ESCENIFICACION-18.07.2012 - Las Hijas de la Caridad en Perú

Anuncio
MONICIÓN ANTES DE LA ESCENIFICACIÓN
Lleva cuatro meses en el seminario de las Hijas de la Caridad. Oye que
alguien la llama por su nombre; es un ángel, quizá el Ángel de la
Guarda. La espera, va vestido de blanco, le dice que se dé prisa, que la
espera la Señora. El niño resplandece de blancura; su resplandor
ilumina el pasillo y el corredor. La puerta de la capilla es de madera
sólida, pero el niño la abre con simple tocarla con la yema de sus
dedos.
Todo es extraño, impropio, desconcertante. Se sale definitivamente de
la realidad normal del momento que viven las Hermanas; duermen.
ESCENA
"Por fin, a las once y media de la noche, oí que me llamaban por mi
nombre: ¡Sor Labouré! ¡Sor Labouré!. Al despertar, miré hacia el lado
desde donde venía la voz, que era hacia el corredor. Abrí la cortina. Vi
a un niño vestido de blanco, de unos 4 ó 5 años, que me decía:
Levántate enseguida y ven a la capilla; ¡Te está esperando la Santísima
Virgen! El niño me invita a seguirle al tiempo que me muestra el
camino hacia la capilla de la Comunidad".
MONITOR
Catalina no le responde nada de momento, pero piensa para sí misma:
Me van a oir, pensando en las otras Hermanas. El niño le responde:
Estate tranquila, que son las once y media; todo el mundo duerme
bien; ven, te aguardo.
ESCENA
“Sin otro pensamiento, me levanté de la cama y me vestí
apresuradamente. Me dirigí hacia donde estaba el niño, que se había
quedado de pie, sin apartarse más allá de la cabecera de mi cama. Me
siguió o, mejor dicho, le seguí yo a él, siempre a mi izquierda,
dirigiendo rayos de claridad por todos los sitios por donde pasaba. Las
luces se encendían por donde pasábamos y aquello me extrañaba
mucho.
Pero todavía me sorprendí más cuando entramos en la capilla: la
puerta se abrió apenas la tocó el niño con la punta del dedo. Creía que
estaba soñando"
"Pero mi sorpresa fue todavía mayor cuando vi todas las velas y los
hachones encendidos, lo cual me recordaba la Misa de medianoche.
Sin embargo, no veía a la Santísima Virgen. El niño me condujo hasta el
presbiterio, al lado del sillón del padre Director: Y allí me puse de
rodillas. El niño se quedó de pie todo el tiempo. Como iba pasando el
tiempo, miré a ver si las celadoras pasaban acaso por la tribuna. Por
fin, llegó la hora y el niño me dijo: "Ya viene la Virgen. ¡Ahí está! ".
"Oí una especie de ruido..., como el roce de un vestido de seda, que
venía de la tribuna, del lado del cuadro de san José, y venía a colocarse
sobre las gradas del altar, por el lado del Evangelio, en un sillón
parecido al de Santa Ana. Sin embargo, no era Santa Ana la que estaba
en el sillón, sino solamente la Virgen María... No era la misma figura de
Santa Ana... Dudaba de si sería la Santísima Virgen. Pero el niño que
estaba allí me dijo: " ¡Esta es la Santísima Virgen!". En aquel momento
me sería imposible decir lo que sentí, lo que ocurría dentro de mí. Me
pareció que no veía a la Santísima Virgen" "Fue entonces cuando me
habló el niño, pero no como un niño, sino como un hombre, con voz
alta y con palabras fuertes. Entonces, mirando a la Virgen, di como un
salto hacia ella, de rodillas sobre las gradas del altar, con las manos
apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. Así pasaron unos
momentos, los más dulces de mi vida. Me sería imposible decir lo que
sentí. Ella me dijo cómo tenía que portarme con mi director y algunos
otras cosas que no debo decir; la forma de portarme en medio de las
penas"
MONITOR
Sor Catalina está de rodillas en la grada del presbiterio cerca del altar.
Se levanta de un salto, se acerca al sillón y vuelve a arrodillarse muy
cerca de la misteriosa aparición, tan cerca que apoya sus manos sobre
las rodillas de la Señora. El niño sigue allí de pie. El niño, ¿es un ángel?
¿Es el Ángel de la Guarda? El niño le llama en la oscuridad, le da un
mensaje, la espera, le insiste, le da prisa, la guía hacia la capilla, le abre
la puerta, la conduce hasta el presbiterio, le dice que ya llega la Señora,
le habla con voz de hombre cuando duda, como para insinuarle "¿en
qué estás pensando?".
ESCENA
"Hija mía, Dios quiere confiarte una misión. Tendrás muchas
dificultades, pero las superarás todas pensando que lo haces por la
gloria de Dios. Conocerás lo que es Dios. Te sentirás atormentada hasta
que se lo hayas dicho a aquel que está encargado de dirigirte. Te
contrariarán. Pero recibirás la gracia necesaria. Dilo todo con confianza
y sencillez. Ten confianza. No temas. Verás algunas cosas. Da cuenta de
ellas, es decir, de lo que veas y de lo que oigas. Serás inspirada en la
oración. Da cuenta de ello."
"Serán malos tiempo. Las desgracias vendrán a caer sobre Francia. El
trono será derribado. El mundo entero se hundirá en desgracias de
todas clases... Pero venid al pie de este altar. Aquí se derramarán
gracias sobre todas las personas que las pidan, grandes y pequeños.
Hija mía, me complazco en derramar gracias sobre la Comunidad en
particular. La Amo mucho, afortunadamente."
"Sin embargo tengo una pena. Hay muchos abusos contra las Reglas.
No se observan las Reglas. Hay una gran relajación en las dos
Comunidades. Díselo al que está encargado de vosotras, aunque no
sea el superior: Le encargarán de forma especial de unas funciones en
la Comunidad. Tiene que hacer todo lo posible para poner de nuevo en
vigor la Regla. Dile de mi parte que cuide de las malas lecturas, de la
pérdida de tiempo y de las visitas."
"Cuando la Regla vuelva a estar en vigor, habrá una Comunidad que
vendrá a unirse a la vuestra. No suele ser ordinario. Pero yo la quiero.
Dile que se la reciba; Dios las bendecirá y gozarán de una gran paz. La
Comunidad gozará de una gran paz. Se hará grande."
A medida que la conversación avanza, los ojos de la Señora se llenan
de lágrimas, y sus facciones transmiten una profunda sensación de
dolor y pena:
"Vendrán grandes desgracias. Será grande el peligro. Pero no temáis; di
que no tienen nada que temer. La protección de Dios estará siempre
sobre vosotras de una forma muy especial y san Vicente protegerá a la
Comunidad". "Yo misma estaré con vosotros. Llegará un momento de
grave peligro. Se creerá que todo está perdido. ¡Pero yo estaré
entonces con vosotros!"
"Tened confianza. Conoceréis mi visita y la protección de Dios y la de
san Vicente sobre las dos Comunidades. ¡Tened confianza! No os
desaniméis. Yo estaré con vosotros. Pero no pasará lo mismo con otras
Comunidades. Habrá víctimas.". "Entre el clero de París también habrá
víctimas; el señor Arzobispo morirá".
"Hija mía, despreciarán la Cruz. La tirarán por el suelo. Correrá sangre.
Abrirán de nuevo el costado de Nuestro Señor. Las calles se llenarán de
sangre. El señor Arzobispo será despojado de sus vestiduras". "Hija
mía, el mundo entero se llenará de tristeza”.
MONITOR
Aquí la Santísima Virgen ya no podía hablar y tenía la pena dibujada en
su rostro. Anota Catalina:
ESCENA
"Estuve allí no sé cuánto tiempo. Todo lo que sé es que cuando ella se
marchó, solo me di cuenta de que se apagaba algo, y finalmente solo
hubo una sombra que se dirigía al lado de la tribuna, por el mismo
camino por donde había llegado. Me levanté de las gradas del altar y vi
al niño en el sitio en donde lo había dejado. Me dijo: "Se ha
marchado". "Volvimos por el mismo camino, siempre iluminado por
todas partes. -El niño iba siempre a mi izquierda. Creo que aquel niño
era mi Ángel de la Guarda, que se había hecho visible para hacerme ver
a la Santísima Virgen, porque yo le había rezado mucho que me
obtuviera aquel favor. Iba vestido de blanco, llevando una cruz
milagrosa consigo, es decir, que iba resplandeciente de luz: su edad de
4 a 5 años. Al regresar a mi cama eran las dos de la mañana. Oí sonar el
reloj. No pude volver a dormir".
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tu
hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan
brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora,
absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se
fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara
arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
Descargar