Gutiérrez Santiago Gabriela Yasmin La inclusión social como recompensa en la sociedad consumista Vivimos en una sociedad consumista, donde satisfacer las exigencias básicas e inalienables de nuestro ser no es el punto de atención, sino que lo es crear y promover en todos los integrantes de esta, una serie de necesidades falsas o la satisfacción de los deseos que ella misma crea para mantener un control sobre los individuos y garantizar su funcionamiento. (Zygmunt Bauman, 2007) En esta sociedad se galardona a sus más fieles participantes con la inclusión a los diversos estratos sociales, o bien sanciona a los “improductivos” (aquellos fuera de esta lógica consumista) con la extrema exclusión social, hasta el punto de obligarlos a sumergirse en la doctrina de la sociedad reinante. El individuo construye un propio ‘quien soy’, basado en los deseos de los demás y en las características predominantes del estrato social al que desea pertenecer, deja de lado sus propias necesidades para centrarse, en lo que la sociedad y los demás individuos atrapados en esta lógica, desean explotar de él. Este construido propio ‘quien soy’ junto con los de los demás individuos, son presentados en un momento de exhibición ante la sociedad en busca de su aprobación, la cual es de vital importancia dentro del marco de lo deseable y consumible. En esta exhibición los individuos se tratan así mismo como productos a vender altamente deseables, los cuales no pueden pasar desapercibidos ante la infinita cantidad de ofertas existentes, eso los obliga a utilizar tareas y estrategias propias del marketing y la publicidad. No es sorpresa para nadie que una característica de las principales redes sociales que utilizamos sea la exposición de la propia vida. El deseo de aprobación llega a tal escala que es posible generar un temor a la exclusión, al aislamiento o, en otras palabras, a la falta de atención y deseo por parte de los demás. Basado en el creciente miedo al rechazo social que se genera en los individuos, la sociedad se sirve para provocar un incontenible consumo que -más que la satisfacción del consumo en sí- promete la definición de sí mismo como algo deseable ante los demás. De este modo el sentimiento de pertenencia que obtenemos al ser aceptados resulta ser utópico ya que esta fundado en una lógica de consumo donde nuestro trato con los demás solo se basa en consumir y desechar. Esto es en gran medida lo que Bauman considera como uno de los principales “daños colaterales” de la sociedad actual ya que al llevar una “vida de consumo” estamos asegurando “la transformación total y absoluta de la vida humana en un bien de cambio”. (Zygmunt Bauman, 2007, p. 26) Es por eso por lo que, el secreto mejor guardado de la sociedad de consumidores es que se recompensara a todo aquel que participe de su lógica consumista con la inclusión social, pero no sin antes transformarlo a el mismo en un deseable producto de consumo. (Zygmunt Bauman, 2007) Referencia. 1. Zygmunt Bauman (2007). Vida de Consumo. México D.F, fondo de cultura económica. (pp. 26, 47, 57,77-113)