El buen amor es un problema de calidad total. Cuando estás en una relación en la que no te aman como quisieras o no te respetan, pero sigues allí aferrada o aferrado pese a todo, esperando el milagro de una resurrección imposible, pasaste los límites del amor razonable e inteligente. Existe un punto donde la línea de lo no negociable se desdibuja y perdemos el norte. Walter riso. Aún falta mucho. Mucho por cambiar y reflexionar sobre el tema de las victimas y de la violencia. Hago esta reflexión que parece obvia, pero que en verdad no es tan obvia, hay mucha violencia explicita y sutil en nuestra sociedad, en nuestros hogares, en las iglesias, en los diferentes organismos públicos y privados. La más peligrosa de todas estas violencias es la sutil, la que no se ve, o peor aun la que pasa desapercibida por temor a defender o ponerse del lado de la verdadera víctima, es más fácil apoyar al victimario, ese que tiene cierto halo de poder, de ingenuidad, ese que es obscuridad para la casa y luz para la calle, ese que se ve tan bueno, tan incapaz de matar una mosca. Pero que maneja como nadie técnicas de manipulación, de indiferencia, de maltrato psicológico, pero que, para la sociedad, en definitiva es bueno, o sencillamente les conviene taparse los ojos ante su maldad por múltiples intereses, esta forma de actuar es muy antigua y a lo largo de la historia del hombre ha llevado a cacerías de brujas, persecuciones, crucifixiones, a pedir que salven a Barrabas y que vuelvan a crucificar al cordero. La violencia sutil por supuesto que se oculta muy bien detrás de la máscara del amor. Un amor que desde los tiempos de Romeo y Julieta, no se actualiza, y postula que uno o ambos miembros de la pareja deben morir en beneficio del amor. Es ese amor sacrificado y místico del romanticismo. Ese dejarse morir, esa negligencia en el cuidado propio porque el amor todo lo soporta, claro está, que en esta sociedad que se declara defensora de los derechos de la mujer, sigue siendo irónicamente la mujer la manzana de la discordia. La más señalada de todas, la que le toca hacer los más grandes sacrificios por la pareja, por los hijos, ante un escenario como este es difícil priorizar la vida propia, pero urge hacerlo, es sumamente necesario actualizar el amor. ¿Quién dijo que hay que soportarlo todo o resignarnos a una vida insulsa y sin sentido, por amor? ¿De dónde sacamos que para el amor no hay ley? No sólo traspasa los límites racionales del amor quien vulnera los principios de la persona supuestamente amada, sino quien acepta sumisamente el desamor, la descalificación, el engaño o cualquier otra forma de ofensa. Si nunca te indignas con tu pareja, pueden pasar dos cosas: o vives en el autoengaño o estás viviendo con un santo o una santa, lo cual es igualmente preocupante. (Los limites del Amor Wlater Riso. Pág. 4) yo vengo de un hogar donde la infidelidad y el maltrato en todas sus formas eran normalizados. En el fondo de mi alma siempre hubo cuestionamientos. Y hasta incentivé a mi mámá en uno de esos días de rutinaria discusiones y peleas a que se liberara y dejara a mi papa´. Era mi consciencia. Esa misma consciencia que hoy me está salvando de no quedarme viviendo en la indiferencia, que me grita que me revele ante una vida de sobrevivencia. Que me empuja a seguir buscando mi amor propio tantas veces golpeado y descalificado por familiares, por amistades, en mi entorno laboral, por mi ex pareja, y por mí misma. Una autoestima sana se forma en la raíz de un hogar sano, familias que ocultan abusos, que invalidan emociones, que enseñan a sus hijos sumisión, son esas familias que creen en este amor irracional que todo lo aguanta, y el resultado son hijos que crecen odiándose, culpándose, siendo víctimas en todos los escenarios que pisan, hijos que dejan de brillar aun teniendo mucha luz para que otros brillen porque en sus hogares les enseñaron a acallar sus dones y talentos, y les dijeron que la sumisión era buena. Estos son los hijos que al formar una pareja abandonan cualquier proyecto propio para entregarse en cuerpo y alma al proyecto del otro, labor la mayoría de las veces inútil, porque conduce al fracaso de la relación, nadie puede amar tanto que deba perder su esencia en nombre de ese amor, o per aún nadie se merece estar en ninguna relación donde no pueda rencontrar su propia esencia. En su libro “Los limites del Amor” de Walter Riso, propone tres aspectos para reconocer si nos conviene seguir en una relación de pareja. Son los siguientes: 1.- Cuando no te quieren 2.- Cuando tu realización personal se ve obstaculizada. 3.- Cuando vulneran tus principios. Cuando no te quieren: En nuestros países occidentales, donde nos han transmitido tanto el amor al prójimo por encima de todo, incluso de nosotros mismos, aprendemos desde muy niños a silenciar las alertas de nuestra conciencia y de nuestro cuerpo. Porque científicamente ya está comprobado que, así como el amor se siente y nos ilumina la vida, el desamor también se siente y nos va secando, sólo que cuando crecemos en hogares donde nos transmiten consciente o inconscientemente la falta de merecimiento, somos nosotros mismos quienes después a pesar de los gritos de nuestra conciencia y de las sensaciones desagradables y dolorosas que emite nuestro cuerpo, seguimos tapando nuestras intuiciones, porque también nos enseñaron a esperar que el otro cambie, nunca nos dijeron que en esa espera inútil se nos puede ir la vida. Todo lo contrario, nos dijeron que había que perdonar a tu verdugo, y ser sumiso ante sus manipulaciones. Pero cuando vas abriendo los ojos, y vas entendiendo muchas cosas, aparte de dolerte no poder haber escapado antes, te duele saber que no contabas con limites para entender que esa pareja no te aconsejaba por tu bien, todo lo contrario quería ejercer una especie de poder maligno sobre ti, para vivir parasitariamente de tus esfuerzos, de tus emociones, cuando no te quieren te sientes como un objeto, sólo te usan, seguir a la espera que algún día te quieran aparte de inútil, es una falta de dignidad total. Walter Riso define la dignidad como: La dignidad tiene que ver con la autonomía y la autodeterminación. Sentirse digno es aceptar que uno es merecedor de respeto. La dignidad es lo que se resiste a la humillación, a la autocondena y a la condena injusta. Es el valor de lo que no tiene precio. La dignidad, debería ser uno de esos valores que no son negociables, y una vez por todas debemos entender que en una relación de pareja donde se sobre pasa los límites de nuestra dignidad, hay no nos quieren. Y aunque sea doloroso debemos alistar nuestra maletas y emprender un viaje interno hacia al amor propio. Porque en estos casos donde hemos perdido años valiosos, siendo indignos ante la espera que alguien más nos quiera, no hay que seguir buscando afuera, no creer en dichos populares que afianzan la creencia que hay que soportarlo todo en nombre del amor, porque no es cierto que otro clavo saca otro clavo… otro clavo puede hundirte más, porque lo que vas a atraer es más desamor, si antes no trabajas en tu propio espejo interior. En relación a trabajar en nosotros mismos, surge el aspecto número dos planteado por Walter Riso, cuando obstaculizan tu autorrealización. Y es que, en nombre del amor, muchos somos los que postergamos nuestras metas, planes, sueños, incluso, coartamos nuestros talentos y habilidades ´para dedicarnos a sacar adelante los proyectos de nuestra pareja, porque la cultura nos enseñó a creer que una vez comprometidos somos parte de esa mitad, y como a de lugar queremos completarla, aunque eso implique perdernos a nosotros mismos. Muchos casos, como el mío propio, sucede que uno se pierde más, porque creció en un ambiente familiar represivo, por ejemplo, a mí me gustaba el teatro y recibía fuertes criticas de una tía, me llamaba con mucho sarcasmo: Teatrera. Y cuando por fin me gradué de la universidad, y mi sueño era seguir estudiando Teatro a nivel más formal, mi familia me obligó a casarme. Muy convencidos que ya era el momento de hacerlo y de formar una familia. Así que contraje matrimonio con mi primer novio a la edad de 23 años, sólo fuimos novios por un año, y desde las primeras semanas mi instinto detecto que era tacaño, y desaseado, así que lo terminé, pero mi familia, siguió alimentando en él la esperanza de quedarse conmigo, ya que tenía profesión y se veía muy respetuoso. Aparte, en esta fase él supo encubrir muy bien su psicopatía integrada, a través del bombardeo de amor. Y mi familia, muy convencida que era un hombre con gran futuro, me convencieron de no dejarlo ir, no sé si me enamoré en algún momento o sólo me convencí que era la pareja ideal, así que me dejé seducir por su bombardeo amoroso. Y después de verle como una persona sin mucho que ofrecerme, pasé a depender emocionalmente de él, lo veía literalmente como esa mitrad necesaria, como mi liberador. Así que, en nombre del amor, en nombre de conformar una familia donde el pilar fundamental era él y sus deseos, sus metas, sus planes, me olvidé de todos mis proyectos, y sólo emprendía y seguía los suyos con la fe ciega que nos harían surgir y salir adelante. Nada más fuera de la realidad. Sus proyectos, aunque yo lo ayudase olvidándome de mi, de mis gustos inclusive, eran de él, siempre que hablaba de ellos lo hacía en primera persona, y nunca agradeció mi esfuerzo ni mi ayuda. La pregunta que surge es obvia: ¿por qué motivo el amor que sientes por tu pareja debe impedir la expansión satisfactoria de tus talentos y capacidades personales? Hablo de los deseos que te mueven, de lo que quieres hacer, de tus motivaciones vitales, de lo que te empuja a ser lo que eres y no otra persona.(Los límites del Amor de Walter riso) Si tu relación de pareja no te permite crecer, revelar tu ser auténtico, te está obstaculizando, en este proceso, muchas víctimas no crecen, y por esforzarse en ser queridas y aceptadas por su pareja, comienzan un ciclo doloroso, como lo es ser otra persona. Jugar a ser otra persona suele ser más doloroso cuando procedes de una familia disfuncional y no tuviste la oportunidad de descubrir tu verdadera esencia y misión durante la infancia y adolescencia, etapas donde la educación y el amor incondicional de los padres juega un papel importante. Así que cuando te mires al espejo y todo tu cuerpo y tu alma te pregunten quién eres, es el momento urgente de buscarte. Esta es una etapa de cuestionamiento, ya no de esos pensamientos negativos e intrusivos donde tu misma te sientes fea, incapaz, insuficiente, ahora, te cuestionas estos pensamientos. Es hora de hartarse de ellos, porque por mucho tiempo nos han venido saboteando. Es una etapa de desaprender, y aquí entra el tercer aspecto que plantea Risso en su libro Los Límites del amor”: cuando vulneran tus principios o valores Llegando a este aspecto sería de gran ayuda definir qué son principios, y hacer una lista personal de lo que consideramos nuestros principios, y si uno de estos principios va en contra de tu realización personal, de tu felicidad, de tu tranquilidad, entonces hay que desaprender. Y plantearnos nuevos principios que nos conlleven a conseguir nuestra dignidad, recordando que la dignidad es cuando nos creemos merecedores de respeto, y en nombre de este respeto poseemos la suficiente autonomía y determinación de establecer limites y alejarnos de aquellas personas y lugares que nos están obstaculizando en nuestra realización personal. Esto no es tan fácil, ya que cuando toda la vida nos han maltratado o impedido que nos destaquemos dentro de lo que realmente somos, normalizamos el permanecer en sitios y con parejas maltratadoras. En relación a esto Walter Riso nos deja una pista de ayuda a través de la siguiente interrogante: ¿Cómo saber cuándo alguien afecta tu dignidad? Suele ser evidente para quien se autobserva. Lo que sientes es ira, pero no la rabia del animal cuando le quitan el alimento o lo atacan, sino indignación, la cual puede definirse como cólera ante la injusticia. Cuando la indignación tiene lugar, sentimos que se ha violado lo entrañable y que los intereses más íntimos y radicales han sido maltratados. Esta indignación es totalmente sana y válida, ya que nos lleva a replantearnos nuestra relación de pareja, y esto incluye no sólo recostarnos, sino inventarnos, en mi proceso me esta tocando desaprender todas esas ideas que no me pertenecen y limitaban mi verdadero ser. He tenido que desaprender ideas insanas que cada día iban acabando con mi dignidad, como compararme con los demás, procrastinar a la espera de algún día ser mejor, ahora cambié estas ideas por costumbres más sanas como: abrazar mis errores, e incluso lo que considero que son mis defectos, tener una visión realista de quien soy, cuestionarme cuando me estoy destrozando yo misma con criticas desalentadoras, motivarme cuando no tengo ánimos de nada a seguir haciendo cosas que me gustan, autoelegirme, a validarme y quererme cuando los demás no lo hacen, estoy aprendiendo a escuchar mi cuerpo porque el recibe todo el impacto del estrés que implica vivir en un mundo donde por querer pertenecer a él nos olvidamos de nuestros deseos, así que ahora me respeto más, y cada día me propongo desaprender muchas ideas que si no las visualizó a tiempo me llevaran a seguir repitiendo patrones dañinos, por ejemplo, desaprender cada día a jugar ser perfecta, no soy perfecta y este valor de verdad, que es un alivio adherirlo a la vida. Porque ni te sobre exiges tú ni lo haces con tu pareja- Si hay que sobre exigirle, si te quedas exhausta con las exigencias que le haces a tu pareja, si a pesar de tu esfuerzo no cambia, no cede, no entiende que la pareja es un proyecto común de autocrecimiento personal, entonces no es la pareja ideal, si lo fuera, la palabra exigencia, ni se asomaría en la relación, agota exigir porque una relación de pareja sana todo se da fluidamente en beneficio y en pro del crecimiento personal y familiar de la pareja, si no es así, paticas pa que te tengo. Huye¡