Enamorarse - Aula de castellano

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De qué sirve enamorarse
El amor es una de esas cosas en la vida que uno no sabe
si es invento del bien o del mal. Muchas personas buscan
desesperadamente el amor, otros tantos huyen, y el
resto simplemente espera que tarde o temprano les
llegue el batacazo.
Tal vez enamorarse es un invento del demonio, algo así
como los postres, que uno los disfruta por un buen rato,
se atraganta con ellos y por último termina padeciendo
los efectos secundarios. Con el amor es algo parecido,
uno se enamora, disfruta de las mieles del amor por un
tiempo y luego termina padeciendo las consecuencias de
haber cometido semejante error.
Los cachos, la tusa, la depresión, las palpitaciones, las
borracheras, los desengaños, las llamadas borracho al
amanecer, esa sensación de soledad, la falta de hambre,
el exceso de pensamientos y un sinnúmero de
situaciones más que llegan cuando esa vaina llamada
amor se acaba, son síntomas de que tal vez este es un
invento del mismísimo demonio.
Pero adentrémonos en el tema que nos atañe, de qué
sirve enamorarse, tal vez enamorarse sirve para muchas
cosas buenas en la vida, porque cuando uno se enamora
todo parece andar a las mil maravillas, excepto por
algunos "detallitos". Así que a continuación haré un
análisis de cinco de las situaciones que a mi parecer son
críticas cuando uno se avienta en este abismo del
enamoramiento:
1. Se aleja de los amigos
Sí, inevitablemente uno se aleja de los amigos, porque
simplemente el tiempo que antes compartía con ellos y
que en medio de la soltería uno tenía disponibilidad casi
ilimitada ahora se reduce a pequeños espacios de
tiempo. Las prioridades cambian, ya uno no quiere andar
de pati-alegre por la vida perriando y parrandeando, sino
que ahora quiere dedicarse a compartir tiempo con la
pareja. Normaaaaaaalllllllllll, pero igual ninguno de los
amigos lo entiende, al final uno termina entre la espada y
la pared. Pero todos los amigos del mundo deberían dar
por sentado que cuando uno se enamora se pierde,
porque uno también les ha aguantado las perdidas a
ellos. Pero también hay que saber hasta qué punto se
llega, pues tampoco hay que echar al olvido a las
personas que siempre estarán allí para nosotros.
2. Se apagan los arroces en bajo
Definitivamente cuando uno se mete en una relación
obligatoriamente le toca apagar cualquier tipo de arroz
en bajo que tenga, no importa si son uno o diez, todos
los arroces deben quedar extintos. Este puede ser un
gran inconveniente, pues la monogamia tal vez no sea el
mejor camino para muchos que se quieren pasar la vida
de cama en cama. Cuando uno no está seguro de poder
ser fiel y haber quemado la etapa del culiprontismo es
mejor no adentrarse en las hieles del amor.
3. Se arriesga a darse de jeta contra el mundo
Cuando uno se adentra en una relación también
se está adentrando en una situación de sumo peligro,
pues en cualquier momento se puede ir de jeta contra el
mundo. Es una actitud fatalista, lo sé, pero es totalmente
cierto. Cuando uno se enamora está poniendo en riesgo
la tranquilidad, porque el juego ya se abre para dos y
como uno no puede controlar lo que la otra persona
piensa, siente y sobre todo hace, pues es allí donde
cualquier cosa puede pasar. Para hacer hincapié en esta
idea volvamos con las leyes cangrejianas que
últimamente he tenido un poco descuidadas.
Ley Cangrejiana: No todas las historias de amor terminan
mal, hay otras que terminan peor.
4. La tendencia es al engorde
Como lo dije en un artículo y ahora lo sostengo: el amor
engorda. Sí, la tendencia cuando uno se mete en esas
vainas del amor es al sobrepeso, uno comienza a tragar y
a tragar como si no hubiese mañana. El sedentarismo
también hace un gran aporte a la causa, pues mantener
en planes relajados es el pan de cada día y muchas
veces el sexo no es suficiente para bajar las lonjas de
más que se van acumulando. Las idas a cine, las salidas
a comer, el domicilio, la vaina de tragar echado en la
cama y un sinfín de situaciones más que solo ayudan a
que la acumulación de grasa aparezca tarde o temprano.
5. Se pierde la razón
Ya vimos atrás que cuando uno se enamora gana kilos
pero por otro lado también pierde la razón. Y es que
estar enamorado es perder un poco la cordura, es dejar
de lado la racionalidad para volverse un ente a merced
de los designios de una relación. En muchos casos el
criterio de quien se enamora se ve afectado por los
sentimientos y la voluntad de la otra parte y esto
conlleva finalmente a un estado de aletargamiento
mental que impide la aparición de cualquier tipo de
razón.
Moraleja Cangrejiana: enamorarse no es tan malo como
parece, hay cosas peores. Si usted llega a caer en las
hieles del amor no se asuste, no salga corriendo, igual no
tiene escapatoria, más bien alístese para el tremendo lío
en el que se metió.
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