Capitulo 4 Fue su primera noche solo en el mar. No sabía donde se encontraba, la balsa avanzaba gracias a la brisa que corría, el sol impregnaba en su espalda un tremendo calor. Pensativo estuvo la mayor parte de la tarde. Siguió mentalmente el viaje del destructor, habrían dado cuenta a Cartagena del accidente e irían en busca de sus compañeros y de él. El miedo y la angustia fueron sus primeros enemigos contra los que le fue imposible luchar en una noche tan oscura y tenebrosa. Su reloj era también otro enemigo al que miraba cada minuto. El amanecer fue diferente al de cada día en la tierra, ya habían transcurrido doce horas desde su naufragio, le era inverosímil haber permanecido tantas horas en la mar. De repente vio como se le acercaba un punto negro en el cielo. Era un avión Capitulo 5 El náufrago agitó su camisa mientras cruzaba el avión, pero se dio cuenta de que había ido demasiado lejos para verlo. El aeroplano pasó, dio la vuelta y se fue de donde vino. Luego sucedió otro, y lo mismo. Pensó que el tercero lo había visto desde que cruzó la flota dos o tres veces, pero se fue y no regresó. A las cinco en punto llegaron los tiburones, que flotaron alrededor de la balsa y devoraron peces más pequeños. Luego tuvo sed y hambre. Por la noche, un amigo se acercó a él, quien señaló el puerto y habló. Remaba hacia donde señalaba, cuando vio las luces del puerto, su amigo ya no e CAPÍTULO 6 Para saber cuantos días llevaba, los contaba dibujando rayas, pero era inútil, se descontaba, no sabía si eran 29, 30 o 31 las terminaciones del mes de febrero. Perdió muchas esperanzas. Vio otra vez unas luces, pero esta vez de barco, pasó de largo y como el avión desapareció en el horizonte. Ya era el quinto día. Se le paró una gaviota joven muy cerca y intentaba cazarla para poder comer algo. CAPÍTULO 7 Por suerte la alcanzó le rompió el cuello y la descuartizó, se comió un trozo, pero le daba mucho asco. Pasaron ya siete días, era de noche, ya perdió las esperanzas al tener que arrojar su presa a los tiburones a cambio de la vida. Intentaba comerse el cinturón de la desesperación. Sabía que no sería su último día en el mar. CAPÍTULO 8 Un tiburón hizo un salto y entró en la balsa, Alejandro, lo mató a golpes de remo a la cabeza. Aun que le daba mucho asco, el hambre lo superaba y se comió una parte. Se guardó el resto para más tarde, pero otro tiburón de un mordisco, se lo comió. Luís Alejandro, harto de los tiburones se enfadó mucho. CAPÍTULO 9 Una fuerte ola, hizo dar vuelta de campana la balsa. Luís Alejandro cayó en el agua y empezó a nadar desesperadamente al final, logró alcanzar la balsa. Esta vez estaba muy asustado, sabía que en cualquier momento podría volver a pasar y rápidamente se amarró con el cinturón. Otra ola los tumbó, Luís Alejandro se quedó bajo el agua buscando la hebilla del cinturón. Logró desatarse y sacó la cabeza. A los ocho días, vio a otra gaviota, pero esa vez vieja, no la mató, sino que le dio ánimos, sabia que muy cerca se encontraba la tierra firme. CAPÍTULO 10 La barba ya le llegaba por el cuello, estaba destrozado, muerto de sed, muy hambriento y lleno de quemaduras de sol. Recordaba felices momentos en el bar con sus amigos. Tenia deseos de morir, empezó a rezar más tranquilamente pensando que en esa misma hora también lo estaba haciendo su familia. En el fondo de la balsa, se encontró una raíz y se la comió, ¿Era una alucinación? staba allí y las lámparas eran los primeros rayos del sol.