Derecho Aplicable a la Contratación y el Arbitraje Internacional. El arbitraje es un método para resolver disputas entre naciones sin acudir a los tribunales. Ambas partes en la disputa buscan un tercero imparcial para decidir el asunto. A diferencia de los tribunales penales, donde se castiga a los culpables, en el arbitraje ambas partes en conflicto reciben un trato justo. Las partes elegirán un abogado competente y experimentado para que las represente en el proceso de arbitraje. Al elegir un abogado para usted, es importante elegir a alguien que sea competente, ético y con experiencia en arbitraje internacional. La principal diferencia entre la contratación y el arbitraje internacional radica en el punto de vista desde el cual la ley trata el tema. Cuando las partes en una disputa eligen la mediación en lugar del litigio, están optando por el arbitraje. Sin embargo, cualquiera de las partes puede iniciar el arbitraje; aquí es donde entra en juego la divergencia de opiniones. Cuando dos partes inician un proceso de arbitraje, lo hacen entre sí. Siempre que dos o más partes deseen arbitrar una disputa, deben hacerlo entre sí. La ley que rige los arbitrajes difiere de los sistemas legales nacionales debido a los diferentes conjuntos de normas y reglamentos que se aplican internacionalmente. Las vinculaciones comerciales transfronterizas encuentran en el arbitraje un mecanismo normalmente más apropiado para que sean atendidos tanto las expectativas de las partes como los requerimientos de justicia que demandan este tipo de contratos, acorde con la atmósfera cosmopolita en que se desarrollan. Al respecto, esta contribución ha abordado distintas cuestiones que son claves para un entendimiento de las concepciones actuales preponderantes, cuya conclusión no puede ser otra que la ya adelantada, es decir, que el arbitraje debería permitir liberar la contratación internacional de constreñimientos legalistas inapropiados. Estas vinculaciones requieren ser consideradas desde el prisma transfronterizo en que se llevan adelante, para así servirse apropiadamente a las partes envueltas y, en general, al comercio internacional en sí, que de esta forma se puede desarrollar de manera mucho más apta que con la aplicación de rígidas reglas domésticas, no infrecuentemente inadecuadas para tal fin