal se pone e n tela de juicio (la nueva ley de educación, por ejemplo) o las investigaciones acerca de una persona vinculada al poder que aparece cues­ tionada de modo directo (el funcionario y la .inv esti­ gación por supuesto enriquecimiento ilícito) son al­ gunos de esos tipos discursivos. Pero es, sin duda, en los medios periodísticos donde se halla la forma más común y corriente que presenta lo social en los tér­ minos de una teoría dada, del discurso que rellena la brecha abierta por la intromisión de las anomalías: son .los medios los que crean la información acerca de lo que "sucede", incluso de aquello que requiere de una explicación. Así, los medios opositores en una coyuntura dada destacan las anomalías y tratan de exhibir contradic­ ciones entre una "realidad anómala, desordenada" y un discurs o oficial "que miente"; los medios más cer­ canos al orden social vigente, en cambio, minimizan las anomalías o destacan la "eliminación" del hecho incómodo, es decir, su resolución 19• A menudo, podemos ver a lo largo de varios días la secuencia en que sucede algo que es incómodo des­ de el punto de vista de la información periodística y su teoría del orden social, y cómo viene a continua­ ción una serie de comentarios que culmina, quizás, en una nota editorial. Concluido el proceso, la histo­ ria original ha sufrido grandes transformaciones, den­ tro <le! mismo medio y más aún si se comparan me­ dios diferentes. Este cambio supone la puesta en jue­ go de los procesos teóricos -lingüístkos-que analiza­ mos más arriba. !I ¡,¡ 19 130 '-� - �:. Con esto no queremos afirmar la existencia de medios masivos ca­ paces de alterar el orden soGial vigente. Desde nuestra perspectiva, todos los medios -precisamente para ser masivos- requieren de la vigencia de ese orden sociocconómico. Se trata, sencillamente, de que algunns estrategias comerciales se basan en adopt,1r una posi­ ción -un modelo- que responde a las expectativas de un público crítico respecto del oficialismo y otras, en atender a un público que se identillcn con e! discurso oficial. ., ., .,\· .�'- { �1 1 Nuestro análisis se limitó ala descripción de la confi­ guración mediática de un acontecimiento social a partir de operar. un corte que implicó tomar una crónica pun­ tual de sólo uno de los diarios. Dado que ese aconteci­ rrtiento constituía una anomalía, sin embargo, requüió de una explicación que los medios fueron desarrollando desde el día de la muerte de losjóvenes hasta la fecha del fallo judicial respecto de la actuación de Santos*. Por consiguiente, para estudiar en forma completa por me­ dio de un análisis como el propuesto cómo conciben la sociedad y qué operaciones ponen en juego cada uno de los diarios, habría sido necesario aplicarlo a lo largo de todo el proceso de reintcrpretación -las sucesivas cróni­ cas, comentarios y editoriales-, trabajo que eludimos por­ que excede las intenciones <le este volumen. Por otra parte, hay que observar que los criterios para !a reinterpretación de las anomalías que hemos descripLo a partir de ese suceso "policial", se repiten, en genera!, cuando se trata de información "social" o "política": los medios también establecen catcgQij_­ zaciones de acontecimientos a partir de la clasifica­ cióll, ·coioc"�ldón y c oi1f0riTiación de los sucesos en las diferentes secciones del diario. Así, por ejemplo, Clarín se acerca a .la concepción llamada "popular" o "sensacionalista" cuando se trata de información "policial" pero representa un mundo mucho más or­ denado cuando el aco ntecimiento es catalogado como "político"; La Nación, por su parte, destaca e1 escla­ recimiento de los casos policiales por encima del caso en sí y en una sección que, en relación con Clarín, , concede mucho menos espacio a la noticia . .Igual­ mente, es posible atender a los desplazamientos que desliza Página 12 desde la información considerada como "policial" por los otros medios hacia la sec­ ción "Sociedad", o desde lo que otros clasifican como "farándula" hacia lo "po lítico". * �I "C.1so Santos" se ha convertido t.:n ejt.:mplo parc1dígmático dt.: "jus­ _ t1c1u por mnno propia" o "gatillo fácil"; en este scnticlo, ante cada "casn scmcjrnltc" se lo evoca como modelo. (;;::l 131 los acontecimientos que se conforman a partir de la necesidad de interpretar lo "incómodo " no son más que una clase particular dentro de la categoría de los acontecimientos en general (y la abundancia de crónicas deporti vas resulta una j ustificación suficien te para n uestra afirmación). Finalmente, para un análisis exhaustivo, importa también hacer un seguimiento de la construcción de acontecimientos en un mismo diario a través de los distintos vaivenes políticos a los que éste se pliega en mayor o menor medida20 . ,. , , ': .¡ · - :· ,/._. Proponga a sus alumnos que analicen qué " hechos i ncómodos" apa­ recen en el si guiente titular y cómo el diario pone en juego un proceso teórico que intenta resolver la anomalía: OI PLOMATICOS EN B RAS IL BAJO SOS P EC HA DE CONTRABANDO. Acusación: sin dar nombres, las autoridades fiscales invol ucraron eón maniobras il ícitas a representantes de varios pa íses, entre ellos, la Ar­ genti na. (La Nación, 26/2/96) . "El caso excepcional no es 1,:úfo el simple aconteci­ miento excepcional, el puro hechó-ruptura, sino u11 tipo particular de acontecimien­ to que es, ademcís, política­ mente relevante para la dinámica social de un determinado paú, en cuanto que, por su grave­ dad y/o centralidad, implica el pmhlema del control social, de la lucha políticc1, de la legitimación de las instituciones, de la identi­ dad y de las imágene.,· colectivas. En esta defini­ ción puede apreciarse la incidenci(1 de lo social en el acontecimiento". Rodrigo Alsina, Miguel. La construcción de la noticia. Barcelona, Paidós; 1 989 . 1 32 � U. 3. 3. La construcción de los acontecimientos Las anomalías a las que nos hemos referido nos sirvieron para observar la forma más evidente en que los medios masi vos responden desde y por la legiti­ midad de un orden social establec ido. Esto no impli­ ca, sin embargo, que los acontecimientos presenta­ dos o creados por los medios só\o puedan _registrarse sobre la base de la existencia de dichas anomalías : w C!a1in, por ejemplo, fue lunwdo eu 1 945, en pleno período clcctnrnl y encabezando una activa campaña a favor de la Unión Democrática; una vez conocido el triunfo del peronismo, Clarín adopta una pruden­ te distnncia del gobierno: en el cuerpo del diario, u través de corres­ ponsales en los Estados Un idos, sustituye el comentario crftico po­ niendo en juego todo el arsenal de la "guerra fría ", con artfculos de! tipo "Toda la verdad sohre el co111u 11ismo"; el equipo que conforma la p{iginu cultural, no obstante, proviene de la tradición hocdistu y de lil izquienfa política en general; de este modo. la corporación de intelec­ tunles, la i nstitución periodí�tica, adquiere "neutrnlitJmJ ideológica". Mango nc. C. El paiodismo i111e¡;rc1do: el suplemento cultural en la primaa época. d1i Clarín ( 1945-1955). (En prensa). ti f t� ) ,,. . )· .,: '¡ J. \ Si los acontec imientos que i mponen un desafío a la teoría constituyen sólo un ' caso particular, ¿qué determina la exi stenc i a de los acontecimientos en ge­ neral? Rodrigo Alsina expl ica esta cuestión a partir de .ta relación existente entre el acontecimiento crea­ do por un medio determinado y el sistema o contexto q ue sirve como punto de referencia y a partir del cual se puede estab lecer .l a exi stencia del acontecimiento; en otras palabras , un acontecimiento es tal en rela­ ción con las normas de un sistema. Así -para dar un ejemplo obvio-, en una tribu amazónica la aparición de un avión puede constituir un acontecimiento, cosa q ue no sucede en un aeropuerto. Se puede afirmar, entonces, que la variación del sistema supone, en sen­ tido amplio, la ruptura de la norma y la constitución de un acontecimiento . P roponga a sus alum nos q ue busquen un acontecim iento que h aya dejado de serlo para pasar a constituirse en norma. Aproveche esta actividad para comentar la relación entre va­ riación y acontecimiento y la relación entre sis� tema y a contecimiento. La inc idencia del sistema en el acontecimiento o , mejor dicho, la determi nación de los acontecimien­ tos por pa rte de l s.i s t e rna de la c o m u n i c aci ó n institucionalizada, implica que, según las épocas, se haya oto rgado selectivamente el carácter de '' aconte­ cimientos" a d i ferentes fenómenos. En otras palabras: Toda variación se da en relación con el tiempo. Si la variación se prolonga mucho puede llegar a perder su carácter de acontecimiento. Por ejemplo, el h1mdi111iento progre.fivo de la ciudad de Ve11ecia f11e acontecimiento cuando se de.1·c¡1hrió; en la actualidad el hundimiento es norma (... ) La rapidez del acontecimiento significa q11e el mismo debe aparecer y variar rápidwnente. El acontecimien­ to tiene su indice de caducidad porque fa variación, con el paso del tiempo, se trcm.ifmma en lo normal. (. . . ) Esta var/l1ción del sistema para obtener la categoría de acontecimiento debe ser espectacular. (... ) Un acontecimiento es algo extraordinario, es decir. un hecho que va más allá t!e lo ordinario. (. .. ) La variación del sistema p11ede ser prevista o imprevista por el sujeto. Si es prel'ista deberá tener otr'as ca racterí.1·ticns para qrie pueda ser considerada acontecimienlú. Por ejemplo, fa espectacularidad. Las olimpíadas, no por ser un espectáculo previsto dejan de ser 1111 acontecimiento. !lay que se1ialar además que en cualquier variación, por muy prevista que sea, siempre hay wi cierto g rado de imprevi­ sión: en las p ropias olimpÍll­ das 110 se .rnhe q11ié11 va a ganar la prueba. Rodrigo Alsina, Mig11ef. Op. Cit. ¡;;::i 1 3 3 los acontecimientos se hallan determinados sociohistóricamente. Así, por ejemplo, en la década de 1920 Crítica incluía en las páginas deportivas in­ formación sobre aviación, lucha romana y ajedrez (el fútbol no es relevante hasta mediados del 30) y en las policiales -que recién se hacen "thrillers" hacia 1925crónicas en verso sobre "el bajo fondo" y "los bailongos"; en página 2, todos los días, se publica­ ba n crónicas bajo el título "El movimiento obrero en la Argentina y en el mundo". Los parámetros que establecen actualmente los mass media para delimitar los hechos que cabe con­ siderar como acontecimientos pueden resumirse en una serie de reglas de selección: La violencia, la agresividad, el dolor, la muerte se configuran como pruebas documentales del estar constantemente amenazado o sometido a la "fatali­ dad del destino" y, sin embargo, hallarse a salvo. Las crisis políticas -estallidos sociales, crecimiento de la desocupación, alzamientos golpistas, hiperin­ flación, etc.- , son planteadas bajo el aspecto del afianzamiento de la "estabilidad del sistema" fren­ te a tales amenazas. Las referencias a lo personal, a lo privado o a lo íntimo se encaran desde el punto de vista de las pautas normativas de la sociedad respecto de lamo­ ral familiar. Así, la distinción entre ''normalidad" y "anormalidad" se define según el acuerdo o la dis­ crepancia con respecto a las normas sociales de la conducta (es "anormal" que Maradona, siendo pa­ dre y deportista, se drogue). Las formas de competencia -en el deporte, en lo intelectual, en la vida cotidiana- son consideradas "luchas" y presentan connotaciones de rivalidad personal y disputa por un determinado estatus so­ cial que "cualquiera que luche podría alcanzar". El "éxito" -la fama, el incremento de los ingresos, el triunfo, la consecución de la pareja ideal. lasa­ lud- es consecuencia de cie1tos atributo s personales Y del enriquecimiento de la vida individu al. l 34 i:;¡;:l Lo extraordinario, lo exótico o lo singular-el árabe en su harem, el que decide vivir solo en un castillo, el que rechaza sumas millonatia5, el que come petTos-se abor­ dan desde la descontextua1ización. En consecuencia resulta, por un lado, la confirmación de 1a propia cul­ tura como la única legítima y, por otro, la idea de que existe un abanico de alternativas a Ja vida cotidiana por las que cualquiera podría optar. A partir de los siguientes titulares analice a qué reglas de selección de los acontecimientos corresponde la noticia. Tenga en cuenta que pueden conjugarse varias reglas a la vez. Siempre detrás de la pelota. CABRERA NUNCA SE RINDE. (La Nación, 26/2/1996) VOLVIO A LA FORMULA 1. Desde su banca de senador, Reutemann revivió con el mundo de la velocidad. (La Nación, 26/2/1996) Penosa derivación de enfrentamientos a tiros entre salvajes bandas juveniles. WILDE: UNA BALA PERDIDA MATO A UN CHICO DE 6 AÑOS (Crónica, 21/2/94) Las reglas para la conformación de acontecimientos que acabamos de mencionar no pretenden ser exhausti­ vas. Sólo qui.simas moslrar cómo la "noticiabilidad" de los acontecimientos es una valoración asumida social­ mente, institucionalizada por medio del reconocimiento de estas reglas de selección por parte de los individuos. Eliseo Verón observa al respecto que, en las so­ ciedades mediatizadas, es necesario diferenciar las nocio nes de "hecho" y "experiencia" desde el pun­ to de vista del "orden individual" y "el orden colec­ tivo" de la realidad: cada uno de nosotros, en ma- "Que todos los individuos que toman parte en la comunicación de masas 'reconozcan' las reglas imtitucionalizadas para fa determinación de la 'noriciabilidad' de un acontecimiento no significa que estén de acue,rlo cm, ellt:Lf, que las justijiquen, etc. Pero lo que sí signifirn cie11amente es que 'entienden' dic!tm· reglm- y seleccionan de acuerdo con ellas''. Rodrigo Al.�im1, Migue!. Op. Cit. {:i;J J 35 1 ,1 ji ,¡ El discurso en el que creemos es aquel cuyas descripciones postulamos como las mds próximas a las descripciones que nosotros mismos habríamos hecho del aco,uecimientu si hubiérc1111os tenido de éste u11a experiencia directa. [. .. / En 11uestra relación con los medios, no es porque hemos cons�atado que un discurso es verdade• ro que creemos en él; es porque creemos en él que lo consideramos verdadero. Verán, E. Construir el aco1Jtecimie11to. Barce lona, Gcd isn; 1 987. Esw no quiere decir que la "actualidad" sea u.na ilusión o [. .. } w1 "simula• cm ". Por el contrario: de lo que se trata es de la producción de la i·ealidad ,\"Ocü1l como experiencia colectiva. Un "simulacro " es sie111pre simulacro de alguna otra cosa: la noción de "simulacro " conserva su poder sugestivo en la medida en que permanece asociado a una ideología de la representación. [. .. / í.LJ actualidad no es un simulacro porque el discurso que la construye no representa nada: no hay, en ningún lado, w, "origi­ nal". No eswy diciendo que los medios producen todo aq11ello que los miembros de una sociedad industrial llaman "real". Tampoco 1 36 ¡;;;::l II. 3. 4. La estructura del "suceso" yor o menor medida , cree en los acontecimientos que crean los medios sin haber tenido ninguna ex­ periencia personal en cu anto a los hechos· en cues­ tión . Nuestra creencia, por tanto, no se funda en la "experiencia vivida" sino en el crédito que otorga­ mos a algún discu rso que ha engendrado en noso­ tros la creenc ia y la confianza. La experiencia sub­ jetiva de cada actor social y la experiencia colecti­ va del devenir soc ial que llamamos "actual idad" co­ rresponden a órdenes absolutamente separados en una sociedad mediatizada:· ningún pasaje es posible entre ellos. Para Verán, los medios informativos son "máq ui­ n as de producción de realidad social". En este senti­ do, llevando al extremo la noción frankfurti ana de " industria cultural", este autor equipara el estatuto de los acontecimientos con el de los automóviles : am­ bos son productos fabricados por una i ndustria, la de la información o la automotriz. De l a misma manera en que hay muchos modelos de automóvi les, h ay muchos modelos de la actualidad, cada uno de ellos construido para audiencias di ferentes . Para Verán , entonces, la actualidad exis te en y por l os medi os ; no existe n acontecimientos antes de que los medios los construyan ; después de que los medios los han producido, en cambio, los acon­ tecimientos tienen todo tipo de existencias y efec­ tos . Esta teoría de l a producción de actua l idad por parte de los medios nos permite suponer. si no su poder para transmitirnos cómo debemos actu ar o ra­ zonar, cuando menos su influencia respecto a qué de­ bemos pensar. La efect ividad del discurso informati­ vo no estaría puesta tanto en la persuasión (el hacer creer) o en la manipulación (el hacer hacer) como en el hacer saber. j ,,.� :¡ ., A, • ·:' En su artículo "La estructura del suceso" y _desde una perspectiva distinta a las planteadas hasta ahora, Roland Barthes describe ciertas diferencias estructurales entre la crón ica política y la crónica policial ("suceso"); para ilustrarla,; en general, toma el caso del "asesinato". En el asesinato político, el crimen remite a una situa­ ción extensiva que existe al margen de él, antes y en tomo de él: la política. afirmo que los medios producen fa sociedad{ . . /. Lo que pretendo decir es que los medios producen la realidad de una sociedad industrial en tamo realidad en devenir, presente como experie11cia c_olectiva para los actores sociales. Verón, E. Construir el acontecimiento. Barce lona·. Gcdisa; 1 987. El suceso, en cambio, es una información total o inmanente que contiene en sí todo su saber: no es preci­ so saber nada del-mundo para consumir un suceso pues­ to que no remite formalmente a nada fuera de sí mismo. Su contenido, obviamente, remite al hombre y al mun­ do y en es te sentido, son posibles una ideología y un análisis del suceso; pero se trata de un mundo cuyo co­ nocimiento es sólo analítico, el aborado en un segundo nivel por aquel que construye el suceso y no por el que lo consume. "(. .. ) En resumen, el asesinato escapa al suceso siempre que es exógeno, procedente de un mundo ya conocido; en este caso podemos decir que carece de estructu ra propia, suficiente, ya que siempre es ta11 sólo el término manifiesto de una estrucutm impUcita que le es preexistente:· no hay Así, el suceso presenta una estructura total, cerrada, información política sin duración, ya que la política que no remite formalmente a nada implícito y que, por es una categoda trans• lo tanto, está emparentada con la del cuento y la novela iempora{; por otra parte, coita (hay sucesos que se desarrollan en varios días, pero, ocurre lo mismo con.rodas de todos modos, la inmanencia que los constituye no se las noticias procedentes de rompe, ya que implican siempre una memoria muy bre­ un horiza11tc nombrado, de un tiempo anterior: 11u11ca ve). pueden consfituir sucesos: En tanto estructura cerrada, al suceso la anécdota le lirerariame11te, son imp01ta poco. Lo que sí resulta fundamental para su ser fragmentos de novelas, en es el planteo de dos témlinos que requieren de una rela­ la medida en que tOda ción. La problemática de esa relación, de una relación novela es w1 largo saber del entre términos cuya función debe ser fatalmente regular que el hecho que se produce 110 es más que una simple e intel igible, es la que va a constituir el suceso. variable". Barthes, R. "La estructura del suceso" en: Todas las re laciones inmanentes al suceso, para Ensayos críticos. Buenos B arthes, pueden reducirse a dos tipos : las relaciones de causalidad y las de coincidencia. Aires, Seix Barral ; 1_983. ¡;.::i l 37 1 1, (. .. ) {En el suceso] se trata de 1m mundo cuyo conocimiento siempre es sólo intelectual, a110Utico, elaborado en segundo grado por el que habla del suceso, no por et qi:e lo consume; en un suceso se da todo al nivel de la lectura: sus circunstancias, sus causas, su pasado, su desenl{lce; si11 du ración y sin contexto, constituye un ser inmediato, totld, que no remite Jor111almente a nada implícito (. .. ). Barthes, R. Op. Cit. !'¡. · \ �-: f;; . :¡ I! 1 I'·: / ... / podemos suponer que 110 liay ningún suceso simple. constituido por una sola notación: lo simple no es notable; sea c1wf fuere la densidad del co11te11ido, su sorpresa. . rnhorror o su pobrew. el suceso comienza allí donde la información se desdobla y comporta, por este mismo hec.:ho. la certidumbre de una rclació11. La brevedad del enunciado o la imponw1cia de la noticia -en otros casos. prueba de 1111idad­ nunca pueden borrar el carácter articufodo del .rnceso: "¿ Cinco mil muertos en Perú?". El horror es global, la frase es simple; sin embargo, In notable es la relación entre la muerte y un nltmero. Barthcs, R. Op. Cit. 1 38 r¡¡::J Las relaciones de causalidad son extremadamen­ te frecuentes: el delito y su móvil; el accidente y su circunstancia. En las relaciones de casualidad encon­ tramos clisés poderosísimos: "drama pasional", "cri­ men por dinero", "crimen por ajuste de cuentas", etc. Las circunstancias en las que el relato insiste cuando se trata de sucesos estereotipados, son tan aberrantes que con la aberración parecería que se tiende a desautomatizar el clisé. En otros casos en que la causalidad es, en cierto modo, normal , esperable, no se pone el énfasis en la relación misma (aunque ésta sigue estructurando el relato), sino que el Interés se desplaza hacia las dramatis personae -niño, viejo, madre, etc.-, especie de "esencias emocionales" des­ tinadas a vivificar el cl isé. Cada vez que qucrerrÍos ver funcionar crudamente la causal idad del suceso nos encontramos con u na causalidad ligeramente aberrante: los casos puros y ejemplares están constituidos por las alteraciones de la causalidad, porque el espectáculo, lo notable, em­ pieza donde la causalidad, sin dej ar de ser afirmada, empieza a descstructurarse. Lo " i nexp l icable " , las perturbaciones de l a causalidad en las que s e articu la e l suceso, son de dos tipos: los "prodigios" (platos voladores, milagros, acontecimientos en los que , supuestamente, intervie­ nen fuerzas sobrenaturales) y los "crímenes miste1'iosos" , prestigiosos en la novela popular. En la novela policial clásica, el trabajo policíaco consi ste en rellenar al revés el tiempo fascinante que separa el hecho de su causa2 1 . En la prensa, en cam­ bio, los crímenes misteriosos son poco frecuentes; el policía está poco personalizado; el enigma lógico queda ahogado por lo patético de los actores; la ig­ norancia real de la causa obl iga al suceso a alargarse ' 1 Las relaciones entre la novela policial en sus variantes "clásica" y "ncgrn" y la crónica po l icial se desarrollan en La polifonía en la cr6nica. en varios días y a perder ese carácter efímero tan con­ forme a su inmanencia. Este es el motivo por el que, en los sucesos periodísticos, contrariamente a lo que ocurre en las novelas policiales del siglo XIX, un cri­ men sin causa es más inexplicado que inexplicable: el "retraso" causal no exaspera el crimen sino que lo deshace: un crimen sin causa se olvida porque en la realidad su ·relación fundamental se atenúa. Otra figura causal es la del milagro del indicio. Dos cuest iones ideológicas se relacionan con esto: por un lado, el poder infinito de los signos, el senti­ miento de que los signos están en todas partes y de qt1e todo puede ser signo; por otro, la responsabil i­ dad de los objetos, que son tan activos como las per­ sonas: el objeto se esconde detrás de su inercia pero, desde allí emite una fuerza causal que no se sabe si proviene de él o tiene otro origen. Las rel aci ones de coincidencia se basan en la re­ petición de hechos o en la ap roximación de dos tér• minos cualitativamente alejados. -¡'/ En la p rensa, la repetición implica creer que repe­ tir es significar: la repetición de u n suceso mueve a i magi nar causas desconocidas. El sentido común nos indica que el azar siempre altera los hechos; la repe­ tición, por lo tanto, consiste en algo sobrenatural o, al menos, en una curiosidad (por ejemplo: "Asaltan por quinta vez una j oyería en zona céntrica"). En el caso de la aproximación de dos términos (dos conteni dos) c ualitativamente distantes, el suce­ so se construye a_partir de la supres ión de las distan­ cias lógicas : "Una anciana pone en fuga a cuatro mal vivientes que intentaban asaltarla". Desde el punto de vista lógico, dos términos que pertenecen a un re­ corrido au tóno mo de significación (la anciana y los asaltantes), se ubican -paradójica y repentinamente­ en un recorrido ú nico, como si pertenecieran al mis­ mo dominio. No hay suceso sin asombro (escribir es asombrarse); ahora bien, referido a una causa. el asombro implica siempre ww perturbación, puesto que, en nuesrra civilización, todo lo que no sea la cuusc1 parece situarse más o menos declaradamente al margen de la naturaleza o, al menos, de lo natural. Barthcs, R. Op. Cit Naturalmenre. puesto que la causalidad perltlrbada es la mcís notahle; ·el suceso es rico en desviaciones causales: en virtud de determinados disés, se espera una causa y aparece ntra: "una mujer hiem de una cuchillada a su amante "; ¿crimen pasion{ll?; no, "no estC1bcm de acuerdo en política". [. .. / E�1 este tipo de relación cau.l'll{'existe ur1 espectáculo de ia decepci()n; paradójicamente, la causalidad es más nor{lb/e cuanto más decepcionada queda. Bmihes, R. Op. Cit incluso degradada al rango de "curiosidad", 1w es posible advenir la repetición sin pensar que posee un cierto sentido, aún si ese sentido queda en suspen.w: lo "curioso " no puede ser noción neutra ni, por decirlo de algún modo, inocente ( excepto para una conciencia absurda, v éste no es el caso de la cnn;;iencia popular); lo cu rioso institucionaliza fatalmente una interrogación. Barthcs, R. Op. Cir (f¡;:::'l 1 39 ' ·: l ¡ ,., -- 1·1· .:>· 1 . ·, ·! ,,._, ¡:. ' '' '' ,, 1 ,. i. ' Como la distcmcia original de estos recorridos es sentida espuntcíneamente como w1a relación de contrariedad, nos acerca111os a una figura retrfrica J imdamental en el discurso de m1.estra civilh.c1ción: la cmtíresis22 • En efecto, la coincidencia es rw1to más esrecracular ctu:111do invierte determinados clisés de situación: "E11 little Rock, el jefe clr:. Policía 111ata a su mujer"/ ... } La relación se conviare a quí en ver:toriuida, se penetra de inteligencia: "110 sólo hay un asesino si110 q11e, además, este asesi110 es el jefe de fo Policía": fu ca11salidod se i11vicrte en virtud de un dibujo exactamente simétrico. Este 111nvi111iet1to era bien conocido en la trngedia clcísicn donde, inclusive, tenia un nombre: (![ "co/111n". Barthes, R. Op. Cit Toda coincidencia es un signo a fo vez indescffrable e inteligente: en efecto, si los hombres c1e11.m11 al des1i110 r!e .�er ciego, es debido c1 w1a especie de trwrsferencia cuyo interés es roraln1e11te evidente: el Destino es. por el COl/trnrio, malicioso, construye signos, y so11 los lio111bres los que son ciegos e impotentes ¡wm desc(frar!os. Barrhe.1·, R. O¡,. Cit. La predilección periodística por los "colmos" ex­ presa, olra vez, la creencia en que, desde el momento en que el azar comienza a significar algo, deja de ser azar para transformarse en signo. "En todo lugar don­ de se manifiesta una simetría (y el colmo es la figura misma de la simetría)" -dice Barthes- se ha necesita­ do de una mano que la guiase. En este sentido, las relaciones de coincidencia -ya se trate de repeticio­ nes como de aproximaciones de ténninos lógicamente distantes- implican una cierta idea del Destino. Para­ doja o antítesis, .toda coincidencia es, a la vez, indescifrable e inteligente; Ja oposición pertenece a un mundo deliberadamente construido: "un dios vi­ gila detrás del suceso". El papel del suceso, finaliza Barthes, "es preser­ var en el seno de la sociedad la ambigüedad de lo racional y lo irracional, de lo .intel.igible y de lo in­ sondable"; ambigüedad históricamente necesaria, porque el hombre necesita signos· para tranquilizar­ se, pero signos inciertos para irresponsabilizarse. CAPÍTULO III .i J Vuelva sobre los titulares de todas las cró­ nicas que han sido incluidas como ejemplos en este capítulo. ¿Qué tipo de relación, en el · sentido propuesto por Barthes, las articula? Queda claro entonces el estatuto de los aconteci­ mientos en general y de los acontecimientos excep­ cionales o anómalos para una determinada teoría del orden social; queda clara, también, 1a estructuración estereotipada de esos acontecimientos. Hasta aquí he­ mos analizado cslas categorías utilizando la teoría lingüística. Ahora nos detendremos a observar hasta qué punto el soporte material del lcxt·o también incide erl la construcción de un acontecimiento periodístico. III. DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS Y DISEÑO EN LA CONSTRUCCIÓN DE ACONTECIMIENTOS ' ·� 11 Uno de los aspectos mús intc1·csai1tcs del planteo de Ba11hes se en­ cucntm, creemos, en e! nnülisis de las figuras rctóric:is del periodis1110 como conriguración del rnu11do. es decir, como ·cxprc.�ión de una cierta idcologín. � ]41 ' l. ,¡, 11 -� . El diseño de una página de diario abarca todos aquellos elementos paratextuales a cargo del editor que hacen a la composición o diagramación de la pá­ gina, al cromatismo y a la tipografía. Lo que aquí intentaremos demostrar es que el conjunto de los ele­ mentos que componen el diseño funciona como una unidad capaz de definir, superponiéndose o comple­ mentándose con el elemento lingüístico, un modo característico de informar. En todos los casos, los diarios conservan desde la portada hasta la última página las mismas opciones en cuanto al diseño. La portada, entonces, opera como "programa" que determina el recorrido de lectura del resto de ln publicación y como primera aproxima­ ción a las diferencias ideológicas que se registran entre los distintos medios. "El disello gráfico, específicamente, es la manipulación del texto, la ilustración y los márgenes con vistas a iu inipacto visual (Dalley, 198 /: /04). Cobró importancia a partir del siglo XIX, al hacerse más fácil la reproducció11 de la ilustración y al aumentar la competencia en la presentación de los produccos co1:1erciales. Pero su verdadera explosión comenzó en Europa en los arios seserUCl, rnando lú prosperidad económirn empujó ol consumo, provocando 1111 aumento masivo de la publicidad, el periodismo y la publicación de libros, así como la expcmsión de la T V. y la radio''. Alvarado, M. Pc1ratexto. Oficina ele Publicaciones de! C.B.C. de la U.B.A., Buenos Aires; 1994. (;;,:i 143 .- -�- ,! ,-- ::e::::-..:;-:,;::--- 1 oficial co�tra · _ ;�- et,W iJ Proyecto el secreto bancario ,_ · ,· 1 � r§f�fil@.�j�1p;I El Pueblo � ••-•-�•••··- .,,,_ -•• - QUIIRISABlll li¡ � , �-- • ...,,u,.. -' .,...,.,.. • ..s .. � .,. ...,.."".,.-•....,. · "•,., .._,,._... .......,.,,.,............. • ¡': 1 1 , 1 ' ,I ..�... ,f � --....�::=...-:-:;..:-;.'\ - ..J - IJ!,L/!afíÍJ:h_1'í,1U1_ !!!;VEUICION DE BA!!Z/1 º:�::�::;:::,�, : incluyen textos en la primen., página y se limitnn al titular único desplegado en cuerpo "catástrofe"; otros s61o incluyen titulares y sumarios. U/ Nación y La Prensa incorporan textos breves que se desarrollan 1ná.� ampliamente en las páginas interiores ,, • 1D!fl' 2 ' =t,,o•"""':,rn e 1 !7;¡":f1j7TITTI r�,�-;;¡;:;¿ """'"' "" EHpa.Csa.d\arlo ;.,, ................_."",._,,_..,.,.�,,,, -"'-'==== = -"-1' = , � � '-'-"'-"'"'-" ii:Aliiii.iiilL·,; E.s cierto que entre la portada y las páginas inte­ riores _hay diferencias particulares, en cuanto al di­ seño, pero nos será fácil comprobar que este factor no incide determinantemente en la representación del mundo concebida en general por la publicación. Si tenemos en cuenta que los diarios, mayorita­ riamente, se exhiben y venden doblados al medio o superpuestos dejando a la vista la mitad superior, notaremos que la parte más visible para el lector po­ tencial que examina el puesto de venta es precisa­ mente ese sector de Ja portada. Apoy,:lndonos en esta observación práctica podemos deducir por qué, lo más .importante y llamativo se ubica en esa zona de la primera página: las convenciones de la 1ectoescritura occidental determinan, de acuerdo con la llamada Unca de indicatividad, que se lea de arri­ ba hacia ahajo y de izquierda a derecha. Ahora bien, la línea de indicatividad no basta para explicar todos los criterios de diseño de una página de diario, porque además de la lectura lineal, es po­ sible una lec.tura espacial conducida por factores como la tipografía, la distribución del material grá­ fico y de los títulos, etc. La lectura espacial rompe con las convenciones de la codificación lineal cuando, por ejemplo, con­ duce nuestra atención desde un titular situado en Ja mitad superior derecha hacia otro situado abajo, a la izquierda, porque ambos presentan el mismo tama­ ño y grosor en las letras. De este modo, la lectura espacial opera "barriendo" la superficie de redac­ ción. Vea los ejemplos de la página siguiente; después nos concentraremos, más específicamente. en el tema de la composición. 1 1 144 (i=l ,, r¡,,-:i 145 !If. l. La composición 3/2/94 Este es un caso en el que la lectura espacial quiebra las convenciones ele la codificación lineal: los dos bloques de la izquierda presentan el mismo nivel -üncho de la columna- de importancia; el bloque superior presenta una tipografía más grande, pero el inferior compen­ sa la cuestión por medio de las fotograrías que "invaden" los scclorcs inferior y superior derechos. Clarín, .-� 1 ' 1 ¡1 Volvamos un poco sobre el asunto de la determi­ nación cultural de la lectura; respecto de la lineal no pueden quedarnos dudas si nos limitamos simplemen­ te a compararla con la ideográfica. Pero ¿qué sucede con la lectura espacial? ¿Sólo por romper con las con­ venciones propias de la lineal deja de ser una lectura culturalmente prefijada? Pues no: la lectura espacial no deja de ser una lectura con convenciones propias y basta con remitirnos a la historia de las artes plásti­ cas para comprobarlo. El Renacimiento, por ejemplo, impone reglas de composición que, aunque en el arte pronto se ven reforrnuladas, perduran en concepciones compositivas como las que se adoptan en la cliagramación de la mayoría de las páginas de diario. ,..... . 1 i Yo nu Tú no U<i. uo �l no F.llvs nv F.11"s no Ud.<. "" 5{, aud<l snU.-,s nnd,, snbe na,l" ;nl,c .,,.,111 sal"'" n,.,!,. snh"n n,nla .,,.1,..,,, nndn Nosotros m, ,.,.b,,n,os nad" La c\,·.ori,,ntnr.ión ,1., ,ni gf!ne.r-ncilln ticue _ru e-xpli-� \� ,!ir.,cr:ión ,1,. ,,u,;strn cducac16n, __ c11y" f,'i;;,,�,,��r,,,' d� lu ;1"ciím, c,·a -¡si� '.1;�,;"·"''''l1inn mi�tifi,:;,<'.\Óu, cu contr:-"d,cc1ór1 "º" "'"'�trll pro¡,�n5i6n ,, l_� mc<hln<'ibn, 3 la contemvlacum Y 3 In m"•11u·lrn.ci<ln (Cuuir-al, lo Las vanguardias literarias han intentado rornper la linealidad a pmtir de nuevas fornrns de espacializ.ación que buscan generar otros efectos de sentido. 146(P rn{,� �uturHlnw,u,> que "" puedo-) Creo qu" ere-o •·u lo que: creo q,w n,:, cr,,,:,. Y cr:-,:,o 'l"·� n<> creo en ln 'I"'' cr<:o 'I'"' cr,.n. "Csntar ¡Y jY ba jo bs ho los ""' ¡ ,, 11rri ha!. 1--� ,.,.. "h" jul. d,, I.A lll tú? ,A qui ,, <,S lns ¿A l!i", r,ins.•" "" t:<.? ;A ,, ¡Y ,, ca O!iwtrio Cimndo "Es¡im1to¡HUams L.-\ HP[/1,S!ON D\; HELIOf)(IRO ;Y hu jo la, ra• �hn jol. l. 2. J. ,¡ El Mo,isajcm r,¡,.¡,,,, Hdi,:,i,),·n. El"""" Salc11lnr� n,,i.,, F.I P.1¡,:1 Julio 1! � Ciul;u kom,"1,:, lrern,t<> d� ltj ­ f.,clf¡. .�l.m·.11H,,r,j., lbi111onJi. G. l'i,rrn J,r l'uli j ,;¡ Observe en t:I esquema, correspont.lit:nte a la c.stanci;:i de las páginas siguientes, J:1 distribución .si111étrica ele las figuras. ¡;:::i 147 "A partir de la fc1sci11ación de la baja edad media co11 las implícaciones 111eraj(sirns de la luz. -fo !11::. como lux divina tintes que lurnen percibida- la perspectiva lineal vino c1 .dmholizar In am1011ín entre la.1· regularidades 1nate111áticas de la óptica y fo volw1tad de Dios. Y wín después de que elfundw11eflfo relig io.rn de estas ecuacione.1·.f11erc1 socavado. fas cormotaciones Javorahfes 1: qr.1e rodeaban al orden 6prico presunta111eflfe objetivo pcr111aneciero11 firmemente asentadas" Jay, M. "Regímenes escópicos de la Modernidad" en: Visio11 w1d Vis1wlity. Hal Foster, Seattle. 1988. 1 .¡i ! 1. ),;ti 1 ' ., 1: ; Estancias ele Rafael r� , .•·� . �4 F; �- ESTANCIA DE HELIODORO \\," Nt!f'oel, Ln e.\])ll/sió11 de Hl'fimfom El Rcnuci111icntn sienu.1 lus f'órrnulas del equilibrio sin tensión. de la simetría, de la "perspectiva li11eul" por la cual tud..is las lím:,1s Je fugaco11cluccn ;.1 u11 pu111u de vistacc11tral y único. ''La unidad ele. la L'.Sccna. la cohl.'.rcncia luc.11 de lu compusicicí11. la lúgica u·,t1,,1da di.! la co11slrw.:cil)11 espacial era11. par:1 el Rc1wci111 ie11Lo. l(ls supuestos 111:ís irnrortanles del ell!cto <ll"lístico de una ohra. Todo el sistema Je] dibujo ¡43,::7 LA EXPULSIÓN DEHEUODORO (ll MACABEOS, Cap. ITf). en perspectiva. tudas las reglas de la prnporcionalid,1d y de la tcctlmica cr,m ¡mm ,1quél sc)lo rnedios para lograr este ett!ctn espacial"�'. '' ll;1u��1·, /\. / !- istnrin .H!ciol d<.' la /i{(:mturc1 y i/1'1 uue. B:11celn11u. Gu:1d,11T;111w: 197N. r;¡:i 149 La evolución del arte hacia e! Manierismo y el Bairo­ co, desde mediados del siglo XVI hasta fines del XVII, son las reacciones inmediatas que recibe el Renacimien­ to: nacidos de conflictos sociales, políticos y culturales pérdida de la supremacía económica de la burguesía cor­ tesana y del poder de la Iglesia por obra de la Reforma; nueva visión del mundo a partir de los descubrimientos de Copérnico- caracterizan la destrucción de la cosmovi­ sión antropocéntrica a partir de una diferente integración de la unidad espacial de la composición: el Universo era infinito y, sin embargo, unitario; un sistema de mutuas influencias. "En el mundo homogéneo y continuo en que se había transformado la antigua realidad dualista cris­ tiana apareció, en lugar de la antigua visión del mundo antropocéntrica, la conciencia cósmica, esto es, la con­ cepción de una infinita interdependencia de efectos, que abarcaba en sí al hombre y también a la última razón de su existencia. La unidad en el arte del Renacimicnlo era una especie de coherencia lógica y la totalidad de sus representaciones era nada más que un agregado o una suma de pom1enores en la que todavía se podían recono­ cer los distintos componentes. Esta relativa autonomía de las partes desaparece en el arte barroco.[ ... ] Las com­ posiciones de los maestos del barroco son más ricas y complicadas que las de los maestros del renacimiento, pero son a la vez más unitarias, están llenas de un aliento más amplio, más inintern11npido. La unidad en ellas no es un resultado a posteriori sino la condición previa de la creación artística.[ ... ] Cada una de estas partes apunta, como lo,.:; cuerpos celestes, a una relación infinila e inin­ terrumpida; cada una contiene la ley del todo[... ]. Las bruscas diagonales, los escorzos de momentánea pers­ pectiva, los efectos de luz forzados: todo expresa un im­ pulso pot�ntísimo c. incontcn ible hacia lo ilimitado. Cada línea conduce la mirada hacia la lejanía; cada forma mo­ vida parece querer superarse a sí misma; cada molivo se encuentra en un motivo de tensión y de esfucrzo" 24• ,,¡ il \lf1 ¡, ,i! ], ',1 ., ¡, j, I! 1¡,, 1� Hauser. A. Op. Cit. 150 (,;:i ,_:= 1 ' ,, •:.,'·, :,:!;,! .�:,j Ve!iizquez., El cnnde- duque de Olivares a ca/){///o. Con el Ilarroco, las formas plásticas lineales se convierten en algo movido que da un el'eclo de prnfu11didad, de ausencia de lfmiles; el espacio es ahora co11ccbiclo corno algo que se v:1 h(1cicnclo. con una intención c:\si ci nc1mtt.l>gráfica que represen La sucesos comu si l"ucran casu:.i­ lcs, improvisados. El mcrlio prcl"crido por el Barrnco para h:.icer sensible la profunrl.idaJ espa­ ci,11 es el empleo de pri111cros planos demasiado grandes y de la brusca clisrninución de los tclll:1s de fondo, � [51 l ,, ¡, ( f /¡ 1 l. ,¡ !l 1 li 1'. I' 1 ü "Una serie de implicaciones se siguie,vn a fo adopción de este orden vistml / n:nc1centisto/. La frir.ddad ahsrracta de la 111ircufo en pcnpectiva .l'ign{fic1j el repliegue emociono! del artista respecto de los objetos representados en el espocio geometrit.ado. Lo co111p/icidad participcJtoria di.,·111im1yó as{ co1110 se wupliú {(¡ brcc/1¡1 entre espectador y espectúculo. El momento de la proyección. crrJtica en In visirJn -lo que San Agustín fwbfo condenado con fervor como 'deseo ocular'-se perdió as[ como .fue1vn olvidados en nombre de w1 ojo s11puesron1c11re desencanwdo, absoluto. íos cuerpos del pinror _v del espectadot: (. .. ) Es precisamente el poder explosivo de la visión barroca lo que se ob.1·erva como cdre mariva mtfa- sign!fi.cativa al estilo hegemónico visual del pe r.1·pecti.,is1110 renace11ti.1·!(1. Mientras ce lebra la prolifemcirín so1prende!1te, desurienwdora, r-fe i111rígenes. enfotiza su rechaw hacia fa gen111etrización n101wóilar (. .. ). el deseo, tanto en su form(l metaffsicn como erótica. atraviesa el régimen escúpicv del bt1rror:o. El cuerpo 1•11el\'e ti destronar la 111imdo tfo.�interesada del espectador desenca rnado. Pero a d{fere11cia del retorno del i:ue,'lJO celebrado por las fi'losojhts de fo t'isión del siglo XX (. . . ), genera sólo alegorías d(' o.l'<: t1ridod y opacidad". Jay, M. Op. Cit. 1 52 r;,;:-i Salvando las dis tancias existentes en tre l a com­ p l ej a es t r u c tu ra d e u n a obra p i c t ó r i c a y l a estandarización d e l a composic ión d e una página de diario, sal vando también l as distancias entre las funciones del diseñador y del artis ta, veremos cómo en la mayoría de los diarios persiste la composi­ ción equ ilibrada propia del Renacimiento, y cómo otros medios ado pta n formas más irregulares que se acercan al Manieri smo o al B arroco; veremos también que nosotros, como lectores, percibimos a partir del equilibrio de las formas la idea de u n mu ndo ordenado, y q u e s u ruptura nos impresiona c omo desorgani zación: sucede que no sólo están de­ terminadas cultural mente las representaciones, sino también las " miradas " que dirigimos sobre ellas . Un criterio bastante com ú n considera la di visión de la pági na en grandes bl oques iguales. A tal fin , s e di vide l a superfi c ie e n c uatro sectores trazan­ do dos líne as, una vertical y otra horizontal. que se c ruzan en el centro de la página: .i Con la intención de recu pe rar estos conceptos en el capítulo siguiente para c aracterizar desde el punto de vista textual y paratextual l os d i s ti n tos es ti los de prensa gráfi ca -y sin querer que e s te ap artado se parezca a u n manu a l para la Funda­ ción Gu ttcmberg- , pase mos a enumerar y c aracte ­ rizar ahora los criterios de composición más usua­ les en l a página de d i ari o : - L a distribución simétrica o balanceada del material icónico pro c u ra, ante todo, que los títu­ los y e l material gráfico muestren ui¡a relación cie equ i l i brio entre sus fases izq uierda y de recha. De este modo, si a la izquie rda v a un título que abar­ ca dos co l u m nas. se c olocará otro de ancho equ i­ vale n te y con la misma ti pografía a la derecha, ubicando, por ejemp lo, e n tre a mbos, u n a fotogra­ fía que ocupe cuatro col u mnas. En otros casos, se emplea el título general des plegado a todo el an­ cho de la página, y la distribución s i métrica se hace con los títulos ele baj ada o subt ítu los , a nie­ nor canti dad de co l u m n as con respecto al título general y a i gual can tidad .de co l u m nas en tre s í. Los materiales se distribuyen luego en cada uno de esos bloques, dejándose siempre una clara sepa­ ración entre los mismos , ya sea a partir del trazo de una l ínea, ya sea a partir de un blanco. Los blancos debe n ser cons iderados siempre como "pausas ", como zonas de desc anso y vacío que valorizan el material impreso. Cabe la posibilidad, dentro de este tipo de cliagramación, de que se ponga especial én­ fas is en la m i tad superior por medio <le la tipog rafía: "(. .. ) No lwy experiencia sensible natural. Detenninada Jormt.1 de reprcJ·entt1r .rnpo11e deten11i11adafim11l1 de pe1ribi1: La fJerr:epci611 es el presupuesto rle lci re¡¡resenf(/ción. Paro comprender el aspecto visrial de una cultura hay que tm/ar de co111p1t:11der �·u rnrácter perr:eplua/ como co11dició11 previo. Hay .l'e extá rnda ¡,ez 11ilÍ.r comieitcido de que los //0111/m;s que pe11enece11 a culturas diferentes no sólo hablan difem11tes lenguas sino que ta111bié11 habitan 11 w11dos sensoria/eJ diferentes. l..r.1 experiencia serci captada según la diferente estructura de la rejilfo perceptiva entre ww c11lr11ra y otm. (... ) El obieto de la percepción nw1rn es w1 ohjeto en abstracto sino w1 ol�jeto culturalmente coorde1wdo: por lo tanto se percihe dent,v de un Cl1111po de signfficaciones (jbndo. diría la Cestalt) en. el cual se deS({IC(I COl!/0 figura. (... ) fa pe1r::e¡JCiiJ11 110 es 1mpmceso pmil'O sino activo. El acto perr:epti\lo supone. por ende, fa intervención de 111últi¡ifes apriorü, l/á111e11.1·e ¡mlsione.r ,r represenfC!ciones inc1n1.l'l:ie11res, supuestos ideológicos, rnlturales, modas temporales,fomwciones o defoml{1c/011es pmfesio11ales, experiencia personal acwmdadn. (... ) la perr::epción remita, en suma, tanto anticipoción como rernenlo". Schnaith, N. "Los códigos de la percepción. del .saber y de la representación en una cultlíh.1 visual" en: Revista Tipognífiw. Bnrcclona, N" 4; Setiembre; 1 987. r.¡;.;:i 1 53 ,.. "' Clarín, 1/3/1996. La tipografía destaca lu mitad superior izquierda. ! ,I ¡r 1; ,, ' ¡,,, : - Otro criterio de diagrnmación basado en la no­ ción de equilibrio entre los elementos distribuidos en la pügina es el que se apoya en el llamado rectángulo de Langdon y Jorn: trazando en la página dos diagonales transversales, se fijan cuatro puntos focales simétricos en los que t.ítulos, material gráfico, etc., actúan corno elementos de realce. Ya en el Renaci­ miento este tipo de composición tenla nombre: "rec­ tángulo áureo"; la sección áurea, aquella que a nues­ trn vista aparece como central, es el punto de inter-· sección de las dos diagonales. Tal diagrama, para una página de diario, puede esquematizarse así: Ln Nación, 26/2/96 La composición de esta por­ trida se basa en el rectángulo de Langdon y Jorn. � 155 - Otro tipo de diagramación es aquel que dis­ tribuye los materiales en forma de abrazadera. Se trata del trazo en la página de una diagonal que va del extremo superior izquierdo aJ inferior derecho; la zona que queda delimitada a la dere­ cha de ese gráfico es considerada convencional­ mente la más importante y los títulos principales se vuelcan hacia allí y decrecen gradualmente hacia abajo; para balancear, en la parte izquierda, los títulos o materiales gráficos más anchos o de tono más acentuado, se ubican en la parte infe­ rior y decrecen hacia la superior. La página, com­ pensada a partir del trazado de esta djagonal, co­ bra así movimiento, una dinámica cercana a la de las agujas de un reloj: Clarín, 4/8/93 y Página 12, 16/7/91 En ambas portadas puede obser­ varse la composición en abrazadera 156 (,,-::l r¡¡:J 157 ff' ;1 ,t? 'f:. - Una de las formas de diagramación que no se ciñe a la ubicación simétrica de los materiales es el llama­ do diagrama irregular o quebrado. En este caso, al título principal siguen luego, en las zonas inferiores, otros que rompen su uniformidad quebrando las lí­ neas rígidas de las columnas y los bloques. Esta des­ composición de las partes quiebra el efecto de es�atismo y, en relación con los esquemas anteriores, produce una sensación de desorganización: □CJI ===='--/n � º[::J □□ ;:=I D D Crónica, 21/ 2194 Este es un caso de composición a partir del diagrama irregular o quehi-ado 158 r,;;J Proponga a sus alumnos que, p or grupos, compren los distintos dia­ rios un mismo día. Pídales que, a partir de la observación de la composi­ ción de la portada que les ha correspondido, realicen un esquema. La comparación de los distintos esquemas servirá para que saquen conclu­ siones acerca de la "cosmovisión" que el diario presenta desde su com­ posición. Aproveche el material para introducir el concepto de portada como "programa" de lectura para el resto del diario. lll. 2. Tipografía y titulación Otro de los aspectos fundamentales del armado de la página de diario en tanto también contribuye a definir el estilo del medio es el de la titulación: con­ cebir la imagen del mundo que va a representar la página, además de decidir la distribución general de los materiales, implica oplar por la tipografía de .los títulos y el criterio con el que van a ser dispuestos. En general, la importancia de la crónica est:Í. re­ presentada por el tamaño y .la exten.\·ión del titular, factores a los que se suma el con.traste figura (letra)/ fondo. Basta comparar sólo este aspecto de los titu­ lares para detectar grandes diferencias .ideológicas entre los medios: lo que para un diario puede mere­ cer un titular que abarque todas .las columnas, para otro puede requerir de un tamaño y una extensión mucho menores o ni siquiera merecer espacio en la pl'igina. En el diseiio tipográfico, según Roger Chartie,: se encuentra inscripta la representación que el editor se hace de las co111pereru:ias lcr:toms del plÍblico a(que se dirige. Y es allí 1ambié11 donde se p11eden rnstrear 11111taciones en !a.1· prácticas lectoras a lo lClrgo der tiempo(. .. )". Alvaradn, M. Op. Cit. Retome con sus alumnos las portadas de la actividad anterior. Pro· póngales que comparen el tamaño y la extensión del titular que cada diario configura como principal. Aproveche las conclusiones para intro­ ducir el tema de los diferentes modelos de mundo que conforma la prensa. � 159 La elección de la tipografía depende, en parte, de la distribución que se haga de los títulos en la página. El encabezado de una crónica puede estar integrado por uno o varios de estos elementos que, como vere­ mos más adelante, imp.1.ican una manera progresiva de ampliar o especificar de la información - Volanta o antetítulo - Título principal - Subtítulo o bajada - Sumado - Títulos inferiores. E><terlor tlltlmound•o:.!•!!!-�tldoPoptrlar ______ ____ titular principal pero que se diagrama aparte del tex­ to central aunque en la misma zona de la página. Se denomina sumario al subtítulo que, compuesto con una tipografía mayor que la utilizada en el texto, desarrolla algunos conceptos considerados centrales respecto ele la información, de manera similar a un lcact o entrada pero permaneciendo autónomo con respecto al texto mismo. Los títulos i,�feriores, ubicados no en la cabecera de la página sino en sectores medios e inferiores, se diagraman en tamafio decreciente respecto del prin­ cipal y pueden ocupar desde una hasta cinco colum­ nas, según el formato del diario y la importancia con­ cedida al acontecimiento. José María Aznar podría lograr la mayo�ía absoluta __ ,....... ..............._,_,.., :.:,..-: =�=:��Eii!: ��;ri!�1�?i• ..,....,......... _.,.,,.. ,.,......,,,,..c..,.....:,-, ···¡,u,l!oL,,,.,J,,!U,iero "'"'"'"""�'"'""'"' v.,;, .., •lll<l«·c,,,,.,,.,;. ,lo,;,¡uo¡·at,-u,1.,,�,,uup,� . ,1<1,nto.o\ln•�Jl<;ay,,r�, •�",; ,1 '1 �, moo �'- cu•n<lo ••r•M,i,.nJ,,.rnn,1,1.,., �•lll>"l'Ollnpll,�-'1-' ., .....,.,_,, ......-... , ,,"'°'""•M••,,- ,- .,,,..,,, ,._.., hbrJ-!BHA�,..�(IH . .... ,.,......._..,,.. ..,.,. ..........,.....,..,,""""-•"" -". .. �--.. ..,,.,, ..•"..... .. ....... ,-:-.::=:';:.·.'::'..:z�;;.·.::� :'..�';';.�::�::-:.�•.!':,'!:':·:.:::; :::-:.::-?•"J2'i:I:·f:��!: 5.'E'�=��:: : "'""'"""-·-.,.� ...........,"''""'-" '"""'.-'"�""'"�"'"n"'• ,,.,. ..,,,.,•.,..,,.,,.., ......._. J�t.�i.:,'.::�:. �� - �§1�i0.1�#']:; ,...... �,_..,. La Nación, 2612196 " .. ,.............e••,_..., ' 1 Observe la disposición del antelilítU:lo, el titul�r, el sumario con su respectivo título y el lítulo interior. Cuando un medio gráfico considera que un hecho merece ser construido como "el" acontecimiento de la jornada, emplea el título desplegado o bandera (tí­ pico de la portada de los vespertinos, que deben salir al cruce de los lectores más para "enterarlos" que para informarlos), que ocupa todo el ancho de la página. La cabeza compartida es aquella compuesta por más de un título principal; estos títulos se distinguen en­ tre sí por una separación de blancos, por el uso de tipografías diferentes o por recuadros. La volanta es una línea complementaria que se agrega sobre el titular principal, y el suhtítu/o o baja­ da, una o varias líneas, con menor extensión de co­ lumnas y letra más c.lara; la bajada es utilizada tam­ bién para encabezar un material relacionado con el 160 �;:, MOYECClONES DE LOS .ECON01Jl5TAS PARA jh,9�1 Clarín, 9/ ! 194 A partir de la intluencia ejercida por lu explosión ele los medios audiovisuales es baslLlntc común que los diarios rompan con las convenciones ele la distribu­ ción de títulos: los suple­ mentos juveniles constitu­ yen el ejemplo más evidente pero no el único: en este caso, lri distribución del sunrnrio y el wmaño ele l.1 tipografía y de J.is fotogrnfías refuerzan los sentidos del titulnr princi­ ¡rn!. ¡;¡::i 16] También es interesante considerar desde el punto de vista de la composición la estructura interna del titular, es decir, la disposición de las letras dentro de las columnas. Por ejemplo, el llamado sangrado col­ gante en el que la primera línea ocupa toda la co­ lumna, las dos restantes son más cortas e iguales en­ tre sí y las tres se equiparan en el margen, es em­ pleado principalmente en diarios del tipo denomina­ do "sensacionalista" y crea un efecto visual que sue­ le reforzar los sentidos lingüísticos: Del mismo modo, en los diarios con estilo "nuevo periodismo" el titular se estmctura muchas veces con la intención de generar formas o figuras alusivas al contenido del texto*: Clarín, 18/6/82 Más que un efecto "sensacionalista" impensable parn un acontecimiento político de estas características durante el perído ele! "Proceso"­ cstc uso del "sangrado colgante" refuerza la idea de "caída"; (Obsérvese, además, cómo contrasta la disposición creciente de! titular inferior). 162� 'it--�•":· . � .\- Pcígino 12. 20/11/87 y Cforí11. 10/6/94 En r11nbos c_jcrnp!os, la disposición de los tiluíures funciona como connotaclor grMico. � Ver: "texto, paratexto y contexto e11 tres estilos d� prensa", � ]63 En síntesis: desde el punto de vista del diseño el titular es un paratexto que se superpone al texto y que en general, del mismo modo que Ja composición, refuerza las significaciones lingüísticas .. Observe los elementos constitutivos de los siguientes encabezados en cuanto a su disposición y al tamaño. ¿Mediante qué recursos cada uno de ellos refuerza los sentidos lingüísticos? 1 Por sus características generales, los tipos de im­ prenfa se clasifican en seis grandes grupos que pre­ sentan variantes según las distintas fábricas: el ro1nano, el abastonado, el itálico o bastardilla script, el manuscrito o. las variantes fantasía y un último tipo que aquí denominaremos máquina de escribir. "1 �- .'i!.' LA NACION/Pág. 7 Inician las clases en el i1 11Ir . '#;..',t :'}lil,i�' . � :R11 }'·' • ;;��¡· �;.; 0í.¡¡_·"_ _ ¡ l� ,YJ )� ,¡;¡¡,_ ·"' q:� ,:�- ,., '*� -�11 �I ..le: 1 64� l_'" . . . Los Lipos romano, abaslonado e itálico son los de uso más habitual en la prensa. Los tipos fantasía (letras dibujac!us con un carácter marcadamente ornamental que, a veces, pueden reforzar las significaciones verbales y funcionar como connotad ore& gráficos) y manuscrito (lelras que imilan la escritura individual) se emplean en secciones especiales y en avisos puhlil;itarios. El tipo máquina de escribir (american type writer) es empleado por Página/12, con connotaciones que sugieren que el diario se inscribe en la línea del lla­ mJdo "nuevo periodismo" -iniciado en nuestro país por Rodolfo Walsh con Operación Masacre- o, al menos, que se trata de un diario de "escritores-perio­ distas'' (sobre este punto varnos a detenernos cuando definamos los estilos de prensa). (;l ]65 Analice la siguiente publ1c1dad de Página 12 . . e elementos remite n � qu a su imagen de "diari o de escritores p eriodista� ? j' 1 1 La tipoorirfa • . e • ' funcmna como evidente inrcrtexto. i l, 166 r,c:-i r,¡;:i 167 ,, 1 En los titulares que siguen podrá observarse que los tipos romano y abastonado se diferencian entre sí porque el primero presenta "serifs", es decir, un ele­ mento transversal en la terminación de la letra que sirve de adorno. El abastonado, en cambio, es de di­ seño simple. sin serifs y con líneas sin perfiles (se las llama "de palo seco"). El tipo itálico presenta una in­ clinación hacia la derecha, por lo cual parece tender a la imitación de la escritura manual: Gente. mayo de 1991 y junio de l 978 Un ejemplo inuy significativo respecto de las connotaciones de la línea es el cambio tipográfico registrado en la revista Gente: del abastonado de líneas duras empleado durante la últim,i dictadura militar, al de líneas redondeadas y "conectadas", que apuestan a una hornologaci611 con el placer y el abandono, en la actualidad. Allanan negocios de software y procesan a una mujer RoOert De Niro EL FRANCOTIRADOR Los rasgos característicos de cada tipo son la altu­ ra o cuerpo, el ancho y el espesor o intensidad tonal. Así. un titular con cuerpo catástrofe, ancho extendi­ do y espesor extra.negro sirve.a los fines de expresar lo que el medio considera como un acontecimiento de gran magnitud: ' / ·l / Titulares en itálico, romano y abaslonado respcctivan1enLc Un elemento importante de cada tipo desde el pun­ to de vista de los efectos que produce es la líneo. Toda organización sobre la base de líneas provoca espacio, relaciones rítm.icas. equilibrio, estútica o di­ námica. sugerencia de planos o volúmenes: además, como todo elemento plástico, transmite una deter­ minada carga expresiva. Por este motivo es que pue­ de hablarse de letras "agresivas" o "rígidas" en opo­ sición a letras "suaves", "calmas", cte. I68!);:J '' 'i .rr !);) 169 III. 3. El cromatismo Dado que !a mayoría de los grandes diarios em­ plea poco el color, nos refcr.i remos especialmente a Ja gama que va del blanco al negro. Para ello debe­ mos precisar que, tratándose del uso del blanco y del negro lo correcto es hablar de acromatismo. El efecto más interesante para observar en una pá­ gina de diario con respecto al empleo del blanco y del negro radica en el fenómeno 11 amado valor. El valor expresa los grados de claridad u oscuridad que existen entre esos extremos que son, en este caso, el blanco y el negro. Si consideramos tales extremos notaremos entre ellos una diferencia esencial y total en cuanto a la luminosidad denominada contraste. uno al diez- es posible conformar planes de valores seglrn !os efectos que se busque crear. Estos planes se denominan cluves y pueden ser más o menos contrastantes, más o menos amplios, según los valo­ res seleccionados. Crónica, 418193 En toda composición, las relaciones de contraste son recíprocas en e! sentido de que alcan­ zan tanto a la figura como al fondo: ambos cornponcrlles se ven mutuamen!c realzados. Un titular contraslnnte como éste resulta mucho más efectivo desde el punto de vista del impacto que produce en el lector, impacto que, en este caso, se ve reforzado por el uso de sombras punteadas grisadas y líneas rígidas. El valor, entonces, está dado por la escala de gri­ ses que resulta de la mezcla d e los extremos contrastantes. Los grises· tienen la propiedad de re­ flejar parte de .la luz. Según Ja proporción de luz re­ flejada se hablará de valores altos (los más lumino­ sos) en contraposición a valores bqjos (los más oscu­ ros). Entre los valores convencionales de la escala de grises -que va del blanco al negro y se numera del I70!;¡,J 1�.. _ , . Pá¡:ina /2, 24/7/93 son capaces de gcnernr intercs por s.1 r.rnsmas • L;.is claves oí"reccn ricas posihílidades en tanl.o 1 r 1: lo� s1c l_l com ª respecto al tcllla de! p _�0 ele cn:ar un vei·dadcro clirna ele apoyo y rcf�cf:'O con en � 1 gnih� ados tbuy al les se las vas cuales por � colores y los no-colür"CS tienen cualidades subJell n a factores ele nsocinc1ón de! 1nco11c1cnte. ürbilrMios O cnrivencionales que responden tarnhié ío, drarnálico, etc.Por c_jcnipln, el negru se asocia con lo sombr �i=l .171 III.4. La fotografía Aunque los límites de este trabajo impiden el tra­ tamiento especial que merece Ia fotografía de pren­ s� , nos referiremos a sus caracteríosticas más noto­ nas. La especificidad de la fotografía periodís tica está marcada -por sobre cualquier distinción genérica a partir de diferenc.ias temáticas, estilísticas o retóri­ cas- por su circulación en el universo de los discur­ sos �aciales: el periodismo gráfico e labora un tipo particular de fotografía ligado a esa esfera de uso. El empleo de la fotografía en los diarios responde, fun­ damental mente, a la necesidad de "poner en escena" una noticia y, al mismo tiempo, certificar su veraci­ dad de un modo aparentemente mucho más " natural" que el texto verbal. :/ Proponga a sus alumnos que, en diferentes diarios de un mismo día b usquen fotos tomadas en un recital o en u n acto. P ídales que observe� _ _ sr to dos los drarros srgnrfrcan la misma cantidad de asistentes. Las con­ _ cl � srones podrán ser empleadas para introducir el tema de la construc­ cron del acontecimiento a partir de la fotografía de prensa. "(... ) Una _f(Jfografía nn es meramente el resultado del e1u:11er1tm enrre un acontecimiento y u,¡ Jotógrqfo; fotogrc!finr es 1111 aconrecimienro en si mismo, y 1111 aco111ecimie11ro que se arrogci derechos cada vez 111r.ís perentnrios para inte1feri,; invadir o ignorar lo que está sucediendo. Nuestra percepción misma de la siruacióJJ se articula ahora .1·obre las i11tervc11cio11es de la cámara. La omnipresencia de las ccí111aras s1.1giere 1. l "'-. La propiedades de "puesta en escena" y "prueba de verdad" están garanti zadas porque la la fotografía es simultáneamente un ícono -en tan to presenta Ja misma configuración de cualidades que el o bjeto fo­ tografiado- Y un índice -en tanto señala la existencia real del objeto. Si n e mbargo, del mismo modo que los textos . lrngliíslicos y que cualqu iera de los elementos del diseño expuestos hasta ahora, la fotografía crea o c �>nslr �1ye un acontec i miento. La i magen puede d1stors1onar los hechos y el l ector, inc l us i ve, puede percibir esa distorsión: siempre primará, no obstan­ �e , la presu nción de que cxü;te o ex istió algo seme­ Jante a lo que está en l a imagen, Es sabido q ue la fotografía no es u n testimonio "i nocente" y q ue esto no se debe solamente a los di­ versos retoques y trucajes que pueden realizarse sino también al hecho de que, ante un mismo obj eto, dife­ rentes encuadres producen significaciones diversas . S i n e mb a rgo, e n la medida en q u e no p u ede desli ndarse enteramente del modelo , la fotografía apela a una pretensión de verdad que la pintura o el dibujo jamás podrían tener. Es por es te motivo que una i magen " men tirosa" adquiere para nosotros u n dejo de " falsificación" de l a realidad: l a fotografía rompe el compromiso de verdad con el objeto repre­ sen tado que le exige n uestra cultura. En la fotografía de prensa, la omisión del nombre del au tor que se hace habitualmente, viene a reforzar la idea de que se trata de una mirada objetiva sobre la realidad. Para S usan S on tag, la :fotografía · se ha transfor­ mado en uno de los medios principales cuando se trata de generar la ilusión de que se participa de los acon­ tecimientos . En este sentido, la fotografía habría im­ plantado en re.l ación con el mundo u n voyeurismo crón i co que uni formaría la significación de todos los acontecimientos. Por este motivo -según la autora­ los fotógrafos deben mostrar algo novedoso para cau­ sar impacto . La proliferac ión de imágenes de horror que se registra actualmente habría llevado a tal punto de saturación a los lectores que lo atroz resulta al go fam i li ar, algo q ue adormece la concienc ia tanto como Ju despierta. ' persttasivamente que el tiempo consiste en acontecimientos irireresantes, acontecimientos dignos de forografiarse. (. .. ) U11a L'CZ. co11cluido el acontecimiento, la fotografía aún existirá, co11firié11dole una especie de inmortalidad ( e importan cia) de la que jamás habría gozado de otra manera. Mientras personas reales están matándose entre sí, el fotógrafo acecha detrás de la cámara para crear un diminuto Jraxmento de orro numdo: el murido de crear imágenes que nos sob revivirá". Sontag, Susan. Sobre la fotografía. Barcelona, Edhasa; 1 992. "El sobresalto a11te atrocidades Jotog rafiadas se desgasta con la reperició11, tal como fo so,presa y el desconcierro ante una primera película pomográfica se desgastan cuando se han t'isto ttnas poú1.1· más. El vasto catálogo fo{ográfico de la miseria y la injusticia eri el mundo ha divulgado cier((I familiaridad con fo atroz.. volviendo más ordirwrio lo horrible. haciéndolo habitual, remoto ( 'es sólo 1111a forngrc!fía '), inevi­ table". S011tag. Susan. Oµ. Cit. � 1 73 t ' .·" 1 ,.,. •' ,, f• , ' Sebastiao Salgado, El dispensario en los suburbios de Ade: Chad, J 98525. "En verdad, el triunfo más perdurable de la fotografía ha sido su aptitud para descubrir be!!eza en lo humilde, lo dccrépitof... J. Aún esas fotografías que ha­ blar1 tan desgarradorarncnte de un momento histór ico específico nos brindan una posesión vicaria de sus modelos bajo el velo de una suerte de ctcrnitfad: lo bello. Las cámaras reducen la experiencia a minialur as, transforman la historia 174r;¡;"J ·, sobre· lo real ,, ¡0• ¡•·· J El realismo de la fotografía crea una confus1on en espcc.tacu , . � " o phzo) moralmente analges1ca y adenlcls, ., ( a e orto plazo) q UC res u ¡t. 1 (·,< ¡s¡·oo sensualmente estimulante". Sontag, S. Op. Cll. 0 :i S,ilgt1do . S'......,h·,i:-liao. An 1111cerwü1 grace. Eurogr,Hica, Yiccnza, 1990. G,:J 175 El asalto al Regimiento de la Tablada constituyó, quizás, el primer acontecimiento en el que los fotógrafos argentinos emplearon la cámara para dar cuenta del "horror de la violencia política"". Pida a sus alumnos que lean el texto de Sontag que funciona como epígrafe de la fotografía anterior y que, a partir de esta imagen de La Tablada, debatan las hipótesis de la autora. Sugiérales que recuerden otros acontecimientos construidos con fotos del horror. E :..J.. :p,:',,11....,I� -.sJ.. ...., 1' Mcu�r:m'(Jf Bourkc- White' víl•r1111ª� · . te ¡ ¡ campo de co11centración Bt1chemva ir, ld; ¡945 º la� primeras fotog1 af ías de los campos de con­ : : cen�;-��i�:� ;�1!fs ' �:a�e-imag enes no eran triviales en absoluto Des , . pués : . de treinta aiio,;; c ¡u • Z< se hay• ll gado a un punto de saturación. En estas � � . , _ � últimas �¡eíll; s , l · t otograha comprometida" ha contribuido a ador � � - c1en mecer la con . . c1a tanto como ad ' espe · .1 a. La d1.<;ta . r·tdi nc1a estétic·t, Pº.rcce , ; rnco · , 1por " . ada a J··a cxpe . . , 1.·, icncia misma de mirar foto{J". . . . . s1. no e, la f''tds, rninedratamente sin dud·l' con el . aso de t l iemp o. El tiern termina po y por elevar casi ;o.das. 1 1s fotografíü s, aún las mús torpes. al nivel del � e.,, ·t e • (Son t·,tg, '·s . Op. Cit.) � :lfi Es111 fotog i·n r·-1 <1 rue. P 11 bl1cndu cn 1945 en In 1evisla Life. Actua/J�enle:t-1gura en· Taus· k · Ptr f-fi.Ytorw . 1 1e 1afotogm((a en el siR!o XX· d,, :. . · " _ · 1·11 1{lj.1�O[Of.;/"{l//0\'flrlfrt/, r · " Bnrcclona,GuM.ivo · ui,i·r,/ /!i: rodi . wgrcifico. Gi!i: 1 8: 97 i' [L_____,_ 176(,;J ,. 7 Las fotos -sorrrcndcntc:mente sangrientas, por cierto- de la Guerra del Paraguay, que prccediú unos rocos años el lunzmnienro de La Prensa y La Nación, no fueron p ublicadas en los periódicos que, por entonces. 110 tcnínn la intención ctc pi·esenlnrse como "objetivos" sino -en términos del propio fundador de La Nación-la do.: confOt"mar "puestos de combate" y t¡ue, por otra pa!"le, no contarían con posibilida­ des tCcnicas para la reproducción de fotogrnfías hnsrn mediados de la primera déc,.1da del siglo XX. Durante el ''proceso", los acnntecimientus de violencia no "exis1icron" en las fotografías periodísticas .irgentinas: la crónico de la mucite Ue lns "jefes guerrilleros" se acompaiiaba de fotos-pose. i:¡¡:l 177 Fotografía del drama, de la rapidez co11 que él se produce y de lo imprevisible, la Joto de France.Soir es necesariame,ue instantánea. La habilidad delforógrafo reside, por lo tanto, esencialmente, en la vivacidad de .l'U mirada y de sus gestos.(. .. ) Por más desfavorable,f que sean las condiciones en la.f que opere, debe 'asegurar el golpe'. Pierre Boltansky, en su art ículo "La retórica de la figura" plantea una diferenc ia interesante respec­ to del uso de la fotografía en dos medios gráficos franceses: el diario France-S oir y la revista Paris­ Match. Según este autor, la foto de diario o Joto­ choque no obtiene todo su val or intrínseco de lo que ella representa sino, sobre todo, del cárácter excep­ cional del encuentro entre un suceso fortuito -habi­ tualmente dramático- y el fot ógrafo: se trata de es­ tar en el lugar de los hecho s en el momento preciso en que estos se producen y de exhibirlo por medio de recursos como Jo "mov ido", el grosor del grano, lo difuso del fondo, etc .. Boltansky, P. "Retórica de la figura" Signo exterior de la acción y del suceso, el mo­ en: lafotograf(a, un arte vimiento constituye la cua lidad principal de la foto­ intermedio. México, Nueva choque. Retratos, personaje s estáticos que miran fi­ ímagcn;l 979. jamente a la cámara, en sum a: todo lo que recuerde a la foto-pose, incapaz de cap tar el acontecimiento, es desvalorizado. No debe so1prender que las.fotografías de Parü­ Matc// sean en gran parte• y según palabra.1· de los propiosfotdgrafos­ Jotogrqfias comp·uestas'. Foto de llfl espectáculo irtmrJvil, tomada a partir de una pose, la/orografía comp11e.1·ra es, en primer lugw: //�/{/ puesta en escef/a. Bo!tansky, P. Op. Cit. !78� Para Boltansky, la Joto-pose es ¡iropia de las re­ vistas. En lugar de mostrar las acciones, la foto-pose presenta los actores. Es una foto simbólica: cada uno de los objetos de .la fotograf ía, debe remitir a un te­ lón de fondo, a una memo ria, y resumir por su sen­ tido connotado el tema de la nota. En nuestra prensa diaria, la distinción propuesta por Boliansky se vuelve útil, en general, para dife. renciar el estilo fotográfi co al que tienden los lla­ mados diarios "blancos" o "serios" y los den omina­ dos "amari11os" o "sensa cionalistas". Los diarios populares, po r tomar como actores principales de los aco ntecimientos a personas co­ munes que se convierte n en noticia sólo en virtud de su participación en un hecho anómalo, restitu­ yen la importancia de lo vivido a través de esa foto­ grafía que desdefia el marco en nombre de la ac­ ción: ·� Crónica. Los· di.arios blancos, en camb'1 0 centrados en persanas socialmente reconocidas, pre fieren ¡ s fotos �ose e� tanto contribuyen a reforzar la notone � d ad deéstas. La Naciú11. 26/4/96 � 179 ,.·� ·-,:. A estos dos estilos de fotografía periodística ha­ bría que agregar la/oto-editorial. Abiertamente tru­ cada, sacando el máximo provec ho de las connota­ ciones de los objetos y las poses, en juego con el tex­ to verbal, sirve a los fines de expresa r la opinión del diario acerca de un determinado aco ntecer: Observe las siguientes_ fotograf ías Y I�! \�;�� ; e;b�::;��: ���: � ; , .pañan. Clasifíquelas segun las cat egon editorial: '! Página 12. 29/12/88 [80 �;:i � 181 !Il. 5. El formato - También importa considerar dentro del diseño el formato del diario. Contrariamente a lo que sucede con los diarios tahloides, las sáb ana.\· se prestan dificultosamente a la lectura en los medios de trans­ porte; por ese motivo, se los asocia con lectores per­ tenecientes a las capas alta y media alta de la socie­ dad -los que disponen de tiempo para la lectura en el hogar-, mientras que a los labloides se los vincula con las capas medias y los sectores populares. III. 6. Algunas particularidades del diseño de la crónica Observemos ahora, más específicamente; las par­ ticularidades del diseño de las crónicas periodísticas. - Las crónicas deportivas se ubican en la sección correspondiente del diariff y son las que están acom­ pañadas de más abundante ma_terial fotográfico. La fotografía, frecuentemente en color. tiene práctica­ mente el mismo estatus que la cróllica misma y a ve­ ces llega a ocupar más espacio aún; ,_refuerza, ade­ más, el sentido de "en directo" que estas crónicas suelen transmitir por medio de recursos verbales (ver apartado "La polifonía en la crónica"); así, los depor­ tistas son captados en instantáneas que connotan la "pureza" de las intenciones del fotógrafo que muestra los hechos "tal como están sucediendo": la caída, la expresión de alegría o de dolor, todo lo que se oponga a la pose es revalorizado en la fotografía deportiva: 182 i;¡;l La Nación, 23/2/96 Los Útulares de la foto deportiva son, en gen�ra l, _ impactantes, por el tamaño y por los contrastes. �ltt­ mamente, los diarios comenzaron a lanz�r esto� su­ plementos o secciones en color. El func1onam1ento autÓ nomo de la Sección y las características de su diseño y formato (La Nación. por eJemplo, que pre­ senta el cuerpo principal en tamaño sáb�na, com:o­ nc el suplemento deportivo como tablmde) la acer­ can a la revista. "i · -Las crónicas policiales en los diarios llamados "serios" ocupan menor superficie redaccional que :n _ los diarios populares y son confinadas a una secc10n ("policía" o "policiales"). Los titulares no son impactantes y esto vale para todos los t1tu Iares e � _ general. En general, cuando el caso es r� le�ante, es tán acompañadas de fotos-pose de las victimas o de º . . 1 t t·• en otras los victtmanos que se acercan a¡ I·ct enfk oportunidades, se incluye el identikit directamente: c,,;::i 1 s3 -Las crónicas policiales en los diarios llama­ dos "sensacionalistas'' no se ubican en una sec­ ción diferenciada. Tienen en general títulos des­ plegados, extendidos y contrastantes, y recurren con frecuencia al cuerpo tipográfico "catástrofe". Cuando están acompañadas de material fotográ­ fico, éste consiste en fotos-choque cuyos epígra­ fes anclan el significado de lo aberrante del acontecimeinto fotografiado: también, en oposi­ ción a lo que ocurre en los llamados diarios blan­ cos. persiste el criterio de composición quebrado que crea un efecto de desorden y desequilibrio. La Naci611, 26/2/ J 996 En algunas ocasiones las crónicas suelen ir acompa­ ñadas de croquis o gráficos titulados "así ocurrieron los hechos", "dónde fue", "cómo fue", etc. que compo11an una infonnación distinta o complementaria respecto de Ja dada en la crónica. Así, el caso parece aspirar a veces a la pretensión de ser tratado con "rigor científico": - En Página/12 es donde se han registrado las primeras innovaciones en lo que respecta al dise­ ño. Fue el primer diario del país en conferir a la fotografía una finalidad editorial. Se titula bus­ cando contrastes y el refuerzo de la significación verbal. La disposición de los materiales es diná­ mica y da movimiento a la página. Lo que es concebido como policial por los otros diarios es incluido en la sección "Sociedad". La cróni ca política cobra connotaciones farandulcscas a partir del uso editorial de la foto­ grafía y la titulación y genera un cruce con el lla­ mado ''amarillismo". La composición de "pasti­ llas" de información en forma de pequeños recuadros nos recuerda recursos propios de las revistas. Los géneros de opinión y los informati­ vos no están delimitados en secciones; por el con­ trario, lo común es que la información se encuen­ tre "cercada" de recuadros de opinión. La apari­ ción de Púgina/12 incidió casi de inmediato en el diseño de Clarín y luego en el de La Nación. so­ bre todo en la portada, en la titulación y en las secciones especiales. Actualmente Clarín y La Nación usan el color para el diseño de portadas y suplementos. Clarín, 2/3/96 184� !';'1185 '! .1, CAPÍTULO IV '1 ,, ·,,; ¡_, f"¡' 1' IV. "AMARILLA", "BLANC:A" Y "NU_EVO PERIODISMO'': TEXTO, PARATEXTO Y CONTEXTO EN TRES ESTILOS DE PRENSA ' '}: � ;' i: '' 1 Ya hemos tratado en general las transforma­ ciones lingüísticas. (nominalización; pasivación, tematización, etc.) y las elecciones ideológicas que comportan. Nos hemos referido también al funcionamieitto del pa ratexto icónico (compOsi­ ción, tipografía, etc.) en relación con determina­ da concepción del mundo. Intentamos mostrar ahora cómo operan conjuntamente estos elemen­ tos en la caracterización de tres estilos de pren­ sa 28 . Para esto tendremos en cuenta principalmente la fun�ión de los titulares -puesto-que estos cons­ tituyen, por un lado, un espacio en el qi.Ie pueden apreciiirSe igualmente las dimensiones para­ textual, verbal e icóniea y, por otro lado, porque al concentrar la esencia del suceso que sigue, ·a nivel de la coherencia global del texto, funcionan �omo tema de éste-; perci cohside.raremos tambiél1 el. funcionamiento de la crónica -en el tnarc6 de l_os géneros discursivos y de· su necesaria evolu­ ción. ; ' , . IV l. El titular como macroestructura El titular eX.prcsa, en términos de Van Dijk, urta m1:1croprop"osición que presenta un acontecimie�to constituido por acciones y participantes. En corres2 � Aquí. en sentido general. consideramos estilo al conjunto total de los r.'lsgos estrucmrales variables y característicos del dis• curso que funcionan como indicación del contexto social y pcr• sona! del hablante. dada una invariante semántica, pragmática o situacional. En esta caracterización del estilo se encuentra im• plícila. e1i sentido estricto. la suposición de que har algo qLie permanece constante en la expresión lingüística y que, por lo rnntu. posibilita una comparación. En este sentido. el estilo puede se r caracterizado perfectamente a partir de la 'frase "diferentes rnancras e.Je decir lo mismo". � 189 'I ' 1 :l ¡ · · 1 ! ¡, Los temas del disrnrso periodístico pueden expre,wrse ruti11ariame11re en los titulares, que en apariencia desempe1ian la función del resumen.{. .. ) f En otros casos,} es como si cada párrafo fuera en sí mismo un resumen de aco1uecimieriros. y una Posterior reducción difícilmente fuera posihle. Aquí, el titular sólo cubre parte de la información del texto. Van Dij k, T. "�ns estructuras de la not icia" e11: La noticia como discurso. Barcelona, Paidós; 1 990. ! ),·: 1, : i/ Una de fas caracteríMicas más llamativas y típicru de la realización o elaboración remútica del discurso periodistico es su 'troceado '. Es decir, cada tema se presenta en partes, 110 como un todo. como es en el caso de otros tipos de disc11r.w. Esta característica estructural tiene su origen e11 el principio global de La organi::.acirfr1 de la relevancia de La floticia. Este principio sostiene que el disrnrso periodístico .fe orgcmiw de manera tal que la i11Jort11ació11 má.\' importante o relevante u pone en la posición más destacada. tafllo en el texto tomado como u,1 todo como en cada una de las J 90 r¡¡:J pondencia con esta estructura se encuentran las es­ trncturas típicas de oraciones sobre acontecimientos, que cons isten en verbos más nombres -que se refie­ ren a actores o participantes afectados- y, eventual­ mente, incluyen modificadores del verbo en tanto expresión de circunstancias*. Es obv io que los temas señalados como más rele­ vantes por la crón ica a parti r de la titulación son macroestructurales desde el punto de vista del diario y del cronista. Los acontecimientos periodísticos, por Jo tanto, conUevan necesariamente uri punto de vista que se exhibe en l a organización macroestrnctural y superestructura! . En este sentido, puede observarse que los temas del discurso periodístico no constituyen una simple lista sino que, por el contrario, confo rman una es­ tructura jerárquica. Así, en términos fo rmales, la realización de los temas se va desarrollando a parti r de la aplicación de macrorreglas inversas a las que Van Dijk denomina reglas de especijicación. La información abstracta, de a l t o nivel, e xpresada en el titu l ar- tema, va especificándose de tal modo que, para los aconteci­ mientos g1oba1izadores, se apliquen desarrollos de­ tallados respecto de la identidad y las características de los participantes, las circunstancias, particulari ­ dades, causas y consecuencias de las acciones, etc . Estas especi ficaciones se dan por etapas. En una pri­ mera etapa, e l antetítulo o la bajada especifican al titular; luego sigue el primer párrafo de la crónica; finalmente, los detalles más particulares en cada uno de los párrafos. La característica estructural que acabamos de se­ ñalar para .l a crónica es el resultado de una estrategia de la producción de las noticia" -que considera las limita• Las transformaciones si ntácticas que puede su frir esta estructura han sido e;,;puestns en "Direrencia.-. idcolóJ;:icas y diferencias l ingüísticas". ·;¡, ciones de volcar la relevancia en el titular- y de una es­ trat�gia de lectura que establece el medio informativo con el objeto de que el lector obtenga en primer lugar la información que el medio supone más importante. De este modo, la lectura parcial no provoca una compren­ sión parcial sino la pérdida de algunos detalles evalua­ dos por el diario como de menor importancia. A veces se presentan algunas discrepancias entre lo que se dice en los encabezados y lo que se dice en el cuerpo del artículo; no olvidemos que, en tanto mini-textos, la estructura de los titulares constituye una de las imágenes definitivas de la estrnctura del mundo representado; como en los di arios no sólo es posible la lectura lineal que va del titular al cuerpo de la nota sino también la lectura espacial que "salta" de titular a titular, estas discrepancias a las que ha­ cíamos referencia inducen a una lectura distinta si sólo el titular es tenido en cuenta: para el lector, el titular es .l a primera clave del contenido de la cróni­ ca, el disparador de sus primeras conjeturas. Integremos ahora este punto de vista propuesto por l a lingüística textual con las consideraciones lingüís­ ticas y gráficas planteadas en los dos capítulos ante­ riores para aplicarlos a la comparación de los titula­ _res de La Nación, Crónica y Página 12, en tanto dia­ ·rios representativos de las Hamadas prensa amarilla y nuevo periodismo respectivamente. De modo, podremos establecer ciertos patrones genera­ les para c ada u no de los estilos oraciones. Esto significa que para cada tema, la información más importame se presenta primero. Van Dijk, T. Op. Cit. IV. 2. El es tilo blanco i \ 'i Hemos comprobado ya en el apartado III.3. que en La Nación las frases son predominantemente acti­ vas. La forma activa pone el foco sobre los actores más que sobre los afec tados; de esto puede deducirse ,, Seguimos aquí a l-lodge, B. "Periódicos y comunidades" en: Len• guaje y control. México, F.C.E.; 1 983. � 19 1 : ·:. ;.,_: •,¡._ _ que , en el mundo concebido por La Nación, los acto­ res ocupan el primer plano. ¿Quiénes participan de los acontec imientos? En s u mayoría, los aconteci­ mientos narrados son actos públicos en los que están implicadas personalidades púb licas; ocasionalmen­ te, personas ·que sólo son conocidas por su participa­ ción en un incidente digno de ser·noticia. Las perso­ nas comunes sólo existen si son suj etos u objetos de una acción anómala -violenta en el caso de los suce­ sos policialcs-("Millonario: un solo. apostador ganó anoche los $ 15.000.000 del pozo del sorteo 284 del Loto Tradicional, que había quedado vacante en ocho oportunidades". L.N. ; 1 1 /1/96 ) pero están , en gene­ ral, impersonalizadas, y lo que dice·n o sienten no aparece nunca como noticia. La mayoría de los titu lares supone conflicto o antagonismo pero los verbos o transformac iones que indican acciones son, en gran parte, no verbos de pro­ cesos físic0s, sino actos verbales o expres iones de actitudes a través del discurso, los personajes públi­ cos, en general, dicen é informan; fuera de esto no actúan n i r'ec iben acciones ("Menem aseguró que enviará tropas a Eslavon ia y ex.p resó que no i ndulta­ rá a Seineldin " L.N. , 1 1 / 1/96). En algunos casos una ciudad, un país o una insti­ tución actúan como sujeto u objeto sobre el que recae la acción ("La ComLina d ice que los residuos no son tóxicos".L. N. ; 1 1 / 1 /96 ); allí don·de en el encabezado el país o ciudad se dan como agente o afectado, hay; con frecuencia, un portavoz mencionado más ade­ lante en el artículo ("Así lo confirmó a L. N. el Secre­ tario de Gobierno munici pal Jorge Pereyra de Olazábal" ). El efecto es la identificación plena de los representantes oficiales con el Estado; una ima­ gen del Estado como individuo singu lar y"compacto que actúa a través de sus representantes . La base de este proceso transfo1TI1ac ional es una constante ideo­ lógica, un modelo de las estructuras de poder. Se con­ cibe, por ejemplo, al Gobierno como una entidad co- 1 ' 1 92 r;¡;:J lectiva q ue puede encarnar plenamente en pottavo­ ces nombrados como si no hubiera ningún conflicto en el interior de esa estructura. Los titul ares informan acerca de un mundo que contiene muchos países . Los acontecimientos de esos países se reúnen en una misma sección ("Exterior"), sin lazos causales explícitos que relacionen entre sí los sucesos o los países . En los sucesos políticos., el nexo es una estructura común que relaciona una cla­ se de agentes con una clase de acciones que, en reali­ dad , constituyen entidades supra-individuales y ac­ tos de lenguaje: comunicados, declaraciones, desmen­ tidas, ac uerdos, amenazas, etc. El lector de La Nación, así como el de La Prensa, predominantemente perteneciente a las clases media alta y alta pero con menos poder que las personalida­ des públicas de las que se habla en el diario, tiene como fuente principal de información las declaracio­ nes hechas por portavoces oficiales y lee, por lo tan­ to, construido como noticia, lo que, según el medio, al gobierno nacional o extranjero le ha importado di­ fundir. IV. 3 . El estilo amarillo ·.i El esti lo de los titulares y de los artículos que si­ guen a estos es muy -di ferente en Crónica. Además, resulta evidente que son ot ras las noticias que cobran importancia. La clave de este estilo, frecuentemente denomi nado sensacionalista, es la sislemática men­ c ión de acciones fís icas o la transformación de actos verbales o mentales en actos físicos, en general di­ rectos y viole n to s . ( "Atacan s indrome ases ino", "Zanola les apunta a las barras bravas" . C, 1 1 /1/96) . El lenguaje de los encabezados de Crónica tam­ bién obedece a un número de reglas : se prefiere el presente al pasado ("Caen dos violadores rosarinos" C. , 1 1 / 1 /96 ), se s uprimen l os artícu l os ( " Ardió "las gentes del mismo estatuto socioeconómico que la mayoría de los lectores del periódico sensacionalista, que siguen el mismo código de comportamiento y con los que pueden identificarse del modo más directo aparecen tínicamente conw víctimas. Uno de los efectos de esta cirr.:unstancia e,r hacer impensable el entendimiento político. la fómtula elude constantemente los mecanismos habiwales de fo autorrepresión. puesto que los impulsos a los que ceden los hahita,ue,t de este mundo concebido son los que los adultos deben reprimir en sus relncio11es sociales rwmtales, en el trabajo y en el hogar:. Esta da fuerza psicológica a dos valorizaciones: unjuicio fi1ercemenre negativo sobre las expresiones ilegitimas de tale.t impulsos y una inte11.m ide11tijicació11 co11 la,',' expresiones que han sido legitimadas. El resultado es una forma altamente cargada de falsa co11cie11cia, un.a conciencia escindida donde se siente .�olidaridad hacia las figuras amorales de la clase dirigenre y la moralidad se crmcemra contra los miembros "aberra11tes " del público en general. Hodgc, B. "Periódicos y comunidades" en : AAVV. Lenguaje y Control. México, F.C.E.; 1 983. ¡;;.'l 1 93 "(. .. / Hace 9() wios, 1-iearsr y Pulitz.n; los posrerinres H'nm·adnres del periodismo. e1r111 ediwres de diorios c111wrillos; el modo 111udemn de golpear el/ el plexo de lm· lecftll"CI.I' secretas cstim11 lalw la _m podem.m co1111111icaciú11 mosiva (. .. ). Lt.1 op elacü)II c1 'recursos hojo.1· ' .1·e fue cm1crewndo eri11cipu!mente a través de 1111 cieno 111odo de tirular y de co11tor; 11t1 /'/lodo ve1�m1z.011te c¡ue. por .rn condicírín. no se dirh:e a w1 deseo sin moro/ sino mcí.1· hil'n c1 lo.l" og r (jerm dl' 11110 111orol 1¡11e no q uiere rapar del wdo lo q 11e esrr:í por debajo de ella. Y el lector de lo prensa w11orilla. o ,m 11c:;-:, 110 se dirig e del wdo el 1111 gé11em, .1·i110 mcís hie11 n wt esrilo. a 1u1 modo parricular de adecuarse a 1111 vemsimil de escrirum (. .. ). Podemos odverrir como rasgo ce11tml del esrilo 'omarillo' ciertas co11stw1tes de e11 1111ciaciór1: el p eriodista amorillo es 1111 autor ((lll' tmquetea: .rn di.1·c1irso parece iniciarse con el rono (ldmrmirn rio de 111w 111oral co111ú11. pero para rm¡u:z.ar en seg uida con ww foro l'0_1·eurisw. 1111 chisme fl/J/icun o 1uw n11écdow. m1cmfi'lia1. /\ 1'eces habla u11a je1s a : p em si11 esas di.1·mpáon e.1· q 11e l1ace11 s11 e,1·rilo. ,1·u jerxa no ¡nnduciría ef"er:10 alg uno de t1mo ri/li.1·1110 ( ... J. Tr.11111uwo el hlwi qui.rnw 1 94 !';1 pañalera", "Están trabaj ando poli cías de Wi lde" C. . l l / 1 /96), se eliden los verbos ("Maradona duro con Basile" C. 4/8/93), las figuras públicas reciben un trato infonnal ("La política asusta a Evangelina" C. 4/8/93). se emplean términos prop ios de un registro informal e, incluso, socio1ectos populares . Las figuras públicas y las personas comunes -cri­ minales, víctimas, ganadores de .sorteos, etc .- conv i­ ven en las mismas páginas; no se distinguen secci o­ nes; se da preeminencia al suceso que afecta a la persona común ( "Humilde vecino de Luis Guillón ganó Superloto", "Crece indignación contra la 'con­ dena' a muerte de animalitos domésticos " . C, porta­ da, 1 1/1 /96) ; las c rónicas son, en general, de interés popular; implican violencia, muerle, sexo ("Conti­ núan tintas en sangre rutas y calles " . "Acribi l l ó a la novia y se mató en la cal le". C. 1 1 /1/96) . Las relaciones entre los participantes son amorales, violenlas; es el mu ndo en que los socialmente déb i­ les pueden ganar una cfí mera fama o notoriedad y ocu par un lugar más importante aú n que los g randes repudiando las normas de la sociedad (Almacenero j usticiero: abatió a un pistolero cuando irrumpió en su local de Merlo, fuertemente armado y ce rca de l a hora de l cierre, para robarle". C., 1 1 / 1/96). Quizás, quienes por sus precarias condic iones de vivienda, trabajo y sal ud están cot idianamente en contacto con la ni.uertc, necesi ten esa cuota que ofre­ ce Crónica como reaseguro de que , por et momento, están a salvo ; q u izás el hecho de que lo aberrante se refiera a las c i rcunstancias de la vida de otro, tran­ qu i l iza al lecto _r que, de este modo, se siente dentro de la " normalidad" . Crónica destaca como anómalos respecto de lo esperable en nuestra sociedad toda esta serie de su­ cesos. pe ro . además . presenta como anómal os los conflictos que perj ud ican a las mayorías más humi l ­ des ( "Arrasan asentamiento" . "Crece e l horror: otros dos p ibes muertos por pol icías ; ejecutaron a ci nco l 1 1 j ch icos e n un l apso de 48 hs; "Lo ' fusilaron' con u n certe rn d i s paro e n l a c abeza al confundirlo c o n u n arrebatador" . C., 4/8/93 ) . D e todas formas, cnmo l as re l ac i ones en que se a rticulan los térm inos de c ad�, suceso consti tuyen clisés , el hombre aparece re presen tado c omo des vincu lado de su circuns tan­ c i a real , n u nca como producto de unas condicio­ nes hi stórico-sociales determinadas. En este senti ­ do. el mu ndo del titu lar y el mundo concebido por la c rónica, son mucho más si mples que los conce­ bi dos por La Nac ión . E n su artículo " Prensa Amaril la/ Prensa B lan­ ca: notas sobre u na conocida y no defin ida oposi­ ción de género s " , Osear Steimbcrg ilustra clara­ mente cómo el estilo de la crón ica es re levante en fu n c i ó n de la estructura ideológica que se realiza a tr::i vés de é l . Los detal les referi dos a partir de va­ ri ac i ones es ti l ísticas puede n ser prec isos -la real i­ dad es lo bastante comp leja y di versa como para proporc ionar i nc i dentes c apaces de servir de so­ porte a una gama de es tereoti pos-. Pero_ los deta­ l l es se o l v idan al cabo de u nos días y todo lo q ue queda es una forma suby acente refo rzada por i n ­ n u me rables ejemplos q ue garanti zan su verdad . U n anál i s i s del tipo del q u e p l a n tea Stci mbe rg se_ ocupa del estilo por e ncima del contenido ex­ p l íc i to. <le l as formas habi tuales en l ugar de las e fec t i vas men t i ras y omisiones. De este modo, lo­ gra pro bar có mo el est i lo tran sporta un contenido que es su mamente potente, justamente por parecer tri v i al y por ser hab i tu a l . L a l ectura e s u n acto complejo que descansa e n u n conj unto de supuestos y d e actitudes q u e fu n­ c io n an au tonuítica e inconscientemente, p recon­ d ici ones de la descodificación que son continua­ mente reforzadas. Así. la verdad o fa lsedad de los e l e me n tos partic u lares n o es tan im portante como es una cuesrió11 de COll(Cllidos El polvo y le, sang n! :wbsisre11 en la p rensa blanca a traw's de fo mención i11j(Jrmativa, generafme11te 110 acemuada. de los mismas 'cosas tremendas' que la p re11sa amarilla suele 11tili;:.ar como ilustración central o pico de la información. Pem tam¡wco a quí e.rns 'cosos 1re111e11das' sm1 simples co11te11 ido.1· ; lo qtte la p re11sa blanca debP. p m�esar y suavemente e11vasar aharca toda pasión. rod{! e.1·ta/lido de alg/J11 deseo ú11p rel'isible y enterrarlo. todo . lo q11e In ideolog ía mw1icipal de 1t11a ciudad genérica i11dicaria que de/Je co11tenene". Stei111he1g O. "Prensa A111a l'il/C/I Pre11.1·c1 Blanca: nNas sobre tttltl cm,ocida y 110 de.fi11ida oposid611 de g énems". En: Rivaa. J. y Romano, E. (comps) : C laves del periodismo argentino actual. 811e11m· Aires. Tarso: /987. "Los ni veles de com1111icación c.1·tcí11 estrat{ficados pam que corresponda11 a /ns dil-isinnes de fa sociedad, y a cada estrato se le afrece la revisión del 1111mdo q ue coflfrilrnye a su incapacidad de p ercibir su condició11 reo/ y sus intereses furu.lo.mentales ( . . . ). p 1 95 ! 1 Ln. es/mctura de la sociedad es la clave de la estructura de los medios de ('011/WI ÍC(l(.'ÍÓII de 1//aSaS, _\' la di.\· torsió11 de eso.\· medios es más de/Jiliuidora qoe r1w1co ciwrido c1f'ecra a los fi111da111e11ws del pen.rn111ie1110 ¡mlltico y .wCilll". Hodge, B. O¡, cit. El uso de lo lengua se Jfl,1•0 a cobo en forma de e11w1ciado.1· ( orales o es,. ,-irm·) concretos y sil/g ufores que pertenecen a /0.1· participante.1· de una 11 orrc1 esfera de la actit•idad humt111a. E.no.� enw1ciados reflejw, las condiciones es¡,ec(ficas .r ef ol�jeto de cada una de esas esferas. 110 ,1·ófo por s11 terrro y por .\'U estilo vaha{ ( es deci1; por la ,1·eleccüí11 de los rectU'sos rc<írico.1· y gmmaticalcs de la len gua) sino, ante todo. por su co111posiciá11 y estnu:t11raciór1. Los rres momentos me11cirmados -el remo. el e.�ti!o y la comp o.ücicin- están 1•i11c11/(ldos i11disol1d,lememe cm, lo toralidad del e11m1cilldo y se derernúnan. de 1111 modo se111eja11re. por lo es¡,('(:lfico d(, una e.�fera dada de la cn111m1icacitín. Cado e.�f'era del uso de la le11g 11a elalJOm s1H tipos relarii,oml'llfe esrables de e111111ciadfJ.1' a los que de1um1i11ariios g é11e1r>s di.1· c 111si1·os. ( . . . J el ti po de conciencia que crea el diario, l a versión de la real idad social que medi at iza y el grupo q u e crea para incorporar en él a s u s lectores . IV. 4. Estilo y géneros discursivos Antes de termi nar con la caracterización de l os es ti los periodísticos y para poder definir, por opo­ sición a ios otros , los rasgos propios del i lamado " nuevo period ismo " v amos a repasar brevemente algo de la historia de nuestra prensa gráfica. Es conveniente , en primer lugar, que precise­ mos la relación ex istente entre el concepto de esti­ lo y el de género discursivo. Recurramos para ello a la más clásica de las definic iones: la dada por Mijail B aj ti n en " E l problema de los género s discursivos "�. Según B ajtin, existe respecto de l os géneros discursivos u n carácter normati vo social que está en fu nción de los usos sociales concretos de la len­ gua. En este sen tido, cada género discursiva pre­ senta un estilo soc ialmente determi nado. Esto nb i mpide totalmente la creación i ndivi dual. el esti l o propio: el género discursivo permite , e n realidad , articular el carácter individual de l a producc ión.: ; con el valor social que impl ica toda fu nción co-.r municati va. B aj tin señala claramente que en la m ayoría de los géneros d iscurs ivos, con excepc i ó n de l os l ite­ rari os, el estilo i ndi vidual no forma parte de la in­ tenc ión de l hab l ante, no es su fi nal idad primera, s i no que resu lta ser un "cpife nóme no del enu ncia­ do, un producto complemenLario de éste " . Otro aspecto esencial que se desprende de l a defi ­ n ición de Bajtin es que, si el género discursivo está b B<.tjtin. M. "El problema de los géneros discursivos" e11: E.rté1ic11 de lo creaci/J11 1·erb<il. México. Siglo X X I : 1 982. ! ! 1 ! l 1 e n relación directa. con una práctica social determi­ nad a , el cambi o de las prácticas sociales, su evolu­ ción , imp l icará un cambio en los géneros. "Los gé­ neros discursivos". dirá B aj tin, "son correas de trans­ m i sión en tre la historia de la sociedad y la historia de la lengua". Es decir, que analizar un género discursivo significa analizar la historia de su nacimiento y evo­ luci6n. Por lo tanto, los resultados de nuestro análi­ sis de l as crón icas periodísticas no pueden constituir más que una somera descripción de un estado relati­ vo y provisorio (el actual) de un género determina­ do. Para a nalizar un género discursivo, además de considerar�su desarrollo, es necesario atender a las comp lej as interrelaciones que lo vinculan con otros géneros. preguntarse por qué, en una época deter­ minada, algunos géneros irrumpen en e l interior de otro dado. por qué algunos ocu pan u na posi­ c i ón hegemón ica y central y otros , un lugar mar­ gi n a l o s u bord i n ado. Así, si bi en ciertos rasgos disc urs i vos nos permi ten una primera caracteriz'a­ c ión de u n género, no podemos negar el problema de l a contami n ación de géneros d iscursivos diver­ sos. En el caso de los géneros periodísticos las vías de esa contam i nación son por demás evidentes : la ide nti dad de los so portes mater.i ales, la proximi­ dad d e los temas abordados, las imágenes que se constru y e n del loc u tor y del destinatario, en tre muchas otras conside raciones, revelan al gu nos de los tan tos condici onamientos para l a contamina­ ción de los géneros que, necesaria e inevitablemen­ te, devienen de su carácter social . Con respec to a nuestra prensa y siguiendo los criterios e x puestos hasta ahora podemos plan tear la s ig u iente observación: la prensa escrita actual está marcada po r la con taminación genérica: Que­ da por e x a m i nar cu áles son las causas de este fe­ nóme no. U11a f1111ció11 determinada (científi l'íl. técnica. periodística, oficial. cotidia11a) y 1111a5 co11dicio11es determinadas, específirns para rndn esfe ra de la co111u11 icació11 discursiva, ge11erw1 determinados g ér1ems, es decir, unos tipos temáticos, composicionales y esrilísticos de enunciados determinados y relativa• mente estables. Bajtin, M. "El problema de los géneros di.�cursivos " en: Op. Cil. UJs cambios históricos e11 'los estilos de la leng ua están i11disolubleme11te i•i11cu lados a los ca111bios de los gé11eros discursivos. (. . . ) Los e111111ciados y sus tipos, es deci1; los g éne ros discursivos, .wn correl1S de transmisión entre la historia de la sociedad y fo historia de la le11g ua. Ni 1m solo fenómeno nuevo (fon ético, léxico. de g ra111áticll ) p uede ser inclu ido e11 el sistema de fo leng uo sin pasar la larga y comp l eja vía de la prtteba de elaboració11 g enérica. Bajtin, M. Or. Cit. cy.;;:i l 97 IV.5. La concepción tradicional de los géneros informativos 10s c,:i Tradicionalmente, los géneros informativos y los géneros de opinión se hallaban bien delimitad os, al punto de que se los ubicaba en secciones dife­ renciadas y de que toda irrupción de opinión en el seno de una información era percibida como aberrante. Desde este punto de vista, el editorial consistía en la forma de periodismo de opinión e interpreta­ ción a través de la cual se expresaba el punto de vista del diario -de la institución periodística- acer­ ca de un de terminado acontecimiento (así, La Na­ ción, en 1870, se proponía desde su primer ed ito­ rial como "una tribuna de doctrina"). El editorial -que persiste casi sin cambios en Ja lla­ mada "prénsa seria"- se publica en forma anónima, lo que hace suponer que el texto expresa Jas opiniones del diario y no las del redactor como individuo: esto se ve reforzado por el empleo del "nosotros" en lugar del "yo" o por la eliminación de las formas de la primera persona. Teniendo e n cuenta los elementos parntextualcs, observamos que el editorial merece un tratamiento especial en cuanto a su ubicación, pagina­ ción y diagramación: aparece siempre en la misma p,l­ gina, con un cuerpo de letra y títu los diferentes a los empleados en el resto del texto impreso y debajo de la marca y los datos editoriales. La "prensa seria" tradicional admite otra forma de periodismo de o pinión: el comenwrio. En el co­ mentario un periodista -no ya el medio- debe ana­ lizar algún acontecimiento o problemática d e ac­ tualidad tratando de recoger y expresar la opinión pública. de dar una imagen del suceso que traduz­ ca su repercusión en la sociedad. Por este motivo, en sus orígenes el comentario aparecía sin la firma del redactor. Con la irrupción del redactor-espe­ cializado a la que aludiremos mús adelante, la fun- .l ! jl i l ción primera del comentario en tanto "expresión de la opinión general" se modificó. Tanto e l editorial como el comentario se caracte­ rizan por presentar una estructura de tipo arr: 11111 cntolivo: su esquema básico consiste en la se­ cu0encia de hipótesis o premisas y conclusión que se extrae de ellas; el paso de las premisas a la conclu­ sión se denomina inferencia y puede expresarse por medio de un conector ("por lo tanto". "entonces", "lue110", etc.)*. � La concepción de los géneros periodísticos qL�e hemos de finido como tradicional nace en nuestro pa1s con la aparición de La Prensa (1869), y Ln. N_ación (1870), después de setenta años de guerra c1 vtl Y �e . _ diarios vinculados exclusivamente con obJettvos be­ lico-políticos, como reflejo del desarrollo universal de los medios y, sobre todo, como respuesta a las necesidades culturales de información y educación de una sociedad en formación. La Nación, con su fi­ nalidad "docente" de adoctrinar, y La. Prensa, con su compromiso de "expresar y representar la verdadera opinión pública s in formarla o dirigirla", estructuran lo que din en llamarse "prensa seria" presuntamente : objeliva, por encima e.le intereses parciales y que enun­ ci;;� en representación de una generalidad hasta desde el propio nombre del diario. En 1913 sale a la calle un diario que rompe con los preceptos de la "prensa seria" tradicional: el le­ (lendario Crítica, dirigido por Natalio Botana'.N. e ,:, Un.1 cJistinción dura entre las funciones de la crónica. el cornemarin Y el cditmial se encticntra en Maldidicr. D.. Robin. R. "Du.Spcctacle "_l1 mcntrcdc l'événcmcnt: rcpcmagcs. commenlmies ctcditonaux. de prcssc ¡1 propos de Chnrlety" en: Prmiques. N" 14. _Prirís. mayo de 1977. . La aparición de nuevas maquinarias (rotutivus). aptas para 1mpnm'.r vcrtiginosamcnlc un cnnsidcrahle número de ejemplares, promovia la comcrci:iliznción de la prensa a gran escala cuando. hnstu e nton­ _ cc!-. :-ll!o esrnha reservada n las minorías cultas. Este proceso 1111 '.·�­ d ujo la distinción c111rc los diarios según e! público al que se d1_n­ '<!Ían. Así. desde In prensa séria se dirli: "Pmncro se han hecho dia­ ;ios para los quc nn snhen pcnsnr y después. ilustrados. para los que n(, �ahcn lee!'". r;¡;:i 199 Ubicado a la izquierda política, con una recepción pri vilegiada en la clase obrera y en algunos sectores marginales de la clase media, Crítica revela como ningún otro diario no si ndical o partidario la activi­ dad obrera. Sus innovaciones en esle aspecto -incor­ poración de reportajes a delegados ele fábricas o a dirigentes huelguistas, campaña por la l iberación de Severino Di Giovanni-convi ven con un marcado sen­ sacionalismo -catastrofismo en l os titulares, patetismo en l as imáge nes , cró nicas policiales e detal les macabros- y con buena parte del vanguardismo cul­ tural 'º . El apogeo de Crítica , que llegó a ser el diari o de más tirada en lengua española, comienza a decli­ nar en 1945 ; el diario desaparece en 1 963; pocos meses después, Crónica se convierte en el heredero de sus aspectos " amarillos " . 1 i ,•, IV. 6. El surgimiento del estilo " nuevo periodismo" "(. .. ) En los aiios sesenta, por la ipoca e11 4 11e fui a N11evc1 York. los ruweli.1·tas mds serios. ambicioso.1· y. pre:wmiblemenre, de mayor fctÍento habían abandonado el campo 111císfértif de la ,wvela: esro es, la sociedad, el fresco sr,ciol, las cmwmbre.1· y las éticas, tmlo el t.'OJ (itmto del 'cómo v/\•imos ahora ' ( . .. ). E.w re.1·1tl,rí mwm·illoso para los periodistas. . . se lo puedo asegu ra,: Ú>s aiios seser,ra constir11yem11 una de las más e.rtraordi11arias década.\' en la historia de Norteamérica en fo que a cost11111hres y éticas se 200 r¡;:i A partir de los años sesenta comienza a producir­ se una transformación profunda de los gé neros infor­ mativos . Esta transfonnación -como ninguna en nues­ tro periodismo- no es autóctona: por el con trario dejando de l ad o el color local- re sponde a u n a reubicación q u e s e origina en los .países Uam3:dos cen trales. Penetra en Argentina a través de las revis­ tas Primera Plana y Confinnado y se ex tiende al dia­ rio La Opinión ( 1 97 1 - 1 979). ·'º La "Revista M ulticolor" de los �libados. dirigida por J . L. Bo rges y U. Petit de M u rnt apareció entre el 1 2 de agmto de 1 933 y el 6 de octubre de 1 934, a modo de suplemento cu ltural. A l l í aparecieron por pri mera vez los relatos Ue Historia Universal tle la Infamia y. según in vestigadoncs reciemes. un Lrahajo de reescrituración de los diá logos de una h istorieta i rnportad,1 ("Pcloponeso y J azmín") c:n l;i que Borges plantc<lbíl evulu<1ciones propias ucc1·ca de la literaturn y el periodismo Ue la época. TarnbiCn hny una serie de rc/;llos que Borgcs retoma r.'i después en L-l A1110/ogía de la litcrn1wafC111ttÍ.l'lico o en C1w111os bn!\'/!�· y e.rtraordi1u1rios. 1 Los medios audiovisuales de comunicación final­ refiere. U1s co.rn1mhres y mente se habían afirmado como hegemónicos y La las éticns hiciemn la historia de los sesema. ( . . ) Opin iún nac ía como respuesta y oposición al fenó­ El abandono de nomws. meno q u e h abría de quitar el rol principal a la prensa creencias. aparie11cin1· gráfi ca. Carente de fotografías en sus inicios, presen­ .rn¡mestas como 'capital Lando exlensos artícu los al modo existencialista, La sólido '. 'dinem rápido '. la Opinión se planteaba, sobre todo, como un diario de rc�•olucirín swi11g er g rom·y hippie marg inado pop "ensayos " cuyo referente era el anál isis de la cultura Beatfes Andy Bnhy .fone política considerada como u n espacio más dentro de Bernie Hue Eldridge LSD los d iscursos y prácticas sociales. con cierto-mrmstrtw droga El a nálisis cultural se apoyaba en las perspectivas · u11dergmu11d... A rodo este 1 que bri ndaba la modernización de las ciencias socia­ lado de la 1 idn 11orteamerica11c1 q i,e se les (psicoanálisis, m arxismo, estructural ismo, antro­ manifestó impetuo.w111e11re pología, sociología y semiología) y en los propios c,iando a la op ulencia de la debates ideo l ógicos que signaron esos a ños. La posguerra le saltó la semiología cultural y el privilegio de lo que sign(fica válvula de seguridad. o por sobre lo que sucede inciden sobre el editorial de todo ello los ,wvelisras se11cilfame11te le volt•iemn modo tal que en lugar de plantear "lo que se debe la espcdda. Esto dcjú 1111 hacer" se diagnostica y se pronostica sobre un deler­ inmenso hueco en las letras minado acontecer. americanas. w1 hueco fo Habl ar ele transformación de l género periodísti­ bcurcmte g rande como pam �i } co info rmativo i mplica la consideración de que este coh ar a u11 ttg ucte tan. desgc1r/1ado como el Nuew1 esti lo, inauguradb en la prensa diaria por La Opi­ Periodismo. " nióu. no dej a de informar sino que lo hace de modo Wolfe, T. "Tomando el diferente. Con él se afianza la primera fase de lo poder" e11: El N11evo Periodismo. Barcelona, que hemos denomi nado contaminación o hibridez Anagrama; 1 976. genéricn, en este caso, del editorial, la crónica y el comentario. La crón ica, con La Opinión, deja de ser un rel ato l ineal porque se oscurecen las rel aciones de c ausal idad entre las acciones . sobre todo a partir del uso (y abuso) de conectores i nterpretativos ('"cu­ riosamente " . "obviamente" , " natural mente", "nadie pensó q u e " , etc.). También se comp lej izan los seg­ men tos que constitu yen esce nas narrativizadas por­ que, a diferencia del género informativo trad icio­ n a l , ya no se l imitan a i ncluir el discurso de u n in­ fo rma nte, sino que recurren a los tes tigos de opi­ nión, muchas veces anónimos ("alguien dedujo" , "j uzgó " . "se opinó". etc.). :1¡. ____..........._.........,._,,......................,...,.....,....... ,...�-�-·-·•"""'"""""'"_'_"'""'"""""'"""''"""'"'"'''"" '"""'"'"'"""'"""'"'º' "' "'"" Víctimas de la "acción psicológica" Los greminlistas estaban, en efecto, muy alnrmados 1 !1 La presencia de los diri¡:1.'n!rs s indicalr."s Lorenzo M i�uel. R ogelio P:ipa gno ( t i t u l 11 r y adjunto de la.� 62 Organizaciones) y del se nal- <1or púr San ta Fr Afrio Pl'n n i s i ( Unión Obrera Met a lúrgica ) en la Casa de Gobif'rno, ayl"'r, i con�ocd ta atencicfo de los observa dores políl t icos. El diá logo ma n tenido por los v isirn,nes con el min i!'ltrq del 'Jnlerior. seguido por e l a lmu en:o qu� congreE:,ó a la Presidente, a l • doctor Robel'co Ares, al \'icepresidente prime1 ro del Part ido Jus1icialista y al sei'lor M iguel. dio la pa uta dr que SI' consideraba n asun tos de extraordinaria importanci,1 . Confirmaha esa impre!'l ión el hecho de que J • el jueves ·por la n uch!" se efecl uara en el M inisterio d{" Trabajo una inespNada reunión de la c1ípul,'I obrera con el t it u l ílr de ese or�an ismo. señnr Miguel U n a muno, e n la cual, dt• ac u(>rdo con las versiones, se trató la even tua lidad de una in minente quiebra de la con t i n u idad ins titucion a l. Fuentes vi11culadas con las 62 Org-nn i z:acione� se rreocupíl ron de confi rm a r e� hecho a nt e los peri odistas gremiales y po lít icos. F.ti ca mbio. en esferas de la CGT sr. res tó i m portancia 111 hf'cho. s e i'l a l a n do que si bien los sindicalistas hablan sido convocados por el se·i'lor Unanumn a n te u na s i t u íl • ción de emergenci a , n inguno de los prrsen tl' S pudo a v alar ta convoca t oria con i n form ílcioncs eoncretas . .. Fuimos vict imas de la acción ; psicológica '\ adm i t ió un . gremialista. Quien, sin embíl rgo, agre¡¡:ó: "A pesar de lodo, a partir de la1 24 de anoche In gresa mos en la · zona de alerta rojo". El clima de desasosiego e, incert idum bre !le trasuntó en las contradictorias declaraciones recogidas por et periodismo de boca de varios sindica listas. El sei'lor Miguel, que participó de la rl'u ni('in eíec fu.n.1.t ayer a partir de lrts 1 1 .:rn f'n ,,1 despacho del m i n istro del In terior. coníinru� 1¡11t• el d lJ a n terior en e! cónclave con el sei\or Una m u n_o se había a n a !i7.ado la pen:�cc- . •¡ tlva de un p¡onuncia,mien to contra el p,obier1 no co nst1tucmnat -¿SI': deda r:aria un paro general con loma de f fábrica.'!?', se IP. pregu n t ó, -Se dlspondrL1 la forma de operar en el momento Indicado, fue la respuesta. . Curio.<:: amente, al a bandonar el secretario �! adj u n t o de la CGT, senor Ada l berto Wimcr el despacho del ministro de Econom la, respondió que en las dcli bt'raciones efectuadas en Traba! f ; 1 !, f ·f ! f f 1 ¡! .! JO no se consideró l;i posihi l idad dl• deaP.tHr un paro genl.'ral. i::stas respuestas i;o r1 1 ra dictori;¡s rr\ 'el;m , il juicio de los observaúort's gremiales. las distin t as táct icas que propician la central ohrern y las 62 OrAa n i zar.ione!'ó antr un;1 si1 t 1 a ci11n d,_, cmergc-ncia. Ta mbién r.n ot rn ll"m,1 (I(' urtica n • H.' acc u a lidad h u bo d i screpancias en tre l.or(' n z:o Miguel y s u compañero d e gremio. el senador Afrio Peri nisl Al primero se lo i n t errogó sobre una pnsihh: in tervención a ta prov incia de Sa n t a Fe. Dijw '_'Justamente es de lo que se eJtá conversando ahora''. M inutos más tarde. Pe nnisi, i�norn nte del interrog atorio .a que ha bla sido ·1::ometido l'I caudillo mE.'taltlr,:: ico. respondió a la m isma pregun ta: "No. No hace falta que ven ttamo.ll a recordarle e!'!f' lema al m inistro dd Interior, porque t"st.á pennanenlemente en su pensa• miento º'. -(.Anoéhe, en et Min isterio de Trahajo, se t rató 1 a · posihiti1!ad de eít! C ! u a r un r,arn gerH'· ra !? -No es tuve y descono7.co to tratado. -¿Y en la reun ión de hoy? -N o s e trlltd el tema e n lo m a s m ín imo: ¿Qué se tra tó en defi nitiva en t•I extenso diá logo -se prolongó h a s t íl las 1 3 .45- co n el doctor Roberto Ares? Una insistente vt�rsión anunciaba la t':-t istencia de un decrelo, a Un sin ' firm a. por el que SI.' in tervendria ta provincia de Bul'no:; A ires. F.s m;ls. se d ijo que al término del a lm uerzo con la señora de Pf'rón i PI escribano- Bhtel - j:,lan tearla esa necesidad a! i docrnr Ricardo Ba l bln. A todo esto. en e l · Congreso el dipu tado R u bén R ílbílnal (UCR) des m i n t i ó ta exislencia t!e una reu n i ó n en la q u e segtín una versión el sei'inr Miguel hahr!a informlido a lrgisl:1dorcs ríl dica !es que serf11 in tervenida Buenns A i res. "No llene sentido que lo traláram·os -d ijn Ra han a l-,para e.so se ·están reuniendo Balbín y R IHel"., S u reflexión encon tró eco en fos analistas políticos. Esa medida, en la grave sit uadón por la que a travie!la el pa ís, scrf;:i como azuzar ,, un elefante en un baz:ar de cristalerla; adem.is no podrla compaginar. de ninguna forma, en el contexto de un acuerdo pol ltico como el que in tenta desJ)legar con la oposi ción, que ha rech azado los aprestos de intervención cada vez: que parecieron visibles. 1 ,i:' ·------·------....�·----":-----..--.-•.....-"'--•---·-··· U.1 01Ji11ió11: 20/03/76 202 r...-� 1 1 Ademc.ls, con e! objetivo aparente del mero enri­ quecimiento retórico, tina multi tud de detalles mar­ ginales respecto de la trama narrativa (descripciones de atmósferas, lugares. personajes, presentación de anécdotas , etc . ) se articulan en el interior de la noti­ cia. El efecto de iflformación se sigue produciendo porq ue se mantiene el uso de la tercera persona y del modo indicativo, con el pretérito perfecto combina­ do con el imperfecto como tiempo base, pero la irrup­ ción de la interpretación y la aparición de otras voces que opinan. l !eva a crear también un efecto de veriJi· cación. propi o de las estructuras argumentali vas. Por otra parte, en los sesenta se afianzan también nuevas y fuertes relaciones entre el periodismo y la literatura. En primer lugar, la tradición literaria- ar­ gen tina, fu ndamental mente real ista, e n una sociedad preocupada por reflexionar acerca de los procesos que la determinan, ve sumarse eJ peso de la demanda pa­ l ítica sobre e l escritor y da lugar a la conformación de un tipo. de novela elaborada a partir de datos de la real idad y con el objeti vo de producir un efecto so­ bre lo rea l . Este tipo de novela, denominado no-fic­ c ión. instau ra u n narrador que es, realmente, un in­ vest igador comprometido con su entorno. En segundo lugar, el periodismo, que percibe la crisis de la novela realista tradicional y ve peligrar su pape l ante la importancia creciente de los otros me­ dios. comienza a servi rse de recursos propios de la literatura para constru i r el rel ato del acon tecimiento: cambios en el punto de vista del narrador, monólo­ gos i nteriores, humor irónico, todo es válido para este " nuevo periodismo"� 1 • En los años setenta, entonces, La Opinión inicia el U1 0¡1i11i611 recoge e n e l suplemen10 cultural d e los nú meros corres­ pondientes ni R/R/7 ! y ni 1 1 /6/72 intercsnnti;::s reflexiones de los no­ vclisws de la ér,oca ¡¡cerca de In "crisis" de la novela nrgcntinn. la n: l 11c i (i 11 e n t re n o v e l a y po l ít i c a . l a fi g u ra de Wa l s h com o par;1d igmátii::a. etc. (. . . j Efectivm11e11te este nue\'O estilo ii!fnr111mivo modifico sustancia/111e111e tlÍ rradicio,wl. Co11cl11ire111os cdwra. brevemente. con algunas referencias al efecro .ideológico peculiar que esa transformació11 determina. En primer fuga 1: el 1111evo esrilo supera las co111 radiccio11es que obligan al ¡:énero info rmativo trndiciona! a In censura tow/ o parcial. Bajo la do111i11ancic1 del relato enfurrcir)n referencinl, la tra11.rn;isú)11-·de su cesos cuya sig11ijicació11 pertur/Je a las clases domincmtes se vuelve peligrosa /MHJIIC! no se puede co11rmfar el uso de la hisroria narrada desde el inferior del gé11em infor111ath'o. (. . . ) Por el contra rio, para el génem i11JOrma1ivo anecdo1iwdo 110 l,ny tema t"7tbtí. ya que 11i11g1.1110 será trw1.rn 1itido bajo fas especies de lci causalidad hi.1·rórico11arrativa, sino que rodas serón trabajados y transformados por la aplicación i11cesame de la 111is111a herramienta (lo f1111ció11 anecdótica ) hastn generar ranta camidad de i11te17nr:1aciones i¡: u.a/mente pnsihles que la sig11(firnciút1 original del s11ceso q11ede compleramente ci/Jsorbida. En segundo lugw; l'Í f/lU't'O estilo ar!icula a su lecwr r.01110 .rnje1n i11terpreta11te y lo ob/ig{I a un 11.\"0 deter111irwdo de lo noticia: �� 203 ......� i .wcar coocf11sirmes de cada 11110 de los cortocircuiros ellfre lo llistríric:o y lo i11cidemal. p11clie11do i11ren:0111hiar además los 1•0/orf'.I' re.1pcctl\•os de es/0.1 dos piemos ". lnd<.irL J . C. "Mecanismos ideológicos en la t:0111 un icaciün de masas: l a anécdota en el género i 11furmal ivo". Buenos Ai res, le11g1wjes, aiio 1 , Nº 4; l 974. "Si se me prcgu11ta por q11f' lwhlo olwro, (. . . ) diré cm1 lodo ltm1radez: lze aprendido la lección . (. . . ) D11ra111e w1rios mese.\" he presenciado el silencio vof1111torio de wda la 'pre11.1·a seria ' e11 1or110 a esw excecra/Jle 111ata11z.a, y he se11rido l'l'J'.!!iieuz.a. (. .. ) sucede q11e creo, co,, roda ingenuidad y firmeza. en el derecho de c11cllquier ciudadano a divulgur la \'erdnd que conoce, ¡wr peligr o.1·l1 que sea. r creo en esfe libm. e11 sus efectos. Espem que 110 se me critique el creer en 1111 libro -a1111q11L' sea escrito por mí- cuc111do .1·011 tantos 111ás los l/tW creen e11 fa.1· mermlletns. " Walsh. R. "Prrílngo para la ediciri11 en lihm·· c11: Operación Masacre. l" edición. Buenos Aires: 1957. 204 C::l reacomodamiento de los medios informativos p"or el cual el diario ya no tiene la responsabilidad de dar a conocer los hechos -la radio y la televisión se encar­ gan de esa tarea- y pasa a ciar preeminencia a la cróni­ ca tipo '' nuevo periodismo", con i ncruslacioncs de opi­ nión y recursos propios ele la literatura, y a desarrollar el trabajo de investigación: el tiempo de la lectura -y de la relectura- ofrece, en fi n, ciertas ventajas ... s i no la suya propia y, por l o tanto, colocará su firma en t!rnlo "formador de opin ión " . l TV.7. El nuevo periodismo en su versión de los 'SO En los años ochenta, al cambio de l as relaci ones entre los medios informativos se suma la expnn.\·irJn de las nuevas tecnologías informáticas y de telec o­ municac iones�2 . El creciente papel de las agencias nacionales y extranjeras como fue ntes de la i nforma­ ción permite reducir el personal de corresponsales y reporteros, y, a la vez, ampliar la cobertura del acon­ tecimiento cotidi ano. Este marco redefine fu ndamen­ talmente el papel del periodismo gráfico orien tándo­ lo hacia el periodismo especializado y de opinión y agudizando la hi bridez genérica. En este sentido pue­ den leerse desde los variados suplementos especiales que ocu pan las áreas antes cu biertas sólo por las re­ vistas hasta c iertos usos de la fotografía de prensa con la intención de expresar una opinión. En sínte ­ sis: el periodista que trabaja para u n diario puede li­ mitarse a "recuperar" o diagramar textos que le son ajenos (pues estuvo lejos del mundo de los hec hos y se encuentra frente a una pantalla de computadora) o puede pasar a form ar parte del grupo de col u m n i stas, comentaristas e i n vesti gadores que trab�tjan ya no tan­ to como periodistas sino más bien como especialis­ tas. De este modo, no expresará la "opinión común" ii Schmuclcr. H . y Te1Tcro. P. "�I incicno destino de la prensa in l"or­ mativa". en: Ri vera. J. y Romnno E. ((:omrs). Cfo11t:.1· def 11<•riodi.rn1n m��e11ti1w oc11wl. Buenos A i res. Tar�o: 1 987. El diario q ue mejor ejempl i fi c a las notas que de­ fi nimos para l a prensa escrita de los ochenta es , sin duda. Página/12. Surgido en 1 987 , en la etapa de mayor concentración de la prensa diaria, fuera del circu ito de la distribución de papel regido por Pa­ pel Prensa y en medio del apogeo de los oligopol ios de la i n formac ión, este diario. en lugar de negar como La Opinión los efectos de la indu stria c ultu ra l audiovisu al. se hace cargo de el los. Así, aparecen en forma de titu lares enunciados propios del cinc, de-la te levisión, de la música popular, etc . y la foto­ grafía presenta analogías con la tapa de u na revista o con la pantall a de un televisor�� . La ubicación del chiste en la portada implica considerar también la i mportancia de l os géneros de la cultura mas iva y, de la mano de Ja fotografía en combi nación con el t i tu lar de tapa, de expresar opinión/interpretación. S e pod ría agregar aquí que otra de las contami­ naciones que se reg istran en esta fase es aquella que ofrece u n estilo superador de la antigua dicotomía .. amarillismo/bl anquismo'· . Página/1 2. por ejemplo. se propone "golpear" como lo hace la prensa amari­ l la, pe ro " pegando" desde otro ángulo: el impacto se p roduce no tanto por el hecho de elevar a la noto­ ri edad a lu perso na común -recurso típ ico del lla­ mado sensac ional ismo- como por poner en el lugar de la persona comú n o del "personaje" (li terario. ci­ nematogrüfico. etc . ) a la persona pública (el funcio­ nario sonándose la nariz o pein ándose); esto nos conduce a u n cruce entre la farándu la, propia de l anrnrillismo, y la política, El cuerpo de los titul ares y la prefere ncia por el título principal único y des­ plegado tamb ién n os remiten al estilo de Jos diarios popu lares. " Mangone. Carlos. "Los diarios uno por uno". Buenos Aires. falicio­ m:s Ctirs¡1s Univcr5i lurios: 1 99 1 . ----- "Los políticos. entregándose del todo al llamado de la selva audiovisual. re111111ciw1 a oquello que lo,� consriruyrí como polítir:os: ser expresión de una 1·ulw1tod más amplia qm' la pmpfo y, al mismo tiempo, trabajar en la formación de esa volw1tad. Preci.rnmc111c porque e11 la política hoy poco de inmediato y mucho de co11strncció11 y de imagi11acirí11, 1mede decirse que es la ¡mlí1ica la que debe hacer i·üibles los pmblemas. la que debe arrancar los co,¡flictns de .rn cla1.ts11ra para mostrarlos e11 wta esce11u pública donde se definan y e11c11emren su resol11ciri11. Ahora bie11, si los cm¡flicws 110 son presentados por la polí1ú·c1, los medios ro11u111 SIi lugar selialando otms caminos prepolíticns o a111ipalíricos para resolverlos. ln política tiene 1111 momc11w de diognóstico y 1111 momento fuer/e de prodtl(:fividad. En ambos momentos la rclacirí11 de los políticos y los ciudadanos necesito hoy de las medios como esce11a rio, pem 1w necesita i11eviwhll·111e/lfe de los a11i111adores 111c1ssmedidticos como mentores. Si algwws c:11estiones que sm1 i111porra111es para amplias mayorías .1·e co11 vierre11 en objero solame11te nws.1·11l(�diático. el serttido de la política y de los 9 205 polirico.\ nn oprrrecerá cFidl'nre pam nadie". Sarlo. f3. "El sueno ir1stH1rnc" c11: Escenas de /(1 l'ic/a pos111odemo. /11rclect11ales, llrte y 1·idcoc11lt11m e11 la �1ge11• tino. ílucnos Aires. Ariel, 1994. - La aparición del matutino Pág illa/12 incide sobre la titulación. la compaginación, la fotografía y el de­ sarrollo del trabajo de investigación de los otros gran­ des diarios, inclusive de aquellos de corte traclicio­ na!mente serio como La Nación. Hemos contextualizado y descripto. entonces, los tres estilos que dominan nuestra prensa gráfica actual: el 'blanco, el amarillo y el nuevo periodismo. Como �stc tipo de caracterización ha dado pOr ·supuesta la infor­ mación desan·ollada en los cai,ítulos anteriores, preferi­ mos dejar las actividades para_ el docente -necesaria­ mente complejas- para las Propuestas de trabajo. " CAPÍTULO V ' -•· ,".'!.- ' V. LA POLIFONÍA EN LA CRÓNICA ·,'a i;¡:l 207 Entendida la poiifohía cot;t10 la presencia de varias voces �n Lin texto o enunciado, ahálice­ rnos los casos más comunes en la crónica�•- V. l. El discurso referido ' ' '' j' ,, Ya hemos tratado en otro lugar de este traba­ jó (página 70 y ss.) que en la crónica se plan­ téün como· anfagóhicas dos tipos de investiga­ ción: br policiál, que es fática, y la.periodística, que es discursi\ra\ herrtÜs visto t�fnbién que este antagonismo' se expresa, en frécuentes referen- .. cias a q�ue "la policía 0·1_0s _voceros óficialés no saben o fingen rio saber''. La prensa, coacciona­ da inst.ituciohal-mente, no tiene más reri1edio qi.Ie desplegar su investigación e_n el terreno discurs(ivo; en ese terreno, por lo tanto, ubica_rá · la "verdad". La "verdad\ tal como aparece·en las crónicas, surge de la lógica y de la actuali­ dad del relato. En relación con esta cuestión surgen en la cró­ nica dos grandes clases de discUrsos referidos o discursos incorporados dentro del discurso na­ rrativo qllc constituyé Cada- crónica:. J. Lós perte"1iecientes a .los entrevistados (parti­ cipantes, tcstigoS: personalidádes, etc'.), es decir, los quc.c_orresponden a la-investigación que lleva¡¡ cabo el periodista. 2. Los pertenecientes a informantes oficiales ("voceros oficiales", "fuentes policiales", etc.), es decir, a los que conocen los hechos a partir de esa investigación fática -que en Ja crónica aparece discursivizada. Los diarios populares son los que presentan Pmn unn dcfinicióh más amplia de los fcnómc11os polifó11kos. vcrel Apéndkc. r¡,;-i 209 mayor cantidad de declaraciones de testigos, in­ clusive de personas relacionadas muy indirectamente con los hechos. Estas declaraciones, en tanto avalan la veracidad del relato, adquieren pnicticamente el estatuto de "aporte autorizado" en la determinación de la verdad discursiva: � En el ejemplo, la confrontación entre la ac­ tuación policial y la periodística se encuentra implícita: el diario acude, se ocupa y pone en boca de los vecinos entrevistados la crítica a la ley y a la falta de protección. La "verdad" surge, búsicamente, de la organización que da el medio a los testimonios de los entrevista­ dos. La llamada prensa seria, en cambio, privile­ gia la voz de los organismos oficiales y de las personas responsables de .la "actualidad". No debemos olvidar que ninguna de las for­ mas del discurso referido (directo, indirecto o narrntivizado) deja ele implicar un recorte y una selección de lo que dijo el otro y que esto con1 leva una marca ideológica. Esto es fácilmente comprobable cuando por ejemplo se comparan los discursos referidos en dos crónicas políticas en torno de un mismo hecho. La crónica es espacio de cruce, confrontación de discursos que expresan los conflictos socia9211 les y a los que el cronista da una organización lógica. 212 r,;:J �213 Note cómo. tal como se ha expuesto más arri­ ba, a partir de las transformaciones operadas en el seno de los géneros periodísticos informativos, los discursos referidos clan preeminencia al opinante por sobre el informante sin que por ello el relato pierda el efecto de información. Observe además la imposibilidad de determinar con exactitud si las acciones -verbales, físicas o intelectuales-adjudi­ cadas a los participantes ("Fue impiacable en el interrogatorio a Monzón, cosa que desde la acusa214 �,::i � 215 ción se vio como rigor y desde la defensa como prejuicio", "él está convencido de que. en lo fun­ damental...". "Ahora tiene en el futuro una cáte­ dra ... ") se basan en declaraciones de dichos parti­ cipantes que el periodista ha narrativizado libre­ mente o si consisten en meros juicios. La crónica genera este efecto a partir del emborronamiento de aquellas acciones verbales presuntamente narrativizadas con otras presentadas en forma de discursos referidos ("y no deja de pensar en lo que le dijo su hijo cuando salió del penal de Sierra Chica: "Ojo. viejo... ": "y medita un libro "sobre todo lo que no salió a luz en este juicio"). Los ejemplos de contaminación de voces a partir de las diferentes maneras de incorporar los discursos de los otros son,·en la crónica pre­ sentada arriba, muchos más de los que hemos señalado. Relea el apar­ tado referido a las particularidades del nuevo periodismo y analice, en ese sentido, otros cásos de contaminación. V. 2. La ironía La ironía -recordará usted- es el fenómeno por el cual un hablante puede hacer dos afirmaciones. a la vez, una de ellas literal y la otra, la que se entiende como verdadera, .sobreentcndida;4• Se da con poca frecuencia en la mayoría de las crónicas analizadas. Suele aparecer en los títulos de Página/] 2 y, en se­ gundo lugar, de algunas secciones de Clarín y apunta a crear una complicidad con el lector en relación al enunciado sobreentendido. Estos titulares, en Jugar de cumplir la función tra­ dicional de sintetizar la información desarrollada en 1-1 . 216�;:i Para unn dctit1idü11 rmís completa de los fenómenos polifónico� re­ mitimos al Apéndice. el cuerpo de la crónica, editorializan en la medida que expresan la opinión/interpretación del medio en torno del suceso en cuestión; el editorialismo polí­ tico a partir del humor irónico es una de las cons­ tantes del nuevo periodismo. Hay que observar además que, tal como se vio en otros ejemplos anteriores, en Página/12 e.s frecuente encontrar ironías que no se establecen sólo a nivel lingüístico sino que surgen de la relación de complementaricdad entre el texto verbal y el texto fotográfico. Pida a sus alumnos que busquen crónicas políticas que presenten l1umor irónico. Aproveche el tema para plantear que el reconocimiento de la ironía depende de ciertos conocimientos acerca del mundo. Traba­ je también la diferencia entre la ironía puramente lingüística y la que se establece a partir de la relación entre el texto verbal y la imagen. V.3. La ruptura de la isotopía estilística Como usted recordará, entendemos por ruptura de la i.rntopía estilística la irrupción de un desvío res­ pecto del estilo base que se venía empleando en el texto, desvío determinado, en gran parte. por el gé­ nero discursivo. Con respecto a la crónica periodísti­ ca nos referiremos a dos modos típicos de romper la r;;,:l 217 isotopía estilística': Pcígina/12 suele desviar estilísticamente el reJato periodístico hacia otros gé­ neros discursivos (lo que también produce intertextualidad) e incluye con frecuencia vocablos propios de la comunicación o·ral cotidiana. recurso también generalizado en Crónica. . el_ primer ,caso la isotop'ía estilística se rompe en el título a pat1ir de la inclusión de ténninos propios de la comunicación oral informal con connotaciones hu­ morísticas que surgen.pde la personificación del ani­ mal. La personificación persiste a lo largo de todo el relato y éste se acerca al relato literario. más especí­ ficament� a ese tipo de relato carcelario cargado de figuras·trágicas estereotipadas ("ilusión de libertad", "destino seguro", "e,llpleó,todaS sus fuerzas", "ga­ nar las calles"); en esto esta crónica rompe con el estilo general de las crónicas periodísticas. En el segundo ejemplo, -la inupción del género del _"llamado: o "convocatoria", iambién crea un efec­ to h_umorístico y rompe con la isotopí.¡. estilística. " En los titulares de Crónica es muy común la irrupción de vocalos pro­ pios de la comunicación informaLPida a sus alumnos que busquen .unos cuantos ejemplos y aproveche el téma para plantear un debate acerca de la validez de la "neutralidad" léxica del discurso periodístico informa­ tivo. ·, V. 4. La intertextualidad -� ·', í l ¡ .Los ejemplos anteriores pueden resultar útilc:­ para el trabajo en el aula en tanto, además del fenó­ meno de la ruptura de la isotopía estilística, permi­ ten introducir e! concepto de intertextualidad. En 21 8 r,;::i I�· ' . ;;. Pa1tiendo de la consideración de la inte_ttextualidad como incorporación de otros textos en un texto y cen­ trándonos en las caracterfstica,;; dadas hasta ahora para · 1a crónica periodística, observamos que los anteceden­ tes -inlerte-�tos- del relato basado en acontecimientos considerados reales se remontan a las J�teratums griega y latina: las hiStorias narradas y Jas ci-ónicas de viajes de Herodoto, Jcnofonte, Polibio, Julio César y Tito Livio operan como modelos de gran peso durante siglos35 _ Pero la crónica espeéíficamente periodística lam.1.< Fnrd. A. "Lilcnllura. crónica, periodismo". Bueno!\ Aircs.Ccnlro &li­ tor de Ar!1éricn Latina. Cu11í1u/o Univerfül, litemll/ra Co111emporá11ea: 11"3'.J. �219 1' bién tiene su historia orgánica. Las noticia,;; manuscri­ tas, a mediados del siglo XVI, y las hojas impresas más hacia fines de siglo, cuando la imprenta se había desaITollado lo suficiente-responden a la necesidad de infonnación poi ítico-económica de la creciente burgue­ sía comercial y al interés por el acontecimiento extraor­ dinario que rompe la rutina de los sectores populmes. En el siglo XVU aparecen las gacetas, periódicos semanales, y en el siglo XVIII, los diarios. El diario es vehículo de las obras de ficción (alegorías, anéc­ dotas, narraciones fantásticas, de amor y de intriga) y afianza las bases del relato breve que definirá Poe cien años después. Los límites que impone la censu­ ra, por otra parte, hacen que muchas veces la crónica se apoye en recursos fuertemente literarios. El Gentleman's Magazine, por ejemplo, inspirado en Swifl, difunde las sesiones secretas del senado inglés en la sección "El Senado de Liliput". A mediados del siglo XIX, por la misma época en que Bennct, el gran empresario de prensa norte­ americano, sienta en el New York 1-/erald las pautas que culmin arán en la prensa sensacio nalista de Hearst y Pulitzer, el escritor Edgar Allan Poc publi­ ca una serie de artículos que señalan el peso de las transformaciones socia les y económicas (indus­ trialización, urbanización, nuevas formas de vida y nuevos públicos, usos del tiempo libre, comercial.i­ zación de los bienes culturales, etc.) sobre la cu.ltu­ ra. Poe piensa en un público semejante al que con­ cib·e el periodismo y se plantea formas de atrapar al lector, de adecuarse a las interrupciones que la vida del trabajo impone a la lectura a partir de la breve­ dad, etc. "Si la primera frase no tiende ya a la producción de cierto efecto, quiere decir que ha fracasado en el primer paso. No debería haber una sola palabr a en toda la composición cuya tendencia, directa o indi­ rectamente, no se aplicara al designio preestablecido" 220 �:-::, J 1 ·1'!-• ' - decía Poe respecto <le! cuento:16• Y es f.ícil relacionar estas ideas y el papel que Poe jugó en el desarrollo de la literatura policial y de terror con lo que estaba bus­ cando al mismo tiempo la prensa sensacionalista. En general. hasta mediados del siglo XX, las cró­ nicas dicen perseguir el objetivo de informar dejan­ do que el público forme su propia opinión. Es el momento de apogeo de las técnicas que definimos como "efectos de objetividad". Se elaboran modelos de vocabulario y te1;1áticas (lo que antes hemüs ca­ racterizado como campos semánticos estereotipados) y modelos para la estructuración de las cr6nicas tales como el de la ''pirámide invertida" (la información va de lo más importan le a lo accesorio, de modo que pueda acortarse sin quitar lo esencial) o el de la ''es­ tructura cerrada" (en términos de Barthes). Si bien esos modelos que por lo estereotípico se alejan de la literatura siguen vigentes en la actualidad (los hemos detectado y descripto suficientemente), las nuevas relaciones que se establecen, a partir de los año$ se­ senta, con la literatura que toma del realismo sus materiales inciden en la aparición de ese tipo de cró­ nica definido corno "nuevo periodismo" y de ese tipo de novela denominada de "no ficción". Si nos centrarnos más eSpccialmente ei1 los subti­ pos de la crónica, podremos reCoriocer en ellos algu­ nos intcrtcxtos específicos. Las crónicus deponivas, por c)emplcf, se presentan. muchas veces. a modo de los relatos radiales de "transmisión en directo". El relato. en estos casm:. se carga de epítetos, calificati­ vos, deícticos. disgrcsiones y largas enumeraciones que reproducen por escrito el "horror al vacío" que p<.1.recc padecer el relator oral. "' En Lojilos�{ía <le la ,·m11110sición (Buenos /\ir�:;;. Eme.ce! 194.dj. Poc no si�lo propone. um1 teoría del 10110 y del 1:f.�cro. Tal comn lo ha s6rnladu Bnrp:s en �us ''Conl'crc11ci,1s de Bdgrnno". Poe inaugura "la litl·rnlur:1 como hcd10 d:: la mc1111.� y m1 del e:;;píritu". E11 este sentido. diclia obra L'Oltst11uyc un mt)dcln funtbcion;il ;.1cerca Ucl pro­ ceso de crcaeiún. de l..1 (:<.>mposici{m. de "la:; v:1ci!ncirmcs" del pcn­ s:unicnto y el �igor del 1rab:Jjl1 literario. (�221 _· __J . Otras veces se acercan a la epopeya y vol vemos a encontrarnos con intertextos "clásicos": la competición será planteada en términos de "contienda" o "lucha": los competidores como "enemigos"; unos represeqtan a los "héroes victoriosos" y los otros a los "derrota­ dos". Los héroes depot1ivos viven la competición de un modo romántico: "se les derrumban los sueños", "agonizan sus esperanzas" y "palpitan sus corazones". Del mismo modo que en la epopeya, el relato parte de . una situación inicial de estabilidad, atraviesa por una serie de peripecias -que implican desequilibrios y si­ tuaciones de riesgo- hasta alcanzar un nuevo equili­ brio que implica un cambio respecto del inicial. En las cróni cas deportivas, no siempre gana "el mejor": también pueden aparecer la Fortuna, el Des­ tino o "la mano de Dios" rigiendo los resultados. �:t:��/�'ff-�li.�•0r::•�tr,'::"�� Cz\t%:il�• LO.p¾�,. o:t,;dekjJibe9,. c.,i"f . . i,5;,oQ.·�J'""-_Olfafó:,g"óle'�,;l. i»t,+i-;:! : .. ,:-;,1!,f �:�, 1.-.,,,..�\, ,-· · t'.. �,, ..:,. r-n 1.:t,. � " ,1� ..g.,·:,é:1:"'::,q·:'1. '�tn_ . , E.l <exp·Jostvo�·zurda'.Zd1..C:leC:JauuidTiópe:z;:.:éa'Sí:t:irffü ..h,- I ! Si..(áfyÍie�'t��t·r J;:;�{;i;fW;tt�i.i�ittlt�{ffl1�\i.i�Í�htG�te/ ·t h)1�t�:.a_i'fátA rt'ib�a�t1�i'á:'.-iiqt1e'rdt'?d61\i•i1"difÍü�ó\S6ci¿}6ij1 /i'ritfa\ídt;- 1ti·1�d�8tdn�:�ü1.<r�·2h1<¡1;ti"'ril�1Wbi��:: �;E5íV:út1��:::1 ¡ :Af;t¡ ¿·¡���li�itth" s�tP�Qft � .. ·1:,·_";il\: .-. ' •' "c'.:ufi:fl'(,.:' �-•:�-:; ','' ''-' -'),t,ór,,,;l"'��:,s,¾,: ";,.}•>'�,'.t�l;'1'1'1W"l. ..: -"·t:-l· ' -tJ;d/.'ic/t��}ó��{R3¼it!�% _¡" f í . n;uri:c Ias1co,· . e•:·¡a;�:.i, . cerra· a. q,· en"re�"¡' . 1 d a:... � ¡ ,te ¡ 01:i.,:,:Y,:�. .. ,;;:: ·,•·;i . :· ;'l;! (1/,h�·,,,,s�·"-''i""'' <,J.< ,1'1:0�-� ·\.¡r,"'<.tj(t,·;;,:,1.:�1'4¡,tJ·· ,¡' ,,;,,.¡;¡-;.,¿ 't �:r.WR��;,�;:!f��/-t?;.sL�t.�(:'.;! ·;{�P�t'f��?.,lf:%6f!���• .,,:_r�� ...trenJ_ené10 1:1mpa.c to.\::,en el::momento�1. cteal2aOe•rnás�::f . á�'Jiélfht;.. ',-m�-;:.:;¡,_¡�,,J!.i�áBb;Y,{fitfd�iif[ ;s��. - 'Í.iliñ, ,,.�t}mh\tifil'.'flt�tf?.�;t•,:•;;'>'"if•·,\ �· .· -�•'.h-ls�' -�t"' ...,-.;.. /4 ► J .:.•�:,t�-{;,s:'.-'t:•;;�,'t' .-t,•·,•i.:,r'á;c(. r· '"td_e· c u.�.fltas.',�;;rn��'· ��ki'J�>u� ·"t•�.i.-.i."f·II/�;;--,;.;. ·'iz°1;f,:.�'. .'. ·. �-�:�.:r� �: f¡\i.�1/'. ... . :1'?·I· r"· "'._:',;l,1r·r.< ""'': . ;.;�::f . . . . . ::y�, . . ;<," •,;4"'tn1;·,•fri;p�·,;,¡¾'\.�. . · ,. ·.1?:4':.:., t.� t 1 . :f -� p ?l•¿�,1·_·g :9:i?; ,��f , ���-/� � �,� ;� J.�" i �;lx.·ª ·�:��ii�.l·l ¡w,� H :>-�r . . . ce. eI::; . .. e_ntr;!l�fQ_ !.t s19�1 . . · · ri;.�.n.tgs . . . . d. ea,. · b:a· las . . .. de_t.9:.c:l_. . esd�:aqt_1_ . d�-�Q. · . . .d fiH�tdif�n!.� ·1 .J;.; r�?./:. �. ., :¡� Ya nos hemos referido en otro lugar a los inlertextos que remiten al mundo de la cultura audiovisual instaurados a partir del nacimiento de Páginn/12 y hoy extendidos a otros medios gráficos: títulos de películas y series televisivas, canciones, giros y refranes populares, sirven, en general, a los fines de expresar una opinión en el marco de lacró­ nica. Y también hablamos de los cruces existentes en esta nueva prensa con el llamado "sensacionalismo": el cuerpo de las letras en los titulares, la preferencia por el titular único desplegado. la apuesta a los con­ trastes y al "choque" son sólo algunos ejemplos. ó';{efi�1:· . �1�füfi�t\�,i;�.9 J?:?t�n\�pµe�1 !c �\ú�'Jif6,;cfevFü�i_tJ,:r�1·1_áiP ó,(!i'O�\�_¡�:�¡·_�ff-tfe<: �l�f�Wriip·1.t;� (:tt�t�q;��f}tii{:t°Jt1����t1tJ�iii\�filfJ{iJ{iiJ �dere.c_ha:-_codó. Z_acéan_ti. :yiahí-'e,'n()ezó:"O(fa ;HiS_tóri.i •� !i;C'.f· hf'~;, ,'•�',\;t,�;._ c,i . ., i·•-'·:,,, .. ,� ,�;;,,�· ;;·,·•,.. �;'/_'•.,'<'..><'',:\:'' ��* ·:�ó.<·:: 'f,C\- · '. "';,·:, º':'i\s'f '. t�fr;;1l�;¡i;r,1w1%,���(�f1,�;f�lg{ft1d�i�i}:tB�t� i�.bffiPJa_,�;n·te_·�d:i"r¡it:r;_t_�:•(A1 itgt;i':',)Fi�_it�_�{fg��,f�_cit::,_,ci.-; �f!}t�r.�!3:� o.,. ri;!,l_,1�ad_?/l_�1A. rr_qr�.c.,a�! vaya-·1s_).,-'l_o-,pi_?·�e�_1<��-) ��}tÉ,§1{t1ien'Z�.fcJitC01.}ieritri1:·¡g,rr.1;5p���-i� é'difb)i.ti1 lri�·-� tt¼�&;;L:... . .ft,;�;-"�}i:�.·;..;,.__ . ·:f-}.'.::.-;�:..J{f�,:;,-�,j . �?f:::\th#�:,,-/.: i ,i 222,;;:i 1� ' i,, ,' . "' ií!;J 223 Walter Benjamín, por su parte, plantea re laciones entre la literatura policial, la crónica periodística y la conformación del imaginario burgués a partir de las nuevas experiencias urbanas que sobrevienen con el capitalismo industrial : En cuanto a la crónica policial, es interesante ob­ servar la relación que plantea MicheJ Foucault entre una serie de géneros vigentes en el siglo XVIII, que culminan en la li teratura y la crónica periodística, y el desarrollo de u n sistema global de control social: La existencia del género "últimas palabras del condenado" es en s{misma sig­ nificativa. la justicia necesitaba que st1 víctima autenticara en cierto modo el su­ plicio que sufría. Se le pedía al crimi11al que consagrara por sí mismo su propio castigo proclamando ia perfidia de sus crímenes (... ) la jnsticia necesitaba estos apócrifos para fundamemarse en verdad. Sus deci­ siones se hallaban, así. rodeadas de todas esas pruebas póstumas. Ocurría tamhiéll que se publicaran reiaros de crímenes y de vidas infames a títuio de propaganda( ... ) Pero el efecto, como el uso de esa literatura, era equívoco. El condenado se encomraha convertido en héroe por ia multiplicidad de susfechorías ampliamente difundidas y, a 11eces, la afirmación de su tardío arrepentimiento. Comra fa ley, contra los ricos, los poderosos, contra la recaudación de impuestos, sus agentes aparecían como protagonistas de un combate en el que cada cuai se reconocía fácilmente. Lns crímenes proclamados ampliaban hasta la epopeya unas luchas minúsctda,· que la sombra protegía cotidianamente. Si ei condenado se mostraha arrepe11tido, se ie veía purificado: moría como un santo. Pero su misma irreductibilidad constituía su grandeza: al no ceder e11 los suplicios, mostraba una fuerza que ning,;n poder lograba doblegar( ... ). El criminal de las "hojas sueltas", de las gacetillas, lleva con.sigo, bajo la moral aparente del ejemplo que no se debe segui,; toda una memoria de luchas y e11frentamie111os (... ) Si estos relatos pueden ser impresos y puestos en circulación es porque se espera de eifos· un efecto de control ideológico. Pero si so11 acogidos con tanta atención, si forman parte de las lecturas de base de las ciases populares, es porque en ellos no sólo encuentran recuerdos sino puntos de apoyo. De ahí que pronto los reformadores del sistema penal pidieran la supresión de las "hojas sueltas". De ahí que emre el puebio pro­ vocara Lllt interés tan vivo aquello que desempetiaha en cierto modo ei papel de la epopeya menor y cotidia11a de íos ilegalismos. De ahí que perdieran importancia a medida que se modificó iafunci611 del ilegalismo popular(... ). Y desaparecieron a medida que se desarrollaba una literatura del crimen completamente distiflfa: el crimen aparece glorificado pero porque es 111w de las bellas artes, (... ) obra de caracreres excepciouales, porque la perversidad es todavía un modo de ser privile­ giado(. .. ). Se ha pasado del enfrentamiento j,:<:ico con el poder a la lucha intelec­ tuai entre el criminal y el investigador. El homhre del pueblo es ahora demasiado sencillo para ser el protagonista de fas verdades sutiles. No hay ya ni g randes ejecuciones ni héroes populares; se es perverso pero inreligeme. En cuanto a los periódicos, reproducirán en sus gacetillas cotidianas la opaca monotonía sin epo­ peya de los delitos y sus castigos. ,:, "' Foucau lt. M. Vigilar y Casriga,: México, Siglo X X I , 1 987. 224 ,;¡::i Un gran futuro le estaba destinado a mediados del siglo XIX a la literatura que se atenía a los fados inquietantes y amenazadores de la vida urbana. Dicha íireratura renía que habérselas con la masa (.. ) pero poco le importaba detenni­ nar los tipos; más hien perseguía las fu11cio11es propias de la masa en la gran ciudad. Entre ellas toma aires de urgencia una que ya un informe policial desta­ caba e11 las postrimerías del siglo XIX: "Es casi imposible mantet1er un buen modo de vi,,i,- en una poblaci6n prietamenre masificada, donde cada cual es un desconocido para todos los demás y no necesita, por tanto, sonrojarse allfe na­ die ". Aquí la masa apa rece corno el asilo que protege al asocial de sus persegui­ dores (... ) Poefue el primero que intentó la narración cientifica, la cosmogonía moder­ na, la exposición de manifestaciones patológicas.(... ) El coflfenido social origi­ nario de las historias detectivescas es la difuminación de fas huellas de cada uno en fa multitud de la gran ciudad. Poe se dedica penetrantemente a este rema en "El -misterio de Marie Roget'', cuento que es el prototipo de la 1 aloración de informaciunes de periódico en orden al descubrimiento de cr{meries. El detective de Poe, el caballero Dupin, no trabaja sobre la base de inspeccioneS oculares si110 sobre los iqformes de fa prensa diaria*. 1 ·� En su análisis sobre el caso Giubileo, Daniel Link propone la existencia de otros intcrtcxtos en la cróni­ . ca policial: Ha habido períodos en que las "vidas infames " eran objeto de pequeiios rela­ tos, microhistorias que trataban de explicar algun desarreglo de conducta, un desajtlero de fa conciencia o un vago delito contra la propiedad. los efectos de esas "1•idas" so,i probablemente similares a las "vidas de samos": narran una per.rnna[idad a partir del "ser". Expresamellfe, el santo y el iufame, son lo que son y por eso ies pasa lo que Les pasa. El ser determina íos acontecimientos de su vida. Y del ser no se escapa. /11versame11tc, el caso policial, pone en discurso una vida vulgar. como las vidas protocolares de los documentos, pero sometida a un desarreglo. Nada hay en el orden del ser que justifique el registro diferenciado de esa vida. salvo el aco11recimie11to esrremecedor de su muerte o desaparición. Si .algo i11terroga el J * lknj:imin, W. "Poesía y Capitalismo". En : l/umi11acim1t:s 11. Matlritl, Taurus, 1 9 80. !íi=l 225 En su forma más pura, estas dos historias no tienen ningún p1111to en común ..) La primera historia, la del crimen, ha terminado antes de que comience la segu11cla. Pero ¿ qué ocurre en la segunda ? Poca cosa. Los personajes de esta segunda historia, la historia de la investigación, 110 ar:t1íw1: aprenden. Nada puede ocurrirles: una regla del género postufo la inmu­ nidad del detective (... ) Se examina indicio tras indicio, pista tras pisra (. . . ) La historia de la investigación goza, pues, Je un status muy particular (. . . ). Consiste en realidad, en explicar cómo puede cumplirse el relato mismo, cómo es escriro el libro mismo(. .. ) La primera historia, la del crimen, cuenta fo que ejeL·tivamen­ re ocurrió, e11 tanto que la segunda explica cómo el lector o el narrador toman crmoci111iento de los hechos *. caso policial es, precisamente. las modalidades del ser, el sentido de la vida. Frente al registro sin sentido de la b11mcrw:ia.fre11re a las extraordinarias vidas infc1111es o santas, el caso policial pregimra qué es la vida de un l,ombrc parn llevarlo al crimen (como víctima o como victimario) y qué desarreglos se han producido en su destino para sacarlo de un lugar y ponerlo en otro *. Si es verdad que la "opinión pública" instaura una esfera de mediaciones en la que la prensa juega un papel central, habría que correlacionar las operacio­ nes discu rsivas sobre "la vida" organizadas alrede­ dor del "caso" con un contexto de alta masificación cultural. Todo lo que escapa a los patrones de la cul­ tura de masas, y, por lo tanto, de la esfera pública, resulta escandaloso y pone en crisis lo que la socie­ dad cree saber sobre sí. Por lo tan to, es lógico que en la crónica policial aparezcan aquellos géneros que intentan dar cuenta del por qué de la vida. 1 Es el crimen, precisamente, lo que parece poner en crisis lo que "se sabe " del sentido de la vida y lo que se sabe de la vida en particular del caso que se cuenta: es por eso que el caso policial 110 es un género discursivo cuyos antecedentes haya que buscar exciusivamellfe en la novela o el cuento policial, sino también en Los géneros de vida como la biografía, la oración fúnebre, la hagiografía. el diario, las vidas infames y elfolletín periodísrico ""*. En "Tipología de la novela pol icial ", T. Todorov describe dos especies del género policial literario: l a novela policial clásica -cuyo apogeo ubica entre las dos guerras- y la novela policial negra, que comien­ za a desarrollarse en los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial . Presentarnos las caracte­ rísticas distintivas de cada u no puesto que en la cró­ nica suelen aparecer algunos de sus rasgos. El policial clásico o "de enigma" , dice Todorov, no contiene una historia sino dos: la historia del cri­ men y la historia de la investigación: Ef Juego de los C,wws. Lci litermum policial: de Poe ol caso Giubileu. Buenos A i res. La M arca; 1 992. • Link. D. ** Link. D. Ov Cir. 226 !;;'f,J l. La historia del crimen , por lo tanto, puede asimi­ larse al concepto de " historia" y la de la investiga­ ción, a la noción de "relato", tal como los hemos con­ siderado en el punto El marco del relato y su rela­ ción con la historia. En la "histori a" que efectiva­ mente ocu rrió -afi rma Todorov- "no hay invers ión en el tiempo, las acc iones siguen su orden n atu ral "; en el relato que se hace de ella, por el contrario, "el narrador puede presentarnos los resul tados antes que las causas, el fin antes que el principio". La novela policial c lásica lleva al extremo el orden anacrónico del relato: la historia del crimen está ausente; la his­ toria de l a in vestigación instituye una inversión tem­ poral para servir de mediadora entre el lecto.r y la primera historia; es un relato que se construye d�sde los efectos hacia las causas. La novela negra, la segunda de las especies que define Todorov, suprime la primer historia -la del cri­ men- y da existencia a la segu nda. Se desarrolla cronológicamente y el relato coincide con la acción, va de l as causas a los efectos. Ya no se trata de des­ pertar la "curiosidad " del lector a p arti r de u n en igma sino de atraer su atención a partir del "suspenso" (no sabemos si el narrador detective llegará vivo al final de la historia: todo es pos ible en la novela negra). Todon1v. T. "Tipología de la novela policiul". Fm,.sto //f. Bucnns Aires: mai-.w-abril de 1 974. . ', �i::1 227 excesiva y lleva a cometer "aberrantes excesos". La pasión o la ambición en exceso. En este sentido, la teoría de la verdad del caso policial es presentada muchas veces en términos psicológicos J7 : Las dos especies de novela policial caracterizadas pueden encontrarse funcionando como intertextos de la crónica periodística. Ya hemos visto que tanto los "enigmas" y las anacronías como los relatos lineales son posibles en el relato de prensa. La diferencia más fue1te se encuentra en el hecho de que, en la literatu­ ra, la resolución del caso se centra en el descubri­ miento del asesino y, en la prensa, en la "ilumina­ ción" de sus causas: El retraso causal no exaspera el crimen sino que Lo deshace: un crimen sin causa se olvida porque en realidad su relación fundamental se atenúa*. Causas aberrantes, causas asombrosas: ésta es, fundamentalmente, la esencia del relato periodístico. Pero la crónica no sólo posibilita la participación de géneros que se vinculan con el imaginario popular sobre el crimen como la novela y el folletín. El infor­ me judicial, las entrevistas, los careos, las denuncias, las confrontaciones de testimonios también están pre­ sentes y contribuyen a conformar esa idea de la ver­ dad como algo que surge del discurso a la que nos referíamos más arriba: [ E11 el discursojurídico] el principio de escritura borra al sujeto. Todas las ges­ tirmes son escritas, hurocráricas. No hay nada má.'i extraiio que un escrito. f... / EJec­ tivwnente, en Occidente, instituir es escribir. En las instituciones, la verdad está Í./1s­ tituidu por un rexto, La ve,dad tal como está dicha en el texto. La historia j11rídica aparece así como un encadenamiento de textos de ve,dades. El mundo jurídico, 1m mtmdo de 1narai,fllas**: Como recordará, hemos plantead() varias veces que el crimen, en los casos policiales, siempre es contado a partir del eje de la pasión, como producto de un desorden del espíritu. La pasión, en la crónica, es " Barthcs, Roland, "la estructura del suceso" en: Op. Cit. ,i,,11 Kozicki. Enrique. "Discurso jurídico y discurso psicoanalílico. El derecho como texto sin sujeto". En: AAVV. El disrnr.w jurfrlico. Perspectiva psicocmolí1ica y o/lvs abordajes t:pi.w�mofógico.t. Buenos Aires. Hachctte; 1982 228 �;::, :, Quede este comentario de Crónica como cierre del apartado: metadiscurso que parece hacerse car­ go de sus fuentes. de su incidencia sobre otros dis­ cursos. de la valoración de lo mediático por sobre lo literario y que, a la vez, pretende mostrar como siempre "distinto" lo que permanece igual a sí mis­ mo. Salvo por aquellas notas de horror que deben ir creciendo si se quiere mantener vivo el clisé ... "Todo es cultura -diní Barthes-, desde el vestido al libro, desde los alimentos a 1a imagen, y la cultura está en todas partes, de punta a punta de la escala social. De­ cididamente, esta cultura resulta ser un objeto bas­ ta1ilc paradójico: sin entornos. sin término opositivo, sin resto. Quizá podemos añadir también: sin histo­ ria, o al menos sin ruptura, sometida a una incan­ sable repetición"*. 1 ' Pma una interpretación científica del caso policial en ténninos psicoanalíticos. consulte Lacan. J. "Seminnrio sobre In carta roba­ da". En: Escrito.1· 11. México. Siglo XXI; 1975. Bnnhes. R. "Ln paz cultural" en El susurm del lenguaje. Barcelona. Paidtis: l 9R7. (La hastatardilla es nuestra). �:::'l 229 COMENTARIO FINAL DEL CAPÍTULO ·:'f t.·..'J\ !. !I , ,. :;,. ', _,,, -� J a,;. , 11 _;_ .! '.i: 230(;:-l A lo largo de este capítulo consideramos a la crónica periodística como un tipo específico de discurso. Hemos planteado sus vinculaciones con los otros tipos de textos periodíslicos info1mati vos y con otros tipos de relatos para luego clarific,u- sus propiedades genéricas distintivas. Cier­ tamente, no hemos ni caracterizado ni ejemplificado en forma exhaustiva todo el conjunto de los mecanismos de la puesta en discurso de las crónicas: cada vez más clara­ mente, el análisis de los textos se va abriendo al aporte de otras disciplinas sociales. Una explicación completa del discurso periodístico requeriría, por consiguiente, tanto de una descripción de las estructurdS textuales -lingüísti­ cas y no lingüísticas- como de los procesos de produc­ ción y recepción en situaciones comunicativas concretas y contextos socioculturales particulares. Sólo esperamos, entonces, haber demostrado la nece­ sidad de tener en cuenta diversos planos de análisis, soli­ darios e inte�·dependientcs. Todos ellos contribuyen a ha­ cer del texto periodístico una re-presentación del suceso, que lleva las marcas del locutor -el medio infonnativo y el cronista- y de su visión del mundo, así como de su concepción del receptor. Con esto quisimos mostrar que es imposible aislar en un texto periodístico una zona de objetividad pura. En el otro extremo de la cadena informativa. la descodi ficación que hace el receptor constituye de la mis­ ma manera un proceso subjetivo -social e individual a la Vez- de reconstmcción del acontecimiento, a partir del texto en primer lugar, pero también a partir de la idea que el receptor tiene con respecto al suceso y al mundo y de las inlcnciones que atribuya al emisor. La lectura es tam­ bién una re-presentación: no es más objetiva que la pro­ ducción. Desde este punlo de vista, la lectura que hemos pro­ puesto para .los distintos ejemplos analizados y la que pro­ ponga t1sted para los textos a partir de los cuales se sugie­ ren actividades, es necesariamente subjetiva y parcial. De todos modos, resulta importante que haya quedado clara ¡¡;;:i 231 la distinción entre dos niveles posibles de acercamiento a los textos: el intuitivo o carente de método y el que se esfuerza, mediante la aplicación de una detenninada metodología, por revelar las operaciones que los textos ponen en juego en función de determinar los posibles efectos producidos sobre el receptor y las presuntas in­ tenciones del emisor. Hemos sotenido que los periodistas rara vez son tes­ tigos de los acontecimientos y que, más bien, obtienen versiones codificadas a través de despachos de agen­ cias, informes de testigos, mensajes de otros medios, entrevistas, comunicados, conferencias de prensa. etc. Así, las restricciones institucionales de los medios in­ fom1ativos hacen que grandes cantidades de texto-fuente confom1en un producto final relativamente breve. Por eso tratamos de demostrar que l.as marcas del proceso de producción de los relatos pe1iodísticos incluyen, tanto formas altamente complejas del procesamienlo del dis­ curso, como estrategias y representaciones cognitivas estereotipadas subyacentes a estos procesos. Asimismo, quisimos mostrar cómo se relacionan las ideologías con las representaciones que confonnan las crónicas periodística<.;, lo que nos permitió explicar la importante :función que cumplen los medios en la re­ producción del sistema social vigente. Controlados por ideologías sociales más amplia,, los medios incorpo­ ran esas ideologías a sus propias rutinas de fabricación de acontecimientos y a las estructuras convencionales de sus informaciones. En tanto productores de discur­ sos públicos, proporcionan mucho más que una agend� de temas públicos: representan la proyección general de modelos sociales, políticos, culturales y económicos a5Í como el conoci1niento dominante y las estrncturas de conducta que convierten en inteligibles y aceptables a estos modelos. La'i estrncturas de las informaciones periodísticas condicionan al lector en muchos niveles para que desarrolle esos marcos .interpretativos y no otros, alternativos, que Je permitirían utilizar normas. valores e ideologías diferentes y le proporcionarían con­ trainterpretaciones de la realidad. 232� PROPUESTAS DE TRABAJO l. PROPUESTAS DE TRABA.JO GENERALES PARA EL DOCENTE 1. Explique por qué .los textos que presentamos a con­ tinuación de las propuestas de trabajo pueden ser encuadrados dentro del periodismo informativo. 2. Explique por qué pueden ser definidos como 'cró­ nicas periodísticas'. 3. Tome "El doble crimen que conmovió a la Argen­ tina" (Clarín, 30/9/94) a) Analice la relación de orden entre la historia y el relato que se hace de ella. b) Defina el tipo de relato según los criterios de duración y frecuencia. e) Usted habrá notado que la crónica presenta una estructura totalmente narrativa, es decir, que no incorpora otros tipos de segmentos. Analice ese mundo narrado estableciendo Ja perspectiva y la actitud de locución y la puesta en relieve de determinadas acciones ( recuerde que 'analizar' implica considerar mecanismos que tienden a generar determinados efectos). d)Si bien la crónica no incluye segmentos des­ criptivos propiamente dichos. es posible reco· nocer la mención de uná serie de detalles con· cretos. ¿Cuáles son? ¿Qué efecto generan en el marco de una crónica policial periodística? e) Determine por qué esta crónica presenta en su totalidad modalidades de enuncinción declara• ti11as. f) En el punto c) usted ha analizado el uso del con­ dicional en función de la expresión de prospec­ ciones respecto del tiempo base. Sin embargo, (�233 en el párrafo que incluimos a continuación, el condicional adquiere un matiz diferente, más bien ambiguo. ¿En qué consiste esa ambigüe­ dad? ¿Qué efecto disemina en el resto de lacró­ nica? ¿Reconoce algún enunciado anterior que 'prepare el terreno' para ese uso del condicio­ nal?¿Cómo puede vincularse el sentido del pú­ rrafo con nuestra afirmación acerca de que la verdad de las crónicas periodísticas es una 'ver­ dad discursiva'? ¿A qué verdad, en el caso de esta crónica, se opone la verdad periodística? ' g) Considere el análisis anterior, el antetítulo, el titular, las única frase destacada en negrita: ¿cuá­ les son los términos en que se estructura este suceso? ¿Qué hecho, por su espectacularidad, es elevado a la categoría de 'acontecimiento'? (A nosotros nos parece que no se trata de la típi­ ca relación de causalidad "el asesinato y su móvil" ... ) h)La crónica fue publicada por Clarín en un recuadro aparte de la crónica policial principal del día: una huelga de hambre iniciada por los hermanos Schoklender en reclamo de mejores condiciones de vida para los detenidos y de la rcapertura del Centro Universitario de la cárcel de Caseros. ¡,Podría afirmarse que la crónica constituye un paratcxto de la crónica principal? ¿Con qué objeto se la incluye ? ·�-- 4. En "Menores presos en Caseros piden igual trato que los Schoklender" (Crónica, 30/9/94) y "Sábato se reunió con Sergio Schoklender"(La Nació11, 301 9/94): a) Analice las reglas de especificación de la macroestructura construida por el titular ( y la bajada y el título interior en el caso de Crónica). b) Determine el estilo en que se inscriben las cróni­ cm; a partir del análisis de los participantes im­ plicados, las acciones que realizan esos partici­ pantes y las relaciones que mantienen entre sí, los campos semánticos, los tiempos verbales empleados en el titular, los discursos referidos, las fotografías y sus corresp�ndientes epígrafes y la tipografía y el juego de contrastes o escalas. e) Plantee globalmente las diferencias entre los acontecimientos construidos porcada una de las crónicas. "El Dodge Potara fue estacionado en la avenida Coronel Diaz a las 6.40 de la mct­ drugada. El encargado del edificio má,;; cer­ cano declararía que el conductor era un hom­ bre de unos 45 años y gran físico. Pero la justicia dictaminó que Sergio, quien ese día cumplía 23 años y pesaba entonces 62 kilos, fue el que cumplió esa misión. Esa declara­ ción del portero fue una de las dudas no re­ sueltas." .1 1 1 i) "El doble crimen ... " presenta una serie de intertextos. ¿Cuáles son? ----- --·-· - . ----�--- - l r:¡:-i 235 234 r:¡:-i -- \:,, 5. En "El saqueo y la muerte" (Página 12, 31/5/89): a) Analice los rasgos estilísticos propios del nue­ vo periodismo teniendo en cuenta: la estruc­ turación de la crónica en diferentes tipos de seg­ mentos, los participantes implicados en las ac­ ciones, los apelativos que reciben esos partici­ pantes, .las acciones que realizan, las relaciones intertextualcs con la prensa amarilla, la inclu­ sión ele anécdotas, el uso de los discursos refe­ ridos y la contaminación de voces. b) Plantee globalmente el acontecimiento construi­ do por la crónica. e) Analice los diferentes usos del presente y los efectos que generan. d)Caracterice los diferentes fenómenos polifónicos. e) Analice el efecto de "estar allí". ,_, __ _ EL PROCESO DURO SEIS AÑOS �,s'.aha-t� se reunió cu:n Serg'.io .Schoklenclér El doble crimen que conmovió a la Argentina El 30 de mayo de 1981 a la madrugada, un hilo de sangre se filtró desde el baúl de un Dodge Polara, que estaba estacionado en la calle Coronel Diaz al 2459, hasta el asfalto. Algunas horas después, varios policías des­ cubrían los cadáveres del ingeniero Mauri• cio SchokJender y de su esposa Cristina Sil• va -envueltos en bolsas de nailon, dentro del baúl-. Comenzaba uno de los casos poli­ ciales de más resonancia en'la Argentina. La Justicia establecería, después de un largo proceso en el que no faltaron las dudas, que Sergio Schoklender y su hermano Pa­ blo, los hijos varones del matrimonio, ha­ bían sido los autores del crimen. En la noche previa al parricidio, el matri­ monio Schoklender, Sergio y su hermana Valeria habían ido a cenar a un carrito de la Costanera Norte para festejar el cumpleaños de Sergio. que cumplía 23 años. A la media­ noche, los cuatro volvieron a su domicilio en 3 de febrero 1840, Belgrano. Al llegar, el ingeniero Schoklendcr -qui�n. era, ge_rente _de la_ em,presa Pitts­ buigh- y su hija fueron los prirriel'Os en ·use a dormir. Cristina �!va.estaba alcoholiza:Ja··(a través de las actLiaciones judiciales surgi.ria que ella era odiada por Pablo, entre otras co• sas, porque le hacía'propuestas incestuosas). En algún momento de la madrugada, Pablo, que faltaba de la casa desde el 12 de mayo, habría despertado a Sergio para discutir la posibilidad de asesinar a los padres. Las voces despertaron a 1� madre, que fue· hasta la cocina para ver qué ocurria. Pablo, que se habia escondido, salió de las sombras y la golpeó con una barra de metal en la cabe1.a. Luego, Serb'ló la remató, estrangulándola con C!ari,,, 30/9/94 236 �;:-i una soga de yute trenzada Ambos fueron tiasta la habitación del padre y lo mataron, también con la barra y la soga. El Dooge Polara fue estacionado en la avenida Coronel Dlaz a las 6.40 de la madru­ gada. El encargado del edificio más cercano declararia que el conductor era W1 hombre de unos 45 años y gran fisico. Pero 1a Justicia dictaminó que Sergio; quien ese día cumplia 23 años y pesaba ento·n.ces 62 kilos, fue el que cumplió esa misión. Esa declaración del por­ tero fue una de las dudas no resueltas. · Poco después_ del crimen, 5e!gio .se pre­ sentó en Ja_ casa de un amigo .del pa.dre a quien le pidió 5.000 dólares prestados. Con ese dinero los hermanos viajaron a Mar del Plata. El 4 de junio, Sergio fue detenido en el kilómetro 372 de la ruta 2, en la localidad de Cobo. Pablo fue capturado en Ra.nchillos, Tu­ cumán, adonde había llegado en un tren pro­ veniente de Rosario. En las primeras indagatorias Sergio se presentó como único autor del crimen. Ya en prisión, después de un intento de suicidio, se retráétarta y <liria qu� sus_padres habfau:•sido a.ce,ift!'dos J)Or profesionales de u.na orpni• zación multinacional encargada del tráfico de armas y drogas. El 12 de marzo de 1985, lajueza Martha Lopardo absolvió a Pablo por falta de mérito y condenó a Sergio a prisión pefl)etua. El 7 de abril de 1986, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional revocó ese fa. llo y condenó también a Pablo a prisión per­ petua. Desde entonces se desconoció su pa­ radero. hasta que�• 14 de mayo de e_ �te año fue detenido en Santa cruz de la: SiéITa; ao·. liVia El escrltor Ernesto Sabato reco­ rrió ayer. las· lnstalaclones de la cárcel cie Caseros, .donde se reunió con el intei-nO Sergio SchOklender. quien des9e hace unn semana rea­ liza una huelga de hambre junto con su hertnan'o PablO en reclamo de mejoras én el sistema penat Los hermanos Schoklender fue• . ton coúcíehados-,a C3dena perpetua derechos hunumos Hebe de �na­ fi'ni Graciela Femández Meljide, Mf;cdo Bcavo, Lucia Alberti, Si­ món Lázara y:Mlguél·Monserrát. Miéntras se realizaba la visita, militantes de la ·Federao¡ón Uni­ versitaria Argentina.y de 1la Fede­ rac.ión U�iversltaria de .;suenos Aires realiz.aron una .manifesta­ ción frente ar penal, para pedir que no se cierre eJ centro-unlversi­ · Por el asesinato de sus padres. "Si es verdad .que vivimos en tatio que funciona e·n ·Caseros, se­ una democracia, lo que hace faifa· gún lo denunciaron los Schoklen­ es la interve_nclón del Poder Judi• : ·:cial y· del Congreso para transfor­ mar estos -or'ganismos, porque así esto no puede seguir", dijo Sabato ·l luego de la recorrida _por el penaL., A En sú visltá. el_ eSc_ritor::....estuvo -,_ acompa11.atlo por los dirigerites· de ,;.,::-...... ,_..· ,· der. · El autor de Sobre héroes y tumbas mantuvo un encuentro de más de· tres horas con Sergio Schoklen:der.-,.antc qulen ·se com­ prometió'a':ffiice'rutodo lo quepo­ damos ruera.de fa'cárcel". - '•¡->, " .t l. �·, ., ., iJ. � .:f¡i� U, Nación, 30/9/94 � 237 ROSARIO El sag ueo y_ la m uerte: En Medio de una "Batucada", Sabato y Defensores de Derechos Humanos Visitaron a los Parricidas El e,critor Eflltilu S■b■to reclamó uu■ rdonnul1clóo del sislem1 nrcel■rio, dor11ile una risita rullud1 1 I■ Círrel de Caseros, junto ■ distint01_ org■nbnÍo, de Duechut Hulll1n01 y enlld■dtJ esludi1ntlle1, en lnGmtntos en que 1■ casi tol■li• d1d �t los menores 1ni ■loj.dos r'e■Uurva un■ "b1tucad1" y desde el primer piso un1 bandera lmpr0Yisad1 con _•rr�JatOn un lrotu de lela sobri: la que e�cribferon: "No quertmo� ma• los halos", :11 liempo que adanron que "no est■mns en con• Ira de II hud�a de los Schoklender". Sobre una de las �que­ ña� vcnlon.n del presidio, íue coloo.do un CJ1r1tl ton la Jeytn• rl11: "Schoklcnder Ytrsu5 menores. Somos usados cnn10 escu• do", ul tiempo que de�dt el interior de lo drcel íuemn arruj11• dos n 11nu:ros11� vollnles en los que había impresos cinco pá­ rrafos con duras acusaciones a los hermano� Sc:hokltndcr, rnndt>ni1do� 11 111 pena miixima por haber uesin11dn 1 5u5 pa­ dres. "En nlni,:una parte dl'I mund(I un ddlnc:uentes qut haya mah1dn II su madres puede rcpresenlar a n_adie. Lo mbn10 ocurre rnn un ,iutador, un ln1idor n un delolur, esto u p11rte del códiiio de J,,� presos", consi¡!n:aban ln:tualmenl@ lns vo• lanle1 suscriptnx por "proces,ulo� y conden11dos de la Unidad 16". Los cuestionados vofanles, donde los menores piden los mi�mns derechos •1uc lm parricida�. fueron quemados por un gr11po de esh1di.1nles de la t"al·ollad de Cienciu Soci11lc� (1ne realizü un acto tn redamo de mejore.� rondidontx lle vida pa• ra In� pre.�os y en apoyo a In.� SC'h11klender. Erne�lo Sahnto, en tan lo. �e pn::�enh'i ayer, en la Unidad 16, P? ra "pedir explkacione� rnbre la huelga de h11mbrc que l"S· tan cumpliendo lo., hcrm11nos Schoklcndcr" e inicriorizarsc sobre la,-; . .condfrionc.< de !rain, física! V de Rlin1enlación de 11! ' inh:rnos del peuur·. El e.�critor lliju ijuc "�i e.� ,·crdad qnc _ •·u•1m11., en una democracia, 111 q11e h•ce (1ha e� inlcnencilin di' la l.e¡:i,fa111n1 y del roder J11dici1I p:1ra lran�formar esto� organismo.,, porque a�í cslu no puede nguir más", Acompa­ ri aru11 n S�bato. Hcbt de Bonarini (M11drCJ de Plaza rlc 1\h­ yo) Graciela FernlÍodez Meijirlt y Alírcdfl Rn�o (Asamblea rermancn!e por lo� Der«ho� Humano.� ), y los dlrlgl'ntc� Lu• do Alhertl, Slmün Lá1.ar11 y Mi ,::nel Monscrul. '"lfcmo� podido hal.Jlur en pri\'lldo con Sergio Schoklender sohrl' su situación. Ellos OM van 11 informar por c�criln de to­ dn 111 que no�nlrn� podamos huc._.r íul'ra de la drccl", expresó Suhatu.''E� ncce.\ ario hanr una transform3tión II fondo del Iistema rnrcclarin -rciter�-- Es111s cosas nn pueden seguir uí: mn iníruhumanlólS o anlihumuoa�•·. Aclaró que esta transformación "no se puede llacer en 1101 simple decl1r1d6n Juego de una vbila. H■y que 1n■lb:•r todo, · mudi■rlo; el propio Schol:ltnder se ,:ompromcli6 ■ red■d■r un informe por e,crito p•n qut Íos perlodlita/1 y In.� legM■do• re5 teng•n loJ elementos necc�arins p11ra hacer ■lgo en po.� it[. vu". Crrí11it.:n. 30/9/94 238 r.J:0 1- · '· Menore. detenldot1 en cárcel de Ciltleros en plena "811luclld11�. Mien1ras los dirigentes y Sab:1110 se encontraban reunidos con el responsable de la cári:el, preíec:lo Carlos Pnyás, los in­ ternos gritaban consignas contra el Gobierno nacional y la Justicia. Uno de los internos hi-i:o llegar a los periodistas una carta que arrojó dentro de una bolsa con una piedra, en la que aseguró qm: en el renal "c:iisi no hay co,nida y llay personas con Sida que no liento ningún tlpt1 dt 1tenciOn. Hace un tiem­ po e�tnvimos 60 días s i n médkns". • "PAQUETE" EN LA MADRUGADA Poco dt!ipu6' de h• 1.00 de c�1a madrugada, un extrañi, p•• quete íue divr.jado en la esquina de Pichincha y Cssems. De in­ mediato se le dio intervención a J11 Brig.tdn de Explil�ivos de la Policía Fellcral. cuyos integrantes verificaron que st: trataba de un artefacto sos�choso: al que hiciero11 cs1allar. La expl1•si6n, no uhstante. fue de baja onda ex¡Mnsiva. E! clima se había cmpe,.ado a enrarecer nut.'Vamcntc, poco después de la medianoche, cuando los interno� alojados en el p.abell<in de menores comenwron a quemar colchones en recla­ mo de mejoras. A las 0. 10 horas llegó al lugar el juez tic Mcnor.:s de turno, Sergio Torre�. quien ingrcsü por l:\ puerta pri ncir,nl para tratar de apaciguar a los reclusos y hu�arlc una �atida a! problema. A la 1 .4.5. el magis1rado ab;inllonU el penal. anunciandú 4uc lodo eslaha lranquiln y que ih,1 a ,::.,;Judiar d pt!Citoriu que le en• 1regarnn los menores. �' -i, ¡ 'l ',. :;,; (l'nr Cl;iucli;i Acrni.i, desde Ro�rio) Son fáciles de identificar: siempre llevan 1mn bolsa. Aparecen en gru­ po_, de di� o doce, se acomodan a lo lafgO de la cuadra y · esperan. Parados, sin hablar, y multiplicindose vertigi­ nosamente, co1no los pájaros de Hitchcock que llegan desde quién �be dónde para atacar ya se sabe qué. A veces la policía -provincial o FedemJ.. o In Cendanneria pasan con sm móvil�� di,;parando al aire. Die-¡:, quince tiro!! a1 voleo para de.,;pejnr la zona. Fnlonces con-en, rá­ pido; .se esconden y vuelven, ptlra romper lo que !lea y entrar. F.� el turno de los mujere., en el supermercado. Ningu na tiene dientes ni medias. Arrastran a sus lújos y :ivanzan con seguridad, sin drnmali.,mos. En � salto, cslán frente n la batea. S3ben qué cargar. primero leche, después hariun, si se puede came y recién entonce!I lo quc wnga. -A mi ,ne fue muy bien. l...1 verrlnd es que me fue muy bit.:11. l..;1 nn!i,.:r (.'51.Í en la pue1 ta de su casa. sonriendo nl Indo clt: Sil� cinco h\ios do:-: n ueve. siete, ci m:o, u-es y 1111 a1io y medio. -l'or prl11 1c1�1 vez en doce meses comieron yogi1r ­ explicn- . i ,,cluso me a.cordé del perro y k U<!je Dogui. EI boti,, fue el resultado clel saqueo al SU[l(:rmerca­ do El Ti¡.,11·e. de Cod,ah:1111bn. y Necochea, en la periferia de la ci11d:,d de Ro.snrio En la emra.da hay vidrios l'Olú1, mugre y líquido. "S.-ihe qué pas;1, cu;mdo los dueiiosse la vieron venir rom­ picrou l;is botellas de aceite para que la gente patine"'. L-i ge,ue pati11a y .'lt:: ene C\1n11do entra y pmi11a y se cae cunn­ do s.: \'a. Pero se lt:v;mta. y sigue. "A la mnñana los de Gendarmería 110s ª6,a,·rarnn jusro. Yo e::w::uchi 1111 tiro y solti: 1,1s doi bolsa.'!. Recién ahí pen� que me podía rno­ ri,: Pc.-o 110. h� rmtien:.s h:1hlamos con los gencbnnes y se Ílll"rnn a dar rnia v11eltim". El e111re1i,:mpQ lu 11rnrca11 lus tiros. los g;ises, lns co­ rri(bs )' la.� detendones. que ya suman 750. se¡,,'lm trn!r­ ccnclió. Solo en In jefatura policial de Rosario en In ma• 1b11a de .l)'CI' se encontmh•m alr�adus 250 homllres, 35 1 111!icres )' fi me110r es detenidos durante d prir11erdía del S:lt i lll"O. E11 l;izona 11one dc la cit1dadcl r'ilo se com:rr:1ó f re111c a un �,lmact:11 uhicadn r:n Provincia� Unidas y Pn.'Wl. Su d11e1io, El C.olorado. se defendió p1irm:11) con una csco1 >er�1. pidi() g11anli:1 ¡)l)liá1! ctr:.�pu<::s )', por úhin10, termi11() pa,:r;mdo: por m , a w11tan¡¡ comem.ó a tirnr n la muhi­ tud fi1leos. alf:!j<ires. hadnn. "Cut1l911ier cosa me 1>:\ íl salir mfus ha1-ato que si lo� dejo r:nrrar y 111e dest1u1A111 rodo", explicó. L-i cintura de Rosario temblaba a esi: ritmo. L-i ola ele S.1.C(lleú� sólo tuvo una metodología diferente f rc11Lc al local del Credicoop de 9 de .Julio y Alem, veci110 de !a sede central de la Policía Federal y el mfus céntrico de los loc.-i les "5ediados. Hasr;i nlli llegó camin.inrlo un grupo de casi 50 m1tjeres, acompaii.ida� por mud10� ch ico� y rxx:os hombn.'5. -No venimos a mlmr. Ve11imos a pcdil' comida -di­ je1nn. --Si es a�i. y lo pide11 de huenn.s maneras. les vamos a dar <on testó la ¡,olicia. L,s ,mtjeres se se11 tJ.1ro11 c11 d piso y espe1-arnn r o­ deada.� po r ou-a multitud q11e las miraba con exu-a1ic1.a y miedo. A los g1itos comen-z..-i1un a explicarles: "Nosotras no robamos porque tenemos miedo. Si nos pega11 un tiro. ¿con quién dtjnmos a lm chicos?" · Cn11 nplausos propios festejaron la ll�da de cuatm c�jas de c,1rtón conteniendo carne. L,s abra,�1ron y se fueron, como habían llegado, cnm i1 1ando entre la ge111e que les ah1ia paso. l Por la radio, el Min isterio de GobiCrno infonn;il-,,-i ,1ccn:ade gn,pos annados q110:-: recorría,ibs calks de R.u­ sai-io y a quienei il-,,-in a detene1· poi· la fuerza de las ar­ mas. Lent.-i mente, la cintura de la ciudad comem:ó a es­ cuchar más tims. !:e nr111aro11 algu11a� hnrrica<la� en la zona sur�l punto 111:'is :'ilgido•, pero la in tensidad de lo.� planteo� no disminuyó. A esa altura ya no q11ed-iha11 su­ pennercarlm en pie. Asi está Ros.-irio: parti<la en dos. L-i división no es la previsible. L-is mtticres con hols."lS, es.-is que a\'<1111.."l.n entre los tiros )' 9 ue esr¡ui1•an los g-.1ses, tnmbié11 11ii1·.111 al costado. " ¿ Parn q ue q uiero un l,warrofms, p ar-a p n,� tirio en pCdazos r c\:i.rselos de comer a los chicos?". se preguntah;in mientrn., lo veí¡¡n 1·olar de la vidric:1.1 a 1111 auto. Para unos y ouos el p1111to de i111lexió11 tenia 1111.1 cifrn dnrn: l;1 ll eg¡¡da de 1000 gendarmes que le cl;:1rinn .1 la noche ros.-irina 011·0 color y la p romesa de efectos re­ presi\'O� mfus cm111111dentes. Én d cemro. en algunas ra­ dios, en In., largas cola., ele lo� 11(.--goc io� que .111:11día11 co,, la persia.na ce1 ·1.id;i y con el p;111 ;1 70 m1srn1les. lo pedin11 a gi·itos. F..11 la villa lo pre.�en tían en sile11cio. Y ¡�1 lmsca­ h."ln una explir.adón. -S.-il� q ué p.t�tl, la c11lpa la tul'O la leche. 1-fobló d presidelltc y al otro rlia !a vemlieton .i !l!l ausn -;iles. F_m fue lo tp1e pa.s6. Página 12, 3 1/5/89 !',P 239 J �-- ---------------e=-------------------�, ll. PROPUESTAS GENERALES PARA EL AULA 1' i 1 Las siguientes propuesla.i; de trabajo están organi­ zadas según un grado creciente de complejidad que va desde los ejercicios de reconocimiento y clasificación a aquellos que proponen la producción de textos pe­ riodísticos. _Si tiene en cuenta las dificultades que pue­ dan presentar los textos en el momento de seleccio­ narlos -competencias socioculturales que requieran, conocimientos sobre el sistema de la lengua y sus usos­ usted podrá aplicar las propuestas en un "taller de pe­ riodismo" destinado a cualquiera de los grados de la Enseñanza General Básica o del Polimodal. Lc1s propuestas son una simple sugerencia que, sin duda, usted enriquecerá en el trabajo concreto con sus alumnos. Sería muy importante para nosotros re­ cibir su evaluación en el caso de que decida llevar adelante la experiencia.,8• ,, 1 '' 111 . \ - IH'! ¡ 1 l. Seleccione distintos tipos de textos periodísticos: crónicas, noticias, portadas, trabajos de investiga­ ci6n propiamente dichos, nota<:;, reportajes, comen­ tarios. editoriales. Al entregarlos a sus alumnos aclare tocias la!-i referencias a los acontecimientos tratados que crea necesarias. 2. Pida a sus alumnos que, a partir de la observación <lcl paratexto, clasifiquen los textos según el parámetro Opinión/Información. Indique una pri­ mera lectura para corroborar la clasificación ante­ rior. Si hay dudas, déjelas en suspenso hasta el momento en que se realice un análisis más pormenorizado. Pregunte acerca de la función de los otros géneros que incluye la prensa diaria: ho­ róscopos,jucgos, chistes, historietas. Organice un 1 .i '( ii -•� Un;1 prnpuci;1n general de trnhajos de taller de prensa parn el auln se cncucnlr:1 l.'ri: Atorrc�i. A. los géneros 1icriodi'srii:os. Amología. Ruc11os /\ires, Colihuc, 1995. 240 r,;:i -�-- r;;,:i 24! ' !, cuadro que presente jerárquicamente las tres fun­ ciones sociales que cumple la prensa gráfica: i n­ formación/opinión/entretenimiento. 3. Explique que, en principio, van a trabajarse los textos de intencionaJidad informativa. Los alum­ nos, siguiendo pautas dadas previamente, debe­ rán diferenciar noticias, crónicas, trabajos de in­ vestigación .y notas. 4. Comience por las noticias, que son el género más sencillo. Pídales qu e e xpresen la macro estructura semántica (el nombre es para usted) en forma de oración simple: ¿quién?, ¿qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?, etc. Aproveche el análisis de los modos verbales para mostrar la oposición certeza/probabilidad a par­ tir del empleo del indicativo o del condicional. Elija una noticia que exprese certeza e indique que se la reescriba de modo que adquiera el ca­ rácter opuesto. 5. Siga con las crónicas. Vuelva al paratexto y solicite la clasificación en crónica 'dcpottiva', 'pol.icial', 'social', 'políti­ ca'. Pregunte por el grado de importancia de .la noticia y por los elementos paratextuales que deben tomarse en cuenta para asignar dicha importancia. Proponga a sus alumnos un debate acerca de la clasificación de los acontecimientos en esos tér­ minos. Pídales que piensen, por ejemplo, si no hay otro tipo de sucesos que no sean deporti­ vos, policiales o políticos o si lo 'policial' o lo 'deportivo' se encuentran tan desvinculados de lo político como los medios lo sugieren. Pregunte qué requisitos debe cumplir un acon­ tecimiento para convertirse en noticia. Anote, haga observaciones (del tipo: ¿no hay otros te­ mas que a ustedes les interesen y que no figu­ ran en los diarios?) y coordine el debate. Si no 242 i:¡::l ' .i ' puede llegar a plantear que los medios "cons­ truyen la realidad social", al menos tiene que quedar en claro que seleccionan arbitrariamen­ te aquello que 'debe' interesar a la sociedad. Repase el concepto de 'relato'. Sugiera el análi­ sis de los vínculos de la crónica con otros tipos de relato. Es probable que los alumnos se que­ den e·n la mención de rel atos radiales y televisivos. Plantee usted algunos intertextos literarios y pídales que propongan otros. La noción de intertextualidad n o les resulta com­ plicada y, en general, les gusta descubrir las re­ laciones de un texto·con otros. Propóngaies que le hagan descubrir a uSted los intertextos de una nota de suplemento juvenil. Como, lógicamen­ te, usted se va a ver en problemas, será fácil explicarles que hacen falta determinadas 'com­ petencias' para percibfr este fenómeno. La re­ dacción de una crónica deportiva sobre la base de algún torneo estudiantil con la épica como intcrtexto puede servir como cierre del tema. Tome una crónica en la que el tiempo de la his­ toria y el tiempo del rel�to que se hace de ella sean paralelos. Muestre cómo a esas relaciones temporales se superponen otras que son de cau­ sa-consecuencia a partir del empleo de conectores lógicos. Puede aprovechar el tema para revisar o incorporar el concepto de "conector". Torne una crónica compuesta solamente por seg• mentas narrativos y que presente anacronías en­ tre el orden de la historia y el del relato. En un cuadro que contenga como entrad as "tiempo base", "idas hacia atrás" e "idas hacia adelante" vaya anotando los verbos. Este ejercicio es ideal para enseñar eI porqué de los diferentes tiem­ pos del pasado -plantee también la oposición primer plano/segundo plano de las acciones des­ de la diferencia pretérito perfecto simple/imper!;ii:'l 243 fecto- o para mostrar un empleo del condicio­ nal que no expresa probabilidad sino posterio­ ridad. Proponga otra crónica para que los alum­ nos completen un nuevo cuadro. Sugiera frases en tiempo base para que inventen prospeccio­ nes y retrospecciones. Tome una crónica que presente diferentes tipos de segmentos. Pida a sus alumnos que tomen en cuenta la presencia de acciones, los tiempos verbales, los tipos de verbos, los conectores, y oponga narración, descripción y comentario. Pregúnteles para qué habrá incorporado el cro­ nista esos segmentos. Hable del "efecto de ob­ jetividad". Ahora puede ajustar la definción de crónica: "es un relato con Ja intención de hacer­ se pasar por objetivo". Pregunte qué diferencia al relato per.iodístico del relato histórico y ob­ tendrá una definición completa: "la crónica es un relato de hechos recientes con la intención de hacerse pasar por objetivo". Considere los segmentos que constituyen esce­ nas o escenas narrativizadas. Recupere o intro­ duzca Ja diferenciación entre estilo directo e indirecto y la consideracion acerca de sus efec­ tos. Pregunte quiénes son los que tienen la pa­ labra en los medios de comunicación. Si ya apa­ recen diferencias entre los tres estilos de pren­ sa, márquelas como para retomarlas pero no pro­ fundice aún en el tema. Cuente un poco de la historia de nuestro perio­ dismo y de la distinción que se operaba entre los géneros informativos y los de opinión. Ex­ plique que la inclusión de segmentos comentativos en las crónicas es u n fenómeno bastante reciente y que responde a peleas por el monopolio de la noticia entre los diversos me­ dios informativos. No entre todavía en los estilos de prensa pero aproveche el segmento comentativo para pro- I' h ! : --- 244[0 .... fundizar en las ci:u-acterísticas del mundo comen­ tado y abrir el análisis de un comentario. Pída­ les que confronten el uso de las personas gra­ maticales. de los tiempos verbales. de los modalizadores, etc. con aquellos que son pro­ pios de la narración. Puede introducir o cjempl i ficm las diferencias en el uso de los tiem­ pos verbales debido a v ariedades dialectales, cronolectales, sociolectales. ("El pretério ante­ rior se usaba antiguamente y es müs .literario", "el verbo ir + a + infinitivo se usa en Buenos Aires �n lugar del futuro simple", etc.). Pregunte cuál es la conclusión del comentario dado y qué argumentos emplea el periodista para arribar a dicha conclusión. Sugiera a sus alum­ nos que alteren esos argumentos de modo que la conclusión resulte diferente. Dé a releer a sus alumnos una de las notas de investigación. Pídales que establezcan las di­ ferencias con respecto a la crónica teniendo en cuenta la relación temporal entre los hechos y el texto periodístico que los trata. Oriente el análi­ sis de los efectos que genera la inclusión de opi­ niones de especialis tas en el tema. Proponga el análisis del titular. la bajada, el antetítulo, los tí� tulos interiores. Introduzca la noción de 'jerarquización de la información' y defina al ti­ tular como 'el producto de una serie de reglas de abstracción'. Dé a sus alumnos otra nota a la que haya quitado los titulares y sugiera su reposición. Puede invertir el ejercicio y dar titulares para que los alumnos expandan los temas. Muestre también en el sentido de "síntesis tc­ mútica" el funcionamiento del primer párrafo de una crónica (sobre todo esos que aparecen destacados en negrita). Introduzca la noción de 'redundancia' y pregunte a sus alumnos cuál es el objetivo de su empleo en el marco de los tex­ tos periodísticos. 1 r;¡:i 245 l 1 1 -�--� ,, ·:'>. - - -----------------� Proponga como cierre la diferenciación de estilos periodísticos como un modo de aplicar todos los conceptos aprendidos durante el taller. Lo ideal es que guíe a sus alumnos en la comparación de tres diarios completos correspondientes a la misma fecha de emisión. Conviene comenzar por el dise­ ño y considerar la portada. la presencia de seccio­ nes, el tamaño de la página. la tipografía. la com­ posición, etc. Los alumnos podrán establecer una primera dis­ tinción entre "mundo de apariencia ordenada/ mun­ do de apariencia desordenada". Para profundizar, teniendo en cuenta las dificulta­ des de nuestros alumnos para comprender la infor­ mación política, es conveniente pasar a las páginas de policiales y requerir el análisis del paratexto: es­ pacio dedicado este tipo de crónicas, tamaños y can­ tidad de titulares, uso de contrastes o matices y de diferentes tipos de fotografías. Después proponga la comparación de tres cróni­ cas sobre el mismo suceso en cuanto a los personajes que resultan elevados a la notoriedad, las relaciones que vinculan los hechos y sus causas, la presencia de 'figuras dramáticas', el vocabulario empleado para referirse a los delincuentes, a las víctimas o a la ac­ tuación policial. Si sus alumnos son capaces de dife­ renciar procesos activos y pasivos muéstreles cómo esas transformaciones sirven para destacar u ocultar determinadas acciones o participantes. Trabaje la noción de clisés o frases hechas a partir del análisis del vocabulario. Una vez que el tema haya quedado claro, sugiera la transformación de una crónica 'amarilla' en cróni­ ca 'blanca' o viceversa (el 'nuevo periodismo' resér­ velo para el Polimodal). Aclare que, como los ele­ mentos paratextuales también hacen a la diferencia­ ción entre uno y otro estilo, deben ser tenidos en cuen­ ta en el momento de diagramar, titular e ilustrar la crónica. ,,. ! ,(: ( 1,1 ,[ ,¡, Vi ¡,, ,; ,,i :·¡·:,· 1 � 1 ' :_i 246� --------------- APÉNDICE NOCIONES BASICAS Y HERRAMIENTAS PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO A. L EL DISCURSO Los usuarios competentes de una lengua no se limitán a las operaciones de lectura que atienden a la textualidad lineal y global. Desde la perspectiva que abordamos aquí, comprender no implica sola­ mente atrihuir un significado global sino, además, asignar un sentido a partir del análisis del texto como un hecho comunicacional. Así, la conside­ ración de un texto desde el punto de vista del me­ canismo discursivo que lo determina, desde el pun­ to de vista de sus condiciones de producción. ha­ ráfl de ese texto un discurso. En realidad, contrariamente a lo que sucede en otros campos de la lingüística, el término discur­ so denota, según los diferentes autores que abor­ dan su análisis, distintos objetos teóricos. En el marco de la tradición francesa del análisis del discurso. el término enunciaci6n es empleado para hacer referencia al análisis de las huellas del proceso .individual de producción de un enunciado lingüístico. A pesar de no haber prestado una importancia especial a l os signos lingüísticos el semiólogo norteameri cano Charles Peirce fue el primero en atender a la naluraleza ambigua de los términos lingüísticos in dicadores de la enunciación: se "La significación de un enunciado se define fuf!_ra de todo marco enunciativo. mienrras que su sentido está referido a las circunstcmcias de comunicación que hacen de él w1 discurso". Mainguenau, D. 1 ntroducción a los rnéto<lrn; de análisis del discurso. Buenos Aires, Haclwrre: 1980. "Defino un símbolo como un signo determincido p or su objero sólo en el sentido de que así se inre,pretará. De este modo, depende de una co,1vención, de tm hábito. Un símbolo se re.fiere al objeto que denota en vÍltud de una le_\: Cualquier plilabra ordinaria(. .. ) es 1111 ejemplo de símbolo". Pcircc, C. S. Obra Lógico-Senúótica. Madrid,Taurus; 1987. "Los indices pueden distinguirse de otms signos o representaciones por tres marcas características: primera. que 110 tiene11 semejanztifisica con sus objetos; .�egunda. que se ¡;¡:l 247 rejieref/ a individum·, unidades si11g11/nres. (... ): rercem, que dirigen la ore,u:ifJ11 hacia s11s ol�ietos medic1111e u11a ciega u1111¡11t!sifJn. (... ) 1111 /ndin: esfCÍ dere1111i11ado por el objeto al que r-e¡11r:sc11ra c11 vi1111d de cswr c11 1mn refacúín real con é.1·1c. (...) U,w l'eleta es w1 índice dt' In din'cc.:ión del i'ief/fo.(. .. ) Los pronombr-es de1110,1·rrc11il·os 'éste' y 'esto' sor, 1i1dices. porque i11l'ita11 al oyente a estahlecer 1111a crmexirín real entre su menre y el ol�jew ". Pci rce, C. S . Op. cit. E11 rnc111to /el individuo] se declara focuror y asume la le11g11c1, i111plo11 ta al ntm dela11te de él. Toch1 e111mciació11 es, explícita o implíciramc11fl'. 1111a alocución. postula 1111 alocuwrio. Bcnvcn istc, É. "El aparato l"onna! ele l a enunciación" ; en: Problemas de Lingiiísric:a Gc11cral 11. México, S i g lo XXI. 1 978. "Podr/a crcer.1·e que fe¡ tcmponlfidad es w1 111c1 1t·o i1111ato del /J<!IISCl/1/Íe//to. éi, realidad. es producida en la e11um:iacifJ11 y por ella. De la emmciación pmcede la ÜHflmrt1cirJ11 de la categori'a del /J/'"CSel/fe y de le, categorfa del p1r:sel/le 11ace lo categoría del tiempo. El prese,m: es pmpiamente In ji1eme del tiempo ". Bcn venisle, É. op. cit. "En primer término. existe fa direc:ció11 o el 248 P trata a l a vez de s ímbolos -es dec i r. de s ignos q u e perte necen convenc ional mente al código d e l a l e n g u a - y d e índ ices -signos q u e apu n ta n a u n e leme n to consti tuyen te de l a situac i ó n comu n i ­ cativa - . Así, por ej emp l o , yo, vos, aquí y ahora son palabras del léx i co espa ñ o l y. a l a v e z . índi­ ces del hab l ante, del oyente, del l ugar y del tiem­ po en q u e se concreta la comu n i c ació n respecti­ v a me n te . M u chos l i n g ü istas s e refiere n a l estudio d e l a enunciac i ón propo nie ndo el término d e deix is (del griego, señalamien to, ind i cac ión). E l pri mer trabaj o q u e estudia, precisa y siste máticamente, ese fe n ómeno pertenece a Émj le Benveni stc y data de 1 966* . Benve n i s te conside ra q u e la e n u n ­ c i ación es u n " proceso d e ap ro p i ac i ó n " d e l sis­ tema de l a lengua l levado a c abo por un locu tor. Es te proceso de apropiac ión implica q u e se es­ tablezca una re l ac ión parti c u l ar e ntre el loc u tor y la lengua, relación que determ i n ará l as carac ­ terísticas específi cas de cada acto de en unc ia­ ción. B e n ven iste s e propone dar c u e nta del " ap ar_a­ to formal de la e n u n c i ación" -tal el nombre de st1 artícu lo- es dec i r, de l as formas lingüíst i c a s q u e remiten a l a_c to e n u n c i a l i vo . L o s prime ros e l ementos c onstitutivos de u n proceso de e n u n ­ c i ac i ó n s o n e l l o c u t o r -el q u e enu n c i a - y e l alocutario -aquel a quien se diri ge e l e n u ncia­ do-. A parti r de e l l os puede c once b f rse l a o rga­ nización de l as fo rmas l i n g ü ísticas indiciales de dos maneras , seg ú n se tomen c omo base catego ­ rías gramatica les o semánticas. Así, se dis ti n g u i rá n l os pron ombres persona­ les de primera y segu nda persona y las c o n s * Hoy que señalar los anál i sis precursores de R . Jakobsun (Es.wi.1· de finguislique gi11érale , París : 1 9 63 ; C a p I X) y K . B ü h l e r (Sprnr.:/11/ieo rie. .lmw: 1934) trucc i ones que puedan sustituirlos ; l os pronombres demostrati vos. los adverbios que sirven a la ub ica­ c i ó n espaci otemporal de los hablantes; los tiem­ pos verbales organizados siempre alrededor del tiempo ele l a enunciac ión, es decir, del presente. Se considerarán, además, las mod a l i zac i o nes de los e n u nci ados en tanlo expresen una acti�ud de l locu­ tor h ac i a l o que enuncia (certeza, duda, etc .) o una determ i n ad a re lac i ó n con el alocu tario (ordenar. pregu ntar, etc . ) . También e l problema d e la referencia - aq uello a lo q ue eJ discurso se refi ere- está estrechamente vi nculado a l a enu nciación: la m ayoría de los au­ tores coinc ide en que, en sí mismo, un en unciado no es n.i verdadero ni falso; llega a serlo ú nicamente en e l curso de u n a enunciación particular. Para otros autores, el es tudio de la enu nci ación se re l aciona con el de la sociolingüística d esde el pu nto de vista de que, como acción particular, la e n u nc i ación es objeto de u n es tudio total del com­ portamien lo en la sociedad. La p ragmática, en este sentido, toma de la enunciación varias de sus c ate­ gorías fu ndamentales. La oposic ión introducida por A u s t i n en tre fuerza ilocutoria y perlocutori a o po­ ne la es t ru ctura i n terna de un acto de habla a los resu l tados de dkho acto . Lafuerza ilocutiva de una frase imperati va, por ejem plo, consiste en el he­ c h o de dar u n a o r d e n a a l g u i e n : su fuerza per locutori a, en el hecho de que esa orden se cum­ p l a . L a pragmática l i ng ü ís t i c a -en l a línea de A u s t i n - só l o retendn:í en su c a mpo de estu d io la fue rza i l oc u t oria. Desde u na perspectiva d i ferente que, inclusive, i m pl ica u n a nueva teoría de la enunciac ión , M icheJ Fo u ca u l t especifica cómo, antes de la existencia de c u a l q u ie r discurs o , hay u n orden discursivo por objetiw, de lc1 acción (por ejemplo, la d[fere11cia e111/t' aserción e i11termgació11): en segundo tér111i110. las posicio11es refoti,,as del locutor \' del alocumrio (la d¡"ferem:ia entre pedido .\ o,rle11): e11 tercer lén11i1w, el grado de compmmiso asumido (la diferencia e111re la simple expresión de i11ter1ciórt y la pmmesa): en cuarto tér111i110, la diferencia en el co11te11ido p1vposicional (la diferencia emre predicciones y compmbacirmes); en quimo término, la diferem:ia e,, la manera en que fa pmposició11 se vi11cula con los intereses del a/oc mor _,. del alocutario (la diferencici entre jactarse y quejarse, ellfre advertir y predecir); c11 sexto término, los estados psicológicos expresados( la diferem:ia ef/fre la pmmem expresión de intención- y fo a.,·e1-ción -('..Xfm:!sW11 de convicción-); e11 séptinu, fuga,; lcL\' diferentes maneras en que w1 emmciado se relaciona con el reslO de la com,ersación (ICI d1fere11cic1 efllre la simple resp11esw a 1111a réplica precedente y la objeción a lo q11e acaba de decirse) ". Scarle, J. Speech Acrs. Ca.mhridge: 1 969. "Yo quisiera de1110.1·1mr que el discw:w 1w es w1c1 delgada ,mpe1jicie de co11tacro o de enfremamiemo emre 1111a realidad y 1111a lengua, la i11tri11cación de tm léxico y de una eJ.periencia. Quisiera demo.ftrar con ejem,,tos precisos que 011aliz.a11do los 1impioJ diKtirsos se wJ c,)1110 r;;,:J 249 .1·c afloja el 1am o¡wre1ueme11te 1011 /tiene de las palabras y las cns�1s ,, se desprende 1111 cmij1,;1/11 de rr!glm adl•cuadas a lo ¡míc1ico di.w:11r.1·i1 1a, E.wa mrea r:011.l'isfe en r,o tratar -en dej(lr de lmfar- lns discursos como cm1j1m1o.� de signns (de e/e111e11fm úgn{{icanles que envían o crmlenidn.� o re¡,re.1·emocinnes). sinn como ¡míclicns q11cfhr111a11 sisremática111e11te /ns objetos de lo.1· que lwhhm. E.I i11d11do/Jlc que /0.1· discur.1·0.1· esrá11frmrwdo.1· por ,1·ig110.I'. pero lo que hacen es más que 111ili�ar r:.1·0.1· .ügno.1· pom indicar rn.1·as. Es e.w: 111ás In que los rnd1·e irred11ctihles a la le11g110 y a la ¡wlo.hm. fa· ese más In que hay que revelm (. .. ) E11 el caso de que entre /0.1· ohjelo.\', lm tipns de emmcicwirJJ,. los r:nm:eptos, la.1· eleccio11e.I /e111ática.� {de cierto mímem de emmciadosf se pudiem definir ww regularidad (1111 orden. corre/acim1es, posiciones en fw1cim1w11ie111os, 1rc111sfnmwcim1es) se dirá, por cmw�nciá11. que serrara de una ·formación. discursiPa". Foucault, M. "Las re!!ularidadcs discursiv.:t<;". E,;. Arqueología del Saber. México. Siglo XXI; U1 emmciocir5n se deji11l' cmrw el 111cca11is1110 dl' pmd11cció11 dl' un rexw. el sw;i.:i111ie11tn en d tfi.w:ur.w del sujeto de fci emmciacir511. la in:1•ación del lu1bla11re e11 el ,\'eno de s11 ha/Jlo. Kcrhrat Orccchioni. C U1 emmciliciún. De la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires, el cual éste se halla determinado y que le impone restricciones relativas a sus objetos, modalidades enunciativas, estrategias, etc. En este sentido, los enunciados producidos responden menos a un acto de voluntad e inteligencia del hablante que a la serie de determinaciones -reglas, normas, restricciones­ que condicionan su aparición y su régimen de exis­ tencia. Dichas determinaciones conforman, en con­ junto, la formación discursiva de la que el dis­ curso es parle. Detengámonos ahora, un poco más en <letal le, en las categorías que van a posibiEtarnos identifi­ car y analizar las huellas del acto de enunciación en un discurso. ., ,.,;. A. l. l. LOS DEÍCTICOS Siguiendo a Kerbrat-Orecchioni, "( ..) consi­ deraremos corno hechos enunciativos las hue­ llas lingüísticas de la presencia del locutor en el seno de su enunciado, los lugares de inscrip­ ción y las modalidades de existencia de lo que, con Benv eniste, llamaremos "la subjetividad en el lenguaje"'. En primer lugar, volvamos sobre el fenórne­ no ele la deixis. A la lingüística de la enuncia­ ción le corresponde anali.zar aquellas entidades que remiten al "yo", al "aquí" y al "ahora"; en este sentido. só.Jo deben entenderse como deícticos aquellos términos que nos envían a la situación de enunciación y no aquellos otros que se refieren a algo dicho o escrito en otro lugar del discunrn. Estos últimos son conside­ rados por la lingüística del texto en tanto for­ mas de cohesión textual, como elementos co-tex­ tuales, -anüforas o catáforas-, no contextuales. En este sentido, la 3 º persona resulta fundamen­ ralmente cohesiva (es decir, establece solidari­ dades referenciales). "Por deixis se eflliende la localiwc:ió11 e idem{ficació11 de personas. o/Jjetos, eventos. pmce.rns y actividaddes de las que se habla o a las que se alude en relcici611 con el contexto espacio•temporal creado y sostenido por la e11w1cinci6n y por la r(pic(I participación e11 ella de wr solo hablante y, al meno.v. un destinatario'.'. Lyons. J. Semdntica. Bílrcclona, Teide; 1980. -:;-J: _:-;i El siguiente ·cuadro presenta las diferentes unidades lingüísticas que se consideran de.ícticas. En todos Jos casos, se indica su fun­ ción primordial y se incluyen ejemplos fuera de contexto. ➔ Hacheue: 1984. �251 ., '_, PRONOMBRES pronombres personales y posesivos de I º y 2º pcrs. pronombres demosLr.:itivos APELATIVOS LOCALIZACIONES ESl'ACIALES Y TEMPORALES TIEMPOS VER0ALES 252 �� yo, tú, vos, nosotros, ustedes. vosotros. 1nc. mi, te. ti. lu, nos.etc. Remiten al alocutor y al alocutario. este, aquí, acá ese, ahí aquel. allí. allñ Indican la localización espacial del locutor. Remiten a la utiicnción del locutor con respecto a los objetos a los que se re!ierc. nombres propios, títulos, términos metafóricos, vocativos,construcciones que reemplacena la 1 º y 2º pers. ¡María!; Excmo. Señor Presidente; vos, que toc:ís el violín; yo. la peor de todas. adverbios, com•Lrucciones y verbos indicadores de lugar cerca, lejos. dclanlc, dctnís, ir, venir, entrar, salir, etc. Señalan un lugar respecto de la posici611 del locutor. adverbios o construecioncs advcrbialcs y verbales indicadores de tiempo En este momento, ahora. ayer, hace un rato. acaba de. dentro de un momento, etc. Expresan las coordcnadas temporales respecto al momento de la enunciación. presente de enunciación, pretérito perfecto compuesto o (en Buenos Aires) simptc;futuro irnpcrrccto o verbo ir+ a+ infinitivo. (Hoy) voy; (ayer) he ido/ fui; (maiiana) iré/ voy a ir Expresan el momento de la enunciación y, a p<1rtir de él, lo que son tiempos anteriores o posteriores. Informan acerca de la relación social cnlrc el locutor y el nlocutario. Indican evaluaciones que el locutor hace del otro. En todos los casos en que se aborde un análisis de estas u otras huellas que el sujeto de la enunciación deja en su enunciado, conviene tener presente -y recordar a nuestros alumnos- que la tarea no consiste en un simple sei'talan1iento de m,u-cas sino, por el contrario, en un in­ tento de determinar qué efectos de sentido produce el discurso como totalidad. ,,' Las personas Pa1tir del anáJisis de las personas gramaticales desde el punto de vista de la enunciación sirve para iniciar a nuestros alumnos en el análisis del discurso. Así, Lyons (Op. cil) explica la función de los los pronombres perso­ nales remitiendo a Jaetimologíade los té1111inos "primera persona", "segunda persona" y "tercera persona". Lapa­ labra l:.Hin:.i " pe rsona" , que significa má...:;cara de actor, persorn.tje de un drama o papel , se empleó para trnducir una palabra griega que , según los gramáticos, deriva de la concepción metafórica del evento lingüístico como un drama en el que eJ papel principal está representado por la primera persona, el papel antagónico por la segunda y tocios los demás por la tercera. El té,mino "tercera perso­ na" queda negativamente definido con respecto a los otros c\os porque no tiene una función efectiva como pmticipan­ te tal como ocurre en el cwm de la primera y la .segunda. Los enunciados regidos por la tercera persona, a pesar de que puedan estar modalizados subjetivamente. esca­ pan a la condición de la deixis y remiten a una situación de ap�LI'iencia objetiva. Por esto se sotiene que "él" es un no-deíctico. Para Bcnvenistc, "yo" no puede ser definido más que en ténninos de locución, es decir, que significa la perso1u1 que enuncia una detenninada instancia de discurso y que contiene. a b vez. a "yo" como categoría lingUística. Por lo tanto. hay una doble instancia: un "yo" referente y un "yo" discursivo. Benveniste considera que las formas gramaticales "yo" - "tú" son las que convierten al lengu:.ije en discur­ so. El "yo" introduce de inmediato la situación de alo- 9253 (. .. ) "yo '' l'.I' el illllil'itliw 411c em111cin !t1 prcse111e i11.1·tn111:ir1 r!f, di,1·c11J",\·o c¡111: r:011ricll(-' In i11.1·1mir:io lingiifslico "yo ". Bcn vcn istc, 1\ " L<.1 11..1t uralc1.a de h1s rronumhrc,;" en: 0/J. ci1. L:ución y se obtiene para "tú" una definición simétrica en tanto individuo al que se dirige la alocución en la instan­ cia de discurso que contiene la i nstanci a li ngüística "tú " . Cu ando el .ind ividuo pa rte del "yo" para estable­ cer una rel ación . planrea neccsariimente a un "tú" que cs. para él, la ú n ica "persona" imaginable. Esta CLw [ i ctad del "yo" en tanto interi or al enunciado y ex terior al "tú" -exterior pero <le un modo que no su­ prime la realidad humana del diál ogo- definen al "tú " cmno la persona no-subjetiva frente a l a persona sub­ "El· ide11tifh:á11do,1·e r:011w ¡n:nonn (i11ica 1¡11c jet iva que el "yo" representa. Estas dos personas se /JIYHW11cir1 'yo · r:111110 cuda npondrán j u nt:1s a la forma de la no-persona: "él". 11110 de los i111erlou1rores .l'l ' Parecería que rodas las relaciones planteadas en­ pone .1·110!.1·i 1·r.11111:11re co1110 .las tres fonrn�s del si ngu lar deben mantenerse al rnjclí!. El empleo tiene. sc1· t ranspuestas al pl u ral. El "ustedes" o el " vosopues, 1;01110 cn11rliciri11 /(¡ sit11acirí11 de dis,:11r.1·0. (... ) 1.!'\')�" sefíalan a la pluralidad de alocu tarios de un "yo". E.1· estt1 pmpiedod lo q11e Sin e mbargo, la pri mera persona vuelve a plantear Jiuu/a el di.w:11r.1'0 i11divid11al. un problema ccntr�\I. Ensefíamos a nuc.5tros alu mnos en el q11e ctu:/(1 {oc111or qi.ti:.: el "nosotros" es la primera persona del plural a.rnme por .rn cueota el c u a n do, desde el punto ele vista ele la enunciación, le11g11r(ic 1:ntero. El l,áhito nos lwcefcícili11e11re cu mple ese papel en escasas ocasiones; por ejemplo; i11se11.�ihíe.1· a l'Sf,7 d{f'ere11rio e11 <.:! Preámbulo ele nues t ra Con sti lución ("Nos, los ¡nr!/i111dn c11rr1' el le11g11n)c' co;110 .1·i.1'fe111a di.' signos-y el Cons_ti tuyentcs ..,. "), en una carta sol icitada ("Noso1.ros, los abaj o firrnílnles") o en un reci tado colectivo. leng11t.(ir' a,1·111//ir/(I como Pero en tocios aquel l os casos en que, frente al aula, cjen:icio por el i11di11ic/11r, ". Be11vcn istc. É. "La pronunc.iarnos frases clel tipo "Hoy vamos a esrndiar 11atuml,.?.c1 de los el lem:1 . . . " la pri mera pers9na i n vo l u c ra al " y o " ¡wo110111hn;s" 1;11: Op. cit. cnunci ador y al " tú " s ingular_' o pl u ral que . ese "yo" define corno cm1 nc i a 1 :irio. Para e.l caso en que el " no­ sntrns" es igual u "yn + tú si ng. o pl." Be·nvcnistc p ropone. el té rn1 i no de nosotros inclusivo. El " noso­ t._r�s" será exd usi vo cuando equi valga a " yo + éJ sing. u ·pt." : por ej em plo, cuando anuncio a los alumnos " lo.-; profesorc.,;; que estuvi mos reun idos decidimos ... " . En algunas ocasiones, el nosotro:; puede alcanzar l o que se defi ne cm_no extensió1t nuíximu, es decir, l a i nclusión de ''yo+ t ú + é l " . Así, p o r ejemplo, e n el marco de u n disc u rso pol ítico. un enunci ado del tipo " l os argenti nos debemos cncarc1 r. . " . En general. dad o ,.n� que la referencia de la tercera persona no se encuen­ tra en la situ ación comunicativa sino en el cotexto, "él " funciona como un_ítcm cohes ivo que resu lta ac la­ rado en otro l u gar del texto: El análisis de las formas personales permite de­ termi nar el grado de compromiso del locutor y el gra­ . do ele presencia del alocutario. De manera general, - las formas plurales expresan una persona ampliada que se vuel ve difusa y que, en el caso del "nosotros", puede ope rar por emborronamiento. A los usos citados del pronombre "nosotros " cabe agregar, fi nalmen te, el llamado nosotros retórico o mayestático que remite , desde el punto de v ista de la enunciación , a u n solo "yo". Anal ice el uso de los pronombres en los siguientes fragmentos: "( . . . ) No debemos, no hemos de ser nación marítima. Las costas del Sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una marina. . . No. No hemos d e ser nación marítima, líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros d e in­ tentarlo . . . " D.F. Sarmiento. El Nacional, 7/7/ 1 879 "( . . ) no se trata de una zoncera en si, sino todo lo contrario . Se convirtió en·-zoncera porque el mismo Alberdi le imprimió un sentido autoden igratorio que analizaremos a continuación". A. Jauretche. Manual de zonceras argentinas " Nuestro país vivió una década, la del '70 ( ... ) Los argentinos no fuimos ajenos a ese destino.( . . . ) este pasado de lucha entre argentinos, de mue rte fratricida, nos trae a víctimas y victimarios desde el ayer intercambiando su rol en forma recu rre nte. ( . . . ) Para ellos, para quienes en este t rance perdie­ ron a los suyos, no son estas palabras ( . . . ) Para el resto, para quienes tuvi­ mos la suerte de no perder lo más querido en la lucha entre argentinos, es que me di rijo. Gral. Balza. Tiempo Nuevo, 25/4/95 ,;:;:i 255 Es importante plantear algunas observaciones más acerca del uso de los pronombres. • En algunos casos, el "tú" tiene por función "per­ sonalizar" enunciados impersonales construidos habitualmente con el indefinido "uno" o con "se": ("amigo", "alumno"), términos que denotan parentes­ co, metáforas ("tortura de mi alma") o adjetivos pue­ den emplearse para designar, al igual que las peronas, al locutor, al alocutario y a aquel de quien se habla: el dclocutor. Así. para empicar la terminología de Kcrbrat­ Orecchioni, se los llama respectivamente apelativos /ocutivos, alocutivos y delocutivos*. Todo apelativo comporta una evaluación subjetiva desde el momento en que es proferido por el sujeto de la enunciación. Por otra parte, en el caso de los apelativos de primera y segunda persona, posibilitan la identificación de los participantes de la enunciación y, en este sentido, son considerados una clase de deícticos. Además de presentttr un carácter predicativo -lodo apelativo conlleva un significado respecto de una persona- los apelativos manifiestan la relación social que el locutor establ.ece con la persona designada. El uso de la no persona (él) en lugar de la segun­ da, funciona como una marca de extrema distan­ cia y de reconocimiento de una .instancia jerfü-­ quica supenor: • Emplear "yo", "nosotros" o "él" en lugar de la se­ gunda persona implica subvertir la relación de re­ ciprocidad locutor/alocutario. Este efecto puede generarse asumiendo la palabra en lugar de un _ser que no puede hablar, considerando al aloculario como una tercera persona exterior a la situación o implicando al yo en una situación de la que no forma parte: Analice el uso de las personas y los apelativos en el siguiente frag­ mento: Los apelativos Cuando un término o una construcción son em­ pleados en lugar de las personas se convierten en apelativos. Nombres propios, sustantivos comunes, títulüs. términos que expresan una relación social 256 '8-� , Bebé Rocamadour, bebé bebé. Rocamadour: Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mi­ rándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabés leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el. dedo porque se moja de lágrimas. ¿Por qué, Rocamadour? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había preparado para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró cómo el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour. J. Cortázar. Rayuela "' Kcrbra1-0n:cd1ioni. C. O¡ ,. cit. �i=l 257 _J ,--------------------------------- ----=--------------- ---- --¡, Las localizaciones espaciales y temporales ron La Bastilla. En ese entonces, se _usaba la guillotina. Ahora se emplean otros métodos de control"). El momento ele la enunciación es siempre el ahora, el presente o TO. Respecto de ese TO será posible esta­ blecer retrospeéciones o "idas hacia atrás" ("ayer", "hace una semana'') y prospecciones o "idas hacia adelante" ("maílana", "dentro de un ralo"). Los pronombres demostrativos y los adverbiales son considerndos deícticos en tanto su funcionamiento semántico-referencial depende de la ubicación de los participªntes en el context o enunciativo. Para Benveniste, estos "índices de ostensión" implican un gesto que designa a un objeto al tiempo que es pro­ nunciada la instancia del término. Las localizacio­ nes espaciales deícticas, además de relacionar al lo­ cutor con el objeto que designan (este, ese, aquel), estmcturan el espacio en un sistema ternario: agu.í/ acá indican la proximidad con respecto al hablante; ahí, la proximidad con respecto al oyente, allí/allá, la ubicación en el campo de referencia de la tercera per­ sona o la lejanía con respecto al hablante. Es conveniente puntualizar que otro s adverbios de lugar como lejos, detrás, abt�o o verbos como ir,vcnir, entrar, salir pueden funcionar como deícticos en tan­ to se relacionen con el sujeto de la enunciación. Los tiempos verbales Los tiempos verbales, por su parte, permiten dife­ renciar un discurso en ténninos de narración o co­ mentario. Las formas temporales expresadas a partir ele los verbos presentan una recuJTencia mucho mayor que las dadas a partir de Jos adverbios o construccio­ nes adverbiales. Así, se organizan integrando conste­ laciones en las que predomina un tiempo determinado ( Tiempo base) asociado a otros tiempos que sirven para expresar las retrospccciones y las prospecciones respecto de ese T b. El presente de enunciación como T b., asociado al pre­ térito perfecto (en Buenos Aires, sobre todo en la lengua oral, al pretérito peifecto simple) y ,u futum simple o com­ puesto (tmnbién la constrncción ir+ a+ infinitivo) cons­ tituye el gmpo de los tiempos comentativos. Esta función deíctica no debe ser confundida con la cotextual ("Más abajo [en el texto] nos referire­ mos al tema... ") ni con la localización espacial abso­ luta que no tiene como referente ni el lugar en que se sitúa el emisor ni otro lugar del texto (" En algunas zonas de 1a Patagonia el clima es benigno"). Los adverbios de tiempo, así como las formas ver­ bales, permiten localizar un acontecimiento sobre el eje antes/después respecto de un tiempo (T) detenninado. Este T puede significar una referencia temporal absolu­ ta ("En 1789 los franceses tomaron La BastiJla"), una referencia cotextual ("En 1789, los franceses tomaron La Bastilla. En ese entonces, se usaba la guillotina''), o una referencia deíctica ("En 1789. los franceses toma258 r;,-:i \ ' 11 1 ¡ , I i:;¡:l 259 1, 1 "Al empicar los tiempos del comc11rario lwgo saber al i11rcrloc11f0r que el texto merece de .rn porte 11110 are11ciá11 vigilwlle (grado de alcrui /). Cm, los tiempos 11aiTafivns. e11 cambio, advierto que otra escuchn más distc11dida es posi/;le (grado de a/cr,a 11)". Wcinrcich, H. Estructura y fú11cMt1 de los tiempos en el /eng11ciie. Madrid,Gredos; El pretérito perfecto simple combinado con el imperfecto como tiempos base, asociados con el pretérito pluscuamperfecto y el condicional para las retrospecciones y prospecciones respectiva­ mente, confo rman el grupo de los tiempos narrativos. 1975. ción. Weinreich agrega una tercera: la puesta en re­ lieve. La puesta en relieve da cuenta de la función que cumplen algunos tiempos verbales en cuanto a pro· ycctar ciertos contenidos a un primer plano y relegar a otros. El pretérito imperfecto, en el marco de una na· rración, lleva las acciones a un segundo plano con res­ pecto al pretérito perfecto simple. En el comentario, la posibilidad de situar contenidos en un primer plano está dacia por los gestos, el tono, los datos situacionales. El enfoque de los tiempos verbales que acabarnos de presentar resulta, por .lo general. mucho más acce­ sible a nuestros estudiantes que el mero 1.istado H1cmnríst:ico de nombres y conjugaciones. El alumno recupera su saber en cuanto al uso de los tiempos y, cuando esta perspectiva se completa con la que con­ cierne a las modalidades, es capaz de reconocer la uti• lidad de diferenciar modos y tiempos verbales. El cuadro que reproducimos a continuación sinte­ tiza las tres dimensiones consideradas para cada uno de los "mundos verbales": el mundo narrado y el mun• do comentado. Perspectiva La oposición entre el grupo de tiempos del mundo narrado y del mundo comentado caracteriza, según Weinreich una determinada actitud de comunica­ ci6n por ;arte del locutor que, a su vez, exige al· alocutario una reacción correspondiente. Los tiem­ pos comentativos requieren, según este autor, una atención mayor que los narrativos. Las categorías retrospección y prospección -infor­ mación dada como anterior al tiempo base e infor­ mación anticipada- son reunidas por este autor bajo el concepto de perspectiva de locuci6n. La perspec­ tiva de locución permite poner en discurso la coinci­ dencia o la divergencia entre el tiempo de la acción Y el tiempo del texto. A las dimensiones de actitud y perspectiva ele locu- Hctrospccción MUNDO COMENTADO prcl. perf.comp Actitud T.b. Prospección presente futuro l º pl:1110 2° plm10 prcl.pcrr. simple,:-- pt·et MUNDO NARRADO piuSClltllll- pcrlccto pret. perfecto simple condicio11al Puesta en relieve grndo de alerta 1 gestos tono grudo prcl. pc1fccto simple de alcrw 11 prcl impcrfccto pre\. i111perfct:to. '� Incluimos d pretérito perfocto simple corno rctrospccción delco­ mentario dado que su uso es muy frecuente en nuestro pnís. �261 260 r;,;::i Los conceptos de comentario y narración -dis­ curso y relato histórico en términos de Benveniste­ han sido planteados para dar cuenta del funciona­ miento de la lengua, lo que implica necesariamente una abstracción y una simplificación. En realidacl, es dificil encontrar un relato que no incluya seg­ mentos comentalivos. El caso inverso, si bien es menos frecuente, también es posible. Los textos periodísticos analizados en el capítulo II respon­ den. en general. al relato que incluye segmentos de comentario. "Muchas cosas cambiaron en el Zoológico durante más de cien años. En la primera década del siglo, se desarrollaba alli una amplia actividad cultural. Bandas musicales animaban las tardes de domingo desde el Pabellón de la Música y sobre Sarmiento, frente a la Rural, existia una señorial confiteria que desplegaba una amplia terraza sobre el parque. Había casitas donde se servía leche recién ordeñada y los chicos podfan dar una vuelta en el lomo de un elefante. Hoy, el Jardin Zoológico sigue siendo una de las grandes atracciones porteñas: recibe más de tres millones de visitantes por año sin contar a los escolares. Cuenta con un servicio especializado de veterínaría y un laboratorio de análisis c/inícos y bacterofógicos". 1 i 1 1, 1 ;I !, "Cada ve=: q11e dentro de un relato histórico aparece un discurso, c11an­ dn el historiador. por ejemplo, reproduce las palabras de 1m personaje o inten'iene para juzgar los hechos, se pasa a otro sütema temporal: el del di.1·c:urso. (. .. ) Por la elección de íos tiempos verbales y de las personas, el discurso se distingue ciaramellle del relato. El discurso emplea libremente todos los pronombres personales, tanto yolttÍ como él. Explícitas o 110. las re!ac:iones elllre las personas gramaticales están presentes siempre. Por eso. la tercera perso1Ia 110 tiene el mismo valor que en el relato histórico. En ésre, el narrador no i11tervie1Ie; la tercera persona no se opone a 11i11¡;u11a orm. Ella es. en realidad, una ausencia de persona. En el discurso, en cam!Jio, 1111 locutor opone ww no-persona (él) a una persona (yo/tú)". Benveniste, E. "Las relaciones de tiempo en el verbo francés" en: Op. cit. Reconozca en los siguientes fragmentos, los segmentos narrativos y los comentativos. Analice la perspectiva y la actitud de locución y diferen­ cie los contenidos proyectados al primer plano. "El radicalismo habla acertado a asumir una causa que era nacional, que no estaba parcializada a zonas geográficas, intereses económicos o clases socia­ les. A su alrededor, cada vez en mayor medida, se irían nuc/eando fas grandes mayorias populares, sintiéndose representadas por este partido y su intransi­ gente conductor. No debe extrañar, por tanto, que las masas volvieran a exaltar­ se tras las nuevas banderas". Félix Luna. Yrlgoyen. 262 ,:;;::i i 1'! Con respecto aJ presente, definido hasta ahora como tiempo base del comentario, es conveniente hacer ,1Igunas aclaraciones. A partir de su estatuto de "grado O" del sistema verbal, el presente posee un valor polivalente que puede ·oponerlo a los tiempos pasados o futuros, o bien puede otorgarle un valor no temporal. En este último sentido, el presente es susceptible de integrar enunciados que, por medio de un adverbio, expresan el pasado o _el futuro: ' El presente de la enunciación no debe confundir­ se con el presente universal, de definición o genéri­ co. Éste constituye una forma a-temporal que es pro­ pia de cierto tipo de enunciados como las máximas, los refranes. las definiciones. i El presente histórico es aquel empleado en el re­ lato o mundo narrado en lugar de la alternancia r;¡;:i263 ¡ _J pretenro perfecto simple/pretérito imperfecto. Si bien genera cierto efecto de grado de alerta 1, el pre­ sente histórico "achata" el texto en la medida en que no deja transparentar la puesta en relieve de las ac­ ciones. Determine qué uso del presente predomina en estos fragmentos: "Yrigoyen permanece hasta el día 11 en el regimiento 79 de La Plata. Durante su estadía lo visitan algunos amigos. Está muy decaído. Su fa­ milia le preocupa obsesivamente. Ignora todavfa la destrucción de su casa y demás estragos. Su médico lo asiste". Félix Luna. Yrigoyen "Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de monta­ ñas, de bahias, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instru­ mentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descu­ bre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara". Jorge L. Borges. "El Hacedor". A. l. 2. las modalidades Las categorías que abordamos a continuación, a pe­ sar de ser de las más interesantes para el análisis de la subjetividad en el lenguaje, siguen ofreciendo bastan­ te resistencia a la reflexión lingüística. Sus medios de expresión son de una desconce,tante variedad y no pue­ den describirse, en general, por medio de las clasifica­ ciones gramaticales o léxicas habituales. ¿Cuál es el privilegio que ostentan las modalidades? Fundamen­ wlmentc, trascender la división del enunciado en suje­ lo y predicado para referirse a la rowlidad del emm­ ciado haciendo del sujeto de la ent1nciación su punto de referencia. Charles Bally, prect1rsor indirecto de la teoría de la enunciación. es el primero en emplear sistemáticamente la noción ele modalidad. Bally creía necesario distinguir, en todo acto de enunciación, el contenido represenlado, intelectual -llamado diclum-y la actitud adoptada por el sujeto hablante ante ese contenido -llamada modus o modalidad-. El dictum correspondería al contenido proposicional. a la puesta en relación de un predicado con un !;ujcto. mientras que la modalidad remitiría a la operación psíquica que tiene por objeto a.l dictum. Para Ba!ly. la relación entre dictum y modalidad si­ gue una escala que va desde lo explícito hasta lo sintéti­ co (la modalidad .incorporada al dictum) y propone un ejemplo significativo en el que -dada una serie de enun­ ciados- el clictum se mantiene constm1te: "/.,(1 modalidad es lo forma lingiiísrirn de 1111 juicio intelect!tal, de 1111 juicio afectil'o o de 1111c1 volwttad que w1 rnjero pe11sa11te e111111cio a propósito de una percepcirJII o de 1111a representcu:irín de su f!\f)ÍI l(U Bally, C. "Synlaxe ele la modalité explicite". Cahiers de Fcrdirwnd de S<tussurc (1942). Citnclo por Mai11guem1u. D. lntrodiu:ción a /0,1· M,:rodo.1· de Análisis del Discurso. Buenos Aires, HachcLtc: 1980. "El objeto literario es un trompo extraño que sólo existe en movimiento." Jean P Sartre. ¿Qué es la literatura? i• · 264 ¡;,::i G:J265 ,¡ 1, En el ejemplo puede observarse que el modus pue­ de realizarse ya sea por medio ctc un verbo modal con un sujeto modal explíclro y destacado (a), ya sea sin sujeto modal pero con un giro ad verbi<.tl modalizante (c), ya por un modo verbal (e) o por un verbo auxiliar modal (d); del mismo modo, la moda­ lidad puede presentarse explícitamente (a) y (d) o no (b). El caso extremo, no lingüístico, estaría dado en los puntos (h) e (i). Siguiendo a Mainguemrn (Op. cit), consideraremos las; modalidades a partir de la diferenciación entre mo­ dalidades de enunciación, de enunciado y de mensí.tje. <:t cabo una determinada acción. El modalizador típi­ co del enunciado imperativo es el n1odo verbal. Sin embargo, incluímos también en esta categoría las construcciones con auxiliares "haber", "deber" y "te­ ner'' y las proposiciones del tipo "es necesario que", "es obligatorio que", "ordeno que", etc. El futuro com­ binado con la segunda persona también implica una orden. ,, . .. ' I 1-..:.i ,·•. ,,,,,¡ t�•:1 :¡1 Las modalidades de enunciación Las modalidades de enunciación remiten a la re­ lación que se establece entre los participantes en la situación comunicativa. Un enunciado sólo puede presentar una modalidad de enunciación: aseverativa, interrogativa, imperativa ... La modalidad de enunciación aseverativa expre­ sa una relación interpersonal a partir de Ja cual el hablante se compromete con el oyente en cuanto a que su enunciado es verdadero. ¡•,1 'I Evidentemente, el análisis de las modalidades de enunciación se relaciona con el de los actos de habla. El acto de ordenar, por ejemplo, implica cierta rela­ ción jerárquica que se desdibuja en la mayoría de las otras costruccioncs de matiz imperativo. Asimismo, el derecho de interrogar no se adjudica a cualquiera y remite a un tipo particular de relación social; reci­ bir una pregunta obliga al receptor a con tinuar el dis­ curso, a responder. ,, ¡;1.I [¡. ,]!),; llnl i"I r11:i1 1 ¡ 1-' ,:,H11 i1 l·',I ¡,,'.·!1,¡ Las modalidades de enunciado La modalidad interrogativa implica, en general, eJ deseo del enunciadorde obteneruna respuesta por parte del enunciatario. En el caso de las preguntas retóricas, lógicamente, el efecto de sentido es diferente. Mediante la modalidad imperativa el locutor hace saber al alocutario su deseo o necesidad de que lleve 266 �.::i ' ' l¡'' 'Í. 1 ¡!:ii' Las modalidades de enunciado no se apoyan en Ia relación hablante/oyente sino que caracterizan la actitud del sujeto de la enunciación con respecto a su propio enunciado. Las modalidades de enunciado se clasifican en modalidades lógicas -el hablante se posiciona en cuanto a la verdad, probabilidad, certi­ dumbre de lo que enuncia- y modalidades apreciativas -e! hablante expresa valorac iones afectivas o apreciativas como felicidad, tristeza, rechazo-. ·.:¡,-: ',,i,¡,,¡¡ .,, 11 I il r:;,::i 267 '1j 1; 1 '! Es necesario tener en cuenta que en todos los ca­ sos la modalidad que interesa a un análisis de la sub­ jetividad es aquella que resulta extraprcdicativa, es decir, la modalidad que afecta al enunciado comple­ to y no sólo al verbo. Así, un enunciado como Dentro de las modalidades de enunciado lógi­ ras nos interesa distinguir especialmente aquellas destinadas a reforznr una aserción de aquellas que, por el contrario, la restringen en sus posibilida­ des. presenta un adverbio modal que modifica al ver­ bü como circunstancial. La paráfrasis que corresponde a tal enunciado, por lo tanto. es la siguiente: En el caso citado, el hablante no expresa su eva­ luación, su apreciación respecto de la totalidad del enunciado sino solamente respecto del verbo "con­ cluir". Así, puede predicarse la falsedad de tal enun­ ciado: Si, en cambio, nos encontramos con el enunciado Los adverbios y construcciones adverbiales no constituyen el único recurso para restringir o re­ forzar una aserción. El condic.ional; el futuro aso­ ciado con la tercera persona; verbos modales como "suponer", "creer"; el auxiliar modal "poder" com­ binado con el subjuntivo. también reducen el sen­ tido de certeza que el hablante puede imprimir al enunciado. "(... ) la lengua 110 pre.w:nta w1 sistema e,,ide111e y .\'imple de 111odafidt1des Mg iws: seg11rnme1/fe tiende 1mís bien ti la prohahi/idad que a la certid11111bre; ¿qué decir de ciertamente? No puede decirse r¡ue cicrtarncnLe y seguramente sea11 el correlato exacto de cicrlo y seguro. No hay más que e1·ocar fa complejidad de los verbos /lamado.1· 'modales' para comprender c11á11tas d!"ficttlwdes provoca la 11ocir)11 de modalidad de e11w1cifülo ". Mainguenau. D. Op. cit. debemos plantear como paráfr asis .t'�".<,}.:'?�!'ti.'..'t'f,� :."'.�"'.'.'f�i'?.\.-':'}." :· ·_:"J;'fl{;<t,r··,{f¿,¿¡4f�1� .":';)t:!f::'Z:·"'f, '_ ¡;.'J.Í; (·,t> r+ 'iY:o· me. �i�_n to_:f�I i fde q uC•.l.� "jbrri_·4dá•füiYa·.cOn�:_:J :{�·�) i ,;;:} 1 r�J�T�.?.�J:tit · �' )l-:::t� \:':i1�i_\\·{t,�x:;:;: V�::tRr y nos resulta imposible aplicar una negación modal: El modo indicativo y verbos modales como "sa­ ber'', "comprobar", "observar", por su parte, refuer­ zan las aserciones del hablante*. Sólo en este segundo caso hablaremos de modali­ dad de enunciado: un juicio lógico o apreciativo que "tiñe" de subjetividad a tocia la proposición básica. No consideramos :1yt1í l:1s modalidades de enunciado d1:ñ111ict1s. ''flÍst611ict1.1· r 1•11/eicas. Pt1rn un estudio profundo de l:i modalidad de enuncind(l. co11:-111lc VL111 Wright. G. Enm_\'O 1fo lógfr:ú 11wd1d. Bue" 110s Aires, Santing<1 Rueda: 1970 y Greimns. A. J. Dd .w-111ido 11. r/;}'.':')" ..:;¡: /'•' ·•�;", /_,--;: · ·t "¡¡,':.;> .�..rt·""n_:::J!/,..1·):;'> ,,". �;,� j. '"-,·. ·: -:'. :i,.�':Es,fo\so·: ,que:. fe I iznierite,� lh jdtilada:-hí.lyá:c'o"nC I ú. id O".' , ,.�.·_. •..:.:-,·.· ·:,.· ,' '.,., ·, ·"'.: .,,;¡,_,,.;¡ -ii,.;.-.,,... ,¡,. .,,.....;.,:,; -i:,,::,:;., -...... (".,::. .:.,- �&í: .,,,,,,_,,..;._fi ·, ),...... 26s sc:1 1, ,, Madrid. Gredns: 19�9 i:;¡::l 269 11 il En cuanto a las modalidades de enunciado apreciativa,r, su diversidad es tal que resulta altamente problemático clasificarlas: ' ;. '! ,,· 1 1 1 i Las modalidades de mensaje El análisis de las modalidades de mensaje rn­ tenta dar cuenta del valor modalizador de ciertas transformaciones sintúcticas. Partiendo del orden o estruturación normal de la frase, es posible sostener que hay una predisposición de Jas diversas transfor­ maciones sintúcticas hacia la producción de deter­ minadas .incidencias semánticas. Conviene tener pre­ sente, sin embargo. que esa predisposición puede, en algunos casos, resultar neutralizada o invertida en el funcionamiento efectivo del discurso o en el marco de algunos tipos textuales. Así, por ejemplo, las estructuras sin tácticas complejas no resultan ex­ trañas en el marco "congelado" del discurso jurídi­ co: Aquí nos centraremos fundamentalmente en tres transformaciones sintácticas: la tematización, lapa­ sivoción y la nominalización. El lingüista inglés Hallidai9 propone la consi­ deración de dos componentes de la oración: el tema y el rema. El tema, para Halliday, es, en cierto sen­ tido, el "sujeto psicológico", es decir, el elemento al cual se "engancha" el resto ele la oración, el elemento esencial, destacado por su posición inic.ial. En es­ pañol, en el común de los casos, el tema coincide con el sujeto gramatical y el rema con lo que se pre­ dica de él: pero diven:,as transformaciones permiten poner en posición de tema a otros constituyentes. Estas operaciones de tematización tienen una im­ portante incidencia semántica y brindan la posibil­ idad de una interpretación ideológica. Analicemos dos titulares: 1'' H;1lliday. M.A.K. "Eslructtll"a y 1·unción cld !cngu:1jc". en: Nm·110.1· Jlori:mlf('.\" tle fa Lingiiístirn. Madrid, Alian7.:'l Universidad: 1975. �,� 271 En el cnso anterior, se desplaia a 1a posición ini­ cial el circunstancial de modo de lo cual se despren­ de C]Lie el cronista quiere destacar lo accidental de la muerte y no la muerlc en sí. En el ejemplo 2) la tematización del predicativo supone la siguiente estructura subyacente: 11 ,. ,. ' i. Otro tipo paiticular de tematización está dado por la puesta en relieve por medio de "es ... que/ quien/ lo/ etc.". 1 l ! 1 i :1 1 :,,'I1 " , La transfoniwción pasiva está ligada directamen­ te al prob�ema.del téma: de ella resulta la colocación del objeto directo en posición inicial y conseCLiente­ mente su conversión en tema. Mediante la pasivación. el tema -que en las frases activas está ocupado por el agente de un proceso-pasa a estar ocupado por el objeto que, de ese modo, se vuelve.focal. < 272 C'!"-::::'l Pero no sólo se da preeminencia temática al obje­ to: en la pasivación, además, puede ser omitido el agente. La construcción pasiva tiene un poderoso efecto neu�ralizador sobre Ja acción o el proceso que se trata de comunicar. En la pasiva se introduce el auxiliar "ser" de lal munera que el participio empieza a parecer un atributo adjetival del sujeto pasivo. Los procesos, cuan­ do estün bajo el control d� sujetos activos, implican la posibilidad de inódific"ación; los estados, en cambio, son percibidos como inalterables y, por ello, como algo que hay que aceptar tal como se presenta. Otro de los posibles efectos _de la pasivación es que la supresión del agente en una serie de oraciones cree una especie de emborronamiento: algunos de,los age.nlcs son suprimidos porqu·e ya fueron i-nenciona­ dos o porque se pueden reponer fácilmente recurrien­ clo al contexto y esto genera en el lector la "confian­ z,1" en que todos l_�)s agentes suprimidos son igua!1úc1He f.kiles de recuperar. LiJ llamada pasiva con se ("Se hiZ.o el identikit"/ "Se hicieron Im/ identikits") �construcción endocéntrica verbal c0n forma pronominal de terce­ ra persona refleja- se contamina, en tina serie, con Ja construcción impersonal con se ("Se condenó a los clelincuentes"/"Sc trata de un doble homicidio") que no :idmite .sujeto y prC.senta el verbo sólo en singular. La 11011,inoliz.udón -transformación que reduce una oración enlcrn a su núclcó verbal y convierte ül verbo en sustantivo- requiere también, algunas consideracio­ nes. La supresión de agentes y la reducción sint{tctica que la acomp;.iñ:1 pueden dar como resultado ciertos compuestos de apariencia nominal. J 1 r;¡:i 273 ideológico: la nominalización, al pennitir la supresión de la referencia al agente y a! afectado, despersonaliza e, incluso, drena ele! lenguaje el sentido de actividad. Estos compuestos estún comprimidos en frases nominales o "nominalizados", de modo que pueden ocupar en ta estructura sintáctica posiciones que ocu­ pan ordinariamente los sustantivos o adjetivos. . . La nominalización de un proceso que resulta cod1f1cado en una fo1111a lingüística compacta, sirve p�U"a cris­ talizar un nuevo concepto y para hacerlo memorizable. La forma compacta que implica toda nominalización otorga a ésta función rcsuntiva o ele resumen. _ El proceso de codificación de la experiencia me­ chante la invención de especímenes léxicos se cono­ ce como relexicalización. Es utilizado ampliamente en la creación de las jerg,1s especü11izadas, y signifi­ cativamente, estas jergas implican a menudo siste­ mas, campos de términos relacionados, clasificacio­ nes sistemáticas de conceptos. De alglln modo, entonces, se pide nl lector del ejemplo 1) que acepte un principio clasificatorio par:a los "esclarecimientos". Una vez iniciada esta relex1ca\ización podrá extenderse a un sistema o campo que incluirá , por ejemplo: "esclarcci�i�nto t�t��I", "esclarecimiento parcial", "no esclarec1m1cnto , en vfos de esclarecimiento", etc. El lector no puede es­ tar seouro de hasta, dónde se extiende el sistema de clasificación especializado del cronista de policiales. En t�mto formas contractas, las nominalizaciones ocultan a los participantes del proceso: 1' La estructura subyacente del titular es, en efecto: La decisión de no mencionar a los participantes de un proce::.o debe ser an:1\izacia de.1:,dc el punto de vista 274 �,:::i Cuadro de las modalidades mod;,did;.ldcs de enunciación relocián hablante/ oyc11fe declarativa ·111terrog;1ti v..i imperativa exclamativa modalidades de enunciado modalidades de mensaje poúción del había11tc ame incide11cia semántica de las estrucwras sintáctica.1· su etiu11cindo lógicas certeza probabilidad necesidad posibilidad obligatoriedad prohibi<..:ión permisión tematización p.isivación nomina!ización apreciativas Analice la modalidad de enunciación predominante en el siguiente frag­ mento. Observe cómo se relaciona -se complementa�ese tipo de modalidad con las modalidades de enunciado apreciativas y con los usos del futuro como tiempo modal. ¿Qué otra categoría le resulta significativa en la cons­ trucción de este discurso? Oh, demonios, muchacho. Ya no pienses. Relájate. Recoge tus piernas y déjalas caer sobre la mesa pequeña. Tranquilo. Pronto comenzará a emitir la televisión. Descansa. ¡Rayos, m/rate un poco esas zapatillas! Al// las tie­ nes ahora, una en cada pie. Tan blancas y con la marca destacada en color. Fijate, detrás llevan la señal fosforescente. Ya sabes. Cuando caiga el sol toda la ciudad reconocerá a ese que corre por las calles. ¡Oiosi ¡Habrá que verlo! Puedes cruzar un pie sobre el otro. Lucen mejor as(. Ya bébete una cerveza a tu salud, te la mereces. Abre una de esas latas holandesas tan bonitas. Tira de la anilla y ya está. Luego la dejas colgando de los dedos de la mano del brazo tendido. Oye, no estada mal acompañar el momento con un cigarrillo. Toma una de esos rubios americanos. De verdad, chico, que deber/as apreciar este momento de tu vida. En cuanto llegue algún amigo hazte filmar en video y disfrútalo, muchacho. Carlos Ares. ¡Oh,demonios! r,;:i 27 .1 ,, E l ejemp l o an terior. pu bl.i cado por u n p�ri od i sra argen t i no en u n s u p lemento j u ven i l , si rve para p l a n ­ tear u nas c u a nta:-- cucs tio11cs. Desde e l concepto ele cm11pn /éxú;o, por ejemplo. podemos obse rvar cómo el vocabu lario se lecc ionado por e ! hablante se or­ gan iza en CJmpos de s i g n i ficado que apu ntan, j u n to con los e leme n tos q u e usted ha anal i zado , a generar un efecto irónico. Los susti.l n ti vos que funcionau corno ape lati vos muc/,, tchn. ch ico-. l as exclamaci ones -nh. demonios. r a y o s - . l o s verbos - e 111 itir. b e b e r. l u c i r- , l o s sustan lÍ \'OS q u e s e refieren a objetos -an illu. rubios americanos- se su man a construcciones sintáct icas (modal idades de mens aje) extrañas al español ele lí.1 Argent i n a - De verdad. chico. que deheríc1s. .. Ya /Jé/Jete- . a u n uso de l os tiempos verbales tambié n aje n o -mírare, jfja te, reconocerá- y a u n tono que se nos impone inevi tnblemen te para conformar u n cam­ po que, por n uestro conoc i m i ento del mu ndo , reco­ n ocemos c o m o v i n c u l a d o a la m o d a cu l t u r a l mass mecliútica impuesta por l os Estados U n i dos. Reco nocemos que se tra ta de la ficciona l.ización de una s i tu ación com u n icati va vokacla h ac i a el des­ tinatario -el muclw cli o- en la que el enunc iador se muestra corno total mente coope rati vo con la i nten ­ c ió n d e generar u n efectci i rónico. Y, s i bien todo nnúlisis cle.l cl iscmso com ienza con u na cierta " i 1 1-. t u i c i ó n " , t.c ncmos q u e i n tentar c b ri ficar y clas i ficar los d i feren tes estatus de los componen tes s u b,i c.Li­ v os. Kerb rat Orecchio n i cree c onveni ente preci sar, en este sentido. que la s u bjeti v i d ad deíct ica es d e n at u ­ ra leza e n teramente cl i fcren lc ele !a suhjcti v i clad que comportan los s u sta n t i vos. verbos. adjet i vos o cons­ trucc iones con valor afe c t i vo o l óg ico. Así. pode­ mos acordar que. en n uestro ejemplo. los deíct i cos ya, pronto, allí, este 111m11e11 to. tu vicio . etc. son con­ Vcnciona lme n te aprnpiaclos a l a s ituación comu n i ­ cat i v a p lanteada. Pero pode mos d iscutir -en 1 crnto d e pc n clc d e l a natura leza i nd i v i dual del s ujeto e 11 u n c i :tclor- e l u so de eval uativos como 110 esto ría 1110/, ¡Dios.' ¡J-/ohrá que verlo/, o tan hlancas. S i considerarúramos "subjetivas" sólo a aquel l as u n i d ades del d i scurso que impl ican una visión y u n a i n te r¡1retación tota lmente personales del referente , e n ton ces ! os deícticos - a u n q u e no dej a n de ser e n u nciati vos- deberían .ser cons_i dcrados "objet ivos " . L_a ambigüedad del término subjetivo s e debe, por l o ta nto. al hecho de q u e recubre dos clases d e expre­ siones autónomas desde el punto de vista sem::í ntico pero no en cuanto a sus referentes: -los cleíci tcos, cuyo fu ncionamienLo referencial depende ele la situaci ón comunicativa -los otros térmi nos , cuyo uso depende de l as com­ pelcncias cu l wra les, ideológicas, lingüísticas, etc. del locutor. Po r otra parte, la subjetividad lingüística puede enu nciarse de u n modo explícito (fórmu las subjeti­ v;1s que se con fiesan como tales : "Abre u na de esas !atas holandesas gue me parecen tan bonitas ") o de u n modo impl íc i to (fórmulas subjeti vas q ue intentan hacerse pasar por objetivas: " A bre una de esas Jatas holandesas tan bonitas") . S i n embargo. la enuncia­ ción de am bos modos es subjetiva. ' Pero vol vamos un poco sobre .lo dicho . ¿En qué consi ste . p rec isamente, el e fecto iró nico que he­ mos atr i bu i do al texto? ¿Cu áles son l os mec a n is­ mos d i s c u rs i vos que pos i b i l i ta n la i ron ía? Trad i c i o n a l men te. se ha conside rado a l a i ro­ n ía como la figura retó rica q ue con s i s te e n decir lo c o n tra r i o el e !o q ue se qu iere deci r en rea !idacl. Desde esta pers pecti va. se i n fería que e l hab lan te mic.11 1.c c u a ndo enu n c i a porq u e , en verdad, dice lo co n t rario de lo que piensa. S i n embargo, desde el purt!'o ele vi s ta ele la e n u n c i ac i ón, el h a b l ante que usn la i ro n ía n o m i e n t e s i no q ue hace dos afirnrn- "El en1pfro de los deícticos. rnín .l'ieildo .l'Ofidorio de la si111ocirJ11 de {;'/1{11/CÍO[ivn. l'C'/WS{I. l'/1 l:/'ecro. en 1111 co11senso indi.1·c111ihle: r::11 1111a derC'nr1i11nrfa .l'i11wció11. todo el 11111ndo eswrd df' ac11c1dn en rcco11ocer que d empleo de aquí o rfe ,illorn <'s apropiado n ioapropic1do. Por el contrario. el empleo de los evaluativos e11 1111a dererminada siTucu:iá11 con11micmiw1 puede siempre diSClltirsc, p11es depende de fa 1mlllrafe:a i11divid11nl del sujeto de la e111111ciaci,J11". Kcrbrat Orecchion i . C. Op . Cir. ,, "''i, 1,: I' i'.I ,I 1 "Tul es el pril'ilegin del sujeto de la e11unciar:ión: 1ie11e el dcrer:lw ( q11f: fc!izmenre el aloc1.1rario puede i111¡mg11arle c1 cod{I i11.1"ta11te), de horror el fff;,r, que vim::ulc1 su p ropia .rn/Jjetil'idad a fo proposició11 qfinn(ldf.l. rk 'hw:er como si'jilese la \'erdarfem verdad ÍtJ que habla por s11 /Joca ". Kcrbrril-Orccch ioni. C. Op. cít. "Lo iront'c1 es ///! .fl!l11i111e110 pmg111ático: srílo se ¡ie1á/J,, en conrexto y depende de /0.1· inrenciones dl:'i !01·11rnr ,. de los copr1cidodes ínterprctoti1·as del rccep­ rr11: ( . . . ) {./ 'interlor:utor irrJ11ico' es el que de cod(!ico 11110 imnfri porql/e es u11 i11ter!o,:11ror q11c dchc lwcer 11110 in/'c:rencia sohre Ir.is i11 tc11ciones del locuror; reco11,1·tmir 1111 sig11if/cc1do r¡úc 110 ,1·e .fi1n11ulc1 1 erlwh11e11te y que supone lf!IO c1•clf11(l(;ir)11 soluv cierto es!lldo de cosa.1· ". Reyes, G. Pol!fo11íc1 Tcxr,wl. La citacirí11 e11 l'I relato literario. Madrid. 1 ciones a la vez: una - l a q ue se lee o escuc ha- es litera l ; l a otra, está sobreentendida. Es ese otro s ig­ nificado encubierto eJ que debe entenderse c o mo vál i do, y a que es el que se corresponde con las in­ tenciones c o m u n icativas del hab lan te. ¿Qué sucede en el caso de q u e ese s ignific ado sobreentend ido n o sea advertido por el que recep­ to r? Pu es que la iro n ía deja de exis tir: para que haya ironía no sólo debe haber una i ntención iró­ nica por parte del locutor s i n o q u e, además , debe ser perci bida por el desti natario. La ironía exige al receptor que perciba una i ncongruencia en tre el e n u nc iado y algo más que él sabe acerc a del refe­ ren te, de l locutor y de procedimientos lingüísti cos como l a entonación, los s ignos expresi vos, las co­ millas. Gn::dos; 1 985. ¿Qué conocimientos debe poner en juego el receptor para decodificar como irónico el siguiénte fragmento? "El primer no villo que se m a tó fue todo entero de regalo al Restaurador, hombre muy amigo del asado. Una comisión de carnice· ros marchó a ofrecérselo en nombre de los federales del matadero, manifestándole in voce su agradecimiento por la acertada providencia del gobierno, su adhesión ilimitada al Restaurador y su odio entrañable • a los salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los hombres. El Restaurador contestó la arenga rinforzando sobre el mismo tema, y concluyó la ceremonia con las correspondientes vivas y vociferacion es de los espectadores y actores. Es de creer que el Restaurador tuviese permiso especial de Su Ilustrísima para no abstenerse de ca rne, por­ que siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan a cérrimo protector de la religión, no hubiera dado mal ejemplo aceptan­ do semejante regalo en un dia santo". Esteban Eche verria, "El Matadero". 278 �,J ......._., .. A h o ra q u e h a q u ed a d o c l aro e l p a p e l d e l " i n terlocu tor iró n i co". vol vamos sobre el locutor. La i ronía surge cu ando un /nc11tnr irónico cita a un locu­ tor ingenuo .fi'ns ido dej ando abierta de cslc modo la pos ibil idad de que el discurso se entienda corno per­ teneciente a otro. Para que quede más claro , intro­ duzcamos la distinción -clásica desde Ducrot-en tre locutor y enunciador: e l cnu nciador es aquella perso­ na a q u ien el locutor atribuye la responsa-bilidad de lo d icho. Locutor y enunciador -queda claro-pueden coincidir o no. En la i ronía, el hab l a nte es a la vez, locuto r y enunc i ador, pe ro n o por si mple co incidencia sino por u n proceso q ue consiste en adoptar l a condi­ ción de locutor para delegarla en otro y reservarse e l p a pe l de e n u n c i ador. Se p r o d u c e a s í u n des doblamiento d e hab lantes que se con tradicen. E l locutor -que es locutor por tomar la palabra y por cslab lecerse como origen del tex to-deja inme­ d i ata1nente ele serlo en v i rtud de sus propias pala­ bra�; se " c i ta " y se q ueda con el papel del enun• c i aclor. La ironía no es el único c aso en que dentro de su enunc iado e l locutor introduce la voz de otro. En el apartado que s igue, presen tamos otras formas de ese fenón1eno genera! guc se conoce con el nombre de polifo n ía . A. 2. LA POLIFONÍA El térm i no polifonía se emp lea en general para dcsigncir l a presc nci ..1 de varias voces en u n mismo enu nciado. Desde este punto de vista, el sujeto de la enu nc iac ión no sólo p roduce su propio disc u rso sino q u e . además i n corpora las voces de otros enun­ ciaciores . La nccesidod de estas 11ocio11es nace de la permanente posibilidad que ofrece el /e11g11aje -y que el discurso explota cm1stcmten1e11te- de "dar la ¡){l lcil>ra ' a pe1:w11c1s que no son la persona que lwhla, es deci1; diferentes de la que produce efectivamente el enwtciado y q1te recibe el nombre de /oc11to1: Suponganws que A. locu ta,; dirige c1 B, alocuttu·io. 1111 enunciado E. Llal'/laremo.1· 'e11 w1ciador' (/_ la persona c1 quien A atribuye la responsabilidad de lo r¡11e se dice e11 E y 'desti11atario ' a aquelln a quiell se dice. seg/111 él. lo q11e se dice e11 E. Oswald D. El decir y lo dicho. Buenos Ai res. l-Iachcttc; 1 984 "Si hay w, proceso de inversión el! fo crium:ioción iró11icc1, no es el de im•ersión de significado.1· sino el de inversión de papeles. Este juego -ser y ser otro. decir y decir otra cnsa-es el rasgo deji11itorio de las enunciaciones irónicas". Reyes, G. Op. t:it "Me habr!a gi,stodo dc1 rme c11enfCI, e11 el 1110111c11ro de ponerme a lw/J/ar. de que me p reccdío 1111n vm: sin 110111/Jre desde lwcía _ra 1111 1clw tiempo ; 111e lwh r/a bastado entonces con ell(:odenw; pmseguir /cJ frase, i11rmd11cim1e si11 ser odvr.rtido en s11s intersticio,1·. � 279 'i 1 1 1 1 11 ,, , 'I i 1 I !, [ 1 11 j 1 como si ello me lwhicra hecho seiias l/Uedtíndose. 1111 1110111e11fr1. i11tern111111ida''. l;out:cwlt. M. El 01de11 del disc11no. Burct:lona, Tusqucts: 1983. ,¡ I' '.[ :1 1'1lj1 ¡ :n ¡,, 1! t"¡ ,.1 111_'· �! .[,,.. "E11 lodn e111111cil1do. en 1111 e.rw1ien 111ás derenido 1'('(¡/¡�_m/0 C/1 los co11dicio11e.1· co1u·n..,w.1· de fo r:0111w11ú1,.-itín disc11r.1·il·o. podemos descubrir roda w1a serie de di.w:111:1·os ajenos, se111ion1fros o implícitns y cm, diferc11rc grado ti(' or,nlad Por eso, 1111 e111111áodo rc�·elo como 111u1 suene de .1·11,r:os que rcprc.1·c11f(l11 ecos /eja110.1· y a¡1cnm· pe1r.e1J1ihle.1· de los con,hios de /0.1· sujetos di,w:11r.l'i1·os. de /0.1· 111aricr!.1· dialágiuis y de mrin·as limfm!fr:s s1111w111c11fe dehilit11das cfl, fo.1· e111111ciados que líeganm a ser pemu'ahles para la c·x¡,resfrit.lad del cwtm: El enwu:iado, de este 11J()c/o. viene a ser 1111.f<!náme11() muy C()nip!ejo que mm,{fiesra 1111a 11111/rip!icidad de planos. Por s11p11e.�10. lwy q¡¡e r.mali:.arfo 110 [lislr1tk1111e11fe _,. 110 sólo en .1'11 rdacir511 cm1 el 011ror ( liohla11re) sino como eslabón en lo cade11a de la cm11w1ico­ r:irJn di.\·et11'.1·iva y e11 s1111e.w co11 otnJ.1· em111ciados relacirmad(J.\' co11 él". O:ajLin. M. "El problcmil de los géneros discursivos". En: Esrérica de la creociún Perhu/. México, Siglo X.,"'(!; 1985. La perspectiva asumida por Foucault se relaciona con la postura teórica adoptada por Mijail Bajtin con respecto aJ enunciado. El enunciado es definido como producto del .intercambio comunicativo. En este sen­ tido, Bajtin sostiene que "todo hablante es de por sí un contestatario, en mayor o en menor medida: él no es un primer hablante, quien haya interrumpido por primera vez el silencio del universo". El hablante, no sólo presupone la existencia del sistema de la lengua que utiliza sino también. la presencia de enunciados anteriores, propios y ajenos. con los cuales su enun­ ciado establece todo tipo de relaciones: se apoya en ellos, problernutiza, los supone conocidos por el oyen­ te, etc. La polifonía se produce a partir de diferentes re� cursos que describiremos a continuación dentro de las limitaciones de este trabajo introductorio. La intertcxtualidad i Si se acepta la afirmación de que ningún texto es cre:.1ción <.tbsoluta de .la v.isión de un solo individuo sino producto de sus relaciones con otras obrns, debe suponerse, entonces, la existencia de semióticas o "cliscursos" autónomos en cuyo interior se operan pro­ ce:--os de construcción, reproducción o transforma­ ciélll de moclelos. La .incorporación de otros textos en un texto dado. en forma de plagio. homenaje, paro­ dia, s:ítira. sistemas descriptivos. lugares comunes, crítica, etc. recibe el nombre de intertexlualidad. Como en el caso de la ironía, el desciframiento de I;_\ inLerLcxtualidad depende de las competencias del receptor. ¿ Qué relaciones intertextua!es se presentan en "Circe", de Julio Cortázar? ¿ Y en los siguientes "Episodios" de Leónidas Lamborghini? VII mas no de esotra parte: ley severa que puede: cerrar los ojos VII mas de esotra parte en la ribera: Llama que nada y llama Nada en Agua Fría: tendrá sentido. memoria Nada ardiendo desatada: tendrá sentido. Cuerpo en llama que sabe nadar Nada en Agua Fría: tendrá sentido. polvo nada: caniza-Nada ardiendo:tendrá sentido. Dios-Llama que nada y llama Nada: tendrá sentido. r.;;J28.l " 1, ¡, ¡!I' "Lr.1 i111crtcx11wlidocl se de/l,1e c1111u1 el cmrjurlfo de re.rlo.1' qr1e r:11tro11 en rc/a/"ÍrÍ11 ('11 1111 fc•xto dorio. Este int!'rle.rlo puede adquirir di111e11.\"lo11es 1·ariod{ls. El caso fí11iiu• lo co11slit11ye lo c111rologíc1 de rexto.1· 1wstic/1es" Kcrhart Orccchioni, C. L(I co1111oruciñ11. Buenos Aires. H.1cheac; 1983. 1 1 "------ El discurso referido El discurso referido es el fenómeno polifónico que permite la incorporación de un enunciado den­ tro de otro enunciado. Los enunciados referidos tienen la capacidad de introducirse en otro dis­ curso conservando, en mayor o en menor medi­ da, o perdiendo por completo su autonomía semántica y sintáctica. Tradicionalmente, se reconocen dos modelos morfosintácticos de inclusión de un discurso en otro: directo e indirecto. En el primer caso. la frontera entre el discurso citado y el citante es nítida: en los textos escritos está marcada por los dos puntos, las comillas y/o los guiones y en los enunciados orales por rasgos como el tono. El discurso citado conserva, además, las marcas de su enunciación. En el caso del discurso indirecto el enunciado citado pierde su autonomía, se su­ bordina sintácticamente al citan te y éste borra las huellas de la enunciación original: esto se obser­ va particularmente e n las sustituciones de los deícticos y los cambios de tiempos verbales. en la neutralización de los giros expresivos que re­ mitían directamente al locutor del discurso cita­ do, en el "llenado" de las elipsis y la unificación de las repeticiones. El discurso directo produce un efecto de fide­ lidad al original, la ilusión de "reproducir" el dis­ curso del otro. De allí que sea explotado tanto por el periodismo como, en la conversación cotidia­ na, por aquellos hablantes que quieren presentar los hechos "tal como han ocurrido" reduciendo su intervención al máximo para dar la impresión de objetividad. El discurso indirecto, en !a medida que no con­ serva el enunciado original, supone una interpre­ tación del discurso del otro. una versión, y da lu­ gar a una síntesis o a un despliegue según los ca- J sos. Al hacerse cargo del discurso citado, el hablante manifiesta sus posiciones ideológicas o afectivas; por eso es imeresante analizar J¡_¡s for­ mas de referir en estilo indirecto un mismo enun­ ciado. Si bien la actividad interpretativa que implica la transposición de un enunciado resulta mucho m.:ís clara en el discurso .indirecto, el directo tam­ bién la incluye. En ambos casos se retoma un enunciado producido en otra situación comuni­ cativa, con otros objetivos: se lo recorta y se lo inserta en un texto que de spliega sus propias es­ trategias semánticas. En este sentido, es muy interesante observar las fórmulas introductorias de los enunciados re­ ferido, las modalizaciones que se plantean a par­ tir del verbo que anuncia el enunciado y sus mo·­ clificadores. (Así, por ejemplo, la distancia que establece el locutor respecto de un enunciado re­ ferido es mayor en "fustigó" o "atacó" que en "ase­ veró" y "resaltó"; los verbos introductorios que parecen más neutros son "dijo", ''se refirió", "expresó"). Los verbos que forman parte del campo semántico de la acción de "decir", no sólo i ntro­ ducen el enunciado referido sino que, además, aportan diferentes tipos de información: pueden especificar el modo de realización fónica del enunciado citado ("gritó que.':.; "-explicó en un susurro"), explicitar su fuerza ilocutoria ("acon­ sejó", "intimó". "amenazó"). caracterizarlo como tip o textual ("argumentó", "relató", "describió"), situarlo dentro de una cronología discursiva ("re­ pitió". "replicó"), presuponer su verdad o false­ dad ("reveló", "dudó"). El término conjunción discursiva se usa para designar las distintas formas que adopta la "con­ taminación" de voces dentro de unJ secuencia discursiva. La ausencia de signos gráficos (guio- "Et di.1'c11rso nfcn'do es disc11r.1·0 dr:11m1 del discur.rn, e1111nciado r/('11/ro del e111111ciado y. al mismo tiempo, disc11rso acen;a del disc1irso y e11u11ciado acerca del e111111ciado" Vo!nshinov. V. "Exposición del rrohlc1n::i del cliscunw referido" en: El sig110 idcolrJgico y {(I filosof!a del le11g1wje. Buenos Aires. Nueva Visión; 1976. �283 r li' 11 1 ¡·i-1."t: ncs. dos punlos, comillas) o de las marcas de sub­ ordinación lrnbiruales (verbos introductorios + subordinantes) permite un contacto tal entre el dis­ curso citado y el citante que \Jega a integrarlos dentro de un m.ismo enunciado con irnposib.ilidacl de reconocer una fuente enunciativa única. Asf, el discurso indirecto libre constituye e! caso ex­ tremo de conjunción discursiva ya que locutor y cnunciador hablan en un mismo nivel, fusionan­ do en una sola construcción lingüística actos de habla con distinta orientac.ión. 0-�-1/fi 11, ,:!);, ·.lhS\�j �-�.\yJ{;·· . clol�lar. 'e l-c_�;�/pt) )Ck;·. ·'.'.•� La cle1crrni11ación de !os efectos específicos de est,1s rupturas -cuyas marcas pueden ser rasgos foniL:os. prosódicos. gn'íCicos. sintácticos o léxicos­ depende cid funcionamiento global del texto y deben tener Cll cuenta el entorno contextual. Es i1nporla111c seí'íal,1r que la "norma" de Jaque se parlt: para determinar la ruptura de una isotopía csli!ísticu cler:erminada es una norrnu "textual". Así, la t1parició11 de lérminos del inglés en los suplcrncn­ tns_iuvl'.nilt:s de los diarios no constituye una ruptura sinn un hecho "normal" dentro de ese tipo de texto. ,,¡ i¡ I 1 _ ¡ Lns prcgunt;is y negaciones polifónicas La ruptura de la isotopía estilística 01.ra forma muy común ele polifonía se da por la aparici(rn ele preguntas y negaciones polifirnic.a.s. Puede ocurrir - y el discurso clicláclico es un ejemplo c.traclerístico- que el locuior mismo formule l;is pre­ gunta:-- que supone que :-;e están planteando !os otros: La isotopía estilística, es decir la pertenencia de un discurso a una determinada variedad de len­ gua, registro, estilo. estructura es quebrantada con frecuencia por medio de la irrupción de enuncia­ dos que remiten a variedades diferentes. La pre­ sencia ele un enunciado que rompe la isolopí,1 estilística genera, por contraste, diversos efectos ele sentido y pone en evidencia _juicios de valor asoci;1dos a las dos variedades en _juego: 284 r,;, Hovmc'S dh·crsos nos i11circrn a comprc1ufer 11111c/10s e1wnciodo.1· 1/egolil'OS C0/'/10 ,1·iJi,em11 f"C'./iuocio11es de /ns e111111óodos afin11oliFns co1·1·cspondientes. c¡11e se arribr.1ye11 c1 lf!J enwH:iodor ficticio: 'No esfmncc.:,1·, sirio he/¡.:(I', Si o/J,1·cn·llmos sus cn11dicio11es de e111pleo. \ IC/1/0S (j//C' fe/lCl/10.\' Cj//1! imnginor que nlguieil lw ofimwdo lo que se niega. El e111111ciado 411e 1011101110,1· CO/!/O eiernp{o co11sri11,_n:. rfr esre 111odo. 1111a espn:ic de dirílogo cri.�1oli110 e11 que un e111111ciodor d1fem11e del lornror af"imw que alg11ie11 e,1· /iw1n'.1· y en r¡1n' 1111 seg1111do e111111cimlor ( r¡11e CI/ es/e Cl/S() f)lll'd!' S('/" osi11/Í/odo cd !ocuior) lo controdice y coffige. Ducrn1. O. O¡;. Ci1. · ¡,Q1i'é dirúci1d(a:h<i:Y 'enf;.¿-.:t/1m:ú_1ari() )1 a·udifr.1,-·? Pues b_ic_n, el :�HJdi.t_qi/cle ún 'enu11ciad'o ies.aqucl___q_uc� ¡)o;· l11rn U otra l";l�Ón, lo escucha. El .:.ilobuurio es aque­ Úa oira.·jk1·st,i11a a la que CI locut(ir\JeC_lara.•dirigi'rSe. _ ¡ '• ,:;;,:, 285 De la misma manera, la negación puede represen­ tar la refutación de un enunciado afirmalivo que �e atrihuye a otro enunciador: ,, Analice los fenómenos polifónicos presentes en los siguientes fr�gmentos: "Cuando la gente pide pan y no le dan ni una piedra a cambio, hace bien en tomar por sí misma las piedras". G.K. Chesterton. El candor del padre Brown. "Y en esto, sintió tocar un arpa suavísima, oyendo lo cual quedó don Quijote pasmado, porque en aquel instante se le vinieron a !a memoria las infinitas aventuras semejantes a aquella, de ventanas, rejas y jardines, músicas, re­ quiebros y desvanecimientos, que en los sus desvanecidos libros de caballe­ rías habia leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad le forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer, y encomen­ dándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, terminó de escuchar la música y, para dar a entender que allí estaba, dio un fingido estornudo, del que no poco se alegraron las doncellas que otra cosa no deseaban sino que Don Quijote las oyese. Recorrida, pues, y afinada la arpa, Altisidora dio principio a este romance: -¡Oh, tú, que estás en tu lecho, entre sábanas de holanda, durmiendo a pierna tendida de la noche a la mañana, caballero el más valiente que ha producido la Mancha, más honesto y más bendito que el oro fino de Arabia! Oye a una triste doncella, bien crecida y mal lograda, que en la luz de tus dos soles se siente abrasar el alma". '/ M. De Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. ' -�