Subido por marialejandra829

ENSAYO ARGUMENTATIVO 1-MARIALEJANDRA DELGADO N

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Ensayo Argumentativo/Crítico sobre el libro Cartas a Pedro: Guía para un
psicoterapeuta que empieza
Elaborado por: Marialejandra Delgado N.
Fecha: 8/9/2022.
Comenzar a leer este texto me conecta con una frase característica de Carl G. Jung:
“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma
humana sea apenas otra alma humana”; y es que desde el inicio este libro me hace
pensar lo que conversábamos en clase, ya que debemos estar dispuestos a dar lo
mejor de nosotros, nos solo por que conozcan nuestro nombre y prestigio, sino
porque detrás de todo hay personas que necesitan resurgir de muchas experiencias
en sus vidas.
Por otro lado, nunca he estado de acuerdo con llamar a mis consultantes por el
término clientes, puesto que me parece algo más comercial, como si cada sesión
significara ir cambiando a un almacén distinto buscando lo que necesito y el ser
humano es más que un artículo. Sin embargo, pensar en el concepto de paciente,
encaja con lo difícil que es todo el proceso que debe pasar alguien que acude a
atención psicológica, el cual muchas veces no se resuelve con la duración del
tratamiento sino con la postelaboración que hace el paciente cuando su cerebro
logra discernir y hacer consciente lo que ha sucedido.
He llegado a sentir nervios, temor e incluso temor a fracasar cuando llega un
paciente por primera vez a mi consulta, así como cuando vamos a la escuela por
primera vez o cuando tenemos un nuevo trabajo, todo lo nuevo y todo cambio nos
causa tensión. Pero lo que refiere Loretta en el texto es sumamente vital, la clave
esta en el amor por lo que hacemos no solo por reputación, sino que nos ayudará a
comprender lo que necesita y busca ese ser humano, aunque muchas veces
estemos agotados, así como a veces me ha pasado, entre trabajo, estudio,
problemas de salud y familia, no obstante, cuando reflexiono y recuerdo todo lo que
disfruto haciendo lo que hago, puedes vivir y sentir todo lo que va evolucionando
con ese paciente.
Una de mis metas para este año o el próximo es poder tener mi espacio, que tenga
mi sello personal, pero que no se aleje de la empatía y comprensión que me permita
conectar con el mundo interno de cada paciente. Para todo psicólogo, muchas
veces el sueño del diván de Freud es inalcanzable, pero como bien dice Loretta, no
hay imposibles, si logras hacer que ese pequeño espacio te haga sentir cómodo en
cada rincón del consultorio.
Siempre me daba temor los saludos y despedidas con cada paciente, mas aun
cuando quieren darte un abrazo de agradecimiento, debido a que en mis primeros
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años de formación siempre me decían la misma frase: “Nunca permitan que los
abracen, les den un beso en la mejilla o le den regalos”, ese pensamiento tan rígido
con el pasar de los años y la evolución en la Psicología ha permitido romper los
estigmas que afectaban el vínculo que iba naciendo con cada paciente, el cual
muchas veces no nos atrevemos por nuestra propia resistencia; este libro ha sido
como la transformación de cada parte de mi crecimiento personal y profesional.
Para muchos llegar a terapia permite conectar con esa madre o padre que funciona
como contención y sostenimiento, tal como expresaba Winnicott en sus obras. Al
final todos conectamos con nuestro niño interior, pero esto no sucede de la noche
a la mañana, sino con el paso del tiempo, ya que es algo que llevan impreso
posiblemente desde su infancia. Por ello, nuestra función como psicólogos es
literalmente prestarle nuestro Yo al paciente para que pueda guiarse y comprender
su mundo interno y externo. Por lo tanto, es fundamental el dejar de preocuparnos
que el paciente sepa todo lo que sabemos, dejando esos rasgos narcisos, porque
esto es lo que nos ayudará a entender lo que hay más allá de lo que no se atreven
a expresar.
Ahora me río y pienso que la Marialejandra de hace unos años, hubiese querido leer
este libro, puesto que en ocasiones me costaba preguntar para responder mis
dudas, pero con los años, la experiencia, los errores, comprendí que mejor era
equivocarme en clases que con el paciente en la consulta. Un profesor en la
maestría siempre nos dice: “Pregunten todo lo que pueden, que más vale meter la
pata aquí, que meter las dos en plena sesión”, esto sucede tal cual, porque
sencillamente creemos que tenemos la capa, la varita mágica o el gorro sabelotodo
para arreglar la vida de una persona en 45 minutos. Me hizo recordar a una paciente
que le di de referencia una película para ver visualizar un poco lo que tratábamos
de ver en la consulta y cuando hicimos la discusión y revisamos su análisis, a pesar
de ser algo distinto, seguía siendo razonable, con esto reflexioné que así mismo con
teorías, con los pacientes podemos aprender todos los días, temas como: series,
películas, palabras o expresiones, experiencias hasta culturas novedosas. Por lo
tanto, como profesionales es necesario tener una mente abierta que no solo vea la
coraza que muestra el paciente sino las cascaras que se desprenden para llegar a
la profundidad.
Estos dos últimos semestres que son el final de la maestría, no solo me dio la
oportunidad de aprender, sino a ser más segura de lo que hago, a entender que
quizás me sentía cómoda con un modelo psicológico porque creía que era el único
que dominaba y podía hacer bien al cien por ciento, sin embargo, ahora puedo decir
que a pesar de mis resistencias e podido atreverme a utilizar nuevos paradigmas
basados en la evidencia, uno de ellos a sido leer sobre psicoanálisis y con esto
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quiero decir, que me permití no cerrar mi conocimiento a una sola postura. Así
mismo le sucede al ser humano, cada paciente que llega a la consulta muestra su
defensa, por el temor al cambio, a dejar de hacer lo que me hace sentir seguro en
mi zona de confort y desaprender lo que ya me había acostumbrado, por lo tanto,
tanto el paciente como nosotros los psicólogos estamos en la misma sintonía, ya
que el miedo se percibe y estará presente, aunque por experiencias diferentes.
También, logré conectar con el inicio de mis dos primeros pacientes, hace un par
de años, porque cuando veía que íbamos por la séptima sesión de tratamiento y
este seguía llorando o afligido, pensaba que quizás algo estaba haciendo mal
porque la expresión continuaba, con el tiempo entendí lo que establece Loretta en
este texto, el paciente busca seguridad, es su tiempo, su espacio, muchas veces
solo para ser escuchado, acompañado durante ese sufrimiento emocional.
Durante la experiencia como profesional he tenido la oportunidad de ver diferentes
tipos de pacientes, entre ellos los que están con un brote psicótico. En mi primer día
de práctica profesional en el Hospital Santo Tomás, recuerdo que mi supervisora
me dice, llevo muchos aquí y mayor consejo es: “No demuestres miedo ni que estas
nerviosa, quédate tranquila, quizás al inicio lo veas como un reto, pero lo mejor es
no perder la calma”, claramente, ella sabía a lo que me podía enfrentar, esa mañana
la mayoría de los admitidos era por cuadro psicótico con diferentes diagnósticos,
inmediatamente me miró y me dice: “Lo que te dije enante, es porque si estas así,
el paciente lo nota, muchas veces tienen una capacidad para percibir lo que
sentimos, increíble”. Evidentemente tenía razón, la clave esta en no perder la calma,
no catastrofizar ni generalizar algo que no hemos visto, es cierto que asusta, porque
no lo conocía, pero tampoco podía perder la calma.
Es necesario que el psicólogo separa identificar sus propias emociones y cuales
son las del paciente, pues la contratransferencia siempre podrá estar presente. Creo
y siento que uno de los aprendizajes que obtengo de esta primera parte es como
expulsar la energía que nos puede generar un paciente por medio de algún ritual
terapéutico, debido a que muchos casos son fuertes y abrumadores, por lo que
comenzar con otro paciente distinto sería un riesgo hasta para nosotros mismos
porque en ocasiones no sabemos ni identificamos todo lo que está transmitiendo la
persona, de esta manera sería como desintoxicar y estar en forma para conectar
con otra mente y conducta humana.
Finalmente, culmino con esta frase de Lacan: “Los escritos técnicos de Freud” que
logra englobar lo que hemos visto hasta ahora: “Nunca dijimos que el terapeuta
jamás debe experimentar sentimientos frente al paciente. Pero si debe saber, no
solo no ceder, ponerlos en su lugar, sino usarlos adecuadamente en su técnica”.
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