Subido por Mónica Rugeles Martínez

Ponencia Conteo de Términos

Anuncio
TEMA # 1: CONTABILIZACIÓN DE TÉRMINOS PROCESALES – PONENCIA DRA. MÓNICA RUGELES
Sobre la contabilización de los términos procesales, considero que son varios tópicos que resultan de
importancia pero me referiré solo a tres; el primero, ¿son válidos los pactos que establecen que el
término del Tribunal empieza a correr desde un momento procesal diferente a la finalización de la
primera audiencia de trámite?; el segundo, ¿cómo se cuenta el plazo del proceso y cómo se cuentan
los días de adición al término del proceso, son hábiles o son comunes?, y, por último, ¿cómo se cumple
el deber del Secretario señalado en el artículo 10 de la Ley 1563 de 2012?
Sobre el primero, ¿son válidos los pactos que establecen que el término del Tribunal empieza a correr
desde un momento procesal diferente a la finalización de la primera audiencia de trámite?, mi
planteamiento es el siguiente:
Es usual en la práctica encontrar cláusulas compromisorias donde se establece que el término del
Tribunal será de una determinada duración, que puede coincidir o no con la prevista en el artículo 10
de la Ley 1563 de 20121, pero que dicho término se contará desde la instalación del Tribunal, o desde
la admisión de la demanda, o incluso desde la convocatoria del mismo.
Considero que la estipulación de las partes respecto del momento desde el cual se cuenta el plazo
para fallar es nula, más no lo es en cuanto se refiere al plazo mismo. Es decir, en mi criterio las partes
válidamente pueden establecer el plazo de duración del Tribunal en forma distinta a lo que
supletivamente contempla la Ley 1563 de 2012; en efecto, la norma indica que “Si en el pacto arbitral
no se señalaré término”, pero no pueden determinar un momento distinto para que ese plazo empiece
a correr, pues la misma norma señala que el plazo determinado por las partes, o el que la misma
norma señala en seis (6) meses, son “contados a partir de la finalización de la primera audiencia de
trámite”.
Según lo previsto en el artículo 13 del Código General del Proceso, “las normas procesales son de
orden público y, por consiguiente, de obligatorio cumplimiento, y en ningún caso podrán ser derogadas,
modificadas o sustituidas por los funcionarios o particulares, salvo autorización expresa de la ley”,
razón en la cual se apoya que cualquier pacto en contra de lo previsto en las normas procesales carece
de validez.
Debe tenerse en cuenta que como la misma norma lo señala en dicho plazo el Tribunal debe proferir
y notificar el laudo, e incluso, la providencia que resuelve la solicitud de aclaración, corrección o adición
del mismo; hecho que solo podrá suceder a partir de la finalización de la primera audiencia de trámite
en la que el Tribunal se declare competente para proferir la sentencia que ponga fin al proceso.
Establecer que el plazo o término para la duración del proceso debe contarse desde una oportunidad
anterior a la finalización de la primera audiencia de trámite, además de contraria norma de orden
público, carece de todo sentido pues solo hasta ese momento el Tribunal habrá adoptado las
decisiones que le permitirán fallar el litigo, es decir, la declaración de competencia y el decreto de
pruebas.
Si se entendiera lo contrario, es decir, que las partes si pueden fijar el punto de partida de la cuenta
del término del Tribunal en otro momento diferente a la finalización de la primera audiencia de trámite
1
Seis (6) meses.
y disponer que sea a partir de la audiencia de instalación o de la admisión de la demanda, se estaría
ante una estipulación que tendrá como efecto práctico hacer nugatoria la voluntad de las partes de
arbitrar sus diferencias, por cuanto, con los términos establecidos en la Ley 1563 de 2012, sólo para
que la Litis sea trabada (con todas las vicisitudes que ella presenta) haría probable que se agote el
plazo dispuesto para que el árbitro falle el proceso, sin que ello se hubiere logrado.
A mi juicio este es un tema que el Tribunal debe examinar y sobre el cual debe pronunciarse
expresamente desde la audiencia de instalación del Tribunal. En efecto, los árbitros para el impulso e
instrucción del proceso tienen atribuidas, además, de las facultades ordinarias de ordenación arbitral,
las asignadas para los jueces por medio del Código General del Proceso. En el Código General del
Proceso se encuentra establecido, en virtud del artículo 42, como deberes del juzgador, entre otros,
los siguientes:
“1. Dirigir el proceso, velar por su rápida solución, presidir las audiencias, adoptar las medidas
conducentes para impedir la paralización y dilación del proceso y procurar la mayor economía
procesal.
[…]
“5. Adoptar las medidas autorizadas en este código para sanear los vicios de procedimiento o
precaverlos, integrar el litisconsorcio necesario e interpretar la demanda de manera que permita
decidir el fondo del asunto. Esta interpretación debe respetar el derecho de contradicción y el
principio de congruencia.
[…]
“6. Decidir aunque no haya ley exactamente aplicable al caso controvertido, o aquella sea
oscura o incompleta, para lo cual aplicará las leyes que regulen situaciones o materias
semejantes, y en su defecto la doctrina constitucional, la jurisprudencia, la costumbre y los
principios generales del derecho sustancial y procesal.
[…]
12. Realizar el control de legalidad de la actuación procesal una vez agotada cada etapa del
proceso.”
Por otra parte, en el artículo 20 del estatuto arbitral se establece que el poder para representar a
cualquiera de las partes en la audiencia de instalación, incluye además de las facultades legales que
se le otorgan, la facultad para notificarse de todas las determinaciones que adopte el Tribunal en la
misma, sin que se pueda pactar lo contrario. Ello hace evidente que en tal instancia u oportunidad el
Tribunal puede adoptar todas las decisiones que considere necesarias para agotar en debida forma la
misma, sin que se pueda considerar que se encuentran limitadas la naturaleza de decisiones que
pueda proferir el Tribunal en ese momento.
Y, finalmente, creo que una decisión sobre este aspecto, que no se refiere a la materia de la
controversia, sino a un aspecto puramente procedimental, debe proferirse desde el principio del trámite
para garantizar el derecho al debido proceso de ambas partes.
El segundo, ¿cómo se cuenta el plazo del proceso y cómo se cuentan los días de adición al término
del proceso, son hábiles o son comunes?
El término del proceso debe contarse conforme con la modalidad de tiempo que haya sido elegida por
las partes en su pacto arbitral. Es decir, si las partes establecieron expresamente el plazo o término
del Tribunal y prescindieron de la norma supletiva del estatuto arbitral, debe procederse a contabilizarlo
como haya sido elegido por ellos, es decir, en días, meses o años. Si la elección de las partes fue
determinar el plazo en días sin hacer calificación alguna en su contrato sobre cómo deben calificarse
esos días – hábiles o calendario –, a mi juicio, deben contarse como días comunes o calendario.
Ahora, el cómputo de los plazos fijados en días, meses o años se debe realizar “de medianoche a
medianoche"2, de acuerdo con lo previsto en los artículos 67, 68 y 70 del Código Civil, subrogados y
adicionados por los artículos 59, 60, 61 y 62 del Código de Régimen Político y municipal, Ley 4ª de
1913, los artículos 117 a 120 del Código General del Proceso y 829 del Código de Comercio.
Por lo anterior, establecido por las partes, expresamente o defecto, que el término será de meses,
ellos deben contarse como tales y no convertirse en 180 días, pues no todos los periodos de seis
meses tienen 180 días, al existir, según nuestro calendario, meses de menos o de más de 30 días.
Por ejemplo, en el presente año los 6 meses que transcurrieron desde el 1 de enero de 2018 al 30 de
junio de 2018 corresponden a 181 días y no a 180, pero si el año hubiese sido bisiesto se trataría de
182 días. En tal medida, a mi entender el conteo del término del proceso debe hacerse en la modalidad
pactada estrictamente.
Ahora bien, el término del proceso está sujeto a dos clases de viscisitudes; la interrupción y la
suspensión. Me referiré unicamente al segundo evento. Según lo señalado en el artículo 11 de la Ley
1563 de 2012, “al término del proceso se adicionarán los días de suspensión, así como los de
interrupción por causas legales. En todo caso, las partes o sus apoderados no podrán solicitar la
suspensión del proceso por un tiempo que, sumado, exceda de ciento veinte (120) días.”
Esta norma ha generado múltiples interpretaciones, de mucha trascendencia por el efecto que pueden
tener en que el laudo sea proferido oportunamente. Lo primero que debo señalar es que, a mi juicio,
los días de suspensión adicionan el término del proceso, es decir, que por cada día que el proceso ha
estado suspendido el término legal o convencional se aumenta. Es decir, al llevar la cuenta se debe
agotar primero el término inicial, y al mismo se van sumando el número de días de suspensión y una
vez extinto el término inicial se empiezan a usar los días adicionales.
Por otro lado, de acuerdo con lo previsto en el artículo 72 del CRPM, que subrogó, el artículo 70 del
Código Civil, “En los plazos de días que se señalen en las leyes y actos oficiales, se entienden
suprimidos los feriados y de vacantes, a menos de expresarse lo contrario”, por lo cual los días de
suspensión y la referencia al máximo de ciento veinte (120) días deberían entenderse como hábiles.
Y aunque a mi entender esta posición es sólida en su fundamento, no es de uso recurrido en los
Tribunales por cuanto, también se ha entendido que al adicionarse un término, que, por lo menos
legalmente, se encuentra establecido en meses, la adición debería entenderse hecha bajo el mismo
parametro de medida, es decir que los ciento veinte (120) días deberían entenderse como cuatro (4)
meses y, por tanto, no considerarse como hábiles esos días sino como comunes o calendario. Esta
2
CSJ, SCC, sentencia de marzo 28 de 1996, exp. 4665, M.P.: Rafael Romero Sierra.
interpretación resulta menos riesgosa desde el punto de vista de la eventual configuración de una
causal de anulación del laudo por su extemporaneidad pero a la vez puede configurar violación al
debido proceso de las partes quienes, por la complejidad del asunto, pueden tener interes en que las
adiciones al término del proceso sean contabilizadas de la manera más generosa posible para permitir
un mayor plazo para la práctica de pruebas complejas, entre otros. Lo que si resulta indiscutible es
que el Tribunal debería establecer desde un primer momento el criterio para no sorprender a las partes
con los cálculos, ni resultar sorprendidos durante el curso del proceso por las interpretaciones de las
partes. Reglas claras es el mayor respeto al debido proceso.
En este asunto también se ha cuestionado si para el límite temporal que las partes tienen para
suspender el proceso se deben tener en cuenta o no los días de suspensión del proceso antes de que
fuera agotada la primera audiencia de trámite. En consonancia con lo antes dicho, el término de
duración del proceso solo puede calcularse y contabilzarse desde la finalización de la primera
audiencia de trámite, por lo cual para su adición solo pueden tenerse en cuenta los días de suspensión
desde que el mismo empezó a correr.
Tampoco habría lugar a tener en cuenta los días en que el proceso se suspende por otros eventos,
(cuando un árbitro se declare impedido o sea recusado, por inhabilidad, renuncia, relevo o muerte de
alguno de los árbitros, hasta que se provea a su reemplazo o por práctica de prueba en el exterior).
Es importante destacar que cualquiera de esas circunstancias del Secretario no tienen efecto alguno
de suspensión lo que resulta bastante contradictorio a la realidad del desarrollo de los Tribunales.
Finalmente, ¿cómo se cumple el deber del Secretario señalado en el artículo 10 de la Ley 1563 de
2012?
Sobre este aspecto, también existen múltiples prácticas. Particularmente, yo me sigo estrictamente
por lo señalado en el inciso final del artículo 10 de la Ley 1563 de 2012, que dispone: “Al comenzar
cada audiencia el secretario informará el término transcurrido del proceso.”
Así, una vez rendido el informe secretarial que corresponda, señalo cuantos días o meses han
transcurrido del término del proceso haciendo expresa mención de la cantidad de días en el que el
mismo se ha adicionado por la solicitud de las partes que haya sido decretada por el Tribunal. Y en
esto también considero que los días de suspensión solo se pueden adicionar hasta tanto la solicitud
de suspensión haya sido acogida por el Tribunal mediante auto, si es que esa esa la causa de
suspensión, pues a términos del artículo 161 del Código General del Proceso, quien determina la
suspensión del proceso es el Juez, aun cuando, para el evento regulado en el numeral 2 de la norma
proceda por solicitud conjunta de las partes.
De lo anterior, se colige que en el cumplimiento de dicho deber no es necesario indicar la fecha de
vencimiento del término de duración del proceso, ni tampoco hacer mención expresa de cada uno de
los autos en los que se han resuelto solicitudes de suspensión de las partes, o las causas por las
cuales el proceso se ha suspendido o interrumpido. Sin embargo, lo que si considero procedente es
que en el control de legalidad que se hace de cada etapa del proceso, conforme con lo previsto en el
artículo 132 del Código General del Proceso, se indague a las partes sobre si tienen reparos sobre la
forma en que el Secretario del Tribunal ha realizado la contabilización del término transcurrido según
se ha informado al inicio de cada audiencia.
Descargar