El método importa Juan Poom Medina*

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El método importa
Juan Poom Medina*
Sabemos que las “reglas” que prevalecen en una sociedad son importantes pero
desconocemos que éstas tienen un efecto impresionante en los resultados generales. Los
investigadores institucionalistas, en los últimos años, han estudiado las “reglas de
juego” de las organizaciones políticas, económicas, sociales, y han llegado a una
conclusión que como seres humanos nos ha dejado una tarea titánica de reflexión: dime
qué tipo de reglas tienes y te diré qué tipo de resultados tendrás. De hecho, el Premio
Nobel de Economía en 1993, Douglass C. North, señala que las instituciones son las
reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el
hombre que da forma a la interacción humana.
Por consiguiente, las reglas estructuran incentivos en el intercambio humano, sea
político, social, o económico. Unas de las principales aportaciones del profesor North de
la Universidad de Washington, es que puso a prueba que los cambios en las
instituciones (reglas) son más relevantes que los tecnológicos para explicar el cambio en
el desarrollo económico. Y con ese argumento, sin duda, logró traspasar la frontera del
conocimiento para generar una ferviente discusión intelectual y coincidir en una frase
que más adelante otros institucionalistas, como March y Olsen, aportaron: ¡Las
instituciones importan!
La anterior referencia tiene sentido porque la Ciencia Política no se ha quedado atrás en
la discusión del tema de las reglas del juego. En los últimos años, un gran número de
politólogos han logrado avanzar en el estudio del efecto que tienen las reglas políticas
en los diversos resultados que se tienen, por ejemplo, en el comportamiento de los
congresos y al interior de los partidos políticos. Así, en la política podemos estar
seguros que efectivamente las reglas importan, y si no se tiene cuidado cuando éstas se
construyen, difícilmente se tienen los resultados esperados.
Por ejemplo, ahora que dos de los principales partidos políticos en Sonora (PAN y PRI)
han decidido su método (arreglo institucional) para elegir al candidato a la gubernatura,
las diferencias que existen entre un camino y otro son un objeto de estudio que se antoja
discernir para ver las ventajas y desventajas de cada diseño. Por cuestiones de espacio
no es posible profundizar mucho, sin embargo, mi opinión es que una elección abierta
puede dar más elementos para buscar legitimidad a un candidato. Sin duda abrir la
elección a todos los ciudadanos que deseen hacer uso de su derecho de participar en una
votación es un ingrediente que tiene que ver con la democracia.
Sin embargo, hay otro tipo de problemas que no son fáciles de controlar. Una elección
abierta puede llevar a problemas de clientelismo, de acarreo, de favoritismo. En el caso
de México, tenemos el antecedente de que “la regla de mayoría” tiene fuertes
contradicciones. Si bien el candidato que tuvo más votos gana, el problema de fondo es
que no hay un mecanismo que sustente que todo fue en el marco de orden, confianza y
apegado a reglas equitativas para todos. Es decir, el método es engañoso.
En el caso de un método cerrado de elección de un candidato las cosas pueden ser
menos legítimas pero más eficientes. Menos legítimas porque quedan fuera muchos
ciudadanos que sin ser militantes activos o adherentes se identifican ideológicamente
con ese partido, o incluso, puede tratarse del grupo de votantes que se identifican
plenamente con el partido (identificación partidista) y merecen o quisieran participar en
la selección de un candidato interno por el que votarán en la elección constitucional. En
este caso, el método puede resultar más eficiente porque aparentemente es menos
complicado llevar a cabo una votación entre un número específico de ciudadanos que
ante una comunidad general donde todo mundo puede asistir a votar.
El asunto de fondo es que a pesar de que podemos generar muchos elementos de sentido
común sobre estos escenarios, sin duda, el resultado final dependerá del tipo de reglas
que se eligieron. En otras palabras, que el PRI no cante victoria de que por ser una
elección abierta es la más democrática y legitimará a su candidato. Y que el PAN
tampoco levante las campanas al vuelo de que la elección cerrada es la regla que les
garantiza tener al mejor candidato. Mejor es que ambos partidos se pongan a reflexionar
y evaluar cómo el diseño que eligieron les va a permitir seleccionar al candidato que la
gente quiere ver en la constitucional, si en verdad les interesa eso. Ya veremos quién
sale más raspado. En lo personal espero que todo les salga bien.
*Profesor-investigador del Programa de Estudios Políticos y Gestión Pública de El
Colegio de Sonora, [email protected]
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